EL ESPACIO RURAL DE CÓRDOBA Y SU DIVERSIDAD:

CARACTERÍSTICAS Y DISTRIBUCIÓN ZONAL DE LAS UNIDADES DE PRODUCCIÓN A FINES DEL SIGLO XVIII

Sonia Tell*

Resumen

En este artículo se reconstruye la estructura agraria de la jurisdicción de Córdo- ba a partir de la identificación de los distintos tipos de unidades productivas registradas en el censo de población de 1778 y del análisis comparativo de sus características y de su distribución zonal. Los resultados de este análisis cuan- titativo son cotejados con la información disponible sobre especializaciones productivas y estructura demográfica de cada distrito rural. En base a las corre- laciones establecidas, se identifican combinaciones específicas de los distintos tipos de unidades productivas en cada distrito, que permiten inferir distintas posibilidades de diferenciación de las pequeñas unidades productivas inde- pendientes, según las zonas. Simultáneamente, se describen las características más sobresalientes de los diversos tipos de unidades productivas, incluyendo las integradas en la territorialidad de las estancias y de los pueblos de indios. Como resultado, se arriba a la reconstrucción de la estructura agraria de Córdo- ba y sus particularidades zonales.

Palabras clave: estructura agraria - unidades productivas - diferenciación social - estructura demográfica - pueblos de indios

Abstract

In this article the agrarian structure of Córdoba province is reconstructed on the basis of two issues: the identification of the different kinds of production units recorded in the 1778 population census, and the comparative analysis of their characteristics and their zonal distribution. The results of this analysis are compared with the available information on productive specializations, and demographic structure of each rural district. On the basis of the established correlations, specific combinations of the different kinds of production units are identified in each district. It allows us to infer the possibilities of differentiation for the independent small production units in each zone. At the same time, the main characteristics of the different types of production units, including those integrated in cattle ranches and “Indian villages”, are described. As a result, the agrarian structure of Córdoba province, and their particularities in each rural

* CIFFyH-UNC, CONICET.

Cuadernos de Historia, Serie Ec. y Soc., N° 8, Secc. Art., CIFFyH-UNC, Córdoba 2006, pp. 153-200

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zone are reconstructed.

Key words: agrarian structure - production units - social differentiation - demographic structure - Indian villages

Son ya numerosas las investigaciones realizadas en los últimas dos déca- das sobre algunas de las jurisdicciones que integraron el virreinato del Río de la Plata que han analizado diversos aspectos de la historia agraria de esos territorios durante el siglo XVIII y primera mitad del XIX.1 De estos estudios podemos decir que han construido un conocimiento general sobre las estructuras agrarias de esos territorios a través de objetivos, fuentes y recorridos metodológicos muy disímiles, posibilitando que hoy tengamos una imagen más compleja de las se- mejanzas y diferencias entre las estructuras existentes en las distintas jurisdiccio- nes y de la heterogeneidad interna de cada jurisdicción.

Entre las principales investigaciones que tocaron temas relativos a la es- tructura agraria de la antigua gobernación del Tucumán en el período señalado, se encuentran las referidas a las jurisdicciones de las ciudades de Salta, Tucumán y Córdoba. Las mismas2 fueron encaradas desde una perspectiva que algunos de sus autores denominaron “regional” y se basaron en el prolijo registro de las operaciones de compraventa de tierras protocolizadas, que se complementó con el análisis de inventarios, expedientes judiciales, censos de población o empadro- namientos destinados a la aplicación de impuestos a la producción o a la propie- dad de bienes raíces. Aunque por sus objetivos y por las características de las fuentes consultadas estos investigadores hicieron un estudio más minucioso de los grupos de elite y de las grandes propiedades, no por ello dejaron de poner de relieve la relevancia de las medianas y pequeñas unidades de producción inde- pendientes.

En el caso de Salta y Tucumán, las investigaciones mencionadas permi- tieron matizar las imágenes que se tenían previamente de las estructuras agrarias

1Este artículo es una versión modificada y ampliada de la ponencia “El espacio rural de Córdoba y su diversidad: distribución zonal de las grandes, medianas y pequeñas unidades de producción en la jurisdicción de Córdoba a fines del siglo XVIII”, presentada en las II Jornadas de Estudios Agrarios y Agroindustriales, Buenos Aires, noviembre de 2001, además de sintetizar e integrar información de los capítulos 1, 4 y 5 de la tesis de doctorado defendida en el año 2005 en la UNCPBA. Este trabajo se ha enriquecido gracias a las valiosas observaciones y sugeren- cias recibidas en diferentes oportunidades por parte de comentaristas, director, codirector y evaluadores de tesis, por lo cual agradecemos a Ana María Presta, Silvia Palomeque, Eduardo Míguez, Jorge Gelman, Raúl Fradkin y Sara Mata.

2 Hacemos referencia a las investigaciones de Mata de López (2000) sobre Salta; López (2003) sobre Tucumán; Arcondo (1992), Punta (1997) y Romano (2002) sobre Córdoba. También cabe mencionar la investigación de Ferrero y Nicolini (2001) sobre esta última jurisdicción, aunque se refiere al siglo XVII.

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de esas jurisdicciones, que tendían a destacar el predominio social y económico de las grandes propiedades con sus peones, arrenderos y agregados, y de una elite mercantil propietaria de la tierra y con “perfiles aristocráticos” (Mata de López, 2006). No ocurre lo mismo en el caso de Córdoba donde, si bien las grandes unidades de producción –especialmente las que pertenecieron a los jesui- tas– han sido las más estudiadas,3 la existencia de un sector de pequeños y medianos productores independientes con una importante participación en el suministro de los efectos de exportación regional fue tempranamente destacada en las investigaciones de Assadourian (1983 [1968], 1978), quien avanzó en el estudio de los mecanismos de captación de los efectos con demanda mercantil producidos en las unidades domésticas y del comportamiento de las mismas frente a las demandas del mercado, en la primera mitad del siglo XIX.

Lo señalado para Salta y Tucumán podría hacerse extensivo al caso de Santiago del Estero, donde las características de la estructura agraria del siglo XIX fueron parcialmente reconstruidas por Palomeque (1992) en el marco del análisis del acceso a los recursos y las formas de participación mercantil campe- sina y campesina-indígena. Esta autora ha detectado, en base a una fuente de 1885 y a la reconstrucción del proceso de desestructuración de las formas de tenencia comunes, un alto nivel de concentración de la tierra junto a la presencia de un sector importante de pequeños productores, la mayoría agregados a las estancias pero también algunos arrendatarios o pequeños propietarios indepen- dientes.

Si el tipo de fuentes utilizadas en todos esos estudios ha permitido des- prender la existencia de un sector de pequeños productores autónomos, en cam- bio sólo ha posibilitado su estudio de manera indirecta y parcial, sin permitir una medición de su importancia demográfica global. La principal razón es bastante obvia: la mayor parte de los pequeños productores no tenían títulos de propiedad sobre la tierra ni contratos de arriendo escritos, por lo cual su presencia en la documentación notarial, en los expedientes de la justicia civil y en los registros fiscales es indirecta y esporádica.

La disponibilidad de un censo de población de características excepciona- les para analizar estas pequeñas unidades de producción en todo el espacio rural de Córdoba –el conocido censo de 1778– nos permitió plantearnos la posibilidad de reconstruir la estructura agraria de la jurisdicción de Córdoba a partir de ese tipo de fuente. Como se desprende de lo anteriormente señalado, los padrones de

3Entre los trabajos dedicados total o parcialmente a los aspectos económicos de las estancias jesuíticas de Córdoba se destacan los de Cushner (1983), Arcondo (1992), Mayo (1994) y Albarenque y Santamarina (1976). Otras investigaciones, centradas en analizar los aspectos socioeconómicos generales de la jurisdicción, como las de Punta (1997), Romano (2002) y la de Arcondo recién citada, han hecho hincapié en el análisis de las familias de la elite local, muchas de las cuales eran propietarias de grandes extensiones de tierras rurales.

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población no han sido habitualmente utilizados como fuente principal para re- construir la estructura agraria en los estudios sobre la gobernación del Tucumán. Incluso en las jurisdicciones de Buenos Aires, Entre Ríos y la Banda Oriental, donde el uso intensivo de esas fuentes (en combinación con otras) ha dado impulso a un conjunto de trabajos calificados por sus autores como “microrregio- nales” en algunos casos y “regionales” en otros, permitiendo reconstruir el proce- so de poblamiento y/o las características de las unidades productivas en determi- nadas circunscripciones,4 aún no ha dado lugar a una síntesis que integre sus resultados en un análisis global de las estructuras agrarias de esas jurisdicciones.5

Cabe aclarar que nuestro acercamiento a este tema se produjo de manera indirecta. Al centrarse nuestras preocupaciones en las pequeñas unidades de producción rurales y, más concretamente, en los problemas ligados a su repro- ducción económica y social y a sus estrategias de complementación y circulación de energía, acceso a los recursos y participación mercantil (Tell, 2001; 2005; 2006), nos enfrentamos a la necesidad de ubicarlas en el contexto de la estructu- ra agraria de la jurisdicción y de sus relaciones con otras unidades de producción. En consecuencia, el presente estudio se orienta a reconstruir las características generales de los distintos tipos de unidades productivas y las combinatorias espe- cíficas entre los distintos tipos de unidad existentes en cada partido, pero presta especial atención a las pequeñas unidades de producción que han sido hasta el momento las menos estudiadas en la jurisdicción de Córdoba.

La elección de este censo de población como fuente principal para un análisis de la estructura agraria obedece, en primer lugar, al sencillo hecho de ser la única fuente que posibilita una reconstrucción cuantitativa de la distribución zonal de las unidades productivas rurales de Córdoba en el período previo a 1850. Si bien este censo no incorpora datos sobre tenencia de la tierra, superficie cultivada, ganado ni bienes raíces, el hecho de abarcar toda la jurisdicción y el conjunto de su población, así como el tipo de información que proporciona acerca de la condición de los miembros de las unidades censales y de las relacio- nes entre ellos, nos permite desprender que el empadronamiento incluyó tanto a los propietarios como a los que no tenían títulos de propiedad sobre la tierra.6

4Por ejemplo los estudios de Gelman (1998), Garavaglia (1999), Canedo (2000), Mateo (2001) y Schmit (2005). Para una revisión más completa de los estudios rurales de estas jurisdicciones pueden consultarse los recientes estados de la cuestión elaborados por Fradkin y Gelman (2005) y Fradkin (2006).

5 Aunque existen varios estados de la cuestión que han marcado algunas líneas en esa dirección e incluso un avance realizado por Garavaglia (1999) para la campaña de Buenos Aires en base a la aplicación del modelo de von Thünen a datos obtenidos de inventarios y documentación sobre diezmos.

6 En ese sentido, cabe aclarar que las otras fuentes que permitirían hacer una reconstrucción de la estructura agraria en el período previo a 1850 no presentan la misma calidad y representa- tividad. Ninguno de los censos de población posteriores a 1778 fue realizado por casas sino que

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En segundo lugar –como adelantamos– esta elección responde a la rele- vancia, calidad y amplitud de la información que proporciona sobre las caracte- rísticas socioeconómicas de la población y, en particular, a los indicios que brin- da sobre la existencia de diversos tipos de unidades productivas. En la zona rural, los empadronadores tomaron como unidad censal la “casa” (que más adelante explicaremos por qué en la mayoría de los casos puede ser asimilada a la “uni- dad productiva”) y registraron no sólo a la familia titular de cada unidad, sino también a sus esclavos y a los dependientes libres, a los cuales diferenciaron entre “agregados”, “peones”, “conchabados”, “domésticos” y “criados”, consig- nando también los vínculos de parentesco y dependencia económica que unían a los integrantes de cada unidad. Fue precisamente el análisis cuidadoso de la población y de sus relaciones en el interior de cada casa, realizado con los debi- dos recaudos, lo que nos permitió transformar la fuente –por así decirlo– de un censo de personas a un censo de unidades productivas y convertirla en una fuente provechosa para hacer un estudio cuantitativo y comparativo de los dis- tintos tipos de unidades de producción.

En tercer lugar, en este censo se identificaron los núcleos de población de cada partido,7 lo que nos ha permitido bosquejar un mapa de la distribución zonal de los distintos tipos de unidades productivas, reconocer las zonas de ma-

se tomó como unidad censal al individuo. Los cuadernos de los recaudadores de diezmos que logramos localizar apenas cubren unas pocas localidades de las sierras y no son útiles para hacer un análisis global del espacio rural, aunque sí nos han servido para extraer datos sobre los productos gravados y ciertas costumbres relacionadas con el cobro del diezmo (Tell, 2005: cap. 9). Los relevamientos de propietarios ganaderos de 1838 y 1845 sólo incluyen a los que decla- raron patrimonios superiores a 200 y 500 pesos respectivamente, mientras que los relevamien- tos de productores agrícolas de 1843 y 1847 sólo permiten hacer un análisis pormenorizado de las unidades productivas que cosecharon trigo y/o maíz en esos años. Estos cuatro relevamien- tos presentan también el problema de tener una representatividad muy dispar, que puede oscilar entre el 10% y el 75% de las unidades productivas totales estimadas para cada distrito, depen- diendo de la estructura de la producción del mismo, del modo y las circunstancias en que fue confeccionado cada padrón y por consiguiente de la calidad de su información (cfr. Tell, 2005: cap. 6). Finalmente, las completas series de protocolos notariales y expedientes judiciales exis- tentes en Córdoba, permiten hacer un seguimiento de las transferencias de tierras y de los procesos de fraccionamiento y concentración de propiedades, pero -como ya señalamos- dejan fuera a la mayor parte de las unidades de producción que no tenían títulos de propiedad sobre la tierra.

7Con excepción del partido de Calamuchita, donde los censistas no distinguieron las localidades o “parajes”, y algunas omisiones puntuales en otros partidos. Cabe aclarar que “partido” era la denominación de las subdivisiones administrativas de la jurisdicción en las últimas décadas coloniales. Territorialmente tendían a coincidir con las circunscripciones eclesiásticas o “cura- tos”, razón por la cual ambos términos son utilizados como sinónimos en los documentos de la época. Aquí utilizaremos el término “partidos” porque es el empleado en el censo realizado por las autoridades civiles; sólo utilizaremos el término “curato” cuando hagamos referencia al censo eclesiástico.

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yor o menor peso de cada uno y las combinaciones específicas de los distintos tipos en cada distrito.

En consecuencia, con el término estructura agraria nos referiremos, a lo largo de este trabajo, a los diversos tipos de unidades de producción existentes en el espacio rural, la importancia relativa de cada tipo (en términos de su peso sobre el total de unidades productivas y de la población que absorbía), sus carac- terísticas (tamaño, composición y actividades económicas) y su jerarquización económica, medida en términos de la riqueza acumulada en esclavos y en la capacidad de contratar dependientes libres que tenían (únicos indicadores de acumulación que nos proporciona el censo).8

Comenzaremos por analizar las localizaciones productivas, características ecológicas y estructura de la población, a fin de realizar una primera diferencia- ción por zonas del espacio rural. A continuación presentaremos el análisis de los datos del censo de 1778 y, finalmente, realizaremos un cruce de ambos tipos de información para arribar a una caracterización de la estructura agraria de Córdo- ba y sus matices zonales.

