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De nacionalsocialista revolucionario a militante antifascista. La trayectoria de Bruno Fricke durante las décadas de 1930 y 1940
Germán Friedmann*
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Cuadernos de Historia. Serie economía y sociedad, N°31, 2023, pp. 32 a 57.
RECIBIDO: 31/01/2022. EVALUADO: 14 /04/2023. ACEPTADO: 21/04/2023.
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Resumen
Este artículo explora las actividades políticas y propagandísticas impulsadas por Bruno Fricke en la Argentina durante las décadas de 1930 y 1940. Fricke fue uno de los principales promotores del nacionalsocialismo en Sudamérica y tuvo luego un papel trascendental en la conformación de una de las primeras agrupaciones de habla alemana opositoras al tercer Reich. Participó en la elaboración y difusión de denuncias sobre una “infiltración nazi” en el país y el continente que alcanzaron notorias repercusiones en la opinión pública y tuvieron un profundo impacto tanto en la comunidad germanoparlante como en el conjunto de la vida política argentina.
Palabras clave: Nacionalsocialismo – Antifascismo – Germanoparlantes
Summary
This article explores the political and propagandistic activities of Bruno Fricke in Argentina during the 1930s and 1940s. Fricke was one of the main promoters of National Socialism in South America and later played a transcendental role in the formation of one of the first German-speaking groups opposed to the Third Reich. He was party to the making and dissemination of claims of a "Nazi infiltration" in the country and the continent, which had notorious repercussions on public opinion and a profound impact both on the German-speaking community and on the entirety of Argentine political life.
Keywords: National Socialism – Anti-fascism – German-speakers
Introducción
Hacia finales de la década de 1930 y principios de la de 1940 vivían en la Argentina entre 250.000 y 300.000 germanoparlantes de distintas extracciones políticas, sociales, religiosas, así como de muy variadas procedencias regionales.[1] La proclamación de Hitler, primero como canciller y luego como Führer, impactó sobre muchas de estas personas que tenían a Alemania como referente en términos culturales, económicos, artísticos e intelectuales. A este respecto, sus posturas ante el gobierno nacionalsocialista fueron muy diversas, y abarcaron un amplio abanico que se extendió desde una aceptación plena hasta una oposición total, pasando por gran cantidad de situaciones intermedias. Durante mucho tiempo existió una concepción muy difundida que señalaba una separación tajante, dicho muy esquemáticamente, entre “nazis” y “antinazis.” No obstante, al aproximar la lente a los casos particulares, puede observarse una realidad más rica en matices con contactos, intercambios y relaciones diversas entre quienes pertenecían a estos supuestos mundos incomunicados.[2]
Además, mirando de cerca el accionar de los partidarios del nacionalsocialismo y el de sus más tenaces opositores se ve también que hubo conflictos y notables disputas internas. Por ejemplo, entre los primeros existieron rivalidades entre la conducción del partido (formada por jóvenes de clase media baja) y los sectores más adinerados de la comunidad; así como contiendas entre los diplomáticos de carrera de la embajada y los militantes; y tensiones entre los nuevos afiliados y los autoproclamados “antiguos combatientes.”[3] Por su parte, en el campo de los antinazis, subsistieron las históricas querellas entre comunistas y socialistas, liberales y grupos de izquierda, y se agravaron los enfrentamientos entre éstos últimos y los judíos de habla alemana.[4]
En ese contexto surgió una de las primeras organizaciones germanoparlantes del país que se opuso al gobierno de Hitler, con la particularidad de que sus integrantes se percibían como los verdaderos representantes del nacionalsocialismo, acusando al partido de haber traicionado lo que consideraban el “auténtico espíritu” del movimiento. Ellos conformaron dos agrupaciones: el Frente Negro (Schwarze Front), durante la década de 1930 y el movimiento Alemania Libre (Frei-Deutschland Bewegung), en la siguiente. Ambas fueron lideradas desde el exilio por Otto Strasser y su representación en la Argentina estuvo encabezada por Bruno Fricke, quien antes de transformarse en un férreo opositor al régimen imperante en Alemania había sido el impulsor de las primeras formaciones del partido nacionalsocialista en el continente sudamericano.
Este artículo tiene una organización temática y cronológica, y consta de cinco partes. El apartado inicial detiene su atención en la actividad política desarrollada por Fricke durante la década de 1920, primero en Alemania y luego en América del Sur, donde impulsó la organización de agrupaciones nacionalsocialistas. El segundo hace foco en su participación, desde comienzos de la década siguiente, en Die Schwarze Front, una de las primeras organizaciones de habla alemana del continente que se opuso al régimen gobernante en Alemania, en la que jugó una relevante actuación desde la dirección de su sede radicada en Buenos Aires. La tercera parte se centra en el papel de Fricke en las denuncias sobre una “infiltración nazi,” que adquirieron un renovado impulso con el surgimiento del movimiento Alemania Libre y la creación de la Comisión de Actividades Antiargentinas en el Congreso Nacional hasta alcanzar un considerable impacto en la opinión pública local e internacional. La cuarta sección presenta muy sucintamente las actividades emprendidas por Fricke tras su salida de la Argentina. A continuación, la quinta y última parte, expone las consideraciones finales.
Pese a su incuestionable relevancia, los estudios sobre las actividades y discursos de quienes se sentían identificados con el nacionalsocialismo de la Argentina han sido generalmente relegadas por la historiografía académica. Así, este trabajo, centrado en la figura de Bruno Fricke, quien fue uno de los impulsores iniciales del nacionalsocialismo en el sur del continente y se convirtió luego en el principal organizador de una de las primeras agrupaciones germanoparlantes opositoras al régimen de Hitler, pretende aportar algunas respuestas a una serie de cuestiones que hasta el momento han sido escasamente exploradas por la bibliografía existente.
