LOS ACADÉMICOS Y LOS MANDATOS INSTITUCIONALES EN LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE NUEVO LEÓN

Rosa Martha Romo-Beltrán1

RESUMEN

El trabajo aborda estilos de gestión universitaria que, si bien están diferenciados temporalmente, 1970-80 y 2010, en la Universidad Autónoma de Nuevo León, México, se encuentran articulados por la reflexión acerca de la forma en que los sujetos habitan las instituciones universitarias y el lugar en el que se colocan. Encontramos así, experiencias grupales que conforman identidades muy fuertes de tipo comunitario y que desde la colectividad construyeron utopías que operaron como encuadre a proyectos institucionales, grupales y personales. Frente a ello, florecen otros estilos de prácticas académicas y formas de adscripción institucional, en las que los proyectos diseñados desde fuera generan procesos de malestar y sufrimiento de los académicos, a raíz de los atributos que de ellos se demanda. No obstante, los sismos y fisura grupales e institucionales instauran temporalidades e identidades diferenciadas.

Palabras clave: académicos, procesos de gestión universitaria, identidades profesionales, diáspora identitaria, profesión académica.

Abstract

This work research into styles of University management that: 1970-80 and 1990 in Mexico. There are articulated by the reflection on the way in which the academics lives into The University Institutions, and the place in which they are placed. Thus, find group forming very strong Community-Type identities and built utopias that operated as framing to Institutional, Personal and Group Projects. In response, bloom other styles of Academic Practices and forms of Institutional Affiliation, in which projects designed from the outside, generate processes of discomfort and suffering of Academics, as a result of the attributes required of them. However, earthquakes and fissure Group, establishing temporalities and differentiated identities, so I argue currently lives a reconfiguration of the Academic Work, and professional identities like Diaspora Identity.

Key words: Academics - Professional identities - Diaspora identity – Academic profession.

1Universidad de Guadalajara. Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades. E-mail: rosmar90@gmail.com

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1.Refundación de la Licenciatura en Pedagogía. Universidad Autónoma de Nuevo León1

Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras

Haremos una breve referencia a los períodos por los que transitó la nominada en su fundación: Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras, a la ahora Facultad de Filosofía y Letras2, toda vez que en ella surge en la década de los setenta, específicamente en 1974, el Colegio de Pedagogía y con él, el proyecto inicial por ofrecer formación de posgrado a profesores normalistas. Proyecto que, aunado a los cambios institucionales, del entorno y de la misma Facultad, impulsaron a los profesores que hemos llamado “refundadores” a otro tipo de discusiones académicas, que culminaron en la construcción de una licenciatura -que no estudios de posgrado- centrada en la discusión acerca de la conformación de un nuevo campo de conocimiento: el educativo y las prácticas que del mismo se derivaban, rebasando los proyectos de formación dirigidos al magisterio normalista.

La Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras de la entonces Universidad de Nuevo León “se creó por acuerdo del Consejo Universitario (máximo órgano de decisión de la U.A.N.L.), el 21 de abril de 1950” (De la Torre, 1991, p. 1), bajo el rectorado de Raúl Rangel Frías, personaje destacado en la vida cultural y política del Estado, quien había sido promotor de la “escuela de verano”:

M. A.:3 [La Facultad]…se crea como resultado de… aquella escuela de verano que se inició por el 45-46 y que traía a la ciudad, a través del Departamento de Acción Social… que era un Departamento como de extensión… Era quien trasladaba a la ciudad intelectuales destacados

1Universidad pública, ubicada en noreste de México, en la Ciudad de Monterrey, Nuevo León. Es la tercera universidad más grande en México, después de la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad de Guadalajara. Es considerada la institución pública de educación superior más importante y con la mayor oferta académica del noreste del país. Con sede en el municipio de San Nicolás de los Garza, dentro del Área Metropolitana de Monterrey, también cuenta con diversos campus en varios municipios del estado de Nuevo León. Cfr. Universidad Autónoma de Nuevo León, (2011): www.uanl.mx

2Así pues, al iniciarse el año escolar 1950-51 (septiembre del 50) quedó constituida la Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras instalándose en un edificio propio en el centro de la ciudad (De la Torre, 1991, p. 2).

