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Vidas que hacen historia. Vânia Bambirra a 50 años de la Teoría Marxista de la Dependencia. Diálogos con Nadia Bambirra y Carla Ferreira Campos

 

Ayelén Branca*  

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Cuadernos de Historia. Serie economía y sociedad, N°32, 2023, pp. 183 a 204.

RECIBIDO: 30/07/2023. EVALUADO: 30/09/2023. ACEPTADO: 30/11/2023.

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Resumen

A cincuenta años de la publicación de los textos fundantes de la Teoría Marxista de la Dependencia (TMD) y a los fines de homenagear a Vânia Bambirra, una de sus principales referentes, tantas veces silenciada por el hecho de ser mujer, sólidamente de izquierda y radical, se comparten las voces de otras dos mujeres de relevancia para esta historia. Por un lado, se presenta un testimonio de Nadia Bambirra dos Santos, hija de Vânia y Theotônio dos Santos. Por otro lado, una entrevista con Carla Ferreira Campos, historiadora, profesora en la Escola de Serviço Social, Universidade Federal do Rio de Janeiro, y coordinadora del Memorial-Arquivo Vânia Bambirra. Con activa participación en el desarrollo de los estudios actuales sobre y desde la TMD, es fiel depositaria del archivo personal de Vânia y Directora, junto con Mathias Seibel Luce, de la miniserie documental en 15 episódios, “Vânia: a história de uma revolucionária”.

Palabras clave: Teoría marxista de la depedencia – Memoria – Exilios – Vânia Bambirra

Summary

Fifty years after the publication of the founding texts of the Marxist Theory of Dependency (MTD) and in tribute to Vânia Bambirra, one of its main references, so often silenced because she was a woman, solidly left-wing and radical, we share the voices of two other women of relevance to this story. On the one hand, we present the testimony of Nadia Bambirra dos Santos, daughter of Vânia and Theotônio dos Santos. On the other hand, an interview with Carla Ferreira Campos, historian, lecturer at the Escola de Serviço Social, Universidade Federal do Rio de Janeiro, and coordinator of the Vânia Bambirra Memorial-Archive. With active participation in the development of current studies on and from on and from the MTD, she is a faithful custodian of Vânia's personal archive and Director, together with Mathias Seibel Luce, of the documentary mini-series in 15 episodes, "Vânia: a história de uma revolucionária".

Keywords: Marxist Theory of Dependency Memory Exiles Vânia Bambirra

 

 

 

 

Vânia Bambirra fue una de las referentes de la Teoría Marxista de la Dependencia (TMD), marco de pensamiento crítico que se desarrolló al calor de los procesos de lucha y organización revolucionaria que emergió a mediados del siglo XX en América Latina. Brasileña, nacida en Belo Horizonte (1940), hija de un militante del Partido Comunista (PC) y de una ama de casa de clase más acomodada, desde joven se vio interpelada por la realidad social y el marxismo como forma de interpretarla (Bambirra, 2013). Estudió Sociología, Política y Administración Pública en la Universidad Federal de Minas Gerais y más tarde trabajó como profesora en la Universidad de Brasilia, invitada por su fundador Darcy Rivera. Siempre interesada por la cuestión agraria fue referente de las Ligas Camponesas, y desde una perspectiva crítica al PC brasileño, fundadora de la Organização Revolucionária Marxista – Política Operária (POLOP), en la que militó hasta 1966. En este año, tras dos años de clandestinidad en San Pablo por la persecución de la dictadura brasileña, se exilió a Chile junto con Theotônio dos Santos y Nadia, su hija. En el contexto chileno de ascenso de la lucha de clases, que cristalizó en 1970 en la victoria de la Unidad Popular; y en un marco de transformaciones institucionales y académicas, Vania continuó activa en su producción académica. Como parte del Centro de Estudios Socioeconómicos (CESO) de la Universidad de Chile, constituyó el Grupo de la Dependencia donde se terminaron de delinear los fundamentos de la TMD. Tras el golpe militar chileno en 1973 se vió forzada a un segundo exilio. Esta vez fue México el destino de cientos de intelectuales. En la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Vania realizó su doctorado en Economía y participó activamente como docente. En 1980 volvió a vivir a su país natal. Aquí continuó su actividad militante como fundadora del Partido Democrático Trabalhista (PDT) junto con Leonel Brizola, y un tiempo fue reintegrada a la Universidad de Brasilia como profesora. Hasta la fecha es una referente para el Movimiento de Trabajadores Sin Tierra (MST) de Brasil.

Entre las obras más destacadas de Vânia como teórica dependentista se encuentran El capitalismo dependiente latinoamericano, producto de su trabajo en el CESO y publicado por Siglo XXI en 1974; y Teoría de la dependencia: una anticrítica, publicado por Era en 1978. Por otra parte, escribió numerosos trabajos de análisis histórico y político de relevancia como Diez años de insurrección en América Latina, publicado en su primera edición en 1971 por Editorial Prensa Latinoamericana, Santiago de Chile; La Revolución cubana. Una reinterpretación, publicado por la misma editorial en 1973 y por Editorial Nuestro Tiempo (México) en 1974; La estrategia y táctica socialista: de Marx y Engels a Lenin, escrito en coautoría con Theotônio dos Santos y publicado en dos tomos por ediciones Era, México (1980-81); entre otros. Así mismo, se destacan artículos de la autora sobre la emancipación de la mujer desde una perspectiva marxista, algunos de ellos son “La mujer chilena en la transición al socialismo” (1971) y “Liberación de la mujer y lucha de clases (1972), en la Revista Punto Final; y, “La politización de la mujer. Una batalla que está por darse” (Revista Chile hoy, 1972).[1]

A cincuenta años de la publicación de textos fundamentales para la Teoría Marxista de la Dependencia (TMD) y a los fines de homenajear a Vânia Bambirra, una de sus principales referentes, tantas veces silenciada por el hecho de ser mujer, sólidamente de izquierda y radical, en esta ocasión se comparten las voces de Nadia Bambirra dos Santos y Carla Ferreira Campos. Nadia, actriz, directora de cine, productora y profesora brasilera, es la hija de Theotônio dos Santos y Vânia Bambirra. Nacida en clandestinidad en 1963, a sus dos años vivió su primer exilio familiar a Chile, en 1973 con nueve años su segundo exilio a México, y en 1979, a los quince años, volvió por primera vez a vivir a su país natal. Desde sus experiencias de vida, atravesada por el exilio y el asilo que marcó la historia del mediados del siglo XX en América Latina, Nadia presenta un cuadro a partir del cual se dibujan los itinerarios a través de los cuales la TMD se fue constituyendo como un marco teórico para comprender las particularidades regionales, de la mano de intelectuales y militantes con compromiso por la transformación social. Con su testimonio es posible conocer el protagonismo de Vania Bambirra en el devenir de esta historia.

