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INTEGRACIÓN Y CONOCIMIENTO

Año 2015

ISSN 2347-2658

 

 

 

“EL DESAFÍO DE LA UNIVERSIDAD LATINOAMERICANA ES APOSTAR DE

FORMA SOLIDARIA CON NUESTRAS SOCIEDADES A LA TAREA

DE LA INTEGRACIÓN REGIONAL”.

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ENTREVISTA CON FRANCISCO TAMARIT

Rector de la Universidad Nacional de Córdoba en el período 2013-2016. Licenciado en Física (1985) por la Facultad de Matemática, Astronomía y Física de la Universidad Nacional de Córdoba. Doctor en Física (1992) por el Centro Brasileiro de Pesquisas Físicas (CBPF/CNPq). Decano de la Facultad de Matemática, Astronomía y Física de la Universidad Nacional de Córdoba (Junio 2011 hasta Abril 2013). Profesor Titular Dedicación Exclusiva de la Facultad de Matemática, Astronomía y Física de la Universidad Nacional de Cordoba. Investigador Principal de la Carrera del Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).

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Estela M. Miranda (EMM)*: En las últimas décadas la internacionalización de la ES ha sido incorporada en las agendas de las políticas universitarias nacionales e institucionales ¿Cuáles serían las principales razones que justifican la internacionalización de la educación superior en nuestros países?

Francisco Tamarit (FT): Lo primero que hay que decir es que estamos convencidos –creo desde el sistema público universitario en su conjunto y más allá de los matices partidarios ideológicos – que el sistema educativo universitario y no universitario tienen que ser parte de la construcción, de la definición de un destino común para América Latina.

Esto no es poca cosa, porque al menos hasta aquí, la Educación Superior ha estado ausente de la agenda de integración continental. Precisamente el desafío de la universidad latinoamericana es apostar a que desde la educación superior se aborden a través de la internacionalización, los grandes desafíos que tiene la integración latinoamericana y por ende los grandes desafíos que tiene nuestro continente de cara a un futuro de prosperidad, de sustentabilidad, de justicia y equidad. Frente a un proceso de globalización inexorable y que nos reserva un rol poco digno como región, es fundamental

*Universidad Nacional de Córdoba. Núcleo de Estudios e Investigaciones en Educación Superior del MERCOSUR. Contacto: estelamiranda@arnet.com.ar

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que las universidades latinoamericanos encaremos en forma solidaria con nuestras sociedades la tarea de la integración.

Yo no creo que sea posible superar las barreras que nos impone la integración si no participa también el mundo del conocimiento, y a su vez este mundo debe estar en diálogo constante con los actores sociales, los sistemas políticos y los Estados, que en última instancia son los que tienen la capacidad y la responsabilidad de consolidar la integración. Por eso las razones para internacionalizarnos son básicamente políticas, más allá que, por supuesto, hay una dimensión del conocimiento que es universal. Pero también es cierto que la llamada producción universal de conocimiento enmascara mecanismos perversos donde el saber generado es apropiado por grupos poderosos y se convierte inmediatamente en un factor de poder y de dominación muy importante. Por lo tanto no hay que ser ingenuo, América Latina tiene que replantearse que la cooperación Sur-Sur, inter América Latina y con otras regiones similares a América Latina, es un requisito necesario y fundamental si estamos dispuestos a forjar un futuro distinto que nos reserve un lugar mucho más justo en un orden mundial que hoy nos excluye y que nos reserva el peor de los lugares.

EMM: ¿De qué modo cree Ud. ha impactado la internacionalización de la Educación Superior en las universidades argentinas y de la región?

