La inutilidad protagonista en El ayudante (1908) de Robert
Walser
Valentin Brito1
Estudiante de Letras Modernas, Facultad de Filosofía y Humanidades,
Universidad Nacional de Córdoba, Argentina.
valentinbritovale@gmail.com
Recibido abril 2023, aprobado junio 2023
Resumen: en el siguiente trabajo, analizaremos la “poética de lo inútil”
del escritor suizo-alemán Robert Walser, para luego concentrarnos
especícamente en el desarrollo de esta poética en la novela Der Gehülfe
(El ayudante). Partiremos de un breve análisis y denición de esta poética,
siguiendo a Claudio Magris, J.M. Coetzee y G.W. Sebald. A continuación,
analizaremos la novela publicada en 1908, partiendo de la hipótesis de que
Walser expone personajes y objetos que son inútiles de manera inmanente,
pero que intentan ser útiles contra sí mismos y terminan fracasando
rotundamente. Para corroborar dicho análisis, utilizaremos las concepciones
del “genio” de Schopenhauer y algunas comparaciones con guras kafkianas
a través del ensayo Kafka: por una literatura menor de Deleuze y Guattari.
Con esta perspectiva, trataremos de llegar a la conclusión de que lo inútil
queda en primer plano y se torna protagonista de la novela.
Palabras clave: El ayudante, inutilidad, fracaso, personajes fantásticos,
inmanente.
Introducción
En gran parte de la producción novelística y poética del escritor Robert
Walser (1878-1956) se abarca el tema de lo inútil, lo que no posee carácter
y lo que no puede aspirar a ser nada más ni nada menos de lo que ya es. El
mismo Walser se explaya sobre su gusto por lo estéril y aburrido en “Asche,
Nadel, Bleistift und Zündhöchen” (1966). Allí, Walser expone su poética, cuyo
símbolo es la ceniza (Asche):
Si, por ejemplo, uno sopla la ceniza, esta no muestra la menor renuencia
1 Con aval del Lic. Francisco Salaris, Universidad Nacional de Córdoba, Argentina.
79
Preferiría no hacerlo
Nota al margen
Facultad de Filosofía y Humanidades
Universidad Nacional de Córdoba
Vol. I Nº 1 | enero-junio
a volar instantáneamente en todas las direcciones. La ceniza es la
sumisión, la inutilidad, la irrelevancia en sí misma y, lo mejor de todo,
está impregnada de la creencia de que no sirve para nada. (2013, p. 118)2
A Walser le fascina todo aquello que es pequeño, frágil (la aguja, el lápiz),
efímero (el fósforo) y completamente inútil (la ceniza). Todo ello congura su
gusto por historias en apariencia someras, con personajes vacíos y mediocres:
cada personaje del escritor conmueve (el término procede de él mismo) por
su absoluta incapacidad y falta de dignidad, por la «falta de lo que hubiera
debido ser»” (Magris, 2012, p. 205). Esta preponderancia de elementos y
personajes inútiles, inadaptados y débiles se une a una escritura rápida, ligera
y melancólica que congura una poética de lo inútil” en la obra de Walser,
aparecida en diversos fragmentos, en sus breves piezas teatrales (dramoltes)
y, sobre todo, en las primeras tres novelas que dieron a Walser un esbozo
de éxito: Los hermanos Tanner (Geschwister Tanner, 1906), El ayudante (Der
Gehülfe, 1908) y Jakob von Gunten (Jakob von Gunten, 1909).
El presente trabajo se concentra en El ayudante. Partimos de la
hipótesis de lectura de que, en dicha novela, aparece esta poética de lo
inútil. Los personajes principales –Joseph, el ayudante; Herr Tobler, el jefe
mediocre; Wirsich, el empleado beodo y los inventos inútiles de Tobler–
resaltan por su incapacidad para ser y para insertarse de manera correcta a un
circuito productivo de la sociedad (el mundo empresarial-laboral, la familia).
Sin embargo, la mayoría de ellos intenta ser útil. Los personajes principales
lucharán contra su “inutilidad inmanente” e intentarán ser “productivos” sin
llegar jamás a lograrlo. Cabe aclarar que tomaremos una perspectiva estética
a partir del análisis textual; no obstante, no quedarán derogadas ciertas
perspectivas socio-históricas y losócas anes a la obra, que serán traídas a
nuestra argumentación cuando resulten pertinentes.
