_______________________________________

 

Entramados de relaciones y tensiones en el proceso de institucionalización de la actividad historiográfica en la primera mitad del siglo XX en Salta[1]

 

René Osvaldo Geres*

María Mercedes Quiñonez**

 

____________________________________________

Cuadernos de Historia. Serie economía y sociedad, N° 24, 2020, pp. 85 a 107.

RECIBIDO: 29/05/2020. EVALUADO: 30/05/2020. ACEPTADO: 16/06/2020.

____________________________________________

 

 

Resumen

El trabajo se propone caracterizar y problematizar el proceso de institucionalización de la disciplina histórica en la primera mitad del siglo XX en la provincia de Salta, recuperando el sentido de la construcción historiográfica como tarea colectiva, de carácter multifacético y no lineal, para pensar la permanencia de redes de sociabilidad decimonónicas y de canales de circulación del conocimiento no institucional en coexistencia con nuevas instituciones públicas y privadas, particularmente las destinadas al ejercicio de la actividad historiográfica.

Palabras clave: institucionalización – juntas de historia – historiografías provinciales.

Summary

This paper intends to characterize and problematize the process of institutionalization of de historical discipline on the first half of the 20th century in the province of Salta, recovering the sense of historiographical construction as a collective task, with a multi- faceted and non-linear character, to think about the permanence of nineteenth century sociability networks and non institutional channels of the circulation of knowledge in coexistence with new public and private institutions, particularly those intended to the exercise of historiographical activity.

Keywords: institutionalization – History Boards – provincial historiography

 

 

 

 

Palabras introductorias

En el marco de los estudios renovados en torno a nuevos y variados problemas que son objeto de los estudios historiográficos y en diálogo con los avances en la problematización de los procesos de desarrollo del ejercicio de la actividad historiográfica en distintas provincias, nos proponemos un recorrido problemático de las transformaciones y avatares que supone la especialización de espacios propiamente historiográficos y de las múltiples intersecciones en un espacio social aún indefinido y en el cual los agentes cuentan con un capital inespecífico que les permite moverse en diferentes instituciones, lugares de sociabilidad, agencias estatales, colegios, a la par que contribuyen a delimitar ambientes de discusión y debates dedicados al estudio de la Historia.

La revisión de un amplio conjunto documental disperso en distintas instituciones, nos permite comenzar a desentrañar un temprano proceso de institucionalización de la disciplina histórica en la provincia de Salta, en un momento en el que perviven formas de sociabilidad decimonónicas a la par que las instituciones surgidas en Buenos Aires proyectan formas científicas del ejercicio de la profesión. Para este trabajo hemos revisado papeles de diferente orden, pertenecientes en su mayoría a la Junta de Estudios Históricos del Museo Provincial de Fomento y de la Sociedad de Fomento Unión Salteña.[2] Cartas personales, correspondencia oficial, recortes periodísticos y programas de eventos integran un nutrido conjunto documental que permite, por un lado, indagar más allá de los textos historiográficos propiamente dichos y, por el otro, ensayar una apertura en la problematización de los contextos posibles de producción sin descuidar la madeja de relaciones en los que estos se inscriben.[3] El análisis sobre este tipo de documentación permite además observar las estrategias sociales de posicionamiento en el espacio historiográfico que ensayan los actores que participan del mismo.

La elección de la historiografía local por mirar la configuración del espacio historiográfico salteño como un derivado del afán institucionalizador que desarrolla la Junta de Historia y Numismática Americana y el Instituto de Investigaciones históricas en las provincias, privilegiando el análisis de autores y obras consagradas, impide visualizar estos entramados de relaciones e instituciones dedicadas al estudio del pasado. Este primer abordaje permite dar cuenta de la complejidad de estos procesos abriendo una agenda de investigación que implica pensar a la sociedad salteña desde la configuración de diversas instituciones, actores y prácticas que, en las disputas por las interpretaciones del pasado, irán delineando espacios cada vez más especializados del quehacer historiográfico.

 

 

La construcción de genealogías: luces y sombras de los procesos historiográficos

El historiador Atilio Cornejo,[4] de vasta trayectoria en la cultura letrada salteña, construye una suerte de genealogía y reconocimientos desde su presente hacia el pasado, situándose como el heredero de los ‘padres fundadores’ de la historiografía local. En un extenso artículo publicado en 1938 sobre “La cultura de Salta” enumera la “pléyade” de escritores e historiadores que resultan significativos en el espacio local. En una larga lista, que comienza con la instalación de la primera imprenta en Salta, cierra la nómina otorgándole particular importancia a las figuras de Juan Manuel Leguizamón, Bernardo Frías y Juana Manuela Gorriti.[5] Al publicarse por primera vez los tomos completos de la Historia del general Martín Güemes y de la provincia de Salta o sea de la independencia argentina de Bernardo Frías,[6] Cornejo retoma este ejercicio, que supone una sintética pero no ingenua revisión en la cual ‘rescata’ a historiadores salteños y los jerarquiza, inscribiéndose a sí mismo en esa trayectoria.[7] La genealogía elaborada por Cornejo remite a los orígenes de la historiografía salteña entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX con Frías,[8] a quien reconoce como su “profesor y maestro”, y marca un nuevo hito con la creación en 1937 del Instituto de San Felipe y Santiago de Estudios Históricos. La selección de estos dos jalones temporales invisibiliza un contexto de discusiones historiográficas más amplio y una variedad de instituciones e historiadores previos y contemporáneos a Cornejo y emerge una escritura aparentemente desprovista de conflictos, sin mayores comentarios sobre las disputas historiográficas o las tensiones en los incipientes espacios dedicados a la discusión histórica en el ámbito local.

Varios años más tarde, con motivo de celebrarse las I Jornadas de Historia de Salta, en adhesión al IV Centenario de su fundación, la historiadora Eulalia Figueroa Solá realiza una selección de autores que replica la genealogía presentada: Mariano Zorreguieta, Arturo León Dávalos, Bernardo Frías y Atilio Cornejo.[9] La distancia generacional entre los tres primeros autores y Cornejo es significativa, así, la herencia de la tradición de estudios sobre Salta iniciada a fines del siglo XIX y principios del XX parece encarnarse en Atilio Cornejo. En 1983, solo un año después del artículo de Figueroa Solá, Armando Bazán, en su clásico trabajo sobre la historiografía regional del Noroeste, remarca que pese al desarrollo de una tradición histórica asistimos a la inexistencia de centros especializados dedicados a los estudios históricos antes de 1930 en el interior. Sostiene que, para comprender mejor este vacío, no debe perderse de vista que en el país para ese entonces existían nada más que cinco universidades y solamente dos de ellas, Buenos Aires y La Plata, contaban con institutos de investigación histórica. El autor señala que el periodo es testigo, no obstante, del desarrollo paulatino de Juntas de Estudios Históricos en diferentes provincias, entre las que encontramos a la Junta de Estudios Históricos de Córdoba (1920), Junta de Estudios Históricos de Mendoza (1934),[10] Junta de Estudios Históricos de Santa Fe (1935), Junta de Estudios Históricos de Catamarca (1936), Instituto de San Felipe y Santiago de estudios históricos de Salta (1937), Junta Conservadora del Archivo Histórico Provincial y creación de la Facultad de Filosofía y Letras, con la carrera de Historia y el Departamento de Investigaciones Regionales en Tucumán (1936), Junta de Historia y Letras de la Rioja (1940) y Junta de Estudios Históricos de Santiago del Estero (1942).[11] De esta manera, Bazán realiza un recuento de las juntas provinciales partiendo directamente, en el caso de Salta, del funcionamiento del Instituto de San Felipe y Santiago, reforzando con su análisis un extenso periodo de vacancia en donde los años previos no serían estudiados.

