LA HISTORIOGRAFÍA DE LOS PROCESOS DE TRANSCULTURACIÓN DEL NEOCLASICISMO EUROPEO A AMÉRICA EN LOS SIGLOS XVIII Y XIX Y SU TRANSFERENCIA ACADÉMICA

Juan Manuel Bergallo, Claudia Beatriz Rosa, Ana Cecilia Gialluca

Cátedra de Historia de la Arquitectura y el Urbanismo Latinoamericanos,         Facultad de            Arquitectura, Urbanismo y Diseño (FAUDI), Universidad Nacional de Córdoba (UNC).

 

Resumen

El objetivo del presente trabajo es indagar en la historiografía de la arquitectura neoclásica americana como resultante de procesos de transculturación de modelos europeos a la América Colonial y Republicana, hasta comienzos del S XX.

En un presente donde el horizonte intercultural prevalece, creemos necesario distinguir y analizar, como se fue construyendo el paradigma de la arquitectura neoclásica, generando nuevas y múltiples identidades en América y, específicamente en Argentina, reflejando, a la vez, una nueva realidad postrevolucionaria. De esta forma se concretó el ideal de una sociedad culta y de un estado independiente y republicano cuya expresión urbana y arquitectónica adopta las formas neoclásicas como el símbolo de modernidad.

Es necesario, entonces, confrontar dos perspectivas interrelacionadas y convergentes: por un lado, la visión eurocéntrica que mira a América como una periferia descontextualizada en relaciones a esa cultura occidental y, por otro, la visión local que intenta reivindicar a América como protagonista de sus propias realidades.

La transferencia de estas reflexiones, a través de diferentes miradas nos posibilitan un enfoque historiográfico particular y adecuado que permita interpretar, en la enseñanza de grado, casos concretos de esta arquitectura, tanto culta como popular, en su correspondiente contexto histórico y urbano en la Ciudad de Córdoba.

 

Palabras claves

 

Historiografía-Latinoamérica-Neoclasicismo- Transferencia académica.


THE HISTORIOGRAPHY OF THE TRANSCULTURAL PROCESSES OF EUROPEAN NEOCLASICISM TO AMERICA IN THE XVIII AND XIX CENTURIES AND ITS ACADEMIC TRANSFER

 

Abstract

 

Tha aim of this paper is to search into the historiography of neoclassical american architecture and also into how the processes of transculturalization took place in Colonial and Republican America by the end of the XVIII, the XIX and the first part of XX Century.

At present, when the intercultural horizon prevails, we believe it necessary to differentiate and analyze and interpret how the paradigm of neoclassical architecture was built, thus generating new and multiple identities in America, most specifically in Argentina and reflecting, in turn, a new post-revolutionary reality. Therefore, the ideal of a learned society becomes evident together with an independent and republican state whose urban and architectural expression adopts the neoclassical forms as the symbol of modernity.

It becomes then important to counterbalance two interrelated and convergent perspectives; on the one hand, the eurocentric vision that deems America as a decontextualized periphery compared to western culture and, and on the other hand, the local vision that intends to claim America as the one in the leading role of its own realities.

The transfer of these reflections through different views gives us a particular and adequate historiographical approach that allows us to construe, in undergraduated teaching, concrete examples, both cultured and popular, of this architecture in the City of Cordoba, in their corresponding historical and urban context.

 

Key words

 

Historiography-Latin America-Neoclassicism-Academic transfer


 

Fecha recepción: 01 de septiembre de 2020 - Fecha aceptación: 16 de diciembre de 2020

 


Sobre Historiografía

 

La Historiografía indaga en el estudio, análisis e interpretación de la Historia: el cómo los historiadores escriben la Historia. El historiador inglés Edward Carr (1983) en su libro ¿Qué es la historia? destacaba “la historia nunca nos llega en estado puro” y entiende a “la historia como producto subjetivo de la mente del historiador”. (p.39)

 

Por lo tanto, la Historiografía es el conjunto de técnicas y teorías relacionadas con el estudio, caracterización y la forma de ver e interpretar la historia, dependiendo, siempre de la formación, actividad profesional, medio geográfico y socio-cultural en el que se desarrolla y el marco ideológico del crítico o historiador. En este “arte de escribir la historia”, como la define el Diccionario de la Real Academia, se recupera primero la producción del conocimiento histórico, y luego, su estudio y su crítica.

 

Georges Lefebvre (1974) en “El nacimiento de la historiografía moderna”, establece que “este arte de escribir la historia es el relato de las cosas dignas de recordarse, y que, además, entendemos, son ciertas y relevantes para la construcción de la memoria histórica.” (p.248)

 

Bruno Zevi (1957) en “Historia de la Arquitectura Moderna” afirma:

 

“No existe gran arquitecto que no conozca íntimamente la historia de la arquitectura y no extraiga de ella alimento para su propia inspiración; sus preferencias podrán ser parciales o tal vez tendenciosas, pero el vínculo con la tradición es penetrante en cada espíritu selecto”. Y agrega: “Pero hay otro motivo oculto y aún más válido que estrecha la conexión entre historia de la arquitectura moderna e historia antigua: desde el neoclasicismo en adelante, el desarrollo de la voluntad creativa arquitectónica va acompañado por una metódica investigación crítica del pasado, investigación sin la cual es culturalmente incomprensible”.

