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Agustín Nieto & Oscar Videla (comps.), El anarquismo después del anarquismo. Una historia espectral, Gesmar, Mar del Plata, 2018[1]

 

Luciano Omar Oneto*

 

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Cuadernos de Historia. Serie economía y sociedad, N° 25, 2020, pp. 233 a 239.

RECIBIDO: 31/08/2020. EVALUADO: 01/09/2020. ACEPTADO: 30/11/2020.

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El anarquismo después del anarquismo. Una historia espectral es una compilación de artículos que estudian variadas facetas del derrotero ácrata en Argentina. A los efectos de ampliar las pesquisas y superar ciertos esquemas y barreras historiográficas, estos trabajos abordan organizaciones menos conocidas, temáticas heterodoxas, espacios geográficos escasamente trabajados o bien períodos temporales poco abordados. La estructura del trabajo reposa en una presentación a cargo de los compiladores y doce artículos de distintos investigadores.

En la “Presentación” ofrecen una pincelada del contenido de cada artículo y aclaran la necesidad y la utilidad de este tipo de producciones. Expresan que, habida cuenta la centralidad de los estudios sobre el anarquismo en Argentina en torno a los primeros años del siglo XX, el espectro libertario se aparece hoy no sólo ante la autoridad policial sino también ante la académica. Por lo que, según exponen, asoman en estos artículos mujeres, jóvenes, obreros, científicos, artistas y universitarios, comprometidos con las ideas ácratas.

En “De decorosos humanitarios a sectarios sediciosos” Pedro Berardi explora las representaciones que las cúpulas policiales de la provincia de Buenos Aires construyeron respecto al movimiento ácrata entre 1901 y 1917. A lo largo del texto sostiene y demuestra que, más que la propagación de sus ideas y su dimensión ideológica y cultural, la principal preocupación policial fue la dimensión huelguística del anarquismo, sin distinguir las divergencias en su seno. Con todo, su visión no fue monolítica, pues la oscilación de las percepciones excedió el plano represivo y estuvo estrechamente vinculada con la institucionalización y la politización de la fuerza policial.

En “Los marítimos”, Alejandro Belkin rastrea la participación de los gremios marítimos en las centrales obreras de principios de siglo para demostrar que antes del IX Congreso de la Federación Obrera Regional Argentina (FORA) en 1915, la Federación Obrera Marítima (FOM) no estaba dirigida por el sindicalismo sino por el anarquismo. Y que no obstante la unificación sindical de 1915, los marítimos conservaron su identidad anarquista pues entendieron que no entraba en conflicto con la unificación sindical. El autor muestra que la Sociedad de Resistencia de Marineros y Foguistas (SRMF), la Sociedad “Foguistas Unidos”, y la Liga Obrera Naval Argentina (LONA) producto de la fusión de ambas, permanecieron afiliados a la Federación Obrera Regional Argentina (FORA) y adhirieron a los principios del comunismo anárquico. También que, a excepción de un breve acercamiento de la LONA al sindicalismo en 1909, las centrales obreras comandadas por la corriente sindical entre 1906 y 1915 no incluyeron en su seno trabajadores navales.

En “Anarquismo, movimiento obrero y política” Oscar Videla explicita las características del movimiento anarquista en Villa Constitución, Santa Fe, entre los veinte y mediados de los cuarenta. Se propone poner en jaque las interpretaciones historiográficas que daban por clausurada la experiencia libertaria en Argentina tras el Centenario. Es por ello que recurre a diversas fuentes (prensa local partidaria y no partidaria, documentos estatales, entrevistas, y memorias) para mostrar la inserción de los anarquistas en el movimiento obrero y su participación en el entramado de relaciones sociales. Pero lo hace observando “más allá” de las organizaciones sindicales y políticas, desde una perspectiva microanalítica centrada en recuperar las experiencias de los sujetos y en develar la “ideología localista” que se formó al calor de la síntesis entre experiencias personales y coyuntura económica, política, social y territorial.

En “La experiencia anarquista de Diamante” Rodolfo Leyes aborda el derrotero de los anarquistas en la ciudad de Diamante, al suroeste de Entre Ríos, ligados a la Federación Obrera Comarcal Entrerriana (FOCE) entre 1929 y 1937. Tras pasar revista a las características de la estructura económica de la provincia, Leyes caracteriza las formas de organización sindical de estos anarquistas y la relación con trabajadores de otras localidades, con los empleadores y con el estado. Postula que, tras la huelga de los estibadores de 1937, en la que los libertarios tuvieron un gran peso, el movimiento no se recuperó. Las razones se hallan en la represión, las divisiones internas, y el contexto de inexistencia de una organización anarquista estructurante a nivel nacional.