La construcción de genealogías como estrategia de legitimación de los grupos en el presente tiene un referente central en Rómulo Carbia, quien realiza uno de los primeros balances historiográficos a escala nacional.[12] Carbia establece una primera genealogía entre los llamados historiadores de la Nueva Escuela Histórica, que los liga directamente a la escuela erudita de Bartolomé Mitre. Considerándose continuadores de dicha tradición y bajo las influencias historiográficas de las escuelas europeas, este proceso de “(auto)filiación y legitimación” que realiza es exitoso en tanto delimita un conjunto de historiadores cuya pertenencia a esta Escuela está dada por la fuerte incidencia del método científico histórico, como también por la creación de ámbitos institucionales que superan los antiguos vínculos personales y, con ello, el criterio de autoridad intelectual de los primeros historiadores de la segunda mitad del siglo XIX.[13] Sin embargo, la filiación con figuras puntuales y las formas de análisis posteriores, también centradas en personalidades específicas del campo historiográfico, obturó en algunos casos la posibilidad de pensar la construcción historiográfica como tarea colectiva, de carácter multifacético y no lineal.

Es posible visualizar también cómo Rómulo Carbia consolida no sólo la propia genealogía de la Nueva Escuela Histórica, a la que él pertenece, sino que fortalece también una idea de historiografía “nacional” frente a historiografías “provinciales”- de diverso carácter, a las que en general presenta en términos peyorativos y con fuertes críticas- siguiendo la propia noción de la construcción de la nación argentina desde una mirada porteño-céntrica. Las historias provinciales van a aparecer en un esquema de centro y periferias, tratadas como “géneros menores”, en general bajo el epíteto de crónicas, de “orientación marcadamente pragmática”, con el propósito de “loar las glorias de una región, exaltar la memoria de un héroe, justificar una o muchas actitudes en un suceso, reivindicar el buen nombre de algún personaje venido a menos en la tradición de su pueblo”.[14]

Esta construcción historiográfica es revisada tempranamente ya por los primeros historiadores provinciales, que reivindican el papel de las provincias en la construcción de la nación argentina. Sin embargo, vemos que en la conformación de los campos historiográficos locales los historiadores replican la construcción de genealogías y los procesos de autofiliación, dejando en evidencia los procesos constitutivos del campo,[15] que generan inclusiones y exclusiones y consolidan figuras e instituciones específicas que, con el devenir del tiempo, aparecerán como canónicas, pero no libres de tensiones, que merecen ser estudiadas y problematizadas.

En el caso salteño, los estudios sobre el espacio historiográfico resultan escasos. Las principales preocupaciones giran precisamente en torno a la trayectoria de algunos pocos historiadores, entre los cuales las figuras de Bernardo Frías y Atilio Cornejo sobresalen como actores predilectos y privilegiados. Un denominador común en los trabajos es el abordaje de la producción historiográfica local como un producto de escasa proyección fuera del espacio regional, como también las formas en que se produjeron las apropiaciones de tradiciones intelectuales europeas y latinoamericanas, pero visualizadas como resultantes de ecos lejanos que impactan en el espacio local.[16] Si bien es posible en algunos de estos trabajos advertir un intento por establecer puntos de conexión entre los historiadores locales y de otros espacios, estos análisis no superan el señalamiento de ciertas influencias historiográficas y usos retóricos presentes en la escritura.[17]

Otros tópicos analizados se vinculan con la construcción de visiones y divisiones sobre el mundo social, las representaciones sobre el pasado local y el peso que éstas asumieron en la construcción de una identidad provincial cristalizada a través de los escritos históricos.[18] Estos trabajos enfocados en la enumeración de obras y en la identificación de estereotipos sociales y de género, pierden de vista la densidad temporal y la conflictividad de los procesos que conducen a la formación de los espacios institucionales y profesionales. Asimismo, otros trabajos centran su mirada en identificar “trazos matrices” en las formas de representar el pasado a través de los escritos de los historiadores, indagando en la relación entre los textos, sus autores y la construcción de representaciones sociales insertas en el juego de distinciones y disputas del mundo social al que pertenecían.[19]

En conjunto, en estos trabajos se encuentran ausentes las redes intelectuales de intercambio y las sociabilidades asociativas desarrolladas durante la primera mitad del siglo XX, como también las dimensiones políticas del accionar de los historiadores en el entramado social y la circulación de su producción en determinados espacios mediante recursos que exceden la producción escrita. Estas ausencias pueden explicarse por la exclusividad otorgada a las obras impresas en desmedro de documentación de archivo alternativa, que permita reconstrucciones contextuales de mayor densidad y rango explicativo.

 

 

Una nueva agenda de problemas en las historiografías regionales y provinciales

En las últimas décadas los virajes teóricos y metodológicos aplicados a la historia de la historiografía, producto de la internacionalización de la disciplina, del ascenso de la historia cultural, la historia intelectual y la historia de las ideas, cambiaron el escenario de indagaciones y se comienza a abandonar la preferencia por una historiografía más cercana a la historia tradicional de las ideas, por un enfoque preocupado por una multiplicidad de objetos de estudio.

Esta agenda renovada despliega su lente de observación sobre las condiciones de producción y la constitución del discurso acerca del pasado, la relación entre los productos de la historia profesional y el mercado de bienes culturales, la organización de lugares para la memoria colectiva, los aspectos institucionales que impactan en la producción historiográfica y las conexiones con otros sectores del mundo social, las instituciones, los campos y los espacios profesionales. Se produce claramente un viraje en los agentes sobre los que se elaboraban las preguntas, incorporando a hombres de letras, profesionales de otras disciplinas, actores colectivos, aparatos del Estado, y se manifiesta un nuevo interés sobre los consumidores y los procesos de resignificación de los contenidos historiográficos.[20]

Este conjunto de nuevos temas y problemas tiene un importante desarrollo en las historiografías locales y provinciales que, al tensionar las miradas construidas en clave nacional, matizan las interpretaciones y generan nuevas preguntas, ampliando también el repertorio de fuentes a indagar. Sin duda, uno de los tópicos por los que se interesan los especialistas a nivel provincial y regional, es el análisis de la tensión entre los relatos matrices del discurso historiográfico nacional y las historias provinciales.

Dos momentos resultan particularmente abordados. Por un lado, la configuración inicial de una historia nacional a partir de las obras de Bartolomé Mitre y Vicente Fidel López fue tempranamente discutida por quienes en las provincias comenzaban a autodenominarse historiadores, ensayando variadas respuestas- en general de corte reivindicatorio- a través de obras de carácter histórico que mostraban el accionar de las provincias en la construcción de la nación.[21] Este temprano desarrollo de las historiografías provinciales tuvo un eje central en el estudio del papel de los caudillos en ese proceso y particularmente revisaron la visión que de ellos construían Mitre y López y la propia historicidad de estas posiciones. De este modo, los historiadores interesados en el estudio de estas tensiones, pero también de las influencias de la obra de Mitre en los historiadores provinciales y el carácter científico que va adquiriendo progresivamente el discurso historiográfico, abordan no sólo el estudio de las obras sino también la reconstrucción de los contextos de producción específicos de los primeros historiadores provinciales, elaborando definiciones que pudieran dar cuenta de su carácter de intelectuales polifacéticos, que desarrollan sus actividades de indagación histórica en el marco de un conjunto de actividades e intereses políticos, culturales, diplomáticos y exploran sus vínculos con el estado y el poder político.[22] Este nuevo enfoque complejiza el estudio de los entramados de relaciones producidas en el seno de la formación de instituciones de producción cultural y el papel de los intelectuales de provincia en el transcurso de fines del siglo XIX a mediados del XX.[23]

El análisis de los contextos específicos permite problematizar también el estudio de los vínculos entre los intelectuales y su circulación por circuitos de intercambio que los relaciona, sin dudas, con Buenos Aires pero también con otros espacios provinciales o regionales, particularmente a partir de espacios de sociabilidad que sientan las bases para una futura institucionalización y profesionalización de la disciplina.[24] Este desarrollo progresivo, aunque también desigual, de las historiografías provinciales permite a los investigadores iniciar un camino de estudios comparativos, para establecer especificidades[25] pero también elementos comunes para avanzar en conceptualizaciones.[26]