I. Recursos, localizaciones productivas y población

A mediados del siglo XVIII, la jurisdicción de la ciudad de Córdoba abar- caba un territorio mediterráneo de “mas de cien leguas de sur a norte y cerca de otras tantas de oriente a poniente, quedando en el centro la ciudad”,9 una exten- sión bastante más reducida que la que tiene hoy la provincia. A diferencia del poblamiento actual, aglomerado en los núcleos urbanos de las llanuras, en aque- lla época la población era predominantemente rural y se concentraba en el área de antiguo asentamiento indígena y de más temprana colonización: los valles, quebradas, altiplanicies y faldeos que integraban los tres cordones serranos que atraviesan la provincia de norte a sur y la franja de piedemonte que se extiende a ambos lados de las sierras.

En 1778 el único núcleo urbano10 de envergadura era la ciudad de Córdo- ba, con casi 7.300 habitantes,11 y los diez partidos que integraban su “campaña”

8A diferencia de la expresión espacio rural, que para nosotros alude a la “campaña”, es decir, al territorio o jurisdicción dependiente de la ciudad en términos administrativos, con la expre- sión estructura agraria hacemos referencia a la organización económica y social construida sobre ese territorio.

9 “Informe que hace el Ilustre Cabildo de la ciudad de Córdoba, provincia del Tucuman, a Su Magestad” del 14 de enero de 1760. Reproducido en Cáceres, 1881: 54.

10 Al que cabría caracterizar más ajustadamente como rural-urbano.

11 Recién a fines de la década de 1780 comenzaron a crearse villas en localidades preexistentes de la campaña, que también tuvieron un carácter rural-urbano.

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reunían el 84% de los 44.506 habitantes de la jurisdicción (Arcondo, 1998: 12). En las sierras y su piedemonte –que abarcaban la mayor parte del territorio de los partidos de Río Seco, Ischilín, Tulumba, Punilla, Calamuchita, Anejos y Trasla- sierra (ver mapa)– vivía aproximadamente el 64% de los habitantes de la campa- ña. El asentamiento de población en esta área era posible gracias a sus atributos de temperatura y humedad que permitían la persistencia de pasturas naturales durante todo el año (salvo en el nivel superior de las sierras sujeto a heladas), a la existencia de una red de arroyos y depósitos de agua permanente y al desarrollo de un bosque con especies de alto valor alimenticio, tanto para el hombre como para el ganado, principalmente en el nivel inferior de las sierras y en el piedemon- te.12 Todas estas condiciones, sumadas al cerco natural que brindaban las mon- tañas y a la disponibilidad de piedras y ramas espinosas para construir cercos de éstas o de piedra en seco (pircas), facilitaban notablemente la reproducción del ganado con escasa intervención de energía humana y hacían de la zona serrana y su piedemonte la más protegida de las incursiones indígenas y la de mayor potencialidad económica para las condiciones técnicas de explotación de los recursos en aquella época.

A pesar del clima benigno y de la abundancia de pastos permanentes, los fértiles suelos de las llanuras situadas al este de los cordones serranos, en el centro-sur de la provincia (partidos de Río Segundo, Tercero Arriba y Río Cuarto), fueron los menos habitados y valorizados hasta mediados del siglo XIX, debido a la dificultad de controlar los rodeos de ganado en ausencia de cercos naturales, la escasez de cursos de agua permanente y, sobre todo, la cercanía de la frontera con los indígenas no reducidos del este (los mocovíes y abipones del Chaco) y del sur (los “pampas”). La ocupación de esa zona se produjo más tardíamente, avanzando paulatinamente sólo por las costas de los ríos Primero, Segundo y Tercero hasta fines del siglo XVII,13 proceso que se interrumpió en la primera

12En el piso inferior de las sierras de Córdoba, entre los 500 y 1300 msnm, crece el actualmente denominado “bosque serrano”, cuyas especies típicas son el molle de beber (Lithraea ternifolia), el coco (Fagara coco) y el quebracho serrano o cordobés (Schinopsis haenkeana). En las llanuras del norte de la provincia y en las sierras hasta los 500 msnm se desarrollan las especies típicas del “bosque chaqueño”: algarrobo (Prosopis alba), tala (Celtis Tala Planchon), mistol (Zizyphus mistol), quebracho blanco (Aspidosperma quebracho blanco), quebracho colorado (Schinopsis quebracho colorado), piquillín (Condalia microphyllacau) y chañar (Geoffroea decorticans). Estas mismas especies se encuentran -aunque con menos exuberancia- en las llanuras del centro y sur de la provincia, donde alternan con los pastizales típicos del “espinal” (Vázquez, Miatello y Roqué, 1979). Todos estos son árboles de gran valor alimenticio y también económico, ya que permiten la obtención de leña y madera.

13El estudio sobre transferencias de tierras rurales en el siglo XVII realizado por Ferrero y Nicolini (2001, 2002) ha demostrado que las compraventas protocolizadas de tierras -indicador de la tendencia del proceso de ocupación del territorio y poblamiento- se fueron desplazando desde la zona serrana a la franja del piedemonte situada al este de las sierras y más tarde a las tierras llanas cercanas a las riberas de los ríos Primero, Segundo y Tercero.

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mitad del siglo XVIII debido a los ataques indígenas, que junto a otros factores provocaron el retroceso de la población colonial en la frontera oriental entre 1720 y 1750 (Cáceres, 1881; Garzón Maceda, 1968; Arcondo, 1992). Si bien esta situación comenzó a revertirse lentamente desde mediados del siglo XVIII, luego de la relativa pacificación de las relaciones con los mocovíes y abipones, los ataques esporádicos continuaron en esa segunda mitad del siglo tanto en la frontera del este como en la del sur (Rustán, 2005; Tell, 2005).

La población en la zona de llanura, por consiguiente, era más escasa y estaba más diseminada que en las sierras: en 1778 sólo el 36% de los habitantes de la campaña vivía en los tres partidos que integraban esa zona y se asentaba principalmente en las riberas de los escasos cursos de agua (los ríos Primero, Segundo, Tercero y Cuarto) y de los caminos de postas: el Camino Real, que unía Buenos Aires con Charcas pasando por la ciudad de Córdoba y en un largo tramo corría paralelo al río Tercero, y el Camino de la Costa, que comunicaba Buenos Aires con Chile y pasaba por el partido de Río Cuarto bordeando el río homónimo.14

Las referencias sobre localización de las distintas actividades económicas en este extenso espacio durante el siglo XVIII son bastante escasas y se encuen- tran dispersas en diversos tipos de fuentes, muchas de las cuales han sido recupe- radas en los estudios generales sobre economía y sociedad de ese período (Arcon- do, 1992; Punta, 1997).15 Al contrastar esas referencias con los datos sobre loca- lizaciones productivas en la primera mitad del siglo XIX (Romano, 2002; Tell, 2005: cap. 6), hemos podido percibir que, por un lado, existían zonas más orien- tadas hacia ciertas actividades que otras, aunque esas incipientes especializacio-

14En el mapa N° 1 se grafica el territorio bajo control colonial con sus principales ríos y caminos de postas. La concentración de núcleos de población en los bordes de los ríos y caminos en las zonas de llanura puede observarse en el mapa elaborado por Endrek y Celton (1984), donde consta la ubicación de todos los parajes censados en 1778. Este mapa también se reproduce en Celton, 1996.

15No existen para el siglo XVIII fuentes que brinden información directa sobre producción y que a la vez abarquen el conjunto de las unidades productivas. Como ya señalamos, los primeros relevamientos de producción agrícola y ganadera son posteriores a 1830 y son contados los cuadernillos de recolectores de diezmos que se han conservado. Para medianas y grandes UP - no así para las pequeñas- se dispone de los inventarios incluidos en las series de protocolos notariales y expedientes judiciales, que han sido recuperadas en investigaciones previas y en lo referente a actividades productivas sólo incluyen información directa sobre ganado y herra- mientas. A nuestro entender la documentación que mejor ha permitido un acercamiento a la producción -que si bien es indirecto tiene la ventaja de ser cuantitativo, seriado e incluir las producciones comercializables de todos los tipos de UP- son los registros fiscales de exportacio- nes analizados en los estudios sobre circulación mercantil. En este artículo incorporamos datos sobre producción ganadera extraídos de un tipo de registro fiscal no trabajado intensamente en las investigaciones previas, los cuadernillos de las receptorías de alcabala de campaña del período 1786-98.

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nes productivas no parecen haber estado aún tan definidas a fines del siglo XVIII como lo estarían a mediados del XIX. Por otro lado, la diversificación que en esas investigaciones se ha señalado como característica de las unidades produc- tivas y –por extensión– de la economía cordobesa, era más marcada en los partidos situados en el norte y el oeste de la jurisdicción.

La cría de distintas especies de ganado mayor y menor y de aves de corral estaba ampliamente extendida a lo largo y a lo ancho de la jurisdicción. Desde principios del siglo XVII, las mulas constituían el principal producto de exporta- ción regional y tenían su mercado consumidor en los centros mineros andinos. La cría de estos animales se realizaba en unidades productivas de distinta enver- gadura y se localizaba principalmente en las tierras llanas que integraban las cuencas de los ríos Primero, Segundo, Tercero y Cuarto y en las serranías de Calamuchita y Punilla. En cambio, la invernada era una actividad más especia- lizada: se realizaba en las grandes unidades de producción de toda el área serra- na –quizá también en algunas unidades medianas–, en terrenos pedregosos, con disponibilidad de pastos y cursos de agua permanentes (Concolorcorvo, 1942 [1773]: 75-76; Assadourian, 1978: 65-66; Arcondo, 1992: 52). Esta diferencia- ción entre zonas de llanura más orientadas a la cría y zonas serranas más orien- tadas a la invernada se constata en los cuadernillos de las receptorías de alcaba- la de campaña. En la receptoría de Las Lajas (partido de Río Cuarto, ubicado en su mayor parte en zona de llanura) 78% de las mulas cuyas ventas se registraron entre 1786 y 1798 eran animales de un año y 19% eran mulas que se encontra- ban en distintas etapas del proceso de invernada.16 En las receptorías de Río Tercero (ubicado íntegramente en la llanura) estas cifras eran de 60% y 40% respectivamente. En cambio, en Traslasierra (zona de sierra en su mayor parte, pero marcadamente diversificada en cuanto a producción) las ventas de mulas de invernada (60%) sobrepasaron ampliamente a las de un año (37%)17 y en Punilla (zona serrana) prácticamente la totalidad de las mulas vendidas eran mulas “mansas”, las de mayor valor unitario entre las mulas invernadas.18

16El 3% restante correspondía a mulas cuya edad no se pudo determinar.

17El 3% restante correspondía a mulas cuya edad no se pudo determinar.

18AHPC, Hacienda, Libros Nº 20, 26, 27, 33. Los porcentajes se calcularon sobre los siguientes totales de mulas registradas en dichos cuadernillos: 6.880 en Las Lajas, 4.781 en Río Tercero, 3.092 en Traslasierra y 4.552 en Punilla. Incluimos sólo datos de los partidos cuyos receptores consignaron la edad de la totalidad o de gran parte de las mulas vendidas. En los casos en que la edad no se anotó, se dedujo por comparación de los precios unitarios. A los fines de distinguir entre zonas de cría y de invernada, separamos como mulas de cría a las registradas como “de 1 año” y agrupamos bajo la categoría de mulas de invernada a las registradas como “de 2 años”, “de 3 años”, “mansas”, “chúcaras”, “de edad”, “de vientre” y “grandes”. Cabe aclarar, no obstante, que todas estas categorías indican distintos momentos del proceso de invernada y se corresponden con precios unitarios diferenciados.

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Después de las mulas, el ganado vacuno era el segundo efecto mercantil en importancia. Sus cueros se exportaban desde 1740 al puerto de Buenos Aires, junto con las artesanías realizadas en cueros caprinos, y desde 1770 también se exportaba vacuno en pie a Chile (Punta, 1997). A fines del XVIII, todavía no se vislumbran zonas especializadas en este tipo de ganado, que se criaba en todas las unidades productivas rurales, sin distinción de tamaño o localización, aunque para los últimos años del siglo hallamos indicios de la creciente importancia de la cría de ganado vacuno en el partido de Río Cuarto para su venta en pie en Cuyo y Chile.19

La cría del ganado ovino también estaba generalizada entre las unidades productivas de distinta envergadura y en toda la campaña, aunque los datos del censo de 1813 dan cuenta de un mayor porcentaje de la población dedicado a esta actividad en los partidos del noroeste (Moyano, 1986: 99-100). Además de proporcionar la carne de consumo cotidiano en el campo, las ovejas proveían la lana para los tejidos artesanales realizados por las mujeres en las unidades do- mésticas y los cueros para las artesanías confeccionadas por los hombres, que – como recién apuntamos– se exportaban junto con los cueros vacunos a Buenos Aires.20 A partir de 1740, con el incremento progresivo de las exportaciones de tejidos de lana a Paraguay y al puerto de Buenos Aires (Assadourian, 1978; Punta, 1997; Palomeque, 1989), la tejeduría doméstica adquirió una gran signi- ficación económica para las pequeñas unidades productivas, que fueron las prin- cipales abastecedoras.21

El cultivo de trigo y maíz, que se realizaba en pequeñas extensiones de terreno muy cuidadas (tipo huerta), principalmente para autoconsumo de las unidades productivas y para abastecimiento del mercado local, también estaba ampliamente difundido. Sin embargo, dos zonas se destacaron tempranamente sobre el resto: Traslasierra y un área bastante amplia próxima a la ciudad de Córdoba o conectada con ella, que abarcaba las quintas de los suburbios de la ciudad, sus Anejos,22 las llanuras de Río Segundo y los valles y sierras de Cala- muchita y Punilla (Arcondo, 1992: 37). Además del trigo, maíz y de los porotos,

19En el cuadernillo de la receptoría de Las Lajas se registraron ventas de grandes hatos de bueyes y novillos en 1798 y en un expediente de 1795 hallamos datos sobre cría de grandes rebaños de ganado “apto a caminar a la cordillera de Chile”. AHPC, Hacienda, Libro Nº 20; AHPC, Escribanía 2, Legajo 87, Exp. 21 (1795).

20En el siglo XVIII el ovino ya no se exportaba en pie a Potosí, como había ocurrido en la década de 1620, ni ocasionalmente a jurisdicciones vecinas, como sucedía con los envíos a La Rioja en los primeros tiempos de ocupación colonial (Assadourian, 1983 [1968]: 36; Piana, 1992: 170).

21El único obraje que permaneció en actividad en la segunda mitad del XVIII fue el de la estancia jesuítica de Santa Catalina, adquirido por un particular luego de la expulsión de la orden, cuya producción de tejidos de algodón se destinaba a vestir los numerosos esclavos de la estancia y tenía escasa salida al mercado (Punta, 1992: 53).

22El partido de Anejos circundaba la ciudad de Córdoba.

