La luz de la espera en la oscuridad exterior: dilemas y
expectativas en torno de la conclusión de mi Trabajo Final de
Licenciatura
Alfonsina Lopez
Facultad de Filosofía y Humanidades,
Universidad Nacional de Córdoba, Argentina
alfonsina.lopez@mi.unc.edu.ar
Director Dr. Jorge Bracamonte
Facultad de Filosofía y Humanidades,
Universidad Nacional de Córdoba, Argentina
Codirector Lic. Gabriel Matelo
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación,
Universidad Nacional de La Plata, Argentina
Ahí estábamos, por irnos y no
Antonio Di Benedetto, Zama (1990, p. 11)
La conclusión de un trayecto académico nunca es un proceso sencillo: en
el medio se intercalan dudas, miedos, expectativas, enigmas sin resolver,
incógnitas, pánicos, corridas, tirones, alegrías. Nunca se sabe qué nos espera
tras la nalización de nuestra carrera; por cinco o más años, nuestro día a día,
nuestros planes y actividades se han enfocado en gran medida en la facultad,
en las materias, parciales, nales, coloquios, apuntes, marcadores que riegan
el papel con surcos brillantes, resúmenes hechos con un ojo en el papel y
el otro en los datos que retenemos de la secundaria, cuadros sinópticos
torcidos y erizados de echas que parten en todas direcciones, horarios jos,
conversaciones cara a cara, signos de pregunta que nos mantienen en vilo ante
nuestros propios saberes y nuestra posibilidad de expresarlos. Y, de repente,
nos encontramos con un cambio radical: de pronto somos nosotros frente a
la pantalla. Nosotros reejados en la lisa supercie negra, escribiendo sobre
un tema que hemos elegido, con límites más lábiles, con capacidades diversas
para dispersarnos, irnos, reencontrarnos. Nos alcanza al n la espera de una
conclusión: terminar el Trabajo Final de Licenciatura, nalizar el trayecto
académico.
El miedo anida, entonces, en este punto que se abre para cerrarse, en
divisar ya el nal de este proceso que nos ha denido por tanto tiempo. De
Nota al margen
Facultad de Filosofía y Humanidades
Universidad Nacional de Córdoba
Vol. II Nº 3 | enero-junio 2024
Kátharsis
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pronto la rutina de estudio (deshecha y rehecha por cambios en el horario,
consultas, cambios de último minuto, formatos, medios, pandemias) y la
misma interacción con el espacio de la facultad se ven trastocados, cambian,
mutan para dirigirse hacia un único propósito: la realización del TFL, como
un núcleo de constancia donde se reúnen y abrazan todos los temores, ansias
y expectativas acumuladas por años de cursado de la Licenciatura en Letras
Modernas.
La temática de mi tesina consistía en un análisis comparativo entre
dos obras: Zama (1956), del autor argentino Antonio Di Benedetto, y Blood
Meridian (1985), del escritor estadounidense Cormac McCarthy. La hipótesis
se centraba en la plasmación de la frontera que realizaban ambas obras,
de los saberes y sujetos fronterizos que ponían en juego y el modo en que
las representaciones de estas obras desaaban el modelo hegemónico
instaurado en ambas naciones durante el siglo XIX. La experiencia de elegir
el tema fue, en más de un sentido, un salto a ciegas: todo, desde la escasez
de traducciones de Blood Meridian al momento de iniciar con el trabajo, la
falta de bibliografía especíca en español sobre la escritura de McCarthy o
la virtual inexistencia de comparaciones entre los dos géneros literarios que
el trabajo aborda (la nueva novela histórica y el Western, respectivamente)
plantearon desafíos tempranos, temores teóricos, repentinos sobresaltos.
Como las obras se internaban en el espacio no mapeado de la frontera, así
fue experimentada la escritura del Trabajo Final de Licenciatura: un acto
de abrirse paso entre un bosque de recursos bibliográcos, en ocasiones
insucientes, donde no siempre encontré especícamente lo que buscaba,
pero donde surgió la oportunidad de crear rutas propias por fuera de las ya
establecidas y aprender sobre ese medio que a la vez envuelve y transforma.
La redacción del trabajo se construyó, en este sentido, como un
diálogo entre los temas abordados, un fructífero intercambio de literatura,
análisis y experiencias vividas: tanto Zama como Blood Meridian tratan —en
sus respectivos contextos y desde diversas perspectivas— temáticas como la
espera, el miedo a lo desconocido, la ominosidad de lo que aguarda más allá
de lo ya dicho, de lo que nos espera en los connes de ese “n del mundo”
(conocido) que plantea la inmensidad de América, el océano Pacíco, los límites
de la eterna frontera del Far West. Escribir mi trabajo fue como asomarse por
un momento a esa oscuridad exterior que atisban los protagonistas, que los
envuelve, que los hace dudar de su propio pararse en el mundo (de su ser) y
los arrastra a un espacio inexplorado donde encuentran saberes nuevos y
formas distintas de ver la realidad. Es decir, implicó entrar en contacto con
conocimientos que solo pueden aferrarse si uno asume un rol distinto al que
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ocupaba antes.
