El amor público

Cuadernos de Historia. Serie economía y sociedad

(2022) 

30:pp.63-88

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El amor público: los lectores escriben en Mundo Argentino (1913-1926)

Cinthya Lazarte[1]

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Cuadernos de Historia. Serie economía y sociedad, N° 30, 2022, pp. 63 a 88.

RECIBIDO: 31/3/2021. EVALUADO: 23        /11/2021. ACEPTADO: 30/8/2022.

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Resumen

Entre los años 1913 y 1926, el semanario Mundo Argentino ofreció un segmento que estimuló la participación de los lectores a través de cartas. Desde la perspectiva de la historia de las emociones, este trabajo intenta demostrar que el amor romántico de pareja constituyó el tema principal de este correo de lectores. Por un lado, se analizará qué tipo de lenguajes aparecen asociados al amor romántico y cómo estos formaron parte de un discurso más amplio. Por otro lado, se estudia cómo los lectores expresaron y gestionaron sus emociones en el espacio público.

Palabras clave: correo de lectores – Argentina – amor romántico

Summary

Between 1913 and 1926, weekly magazine Mundo Argentino offered a segment that stimulated readers to write and send letters. From a history of emotions perspective, this work tries to demonstrate that romantic love constituted the readers mail main topic. On the one hand, what type of languages ​​were associated with romantic love and how they were part of a broader speech will be analyzed. On the other hand, this work is interested in the ways readers expressed and managed their emotions in public space.

Keywords: readers mail – Argentina – romantic love

A lo largo de la primera mitad del siglo veinte en Argentina las emociones resignificaron sus sentidos y cobraron una visibilidad nueva, en gran parte debido a un proceso de difusión de saberes provenientes de la medicina, la psicología y el incipiente psicoanálisis. Particularmente, el amor en el marco de la pareja sexual y la familia fue analizado por expertos y, asimismo, promovió inquietudes en mujeres y hombres que escribieron en correos de lectores y consultorios sentimentales ofrecidos por distintas publicaciones periódicas con el propósito de saldar problemas personales y conflictos amorosos. Para el historiador Jean Claude Bologne, si bien no se esperó hasta el siglo XIX para vivir en pareja, es en ese período en que las novelas y folletines nos indican que el amor es la preocupación principal y que la felicidad se alcanza a través de la “fusión” entre dos almas,[2] las almas de la pareja moderna o la pareja enamorada. La libertad de elección parece hacer posible una vida de pareja, independientemente del matrimonio, con el requisito de que haya amor previo. En esta era surgen las explicaciones racionales, incluso desde la Física, para explicar por ejemplo el amor a primera vista: se trata de la atracción entre iones, el positivo y el negativo, la atracción de los opuestos, que prueba la ley de polaridad.[3] Junto con el capitalismo burgués y las libertades ciudadanas y sexuales, el “amor romántico” se convierte en el fundamento moral del matrimonio, entendiendo a este amor como aquel basado a nivel representacional en la búsqueda de un “alma gemela” predestinada que en la práctica se traduce en la unión de un hombre y una mujer (es necesariamente heterosexual), con características emocionales concretas: mientras se espera que las mujeres manifiesten un carácter sumiso, “dulce” y apacible, además de una capacidad para el “sacrificio” (la “feminidad”), en los hombres se exacerban el enojo y los celos, por ejemplo.[4] El campo teórico feminista ha señalado que el amor romántico, y su promesa de felicidad, han ocultado desigualdades de género que forman parte del sistema patriarcal y que repercuten en los planos sexual y emocional. El amor romántico, que puede ser pensado como sexual o pasional debido a su conceptualización como a las experiencias amorosas que alienta, posiciona intrínsecamente a las mujeres en una relación de subordinación social respecto al hombre.[5] Las creencias culturales de la “media naranja”, así como la espera por parte de las mujeres del “Príncipe azul”, encontraron su justificación en un imperativo biológico: la necesaria complementariedad entre mujeres y hombres con fines eugenésicos.[6] Por otro lado, la socióloga Eva Illouz sostiene que, para comprender los efectos del amor romántico en las vidas de mujeres y hombres, es necesario involucrar en el análisis a las estructuras económicas y sociales en las cuales tiene su raíz.[7] Es por ello que en su estudio acerca del romance en los Estados Unidos desde el período de entreguerras hasta lo que la autora denomina fase de capitalismo tardío, estudia las formas en que se conectan entre sí el amor romántico, la economía (más precisamente la esfera del consumo) y la cultura.[8] En el abordaje de novelas, películas, publicidades, canciones y libros de autoayuda, la autora habla de una verdadera “mercantilización del romance” ya que al sobreentenderse el valor positivo y deseable del romance, las firmas empresariales lo utilizaron como recurso para promocionarse, lo cual a su vez realzó el valor social y cultural de aquél. Pamela Epstein también se ha interesado por lo que ha señalado como la “mercantilización del amor”. La investigadora ha analizado periódicos estadounidenses, especialmente neoyorquinos, de la segunda mitad del siglo XIX y observado que los procesos de urbanización permitieron reunir en pequeños espacios a ingentes cantidades de mujeres y hombres quienes bajo el manto del anonimato intentaron establecer una comunicación a través de la columna de anuncios personales (personals).[9] Para el caso argentino, Laura Fernández Cordero ha estudiado cómo se pensó la revolución anarquista en la cotidianeidad, en las vidas sexuales y afectivas de hombres y mujeres. Además de la preocupación por la lucha de clases y la abolición de las instituciones opresivas, los anarquistas estaban interesados en lograr la destrucción del matrimonio burgués y en instalar una nueva subjetividad que permitiera el amor libre tanto sexual como afectivamente. Cordero muestra cómo estos ideales, que a primera vista parecen formar parte de una única voz anarquista, participan en un concierto de voces, en el que la mujer tomó parte activa. En los debates, las ansias de liberación colisionan con las dicotomías y normatividades vigentes, que defendían heterosexualidad y la monogamia. Si bien se hablaba, como sostuvo asimismo Dora Barrancos, de placer y deseo, estos parecían vedados a las mujeres. Sin embargo, las experiencias de amor libre existieron y las mujeres no sólo se manifestaron políticamente a través del feminismo sufragista, sino que participaron de las experiencias pioneras, según la autora, de libertad sexual y amorosa.[10]