Un segundo momento de análisis lo constituye el proyecto de elaborar un relato integrador del pasado argentino promovido por la Junta de Historia y Numismática- desde 1938 convertida en Academia Nacional de la Historia- y por su figura central Ricardo Levene.[27] Este proyecto significa uno de los mayores intentos de concretar una propuesta historiográfica integral que pudiera contar con la presencia de las historias escritas desde las provincias para completar un plan orgánico de historia de la nación que encontrara unidad en “la proporción de las partes y armonía del todo”.[28] El periodo coincide, además, hasta la década de 1940, con un esfuerzo estatal por institucionalizar el calendario de la liturgia patriótica y con la convicción de la eficacia del pasado para el tratamiento de los asuntos del presente por parte de los historiadores, los partidos políticos y los intelectuales.[29]

La convocatoria de especialistas para la elaboración de las historias provinciales, el propio proyecto de Levene de lograr una unidad que integrara estos desarrollos en el esquema de la nación argentina, la legitimación de los historiadores que efectivamente participan y su rol al interior de los espacios intelectuales e historiográficos locales, fueron analizados y problematizados desde diferentes casos provinciales. Aurora Ravina al analizar comparativamente los proyectos historiográficos de la Historia de la nación argentina (1939-1950) y la Historia argentina contemporánea (1963-1967), muestra las características principales que asume el desarrollo de las historias provinciales en el contexto de estas empresas editoriales nacionales, la procedencia ocupacional de los historiadores de provincia, su inserción corporativa en ámbitos como la Academia Nacional de la Historia, las universidades o las Juntas de estudios históricos provinciales. La selección de determinadas trayectorias de vida permitió dar cuenta de los desarrollos historiográficos del interior en respuesta a las historias nacionales.

Lo que resulta evidente es que si el proyecto de Levene acude a la contribución de las provincias para la enorme obra en que se embarcaba, era porque efectivamente en éstas se asiste a un proceso paralelo de institucionalización historiográfica a través de la formación de las Juntas de historia en cada una de ellas y a la ampliación de intelectuales dedicados al estudio de la historia.[30]

El estudio de los espacios provinciales posibilita también la elaboración de nuevas cronologías que dan cuenta de la constitución y consolidación de los procesos de institucionalización y profesionalización tanto de Buenos Aires como de las provincias, lo que produce la apertura de nuevas líneas de investigación que permiten contextualizar cada proceso provincial y habilitar diálogos y recorridos que superaran la idea del desarrollo historiográfico del interior como tarea exclusiva de la voluntad expansionista de instituciones como el Instituto de Investigaciones Históricas o la Junta de Historia y Numismática Americana.

En estos estudios los espacios provinciales ya no disputan la adecuación temprana o tardía a la cronología elaborada por estas instituciones, caracterizando ahora estos procesos con etapas y temporalidades diversas. Del mismo modo, se analizan procesos específicos, estudiando la permanencia de redes privadas y de canales de circulación no institucionales y la coexistencia con otras instituciones públicas y privadas como institutos, juntas, bibliotecas, archivos, museos.[31] Esta coexistencia es particularmente relevante al pensar los espacios provinciales y las condiciones de posibilidad del ejercicio historiográfico en circunstancias en las que las instancias de formación profesional son de aparición tardía.

 

 

Actores y tensiones en el proceso de institucionalización de la Historia

Desde fines del siglo XIX convergen en la ciudad de Salta, como en otras ciudades del interior, círculos de producción cultural que configuran un espacio social cualitativamente diferenciado, con subespacios y circuitos de circulación, de intercambio y de bienes vinculados a la producción de conocimiento, aún sin conformar campos intelectuales propiamente dichos.[32] Enrique Quinteros realiza un mapeo exhaustivo de las experiencias asociativas de la segunda mitad del siglo XIX, incluyendo los espacios intelectuales, de recreo y ocio de las elites locales. Identifica asociaciones culturales, educativas, recreativas y patrióticas,[33] en un campo asociativo que se caracteriza también por los vínculos con los agentes e instituciones estatales, ya que muchos de sus integrantes son miembros de la elite que detentan cargos públicos.[34] Los sectores dirigentes encuentran en estos espacios la posibilidad de neutralizar sus enfrentamientos[35] y dirimir las diferencias en ámbitos más privados que el mundo político.[36]

Distintas experiencias comienzan a delimitar un incipiente espacio de sociabilidad intelectual, como por ejemplo el Club de Lectura y Recreo, fundado en 1857 por un grupo de comerciantes, abogados y médicos. En este club se leían y discutían periódicos procedentes de otras ciudades y, si bien tuvo una existencia efímera, ese espíritu de sociabilidad lo continúan tres asociaciones diferentes: la Asociación Biblioteca Popular, el Ateneo salteño y la Asociación científico literaria, las cuales se conciben como “espacios ilustrados, de civismo y civilización”.[37]

Sin embargo, el estudio de estos espacios no se continúa para la primera mitad del siglo XX, ni tampoco el incipiente proceso de institucionalización de la disciplina. Los estudios historiográficos que abordan la profesionalización de la Historia lo presentan como un proceso inacabado, con etapas y con temporalidades diversas, así, mientras en algunos lugares ya en el siglo XIX la Historia se profesionaliza, en provincias como Salta este proceso se completa recién hacia fines del siglo XX.[38] La profesionalización de la disciplina implica, por un lado, la posibilidad de una dedicación exclusiva a la misma, y que eso permita la subsistencia material de los profesionales, y que no sea ejercida ya como pasatiempo practicado por eruditos cultos; por otro lado, está regulada su investigación y enseñanza en instituciones específicas, sometidas a reglas y controles académicos; y, finalmente, por la posibilidad de distinguir el análisis y el discurso sobre el pasado que realiza el historiador de otros discursos como el literario o el filosófico, a partir de la aplicación de un método propio.[39]

En la provincia de Salta, lo que se advierte es que los intelectuales entremezclan sus actividades políticas o tertulias literarias con la práctica historiográfica y encuentran en ese abigarrado conjunto de posibilidades las formas de legitimación y preeminencia en un campo historiográfico de tardía profesionalización. Así también, este modo de canalizar los conocimientos historiográficos mantiene la centralidad de la esfera pública en la acumulación y reproducción del capital simbólico por parte de la elite intelectual salteña.

Estos historiadores reciben su formación inicial en su ciudad, para realizar recorridos diversos entre los cuales su estadía en Buenos Aires permite pulir la escritura y acumular la cuota de capital simbólico necesaria para fortalecer su presencia en el ámbito local.[40] Las trayectorias de algunos de los intelectuales permite trazar un itinerario de formación y participación en espacios propios de la sociabilidad decimonónica como en ámbitos más especializados, incluso en circuitos de impronta regional y nacional al mismo tiempo, como el espacio que articula la Sociedad Sarmiento en Tucumán.[41]

La casa de Policarpo Romero, profesor del Colegio Nacional, constituye uno de esos espacios en donde se desarrollan reuniones de discusión de las que participan personajes del ámbito cultural como José Gregorio Romero y Juárez, el poeta Calixto Linares Fowlis, el médico y rector del Colegio Nacional Juan Pablo Arias Romero y el poeta e historiador boliviano Ricardo Jaimes Freire.[42] El Colegio Nacional, inaugurado en 1860, cuenta con un programa de estudios ajustado al del Colegio Nacional de Buenos Aires, y se establece como uno de los espacios privilegiados de formación de los hijos de la élite local.[43] Como en otros espacios provinciales, los historiadores locales son los encargados de la enseñanza de diferentes materias, desde donde impulsan los estudios históricos.