Carla Ferreira Campos es historiadora; profesora en la Escola de Serviço Social de la Universidade Federal do Rio de Janeiro y coordinadora del Memorial-Arquivo Vânia Bambirra. Con activa participación en el desarrollo de los estudios actuales sobre y desde la TMD, es fiel depositaria del archivo personal de Vânia y Directora, junto con Mathias Seibel Luce, de la miniserie documental en 15 episódios, “Vânia: a história de uma revolucionária”.[2] Producto de un arduo trabajo de investigación, documentación y recopilación de archivo, el documental publicado para su acceso libre desde el primero de agosto (2023), se presenta como un dispositivo pedagógico y de divulgación  de gran relevancia para la reconstrucción de la historia de vida de Vânia Bambirra como militante, profesora e intelectual, protagonista de la constitución de la TMD, una corriente de pensamiento crítico desde América Latina.

Múltiples son las iniciativas que, desde distintos puntos de nuestro continente, emergen para recuperar la historia y legado de los marxismos latinoamericanos de mediados del siglo XX, la recuperación de la TMD se inscribe en este proceso. Homenajes y trabajos historiográficos, tanto como investigaciones de actualización teórica y de análisis concretos de los procesos y tendencias que asumen las dinámicas económico políticas actuales, se expanden recuperando la tradición abierta por intelectuales como Vania Bambirra, Theotônio dos Santos y Ruy Mauro Marini. Este es el marco de los intercambios que se comparten a continuación. Los mismos son el resultado de entrevistas que se realizaron de manera virtual en marzo y agosto del presente año[3]. Las entrevistas aquí publicadas, fueron editadas, y posteriormente revisadas por las entrevistadas. En el caso de la entrevista de Carla, las respuestas fueron traducidas del portugués al español.

 

 

Testimonio de Nadia Bambirra

Ayelén Branca: ¿Nos puedes contar sobre tus itinerarios de exilios y clandestinidad? ¿Cómo viviste tu como niña esta experiencia? ¿Cómo fue acompañar a tu papá, Theôtonio dos Santos y tu mamá, Vânia Bambirra, en estos movimientos?

Nadia Bambirra: Justo ahora tengo que escribir esta narrativa para la Comisión de Amnistía de los Derechos Humanos del Ministerio de Derechos Humanos porque voy a pedir mi reparación. Yo ni sabía que habían reparado a los hijos de los exiliados, lo he sabido hace poco tiempo. Nunca me importó tanto eso como ahora, después que vivimos estos años de bolsonarismo. Estos seis años de golpe en Brasil, a Dilma y después la dictadura que vivimos con Bolsonaro, una verdadera dictadura militar y jurídica, me ha traído la presencia viva de la experiencia de los exilios. Porque me he sentido exiliada en mi país.

Solamente a los 15 años vine a Brasil. Bueno, vine cuando era chica una vez con una tía, pero no me acuerdo, sé que nos buscó en Chile y nos trajo, no sé ni por qué mis papás nos dejaron venir, porque era tan peligroso estar en este país. Pero cuando volví a Brasil a los 15 años fue contra mi voluntad. Mi mamá ponía las cosas en la maleta y yo las sacaba, yo me sentía mexicana y quería quedarme en México. No tenía ningún tipo de afección o conexión con Brasil. Era el país donde nacieron mis papás, donde yo nací y que nos echó. Entonces yo no tenía una relación de afecto con Brasil, ya había hecho mis redes de afecto. Mis tíos eran los amigos de mi mamá, mis primos eran los hijos de los amigos de mis papás; Ruy Mauro Marini era mucho más mi tío que cualquier tío consanguíneo de mi vida. Todos los que nos acompañaron en estos procesos, Caputo, Pizarro, Osorio y todos esos nombres, están mucho más presentes en mi infancia y adolescencia.

Cuando llegué a Brasil a los 15 años, sentí el olor del fascismo en este país. Lo sentía en algún lugar, pero era muy chica y no sabía identificarlo. La mayoría de la clase media brasileña era pequeña burguesía. La burguesía brasileña que es una burguesía dependiente como decía Vânia, es una burguesía sin personalidad, siempre queriendo ser Estados Unidos y gringa, y menospreciando todo lo que es brasileño. Llegué de otra cultura, para mí cultura, pero las personas que vivían a mi alrededor no valoraban en nada la cultura brasileña. Tal vez si yo hubiera ido a Nordeste, tendría otra impresión de Brasil, pero vine a Belo Horizonte, que era un lugar muy tradicional, donde nacieron mis papas. Un Minas Gerais totalmente colonizado por los europeos, un lugar de historia de mucha esclavitud y de ninguna relación con lo que hay de más brasileño. 

Bueno, la trayectoria… Nací en la clandestinidad de mis papás durante dos años en San Pablo. Por lo visto mi mamá ya va a la clandestinidad embarazada. Nací con un nombre falso, en un hospital de clase alta, el médico era el dueño de ese hospital. Debería ser un tipo de izquierda, siendo rico tenía alguna conciencia. Ellos trabajaban en la Universidad de Brasilia con Darcy Rivero, y cuando vino el golpe mandaron a todos los profesores a la calle. Ahí entraron en la clandestinidad en San Pablo, aun pensando que podrían resistir. Pero bueno, con dos años me exilio a Chile. No sé cómo fueron esos dos años de mi vida, pero imagino que no fue fácil ser una niña en la clandestinidad. No debía poder reír, gritar, llorar, nada, porque estaban escondidos. 

Se fueron a Chile pensando en volver, pero vieron que la cosa estaba mucho peor. Temprano entendieron que no estábamos preparados para la lucha armada en Brasil, que se iban a morir los compañeros y que no se iba a ganar nada. En Chile crecí, aprendí a hablar en español, a escribir la historia que conozco, la historia de Chile, la historia de los mapuches. Lo que sé bailar no es samba, es cueca. Crecí en este ambiente de un país transformándose en socialista, con Allende ganando. Íbamos a las calles aún muy chicos a cantar y salíamos millones de personas a la calle por la unidad popular. Y éramos niños que sabíamos lo que era política, que sabíamos lo que era socialismo, comunismo, capitalismo. Sabíamos que éramos comunistas, hijos de comunistas. Y en el colegio teníamos esa conciencia. Ya nos separábamos, si eres Frey, no eres mi amigo, si eres mi amigo, yo soy Allende y no me identifico contigo. Estoy hablando de chicos con menos de nueve años, porque salgo de Chile a los nueve. Entonces tengo una infancia muy diferente de la infancia de los chicos brasileños en esa época que están en plena dictadura y no se habla ni de política, sexo, religión, fútbol, no se hablaba en este país. 