FT: Yo creo que es mínima todavía la internacionalización, está muy orientada desde la perspectiva individual, desde un punto de vista basado en el estudiante o en el docente. Todavía nos cuesta mucho imaginar la internacionalización como un proceso que va a traer rédito colectivo e institucional, a modificar de última las estructuras sociales. No es que desdeñe la importancia que tiene para un joven vivir una experiencia en un país del primer mundo o inclusive en otro país de la región, pues eso sin duda lo marca y es muy valioso. E igualmente es muy valiosa la cooperación de docentes e investigadores de nuestro país con los de otras regiones. Pero si nosotros realmente queremos pensar la internacionalización de la Educación Superior en un continente que tiene más de 400 millones de habitantes y casi 20 millones de estudiantes en el sistema de Educación Superior, deberíamos pensar en una inversión masiva en este proceso. Y esa inversión tiene que estar acompañada de objetivos muy claros que no pueden ser el mero hecho de compartir una experiencia transitoria en el exterior. Por el contrario, tiene que venir de la mano con objetivos concretos e institucionales, sobre todo que busquen ayudar a cumplir ciertos logros específicos que nos fijamos las naciones. Mover investigadores, profesores, estudiantes y no docentes tiene sentido en la medida en que esto venga acompañado de proyectos académicos, proyectos científicos, de transferencia o de innovación. Pero hasta ahora poco se ha hecho en este sentido. Si comparamos la movilidad que tiene América Latina con la de la Unión Europea o de Norteamérica, descubrimos que en verdad es insignificante. A la internacionalización se la sigue viendo como algo accesorio y superfluo y esto da cuenta del hecho que es financiada generalmente por sectores privados o como un agregado extra al presupuesto estatal. Yo pienso que hay que hacer una fuerte inversión en internacionalización con sentido, con planificación, con objetivos claros. Y que para eso es necesario que los estados asuman el costo del desafío y participen en la diagramación de los objetivos.

EMM: ¿Cómo caracterizaría la situación de la Universidad Nacional de Córdoba en los procesos de internacionalización e integración regional? ¿Cuáles son los avances logrados? y ¿cuáles son los problemas que enfrenta?

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FT: Nosotros lo vemos muy bien, aunque hay un largo camino por recorrer y falte todavía vincular la internacionalización con las actividades más inherentes de la vida académica. A mí me gustaría poder decir que nuestros jóvenes se mueven alrededor de proyectos de integración, de proyectos de investigación orientados a la resolución de problemas, pero aún no sucede. No obstante ha aumentado notablemente el número de jóvenes que viajan y a muchos destinos. Por un lado, nosotros nos hemos vuelto una plaza receptora de muchos estudiantes, pues la gente nos visualiza como una Institución de calidad, preparada y ocupada en recibir a otros universitarios, en una ciudad de fuerte raigambre universitaria, accesible, segura, en un continente que es estigmatizado como violento. Y nosotros sacamos rédito institucional de esa mirada que tienen de nosotros.

Tenemos un programa que se llama PECLA (Programa de Español y Cultura Latinoamericana) donde enseñamos el español y la cultura latinoamericana y nos estamos volviendo poco a poco una referencia dentro del mundo hispanoparlante para estudiantes que tienen otras lenguas maternas, pero a su vez nuestros jóvenes también van a otros países y hacen sus propias experiencias. A mí me parece que es necesario equilibrar esas relaciones porque en general sucede que los jóvenes de América Latina prefieren irse a los países del mundo desarrollado y no valorizan la internacionalización intracontinental o más en general, la movilidad Sur-Sur. Por otro lado, recibimos mucha gente de nuestro continente, gente que nos ve con más interés que con el que nosotros vemos al interior de América Latina. Es necesario equilibrar esos desbalances porque es muy oneroso para el sistema público movilizar jóvenes por diferentes países, y necesitamos que sea algo muy bien planificado y que nos permita mejorar los objetivos que nos vamos fijando.

EMM: ¿Es un problema de políticas de los países?

FT: Es más bien un claro ejemplo de la falta de armonía que existe en términos de Educación Superior en los países de América Latina y de la falta de políticas comunes en la materia. Hoy el sistema argentino es muy singular en el orden mundial pero si lo mirás en América Latina es más singular aún, y tenemos algunas particularidades que lo hacen difícil de articular por ejemplo con Brasil, con Chile y con Bolivia. Quizás los países más parecidos sean Uruguay, México y Cuba, por una fuerte impronta de la Universidad pública. Pero independientemente de que sea mayoritariamente pública o privada la gestión de las universidades, conviven muchos modelos en el continente. Brasil, por ejemplo, tiene casi 3000 universidades, con más del 80% de los estudiantes en el sistema privado, mientras que nosotros tenemos poco más de cien, mitad de gestión pública y mitad de gestión privada, pero con aproximadamente el 75% de la matrícula en el sistema público. Y esto también habla de la visión que una sociedad tiene de su sistema universitario.

