analizada5. En ese sentido, la mirada de Joseph se torna improductiva: sus
contemplaciones no son más que fantasías. Cuando quiere sentarse y escribir
no logra hacer nada y desecha sus escritos. Joseph tampoco puede conectar
con la realidad: es inútil en su trabajo y es incapaz de buscar uno mejor. Este
personaje no sirve para el arte ni para el sistema social y económico donde
está inserto. Sin embargo, a pesar de su incapacidad para escribir –al igual
que su incapacidad para trabajar–, Joseph lo intenta, se sienta y escribe con
la misma ansiedad con la que intenta emprender su labor, pero le resulta
imposible. Por ende, Joseph, al igual que los otros personajes, está condenado
a una inutilidad absoluta.
Una gura improductiva
Nos valdremos ahora de una comparación. Existen muchas guras
improductivas en la literatura: el celoso (Svevo, Proust)6, el esteta (George7,
Huysmans), entre otras8. Sin embargo, la que nos interesa aquí es la gura del
célibe en Kafka. Deleuze y Guattari (1978) han realizado una lectura de Kafka
como una “máquina célibe” cuyo “estado de deseo” es más vasto y fuerte que
otros. Esta máquina viene cargada de una potencia anuladora (“suicida”) y a la
vez productiva para la escritura. Para generar sus escritos, la maquina célibe
debe “huir del mundo, refugiarse en una torre, el fantasma o la impresión”
(Deleuze y Guattari, 1978, p. 104). La máquina célibe podría leerse incluso en
el propio Kafka que, en múltiples entradas del Diario, decide no casarse con
su prometida (Felice Bauer) para poder seguir escribiendo9. En ese sentido,
la gura del célibe en Kafka es aquella que, pudiendo ser productiva (social y
reproductivamente), decide no serlo.
La comparación con las guras que aparecen en El ayudante se da a
través de la inversión del modelo del célibe kafkiano. Si en Kafka la gura
improductiva es la que puede ser funcional y no lo hace, en Walser la gura
improductiva está representada por aquellos personajes que, queriendo
ser productivos, no pueden serlo (debido a su inutilidad innata). Todos los
5 Aunque es interesante señalar que, a partir de 1923, Walser también optó por no escribir más ya que,
según él, el apogeo de los littérateurs había terminado. Su estancia en el manicomio anuló cualquier
intento de escritura: “No estoy aquí para escribir, sino para ser loco”. (Parry, 1981, p. 35).
6 Véase: “Svevo, Proust y la novela del celoso” (11-01-2023), Salaris Banegas, F. y Videla Martínez, J. Julieta
Videla Martínez, Francisco Salaris Banegas en Boletín de Estética, CABA, Argentina.
7 Véase: “El Heliogábalo de Stefan George” por Adrián Bollini, pp. 19-21, en Heliogábalo (2022), George,
Stefan; Alción Editora, Córdoba, Argentina.
8 Véase: Comfort, K. (Ed.) (2008). “Art and life in Aestheticism. De-Humanizing or Re-Humanizing art,
the artist and the artistic receptor”. Nueva York: Palgrave MacMillan.
9 Véase, por ejemplo, las entradas del 21.07.1913 y las del 20.08.1916. (Kafka. 2015, p. 300-01 y 482
respectivamente, Ed. Debolsillo). Para un análisis más profundo de esta cuestión véase: Canetti, Elías,
El otro proceso. Las cartas de Kafka a Felice (2019), Nórdica Libros S.A., España.
Valentin Brito
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