LA ENFERMEDAD EN LA HISTORIOGRAFÍA DE
AMÉRICA LATINA MODERNA
Diego Armus *
En las últimas dos décadas el tema de la enfermedad ha comenzado a ga- nar un lugar destacado en la historiografía latinoamericana.1 Su crecimiento como subcampo es parte de la actual fragmentación de los estudios históricos - ahora mucho más prolíficos en recortes temáticos que en ambiciosas y abarca- tivas narrativas- y también de preguntas y enfoques que las ciencias sociales y las humanidades han destacado entre sus preocupaciones.
Esta ostensible presencia de la enfermedad como objeto de reflexión ha sido, y sigue siendo, el resultado de contribuciones originadas en distintas agen- das de trabajo. En primer lugar, los esfuerzos por renovar la tradicional historia de la medicina. Luego, la diseminación de modelos interpretativos provenien- tes de otras disciplinas que por diversas vías encontraron en la enfermedad un nudo problemático. Finalmente, los estudios históricos de la población y de sus condiciones materiales de existencia.
Lo que está surgiendo de este dinámico proceso
historiográfico ha sido eti- quetado como nueva historia de la
medicina, historia de la salud pública, o historia sociocultural de la
enfermedad. Tal vez por detrás de cada una de estas etiquetas pueda
encontrarse una trama de preocupaciones propias y específi- cas. Es
evidente, sin embargo, que cuando se evalúa lo que estas distintas
historias están produciendo, algunos de sus temas
* Kean University
Cuadernos de Historia, Serie Ec. y Soc., N° 3, Secc.
Art.,
[ 7 ] |
7 |
cierto modo y respondido con acciones más o menos específicas.2 En otras palabras, razones particulares y coyunturas temporales enmarcan la vida y muerte de una enfermedad, su “descubrimiento”, ascenso y desaparición.
En estas notas introductorias no me propongo hacer un
balance exhaustivo y detallado de lo que se ha escrito para el largo
período que va desde mediados del siglo XIX en adelante. Tampoco me
propongo indicar y adelantar la agenda de lo que debe hacerse en el
futuro. Se trata, solamente, de dar cuenta de la dirección o mejor,
las direcciones, que está tomando la historia de la enferme- dad. De
esa producción historiográfica se desprende que tres han sido y son
los tópicos dominantes: la dimensión social y política de las
epidemias, las influen- cias externas en el desarrollo
Legados y Tendencias
Tradicionalmente el tema de la enfermedad ha sido una
suerte de coto con- trolado por los historiadores de la medicina.
Fueron ellos los que escribieron no sólo una historia de cambios en
los tratamientos sino también las biografías de médicos famosos. Más
allá de sus específicos aportes, estas historias parecen haberse
empeñado en reconstruir el «inevitable progreso» generado por la me-
dicina diplomada, unificar el pasado de una profesión crecientemente
especia- lizada y resaltar cierta ética y filosofía moral que se
pretende distintiva, inaltera- da y emblemática de la práctica médica
a lo largo del tiempo. La nueva historia de la medicina, por el
contrario, tiende a destacar los inciertos desarrollos del
conocimiento médico, dialoga con la historia de la ciencia, discute no
sólo el contexto
La historia de la salud pública, por su parte, destaca
la dimensión política, dirije su mirada al poder, la política, el
estado, la profesión médica. Es, en gran medida, una historia atenta a
las relaciones entre instituciones de salud y aten- ción con
estructuras económicas, sociales y políticas.4 Es,
también, una historia que se piensa útil e instrumental, toda vez que
busca en el pasado lecciones para el presente y el futuro porque asume
que la cuestión de la salud es un proceso no cerrado. Así, el pasado
debe ser investigado apuntando a facilitar intervenciones que, se
supone, pueden incidir
8
D. Armus. |
La enfermedad en la historiografía de América Latina moderna |
Esta mirada, en verdad, retoma el legado de la
práctica y los estudios del higienismo de fines del siglo XIX y
comienzos del XX y, más tarde, en torno a los años cincuenta, de
algunos estudios que ya se presentaban como historias nacionales de la
salud pública. Ambos esfuerzos, que reconocían y enfatizaban el
carácter social de la enfermedad, son antecedentes relevantes al
momento de evaluar la historia de la historiografía sobre la salud en
América Latina. Allí están, entonces, los puntos de partida de una
serie de trabajos que en algunos casos no harán más que celebrar a los
primeros sanitaristas
Comparada con la historia de la medicina y la de la salud pública, la historia sociocultural de la enfermedad es más reciente. Se trata, en verdad, de trabajos de historiadores, demógrafos, sociólogos, antropólogos y críticos culturales que, desde sus propias disciplinas, han descubierto la riqueza, complejidad y posibi- lidades de la enfermedad y la salud, no sólo como problema sino también
9
como excusa o recurso para discutir otros tópicos.