Personajes inútiles
La ceniza de Walser –que signica inutilidad, esterilidad, fragilidad y sumisión–
cae sobre dos tipos de personajes diferentes en la novela El ayudante. Están,
2 La cita original está en inglés: “if, for example, one blows on ash it displays not the least reluctance to
y off instantly in all directions. Ash is submissiveness, worthlessness, irrelevance itself, and best of all,
it is itself pervaded by the belief that it is t for nothing”. Todas las traducciones son propias, salvo las
de las obras de Walser. Se aclara, además, que este texto fue tomado del análisis que W.G. Sebald realiza
de la obra de Walser en su ensayo “Le promeneur solitaire: On Robert Walser”. Este fue publicado en su
libro A place in the Country. On Gottfried Keller, Johann Peter Hebel. Robert Walser and others. (2013),
traducido del alemán por Jo Catling.
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por un lado, los personajes antropomórcos y animados: Joseph Marti, el
joven ayudante de ingeniero; Herr Tobler, el inventor burgués, prepotente y
mediocre, y Wirsich, el alcohólico y disoluto exempleado de la casa Tobler.
Y, por otro lado, están los “personajes-objeto, es decir, inanimados: el reloj
publicitario, la cartuchera automática, la silla para enfermos, la perforadora
profunda y la bola de cristal sostenida por un mecanismo de cadenas que yace
en el jardín de la villa Lucero Vespertino. En el primer grupo de personajes
aparece una tendencia a “ser-útil” y formar parte de algún circuito productivo
a nivel social o económico.
Así, por ejemplo, la novela comienza con Joseph Marti, que llega a
la casa de Herr Tobler para iniciar su carrera laboral como “ayudante” de
ingeniero. Marti está feliz de haber conseguido empleo; sin embargo, siente
que engaña a su empleador ya que, según estima Joseph, él mismo es un inútil
y un descerebrado: ¿querré estafar a Herr Tobler? Él exige un “cerebro” y
justo hoy yo estoy absolutamente descerebrado. Espero que la cosa mejore
(Walser, 2014, p. 37). Sin embargo, a pesar de este deseo, Joseph no mejora y
revela al lector su carácter ensimismado y taciturno. A lo largo de la novela, el
personaje perderá el tiempo en contemplaciones del paisaje, el lago y la luna
en vez de trabajar. Este es un leitmotiv en el carácter de Joseph: el ayudante
pierde de vista sus responsabilidades y sus quehaceres presentes y esto lo
arrastra a la inoperancia y al ensimismamiento. Uno de los ejemplos que lo
demuestra es el episodio del lago, donde Joseph, Frau Tobler (esposa de su
jefe), los hijos del matrimonio y una amiga salen a dar un paseo en bote por
el lago del Lucero Vespertino. Joseph dirige la nave, pero su arrobamiento
con el paisaje lacustre lo hunde en profundas cavilaciones que lo llevan a una
desconexión del paseo con la familia, lo que molesta a Herr Tobler:
Preciso es reconocer que Joseph se había abandonado excesivamente
a sus fantasías. Apenas se enteró de que el paseo había terminado
cuando tocaron tierra … Tobler, de pie junto a él, gria su empleado
que tuviera más cuidado. Se preguntaba realmente en qué regiones
había aprendido Joseph a remar y pilotar. (Walser, 2014, p. 76)
Además, Joseph no es apto para los negocios: cuando un comerciante
está interesado en el reloj publicitario, lo recibe tan mal que el hombre
se va y arruina la oportunidad empresarial de Herr Tobler; todo esto
produce el desprecio del jefe hacia su “pelmazo de empleado. En extensas
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introspecciones, Joseph se arenga a sí mismo a ser más útil y funcional: “lo
cierto es que estoy con la cabeza llena siempre de tonterías, cuando debería
obligarla a reexionar sobre cosas realmente útiles [énfasis agregado], que
promocionen los negocios” (Walser, 2014, p. 141). Es decir, Joseph realmente
desea ser “útil” y un buen empleado para Herr Tobler. Por este motivo, no
abandona el Lucero Vespertino, sino que se humilla y entrega a la servidumbre
de la casa Tobler y, aunque por momentos desea rebelarse (increpa a Herr
Tobler sobre su maltrato, regaña a Frau Tobler por sus comparaciones con
Wirsich), jamás renuncia ni hace valer su posición de empleado –nunca cobra
su sueldo– y solo abandona a la familia cuando esta se ve completamente
arruinada por una crisis económica insoslayable.