Diversos autores han estudiado la relación entre afectos e intercambios epistolares. Mirta Lobato ha analizado diversos folletos que circularon en el Río de la Plata entre fines del siglo XIX y comienzos del XX y que eran leídos por las clases trabajadoras recién alfabetizadas. Estos enseñaban a escribir cartas para resolver cuestiones relativas a diferentes emociones y, también, para declararse, todo lo cual configuró, según la autora, una pedagogía de la comunicación afectiva.[11] Omar Acha se detuvo en el estudio de las cartas enviadas a Juan Domingo Perón y Eva Perón a mediados del siglo XX en Argentina. El autor sostiene que, en la etapa previa, las prácticas epistolares exigieron una educación sentimental o pedagogía epistolar que puede observarse en la literatura sentimental, revistas de modas, espectáculo teatral y cinematográfico, revistas femeninas, libros y, especialmente, a través de las secciones de “cartas de lectores” donde, según Acha, especialmente las mujeres de las clases populares solicitaban consejo.[12] Por otro lado, el consultorio sentimental ha sido estudiado por Sergio Blanco Fajardo en el contexto del primer franquismo español. El consultorio funcionó, a través de la radiofonía oficial, como un canal de comunicación del régimen que se dirigía a las mujeres en sus espacios domésticos para restaurar lo que el autor denomina una “mística de la femineidad” basada en la ideología falangista y nacional-católica que identificaba en la mujer las funciones de ama de casa y madre abnegada. Sin embargo, el autor se remonta a la década del treinta, en la que se multiplicaron los consultorios destacados por el intercambio entre las oyentes protagonistas que enviaban sus inquietudes a la locutora-consejera.[13] Para el caso argentino, Paula Bontempo ha analizado el semanario Para Ti y su “Epistolario Sentimental” entre los años 1924 y 1933. En dicho “Epistolario”, las lectoras exponían sus conflictos interpersonales, vinculados con la sexualidad, la familia y el amor ante una mujer con mayor experiencia que respondía sus inquietudes, manteniendo un aura de intimidad. De acuerdo a Bontempo, la publicación intentó regular, a través de sus consejos, las futuras acciones de las lectoras en el marco de un auténtico dispositivo de educación sentimental.[14] Por otro lado, en un estudio de largo alcance entre los años 1920 y 1970 desde los estudios de periodismo y comunicación social, Ana Victoria Garis y María Marta Tardón se interesaron por los consultorios sentimentales en Argentina, caracterizándolos como espacios en los que se tratan casi exclusivamente conflictos amorosos y cuya dinámica implica el envío de una carta bajo un seudónimo hacia un consejero quien está dotado de la autoridad para responder a las problemáticas planteadas por los lectores. Entre el consejero y el aconsejado se mantiene una ilusión de comunicación interpersonal. La carta no es publicada sino solamente el seudónimo del aconsejado y la respuesta del consejero.[15] De acuerdo a las autoras, ya que a partir de fines del siglo XIX la forma de elección de la pareja se modifica y el amor romántico se constituye en su parámetro, la pasión y el deseo podía interferir con el mandato social del matrimonio y la familia. La nueva pareja se convierte así en un problema para la sociedad occidental y supera el dominio de lo exclusivamente privado. Es por ello que los consultorios sentimentales exponen los conflictos que la libre elección de pareja genera en el individuo y la sociedad y operaron como un regulador de la intimidad de las personas.[16] El amor romántico generaría problemas que, como plantearé en este trabajo, los espacios como los consultorios y los correos se ocuparían de exponer, y quienes participan de ellos, de intentar resolver. Me concentro aquí en el abordaje del semanario Mundo Argentino en el período 1913-1926. El interés en esta publicación y temporalidad radica, por un lado, en la presencia de espacios destinados a la participación de quienes suponemos como lectores y autores de cartas, espacios que fueron cambiando de denominación a lo largo de los años, pero cuyo tema principal de discusión fue el amor de pareja. Por otro lado, estos segmentos, considerados como el prólogo del consultorio sentimental, no han merecido la atención de los estudiosos por lo que me interesa abordarlos en sus propios términos y especificidad. El argumento es que, por un lado, quienes escriben sobre el amor y otras emociones vinculadas con él, al hacerlo participan en la creación de un espacio público, en el sentido en que lo entienden Sandra Gayol y Gabriel Kessler, es decir estableciendo un tema que adquiere visibilidad y atrae el interés general y, al mismo tiempo, resulta ser “portador de una dimensión dramática y estética tal que se despliega en escenarios y soportes diversos”.[17] Esta dimensión no implica una partición entre un dominio público y uno privado, sino que, y esto me interesa especialmente, las personas ejercen una agencia que les permite fluir entre el terreno de lo privado y lo público involucrándose de diferentes formas en ellos.

Por otro lado, argumento que el amor romántico, en tanto conjunto de ideales y creencias, orienta la participación de los autores en los correos y, a su vez, genera tensiones y problemas para los cuales los colaboradores de la sección, mujeres y hombres, piden y ofrecen consejo. Es por ello que asimismo sostengo que quienes apelan a estas secciones, participan de un espacio en el que los autores de los correos narran y gestionan sus emociones y solicitan consejo a los lectores, a diferencia de lo que sucederá años más tarde con la llegada de la figura exclusiva del consejero sentimental. Monique Scheer ha desarrollado el concepto de práctica emocional, en un intento por superar no sólo la dicotomía mente-cuerpo, sino también aquella idea que plantearía que las personas hacemos cosas que van acompañadas de emociones o que generan emociones.[18] Para la autora, las emociones son prácticas en sí mismas, algo que hacemos y no que tenemos, que involucran un cuerpo que actúa según esquemas de percepción aprendidos socialmente a través del tiempo y que por lo tanto implican también a la mente. Las prácticas emocionales pueden ser desarrolladas en soledad, pero usualmente se desenvuelven en contextos sociales. De hecho, Scheer habla de los efectos que surgen al experimentar emociones a nivel grupal, los cuales están mediados por un conocimiento sobre cómo desempeñarse dentro de un grupo social y el entorno social más amplio. Para Scheer, existen cuatro prácticas emocionales principalmente: la gestión emocional, útil para comprender reacciones emocionales confusas o para modificarlas en sus efectos o removerlas y que implica un aprendizaje continuo sobre las emociones propias; nombrar las emociones y, más específicamente, escribir, hablar sobre ellas y ponerles nombre, todo lo cual debe ser analizado en su contexto, ya que los cambios en el decir pueden indicar un cambio en el contexto social de producción; la comunicación o expresión de emociones, según códigos sociales que permiten su inteligibilidad, y por último, la regulación, ya que aprendemos a sentir mediante la socialización que establece guiones muchas veces explícitos. En el primer apartado, me enfoco en la práctica consistente en nombrar las emociones; en el segundo, en la práctica de la gestión de las emociones.[19]

Entiendo que las colaboraciones contienen debates que también estaban disponibles en otro tipo de publicaciones contemporáneas, como demostró Beatriz Sarlo, a partir del análisis de un conjunto de revistas de aparición semanal.[20] No me interesa aquí determinar si las colaboraciones nos remiten a autores “verdaderos”, sino que en tanto se suponían como revelaciones, inquietudes y afirmaciones reales, nos hablan sobre los lenguajes específicos para hablar de las emociones y sobre las prácticas de otro tiempo asociadas a ellas.[21] 

Un espacio para el “alivio de su pena”

Entre las dos guerras mundiales, Buenos Aires conoció el fenómeno del desarrollo de empresas editoras que ofrecieron la producción a muy bajo costo de libros y literatura, cuidadosamente seleccionados y organizados. Una cultura de los sectores populares, letrados gracias al proceso de escolarización, quienes constituían el público lector.[22] Este nuevo público contaba con las destrezas básicas que ofrecía la alfabetización para acceder a los materiales que se podían adquirir por módicos precios en los kioscos o mediante vendedores ambulantes que circulaban en los barrios.[23]

