Narración-semilla que germina y brota: cantar y
contar para resistir
Ariane Ortino
1
Estudiante de Letras Modernas, Facultad de Filosofía y Humanidades,
Universidad Nacional de Córdoba, Argentina
ariortino99@gmail.com
Recibido el 15 de abril de 2024, aprobado el 13 de junio de 2024
Resumen: el presente artículo se congurará como una propuesta de lectura
capaz de enriquecer y potenciar conceptos transversales a la obra de Rodolfo
Kusch y a Tres golpes de timbal (1989) de Daniel Moyano. Los conceptos ser o
ser alguien, estar o estar situado, gran historia y fagocitación nos permitirán
analizar desde diferentes perspectivas esta obra que tematiza el exilio interior
y exterior, pero, sobre todo, nos invitarán a poner el foco en la importancia de
recuperar y resguardar la identidad individual y colectiva. Además, quedará
en evidencia cuán imprescindibles son, en ese proceso, la cultura en general
y la música y la palabra en particular. En este sentido, la propuesta para este
artículo será concebir al pueblo de la obra de Moyano como representación
del estar siendo y a aquel otro amenazante que controla y tortura como
representación del ser.
Palabras clave: Daniel Moyano, Rodolfo Kusch, Tres golpes de timbal, ser,
estar, fagocitación, música.
Narration-Seed that Germinates and Sprouts: Singing and Telling to Resist
Abstract: This article will be congured as a reading proposal capable of
enriching and enhancing transversal concepts to Rodolfo Kuschs work and
to Daniel Moyano’s Tres golpes de timbal (1989). The concepts ser or to be
someone, estar or to be located, great history and phagocytization will allow
us to analyze, from different perspectives, this book that deals with internal
and external exile, but above all, these concepts will invite us to focus on the
importance of recovering and safeguarding individual and collective identity.
In addition, it will become clear how essential culture in general and music
and words in particular are in this process. In this sense, the proposal for the
article will be to conceive the people in Moyano’s book as a representation
of the estar siendo and the threatening other that controls and tortures as a
representation of the ser.
Keywords: Daniel Moyano, Rodolfo Kusch, Tres golpes de timbal, ser, estar,
phagocytization, music.
1 Con el aval de la Dra. Sabrina Rezzónico, Universidad Nacional de Córdoba, Argentina.
113
Preferiría no hacerlo
Nota al margen
Facultad de Filosofía y Humanidades
Universidad Nacional de Córdoba
Vol. II Nº 3 | enero-junio 2024
El presente ensayo tiene por objetivo analizar Tres golpes de timbal (1989) de
Daniel Moyano bajo la luz de algunos conceptos transversales a la literatura
latinoamericana, forjados por Rodolfo Kusch y luego recuperados por
múltiples escritores, lectores y críticos. Estos conceptos (ser o ser alguien,
estar o estar situado, gran historia y fagocitación) nos permitirán analizar
y (re)pensar los temas centrales de la obra: el exilio interior y exterior, la
necesidad de recuperar y resguardar la identidad individual y colectiva, la
memoria, la importancia de la cultura y cosmovisión, la imposición de una
forma de ser y de no ser, la resistencia colectiva, la música y la palabra como
herramientas para permanecer en el tiempo, entre otros. En este sentido,
la lectura propuesta en este artículo puede sintetizarse en la siguiente
hipótesis: en Tres golpes de timbal de Daniel Moyano, ante la presencia de un
otro amenazante que controla y censura —representación del ser—, el pueblo
—representación del estar siendo— recurre a la palabra y a la música como
herramientas para preservar su identidad.
Inicialmente, para contextualizar la época de producción de la obra,
cabe destacar que el siglo XX estuvo signado por una sucesión de procesos
dictatoriales, tanto nacionales y regionales como internacionales. Fue un
siglo en el cual, si bien la muerte y la desaparición de personas inocentes
fueron una constante, oreció la resistencia de pueblos que repudiaron
la violencia y que debieron buscar formas periféricas de comunicación
y de autopreservación. Ese periodo histórico dio como fruto Tres golpes
de timbal, una obra donde la amenaza y el peligro transgreden el ámbito
citadino y comienzan a arrasar con los pueblos del interior. Aquí, Moyano
retrata una época en la que diferentes pueblos del interior de Argentina son
víctimas de una persecución —que el lector puede percibir más indirecta que
directamente—, ejecutada por los oidores que restringen la música que se
puede producir y controlan lo que se dice y hace. El lugar donde se sitúa gran
parte de la narración es el pueblo de Minas Altas, compuesto por habitantes
de diferentes pueblos ya destruidos anteriormente como Lumbreras, de
donde Eme, el personaje principal de esta obra, es el único sobreviviente. El
pueblo de Minas Altas es consciente de su inminente destrucción y de que
pasará por lo mismo que Lumbreras; a su vez, al mismo tiempo, es consciente
de que hasta que eso suceda todos deben resistir a los oidores que torturan y
amenazan con destruir la voz (y la memoria) de Eme: historia viviente y único
vestigio de Lumbreras. Los minalteños utilizan la música y la palabra como
herramientas para crear estrategias que les ayuden a sortear la censura y a
reconstruir colectivamente la historia y la memoria común. En este contexto
de control permanente, estas herramientas arrojan luz y esperanza y, según el
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narrador, perviven en los personajes como una “chispa perdida en el invierno
interminable de los oidores” (Moyano, 2021, p. 211). Además, los personajes
apelan a la imaginación, que se convierte en el estandarte que les permite
sortear la censura y la inuencia de un poder omnímodo. En esta obra, la
imaginación de la mano del instinto de supervivencia de los minalteños están
puestas al servicio de una misión: conservar su identidad, es decir, quiénes
son o quiénes fueron y qué les sucedió.