Así, esta historia sociocultu- ral apenas dialoga con la historia de
las ciencias biomédicas y se concentra en las dimensiones
sociodemográficas de una cierta enfermedad, los procesos de
profesionalización y medicalización, las condiciones de vida, los
instrumentos e instituciones del control médico y social, el rol del
estado en la construcción de la infraestructura sanitaria, las
condiciones de trabajo y sus efectos en la morta- lidad.8
En algunos casos, estas historias están fuertemente marcadas
por el empirismo y no van más allá de una recolección de datos
relevantes para la historia de ciertas enfermedades. En otros el
objetivo pareciera apuntar a mos- trar, sin mayores esfuerzos de
problematización, que las condiciones de existen- cia de los pobres,
de los sectores populares, o de los trabajadores han estado, siempre,
marcadas por la desdicha o que cualquier iniciativa en materia de
salud pública ha sido el resultado de un esfuerzo por aumentar la
productividad o garantizar la reproducción de la fuerza de trabajo o
que las elites impulsaron las reformas sanitarias por su propia
seguridad o que la reforma sanitaria fue el resultado de un arbitrario
e inescrupuloso empeño de control liderado por una burocracia
profesional ya afirmada en instituciones estatales o, más en general y
de modo bastante simplista, que el capitalismo dependiente necesitaba
esos cambios.9 La narrativa
En estos tres más o menos renovados abordajes hay un
indudable esfuerzo por escapar de las limitaciones y estrecheces que
han marcado a la tradicional historia de la medicina. Todos
10
D. Armus. |
La enfermedad en la historiografía de América Latina moderna |
salud pública y la historia sociocultural de la
enfermedad- entienden a la medi- cina como un terreno incierto, donde
lo biomédico está penetrado tanto por la subjetividad humana como por
los hechos objetivos.Todos ellos, también, se proponen discutir la
enfermedad como un problema que además de tener una dimensión
biológica se carga de connotaciones sociales, culturales, políticas y
económicas. Es cierto, se siguen escribiendo trabajos con énfasis
sesgadamente empíricos, foucaltianos, celebratorios, o ignorantes de
cualquier tipo de media- ciones entre las acciones
Epidemias
Fue en torno de las epidemias donde la literatura ha
sido más prolífica. Su foco está en los avatares de las enfermedades
contagiosas que que azotaron sorpresiva e intensamente las ciudades
entre el último tercio del siglo XIX y las primeras décadas del XX y
que, en algunos casos, han vuelto hacerlo en las postrimerías del XX.11
Algunas de estas historias enfatizan en las condiciones
sociales en que emerge la coyuntura epidémica, las técnicas y
políticas imple- mentadas para combatirla y las reacciones de los
gobiernos, la elite, los grupos profesionales y la gente común. Otras
también incluyen un examen detenido de los factores biológicos y
ecológicos, articulando un diálogo entre historia social e historia de
las ciencias biomédicas. Así, los casos latinoamericanos engrosan una
suerte de dramaturgia común a todas las epidemias donde se enlazan los
temas del contagio, el temor, la huída, la salvación, la búsqueda de
chivos emisarios, los esfuerzos por explicar
Las epidemias ponen al descubierto el estado de la salud colectiva y la infraestructura sanitaria y de atención. Pueden facilitar iniciativas en materia de salud pública y de ese modo jugar un papel acelerador en la expansión de la autoridad del estado, tanto en el campo de las políticas sociales como en el mundo de la vida privada. Sin embargo, la familiaridad de la sociedad con un cierto mal bien puede preparar el terreno para que se la ignore, precisamente
11
porque su persistente presencia la vacía de algunas de
las características aso- ciadas a lo extraordinario y sorpresivo o
porque el contexto político
Antes y después del despegue de la bacteriología moderna las epidemias quedaron estrechamente asociadas al mundo urbano, en particular el de las grandes ciudades y, desde fines del siglo XIX, a la cuestión social. Así, y junto a la creciente aceptación de las explicaciones monocausales de cada mal, las referencias al contexto fueron ineludibles, de la precariedad de los equipamien- tos colectivos a la vivienda, de la herencia biológica o racial a los hábitos coti- dianos de higiene, del ambiente laboral a la alimentación y la pobreza, de la inmigración masiva a las multitudes que se agolpaban, peligrosas, en las ciuda- des. Con el despuntar del siglo XX la estadística se afirmó como disciplina y en algunos países comenzaron a consolidarse agencias estatales específicamente abocadas a las cuestiones de la salud pública. Y los médicos higienistas prime- ro y los sanitaristas más tarde, casi perfilados como una burocracia especializa- da, dialogando y compitiendo con otros médicos y otros actores en el ámbito político, religioso o legal, jugarían un rol decisivo en la modernización del equi- pamiento urbano y las redes de asistencia, reforma y control social.
