LA MIGRACIÓN INTELECTUAL DE LA UNIVERSIDAD DE TUCUMÁN EN ARGENTINA, DURANTE EL PERÍODO DE ENTREGUERRAS. COMPLEJO GENERACIONAL, FILIACIONES E IDENTIDADES ACADÉMICAS

Liliana María Vanella1

Resumen

Desde la perspectiva de la sociología histórica (Ansaldi, Bourdieu, De Certeau, García Salord, Vanella) y análisis institucional (Fernández, Remedi, Landesmann) en este artículo seindagan enlaces institucionales y redes personales construidos a partir de las experiencias vividas por distintas generaciones pasadas, presentes y por venir. Identificamos las siguientes dimensiones: a) Reformistas en el gobierno de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) en 1930 y la convocatoria a nóveles docentes de otras provincias y de Latinoamérica que compartieron su experiencia estudiantil en tiempos de la Reforma de 1918 en Bs. As.; b) la polémica entre locales tucumanos y la matriz fundacional de la UNT ligada a la Universidad de La Plata; c) vínculos entre maestros y discípulos, anclajes institucionales y arribo de catedráticos exiliados de Europa; d) formación humanista de maestros europeos y experiencia intelectual en Tucumán en los años ‘30; e) relación discipular, legados académicos y contribución a grupos de trabajo y proyectos colectivos en otros espacios institucionales en décadas subsiguientes. Se reconstruyen trayectorias institucionales, individuales y colectivas a través de entrevistas y fuentes documentales (legajos, actas taquigráficas de consejos, publicaciones) y hemerográficas. El objetivo es desplegar la idea relacional que involucra la construcción de identidades, anudado a la marca de la experiencia a través del lenguaje y en los cuerpos (Arfuch, Battistini).

Palabras claves: Historia de las universidades - Universidad Nacional de Tucumán – Redes intelectuales internacionales – Exiliados europeos

The intellectual migrationof the University of Tucuman in Argentina during the interwar period. Generational complex, academic affiliations and academic identities.

Summary

We analize institutional links and personal networks made from the experiences of different generations past, present and to come, from a historical-sociology approach (Ansaldi, Bourdieu, De Certeau, Garcia Salord, Vanella) and the institutional analysis (Fernández, Remedi, Landesmann). We explore the following issues: a) Reformists in the government of the National University of Tucumán (UNT) in 1930 and the call of novice scholars from other provinces of Argentina and other countries of Latin America who shared their student experience in Buenos Aires during the University Reformation of 1918; b) Insiders of Tucuman and their local controversy, and the

1Centro de Investigaciones de la Facultad de Filosofía y Humanidades María Saleme de Burnichon. Universidad Nacional de Córdoba. Argentina.C.E.:livanella@gmail.com

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foundational roots of the UNT related to the University of La Plata; c) links between scholars and students, institutional locations and the arrival of professor sexiles from Europe; d) The humanistic tradition of european scholars and the intellectual experience of Tucum ánduring the '30s; e) disciplere lation ship, academic legacy and its contribution to research groups and collective project sinother institutional groups during the subsequent decades. Individual, collective and institutional trajectories are reconstructed by through interview sand documentary sources (scholar files, council shorthand records, publications) and newspapers. The objective is to display there lational idea which involves the construction of identities, tiedto the print of experiencethrough the languageand in body (Arfuch, Battistini).

Key words: University history- National University of Tucumán – International intelectual links – European exile

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Introducción

El origen de mi tema de tesis1 refería al interés que despertó en mí conocer las influencias que habrían tenido en las orientaciones académicas de los jóvenes -docentes y estudiantes- la experiencia vivida a mediados del siglo pasado en la Universidad Nacional de Tucumán a dos mil kilómetros de distancia de Buenos Aires, entonces principal puerto del Cono Sur.

Por aquellos años en la Universidad de Tucumán se produce el encuentro de una comunidad intelectuales, muchos de ellos exiliados europeos que venían huyendo de las persecuciones raciales y políticas de España, Italia, Francia y Alemania, y del flagelo de la II Guerra Mundial. Ese intercambio dejó su huella humanista a través de sus discípulos, no sólo en esa universidad, sino en diversas casas de altos estudios nacionales y de la región latinoamericana.

Me acerqué al tema a través de dos maestras, egresadas de Tucumán que ejercieron una fuerte influencia en mí y con quienes tuve oportunidad de compartir especiales circunstancias de mi vida. Celma Agüero, historiadora nacida en Córdoba a quien conocí durante mi exilio en México en la última dictadura militar en Argentina entre 1976 y 1984. Por aquellos tiempos dirigía el Centro de Estudios Africanistas en el Colegio de México. A María Saleme de Burnichon, pedagoga tucumana, la conocí en mi retorno al país con la vuelta a la democracia cuando me incorporo a su equipo de cátedra en la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba.

Encontraba en ellas, marcas compartidas en la construcción de miradas, en su compromiso con la profesión, en su reflexión de la vida y me preguntaba ¿qué huellas les había dejado en su formación, su paso por la Universidad de Tucumán? Ese fue el origen de esta línea de indagación que se anuda a su vez con el tema convocante del taller.

1Vanella, Liliana (2008) “El exilio europeo en la Universidad Nacional de Tucumán durante las décadas de 1930 y 1940”. Tesis de Doctorado en Ciencias de la Educación. Facultad de Filosofía y Humanidades. Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Mimeo.

La investigación de campo consistió principalmente en trabajo de archivo de rastreo de fuentes documentales (legajos, actas de consejos, publicaciones, etc.) y hemerográficas; realización de entrevistas y observación en terreno. Fue el material de base para la reconstrucción de trayectorias institucionales, individuales y colectivas.

Reformistas en el gobierno de la Universidad de Tucumán en la década de 1930 y su polémica con la generación de los fundadores de la UNT

En 1929 asumen el gobierno de la Universidad de Tucumán los sectores reformistas herederos del movimiento estudiantil de la Reforma Universitaria de 1918, encabezado por el doctor Julio Prebisch, rector reelecto en 1937, obligado a renunciar en su último año de gobierno (1941).2

El movimiento de Reforma Universitaria que estalla en Córdoba en 1918, cristaliza los reclamos de ampliación democrática de las nuevas clases medias en el ámbito universitario y en la franja generacional representada por los estudiantes.