Para comenzar, resulta importante un primer acercamiento a los
dos autores principales trabajados en este artículo, para comprender su
cosmovisión y sus perspectivas. Por un lado, Daniel Moyano es un autor que
vivió la mayor parte de su vida en el interior de Argentina, especícamente en
Córdoba y La Rioja. En territorio riojano, lo encontró el último golpe de Estado
nacional, del cual fue víctima directa: gendarmes irrumpieron en su hogar
para llevarlo detenido por días, por lo que, cuando logró salir de la detención,
decidió junto con su familia exiliarse a España. Sin embargo, se valió de
herramientas que lo ayudaron a atravesar o a convivir con el sabor amargo de
este periodo. Una de las más importantes la adquirió desde pequeño con su
abuelo, quien le abrió la puerta al arte, la palabra y la música, y esa puerta no
se cerró nunca más. Ahora bien, a partir de esta breve descripción, podemos
comprender por qué su escritura contiene temáticas recurrentes que lo
atravesaron a lo largo de toda su vida: exilio, dictadura, música, identidad,
palabra, lenguaje y memoria son algunas de ellas. En este sentido, como parte
de una sucesión de novelas con temáticas compartidas —El trino del diablo,
El vuelo del tigre, Libro de navíos y borrascas—, Tres golpes de timbal es una
obra que el autor gesta durante las décadas de los 70 y 80, que representa el
impacto dictatorial en cuanto a censura y control y, paralelamente, se centra
en la búsqueda de la identidad. Es interesante, además, la forma en la que
Daniel Moyano narra el exilio, el territorio y el sujeto americano —en sus
obras en general y en esta en particular—, ya que en sus propias palabras se
puede reconocer que nunca pudo sanar su sensación de desarraigo y, a raíz
de eso, la mayor proliferación literaria de su carrera fue fruto de recuerdos,
del ejercicio constante de la memoria y de un sentimiento que lo acompañó
siempre: el amor por su patria.
Por otro lado, el antropólogo y lósofo Rodolfo Kusch es un autor
que, interesado en reexionar acerca del sujeto americano, escoge una
perspectiva geocultural, es decir que pone foco en él, en su cultura y en su
cosmovisión. Para esto, opta por viajar y conocerlo, tratar con él, escucharlo;
de este modo, reexiona a partir del saber experiencial, de experimentar
en carne propia qué es ser americano. Y así, a partir de lo recolectado en
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sus viajes, escribe y publica en 1962 su obra América profunda, donde arma
que el ser humano convive con la ira divina que representa la posibilidad de
experimentar lo fasto y lo nefasto, la vida y la muerte, la maleza (el hambre)
y el maíz (la posibilidad de saciarla), el miedo y la posibilidad de extinción
y que, al margen de todo esto, nuestro territorio está compuesto por dos
grupos predominantes: uno de ellos representado por los estratos profundos
de América que, conscientes de la ira divina, sienten el miedo al exterminio
y creen que, conjurando el caos y la amenaza, evitarán que se perpetúe; y el
otro manifestado en los ciudadanos pulcros, progresistas y occidentalizados
que creen tender al triunfo ilimitado (Kusch, 1986) y que, con sus creaciones y
desarrollo tecnológico, modicando y dominando la naturaleza, controlarán
la ira divina.
Ser: la censura y el control
Ahora bien, para proponer una forma de leer Tres golpes de timbal y para
enriquecer su análisis será necesario recuperar, progresivamente, nociones
centrales de Kusch que, además de atravesar el pensar y el sentir americanos,
intentan ponerlo en palabras. En primer lugar, la de ser o ser alguien, que
reere a una concepción perteneciente a la cultura que se instauró con la
modernidad, esa cultura civilizada que pretende llenar los vacíos morales
con la máquina, que cree haber encontrado la solución en el desarrollo y la
creación de tecnologías que eliminen, atenúen o controlen la ira de Dios y, de
esa manera, logren sustituirla con los objetos que crea la cultura. Entonces,
su modo de acción consiste en modicar, dominar la naturaleza o, como dice
Kusch, crear un nuevo mundo que mantenga a los sujetos fuera del peligro,
para así sustituir el miedo al mundo por la creación de un nuevo espacio
montado para la tranquilidad.