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calabazas y zapallos que se cultivaban asociados con este último, en todas las unidades productivas había huertas de frutales: tunas, higueras, membrillos, manzanas y duraznos son los más frecuentemente descritos en los inventarios, y en algunas estancias de Traslasierra, Tulumba, Ischilín y Punilla se cultivaba la vid (Tell, 2005: cap. 2 y 3). Estos cultivos posibilitaban la fabricación de deriva- dos procesados, como harina y frutos secos, que ocasionalmente se exportaban (Assadourian, 1978; Arcondo, 1992: 379). El primer censo agrícola de la provin- cia realizado en 1847 permite observar que los productores más pequeños eran, en su gran mayoría, monoproductores de maíz, mientras que en los terrenos de mayor extensión se realizaban cultivos mixtos de trigo y maíz (Tell, 2005).23 Esta situación debió ser similar en el siglo XVIII, cuando el consumo de trigo –según Arcondo (1992)– estaba aún más restringido a la elite urbana de lo que estaría a mediados del XIX.

A diferencia de la estructura productiva, donde a fines del XVIII aún no se advierten especializaciones zonales claramente definidas, en la estructura demo- gráfica sí es posible apreciar algunas diferencias marcadas entre los partidos. Aquellos ubicados en el área serrana, al norte y oeste (Tulumba, Río Seco, Ischi- lín, Punilla y Calamuchita), constituían zonas de expulsión y/o movilidad estacio- nal de varones adultos, lo que se aprecia en sus bajos índices de masculinidad y en el predominio de las mujeres en las cohortes de 20-29 y 30-39 años.24 En cambio, los partidos de Anejos (alrededor de la ciudad cabecera) y Río Cuarto (en la frontera sur, sobre la ruta comercial Buenos Aires-Chile), en ese orden, eran zonas receptoras de población masculina adulta, presentando índices de masculinidad superiores a 100.25

En cuanto a la calificación de la población registrada, cabe señalar que los 32.683 habitantes de la campaña contabilizados en el censo eclesiástico de 1778 (distinto del censo ordenado por Carlos III y realizado por los jueces pedá- neos, que analizaremos aquí),26 48% fueron clasificados como “españoles”, 11%

23Al analizar la composición de las cosechas de productores de distinta escala empadronados en 1847, constatamos que los más pequeños tendían al monocultivo del maíz (el 80% en Tulumba, uno de los departamentos analizados donde se cultivaban ambos cereales), mientras que a medida que aumentaba la escala de cultivo crecía también porcentaje de cultivadores mixtos (del 25 al 75% en el mismo departamento). Cfr. Tell, 2005: cap. 6.

24El índice de masculinidad promedio que calculamos para la zona rural en 1778 es de 99 hombres cada 100 mujeres. Con excepción de Punilla, cuyo índice es 101, los otros partidos mencionados tienen índices muy inferiores a ese promedio, de 95 (Ischilín) y 91 (los demás). Las muescas en las cohortes de varones adultos se observan en las pirámides de población de Tulumba, Punilla y Río Seco. Por razones de espacio omitimos la presentación de las pirámides, pero éstas pueden ser consultadas en Celton, 1996.

25Los índices de masculinidad de Anejos y Río Cuarto para 1778 son de 114 y 106 hombres cada 100 mujeres, respectivamente.

26Dado que las cifras sobre calificación de la población difieren bastante entre los distintos

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como “indios”, 29% como “negros, mulatos y zambos libres” y 12% como “ne- gros, mulatos y zambos esclavos”. Por sí mismas, estas cifras están indicando un importante mestizaje y blanqueamiento en el registro de la población. De acuer- do con este empadronamiento, la población calificada de “española” tendría una mayor representatividad en toda el área de llanura de colonización más tardía;27 las “castas” libres predominarían ampliamente alrededor de la ciudad y en ciertas partes de las sierras28 y la escasa población clasificada como indígena se concentraría en curatos donde persistían pueblos de indios (Ischilín y Punilla) y en el sur de la jurisdicción (Río Cuarto), donde posiblemente haya influido en el registro de un alto número de “indios” la cercanía de la frontera con las socieda- des indígenas no sometidas.29 Teniendo en cuenta la tendencia a omitir el uso de la categoría “mestizo” en los censos realizados en Córdoba en esta época y a ocultar en el registro a los indios en edad de tributar,30 entendemos que estos datos deben ser tomados con recaudos.

II.De unidades censales a unidades productivas: los criterios aplicados al análisis del censo de 1778

El censo de población de 1778 es una fuente ampliamente conocida y ha sido trabajada por varios investigadores cordobeses (Endrek, 1966; Endrek y Celton, 1984; Celton, 1993, 1996; Arcondo, 1998), cuyos estudios se caracterizaron por tomar como unidad de análisis al individuo o al hogar (definido como el grupo de personas que viven bajo el mismo techo) y por aplicar preguntas y metodologías procedentes de la historia demográfica. En nuestro caso, fue la lectura de inves- tigaciones antropológicas sobre unidades domésticas (Wilk y McC. Netting, 1984; Guerrero, 1991 [1984]; Robichaux, 1985) lo que nos permitió analizar la infor- mación del censo desde otra perspectiva y percibir que esta fuente presentaba el

investigadores que han analizado el censo de 1778, por la disparidad de criterios aplicados, optamos por recuperar el resumen de este censo eclesiástico publicado por Larrouy (1927 T. II: 380-382).

27En los curatos de “Río de Arriba” (zona del río Primero), Río Segundo y Tercero Abajo, los “españoles” representaban entre 65% y 70% de la población.

28En los curatos de Anejos, Pocho (norte del partido de Traslasierra) y Río Seco, los “negros, mulatos y zambos libres”, que integraban la categoría genérica de castas, representaban entre 46% y 52% de la población.

29Los “indios” agrupaban entre 23% y 28% de la población de esos curatos. En Río Cuarto no había pueblos de indios, sino una reducción de “pampas” con escasos habitantes.

30Esto se infiere a partir de la fuerte disparidad en el número de “indios” registrados en algunos partidos en los dos censos realizados en 1778, el civil y el eclesiástico. Por citar un ejemplo, en Punilla, Ischilín e incluso en Tulumba donde ya no había pueblos de indios formales, los censistas eclesiásticos contabilizaron el doble de “indios” que los censistas civiles.

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S. Tell

El espacio rural de Córdoba y su diversidad: características y distribución ...

rasgo particular de agrupar a las personas por casas y brindaba elementos para reconstruir los distintos tipos de unidades productivas.31

La crítica de esta fuente y la construcción de los criterios para su análisis fue un proceso bastante complejo. El primer paso consistió en revisar cuidadosa- mente el censo para constatar si, efectivamente, las unidades censales podían ser asimiladas a unidades productivas, puesto que –como ya señalamos– esta fuen- te no brinda información sobre tenencia de la tierra, superficie cultivada ni gana- do o bienes raíces, sino sobre la composición social de las unidades censales y las relaciones entre sus miembros.

Ya aclaramos al principio que la unidad censal utilizada en este empadro- namiento fue la casa, que puede definirse como el grupo de personas registrado por el censista bajo la jerarquía de un jefe, con el que estaban ligados por una relación de parentesco, de dependencia económica (agregados, conchabados, etc.) o de propiedad (esclavos).32 En gran parte de los casos, una casa correspon- de a una unidad productiva (en adelante UP),33 aunque no en todos, ya que también detectamos algunas UP (generalmente registradas como “estancias”, menos frecuentemente como “haciendas”) formadas por una casa principal – donde sabemos por el censo que residía el jefe– y una o varias casas de depen- dientes, habitadas por agregados, esclavos o puesteros, en muchos casos con sus familias. Cuando los miembros de estas casas dependientes conformaban un grupo familiar las consideramos unidades domésticas dependientes.

Esta diferenciación está construida en base a los criterios aplicados por los propios censistas, que en esa ocasión fueron jueces pedáneos o vecinos residen-

31Una característica similar presentan los censos de 1744 y 1815 de Buenos Aires, que incluyen además las ocupaciones de las personas (labrador, estanciero, jornalero, etc.), información que no se consigna en el caso de Córdoba. En la campaña bonaerense, las unidades censales de 1744 han sido analizadas como unidades productivas por Moreno (1989) y en el caso de la ciudad, como grupos domésticos (entendidos como equivalentes a hogares) por Moreno y Díaz (1998). También las unidades censales de 1815 han sido estudiadas para toda la campaña por el Grupo de Investigación en Historia Rural Rioplatense de la UNMDP (GIHRR, 2000). En los tres casos el análisis se ha realizado desde una perspectiva sociodemográfica. Esos censos también han sido utilizados para reconstruir las características de las unidades productivas rurales en varios trabajos microrregionales, referidos a las circunscripciones administrativas de los partidos o “pagos” de Buenos Aires (por ej. Garavaglia, 1999, para Areco y San Isidro).

32De cada miembro de la unidad censal, los censistas registraron nombre y apellido, edad, relación de parentesco con el jefe de la casa (que en los padrones aparece encabezando la lista de miembros), calidad (negro, mestizo, indio, mulato, blanco, etc.), condición legal (esclavo, libre o liberto), estado civil; si era vecino, natural del lugar o forastero; si poseía el título de don; el cargo civil, eclesiástico, militar o indígena (si se trataba de un curaca) y en algunos casos la ocupación (por ej. peón conchabado, capataz, comerciante, puestero, etc.).

33Para la delimitación de la unidad de análisis, nos resultaron de gran utilidad las discusiones metodológicas incluidas en los trabajos de Wilk y McC. Netting (1984) y Robichaux (1985), además de la consulta del trabajo clásico de Laslett (1975). Robichaux ha discutido nuevamente el problema de la delimitación de unidades de análisis como el hogar y el grupo doméstico en una publicación de reciente aparición (Robichaux, 2005).

165

 

tes en la misma zona que les tocó empadronar. Cuando el censista –conocedor del lugar y de sus habitantes– consignaba una casa como unidad censal separa- da, sin señalar que fuera agregada a otra ni registrarla dentro de una estancia, entendemos que estaba reconociendo a una UP autónoma o independiente. En cambio, cuando el censista reconocía a ciertas casas como parte de una UP de mayor envergadura a la que denominaba “estancia” o “hacienda”, aceptando la información que seguramente le proporcionaban los capataces o propietarios, nos indica que éstos últimos ejercían un control sobre dichas unidades domésti- cas y por esta razón las consideramos dependientes.

En ese sentido es preciso remarcar que “casa” es una etnocategoría, es decir, una categoría utilizada por los propios censistas. En fuentes eclesiásticas encontramos menciones que corroboran la definición que propusimos más arri- ba. Por ejemplo, un esclavo del párroco de la capilla del Chañar se refería a la casa del cura como “toda la dilatada familia que le rodea compuesta de la señora, su hermana, sus sobrinas, y demas que dependen de la casa...”.34 Es decir que la casa encabezada por el cura estaba integrada por todas las personas que dependían de él –podemos suponer que tanto en términos económicos como de subordinación a su autoridad– incluyendo los parientes y “los demás” que no eran parientes (el esclavo y seguramente otras personas libres o asimismo escla- vas). Podemos afirmar entonces que cuando los actores de la época hablaban de “casa” designaban a un grupo articulado por relaciones de parentesco, económi- cas y de autoridad. Si bien en muchos casos una casa agrupaba a las personas que vivían bajo un mismo techo, el criterio de corresidencia no resultaba un elemento crucial en la construcción de esa etnocategoría. Por las razones expues- tas y por el hecho de que algunas unidades censales fueron expresamente desig- nadas con categorías económicas como “estancia” o “puesto”, entendemos que las unidades censales del padrón de 1778 pueden ser efectivamente consideradas como unidades productivas.

Con relación a lo anterior, cabe aclarar que no pudimos constatar si co- rrespondían o no a una UP aquellas unidades censales habitadas por una sola persona o por un jefe (sin familiares) con un esclavo y/o un agregado35 y aquellas unidades censales en las que no pudimos discernir la relación entre sus miembros por falta de información suficiente.36 Estas unidades fueron excluidas del análi- sis, ya que al tratarse de muy pocos casos (en ningún partido superan el 2.8%), su eliminación no modificó los resultados.

34AAC, Legajo 40 T. I (1813), f. 1 r. Las cursivas son nuestras.

35En estos casos estimamos que no se trataba de productores rurales, quizá de un comerciante o artesano que vivía con su sirviente.

36Nos enfrentamos a esta dificultad en aquellos casos en que los censistas no aclararon las relaciones entre los miembros de una casa y no fue posible inferirlas por los apellidos.

166

 

S. Tell

El espacio rural de Córdoba y su diversidad: características y distribución ...

Una vez identificado el universo de UP, las diferenciamos en cuatro tipos: pequeñas, medianas, grandes y muy grandes, calificativos que –es preciso remar- car– no hacen referencia a la extensión territorial de las UP, a la superficie culti- vada ni a su patrimonio en ganado (datos que el censo de 1778 no proporciona) sino a la cantidad de dependientes libres y esclavos que incorporaban y al tipo de relación entre los trabajadores libres y el titular que el censo explicita o deja entrever.

Creemos conveniente aclarar de antemano algunas cuestiones relativas a esta clasificación. En primer lugar, la construimos con propósitos analíticos: aun- que somos conscientes que la reconstrucción de tipos supone la reducción de situaciones infinitamente ricas en su variedad de matices a un esquema simplifi- cado, esta agrupación de los datos fue necesaria para extraer tendencias genera- les del censo. En segundo lugar, también somos conscientes que la elección de los cortes entre uno y otro tipo de UP conlleva cierta dosis inevitable de arbitrarie- dad. Para reducirla al mínimo posible, optamos por respetar los cortes observa- dos en la frecuencia de distribución de las UP en los distintos partidos, utilizamos y cruzamos todos los elementos de juicio que el censo nos ofrecía y explicitamos al lector las dudas y dificultades que afrontamos en el proceso de construcción de las categorías.

Para clasificar las UP en tipos, el criterio principal que utilizamos fue la posesión o no de esclavos y el número de éstos.37 Sin embargo, en algunos casos ese criterio resultó insuficiente para decidir si la UP era pequeña, mediana, gran- de o muy grande. En esas circunstancias utilizamos un elemento complementa- rio: el número de dependientes libres y el tipo de relación que éstos tenían con el titular de la unidad. Escogimos los indicadores del número de esclavos y de dependientes libres para distinguir los tipos de UP porque consideramos que el esclavo es un indicador de acumulación y los dependientes libres38 también son indicios de niveles de acumulación, en tanto eran trabajadores que recibían una parte de su salario en derechos de uso de tierras y pasturas y otra parte en bienes o dinero (Tell, 2005: cap. 2).39

37En el cuadro N° 6 (Anexo) se presenta la distribución de las UP en cada partido según el número de esclavos.

38Sobre todo los puesteros y agregados no parientes de la familia titular, cuyas denominaciones indican que eran las categorías de trabajadores más estables, pero también los conchabados y peones cuya permanencia era seguramente más inestable y menos prolongada, pero de exten- sión muy variable según hemos podido apreciar en las cuentas de administradores de estancias incluidas en expedientes judiciales, donde constatamos permanencias que iban de dos meses a dos años. AHPC, Escribanía 1, Leg. 65, Exp. 2 (1765). No disponemos aún de estudios específicos sobre la mano de obra libre en las estancias para este período.