En “Desocupados, desocupación y revolución” José Benclowicz se interroga sobre las representaciones que el anarquismo tuvo acerca de los desocupados y su rol dentro de la revolución, entre 1930 y 1934. Para ello consulta La Protesta y La Antorcha y, tras sus pesquisas, remarca que los posicionamientos no fueron homogéneos. Estos alternaron la concepción de los desocupados como un sector pernicioso para los trabajadores asalariados (“el verdadero sujeto revolucionario”) con visiones – sobre todo desde La Antorcha – más cercanas a los planteos de Bakunin que consideraban a los desempleados como sujetos revolucionarios que había que organizar. No obstante esas divergencias, Benclowicz concluye que la visión dominante en general fue la primera, que encontró en los desocupados un sujeto desmoralizado, y enemigo de la clase obrera. 

En “Activismo libertario y lucha de clases” Agustín Nieto reconstruye el movimiento huelguístico del puerto de Mar del Plata de 1932, dirigido por los trabajadores del Sindicato de Estibadores Unidos del Puerto de Mar del Plata (SEUP) adheridos a la Federación Obrera Local (FOL) que a su vez adscribía a la FORA anarquista. Tras pasar revista a las relaciones sociales en las que se inscribe el puerto como ámbito laboral y luego de ofrecer unas pinceladas sobre el movimiento sindical a principios de los treinta, Nieto brinda una crónica de la huelga de 1932. Ésta le permite contrastar algunas impresiones sobre el llamado “manual del buen anarco – comunista” en tanto ciertas prácticas como las solicitudes de permisos al Estado, los pedidos de reconocimiento, sus fisuras internas y las alianzas coyunturales muestran rasgos de los ácratas poco advertidos anteriormente.

En “Anarquismo y movimiento obrero” Diego Ceruso repasa los planteos sindicales de la Alianza Obrera Spartacus (AOS) y la Federación Anarco Comunista Argentina (FACA) para ofrecer un aporte al conocimiento del anarquismo vinculado con el movimiento obrero durante la “Década Infame”. Expone que – si bien con diferencias, pues la primera pugnaba por el trabajo en la legalidad y la segunda por la actividad sindical clandestina –, ambas reconsideraron los principios sindicales anarquistas sostenidos hasta el momento. Sobre todo, respaldaron los sindicatos únicos por rama, en reemplazo del sindicalismo forista por oficio, y propiciaron el acercamiento con otras fuerzas de izquierda en los lugares de trabajo.

En “Anarquismo, teatro y política” Milagros Dolabani escruta las actividades del grupo filodramático “Amigos del Arte” de la Biblioteca Popular José Ingenieros (BPJI) de Mar del Plata, ligada a la Unión Obrera Local (UOL), entre 1939 y 1947. Según su planteo, la obra artística debe entenderse en diálogo con el contexto político y gremial, y los miembros, que están insertos en relaciones amistosas, militantes y familiares, levantaron un programa político común. Dolabani analiza las veladas artísticas por el 1 de mayo, las funciones a beneficio, y los textos y autores dramáticos elegidos para las obras. Los resultados le permiten inferir que todo ello formó parte de las estrategias que desplegaron estos anarquistas para no quedar sujetos a una tradición libertaria anterior, sectaria, en un contexto renovado pero también adverso.

En “Estrategias de organización” María Eugenia Bordagaray expone cuáles fueron las estrategias organizativas del anarquismo durante la década del treinta y cuáles continuaron, o se modificaron, durante las presidencias de Perón. Destaca la constitución de una organización finalista, la Federación Anarco Comunista Argentina (FACA), en 1935, y su interpelación a los colectivos sociales, pero también la configuración de otras, constituidas temporalmente para sucesos específicos (la liberación de los presos de Bragado, por ejemplo). La autora parte de considerar que en estos años el anarquismo se encontró en proceso de negociación de su identidad, disputándose con el peronismo la representación de ciertos colectivos: mujeres, movimiento estudiantil, y trabajadores. Luego de pasar revista a las propuestas del anarquismo faquista hacia estos colectivos, concluye que fueron los fracasos organizativos, las luchas entre facciones, y la obstinación doctrinal, los resultados alcanzados tras los gobiernos peronistas.