La noción de ser alguien puede ser pensada como una adquisición
americana proveniente de la cultura occidental. En ella, el sujeto afecta al
mundo, lo modica, lo controla: su solución ante las adversidades se materializa
como pura exterioridad y, por esto, es una solución que olvida lo interior, lo
que compone al propio sujeto. En este sentido, resulta interesante concebir
Tres golpes de timbal bajo la luz del concepto ser alguien, porque así se abre
un camino hacia una nueva lectura, una nueva forma de comprender la obra.
Pensemos que, en el texto, los oidores representan el control, determinan
cómo deben y no deben ser los habitantes de los diferentes pueblos del
interior —y, por el contexto dictatorial desde el cual se pensó la historia, se
puede replicar a los de todo el país y países vecinos—. La preservación del
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orden creado por estos personajes requiere de una modicación del mundo
y de la forma de ser de los personajes que lo habitan. A su vez, para asegurar
el triunfo de ese nuevo mundo proyectado, deben controlar y dominar la
naturaleza de los minalteños, lo que estos piensan, dicen, cantan, cuentan,
dónde viven y cómo. Es por eso que todo lo que contribuya a desarrollar e
indagar en la interioridad de los diferentes personajes —su historia, identidad,
imaginación y capacidad creativa— debe ser destruido o censurado.
De este modo, reconocemos en palabras de los diferentes personajes
que, como la música es el terreno fértil para desarrollar y preservar su
interioridad —e identidad— y para recuperar la historia de un pueblo —
Lumbreras— funciona como uno de los principales impedimentos para la
destrucción de su cultura: “los oidores … nunca faltan por ahí acechando
esa música prohibida” (Moyano, 2021, p. 215). Tres golpes de timbal tematiza
la música como potencia reveladora de la interioridad y también como su
principal forma de materializarse y resguardarse. Este es el motivo por el
cual podemos encontrar muchos ejemplos de esto, uno de ellos está en las
palabras de Eme:
Uno viene de la música, no va hacia ella desde afuera. Así no forzamos
nada, y hacerla es una especie de recuperación. Uno busca los sonidos,
pero acuérdese que pertenecen al cuerpo … la habilidad para tocar y
sentir es uno mismo. (Moyano, 2015, p. 205)
Entonces, como la música es interioridad y la interioridad representa
lo que los personajes son —su identidad—, preservar la música es, al mismo
tiempo, preservar la identidad de los minalteños.
Otro ejemplo destacable donde es posible vincular la noción ser alguien
con la obra puede pensarse a partir del personaje del Sietemesino, el cual
introduce una propuesta interesante: el deseo humano de jugar a ser Dios,
de controlarlo todo. En este sentido, lo destacable es ese deseo exclusivo del
ser humano de búsqueda de poder ilimitado, a partir del cual se cree capaz
de dominarlo todo: a los hombres y a la naturaleza, a lo que conoce y a lo
que no también; un dominio que trascienda tiempos y que se perpetúe en el
futuro, destrozando y conquistando todo a su merced. Esto se evidencia en
las palabras del narrador al contar la historia de este personaje:
El destino del hombre era ser dueño de la muerte y a través de ella llegar
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a ser Dios, esa forma innita de poder. A esa idea del Sietemesino, que
podía ser la de la humanidad en su conjunto, se oponía la naturaleza,
precisamente en salvaguardia del destino del hombre, cuya nalidad,
insistía Fábulo, era la alegría. (Moyano, 2021, p. 195)
De hecho, la principal forma de control del caos en la obra —siguiendo
con la lógica kuscheana— es la violencia explícita e implícita, en tanto
quienes la ejecutan son los oidores/requisadores y los gendarmes, todos
ellos vívidas representaciones del control con el que se asocia el concepto
de ser. La violencia se puede reconocer en la tortura, por ejemplo, cuando
al Ondulatorio intentan arrancarle la canción que cuenta la destrucción de
Lumbreras y el nacimiento de Eme, dejándolo sin voz, “vaciándolo de todo
(Moyano, 2021, p. 94). Además se observa en las muertes no solo cometidas
por los requisadores/oidores o por el Sietemesino y sus compañeros, sino
también por los gendarmes, quienes: “invisibles dueños de la cordillera …
como sabían que no tenían razón utilizaban balas para convencer” (p. 154). El
control ejercido mediante la violencia de los gendarmes puede reconocerse
igualmente en la descripción de estos como personajes: no les importa a
quiénes matan ni tampoco ponen el foco en la palabra o en la necesidad de
descubrir la historia que hay en ella, sino que disparan desde lejos, sin mediar
palabras: “mire, una palabra de gendarme, dijo mostrando el plomo que sacó
(p. 158).