Heraldo del nacionalsocialismo
Adolf Georg Otto Bruno Fricke nació el 7 de noviembre de 1900 en la ciudad sajona de Halberstadt. En 1917 se enroló de manera voluntaria para participar en la Primera Guerra Mundial y, como tantos jóvenes que atravesaron aquella experiencia, no logró reincorporarse fácilmente a la vida civil tras la finalización de la contienda. Así, se unió a las filas de los Freikorps (cuerpos libres), las organizaciones armadas informales surgidas en Alemania durante la primera postguerra que reprimieron los levantamientos que pretendían emular a los bolcheviques en el interior del país, combatieron contra el ejército polaco en la Alta Silesia, y se erigieron en protectores de las poblaciones alemanes de la zona del Báltico. Luego de la disolución oficial de aquellas fuerzas, Fricke siguió ligado al ámbito paramilitar, integrando primero la Organisation Consul (Organización Cónsul) y después la Arbeitsgemeinschaft Roßbach (Comunidad de Trabajo Rossbach).[5]
En ese ambiente entró en contacto con quienes una década más tarde se convirtieron en importantes figuras del gobierno del tercer Reich, entre ellos, Rudolf Höß, futuro comandante del campo de Auschwitz, y Martin Bormann, que se desempeñaría como secretario privado de Hitler. Con ellos, Fricke se vio envuelto en el asesinato del docente y miembro del Deutschvölkische Freiheitspartei (Partido de la Libertad del Pueblo Alemán), Walter Kadow, ejecutado el 31 de mayo de 1923 en la ciudad de Parchim, en Mecklemburgo.[6] El homicidio, probablemente provocado por una disputa personal, fue interpretado posteriormente como un acto de venganza política cuando los perpetradores argumentaron que Kadow había sido el principal responsable de delatar a Albert Leo Schlageter (uno de los primeros “mártires” del nacionalsocialismo, cuya propaganda lo convertiría en el “primer soldado del tercer Reich”) ante las autoridades francesas en el marco de la ocupación de la zona del Ruhr. [7] En marzo de 1924 el tribunal supremo del Reich, situado en la ciudad de Leipzig, declaró la culpabilidad de los acusados del crimen de Kadow. Mientras que Rudolf Höß fue condenado a diez años de prisión (de la que salió gracias a una amnistía, a mediados de 1928), Martin Bormann y Bruno Fricke tuvieron una pena de doce y diez meses, respectivamente.[8]
Cumplida su sentencia, y tras visitar varias veces a Höß en la prisión,[9] Fricke viajó Sudamérica, donde jugó un papel importante en el surgimiento de algunos grupos locales del partido nacionalsocialista. En noviembre de 1925 partió del puerto de Hamburgo hacia Río de Janeiro y, luego de un breve retorno a Alemania, en mayo de 1927 se estableció en Río Grande do Sul para trabajar en una pequeña granja en Sao Leopoldo, a 35 kilómetros de Porto Alegre.[10] En el sur de Brasil sentó las bases para una futura asociación nacionalsocialista y poco después se trasladó a Paraguay, donde residió entre Villarrica y Colonia Independencia, en el departamento de Guairá.[11] Allí, junto a algunos colonos alemanes, formó la primera sección continental del nacionalsocialismo.[12] En ese entonces Fricke participó también en los orígenes de lo que posteriormente sería la rama argentina del partido.[13]
En Paraguay Fricke redactó sus primeros artículos y, a partir de esa experiencia, comenzó a declarar la profesión de periodista o escritor. En 1929 editó el folleto propagandístico Auslandsdeutsche! en la localidad de Hohenau y compuso una nota para el Hamburger Nachrichten. En aquel año también publicó un informe en el periódico oficial del partido, Völkischer Beobachter, en el que vinculaba el sufrimiento de la población de la colonia menonita “Menno” con la presunta persecución a la que estarían expuestos de los alemanes en diferentes lugares del mundo.[14] Sí bien sus impulsos por divulgar el nacionalsocialismo habían sido completamente autónomos, se contactó con la sede central del partido en marzo de 1929 para solicitar la afiliación de las más de cien personas que había organizado en Paraguay. Además, propuso crear una dependencia dedicada exclusivamente a los alemanes que residían lejos de su país con el objetivo de difundir el mensaje nacionalsocialista y, al mismo tiempo, recaudar fondos para la agrupación. Aunque la dirección central tomó nota de aquel proyecto, le indicó a Fricke que, al menos momentáneamente, continuara actuando como líder del grupo paraguayo.[15] La multitud de problemas asociados a la endeble coyuntura económica y social generada por la gran depresión, cuyo impacto en Alemania resultó particularmente abrumador, provocó que las autoridades nacionalsocialistas se centraran en la situación interna del Reich y aplazaran su interés por incorporar institucionalmente al movimiento a los alemanes que vivían en el exterior.[16]
De todos modos, con la convicción de presidir aquella delegación aún inexistente, Fricke regresó a Alemania y rápidamente se puso en contacto con algunos de sus antiguos camaradas. A mediados de 1929 llegó al estado de Lippe, donde Heinrich Himmler lo había designado como líder de distrito para renovar a un alicaído nacionalsocialismo local. Sin embargo, no cumplió con las expectativas puestas en él. La discrecionalidad y arbitrariedad en el manejo de sus funciones, además de la sospecha de malversación de fondos, provocaron su reemplazo a comienzos del año siguiente.[17] No obstante, lejos de debilitarse, su posición dentro del partido se vio fortalecida al ser designado líder de la Sturmabtelung (sección de asalto, en adelante SA) de la ciudad de Danzig, donde alcanzó gran popularidad entre los integrantes de aquella organización. Desde abril de 1930 publicó su propio periódico, el Nachrichtenblatt Gau Danzig (Boletín de noticias del Gau de Danzig) y en el mes de julio aprovechó para contraer matrimonio con Anna Schade, una alemana a la que había conocido en Paraguay.[18]
Fricke intentó imprimirle a la SA local un carácter particularmente militante y utilizar su cargo como base de poder para oponerse al ala "política" del partido.[19] Demostrando una capacidad de gestión acorde a su enorme ambición, desempeñó muchas de las ocupaciones que formalmente le correspondían al líder del nacionalsocialismo de Prusia Oriental, Erich Koch, con quien sostuvo un conflicto que excedía las rivalidades personales y era fomentado por las funciones administrativas frecuentemente superpuestas de la organización partidaria. Mientras que Koch contaba con una conexión más cercana a la central de Múnich, Fricke se vinculó estrechamente con Walter Stennes, en aquel tiempo líder de las SA del este de Alemania, puesto en el que llegó a comandar cerca de un tercio del total de las fuerzas de aquella estructura. Fue así que Fricke se vio directamente involucrado en las denominadas “revueltas de Stennes,” uno de los puntos más altos de una perdurable y hasta ese momento no resuelta disputa entre la fracción política y el brazo armado del partido en la que se entremezclaban motivaciones coyunturales de más corto plazo con cuestiones económicas e ideológicas más amplias.[20] Desde las filas de la SA se pugnaba por la inclusión de sus integrantes en las listas electorales, un mayor reparto de dinero para las tropas de asalto y una acción revolucionaria que se oponía a la moderación y el mantenimiento de la “vía legal” que había adoptado la conducción nacionalsocialista.
Tras el fracaso del primer levantamiento de Stennes, y por intervención directa de Hitler y Göring, Fricke fue expulsado del partido el 24 de septiembre de 1930. Stennes volvió a rebelarse infructuosamente contra la central partidaria a comienzos de abril de 1931. Por entonces ya lideraba el National-Sozialistische Kampfbewegung Deutschlands (Movimiento de Combate Nacional Socialista de Alemania), cuyo boletín informativo, Arbeiter Bauern Soldaten (Obreros, Campesinos y Soldados), tenía a Bruno Fricke entre sus redactores más destacados. Aquella agrupación se alió momentáneamente con Otto Strasser, quien dirigía la Kampfgemeinschaft Revolutionärer Nationalsozialisten (Comunidad de Combate de los Nacionalsocialistas Revolucionarios), tras renunciar en julio del año anterior al partido nacionalsocialista -del cual había sido uno de los principales organizadores-, por considerar que su dirección había traicionado los “verdaderos ideales del movimiento.”[21] Aunque la asociación entre Stennes y Strasser resultó efímera, éste último y Fricke entablaron una relación que perduraría por más de dos décadas. [22]
Los jacobinos de la revolución alemana
En la segunda mitad de 1931 Strasser fundó el Schwarze Front (Frente Negro), cuyos integrantes se presentaban como los verdaderos nacionalsocialistas, acentuando su condición de anticapitalistas y socialistas, al mismo tiempo que acusaban a la dirección partidaria de abandonar el “auténtico espíritu” del movimiento al aliarse con la gran industria y el capital financiero. Lejos de conformarse como una organización de masas, en sus inicios pretendía constituir un grupo pequeño, compacto y bien organizado que recogiera la experiencia de la guerra, del movimiento Freikorps y del Kampfzeit[23] para transformarse en la vanguardia de la proclamada verdadera “revolución alemana.”[24] En este sentido, señalaba Strasser poco después de separarse del partido: “Conocemos el objetivo: ¡el nacionalsocialismo! Conocemos el camino: ¡la revolución alemana! Y en aras de este objetivo, en aras de este camino, y por el bien de Alemania, ¡nos declaramos los jacobinos de la Revolución Alemana!” [25]
El Frente Negro fue proscripto en Alemania tras la asunción de Hitler como canciller. Mientras que algunos de sus seguidores pasaron a la clandestinidad o estuvieron entre los primeros opositores internados en los por entonces novedosos campos de concentración, otros se exiliaron junto a miles de activistas que se habían expresado previamente contra el líder del partido nacionalsocialista. Entre ellos se encontraba Otto Strasser quien, establecido en Checoslovaquia en julio de 1933, se opuso al régimen imperante en el Reich como el portavoz de un “tercer frente” que rechazaba simultáneamente el colectivismo y el individualismo burgués.