A partir de este núcleo centrado en el Colegio Nacional, Vicente Arias Romero, considerado el “decano de los historiadores salteños[44] logra articular una red de trabajo intelectual con preocupaciones historiográficas que reúne en su seno a diferentes generaciones de historiadores. Según uno de sus integrantes, se trata de un movimiento principalmente juvenil, integrado hacia 1934 por estudiantes secundarios y jóvenes egresados del Colegio Nacional, a los que se suman historiadores de mayor experiencia. Resuenan allí los nombres de Alberto Álvarez Tamayo, Carlos Gregorio Romero Sosa, Carlos Reyes Gajardo y Julio Campero y Aráoz. Conocidos como la “Sociedad Amigos de la Historia”, este grupo se dedica al estudio de la historia local y a la organización de campañas hacia localidades del interior de la provincia, con el propósito de recolectar datos sobre tradiciones locales y documentos históricos.[45] Este afán por la recuperación de documentación histórica es parte de las preocupaciones historiográficas de la época y da cuenta del progresivo proceso de profesionalización de la disciplina, y reproduce, en diferente escala, la tarea llevada adelante por la Junta de Historia y Numismática americana pero fundamentalmente la tarea desarrollada por Emilio Ravignani y el Instituto de Investigaciones Históricas en las provincias.[46] Esta tarea se complementa cuando, en 1937, dos de los miembros de esta sociedad, Ramón Escala y Gregorio Romero Sosa, se abocan a la tarea de rescate de archivos privados en poder de algunas familias de la ciudad, recuperando una docena de archivos familiares,[47] revisión que consideran fundamental y constituye uno de los ejes de las polémicas con la obra de Bernardo Frías.[48] Es Romero Sosa uno de los que interpela la producción de Frías, sosteniendo que este autor se redujo a salvar un gran número de tradiciones y a reunirlas sin selección ni crítica, elaborando un relato del pasado salteño en el cual se rescata solo la historia de los parientes de Frías como las familias Moldes y Gurruchaga, “a quienes convertía en ejes de la historia regional, prescindiendo de otras figuras no menos ilustres”.[49]

Los miembros de este grupo se dedican también, en su recorrido por distintos pueblos del interior de la provincia, al dictado de conferencias sobre temas históricos, difundiendo sus propias investigaciones, al tiempo que inician los primeros trabajos arqueológicos del Valle Calchaquí.[50]

Estos espacios colectivos de generación de actividades, si bien esporádicas, coexisten con diversos ámbitos institucionales. Desde 1915 funciona la Sociedad de Fomento Unión Salteña, cuyos miembros evidencian aún ese marcado carácter polifacético de los intelectuales del período que analizamos y constituyen un grupo heterodoxo dedicado a variadas profesiones como la abogacía, la escritura, el periodismo, militares de carrera y miembros del clero.[51] Sin embargo, esta sociedad tiene un rol central en la conformación de otras instituciones que perfilan intereses más específicos.

La Sociedad Unión Salteña es la encargada de organizar y administrar el Museo Provincial de Fomento, una iniciativa de Cristian Nelson y Agustín Usandivaras. Nelson es un ingeniero geólogo danés, especializado en ciencias naturales, química, industria y mineralogía, que arriba a la provincia en 1912, luego de un derrotero que lo lleva por Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Mendoza y San Juan.[52] Por su parte, Agustín Usandivaras es un comerciante y político salteño, miembro de los grupos dirigentes locales[53] lo que al parecer facilita la inserción de Nelson en el ámbito cultural salteño y los apoyos necesarios para la concreción del museo. Los museos provinciales o de fomento tienen un activo desarrollo en Argentina a principios del siglo XX. Susana García indica que hacia 1929 existen en el país 29 museos estatales – nacionales, provinciales, municipales o universitarios – que consisten en instituciones dedicadas a las bellas artes o a la historia, incluyendo entre su acervo patrimonial objetos de ciencias naturales, piezas arqueológicas, etnográficas, históricas y productos industriales con énfasis en el carácter “regional”.[54]

El Museo de Fomento de Salta se enmarca en una lógica de los museos de fomento que implica la concepción de una “autonomía científica” caracterizada por la división del trabajo y la cooperación colectiva,[55] funcionando, al igual que otros, como una “agencia oficial de propaganda sobre la provincia y de asesoramiento sobre la potencialidad económica de los recursos del suelo provincial”, con una fuerte carga de reivindicación de lo autóctono y de los productos locales.[56]

El surgimiento de los museos desde fines del siglo XIX puede enmarcarse – como sugieren Podgorny y Lópes – en un contexto de configuración de redes de intercambio y de provisión de datos y artefactos que no queda exento de las disputas internas por el poder político y por el conocimiento.[57] Hacia 1938, Roberto Escudero Gorriti indica que si bien el Museo no alberga grandes colecciones, logra conformar una de las bibliotecas más importantes de la ciudad, constituida por escritos “regionales”, una colección importante de minerales y una “recopilación de los mejores escritos del pasado”. El carácter del museo queda esbozado con una fuerte impronta productivista, que trata de alejarse de “la vulgar tarea de coleccionar papeles y cosas viejas”. El proyecto de Nelson se presenta así como una institución cuya misión está depositada en la incorporación a la sociedad de “ideas amplias de organización efectiva”, procedimientos científicos adecuados a las exigencias del momento y el desarrollo sistemático de enseñanzas prácticas, “sentimientos de justicia y hábitos de trabajo e impulsos patrióticos” conducentes a la consolidación de una nacionalidad que debía rastrearse en el espíritu de los hombres de mayo.[58] En su tiempo de funcionamiento, Nelson sostiene que la Sociedad de Fomento Unión Salteña se encarga de la observación, estudio y clasificación de problemáticas y necesidades de la provincia. En este sentido, sostiene que la sociedad “ha acumulado ideas, conocimientos prácticos, experiencias y conclusiones, con el objeto de munirse con suficiente capacidad efectiva con que poder iniciar una acción de fomento útil”.[59]

La organización interna del Museo de Fomento queda estructurada en secciones, entre las que se encuentra la de Artes y Letras, que tiene el objetivo de velar por el fomento de estas áreas y auspiciar toda iniciativa de agrupaciones y particulares que tendiesen a levantar el “nivel cultural” y a una incorporación de intelectuales más sistemática.[60] Como parte de los procesos de especialización que venimos advirtiendo y de los intereses específicamente historiográficos de algunos de sus miembros, en poco tiempo se constituye una nueva sección al interior del museo, que se desprende de la sección más general de Artes y Letras. La sección Historia reúne a los historiadores del período quienes, con distintas trayectorias e incluso con diferencias y tensiones que se rebelan cada vez más importantes, delimitan y alientan este espacio de discusión y promoción de conocimientos históricos. Entre sus miembros encontramos, entre otros, a Cristian Nelson, Atilio Cornejo, Miguel Ángel Vergara, Ernesto Miguel Aráoz, Carlos Reyes Gajardo, Ramón Escala, Vicente Arias, Policarpo Romero, Rafael P. Sosa y Carlos Gregorio Romero Sosa. Esta sección establece una fluida correspondencia en red con organismos públicos y privados, facilitando la recolección y envío de ejemplares de diversa índole con otras instituciones de la región. Se conforman así amplias redes de intercambio regional y nacional, una red de consulta de publicaciones que asegura la inclusión en circuitos de intercambio y colaboración centrales al reconocimiento institucional en el contexto nacional. Participan de esa articulación otras instituciones como el Museo Colonial Histórico y de Bellas Artes de la Provincia de Salta[61] y particulares como Ramón Lafuente[62] o el santiagueño Doncan Wagner.[63] La conformación de la biblioteca y el archivo de la Sociedad de Fomento se nutre así de información estadísitica sobre diversos rubros y documentación histórica y bibliográfica.[64]