Ahora bien, Joseph no es el único ser “inútil” que intenta cumplir un
rol y falla. Otro gran inoperante dentro de la novela es Herr Tobler. Este
hombre irascible y prepotente solo busca obtener fama y dinero a través
de sus “inventos”, pero es “siempre lo bastante ingenuo” –como admite su
propia esposa– para las relaciones sociales, ya que “supone que los demás
se alegrarían de su alegría de vivir y compartirían su felicidad, cuando lo
cierto es precisamente lo contrario” (Walser, 2014, p. 252). Tobler es ingenuo
también para los negocios, ya que no consigue inversores para sus inventos
a pesar de sus múltiples búsquedas con anuncios en los diarios. Sumado a
ello, todos sus inventos resultan, de cierto modo, inútiles: el reloj publicitario
no logra recaudar el monto esperado –“la devolución de dicha suma solo
se llevaría a efecto cuando la explotación del reloj publicitario comenzara
a devengar benecios este no es aún el caso (Walser, 2014, p. 162)–; la
silla para enfermos es angosta y pesada y molesta a su esposa, y el resto de
los artilugios ni siquiera son puestos a la venta. Herr Tobler intenta ser un
inventor, un hombre “de genio” y dar una imagen de burgués acomodado;
para ello, alquila una mansión con lago y un jardín (el Lucero Vespertino),
compra vinos caros y da estas para la gente rica de Bärensweil con fuegos
articiales incluidos. Sin embargo, administra mal su dinero, se endeuda y no
consigue inversores. Como último recurso, y ante la nulidad de sus inventos,
el ingeniero pide ayuda a su madre, pero esta termina por destruirlo: “a este
señor que por desgracia era su hijo no le quedaba más remedio que
aguantar las inevitables consecuencias de sus imprudencias y ligerezas
Solo le quedaba abandonar el Lucero Vespertino” (Walser, 2014, p. 283).
En efecto, al nal de la novela, la familia Tobler queda en la completa ruina,
obligada a conseguir un nuevo hogar y sin poder pagar a Joseph debido a la
ineptitud del jefe de familia, que intentó y fracasó en su proyecto de ser un
empresario exitoso.
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Continuando con los personajes inútiles, está también Wirsich, el
alcohólico. En una de sus borracheras, Wirsich acaba por amenazar a la
familia y es despedido; luego intenta recuperar el trabajo junto con su madre,
pero es inútil, por lo que Joseph lo incita a buscar otro empleo. De hecho, el
exempleado lo encuentra: un puesto en la compañía Bachmann & Co., pero
poco dura su inserción en el mundo laboral. Cuando, al nal de la novela,
Joseph decide pasar por la compañía para visitar a su amigo, descubre que
Wirsich se había ido hace tiempo era absolutamente imposible trabajar
con él. Si no estaba borracho el día entero, lo estaba la mitad” (Walser, 2014,
p. 285). Avanzada la trama, el ayudante encuentra a Wirsch completamente
borracho en un bar. Joseph se conduele del beodo y decide llevarlo al Lucero
Vespertino para darle asilo en el día de Nochevieja; esto no le agrada a Frau
Tobler, pero, a pesar de su negativa, Joseph persuade a la mujer de alojar a
Wirsich: “es un borracho ya casi sin salvación; lo digo aquí en voz alta, incluso
delante de usted, Wirsich, pues ante naturalezas como la suya no hace falta
tener tacto, ya que no hay ninguna dignidad [énfasis agregado]” (Walser, 2014,
p. 288). Es decir, Wirsich es un alcohólico irremediable, no existe forma de
salvarlo o corregirlo, aunque Joseph lo intenta reiteradas veces.
Hay otros personajes “animados” que aparecen en la obra: la criada
Pauline, Frau Wirsich, los hijos del matrimonio Tobler (Walter, Edi, Dorli y Silvi)
y el abogado de Tobler. Estos personajes son caracteres apenas dibujados.