En este contexto surge Mundo Argentino, un semanario de circulación nacional creado en el año 1911 por el ex empleado de ferrocarriles devenido en empresario periodístico, Alberto Haynes quien asimismo ya había dado origen a El Hogar en 1904.[24] Su cofundador, Constancio Vigil, también creador de Editorial Atlántida en 1918 y la revista Para Ti en 1922, fue el director de Mundo Argentino hasta 1919, mientras que Haynes lo hizo hasta su muerte en 1929. Resultaba posible comprar y leer un ejemplar de Mundo Argentino por el módico valor de diez centavos a fines de 1922[25] y la publicación contaba con una tirada de 170.150 ejemplares en el año 1924, como lo anuncia en el número 714 de ese año, doblando de esa forma las cifras correspondientes a la circulación de Para Ti y muy cerca de la amplia circulación de La Novela Semanal.[26] En cuanto a su formato, Mundo Argentino se presentó como magazine, en una combinación de textos, fotografías y publicidades, lo cual era compartido por otras publicaciones contemporáneas, en un esfuerzo por cubrir todos los aspectos de la realidad nacional.[27] Como sostiene Sarlo, el magazine se presentó en estas primeras décadas del siglo xx como una nueva oferta: una variedad de temas y discursos que podían mezclar el periodismo con la ficción popular. Como pauta de organización estable, la publicación contaba con notas editoriales en sus primeras páginas para luego dar lugar a diversas columnas de opinión, las cuales mayoritariamente se interrumpían para continuar en las páginas finales. Asimismo, en el centro de la revista cobraba protagonismo la producción fotográfica, orientada a informar acerca de diversos acontecimientos. Eventos políticos, deportivos, guerras o desempeños artísticos (especialmente relacionados con el cine) eran reflejados por esta sección. Por otro lado, a través de diferentes nombres, el humor gráfico estaba presente, así como algunas canciones y “versos de amor”, los cuales ocuparon lugares variables. En el interior del magazine, las publicidades mantenían una posición en los márgenes y generalmente se trataba de la promoción de productos orientados al cuidado de la imagen personal para mujeres y hombres, marcas de indumentaria, zapatos, automóviles y hasta anuncios sobre medicamentos y servicios médicos.

Entre los intereses que integraban el repertorio de la publicación, la familia y la pareja heterosexual y los roles de la mujer y del hombre en ella ocupaban un lugar preponderante. Mundo Argentino parecía estimular el debate sobre distintos tópicos. En 1925 un artículo asegura que el éxito en la vida se encuentra a las puertas del matrimonio,[28] mientras que en el mismo año otra columna de opinión advierte sobre el supuesto carácter unánime del apoyo al divorcio.[29] En 1919, asimismo se contempla la necesidad de la aprobación de la ley de divorcio, sobre todo para beneficio de la mujer.[30]  Por otro lado, quienes suscribían las columnas de opinión como mujeres y como hombres aportaban sus puntos de vista sobre la difícil tarea de encontrar pareja. En 1925, una columnista discurría sobre “el lujo de tener marido”, a lo que números más tarde un columnista presuntamente varón respondía disertando sobre “el lujo de tener mujer”.[31] Asimismo, el amor se presentaba como un problema de difícil definición, al punto que se interrogaba sobre la posibilidad de considerarlo una enfermedad corporal como cualquier otra. En una columna titulada “Médicos de amor” de 1924, se anunciaba que en un futuro cercano la psicología se encargaría de la “afección amorosa” conceptualizada como un estado de ilusión o capricho.[32] Es por ello que Mundo Argentino también incluyó de modo casi permanente un segmento para que las personas pudieran opinar sobre diferentes temáticas propuestas por la publicación. Esta sección recibió diferentes denominaciones pero a lo largo de los años cumplió las mismas funciones: acercar confidencias para encontrar alivio a través del consejo de otros participantes del correo, presentar inquietudes acerca del amor y, también, alentar a los lectores a manifestar sus ideales de pareja través de, por ejemplo, las siguientes propuestas: “¿Cuál es, en mi concepto, la mujer ideal?” y “El hombre que constituye mi sueño”.[33]

Aproximadamente se publicaban cuarenta correos por número. Dentro de la sección, se establecían subcolumnas tituladas en negrita y minúsculas con las preguntas o tópicos de discusión. “Confidencias” fue el tópico con mayor estabilidad y aparece en 1913 en el espacio del correo que se llamaba “El amor, el hogar y la mujer”.[34] Ocupó generalmente un mayor espacio en la página y aquí quienes escribían podían involucrar una diversidad de temas como sueños vinculados a un futuro como actriz o músico o visiones políticas sobre el devenir del país. Sin embargo, el amor de pareja se constituyó en el tema de discusión principal. Las preguntas y respuestas deberían ser breves (no mayores a cien palabras) y “de interés general”, según lo aseveraban los responsables del segmento en las páginas de las ediciones de 1914. Los aportes serían intercambiados por los lectores mismos y debían estar relacionados con las propuestas en la página. De esta forma se prometía llevar a cabo una “bella obra de solidaridad social” que tendría efectos sobre la vida económica y sobre los asuntos del espíritu y el corazón de los lectores.[35] Por otro lado, en 1917 y 1918 Mundo Argentino reemplaza el segmento “El amor, el hogar y la mujer”[36]  por la columna más breve de “Mi secreto”. Se solicitaban escritos de no más de cincuenta palabras en esta ocasión y se daba continuidad de esta forma a la sección “Confidencias”. Los lectores podían aquí, relatar alguna confesión, las cuales no están necesariamente vinculadas al amor de pareja, pero definitivamente este se constituyó como el tema generalizado en la práctica. Así lo prescribía Mundo Argentino: “el remitente escribirá ‘el secreto’ que hasta hoy guardó en su corazón y que desea exteriorizar para enseñanza de otros o para alivio de su pena”.[37]

Las formas de hablar el amor

Para escribir sobre el amor (y el desamor) quienes participan de estos correos emplean un léxico emocional en el sentido en que lo comprende Ute Frevert, como un lenguaje compartido, históricamente situado para comunicar las emociones.[38] Como ya señalé anteriormente, para Scheer, en esta práctica emocional quienes nombran sus emociones, escriben sobre ellas, lo hacen en un contexto particular. En los correos, el corazón, el alma, la mirada y los ojos fueron parte de un léxico recurrente:

(En respuesta al tópico propuesto en el correo “El hombre que constituye mi sueño es”): Distinguido, elegante, joven, uruguayo y artista. Su rostro franco, simpático; en sus ojos, poemas de belleza y arte, fulgura su alma con destellos de arte. De sus miradas penden mis ilusiones, de sus sonrisas viven mis esperanzas. Mi noche triste[39]

Para Adela G. Siendo un amigo el que cautivó su joven corazón, ¿por qué no satisface su anhelo, haciéndole comprender que usted le ama? ¿Acaso las expresivas miradas de él no le revelan la sinceridad de su alma y la nobleza de sus sentimientos? Salvador[40]

Mi mayor y única felicidad consistiría en ser correspondido por una simpática chica que con su dulce mirada cautivó mi joven corazón y a la que yo amo con delirio. A. R. (Villa María)[41]