En Chile veo a mis papás muy productivos con el CESO que era su segunda casa, el Centro de Estudios Socioeconómicos de la Universidad de Chile. Ahí vivían ellos y vivíamos nosotros. En el CESO había un ambiente muy familiar. Ahí es donde se produce la teoría marxista de dependencia, que en la verdad ya viene siendo elaborada desde Belo horizonte, cuando ellos militan en la POLOP, que es la Política Operaria, el núcleo de militancia que ellos crearon como disidencia el Partido Comunista Brasileño. Ahí empieza toda esa cosa de la teoría marxista de la dependencia. Había un grupo de estudios en mi casa en Chile. Los domingos iban todos a mi casa y se quedaban ahí estudiando y en este grupo de estudios que Theotônio y Vânia organizaban surge la teoría de la dependencia. Nosotros escuchábamos eso todo el tiempo. Mis papás se despertaban leyendo el periódico uno al otro y ya empezaban, “mira, ¿viste esto?”. Ese era nuestro desayuno. Entonces, nunca leí Marx, ni Engels, ni Lenin, ni El Capital, ni nada. Yo sé que Vania ha leído dos veces El Capital entero; no sé si alguien más ha leído dos veces El Capital haciendo apuntes como lo ha hecho mi mamá. Entonces sé mucho de eso porque lo aprendí por ósmosis de tanto escucharlo. Mi casa siempre fue un ambiente muy amoroso, muy generoso, de mucha solidaridad. Se creó esa red también por el exilio y por lo que yo entiendo como la esencia del marxismo. Porque lo que yo aprendí viviendo el marxismo en mi casa y oyendo es que es un modo de vida y no apenas una teoría. Hay que llevarla para tu día a día y tu vida. Es una práctica. Ellos hablaban mucho de eso, praxis. Es una palabra que siempre escuché mucho. Práctica y teoría, práctica y teoría.

Después viene el golpe que fué una experiencia muy violenta, muy trágica. Ahí nos sacan de la casa, me acuerdo que quiero agarrar mi muñeca que mi papá me había traído de un viaje, pero no daba tiempo. Entonces, nos dejan a mí y a mi hermano Iván, que nació en Chile, en la casa de una amiga. Ella me recordó, en un reencuentro que tuvimos hace poco, que teníamos que andar por la casa por el piso para no levantarnos porque las ametralladoras podrían agarrarnos. Después nos llevaron a una casa de campo de Tomás Vasconi. En ese camino, vi los cuerpos ahí en el piso y los carabineros con sus ametralladoras y las pozas de sangre. De grande creía que eso no era una realidad, que yo había inventado eso en mi mente de niña. Pero hoy sé que así fue, exactamente como me acuerdo, por increíble que sea. De ahí salimos como a la noche a la Embajada de Panamá. No me acuerdo muy bien de los detalles. Llegamos a un departamento de dos piezas que tenía como 200 personas.

Antes del golpe, mi papá y mi mamá había comprado muchos libros e hicieron la biblioteca de sus sueños, que fue quemada por Pinochet en el jardín de la casa, junto con todas nuestras memorias, vídeos y fotos. Hicieron una hoguera enorme y quemaron todo. Imagínate el nivel de libros y de cosas que había en esa biblioteca. Bueno, ahí también habían comprado una casa muy bonita, en un barrio de clase media, media alta y estábamos en el momento de la reforma de la casa, era una casa de sueños, bien grande. Esta es una cosa que dice mucho sobre Theotônio y Vânia, porque el golpe era inminente y ellos compraron una casa. Lo que muestra que ellos no creían que el golpe iba a ser bien sucedido. Hay un libro de mi papá Bendita Crisis donde él parece que atribuyen un poco a la cosa de la crisis, que va a ser superada. Mi papá tenía una visión muy positiva de la vida, siempre fue muy positivo. En su comportamiento, en su mirada para el mundo siempre fue muy positivo. Mi mamá era más pragmática. 

Cuando vino el golpe estábamos acabando de pintar y hacer reformas en la casa, Y, cuando Theotônio y Vânia se vieron y vieron a los compañeros en esta embajada de Panamá, dejan la casa como Embajada. Aquí se dio un silenciamiento histórico de Vânia como mujer, porque se lo atribuyen a mi papá. Pero no fue una actitud de Theotônio, fue una actitud de Theotônio y Vânia, que eran ambos dueños de la casa y siempre muy compañeros en sus decisiones. Todo era muy discutido, muy conversado. Entonces ambos ofrecieron la casa a la Embajada de Panamá. A esta casa se van todos los exilados. Mi tío me recordó que el cónsul creó una manera de sacar a las personas, porque solo estabas seguro cuando estabas en suelo de otro país, pero llegar hasta este lugar era terrible, generalmente en las puertas de las embajadas los milicos carabineros mataban a las personas. Había que saber cómo entrar y cómo salir. El cónsul los puso todos con una cuerda como dentro de un círculo y él se ponía por dentro de la cuerda, en el medio, con la bandera de Panamá, entonces eso pasaba a ser suelo panameño. Y ahí él los llevaba hasta el bus, del bus hasta la casa, los ponía en la casa y ahí volvía a buscar a más. Durante seis meses nuestra casa pasó a ser la embajada de Panamá en Chile, a donde me acuerdo de ver personas tratando de saltar para entrar a la casa y ahí se quedaban, unos conseguían y otros caían.

Con mi hermano nos quedamos en la casa del cónsul, creo que no había niños en las embajadas, los dejaban en las casas de alguien. Algunos meses después salimos con mi mamá, mi hermano y otros compañeros de mis papas, creo que Ruy vino con nosotros. Fuimos a Panamá, donde nos quedamos unos buenos meses en una ciudad llamada Chitré, mientras se decidía para dónde íbamos. Ahí hubo varias perspectivas desde Estados Unidos, Europa, y acabamos yendo a México. Algunos meses después fueron saliendo todos los exilados de la embajada, pero a mi papá no lo dejaban salir porque Pinochet quería a mi papá de cualquier forma, lo odiaba mucho. Aunque dicen que mi papá era el primer nombre en las listas de perseguidos en Chile, yo luego veo que el nombre de mi mamá está delante de mi papá. Creo que una vez más invisibilizan a Vânia por ser mujer y la quieren poner como esposa de Theotônio.