No obstante, centrándonos en el personaje de Silvi, notamos en ella ciertas
características que se relacionan con nuestro análisis. Ella es la paria de la
familia: nunca la llevan de paseo cuando salen, la madre la maltrata física y
psicológicamente, etc. Silvi es un ser triste, abandonado y débil, sin ideas
propias: “era incapaz de expresar un deseo original. Los deseos de Silvi eran
copias de deseos” (Walser, 2014, p. 247). Joseph es el único que se compadece
de ella. Esto podría interpretarse como un “reejo”: Joseph ve en Silvi su
propia ineptitud con la vida.
Tenemos también el personaje de Frau Tobler. A lo largo de la novela,
ella es quien pretende ser más útil: trata de domeñar a Joseph y, a su vez,
animarlo para que cumpla sus funciones; intenta colaborar con los inventos
de su esposo, aunque estos sean inútiles, y es ella quien, en primer lugar,
habla con su suegra para recibir ayuda económica. Frau Tobler es uno de los
pocos personajes que parece procurar acciones de utilidad, ante la ineptitud
de su esposo y sus empleados. Sin embargo, hacia el nal de la novela, ella
comprende que el n es irremediable: las deudas no podrán ser pagadas, su
suegra ha abandonado a su esposo y Joseph se irá. Con resignación, la dama
saluda al ayudante y acepta su nal (que resulta también el nal de la casa
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Tobler y el nal de la novela): “escúcheme, Marti, no fuerce nunca nada
yo yo también me iré pronto. Esta casa está perdida. Mi marido, mis hijos
y yo nos iremos a vivir a la ciudad, probablemente a un barrio barato. Una
se acostumbra a todo” (Walser, 2014, p. 293). Frau Tobler termina por ser
absorbida por la inercia e inutilidad de su entorno, que vuelve estéril todo su
accionar.
En segundo lugar, están los “personajes-objeto. Los inventos de Herr
Tobler son el reloj publicitario, la cartuchera automática, la silla para enfermos
y la máquina de perforación profunda. En la obra, estos inventos nunca están
destinados al éxito: el reloj publicitario llama la atención de un inversor, pero
este se aleja debido a la actitud dubitativa de Joseph y no genera ingresos,
solo deudas; la silla, en vez de ayudar a una enferma Frau Tobler, la molesta (es
decir, no cumple con su función); la cartuchera automática es un dispensador
de cartuchos para armas donde se puede colocar publicidad, sin embargo, el
invento no llama la atención de los acreedores y no se lo nombra más en la
novela; la máquina perforadora, por su parte, ni siquiera es descripta.
Estos artilugios walserianos tienen en común ciertas características
con algunas máquinas kafkianas. La silla para enfermos falla en su función,
al igual que la máquina perforadora que imprime las leyes quebrantadas
sobre la piel de los condenados en En la colonia penitenciaria (1916); el reloj
publicitario y la cartuchera automática acaban por volverse simples objetos
inútiles en medio de la casa Tobler, en tanto elementos que antaño tuvieron
una función pero ya no la tienen, así como Odradek en medio de la casa
familiar en Preocupaciones del padre de familia (1919)3. Es decir, las máquinas
walserianas están condenadas al fracaso y a la inutilidad. Para J.M. Coetzee,
los inventos de Herr Tobler “no son más absurdos que los artilugios de la vida
real que capturan la fantasía del gran público” (Walser, 2014, Introducción,
p. 24). Si bien absurdos, los inventos de Herr Tobler estaban destinados, en
primera instancia y al momento de su construcción, a ser útiles: Herr Tobler
depositó toda su fe (y su dinero) en estos artilugios que debían conseguir
la prosperidad económica y la fama a su creador. Sin embargo, debido a su
ineptitud para los negocios y a la mala ejecución de algunos inventos, estos
quedaron condenados al fracaso. Mas hay un solo objeto de la casa Tobler
que no estaba allí para ser “útil” en primera instancia: la bola de cristal. Esta
resultaba “el orgullo de la villa Tobler” (Walser, 2014, p. 64) y se la describe del
siguiente modo:
3 Esta relación Kafka-Walser no es arbitraria, ya que ambos escritores eran contemporáneos y utilizaban
la misma lengua para su literatura. J.M. Coetzee ha señalado también la anidad que Kafka sentía por
Walser: “Franz Kafka admiraba la obra de Walser. (Max Brod registra con qué placer Kafka leía en voz
alta los minidramas humorísticos de Walser)” (2007, p. 50). El mismo Kafka nombra a Walser en sus
Diarios.