¡La fatalidad lo quiso! Nos encontramos y en sus hermosos ojos celestes vislumbré algo… algo indefinido, ¿sería amor? No lo sé. Sólo sé que en aquel momento me fue indiferente. Cierto día acercóse a mí, pero mi indiferencia desatendió sus palabras. A partir de ese momento no vi ya aquellos ojos celestes con la expresión de dulzura que antes me miraban. Cambiáronse los papeles, su simpatía trocóse en indiferencia, mi indiferencia en una sensación hasta entonces para mí desconocida. Cada día que pasa deseo más el verlo… ¿Será amor lo que siento? Un consejo de los amables lectores espera. Lirio del Uruguay[42]

El corazón y el alma aparecen frecuentemente. El corazón es cautivado, en la mirada puede fulgurar el alma y esta puede ser sincera sobre el amor que se dice sentir. Scheer ha estudiado una variedad de términos conceptuales acerca de las emociones en enciclopedias alemanas entre los siglos XVIII y XX. Algunas emociones surgen “desde adentro” y otras “desde afuera” de un ser humano moderno dotado de un espacio de interioridad. Esta distinción entre el interior, identificado con el alma o la mente, y el exterior, el cuerpo, ha sufrido cambios a lo largo del tiempo, en un movimiento en la topografía de las emociones. El corazón como el asiento del alma ha sido considerado como el lugar donde se encuentra la fuerza vital, posteriormente como el depósito del coraje y la actividad, para después simplemente representar la oposición a la cabeza o mente. Y en el siglo XX fue relacionado con el amor.[43]

Por otro lado, los ojos parecen revelar mucho acerca del amor, aunque también de la indiferencia, según los correos. En su estudio sobre publicaciones periódicas que circularon por Buenos Aires entre 1917 y 1927,[44] Beatriz Sarlo sostiene que el amor dispone de muchos lenguajes para manifestarse, como las cartas, el baile, los objetos, y las miradas. Existía una imagen social del cuerpo que se traducía en una semiótica que privilegiaba ciertas zonas que resultaban hipersignificativas, a la vez que se prohibían otras en el imaginario erótico. Los ojos hablan, no pueden soslayarse en la comunicación de las emociones. Pareciera ser que se privilegia a la mirada y a los ojos en la comunicación corporal de las emociones, en este caso, el amor, parecía ser compartido por muchos de quienes participaban de los correos que analizo. En este lenguaje, la mirada, los ojos, expresaban emociones y transmitían información acerca de lo que supuestamente se sentía al establecer vínculos estrechos con otras miradas. Es por ello que no sorprende que en 1925 Mundo Argentino presentara un artículo titulado “¿Cómo miran las mujeres?” en el que explica los comportamientos esperables detrás de cada “tipo de mirada”.[45] A través de la mirada se expresan el carácter, el temperamento y los gustos como si el “yo” se expresara de esta forma simple, reza el artículo. Si bien los hombres también manifiestan su personalidad de esta forma, el interés recae en la mirada de la mujer y se sostiene que la mayoría de ellas no miran de frente a un hombre, con excepción de la mujer emancipada que nunca baja la vista y de la “mujer de todos” que no solo mira atrevidamente al hombre sino que “provoca su mirar”.[46]

Más allá del corazón, el alma y las miradas, en estos correos surgía constantemente el conflicto amoroso. Las tensiones, desafíos e impugnaciones discursivas que el ideal de amor romántico implicaba, habilitaron múltiples espacios para canalizar el conflicto que este ideal generaba. Los conflictos amorosos, como en las novelas populares, se planteaban también en los correos de Mundo Argentino y las respuestas y consejos que aportaban los colaboradores del segmento fueron diversos. El conflicto podía presentarse en la forma del matrimonio por obligación:

Un  joven, futuro médico, ha pedido a mis padres mi mano, pero yo amo a un simple empleado. ¿Qué debo hacer: seguir los impulsos de mi corazón o hacer lo que mis padres me obligan? Una indecisa (Capital)[47]

A Una Indecisa (Capital): El corazón: ¡qué bella palabra! Pero, ¿es acaso compatible el amor con la pobreza? Obedezca a sus padres. “El diablo sabe por diablo, pero más sabe por viejo”. Morocho (Rosario)[48]

Quien aportó esta respuesta manifestaba, al parecer, una conformidad con las normas sociales respecto al amor de pareja. Este no era posible aparentemente en la pobreza, según el lector colaborador, ni en el turbulento mar de las pasiones. La autoridad paterna tampoco debía ser ignorada. Pero otros responden:

A Indecisa: ¿Son sus padres o es usted quien va a vivir con su maridito? Es usted, ¿verdad? Entonces debe seguir los impulsos de su corazón y no los mandatos de sus padres. Una enamorada[49]

Para Una Indecisa: Si realmente ama usted, no ceda, siga los impulsos de su corazón, labre su felicidad y no su desdicha, pues, aunque el joven médico sea bueno, si no hay amor no podrá usted ser feliz. Lito (Cosquín)[50]

De esta manera, estos participantes aconsejan a quien realizó la consulta que rompa con los condicionamientos que exigían respetar las limitaciones sociales en la elección de la pareja y la obediencia a los mandatos paternos. Veamos otros ejemplos:

¿Cumpliré mi palabra? Tengo compromiso de casarme, con una señorita a quien no amo (posee cualidades intachables), razones comprometedoras me indujeron a manifestarle lo que mi corazón no sentía; de faltar a mi palabra, ocasionaré grandes disgustos tanto a mi familia como a la de ella, faltan tres meses y esto me preocupa, porque jamás la amaré. ¿Quieren dar un consejo, amables lectores, a… Conflicto ?[51]

“Conflicto” ya ha aceptado el compromiso de contraer matrimonio con alguien que asegura no amar. Sin embargo, si no concreta su promesa, tanto su familia como la de su prometida se disgustarán. Por un lado, reconoce los posibles problemas que surgirían al no complacer a otros pero al mismo tiempo asegura que “jamás la amaré”. Y quienes responden a su solicitud de consejo precisamente apelan a la presencia o ausencia de amor como criterio de elección de pareja, despreciando los motivos económicos y sociales:

A Conflicto: Leí su confidencia, y aunque soy joven, le aconsejo no se case con una joven que no ama; tengo varios pretendientes, entre ellos alguno rico, pero nunca seré esposa de un hombre que no amo, porque para mí un matrimonio sin amor es un jardín sin flores. H…[52]

A Conflicto: Si reconoces que tu prometida posee cualidades intachables, y crees que jamás la podrás amar, es porque no es de tu agrado o amas a otra. No te cases si no la amas, y si vuestras familias se disgustasen por ello, ignoran la base esencial del matrimonio, que es… Amor[53]

Y no hay respuestas en la dirección opuesta, es decir, que aconsejen a “Conflicto” a casarse. Muchos otros ejemplos vuelven a presentar el conflicto con las normas sociales a la hora de elegir pareja. La “humilde posición” generaba oposición paterna y esta situación conducía a algunos lectores a solicitar consejo:

Hace tiempo que mantengo relaciones con un chico de esta localidad; pero habiéndose enterado mis padres, se oponen a ello, por el solo hecho de ser él de humilde posición, y no uno de esos cargados de oro como ellos lo desean. ¿Qué debo hacer? Lágrima de amor (Coronel Pringles)[54]

Para Lágrima de amor (Coronel Pringles): No haga caso a sus padres y será feliz. Si ama a ese joven de verdad, sígalo queriendo; no importa que sea pobre, y no olvide que donde no hay cariño no hay felicidad. Rubí (Capital)[55]

La felicidad se contrapone a la obediencia al mandato de los padres y el “amor verdadero” parece no aceptar miramientos sociales o familiares. Las conclusiones, entonces, son rotundas: para ser feliz, es perentorio desobedecer a los padres y si se ama “de verdad”, la situación socioeconómica desventajosa no tiene relevancia alguna en la elección de pareja.