Acompañando el clima político de época de la provincia, el control de la Universidad de Tucumán desde su creación en 1912 y hasta 1940, se disputó entre dos sectores dominantes: fundadores y sus herederos, los reformistas.

Los primeros los fundadores- mantuvieron la hegemonía en el poder hasta 1929. En su mayoría representaban a la oligarquía azucarera; sus familias eran dueñas de ingenios y de plantaciones cañeras. En el ámbito nacional disputaban sus intereses frente a la oligarquía vacuna de la pampa húmeda que desde la metrópoli concentraba los espacios de poder político y económico. Conservadores en lo político, en el sentido de defender el control político del estado provincial en manos de un pequeño grupo de familias; eran liberales en lo económico y en lo cultural, como así también, en su preocupación por la cuestión social.

2Julio Prebisch, hermano del economista y fundador de la CEPAL Raúl Prebisch, cumplió su primer mandato hasta 1933; le sucede Ayala Torales (1933/37) también de las filas reformistas. Asume nuevamente el rectorado en 1937 hasta diciembre de 1940 que renuncia y es intervenida la UNT por el Poder Ejecutivo Nacional (Vanella, 2008).

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En el plano cultural, los fundadores representan a los intelectuales de la modernidad en una ciudad de provincia en el cruce de siglos XIX y XX. Su acción ordenadora y visión totalizadora les permitió crear un espacio social, político y cultural como la Región del NOA, el Noroeste argentino y tornarlo visible frente a la Capital Federal y a las otras regiones de la joven nación argentina. Se imaginaron ese espacio, lo planificaron y legislaron sobre el mismo, marcando una férrea división entre la autoridad que ellos representaban –política, económica y de conocimiento– con el resto de la sociedad. Imbuidos en sus convicciones de clase, su autoridad para arbitrar se legitimaba –según la caracterización de Bauman– “en este caso por un conocimiento (objetivo) superior, al cual los intelectuales tienen un mejor acceso que la parte no intelectual de la sociedad.” (2005;13)

Herederos de aquellos, los reformistas encarnaban las clases medias emergentes –resultado de la reconfiguración demográfica y social del país, asociada a las políticas migratorias del gobierno nacional– que con la sanción del voto universal en 1912, y el triunfo del partido Radical con Irigoyen en 1916, obtienen representación en el espacio político logrando quebrar la hegemonía en el poder de los sectores oligárquicos.

Los reformistas se sostuvieron en el gobierno de la universidad desde 1929 hasta 1940. La oposición conservadora sin embargo, nunca quedó desarticulada. Como minoría en los organismos colegiados de gobierno y aprovechando las divisiones internas de las generaciones más jóvenes, mantuvieron una política sistemática de obstrucción a la gestión que los había desplazado del gobierno de la universidad.

En ese ambiente político y cultural, debe leerse el accionar de los locales tucumanos en torno a la Universidad.

Modernización académica de la UNT

La década de 1930 se caracterizó por una intensa y fecunda actividad que redundó de manera decisiva en la modernización académica de la institución reflejado en la creación de nuevas

dependencias y líneas de desarrollo de conocimiento especialmente en el área de las Humanidades y de las Ciencias Sociales. Sin perder la pretensión fundacional de la UNT por atender las necesidades de la región del NOA, los reformistas promovieron la adecuación de la universidad a las crecientes demandas sociales y educativas de las nuevas clases medias, mediante la ampliación y diversificación de los espacios de formación en las carreras de grado y de producción científica.

Hasta 1930 las dos terceras partes de los recursos de la UNT se los llevaba la atención de las escuelas primarias, secundarias, los cursos de extensión y actividades de administración del nivel central. Apenas el tercio restante sostenía las carreras de grado y la investigación.

En aquel tiempo, la UNT contaba sólo con dos carreras de grado: Ingeniería Industrial y Farmacia. En 1932 se creó la carrera de Ingeniería Civil y entre 1936 y 1940 sucesivamente, se crearon el Departamento de Filosofía, con una variedad de carreras; el Departamento de Investigaciones Regionales con ocho institutos, la Facultad de Derecho, el Doctorado en Bioquímica y la Escuela de Arquitectura.

La modernización de la Universidad de la primera y segunda gestión de Prebisch, estuvo acompañada por la convocatoria a catedráticos foráneos a Tucumán con orígenes y trayectorias académicas diversas: argentinos, de América Latina y de Europa occidental. Unos y otros fueron activos protagonistas de la creación del Departamento de Filosofía y Letras de la UNT; ello significó la apertura de un espacio institucional en el área de las Humanidades y las Ciencias Sociales hasta entonces inexistente en la Universidad de Tucumán. El mismo era un anhelo pendiente desde sus orígenes manifestado por los miembros fundadores. Sin embargo hubo que esperar varios años hasta lograr su concreción. Los sectores reformistas viabilizaron la propuesta, al avalar políticamente a representantes del medio local, nacional y extranjero quienes delinearon y llevaron a cabo un proyecto académico desde una visión cosmopolita y de alcance internacional.

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Algunasclaves de lectura: la definición sociológica de Zeitgeist, complejos generacionales actualesy unidades generacionales

Según Karl Mannheim, las generaciones no pueden ser vistas ni como un grupo concreto comunitario (la familia v.gr.), ni como un grupo asociativo (partidos políticos). Sino que de la misma manera que la posición de clase, la generación se conforma básicamente por una localización compartida de un número de individuos dentro de una estructura social. En este sentido la localización común limita a los individuos de una generación, “a una gama específica de experiencia potencial, predisponiéndolos a un modo característico de pensamiento y experiencia, así como a un tipo específico de acción histórica relevante (…) En un sentido positivo, toda localización social tiene una tendencia inherente orientada hacia ciertos modos determinados de conducta, sentimientos y formas de pensar”. (Mannheim citado por Gil Villegas; 96)

Por tanto, la contemporaneidad biológica por sí misma no define una generación. Grupos de edad semejante cobran sentido sociológicamente, en la medida en que se vean expuestos a los mismos eventos, experiencias e influencias.