EMM: La movilidad académica tanto de profesores/investigadores como de estudiantes es la modalidad más generalizada de los procesos de internacionalización en nuestros países. Recientemente, en el FORO DE RECTORES DE LAS AMÉRICAS, (Panamá, Abril 2015), usted participó en el panel que abordaba “Movilidad Académica”, ¿cuáles fueron los principales cuestiones abordadas? y ¿los logros alcanzados y los problemas que enfrenta?

FT: En el primer semestre de este año se realizó una nueva cumbre de presidentes de América que reunió a las presidentas y presidentes de todo el hemisferio americano. Y por primera vez participó Cuba. En los últimos años ha habido una reafirmación del carácter identitario de América Latina y el Caribe, con un Caribe que a pesar de tener muchas veces un origen anglosajón , cada vez se

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identifica más con nuestros países latinoamericanos en términos geopolíticos y estratégicos. Entonces esta reunión fue la primera oportunidad de confrontar el mundo desarrollado del hemisferio con el mundo en desarrollo del hemisferio. Estas cumbres que no siempre son exitosas, y de hecho esta vez en el Foro de Educación Superior no se logró un documento consensuado. Lo novedoso para nosotros fue que por fin los gobiernos, a través de sus cancillerías, incluyeron en la organización del evento, entre otros foros, el foro de las universidades de las Américas. Y a pesar de la falta de acuerdo fue muy importante y hemos pedido que se repita en 2018 cuando se reúnan en Lima. Nosotros creemos que muchas instancias de diálogo entre las universidades ya están en algún sentido consolidadas y agotadas, pues nos conocemos, articulamos y trabajamos juntos. Ahora creemos que llegó la hora de que los sistemas de Educación Superior, respetando cada particularidad, también nos sentemos con los Estados. Lo que necesitamos es que los sistemas de Educación Superior, de la Ciencia, de la Técnica y de la Innovación articulen con los Estados para que podamos influir en buenas políticas públicas. La integración requiere de buenas y claras políticas públicas. Hay siempre una mirada sesgada hacia lo comercial cuando se habla de integración y nosotros creemos que la integración también tiene que servir para derrumbar las barreras del mundo del trabajo, de la cultura, de la discriminación, de las diferencias sociales, de los problemas comunes. El principal problema común que hoy tiene América Latina es la falta de identidad y la falta de sustentabilidad, pues el modelo de desarrollo que el orden global nos reserva a nosotros no nos augura un destino de emancipación, de prosperidad y de buen vivir. Por el contrario, nos marginan al rol de productores y proveedores de materias primas, sujetos a los vaivenes de un mercado que no controlamos. Por eso pensamos que sería muy bueno que los gobiernos dialoguen con los sistemas de Educación Superior en un sentido continental, porque somos una región muy poco integrada también en estos temas. Nosotros no tenemos un sistema común de reconocimiento de títulos, no tenemos muchos proyectos conjuntos de investigación, a excepción quizá del especial vínculo entre Argentina y Brasil. Entonces es necesario que estos temas de la Educación Superior estén en la agenda del gobierno y que esta sea un instrumento de ayuda y de cooperación.

EMM: Si bien la internacionalización es consustancial a la Universidad desde su origen, ¿podríamos decir que está aconteciendo un proceso de institucionalización de la dimensión internacional de la ciencia? ¿Cuáles serían los campos disciplinarios con más fortalezas y los campos con debilidades para enfrentar estos procesos? ¿Cómo afectarían estos procesos a la ciencia y la producción de conocimiento en las universidades de nuestro país y de la región Mercosur/Latinoamérica?

FT: Paradójicamente los campos disciplinares que están más internacionalizados son aquellos vinculados a las Ciencias Naturales, Ciencias Exactas y las Tecnologías porque en algún sentido tienen un carácter universal. La Física en Japón es la misma que en Argentina, quizás con algunas diferencias culturales en lo que hace a la formación, a la capacitación, pero la materia es la misma. Entonces esas áreas en nuestro país, de hecho, se han conformado con base en la cooperación Norte-Sur y que en la actualidad sigue siendo muy fuerte, en el sentido de que la agenda de nuestros investigadores en estas áreas es determinada por el Norte y nosotros en el Sur, ayudamos. Es importante que empecemos a pensar que una parte sustancial de la fortaleza de un sistema científico es tener capacidad real de fijar una agenda propia, ligada a intereses y objetivos concretos. Como lo vimos con la política satelital y de radarización, por ejemplo. Y que esta agenda puede incluir los intereses de la región, de la Nación y del continente, sin descuidar por supuesto los aportes al conocimiento universal. No todo el conocimiento es público. Debemos pensar también, por ejemplo, en