39Inicialmente enfrentamos la duda sobre si era correcto tomar la propiedad de esclavos como criterio de diferenciación económica y sólo nos atrevimos a utilizarlo luego de consultar a C. S. Assadourian, a quien agradecemos su asesoramiento. Luego observamos que los esclavos y

167

 

Considerando conjuntamente esos dos criterios, identificamos como pe- queñas unidades productivas independientes (en adelante pequeñas UPI) a las UP compuestas por una familia nuclear o extendida que no poseía esclavos, generalmente tampoco tenía agregados y –en caso de tenerlos– eran pocos y muy frecuentemente estaban emparentados con la familia titular. Esas caracte- rísticas nos permitieron inferir que se trataba de campesinos independientes, es decir, de unidades de producción autónomas basadas en el trabajo de la familia del titular, que contaban con la colaboración de unos pocos agregados en ciertos momentos del ciclo vital.40

Si las pequeñas UPI fueron relativamente fáciles de identificar, distinguir las UP medianas de las grandes no resultó una tarea tan sencilla. En principio, teníamos claro que la diferencia con las pequeñas UPI estaba dada por la pre- sencia de esclavos o, en su defecto, de un alto número de dependientes libres, que indicaban capacidad de acumulación y utilización de mano de obra extrafa- miliar. Pero, ¿en qué número situar el corte en medianas y grandes?

Luego de observar atentamente la frecuencia de distribución de las UP con esclavos en todos los partidos advertimos que la mayoría –más concreta- mente, el 60%– de las UP con esclavos tenían entre 1 y 3 esclavos (ver cuadro N° 6 en anexo). A partir de esta constatación, optamos por clasificar como media- nas UP a las que poseían entre 1 y 3 esclavos y como grandes UP a las que poseían más de 3 esclavos, hasta 50 (ya explicaremos por qué). Para que ese corte se comprenda mejor en términos económicos, podemos señalar que a los precios promedio del período 1750-1850 (Celton, 2000: 15) tres esclavos adultos equivalían a 775 pesos y cuatro esclavos adultos a 1.030 pesos.

En el grupo de las medianas y grandes agregamos también aquellas UP que, a pesar de no poseer esclavos, no correspondía clasificarlas como pequeñas en la medida que incorporaban un número alto de trabajadores libres (que en promedio eran entre 6 y 11 personas, según los partidos), registrados en calidad de conchabados, peones, puesteros o agregados que no eran parientes del titular. Ese alto número de dependientes libres nos indicó que no se trataba de pequeños productores autónomos basados en el trabajo familiar, sino de UP que tenían riqueza acumulada en tierras o ganado y estaban en situación de incorporar trabajadores permanentes (puesteros y agregados), o temporarios (peones y con- chabados). Para clasificar a esas unidades (que eran muy pocas), calculamos el promedio de dependientes libres que incorporaban. A las que tenían un número

peones fueron tomados por Garavaglia como indicadores de diferenciación social de los labra- dores, en su estudio sobre el partido de San Isidro (Garavaglia 1993; 1999). Además, como ya señalamos, esclavos y dependientes libres son los únicos indicadores de acumulación que este censo proporciona.

40En expedientes judiciales se confirma este tipo de relación y funcionamiento (Tell, 2005). Desarrollamos más adelante la descripción del ciclo vital.

168

 

S. Tell

El espacio rural de Córdoba y su diversidad: características y distribución ...

de dependientes inferior a ese promedio (que fluctuaba entre 5.5 y 11 según los partidos) las incluimos dentro del grupo de las UP medianas y a las que tenían un número superior, dentro de las UP grandes.

Las UP muy grandes, al igual que las pequeñas, fueron relativamente fáciles de identificar. Bajo esta categoría agrupamos a las estancias y haciendas que sobresalían ampliamente del conjunto, debido al altísimo número de escla- vos y trabajadores libres que incorporaban. Las seleccionamos analizando caso por caso en cada partido, considerando conjuntamente la frecuencia de esclavos y de dependientes libres, de modo tal que quedaron subsumidas en esta catego- ría las UP con más de 50 esclavos y aquellas que, teniendo pocos esclavos o incluso ninguno, incorporaban más de 50 trabajadores libres en calidad de pues- teros, peones, conchabados o familias de agregados.

III.Distribución de la población y de las unidades productivas

III.1. Distribución de la población y de los distintos tipos de unidades productivas en el espacio rural

En 1778 la jurisdicción de Córdoba tenía una población total de 44.506 habitantes, distribuida en diez partidos rurales. Los partidos que tenían mayor cantidad de población eran Río Segundo (en la llanura) y Traslasierra (sobre la pendiente occidental de las sierras), con 6.041 y 5.849 habitantes respectiva- mente. Los partidos con menor cantidad de población eran Anejos (alrededor de la ciudad) e Ischilín (en las sierras del noroeste), con 1.083 y 2.396 habitantes respectivamente. Entre esos dos extremos se hallaban los otros seis partidos que contaban con una población de 3.000 a 4.000 habitantes.

Al igual que la población, las UP no se repartían uniformemente en el espacio rural, sino que se distribuían en relación directa con la cantidad de habi- tantes. Río Segundo y Traslasierra, los dos partidos con mayor número de habi- tantes, tenían también el mayor porcentaje de UP sobre el total de unidades del espacio rural (17% cada uno), mientras que Anejos e Ischilín, los partidos con menos población, tenían también el menor número relativo de UP (1.4% y 7.7% respectivamente). Los seis partidos restantes tenían una participación bastante similar en el total de UP rurales (entre 8 y 10%).

III.2. Distribución de la población y de los distintos tipos de unidades productivas en cada partido

En el cuadro N° 1 se expone la distribución de la población entre los distintos tipos de UP en cada partido. Estos datos se complementan con los del

169

 

cuadro N° 2, donde se presenta la distribución interna de los cuatro tipos de UP, en cada partido.

No hace falta más que un rápido vistazo a estos cuadros para corroborar que las pequeñas UPI eran mayoritarias en el espacio rural en su conjunto, tanto en número –representaban casi el 84% del total de UP rurales– como en el porcentaje de población residente en ellas: la mitad o más de la mitad de la población de todos los partidos, con excepción de Anejos. Después de ellas, las UP medianas tenían un lugar destacado, ya que representaban casi el 10% del total de UP rurales y absorbían el 13% de la población rural. Las UP grandes, a pesar de ser más escasas en número que las medianas (6% del total de UP rurales), reunían un porcentaje un poco más elevado de la población rural (casi 15%). Finalmente existía un puñado de UP muy grandes, cuyo número era ínfi- mo comparado con el total de UP (0.3%) pero tenían una importancia bastante mayor en términos demográficos, aunque aún así minoritario (6% del total de población rural).

Cuadro N° 1: Distribución de la población por tipo de unidad productiva

y por partido

 

Población en

Población

Població

Población en

Población

 

Partidos

Pequeñas

en UP

n en UP

UP muy

no incluida

Total

UPI

Medianas

Grandes

grandes

en UP*

 

 

 

 

 

 

En números absolutos

 

 

Anejos

277

215

255

336

0

1083

Calamuchita

2089

842

1061

131

25

4148

Ischilín

1956

109

70

251

10

2396

Punilla

2535

328

345

650

23

3881

Río Cuarto

2403

659

616

0

35

3713

Río Seco

2428

347

545

0

21

3341

Río Segundo

4201

859

891

87

3

6041

Tercero Arriba

2039

657

788

113

0

3597

Traslasierra

4579

590

495

175

10

5849

Tulumba

2270

293

403

559

4

3529

Total

24777

4899

5469

2302

131

37578

 

 

 

En porcentajes

 

 

Anejos

25.6

19.9

23.5

31

0

100

Calamuchita

50.4

20.3

25.6

3.1

0.6

100

Ischilín

81.6

4.5

2.9

10.5

0.4

100

Punilla

65.3

8.5

8.9

16.7

0.6

100

Río Cuarto

64.7

17.7

16.6

0

0.9

100

Río Seco

72.7

10.4

16.3

0

0.6

100

Río Segundo

69.5

14.2

14.75

1.4

0.05

100

Tercero Arriba

56.7

18.3

21.9

3.1

0

100

Traslasierra

78.3

10.1

8.5

3

0.2

100

Tulumba

64.3

8.3

11.4

15.8

0.1

100

Población rural total

65.9

13

14.6

6.1

0.3

100

* Las personas registradas dentro de las unidades censales eliminadas de la clasificación de UP

170

 

S. Tell El espacio rural de Córdoba y su diversidad: características y distribución ...

Cuadro N° 2: Distribución de las unidades productivas por tipo y

por partido (en porcentajes)

Partidos

Pequeñas

UP

 

UP Grandes

 

UP Muy

Total

UPI

Medianas

 

 

Grandes

 

 

 

 

 

 

 

En números absolutos

 

Anejos

43

16

 

12

 

2

73

Calamuchita

374

81

 

62

 

1

518

Ischilín

371

15

 

6

 

1

393

Punilla

477

29

 

23

 

6

535

Río Cuarto

392

73

 

31

 

0

496

Río Seco

395

37

 

38

 

0

470

Río Segundo

720

95

 

56

 

1

872

Tercero Arriba

334

63

 

46

 

1

444

Traslasierra

780

59

 

28

 

2

869

Tulumba

412

30

 

19

 

3

464

Total

4298

498

 

321

 

17

5134

 

 

 

 

En porcentajes

 

 

 

Anejos

58.9

21.9

 

16.4

 

2.7

100

Calamuchita

72.2

15.6

 

12

 

0.2

100

Ischilín

94.4

3.8

 

1.5

 

0.3

100

Punilla

89.2

5.4

 

4.3

 

1.1

100

Río Cuarto

79

14.7

 

6.3

 

0

100

Río Seco

84

7.9

 

8.1

 

0

100

Río Segundo

82.6

10.9

 

6.4

 

0.1

100

Tercero Arriba

75.2

14.2

 

10.4

 

0.2

100

Traslasierra

89.8

6.8

 

3.2

 

0.2

100

Tulumba

88.8

6.5

 

4.1

 

0.6

100

Espacio rural

83.7

9.7

 

6.3

 

0.3

100

Los cuadros darían lugar a múltiples lecturas, pero nos interesa destacar una en particular, la que nos permitirá más adelante efectuar comparaciones con otras variables. Esta lectura consiste en tomar como parámetro la distribución de la población y de las UP en el espacio rural en su conjunto y comparar con ese parámetro la distribución interna que presenta cada partido. En cifras redondea- das, la población rural se distribuía de la siguiente manera: 66% en pequeñas UPI, 13% en UP medianas, 15% en UP grandes y 6% en UP muy grandes. Las unidades productivas, por su parte, se repartían entre 84% de pequeñas UPI, 10% de UP medianas, 6% de UP grandes y 0.3% de UP muy grandes.

Con relación a esos valores –que podemos considerar como la media– nos encontramos con una serie de situaciones que se diferencian unas de otras por matices –algunos bastante sutiles– y pueden ser ubicadas en un continuo. En

171

 

un extremo tenemos a Traslasierra, partido donde había una alta proporción de pequeñas UPI (90%) que reunía un porcentaje de la población igualmente eleva- do (78%) y donde los demás tipos de UP se ubicaban por debajo de la media. Le sigue Río Seco, donde las pequeñas UPI también eran preponderantes en núme- ro (84%) y en población (73%) pero, a diferencia de Traslasierra, coexistían con grandes UP que se destacaban por encima de la media, tanto en número (8%) como en cantidad de habitantes (16%). A continuación podemos ubicar a Ischi- lín, donde el predominio de las pequeñas UPI era aún más marcado, en número (94%) y en población (82%), pero se distinguía de los casos anteriores por coexis- tir con un número escaso (0.3%, igual a la media) de UP muy grandes que absorbían un porcentaje muy elevado de la población del partido (10.5%).

Una situación particular era la de Punilla y Tulumba. En esos partidos las pequeñas UPI sobresalían por encima de la media en número (89% en ambos distritos) aunque no en población, y convivían con UP muy grandes que se des- tacaban tanto por su número (1.1% y 0.6%, respectivamente) como por el muy alto porcentaje de población residente en ellas: alrededor del 16% en ambos casos.

Todos estos partidos con un porcentaje de pequeñas UPI superior a la media tenían otro elemento en común: estaban ubicados en la zona serrana de antiguo poblamiento, que también era el área con mayor densidad de población.

Como casos que bien podríamos denominar intermedios se ubicaban Río Cuarto y Río Segundo. En ambos distritos –que se extendían desde las últimas estribaciones de las sierras hacia el sur o hacia el este, hasta llegar a las fronteras de la jurisdicción, y cuyas tierras eran en su mayor parte llanas– sobresalían las UP medianas, que representaban entre el 11% y el 15% del total de UP de cada uno y entre el 14% y 18% de su población. Junto a esta situación, en Río Cuarto las UP grandes se destacaban por el porcentaje de población residente en ellas y en Río Segundo ocurría lo propio con la población residente en pequeñas UPI.

A continuación podemos ubicar un grupo de partidos caracterizado por la fuerte presencia de UP medianas, grandes y muy grandes. En Calamuchita, en la franja central de las sierras, y en el vecino partido de Tercero Arriba, que com- prendía el piedemonte oriental y la franja de llanura cercana, las UP medianas y grandes sobresalían por encima de la media, al representar (sumadas) 28% y 25% del total de UP y absorber el 46% y 40% de la población de los respectivos partidos.

Finalmente, en el otro extremo del continuo encontramos al partido de Anejos, que circundaba la ciudad cabecera, el único donde las pequeñas UPI eran minoritarias (25%) y donde el predominio de UP medianas y grandes se daba junto a un alto porcentaje de UP muy grandes: un 3% de las UP del parti- do, donde residía el 31% de sus habitantes.

172

 

S. Tell

El espacio rural de Córdoba y su diversidad: características y distribución ...

IV. Características de las unidades productivas

IV.1. Distribución de las jefaturas de las unidades productivas por sexo

El análisis de la distribución de los jefes de UP según su sexo nos permite conocer otra característica relativa a la composición de las unidades, además de iluminar algunos aspectos de las pequeñas UP rurales, que modifican el discurso de las autoridades de la época acerca del comportamiento de la población rural.

En el caso de las medianas, grandes y muy grandes UP, en el conjunto de la campaña, el 75.6% de los jefes eran varones, el 20.6% mujeres y el restante 3.8% eran titulares ausentistas (algunos identificados por los censistas y otros que reconocimos por omisión). El dato significativo en este caso es precisamente el porcentaje de titulares ausentistas, que era muy alto en dos de los partidos caracterizados por una presencia destacada de UP grandes y muy grandes: Puni- lla (15.5%) y Anejos (13%).