Estar: la lógica seminal y la preservación de lo identitario
En segundo lugar, Kusch propone la noción estar o estar aquí. De este modo,
reconoce que, ante el miedo al exterminio, la hambruna y el peligro, el
pensamiento andino enfrenta la posibilidad de extinción, conjurando el caos
colectivamente para evitar que sea perpetuo, permanente. Entonces, esta
cultura reconoce la ira divina, no la ignora y, de este modo, apela al conjuro que
se efectiviza mediante el ritual, la magia y las creencias, y tiende al amparo,
la supervivencia y la salvación. El rito se congura como la única forma de
contrarrestar dicha ira, para crear un equilibrio entre lo fasto y lo nefasto.
El caos y la amenaza no se extinguirán, no se pueden eliminar, es inevitable,
por eso es menester conjurarlos. Además, otra característica central para
comprender el estar aquí es que la cultura americana está compuesta por
sujetos estáticos que reciben pasivamente las cualidades de un mundo que se
congura como una fuerza ajena y autónoma. En este sentido, el autor arma
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que el mero estar supone un estar “yecto, es decir, un estar librado a los
elementos cósmicos y a los peligros del mundo; a esto, la cultura americana lo
remedia mediante la contemplación. Asimismo, el obrar y el sentir indígenas
tienen una lógica seminal, de ahí que la conjuración mágica apunte a sembrar
algo que crezca para convertirse en fruto, alimento y amparo ante la ira divina
(se negocia el amparo). Mucho de esto puede leerse e interpretarse en la obra
de Daniel Moyano, donde el peligro inminente, la persecución y la posibilidad
de desaparecer están latentes en todo momento. Ante ello, los personajes
deciden enfrentarlos con diferentes rituales que contienen música y palabras
que, protegiendo y resguardando la memoria, serán capaces de conjurar esa
amenaza que representan los oidores: “guardada en esa memoria, la canción
quedaba protegida del olvido o las violencias” (Moyano, 2021, p. 271). Los
minalteños creen en la efectividad de escribir su historia y darla a conocer,
también creen que quizás eso modicará a futuro la vida de sus hijos y sus
vecinos, así lo transmiten al nal: nuestra esperanza es sobrevivir en estas
palabras” (p. 290). En ese sentido, siembran algo: su historia mediante la palabra
escrita que atraviesa la Cordillera al nal de la obra es sembrada mediante la
canción que, una vez terminada, acompaña a los chasquis a difundirla por la
Cordillera y los pueblos vecinos y, quizás, siembran en el lector la posibilidad
de que, en un futuro, el caos se conjure. Las palabras del narrador pueden
servirnos de ejemplo en múltiples ocasiones como al inicio cuando, hablando
de la potencia de la palabra, arma: cada vez que escribo una, siento el latido
del objeto encerrado por los signos. Las oigo vivir. Las palabras sacan las
cosas del olvido y las ponen en el tiempo” (p. 16). Lo vemos también cuando,
hacia el nal, nos cuenta que el manuscrito con su historia se encontraba
atravesando la Cordillera para cruzar el mar:
Con un papelito agregado donde Minas Altas agradece las palabras que
un tal Antonio de Nebrija nos prestó hace quinientos años, que nos
han permitido contar nuestra historia para permanecer con ella por lo
menos en el tiempo, si es que nalmente han de quitarnos el espacio.
(Moyano, 2021, p. 287)
Entonces, sintetizando, en la obra el control se ejerce mediante la
imposición de una forma de vivir; de un orden; de una forma de ser (y de no
ser también); de la constante búsqueda de los requisadores por desmembrar
las comunidades; de la promoción de la individualidad como despotenciación
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de la fertilidad colectiva; de la desarticulación de herramientas que invitan a
pensar, comunicarse, ser y mostrar lo que nace adentro; y de la búsqueda por
destruir lugares y objetos que permitan nombrar lo que se es: la identidad, la
memoria, la experiencia y el origen, como así también la violencia y la opresión.
En este sentido, recuperar las palabras de Kusch resulta fructífero, ya que este
arma que: “la labor divina se concreta en una conjuración del caos mediante
la imposición del orden” y “el orden constituye apenas una débil pantalla
mágica. En cualquier momento puede dar maíz o maleza” (Kusch, 1986, p.
66). Entonces, si el orden y el control no pueden efectivizarse, la máquina se
desarticula. En efecto, en la obra se produce dicha desarticulación, porque
los personajes apelan constantemente a recuperar y preservar su identidad;
ponen el foco en su interioridad, en quiénes son y de dónde vienen; y en lo
que los hace ser, incluso, aunque se les vaya la vida en el intento.