Desde el seno de la Sección Historia sus miembros dan impulso hacia 1936-1937 a la conformación de la Junta de Estudios Históricos de Salta, que se constituye como el ámbito específico dedicado al análisis, la investigación y la difusión de estudios históricos en la provincia. Conviven en la Junta una variada gama de intelectuales, que incluye antiguos memorialistas y cronistas con historiadores que hacen de las reglas metodológicas y la heurística documental un rasgo distintivo de su escritura. Los años 1937 y 1938 son los más activos de la Junta, sus miembros se concentran en la organización de actividades que impactan en el espacio público, como también en las disputas locales libradas en torno a la recuperación de actores históricos provinciales que posibilite un reposicionamiento del accionar de la provincia en relación a los relatos nacionales en construcción, que lejos de un cuestionamiento radical reclaman la posibilidad de fijar contenidos historiográficos que funcionan como usinas para la elaboración y legitimación de un pasado en común y de relatos identitarios.[65]

En estos mismos años, el accionar expansivo de las instituciones metropolitanas se complementa con los procesos de institucionalización llevados adelante en las provincias. Encaminada a la concreción de una historia nacional capaz de incluir a los estudios históricos provinciales, la Academia Nacional de la Historia incentiva la realización de eventos académicos en las provincias. En 1937 se celebran el Primer Congreso de Historia de Cuyo y un año después las Jornadas de Historia de Santa Fe, reuniones que buscan consolidar el diálogo entre los trabajos realizados por los historiadores locales y los historiadores de Buenos Aires.[66] Ambas experiencias, en las que participan enviados especiales desde la Junta de Estudios Históricos de Salta, funcionan como un laboratorio de observación para trasladar luego el espacio de discusión a la ciudad de Salta.

En 1938, los miembros de la Junta de Estudios Históricos de Salta organizan la Primera Reunión de Estudios Históricos del Norte, actividad a la que adhieren diferentes instituciones de gobierno y académicas, entre las que se destacan el Instituto de Filología de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, la Asociación Argentina de Estudios Históricos de Buenos Aires, la Academia Nacional de la Historia, la Junta de Estudios Históricos de Santa Fe, la Junta de Estudios Históricos de San Juan, la Junta de Estudios Históricos de Catamarca, la Junta de Estudios Históricos de Mendoza, el Consejo General de Educación de la Provincia, el Archivo General de la Nación, el Centro de Estudios Históricos de la Universidad de La Plata, el Cicle Box Salta y el Instituto de San Felipe y Santiago de Salta, de reciente creación, entre otras. Estas adhesiones sostiene Reyes Gajardo, uno de los más activos colaboradores, favorecen el éxito de esta Primer Reunión.[67] Con una estructura de funcionamiento protocolarmente densa, participan en carácter de invitados y representantes tanto historiadores de las Juntas de provincias y eclesiásticas, como miembros de instituciones de Buenos Aires y un amplio y heterogéneo grupo de estudiosos locales. Cristian Nelson y Carlos Gregorio Romero Sosa operan estratégicamente logrando la adhesión de estas instituciones locales y nacionales, lo que les permite contar también con la adhesión del gobierno provincial, tanto en su apoyo simbólico como monetario para sostener la estadía de los invitados externos.

Las jornadas tienen un doble carácter, por un lado, el funcionamiento de trece mesas temáticas con la presentación de más de cien trabajos y, por otro, se suman actos conmemorativos en reconocimiento de próceres históricos que consideran desdibujados en el relato nacional y provincial. En este sentido, Narciso Binayán, Presidente de la Sociedad de Historia Argentina, responde a la invitación girada por Cristian Nelson para participar de este evento, enfatizando que la institución a la que pertenece desde sus inicios había “señalado la necesidad de completar los estudios históricos del país con investigaciones sobre las provincias y territorios, sin lo cual no se podrá contar con una visión integral del pasado de la Nación”.[68]

 

 

Consideraciones finales

El recorrido trazado permite advertir un proceso de formación del espacio historiográfico en donde conviven una variedad de instituciones, con actores que participan de unas y otras, a veces de forma simultánea. Su participación en la construcción del pasado salteño evidencia- a contrapelo de las invisibilizaciones producidas por los dispositivos genealógicos señalados- un quehacer historiográfico que busca emparentarse con instituciones del interior y de Buenos Aires.

El accionar de los actores analizados y la conformación de distintos tipos de instituciones disputan los sentidos de la construcción historiográfica del pasado salteño y abarcan, en este sentido, varios frentes: el propedéutico, mediante una revisión sistemática de los archivos locales, públicos y privados; el institucional, mediante la creación y conexión de instituciones historiográficas provinciales y nacionales, como las juntas históricas, museos, bibliotecas y archivos provinciales, la Academia Nacional de la Historia y la Sociedad de Historia Argentina; el propiamente académico, mediante la comunicación de los resultados de investigación en conferencias, jornadas disciplinares y publicaciones en la prensa y boletines especializados; y el conmemorativo, mediante la organización de actos que tensionan y polemizan con el panteón de héroes construidos desde fines del siglo XIX. En este trabajo se abordan algunos de estos frentes a la vez que se habilita una agenda de investigación que permita seguir profundizando los procesos de institucionalización y profesionalización de la disciplina histórica en Salta.


FUENTES

 

Archivo del Museo Histórico de la UNSa, Fondo Nicolás Vistas.

Archivo del Museo Histórico de la UNSa, Papeles de la Sociedad de Fomento.

Biblioteca Central de la Facultad de Humanidades, Sección Hemeroteca, Caja sin título.

 

BIBLIOGRAFÍA

 

Bazán, A. R. 1983, “La historiografía regional argentina” en Revista de Historia de América, 96, pp. 121 a 172.

Bourdieu, P. 2002, Campo de poder, campo intelectual. Itinerario de un concepto, Montressor, Buenos Aires.

Brezzo, L. 2013, “La nación como proyecto y la escritura de la nación” en Brezzo, L. Micheletti, G. & Molina, E. (eds.) Escribir la nación desde las provincias, IDEHESI, Buenos Aires, pp. 13 a 24.

Buchbinder, P. 1996, “Vínculos privados, instituciones públicas y reglas profesionales en los orígenes de la historiografía argentina” en Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”, Tercera Serie, 13, pp. 59 a 82.

Buchbinder, P. 2008, “La Nación desde las provincias: las historiografías provinciales argentinas entre dos centenarios” en Anuario del Centro de Estudios Históricos Prof. Carlos Segreti, VIII, 8, pp. 163 a 182.

Canter, J. 1946, “Estudio preliminar”, en Romero Sosa, C. G. Romero González. Un guerrero del Norte argentino. Aspectos de la Salta de los siglos XVIII y XIX, Imprenta Ferrari, Buenos Aires, pp. 13 a 78.

Carbia, R. 1940, Historia crítica de la historiografía argentina, Conni, Buenos Aires.

Cattaruza, A. 2003, “Por una historia de la historia” en Cattaruzza, A. & Eujanian, A. Políticas de la historia: Argentina 1860-1960, Alianza, Buenos Aires, pp. 185 a 215.

Cattaruzza, A. 2001, “Descifrando pasados: debates y representaciones de la historia nacional” en Cattaruzza, A. (Dir.) Crisis económica, avance del estado e incertidumbre política (1930-1943), Sudamericana, Buenos Aires, pp. 428 a 476.

Cattaruzza, A. 2018, “Un siglo de libros de historia en la Argentina: la cultura, la política y el mercado editorial” en Badebec. Revista del Centro de Estudios de Teoría y Crítica Literaria, 8, 15, pp. 119 a 235.

Cornejo, A. 1938, “La cultura de Salta” en Boletín del Instituto de San Felipe y Santiago de Estudios históricos de Salta, segundo semestre, 2, pp. 5 a 35.

Cornejo, A. 1971, “El Dr. Bernardo Frías”, en Frías, B. Historia del General Martín Miguel de Güemes y de la provincia de Salta o sea de a independencia argentina, Tomo I, Ediciones Depalma, Salta, pp. XXI a XLIII.