Para Lágrima de amor (Coronel Pringles): Usted no ama a ese jovencito pobre. Si así fuera, no vacilaría en unirse a él; pues sólo oiría el mandato del corazón indicándole que la felicidad no consiste en el vil metal. ¡Amor puede más que diferencias de cuna! Mística (Junín)[56]

En este caso el “mandato del corazón” aparece como la justificación de la unión con el “jovencito pobre”. Si lo amara, no habría dudas. El amor vuelve a estar asociado a la felicidad y disociado del interés económico (“vil metal”). En otro ejemplo:

A Morochita que ama: El amor es algo contra el cual no se puede luchar. Siga usted los dictados de su corazón y persevere. No le importe los medios con que pueda lograr el fin. Morocho que lo sabe[57]

Nuevamente el “dictado de su corazón” se invoca como la solución al conflicto amoroso. Es interesante notar que el amor parece constituirse como una fuerza irresistible contra la que “no se puede luchar”, es decir, podemos pensar, que los obstáculos sociales y morales no pueden vencerla. En las ficciones analizadas por Sarlo se presentaba una “solución imaginaria” que implicaba una integración entre la transgresión, representada en el deseo y la pasión, y el respeto a las normas sociales y morales. No era posible respetar siempre el orden, pero tampoco subvertirlo permanentemente. En el caso de los correos analizados, el conflicto amoroso que opone un amor que podemos pensarlo como partícipe del deseo, “mandato del corazón”, frente a los interdictos familiares y sociales es un lugar común. Y mayoritariamente se alzan respuestas que recomiendan al aconsejado seguir “los impulsos del corazón” y rechazar los mandatos paternos y sociales, lo cual no minimiza sino que nos muestra cuánto el peso de las normas morales gravitaba en la época:[58]

Mi único desvelo es ahorrar para llegar a reunir una modesta cantidad que me exige el padre de ella, para poder sufragar los gastos que origine nuestra unión. Pero el exiguo sueldo de que gozo y las necesidades de mi familia, malogran mis cálculos de economía… retardando mi felicidad. ¡Qué cansado estoy de la vida que llevo! Teodoro B.[59]

Este hombre, colegimos por su firma, percibe un sueldo que califica como “exiguo” y no le permite ahorrar el dinero solicitado por el padre de su novia. La dificultad para comprometerse con este pago “retarda” su felicidad. El amor vuelve a asociarse con la felicidad; aunque en este caso quien escribe no pide soluciones potenciales, más bien parece tratarse de la intención de nombrar la emoción, ponerla en palabras:[60] “¡Qué cansado estoy de la vida que llevo!”.

        

Mi mayor felicidad sería que la familia del joven a quien amo con todo el corazón no me desprecie porque soy pobre. Perla de Oriente.[61]

Este ejemplo puede resultar confuso ya que no queda claro si el desprecio es un hecho o revela un temor (de ser despreciada). Sin embargo, en consonancia con los correos que hemos analizado, su pobreza podría generar ese rechazo por parte de la familia del joven a quien ama.

Amo y soy correspondida por un morocho, pero mi hermano se opone a nuestras relaciones. ¿Debo seguir los impulsos de mi corazón u obedecer a mi hermano? Violeta (Ceres)[62]

No sabemos por qué el hermano de quien firma como Violeta se opone a sus relaciones con “un morocho”. Podría bien tratarse de un impedimento social o moral, pero nos interesa remarcar que nuevamente son los impulsos del corazón los que se enfrentan al mandato familiar, en este caso encarnado en la figura del hermano.

Mi mayor felicidad sería que el rubio que amo con todo mi corazón no me guardara tanto rencor. Si no le demostré todo el cariño que sentía por él, no fue por temor de confiarme a él, ni por caprichos, sino por la diferencia de posición que hay entre ambos. Afligida[63]

Las diferencias económicas y su correlato en diferencias de clase se constituyen en impedimentos de la realización del “impulso del corazón” o a la consumación de la unión con la pareja elegida.

Si tenemos en cuenta los estudios citados, podemos pensar que cuando las pasiones y el deseo se erigen en tanto desafío al orden social y moral, estamos recogiendo elementos del lenguaje del amor romántico. Esa peligrosa decisión que afecta al orden social, y que está en manos de individuos que eligen “libremente” a su pareja, parece erigir a la pasión del amor romántico como el ideal por el que vale la pena afrontar el riesgo de ser juzgado, o como señala Sarlo, incluso de morir. Así como en los años posteriores el consultorio sentimental se convierte en testimonio de esta problemática, los correos hacen lo propio con la diferencia de que, en ausencia de un consejero sentimental, los lectores son a su vez autores de los consejos y opiniones ofrecidas en las publicaciones. El conflicto amoroso se plantea como un tema que se debate colectivamente en el espacio público. Si tenemos en cuenta la amplia participación de quienes escribían estas cartas, solicitando consejo y proveyéndolo, podríamos preguntarnos: ¿qué otras problemáticas planteó el amor romántico y en qué lenguajes se presentó?

El problema amoroso como problema público

Si tenemos en cuenta los correos de Mundo Argentino podemos notar que muchas de las historias amorosas nos hablan desde un léxico que incluye dolor, pena, sufrimiento, amargura y desamor.[64]

A las lectoras: Invito a las lectoras a contestar con la mayor brevedad posible a estas preguntas ¿Cuál ha sido su mayor alegría en la vida? ¿Cuál fue su mayor dolor? Juvenal[65]

Contestando a Juvenal: La pena más grande que he tenido hasta ahora, durante mi existencia y que ha dejado una huella muy honda en mi corazón, fue cuando el hombre que yo amaba locamente (mi primer amor) rompió, bajo un pretexto, las relaciones conmigo. Mi mayor alegría es la de conservar a mi madre, que vela por mí, y en mis horas de angustia me fortifican sus sanos consejos. Mujer santa, que respeto y bendigo a cada instante, y si en un momento de impaciencia, con un mal modo llego a ofenderla, siempre las lágrimas del arrepentimiento vienen luego a empañar mi semblante. 22 enero[66]

La mayor pena está relacionada con una ruptura amorosa o abandono del hombre que constituía el objeto de amor de esta autora. En cambio, su mayor alegría se vincula a la presencia y consejos de su madre por la que parece sentir devoción. No se habla aquí de recomponer relaciones amorosas con otra persona; más bien se asegura que quien rompió relaciones con ella dejó “una huella muy honda en su corazón”.

A Juvenal: Mi mayor alegría fue amar a una mujer, con la fuerza de mi primer y único amor…La muerte de mis ilusiones, el desengaño, fue mi mayor pena, produciendo en mi corazón honda herida. Que, aunque el tiempo cure, siempre quedará la cicatriz, que al menor roce (recuerdo), daña. J. Catalán[67] 

Aquí, la alegría está relacionada con el amor hacia una mujer y la mayor pena con un desengaño, el cual produjo una “honda herida” que continuará causándole daño mediante los recuerdos.