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Sujeta por cadenitas y bisagras a un delicado soporte de hierro, era
multicolor, de modo que las imágenes circundantes se reejaban allí
en verde, azul, marrón, amarillo y rojo, ofreciendo una perspectiva
circular y, en cierto modo, superpuesta. Tenía las dimensiones de una
cabeza humana de volumen superior a lo normal, pero junto con el
soporte debía pesar sus ochenta o noventa libras y era difícilmente
transportable (Walser, 2014, p. 64)
Esta bola de cristal es sumamente frágil. Joseph debe llevarla de
adentro hacia afuera y viceversa todo el tiempo; no debe mojarse jamás, o
podría arruinarse y Herr Tobler se enfurecería. Este “adorno”, a diferencia
de los otros objetos (los inventos de Tobler), no tiene una utilidad o un n:
está allí solo para ser vista. A pesar de ser un “objeto inanimado, domeña a
los personajes antropomórcos: es el tesoro de Herr Tobler, le causa alegría
y preocupaciones y deja embobado a Joseph. Lo circular o esférico asociado
a lo inútil aparece en otra novela de Walser, Jakob von Gunten, donde Jakob
es “un magníco cero, redondo como una bola” (2015, p. 10). Entonces, la bola
de cristal condensa la “poética de lo inútil” de Walser: es un objeto pesado,
frágil (como la ceniza), superuo, que requiere el máximo cuidado y que, no
obstante, es “el orgullo de la villa Tobler” y se lleva la atención de los demás.
La inutilidad de la bola de cristal (debido a que esta aparece una sola vez
en la novela) se mantiene constante, a diferencia de los inventos de Tobler
y de los personajes antropomórcos que, al intentar-ser-útiles, buscan
introducirse en un mercado capitalista con nes económicos, ya sea como
producto de consumo o como trabajadores de ese sistema. En su intento,
fallan: los artilugios no pueden ser vendidos ni utilizados con n alguno y
los personajes animados, sin importar su esfuerzo, no logran insertarse de
manera productiva en el sistema al que aspiran.
De este modo, al nal de la novela todos los objetos y personajes han
sido reducidos a su inútil esencialidad. De allí proviene la frase nal de Frau
Tobler a Joseph: escúcheme, Marti, no fuerce nunca nada” (Walser, 2014, p.
293). En estas palabras se siente la resignación ante una batalla perdida, no
solo la de ella misma, sino la de todos. Los personajes se tornan como la bola
de cristal al nal de la novela: completamente inútiles.
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La mirada aislante
Para terminar de comprender esta “poética de lo inútil” en la novela de Walser,
es necesario hacer una aclaración respecto de la mirada sobre los objetos
inútiles y cómo esta aparece especícamente en El ayudante. Según Sebald,
lo que tienen en común Walser y Gógol es que:
Ambos fueron perdiendo gradualmente la habilidad de mantener el ojo
en el centro de la trama, perdiéndose en cambio en la contemplación
casi compulsiva de creaciones extrañamente irreales que aparecían
en la periferia de su visión de cuyo destino anterior y futuro nunca
sabremos la más mínima cosa. (Walser, 2013, p. 116)4
Ese “perderse” en una “contemplación casi impulsiva” aparece una y otra
vez en El ayudante. Joseph se encuentra siempre asombrado y ensimismado
ante la contemplación del paisaje, el lago, las montañas y todo el escenario
del Lucero Vespertino:
Al contemplar la supercie del lago, uno se sentía abordado por
palabras cordiales y benécas. Y una tierna melancolía se apoderaba
del alma al contemplar el mundo amarillento de esos árboles. Al mirar
la casa era imposible no reírse, aunque la imperiosa Pauline estuviera
cepillando alfombras en la cocina. El mundo parecía estar lleno de
música. Sobre las copas de los árboles se dibujaba la silueta blanca
de los Alpes. Uno lo miraba y lo encontraba todo irreal, todo cambiado.
¡Otras perspectivas, otros sentimientos! Hasta el paisaje parecía sentir
y modicar sus sensaciones. (Walser, 2013, p. 174)
Joseph se pierde constantemente en estas contemplaciones, todos los
objetos de la naturaleza le parecen hermosos y únicos sin importar lo vulgares
4 En el original: “Both of them gradually lost the ability to keep their eye on the center of the plot, losing
themselves instead in the almost compulsive contemplation of strangely unreal creations appearing on
the periphery of their vision, about whose previous and future fate we never learn even the slightest
thing”.