Distinta fue la trayectoria de Fricke que, en octubre de 1931, había tomado un barco en Hamburgo para arribar el mes siguiente al puerto de Buenos Aires.[26] Desde la capital argentina emprendió su regreso a Paraguay, donde obtuvo un empleo como maestro en una escuela de habla alemana en la ciudad de Encarnación.[27] Allí comenzó a organizar distintas agrupaciones del Frente Negro en América del Sur, transformándose no sólo en el fundador, sino también en la principal fuerza impulsora de aquel movimiento en la región. En permanente contacto con Strasser (que lo designó "líder de combate para Sudamérica"), recolectaba suscriptores para la publicación Die deutsche Revolution (La revolución alemana), el órgano oficial del Frente Negro que era editado en Praga. Además, junto a su esposa, Anna, viajaba a caballo entre los dispersos asentamientos de alemanes, repartiendo folletos propagandísticos y circulares mensuales entre sus seguidores, muchos de los cuales eran nacionalsocialistas descontentos con la evolución del partido liderado por Hitler.[28] De este modo, quien fuera uno de los precursores más importantes del nacionalsocialismo en el sur del continente americano se transformó también en el principal organizador de una de las primeras asociaciones germanoparlantes de la región que se oponían al régimen imperante en el Reich.[29]
Hacia 1935 Fricke trasladó su base de operaciones a la capital de la Argentina, desde donde incrementó notablemente su accionar y logró consolidar diferentes sedes del Frente Negro no sólo en aquel país, sino también en Uruguay, Paraguay, Brasil y Chile.[30] En Buenos Aires dirigió Die Schwarze Front. Kampfblatt für Südamerika (El Frente Negro. Hoja de combate para Sudamérica), publicación que permitió amplificar las ideas políticas de la agrupación, cuyos miembros se percibían como los genuinos representantes de la ideología nacionalsocialista. Consideraban al gobierno alemán como una “dictadura fascista” que había abandonado el verdadero espíritu del nacionalsocialismo y condenaban además al racismo que, desde su muy particular interpretación, no formaba parte de las bases originales de aquel movimiento.[31] En este sentido, el Frente Negro señalaba que la destrucción del “sistema de Hitler” era una condición indispensable para la realización de una “revolución” nacional que, con un “nuevo orden de justicia social” llevaría a la caída del sistema capitalista y a la construcción del “socialismo alemán.”[32] Fricke administró también dos transmisores radiales, denominados Lasso y Pampero, respectivamente destinados a difundir el mensaje del Frente Negro en Sudamérica y Europa.[33] Su alcance, no obstante, resulta difícil de evaluar. Mientras Die Schwarze Front y Die Deutsche Revolution remarcaron el éxito de ambas difusoras, los informes de la Gestapo y de la legación alemana en Buenos Aires señalaron su incapacidad para funcionar.[34]
Por ese entonces, los integrantes del Frente Negro consideraban que Alemania se enfrentaba al dilema de emprender la “revolución socialista” o encaminarse hacia una “guerra fascista.” Como señalara Strasser a un periódico republicano madrileño: “luchamos por la primera solución, secundados por todas las fuerzas vitales del nacionalsocialismo y apoyados por todos los grupos marxistas que en este terreno persiguen el mismo fin inmediato que nosotros”.[35] En ese contexto, Fricke impulsó la conformación de un frente de unidad de todos los opositores a Hitler, iniciativa que tuvo amplias resonancias y desató un acalorado debate dentro del aún incipiente movimiento local germanoparlante de oposición al gobierno del Reich. Esto se vio reflejado en las páginas del Argentinisches Tageblatt, el principal periódico antinazi de lengua alemana del continente. En noviembre de 1935 presentaba a Fricke como la personalidad más adecuada para liderar a la “fragmentada emigración” en un frente común contra “la dictadura del Führer.”[36] Las repercusiones de este llamado fueron muy variadas entre los opositores al régimen imperante en Alemania, quienes presentaron posiciones discrepantes en cuanto a la conformación de una alianza que incluyera al Frente Negro. Estas divergencias tuvieron lugar incluso en el interior del Argentinisches Tageblatt, cuya circulación ya estaba prohibida en el Reich debido a su férrea postura contra el nacionalsocialismo. Así, Peter Bussemeyer, quien era una de las principales figuras de la redacción del periódico y presentaba notorias simpatías por la izquierda política, no tuvo ninguna objeción a integrar una amplia coalición con el grupo de Strasser. Al contrario, tanto Alfred Dang, un pedagogo socialdemócrata, que poco después integraría la organización antinazi en Das Andere Deutschland, como el prestigioso escritor Paul Zech, desestimaron apasionadamente la participación de los nacionalsocialistas disidentes en una alianza del “exilio democrático”.[37] Tras un acalorado debate, esta sería la postura que terminaría adoptando el diario pese a que, luego de una inicial descalificación del Frente Negro, había prestado sus páginas para que esta organización divulgara su mensaje entre sus lectores.[38]
El eco de aquel intento de unidad pregonado por Fricke traspasó las fronteras argentinas. Aktion, el órgano de la Liga por los Derechos del Hombre dirigido en Porto Alegre por el anarquista alemán Friedrich Kniestedt, explicitaba su oposición al nazismo, fuere éste “pardo o negro.” Desde sus páginas consideraba al programa de unidad elaborado por el Frente Negro como una “farsa de insignificancia política,” señalando que sus integrantes eran al nacionalsocialismo lo que Trotsky al movimiento bolchevique, pues tanto los trotskistas como los strasseristas proclamaban ser los defensores puros de sus puntos de vista. En este sentido, es cierto que, del mismo modo que los primeros afirmaban que el régimen imperante en Rusia no era el verdadero comunismo, Strasser y sus seguidores suponían que Hitler era un traidor al auténtico nacionalsocialismo. Ahora bien, más allá de aquel señalamiento (y a diferencia del Argentinisches Tageblatt), Aktion mostró su disposición a emprender un largo camino junto a “cualquiera, incluido el Frente Negro, en la lucha contra el reino del terror en Alemania.” [39]
Finalmente no logró establecerse un frente común de la oposición germanoparlante radicada en Sudamérica que incluyera al Frente Negro. Esto se debió, por un lado, a la férrea resistencia de los antinazis que se negaban a compartir un espacio de militancia con quienes se definían como los auténticos nacionalsocialistas. Pero además, una fuerte crisis interna, que incluyó enfrentamientos entre sus principales dirigentes, incrementó las dificultades financieras de la agrupación dirigida por Bruno Fricke. Asimismo, el distanciamiento con Otto Strasser luego de que éste dejara la ciudad de Praga antes de la ocupación alemana, llevó a la disminución de las actividades del Frente Negro sudamericano. Ante este panorama, Fricke se refugió nuevamente en el Paraguay y pasó gran parte de su tiempo en la colonia de Hohenau, al sur del país, a escasos kilómetros de la frontera con el territorio nacional argentino de Misiones.