3Entrevista a profesor refundador, pseudónimo: Mariano Avilés.

para hablar de asuntos que en general tenían que ver con la filosofía, con la literatura, con la historia… (Entrevista, 14 enero 2011, p. 1)

Rangel Frías, además de ser abogado, fue un gran impulsor del humanismo. En tanto que su afiliación al oficialista, Partido Revolucionario Institucional, lo llevó posteriormente a la gubernatura del Estado. Este vínculo cultural-político marcó el nacimiento de la Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras y su primera orientación de corte “humanista liberal- oficialista”, como lo describe otro profesor refundador:

La Facultad se crea desde mi punto de vista, como proyecto del Estado […] para atender el desarrollo de la cultura [pero en los inicios], se crea, concretamente para formar profesores para la universidad, profesores incluso del campo de las ciencias naturales, como una especie de Escuela de Altos Estudios, o Escuela Normal Superior (Entrevista, 16 marzo, 2010, p. 5).

La nominación inicial de Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras la conservó hasta la mitad de la década de los sesenta, para transformarse posteriormente en Facultad de Filosofía, Letras y Psicología, ante la integración de esta última carrera, pero no ya de los estudios correspondientes al área de ciencias exactas, como lo señala Miguel de la Torre:

El nombre de Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras, y consecuentemente, los cursos del área de las ciencias exactas orientados a la formación de docentes universitarios en ese campo, habrían de durar en nuestra institución algún tiempo; luego y ya en el campus universitario, entre 1966 y 1973, pasará a ser la Facultad de Filosofía Letras y Psicología, por haberse agregado a ella la carrera de Psicología (De la Torre, 1991, p. 10).

Es en el año de 1974 cuando se transforma en la actual Facultad de Filosofía y Letras, y abarca el período que hemos nominado de “refundación”, vinculado de igual forma a la aparición de nuevas profesiones, entre ellas, la Pedagogía, con el abandono paulatino en todos los programas de estudios

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orientados a la formación magisterial y su sustitución por licenciaturas.

La refundación: 1974

Las distintas fases en el proceso de aparición, refundación e institucionalización de la carrera de Pedagogía en la actual Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) nos muestran diversas temporalidades en las que es posible advertir formas de gestión diferenciadas.

Nos interesa destacar las similitudes entre el estilo de gestión y la concreción de proyectos académicos desde la perspectiva del análisis de lo institucional (Fernández, 1998), esto es, desde el conjunto de significados bajo los cuales habitaron la institución el grupo de académicos que hemos nombrado, siguiendo a Landesmann4 et al. (2009), en el caso al que aludimos: “Refundadores adherentes” por su participación en el proceso de “refundación” de la Facultad de Filosofía y Letras y, en particular, del Colegio de Pedagogía (1976-1988), en contraste con las dinámicas actuales.

El tipo de gestión apuntado se vinculó con sólidas afinidades político- académicas, toda vez que los estilos de organización y producción en dicha década estuvieron marcados por la prevalencia del trabajo grupal y la creación colectiva, lo que generó identidades grupales fuertes, de tal forma que el referente grupal y sentido de pertenencia a este constituyó el núcleo del movimiento institucional, lo que funda, a la vez, una nueva etapa en la Facultad, bajo el privilegio de lo académico-político-grupal.

Los proyectos de refundación en la Facultad de Filosofía y Letras se vincularon a propuestas que provenían de la experiencia en la militancia política de directivos y grupos de maestros en distintos grupos de izquierda, así como por el acompañamiento del recién creado Sindicato de Profesores Universitarios, que aunado al activismo y “la insurgencia estudiantil”, culminó en el año de 1969, con el logro de la autonomía universitaria, como lo señala uno de los exfuncionarios de la Facultad, y entonces militante del Partido Comunista:

4Quienes acuñan el término “Fundadores adherentes”.