A veces la lucha antiepidémica desplegaba campañas
cuasi militarísticas en su retórica - los microorganismos eran
definidos como enemigos- y también en su práctica
Sin afectar masivamente a la población algunas enfermedades como la sífi- lis o la lepra fueron calificadas, en algunos contextos, como epidémicas. Razo- nes sociales, culturales o políticas, legitimadas por el saber médico, las transfor- maban en problemas nacionales capaces de atraer la atención de la opinión pública y promover campañas específicamente destinadas a erradicarlas. Otras enfermedades, crónicas como la tuberculosis, o las gastrointestinales, o endé- micas como la malaria, la anquilostomiasis y la fiebre amarilla, que no irrum- pían por sorpresa pero estaban bien instaladas en la trama social y a veces mataban y enfermaban más que las epidémicas, no siempre lograban movilizar recursos materiales, profesionales o simbólicos suficientes como para ser perci- bidas como serios problemas colectivos. Menos espectaculares, estas enferme- dades han hecho un impacto en el mundo urbano o el rural, o en ambos. Y por
12
D. Armus. |
La enfermedad en la historiografía de América Latina moderna |
omnipresentes, menos ruidosas, carentes de terapias
específicas exitosas, fuer- temente marcadas por las condiciones
materiales de existencia o localizadas en los márgenes geográficos o
sociales, la gestación de políticas específicas desti- nadas a
combatirlas o no existían o demandaron de ingentes esfuerzos al mo-
mento de querer instalar el tema en la opinión pública y en la
conciencia de las elites locales y nacionales. Y si en el mundo urbano
algunas de estas enferme- dades finalmente lograron devenir en asuntos
públicos
Transmisión de Saberes y “Medicina Tropical”
Otro tópico relevante ha sido el de la llegada de la
medicina europea y norteamericana a América Latina. Se trata, en gran
medida, de una reacción contra las interpretaciones difusionistas que
asumían una pasiva recepción de conocimientos y prácticas articuladas
fuera de la región. Así, el énfasis no está en el transplante e
importación de ideas sobre ciertas enfermedades
Inevitablemente esas experiencias e iniciativas necesitaban legitimarse de algún modo y, en ese proceso, quedaban fuertemente asociadas a problemas más vastos como son los de la construcción del estado y la nación, las deman- das del capitalismo dependiente, la regeneración y mejoramiento progresivo de la “raza nacional”, la reforma social y la renovación de las costumbres. Lo interesante es que las enfermedades que desde finales del siglo XIX permitieron articular estos esfuerzos no han sido necesariamente las mismas en cada país. Así, el cólera, la tuberculosis, la malaria, el mal de Chagas, la sífilis, la lepra y,
13
ya en las postrimerías del siglo XX el SIDA y otra vez
el cólera, cargan con una relevancia, una significación simbólica, que
sólo puede aprehenderse cuando se las contextualiza en la historia
nacional, regional o local, cuando se las ten- siona con las
estructuras demográficas, los niveles de urbanización, los avata- res
En torno de ciertas enfermedades “tropicales” como la malaria, la fiebre amarilla y la anquilostomiasis se articula otro tema conectado a los problemas de la politización de la salud y de la recepción y transferencia de saberes y prácticas. En el centro mismo de estos asuntos está el papel jugado por ciertas agencias internacionales, en particular la Fundación Rockefeller. No hay dudas que sus misiones, presentes entre las décadas del diez y del treinta en casi todos los países de América Latina, son una prueba más del aumento de influencia de los Estados Unidos en la región así como su decisivo rol en la organización de servicios independientes por enfermedad y la promoción, en general, de la medicina curativa y de control técnico de las dolencias en desmedro de una medicina más integral y educativa. Pero el problema es más complejo y, afortu- nadamente, las visiones maniqueas y simplistas sobre la ingerencia imperialista de la Rockefeller no parecen dominar en la historiografía.16
En muchos países de la región la salud como cuestión
pública es anterior a la llegada de estas misiones. Durante los dos
primeros tercios del siglo XIX dominaron los enfoques miasmáticos y
medioambientalistas pero sin producir cambios sanitarios
infraestructurales de peso, limitando de ese modo sus efec- tos en la
mortalidad general. Hacia finales del siglo la bacteriología moderna
tomará la iniciativa, marcando profundamente la dinámica de muchas de
los emprendimientos en materia de salud pública. Fue en ese contexto
en que algunas comunidades científicas nacionales tendieron a
jerarquizar el estudio de ciertas enfermedades tropicales. Entrenados
principalmente en Europa oc- cidental, estos médicos desplegaron
novedosos esfuerzos de investigación e intervención antes que sus
pares norteamericanos. Sin embargo, la llegada de las misiones
Rockefeller fue decisiva en la orientación de las reformas sanita-
rias, en particular en el mundo rural y respecto de enfermedades que,
se creía, podían erradicarse con pocos gastos y en poco tiempo. Más
allá de las singula- ridades y los resultados
14
D. Armus. |
La enfermedad en la historiografía de América Latina moderna |
cios que destaca procesos de cooptación, canalización de demandas de la so- ciedad civil, negociaciones entre sectores técnicos nacionales y foráneos.