Fricke fue despojado de la ciudadanía alemana el 22 de julio de 1936 debido a su militancia en el Frente Negro. [40] Este acontecimiento lo motivó a escribir una “carta abierta” al ministro del interior alemán, Wilhelm Frick. En ella ironizaba, entre otras cosas, acerca del hecho de que su desnaturalización era impulsada por quien se habría amparado en la condición de funcionario bávaro para eludir el servicio en el campo de batalla durante la primera guerra, postura que Fricke contrastaba con su propia valentía y sentimiento patriótico al ofrecerse como “voluntario desde el pupitre de la escuela para tomar las armas.” Aquella misiva pública fue reproducida por el semanario Die Deutsche Revolution que, desde sus páginas impresas en la capital checoslovaca, felicitaba a Fricke “por el honor de ser tan odiado y perseguido por el sistema hitleriano,” alentándolo a “seguir luchando por la victoria del socialismo alemán.” [41]
Denuncias sobre la infiltración nazi
Durante esta etapa de retracción en la labor del Frente Negro algunos de sus integrantes retornaron al partido nacionalsocialista, otros se incorporaron a la pujante organización antinazi Das Andere Deutschland y un tercer grupo continuó su acción política y propagandística de manera independiente. Entre estos últimos se encontraba Bruno Fricke, quien extendió sus testimonios sobre las supuestas acciones subversivas llevadas a cabo por los nacionalsocialistas. Cabe recordar que las comunicaciones sobre una “infiltración nazi” en la Argentina se originaron en publicaciones escritas en alemán (entre ellas Argentinisches Tageblatt y Die Schwarze Front) y tomaron posteriormente gran trascendencia en la prensa, el Congreso y la opinión pública en general. En aquel momento, la creencia en la posibilidad concreta de una infiltración política y económica que prepararía el terreno para una ofensiva militar sobre el territorio argentino podía sustentarse en la reciente incorporación de la región de los Sudetes y de Austria al Reich, ambas basadas en la unificación del “pueblo alemán”, más allá de dónde éste se encontrase. Además, la sensación de “amenaza nazi” se vio vigorizada con la difusión del llamado“ affaire de la Patagonia”, un aparente plan del gobierno alemán para apoderarse del sur del país, que había sido motorizado por una falsificación de Heinrich Jürges, por entonces ex vicepresidente del Frente Negro.[42] En tales circunstancias, entre 1938 y 1939 el Poder Ejecutivo Nacional dictó un par de decretos para regular las asociaciones extranjeras, y en el parlamento se promovieron proyectos de ley para investigar potenciales amenazas a la “argentinidad” por parte de organizaciones nacionalsocialistas. Estos fueron impulsados por el diputado socialista Enrique Dickmann y el radical Raúl Damonte Taborda, con quien Fricke llegó a tener una relación estrecha.[43]
A comienzos de 1940 los pedidos de investigación sobre las presuntas acciones de infiltración alemana continuaron siendo abundantes también fuera del ámbito parlamentario y estuvieron impulsadas principalmente por un vigoroso y heterogéneo movimiento antifascista local, dentro del cual Fricke participó activamente, por ejemplo colaborando con la organización Acción Argentina.[44] Para ese entonces su actividad propagandística tomó un renovado aliento y alcanzó a los grandes medios nacionales, fundamentalmente a partir de sus apariciones en el diario de mayor tirada de la época, Crítica, donde publicó diversos artículos que no desentonaban con el tinte sensacionalista del periódico.[45] Pero además, los informes de Fricke tuvieron amplias repercusiones en distintos lugares del continente. Así, en el mes de julio una nota de La Nación de Santiago de Chile daba cuenta de sus “sinceras y terroríficas revelaciones” sobre la “quinta columna” en América Latina.[46] También el periodista Irving Pflaum, en el Chicago Daily Times, informaba al público norteamericano sobre el “espionaje nazi” en Sudamérica, a partir de las declaraciones realizadas por Fricke, quien señalaba que los nacionalsocialistas habían transformado al territorio de Misiones en su centro de operaciones, con la capacidad de movilizar más de treinta mil hombres en la Argentina y hasta trecientos mil en Brasil.[47]
La actividad de Fricke tomó un impulso aún mayor con la conformación del movimiento Alemania libre (Frei-Deutschland Bewegung), fundado por Otto Strasser cuando, tras una serie de peripecias, se estableció en Canadá a fines de 1940.[48] Desde Buenos Aires, Fricke dirigió una de las sedes principales de aquella organización y, entre sus tareas iniciales, escribió el prólogo del libro de Otto Strasser, Hitler und Ich (Hitler y yo), cuya primera edición en idioma alemán fue publicada en Buenos Aires por la editorial Trankelbach en septiembre de 1940.[49] Esta obra, una de las más citadas y difundidas de su muy prolífica producción, tenía un estilo autobiográfico, repleto de los olvidos y exageraciones típicas del género, y describía las experiencias atravesadas hasta ese momento por Strasser, tanto dentro como fuera del partido nacionalsocialista. En su edición porteña Fricke presentaba a Strasser no sólo como el “mejor conocedor de Hitler,” sino también como el “más peligroso enemigo del tirano.” Lo caracterizaba además como el “heredero espiritual y amigo personal del gran pensador alemán Moeller van den Brück,” que en un “futuro no muy lejano será llamado a dar dirección y sanación” a un continente amenazado “con desgarrarse en una guerra fratricida.” Para Fricke, Strasser era la única “cabeza constructiva que tienen hoy Alemania y Europa” para concretar la “idea que mueve y domina el pensamiento y las aspiraciones de todas las personas con mentalidad política de la actualidad: ¡la idea del socialismo alemán y europeo!”[50]
La proclama fundacional de Alemania Libre rechazaba al comunismo y al nazismo y apelaba al conjunto de las corrientes “cristianas, democráticas y liberales” a combatir al “totalitarismo”. Este llamado contenía un discurso sensiblemente diferente y novedoso en comparación con el período previo del Frente Negro. No sólo utilizaba el término “nazismo,” que como originalmente tenía una connotación peyorativa rara vez era empleado por quienes se definían como nacionalsocialistas, sino que consideraba además al liberalismo como un valor positivo, algo absolutamente ajeno a la ideología del nacionalsocialismo en cualquiera de sus vertientes.[51]Alemania Libre estaba integrado tanto por ex miembros del Frente Negro como por personas de distintas tendencias políticas y, de hecho, se presentaba como una agrupación pluralista. No obstante, excluía manifiestamente de su formación a los comunistas y a los judíos. De hecho, sobre esas dos exclusiones giraron los principales conflictos con el resto de los antinazis que para entonces ya estaban bien organizados. Ahora bien, más allá de las rispideces que en algunos casos se transformaron en enfrentamientos más o menos virulentos la totalidad de los militantes germanoparlantes antinazis tuvieron una acción común en denunciar la “infiltración nazi” en la Argentina. Esta actividad alcanzó su punto culminante con la conformación de la Comisión Investigadora de Actividades Antiargentinas, que funcionó en la cámara de diputados desde junio de 1941, presidida primero por Raúl Damonte Taborda y luego por el socialista Juan Antonio Solari. Este organismo parlamentario, conformado con la finalidad explícita de inspeccionar las tareas de asociaciones y personas que tuvieran ideologías y procedimientos considerados incompatibles con las “instituciones republicanas” y contrarios a “nuestra soberanía,” centró su atención en las acciones desplegadas por las organizaciones nacionalsocialistas.[52] Del mismo modo que Dickmann y Damonte Taborda en 1938 y 1939, también los integrantes de esta comisión obtuvieron una parte considerable de su material documental de informes realizados y difundidos por militantes alemanes opositores a Hitler, quienes, independientemente de sus diferencias y enfrentamientos, constituyeron el ala germanoparlante de un multifacético movimiento antifascista. Como sucediera a finales de la década anterior, las acusaciones sobre una quinta columna preparada para iniciar acciones militares en la región muchas veces no habían sido verificadas. De hecho, en algunas oportunidades, las redacciones de Crítica y del Argentinisches Tageblatt se reunían para coordinar las noticias sobres las actividades nacionalsocialistas en el país, siendo plenamente conscientes de que, muchas veces, eran invenciones groseras. No obstante, las justificaban por los efectos políticos que podrían producir, es decir, las tomaban como una especie de “mentira piadosa” que serviría para conseguir unos fines que veían como elevados. En relación con esto, Ernesto Alemann, director y propietario del Argentinisches Tageblatt, definía a su emprendimiento como un “diario de combate.” [53]