JHT5: En ese mismo año [1968] estalló el activismo estudiantil en la universidad y en el 69, el logro de la autonomía. Por eso se están conmemorando acá, en actos casi privados, los 40 años [de la autonomía] porque institucionalmente no hay ni un guiño de que se quieran acordar… (Entrevista, 19 noviembre, 2009, p. 6).6

Las repercusiones gubernamentales, desde la agitación estudiantil de 1968, aunado al movimiento por la autonomía, se hicieron sentir de inmediato y en el mismo año de 1969, el gobierno estatal encabezado por Eduardo Elizondo, promueve la apertura de universidades privadas a través de los vínculos que mantenía con empresarios regiomontanos, aduciendo problemas presupuestales para el apoyo a la universidad pública, pero, en realidad, con el objeto de desarticular la congregación de alumnos y los movimientos estudiantiles en estas instituciones, veamos:

JHT: Aquí [en Monterrey] empezaron a crearse universidades privadas […] en el 69 [se funda]: la Universidad de Monterrey, (UDM) y la Universidad Regiomontana (UR) bajo el gobierno de Eduardo Elizondo […] era gobernador y […] tenía ligas estrechas con la iniciativa privada… (Entrevista, 19 noviembre, 2009, p. 8).

Estos movimientos gestaron al interior de la Facultad de Filosofía diferentes estilos de dirección entre los nuevos “grupos” de izquierda, tales como Espartaquistas7, Concepto Estudiantil8, frente a los

5Pseudónimo: José Hipólito Treviño.

6En la historia oficial encontramos la obtención de la autonomía en al año de 1971, veamos: “Para el año de 1971, diversas manifestaciones sociales obligaron al gobierno a disminuir su injerencia en la institución y otorgarle el estatuto de autonomía aún vigente, dando paso al nombre con el cual se le conoce desde esa fecha: Universidad Autónoma de Nuevo León”. Cfr. Wikipedia, página de la Universidad Autónoma de Nuevo León (2011).

7RM: ¿Dentro de qué grupo militabas?

M A: … Espartaquista en el que yo andaba cerca desde la secundaria; también hice la secundaria por la noche (Entrevista, 20 noviembre, 2009, p. 1).

8JHT: paralelamente todo el activismo estudiantil había llevado a la creación de un organismo que se llamaba concepto estudiantil en donde había mucha presencia de la juventud comunista y se había estructurado democráticamente (…) Y entonces ahí aparece en un momento dado como una instancia que puede representar posibilidades de promoción académica y política, la pertenecía al partido, la participación en el movimiento…

(Entrevista, 19 noviembre, 2009, p. 3).

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otros prevalecientes grupos conservadores en la Facultad, cuya formación de origen se ancla a las dos carreras con las que se constituye en los años 50: Licenciatura en Filosofía y Licenciatura en Letras (Amores, 2009, p. 6).

Dicha apertura dinamiza la vida académica: los espacios de decisión colegiada y la impronta del trabajo grupal se instituyen como modelo de gestión predominante, en tanto que la confrontación en el plano epistémico entre grupos es cada vez más explícita, lo que fortalece la vida académica, toda vez que evidencia diversas posturas, cuestionamientos y formas de abordaje de la complejidad social. La refundación de la Facultad va acompañada de la aparición de nuevas profesiones: Licenciatura en Historia, Pedagogía, Sociología, Lingüística Aplicada (sustituyendo a la anterior Licenciatura en Traducción); y posteriormente la licenciatura en Bibliotecología.