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tecnologías aplicadas a la medicina traslacional o a las energías renovables, en donde el conocimiento no goza de esa universalización que nos quieren hacer creer que tiene. Por otro lado, hay que tener en cuenta que las ciencias sociales están cobrando un auge enorme en Argentina y en Córdoba en particular. Yo creo que las Ciencias Sociales son el mayor motor de la integración latinoamericana, porque los mayores desafíos que tiene el continente son de orden social, como la pobreza, exclusión, falta de acceso a la educación y a los derechos básicos, entonces creo que hay que pensar en una dimensión latinoamericana o de cooperación Sur-Sur para la internacionalización de las ciencias sociales, sin desdeñar la corporación Norte-Sur. Yo siempre digo que la cooperación Sur-Sur no viene a reemplazar la corporación Norte–Sur sino a complementarla y a permitirnos a los científicos salir de estas lógica de una agenda de trabajo marcada solamente por los grandes problemas de sesgo universal. Pero esta cultura instalada es muy difícil de revertir, pues la misma academia es muy cruel con quienes se apartan de los lineamientos de esta agenda internacional. Por suerte hay voces que están poniendo en cuestión este sistema de creencias de la propia academia y la Universidad es un espacio abierto y adecuado para debatir estos problemas. También hay instituciones, como el mismo CONICET, que abren sus perspectivas, invitan y habilitan a los investigadores a revisar cuál es la motivación de la agenda de investigación.

EMM: En el marco de la globalización, la transnacionalización de la Educación Superior remite a considerar la ES como un servicio comercial. La Conferencia Regional de ES (CRES-Cartagena 2008) denuncia esos propósitos de la OMC y declara que la Educación Superior es un bien público social, un derecho humano y universal y un deber del Estado. ¿Es posible pensar la internacionalización y la cooperación regional basada en propósitos académicos, culturales y sociales y no como un servicio comercial?

FT: Esta es una pregunta muy importante, que requiere una mirada más técnica. Lo que observo es que en el mundo hay tres grandes modelos de Educación Superior. Uno que es del Atlántico Norte, que involucra en algún sentido los países anglosajones más los países escandinavos, donde claramente la Educación Superior funciona muy bien para sus objetivos y es considerada un servicio, un bien comercial. En estos países hay muchísimas universidades pero muy poquitas se ocupan de temas tales como el posgrado, la investigación y el desarrollo tecnológico. Y hay una tradición muy diferente que es lo que yo llamo de la Europa continental, básicamente con una impronta muy fuerte de Alemania y Francia, con pocas universidades pero muy grandes, que tienen una mirada muy generalista y que forman con una mirada más humanista, poco pragmáticas comparadas con el modelo anglosajón. Y por último un modelo oriental, que en algún sentido busca cultivar otros tipos de valores, no solo el del conocimiento sino también los valores propios de su cultura. Esos tres sistemas están en conflicto y con una fuerte impronta agresiva por parte del sistema anglosajón que poco a poco está colonizando todos los sistemas con la ayuda de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Creo que es en ese marco algunos sectores ven a la Educación Superior en América Latina como una oportunidad comercial, y buscan en la transnacionalización generar buenos negocios, sin que les importe los objetivos de la Educación Superior. Si este modelo transnacional ganase, como sucede ya en muchas regiones del mundo periférico, entonces los estados del continente no tendrían cómo usar la Educación Superior como parte de sus políticas públicas capaces de ayudar en el desarrollo sustentable y la búsqueda de sociedades más justas e integradas. Estaríamos entregando nuestra soberanía educativa a los grandes grupos de poder del sistema de Educación Superior global. Estoy convencido que nosotros tenemos que respetar y defender nuestra tradición de universidades

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ligadas a las necesidades de nuestras sociedades, mejorar la calidad y defender nuestra idiosincrasia, porque imaginar a la Educación Superior como un servicio, sería básicamente excluir de la posibilidad de acceder a un derecho a millones y millones de persona. Y perderíamos la posibilidad de generar conocimiento para ayudar a la emancipación de nuestros pueblos. De hecho, eso es lo que ha sucedido en esta región del continente, cuando estuvimos bajo el poder de las políticas neoliberales en democracia o en dictadura. Nosotros lo que necesitamos es una Universidad que esté consustanciada con los problemas de la gente y no con el mercado de la región. Precisamente porque en términos de dinero, países como Argentina, Brasil o México, por citar algunos, son potenciales mercados muy atractivos para quienes quieren lucrar con la educación. Nosotros debemos, como sociedad, luchar para garantizar políticas inclusivas en la Educación Superior.