Esa definición lleva a Mannheim a desglosar el concepto de generación distinguiendo entre localizaciones generacionales potenciales, complejos generacionales actuales y unidades generacionales. La localización generacional potencial permite excluir miembros de culturas radicalmente diversas a pesar de que tengan la misma edad. El complejo generacional actual reconoce aquellos individuos de una misma franja de edad en localizaciones similares que comparten un destino común y participan de los mismos movimientos sociales e intelectuales. Podríamos pensar en los protagonistas de la Universidad de Tucumán y sus relaciones con las universidades de la metrópoli porteña de los años ’30. La unidad generacional en cambio, es un nexo aún más concreto, pues en un complejo generacional existen grupos con experiencias compartidas específicamente diversas que constituyen unidades generacionales separadas. Para el caso que nos ocupa, lo podríamos referir a fundadores y reformistas de la UNT.

El desglose que realiza el sociólogo alemán lo lleva a conectar el concepto de Zeitgeist o ‘espíritu de la época’ con las generaciones: “el Zeitgeist es el resultado de la interacción dinámica continua de los complejos generacionales que se suceden uno a otro”, sostiene Mannheim. Por tanto el Zeitgeist es concebido como “una relación dinámica de tensión entre poderes sociales opuestos que intentan dominar los mismos problemas sociales e intelectuales de una época” (Gil Villegas; 99). Son las tensiones sociales entre poderes las que deben ser investigadas para dar cuenta del ‘espíritu de la época’, y éste no debe ser entendido como una sustancia con materialidad independiente. En definitiva el individuo se forma apropiándose de las influencias y corrientes intelectuales de su época y en particular por las del grupo social al que pertenece. En consecuencia, y en la medida en que no existe un Zeitgeist unitario, el individuo se va moldeando según las corrientes de pensamiento predominantes en un momento determinado.

La conceptuación de Zeitgeist, complejos generacionales actuales y unidades generacionales sirven de orientación para estudiar a los protagonistas de nuestra historia y la configuración del juego de poderes y tensiones por los que atravesó la sociedad local y nacional, así como la Universidad de Tucumán en los años 1930 y 1940.

Al mismo tiempo, dicha conceptuación permitió identificar los vínculos entre locales tucumanos y foráneos y el modo en que se fueron engarzando hasta armar el encadenado de relaciones que culminara en su confluencia en la UNT,al reconstruir las trayectorias de cada uno de nuestros protagonistas, como así también en el análisis de los tiempos de llegada a la Universidad de los profesores foráneos a Tucumán, nacionales y extranjeros.

¿Quiénes eran los docentes foráneos a Tucumán que entre 1936 y 1946 que se sintieron convocados por la UNT y cuáles eran sus antecedentes que facilitaron su inserción institucional?

Se lograron distinguir dos corrientes de catedráticos que confluyeron en la Universidad. Una de origen europeo y otra de profesores provenientes

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de otras localizaciones geográficas del país, y algunos de la región latinoamericana.

En esta oportunidad, aunque se contempla a los exiliados europeos, interesa privilegiar el análisis de trayectorias del segundo flujo mencionado, los docentes nacionales y americanos. Fundamentan el recorte, además de los límites de la convocatoria, dos cuestiones. La primera, porque se encontró que los profesores nacionales y americanos tuvieron un papel privilegiado en la construcción de aquel ambiente intelectual de provincia, al operar de nexo o mediación entre sus pares locales tucumanos y los profesores europeos. La segunda es, porque desde la conceptuación de Mannheim –complejos generacionales actuales/unidades generacionales- en el flujo de tensiones y poderes del complejo generacional nacional de los años ‘30, están próximos o pertenecen a la unidad generacional de los reformistas tucumanos. Ello nos ofrece la posibilidad de recorrer en la mediana duración –más de dos tercios del siglo pasado- la reconstrucción de grupos disciplinares y legados académicos de las distintas generaciones que se vieron involucradas, objeto específico de tratamiento del Taller.

Pacual Guaglianone y Manuel García Morente y su paso por la Universidad de Tucumán

Pascual Guaglianone y Manuel García Morente con una visión cosmopolita idearon el proyecto de creación del Departamento de Filsofía y le confirieron el impulso inicial. El primero había llegado a la provincia desde Buenos Aires a principios de la década del ‘30. El segundo había arribado desde el Viejo continente.

El filósofo Manuel García Morente, español de origen, inaugura la cadena de exiliados europeos del período de entreguerras que arribaron a Tucumán. Los dos llegaron a la universidad durante alguno de los mandatos del rectorado de Prebisch. Y la ausencia de ambos de la UNT, se registra igualmente en el mismo año, 1938. El encuentro entre locales tucumanos y catedráticos foráneos facilitó la concreción de la creación del Departamento de Filosofía y Letras en 1936. La contribución del primero fue elaborar la propuesta que incluyó la definición del marco normativo, alentar su

aprobación por el Consejo Universitarioy la contratación de los primeros catedráticos. Al año siguiente (1938) y en plena actividad, Pascual Guaglianone fallecía en la ciudad de Tucumán.

Manuel García Morente llegó a Tucumán en julio de 1937. Había logrado escapar a Francia al estallar la Guerra Civil Española luego de que fuera dejado cesante como Decano en la Universidad de Madrid3 por el ejército de Franquista. Durante su estancia en el país, desarrolló una intensa actividad de producción académica y de gestión institucional.

Su experiencia en España como decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid y sus afinidades con las autoridades de filo reformista recientemente electas, coadyuvaron favorablemente para que tuviera una acción protagónica en la institucionalización del Departamento de Filosofía, fortaleciendo la orientación humanista y el carácter extensionista definidos originalmente en su normativa.

Al asumir como director del Departamento, puso en marcha una serie de medidas de carácter estructural. Entre ellas, promover una reforma de los planes de estudio, la creación de una editorial universitaria y la convocatoria de profesores externos a Tucumán para el dictado de los cursos.

Imprevistamente, en abril de 1938 (estuvo apenas un año), el filósofo renuncia por ‘motivos personales’ y se regresa a España para ingresar a un convento de clausura como monje donde murió en 1942.