Cuando ellos salieron de Brasil mi mamá creía que no estaba siendo buscada. Todo el tiempo acá en Brasil ellos pensaban que mi mamá no tenía ninguna condenación. A Theotônio, sí lo condenaban por ideas subversivas en el campo, pero mi papá nunca fue de participar con el movimiento campesino. Quién trabajaba con las Ligas camponesas y con la cuestión campesina era Vânia. Por lo visto, una vez más por machismo le atribuyeron a Theotônio la condenación de Vânia. Por qué no iban a darle toda esta importancia a una mujer. Entonces, a mi papá no lo dejaban salir, fue el último de salir de la casa, después de seis meses viene a México.

Yo tengo una ligación espiritual con mi papá -su familia era toda espiritista- y me acuerdo hasta hoy que me desperté, estábamos ahí en un hotelcito en México, y yo vi en el espejo a mi papá riendo, y le dije a mi mamá, mi papá está viniendo, y tocó el teléfono luego, era él. Lo habían soltado, finalmente estaba viniendo. Entonces vino Theotônio a México y ahí empezamos nuestra vida. Bueno, ya me sentía medio chilena y muy mexicana. Pasé mi infancia en Chile, mi adolescencia en México. Nuestra casa en México era una casa muy frecuentada por Echeverría, que era presidente de la República, por Brizola, por personalidades, todas las noches había cosas pasando en la casa y gente siendo recibida.

Cuando volvimos a Brasil con la amnistía en los 80, junto con Brizola mis padres pensaron que iban a recobrar el PTB, que era el Partido Trabalhista. Finalmente decidieron fundar el PDT, Partido Democrático Trabalhista, donde Theotônio y Vânia tuvieron una participación importantísima. Mi mamá participó de toda la parte del proyecto del partido en la cuestión femenina, campesina y reforma agraria; Theotônio también. En Minas, Belo Horizonte, ellos van a formar el partido, Theotônio fue candidato a gobernador y Vania diputada estadual. Y luego Vânia fue diputada en Minas Gerais, un estado enorme.

Infelizmente, cuando volvieron a Brasil, mi mamá decía que fue su tercer exilio y hoy la entiendo. Ella fue muy invisibilizada en Brasil por el machismo de la izquierda brasileña y del propio Brasil. Ese fascismo que yo identificaba en este país. Pero bueno, también recuperaron la cosa de la universidad, tuvieron que ir a Brasilia a resolver eso, quedaron pocos años dando clases para completar el tiempo de jubilación. Theotônio siguió en su movimiento académico y Vânia, por el PDT asumió la lideranza de la Cámara de los Diputados en Brasilia. Durante muchos años vivió en Brasilia, y ahí sí tuvo una importancia. Hay muchas enmiendas constitucionales en las que ella ha participado, en muchos trabajos necesarios para la política nacional. Vânia ha participado como la gran organizadora de ese partido cuando aún era un partido de izquierda. Mi mamá se quedó todo ese tiempo trabajando en Brasilia, Theotônio siguió dando clases allá, después volvió a la Universidad de Minas y se mantuvo en su vida académica viajando mucho por el mundo. Iba a Cuba, de Cuba iba a China, de China iba a México, de México volvía para acá, y al otro mes ya se estaba yendo a Venezuela. Tuvo un trabajo muy importante con todo lo del Mercosur y luego la revolución bolivariana. Hay unos vídeos de Chávez, muy impactantes, donde está mi papá en una reunión con mucha gente, en un auditorio, y Chávez se levanta y dice, el gran responsable de eso está allá, y apunta a Theotônio, y él se levanta todo suave.

La importancia de mi papá para la cuestión de América Latina es sin duda muy relevante. También con la cuestión China, mi papá tiene un trabajo muy importante con la cuestión China. En sus últimos años, y días de vida aún con todos los efectos de los opioides, siempre decía “fíjate en la cuestión de China, fíjate en China, la ruta de la seda, fíjate en la ruta de la seda, es el futuro del mundo, van a acabar con Estados Unidos, los gringos se van a joder ahí, está todo ahí, el poder está ahí, la ruta de la seda”. Vemos ahora en esa tercera guerra que como buenos cientistas políticos que eran ellos predecían cosas, parece como que tenían una bola de cristal de saber lo que iba a pasar, de tan precisos que eran esos análisis.

Mi mamá vuelve de Brasilia para Río en el año 2000, abandona el PDT definitivamente. En Río no encuentra ningún espacio, ni en las universidades, ni en las fundaciones, pero yo había acabado de ser madre y ella quería también quedarse cerca de su nieto con el que estaba encantada, Jafar, mi hijo. Me fui a vivir con ella en su casa. Como se fue cerrando mucho mi mamá al final de la vida, era difícil acceder. Pocas personas, João Pedro Stedeli, que es el gran líder del Movimiento Sin Tierra, es la persona que se comunicó hasta el final de la vida con mi mamá y que ella le tenía profundo respeto y admiración. Entendía al Movimiento Sin Tierra como el gran proyecto de este país y que de hecho es, sin reforma agraria, Brasil no es nada. Fruto del trabajo de Vânia en las ligas camponesas con Francisco Julião es la importancia que ella tiene en el MST, donde su nombre es muy rescatado y valorado.

 

 

Intercambio con Carla Ferreira Campos

Ayelén Branca: ¿Cómo fue tu acercamiento y relación con Vania Bambirra?

Carla Ferreira Campos: Nos conocimos cuando, en 2012, el profesor Mathias Seibel Luce y yo vinimos a Río de Janeiro para presentar un libro que coordinamos nosotros, “Padrão de Reprodução do Capital. Contribuições da Teoria Marxista da Dependência” (Boitempo Editorial). En aquella época vivíamos en Porto Alegre, en el sur de Brasil, y realizábamos investigaciones sobre la TMD en el marco del Núcleo de História Econômica da Dependência Latino-americana[4] (HEDLA), vinculado al Departamento de História da Universidade Federal do Rio Grande do Sul (UFRGS), coordinado por el profesor Mathias. Vânia intervino en la presentación, al igual que Theotônio dos Santos. Me hizo mucha ilusión conocerla, ya que venía estudiando su obra con entusiasmo desde 2006. Pero no fue hasta un poco más tarde, cuando leyó mi tesis doctoral, que nuestra relación se desarrolló con mayor afinidad y profundidad teórica, política y emocional. A partir de entonces, de forma muy natural, comenzamos a trabajar en la organización de sus escritos, dándoles amplia difusión en Internet y estimulando la publicación de su obra en portugués, ya que la mayoría de sus escritos sólo existían en otros idiomas, como el español, el italiano e incluso el alemán y el japonés. En 2013, empezamos también a grabar entrevistas exclusivas con ella con vistas a producir el documental.

