EDITORIAL


Lecciones aprendidas en la pandemia de Covid-19: Nuevas perspectivas en prevención de enfermedades respiratorias

Lessons learned in the Covid-19 pandemic: Novel approaches to respiratory disease prevention

Lições aprendidas na pandemia de Covid-19: novas abordagens para a prevenção de doenças respiratórias

 

Sol Minoldo1, Javier Farina 2, Rodrigo Quiroga3

 


Después de las vacunas ¿importa prevenir la transmisión del Sars-Cov-2?

 

Cuando aún no disponíamos de vacunas ni tratamientos efectivos, el daño de la Covid-19 para la salud pública estaba determinado casi exclusivamente por el éxito para prevenir la transmisión del Sars-Cov-2 en la población. Los esfuerzos realizados con ese objetivo, y sus altísimos costos (sociales, económicos y psicológicos entre otros), fueron concebidos como respuesta a una emergencia sanitaria excepcional.Si no hay mal (ni pandemia) que dure 100 años ¿cómo y cuándo terminaría la pandemia de Covid-19? Con el rápido surgimiento y propagación global de nuevas variantes y la certeza de la posibilidad de re-infecciones, pronto supimos que la pandemia no “terminaría” ni siquiera una vez que la mayoría de la población hubiera contraído la infección (que, hoy sabemos, produce una inmunidad deficiente y de corta duración, y que además suponía un altísimo costo en términos de morbimortalidad). Así, las vacunas (su desarrollo, adquisición y aplicación) adquirieron un lugar central, no sólo en la esperanza de la población, sino como meta y punto de llegada de toda estrategia de salud pública. Hoy, con la gran mayoría de la población del país vacunada, es fácil tentarnos con la idea de que el Sars-Cov-2 ha dejado de ser un problema. Y sin dudas, ha disminuido categóricamente el riesgo que representa para la salud y la vida de la población. Gracias a las vacunas, el costo de los millones de contagios este verano (estimado en al menos 9000 fallecidos) puede parecer pequeño si lo comparamos con el daño causado por los contagios del 2020 y 2021. Sin embargo, podríamos concluir lo mismo al comparar la pandemia pre-vacunas con casi cualquier otro problema de salud pública del último siglo. Si estamos en una nueva etapa, cabe dejar de pensar en la salud pública, sus desafíos y sus riesgos, con parámetros propios de la crisis.  

¿Covid-19 continúa siendo un problema de salud pública?

Antes de la pandemia, ya existían desafíos para la salud pública. Algunos endémicos (mal de Chagas, HIV), algunos estacionales (influenza, VSR y otras enfermedades respiratorias), y otros como amenazas potenciales, con brotes esporádicos (Dengue o Hantavirus). Aquellos problemas, acaso desplazados del centro de la política sanitaria por la urgencia y el catastrófico daño provocado por la pandemia, no han dejado de existir. De hecho, si algunas enfermedades (como las respiratorias) redujeron su prevalencia durante la pandemia, ello fue debido al efecto de las estrategias para prevenir la transmisión del Sars-Cov-2. Por eso, es de esperar que vayan recuperando su peso a medida que sean desmanteladas las diferentes políticas de mitigación y prevención contra el Covid-19. A todo esto se añaden nuevos retos, porque el mundo ya no será el mismo después del Sars-Cov-2. No sólo necesitamos lidiar con el tendal de costos que ha dejado la pandemia a su paso, tanto de vidas perdidas como de secuelas entre quienes se recuperaron (a nivel de sistema nervioso central, cardiopatías, trastornos metabólicos, respiratorios, etc.), sino con lo que implica que la Covid19 no pueda, por ahora, ser erradicada.

 ¿Qué aprendizajes nos dejó la pandemia para afrontar esta nueva etapa?