Este crecimiento respondió tanto a la consabida demanda estudiantil que durante la década de los 70 vivieron las universidades mexicanas, pero también como estrategia política de estos grupos de izquierda en ascenso dentro de la Universidad, ocupando puestos de poder, tal y como lo señala otro exfuncionario de la Facultad de Filosofía y Letras:

TGV9: Se abrieron nuevas licenciaturas porque a mayor número de carreras, profesores y estudiantes, mayor era el presupuesto asignado a la Facultad… (Entrevista, 29 noviembre, 2009, p. 12).

Si bien estos momentos de refundación develan enfrentamientos entre grupos, uno de los signos distintivos fue el que los nuevos proyectos compartían concepciones semejantes en el plano ideológico, académico y político, en especial entre los aludidos grupos provenientes de la izquierda y la integración de académicos extranjeros: exiliados argentinos, quienes fueron invitados a sumarse a la planta docente, lo que favoreció nuevas discusiones académicas, con la ya descrita institucionalización del trabajo grupal y la construcción de proyectos colectivos.

9Pseudónimo: Teófilo González Villarreal.

1974: Los Normalistas

El primer coordinador del Colegio de Pedagogía, egresado de Normal Básica, con una fuerte experiencia en ese ámbito y en cargos directivos, cursó la Licenciatura en Filosofía en la misma Facultad y fue apoyado políticamente por el grupo médico en el proceso de apertura del plan de estudios en el año de 1974. Dicho perfil normalista lo compartía la primera generación de estudiantes quienes en ese momento contaban aún con formación técnica, por lo que acceden a la Universidad bajo la expectativa de lograr el grado de maestría, como sucedió en otras universidades del país10, lo que les permitiría, además de contar con posgrado, trabajar en bachilleratos y en la misma Universidad. Sin embargo, no prosperó este primer proyecto en gran parte por el clima político que se vivía en la Facultad y también porque se trasladó en forma íntegra el plan de estudios de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), lo que hacía depender el programa de un grupo de profesores de la misma UNAM, muy ligados de igual forma al normalismo. Esto originó el primer gran sismo y el enfrentamiento académico- político e ideológico, así como estilos de gestión diferenciados, que aún subsisten en la carrera y en la misma Facultad, sin posibilidad de encuentro: “Normalistas versus Universitarios”, pero que marcan temporalidades distintas.

1976: Refundadores adherentes

Es este el contexto en el que surge la refundación del Colegio de Pedagogía, ya que se integran nuevos grupos académicos que sustituyen, o bien, conviven con el colectivo fundador de la carrera. La incorporación de los profesores con adscripción a grupos de izquierda, así como la llegada de exiliados argentinos en el año de 1976, conformó un ambiente en el que la militancia se volcó al ámbito académico, además de que se privilegiaron estilos de gestión que promovían la participación y construcción de proyectos colectivos y aun cuando convivieron con estilos de control muy rígidos y centralizados, en especial en la figura de los directivos, es un período en

10Al respecto, Concepción Barrón Tirado ha documentado las disputas que este tipo de proyectos provocaron en la UNAM, con el consabido retiro de los profesores normalistas de la Universidad y la independencia de esta última, de la Escuela Normal Superior en la Ciudad de México y posteriormente en los estados (Barrón, 1992, p. 17).

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el que se fortaleció el sentido de pertenencia, de colectividad, con una gran capacidad instituyente.

Estas formas de configuración identitaria en las que prima la dimensión del yo-nosotros en el ámbito del trabajo remunerado, se constituyeron a través de modelos culturales y formas de organización en las que los actores se conocían o desconocían, no solo en el ámbito laboral. Al conformar relaciones subjetivas e intrasubjetivas fuertes, estas trascendieron el ámbito del empleo incidiendo en los estilos de implicación en el trabajo. Las formas de organización laboral y social incidieron en los vínculos familiares y afectivos, lo que conformó un tipo de organización societal-comunitaria (Dubar, 2002), toda vez que se compartían distintos ámbitos de la vida profesional y privada.

La noción de colectividad permitió a los actores incluirse, ser protagonistas y partícipes en la conformación y desarrollo de proyectos colectivos. Los estilos de trabajo y la concepción académica rememora la formación de tribus, en las que los referentes identitarios condensan afinidades académico-políticas e ideológicas.