Los proyectos tejidos con Vania en aquellos años resultaron en la organización de su acervo físico en lo que llamamos el Memorial-Arquivo Vânia Bambirra, inicialmente custodiado y depositado en el Núcleo de Pesquisa em História do Instituto de Filosofia e Ciências Humanas da UFRGS[5]. Posteriormente, el Memorial fue transferido a la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), bajo la administración del Laboratório de Estudos sobre Marx e a Teoria Marxista da Dependência (LEMARX-TMD)[6], que se fundó en el año 2018. La organización de esta colección física fue un proceso muy delicado, ya que necesitábamos salvar materiales originales afectados por hongos, categorizar, higienizar, empaquetar adecuadamente documentos impresos y digitalizar cintas analógicas de entrevistas con la voz del autor para preservar su contenido. Seguimos criterios archivísticos y también contamos con el apoyo institucional de la NPH-UFRGS y del Instituto Latino-Americano de Estudos Avançados (ILEA/UFRGS)[7].

Otro resultado de los proyectos que empezamos a desarrollar con Vânia, cuando aún vivía, fue el Portal de Internet Memorial-Arquivo Vânia Bambirra (www.ufrgs.br/vaniabambirra), donde categorizamos, digitalizamos y pusimos a disposición del público la mayor parte del acervo que nos donó para su libre acceso. Y, por último, tras recorrer cinco países siguiendo su vida e investigando en diversos archivos históricos, completamos la miniserie documental de 15 episodios “Vânia: a história de uma revolucionária” (4 horas).  Este documental lo realizamos con el profesor Mathias Seibel Luce, con quien compartí la investigación, concepción y dirección de este trabajo.

La realización de la miniserie requirió mucha dedicación y voluntad de aprender nuevas habilidades. En algunos momentos contamos con camarógrafos profesionales pero para la mayor parte de las grabaciones tuvimos que ingeniarnos como pudimos para manejar una cámara... hicimos nosotros mismos la edición analogica, el guión, la dirección musical y la producción. En el último año y medio, conseguimos el apoyo del Colectivo Catarse para finalizar la imagen y el sonido, porque era muy difícil adquirir estos conocimientos mientras estábamos ocupados con clases, conferencias, el archivo, los cambios de vida y de ciudad. La realidad de unos recursos escasos o inexistentes se compensó así, aprendiendo a hacer todo lo que podíamos con nuestras propias manos. Y, por supuesto, nuestras miles de horas de trabajo sólo fueron posibles gracias al trípode indisoluble de enseñanza, investigación y extensión que estructura la universidad pública brasileña. Ahí radica el principal recurso que hizo posible el documental. Esto explica los diez años dedicados al proyecto, marcados por rápidos avances y algunas paradas inevitables. Realizamos más de 40 entrevistas en profundidad. Siempre recibimos el cálido apoyo de compañeros de trabajo, amigos y familiares, a quienes estamos agradecidos. Estamos muy contentos de poder entregar a la comunidad portuguesa e hispanohablante este trabajo, que tiene fines científicos y pedagógicos, rescatando la memoria social y destacando la importancia de esta mujer, intelectual y militante, para nuestra historia. A partir de ahora, es un bien público, realizado sin ánimo de lucro. No autorizamos su exhibición comercial ni su monetización en plataformas digitales. Puede exhibirse libremente y está a disposición de compañeros docentes, movimientos sociales y organizaciones para cursos, conferencias, procesos de formación y reflexión colectiva, y se puede accederse libremente en: www.ufrgs.br/vaniabambirra/documentario/

Además de los proyectos trazados con ella y de la donación de la colección en 2013, el 31 de marzo de 2014, cuando se cumplían 50 años del golpe empresarial-militar en Brasil, HEDLA/UFRGS lanzó una iniciativa coordinada por mí junto con el historiador Francisco Pineda, entonces responsable del Portal de Internet Ruy Mauro Marini (www.marini-escritos.unam.mx), con el apoyo de Jaime Osorio, su actual coordinador, y de Vânia. Firmamos una convocatoria abierta para reunir obras inéditas de Ruy Mauro, con el objetivo de poner a disposición nuevos textos del que consideraba su mejor amigo y que, como ella y Theotônio dos Santos, es uno de los tres fundadores del TMD. Theotônio también formó parte de esta iniciativa curatorial, junto con muchos de los contemporáneos de Ruy Mauro. Esto permitió añadir un centenar de textos al portal de Ruy Mauro. Trabajamos muy intensamente con Vânia para reconocer estos originales, ella estaba entusiasmada con esta iniciativa.

Los momentos compartidos con ella en Río de Janeiro fueron de mucha alegría. Vânia era una anfitriona dulce y divertida. Al mismo tiempo, era muy disciplinada con su trabajo y no le gustaban los desvíos del objetivo. Hablamos mucho de política brasileña y latinoamericana. Intercambiamos recomendaciones de lectura. Debatimos cuestiones teóricas. Después del trabajo, veíamos telenovelas juntas por las tardes y compartíamos la pasión por los gatos y el perro Romeo. Yo me encargaba de la cocina y compartíamos las comidas. Eran días felices. Por desgracia, a lo largo de 2015, la salud de Vânia se deterioró rápidamente. En julio de ese año, vinimos a Río de Janeiro, acompañados por Henrique Maffei, un compañero profesor de Porto Alegre con experiencia audiovisual, que ayudó a grabar uno de los últimos vídeos que tenemos de ella. En aquella época, el profesor Mathias y yo acordamos con Vânia pasar juntos las fiestas de fin de año. Incluso compramos los billetes de avión, planeando pasar una semana de descanso con ella. Antes de encontrarnos, ella sufrió una caída y tuvo que ser operada de urgencia. Fue muy triste.

Ayelén Branca: ¿Qué considera importante rescatar de los legados de Vânia Bambirra como militante?

Carla Ferreira Campos: Dos aspectos me llamaron la atención cuando conocí su obra. En primer lugar, la forma en que Vânia dominaba la interpretación de la realidad social al calor de los acontecimientos; y en segundo lugar, el ejercicio activo del internacionalismo. Estas características me movilizaron porque soy una historiadora implicada desde muy joven en las luchas de mi país y del continente. Cuando conocí a Vania, ya no era joven. Había participado en la lucha por la redemocratización de Brasil, en el apoyo a los exiliados del Cono Sur, en la denuncia de la tortura y la violencia policial. También había participado en la construcción del Presupuesto Participativo de Porto Alegre, en el Foro Social Mundial, ayudado a construir dos importantes partidos políticos de la izquierda brasileña, participado en acciones de solidaridad con el pueblo cubano y organizado el apoyo al proceso bolivariano en Venezuela.