EMM: Algunas de las formas que adquiere la internacionalización refieren a sistemas de evaluación y acreditación de las instituciones y de las carreras, rankings académicos y ofertas de acceso abierto al conocimiento de universidades prestigiosas como MIT, Harvard, Yale, etc. ¿De qué modo afectan o afectarían estas formas de internacionalización la Educación Superior de nuestro país y del Mercosur?

FT: Como te decía antes, como parte de esta agresividad propia del capitalismo que tiene el sistema de Educación Superior anglosajón, está esta idea de ir captando mercados, de hecho lo están haciendo en Oriente medio, lo están haciendo en el sudeste asiático, y lo han hecho en muchos países de América Latina. Pretende que la familia vea a la Educación Superior del hijo o hija como una inversión que requiere mecanismos de ahorro y de control y es en este contexto donde surge esta idea de los rankings. Así como hay un ranking de bancos cuando uno va a hacer una inversión financiera o en la bolsa uno tiene sus propios rankings, esta gente los construye para ver de qué forma es más eficiente invertir. Esos rankings claramente están hechos para ese modelo de educación que no tiene nada que ver con nuestra Universidad argentina. Tuve la oportunidad de hablar con rectores de universidades de Francia, de Alemania, de Italia, que sufren de parte de los sistemas mediáticos de sus países las mismas presiones: ¿por qué no estamos en las mismas condiciones que está Suecia, Inglaterra, EEUU o Canadá? Y la respuesta es muy fácil, esos países tienen sistemas de Educación Superior sustancialmente distintos de los nuestros. Entonces nosotros tenemos que ser claros y decir que esos índices fueron creados para medir otras cosas y no la calidad de los sistemas universitarios. Además, hay que decirlo, estas empresas cobran por hacerlo, nos son empresas altruistas, son consultoras. Entonces nosotros sistemáticamente en Argentina, en América Latina, nos negamos a tener que pagar para tener un lugar en esa clasificación. Esto muestra su falta de seriedad, al menos para nuestro sistema. En general son ordenamientos que solo tienen en cuenta el número de premios Nobel, la precarización de nuestros investigadores, los factores de impacto de las publicaciones y no la pertinencia de los esfuerzos que se realizan.

EMM: Si bien los procesos de internacionalización pueden considerarse una valiosa herramienta para la integración, en nuestros países las políticas de convergencia no han alcanzado el desarrollo que logró, por ejemplo, Europa. ¿Es posible pensar en la constitución de un espacio regional de Educación Superior latinoamericano?

FT: Históricamente la Universidad latinoamericana tiene diferentes modelos, no tenemos un modelo latinoamericano de Universidad, como tampoco hay un modelo europeo de Universidad. Asimismo, se han formado a través de años muchas redes de universidades. Integrar redes es muy valioso porque

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es una manera de iniciar el camino de la integración en este sistema. Y un segundo paso de la integración es lograr que las redes conversen entre sí; un tercer paso es el conjunto de sistemas que conversen con los Estados. En estos últimos meses hubo un gran avance porque construimos ENLACE que es un espacio Latinoamericano y del Caribe que integra a todas las redes. Pienso que aún cuando es importante que haya redes, y que estas tengan objetivos específicos que respondan a realidades direccionales, es bueno que exista un espacio de articulación global. No ha sido fácil, hubo muchas reuniones previas, pero estamos construyendo un espacio común de articulación de todo el sistema universitario. Lo importante de esto es que se está haciendo e imaginando un mecanismo latinoamericano de reconocimiento de carreras, que es muy importante, porque parte de los problemas que tienen la internacionalización tienen que ver con que los chicos aprovechen esos trayectos como parte de sus carreras de origen, en grado sobre todo. Entonces en la medida de que seamos capaces de generar una organización continental respetable, reconocida por todos, que fije estándares a los cuales todos podamos ir apuntando, la internacionalización va a cobrar una dimensión mucho más productiva.