The Dalhousie Review, una de las revistas literarias más antiguas y prestigiosas de Canadá, presentaba a Fricke como el “líder de los alemanes antinazis de la Argentina” que había suministrado al gobierno local “la mayor parte de la información sobre la que actuó contra las actividades nazis de la quinta columna en Buenos Aires.” En aquella publicación, Fricke ensalzaba la “lucha contra el hitlerismo” emprendida por la Comisión de Actividades Antiargentinas, cuyo desempeño, remarcaba, contrastaba claramente con lo que veía como una típica estrategia parlamentaria consistente en crear un organismo que se mostraba comprometido ante la opinión pública, mientras que en los hechos evitaba el avance del tema hipotéticamente abordado. Para Fricke, los miembros de aquella institución del congreso habían logrado “familiarizarse con el asunto” en un período “increíblemente breve”, gracias al intenso y productivo trabajo de su presidente, Raúl Damonte Taborda, al que caracterizaba como “un político joven y ambicioso que demostró ser muy dinámico.”[54]
Desde “hace mucho tiempo que la historia de las democracias no mostraba una comisión como ésta,” exageraba Fricke, y combinaba aquella celebración con dosis parejas de autoelogio. En este sentido, indicaba que los diputados se habían basado en “un material del que nosotros, los alemanes libres, habíamos suministrado el 80 por ciento.” Además, se vanagloriaba de que la agrupación por él dirigida había presentado testigos que no sólo tenían el “valor personal para enfrentarse a los ataques de la Gestapo”, sino que también contaban con la pericia “necesaria para exponer el funcionamiento interno del partido nazi.”[55] Así, señalaba, los “métodos del Frente Negro, iniciados y desarrollados a través del movimiento Alemania Libre, habían alcanzado un “éxito brillante,” mostrando por primera vez no sólo el papel que habían tomado en “la batalla contra el hitlerismo”, sino también cómo podían servir a “la tierra de la que éramos huéspedes.” De este modo, en su la labor conjunta con la cámara de diputados y la prensa argentina, la oposición alemana tendría un papel resonante en el combate contra “una camarilla criminal” que sólo “trae la desgracia sobre el nombre y el honor de todos los alemanes.”[56] A este respecto, es necesario recalcar que la creciente identificación entre el régimen nacionalsocialista y el conjunto de los alemanes fue una preocupación que con el tiempo abarcaría a todo el espectro germanoparlante de la Argentina, independientemente de sus diferencias ideológicas y partidarias.[57]
Desde luego que Bruno Fricke exageraba al proclamar que Alemania Libre había proporcionando la mayoría del material acusatorio a la Comisión de Actividades Antiargentinas. No obstante, es cierto que una de las principales tareas de la agrupación fue la de recolectar testigos para aquel organismo parlamentario, el cual finalmente cesó su accionar cuando el golpe de 1943 clausuró al Congreso Nacional. Para aquella época también tuvo un final abrupto el movimiento Alemania Libre.
Ida y vuelta
Algunos funcionarios de la embajada de los Estados Unidos en Buenos Aires consideraban que Fricke era un asalariado de la inteligencia inglesa local.[58] Por su parte, August Siemsen, director de la agrupación antinazi Das Andere Deutschland, informaba al líder socialdemócrata en el exilio, Hans Vogel, que no sólo Fricke, sino además Erich Schoenemann y Theo Fuchs, quienes dirigían respectivamente las sedes uruguaya y chilena de Alemania Libre, recibían dinero de agencias británicas.[59] Cabe señalar que los integrantes de Das Andere Deutschland tampoco estaban exentos de incriminaciones semejantes. Por ejemplo, Heinrich Grönewald, estrecho colaborador de Siemsen y personaje fundamental en el funcionamiento de aquella agrupación, era considerado un espía norteamericano por parte de los comunistas de habla alemana de Buenos Aires, quienes, a su vez, eran caracterizados como agentes de Moscú por parte de numerosos exiliados germanoparlantes. Más allá de las especulaciones y delaciones cruzadas, cuyos niveles de certeza resulta difícil de dilucidar, lo cierto es que el trabajo de Alemania Libre, encabezada por Otto Strasser y liderada en el sur del continente americano por Bruno Fricke, tuvo en sus inicios un apoyo logístico y financiero brindado por los aliados, fundamentalmente por diferentes dependencias del gobierno de Churchill.[60]
Cuando Otto Strasser arribó al continente americano fue presentado como un símbolo de aquellos opositores al régimen de Hitler que habían arriesgado valientemente la vida para salvar a su patria del totalitarismo. Además, sus estrechos vínculos con las autoridades británicas le facilitaron inicialmente una exitosa y rápida inserción en la opinión pública angloparlante. Sin embargo, aquel sustento fue cesando paulatinamente hasta que, ante la inminente caída del Tercer Reich y la creciente popularización de las tesis que igualaban a todos los alemanes con los nacionalsocialistas, la capacidad de acción política de Strasser se vio considerablemente mermada. En aquel renovado panorama, el líder de Alemania Libre comenzó a ser percibido como un potencial peligro para la seguridad continental y se le recriminó tanto su pasado nacionalsocialista como sus lazos ideológicos con aquel régimen. Para entonces, muchos de sus antiguos aliados comenzaron a considerarlo como un nazi agazapado a la espera de encabezar su propio partido en una Alemania de posguerra.[61] Así, Strasser fue enviado a un confinamiento forzoso en Canadá desde mayo de 1943. Además, otros importantes dirigentes continentales de Alemania Libre fueron deportados de sus países de residencia y confinados en campos de detención en los Estados Unidos.[62]
El mismo Fricke fue encarcelado en Buenos Aires y, tras un año y medio de detención -que incluyó una internación en la provincia de Santa Fe-, volvió a Paraguay, donde se incorporó por un tiempo a una comunidad huterita establecida por entonces recientemente en aquél país. En una breve reseña de su destino personal, escrita tras su liberación en 1945, Fricke señaló que los “pro-aliados Argentinisches Tageblatt y Das Andere Deutschland” habían informado “radiantes de alegría” a sus lectores que él había sido detenido por contrabando de sustancias ilegales e incluso el semanario Acción Argentina lo había definido como el “jefe de una banda de traficantes de droga.[63] Por el contrario, él se presentaba como un prisionero político perseguido por la policía en su afán de eliminar a “un enemigo molesto” de las autoridades argentinas, a las que definía como “nazis” que habían copiado “los métodos de la Gestapo.” La imposibilidad de continuar con una “actividad política organizada” era adjudicada por Fricke a la “equiparación de toda la oposición alemana al hitlerismo por parte de los gobiernos aliados”, quienes por ese motivo habrían responsabilizado por las consecuencias de la guerra al conjunto del pueblo alemán. En opinión de Fricke, fueron excluidos de aquella condena colectiva “solamente algunos grupos marxistas porque se habían prestado voluntariamente a ser herramientas de las potencias bolcheviques o capitalistas”, las cuales, ante la “destrucción de su competencia fascista” se preocuparían nuevamente por el “mercado imperialista”.[64]
Aunque nunca retornó al país, la sombra de Fricke siguió proyectándose sobre la política argentina. A fines de la década de 1940 se encontraba en la ciudad de Montevideo, donde se reunió con algunos exiliados argentinos (entre los que se encontraban Raúl Damonte Taborda, Silvano Santander y Juan Antonio Solari), a quienes brindó información sobre la supuesta relación entre Perón y el nacionalsocialismo. En noviembre de 1949 volvió a escribir una “carta abierta,” esta vez a Stalin, que fue publicada en la portada del Deutsch-Amerikanische Bürger-Zeitung, un periódico de lengua alemana muy influyente de la ciudad de Chicago. En ella indicaba que los alemanes "no queremos tener nada que ver con Occidente, con los yanquis, con su explotación capitalista y su arrogancia política” y, ante lo que percibía como un nuevo escenario bélico mundial, respaldaba una cooperación germano-soviética, señalando que “estamos predestinados a una alianza con Rusia.” ¿Quién se nos podría resistir, si ambos países estuvieran Unidos?”, se preguntaba Fricke. Napoleón “no logró esclavizar al mundo y Truman tampoco lo hará. La Alemania socialista y la Rusia comunista juntas son invencibles. Nuestra unión asegurará la paz”.[65] Esta postura contrastaba claramente con la adoptada unos meses más tarde por Otto Strasser, quien declinó un ofrecimiento del gobierno de Alemania Oriental para integrarse a una coalición de partidos de un “frente nacional" que favoreciera la construcción de una alianza ruso-alemana.[66]