Al año siguiente –y ya en su ausencia– sus disertaciones filosóficas se publicaron bajo el título de Lecciones Preliminares de Filosofía. El rector Prebisch encomendó el cuidado de la edición a los catedráticos Risieri Frondizi y Eugenio Pucciarelli, ambos foráneos a Tucumán quienes habían sido incorporados la casa

3Su yerno en circunstancias confusas fue muerto por la oposición. Viudo, con 50 años y sus dos hijas se exilia en Francia donde vive una ‘experiencia religiosa extraordinaria’. Desde allí viaja a la Argentina y se hace cargo de la cátedra de Filosofía y Psicología en el Departamento de Filosofía, designado en marzo de ese mismo año. Ya había estado en Buenos Aires en 1934 para dictar un curso que luego se editara como libro bajo el título, De la metafísica de la vida a una teoría general de la cultura. Ver Vanella, 2008.

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de Altos estudios, meses después de designado García Morente en el Departamento de Filosofía. El texto de García Morente fue un ‘clásico de filosofía’ durante varias décadas para los estudiantes del mundo hispanoamericano.

Vale recordar que a Manuel García Morente se lo reconoce en España como el gran impulsor de un proyecto de autonomía universitaria que tuvo su experiencia piloto en la madrileña Facultad de Filosofía y Letras iniciado en 1933 bajo el gobierno de la II República, quien “...en cuanto Decano actuó como ejecutor y garante del mismo; los testigos de aquellos años suelen aludir a él como ‘el Decano’ por antonomasia” (Abellán, 1998). En aquel ambiente había comenzado a funcionar institucionalmente la Escuela Filosófica de Madrid, cuyo representante más destacado fue el filósofo José Ortega y Gasset quien por aquellos años residía en Buenos Aires emigrado de España.

El complejo cultural rioplatense en 1920

Por los años 1920 y en la década siguiente el ambiente académico y cultural de la capital de la república estaba constituido por un pequeño número de instituciones por las que circulaban docentes, estudiantes e intelectuales donde se impulsaban y discutían las ideas de la época. Entre las instituciones y grupos más reconocidos, se pueden mencionar la Universidad de Buenos Aires, la Universidad de la Plata, el Colegio Libre de Estudios Superiores y grupos editoriales como la revista Sur, la revista Nosotros y editorial Losada, entre otros.

En torno a esas instituciones y sobre ese territorio habrían circulado los catedráticos objeto de análisis, específicamente los profesores nacionales y americanos.Encontramos que la mayoría pertenece a la misma década (nacieron entre 1905–1915) y casi todos provienen de las humanidades. Y aunque proceden de localizaciones geográficas diversas, ya sea porque se trasladaron a la metrópoli o porque allí nacieron, en su etapa de formación -al igual que los sectores reformistas tucumanos- tuvieron acceso a los mismos espacios de socialización. Algunos alcanzaron a participar de las revueltas estudiantiles de 1918. Julio Prebisch cuando cursaba sus estudios en medicina, fue presidente del Centro de Estudiantes de

la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires.

Una proporción significativa de los docentes nacionales y americanos que arribaron a Tucumán, tuvieron los mismos maestros en su formación universitaria. Son recurrentes los nombres de tres reconocidos pensadores de las primeras décadas del siglo XX: Alejandro Korn, Francisco Romero y el escritor dominicano Pedro Henriquez Ureña. Fueron alumnos de aquellos, el guatemalteco Juan José Arévalo, Risieri Frondizi, Silvio Frondizi, Eugenio Pucciarelli, Aníbal Sánchez Reulet y Enrique Anderson Imbert.

En lo que refiere a aquellos maestros, ambos, Alejandro Korn como su discípulo Francisco Romero, eran intelectuales de reconocido prestigio que participaron activamente en la constitución del campo filosófico en Argentina en la primera mitad del siglo pasado. Eran docentes de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Después del golpe militar de Uriburu en 1930, fueron miembros fundadores del Colegio Libre de Estudios Superiores, “…un centro de docencia alternativo a las Universidades Nacionales sacudidas por la llegada al poder del primer régimen de facto y sometidas a una fuerte presión contraria a los valores y prácticas instituidos por la Reforma Universitaria durante toda la gestión de la Concordancia (y después de ella también). Su intención era ofrecer un sistema de cátedras libres, y hacer circular los resultados por medio de un espacio ideológicamente neutro en un comienzo … se transformó muy rápidamente en un baluarte de las principales corrientes intelectuales colocadas a la izquierda del universo ideológico argentino, e identificadas muy claramente como antifascistas”. (Myers, 2004)

Alejandro Korn (1860–1936) era médico y filósofo con una amplia trayectoria en el campo intelectual. Profesor en filosofía en la Universidad de La Plata y de la Universidad de Buenos Aires; fue vicerrector en la Universidad de La Plata y decano de Filosofía y Letras en la Universidad de Buenos Aires en 1916 en tiempos de la Reforma Universitaria. Afiliado al Partido Radical en su juventud, influenciado por las ideas reformistas de 1918, realiza un giro en los años 1930’s hacia el pensamiento

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socialista. Fue fundador del Colegio Libre de Estudios Superiores y de la Sociedad Kantiana; publicista y gran impulsor de grupos de estudio y de trabajo entre los jóvenes. Un año después de su muerte en 1937, sus discípulos fundaron la Universidad Popular Alejandro Korn que aún funciona en la Casa del Pueblo de La Plata.

Francisco Romero (1891–1962) jugó un papel dominante en la filosofía hasta el primer peronismo. Pertenecía también –bajo la influencia de Victoria Ocampo– al grupo de la revista Sur; fue profesor de la Universidad Nacional de La Plata, director del Departamento de Filosofía y sucesor de la cátedra de Alejandro Korn de Gnoseología y Metafísica de la Universidad de Buenos Aires; fue miembro fundador de la Sociedad Kantiana y del Colegio Libre de Estudios Superiores y director de la revista Nosotros.

En el campo literario una referencia como maestro fue el crítico y escritor dominicano Pedro Henriquez Ureña, profesor igualmente de la Universidad de Buenos Aires y miembro del Instituto de Filología que dirigía el español Amado Alonso desde 1927. Era docente del Colegio Libre de Estudios Superiores y era también miembro del grupo de la revista Sur.