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o molestos que resulten para él (la presencia de Pauline, por ejemplo). En ese
mundo-otro que Joseph descubre en la naturaleza, no se puede cumplir un
rol de servicio: “¿se podría trabajar y ser útil en un lugar así?”. Es decir, en
sus contemplaciones, Joseph se aísla del mundo social –de su rol dentro del
sistema de la casa Tobler– y deja de ser útil. Pero, además, aísla los demás
objetos, ya sea el árbol, el lago, los Alpes o incluso otros seres como Pauline,
y los encuentra “irreales”, cambiados; entonces aparecen “otras perspectivas”.
Ese “aislamiento” de sí y de los objetos, según Schopenhauer en El mundo
como voluntad y representación, es la tarea necesaria del genio para realizar
el arte:
Desligándose del servicio de la voluntad, el sujeto deja de ser un nuevo
individuo y se convierte en sujeto puro … del conocimiento, que ya no
se ocupa de las relaciones sometidas al principio de razón, sino que
reposa y se pierde en la contemplación del objeto que se ofrece a él,
fuera de sus relaciones con otros objetos. (2014, I, p. 274, párr. 34)
Joseph realiza este aislamiento de sí (abandono de la voluntad) y de
los objetos, los encuentra nuevos, únicos y desligados de sus relaciones con
otros objetos. Sin embargo, para Schopenhauer, el genio artístico in stricto
sensu es el que acaba por producir la obra de arte, acción que termina de
aislar al objeto de la representación y de la voluntad y lo acerca a la “idea” en
sentido platónico (2014, p. 283, párr. 36). Joseph no hace ninguna obra de arte,
solo fantasea con el entorno, contempla, se pierde y aísla del mundo “real”.
Cuando quiere escribir cosas más allá de su trabajo, como sus “memorias” o
unas reexiones que titula “Malas costumbres” (Walser, 2014, pp. 195-96), las
encuentra mediocres y no las continúa. A su vez, al terminar de escribir, se
siente “poco apto” (p. 113) y acaba por romper sus escritos y desecharlos. En
ese sentido, siguiendo la distinción de Schopenhauer (2014, p. 286), Joseph no
es un artista, sino un fantasioso. Volveremos sobre este tema.
Si hay una verdadera mirada que aísla los objetos y los convierte en
arte es la voz narrativa: es el punto de vista narrativo el que toma a personajes
dotados de una supercialidad inhumana y coherentemente desgarradora,
“una larga historia realista sin argumento, un libro del yo [Ich-Buch] cortajeado
o descoyuntado(Coetzee, 2007, pp. 51- 64). A diferencia de su criatura (Joseph),
Walser sí logra aislar los objetos y crear con ellos una obra de arte: la novela
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analizada5. En ese sentido, la mirada de Joseph se torna improductiva: sus
contemplaciones no son más que fantasías. Cuando quiere sentarse y escribir
no logra hacer nada y desecha sus escritos. Joseph tampoco puede conectar
con la realidad: es inútil en su trabajo y es incapaz de buscar uno mejor. Este
personaje no sirve para el arte ni para el sistema social y económico donde
está inserto. Sin embargo, a pesar de su incapacidad para escribir –al igual
que su incapacidad para trabajar–, Joseph lo intenta, se sienta y escribe con
la misma ansiedad con la que intenta emprender su labor, pero le resulta
imposible. Por ende, Joseph, al igual que los otros personajes, está condenado
a una inutilidad absoluta.
Una gura improductiva
Nos valdremos ahora de una comparación. Existen muchas guras
improductivas en la literatura: el celoso (Svevo, Proust)6, el esteta (George7,
Huysmans), entre otras8. Sin embargo, la que nos interesa aquí es la gura del
célibe en Kafka. Deleuze y Guattari (1978) han realizado una lectura de Kafka
como una “máquina célibe” cuyo “estado de deseo” es más vasto y fuerte que
otros. Esta máquina viene cargada de una potencia anuladora (“suicida”) y a la
vez productiva para la escritura. Para generar sus escritos, la maquina célibe
debe “huir del mundo, refugiarse en una torre, el fantasma o la impresión
(Deleuze y Guattari, 1978, p. 104). La máquina célibe podría leerse incluso en
el propio Kafka que, en múltiples entradas del Diario, decide no casarse con
su prometida (Felice Bauer) para poder seguir escribiendo9. En ese sentido,
la gura del célibe en Kafka es aquella que, pudiendo ser productiva (social y
reproductivamente), decide no serlo.
