Paraná
Algunos nacieron a la vera del Avon, otros colindando con el Nilo.
Los ríos recorren la tierra recordando aún un pasado sin suelo.
Algunos encontraron tumba en el Ganges, otros en el Mississippi.
Los ríos son arterias de una tierra desangrada.
En la lengua tupí-guaraní, un nombre milenario recorre tus corrientes:
Para rehe onáva
Por apócope, ahora te conocemos como Paraná,
se trata de un epíteto grandioso, signica “Pariente del Mar”.
El río que es como un mar,
como si Oshun y Iemanjá se abrazaran en sororidad orisha.
Ancestros navegan por los sedimentos,
arremolinando los diferentes matices de la identidad litoraleña.
Nací a orillas de su uir innito,
poetas chamameceros tiñeron el cauce de romances y llantos.
Ver el agua trae tranquilidad y nostalgia,
seguro es payé u otra magia,
Abundan ora y fauna, maravillas naturales,
así como el pueblo que en su honor realiza rituales.
Flores, cánticos y velas, y si ves la luna reejada
un beso deberás dar a la persona más amada.
Cuando me vaya para siempre de este mundo,
no quiero transformarme en árbol ni en guitarra como cantó Roberto
Galarza.
Quemen todo mi cuerpo, liberándome para siempre de la vida,
arrojen mis cenizas al Paraná, nadando en sus aguas divinas.
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Variatinta
Nota al margen
Facultad de Filosofía y Humanidades
Universidad Nacional de Córdoba
Vol. I Nº 1 | enero-junio
Orgulloso y mensajero de leyendas.
Milenario y bravo, de remolinos palpitantes.
Un sonido te recorre cual canoa de madera,
la polca que Salvador Miqueri supo ofrendarte.
El Paraná es una prueba fehaciente,
la eterna corriente baila con los colores del atardecer.
Tan solo en el transcurso de una hora,
el cielo es una paleta de pintor y el río, un cuchillo de pescador.
Profundas oraciones del remanso, canciones de amor te han dedicado.
Me percibo delicado pero en tu abrazo me siento cuidado.
Cuando no encuentro respuestas, veo el horizonte
el paisaje no habla, susurra calma y consejos del monte.
Río querido,
podré estar lejos,
pero siempre regreso.
No pido nada material,
sólo protección.
Canto a tu corazón de peces y remolinos,
con una certeza:
tus colores acompañan las tristezas y los desatinos.
Río querido,
me has enseñado:
sobre correntadas y remansos,
a uir, continuar y prevalecer,
a ser sin reparos.
Te agradezco Paraná,
continúa
tu
itinerante
descanso.
Lucas Collantes
Lucas Collantes
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