 

Enfoques Historiográficos

 

El abordaje del tema presentado se realiza a partir de un enfoque cronológico con los primeros antecedentes registrados a fines del Siglo XVIII y que, a través del desarrollo histórico, van adquiriendo distintas entidades a lo largo de los Siglos XIX y XX.

 

Si bien diferentes autores latinoamericanos proponen sus versiones de cómo se ha desarrollado la historiografía en nuestra región, Ramón Gutiérrez (2004) presenta en “Historiografía iberoamericana. Arte y Arquitectura XVI-XVIII”, una periodización que hemos utilizado como referencia:

 

1-      Antecedentes: desde mediados del S.XVIII hasta finales del S XIX.

 

2-      La Primera Generación: durante la primera parte del Siglo XX.

 

3-      Reflexiones de medio siglo: investigadores, historiadores y críticos latinoamericanos.

 

1. Antecedentes

 

Esta etapa, que coincide con los años de mayor producción de la arquitectura neoclásica en nuestro territorio americano, se extiende desde finales del período colonial, incluyendo todo el Siglo XIX, hasta la eclosión del liberalismo y el comienzo del S XX.


Es un período caracterizado por la conformación de una historiografía precursora, la que presenta tres fuentes complementarias y, a la vez, diversas en sus soportes.

 

1.1-La fuente más específica refiere a la bibliografía de un grupo de tratadistas de arquitectura, algunos de ellos europeos y otros que, desde América, realizaron una búsqueda de los modos de transferir modelos clasicistas a nuestro continente.

 

En este contexto, América adoptó el lenguaje Neoclásico como el símbolo de las nacientes revoluciones, llegando en su corriente más pura en el último cuarto del Siglo XVIII de la mano de Thomas Jefferson. Sus diseños arquitectónicos aportaron, en los nacientes Estados Unidos de América, esta arquitectura como la más canónica para los edificios públicos republicanos y como portadora de un alto valor semántico. Su aporte a la historiografía del neoclásico en América fue muy valioso quedando plasmada en la Colección Coolidge que contiene una serie de volúmenes manuscritos que incluían entre otros temas, bocetos y dibujos arquitectónicos, como así también registro de los proyectos que realizó en Monticello y la Universidad de Virginia. Actualmente esta colección se conserva en la Sociedad Histórica de Massachusetts.

 

En cuanto a América Latina, este período se caracterizó por la inestabilidad socio-política y, fue, dolorosamente forjando las organizaciones nacionales y republicanas. Varios arquitectos nos legaron una bibliografía arquitectónica más específica, aunque de carácter descriptivo, entre 1853 y 1898. Cabe destacar a Francois Brunet des Baines en Chile; Francesco Cavallari en México; Teodoro Elmore en Perú; Fernán Caballero, en Bolivia y Auguste Grandjean de Montigny en Brasil, entre otros.

 

Ramón Gutiérrez (2004) en “Historiografía Iberoamericana de Arte y Arquitectura. Siglos XVI al XVIII” aclara: “Ellos configuran los primeros intentos pedagógicos locales, aunque transmitiendo los rudimentos de planteos formales y tecnológicos de procedencia universal” (p.13).

 

Nos centraremos en la producción historiográfica y arquitectónica de los arquitectos franceses, egresados de la Ecole de Beaux Arts, Francoise Brunete des Baines y Auguste Grandjean de Montigny , cuya actividad, fundamentalmente, se desarrolló en América.

 

En su Curso de Arquitectura (1853), escrito en francés, Brunet des Baines propone un Manual cuyos contenidos pedagógicos y operativos dieron origen a las clases de arquitectura de la Sección Universitaria del Instituto Nacional de Chile, de la que fuera director desde 1849 hasta 1856 (Biblioteca Nacional de Chile, disponible en http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-127138.). El acervo documental de sus proyectos, muchos de ellos no concretados, forma parte de la Biblioteca y Centro de Información del Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago de Chile.