Volviendo a las trayectorias formativas de quienes fueran alumnos de aquellos que se incorporaron años después en la Universidad de Tucumán, la gran mayoría eran egresados de la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de La Plata (Arévalo, Pucciarelli, Sánchez Reulet, Altieri y Vázquez), y de la Universidad de Buenos Aires (Silvio y Risieri Frondizi, Pucciarelli, Anderson Imbert y D’escole); Raúl Piérola en cambio, era egresado de la Universidad del Litoral.

Algunos estuvieron becados en el exterior antes de arribar a Tucumán. Sánchez Reulet había viajado a España, donde realizó estudios con José Antonio Gaos miembro de la Escuela Filosófica de Madrid, bajo la dirección de Ortega y Gasset integrado por entre otros, por Lorenzo Luzuriaga, María Luisa Navarro y Manuel García Morente, Años más tarde la mayoría se refugiaba en Argentina recalando gran parte ellos en la Universidad de Tucumán.

Arribo de catedráticos foráneos a Tucumán

Respecto del arribo de los profesores foráneos a Tucumán, se verificó una tendencia en los tiempos de llegada: primero –aunque de manera no excluyente– ingresaron a la universidad los jóvenes docentes oriundos de otras provincias argentinas o de la región americana y apenas un año después, comenzaron a arribar los exiliados europeos. Estos jóvenes hicieron las veces de enlace entre los exiliados europeos y los locales tucumanos. Pascual Guaglianone siendo Consejero universitario en 1937 propone a García Morente y al guatemalteco Juan José Arévalo como profesores del Departamento de Filosofía de reciente creación.

Horacio D’escole oriundo de la Capital Federal, ingresó en 1937 con el apoyo del rector Julio Prebisch. Primero como profesor de Botánica en Farmacia, y luego en el Instituto Miguel Lillo.4Sus contactos en Buenos Aires fueron Alberto Rougés y Ernesto Padilla, ambos miembros fundadores de la UNT de principios de siglo. D’escole fue designado subdirector del Departamento de Investigaciones Regionales por el rector Julio Prebisch y más tarde asumió la dirección del Instituto Miguel Lillo. En 1945 fue apartado de la Universidad por el Consejo Superior, en su intento por separar el Instituto del Botánico Lillo de la UNT; en junio de 1946 fue reincorporado, esta vez designado interventor de la Universidad de Tucumán por el gobierno nacional y entonces presidente Juan Domingo Perón.

Risieri Frondizi, ingresó a la Escuela secundaria de Agricultura; a propuesta de García Morente se incorpora al Departamento de Filosofía y fue su reemplazante como Director del Departamento en su ausencia. Risieri le abrió el camino para ingresar a la UNT a su hermano Silvio Frondizi, historiador y politólogo.

En 1938, Eugenio Pucciarelli originario de la provincia de Buenos Aires, ingresa a la UNT para suceder a García Morente en las cátedras hasta

4El Lillo lleva su nombre por el botánico Miguel Lillo que a su muerte en 1930, dejó su legado a la UNT. Al Lillo lo conformaban tres ‘organismos’, el Museo Lillo, el Instituto Lillo y la Fundación y ComisiónVitalicia Miguel Lillo. A esta última la integraban los fundadores de la universidad Encabezaba el elenco, Alberto.Rougés (Vanella, 2008).

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entonces a su cargo. Fue propuesto por el rector Prebisch. Desde antes, Pucciarelli mantenía amistad con el filósofo tucumano Alberto Rougés quien lo había invitado a disertar en la Sociedad Sarmiento. El nexo había sido Francisco Romero.

Desde 1938 y por cinco años, la dirección académica y política de Filosofía y Letras estuvo en manos de Risieri Frondizi y Eugenio Pucciarelli. Ambos fueron consejeros del Consejo Superior de la UNT alternándose, Frondizi primero, como Director del Departamento y más tarde Pucciarelli como Decano de Facultad. Con el apoyo de la gestión reformista del rector Prebisch, impulsaron y concretaron la incorporación de profesores locales y foráneos, entre ellos a los exiliados europeos, en las áreas de las Humanidades y las Ciencias Sociales de la Universidad de Tucumán.

Frondizi y Pucciarelli propusieron la designación del francés Pierre Paul Hamelka; al pedagogo español Lorenzo Luzuriaga; y a su esposa María Luisa Navarro. A Aníbal Sánchez Reulet, recientemente llegado de España, para dictar Psicología de la Niñez y Adolescencia; a los lingüistas, Clemente Hernando Balmori, oriundo de España y el italiano Benvenuto Terracini; uno y otro fueron contratados para el dictado de Lingüística y Latín.

Propusieron además Jack Rush emigrado del Reino Unido y a la alemana Ena Dargan para dictar cursos de Lengua y Cultura Inglesa y Alemana respectivamente. En 1941 se incorporan el joven escritor cordobés, Enrique Anderson Imbert y el filósofo y pedagogo porteño Juan Adolfo Vázquez, propuestos a su vez por Eugenio Pucciarelli.

A diferencia de los anteriores, el historiador Roger Labrousse fue contactado en Córdoba por Silvio Frondizi quien viaja para ofrecerle un contrato para incorporarse a la UNT.

Más tarde, en la gestión peronista, Roger Labrousse a su vez operó de mediador para contratar su esposa, Elizabeth Gauguel y los italianos Giovanni Turín, pedagogo y el filósofo Rodolfo Mondolfo. Labrousse estaba a cargo de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT en calidad de Delegado interventor interino (1947).

Aquellos intelectuales, a medida que se fueron incorporando a la Universidad de Tucumán, colaboraron con su experiencia e ideas en la orientación académica del proyecto de la Facultad de Filosofía y Letras y algunos también, participando en la gestión de la institución, como es el caso de los catedráticos españoles Manuel García Morente y Lorenzo Luzuriaga, quien fue electo vicedecano entre 1940 y 1943.

Buenos Aires y Tucumán, enlaces entre dos espacios culturales

Alberto Rougés, de la generación de los fundadores de la UNT, fue un referente intelectual del espacio cultural de Tucumán y de diversos ámbitos de la filosofía y la política de Buenos Aires hasta su muerte en 1945. Aunque pertenecía a la oposición del rector Prebisch y de las fracciones nucleadas a su alrededor, nunca se desvinculó de la Universidad ni dejó de ejercer influencia en las orientaciones en materia de política universitaria. De hecho, varios de los docentes foráneos que arribaron a la UNT, lo hicieron a través de los contactos y recomendaciones y de personajes vinculados con él.