Mi mayor felicidad sería morir, porque sólo en la muerte se encuentra el olvido… Y en mi agonía recordar la imagen de aquel morocho que, sin querer ha herido mi corazón (porque sé que no me ama) con sus miradas, que yo creí de amor y eran de desprecio e indiferencia. La morocha de ojos tristes[68]

En este ejemplo, la felicidad ya no se asocia al amor sino al morir ya que sólo por esta vía se puede olvidar a quien ha herido su corazón. Aquí, la mirada parece transmitir el desamor, “desprecio e indiferencia”. El amor de “la morocha de ojos tristes” nunca fue correspondido.

¡Oh, cuán desgraciada me siento! ¡Qué triste es amar sin esperanza ninguna! Amo con ardiente pasión a un joven sin ser correspondida, pues él ignora mi profundo amor. Para desahogar la amargura de mi pecho, me dirijo a ustedes amables lectores y lectoras, para que me aconsejen qué es lo que debo hacer, para que el ser que tanto adoro en silencio me corresponda. Consolaréis, queridos lectores, a la que tan solo pide… Una lágrima de amor[69]

Como en el correo anterior, quien escribe reconoce no ser correspondida por el joven a quien ama “con ardiente pasión”. Sin embargo, a diferencia del escrito anterior, en que la lectora asegura que la muerte es la única salida a la herida de amor, aquí se recurre a Mundo Argentino para ser aconsejada acerca de qué hacer y para obtener consuelo

Mi mayor felicidad sería que se rompieran los lazos que me unen al ser que tanto me hizo sufrir, para así poder unirme al que con su sincero amor supo cautivar mi joven corazón. Purita[70]

En este correo, quien escribe se encuentra unida, como se afirma, con alguien que la hace sufrir. La felicidad consiste aquí en, primero, romper ese lazo que le conlleva un sufrimiento y en un segundo momento, la unión con alguien que le ha manifestado un amor “sincero”.

Sufrimiento y deseo de morir o intención de desahogar amargura en el espacio del correo. Otros colaboradores de la sección aconsejan, opinan en el marco de lo que, sostengo, se constituye en un espacio público en el que se intenta gestionar emociones de forma colectiva que figuran en estos ejemplos, a través de la presentación de problemas, consejos y opiniones en torno a lo que se constituye como el tema principal: el amor de pareja.

¿Por qué no amo ya? Porque el hombre que amé hasta el delirio, sin saber por qué se alejó de mi lado, dejándome en el más amargo dolor […] Por eso es que no amo ya y pido a Dios me dé la fuerza necesaria para poder olvidar a ese ser que tanto daño me ha causado, y me dé fuerza para que mi pobre corazón no abrigue jamás ningún otro amor… Es el deseo más ardiente de Silenciosa[71]

En este ejemplo, el alejamiento del hombre “que amé hasta el delirio” provocó que quien escribe ya no ame, es decir que ya no albergue esperanzas de volver a amar en ningún futuro a otra persona. No se pide consejo o consuelo al público lector sino a “Dios”, aunque “Silenciosa” comparte sus deseos con quienes puedan y deseen leerla.

A Silenciosa. Y, a menos que usted esté dispuesta a sacrificarse (término lamentablemente negativo, que no creo aceptará y afrontará) se hará de nuevo la primavera en su corazón, y florecerá más orgullosamente triunfador y fuerte otro amor. La sensibilidad es una fuente que nadie puede cegar, y a cuyas voliciones ninguna fuerza humana puede oponer diques. Y usted volverá a amar, pese al amargo desencanto de su primera ilusión. Claudio[72]

En este caso, “Claudio” plantea el carácter innecesario y negativo del “sacrificio”, uno de los pilares del amor romántico: “ser para el otro”. Por otro lado, se señala la posibilidad de volver a creer en el amor, en otro amor, a pesar del deseo de quien consulta: “(que Dios) me de fuerza necesaria para que mi pobre corazón no abrigue jamás ningún otro amor”. Veamos otro ejemplo:

Profeso a esa joven un afecto firme, sincero y noble, y no una pasión fuerte y arrebatadora de esas que se describen a menudo en las novelas pasionales donde todo es trágico; acostumbro dominar con la razón fría y meditadora las pasiones que asoman en mi alma. Lemmy[73]

Directamente vemos aquí la referencia a la “novela pasional”, que podrían ser las narraciones populares que circulaban en estos años, “donde todo es trágico”; se reconoce esta opción, esta forma de relacionarse “pasionalmente”. Pero se elige otro camino, en el que se busca controlar los impulsos para razonar las pasiones, podríamos pensar, sopesando los riesgos y soslayando mayores pesares.

Para Almita que sufre: Si el joven que juró amarla la abandonó, no se desespere, que el amor retorna; de lo contrario, piense que al no quererla le es menos penoso antes que después. Flor Marchita (Alsina)[74]

En este ejemplo, se relativiza la importancia de un abandono, ya que “el amor retorna”. Incluso se visualiza su lado positivo, que evitaría problemas futuros en este caso.

(A la pregunta del correo: “¿Cuál es, en mi concepto, la mujer ideal?”). Lo que sea el reverso de todas las demás mujeres; pero como nunca la hallaré, descanso tranquilo, libre de la terrible lucha del amor. Cerebro fuerte[75]

El amor es concebido como una “terrible lucha” y el ideal de pareja, un ideal inalcanzable. Resulta notable la firma “Cerebro fuerte”, que parecería aludir otra vez a la “razón fría” y no a los numerosamente citados “impulsos del corazón”.

Para Mística: No desespere. La fe le dará el hombre que usted se imagina. Los hombres, como las flores y las hortalizas, son de diferentes matices. Siempre que usted no esté atacada de romanticismo agudo, encontrará su ideal. Apio (Las Varillas)[76]

Encontrar el ideal parece ser posible “siempre que usted no esté atacada de romanticismo agudo”, que podríamos pensar conduce a expectativas que sólo producen frustración en la elección de la pareja, si tenemos en cuenta el testimonio. Podríamos pensar si este romanticismo no estaría asociado a la espera del “príncipe azul”.

Para Clavel Rojo (25 de mayo): Usted sufre porque el hombre que ama se pasea con una amiguita suya; no haga caso. ¿No ve que lo hace para hacerla sufrir? A los hombres no hay que darles importancia; muéstrese indiferente con él y trate de olvidarlo. Amiguita que la aprecia (25 de mayo)[77]

Clavel rojo”, según Mundo Argentino, sufre por un amor no correspondido así como por su persistencia en alcanzarlo. Esta autora, quien suscribe afectuosamente “Amiguita que la aprecia”, le aconseja que se aleje y olvide para dejar de sufrir. Como señala Scheer, la gestión emocional se enfoca en trabajar por las emociones deseadas, así como modificar las indeseadas.