La precisión política de sus análisis se evidenció en la evolución histórica posterior y, en mi opinión, debe atribuirse a una sólida formación teórica combinada con un vínculo orgánico con las luchas sociales y políticas de cada contexto. Un ejemplo llamativo de ello fue el concepto que compartió con Francisco Julião sobre el carácter de la lucha por la tierra a principios de la década de 1960. Una lucha en contra de la “grilagem[8], que consistían en procesos de expropiación territorial de los campesinos (pequeños propietarios, arrendatarios, minifundistas). Era una perspectiva diferente de la más tradicional de la izquierda brasileña, que defendía la proletarización del campesinado (porque pensaban que eso les ayudaría a "progresar" y a superar el "atraso" de la sociedad brasileña). Vânia y Julião, a través de las Ligas Camponesas[9], organizaron la resistencia de campesinos por la posesión de sus tierras frente al poder de los terratenientes. Esta comprensión refinada de la lucha política, teniendo en cuenta la realidad concreta, demostró que dominaba la máxima leninista de la práctica socialista desde muy temprano en su carrera: articular la fidelidad a los principios estratégicos socialistas con la máxima flexibilidad táctica. Las Ligas Camponesas movilizaron importantes contingentes sociales, y la reivindicación de la reforma agraria ocupó un lugar central dentro de las manifestaciones en defensa de las llamadas reformas básicas en aquella coyuntura. Es por esto que Vânia se convirtió en un punto de referencia para el Movimento dos Trabalhadores Rurais Sem Terra[10], muchos años después.

Otro ejemplo más conocido es el debate que promovió contra las tesis conocidas como "foquismo" formuladas por Regis Debray, que  descontextualizaba la estrategia que condujo a la victoria de la Revolución Cubana. En su crítica a Debray, Vânia escribió que el "foquismo" invertía la realidad, dando primacía al elemento militar sobre el político y organizativo. En otras palabras, creó la falsa percepción de que la victoria de la Revolución Cubana se debió al heroísmo de un pequeño grupo de hombres organizados en la guerra de guerrillas, cuando ese elemento militar era sólo un aspecto de una estrategia más amplia, típicamente insurreccional, de organización política y social de la clase obrera y del pueblo. El "foquismo" era, por tanto, una concepción voluntarista y peligrosa, que puso en riesgo la vida de una generación al propagar un profundo malentendido teórico, de carácter estratégico-táctico, ya que diversas organizaciones intentaron imitar esta supuesta estrategia (que no fue, repito, la estrategia que realmente se llevó a cabo en Cuba y garantizó la victoria de su revolución, como analizó Vânia). Ella llevó a cabo este debate en la clandestinidad, firmando un artículo que circuló por todo el mundo bajo el seudónimo de Cléa Silva. Más tarde demostró científicamente su tesis en el libro "Revolución Cubana: una reinterpretación".

Otro ejemplo en el que se observa su rigor en el análisis de la realidad social, es el contexto en el que cayó el Muro de Berlín y llegó a su fin la existencia de la Unión Soviética, y los intelectuales del establishment proclamaron el "fin de la historia"... Frente aquella situación  muchos abandonaban la lucha por el cambio estructural, recayendo en una perspectiva social-liberal, y otros se desmoralizaban, abatidos. Vania, al contrario,  volvió a los clásicos socialistas, Marx, Engels y Lenin, para escribir una tesis doctoral en la que, basándose en sólidos estudios históricos, afirmaba que la historia es cambio y que el mundo no se acabaría bajo el capitalismo. Y, más aún, afirmaba que el socialismo representaba (y representa) una alternativa para el futuro de la humanidad.

En su vida como exiliada política de dos dictaduras del Cono Sur, destacaría su extraordinaria solidaridad internacionalista. Un símbolo de esta dimensión en la vida de Vania fue cuando ella y Theotônio cedieron su casa de Santiago de Chile para que la Embajada de Panamá pudiera acoger a más exiliados políticos tras el golpe del criminal general Augusto Pinochet en 1973. Esta casa ayudó a salvar muchas vidas. Posteriormente fue confiscada por la dictadura y convertida en uno de los centros de tortura de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA). Allí murieron muchos militantes, especialmente del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Tras la redemocratización, se transformó en la Casa de la Memoria José Domingo Cañas, Nº 1367. Hoy es un espacio de lucha por la memoria, la verdad y la justicia en la capital chilena. Tuve la alegría de presentar el documental y esta historia en este espacio en el 50 aniversario del golpe de Estado en Chile.

Siguiendo con la trayectoria de Vânia, otro símbolo que no debemos olvidar fue su sólido y duradero apoyo a la Revolución Cubana y a la lucha del pueblo cubano. Vânia sentía gran admiración por los logros sociales de Cuba en materia de sanidad, educación y cultura. Y era partidaria de la autodeterminación de los pueblos y contraria al bloqueo impuesto por el imperialismo. A su regreso del exilio, el mundo académico brasileño la trató con desdén, a pesar de que llegó a Brasil en 1979 como una intelectual respetada en países de todo el mundo.

Quizás esta audacia teórica le pasó factura a esta intelectual decididamente capaz. Como ya he dicho, vivió durante décadas sin que su talla teórica, política y humana fuera reconocida en su país de origen. Recuerdo un día en que me llamó por teléfono para comentarme con una profunda sorpresa, que le habían enviado a su piso de Río de Janeiro, donde vivía, la Encomienda de la Orden de Río Branco, concedida por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Brasil. Su sorpresa no se debía únicamente a que no tenía ninguna vanidad por los títulos y honores. Más bien, como me dijo entonces, con un tono amargo en la voz, era que el país que no la reconocía como intelectual intentaba ahora concederle un "premio de consolación" a través del gobierno de una amiga de otras décadas, la presidenta Dilma Roussef. A pesar de todo, el hecho es que actualmente Vânia es cada vez más leída en Brasil. Nos complace aportar nuestro granito de arena para que este reconocimiento sea una realidad.

Ayelén Branca: ¿Qué memorias nos deja Vania como profesora y educadora?