Fricke volvió a Alemania en 1950 y en Hannover presidió la Bund für Deutschlands Erneuerung (Liga de Renovación Alemana), fundada dos años antes por un Strasser todavía residente en Canadá para ampliar los contactos con grupos nacionalistas defensores de la neutralidad durante la Guerra Fría, que por entonces muchos creían se convertiría en un enfrentamiento abierto de enormes proporciones. Con ese propósito se reunió en Zúrich con Waldemar Pabst (el antiguo jefe de los Freikorps que había llevado a cabo la ejecución de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht), en un intento de reconstruir un movimiento político que incorporara a algunos ex integrantes del Frente Negro. Fricke también editó las Freiheits-Briefe, publicación que denunciaba la ocupación de Alemania por parte de los Aliados.[67] Finalmente abandonó la Bund für Deutschlands y en 1952 se afilió al Frei-Soziale Union (Unión Social Libre), un pequeño partido político que, inspirado en las ideas económicas de Silvio Gesell, bregaba por una “tercera vía” entre el capitalismo y el socialismo.[68]
Hacia fines de los años cincuenta retornó a Paraguay, donde trabajó para el Servicio Federal de Inteligencia alemán (Bundesnachrichtendienst). Entre 1959 y mediados de 1961 dirigió una escuela de habla alemana en la zona del Alto Paraná. Gracias a él, en un clima todavía conmocionado por el descubrimiento y posterior captura de Eichmann en la Argentina, la inteligencia alemana obtuvo información sobre la presencia de Joseph Mengele en territorio paraguayo, lo que motivo a este último a huir de la casa que habitaba en Hohenau. Fricke también propagó entre periodistas y diplomáticos alemanes los rumores de la sobrevida Martin Bormann y su posterior muerte en Paraguay.[69] En este sentido, fue uno de los primeros en declarar la presencia del ex secretario de Hitler en la Argentina. El testimonio de Fricke adquirió una notoria credibilidad entre quienes consideran que Bormann había sobrevivido a la guerra, debido a que no sólo habían nacido en la misma ciudad y el mismo año, sino que también se conocieron personalmente.
Tras una abrupta salida de Paraguay, y luego de un breve paso por Montevideo, Fricke se trasladó a Bolivia, donde accedió al círculo íntimo de importantes personalidades y sostuvo amistosas relaciones con varios ministros. Esto le permitió proporcionar valiosa información sobre la evolución política interna a la inteligencia alemana, para la cual dejó de trabajar a finales de la década de 1970.[70] Finalmente, se suicidó junto a su esposa en mayo de 1985 en la localidad de Santa Anita del departamento boliviano de Santa Cruz.[71]
Consideraciones finales
Bruno Fricke, quien fuera el fundador de los primeros grupos locales del nacionalsocialismo en el continente sudamericano, fue además no sólo el principal impulsor de una de las más tempranas organizaciones antihitleristas germanoparlantes de la Argentina, sino que también formó parte del muy variado movimiento antifascista local. Cabe destacar que, aunque no fueron necesarios ni mayoritarios, este tipo de desplazamientos no resultaron infrecuentes. Como se ha visto, en la etapa de retracción del Frente Negro, durante la segunda mitad de la década de 1930, algunos de sus integrantes se incorporaron al partido nacionalsocialista y otros optaron por unirse a la organización antinazi Das Andere Deutschland. Estos cambios de militancia hacia movimientos que en muchos aspectos contaban con ideologías distintas y contrapuestas, no necesariamente respondían a una mera estrategia oportunista. Independientemente de sus etiquetas partidarias, muchas de estas personas bregaban por el fin de la sociedad burguesa y el inicio de una nueva era, más allá de qué significaran ambas cosas. Además, una parte considerable de los nacionalsocialistas así como de sus más tenaces oponentes (incluidos los partidarios del Frente Negro) compartían el desprecio por el parlamentarismo, la exaltación de las minorías activas en su papel de vanguardias, el culto a la juventud como una aristocracia dirigente, así como la apología de la violencia y la acción directa como vías regeneradoras que llevarían a la revolución. Por este motivo, lejos de representar casos aislados, los traspasos partidarios entre los militantes que se encontraban a medio camino entre las denominadas “extrema derecha” y “extrema izquierda” tuvieron lugar con cierta frecuencia, al menos durante la etapa de entreguerras, cuando resultaba una tarea dificultosa delimitar fronteras claramente establecidas por esas categorías.[72] La existencia de estos “espacios grises” resulta importante porque presenta un renovado testimonio que matiza aquel cuadro que pintaba un panorama dicotómico entre germanoparlantes totalmente incomunicados (“nazis” y antinazis”), y que reproducía el clima de la época, caracterizado por un discurso teñido de una retórica bélica que brindaba escaso lugar para pensar situaciones más complejas y matizadas.
Más allá de su veracidad, las numerosas manifestaciones sobre una “infiltración nazi” en la Argentina generaron un ambiente que fue percibido por distintos sectores germanoparlantes como de un creciente sentimiento antialemán. Esto era visto así, tanto por quienes apoyaban al nacionalsocialismo como por sus detractores. De hecho, el mismo Fricke atribuyó gran parte de los problemas políticos de su agrupación a la asimilación del conjunto de los alemanes, -incluidos los opositores- con el nacionalsocialismo, paradójicamente, entre otras cosas, por el éxito de sus propias denuncias. Finalmente, aquellas acusaciones impulsadas por Fricke no sólo impactaron negativamente en el conjunto de los alemanes, sino que además contribuyeron a generar una imagen de la Argentina como un paraíso para los criminales de guerra nazis, algo que pervive hasta el día de hoy.[73] La información sobre un nazismo omnipresente suministrada primero a los medios nacionales e internacionales, luego a la Comisión de Actividades Antiargentinas, y más tarde a los exiliados argentinos en Uruguay, encontró una audiencia variada, muy bien predispuesta a creer esas historias y que veía a Perón como un Hitler criollo o como el representante local del nazismo. Esos informes instauraron un clima que allanó el camino para el desarrollo de distintas teorías que señalaban la presunta presencia de Hitler o Martin Bormann en la Argentina, quienes habrían arribado junto a otros fugitivos en submarinos o por otros medios, con riquezas traídas de Europa, y que habrían sido rescatados por el gobierno, ya sea para escaparse de los juicios de Núremberg, o para regenerar al nazismo mediante la creación de un cuarto Reich, o para ambas cosas. Y esto motorizó luego una industria, muy exitosa por cierto, que incluye entre otras cosas, libros, películas, documentales, y que responde también a las demandas de un público fascinado con las teorías conspirativas.[74] Con diferentes estilos y formatos, pero con el mismo elevadísimo nivel de aceptación y popularidad, quienes forman parte del conjunto de esta producción se han centrado en la búsqueda de Hitler en diferentes regiones del país: en el interior del Chaco, en Bariloche, Córdoba, la selva misionera, o en el barrio de Belgrano de la ciudad de Buenos Aires.[75] Aunque todavía no lo han encontrado, hay que reconocerle a todos sus componentes el don de la persistencia. Además, se debe admitir también que la idea de hallar a Hitler elaborando cerveza artesanal junto con Elvis Presley en la Patagonia resulta mucho más atractiva para los numerosísimos adeptos a las teorías conspirativas que la más pedestre de su suicidio en un búnker berlinés. Lo cierto es que todos estos relatos son (de manera directa o indirecta) tributarios de las denuncias realizadas y/o fabricadas -sin mucho aprecio por los hechos- entre otros, por Bruno Fricke.