La agenda
Enfermedad, Cultura y Sociedad
El tercer y último tópico que permea a muchas de las nuevas narrativas históricas sobre la enfermedad destaca sus dimensiones culturales y sociales en sentido amplio. Se trata de estudios particularmente interesados en el examen de dispositivos á la Foucault y de discursos originados o asociados con la medi- cina. El estimulante y atractivo marco interpretativo foucaltiano motorizó los trabajos sobre la locura y el orden psiquiátrico, sus instituciones específicas, sistemas teóricos y procesos de profesionalización. Así, se ha discutido la locura como un objeto que nace y se transforma en un campo de intersecciones que desbordan los temas propios de la psiquiatría. Cuentan entonces la higiene pública y el espacio manicomial, las utópicas empresas de moralización colec- tiva, el lugar y rol del orden pisquiátrico en la historia de la construcción del estado.19 En ese contexto se enfatizó en la emergencia de un poder médico dedicado a disciplinar los cuerpos, normativizar los umbrales sanitarios genera- les e influir en las prácticas políticas de la sociedad no tanto como exteriorida- des sino como inmanencias.20 El enfoque dominante ahora busca distanciarse de la repetición casi mecánica y simplificadora de los postulados foucaltianos, tratando con mayor o menor éxito de usar de ellos pero de modo matizado y cauteloso y, fundamentalemente, bien anclado en información empírica. En algunos casos el énfasis ha ido al examen del lugar de la salud mental en los proceso de modernización, en otros a las instituciones, la consolidación de
15
grupos profesionales o las relaciones de disciplinas como la psicología o el psi- coanálisis con la cultura ilustrada y la popular.21
También con la sífilis se ha hecho uso del concepto de
dispositivo, esta vez centrado en los problemas de la sexualidad. Así,
la lucha contra las enfermeda- des venéreas aparece como un recurso
para construir implícita o explícitamente una población más permeable
a los intereses de una cierta biopolítica que pos- tula frente a los
imperativos del sexo el autocontrol y la asunción racional y conciente
de las responsabilidades biológicas. Enfocada de este modo, la histo-
ria de la sífilis
El tema de la creciente presencia del saber y
prácticas médicas también ha estimulado historias generales de la
medicina o la salud pública. Algunas, en clave foucaltiana, se han
propuesto analizar la consolidación del monopolio de curar en la clase
médica, los lugares concretos en que se desarrolló el poder médico
como poder absoluto
16
D. Armus. |
La enfermedad en la historiografía de América Latina moderna |
Desde hace ya un tiempo el tono lo han estado dando enfoques más acota- dos en un estilo que, con éxito dispar, parecen haberse propuesto evitar tanto los determinismos foucaltianos, economicistas o de cualquier otro tipo. Uno de ellos, buceando en los discursos sobre la raza, la ciencia, la medicina, la nacio- nalidad y el futuro, ha sido el de la eugenesia latinoamericana como una euge- nesia dominantemente preventiva, como una apuesta neolamarkiana de mejo- ramiento social bien diferenciada de la eugenesia anglosajona de las esteriliza- ciones forzadas y masivos exterminios.27
Otro enfoque ha centrado en el estudio de la degeneración como tópico relevante en la construcción de la nacionalidad, tanto en los países donde el tema del trópico y la raza aparecían persistentemente asociados como en los que recibieron importantes contingentes inmigratorios y por eso discutieron políticas selectivas de atracción y admisión de extranjeros.28 Esta problemática, articulada en torno a la preocupación del estado por construir saludables “ra- zas nacionales”, también permea muchos de los estudios centrados en discur- sos y políticas públicas de bienestar. De una parte, se recorta con fuerza la problemática de preservar o mejorar la salud infantil y de la mujer en su condi- ción de madre.29 De otra, la de la higiene como una ideología que permite articular en clave técnica preocupaciones políticas y como un valor, una suerte de cultura, que en el mediano plazo logra, al igual que la educación, ser cele- brada por las elites y los sectores populares más allá de sus diferencias político- doctrinarias.30