Rougés mantuvo una amistad académica con dos referentes del círculo filosófico de la capital, Alejandro Korn y Francisco Romero. Esa amistad tuvo su origen en sus épocas de estudiante donde Rougés se graduó de doctor en Derecho en la UBA en 1905, amistad que se vio reflejada en el prolongado lazo epistolar que mantuvieron, reflejado en sus Correspondencias. (Valentié et al, 1999). Entre ellas, Romero elogia las notas que escribiera Rougés con motivo de la visita del filósofo español José Ortega y Gasset a la Sociedad Sarmiento en Tucumán en 1916. Ya previo a su arribo a Tucumán, Eugenio Pucciarelli y Aníbal Sánchez Reulet formaban parte del Centro de Estudios Filosóficos de la Universidad Nacional de La Plata. Ambos eran secretarios del Consejo Directivo del mismo Centro, integrado entre ellos, por Francisco Romero y Carlos Astrada, al que también pertenecía Rougés. (Vanella, 2008).

Sánchez Reulet por su parte, ingresó a la Universidad de Tucumán en 1939 a través de Eugenio Pucciarelli. Aunque Rougés estaba enfrentado con el entonces rector de la universidad, es probable que

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aquel haya influido en favor de su designación. Francisco Romero, en dos ocasiones le había hablado de su discípulo. En una de ellas le mencionaba:

“…Aquí en la Kantiana, hemos hecho ya este año dos sesiones, una a cargo de Lida, sobre Croce y Gentile, […] y otra a cargo de Aníbal Sánchez Reulet, un discípulo mío de La Plata, ahora becado en España, donde está haciendo la tesis con Gaos, sobre Lask…”.(Valentié et al, 1999)

Otro dato sobre las redes de relaciones de aquellos intelectuales, refiere a Renato Treves. El sociólogo italiano primero recaló en Montevideo, desde donde se contacta con Rougés y le envía algunas publicaciones sobre Filosofía del Derecho. Ese mismo año Treves fue contratado en la Universidad de Tucumán.

Formación humanista de maestros europeos y vivencias compartidas en Tucumán

La actividad editorial gozó de un impulso sostenido en la UNT, donde los académicos de Filosofía tuvieron un marcado protagonismo. García Morente y Lorenzo Luzuriaga con sus producciones y experiencias como publicistas en España, contribuyeron directamente en la formación de los equipos de gestión y en el desarrollo de la línea editorial de la Universidad de Tucumán. Los años transcurridos entre 1936 y 1946, fueron particularmente fructíferos en la producción de publicaciones para la Facultad de Filosofía y Letras y los Institutos dependientes de ella. En esa década, se observa que la mayor producción se concentra entre 1938 y 1943. En los primeros años, Filosofía aún siendo departamento y hasta que alcanza la jerarquía de facultad, se abocó al cuidado de la edición de los primeros libros. Entre 1938 y 1941, la Facultad de Filosofía publicó cuatro libros: Lecciones Preliminares de Filosofía, de Manuel García Morente; dos textos del filósofo Juan David García Bacca y un ciclo de conferencias del uruguayo Carlos María Onetti.

Por último, se destaca el trabajo de investigación sobre los conventillos en Tucumán, dirigido por Renato Treves y publicado por el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociológicas en 1942, bajo el título Introducción a las

investigaciones sociales. Con un apéndice sobre los conventillos en la ciudad de Tucumán. El mismo fue una de las primeras investigaciones sobre sociología urbana desarrolladas en el país.5

Las cualidades de Lorenzo Luzuriaga como docente y publicista, aparecen mencionadas en el dictamen de Pucciarelli y Frondizi, para referirse al pedagogo español con motivo de la renovación de su designación:

“…es conocida además su larga actividad docente europea y americana – que comprende 20 años de actuación de profesor, inspector de enseñanza y miembros de altas instituciones pedagógicas oficiales– y su dilatada actividad de publicista –apreciable a través de libros y trabajos publicados ininterrumpidamente durante más de 27 años que le han valido ser considerado justamente como la primera autoridad en materia pedagógica en nuestra lengua” (Vanella, 2008).

Años más tarde, luego que fuera aparado de la Universidad de Tucumán, se traslada a Buenos Aires donde además de ejercer la docencia universitaria, fue contratado por Editorial Losada para dirigir la Colección de Pedagogía.

En la tercera generación, los docentes nucleados en torno a las Ciencias Sociales y las Humanidades, alentaron de igual manera la participación y el intercambio de ideas entre sus estudiantes. Un rasgo que marcó su orientación fue la formación humanista, un nomenclador común recogido desde las distintas voces de los alumnos. Dicho rasgo se encontraba tanto en el énfasis otorgado a la enseñanza de lengua y cultura greco latinas, como de las lenguas modernas en los planes de estudios de las diversas carreras, según recuerdan algunos estudiantes:

“Cuando entré (a la UNT), los de Ciencias Sociales teníamos tres años de ciclo básico común. Durísimo.

5Sobre la institucionalización de la sociología como disciplina en las universidades argentinas y las contribuciones de Renato Treves en el campo, ver Alejandro Blanco (2004) “La sociología: una profesión en disputa” en Intelectuales y expertos La constitución del conocimiento social en la Argentina, de Federico Neiburg y Mariano Plotkin (comps.), Paidós, Bs. As.

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Historia de la cultura que se dividía en tres materias íntimamente interconectadas: Historia, Literatura y filosofía. ¡Veíamos los griegos en historia, literatura y filosofía al mismo tiempo! Además teníamos idiomas: latín y griego y lenguas modernas”. (Celma Agüero, entrevista)

Lore Terracini, hija del matemático italiano reflexiona igualmente, sobre la influencia recibida:

“En el plano lingüístico, como así también en otros planos,… me doy cuenta de la diferencia de experiencia entre mi generación y la de los adultos de entonces… Ellos sí tenían detrás una identidad cultural, nosotros no; la adquirimos en gran parte allá... Para ellos se trató de un encuentro de cultura en el cual, con gran disponibilidad proyectaban su experiencia europea sobre nuevos problemas, pasando desde Gioele Solari a Alejandro Korn, del etrusco al quechua, provistos de un bagaje cultural que estaba hecho no solamente de libros.”