En esta misma línea, para comprender mejor las características de
los conceptos ser y estar, las palabras de Kusch nos servirán nuevamente
de herramienta, particularmente teniendo en cuenta la idea de que la
cultura indígena americana es mandálica, circular —como podemos ver en
sus producciones artísticas y culturales—. De esa forma, invita a reforzar lo
interior, lo propio de los individuos, para así lograr una mayor solidez del yo y
evitar la desintegración de aquel sujeto cultural sometido a un mundo donde
coexisten los opuestos: el bien y el mal, la luz y la oscuridad, el peligro y el
bienestar, la muerte y la vida, la abundancia y la hambruna. Además, aquella
es su forma de situarse en el mundo, es decir, como víctimas del mundo. Estas
caracterizaciones de la cultura indígena americana se pueden reconocer en
Tres golpes de timbal, una obra donde se muestra una temporalidad cíclica.
Esto es así porque narra la búsqueda del origen de un personaje, Eme, y de su
pueblo. Cuando Eme encuentra su origen, la historia identitaria se completa,
pero a este personaje (y narrador de la obra) le borran la memoria y debe
re-vivir lo ocurrido a partir de lo que Fábulo le cuenta, para así poder luego
escribirlo. Entonces, la trama nos revela constantes idas y vueltas entre el
pasado, el presente y el futuro; la historia se repliega sobre sí misma y vuelve
a contarse a través de las palabras —leyendas, historias y cuentos— y de la
música. Esta concepción de la temporalidad propia de la cultura indígena
americana también puede reconocerse en cada ocasión en que los personajes
ven o sienten algo que ocurrirá a futuro. Por ejemplo, Uve en relación con el
vestido de casamiento de Emebé, quien: “veía armarse el vestido en su mente
que todavía estaba en el futuro” (Moyano, 2021, p. 78) o la percepción de que
el tiempo se mantendrá suspendido hasta que Eme recupere la canción de su
origen: cuando Eme Calderón la rescate y complete, por n tendremos un
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comienzo, y continuidad en el tiempo” (p. 170). El juego moyaniano en el que
se fusionan diferentes tiempos permite a los minalteños crear herramientas
para superar los obstáculos que se les presentan —la destrucción de su
pueblo y la muerte inminente— y para fortalecer lo que los hace ser, lo que
los dene. El tiempo se muestra como una herramienta que, por un lado,
refuerza la capacidad creativa e imaginativa de los personajes y, por el otro,
los vuelve conscientes de su poder y de la necesidad de permanecer en el
tiempo para revertir la historia —de sus vecinos y de su descendencia—, como
se puede considerar a partir de las palabras nales del narrador: éramos el
pasado y el presente al mismo tiempo, entrando por n en el futuro antes de
la posible destrucción de Minas Altas” (p. 286). Por otro lado, esta concepción
cíclica del tiempo resulta muy fructífera para repensar el nal: si Eme pudo
recuperar y salvar de caer en el olvido a su historia y la historia de Lumbreras;
si pudo traducirla en palabras y en música para su difusión; si los exiliados
de diferentes pueblos pudieron crear un nuevo espacio propicio para vivir,
contar y cantar historias; si pudieron resistir a los peligros, al tiempo y al
olvido inmortalizándose en el arte, ¿por qué no podemos pensar que, como se
puede ver en las trayectorias e historias de los diferentes personajes a lo largo
de la obra, los ciclos de destrucción-reconstrucción, muerte-renacimiento
seguirán perpetuándose, generando vida siempre y preservándola junto con
la identidad y la memoria?
Gran historia. Minas Altas: un pueblo que sobrevive en la palabra
En tercer lugar y a partir de las nociones anteriores, Rodolfo Kusch
profundiza su concepción de América y entronca nociones como pequeña y
gran historia a su planteo, las cuales son útiles para concebir las formas en
las que se hace historia y dónde se sitúa al sujeto americano dentro de ellas.
Ante todo, Kusch considera que la pequeña historia solo relata el acontecer
puramente humano de los últimos cuatrocientos años europeos, la historia
de los vencedores, de los que quieren ser alguien. En cambio, la gran historia
dura lo que dura la especie y solo acompaña la vida de la especie. Entonces,
retomando las características de las nociones ser y estar, podemos decir que
la pequeña historia se vincula con el ser, porque es la de la especie encerrada
en el patio de los objetos que crea para generar su comodidad, y la gran
historia se relaciona con el estar aquí, ya que es la que se da fuera del patio.
Esta última nos interesa particularmente en este artículo, porque es la que
pone su foco en el acontecer humano y reduce los descubrimientos técnicos
y el poderío del hombre a hechos menores, les resta toda la carga que le
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otorga la pequeña historia. La gran historia traza el trayecto real del hombre,
porque se enfoca en la historia del pueblo, de las comunidades, de aquella
masa que supone muchos más elementos que la élite, en tanto representa el
mero estar, en el sentido de la cultura indígena americana; esto es, la vivencia
plural y compartida, no de la individualidad propia de las culturas del ser.