En el caso de las pequeñas UPI, en toda la campaña, las jefaturas se distribuían en porcentajes muy similares a los anteriores: 81% de varones y 19% de mujeres. Pero si analizamos partido por partido, vemos que aquellos que tenían porcentajes de jefes mujeres superiores a ese promedio (Ischilín y Río Seco con 23% y Tulumba con 25%) son los mismos que investigaciones de historia demográfica (Celton, 1996) han marcado como zonas de expulsión de pobla- ción, especialmente de varones adultos, en este período.41 El cruce de ambos registros de datos sugeriría que eran precisamente las pequeñas UPI las unidades expulsoras de migrantes varones, donde las mujeres quedaban al frente de la unidad. Otros dos partidos con un promedio de jefes mujeres superior a la media eran Tercero Arriba (20%) y Traslasierra (19.5%). Más adelante veremos que en los casos de Ischilín y Traslasierra otra fuente de varones migrantes eran los pueblos de indios.

La presencia destacada de jefaturas femeninas podría estar indicando una pauta de organización familiar característica del noroeste de la jurisdicción de Córdoba, definida por la presencia femenina estable a la cabeza de las peque- ñas UPI y la movilidad masculina (probablemente estacional), hipótesis compa- tible con la significación destacada en esta zona de la tejeduría doméstica, que era una actividad esencialmente femenina.42 Esto puede tomarse como una ex-

41En la primera sección vimos que esos tres partidos tenían en común el bajo índice de masculinidad y, salvo Ischilín, un fuerte predominio femenino en las cohortes de 20-29 y 30-39 años.

42En la primera sección señalamos que las mujeres no sólo monopolizaban la producción doméstica de tejidos en aquella época (en el censo de 1813 el 76% de las mujeres de la campaña declararon ser hilanderas o tejedoras frente a un 0.6% de hombres) sino que la realizaban con independencia de sus maridos, contrayendo deudas con los comerciantes de campaña por la

173

 

plicación alternativa del comportamiento “inmoral” de la población denunciado hasta el cansancio por las autoridades eclesiásticas y civiles de la gobernación y muchas veces adjudicado a la falta de autoridades que ejercieran el control nece- sario en territorios tan vastos.43 Nuestros datos permiten situarnos del lado de la población rural y sugieren, por lo menos para el noroeste de Córdoba, que esas pautas de comportamiento que las autoridades identificaban con delitos contra la moral (madres solteras, hijos ilegítimos, amancebamientos) obedecían menos a una supuesta “relajación” de las costumbres que al rol asumido por la mujer en la unidad doméstica –tanto en la esfera de la autoridad como en la de la produc- ción– en un área donde la movilidad masculina ligada a la actividad de la arrie- ría (principalmente el arreo de mulas a las tabladas de Salta y Jujuy) fue vital para la reproducción de la unidad doméstica (Tell, 2005).

IV.2. Las unidades productivas medianas, grandes y muy grandes: distri- bución de la población dependiente e independiente

Al registrar en cada unidad censal a los esclavos y dependientes libres, el censo de 1778 nos permite percibir las diferencias en los niveles de concentración de estos indicadores económicos por zonas y diferenciar la composición de cada tipo de UP en cuanto a la relación entre miembros independientes y dependien- tes.

En el espacio rural tomado en su conjunto predominaba la población independiente, que representaba el 74% de la población total, seguida por los dependientes libres (agregados, conchabados, puesteros, criados, domésticos, etc.) que sumaban el 16%, y por los esclavos que representaban el 10% restante. La población independiente se localizaba principalmente en las pequeñas UPI (casi el 85%), mientras que los esclavos y dependientes libres se concentraban en las UP medianas, grandes y muy grandes (100 y 78% respectivamente).

Al comparar la distribución de las categorías de población dentro de cada partido con la distribución de las mismas categorías en el espacio rural en su conjunto, observamos que los partidos con mayores porcentajes de pequeñas UPI (Ischilín, Río Seco, Traslasierra) y uno de los partidos con mayor cantidad de medianas UP (Río Segundo) tenían porcentajes de población independiente su- periores al promedio del espacio rural y porcentajes de dependientes libres inferio- res al mismo. De estos distritos, Ischilín se destaca por su bajísimo número de dependientes libres y por el gran número de esclavos, de los cuales el 82% se concentraba en la ex estancia jesuítica de Santa Catalina.

compra de textiles importados a cambio de la entrega futura de tejidos domésticos (Assado- urian, 1978; Punta, 1992; Tell, 2005).

43Cfr. por ejemplo, la carta de 1768 dirigida por el obispo de Tucumán al rey, en Larrouy, 1927 T.II: 267.

174

 

S. Tell El espacio rural de Córdoba y su diversidad: características y distribución ...

Cuadro N° 3: Distribución de la población independiente y dependiente

por partidos, en porcentajes

 

Indepen

Esclavos

Dependientes

Población

Total

Esclavos +

 

dientes

Libres

Eliminada

Depend. Libres

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Anejos

35.1

29.3

35.6

0

100

64.9

Calamuchita

68.2

13.6

17.6

0.6

100

31.2

Ischilín

84.3

12.8

2.5

0.4

100

15.3

Punilla

71.7

7.9

19.8

0.6

100

27.7

Río Cuarto

69

8.2

21.9

0.9

100

30.1

Río Seco

80.2

7.9

11.3

0.6

100

19.2

Río Segundo

76.8

9.2

14

0.05

100

23.2

Tercero Arriba

67.8

10.9

21.3

0

100

32.2

Traslasierra

83.1

4

12.7

0.2

100

16.7

Tulumba

70.7

9.8

19.4

0.1

100

29.2

Total

73.7

9.5

16.4

0.3

100

26

Los partidos con una presencia más destacada de UP grandes y muy grandes (Anejos, Calamuchita, Tercero Arriba, Punilla, Tulumba) y otro de los partidos con gran cantidad de medianas UP (Río Cuarto) muestran porcentajes de habitantes independientes inferiores al promedio y de dependientes libres su- periores al mismo, que van acompañados de un porcentaje alto de esclavos en todos los casos salvo Punilla.

IV.3. Síntesis sobre el tamaño y composición de los distintos tipos de unidades productivas

Al comparar los promedios de esclavos, dependientes libres y total de integrantes por tipo de UP, que se exponen en el cuadro N° 4, constatamos que la diferencia principal entre los distintos tipos de UP –considerando el espacio rural en su conjunto– residía en la cantidad de dependientes libres y esclavos que incorporaban, ya que el promedio de miembros independientes era bastante si- milar (apenas oscilaba entre 5 y 7). Esto explica que las pequeñas UPI presenten un perfil homogéneo en los diez partidos rurales, sin variaciones significativas en el total de miembros con respecto a la media ni en el de dependientes libres, que era muy bajo y en ningún partido llegaba a un individuo.44

44Cabe aclarar que en las pequeñas UPI consideramos como dependientes libres a todos aquellos individuos censados como “agregado”, “doméstico”, “criado”, “huérfano”, “libre”, etc., que no tenían relación de parentesco con la familia titular. No incluimos en la categoría de dependientes libres a los parientes de la familia titular, salvo en aquellos pocos casos en que fueron expresamente consignados como “agregados”, porque entendemos que en esos casos fueron incorporados en condiciones particulares y diferentes a las de los miembros de la familia titular, lo que justificó la aclaración del censista.

175

 

Cuadro N° 4: Distribución de la población independiente, esclava y

dependiente por partido y por tipo de UP, en cantidad promedio de personas45


Tipo

Partido

Indepen

Esclavos

Dependientes

Total

Esclavos +


de UP

dientes

Libres

Depend. Libres


 

 

 

 


 

Anejos

6

-

0.4

6.4

-


 

Calamuchita

5.5

-

0.1

5.6

-


 

Ischilín

5.2

-

0.05

5.3

-


Pequeñas

Punilla

5.3

-

0.04

5.3

-


Río Cuarto

5.3

-

0.8

6.1

-


Río Seco

5.7

-

0.4

6.1

-


Río Segundo

5.4

-

0.4

5.8

-


 

Tercero Arriba

5.5

-

0.6

6.1

-


 

Traslasierra

5.6

-

0.3

5.9

-


 

Tulumba

5.4

-

0.1

5.5

-


 

Espacio rural

5.5

-

0.3

5.8

-


 

Anejos

4.8

1.8

6.9

13.4

8.7


 

Calamuchita

5.4

1.8

3.2

10.4

5


 

Ischilín

3.9

1.7

1.6

7.3

3.3


Medianas

Punilla

4.2

1.6

5.5

11.3

7.1


Río Cuarto

4.7

1.6

3

9

4.6


Río Seco

5.2

1.7

2.5

9.4

4.2


Río Segundo

5.2

1.4

2.5

8.9

3.9


 

Tercero Arriba

5.3

1.7

3.4

10.4

5.1


 

Traslasierra

5.7

1.3

3

10

4.3


 

Tulumba

5.1

1.5

3.2

9.8

4.7


 

Espacio rural

5.1

1.6

3.1

9.8

4.7


 

Anejos

3.7

7.9

9.7

21.3

17.6


 

Calamuchita

5.4

6.5

5.2

17.1

11.7


 

Ischilín

3.8

5

2.8

11.7

7.8


 

Punilla

4.6

6.7

3.8

15

10.5


Grandes

Río Cuarto

4.5

6

9.3

20

15.3


Río Seco

5.9

5.3

3.2

14.3

8.5


Río Segundo

4.4

5.9

5.6

15.9

11.5


 

Tercero Arriba

4.7

6.3

6.1

17.1

12.4


 

Traslasierra

5.5

5

7.2

17.7

12.2


 

Tulumba

4.8

7.8

8.6

21.2

16.4


 

Espacio rural

4.9

6.1

6

17

12.1


 

Anejos

0

97

71

168

168


 

Calamuchita

8

16

107

131

123


 

Ischilín

0

251

0

251

251


Grandes

Punilla

6.5

17.7

84.2

108.3

101.9


Río Cuarto

0

0

0

0

0


Río Seco

0

0

0

0

0


Muy

Río Segundo

0

87

0

87

87


Tercero Arriba

37

2

74

113

76


 

Traslasierra

4

7.5

76

87.5

83.5


 

Tulumba

10

51

125.3

186.3

176.3


 

Espacio rural

7.2

48.5

79.8

135.4

128.3


 

 

 

 

 

 

 

 

45En este cuadro, al igual que en los anteriores, computamos cada persona como 1 unidad, sin

176

 

S. Tell

El espacio rural de Córdoba y su diversidad: características y distribución ...

Las UP que poseían de 1 a 3 esclavos y que hemos clasificado como medianas, tenían un promedio de 3 dependientes libres y 10 miembros en total. También estas unidades presentaban un perfil bastante homogéneo, con dos particularidades. Por una parte, las UP medianas de Ischilín eran las únicas que tenían un promedio de esclavos algo superior al de dependientes libres, lo cual es consistente con la escasa significación de la población dependiente en ese parti- do y la mayor importancia correlativa de los esclavos. Por otra parte, las UP medianas de Anejos y Punilla se destacaban por el alto promedio de dependien- tes libres, que no sólo duplicaba la media sino que además igualaba o incluso superaba el promedio de dependientes totales de las UP grandes de otros parti- dos, como Río Seco e Ischilín.

Aquellas UP que contaban con más de 3 esclavos, que hemos clasificado como grandes, promediaban 6 esclavos, 6 dependientes libres y 17 integrantes en total. En este tipo de UP sí encontramos variaciones zonales significativas, entre las que se destacan su alto promedio de dependientes libres y esclavos en Anejos y Tulumba.

Por último, las UP muy grandes, que distinguimos por tener más de 50 esclavos y/o dependientes libres, son las que presentan una distribución más desigual en el espacio rural y diferencias más significativas de tamaño y compo- sición. La mayoría de estas UP muy grandes eran, ni más ni menos, las estancias que habían pertenecido a los jesuitas hasta su expulsión y para 1778 se encontra- ban ya en propiedad de particulares46: Santa Catalina en el sur de Ischilín, Jesús María en Tulumba, San Ignacio en Calamuchita, Alta Gracia en el piedemonte de las sierras que Río Segundo compartía con Punilla y los “Puestos de Alta Gracia” en ese último partido47. La única estancia jesuítica que había quedado en manos de religiosos era Caroya, localizada en el partido de Anejos y pertene-

asignar valores diferenciados por sexo y edad como sí lo hicimos en otras oportunidades (Tell, 2001, cuyos resultados se reseñan más adelante). Puesto que el objetivo de este artículo no es hacer un análisis pormenorizado de la fuerza de trabajo constituida por esclavos y dependientes libres, como tampoco de la lógica económica de las UP que los incorporaban, sino identificar las características generales de cada tipo de UP y examinar la distribución de una serie de indicadores, a fin de reconstruir la estructura agraria y su diferenciación por zonas, en esta oportunidad los esclavos y dependientes libres no son analizados en tanto fuerza de trabajo sino como indicadores directos (en el caso de los esclavos) o indirectos (en el de los dependientes libres) de capacidad de acumulación de riqueza de cada tipo de UP. Desde esa perspectiva, consideramos que no es necesario realizar un cálculo de energía mediante la asignación de valores diferenciados a las personas según su sexo y edad, como tampoco analizar el tiempo de permanencia de los trabajadores libres temporales.

46Las estancias que habían pertenecido a la Compañía de Jesús en Córdoba fueron rematadas por la Junta de Temporalidades entre 1773 y 1775 (Albarenque y Santamarina, 1976).

47A nuestro entender estos son los puestos que habían pertenecido a la estancia de La Cande- laria.

177

 

ciente al Colegio Monserrat, cuya dirección se transfirió a la orden de San Fran- cisco después de la expulsión.

También existían algunas UP muy grandes que no habían pertenecido a religiosos; entre las de mayor tamaño localizamos los Puestos de Ferreira en Tercero Arriba, la estancia de don Juan de Arias en Traslasierra, San Pedro y Totoral Grande en Tulumba y cuatro estancias ubicadas en hilera a lo largo del valle de Punilla (La Higuera, San Roque, Las Manzanas y Toranzos). Excepto los Puestos de Ferreira, ubicados en la llanura de Tercero Arriba, en lo que hoy es la ciudad de Villa María, todas las estancias mencionadas se localizaban a lo largo de las sierras o del piedemonte situado en la pendiente oriental de las mismas, desde el norte de Tulumba hasta el sur de Traslasierra, pasando por Punilla y Calamuchita, el piedemonte de Anejos y de Río Segundo.48 Del conjunto de las UP muy grandes, las que agrupaban mayor número de trabajadores eran las de Santa Catalina con 251 esclavos y la de Jesús María que contaba con 120 esclavos y 123 trabajadores libres en el momento de realizarse el censo.