Como ocurre en otras historiografías, las lecturas
foucaltianas o
Fue en el marco de estos esfuerzos por historiar el proceso de medicaliza- ción que se han explorado las respuestas de los sectores populares urbanos frente a las prácticas compulsivas e intrusivas originadas en las iniciativas de salud pública. En el caso de la vacunación antivariólica, algunos quisieron en- contrar en esas respuestas populares motivaciones antigubernamentales articu-
17
ladas como reacciones morales, con evidencias de grupos no médicos manipu- lando el descontento de las masas, o como resistencias a determinadas políti- cas sanitarias.33 Otros analizaron en detalle los avatares de la vacunación anti- variólica y las percepciones y tradiciones de ciertos grupos raciales en relación al control de la viruela. Así, lo que estos estudios están revelando es que no sólo las resistencias a ciertas iniciativas en materia de salud pública fueron indicati- vas de la distancia social, racial, cultural, religiosa y política que separaba a los pobres de los esfuerzos del estado por higienizar el medio urbano sino también que las medidas preventivas de una enfermedad pueden tener distintos signifi- cados entre distintos grupos sociales.34
En el caso de los enfermos con tuberculosis se ha indicado su capacidad de respuesta tanto en el plano individual como en el colectivo. En el individual, se estudiaron los modos con que los tuberculosos recusaban los estereotipos que sobre ellos circulaban tanto entre grupos de médicos como entre la gente co- mún. En el colectivo, se analizaron instancias en que los enfermos negociaron e incluso desafiaron al poder médico organizando huelgas, presionando a la clase política y tratando de usar de diarios, revistas y la radio con el objeto de facilitar su acceso a tratamientos que no tenían el aval del establishment profe- sional y académico.35
También los enfermos de fiebre amarilla y malaria
resistieron medidas de salud pública que ellos evaluaban como
inefectivas o contrarias a las percep- ciones que, originadas en una
mezcla de concepciones indígenas e hipocráti- cas, tenían sobre esas
enfermedades.36 Al final, lo que estos
estudios sobre la viruela, la tuberculosis, la malaria y la fiebre
amarilla están subrayando, inten- cionalmente o no, es la existencia
de cierto protagonismo por parte de los en- fermos. El problema es
relevante porque da cuenta de la presencia de la cues- tión de la
enfermedad y la salud en el complejo proceso de ampliación de la
ciudadanía social y lo que, de modo impreciso en el entresiglo y mucho
más claramente una vez entrado el siglo XX, se dio en llamar en
algunos países de la región “derechos a la salud”. Pero si el
protagonismo de los enfermos no puede ni debe ignorarse, su relevancia
y significación debe ser materia de cuidadosa reflexión. Nada indica
que durante la primera mitad del siglo XX los temas de la salud, la
enfermedad y los equipamientos sanitarios hayan sido centrales en la
agenda del movimiento obrero o sostenido motor de movimientos
sociales. Sólo cuando la enfermedad se diluye en otros problemas
18
D. Armus. |
La enfermedad en la historiografía de América Latina moderna |
las intervenciones de saneamiento no permite concluir en que se trata de influ- yentes actores en la gestación de políticas de salud. Lo que sí revela, una vez más, es la complejidad de las relaciones entre quienes quieren curar y quienes necesitan curarse, las variadas percepciones y recursos que circulan en torno de una enfermedad y que exceden holgadamente el mundo de la medicina diplomada, las resistencias a medidas sanitarias modernas impuestas desde arriba, a veces de modo coercitivo y violento.