Coudannes, M. 2009, “¿Profesionales o políticos de la historia? La historiografía santafesina entre 1935 y 1955” en Suárez, T. &  Tedeschi, S. (Comps.) Historiografía y sociedad: discursos, instituciones, identidades, Centro de Publicaciones de la UNL, Santa Fe, pp. 27-68.

Devoto, F. & Pagano, N. 2009, Historia de la historiografía argentina, Sudamericana, Buenos Aires.

Dimarco, L. 2018, “Conmemoraciones y apropiaciones sociales conciliadoras: el caso de la “Batalla de Salta” en Revista del Cisen Tramas/Maepova, 6, 1, pp. 123 a 142.

Elbirt, A. L. 2016, “De virutas y cachivaches. La Historia Argentina en las monografías costumbristas de un bibliotecario salteño a principios del siglo XX” en Corpus. Archivos virtuales de la alteridad americana, VI, 2.

Escudero, E. 2013a, “Democracia y federalismo: el lugar de Córdoba en la magna Historia de la Nación Argentina” en Brezzo, L. Micheletti, G. & Molina, E. (eds.) Escribir la nación desde las provincias, IDEHESI, Buenos Aires, pp. 25 a 52.

Escudero, E. 2013b, “Encuadramiento de la memoria. Historia y política a propósito de la Junta de Historia de Río Cuarto (1966-1979)” en Philp, M. (comp.) Territorios de la historia, la política y la memoria, Alción, Córdoba, pp. 109 a 139.

Escudero, E. 2017, “Escenario y temperatura historiográfica: el Congreso de Historia Argentina del Norte y del Centro en Córdoba (1941)”, en Anuario de la Escuela de Historia Virtual, 11, pp. 47 a 68. Disponible en https://revistas.unc.edu.ar/index.php/anuariohistoria/article/view/17317/17038 [consultado el 20 de mayo de 2020].

Eujanian, A. 2013, “Presentación al dossier: El pasado de las provincias. Actores, prácticas e instituciones en la construcción de identidades y representaciones de los pasados provinciales en la Argentina entre la segunda mitad del XIX y la entreguerra” en Historiapolitica.com, Nº 33. Disponible en http://www.historiapolitica.com/dossiers/pasados-provinciales/ [consultado el 20 de mayo de 2020].

Farberman, J. 2010, "Tres miradas sobre paisaje, identidad regional y cultura folclórica en Santiago del Estero" en Prismas. Revista de historia intelectual, 14, pp. 71 a 93.

Figueroa, E. 1982, “Aportes para el estudio de la historiografía de Salta” en Primeras Jornadas de Historia de Salta, Salta, pp. 249 a 262.

Figueroa, F. 1980, Diccionario Biográfico de Salteños, EUCASA, Salta.

García, S. 2011, “Museos provinciales y redes de intercambio en la Argentina” en López, M. M. & Heizer, A. (orgs.) Coleccionismos, praticas de campo e representacoes, EDUEPB, Campina Grande, pp. 75 a 91.

Geres, O. & Quiñonez, M. 2018, “Actores y tensiones en el proceso de institucionalización del espacio historiográfico salteño. La Junta de Estudios Históricos de Salta, 1915-1940” en Segundas Jornadas Nacionales de Historiografía, Universidad Nacional de Río Cuarto, Río Cuarto.

Geres, O. & Quiñonez, M. 2019a, “De la sociabilidad intelectual a la institucionalización de la historia. Salta, primera mitad del siglo XX” en XVII Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia, Universidad Nacional de Catamarca, Catamarca.

Geres, O. & Quiñonez, M. 2019b, “Tensiones y polémicas en el proceso de construcción del campo historiográfico salteño (Primera mitad del siglo XX)” en XXXIX Congreso de Geohistoria Regional, Ituzaingó.

Geres, O. & Quiñonez, M. 2019c, “Una mirada microanaítica de los procesos de institucionalización y de las prácticas historiográficas en Salta en la primera mitad del siglo XX” en IV Coloquio La Selva, La Pampa, El Ande. Las vías interiores de la cultura argentina, ICSOH, Universidad Nacional de Salta, Salta.

Leoni, M. S. & Quiñonez, M. G. 2007, “Historiografía y política en el nordeste argentino. Los intelectuales correntinos en el contexto nacional y regional” en Viel Moreira, L. F. (coord.), Institucoes, fronteiras e política na História Sul-Americana, Juruá, Curitiba, pp. 213 a 228.

Leoni, M. S. & Quiñonez, M. G. 2017, “Articulaciones y tensiones en torno a la conformación del campo histriográfico argentino” en Revista Expedicoes: Teoría & Historiografía, 8, 1, pp. 65 a 82.

Levene, R. 1938, “Prólogo” en Historia de la Nación Argentina, Tomo I, Ateneo, Buenos Aires, pp. 13 a 31.

Martínez, A. T. 2013a, “Intelectuales de provincia: entre lo local y lo periférico” en Prismas. Revista de Historia Intelectual, 17, pp. 169 a 180.

Martínez, A T. 2013b, "La Brasa, un precipitado del ambiente" en Políticas de la memoria, 14, pp. 110 a 117.

Micheletti, M. G. & Quiñonez, M. G. 2015, “Héroes y caudillos en las primeras historias del Viejo Litoral, en el escenario intelectual decimonónico” en Coordenadas. Revista de Historia local y regional, 2, 2, pp. 55 a 81.

Micheletti, M. G. 2013a, “Blasones intelectuales, lecturas regionales, derivas nacionales. Aportes santafesinos a la historiografía académica argentina (1893-1938)” en Anuario de Estudios Americanos, 70, 1, pp.221 a 248.

Micheletti, M. G. 2013b, “Santa Fe en la representación de sus historiadores: el ‘eje histórico’ de la Nación Argentina” en Brezzo, L. Micheletti, G. & Molina, E. (eds.) Escribir la nación desde las provincias, IDEHESI, Buenos Aires, pp. 53 a 80.

Micheletti, M. G. 2013c, Historiadores e historias escritas en entresiglos. Sociabilidades y representaciones del pasado santafesino, 1881-1907, Lumiere, Buenos Aires.

Micheletti, M. G. 2017, “Las tensiones nación/provincia en la configuración de la Historiografía argentina. La escritura de la Historia en Santa Fe (c. 1850-1950)” en Revista Expedições: Teoria da História & Historiografia, 8, 1, pp. 83 a 114.

Molina, E. 2013, “Construyendo la nación desde la periferia: Mendoza y su rol en el mito de los orígenes” en Brezzo, L. Micheletti, G. & Molina, E. (eds.) Escribir la nación desde las provincias, IDEHESI, Buenos Aires, pp. 81 a 100.

Pascual, J. I. 2015, Universidad, Iglesia y Estado. Para una genealogía del campo universitario salteño, Editorial Hanne, Salta.

Pérez, M. & Correa, R. 2007, “Historiografía salteña en las primeras décadas del siglo XX: positivismo e historia científica en Alberto Álvarez Tamayo” en Cuaderno de Humanidades, 17-18, pp. 127 a 140.

Pérez, M. & Correa, R. 2015, “Lecturas omitidas en la crítica historiográfica provincial. El caso de las dos ‘historias’ en Bernardo Frías” en Harrington, C. Escudero, E. (comps.) Primeras Jornadas Nacionales de Historiografía: Actas, UniRio Editoria, Río Cuarto, pp. 432 a 448.

Piccirilli, R. (dir.) 1953, Diccionario histórico argentino, Tomo III, Ediciones Históricas Argentinas, Buenos Aires.

Podgorny, I. y Lópes, M. M. 2013, “Trayectorias y desafíos de la historiografía de los museos de historia natural en América del Sur” en Anais do Museu Paulista, 21, 1, pp. 15 a 25.