Concebirlo así resulta fecundo para comprender que la gran historia encierra
un mayor margen de posibilidades que la pequeña. En esta línea de sentido,
el autor nos interpela fuertemente y nos invita a reexionar acerca de las
formas de historizar a las que adherimos: qué historias contamos y cómo.
Para comprender en profundidad tanto Tres golpes de timbal como
la postura de su autor y la concepción americana del tiempo y la historia,
debemos hacer algunas digresiones importantes. En primer lugar, en una
entrevista a cargo de Carlos Hugo Mamonde y Alejandro Schmidt, Moyano
arma que la historia de los acontecimientos, las batallas, las dictaduras y las
luchas (la pequeña historia o historiografía ocial) no es la verdadera historia
del hombre, sino que “la verdadera historia del hombre es la historia interna,
la que está reejada en el arte” (Moyano, 2011, s/n). Luego, reconoce que la
historia está regida por el azar y que “el azar de la historia parte de la violencia,
y el arte parte de la meditación del sino, de la especulación sobre el mundo, de
una contemplación” (Moyano, 2011). En estas palabras Daniel Moyano parece
replicar el pensamiento de Kusch, quien en repetidas ocasiones reere a la
importancia que el sujeto americano le otorga al ejercicio de la contemplación
del mundo, de la naturaleza, como así también al desarrollo de la interioridad,
lo identitario, lo que lo hace ser. A eso Moyano le agrega una idea más: la
importancia del arte en general y de la música en particular, en ese proceso.
En segundo lugar, Sara Bonnardel analiza cómo el tiempo es concebido en
la obra y arma que las palabras pueden recuperar verdades silenciadas o
falseadas por los discursos ociales, al tiempo que, a la historiografía ocial
escrita por los poderosos se opone la versión experiencial transmitida por las
víctimas de ese mismo poder, mediante leyendas y canciones que “aseguran
la permanencia de una verdad que espera el momento de ser escuchada.
(Bonnardel, 2013). De este modo, se nos invita como lectores testigo de las
diferentes versiones de la historia a reparar en las versiones fecundadas por
las masas, el pueblo y la comunidad, aquellas que reejan lo que nos compone
como argentinos y como sujetos americanos y así, a (re)pensar la historia
latinoamericana y las formas de contarla. Es interesante recuperar esto
último porque, junto con Bonnardel, podemos observar que Tres golpes de
timbal es una obra en la que se puede reconocer la gran historia: no evidencia
caracterizaciones que nos permitan reconocer el tiempo y el espacio precisos
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en los que se desarrolla. Esto es porque, bajo ese efecto de indenición, el
autor recoge y despliega costumbres, ocios y objetos correspondientes a
diferentes épocas, desde la Conquista hasta nuestros días. Esa coexistencia
y conuencia de diferentes elementos pertenecientes a diferentes períodos
históricos tiene como resultado un tiempo que anula el tiempo, como los
relatos míticos (Bonnardel, 2013). En este sentido, además, se nos invita a
pensar en el aporte de la música en esa suspensión de la obra en un tiempo
indeterminado. En palabras de Bonnardel (2013), el autor recupera el
paralelismo establecido por Lévi-Strauss entre mito y música en virtud de la
aptitud de uno y otra para inmovilizar y suprimir el tiempo.
En suma, es interesante pensar la trama de la obra como una vivencia
plural que, al no precisar tiempo ni espacio, puede referir a la opresión
dictatorial sufrida a lo largo del siglo XX en Argentina y en el resto de países
de Latinoamérica, como también en la masacre, la censura y la violencia a la
que estos pueblos fueron sometidos desde la Conquista.
Fagocitación: la creación como herramienta y huella
En cuarto lugar, hay un concepto central en la trayectoria y obra de Kusch,
que difícilmente pueda ser obviado a la hora de comprender el pensamiento
latinoamericano en general y su perspectiva en particular: el de fagocitación.
Para esto, resulta importante reconocer, siguiendo al autor, que en América hay
un problema: el ser y el estar se encuentran distanciados, aunque relacionados
dialécticamente, y representan dos ritmos de vida con diferentes experiencias
que luchan por la supervivencia. En este sentido, el autor considera que
en América hay una fuerte cultura indígena que subyace a las estructuras
republicanas, que ofrece su resistencia y que aprovecha las debilidades de
la cultura del ser, la cual pareciera prevalecer en gran parte del territorio,
y que justamente es aquel subyacer o estar debajo el que la mantiene en un
estado relativamente puro. Ahora bien, para analizar ese choque entre ser y
estar, Kusch propone el concepto de fagocitación, que reere a la absorción
de las características y las creaciones pulcras citadinas de Occidente por las
cosas de América, a modo de equilibrio o reintegración de lo humano. Se
da la fagocitación de lo occidental por lo (latino)americano en una acción
simultánea de los dos procesos: el ser y el estar. De este modo, en el ámbito
cultural americano, nuestra cultura contamina a otras, de manera que no
podrán volver a ser sin eso que les fue aportado; se fagocita el ser alguien
por el estar aquí y esto da lugar al estar siendo. Así se supera aquella aparente
oposición entre ambos términos, porque hay que asumir el ser y el estar para
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encontrar la salvación, hacerle frente al caos y a las adversidades, a la muerte,
a la hambruna, a la escasez y al miedo a la ira Divina.