Este mismo interés por la perspectiva de los enfermos
y los pacientes jerar- quizó el estudio de las percepciones sobre la
enfermedad, la salud, el cuerpo y la muerte entre distintos grupos
étnicos, raciales o sociales. Aún cuando mu- chos de estos estudios se
proponen como excursiones al interior de las medici- nas folklóricas y
alternativas al saber diplomado y oficial, no faltan los que apuntan a
señalar que la gente usa
Otros estudios, alejándose en forma premeditada de una agenda armada en torno de lo culturalmente exótico y folklórico, jerarquizaron el impacto en comunidades rurales o semirurales de las experiencias laborales modernas, el nivel de ingresos y las relaciones de clase como los factores claves en los modos en la gente común percibe y confronta los problemas de la salud y la enferme- dad. Así, la relevancia social de eventos médicos modernos queda enmarcada en un contexto político y económico específico y en una específica coyuntura temporal. Con esa agenda un estudio encontró una fuerte correlación entre pobreza y SIDA.39 Y analizando la emergencia de movimientos sociales de las décadas de 1970 y 1980 enfocados en salud ocupacional y salud medioam- biental, se ha subrayado el carácter moderno de las percepciones y acción de quienes, prescindiendo de categorías humorales, religiosas o propias de la me- dicina popular, encontraron en la polución industrial el orígen de la enferme- dad que les aquejaba.40
19
La historia de la enfermedad ha crecido de modo
desparejo. En Brasil el subcampo existe como tal. Hay revistas
académicas, debates, una producción sostenida de tesis de maestría y
doctorado sobre temas vinculados a la enfer- medad así como centros de
estudios, programas de estudios de postgrado, ins- tituciones y
archivos que han definido su agenda de trabajo e investigación en
torno a las relaciones entre la ciencia, la medicina, la historia y la
salud. En el resto de América Latina
Sin pretensiones de exahustividad se hizo referencia a legados y tendencias que son representativos de los tópicos que han animado y animan el crecimien- to de la historiografía sobre la enfermedad en la América Latina moderna. Es evidente que sus desarrollos, limitaciones y posibilidades están motorizados por tópicos y tendencias historiográficas que no son exclusivamente latinoa- mericanos. Así, cualquier intención o tentación de evaluar la historiografía de la enfermedad en la región centrándose única o prioritariamente en las enfer- medades tropicales es sesgada y parcial. El exotismo racial, geográfico y cultu- ral de los trópicos ha sido una de las fuerzas que impulsaron el desarrollo de la medicina tropical en los centros académicos imperiales. Su estudio desde las periferias es imprescindible pero en modo alguno suficiente. Incluso en los tró- picos otros males han tenido y aún tienen un impacto en la trama social, cultu- ral y demográfica imposible de ignorar.
El cuadro que emerge de esta revisión de los legados y
tendencias de la historiografía sobre la enfermedad en América Latina
moderna es, en conse- cuencia, uno que destaca junto a los males del
trópico otros asociados a los procesos modernos de urbanización e
industrialización. No hay dudas que esta historiografía está tomando
nota de la heterogeneidad de la región. Por eso, mientras no olvida la
compartida condición neocolonial que ha marcado a todas las
experiencias nacionales en los últimos dos siglos
Nota del Editor: debido a que este artículo presentaba numerosas notas a pie de página y que todas ellas eran referencias bibliográficas, hemos optado por trasladar las mismas al final del texto.
20
D. Armus. |
La enfermedad en la historiografía de América Latina moderna |
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
1Una versión considerablemente más corta de este artículo aparecerá en un libro de próxima publicación titulado From Cholera to AIDS. History and Disease in Modern Latin America (Duke University Press, Diego Armus, editor). El libro reúne estudios escritos por latinoamericanos y norteamericanos activos en este subcampo en franco desarrollo y son representativos de las ten- dencias historiográficas discutidas en estas notas.
2 Charles E. Rosenberg, “Framing Disease: Illness, Society, and History”, in Charles E. Rosen- berg y Janet Golden (eds.) Framing Disease. Studies in Cultural History (New Brunswick, NJ: Rutgers University Press, 1992), p.xiii.
3 Nancy
Stepan, Beginnings of Brazilian Science, Oswaldo Cruz,
Medical Research and Poli- cy,
4 Susana Belmartino,
Carlos Bloch, María Isabel Carnino, y Ana Virginia Persello, Fundamen-
tos Históricos de la Construcción de Relaciones de Poder en el
Sector Salud. Argentina, 1940- 1960 (Buenos Aires: OPS/OMS,
1991); Gilberto Hochman, A Era do Saneamento. As
Bases da Política de Saúde Pública no Brasil (São Paulo:
Editora HUCITEC/ANPOCS, 1998); Lynn Mor- gan,
Community Participation in Public Health: The Politics of Primary
Care in Costa Rica (Cam- bridge: Cambridge University Press,
1993); Sergio
5 Jonhatan Leonard,
“Carlos Finlay’s Life and Death of Yellow Jack,” Bulletin
of the Paname- rican Health Organization, 23 (1989):
6 Vicente Navarro, “The
Underdevelopment of Health or the Health of Underdevelopment: An
Analysis of the Distribution of Human Resources in Latin America,” International
Journal of Health Services 4, 1 (1974):
7 Carlos Escudé, “Health
in Buenos Aires in the Second Half of the Nineteenth Century,” in D.