Podgorny, I. 2004, “Tocar para creer. La arqueología en la Argentina, 1910-1940” en Anales del Museo de América, 12, pp. 147 a 182.

Quinteros, E. 2017, “Asociaciones decimonónicas. Espacios de poder, cohesión y control social. Salta, segunda mitad del siglo XIX (1850-1900)” en VI Jornadas de intercambio y cooperación entre equipos de investigación y docencia del Instituto de Estudios e Investigación Histórica, Universidad Nacional de Salta, Salta.

Quiñonez, M. G. 2009, “Hacia una historia de la historiografía regional en la Argentina” en Suárez, T. & Tedeschi, S. (comps.) Historiografía y sociedad: discursos, instituciones e identidades, UNL, Santa Fe, pp. 5 a 18.

Quiñonez, M. G. 2013, “Manuel Florencio Mantilla y la construcción de un relato hegemónico del pasado correntino” en Brezzo, L. Micheletti, G. & Molina, E. (eds.) Escribir la nación desde las provincias, IDEHESI, Buenos Aires, pp. 101 a 129.

Ravina, A. 2014, “Historia provincial e historia nacional: lecturas sobre un vínculo historiográfico complejo” en Ravina, A. (coord.) Historia provincial, historia local, historia regional: una relectura en clave historiográfica, Centro de Estudios Históricos Prof. Carlos Segreti, Córdoba, pp. 16 a 33.

Reyna Berrotarán, D. 2017, “Monseñor Pablo Cabrera: obras historiográficas y usos del pasado” en Philp, M. et al, Operaciones historiográficas en contexto, Centro de Estudios Avanzados, Córdoba, pp. 51 a 74.

Rojas, A. 2017, “Esas otras historias del interior. Aproximaciones al locus cordobés desde las crónicas hasta el proceso de institucionalización” en Philp, M. et al, Operaciones historiográficas en contexto, Centro de Estudios Avanzados, Córdoba, pp. 29 a 50.

Romero Sosa, C. G. 1939, “Ideas educacionales de don Juan Martín Leguizamón” en Boletín del Instituto San Felipe y Santiago de Estudios Históricos de Salta, 3, pp. 61 a 71.

Romero Sosa, C. G. 1940, “Manuel Ricardo Trelles, su labor heurística en la historiografía de Salta” en Boletín del Instituto San Felipe y Santiago de Estudios Históricos de Salta, 6, pp. 241 a 248.

Romero Sosa, C. G. 1946, Romero González. Un guerrero del Norte argentino. Aspectos de la Salta de los siglos XVIII y XIX, Imprenta Ferrari, Buenos Aires.

Romero Sosa, C. M. 2016, Papeles con mi padre, Prosa, Buenos Aires.

Sánchez, L. 2015, “Historiografía de Salta en la primera mitad del siglo XX. Algunas reflexiones sobre la construcción de identidades”, en Harrington, C. & Escudero, E. Primeras Jornadas Nacionales de Historiografía: Actas, UniRío, Rio Cuarto, pp. 407 a 417.

Sánchez, L. 2019, “Intelectuales y producciones culturales en Salta. Principios del siglo XX”, en Escudero, E. & Spinetta, M. (comps.) Intersecciones y disputas en torno a las escrituras de la historia y la memoria: Actas de las 2das Jornadas Nacionales de Historiografía, UniRío Editora, Río Cuarto, pp. 19 a 29.

Sosa, R. 1973, Algunos trabajos sobre temas históricos, Dirección de Cultura de la Provincia de Salta, Salta.

Vignoli, M. & Cardozo, D. 2013, “La sociedad Sarmiento, el Instituto de Estudios Históricos y los orígenes de la profesionalización de la historia en Tucumán en los años 1930” en Prohistoria, XVI, 19, pp. 97 a 117.

Vignoli, M. 2015, Sociabilidad y cultura política. La Sociedad Sarmiento de Tucumán, 1880-1914, Prohistoria Ediciones, Rosario.

Villagrán, A. & Vázquez, E. 2010, “Ensayando una/otra lectura de los relatos históricos. Salta. Principios del siglo XX” en Andes. Antropología e Historia, 21, pp. 295 a 316.

Villagrán, A. 2012, Un héroe múltiple. Güemes y la apropiación del pasado en Salta, EUNSa, Salta.


 



[1] El presente trabajo forma parte del Proyecto de Investigación 2512 del Consejo de Investigaciones de la Universidad Nacional de Salta.

* Universidad Nacional de Salta. E mail: rosvaldogeres@gmail.com.

** Universidad Nacional de Salta. E mail: mercedesq76@gmail.com.

[2] Estos papeles integran fondos documentales ubicados en el archivo del Museo Histórico de la Universidad Nacional de Salta y en unas cajas sin nomenclatura de la Hemeroteca de la Facultad de Humanidades de la misma universidad. Se trata de más de 250 piezas documentales diseminadas entre ambas instituciones.

[3] Esta documentación inédita se complementa con las transcripciones de fuentes que realizaron historiadores contemporáneos al proceso, Canter, 1946, Romero Sosa, 1938 y 1946.

[4] Miembro de una de las familias más tradicionales de Salta, egresado del Colegio Nacional, se recibe de abogado en la Universidad de Buenos Aires en 1923 y desde los años ´30 comienza un proceso de participación cada vez más visible en los ámbitos de discusiones intelectuales, Vázquez & Villagrán, 2010.

[5] Cornejo, 1938.

[6] El editor de la obra, Rafael Zambrano, explica en las primeras páginas de la obra Historia del General Güemes, que la introducción del Dr. Atilio Cornejo fue realizada en el año 1955 con motivo de editarse el Tomo IV, edición a cargo del Instituto de San Felipe y Santiago de Estudios Históricos de Salta. En dicha aclaración presenta a Cornejo como “discípulo y continuador de don Bernardo Frías en las investigaciones concernientes a la historia de Salta y de Güemes”. La publicación de los tomos completos data de 1971.

[7] Atilio Cornejo lista a otros intelectuales contemporáneos a Bernardo Frías como Mariano Zorreguieta, Juan Martín Leguizamón, Arturo L. Dávalos, Manuel Solá (h), Julián Toscano, Ricardo Solá, Francisco Centeno, Miguel Otero, Dámaso Uriburu; Cornejo, 1971: XXVII.

[8] Bernardo Frías es sin duda un referente de las primeras producciones historiográficas sobre la Historia de Salta y una personalidad destacada en el ámbito local y de reconocimiento nacional. Nace en Salta en 1866 en el seno de una familia tradicional, cursa sus estudios secundarios en el Colegio Nacional de Salta y superiores en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, donde obtiene el título de abogado y el de Doctor en Jurisprudencia. De regreso a la provincia se dedica al ejercicio de la abogacía, al tiempo que se desempeña como profesor de Historia e Instrucción Cívica en la Escuela Normal y en el Colegio Nacional y desempeña distintos cargos públicos. Fallece en Salta en 1930, Figueroa, 1980 y Piccirilli, 1953.

[9] Figueroa, 1982.

[10] Esta Junta reorganiza sus actividades a partir de la Junta de Historia de Mendoza fundada en 1923.

[11] Bazán, 1983.

[12] Carbia, 1925 y 1940.

[13] Buchbinder, 1996 y Devoto & Pagano, 2009.

[14] Carbia, 1940: 170.

[15] La categoría de “campo” es abordada a partir de los conceptos de Pierre Bourdieu relacionados con el funcionamiento de los campos científico e intelectual. El campo, retomando la metáfora del juego, implica unas lógicas de pertenencia, competencia y por ende también de exclusión. Las formas de pertenencia y jerarquización en el campo están dadas por una serie de reglas y por la posesión de determinados capitales que permiten construir precisamente dicha pertenencia, Bourdieu, 2002.

[16] Correa & Pérez, 2007 y Elbirt, 2016.

[17] Pérez & Correa, 2015.

[18] Sánchez, 2015 y 2019.