 

Grandjean de Montigny, discípulo de Percier y Grand Prix de Roma, durante su estancia en Italia, estudió la arquitectura renacentista y publicó, posteriormente en Francia, dos libros: Architecture toscane (XV, XVI y XVII siècles) (París 1806), y Recuil des plus beaux tombeaux executès en Italie dans les XVe et XVI e siècles (París, 1813. Estos constituyen la base de su producción historiográfica, aplicada posteriormente a su trayectoria como miembro de la


Misión Artística Francesa en Brasil y como arquitecto oficial del emperador João VI. Además, fue el creador, en 1826, de la Academia Imperial de Bellas Artes en Río de Janeiro.1

 

1.2-Otra fuente imprescindible, la constituyen los relatos y crónicas de viajeros, así como ensayos literarios que incursionan en la caracterización y descripción de ciudades contemporáneas y hasta opiniones de políticos o personalidades de su tiempo en polémicas referidas a ciertos edificios paradigmáticos en esta corriente estilística. Citando nuevamente a Alberto Petrina (ibídem p.15)

 

“La ambivalencia de una nueva sociedad que busca su lugar entre las naciones del mundo enfrentando la opinión de darse su propia dinámica organizativa o subordinar el diseño de sus instituciones a experiencias ajenas, tendrá un correlato irremediable en el terreno cultural y tal circunstancia generará, a no dudarlo, una tensión permanente de la que la arquitectura ofrece un fidedigno testimonio”.

 

Así se refiere a la ruptura que iba a suponer la nueva fachada de la Catedral Metropolitana, respecto al armonioso clasicismo ya introducido en Buenos Aires, y en la misma Plaza Mayor de la ciudad, con las Recovas vieja y nueva desde mediados del S. XVIII.

 

A los relatos de viajeros extranjeros, se sumaron cuentos y ensayos que claramente expresaban estas dos visiones de un país fragmentado. Entre ellos merecen destacarse “El Matadero” de Esteban Echeverría (1838-1840) y el controversial “Facundo o civilización y barbarie en las pampas argentinas” de Domingo Faustino Sarmiento (1845).

 

1.3-La última fuente, de altísimo valor documental, está vinculada a visiones de artistas que registraron los paisajes urbanos y humanos de estas realidades americanas, algunas con rigor casi fotográfico y otras en versiones románticas.

 

En el caso de Buenos Aires, las pinturas de Charles Henri Pellegrini y las de Juan León Pallière, además de sus grabados, documentan específicamente el objeto de nuestro estudio: el Neoclásico, en sus manifestaciones tanto arquitectónicas como urbanísticas; en sus mobiliarios de interiores y hasta en la ornamentación y moda de la época. Como el “Retrato de Manuelita Rosas” de Prilidiano Pueyrredón realizado en 1851 y que, actualmente, forma parte de la Colección del Museo Nacional de Bellas Artes.

 

2.  La Primera Generación: durante la primera parte del Siglo XX

 

Esta etapa estuvo caracterizada por una multiplicidad de estudios e investigaciones de mayor precisión y rigor metodológico, que fueron consolidando, paulatinamente, un corpus historiográfico amplio y documentado específicamente del arte, la arquitectura y el urbanismo colonial, con escasas incursiones en temáticas decimonónicas.

 

A ello contribuyó, en las primeras décadas del siglo, la toma de conciencia sobre una realidad americana en la que confluían el indigenismo, el pasado colonial y una visión continental frente al eurocentrismo imperante.

 

Los movimientos políticos, sociales y culturales de esos años, en varios países latinoamericanos, manifestaron la búsqueda de una identidad propia, sustentada en una marcada impronta ideológica.

 

En este contexto, las relaciones culturales entre América y Europa cambiaron sustancialmente. En España, varios historiadores marcaron la necesidad de estudiar la arquitectura y el urbanismo de sus antiguas colonias, entre ellos,


1 Enciclopedia Itaú Cultural de Arte e Cultura Brasileiras. São Paulo: Itaú Cultural, 2020. Disponible en http://enciclopedia.itaucultural.org.br/pessoa214530/grandjean-de-montigny. ISBN: 978-85-7979-060-7


Angulo Iñiguez fue un autor señero de dichos estudios, fundando con Martín Noel, el Laboratorio de Arte de la Universidad de Sevilla, precursor de toda una escuela de investigadores españoles y americanos. Su obra sigue siendo un referente insoslayable y más tardíamente su “Historia del Arte Hispanoamericano (1945-1956), con la colaboración de su compatriota Marco Dorta y del argentino Mario Buschiazzo, es el compendio más integral del arte colonial, incluyendo las primeras manifestaciones neoclásicas en América.

 

A medida que la historia de la arquitectura americana se va incorporando en las Escuelas y Facultades de Arquitectura, estos estudios se fueron multiplicando en cada uno de los países latinoamericanos, abriendo un nuevo horizonte historiográfico. La difusión de esta temática, desde el Primer Congreso Panamericano de Montevideo, 1920, estuvo sustentada por el contexto antes mencionado, especialmente desde el Movimiento Reformista, 1918, expandido a nivel continental.

 

Sin embargo, casi todo seguía centrado en el período colonial y en el sesgo ideológico que impulsaron, entre otros, Juan Kronfuss, Martín Noel y Ángel Guido, en la búsqueda de una arquitectura alternativa con identidad regional, plasmada en sus proyectos y obras neocoloniales.