C. Platt, ed., Social
Welfare,
8 Adrián
Carbonetti, Enfermedad y Sociedad. La Tuberculosis en la
Ciudad de Córdoba,
21
Tecnología, 12, 2 (1999):
Política Urbana y de Saneamiento de Puebla,
9Ronn
Pineo and James A. Baer, eds., Cities of Hope: People,
Protests, and Progress in Urbanizing Latin America,
10 Jurandir Freire Costa,
Ordem Medica e Norma Familiar (Rio de
Janeiro: Edições Graal, 1979); Oliva López Sánchez, Enfermas,
Mentirosas y Temperamentales. La Concepción Médica del Cuerpo
Femenino durante la Segunda Mitad del Siglo XIX (México DF:
Plaza y Valdés, 1998); Nicolau Sevcenko, A Revolta
da Vacina: Mentes Insanas em Corps Rebeldes (São Paulo:
Brasi- liense, 1984); Hugo Vezzetti, “El Discurso Psiquiátrico,” in
Hugo Biagini, ed., El Movimiento Positivista
Argentino (Buenos Aires: Editorial de Belgrano, 1985);
Teresita
11 Miguel Angel Scenna, Cuando
Murió Buenos Aires (Buenos Aires: La Bastilla, 1974); Lilia
V. Oliver, “El Cólera y los Barrios de Guadalajara,” in Marcos Cueto,
ed., Salud, Cultura y Socie- dad en América Latina.
Nuevas Perspectivas Históricas (Lima: IEP/OPS, 1996);
Rodolpho Telaro- lli Jr., Poder e Saúde: as
Epidemias e a Formação dos Serviços de Saúde em São Paulo (São
Paulo: UNESP, 1996); Beatriz Cano, “La Influenza Española en Tlaxcala
(1918),” in Elsa Malvido and María Elena Morales, eds., Historia
de la Salud en México (México DF, INAH, 1996); Agusti- na
Prieto, “Rosario: Epidemias , Higiene e Higienistas en la Segunda
Mitad del Siglo XIX,” in Mirta Lobato, ed., Política,
Médicos y Enfermedades. Lecturas de Historia de la Salud en la Ar-
gentina (Buenos Aires: Biblos/Universidad Nacional de Mar
del Plata, 1996); Enrique Florescano y Elsa Malvido, eds.,
Ensayos sobre la Historia de las Epidemias en México (México,
DF: Instituto Mexicano del Seguro Social, 1982); Marcos Cueto,
El Regreso de las Epidemias. Salud y Socie- dad en el Perú del Siglo
XX (Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 1997); Diego
Armus, “El Descubrimiento de la Enfermedad como Problema Social,” in
Mirta Lobato, ed., Nueva Historia Argentina.
La Modernización y sus Límites,
12 Luiz Castro Santos,
“Estado e Saúde Pública no Brasil
13 Luiz Castro Santos, “A Reforma Sanitária ‘Pelo Alto’: O Pionerismo Paulista no Início de
22
D. Armus. |
La enfermedad en la historiografía de América Latina moderna |
Século XX,”
Paludismo en América Latina (Guadalajara: Editorial de la Universidad de Guadalajara, 1990); Gilberto Hochman, A Era do Saneamento.
14Flavio
Coelho Edler, “O Debate en Torno da Medicina Experimental no Segundo
Reina- do,” Historia, Ciência Saúde.
Manguinhos, III, 2 (1996):
15Jaime
Benchimol, Dos Micróbios aos Mosquitos. Febre Amarela e a
Revolução Pasteuriana no Brasil (Río de Janeiro:
Editora Fiocruz/Editora UFRJ, 1999); Marcos Cueto, “Tropical Medici-
ne and Bacteriology in Boston and Peru: Studies of Carrion’s Disease
in the Early Twentieth Century,” Medical History,
40 (1996):
16Marcos Cueto. ed., Missionaries of Science: The Rockefeller Foundation in Latin America (Bloomington: Indiana University Press, 1994).