Quienes firmaban las colaboraciones en estos correos parecían construir en Mundo Argentino un verdadero espacio público que colocaba a las emociones en general y al amor romántico en particular como objeto de deliberación. Brindaron una posibilidad para ejercitar prácticas emocionales. En palabras de Scheer, el “emotional management”, una vía de colectivamente gestionar las emociones, los lectores proponían sus propias preguntas que apuntaban a resolver colectivamente los conflictos que generaba el amor:

Mucho estimaría se publicara en la sección “Encuestas” de esta popular revista las siguientes preguntas: ¿Qué es amor? ¿Por qué nos amamos? Responder a Curioso[78]

A Curioso: ¿Qué es el amor, preguntas? Creo que nadie lo sabe exactamente, pero yo juzgo el amor como la fusión de dos corazones, de dos almas gemelas, de dos seres nacidos el uno para el otro, para vivir unidos y santificados por un cariño noble, augusto […] La gitana de 1913[79]

En esta definición encontramos elementos reconocidos como parte del ideal del amor romántico, como anticipé en la introducción: la fusión de los corazones, dos almas gemelas, dos seres nacidos uno para el otro.

A curioso: Sobre su pregunta ¿Qué es amor? le diré que es algo tan sublime y hermoso que no tiene explicación; además creo que la mayoría de las personas no lo saben, porque a mi parecer el verdadero amor pocos lo conocen. Esta es la opinión de una que ama sin ser comprendida. Alma triste[80]

El amor “verdadero”, como si otras formas de amor no fueran válidas o como si existiera un único amor destinado a ser encontrado (nuevamente, el “alma gemela”, el “príncipe azul”, la “media naranja”), formarían parte del lenguaje del amor romántico que aparecía con frecuencia en estos correos. A eso que aparece como algo difuso, el amor, se intenta darle una forma inteligible y se hace de forma colectiva.

Palabras finales

A medida que mujeres y hombres escribían invocando sus situaciones personales, que mayoritariamente versaban sobre conflictos amorosos, encontraron una vía para hablar sobre sus emociones y obtener herramientas para gestionarlas de forma colectiva. La práctica emocional específica de la escritura y la lectura habilitada por los espacios brindados por Mundo Argentino permitió a hombres y mujeres (según las firmas) hacer y decir sus emociones, problematizarlas, intentar definirlas y manejarlas en un contexto narrativo (y social) predeterminado, pero aportando sus propios testimonios y sus apreciaciones acerca de ellos. A diferencia de lo que ocurriría con la llegada del consultorio sentimental, en el que se erige la figura del consejero o consejera como figura única autorizada para responder las preguntas del público lector, los participantes de estos correos conformaron un espacio público en el que se acercaban debates, inquietudes y problemas, ante los cuales todos tenían en principio la posibilidad de emitir opinión y consejo. Además, quienes escriben no sólo se atienen a responder las preguntas estipuladas por el segmento, sino que exponen sus propios interrogantes, los cuales encuentran eco en las respuestas de otros participantes, en el marco de una revista que precisamente se caracterizó por estimular el debate y la exposición de diferentes puntos de vista sobre temas relacionados con la pareja, la familia y el amor. Por otro lado, según colijo de las firmas de quienes participan, se trataría de hombres y mujeres, a diferencia de lo que ocurrirá en el marco de la popularización del consultorio sentimental, que se orienta como un espacio ofrecido a un público predominantemente femenino.

Los correos manifiestan el empleo de un lenguaje compartido para hablar del amor o, como sostiene Scheer, una forma específica de poner nombre a lo que se pretende comunicar. Y es así que, en un diálogo con otras publicaciones muy populares en la época analizadas por Beatriz Sarlo, podemos notar referencias hacia la mirada y los ojos como puntos corporales a través de los cuales parece comunicarse el amor y, asimismo, el conflicto entre, por un lado, lo que Sarlo observa como el amor propiamente dicho, el amor verdadero, pasional y, afirmamos aquí, amor romántico, y el matrimonio heterosexual que derivaría de éste. El conflicto forma parte de un debate que se presenta con gran frecuencia en las colaboraciones de los lectores, y en ese marco, se acercan diferentes soluciones posibles.

Ya sea que contemplemos las participaciones en estos correos como verdaderas o ficcionales, resulta notable el diálogo, la circulación del vocabulario, el lenguaje compartido para hablar de aquello que precisamente se constituía en un problema sobre el que se necesitaba discurrir – el amor – y otras emociones que parecían ser concomitantes: la felicidad y el dolor. El amor romántico podía establecerse como un ideal que guiaba la colaboración y consejos brindados por los autores de las cartas (seguir los “impulsos del corazón”). No obstante, también generaba conflictos que podían conducir al dolor, sufrimiento, frustraciones, desengaños, heridas profundas y amargura. Ante este panorama, otros autores acercaron sus consejos para gestionar estas tensiones del amor romántico.


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[1] Universidad Nacional de General Sarmiento. CONICET. E mail: cinthyamarisel91@gmail.com

[2] Bologne explica cómo esta unión pensada como posible remite al mito del andrógino del filósofo Platón. La pareja enamorada se basaría en la aspiración de la realización de este mito, Bologne, 2017: 144.

[3] Bologne, 2017: 145.

[4] Medina Doménech, 2012: 34; López Sánchez & Flores Pérez, 2017.

[5] Esteban & Távora, 2008:60.

[6] Medina Doménech, 2012: 34.

[7] Illouz, 2012.

[8] Illouz, 2009.

[9] Epstein, 2010.

[10] Fernández Cordero, 2017.

[11] Lobato, 2011.

[12] Acha, 2007.

[13] Blanco Fajardo, 2016.

[14] Bontempo, 2011.

[15] Mundo Argentino tuvo su consultorio sentimental a partir de 1932, con “El consejero de los novios” que cumplía precisamente con las características esbozadas por Garis & Tardón.

[16] Garis & Tardón, 2008: 90.

[17] Gayol & Kessler, 2018: 20.

[18] Scheer, 2012.

[19] La socióloga Arlie R. Hochschild acuñó el concepto de “emotion management”, que implicaría el trabajo que los sujetos realizan con sus emociones frente a las reglas o normas emocionales (“feeling rules”), las formas correctas en que debemos sentir en cada situación, que representarían la estructura social. Véase Hochschild, 1979.

[20] Dichas revistas son: La Novela Argentina, La Novela de la Juventud, La Novela del Día, La Novela Femenina, La Novela Semanal, La Novela Nacional, La Novela Porteña, La Novela Universitaria y El Cuento Ilustrado, que circularon semanalmente entre 1917 y 1927. Estas publicaciones, disponibles en quioscos, estaciones de tren y subte, contenían ficciones, “novelines”, consumidos popularmente. Sarlo, 1985: 68.

[21] Sobre estas cuestiones ver Rosenwein, 2006 y Frevert, 2014.

[22] Romero, 1990: 41.

[23] Sarlo, 1985: 38.

[24] En un principio El consejero del hogar con tirada quincenal, a partir de 1906 El hogar, con tirada semanal, contó rápidamente con una amplia circulación a nivel nacional y desarrolló una proyección internacional. Según estudios, estaba destinada a un público eminentemente femenino, de clase media, Del Cueto, Benítez & Molinari, 2011: 90.

[25]  Los diarios valían lo mismo que un paquete de cigarrillos: 20 centavos. Sarlo, 1985: 68.