Carla Ferreira Campos: Vânia fue una de las primeras profesoras invitadas por Darcy Ribeiro a incorporarse a la recién fundada Universidade de Brasília (UnB), en una capital federal inaugurada pocos años antes. Después fue profesora en la Facultad de Economía e investigadora en el Centro de Estudios Socioeconómicos de la Universidad de Chile (CESO) y profesora titular de Economía en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). No fui alumna de Vânia como tal, sino que la conozco como referente teórico a partir del estudio cuidadoso de su obra que he realizado a lo largo de los años. Tuve acceso a sus libros en español porque la biblioteca de América Latina de la UFRGS es una institución de excelencia. Descubrimos a los fundadores del TMD a través de libros y revistas académicas latinoamericanas y me identifiqué mucho con su trabajo. Vânia me ayudó a entender algunas de las disyuntivas que vivía la izquierda brasileña a principios de la década de 2000. Mi pareja siempre ha sido una rata de biblioteca. Fue él quien me trajo los primeros textos de Vânia que había encontrado cuando preparaba un viaje a América Latina, porque conocía mis inquietudes teóricas y políticas. Pasé mucho tiempo creyendo que Vânia era mexicana (risas). Fue una sorpresa cuando descubrí que era brasileña y vivía en Río de Janeiro, prácticamente recluida. Entre las figuras históricas que fueron alumnas directas de Vânia, en mi opinión, quien mejor aprendió sus lecciones y las desarrolló a partir de su propia praxis es João Pedro Stédile, líder del MST y figura teórica y política de importancia internacional.

Ayelén Branca: Como intelectual, ella se caracterizó no solo por hacer praxis de su teoría, sino por hacer teoría de la praxis, el marxismo-leninismo como ampliación creadora fue su camino ¿Cuáles crees que fueron sus aportes específicos a la TMD, y más allá de esta teoría?

Carla Ferreira Campos: El trabajo intelectual realizado por los fundadores del TMD, Vânia, Ruy Mauro Marini y Theotônio dos Santos, formaba parte de un proyecto colectivo en el que cada uno estudiaba un aspecto de la misma cuestión: la dependencia. Lo hicieron desde una sólida perspectiva marxista y con el objetivo de contribuir a crear las condiciones para el surgimiento de una organización revolucionaria en Brasil y en el continente. Vânia nos explicó que no pretendían protagonizar esta organización, sino "crear las condiciones para el surgimiento de esta organización". Este trabajo intelectual estaba fuertemente basado en las luchas sociales latinoamericanas de los años 50 y 60 y en las transformaciones que se estaban produciendo en ese contexto. Y encontraron espacios en organizaciones políticas, sociales y de investigación como POLOP, las Ligas Camponesas, el Centro de Estudios Socioeconómicos de la Universidad de Chile y la UNAM, para desarrollar este proyecto intelectual y político.

En cuanto a las contribuciones de Vânia a la TMD, cabe señalar que los tres fundadores han realizado importantes aportaciones en este sentido. En el caso de Vânia, destacaría cuatro contribuciones; en primer lugar, teóricas y metodológicas. La primera es su clarificación de los niveles de determinación o abstracción, articulando dialécticamente el modo de producción capitalista y sus leyes universales con las formaciones económicas y sociales, es decir, como este universal se universaliza particularizandose en la dependencia compartida por América Latina y se singulariza en cada territorio sociohistórico. La segunda consideración del mismo orden, y muy importante en un momento en que vivimos la llamada Cuarta Revolución Industrial, fue su estudio sobre cómo cada transformación productiva, industrial (en el sentido marxista), va acompañada de cambios sustantivos en las formas políticas estatales y en el perfil de las clases sociales. Hizo un estudio muy bien fundamentado del impacto de los procesos de industrialización dependiente desde finales del siglo XIX hasta la década de 1950. Este es un ejemplo memorable de análisis concreto. En tercer lugar, Vania realizó una obra monumental al producir una síntesis cualitativa de la estrategia y la táctica, basada en el estudio de las obras completas de Lenin y de la historia de Rusia y la experiencia soviética. Si bien su  contribución ha sido asimilada de forma limitada por las organizaciones políticas, es muy importante y puede colaborar con las necesarias mediaciones  para  superar algunas de las dificultades y límites de los debates en el actual período histórico. En cuarto lugar, sólo para analizar su obra principal, Vânia desentraño la estrategia y la táctica de la primera revolución socialista de América Latina, la Revolución Cubana. No es poca cosa. Sobre todo porque sus obras no son improvisadas ni escritas para responder a exigencias, digamos, ajenas a los objetivos superiores de una auténtica ciencia social crítica. Son tesis sólidamente documentadas y sustentadas. Por eso siguen siendo, en buena medida, válidas. Y nos obligan a mirar esos mismos problemas, entre otros, a la luz de la realidad social actual.

Ayelén Branca: Vania también se ha posicionado respecto a la problemática de la mujer ¿qué enseñanzas nos deja para pensar una teoría marxista de la dependencia feminista (un término que Vania discutía, pero del que hoy podemos apropiarnos)?

Carla Ferreira Campos: Puede parecer curioso que una mujer que fundó un sindicato para protestar contra el intento de recibir un salario inferior al pagado a su marido en el mismo trabajo, como proponía a ella la UnB, no se considere feminista. Sobre todo si esta mujer ha vivido el hecho de que su acción política, como parte de la coordinación de las Ligas Camponesas en Minas Gerais, fue atribuida a su pareja. Sí, la dictadura militar-empresarial brasileña no la reconoció (¿a una mujer?) como líder de una organización social destacada como las Ligas Camponesas, ¡aunque también la condenó y persiguió! Esta falta de identificación con el feminismo puede parecer aún más insólita si tenemos en cuenta que fue quizás la principal redactora de las propuestas programáticas para los asuntos de la mujer en el partido que ayudó a fundar y en el que militó entre 1979 y 2000. Y finalmente, considerando que estudió la situación de la mujer en Chile durante los años de la Unidad Popular (1970-1973), en la experiencia de la Unión Soviética y en Cuba, en varios viajes a la isla.

Sin embargo, la falta de sintonía de Vânia con el feminismo de la época no es sorprendente. Las mujeres socialistas y las mujeres negras pasaron muchas décadas sin identificarse con el movimiento feminista, cuando éste estaba hegemonizado por agendas liberales que no incluían las reivindicaciones de la mayoría de las mujeres trabajadoras. Desde Sojourner Truth, en 1851, con su emblemática pregunta a las sufragistas blancas: "¿Acaso no soy una mujer?", ha existido una declarada y abierta incomodidad con el feminismo tradicional. La apropiación del problema de la mujer y del género por parte del movimiento revolucionario empezó a cambiar de forma más sensible cuando una corriente de intelectuales militantes de formación marxista desarrolló este debate sobre nuevas bases. Y aunque se puedan mencionar importantes antecedentes, desde Flora Tristán hasta las socialistas soviéticas, aquí en Brasil ese salto teórico-político fue desencadenado por el trabajo de Heleieth Saffioti y las relevantes reflexiones de Lélia Gonzales. En Estados Unidos, por Margaret Benston y Ângela Davis, entre otras. En Francia, por Daniele Kergoat y las feministas francesas, en una verdadera explosión teórica que tuvo lugar en el mundo occidental desde finales de los años sesenta y principios de los setenta, alimentada por la innovación de la píldora anticonceptiva y la revolución sexual de "mayo de 1968".