17
18Steven
Palmer, “Central American Encounters with Rockefeller Public Health,
19Hugo Vezzetti, La Locura en la Argentina (Buenos Aires: Folios, 1983); Rafael García – Huertas, El Delincuente y su Patología: Medicina, Crimen y Sociedad en el Positivismo Argentino (Madrid: Cuadernos Galileo, CSIC, 1991).
20Roberto Machado, Angela Loureiro, Rogerio Luz, and Katia Muricy, Danação da Norma: Medicina Social e Constituição da Psiquiatria no Brasil (Rio de Janeiro: Graal, 1978).
21Augusto
Ruiz Zevallos, Psiquiatras y Locos: Entre la Modernización
contra los Andes y el Nuevo Proyecto de Modernidad (Lima:
Instituto Pasado y Presente, 1994); Nélida Agueros y Yolanda Eraso,
“Saber Psiquiátrico e Institución Manicomial. Hacia una Comprensión
de las Es- trategias de ‘Moralización’ en el Asilo Colonia de Oliva
(Córdoba,
22Sérgio Carrara, Tributo a Vênus. A Luta Contra a Sífilis no Brasil, da Passagem do Século aos Anos 40 (Rio de Janeiro: Editoria Fiocruz, 1996).
23Gabriela
Nouzeilles, “Políticas Médicas de la Histeria: Mujeres, Salud y
Representación en el Buenos Aires del Fin de Siglo,” Mora.
Revista del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género,
5 (1999):
24Nancy
25José Pedro Barrán, Medicina y Sociedad en el Uruguay del Novecientos, 3 vols. (Montevi- deo, Ediciones de la Banda Oriental, 1994).
26María Angélica Illanes, ‘En Nombre del Pueblo, del Estado y de la Ciencia…’. Historia
23
Social de la Salud Pública. Chile
27Nancy Stepan, ‘The Hour of Eugenics’: Race, Gender, and Nation in Latin America (Ithaca: Cornell University Press, 1991).
28Lilia
Moritz Schwarcz, O Espectaculo das Raças: Cientistas,
Instituções e Questão Racial no Brasil,
29Alexandra
M. Stern, “Responsible Mothers and Normal Children: Eugenics and
Nationa- lism in
30Sidney
Chaloub, Cidade Febril. Cortiços e Epidemias na Corte
Imperial (São Paulo: Com- panhia das Letras, 1996);
Luiz Castro Santos, “O Pensamento Sanitarista na Primeira Republica:
Uma Ideologia de Construção da Nacionalidade,”
31David
McCreery, “’This Life of Misery and Shame’: Female Prostitution in
Guatemala City,
Prostitution, Family and Nation in
Argentina (Lincoln: University of Nebraska Press, 1991);
Eileen J. Suárez Findlay, Imposing Decency. The
Politics of Sexuality in Puerto Rico,
32Eduardo Menéndez, Morir de Alcohol. Saber y Hegemonía Médica (México DF: Alianza Editorial Mexicana, 1990)
33Jose Murilo de Carvalho, Os Bestializados: o Rio de Janeiro e a Republica que não Foi (São
Paulo: Companhia das Letras (1987); Jeffrey D.
Needell, “The Revolta contra a Vacina of
1904: The Revolt against ‘Modernization’ in Belle
Epoque Rio de Janeiro,” Hispanic
American Histori- cal Review, 67, 2 (1987):
34José Carlos Sebe Meihy and Cláudio Bertolli Filho, “Historia Social da Saúde. Opinião Pública versus Poder. A Campanha da Vacina, 1904,” Estudos CEDHAL, 5 (1990); Sidney Chal- houb, Cidade Febril. Cortiços e Epidemias na Corte Imperial.
35Diego
Armus, “De ‘Médicos Dictadores’ y ‘Pacientes Sometidos’. Los
Tuberculosos en Acción. Argentina,
24
D. Armus. |
La enfermedad en la historiografía de América Latina moderna |
História Ciências Saúde Manguinhos,
VI, 3
36Marcos Cueto, El Regreso de las Epidemias.
37Libbet
38Iván
Molina Jiménez y Steven Palmer, “La Voluntad Radiante”:
Cultura Impresa, Magia y Medicina en Costa Rica,
39Paul Farmer, AIDS and Accusation: Haiti and the Geography of Blame (Berkeley: Univer- sity of California Press, 1992).
40Ida
Susser, “Union Carbide and the Community Surrounding it: The Case of
Community in Puerto Rico”, International
Journal of Health Services, 15, 4, (1985):
25