 

La creación de la Sociedad Central de Arquitectos en Buenos Aires fue determinante en la edición de La Revista de Arquitectura que, desde 1915, difundía la arquitectura nacional, al igual que otros medios gráficos como los periódicos La Prensa y La Nación.

 

Respecto a la arquitectura del S. XIX, en general, el material historiográfico seguía siendo muy escaso, en parte producido por la naciente actitud nacionalista que impulsara Ricardo Rojas y que subvaloraba la producción historicista europeizante del Siglo XIX. Trabajos monográficos, como “El Palacio de Minería” del mexicano Manuel Francisco Álvarez, 1910, incursionaron en el Neoclásico, aunque la investigación de esta corriente se va a dar en la etapa siguiente.

 

Otra fuente historiográfica documental la constituye las evocaciones del pasado argentino en las pinturas de rigor histórico de la artista francesa Leónie Matthis (1883-1952), recopiladas en el libro “Cuadros históricos argentinos”, Buenos Aires,1960, en los que registra paisajes urbanos de distintas ciudades argentinas con escenarios donde coexisten arquitecturas de diversos lenguajes, entre ellas, la Neoclásica.

 

Otra herramienta de alto valor significativo fue la aparición del daguerrotipo y la fotografía, que desde fines del siglo XIX resultó un recurso trascendente para la comunicación de las obras neoclásicas, facilitando su documentación.

 

En nuestro país, la descollante figura de Mario Buschiazzo, muy vinculado a colegas del resto de Sudamérica, marca un importante crecimiento de la historiografía argentina, especialmente, su creación del Instituto de Arte Americano e Investigaciones estéticas de la UBA (1946). Este Instituto, publicó sus Anales desde 1948 hasta 1971, siendo retomados posteriormente. Idéntica situación generó Graziano Gasparini en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela.

 

3.  Reflexiones de medio siglo: investigadores, historiadores y críticos latinoamericanos

 

A partir de la década del ’60, se produjo una importante revalorización de propuestas y realizaciones de períodos anteriores, aunque en un escenario ya protagonizado por la arquitectura moderna.


En este aspecto, resultó fundamental la creación del Instituto Interuniversitario de Historia de la Arquitectura- iideha- que, desde 1957 hasta 2007, agrupó a los principales historiadores y críticos de universidades públicas argentinas; organizó importantes Seminarios de alcance nacional e internacional con miradas multidisciplinares y generó verdaderas escuelas de investigadores en sus respectivas facultades, produciendo múltiples estudios que consolidaron significativamente la historiografía latinoamericana.

 

En este marco, merece destacarse las investigaciones de Mario Buschiazzo (1967) en la “Arquitectura en la Argentina.1810-1930” y las de Federico Ortiz, Juan Carlos Mantero, Ramón Gutiérrez, Abelardo Levaggi y Alberto De Paula, (1968) publicadas en “La Arquitectura del Liberalismo en la Argentina” que hasta hoy constituyen una fuente bibliográfica insoslayable de la arquitectura del S XIX. (Shmidt, 2014).

 

El iideha fue el disparador de una importante cantidad de publicaciones periódicas lideradas por algunos de sus referentes. Por ejemplo, el grupo de la Universidad del NEA (Ramón Gutiérrez, Graciela Viñuales, Ricardo Alexander) con las Revistas “Documentos de Arquitectura Nacional y americana”- DANA- en las que investigadores e historiadores de todo el país publicaban estudios específicos, muchos de ellos referidos a la arquitectura clasicista. En el marco de esta Universidad merece destacarse “Arquitectura del Siglo XIX en Iberoamerica.1800-1850” de Ramón Gutiérrez (1979).

 

En la continuidad de su quehacer, el Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas, publicó “Arquitectura del Estado en Buenos Aires. 1853-1862” (1965) y “La Ornamentación en la Arquitectura de Buenos Aires.1800-1940”, de José Xavier Martini y José María Peña (1967).

 

Asimismo, editoriales privadas como SUMMA, en sus revistas de arquitectura, comenzaron a interesarse por temas históricos referidos a la arquitectura argentina, ediciones que fueron dirigidas por Marina Waisman y que culminaron en la compilación de “Documentos para la Historia de la Arquitectura Argentina”, realizados por diversos autores. Otra gran contribución historiográfica de esta editorial, todavía vigente, fue la colección Sumarios también dirigida por Marina Waisman, con un enfoque más teórico y crítico.

 

Esta etapa estuvo caracterizada por un conocimiento historiográfico de mayor precisión y rigor metodológico. En los ámbitos académicos, la historia de la arquitectura iba abandonando su función meramente operativa para el diseño buscando su autonomía disciplinar y reafirmando un enfoque más teórico y reflexivo. Con ello, desarrollaba su propia especificidad, facilitando la apertura metodológica a visiones de la arquitectura más críticas, contextuales y vinculadas a otras manifestaciones culturales.