La fagocitación en América es llevada adelante no por individualidades
o élites, sino por las masas que son quienes resignican, luchan por los
derechos y levantan la voz por el pueblo. Por todo eso, es importante reconocer
y enfatizar que la fagocitación se da al margen de la creación de objetos (de
la cultura del ser), porque vivir es estar aquí y eso se da en el terreno de la
comunidad, la interioridad y el reconocimiento de la presencia de la ira Divina.
Además, en América se asume la ardua tarea de ponerle un límite al caos y
las cosas creadas por las culturas del ser, para buscar un camino interior que
la conduzca a recuperar el magma de antiguas verdades; esto signica que
la búsqueda de la preservación de lo propiamente americano se da, en este
sentido, como un retorno a la interioridad que le mostrará el camino. Esa
reconexión con la cultura, con la cosmovisión propia, brindará herramientas
a las culturas americanas para su subsistencia, para la conjuración del caos.
Al n y al cabo, Kusch deende que el destino de América es la comunidad
y la reintegración de la especie, la recuperación y preservación de lo propio,
la interioridad, lo que nos hace ser y estar situados. Y esto se puede ver
representado en Tres golpes de timbal, donde hay un pueblo que resiste a
la constante amenaza, las prohibiciones y el peligro que supone para los
minalteños ser quienes son —y, en el caso de Eme, ser el único sobreviviente
de Lumbreras—.
En esta obra, el proceso de fagocitación se puede reconocer en
diferentes ocasiones: en creaciones pertenecientes a Occidente como el
piano que es traído desde el otro lado de la Cordillera, donde era utilizado
como un instrumento musical para volverse un meteorófono; o el Negrito en
Minas Altas, donde su función cambia y sirve principalmente como compañía
de aquellos hijos de desaparecidos. También se fagocita la palabra que se
toma prestada de “un tal Antonio de Nebrija” para contar la historia propia,
para hacerle decir la propia identidad, en términos y formas, registro e
idiolecto propiamente latinoamericanos. Desde un primer momento, la
palabra se interpreta como algo prestado, como algo que debe ser atravesado,
intervenido, fagocitado para que pueda decir a esos personajes del interior
del país y sus historias. Incluso, podemos pensar que se fagocita la palabra
con sus reglas porque se le hace decir lo que se quiere decir y cómo se lo
quiere decir y, con ese objetivo, se crean nuevas palabras, nuevas formas de
comunicarse. No hay impedimentos, no hay barreras: aun cuando la palabra
se vuelve inecaz, insuciente, se apela a la música que está desprovista de
reglas porque, al n y al cabo, “la lengua obliga con su gramática a hablar
Ariane Ortino
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de una manera y no de otra” (Dubin, 2016, p. 36).
Si pensamos el proceso de fagocitación como aquel en el que un rasgo
cultural contamina a otro de manera que este se modica y no puede volver
a ser sin eso que le fue aportado, desde un ejemplo en el que se materialicen
el ser y el estar, deberíamos tener en cuenta el capítulo “Oidor herido
mortalmente. En este, los músicos de la compañía compuesta por resabios de
los pueblos destruidos o expectantes de una pronta destrucción desarticulan
la maquinaria censuradora y controladora del oidor: utilizan la música
como herramienta, generan una marca incurable en él. A continuación, el
narrador, en referencia a aquel oidor herido, arma: “reía como sangrando,
mientras las enfermeras corrían a preparar las cataplasmas que contuviesen
la hemorragia y cicatrizaran las heridas producidas por la música” (Moyano,
2021, p. 210) y, más adelante, “cicatrices que le quedarían de aquel tajo de
risa, ... para siempre” (p. 212). La música generó en él una marca indeleble,
eterna. Paralelamente, en el capítulo “Limitaciones en la memoria de Fábulo,
sucede algo similar: se muestra nuevamente la música como una herramienta
que afecta profundamente a los personajes. En este caso, la compañía que
va con Eme mata al Sietemesino, contándole, a través de cantos, su propia
historia. Estos pasajes de la obra dan cuenta del efecto y del impacto que
tiene la música —entendida como interioridad— en aquellos personajes que,
perdiendo el control, dejan de funcionar como máquinas desarticuladas.
