más rico” (p. 449) que el anterior. Esta predilección por la obra fragmentaria
de Menard antes que la de Cervantes (por ser más rica, más ambigua, más
sutil) revaloriza el desplazamiento y el anacronismo de esa lectura-escritura
producida siglos después:
Componer el Quijote a principios del siglo XVII era una empresa
razonable, necesaria, acaso fatal; a principios del XX, es casi
imposible. No en vano han transcurrido trescientos años, cargados de
complejísimos hechos. Entre ellos, para mencionar uno solo: el mismo
Quijote. (Borges, 1974, p. 448)
Este cuento es interesantísimo para pensar el vínculo entre Borges
y los románticos, en tanto da un lugar central a la reescritura (como forma
compositiva) y remite a la idea de obra progresiva romántica. Además, socava
la idea de texto como identidad ja y la de autoría e, inclusive, la noción de
escritura original, como arma Sarlo (2015, p. 27), al demostrar que todos los
textos son reescritura de otros.
Asimismo, la concepción de literatura borgeana puede profundizarse a
partir del tópico del innito que inunda gran parte de sus reexiones y al
que podemos ligar varias guras literarias –como el Zahir, el libro de arena,
el Aleph, el jardín de senderos que se bifurcan y el laberinto–, dentro de las
cuales la Biblioteca de Babel quizás sea una de las más relevantes para pensar
a la literatura. Este último motivo es, a su vez, recuperado de otros autores.
La ley fundamental de la biblioteca … todos los libros, por diversos que
sean, constan de elementos iguales: el espacio, el punto, la coma, las
veintidós letras del alfabeto … No hay, en la vasta Biblioteca, dos libros
idénticos. De esas premisas incontrovertibles dedujo que la Biblioteca
es total y que sus anaqueles registran todas las posibles combinaciones
de los veintitantos símbolos ortográcos (número aunque vastísimo,
no innito) o sea todo lo que es dable expresar: en todos los idiomas.
(Borges, 1974, p. 467)
Gabriela Magdalena Timossi
Así, la idea de la biblioteca total implica la posibilidad de formar
innitas obras con un número nito de materiales preexistentes. Esta lógica de
expansión literaria también aparece en Otras Inquisiciones. En “La esfera de
Pascal” aborda su noción de literatura (o la historia de esta) como la perpetua
reescritura de un número limitado de elementos –metáforas, imágenes y
motivos–, de forma que la historia universal sería, quizás, “la historia de la
diversa entonación de algunas metáforas” (p. 638). Es decir que, a partir de
un número nito de metáforas preexistentes, se entonan y se multiplican
innitas versiones, dentro de las cuales –como arma Oviedo (2003)– “se
confunden el original y la copia o, mejor aún, no existe ni uno ni otra”. Esto
es lo que, precisamente, se pone en juego en “La or de Coleridge”, donde se
observa la historia de un mismo motivo en tres autores distintos (Coleridge,
Wells y James).
Entonces, para Borges, la literatura es innita y laberíntica, no solo
porque cada obra entabla innitas relaciones (o diálogos) con otras, sino
también por la propia naturaleza inconclusa de esos materiales nitos con
los que está compuesta –motivos, metáforas e incluso el propio lenguaje
como preexistente–, que pueden seguir suscitando variaciones en perpetuas
lecturas y reescrituras.
La crítica del arte romántica y borgeana como desarrollo ulterior de la
obra
La noción de crítica romántica y borgeana también guarda una estrecha
relación, al vincularse con las ideas de progresividad, innitud literaria y
escritura segunda. Estos intelectuales se distancian de las concepciones
tradicionales, que la entienden como una mera evaluación subjetiva de la obra,
y la conciben, en cambio, como el despliegue de la capacidad de desarrollo
ulterior innito que tiene la obra y que es posible por su fragmentariedad e
incompletitud.
Si retomamos el desdoblamiento de la obra literaria antes mencionado
–en discurso visible/nito y en invisible/innito–, la crítica tradicional sería
la valoración del texto visible, mientras que para Borges y el Romanticismo
teórico, este concepto se vincula con la invisibilidad y progresividad de esta.
Asimismo, en tanto hacer crítica es expandir el potencial productivo
que contiene en sí misma la obra, para los románticos –y, podemos agregar,
para Borges– la crítica implica “una continuación de la literatura por otros
medios” (cátedra de Estética, 2020) e, inclusive, una extensión de ésta a través
de más literatura: “no se puede hablar de poesía sino únicamente en poesía”
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