2.1988-1990 La pulverización y los guiños de la globalización

A través de la historia de la carrera es posible advertir la conformación de trayectorias académicas y su reestructuración y a raíz de ello, el proyecto académico se fue rediseñando en función de nuevas experiencias y vínculos con otros grupos de trabajo externos a la institución, como otro tipo de prácticas que abrían nuevas posibilidades de desarrollo profesional tanto a los Refundadores adherentes, como a la tercera generación de (en ese momento) jóvenes académicos: “Los herederos”11. Constituido este último por egresados de la carrera que se incorporaron a la planta docente durante la década de los ochenta, apoyando el desarrollo del proyecto propuesto por los primeros.

11 Landesmann, et al. (2009), quienes también han acuñado esta nominación, la cual coincide con las características del grupo al que hacemos referencia.

A finales de los ochenta, se producen fisuras al interior del colectivo, bien por elegir otras instituciones que permitiesen desarrollar otro tipo de prácticas que cobraban mayor legitimidad en el mundo académico como la investigación. Bien por acceder a estudios de posgrado: maestrías y doctorados; o para participar en proyectos innovadores como la “Universidad virtual”. Aunado a lo anterior, también se dieron desplazamientos por razones de tipo económico a raíz de los bajos salarios que imperaron durante dicha década en las universidades públicas, lo que obligó a buscar compensaciones económicas trabajando en otras instituciones y, en especial, en universidades privadas12 de reconocimiento.

Todo ello aunado a las nuevas formas de gestión universitaria en las que la práctica académica se transformó, sujeta a los mandatos federales, al instituirse a lo largo de la década de los ochenta, la planeación y posteriormente los procesos de evaluación y concursos permanentes para la obtención de recursos, lo que originó estas diásporas en las que los grupos se fragmentaron y las trayectorias académicas tomaron otros rumbos bajo la seducción de propuestas por obtener salarios mejor remunerados, abandonando o distanciándose del proyecto académico y, en ocasiones, de la institución en la que se participó.

Este proceso generó, recordando a Robin, la pulverización de las identidades, en el sentido de que no son posiciones fijas: “Esas posiciones están en movimiento y a destiempo, son los mismos los que pasan de una posición a otra permanentemente” (1998, p. 35).

Dichas fisuras nos permiten advertir temporalidades grupales e institucionales, así como referentes identitarios concretos, que en el interjuego de lo social, institucional y personal encuentran su articulación desde la dimensión grupal.

A raíz de la diáspora grupal (Fernández, 2008), lo que prevalece a veinte años de distancia es un sentido de desgarramiento, de pérdida, aun cuando se cuente con otras satisfacciones, aparece la nostalgia: el

12 Las cuales cooptaban profesores de prestigio y con experiencia formados en universidades públicas.

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“nosotros”, la “comunidad que fuimos”. Predomina la sensación de gran vacío de los que regresan a la institución de origen, o bien, al lugar de refundación y lo habitan nuevamente, pero con otro entorno: un retorno al no lugar.

Es una doble traición: a la fundación y al origen, es también una rebelión frente a la institución que no reconoció la dimensión humana de estos grupos refundadores. Ya que si bien aflora la capacidad de agenciamiento, esto es, de elección y decisión personal, por otra parte habla de la expulsión que generan las instituciones, como en el caso aludido, la prevalencia de bajos salarios, la incapacidad para adecuarse a nuevas políticas de homologación de académicos como ya se venían gestando en otras universidades públicas del país.13 La ausencia de nuevos proyectos y el abandono de prácticas emergentes en la academia, como la investigación, que hasta la fecha ha contado con poco apoyo en la institución aludida.