 

Sobre la transferencia de la historiografía a la enseñanza de la historia

 

La cátedra de Historia de la Arquitectura y el Urbanismo Latinoamericanos de la FAUD- UNC, aborda los procesos históricos que, a través del tiempo, han ido conformando los “ambientes culturales” que identifican a nuestros territorios. Los contenidos abarcan desde las culturas aborígenes hasta nuestros días; intentando desarrollar una postura crítica, actual y latinoamericana que busca promover la interpretación de la arquitectura y la ciudad como productos culturales de su tiempo y su espacio.

 

La propuesta teórico-práctica se estructura a partir de una serie de conceptos instrumentales, siendo los principales: Región, Identidad, Patrimonio y Transculturación en sus diferentes modalidades.


El criterio de aplicación de estos instrumentos teóricos dependerá de las circunstancias históricas, a nivel mundial, regional y local, y del estudio de los antecedentes tipológicos, en los que se desarrolla el tema-problema. La aplicación práctica de los componentes de la arquitectura (tipo, tipología, lenguaje, tecnología, espacio) y de las variables urbanísticas (traza, trama, tejido), se realiza a través de un proceso analítico. El enfoque, desde lo general a lo particular, se inicia con la identificación precisa del objeto de estudio. Se parte del registro integral de la obra, estudiando particularmente su localización y su/s autor/es, conociendo cuál fue su formación, idiosincrasia, teorías, procesos de diseño, etc., y su postura crítica frente a la adopción de modelos.

 

En este marco, el estudio y valoración de obras de arquitectura y sistemas urbanos, a través de diferentes perspectivas historiográficas, permite conocer y reconocer la historia de la arquitectura americana, argentina y cordobesa en particular. Esta metodología realizada a través de un análisis crítico aplicado a la enseñanza estimula a los alumnos a crear nuevos contenidos, conocimientos y significados consolidando, así, el propio proceso proyectual.

 

Dos casos de análisis

 

Con el objetivo de ejemplificar el proceso de análisis previamente detallado, hemos seleccionado dos ejemplos que consideramos paradigmáticos: un caso de arquitectura popular, la Casa Garzón Maceda, calle Entre Ríos 40 en nuestra ciudad, y otro de arquitectura culta, el Palacio de Justicia de Córdoba, que ocupa una manzana completa frente al Paseo Sobre Monte.

 

Para una mejor comprensión de ambos casos, consideramos que resulta necesario adentrarnos en el contexto socio- cultural y en las transformaciones que la Ciudad de Córdoba experimentó entre las décadas en que ambas obras fueron proyectadas y ejecutadas, es decir, entre 1870 (Casa Garzón Maceda) y 1940 (Palacio de Justicia, inaugurado en 1936).

 

El primer caso se localiza en el trazado fundacional mientras que el segundo, en la primera expansión del mismo, ya iniciada a fines del Siglo XVIII por la Alameda colonial trasponiendo el arroyo de la Cañada, hacia el oeste.

 

Contexto histórico del periodo

 

Las Academias fueron creadas con el objetivo de consolidar la cultura francesa frente a la hegemonía del arte italiano, siendo sostenida por los ideales de la Revolución Francesa. Estas ideas revolucionarias que se gestaron de la mano de pensadores como Looke, Kant, Montesquieu, Rousseau, Diderot y Smith, se manifestaron tanto a nivel político, social, económico y cultural, como también en la arquitectura y el urbanismo.

El arribo del Neoclásico a la región sur del continente, que aún transitaba su etapa colonial, desde México hasta el Rio de la Plata, estuvo signada por la instalación de las academias en las últimas décadas del S XVIII y durante el S XIX. La de San Carlos en México; la de San Fernando en Chile y la de San Alejandro en La Habana, impartieron los cánones compositivos formulados desde la Ècole des Beaux Arts.

También, la presencia de arquitectos de formación académica como Manuel Tolsá en México, Joaquín Toesca y Ricci en Chile y Tomás Toribio en el Río de la Plata fueron precursores de la arquitectura neoclásica. Los ingenieros militares y voluntarios, como Juan Manuel López y sus obras en Córdoba (Cabildo e Iglesia de San Francisco) prosiguieron esta tendencia.

 

De esta manera se produjo en la región sudamericana un período de transición donde los programas arquitectónicos correspondían a instituciones coloniales que se vestían con lenguajes acordes a los nuevos ideales y gustos transoceánicos.


A finales del S XVIII, la fractura del pensamiento iluminista provocó el rechazo de nuestra propia identidad en búsqueda de parecerse a modelos extranjeros y lejanos pero que significaron el sometimiento a las políticas financieras de Inglaterra y a los modelos culturales de Francia. Las élites locales condenaron las expresiones del barroco americano y de la arquitectura popular como manifestaciones de barbarie y la obsesión de las mismas por ser modernas se centró en la nueva arquitectura clasicista. De esta manera, surgen nuevos tipos arquitectónicos, tecnologías, modelos urbanos, programas sociales y culturales vinculados a la modernización.