Otro de los ejemplos de la obra en los que podemos reconocer
la fagocitación es en el personaje del Sietemesino, vinculado con la cita
mencionada anteriormente, que recupera su deseo de sentirse Dios. A
partir de esa cita, podemos reconocer la conuencia de dos posturas
que casualmente podrían representar las nociones de ser y estar—: la del
Sietemesino y la de Fábulo, posturas que se relacionan y se permean entre
sí. Al n y al cabo, el Sietemesino no quiere estar más plena y únicamente
del lado del ser, donde ansía sentirse Dios y controlar la vida y la muerte,
sino que también desea el lado del estar y de tenerle miedo a la muerte (pp.
223, 224), de tener pares y poder pensar y sentir como ellos: estar siendo.
El concepto estar siendo, que representa la posibilidad de retroalimentación
entre ser y estar, también se puede ejemplicar con las artes principales que
desarrollan los minalteños: la música, la palabra y la astronomía, de las cuales
América heredó —y continúa heredando— conocimientos que contribuyen a
las propias producciones y a la propia creatividad. Así, todo eso que fue traído
se resignicó: “hace cinco siglos que los barcos llegaron a estas costas;
trajeron las palabras y la noción de otras estrellas que no podemos ver,
animales desconocidos y las leyes de Kepler; sus sueños de mundos nuevos y
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también sus fracasos” (p. 151).
Además, en una obra como Tres golpes de timbal, donde la música es
lo que permite a los minalteños resistir, su lugar seguro y lo que les dará lo
que tanto están buscando: su historia, los instrumentos se muestran como
la posibilidad de materializar la interioridad y la música producida por ellos
como reejo de la identidad. De este modo, por ejemplo, el piano sirvió en
esos términos como un medio más que un n, un medio para proteger la
historia, en palabras del autor: “protegida en un cuerpo vivo, que es el lugar
donde existe la música, no en los instrumentos, de los que se sirve para salir
o entrar de las formas vivientes que la contienen” (Moyano, 2021, pp. 219, 220).
En esta obra, se fagocita el peligro y se aprende a convivir con él, imponiendo
la música como ritual por encima de la palabra de los censuradores (p. 283).
Al n y al cabo, tanto la música como la palabra son las herramientas que le
permiten a los personajes subyacer no solo asegurando su supervivencia en
el tiempo, sino también brindándoles la posibilidad de mantener y preservar
su historia, su creatividad, su cosmovisión y su identidad en un estado
relativamente puro.
En conclusión, sintetizando, es destacable la importancia del arte en la
preservación cultural identitaria; es una herramienta y forma de resistencia
que inmortaliza la experiencia y la memoria: no narrar ni cantar ni contar es
olvidar. Y, al contrario, traducir en palabras y música la vivencia colectiva,
la cosmovisión, la historia y la cultura signica permanecer, trascender
tiempos y espacios. En este sentido, Tres golpes de timbal es una obra en la
que los personajes evidencian un proceso eterno del ser humano: el deber de
proyectar, imaginar y forjar los caminos que les permitan subsistir, resistir y
permanecer en el tiempo. En denitiva, como dice Torres Roggero: averiguar
cómo se habita, es una cuestión de identidad, una razón para estar en el
mundo” (2014, p. 21). Asimismo, si bien el pueblo sabe que la palabra cantada
o contada es un don del que puede hacer uso para manifestarse, su poder
trasciende la palabra y su potencia está, precisamente, en su posibilidad de
trascendencia:
El pueblo, poderoso horizonte de comprensión, nunca cesa de hablar,
pero su discurso es un río subterráneo, es un incesante vocerío que
espanta al intelectual encerrado … en “un círculo de ideas”, la memoria
es un amasijo en ebullición de signicantes que no cesan. (2014, p.
21)
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La resistencia parió sus frutos, salvó la historia de un pueblo
inmortalizándolo, venció limitaciones y, creando, logró salvarse aunque sea
en las palabras.
Referencias
Bonnardel, S. (2013). Acerca de “Tres golpes de timbal” de Daniel Moyano: el
escritor en el espejo. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. https: //
www.cervantesvirtual.com/obra-visor/acerca-de-tres-golpes-de-
timbal-de-daniel-moyano--el-escritor-en-el-espejo/html/
Dubin, M. (2016). Parte de guerra. Indios, gauchos y villeros: cciones del origen.
EME.
Kusch, R. (1986). América Profunda. Editorial Bonum.
Mamonde, C. y Schmidt, A. (2011). “Tres golpes de timbal”. Reportaje a Daniel
Moyano. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. https: // www.
cervantesvirtual.com/obra-visor/tres-golpes-de-timbal-reportaje-
a-daniel-moyano/html/8f54a71a-a0fe-11e1-b1fb-00163ebf5e63_2.
html#I_0_
Moyano, D. (2021). Tres golpes de timbal. Lampalagua Ediciones.
Torres Roggero, J. (2014). “Primera parte: Populismo cientíco y populismo
praxiológico” en Un santo populista. Babel Ediciones.
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