Esto nos plantea la necesidad de seguir pensando las dinámicas que operan institucionalmente bajo los actuales modelos de gestión en las universidades y las crisis identitarias producto no solo de los nuevos vínculos de los docentes con la institución, con los pares y con las formas del ser y hacer académico. Aflora de igual forma, la temporalidad en la que los sujetos se encuentran ubicados respecto de su vida profesional, y tiene que ver con las representaciones con las que los académicos habitan la institución en el tránsito entre la etapa de mayor productividad laboral, con trayectorias marcadas por el éxito y reconocimiento, la búsqueda de otros espacios u opciones profesionales, al pasaje progresivo hacia la jubilación y el retiro, por ejemplo.

Las distintas tensiones esbozadas inciden en la configuración de identidades profesionales, desde el sentido que los sujetos otorgan al trabajo, su situación laboral y etapa de vida. Por ello, sostenemos que las trayectorias académicas se encuentran marcadas por sismos y fisuras, por cambios permanentes. Determinados, a la vez, por las

13Hacia finales de los ochenta inicia el proceso de homologación de académicos en la UNAM, el Instituto Politécnico Nacional (IPN), la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

actividades que se realizan, las relaciones de trabajo, los grupos que se constituyen, el tipo pertenencia y reconocimiento de los pares, así como el compromiso de los actores con las actividades desarrolladas. Po ello, la complejidad de procesos a los que nos acercamos al abordar las dimensiones inter e intrasubjetivas en la constitución identitaria resulta evidente.

Es posible advertir la celeridad de estos cambios a partir de la década de los ochenta, tanto en el contexto social como en el universitario. En el último se evidencia en las transformaciones de los procesos de gestión regidos por nuevas políticas de planeación y evaluación de las IES mexicanas y sus actores, como condición para la obtención de recursos federales, transformando trayectorias, formas de organización y prácticas.

Por ello hemos incorporado la noción de “diáspora” en la indagación de estos nuevos procesos, que desde la perspectiva socio-cultural nos aporta un encuadre a través del cual es posible advertir nuevas reconfiguraciones y referentes identificatorios, los que Mireya Fernández (2008) diferencia de otro tipo de desplazamientos como la migración o el exilio.14

De aquí que retomemos también la noción de conciencia diaspórica para referirnos a estas identidades recreadas entre los grupos intelectuales, en las que, parafraseando de nuevo a Fernández, se conservan referentes de la sociedad de llegada y la cultura de la sociedad de partida, conformando una unidad cultural: “las diásporas de las comunidades imaginarias”, así como “el lugar de encuentro, de confrontación, y conflicto, en una dinámica de negociación e intercambio entre distintos sujetos” y como proceso en continua transformación en relación con los otros y con los cambios estructurales. Por ello podemos considerar “las identidades culturales como puntos de identificación inestables, con procesos constantes de identificación y sutura” (Fernández, 2008, p. 318).

En el caso trabajado, los referentes de pertenencia institucional-grupal fueron muy claros y

14Las migraciones, cuyo origen es de tipo económico, se diferencian del exilio, que porta un origen eminentemente político.

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marcados por la permanencia institucional de los actores, lo que tiene que ver con el período de expansión de las universidades públicas en México a partir de la década de los setenta, con el consabido ingreso de gran cantidad de nuevos profesores, la mayoría de ellos jóvenes, incluso pasantes o estudiantes de licenciatura, o bien recién egresados. Por lo que resulta importante recordar el trabajo de Landesmann, et al. (1996), que señala este momento como el del surgimiento de una nueva profesión en México: la del académico universitario, que a diferencia de los catedráticos, viven de la academia y se caracterizan por la permanencia institucional (Landesmann et al., 1996, p. 158).

De aquí que encontremos conformaciones identitarias y grupales tan sólidas y su progresivo avance durante la década de los ochenta hacia trayectorias y construcciones identitarias diaspóricas, determinadas por cambios contextuales, por los avances de las disciplinas y las prácticas profesionales, así como por los nuevos modelos de gestión institucional que han orientado el trabajo académico hacia prácticas cada vez más individualizadas.

Bibliografía

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