La pandemia ha transformado al mundo, pero no sólo por los costos y retos a los que nos enfrenta. Luego de dos años de combatir la tragedia sanitaria, hemos adquirido nuevos conocimientos científicos y también disponemos de información sobre los resultados de diferentes estrategias para prevenir la transmisión. Los aprendizajes, que pueden orientarse ahora a diseñar estrategias para la nueva etapa del Covid-19, podrían también contribuir en el abordaje de otros problemas sanitarios. Las mismas medidas que reducen la circulación del Sars-Cov-2 son efectivas para disminuir la transmisión de gripe y otras enfermedades respiratorias, cuyos causantes son virus con amplia evidencia de transmisión por aerosoles1.Una estrategia condicionada por la “fatiga pandémica”, que reniegue de sostener cualquier medida de cuidado durante la “nueva normalidad”, implicaría perder la oportunidad de favorecer una adopción generalizada de prácticas saludables y de avanzar en mejoras de infraestructura para hacer más seguros los espacios de interacción social. En cambio, la planificación a mediano y largo plazo de estrategias para mitigar la circulación de Sars-Cov-2 y sus riesgos estacionales o eventuales, podría redundar en mejores resultados para la salud pública frente a los retos actuales y, a la vez, contribuir a que eventuales brotes o nuevas variantes nos encuentren mejor preparados.    

¿Qué estrategias deberíamos implementar, sostener, profundizar y/o recuperar?

Con la información de la que disponemos hoy podemos esperar, por un lado, que algunas de las variantes del virus sigan co-circulando durante años de manera endémica. Además, por surgimiento de nuevas variantes, factores estacionales y/o por una reducción de la inmunidad adquirida con el paso del tiempo, probablemente ocurran brotes. Sin estrategias efectivas de contención, esos brotes podrían resultar en millones de infecciones, como ocurrió este verano por la variante Omicron en casi toda Sudamérica. Para esta coyuntura, las estrategias pueden centrarse en reducir la transmisión con algunas estrategias generales, y algunas activadas en circunstancias de particular riesgo y en momentos epidemiológicos puntuales:

●     La vacunación es una herramienta fundamental. No sólo debemos promover la vacunación masiva, sino evaluar la posibilidad de aplicar dosis de refuerzo en determinados momentos, así como seguir trabajando en vacunas de segunda generación que generen mejor y más duradera inmunidad frente a las variantes de relevancia en cada momento (con mayor circulación a nivel global).

●     Es urgente mejorar la ventilación. De manera similar al modo en que hace décadas logramos combatir las enfermedades gastrointestinales, garantizando agua limpia como derecho humano, llegó la hora de garantizar aire limpio para minimizar la prevalencia y morbimortalidad, no sólo de covid-19 sino de todas las enfermedades respiratorias. Es clave monitorear la ventilación, utilizando sensores de CO2, en ambientes públicos (hospitales, sanatorios, bancos, oficinas), comerciales (bares, restaurantes, shoppings), laborales y educativos. En aquellos ambientes donde fuera insuficiente, es importante colocar nuevas aberturas/extractores y utilizar purificadores donde esto no fuera posible o suficiente. Adicionalmente, es importante que de manera continuada se realice la mayor cantidad de actividades posible al aire libre, en especial cuando involucre la interacción de muchas personas.

●     Estrategia a largo plazo para el uso de barbijos. Su uso debería regularse de acuerdo a la peligrosidad de la variante circulante, la incidencia y el riesgo que implica cada actividad (según aforo, tamaño, duración, ventilación, etc.) Hay actividades de altísimo riesgo donde sería recomendable que el uso de barbijos continuara siendo obligatorio (transporte público, autos particulares, hospitales, sanatorios, etc.) y otras situaciones de menor riesgo donde su uso debería depender de la circulación viral comunitaria. Además, sería fundamental mejorar la implementación de dicha estrategia, promoviendo un adecuado ajuste al rostro (para evitar fugas) y favoreciendo el uso de barbijos de alta calidad (idealmente KN95 o KF-94).