En este sentido, la presencia de mi director, el Dr. Jorge Bracamonte
(FFYH-UNC), y de mi codirector, el licenciado Gabriel Matelo (Universidad
de La Plata), fue fundamental: su guía atenta y cuidadosa me permitió
despejar dudas, no solo en lo que concernía a las diferentes vías de análisis
y las posibilidades comparativas, sino también para comenzar a ver, en
esa “oscuridad exterior” repleta de enigmas que planteaba el nal de mi
carrera de grado, los saberes que podía desarrollar y las posibilidades que
me aguardaban al nal. Para vislumbrar, al nal de esa espera, el resto del
camino; para arriesgar una posible respuesta a la pregunta tácita que nos
envuelve desde un inicio: ¿y después, qué?
Zama inicia con una descripción del itinerario del protagonista que
desciende desde la ciudad hacia el puerto, para aguardar la llegada de un
barco que lo sacará de su precaria situación; Blood Meridian inicia con un
retrato del protagonista-Niño, lo “vemos” descrito por la voz del narrador
antes de que inicie su moroso camino de violencia y muerte por las tierras
del Oeste estadounidense. Ambos protagonistas son islas inaccesibles, seres
que aguardan una conclusión que nunca llega, presas de un nomadismo sin
n, desgranados en cientos de esperas infructíferas. Pero, a diferencia de
ese Zama que se pierde ante la extensión interminable de la selva, del río,
de esa América que para él no existe sino en “sus necesidades, sus deseos y
sus temores” (Di Benedetto, 1990, p. 30), no estamos solos al escribir nuestro
Trabajo Final de Licenciatura: es en ese momento donde apreciamos el gusto
de la espera compartida, los dolores de cabeza que se alivian con unas palabras
de aliento, la curiosidad constante del grupo sobre el tema de la tesina, su
estado presente, a dónde va, de dónde viene. Esas preguntas que espejan a
las propias y hacen que el signo de pregunta se vuelva, más que un ícono de
temor o desesperanza, un símbolo de espera colectiva. Un ¿cuándo creés que
estará listo? que brinda esperanza, que no incentiva a la desesperación, sino
a proseguir con la lectura, con la búsqueda bibliográca, con una escritura
que va tomando forma a medida que las preguntas y las ansias de continuar
la impulsan a ponerse de pie.
Así, la angustia de la espera se convierte, de a poco, en expectativa. Las
emociones mutan y desembocan, nalmente, en el afán de llegar a la etapa
de la defensa, de poder ver ese nal y ojear lo que se oculta tras el nombre
opaco de Trabajo Final de Licenciatura: el cierre de un ciclo, el n de una
expectativa llena de momentos de reexión, de escritura, de risas, de nervios,
de instancias donde se comparte y se vive de otro modo la experiencia
universitaria.
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Y una vez que ha llegado ese momento nal, que el documento ha
sido enviado mediante un simple trámite (ayudado por la tecnología digital),
que se han cumplido los períodos de evaluación y ha ocurrido la vertiginosa
experiencia de la defensa, llega el n de la espera: se devela el misterio y vemos
entonces que el cierre de un ciclo es solo el inicio de otro. Ahí estábamos, por
irnos, pero no: mi nalización de la etapa de estudiante de grado fue solo el
inicio de una continuidad que aspiro a ocupar en otros roles. El paso por
la universidad se queda conmigo y con nosotros, acompañándonos en cada
instancia laboral que llevamos adelante, en las diversas líneas investigativas
que seguimos más allá del trabajo nal, en los roles docentes que asumimos,
en los artículos y textos que escribimos y que tienen grabada la huella de lo
aprendido. La escritura del TFL es un largo recorrido por todo lo que hemos
aprendido, conformado, creado, habitado durante nuestro trayecto estudiantil;
un proceso de construir un estar, que no termina con el egreso. Un proyecto
se ramica en varios otros, una tesina en diversos artículos, una sección en
ponencia: las posibilidades nos revelan que el nal no es necesariamente un
corte, sino una invitación a seguir, a que todo lo que aprendimos nos alumbre
vías posibles para mirar al futuro.
Y entonces, notamos que hemos cruzado la frontera de la Licenciatura:
más allá nos esperan otros espacios para ver, otros saberes para descubrir,
otros sujetos que interpelar, otros campos que analizar, otros misterios que
nos envolverán en su enigma. Como Diego de Zama, solo al nal y en ese medio
sin nombre ni mapa nos encontramos: no somos los mismos, pero hemos
llenado de signicado la espera y la hemos llevado a una conclusión que no
cierra los caminos, sino que nos abre las puertas para seguir construyendo.
Por irnos, pero no: no nos hemos ido, porque el trayecto es una forma de
crear(nos) en comunidad, a través de la escritura de nuestros textos y de las
esperas voluntariosas del día a día.
Referencias
Di Benedetto, A. (1990). Zama. Casa de Las Américas.
McCarthy, C. (1992). Blood Meridian, or, The Evening Redness in the West.
Vintage International.
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