FUENTES
Éditas
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Argentinisches Tageblatt (Buenos Aires)
Argentinisches Wochenblatt (Buenos Aires)
Chicago Daily Times (Chicago)
Crítica (Buenos Aires)
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Die Deutsche Revolution (Praga)
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La Nación (Santiago de Chile)
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Inéditas
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[1] De hecho, la mayoría de quienes, por diferentes motivos, se definían o eran percibidos por otros como “alemanes” habían nacido fuera de las fronteras del Reich.
[2] Friedmann, 2010.
[3] Müller, 1997: 93-280.
[4] Friedmann, 2010b: 117-178.
[5] Sobre estas organizaciones: Stern, 1963, Voigtmann, 2021.
[6] Niemann, 2000: 110-112
[7] Sobre la ocupación del Ruhr por las tropas francesas y belgas entre enero de 1923 y agosto de 1925: Krumeich & Schröder, 2004. Sobre Schlageter y la construcción de su mito: Zwicker, 2006: 25-148.
[8] Nagel, 1991: 345-347.
[9] Koop, 2014: 34.
[10] Staatsarchiv Hamburg (en adelante STA Hamburg); Hamburger Passagierlisten; vol. 373-7 I, VIII A 1. Tomo 329; p. 2761; Microfilm No. K-1864; y tomo 345, p. 101; Microfilm No. K-1964.
[11] da Silva Py, 1942: 368-369.
[12] La agrupación paraguaya, conformada en 1928, fue reconocida por la central alemana en 1929 y recién adquirió la categoría de grupo local (Ortsgruppe) el 20 de agosto de 1931, algunos días después que el grupo local de Buenos Aires (reconocido el 7 de agosto) y poco antes del radicado en Río de Janeiro (5 de octubre de 1931).
[13] Müller, 1997: 94-95; Gaudig & Veidt, 1997: 94.
[14] Bruno Fricke, “Ritt im südamerikanischen Urwald,” Hamburger Nachrichten, 31 de mayo de 1929; y del mismo autor, “Das Drama der Sklaven im Chaco: Der größte Private Grundbesitzer der Welt als moderner Sklavenhalter - Grauenhaftes Schicksal der ins Land gelockten Mennoniten - Der Ausbeutung und Vernichtung preisgegeben - Wer schreitet ein?,” Völkischer Beobachter, 22 de agosto de 1929. Sobre este último artículo: Eicher, 2015: 199.
[15] Jacobsen & Smith Jr, 2007: 8-9, Jacobsen, 1968: 90-92.
[16] Ya sin la colaboración de Fricke, en el Reich se continuó impulsando la creación de una sección que incluyera a los nacionalsocialistas que vivían fuera de las fronteras alemanas. Esta fue establecida, primero como Auslandsabteilung (Departamento en el extranjero), en mayo de 1931, bajo la dirección de Hans Nieland, y finalmente, también desde mayo, pero de 1933, estuvo liderada por Ernst Wilhelm Bohle con la denominación de Auslandsorganisation der NSDAP (Organización para el Extranjero del NSDAP).
[17] Hartmann, 2007: 263-297.
[18] Anna Käthe Helene Schade nació el 27 de marzo de 1907 en la ciudad Wittenburg, hoy en el estado de Mecklemburgo-Pomerania. Poco antes de cumplir un año arribó Buenos Aires con sus padres y dos hermanos. Desde allí se trasladaron al Paraguay. En el acta de casamiento con Fricke, la dirección de soltera declarada por Anna era la Estancia Postillón, a orillas del río Paraguay. Landesarchiv Berlin, Registro civil 1876-1945; No. 78960.
[19] Sobre Fricke en Danzig: Epstein, 2010: 49-51; Meindl, 2007: 94-95, Levine, 1970: 18–30.
[20] Sobre los levantamientos de Stennes de agosto de 1930 y abril del año siguiente: Brown, 2009, Fraschka, 2016: 403-425.
[21] Kühnl, 1975: 113-118.
[22] Sobre la alianza de Stennes con Strasser: Moreau, 1984: 86-93.
[23] Kampfzeit (período de lucha) era un término utilizado por los nacionalsocialistas para referirse a los que percibían como heroicos combates callejeros llevados a cabo contra los comunistas y socialdemócratas antes de su llegada al poder en Alemania.
[24] Schapke, 2005: 94-102.
[26] STA Hamburg, Hamburger Passagierlisten; Vol: 373-7 I, VIII A 1 Tomo 395; p: 2901; Microfilm No.: K_1991.
[27] Jacobsen b, 1968: 353.
[28] Newton, 1994: p. 183.
[29] El mismo Strasser reconoció, de manera retrospectiva, que Fricke le había aportado cerca de 3.000 miembros al Frente Negro. Strasser & Stern1943: 129.
[30] Fricke designó como líderes del país (Landesleiter) a Helmut Gastel en la Argentina; Herbert Guss y Erwin Anuschek en Brasil; Theo Fuchs, en Chile; Ernst Weber en Paraguay, y Franz Laumann en Uruguay. Röder & Strauss, 1980: 741.
[31] Sobre el tema: Friedmann, 2015.
[32] “Was will die Schwarze Front. Über Hitler hinaus- zum deutschen Sozialismus”, Die Schwarze Front, 9 de octubre de 1935, p. 4.
[33] “Der erste Kurzwellensender im Dienst”, Die Schwarze Front, 9 de octubre de 1935, p. 3; “Südamerika-Sender der S.F. im Dezember”, Die Schwarze Front, 23 de noviembre de 1935, p. 3; “Achtung! Kampfleiter! Achtung!”, Die Schwarze Front, 18 de enero de 1936, p. 3.
[34] Saint Sauver-Henn, 1995: 751.
[35] Otto Strasser, Luz, 23 de junio de 1934, p. 11.
[36] “Was kommt nach Hitler,” Argentinisches Tageblatt, 3 de noviembre de 1935.
[37] Alfred Dang, “Nur Krieg kann das Hitler-Regime stürzen”, Argentinisches Tageblatt, 10 de noviembre de 1935, p. 5; y Paul Zech, “Halte wach den Hass! Eine Absage an die Schwarze Front”, Argentisches Tageblatt, 30 de noviembre de 1935, p. 5.
[38] Friedmann, 2015: 48.
[39] Aktion. Organ der Liga für Menchenrechte, Ortsgruppe, Porto Alegre, 23 de diciembre de 1935, p. 4.
[40] Su mujer Anna, fue privada de la nacionalidad alemana el 15 de abril de 1937. National Archives and Records Administration; Washington, DC; Name Index of Jews Whose German Nationality Was Annulled by the Nazi Regime (Berlin Documents Center); T355; Roll: 3, Fränkel, Werner – Hartmann, Hermann.
[41] “Fricke an Frick,” Die Deutsche Revolution, 9 de agosto de 1936, p. 1.
[42] Newton, 1981: 76-114.
[43] Friedmann, 2009.
[44] Newton, 1986: 553; Bisso, 2005: 110.
[45] Por ejemplo: Bruno Fricke, Crítica, 14 de junio de 1940 y 25 de julio de 1940.