La comparación con las guras que aparecen en El ayudante se da a
través de la inversión del modelo del célibe kafkiano. Si en Kafka la gura
improductiva es la que puede ser funcional y no lo hace, en Walser la gura
improductiva está representada por aquellos personajes que, queriendo
ser productivos, no pueden serlo (debido a su inutilidad innata). Todos los
5 Aunque es interesante señalar que, a partir de 1923, Walser también optó por no escribir más ya que,
según él, el apogeo de los littérateurs había terminado. Su estancia en el manicomio anuló cualquier
intento de escritura: “No estoy aquí para escribir, sino para ser loco. (Parry, 1981, p. 35).
6 Véase: “Svevo, Proust y la novela del celoso” (11-01-2023), Salaris Banegas, F. y Videla Martínez, J. Julieta
Videla Martínez, Francisco Salaris Banegas en Boletín de Estética, CABA, Argentina.
7 Véase: “El Heliogábalo de Stefan George” por Adrián Bollini, pp. 19-21, en Heliogábalo (2022), George,
Stefan; Alción Editora, Córdoba, Argentina.
8 Véase: Comfort, K. (Ed.) (2008). “Art and life in Aestheticism. De-Humanizing or Re-Humanizing art,
the artist and the artistic receptor”. Nueva York: Palgrave MacMillan.
9 Véase, por ejemplo, las entradas del 21.07.1913 y las del 20.08.1916. (Kafka. 2015, p. 300-01 y 482
respectivamente, Ed. Debolsillo). Para un análisis más profundo de esta cuestión véase: Canetti, Elías,
El otro proceso. Las cartas de Kafka a Felice (2019), Nórdica Libros S.A., España.
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personajes analizados en el primer apartado tienen esta característica.
En quien más lo notamos es en Joseph: el ayudante se la pasa todo el día
fantaseando y contemplando, pero no ayuda en nada y, cuando llega el
momento de trabajar, no puede –“Joseph intentó trabajar … pero lo que hacía
no era exactamente un trabajo, sino un tantear y un palpar cosas con dedos
temblorosos un esforzarse por permanecer ecuánime, un no-poder, algo
distinto, un nada, algo negro (Walser, 2014, p. 267)–. Ese no-poder”10 de
Joseph es el “no-poder” de todos los personajes de la novela. Es la inutilidad,
lo frágil, lo débil, lo que no tiene carácter; así como la ceniza, un elemento
importante para Walser a la hora de hacer literatura. Joseph “aísla” los objetos
del mundo circundante y a sí mismo. Sin embargo, no puede producir arte,
sus ensoñaciones son estériles. Es decir, el personaje realiza puras fantasías
que pueden ser parte del carácter del genio; pero, si se mantienen solo en
eso, en meros “fantasmas” sin obra de arte, el sujeto en cuestión se vuelve un
“fantástico”:
El fantasma solo servirá para construir castillos en el aire, para engañar
y seducir momentáneamente, para colmar el propio afán y satisfacer
un humor pasajero El que así actúa es un fantástico, que mezclará
sus sueños con la realidad y será incapaz de penetrarla hasta el fondo
de ésta. (Schopenhauer, 2014, p. 286, párr. 36)
Construir castillos en el aire, escribir anotaciones banales y caprichosas
que luego desecha, es lo que hace Joseph durante toda la novela. Es, también,
lo que hace Wirsich al creer que puede recuperar su trabajo o conseguir uno
nuevo, y lo que hace Herr Tobler al creer que es un genio inventor y que
algún día le llegarán el éxito y la prosperidad por sus artefactos defectuosos
–que solo son geniales en su propia cabeza–. En ese sentido, los personajes
principales de El ayudante son fantásticos, ya que viven en idealizaciones
que no pueden llevar a cabo. Lo mismo aplica para los “personajes-objetos”,
que solo son funcionales y explotables como productos comerciales en las
especulaciones de su creador.
Conclusión: la inutilidad protagonista
10 Ese “no-poder” es similar a la idea de nonpodermiento que sufre el protagonista de la novela Ferdydurke
(1936) de Witold Gombrowicz.