 

En este escenario adquiere un rol protagónico el proyecto rivadaviano que incorpora los principios del neoclasicismo imponiendo su monumentalidad, ritmo, orden y proporción en un gesto político, económico y a la vez semántico, y asumiendo un rol sin vínculos con la historia y con la cultura americana. Las obras más representativas de este período son el pórtico dodecástilo de la Catedral de Buenos Aires (1821-1827) y el hemiciclo de la sala de Representantes (1821-1822), ambas construcciones realizadas por el Arq. francés Próspero Catelin e inspiradas en dos ejemplos emblemáticos del neoclasicismo napoleónico: la Magdalena y el Palacio Borbón de Paris. (Gutiérrez; Petrina, 2011)

 

En esta etapa previa a la Organización Nacional en nuestro país, el clasicismo italianizante, convivía con tipologías coloniales. La casa de patios continuaba vigente en las residencias de Rosas en San Benito de Palermo de Felipe Senillosa y la de Urquiza en Concepción del Uruguay de Pedro Fossatti, aunque ya en lenguaje clasicista.

 

Según Petrina (2011, p.16.) en “Patrimonio Arquitectónico Argentino. Memoria el Bicentenario (1810-2010) Tomo I. De la Independencia a la domesticación (1810-1880)

 

“…este posicionamiento encontrará, asimismo, un correlato arquitectónico en el que la persistencia de tipos y cánones estéticos harán que la producción de la época sea denominada por varios autores como “poscolonial”. No obstante, tales gestos de indudable continuidad, será bajo su gobierno que la avanzada académica-en este caso italianizante-encontrará su definitivo cauce, en el cual la tradición de la casa de patios de linaje romano e hispanoárabe-en síntesis, mediterráneo- encontrará su natural persistencia espacial en una fusión de admirable armonía, en la que uno de los cambios más notables se verificará en el reemplazo del tejado español por la azotea italiana.”

 

En el seno de las sociedades y estados nacionales o provinciales más conservadores, las elites aplicaban el legado académico Beaux Arts para los proyectos de sus residencias urbanas.

 

Así se consolidó el palacio como una tipología que hegemonizó el neoclasicismo como lenguaje. Ejemplos como el Palacio Anchorena de Alejandro Christophersen (1906); el Palacio Paz de Louis Marie Henri Sortais (1914), el Palacio Ferreyra de Córdoba del Estudio Ernest-Paul Sanson (1916); las Residencia Errázuriz Alvear y Palacio Sans Souci de René Sergent (1918), lo manifiestan.

 

Esta preferencia se manifestó también en la arquitectura religiosa, tanto para las iglesias de la fe católica como para las de otros cultos, que eran avalados por el proceso de laicización y secularización generado a partir de la Nueva Constitución (1853). De esta manera se erigen iglesias y catedrales en todo nuestro territorio, como la catedral Anglicana de San Juan Bautista de Richard Adams (1831); la Iglesia de la Inmaculada en Belgrano de los hnos. Nicolás y José Canale y Mario Buschiazzo (1883); la Catedral de Catamarca de Luis Caravatti (1875), etc.

 

Pero fue en el ámbito público, con la construcción de las nuevas sedes político-administrativas para el funcionamiento de los tres poderes del Estado donde, en la mayoría de los casos, se transculturó esta corriente. Ejemplos como la Casa de Gobierno de Catamarca también proyectada por Luis Caravatti (1859); el Congreso de la Nación de Víctor Meano


(1906) y el Palacio de Justicia de Córdoba de José Hortal y Salvador Godoy (1936), entre otros, responden a los valores representativos de esta arquitectura.

 

Transformaciones urbanísticas locales

 

Resulta fundamental para Córdoba, provincia mediterránea, la llegada del ferrocarril para superar su aislamiento geográfico y vincularse, vía Rosario con Buenos Aires. Así, los dos principales puertos del país fueron accesibles a la escasa producción agrícola-ganadera de la provincia, teniendo en cuenta que nuestra pampa húmeda al sur todavía no estaba colonizada.

 

Cuando se realiza el trazado del Ferrocarril Central Argentino, ejecutado por los técnicos ingleses de la Central Land Company y realizada con capitales de dicho origen, llegó a la primitiva Estación de Córdoba en 1871, localizada en el mismo predio de la actual Estación Mitre sobre el Boulevard Wheelwright y calle San Jerónimo. Esta arteria se convirtió en la principal vía de la ciudad, comunicando la Estación con la Plaza Mayor y albergando edificios como la sede del Banco Provincial (1887), proyectada por el italiano Francesco Tamburini y construido por José Franseschi. También, los primeros hoteles importantes de la ciudad, como el antiguo Hotel Palace, en un ángulo de la Plaza Mayor y que perdura hasta nuestros días.

