Premio Shirley Jackson (2018). Y, si bien me interesó esta autora a partir de la
lectura de algunos de sus cuentos, decidí enfocarme en las dos novelas que
había publicado: Distancia de rescate y Kentukis, dos obras muy diferentes
entre sí que tenían un vínculo particular; la cuestión era entender cuál y
ponerlo en palabras. A pesar de que mi interés estaba puesto en lo que se
suele llamar el género fantástico, no había encontrado aún una perspectiva
desde la cual pudiera aportar una mirada diferente, no solo sobre las novelas
de Schweblin sino también sobre el fantástico mismo. Dentro de ese amplio
universo, quería encontrar una línea de investigación que fuera diferente
a lo siniestro o al new weird con los que la crítica asocia a la escritura de
Schweblin. Así como es importante tener una dirección a la hora de investigar,
para no perderse entre tantas ideas e información, también es fundamental
apoyarse en quienes dirigen dicho proyecto/tesis, porque pueden ofrecer una
perspectiva más amplia y esclarecedora. En mi caso, fueron Jorge Bracamonte
y Lucía Feuillet quienes lograron que pudiera ver lo que me parecía confuso,
lo que parecía un callejón sin salida.
Así, nalmente llegué a las categorías de análisis que necesitaba:
el fantástico como modo y no como género, desarrollado por Rosemary
Jackson; lo espeluznante, teoría de Mark Fisher; los niveles narrativos de
Gérard Genette y las voces narrativas de Aurora Pimentel. Habiendo leído
tanta teoría y descartado lo que no me interesaba, formulé la hipótesis que
se convirtió en el eje principal de mi trabajo: en las obras de Schweblin, se
congura un nuevo modo del fantástico a través del trabajo que realiza la
autora con las voces y los niveles narrativos, ya que estos ponen en tensión
las enunciaciones de los personajes y provocan un efecto espeluznante. Si
bien esta suerte de cronología parece lineal, la realidad es que surgieron
muchas problemáticas en el medio, que fui incluyendo en la investigación de
manera tardía: por ejemplo, el tema de la tradición fantástica rioplatense en
Argentina, ya que nunca pensé la obra de Schweblin como una producción
aislada. Por el contrario, busqué conexiones, pero me enfoqué en autoras que
quedaron afuera del canon y de ese concepto mismo de tradición: escritoras
como Eduarda Mansilla, Juana Manuela Gorriti y Silvina Ocampo.
Regresando al análisis, que no fue lineal y que estuvo marcado por
un gran proceso de reescritura, surgió un problema que cambiaría el modo
de abordar las obras de Schweblin: esa primera hipótesis no era suciente
para abarcar los niveles de sentido de las novelas ni para poder estudiar en
profundidad cómo gura el efecto espeluznante. Estaba haciendo a un lado
dos nociones fundamentales en la teoría de Fisher: los espacios simbólicos
y referenciales. Descubrí así que, en ambas obras, dichos espacios estaban
Candela Yasapis
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