[46] Juan Cámpora, “Infiltración”, La Nación (Santiago de Chile), 16 de julio de 1940, p. 3.
[47] “Nazi Sabotage in South America,” Chicago Daily Times, 11 de julio de 1940; y “Nazi sabotages in S. America: Argentina and Brazil”, Chicago Daily Times, p. 10, 11, 12 y 13 de septiembre de 1940. Glik, 2015: 138-139.
[48] Strasser se encontraba en París cuando estalló la Segunda Guerra. Tras pasar unas semanas en el campo de concentración de Colombes, donde fue internado junto a miles de alemanes y austríacos como “extranjeros enemigos,” y luego de que las tropas alemanas arribaron a Francia, escapó hacia Portugal en agosto de 1940. Con la ayuda del servicio secreto británico, fue llevado a Canadá a través de las islas Bermudas.
[49] La obra fue publicada originalmente en francés a inicios de 1940 (Hitler et Moi, Paris, B. Grasset, 1940) y luego se tradujo al inglés, castellano e italiano. La primera edición en idioma alemana, realizada en Buenos Aires, fue una traducción del texto original francés aprobada por el autor.
[50] Strasser, 1940. Prólogo de Bruno Fricke: 7 y 8.
[51] Friedmann, 2014.
[52] Friedmann, 2009: 203.
[53] El jefe de redacción de Crítica (quien también era yerno de Natalio Botana, el dueño del periódico) no era otro que el diputado nacional y presidente de la comisión investigadora, Raúl Damonte Taborda
[54] Bruno Fricke, “Nazi-Hunting in Argentina,” The Dalhousie Review, Vol. XXI, No. 4, Halifax, Nueva Escocia, enero de 1942, p. 390.
[55] Más allá de sus fines propagandísticos esto también era creído por Otto Strasser, quien desde Montreal indicaba que Fricke había ofrecido a la comisión investigadora un 80% de sus datos sobre las actividades clandestinas de los nacionalsocialistas y que también había suministrado más de treinta testigos que declararon ante el organismo parlamentario. Strasser a Engelhardt, Montreal, 22 de enero de 1942, Archivo del Institut für Zeitgeschichte de Múnich (en adelante IfZ), Legado Strasser, ED 118, vol. 20.
[56] Bruno Fricke, “Nazi-Hunting in Argentina,” p. 396.
[57] Friedmann, 2019.
[58] Newton, 1994: 187.
[59] Siemsen a Hans Vogel, Buenos Aires, 8 de abril de 1942, Archivo del IfZ, Legado Strasser, ED 118, vol. 20.
[60] Keyserlingk, 1983: 614-645.
[61] Kisatsky, 2005: 86-90.
[62] Los directores regionales de Cuba, México y Colombia fueron trasladados a los Estados Unidos y el representante de Chile fue deportado a Alemania.
[63] Es cierto que tanto Das Andere Deutschland como Argentinisches Tageblatt informaron detalladamente y con cierta sorna sobre su detención. Por ejemplo, el semanario del Argentinisches Tageblatt informó que Fricke había sido apresado por “narcotraficante,” luego de que la policía lo encontrara junto a otras dos personas con pequeñas cantidades de morfina y cocaína, listas para el consumo. “Ex-nazi Bruno Fricke als Rauschgifthändler verhaftet, ” Argentinisches Wochenblatt, 16 de enero de 1943, p. 3.
[64] Fricke se refería fundamentalmente a los militantes de Das Andere Deutschland. Bruno Fricke, Rechenschaftsbericht der FDB für die Jahre 1943-1945, pp. 1-5. Archivo del IfZ, Legado Otto Strasser, Signatura ED118, T. 20.
[65] Deutsch-Amerikanische Bürger-Zeitung, 17 de noviembre de 1949. Sobre la nota de Fricke, véase también: Tetens, 1953: 61-64
[66] "Strasser asked to join East German Reds”, The Ensign. Canada's national news weekly, 8 de abril de 1950, p. 2.
[67] Kisatsky, 2005: 92.
[68] Fundado en 1950 como Frei-Soziale Union, adoptó desde 2001 el nombre de Humanwirtschaftspartei (Partido Economía Humana). Sobre su programa y composición: van den Boom, 1999: 149-162.
[69] Stahl, 2018: 135-139.
[70] Sobre las andanzas de Fricke en Paraguay y Bolivia desde la década de 1960 y su trabajo para el servicio de inteligencia de la Alemania Federal: Meding, 2021: 766-775.
[71] El País “Suicidio de nazis en Bolivia,” 30 de mayo de 1985. Recuperado de http://elpais.com/diario/1985/05/30/internacional/486252002_850215.html.
[72] Por ejemplo, en Italia, además del caso más resonante de Mussolini, que integró una corriente revolucionaria del partido socialista hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial, se destaca la figura de Nicola Bombacci, uno de los fundadores del Partido Comunista que se acercó al fascismo en los años treinta y fue fusilado por los partisanos en abril de 1945. En Francia, Jacques Doriot fue secretario general de las Juventudes Comunistas durante la década de 1920 y a mediados de la siguiente fundó el Partido Popular Francés, que adoptó una postura abiertamente colaboracionista durante la ocupación alemana. También integró aquel partido Paul Marion, quien tras una intensa militancia comunista se transformó en secretario de información y de propaganda del gobierno de Vichy. Por su parte, en España, Óscar Pérez Solís fue secretario del Partido Comunista durante los años veinte, y en 1936 participó en el golpe de Estado de Franco contra la Segunda República. Forti, 2016:161-173; Forti, 2014.
[73] Aunque es cierto que hubo criminales nazis que llegaron a la Argentina (el caso más claro es el de Eichmann), de los miles de personas arribadas desde la Europa germanoparlante durante la década posterior a la finalización de la Segunda Guerra Mundial, muy pocas (entre 30 y 40) podían ser legalmente consideradas criminales de guerra debido a sus actividades durante el régimen nacionalsocialista. Meding, 1992. Por su parte, los estudios realizados por la Comisión para el Esclarecimiento de las Actividades del Nazismo en la Argentina (CEANA) han estimado el número total de nacionalsocialistas y colaboracionistas presentes en la Argentina alcanzó los 180, una cantidad sustancialmente menor a los miles que fueron denunciados en diferentes oportunidades. Como todos los mitos y leyendas, los relacionados con la presencia de ex funcionarios del Tercer Reich en la Argentina se basan en algunos datos reales que les otorgan verosimilitud.
[74] Sobre la relación entre el mito de la huida de Hitler, la floreciente industria desarrollada a su alrededor, y las teorías conspirativas: Evans, 2020: 165-211.
[75] Sólo entre los libros publicados por autores argentinos en los últimos años que registran estas denuncias en distintos grados se encuentran: Goñi, 1999; Camarasa, 2005; Salinas & De Nápoli, 2006, de Nápoli, 2008, García, 2017; Basti, 2009, 2015, 2016, 2017, 2018. Un enorme impacto mediático internacional tuvo la serie de televisión Hunting Hitler, titulada en castellano “Persiguiendo a Hitler,” que se emitió originalmente por The History Channel durante tres temporadas, entre 2015 y 2018, y luego contó un especial de dos horas en 2020. Partía de la hipotética premisa de que el líder nacionalsocialista habría escapado de Alemania al final de la guerra. Con un presupuesto tan elevado como su audiencia, contó con la participación, entre otros, de un veterano de la CIA, un investigador de crímenes de guerra, un experimentado militar de las fuerzas especiales norteamericanas, cazadores de nazis, periodistas y arqueólogos quienes, basándose en materiales hace ya largo tiempo desacreditados por los estudios académicos sobre el tema, siguieron los pasos de importantes figuras del régimen gobernante en Alemania que se habrían radicado en Sudamérica, fundamentalmente en la Argentina.