 

Todo ello contribuyó a la dinámica establecida entre el ferrocarril, el comercio, las operaciones bancarias y crediticias y el alojamiento temporario.

 

El año 1871 fue decisivo para el progreso y desarrollo local. El entonces presidente Domingo Faustino Sarmiento eligió a Córdoba como sede de la Academia Nacional de Ciencias, contratando a científicos alemanes en su mayoría. En este marco se construyó la sede del Observatorio Astronómico (origen del actual barrio Observatorio), cuyo primer director fue el astrónomo estadounidense Benjamín Gould. Finalmente, el 15 de octubre de dicho año se organizó la Exposición Nacional de Artes y Productos Argentinos, inaugurada en el predio donde luego se levantó el Palacio de Justicia (uno de nuestros casos de estudio). Esta exposición marcó un hito en la introducción de la maquinaria agrícola y de nuevos cultivos en la Argentina del Siglo XIX, iniciando así la agroindustria contemporánea.

 

El incremento poblacional que supuso la inmigración masiva a nuestro país desde 1870, alentado por políticas públicas, se reflejó en profundos cambios y nuevas intervenciones en las ciudades existentes de fundación colonial. Córdoba no fue ajena a ello, a pesar de que las ciudades portuarias fueron las más beneficiadas en cuanto a la radicación de inmigrantes al igual que las colonias agrícolas de las provincias de Santa Fe y Entre Ríos.

 

Sin embargo, Córdoba también experimentó una densificación importante de su trazado histórico al subdividirse los antiguos "cuartos" de manzana coloniales en lotes estrechos y profundos, producto tanto de particiones por herencias como por la mayor demanda y valor del suelo urbano.

 

Además de esta densificación del área central, la ciudad sorteó las barreras naturales que la protegían, es decir, el río Suquía, el arroyo de la Cañada y las barrancas del norte y del sur. Fue así como se anexaron los denominados "barrios- pueblo", nuevas urbanizaciones planificadas o espontáneas, localizadas en la periferia.

 

En el Plano General de la Ciudad y Suburbios de Córdoba, con una tipo-litografía de Miguel Potel Junot de 1878, propiedad del Archivo Histórico Municipal, se presentó la imagen de la "ciudad anhelada", ya que la mayoría de esos barrios estaban sólo trazados y todavía no ocupados.


Así, en 1869, don Augusto López inició el trazado del Barrio General Paz y al año siguiente, 1870, don Agustín Garzón inauguró su loteo de la Colonia de San Vicente, ambos hacia el Este, cruzando el río. En cambio, en dirección Oeste, pasando el arroyo de La Cañada, la cuadricula se extendió hacia el antigua Alameda y más allá, el asentamiento indígena de La Toma, en Barrio Alberdi. La "Plaza de carretas" impulsó el crecimiento espontáneo del Abrojal, hoy Güemes, hacia el Oeste (Bischof, 1991).

 

Finalmente, trasponiendo las barrancas del sur, Miguel Crisol urbaniza el ensanche de la Nueva Córdoba, entre 1886 y 1905, incorporando la nueva urbanística francesa, de donde Crisol provenía. Por ello, todas sus novedades fueron puestas en práctica: trazado de diagonales, bulevares y avenidas; plazas-rotondas en las cuales éstas confluían (Plaza España) y el diseño de un gran parque urbano, obra del paisajista francés Charles Thays, inspirado en los parques de trazado orgánico ingleses (Luque Colombres, 1987).

 

Hacia las barrancas del norte y la estación del ferrocarril al norte, se fueron ocupando Barrio Firpo y la Alta Córdoba.

 

Finalmente, las áreas centrales de la ciudad iniciaron obras de infraestructura de servicios como provisión de agua potable, redes de desagües cloacales y pluviales, adoquinado de calles, alumbrado público y la incorporación del verde en plazas y en el arbolado urbano.

 

Las teorías higienistas de la época fueron determinantes para la mejora de los aspectos ambientales y sanitarios urbanos, lo que contribuyó a gestar una ciudad más extrovertida y confortable. Ello impulsó una mayor vida social, comercial, cultural y recreativa con la apropiación del espacio público.

 



Imagen 1: Copia de la Tipo-litografía del Plano de Potel Junot, existente en el Museo Histórico de la UNC. Perteneciente al Archivo Histórico de la UNC. El original se encuentra en el Archivo Histórico Municipal de Córdoba. Fuente: Arq. Juan Manuel Bergallo.

 

Neoclasicismo popular: La casa chorizo.

 

Esta vivienda, resultante de un proceso de subdivisión de la trama urbana colonial, se trata de una nueva tipología residencial de clase media y baja, que fusiona la tradición de la casa de patios con el sesgo italianizante en sus lenguajes y nuevas tecnologías.