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La novela El ayudante presenta personajes con ciertas características de gura
improductiva, en tanto que estos desean ser útiles para el sistema en el que
aspiran a insertarse –Joseph en la casa Tobler, Wirsich en el mundo laboral,
Herr Tobler en el mundo de los grandes negocios, los inventos en el consumo
como productos en masa–, pero no pueden hacerlo debido a su inutilidad
innata. Denominamos a esta gura improductiva como el “fantástico” ya que,
siguiendo los lineamientos de Schopenhauer, este es quien vive imaginando
cosas, hace castillos en el aire” (Schopenhauer, 2014, p. 286) y no logra crear
una obra de arte ni producto alguno. En ese sentido, Joseph intenta escribir
y sus anotaciones resultan tan banales que siempre las desecha; a su vez, las
ensoñaciones no le permiten realizar su trabajo. El resto de personajes, como
Herr Tobler y Wirsich, hacen especulaciones y vanos intentos por lograr sus
objetivos, pero siempre fallan, y los inventos de Herr Tobler son creados con
un n, pero se revelan siempre como defectuosos y son malversados por su
ingenuo creador.
El fantástico, como gura improductiva de esta novela11 de Walser,
concuerda con su “poética de lo inutil”, lo frágil, lo falto de carácter e
impregnado de la idea de no servir para nada (tal como la ceniza, símbolo
de la poética walseriana). Pero, en El ayudante, los personajes creen que
pueden ser útiles y desean serlo. Poco a poco, la inutilidad inmanente de
los personajes emerge y los domina. Aunque algunos (como Joseph) admiten
su incapacidad y otros la callan (Wirsich, Herr Tobler), el lector entiende
la inutilidad innata de cada uno de ellos: “el héroe de Walser [es] ‘un gran
bellaco respecto de sí mismo’ (Magris, 2012, p. 209). En la obra analizada, la
ceniza walseriana tiene su equivalente en la bola de cristal: un objeto frágil,
inútil, que acapara toda la escena. Al nal de la novela, los protagonistas
serán derrotados en sus intentos de-ser-útiles y lo inútil y lo mínimo quedan
como los grandes protagonistas. Esta interpretación tiene anidad con la de
Magris: “La historia entera de El ayudante no es sino la vigilia de una historia
y de una vida, la expectación suspensa de algo que está todavía por empezar
y que parece iniciarse cuando acaba la novela(2012, p. 16). Esta poética, que
resalta lo inútil o la inutilidad del protagonista, maniesta la intención de
retratar esas vidas desgarradoras, pobres en acontecimientos, ajenas a toda
grandeza”, que aspiraban a lo ínmo o lo improductivo; un interés que, como
indica el propio autor, espeja el de su perspectiva poética: “solo yo soy capaz
de aguantarme. / Saber tanto, haber visto tanto, y / no decir nada, nada
11 Cabe aclarar que, la interpretación y las guras propuestas para el presente artículo no pretenden
agotar el análisis de la “poética de lo inútil” en el resto de obras de Robert Walser, sino que se
circunscriben a la novela El ayudante. Esto se debe a la extensión del actual trabajo y, por otro lado, a
la vastedad de la obra walseriana, que no ha sido mencionada ni analizada aquí –los tres volúmenes de
los Microgramas, El bandido (1972) y su amplia producción poética–.
Valentin Brito
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Valentin Brito
sobre nada” ( Fröhlich y Hamm, 1980, p. 279).
Referencias
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Ciruela.
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Frölich, E. y Hamm, P. (1980). Robert Walser: Leben und Werk. Frankfurt am
Main. Insel Verlag.
Kafka, F. (2015) Diarios. Ed. Debolsillo.
Magris, C. (2012). En las regiones inferiores: Robert Walser. En El anillo de
Clarisse. Tradición y nihilismo en la literatura moderna (pp. 208-220).
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Parry, I. (1981). Hand to Mouth and Others Essays. Carcanet Press.
Schopenhauer, A. (2014). El mundo como voluntad y representación, Tomo I.
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Sebald, W. G. (2013). Le promeneur solitaire: On Robert Walser. En A place in
the Country. On Gottfried Keller, Johann Peter Hebel, Robert Walser and
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Walser, R. (2014). El ayudante (J.J. Del Solar, Trad.). Siruela. (Trabajo original
publicado en 1908).
Walser, R. (2015) Jakob von Gunten. Un diario (J.J. Del Solar, Trad.). Siruela.
(Trabajo original publicado en 1909).
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