En las estancias de Punilla, Tulumba y Calamuchita, se destacaba la presencia de numerosas familias de agregados o puesteros, que conformaban unidades domésticas (en adelante UD) dependientes. En otros trabajos (Tell, 2004b y 2005) analizamos el perfil de este tipo de unidades en Punilla y Tulumba, donde detectamos 95 y 85 UD dependientes, respectivamente. Los resultados pusieron de manifiesto que se trataba básicamente de familias nucleares relativa- mente jóvenes, cuyo titular tenía entre 33 y 39 años, con pocos hijos (tres en promedio), pequeños o acercándose a la edad en que dejaban de ser “párvulos” para pasar a ser considerados trabajadores plenos,49 lo que revela la preferencia de los titulares de estancias por incorporar familias de trabajadores libres que habían alcanzado o estaban prontas a alcanzar el momento de su ciclo vital donde disponían de la máxima capacidad de trabajo. Por otra parte, estas fami- lias de agregados y puesteros representaban entre el 50% y el 100% del plantel de trabajadores libres permanentes, lo que significa que en la mayoría de las estan- cias de esos partidos -con excepción de San Pedro y Jesús María donde el núme- ro de esclavos era importante- las UD dependientes conformaban prácticamente la totalidad de la fuerza de trabajo de las UP muy grandes.

IV.4. Las relaciones de parentesco y su importancia en la conformación de las pequeñas unidades productivas

Estudios demográficos previos sobre el censo de 1778 encararon el análi- sis de las relaciones de parentesco mediante la identificación de la unidad censal

48Como puede advertirse, Río Cuarto y Río Seco eran los únicos partidos donde no había unidades productivas de esta envergadura.

49El promedio de edad del hijo mayor de estas familias rondaba los 15 años.

178

 

S. Tell

El espacio rural de Córdoba y su diversidad: características y distribución ...

casa con la categoría de hogar y la construcción de tipologías de hogares basadas en la estructura que presentaban las casas en el momento de efectuarse el empa- dronamiento (ver cuadro Nº 7 en Anexo). De allí se desprendió que la familia u hogar “nuclear” era el tipo predominante en gran parte de la campaña de Córdo- ba, con excepción de dos zonas (Anejos y Calamuchita) donde predominaban los hogares “compuestos”, con esclavos y dependientes libres (Celton, 1993: 148-156).

Entendemos que ese tipo de lectura sincrónica de los censos que los apre- hende sólo en su carácter de fotografía y reconstruye estructuras familiares dife- renciadas plantea varios problemas. En primer término, al separar a las familias nucleares de las extendidas y fijar ambas como estructuras cristalizadas se omite el proceso de desenvolvimiento temporal de las unidades domésticas y los cam- bios de composición a los que este proceso da lugar (Guerrero, 1991 [1984]). En segundo término, al subsumir bajo la categoría de “hogar compuesto” a todas las unidades con esclavos y/o dependientes libres, sin distinción de tamaño y compo- sición, se homogeneiza un conjunto de situaciones muy variadas y jerarquizadas entre sí. En otras palabras, entendemos que esas categorías no permiten captar la jerarquización socioeconómica ni la lógica de organización de las unidades productivas, que puede reconstruirse a partir de los datos del mismo censo.

En una investigación anterior (Tell, 2001) señalamos que ese tipo de lectu- ra sincrónica de los datos censales llevaría a concluir que –al ser la situación mayoritaria en un momento dado– la familia nuclear era la forma ideal de orga- nización de las pequeñas UPI o unidades domésticas50 en la campaña de Córdo- ba. Al analizar los datos sobre las pequeñas UPI de los partidos de Río Seco y Río Cuarto51 desde la perspectiva del ciclo vital, pudimos interpretar las diferentes estructuras que presenta el censo no como tipos de distinta naturaleza sino como diversas configuraciones que dichas unidades adoptaban a lo largo de su ciclo de vida. Allí observamos que el 62% de las familias campesinas de las serranías de Río Seco que estaban atravesando la fase intermedia del ciclo vital52 en el mo- mento que fueron empadronadas y el 47% de las familias campesinas de la llanura de Río Cuarto en la misma condición, eran familias titulares de pequeñas UPI que no habían recibido parientes ajenos a la familia nuclear ni tenían agre- gados no parientes. En cambio, el 40% de las familias campesinas de Río Seco y el 38% de las de Río Cuarto que estaban atravesando la fase inicial del ciclo

50Utilizamos las expresiones pequeña UPI y unidad doméstica como sinónimos.

51Más precisamente, de las áreas más extensas y densamente pobladas de ambos partidos: la zona serrana de Río Seco y la zona de llanura de Río Cuarto.

52Definimos como fase intermedia del ciclo vital aquella que se prolongaba desde que el hijo mayor empadronado cumplía 5 años y comenzaba a colaborar en las tareas de la casa hasta que el último hijo se iba de la casa de sus padres. Por consiguiente, era la fase más larga del ciclo.

179

 

vital53 en el momento de realizarse el censo, eran “agregadas” a pequeñas UPI, así como el 64% de las familias campesinas de Río Seco y el 56% de las de Río Cuarto que estaban en la fase final del ciclo54 eran receptoras de agregados no parientes y/o de parientes ajenos a la familia nuclear.

Estos datos nos permitieron apreciar que la familia nuclear era una confi- guración viable durante la fase intermedia del ciclo vital, durante la cual se alcan- zaba la relación óptima entre el número de trabajadores y el de consumidores, en la medida que todos o casi todos los hijos del jefe se habían convertido en traba- jadores plenos (mayores de 16 años). Al ser la fase más prolongada por la edad de las primeras uniones de pareja y por las características del régimen de fecun- didad de la época55, gran parte de las familias se encontraban en esa fase en el momento en que fueron empadronadas. En cambio, en las fases inicial y final del ciclo, donde la relación entre trabajadores y consumidores tendía a desequili- brarse por la presencia de niños o ancianos que consumían pero no estaban en condiciones de trabajar plenamente, las familias campesinas conformaban uni- dades domésticas donde su trabajo se complementaba con el de otras personas o familias. Estos parientes o agregados no parientes eran principalmente familias jóvenes que transitaban la fase inicial de su ciclo vital y que aportaban su trabajo a una unidad encabezada por una pareja de ancianos que ya no vivía con sus hijos.

Estos resultados nos llevaron a la conclusión que, en lugar de identificar tipos de hogar o estructuras familiares y analizar cuál de ellos predominaba, era más acertado –en el caso del mayoritario sector de los campesinos– pensar en términos de familias que afrontaban desequilibrios de energía en ciertos momen- tos de su ciclo vital, especialmente al inicio y al final del mismo, que resolvían mediante la conformación de unidades domésticas donde el trabajo de los miem- bros de la familia nuclear se complementaba con el de otros parientes y agrega- dos no parientes.56 Como resultado de esta estrategia, la configuración de la unidad doméstica variaba en el transcurso de su ciclo de vida.

53Por fase inicial del ciclo vital entendemos aquella que comenzaba con la constitución de la pareja y se prolongaba hasta que el hijo mayor empadronado cumplía 5 años.

54La fase final comenzaba luego de la partida del último hijo y se extendía hasta la desaparición de la unidad por muerte del jefe o porque éste pasaba a depender de uno de sus hijos.

55Que ha sido caracterizado por Celton como un régimen de fecundidad natural, lo que implica un intervalo muy breve entre la unión y el nacimiento del primer hijo (suponiendo que éste no se produjera antes de la unión, lo cual era muy frecuente), gran número de hijos nacidos a intervalos relativamente cortos. La edad promedio al primer matrimonio en la ciudad de Cór- doba ha sido calculado para esta fecha en 22 años para las mujeres y 28 años para los varones (Celton 1993: 80, 160), pero estas edades podrían ser incluso más bajas si consideramos que las uniones consensuales (“amancebamientos”) eran tanto o más frecuentes que las formalizadas por la iglesia.

56Así como entendemos que es más apropiado desagregar y jerarquizar las unidades censales

180

 

S. Tell

El espacio rural de Córdoba y su diversidad: características y distribución ...

En esa misma investigación, analizamos también el perfil de los agrega- dos y sus relaciones con la familia titular para examinar la importancia de las relaciones de parentesco o de otro tipo de relaciones en la conformación de las pequeñas UPI. En la zona serrana de Río Seco observamos que el 65% de las familias agregadas a pequeñas UPI tenían algún tipo de parentesco (biológico o político) con la familia titular de la unidad, mientras que en la zona llana de Río Cuarto, el 52% de las familias agregadas no tenían parentesco alguno con la familia titular. Reforzando esta diferenciación, encontramos un mayor porcenta- je de agregados en Río Cuarto (14% de la población, frente a un 8% en Río Seco), muchos de los cuales se encontraban en situación de desestructuración parcial o total de su grupo familiar (eran personas “sueltas” o familias incomple- tas).57 Además, el conjunto de agregados de Río Cuarto se nutría, en parte, de una población flotante de “vagabundos”, en su mayoría procedentes de San Luis, que aparecen registrados en los padrones de ese partido con una frecuencia inusitada con relación al resto de la jurisdicción. La comparación de estos dos casos –tomados como representativos de las dos grandes áreas geográficamente y socioeconómicamente diferenciadas de la jurisdicción– nos permitió despren- der que en la zona serrana de antiguo poblamiento, las relaciones de parentesco tenían una mayor relevancia en la conformación de las pequeñas UPI y en sus formas de complementación de energía, mientras que en la zona de poblamiento más tardío –sobre todo en la frontera– cobraba mayor importancia relativa la constitución de lazos de complementación entre familias y/o individuos no empa- rentados.58

con esclavos y trabajadores libres, como hemos realizado en este trabajo, en lugar de subsumir- las bajo la categoría común de hogar compuesto.

57Al hablar de población en situación de desestructuración parcial nos referimos a aquellas familias que consideramos unidades domésticas inviables por la ausencia definitiva de algunos miembros y el carácter pre o posproductivo de otros (por ejemplo las unidades censales com- puestas por madres solteras o viudas con hijos pequeños, o por abuelos con nietos pequeños). Los casos de desestructuración total corresponden a las personas “sueltas”, en su mayoría censados como agregados a unidades productivas, sin tener parentesco alguno con el resto de los miembros, lo que nos hace suponer que se hallaban desprovistos de redes familiares y esta situación los obligaba a incorporarse a una unidad con la que no tenían un vínculo de comple- mentación de energía sino de explotación económica (es decir que la familia titular extraía parte de su trabajo excedente). Lógicamente, hablamos de desestructuración por referencia al modelo de unidad doméstica vigente en Córdoba, compuesta por un familia nuclear titular y/o sus parientes y agregados (Tell, 2001, 2004b). En esta jurisdicción, considerada en su conjunto, la migración estacional y las residencias múltiples no tenían el impacto que alcanzaron en la organización de las UD de Santiago del Estero y la Puna de Jujuy, respectivamente (Farberman, 1995, 1998; Gil Montero, 1997), donde la presencia de unidades domésticas encabezadas por mujeres debido a la ausencia más o menos prolongada de los varones era lo habitual y no reflejaba necesariamente una situación de desestructuración. Agradezco a la antropóloga Bár- bara Göbel por haber insistido en este punto.

58Posteriormente corroboramos estas conclusiones para otro tipo de prácticas, como los “prés-

181

 

IV.5. Las pequeñas unidades productivas de pueblos de indios

Hasta ahora hemos analizado las unidades de producción sin distinguir aquellas que ocupaban tierras de los pueblos de indios, que estaban sometidas al pago de un tributo por el hecho de ocupar dichas tierras (Palomeque, 2000: 140) y cuyos miembros en muchos casos no fueron empadronados como indios sino como castas, tanto en el censo de 1778 como en los padrones de tributarios (Punta, 1994).

En el censo de 1778 fueron incluidos nueve pueblos de indios. En Ischilín se censaron los pueblos de Quilino y San Antonio, en Anejos el de La Toma, en Traslasierra los de Nono y Salsacate, y en Punilla los de Cosquín, Pichana, San Jacinto y Soto. Todos fueron registrados como “pueblos de indios”, excepto Nono y Salsacate, que fueron asentados por sus nombres como cualquier otro paraje de campaña. En estos dos últimos casos, hemos supuesto que las unidades de producción empadronadas correspondían a la territorialidad de los respectivos pueblos, en tanto la mayor parte de ellas fueron registradas como casas de “in- dios”.

El análisis por separado de las UP que integraban los pueblos de indios revela algunas particularidades. Por empezar, los habitantes de estos pueblos tenían un peso significativo sólo en dos partidos: Ischilín y Punilla. Los dos pue- blos de indios de Ischilín agrupaban el 29% de la población y el 33% de las UP de ese partido, y los cuatro pueblos de Punilla reunían casi el 27% de las UP del partido y el 19% de su población. En cambio, los dos pueblos de indios de Traslasierra agrupaban apenas el 4% de las UP y el 2.8% de la población del partido y en Anejos sólo se empadronaron 6 unidades en el pueblo de La Toma, que representaban el 8% de las UP de ese partido y el 3.8% de su población.59

Prácticamente todas las UP de los pueblos de indios eran pequeñas UPI, pero cabe remarcar que cuatro unidades pertenecientes al pueblo de Quilino pueden ser consideradas como medianas, en tanto poseían de 1 a 3 esclavos. Este dato, procedente del pueblo de indios con mayor población en ese momento y uno de los que persistió durante más tiempo (por lo menos hasta la década de 1870), nos está indicando una incipiente diferenciación social –quizá de los caci- ques– que no tenía correlato en el registro de los demás pueblos.60

tamos” de tierra (Tell, 2004a). El análisis de Rustán (2005) sobre los padrones de villa La Carlota (frontera sur) a fines del siglo XVIII también aporta datos concordantes.

59En este caso constatamos que el censista incurrió en una omisión importante, puesto que en el padrón de tributarios de 1785 figuran 234 personas en este pueblo. AGN, Sala XIII, Docu- mentos diversos, Legajo 31, f. 127r.

60Como tampoco hay referencias de situaciones similares en el resto de la antigua gobernación del Tucumán, si bien no son abundantes los estudios sobre la composición de los pueblos a fines del siglo XVIII.

182

 

S. Tell

El espacio rural de Córdoba y su diversidad: características y distribución ...

El perfil de las pequeñas UPI de pueblos de indios no difería del resto de las pequeñas UPI rurales en cuanto al tamaño, salvo en Anejos donde tenían 7 miembros, uno más que el promedio de las pequeñas UPI de ese distrito. En cambio, la composición de las pequeñas UPI de pueblos de indios presenta una particularidad muy significativa: el porcentaje de jefaturas femeninas, que en todos los casos supera los valores que hemos calculado para la totalidad de pequeñas UPI de cada partido. En los pueblos de indios de Ischilín, el 29% de los jefes de pequeñas UPI eran mujeres (cuando el promedio en ese partido es 23%). En Punilla lo son el 22% y en Traslasierra el 21%, sobre un promedio de 16% y 19% respectivamente. En Anejos un 33% poco fiable de las UP del pueblo de indios estaban encabezadas por mujeres, sobre un promedio de 12%.61 Esta pre- sencia más frecuente de jefes mujeres da cuenta de la relevancia que tenía la migración de los varones en los pueblos de indios. En ellos se observa, agudiza- da, la tendencia de la población masculina de las pequeñas UPI de la zona serrana a migrar, de manera estacional o definitiva, dejando a las mujeres como responsables de las unidades domésticas.