EMM: El movimiento de la Reforma Universitaria de 1918 concibió una Universidad comprometida con los problemas nacionales y la unión latinoamericana. A tres años de cumplirse 100 años de la Reforma de Córdoba ¿cuáles fueron los logros y las deudas pendientes para alcanzar esa idea de Universidad que plantearon los reformistas del 18?

FT: Diría que el momento de auge de la Reforma es este cumpleaños de 100 años, porque hay que recordar que la Reforma fue un movimiento muy importante pero muy efímero en su éxito en Argentina y que marcó más que un logro un conjunto de objetivos que se siguen buscando. Y por cierto tuvo mucha repercusión en el resto del continente. Todo eso se fue construyendo a lo largo de décadas y décadas con idas y vueltas, con marchas y contramarchas. Y es importante reconocer que la Universidad pública Argentina tiene hoy una fuerte impronta del ´18, pero que también tiene otras improntas que fueron llegando: el hecho de que sea gratuita, que sea masiva, el hecho de que sea federal, son tan importantes como el hecho de que hoy reivindicamos la autonomía universitaria, su sentido latinoamericanista, la excelencia académica y la pertinencia social del sistema universitario. Quiero decir que la reforma más que ser un hito fue el inicio de un proceso influencial que hizo que hoy tenga el peso que tiene. Hoy nuestra Universidad es sin dudas más próxima a la que soñaron los jóvenes del ´18. Primero porque es abierta, está basada en el sistema público, es laica, aquí se produce la mayoría del conocimiento científico y tecnológico del país, en un lugar que es muy destacado por su sistema científico tecnológico innovativo. Yo creo que la deuda más grande que queda es la inclusión. Los jóvenes reformistas eran jóvenes profundamente consustanciados con las necesidades de la sociedad. Recordemos que al mismo tiempo que los jóvenes luchaban por la Universidad, los trabajadores luchaban por los derechos laborales o los inmigrantes por sus derechos a vivir en Argentina, y que todo aquello no fue un movimiento aislado. De todas maneras, en inclusión hemos avanzado notablemente. Pensemos que hoy tenemos un 1.600.000 de jóvenes en el sistema universitario, sin contar quienes estudian en el sistema de Educación Superior no universitaria que es tan importante como el universitario. Hoy tenemos una Universidad o más en cada provincia, tenemos los centros regionales de Educación Superior que nos permiten llegar a regiones como Traslasierras o el norte de Córdoba, zonas que siempre estuvieron excluidas de la educación universitaria. Pensá que el Estado invirtió en esta Universidad el año pasado $ 65.000.000 en becas para sus estudiantes. Que sin haber perdido calidad en la formación de recursos humanos o en la producción de conocimiento,

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somos una de las pocas universidades que admite el ingreso a partir de haber finalizado el secundario. Creo que otra deuda que tenemos como universitarios y como educadores es considerarnos parte del sistema educativo y no la cumbre del mismo. Nosotros tenemos la gran responsabilidad de sentirnos parte, de ayudar al resto del sistema educativo. Así como hablamos de que la pobreza, la inclusión, la falta de desarrollo humano, requiere de una mirada técnica, mejorar el sistema de educación inicial, primario, secundario y terciario no universitario también requiere de los saberes que se producen en la Universidad y la argentina en particular es una gran productora de conocimiento sobre la educación en general y también en aspectos específicos de la formación disciplinar. Tenemos grandes grupos de especialistas. En las charlas que tenemos desde la Universidad con los gobiernos provinciales y municipales, a veces veo que la soberbia está en nosotros, en cómo miramos la problemática, con un abordaje puramente teórico y somos incapaces de involucrarnos en la mecánica del proceso educativo en el cual hay muchos componentes a los cuales no estamos acostumbrados. A mi me gustaría mucho que pudiéramos generar una bajada a tierra para nuestra academia. Estamos acostumbrados a fijarnos solamente en la producción básica del conocimiento y la única pregunta que consideramos válida y pertinente de responder es la que produce la propia academia, y quién quiere dedicar tiempo a responder las preguntas que se hace desde el Estado, el hospital, la justicia, el aula, el empresario y la organización social, es desmerecido por la academia.

EMM: ¡Muchas gracias!

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