[26] Con la sede central de la editorial Haynes que producía Mundo Argentino en la ciudad de Buenos Aires, a través de suscripciones circuló por todo el país hasta la década de los sesentas. Los autores de las cartas proceden de distintas partes del país, aunque en su mayoría provienen de la ciudad y de la provincia de Buenos Aires.

[27] Bontempo señala que hacia 1917 Mundo Argentino editaba un número de ejemplares similar al de los diarios más vendidos de la época, como La Nación y La Prensa y la revista Caras y Caretas, Bontempo, 2012: 144.

[28] “El éxito de la vida está en el matrimonio” en Mundo Argentino, 743, 15 de abril de 1925, p. 7

[29] “Todos quieren el divorcio” en Mundo Argentino, 762, 26 de agosto de 1925, p. 28.

[30] “La mujer y el divorcio” en Mundo Argentino, 443, 9 de julio de 1919, s/p.

[31] Mundo Argentino, 757, 22 de julio de 1925, p. 6 y 759, 5 de agosto de 1925, p. 8, respectivamente.

[32] “Lo mismo que ahora va el paciente a ver al especialista para determinar la causa de su enfermedad, dentro de poco iremos a ver al psicólogo para saber si estamos enamorados, Mundo Argentino, 712, 10 de septiembre de 1924, p. 12.

[33] Las diferentes denominaciones de esta sección fueron las siguientes: “El amor, el hogar y la mujer” (1913-1915), “Mi secreto” (1917-1918), “La página de los lectores” (1918-1924), “La página de las lectoras” (breve período entre junio y julio de 1924) y “La opinión de los lectores” hasta 1926.

[34] Entre 1911 y 1913 esta sección se denominaba “El hogar y la mujer”, mientras que a partir de 1913 se agrega al título la palabra “amor”. Antes de 1913, este segmento incluía pequeñas noticias internacionales, frases célebres, curiosidades y encuestas con preguntas como “¿Cuál es la cualidad que prefiere en el hombre?”.

[35] Mundo Argentino, 198, 21 de octubre de 1914, p. 16.

[36] Los conflictos en torno al amor de pareja se introducen a partir de 1913; entre 1911 y 1912 el segmento se denominó “El hogar y la mujer”, y que trataba temas como la belleza femenina y el cuidado de la vestimenta y el hogar y no contaba con la participación de los lectores. A partir de 1913, dicha participación se vuelve central y se centra principalmente en los conflictos en torno al amor de pareja. Aproximadamente, sobre el total de cuarenta correos, treinta y cinco de ellos tematizaban el amor de pareja.

[37] Mundo Argentino, 326, 4 de abril de 1917, p. 16. Resulta difícil precisar quiénes escribían estos correos y también quiénes realizaban las invitaciones a los lectores. Todos firmaban con frases del estilo “una morocha de 17 abriles”, por ejemplo. Firmas como esta u otras como “un obrero”, “obrerita” eran frecuentes, lo cual, teniendo en cuenta que se trata de una publicación barata y el amplio alcance de la alfabetización y la escolarización primaria en Argentina, el público privilegiado de estos correos parece haber estado conformado por hombres y mujeres pertenecientes a las clases medias y trabajadoras y, por otro lado, jóvenes.

[38] Frevert, 2014.

[39] Mundo Argentino, 445, 23 de julio de 1919, s/p.

[40] Mundo Argentino, 585, 5 de abril de 1922, s/p.

[41] Mundo Argentino, 684, 27 de febrero de 1924, p. 24.

[42] Mundo Argentino, 167, 18 de marzo de 1914, p. 18.

[43] Frevert, 2014: 49.

[44] Dichas publicaciones son: La Novela Argentina, La Novela de la Juventud, La Novela del Día, La Novela Femenina, La Novela Semanal, La Novela Nacional, La Novela Porteña, La novela Universitaria y El Cuento Ilustrado, que circularon semanalmente entre 1917 y 1927.

[45] Mundo Argentino, 762, 26 de agosto de 1925, p. 6.

[46] La biotipología, con gran inspiración en la endocrinología italiana de Nicola Pende, ubicaba las causas del comportamiento humano y de las características de la personalidad en el cuerpo y su correcto o incorrecto funcionamiento. Por ello, si la tiroides de la mujer o las glándulas suprarrenales del hombre mostraban algún tipo de disfunción, ello generaba una desregulación emocional que afectaba directamente el carácter, Lazarte, 2018: 259.

[47] Mundo Argentino, 746, 6 de mayo de 1925, p. 26.

[48] Mundo Argentino, 749, 27 de mayo de 1925, p 25.

[49] Mundo Argentino, 750, 3 de junio de 1925, p. 25.        

[50] Idem.

[51] Mundo Argentino, 420, 22 enero de 1919, s/p.

[52] Mundo Argentino, 424, 19 de febrero de 1919, s/p.

[53] Mundo Argentino, 437, 21 de mayo de 1919, s/p.

[54] Mundo Argentino, 755, 8 de julio de 1925, p. 25.

[55] Mundo Argentino, 757, 22 de julio de 1925, p. 26.

[56] Mundo Argentino, 759, 5 de agosto de 1925, p. 27.

[57] Mundo Argentino, 754, 1 de julio de 1925, p. 25.

[58] Para ver más acerca de las configuraciones familiares, matrimonio y divorcio ver Míguez, 1999 y  Barrancos, 1999.

[59] Mundo Argentino, 349, 12 de septiembre de 1917, p. 18

[60] Scheer, 2012: 212.

[61]Mundo Argentino, 486, 5 de mayo de 1920, p. 29.

[62] Mundo Argentino, 787, 17 de febrero de 1926, p. 30. Lamentablemente, esta colaboradora no recibió respuestas a su inquietud, ya que la sección se discontinuó en el siguiente número.

[63] Mundo Argentino, 588, 26 de abril de 1922, s/p.

[64] No intento afirmar que todos estos términos poseen el mismo significado, la mención es a fines descriptivos. En cada ejemplo, tanto la “pena” o el “dolor” estarán asociados a distintas situaciones personales que señalaré oportunamente.

[65] Mundo Argentino, 228, 19 de mayo de 1915, p. 16.

[66] Mundo Argentino, 234, 30 de junio de 1915, p. 16.

[67] Mundo Argentino, 227, 12 mayo de 1915, p. 10.

[68] Mundo Argentino, 543, 15 de junio de 1921, s/p.

[69] Mundo Argentino, 161, 4 de febrero de 1914, p. 18.

[70] Mundo Argentino, 557, 21 de septiembre de 1921, s/p.

[71] Mundo Argentino, 175, 13 de mayo de 1914, p. 18.

[72] Mundo Argentino, 178, 3 de junio de 1914, p. 18

[73] Mundo Argentino, 183, 8 de julio de 1914, p. 18.

[74] Mundo Argentino, 772, 4 de noviembre de 1925, p. 27.

[75] Mundo Argentino, 448, 13 de agosto de 1919, s/p.

[76] Mundo Argentino, 754, 1 de julio de 1925, p. 25.

[77] Mundo Argentino, 787, 17 de febrero de 1926, p. 30.

[78] Mundo Argentino, 179, 10 de junio de 1914, p. 18.

[79] Mundo Argentino, 182, 1 de julio de 1914, p. 18.

[80] Mundo Argentino, 184, 15 de julio de 1914, p. 18.