El hecho es que, a pesar de reconocer más o menos su condición de género, Vânia sufrió el exilio teórico reservado a las mujeres intelectuales, más aún como socialista. Fue solemnemente invisibilizada por aquellos con los que debatía y polemizaba. Y demostró su superioridad teórica, como en las polémicas con Fernando Henrique Cardoso y Agustín Cueva, por citar algunos muy aclamados en los medios académicos liberales y, en el caso de Cueva, en la izquierda. Un silencio que se explica, entre otros factores, más allá de la censura de dictaduras y exilios, por la dinámica de la ceguera de género.

En cualquier caso, Vânia articuló con precisión las luchas por el socialismo y la emancipación de la mujer. Y de estos estudios ha extraído al menos dos conclusiones que considero importantes. La primera puede resumirse así: no hay movimiento socialista coherente que no incorpore plenamente la lucha por la emancipación de la mujer. Y no hay lucha consecuente por la emancipación de la mujer que no tenga en cuenta la necesidad de superar el capitalismo. La otra conclusión, a su vez, derivaba de sus estudios sobre la teoría de la transición. Explicó que el socialismo es un "mero progreso" en relación con el capitalismo, destinado a satisfacer las necesidades más fundamentales de la clase obrera, pero no es todavía la sociedad plenamente emancipada, comunista y sin clases. Y, basándose en su estudio de la realidad material de la mujer en Cuba y en la Unión Soviética, afirmó que la lucha por la emancipación de la mujer tiene lugar antes, durante y después de la revolución. También señaló que las mujeres en las condiciones del capitalismo dependiente son las más superexplotadas. Esta reflexión quedó indicada en la obra de Vânia, cómo una clave a ser estudiada. En mi humilde opinión, merece un desarrollo teórico por parte de las nuevas generaciones, que ya vemos  en marcha.

Por último, en cuanto a si podemos o no hablar de una teoría feminista marxista de la dependencia, no estoy muy segura de que debamos matizar la necesidad de hacer un gran esfuerzo teórico y político para superar los límites que afectan de esta manera a la lucha por la transformación estructural a escala global. Estoy segura de que es necesario dar la debida centralidad a las cuestiones de la mujer y de género, ambientales y raciales (pensando en la migración y los conflictos nacionales como parte inseparable del racismo y la xenofobia), junto con el cruce de clases sociales, como estructurales en el capitalismo. El capitalismo no va a salvar el planeta, ni resolver los problemas más fundamentales de las mayorías, ni podrá superar el racismo y el sexismo estructurales. Tampoco hay fórmulas para salir de esta encrucijada final. Se dan todas las condiciones objetivas para un cambio que garantice la supervivencia y mejores condiciones de vida para las grandes mayorías. Y aunque pueda parecer que se trata de una posibilidad remota, Vânia nos enseña que la historia es un proceso de cambio, que este cambio se produce de forma permanente y también a saltos. El mundo seguirá cambiando. También lo harán las personas. Tengo esperanzas en este cambio y confío en las energías sociales vivas de hoy. Sin embargo, tenemos que trabajar duro y rápido, colectivamente, porque las condiciones de reproducción social y medioambiental se están deteriorando muy rápidamente.

Ayelén Branca: Actualmente, los textos y aportes de Vania están siendo revisitados tras años de silenciamiento ¿Por qué es importante esta visibilización y recuperación? ¿Cuáles crees que son las perspectivas teóricas y aportes de sus producciones y pensamientos para los estudios sociales actuales?

Carla Ferreira Campos: Hay un trabajo de recuperación teórica, de memoria histórica, de estímulo a la investigación de los temas relevantes que Vânia trató, y un esfuerzo de accesibilidad a su obra y a su historia que se viene realizando sistemáticamente desde hace más de diez años en Brasil. Sería una falsa modestia no reconocer la importancia del trabajo que hemos realizado a través del Memorial-Arquivo Vânia Bambirra en este proceso. Pero además de este trabajo, que es artesanal, el pensamiento de la autora está siendo divulgado por diversos centros de investigación, en círculos de formación de movimientos sociales, organizaciones políticas y en plataformas digitales. Todo este trabajo es extremadamente importante. En cualquier caso, esta repercusión observada tiene un elemento objetivo fundamental: el hecho de que la realidad de la crisis estructural obliga al pensamiento crítico en su conjunto a recurrir a sus fuentes más fértiles. Vânia y TMD forman parte de ese valioso patrimonio que la izquierda latinoamericana tiene para ofrecer a fin de contribuir, de la mejor manera posible, a la superación de este difícil momento que atraviesa la humanidad.



* Universidad Nacional de Córdoba, Centro de Estudios Avanzados, Facultad de Ciencias Sociales y Centro de Investigaciones de la Facultad de Filosofía y Humanidades/ CONICET. E mail: ayelen.branca@mi.unc.edu.ar

[1] Estos trabajos y tantos otros de la autora están disponibles y ordenados en el Portal de Internet Memorial-Arquivo Vânia Bambirra, actualmente integrado al Laboratório de Estudos sobre Marx e a Teoria Marxista da Dependência (Lemarx-TMD), vinculado a la Escola de Serviço Social (Universidad Federal de Río de Janeiro) y coordinado por Carla Ferreira Campos: https://www.ufrgs.br/vaniabambirra/obra-principal/

[2] Disponible con acceso libre:  https://www.ufrgs.br/vaniabambirra/documentario/ 

[3] La entrevista realizada a Nadia Bambirra dos Santos, fue editada y publicada en formato audiovisual por el Instituto de Estudos Latino-Americanos  (IELA), Universidade Federal de Santa Catarina, Brasil. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=ZZ6iBE7E5-Q

[4] Grupo de Investigación sobre la História Económica de la Dependencia Latinoamericana,  asociada al Departamento de Historia de la Universidad Federal de Río Grande del Sur (UFRGS).

[5] Centro de Investigaciones Históricas del Instituto de Filosofía y Ciencias Humanas de la Universidad Federal de Río Grande del Sur.

[6] Laboratório de Estudios sobre Marx y la Teoría Marxista de la Dependencia.

[7] Instituto Latinoamericano de Estudios Avanzados.

[8] Apropiación de tierras.

[9] Ligas Campesinas.

[10] Movimiento de los Sin Tierra (MST).