HUMANISMO Y MEDICINA


Acta Fundacional de la Psiquiatría Chilena "La endemoniada de Santiago"
Foudinf Act of Chilean Psychiatry "The possessed od Santiago"
Marcos Broschi
Revista Facultad de Ciencias Medicas 2012; 69(2):121


Sevicio de Cardiología. Hospital San Borja. Santiago. Chile.
drbroschi@gmail.com


Análisis y crítica del relato escrito originalmente por el presbítero José Raimundo Zisternas. Santiago de Chile. Año 1857. Redición, prefacio y postfacio de Patricio Jara.

Esta es la crónica de un acontecimiento único ocurrido a mediados del siglo XIX en Santiago. Los hechos fueron en verdad extraordinarios: Carmen Marín, una joven de 19 años, padecía una “extraño mal” que los médicos no lograron diagnosticar ni pudieron afrontar con éxito terapéutico.
El entonces arzobispo de Santiago, don Rafael Valentín Valdivieso, encargó al presbítero don José Raimundo Zisternas realizar una investigación acerca del origen del trastorno.
El valor del trabajo realizado por el presbítero Zisternas –al que posteriormente se unió el profesor Carmona, una de los médicos destacados de su época- es incuestionable, no sólo por su esfuerzo en profundizar el caso, atendiendo a consideraciones tanto científicas como religiosas, sino también porque el debate a partir de “la endemoniada” impulsó lo que hoy se reconoce como el hito fundacional de la psiquiatría chilena.
Todo esto ocurría 30 años antes que Freud y Breuer realizaran sus primeras publicaciones acerca del subconsciente.
La mirada científica y religiosa se aproximan al fenómeno desde distintos ángulos. Por una parte, los médicos, tratando de encontrar una respuesta en lo neurológico y en lo psiquiátrico. Y, por la otra, el presbítero, con una actitud abiertamente pragmática en este caso, impulsando y estimulando la participación de los especialistas, al margen de toda suerte de fanatismo religioso, no obstante que finalmente, ante el fracaso médico, apela a su “tratamiento espiritual”.
Los síntomas de la enfermedad neurológica-psiquiátrica-endemoniada eran muy particulares. No obedecían a diagnósticos reconocidos hasta entonces. Consistían en crisis convulsivas de miembros superiores e inferiores, movimientos agitados de tórax y abdomen, con caída al suelo y traumas craneales de los que no quedaban secuelas. La paciente al recuperarse sufría de amnesia de estos episodios.
Las crisis terminaban sólo ante las órdenes del presbítero Zisternas, cuando él leía en voz alta durante sus rituales el Evangelio de San Juan o cuando pronunciaba la frase “et verbum caro factum est”. Durante las crisis la paciente era capaz de contestar (en castellano) las preguntas que se le hacían en diferentes idiomas –inglés, latín, griego- desconocidos para ella.
Por supuesto ninguno de los eminentes médicos consultados –algunos de ellos llegados del extranjero, incluso- pudo dar con algún diagnóstico o explicación médico-científica de la patología. Fue entonces, y sólo entonces, cuando el presbítero Zisternas decidió actuar realizando el exorcismo.
La prosa ágil, entretenida y exacta del autor es un valor agregado del libro, considerando que se trata de una obra del siglo XIX. Llama por supuesto la atención que en una época supuestamente asociada a una prosa más floreada, más barroca y quizás más aburrida, Zisternas sea capaz de mantener un fraseo muy vivo, logrando no solo entretener sino también generar suspenso hasta el final.
Se contraponen a esa claridad de estilo los testimonios médicos. En su mayor parte están redactados en un idioma técnico que hoy es casi ininteligible a raíz de la evolución de las ciencias médicas, la neurología y la psiquiatría en especial. Así las cosas, los informes médicos huelen a rancio y a museo.
Se agradece a Patricio Jara la reedición, ordenación, selección y edición de esta historia aterradora, verídica y a la vez apasionante