V. La estructura agraria de Córdoba y sus matices

En el cuadro N° 5 se esquematizan las características más sobresalientes de cada partido que han sido expuestas en las distintas secciones de este artículo: localización en zonas de sierra o de llanura, distancia al mercado urbano, activi- dades productivas más desarrolladas, presencia de pueblos de indios y de migra- ción masculina, distribución de las diferentes categorías de población y de unida- des productivas. En este cuadro se destacan las correlaciones que logramos esta- blecer entre los distintos registros de datos económicos y sociodemográficos y que nos proporcionan elementos para caracterizar la estructura agraria de la jurisdic- ción de Córdoba y los matices que presentaba en distintas zonas.

Podemos resumir las características comunes de esta estructura agraria diciendo que hacia 1778, en el espacio rural de Córdoba predominaba la pobla- ción independiente (74%) seguida por los libres en situación de dependencia económica (16%) y los esclavos (10%). En conjunto, la mayor parte de la pobla- ción rural vivía en pequeñas UPI (66%), en menor proporción en UP grandes (15%) y medianas (13%) y un escaso 6% en UP muy grandes. Correlativamente, de esos cuatro tipos de UP, las pequeñas UPI eran mayoritarias dentro del univer- so de UP de la jurisdicción (84%), seguidas por las UP medianas (10%) y grandes (6%) y una proporción ínfima de UP muy grandes (0.3%).

61Seguramente la diferencia no sería tan marcada de haberse censado la totalidad de las unidades del pueblo.

183

 

Cuadro N° 5: Correlaciones entre variables demográficas, localizaciones

productivas y distribución y características de las UP

Indica dores

Valores en relación a

Anejos

Calamu chita

Tercero Arriba

Punilla

Tulumba

Río Seco

Ischilín

Trasla sierra

Río Cuarto

Río Segundo

la media del espacio

rural

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Población

<

 

 

 

 

 

<

>

 

>

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ubica ción

Zona Serrana

×

×

 

×

×

×

×

×

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

+ cercano al mercado

×

×

 

×

 

 

 

 

 

×

 

 

 

urbano

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Especializaciones productivas relativas

+ invernada mulas

 

×

 

×

×

×

×

×

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

+ cría mulas

 

×

×

×

 

 

 

 

×

×

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

+ cultivos

×

×

 

×

 

 

 

×

 

×

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

+ tejeduría doméstica

 

×

 

×

×

×

×

×

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Distribucióninterna de

población por tipos

 

> % Población en

 

 

 

 

 

×

×

×

 

×

 

Pequeñas UPI

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

> % Población en UP

 

 

 

 

 

 

 

 

×

×

UP

Medianas

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

> % Población

×

×

×

 

 

 

 

 

 

 

en UP Med/Gdes

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

> % Población en UP

×

 

 

×

×

 

 

 

 

 

 

 

 

Muy Grandes

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Distribución

interna de tipos

 

> % Pequeñas UPI

 

 

 

×

×

×

×

×

 

 

UP

> % UP Medianas

 

 

 

 

 

 

 

 

×

×

> % UP Med/Gdes

×

×

×

 

 

 

 

 

 

 

 

> % UP Muy Gdes

×

 

 

×

×

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Relación entre miembros

 

 

> % Independientes*

 

 

 

 

 

×

×

×

 

×

independientes y

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

dependientes

> % Esclavos*

×

×

×

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

> % Dependientes

×

×

×

×

×

 

 

 

×

×

Libres*

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

> Promedio Esclavos

×

 

 

 

 

 

×

 

 

 

en UP Muy Grandes

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

> Promedio Depend.

 

×

 

×

×

 

 

 

 

 

 

 

 

Libres UP Muy Gdes

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Jefe

 

> % Jefe Ausentista

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

en UP Med a Muy

×

 

 

×

 

 

 

 

 

 

 

 

Gdes

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sexo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

> % Jefe Mujer

 

 

×

 

×

×

×

×

 

 

 

 

 

Pequeñas UPI

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Migración de varones

 

×

 

×

×

×

×

 

 

 

 

 

Pueblos de Indios

×

 

 

×

 

 

×

×

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

* Sobre el total de población de cada partido

184

 

S. Tell

El espacio rural de Córdoba y su diversidad: características y distribución ...

Procedencia de los datos: Población: cuadro N° 1. Ubicación: mapa N° 1. Especializaciones

productivas relativas: ítem I. Distribución interna de población por tipos UP: cuadro N° 1.

Distribución interna de tipos UP: cuadro N° 2. Relación entre miembros independientes y

dependientes: cuadros N° 3 y 4. Sexo Jefe: ítem IV.1. Migración de varones: ítem I. Pueblos de

Indios: ítem IV.5.

Además de albergar gran parte del total de habitantes de la campaña, las pequeñas UPI agrupaban la mayor parte de la población independiente (85%) mientras que los dependientes libres y esclavos (78 y 100% respectivamente), como es de prever se concentraban en las UP medianas, grandes y muy grandes. De este grupo, las grandes UP, a pesar de ser menos numerosas que las media- nas, agrupaban un mayor porcentaje de la población total y dependiente en razón de los más altos promedios de esclavos y dependientes libres que incorpo- raban, y las UP muy grandes tenían una importancia demográfica muy superior a su escaso número.

En otras palabras, en el espacio rural de Córdoba, las pequeñas unidades productivas independientes predominaban ampliamente desde el punto de vista cuantitativo y también demográfico, puesto que en ellas residía la mayor parte de la población y sobre todo de su componente principal que era la población inde- pendiente. A diferencia del resto de las UP, estas pequeñas UPI se caracterizaban por no poseer esclavos y no incorporar prácticamente agregados u otro tipo de dependientes libres (en ningún partido los promedios alcanzan a una persona), lo que indica que desde el punto de vista de la producción, estas unidades se basa- ban en el trabajo familiar y en los lazos de complementación de energía entre sus miembros.62 La especificidad de las UP medianas, grandes y muy grandes resi- día, por el contrario, en la incorporación de una fuerza de trabajo constituida por esclavos y/o trabajadores libres permanentes o temporarios, a los que se extraía la totalidad o parte de su trabajo excedente según el caso.

Conociendo sus rasgos generales, podemos diferenciar ahora los matices que presentaba la estructura agraria en los distintos partidos y arribar a una zonificación del espacio rural. En un extremo encontramos un grupo de partidos caracterizado por el predominio de las pequeñas UPI, conformado por Ischilín, Río Seco y Traslasierra. En esta zona las pequeñas UPI no sólo eran preponde- rantes en número (representaban entre el 84% y 94% del total de UP de los

62Cabe remarcar que esta afirmación se funda en la información disponible en el censo de 1778, que por sus características no nos permite analizar las relaciones entre unidades domés- ticas en esferas de actividad tales como la producción o el consumo. Por las referencias a mingas y comidas colectivas durante la cosecha de trigo y a borracheras colectivas durante la recolec- ción de la algarroba en documentos de la época (que han sido analizadas en Tell, 2006), inferimos que estas formas de reciprocidad o generosidad tomaban cuerpo sólo en algunos momentos del ciclo productivo y del calendario festivo.

185

 

respectivos partidos) sino que en ellas residía un altísimo porcentaje de la pobla- ción total (entre el 73% y el 82% del total de habitantes de esos distritos).63 Además, las pequeñas UPI de estos partidos eran expulsoras de migrantes varo- nes, lo que se traduce en una presencia notable (sobre todo en Ischilín y Río Seco) de jefaturas femeninas en ese tipo de unidades, tendencia que encontra- mos acentuada entre las pequeñas UPI residentes en los pueblos de indios que persistían en Ischilín y Traslasierra, que representaban un porcentaje ínfimo de las UP del segundo partido pero considerable (aunque no predominante) en el primero. La presencia destacada de jefes mujeres en las UP de esta zona y la significación de las redes familiares constatada para Río Seco, sugieren que la organización social y familiar del noroeste de la jurisdicción se diferenciaba de la de zonas de poblamiento más tardío, ubicadas en las llanuras del sur y del este.

Si recordamos lo expuesto en la primera sección, advertiremos que esos tres partidos estaban ubicados en el área serrana de antigua colonización, en el norte y oeste de la jurisdicción, que era una de las áreas con mayor densidad de población, más alejada del mercado urbano y con diversificación productiva más acentuada, si bien tenía una especialización relativa en la invernada de mulas e intensas vinculaciones mercantiles, ya sea por la cercanía de la ruta a Charcas que pasaba por Río Seco, o por la fluida comunicación de Ischilín y Traslasierra con las jurisdicciones de La Rioja, Catamarca, San Juan y San Luis. En este grupo de partidos cobraba especial significación la tejeduría doméstica y la arriería, actividades a las que puede vincularse la importante presencia de jefes mujeres en las pequeñas UPI.64 En esta agrupación puede incluirse también al partido de Tulumba que, debido a su estructura dual, comparte rasgos tanto con este grupo como con el próximo.

Las pequeñas UPI se distribuían a lo largo y a lo ancho de la zona serrana de esos distritos, sin tener una localización claramente diferenciada de las esca- sas UP medianas, grandes y muy grandes, salvo en el caso de Ischilín donde pudimos observar que las pequeñas UPI tenían una presencia destacada en los valles, que eran asiento de pueblos de indios aún demográficamente relevantes (Quilino), o que habían albergado densas sociedades indígenas en el período prehispánico (Copacabana),65 mientras que las UP grandes y muy grandes se

63Correlativamente, dentro de este grupo Ischilín poseía el menor porcentaje de dependientes libres calculado sobre el total de dependientes libres del espacio rural (1%), Traslasierra el menor porcentaje de esclavos, también calculado sobre el total de esclavos de la jurisdicción (6.5%), ambos distritos tenían los menores porcentajes de UP grandes y muy grandes, y además Ischilín detentaba el menor porcentaje de población residente en UP medianas de toda la campaña.

64El censo fue levantado desde fines de diciembre y durante todo el mes de enero, época en que los arrieros se desplazaban con las tropas de mulas a Salta y Jujuy.

65Casi el 90% de las pequeñas UPI cuya localización se consignó en el censo, se situaban en los valles de Quilino y Copacabana y parajes cercanos a este último.

186

 

S. Tell

El espacio rural de Córdoba y su diversidad: características y distribución ...

localizaban íntegramente en el sur del partido, cerca de la zona sur de Tulumba donde se agrupaba ese mismo tipo de unidades, un área que hoy corresponde al departamento Totoral.

En el extremo opuesto a Ischilín, Río Seco y Traslasierra, tenemos un segundo grupo de partidos compuesto por Anejos, Calamuchita, Tercero Arriba, Punilla y Tulumba, cuya característica distintiva era el fuerte peso relativo de las unidades productivas medianas, grandes y muy grandes, tomadas en conjunto. Aquí podemos reconocer dos subgrupos. Por un lado, Anejos, Calamuchita y Tercero Arriba se caracterizaban por la preponderancia relativa de las medianas, grandes y/o muy grandes UP. Sumadas, esas tres categorías representaban entre 25% y 41% del total de UP de cada uno de esos partidos, muy por encima de la media de 16% que calculamos para todo el espacio rural. Lo mismo puede decirse del porcentaje de población residente en ellas: entre 43% y 75%, siendo la media de 34%.

Otro rasgo común de este subgrupo era la notable proporción de depen- dientes dentro de la población de cada partido, sobre todo de los esclavos en Anejos y Calamuchita (14% y 29% sobre una media de 9.5%) y de los depen- dientes libres en Tercero Arriba (21% sobre una media de 16%). Esto hacía de Anejos uno de los partidos con las UP de mayor tamaño y con mayor número de dependientes del espacio rural.66 En Calamuchita y Tercero Arriba, los promedios de dependientes de las UP grandes y muy grandes eran similares o inferiores a la media, pero dado el tamaño de la población de estos distritos, se contaban entre los que absorbían los mayores porcentajes de población dependiente de la juris- dicción (respectivamente, 13% y 12% del total de dependientes libres y esclavos de la campaña).

En cuanto a la localización, las UP medianas, grandes y muy grandes de Anejos se concentraban en la sierra y el piedemonte y seguramente lo mismo ocurría en Calamuchita que estaba situado íntegramente en zona de sierra.67 En cambio, en Tercero Arriba todas las UP, sin distinción de envergadura, se aglome- raban en las riberas del río Tercero, uno de los pocos cursos de agua permanente y el más importante de la zona. En Anejos, además, es interesante observar que más de la mitad de las escasas pequeñas UPI estaban radicadas en parajes cercanos a la ciudad de Córdoba y a las quintas de sus suburbios, donde presu- mimos que existían numerosas parcelas ocupadas por pequeños y medianos pro- ductores.

66Esto puede observarse al comparar los promedios de dependientes y de miembros totales de las UP grandes y muy grandes de ese partido, con los promedios calculados para el espacio rural en su conjunto (cuadro N° 4).

67Recordemos que Calamuchita fue el único distrito donde los censistas no distinguieron los parajes.

187

 

Junto a Anejos, Calamuchita y Tercero Arriba, el segundo subgrupo de partidos caracterizados por un número importante de UP medianas, grandes y muy grandes está compuesto por Punilla y Tulumba. Su especificidad radicaba en la combinación de un elevado porcentaje de pequeñas UPI con un número reducido de UP muy grandes, que concentraban una alta proporción relativa de población, con escasa significación de las medianas UP. Ambos partidos presen- taban una estructura que podríamos calificar como dual: por un lado, el porcen- taje de pequeñas UPI era bastante elevado (89%); por otro lado, las UP muy grandes, aunque escasas en número, agrupaban un porcentaje de población muy superior a la media del espacio rural (entre 16% y 17% sobre una media de 6%) y se caracterizaban por tener altos promedios de dependientes, sobre todo de familias de trabajadores libres. Estas dos estructuras correspondían a espacios geográficos parcialmente diferenciados. En el caso del antiguo partido de Tulum- ba, el 75% de las pequeñas UPI se localizaba principalmente en las sierras del norte del distrito, mientras que dos de las tres UP muy grandes (Totoral Grande y Jesús María) se localizaban en el sur del mismo,68 en lo que hoy es el departa- mento Totoral y norte del departamento Colón.69

En Punilla, el 86% de las pequeñas UPI se concentraban en los pueblos de indios (Soto, San Jacinto, Pichana y Cosquín), en zonas cercanas (valle de la Higuera y quebrada de Colopina, próximos a Soto) y en núcleos de población que habían sido pueblos de indios en el siglo XVII (La Escoba). Estas poblacio- nes, salvo La Escoba y Cosquín, se encontraban al este del antiguo partido de Punilla, en territorio que hoy pertenece en su mayor parte al departamento Cruz del Eje. En cambio, cinco de las seis UP muy grandes se localizaban en el valle de Punilla, al sur del partido homónimo.70

Como ya adelantáramos, Tulumba compartía con los demás partidos del noroeste la característica de tener pequeñas UPI con altos porcentajes de jefatu- ras femeninas (25%). La misma tendencia se observa en las pequeñas UPI resi- dentes en los cuatro pueblos de indios de Punilla, que representaban un porcen- taje significativo, aunque no mayoritario (30%), de las pequeñas UPI de ese partido. Calamuchita compartía con estos dos partidos una presencia importan- te de unidades domésticas residentes de manera estable en las estancias, aunque

68Este cálculo está hecho sobre el 60% de los parajes censados en este partido en 1778, cuya localización logramos detectar.