●     Estrategias de comunicación sobre la pandemia. Algo que no ha sido suficientemente atendido, al menos en Latinoamérica, es la importancia de una estrategia de comunicación que transmita previsibilidad en las estrategias sanitarias, reduciendo la necesidad de comunicar los frecuentes cambios en las medidas de prevención y los protocolos. Estudios recientes muestran que la confianza en el gobierno es uno de los factores clave para explicar el impacto de la pandemia en distintos países2. Asimismo, la comunicación resulta clave para conseguir alta adhesión, adopción y correcta implementación de las medidas de cuidado en la población, por lo que amerita ser diseñada por especialistas, recurriendo a las diversas herramientas, conocimientos interdisciplinarios y tecnologías disponibles. 

●     Mantener un sistema adecuado de vigilancia epidemiológica y genómica. Para disponer de información sobre los niveles de circulación viral y tomar decisiones oportunas a cada contexto epidemiológico, es importante mantener un dispositivo de vigilancia -que combine modalidades pasivas y activas, en base a un esquema testeo diseñado de manera inteligente- y continuar con la vigilancia genómica de variantes.

●     Planificar acciones de contingencia frente a posibles variantes de preocupación y/o futuras pandemias. Frente al riesgo de que surjan variantes más agresivas, más transmisibles y que reduzcan la efectividad de las vacunas, sería importante definir marcos de intervención predecibles, que dispongan bajo qué circunstancias sería oportuno recurrir a las medidas más restrictivas pero epidemiológicamente eficaces utilizadas durante la pandemia (como regular aforos, favorecer el trabajo en modalidad home office, la escolaridad virtual, las restricciones a las actividades nocturnas, etc.), así como retomar estrategias tales como el rastreo de contactos y/o la vigilancia sanitaria (con testeo y oportuno aislamiento) de la movilidad internacional.  

Un llamado a tomar la iniciativa

Si la “nueva normalidad” se parece a la de la pre-pandemia, la amplia circulación continuada de un nuevo virus indefectiblemente conlleva una peor salud comunitaria. Ser proactivo en materia de salud pública, afrontando simultáneamente múltiples enfermedades, ha permitido que en el último siglo se hayan conseguido enormes aumentos en la expectativa de vida. Ser proactivos hoy implica acompañar la vacunación con la implementación planificada de múltiples estrategias de prevención de la Covid-19 y otras enfermedades respiratorias. Hacer uso de lo aprendido estos últimos dos años, nos permitiría plantearnos el objetivo de emerger de la pandemia con un nivel menor de morbimortalidad por enfermedades respiratorias. 

REFERENCIAS 

1. Wang CC, Prather KA, Sznitman J, Jimenez JL, Lakdawala SS, Tufekci Z, Marr LC. Airborne transmission of respiratory viruses. Science. 2021 Aug 27;373(6558):eabd9149. doi: 10.1126/science.abd9149. 

2. COVID-19 National Preparedness Collaborators. Pandemic preparedness and COVID-19: an exploratory analysis of infection and fatality rates, and contextual factors associated with preparedness in 177 countries, from Jan 1, 2020, to Sept 30, 2021. Lancet. 2022 Feb 1:S0140-6736(22)00172-6. doi: 10.1016/S0140-6736(22)00172-6.     

 

1 Socióloga, doctora en sociología e investigadora en el Centro de Investigaciones y Estudios sobre la Cultura y la Sociedad (CIECS-CONICET). https://orcid.org/0000-0001-8482-8195
2 Médico infectólogo y jefe de infectología del Hospital de Alta Complejidad Cuenca
Alta S.A.M.I.C. Dr. Néstor Carlos Kirchner.
3 Bioquímico, doctor en ciencias químicas, investigador en INFIQC-CONICET y
docente en la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de
Córdoba. https://orcid.org/0000-0001-5015-0531. E-mail de contacto:
rquiroga@unc.edu.ar

 

 DOI: http://dx.doi.org/10.31053/1853.0605.v79.n1.40686  

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