 

Estas viviendas fueron proyectadas y realizadas por constructores italianos que traían en su acervo cultural una forma de ver y hacer arquitectura.

 

“… aquel paisaje le es distante, moviéndose en cualquier caso en una doble identidad (…). Es por tanto una recuperación irreal de sus raíces telúricas, pero que muestra el deseo de reencontrarse con ellas en medio del paisaje del pasado familiar…”  (Pena, 2011, p.119)

 

Es en este contexto que van a producirse los profundos cambios en el tejido urbano antes mencionados. La clase media aspiracional se va conformando a partir de las políticas inmigratorias y el impulso económico que recibe el país como protagonista del desarrollo del modelo agrícola-ganadero. Se propició, así, la difusión de esta nueva tipología residencial que terminó conformando un paisaje urbano de características ambientales totalmente diferentes al de la ciudad colonial (De Gregorio, 2006).

 

La Casa Garzón Maceda presenta la particularidad de conservar dentro del nuevo proyecto restos de una anterior vivienda colonial. Entre 1871 y 1876 adquirió su actual fisonomía, conservando las dos salas y los aposentos que existían previamente y modificando y ampliando el resto de la vivienda. Lo que la destaca en particular es el nivel de terminación, detalle y ornamentación de claro corte italianizante.

 

La innovación más destacada es la cubierta plana o de azotea sobre la sala de recibo y las nuevas áreas. La parte posterior, en cambio, conserva algunas cubiertas coloniales de la antigua casa. La fluencia espacial permite una libre comunicación visual desde el ingreso hacia los primeros patios que cierran el zaguán. A continuación, a través de una galería de columnas pompeyanas, se encuentra el patio principal de carácter social, donde se ubica el aljibe, espacio central de la composición.


 

Imagen 2. Fuente: Centro cultural España Córdoba.


Imágenes 3 y 4: Interior del patio Casa Garzón Maceda en la actualidad. Fuente: Centro Cultural España Cba.


 

Imagen 5: Patio del aljibe antes de su restauración. Fuente: Arq. Juan Manuel Bergallo

 

Neoclasicismo Culto: El Palacio de Justicia de Córdoba.

 

La pertinencia en la elección de este ejemplo institucional reside en que, a pesar de su anacronismo, constituye el exponente académico y neoclásico más representativo de nuestra ciudad. El mismo fue objeto de un Concurso Nacional de Proyectos, encargado por el entonces Gobernador Ramón José Cárcano a la Sociedad Central de Arquitectos de Buenos Aires. El primer premio lo obtuvo el proyecto, actualmente construido, de José Hortal y Salvador Godoy, ambos egresados de la Escuela de Arquitectura de la UBA.

 

El interrogante que se plantea a priori es porqué el Jurado y el establishment de Córdoba de principios del siglo XX, ciudad en la que se iniciaba la arquitectura moderna, optó por una alternativa Neoclásica que volvía la mirada hacia el pasado y no hacia el futuro. El resultado se logra comprender a partir de la arraigada idiosincrasia conservadora y elitista que caracterizaba tanto a los prestigiosos arquitectos de esa corporación como a la dirigencia política local.


 

 

Imagen 6: Vista del Palacio de Tribunales de Córdoba. Fuente: Dra. Martha Centeno


 

 

Imagen 7 y 8: Fachada del Palacio de Tribunales de Córdoba. Fuente: Arq. Juan Manuel Bergallo


En una concepción absolutamente académica, el “partí” adopta una tipología Neoclásica ortodoxa, organizado a partir de dos ejes de simetría perpendiculares, definiendo como dominante al que discurre entre las calles principales al ubicar sobre éste las fachadas principales y el Salón de los Pasos Perdidos. Esta actitud proyectual define los llenos y vacíos del conjunto, conformando tres patios que otorgan una profusa iluminación. La configuración espacial del Salón responde al modelo de la basílica romana, sede de la administración de justicia, con una nave central de doble altura cubierta por una bóveda de cañón casetonada. En función de esta disposición, el ingreso principal es ubicado sobre la calle Caseros jerarquizado con un pórtico jónico sobreelevado de orden monumental y al cual se accede peatonalmente a través una importante escalinata frontal, o en forma vehicular mediante dos rampas laterales curvas. Desde el Paseo Sobre Monte el edificio se percibe como una gran masa cúbica de carácter monumental.

 

En relación con las dos obras mencionadas, se adjuntan Trabajos Prácticos de alumnos de la Cátedra, que permiten demostrar la aplicación de nuestro enfoque teórico-crítico en el análisis gráfico conceptual de las mismas y que constituyen una reflexión historiográfica construida desde nuestra región.


 

 

 

 

Imagen 9: Trabajo practico. Autor: Florencia Romero


 

 

Imagen 10: Trabajo Practico. Autores: Agustín Gamalerio y Sofía Contreras


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