69De hecho, al menos hasta la expulsión de los jesuitas, la estancia de Jesús María colindaba al oeste con la de Santa Catalina (ubicada en aquel entonces en el partido de Ischilín, en territorio que hoy pertenece al departamento Totoral) y al sur con la estancia de Caroya, situada en el norte del partido de Anejos (hoy departamento Colón), conformando una extensa área cubierta por UP muy grandes pertenecientes a la Compañía de Jesús (Albarenque y Santamarina, 1976).

70En este partido logramos localizar prácticamente la totalidad de los parajes.

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S. Tell

El espacio rural de Córdoba y su diversidad: características y distribución ...

esto se daba junto a un porcentaje mucho menor de pequeñas UPI. Desde esa perspectiva, Calamuchita representaría el ejemplo de desarrollo más agudo de la tendencia observada en Punilla y Tulumba.

Como casos intermedios tenemos los distritos ubicados al sur y este de la jurisdicción: Río Segundo y Río Cuarto, cada uno con sus especificidades, ya que Río Cuarto se acerca más a las características del segundo grupo de partidos y Río Segundo a las del primer grupo. Los unía el hecho de tener una franja muy amplia de UP medianas, tanto en número (14%) como en la población residente en ellas (entre 14% y 18%). En el caso de Río Cuarto, en un trabajo anterior asociamos esta característica al avanzado proceso de diferenciación social,71 cuya presencia vinculamos a la posibilidad de avance sobre tierras de frontera en un distrito de poblamiento relativamente tardío, ubicado en el límite con la zona no controlada por la sociedad colonial, al sur de la jurisdicción. Esas conclusiones bien podrían extenderse a Río Segundo, donde imperaban las mismas condicio- nes.

En ninguno de los dos partidos se percibe una localización diferenciada de estas unidades medianas. Por el contrario, todas las UP seguían un patrón homo- géneo: en Río Cuarto tendían a concentrarse en el oeste del partido, en la zona de sierra y piedemonte más resguardada, mientras que en Río Segundo se agrupa- ban a lo largo de la ribera del río homónimo o en algunos núcleos de población importantes, como Los Ranchos (hoy Bell Ville) que se situaba cerca de la fron- tera.

Como tendencia general, concluimos que las UP medianas, grandes y/o muy grandes tenían más peso en zonas de antigua colonización con diversifica- ción productiva acentuada, cierta importancia de la actividad agrícola y relativa- mente cercanas al mercado urbano (Anejos, Calamuchita, Punilla, sur de Tu- lumba) y en zonas de colonización más tardía e inestable, especializadas en la cría de mulas y paulatinamente reorientadas hacia otros tipos de ganado como

71Al hablar de diferenciación nos referimos tanto al proceso de ascenso de pequeñas UPI a medianas UP, por acumulación de tierras, trabajadores y/o ganado, como también al proceso opuesto de desestructuración de la unidad que lleva a sus miembros a convertirse en agregados de otra familia. Para conceptualizar estos procesos, nos resultó muy provechoso el trabajo de Murmis (1980). En el trabajo al que hacemos referencia (Tell, 2001) detectamos que ese proceso estaba más avanzado en Río Cuarto que en Río Seco. Al analizar los datos del mismo censo de población, encontramos en Río Cuarto una franja más amplia de familias titulares de pequeñas UPI con numerosos agregados (lo que indicaría un proceso de diferenciación hacia arriba) y en el extremo opuesto, un mayor porcentaje de familias agregadas y de agregados sueltos (diferenciación hacia abajo); mientras que en Río Seco predominaba la situación intermedia, correspondiente a las familias titulares de pequeñas UPI que no se habían deses- tructurado pero tampoco habían incorporado agregados. Partiendo del supuesto que la recep- ción de agregados depende -al menos en parte- de la posibilidad de incorporar tierras, estos resultados nos permitieron inferir la existencia de mayor disponibilidad de tierras y/o mejores condiciones de acceso a ellas para las pequeñas UPI en Río Cuarto.

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el vacuno, desde fines del siglo XVIII (Río Segundo, Tercero Arriba y Río Cuar- to).72

Si tomamos la mayor presencia relativa de pequeñas UPI y/o de medianas UP, como indicadores de mayores posibilidades de acceso a la tierra y la mayor presencia relativa de UP medianas como indicador de posibilidades de diferen- ciación (hacia arriba) de algunas pequeñas UPI, encontramos nuevos matices dentro de esta zonificación. En base a la información reunida, estimamos que esas mayores posibilidades de acceso a la tierra y de ascenso de pequeñas UPI existían sobre todo en Río Segundo y Río Cuarto donde, además del predominio de pequeñas UPI combinada con una notable presencia de medianas UP, los índices de masculinidad (101 y 104) y el registro de migrantes en el censo73, nos permiten pensar que eran zonas receptoras de población procedente de otras jurisdicciones o de otros partidos de la misma jurisdicción de Córdoba.

En Ischilín, Río Seco y Tulumba –quizá también en Punilla– pese a la presencia mayoritaria de pequeñas UPI, los diversos indicios de emigración de varones adultos74 nos plantean la posibilidad de que la combinatoria entre pe- queñas UPI y UP grandes o muy grandes característica de esos partidos no haya sido favorable a las primeras, en cuanto sus miembros varones optarían por incorporarse como dependientes permanentes en las grandes estancias o por migrar a otras zonas. A esto hay que añadir la presencia relativamente escasa de medianas UP –que se manifiesta también en Traslasierra– y que no permite visualizar demasiadas perspectivas de ascenso de las pequeñas UPI en esos par- tidos. En contraste, la gran concentración de UP medianas, grandes y muy gran- des parece haber constituido un atractivo para la inmigración de varones adul- tos, como indica claramente el caso de Anejos (cuyo índice de masculinidad es de 114).

72Esta orientación se percibe consolidada en los censos de propietarios de ganado de la década de 1840 pero, como vimos, ya hay indicios de esta tendencia en Río Cuarto en los últimos años del siglo XVIII.

73En Río Cuarto se registraron 7 familias de “vagabundos” con un promedio de 7 miembros cada una y en Río Segundo una familia de “volantones” compuesta por 5 personas. Si bien estas cifras son reducidas en términos absolutos, nos hacen sospechar que había muchos más vaga- bundos y volantones de los que se censaron, y marcan la diferencia con los otros partidos donde se registraron sólo uno o dos vagabundos, o más frecuentemente ninguno. Es también repetida la mención de personas de San Luis en Río Cuarto en los juicios civiles que trabajamos (Tell, 2004a) y en los juicios penales analizados por Rustán (2005). La presencia de familias volanto- nas agregadas a las UP de Río Segundo es confirmada por el informe de un juez pedáneo de ese partido (FDPC, Documento N° 634, 1792, f. 1v.), que ha sido analizado en Tell (2004a).

74Estos son: bajos índices de masculinidad en Ischilín, Río Seco y Tulumba (entre 91 y 95), muescas en la pirámide de población de Río Seco, Punilla y Tulumba en las cohortes de 20-29 y 30-39 años, existencia de numerosas familias de trabajadores libres que residían permanen- temente en las estancias de Punilla y Tulumba.

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El espacio rural de Córdoba y su diversidad: características y distribución ...

VI. Un recorrido por la campaña cordobesa a fines del siglo XVIII

A modo de cierre, nos interesa remarcar lo que a nuestro entender son las contribuciones principales de este trabajo. En primer lugar, constatamos la pre- ponderancia cuantitativa y demográfica de las pequeñas unidades de producción independientes en toda la jurisdicción, lo que reafirma pero también amplía –al aportar un nuevo sustento empírico– los aportes de investigaciones previas de historia económica y social, que destacaron la participación de un sector nume- roso de pequeños y medianos productores en el abastecimiento de los principales efectos de exportación de la región de Córdoba (Assadourian, 1978, 1983; Ar- condo, 1992; Punta, 1997; Romano, 2002) y aportaron indicios de la larga per- sistencia de este tipo de estructura agraria en la región, por lo menos hasta mediados del siglo XIX.

El objetivo principal ha sido bosquejar un mapa agrario de Córdoba en base a las correlaciones que logramos establecer entre distintos registros de datos económicos y sociodemográficos. Un recorrido por este mapa nos permite vis- lumbrar en las sierras del norte y oeste de Córdoba (partidos de Río Seco, Ischilín y Traslasierra), junto a un número escaso de unidades productivas grandes y muy grandes, un denso paisaje de pequeñas unidades productivas independientes, basadas en el trabajo familiar, con producción diversificada y –como en el resto de la jurisdicción– una participación relativamente importante en el mercado a través de la producción femenina de textiles domésticos, la cría de mulas para invernar como actividad masculina destacada, la arriería y la comercialización de alimentos y artesanías en las poblaciones cercanas a los caminos de postas o en las provincias precordilleranas. Varios indicios apuntan a la existencia de una forma específica de organización de las unidades domésticas en esta zona, defi- nida por la presencia femenina estable a la cabeza de la unidad, la migración masculina estacional o permanente y la relevancia de las redes familiares de solidaridad.

Bajando desde el noroeste hacia el centro de la jurisdicción y acercándo- nos a la ciudad de Córdoba, por los partidos de Tulumba y Punilla, algunos de los rasgos anteriores se mantienen visibles pero comienzan a dar lugar a un pai- saje dual, caracterizado por la coexistencia de unidades de producción pequeñas y unidades muy grandes, donde concurría el trabajo de unidades domésticas dependientes y esclavos. Tanto en unas unidades como en otras, la producción era tan diversificada como en la zona anterior, pero sobresalían la agricultura y la invernada de mulas. La mayor cercanía a la ciudad de Córdoba nos hace pensar en la posible participación de las unidades productivas de esta zona en el abaste- cimiento de productos agrícolas y ganaderos al mercado urbano.

Donde se vuelve más perceptible la significación del mercado urbano es en el área que rodea a la ciudad cabecera (Calamuchita y Anejos), cuyo paisaje

191

 

estaba dominado por las unidades productivas medianas, grandes y algunas muy grandes, con una producción agrícola y ganadera orientada hacia la ciudad y los mercados externos (en el caso de los grandes propietarios de tierras dedica- dos a la invernada de mulas), con fuerte participación del trabajo libre y esclavo e importante atracción de migrantes adultos varones hacia la ciudad y sus alre- dedores. En toda esta área, diez años después de la expulsión de la Compañía de Jesús seguimos viendo la impronta que dejó este “actor decisivo en la configura- ción de las estructuras agrarias regionales” (Fradkin, 2000: 265), en la concentra- ción de las mayores unidades de producción (que eran precisamente las que habían pertenecido a la Compañía), en un territorio que se extendía a lo largo de las sierras, desde el sur de Ischilín y Tulumba hasta Calamuchita y el sur de Traslasierra.

Bajando hacia las llanuras del este y del sur (Río Segundo, Tercero Arriba y Río Cuarto), los rasgos anteriores se desdibujan gradualmente para dar lugar a un paisaje más marcadamente ganadero (cría de mulas y, como en toda la campaña, de ovejas y vacas), con escasa agricultura y por lo tanto menos diver- sificado, que mantenía una intensa vinculación mercantil a través de los caminos de postas. La cercanía de la frontera introducía particularidades en este paisaje de poblamiento tardío, inestable, con débil estructuración de redes familiares, con relaciones amistosas o conflictivas –según la época y el lugar– con los indíge- nas no colonizados. La presencia de la frontera también se atisba en la relevan- cia de las medianas unidades de producción y en las trayectorias contrastantes que implicaban tanto las mayores perspectivas de acceso a tierras y diferencia- ción (hacia arriba) de las pequeñas unidades productivas independientes, como las posibilidades de asentamiento precario de una población parcial o completa- mente desestructurada.

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Fondo Documental Pablo Cabrera (FDPC)

Varios documentos

Archivo General de la Nación (AGN)

Sala XIII, Documentos Diversos, Legajo 31

197

 

Anexo

Cuadro N° 6: Distribución de las unidades productivas por partido y

según el número de esclavos

N° de esclavos

Anejos

Calamu chita

Ischilín

Punilla

Río Cuarto

Río Seco

Río Segundo

Tercero Arriba

Trasla sierra

Tulumba

Total de UP

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

0

46

377

373

481

398

399

739

346

798

419

4376

1

6

30

7

14

38

20

48

21

28

16

228

2

2

31

2

7

18

6

23

20

8

7

124

3

6

17

5

6

14

10

14

16

11

5

104

4

2

16

2

6

9

8

12

9

8

5

77

5

2

10

 

2

6

9

6

9

6

3

53

6

1

11

1

7

5

5

7

5

1

1

44

7

2

4

1

4

3

3

6

2

2

2

29

8

1

8

 

1

2

 

5

5

2

 

24

9

 

2

1

1

1

1

3

3

3

 

15

10

1

2

 

 

 

1

3

3

 

 

10

11

1

 

 

 

 

1

2

2

 

 

6

12

 

2

 

1

 

1

1

2

1

 

8

13

 

1

 

2

2

 

 

 

 

 

5

14

 

 

 

 

 

1

 

1

 

1

3

15

 

 

 

 

 

 

1

 

 

1

2

16

1

2

 

2

 

 

 

 

 

 

5

17

 

1

 

 

 

1

 

 

 

 

2

19

1

 

 

 

1

 

 

 

1

 

3

21

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1

1

23

 

 

 

 

 

 

1

 

 

 

1

25

 

1

 

 

 

 

 

 

 

 

1

33

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1

1

43

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1

1

68

 

 

 

1

 

 

 

 

 

 

1

87

 

 

 

 

 

 

1

 

 

 

1

120

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1

1

187

1

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1

251

 

 

1

 

 

 

 

 

 

 

1

Fuente: Elaboración propia en base al censo de 1778

Aclaración: Los valores están expresados en números absolutos. No se incluyen las unidades censales eliminadas del análisis

198

 

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El espacio rural de Córdoba y su diversidad: características y distribución ...

Cuadro N° 7: Tipología de hogares por departamentos, en porcentajes

 

 

 

 

 

 

 

Partido

 

 

Tipología de hogares

 

Total

 

Unipersonal

Nuclear

Extendido*

Compuesto**

 

 

 

Anejos

 

0

38.7

6.5

54.8

100

Calamuchita

 

0.4

45.8

9.3

44.5

100

Ischilín

 

2

70.5

8.2

19.3

100

Punilla

 

0

74.3

6.3

19.4

100

Río Cuarto

 

0.2

46.4

9

44.4

100

Río Seco

 

0.2

60.3

13.2

26.3

100

Río Segundo

 

0

51.6

8.9

39.4

100

Tercero Arriba

 

0

48.9

5.3

45.8

100

Traslasierra

 

0.9

54.1

10.3

34.7

100

Tulumba

 

1.1

58.7

13

27.2

100

Fuente: Celton, 1993, 150

* Familia nuclear más parientes que no son hijos

** Familia nuclear o extendida más dependientes (libres o esclavos)

199

 

Mapa N° 1: División administrativa de la jurisdicción de Córdoba

y zona bajo control colonial hacia 1778

Fuente: Elaboración de la autora

La zona gris corresponde al área serrana

200