Varios de quienes fueron estudiantes en la Facultad de Filosofía y Letras durante las décadas mencionadas, registran aquella experiencia como ‘extremadamente positiva’ no solamente por la formación impartida desde la estructura formal de las propuestas de enseñanza, sino a través del clima de vida universitaria:

“Fue un período muy fértil; poquísimos estudiantes, amistades recíprocas, ardientes discursos culturales, apertura a diferentes lecturas: Neruda y García Lorca; Bernard Shaw , Hemingway y Faulkner…En el plano cultural, no se trataba solamente de contenidos diferentes, la cuestión era mucho más sutil… sobre el plano lingüístico, cultural, social, afectivo; la amistad, la capacidad de establecer auténticas relaciones con gente de cualquier origen, nacida en Hungría o en lo más profundo del interior de las provincias…”(Lore Terracini)

De igual modo, el lenguaje utilizado para describir la vida estudiantil de otra egresada de la Universidad de Tucumán de los años ’40, transmite de manera elocuente el clima y ambiente universitario de la época:

“Era un ambiente muy estimulante porque los estudiantes participábamos en todo tipo de grupos y ‘había que estar al día’. Hacíamos alpinismo por ejemplo, y muchos de nuestros maestros también estaban en el grupo. ¡Labrousse era un gran entusiasta del montañismo! El club de deportes, los grupos de arte y de teatro…

“Había un Mozarteum, era un conjunto pequeño, donde todas las semanas se tocaba Mozart. ¡Tocaban y explicaban Mozart y ahí, ‘sí o sí’ aprendías! Cuando me recibí y más tarde estuve en Italia estudiando la cultura italiana con grandes maestros, yo no sentí que para mí fuera gran novedad. Y eso tiene que ver con los maestros que nosotros tuvimos y la bibliografía que nos daban.” (Celma Agüero)

En la misma línea, alumnos y alumnas de la época recuperan las relaciones y lazos construidos con sus maestros y que ellos mismos promovían, tales como compartir sus libros y los espacios de trabajo familiares:

“(Risieri Frondizi)… había instituido cada quince días casa abierta para que lo visitaran los estudiantes en reuniones que se hablaba libremente de los problemas que preocupaban. Estaba casado con Josefina Barbat, profesora de inglés, que se ofrecía para enseñar ese idioma a los alumnos de su marido, de manera que con ella leí por primera vez el ensayo de Locke en su idioma original.” (Nader citado por Vanella)

Otro espacio valorado en la formación académica por parte de quienes eran estudiantes fueron las ayudantías de cátedra, experiencias igualmente recordadas:

“Yo tuve la suerte de ser ayudante de Rodolfo Mondolfo en Filosofía antigua. Fijate que Mondolfo, cuando le mandaban de Europa un poema que se había encontrado, por ahí perdido, de los pitagóricos, me llamaba a mí, su ayudante; él, que era especialista en los presocráticos, en los pitagóricos particularmente …Venga Saleme –no me decía María– ¿Qué dirá aquí? ¡Qué sabía yo lo que decía! Si era un griego antiquísimo, difícil. Sólo él lo sabía. Pero esa cosa de preguntarme y obligarme a que pensara, e inclusive sobre la base de mi propia ignorancia, me ponía en tensión muy fuerte. Yo le tenía que decir, bueno yo esto no lo sé… de todas maneras iniciábamos la conversación, que realmente

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era consigo mismo. Pero me daba una participación a mí, muy joven cuando apenas tenía diecinueve años.” (María Saleme, entrevista)

Legados académicos y contribución a proyectos colectivos en otros espacios institucionales.

El movimiento intelectual acaecido en la Universidad de Tucumán entre 1936 y 1946 abrió una posibilidad de socialización en la línea generacional. La transmisión e intercambio entre la primera y segunda generación, se produjo básicamente entre profesores, a través de las enseñanzas de los maestros europeos con mayor experiencia y formación en docencia, investigación y gestión institucional, hacia aquellos más jóvenes que recién se iniciaban en la carrera académica. Se trató de una acción colectiva donde cada personaje mantuvo diverso protagonismo.

La conflictividad política y disputas de poder entre los diversos sectores en pugna sin embargo, operaron como obstáculo6 para que las prácticas, concepciones y estilos de trabajo académico promovidas alcanzaran a consolidarse como cultura académica institucional en la Universidad de Tucumán. Un prolongado proceso de confrontación político se a inició en 1941 cuyo primer síntoma fue la renuncia de Prebisch al rectorado y la intervención a la Universidad. Se abría así un ciclo de declive institucional cuyo climax alcanzó en junio de 1946 con el cierre de las universidades nacionales y exoneración de profesores por el entonces electo presidente Perón.

De allí que aquella experiencia y los aprendizajes sobre una manera de concebir y desarrollar el trabajo intelectual en la universidad y su incidencia en la construcción de espacios académicos, se transmitió de una generación a otra, a

6Aunque a diferencia de los profesores, no hallé información documentada sobre la expulsión de alumnos (con nombres y listas), pude recoger referencias en la memoria de mis informantes: Celma Agüero sobre sus épocas de estudiante, además de rescatar a sus profesores y la formación recibida, decía “…También viví la represión.., el activismo político, los centros de estudiantes, al final [de sus estudios, en la época peronista]. Quien fue muy castigada por eso fue la Negra [María Saleme de Burnichon]. A ella no la dejaban rendir por sus ideas políticas. Le costó mucho recibirse”. María por su parte recuerda que Renato Treves le ayudó personalmente, para terminar su carrera durante el peronismo. Estos fueron los motivos por los cuales nunca quiso quedarse a vivir en Tucumán. (Vanella, 2008)

través más de personas que de grupos, difundiéndose hacia otros espacios geográficos e institucionales del país y en el extranjero.

Muchos de los nóveles docentes foráneos a Tucumán que se iniciaron como catedráticos al lado de los profesores exiliados europeos en aquella experiencia forjada en la Universidad Nacional de Tucumán, años después tuvieron un destacado protagonismo en el campo político e intelectual.