En “Socialización sin Estado” Nadia Ledesma Prietto reconstruye la trayectoria del médico Juan Lazarte y sus propuestas en torno a la medicina social y el gremialismo médico entre 1933 y 1954, contexto signado por el aumento de la intervención estatal en materia de salud pública. Recupera publicaciones y artículos de Lazarte, hasta llegar al análisis del libro Problemas de medicina social, en el que el doctor desarrolló in extenso sus ideas sobre la salud y la medicina. Esto le permite exponer cuál fue la propuesta de Lazarte frente los sectores defensores del fortalecimiento del estado en la toma de decisiones sobre la salud pública, y frente a quienes abogaban por la autonomía médica privada pero individualista. En efecto, muestra que defendió una concepción libertaria de la salud, consistente en la autonomía del campo médico al servicio de toda la población, pero sin la presencia del estado.

En “Recepción del fenómeno peronista” Alejandra Gómez reconstruye el posicionamiento anarquista frente a los gobiernos de Perón. Luego de caracterizar la lectura de la FACA sobre la conflictividad social y su planteo antifascista desde 1943, aborda en particular su discurso respecto a las políticas peronistas agrarias, distinguiendo lo referido al “problema campesino” de lo concerniente a la “cuestión agraria”. Conjetura que la pérdida de influencia libertaria sobre el movimiento obrero urbano redirigió su mirada hacia la cuestión rural. Según expone, frente al estatismo asfixiante y a la demagogia peronista, la propuesta anarquista de socialización de la tierra habría implicado, en realidad, una alianza entre sectores asalariados y pequeños propietarios. Eventualmente, el énfasis de la FACA en las libertades públicas en general fue el factor esencial que explica su apoyo a la autodenominada Revolución Libertadora de 1955.

En “Entre la cooptación y la represión” Jacinto Cerdá pesquisa la actuación de la Sociedad de Resistencia Obreros del Puerto de la Capital (SROCP), gremio de Buenos Aires adherido a la FORA, entre 1943 y 1955. Con objeto de mostrar los desafíos que el peronismo planteó a los sindicatos anti estatistas, Cerdá estudia las huelgas que sostuvo la SROCP, su vínculo con el estado, con demás sindicatos, y con los trabajadores. Divide analíticamente la actuación del gremio en cuatro períodos, lo que le permite mostrar que entre 1946 y 1948 ejerció mayor influencia, y que la dura represión desde 1952 fue el golpe de gracia para esta sociedad de resistencia.

Una primera cuestión a señalar es que, más allá de las particularidades temáticas, temporales, espaciales, y metodológicas de cada trabajo, el denominador común a todos ellos es la apuesta por superar aquello que Nieto (2010) definió como el “Sentido Común Historiográfico” sobre el ´anarquismo argentino´. Ya sea pesquisando espacios geográficos desatendidos, indagando en torno a temporalidades relegadas, estudiando temas recurrentes pero desde nuevos enfoques o abordando organizaciones no afiliadas a la FORA, cada uno de estos escritos rompe con alguno, o varios, de los encorsetamientos que la academia impuso al estudio del colectivo ácrata en Argentina. Una segunda cuestión a resaltar es que el compromiso no solo es historiográfico, sino también, más o menos sutilmente, político. Muchos escritos, como el de Rodolfo Leyes, muestran su cercanía con las ideas del socialismo organizado; otros, cuanto menos, dejan entrever el descontento de los autores hacia el capitalismo y sus simpatías con el movimiento libertario.

Sin lugar a dudas, la obra toda se configura como una oportunidad de valor inestimable para visibilizar el espectro libertario. Mucho resta por hacerse aún, en términos de provincias no investigadas o épocas que son un misterio en lo que al anarquismo en Argentina refiere. De manera que obras tales como esta compilación son necesarias, útiles, y fundamentales, para abonar al avance historiográfico en ese sentido.


 

 


BIBLIOGRAFÍA

Nieto, A. 2010, “Notas críticas en torno al sentido común historiográfico sobre ‘el anarquismo argentino” en A Contra Corriente Vol. 7, núm.3, pp. 219 a 248.


 



[1] Libro digital disponible en https://gesmar.estudiosmaritimossociales.org/editorial/coleccion-anarquismos/el-anarquismo-despues-del-anarquismo/

* Universidad Nacional de Córdoba. E mail: oneto.luciano@hotmail.com