[19] Villagrán & Vázquez, 2010 y 2012.

[20] Cattaruzza, 2003: 200.

[21] De un extenso conjunto de trabajos que abordan los desarrollos de las historiografías provinciales en esta etapa, se seleccionan algunos referentes que dan cuenta de la diversidad de enfoques y problemas: Leoni & Quiñonez, 2007 y 2017, Micheletti, 2013a, 2013c y 2017, Quiñonez, 2009 y 2013 y Rojas, 2017.

[22] Martínez llama la atención sobre el uso de las categorías más operativas para referir a los intelectuales de provincia, en tanto figuras mediadoras que participan de las formas diferenciales en que se producen las relaciones entre los productos culturales y los mundos sociales en que estos se encuentran insertos, Martínez, 2013a.

[23] Martínez, 2013a y 2013b, Farberman, 2010, Vignoli & Cardozo, 2013 y Vignoli, 2015.

[24] Vignoli & Cardozo, 2013.

[25] Micheletti, 2013c y 2017.

[26] Leoni & Quiñonez, 2017 y Micheletti & Quiñonez, 2015.

[27] Berrotarán, 2017, Brezzo, 2013, Coudannes, 2009, Escudero, 2013a, Micheletti, 2013b y Molina, 2013.

[28] Levene, 1939: 18.

[29] Cattaruzza, 2001: 432.

[30] Escudero, 2013b y 2017, Geres & Quiñonez, 2018, 2019a y 2019c.

[31] Devoto & Pagano, 2009.

[32] Martínez, 2013a.

[33] Asociación Biblioteca Popular, Asociación Católica, Asociación Científica Literaria, Liga Patriótica, Ateneo Salteño, Club 20 de Febrero, Club de Lectura y Recreo, Club de Negros Alegres, Club Social, Club El Progreso, La Asociación, La Asociación Patriótica.

[34] Quinteros, 2017.

[35] Desde las guerras de independencia en adelante las múltiples fracturas, enfrentamientos, alianzas y desplazamientos de los diferentes sectores de la elite local marcan un derrotero que es necesario saldar hacia fines del siglo XIX. En la relación con el pasado, la configuración de una memoria local y la construcción de la figura del héroe en torno a Martín Güemes, permite conformar una suerte de sentido común historiográfico que implica que diferentes sectores de la elite local se reconozcan herederos del proceso de independencia.

[36] Quinteros, 2017 y Dimarco, 2018.

[37] Quinteros, 2017.

[38] En Salta funcionan desde mediados de la década del ‘40 tres instituciones de nivel terciario que, a instancias del gobierno provincial y por medio de los respectivos convenios, serán incorporadas a la Universidad Nacional de Tucumán: la Escuela Superior de Ciencias Naturales, el Instituto de Humanidades y la Escuela Superior de Ciencias Económicas. A partir de esa estructura surgirán la Facultad de Ciencias Naturales con su Museo en el que existía un Departamento de Antropología (1953); el Departamento de Humanidades con la carrera de Historia, Filosofía, Ciencias de la Educación y Letras (1955) y el de Ciencias Económicas (1959). En 1963, se funda la Universidad Católica de Salta y diez años más tarde la Universidad Nacional de Salta. A pesar que en ambas existe la carrera de Historia, la llamada renovación historiográfica tiene impacto recién desde la recuperación de la democracia en la década del ´80.

[39] Cattaruzza, 2018.

[40] Eujanian, 2013.

[41] Vignoli & Cardozo, 2013.

[42] Romero Sosa, 2016.

[43] Sosa, 1973.

[44] Canter, 1946.

[45] Romero Sosa, 1939: 61. Entre 1936 y 1952 funciona asimismo una Sociedad Amigos del Arte, donde participan algunos de los miembros de la Sociedad Amigos de la Historia junto a poetas, músicos y artistas plásticos. Abocados no sólo a la difusión y promoción del arte, los sujetos que participan de ella juegan un rol central en la construcción de una imagen de la Salta heroica y bohemia.

[46] Leoni & Quiñonez, 2017.

[47] Canter, 1946: 31. Ordenan los archivos de Álvarez Tamayo, Lucio Matorras, Miguel Gorriti, Nicolás Arias Fleming, Zenón Arias Royo, Calixto Linares Fowlis, María Torres Frías, Monseñor José Gregorio Romero y Juárez, de la Flia. Dávalos, el de Juan de Dios Serrano, José María Todd, entre otros.

[48] Geres & Quiñonez, 2019b.

[49] Canter, 1946: 24.

[50] La permanencia de Carlos Reyes Gajardo como párroco de la localidad de San Carlos en los Valles Calchaquíes, permite a las instituciones a las que pertenece contar con un suministro de material fotográfico, bienes patrimoniales, fósiles y restos arqueológicos. Biblioteca Central de Humanidades de la Universidad Nacional de Salta (En adelante BCH-UNSa), Caja s/t, Carta de Carlos Reyes Gajardo a Cristian Nelson, San Carlos-Salta, 1937; Archivo del Museo Histórico de la Universidad Nacional de Salta, Fondo Nicolás Vistas (En adelante AMHUNSa, FNV), Carp. 11, Carta de Cristian Nelson al presbítero Carlos Reyes, Salta, 1936.

[51] Alonso & Caro Figueroa, 2006.

[52] Pascual, 2015 y  Romero Sosa, 2016. Miembro de una familia aristocrática, Cristian Nelson fue también miembro del Museo Etnográfico de Copenhague, del Instituto Científico de Berlín y de la Sociedad Belga de Estudios Históricos de Bruselas. Empobrecido, emprenderá su camino hacia Buenos Aires desde donde realizará un recorrido por diferentes ciudades. Pascual registra un intento fallido de crear un Museo de Fomento Agropecuario en Tucumán hacia 1910, Pascual, 2015.

[53] Desempeña el cargo de Intendente de la ciudad de Salta durante la gobernación de Robustiano Patrón Costas (1913-1916).

[54] García, 2011.

[55] García, 2011: 80.

[56] García, 2011: 81.

[57] Podgorny & Lópes, 2013 y Podgorny, 2004.

[58] BCH-UNSa, Caja. s/t, Reunión de historia: Museo Provincial de Fomento, por Roberto Escudero Gorriti, f.5.

[59] AMHUNSa-CNV, Carpeta 36. Nota manuscrita de Cristian Nelson a Ricardo Solá, presidente del Instituto de San Felipe y Santiago de Estudios Históricos, 1937.

[60] BCH-UNSa, Caja s/t, Organigrama del Museo Provincial de Fomento.

[61] AMHUNSa-FNV, Carp. 44, Nota de agradecimiento del Museo Colonial Histórico y de Bellas Artes de Salta al Museo Provincial de Fomento agradeciendo donaciones recibidas; BCH-UNSa, Caja s/t, Carta del secretario del Museo Colonial Histórico y de Bellas Artes de Salta, Carlos Gregorio Romero Sosa a Cristian Nelson agradeciendo donación recibida, Salta, 1945.

[62] AMHUNSa-FNV, Carp. 25. Nota de acuse de recibo de un lote de diarios de Salta con artículos de Rufino Lafuente, 1938.

[63] BCH-UNSa, Caja s/t, Carta de Doncan Wagner a Cristian Nelson, Santiago-Salta, 1936.

[64] AMHUNSa- Caja Documentos de la Sociedad de Fomento (sin catalogar), Nota de Rogelio Diez, Director del Museo Provincial de Fomento a Wadim Struckhof,  Director General de Asuntos culturales, 1948.

[65] Eujanian, 2013.

[66] Canter, 1946.

[67] BCH-UNSa, Caja s/t, Carta de Carlos Reyes Gajardo a Cristian Nelson, San Carlos-Salta, 1937.

[68] BCH-UNSa, Caja s/t, Carta del Presidente de la Sociedad de Historia Argentina, Narciso Binayán, a Cristian Nelson, 1938.