N° 7

INTEGRACIÓN Y CONOCIMIENTO

 

ISSN 2347 - 0658

Vol. 2 Año 2017

Reseña de libro

Coria A. (2015). Tejer un destino. La formación de pedagogos en la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina, 1955-1976. Buenos Aires. Miño y Dávila (ISBN 978-84—15295-92-1) 320 pp.

Mónica Gordillo

Instituto de Humanidades (CONICET-UNC) gordillo.monica@gmail.com

Como primera advertencia es necesario destacar que este libro se ha convertido en una obra necesaria. En efecto, cumplirá una función modélica para pensar las historias institucionales, tensionadas a la vez por diferentes niveles de discursos y campos de actuación. Se trata de un trabajo de microhistoria que, mientras sigue el recorrido formativo de un grupo de pedagogos/as, así como las redes que se van tejiendo en esas trayectorias, penetra a la vez en una serie de escenarios superpuestos: el de la vida interna de la Facultad

de Filosofía y Humanidades, el de los principales clivajes de la Universidad cordobesa y en 280 las especificidades de una ciudad, como la de Córdoba en el período de apogeo de su desarrollo industrial, tironeada por enormes contrastes.

A lo largo de toda la obra se observa la preocupación constante por la interrelación entre los diferentes campos, es así como se piensa la dinámica social que transitan los personajes estudiados, atravesados también por la contingencia y la interacción de diferentes temporalidades, nunca aplanadas sino, por el contrario, puestas en relieve, zigzagueantes, según los particulares nudos analizados. Esta preocupación relacional aparece planteada en su argumento central: “la del atravesamiento de los sujetos e instituciones por la urdimbre y conflictividad del campo político”. Sin embargo esas relaciones no son tratadas de manera mecanicista sino, por el contrario, teniendo en cuenta cómo el juego entre las demandas y contrademandas van perfilando las tomas de posición, las aspiraciones y desafíos de los actores.

¿Qué encontramos en el libro? En primer lugar, varios comienzos y lecturas posibles. Es, efectivamente, un tejido artesanal, con diferentes puntos y bordados, como tal vez lo fue la construcción de la disciplina pedagógica. Un tejido de varias historias, la de la Universidad nacional, atravesada por las lógicas nacionales, la de la vida académica de la Facultad macerada con riquísimos aportes de historia intelectual, y la de la vida política de la ciudad hecha cuerpo en los actores analizados.

El libro se divide en tres etapas (1955-1959, 1959-1966 y 1966-1976) y en cinco capítulos, que aparecen como nudos coyunturales y de sentido. Formalmente comienza con el golpe de Estado de 1955 que derrocó al gobierno de Perón y analiza la situación de los

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estudios pedagógicos en los años postperonistas y de recuperación de la autonomía universitaria. Pero más precisamente arranca en el año 1956, en lo que denomina el “modelo de llegada” de los cuatro profesores fundadores: María Saleme, Adelmo Montenegro, Margarita Andrés y Juan Carlos Agulla. De todos modos, permanentemente, se traslada hacia otras temporalidades, las que aluden a la formación de los maestros, verdaderos capítulos de historia intelectual. María pone los puntos del tejido sobre el que comenzará a hilar para tejer su trama desde la “extranjería”, en un otro lugar que requiere siempre el ver y escuchar al otro. Ese contexto en el que comienza la historia es, a su vez, el de pleno funcionamiento de la “Revolución Libertadora” en la Facultad, con una vertiginosa cantidad de “medidas perentorias” que buscan “eliminar, aceptar, designar”, es decir, disciplinar y refundar el campo intelectual y académico desde vertientes liberales que, justamente, en nombre de la libertad rompen con las tradiciones previas dentro de un afán homogeneizador. Ello permite, de manera muy lograda, comprender de manera acabada los mitos y prácticas de esa acción desperonizadora.

El recorrido sigue con la trayectoria de Montenegro y muestra las redes construidas entre la Universidad Nacional de Tucumán, la Escuela Normal Superior de Córdoba y otros espacios intelectuales extrauniversitarios. En el capítulo siguiente se introducen las variaciones curriculares de la Pedagogía y, también las figuras de Margarita Andrés y de J.C. Agulla. Lo que vemos en este apartado son sujetos actuando en interacción con la producción de normativa, de espacios para la investigación -como los institutos- y de contenidos en los programas, enmarcados a su vez en discusiones más generales como la

de la educación “laica o libre” en 1958. Un capítulo especial se dedica a los mecanismos y

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prácticas para la construcción del prestigio académico y el funcionamiento regular de la

 

vida universitaria al normalizarse su funcionamiento; recurre a fuentes muy novedosas y

 

poco utilizadas como las actas de los Consejos Directivos y otra documentación que hace a

 

la vida interna de la institución.

 

Otro nudo importante es el traslado de la Facultad a la ciudad universitaria y la

 

conformación de esta última como un espacio de circulación, reunión, politización y dador

 

de identidad. Son los “sixties” y con ellos empiezan otros recorridos superpuestos, los de

 

las alumnas que llegan en 1959. Allí comienza la reconstrucción del encuentro entre

 

generaciones y entre derroteros institucionales, con el escenario de fondo de una ciudad

 

sumamente politizada. Ello se acentúa a partir de la nueva interrupción del orden

 

constitucional tras el golpe de Estado de Onganía, que desencadenó una serie de eventos y

 

tomas de posición política en la Facultad y que aunó la participación de distintas

 

generaciones. Ello marcó también las primeras partidas, la de María Saleme y de Susana

 

Barco, acompañadas de un proceso más nítido de politización y de resignficación de las

 

herencias recibidas que, mientras para la Universidad significó el “aborto del proyecto

 

reformista” fue, a su vez, el de la institucionalización disciplinar hasta 1976.

 

¿Cómo cierra el recorrido efectuado? Dándole entrada a la tercera generación en la

 

formación de pedagogos/as pero, también, con la antesala y experiencias vividas antes de la

 

dictadura más terrible que vivió la Argentina, la instalada el 24 de marzo de 1976. ¿Cuál

 

entonces es el destino tejido en este libro? A mi entender lo es el de la Pedagogía en su

 

conjunto, el de la opción que sucesivamente fueron haciendo las distintas generaciones al

 

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asumirla como campo de formación y trabajo; el de Córdoba y su Universidad en la época dorada de la militancia y el compromiso; el de las marcas indelebles que obligan al ejercicio permanente de memoria y resignificación y, en definitiva, el destino de la propia autora, encarnando en sí misma distintos estratos temporales y experiencias de circulación de la pedagogía. De todos modos se trata de un destino donde las derivas no son irreversibles, donde las contingencias actúan permanentemente, donde los diferentes niveles superpuestos le dan la apariencia de una cantera, con muchísimo material disponible y para extraer ante el explorador atento. Por todo ello, invito a leerlo.

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