Después de su estancia en la UNT, Eugenio Pucciarelli ya en Buenos Aires y hasta su muerte, desarrolló una amplia labor en la dirección y coordinación de emprendimientos académicos vinculados a la Filosofía. Fue docente de la Universidad Nacional de La Plata y de la Universidad de Buenos Aires; fundó y dirigió el Centro de Estudios Filosóficos que hoy lleva su nombre y la revista Escritos de Filosofía; fue investigador del Conicet; miembro titular de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas y de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires de la que fue presidente..

Silvio Frondizi, “politólogo militante de la izquierda revolucionaria de las décadas del ‘60 y ‘70”, fundó el grupo PRAXIS en los años ‘50 que dio lugar al MIR, Movimiento de Izquierda Revolucionaria, de influencia trotskista, que tuvo alcance latinoamericano. Siendo defensor de presos políticos en 1974, fue secuestrado junto a su yerno por el comando de la Alianza Anticomunista Argentina, la Triple A. Más tarde apareció su cuerpo acribillado. La Triple A se adjudicó el atentado.

Su hermano, Risieri Frondizi, veinte años después fue decano de la Facultad de Filosofía y Letras y luego elegido rector de la Universidad de Buenos Aires (1958–1962) durante la presidencia de su otro hermano, Arturo. Durante su gestión en la UBA se fortaleció el desarrollo de la investigación, la docencia y extensión mediante la ampliación de dedicaciones exclusivas al personal académico (que en 1962 superaba en 2/3 la media regional latinoamericana) y mejoró el equipamiento de laboratorios; y en materia de extensión, se desarrolló un proyecto piloto interdisciplinario en el asentamiento precario de Isla Maciel. Con ese mismo impulso, Risieri Frondizi promovió la creación de la

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gran empresa Editorial de la Universidad de Buenos Aires, EUDEBA que significó una explosión masiva de publicaciones durante casi dos décadas. También se registró durante su mandato una proliferación de convenios e intercambios con organismos internacionales.7

Respecto del escritor Enrique Anderson Imbert y el filósofo Aníbal Sánchez Reulet, ambos fueron cesanteados con el peronismo y se exiliaron en Estados Unidos donde continuaron su labor académica. El primero logró irse, al ganar una beca Guggenheim. Años más tarde la Universidad de Harvard creó para él, la cátedra de Literatura hispanoamericana. Aníbal Sánchez Reulet era profesor en Los Angeles de la UCLA, University of California, Los Angeles. Este último fue director de doctorado de Nicolás Shumway, autor de Lainvención de la Argentina.

Vale la pena recordar las trayectorias de algunos de quienes fueron alumnos de aquellos intelectuales. Como ya se aludiera en la Introducción, Celma Agüero es reconocida por su labor en El Colegio de México donde fundó y dirigió por veinte años, el Instituto de Estudios Africanistas y en torno a ese espacio, se dedicó a la formación de jóvenes investigadores, de redes y grupos de investigación entre África, América latina y El Caribe.

María Saleme de Burnichon, fue profesora de la Universidad Nacional de Córdoba, se dedicó a la Pedagogía, a la alfabetización y a la formación de maestros recorriendo todo el territorio nacional y varios países de América latina, entre ellos en la Universidad Veracruzana, en Xalapa, Veracruz. Fue perseguida por la organización paramilitar denominada Triple A y por el régimen de la última dictadura militar a raíz de su compromiso y su labor en defensa de los Derechos Humanos.

Magali Andrés estudió Pedagogía e Historia en la Universidad de Tucumán, se casó con un hijo del

7Para organizar la editorial EUDEBA, Risieri Frondizi contrató por tres meses al argentino, Arnaldo Orfila Reynal. Él era gerente del Fondo de Cultura Económica, de México. Orfila definió “cierta organización a la editorial” y propuso la figura de un gerente, cargo que ocupó desde 1958 hasta el golpe militar de1966, el prestigioso editor argentino, Boris Spivacow.

pedagogo español Lorenzo Luzuriaga. En los años ‘60 fue profesora de Pedagogía y de Historia de la Educación en la carrera de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de Córdoba. Viajó a Chile en tiempos de Salvador Allende donde finalizó su doctorado iniciado en la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC. Vivió en Francia donde trabajó para las Naciones Unidas en la UNESCO por muchos años. Actualmente reside en Buenos Aires.

César y Víctor Pelli son hermanos y tucumanos de origen. Estudiaron arquitectura en la UNT. César realizó su formación de posgrado en los Estados Unidos donde vive actualmente. Está considerado entre los mejores arquitectos del mundo y es famoso por sus diseños de rascacielos Víctor es investigador de Conicet, es especialista en la construcción de viviendas populares y trabajó en el Chaco, provincia del nordeste argentino que congrega un importante número de comunidades de población aborigen (matacos y tobas, entre otros). En los últimos años alterna su residencia entre el Chaco y Buenos Aires.

A modo de síntesis

En el trabajo se recupera la experiencia de socialización compartida en la Universidad de Tucumán en el entramado local nacional e internacional, iluminando el punto de vista de los más jóvenes; es decir de quienes en los años ’30 y ’40 eran docentes y estudiantes. La definición de Zeitgeist en tanto localización social, y los conceptos de generación, complejo generacional actualy unidades generacionales, como también la reconstrucción de trayectorias individuales, grupos y de la institución, posibilitaron desplegar en el movimiento temporal de varias generaciones, la idea relacional de socialización, identidades y experiencia, anudadas a las marcas y huellas que dichos procesos imprimen en los cuerpos y a través del lenguaje.

Perspectiva analítica que además de ofrecer la posibilidad de considerar el tiempo histórico permite enlazar conceptualmente aquellos relatos fragmentarios que por su carácter vivencial y por pertenecer al mundo de la oralidad, corren el riesgo de debilitarse y perder consistencia en la escritura. En definitiva, los contactos y las prácticas compartidas en

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los años que vivieron los nóveles catedráticos – foráneos y locales– en Tucumán como también los estudiantes, unos y otros fueron asimilando una concepción y estilo de trabajo académico con un fuerte sentido humanista, de pensamiento y de vida que gravitó decididamente en su formación y posterior trayectoria intelectual por donde transitaron. Datos que estarían hablando de las marcas de la cultura académica de aquellas generaciones.

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