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“Dejen de creer que carecemos de historia”: Estado e intelectuales en la construcción de la historiografía oficial de Chubut (1958-1968)[1]

 

Guillermo Williams*

 

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Cuadernos de Historia. Serie economía y sociedad, N° 24, 2020, pp. 57 a 83.

RECIBIDO: 22/05/2020. EVALUADO: 30/05/2020. ACEPTADO: 16/06/2020.

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Resumen

Nos proponemos mostrar las formas en que, desde la formación del estado provincial en Chubut (1957), comenzó a establecerse una narración “oficial” del pasado, constituida por el propio gobierno, y a través de una intelectualidad provincial, organizada en la Junta de Estudios Históricos. Dicha narración del pasado chubutense cumplió un rol fundamental en la institucionalización del estado provincial, en tanto se centró en la acciones de grupos interpretados como “agentes civilizatorios”: los colonos galeses, los salesianos y las ocupaciones españolas del periodo colonial, negando así la agencia o la historia de los pueblos indígenas de Chubut.

Palabras clave: Chubut – intelectuales – historiografía

Summary

Our aim is to explain the ways in which, since the formation of the provincial state in Chubut (1957), an official narration of its past was constituted by the government as well as by the province’s intellectuals, organized in the Board of Historical Studies. Such narration of Chubut’s past played a key role in the organization of the provincial State, as it centred around the actions of groups considered as “agents of civilization”: the welsh settlers, the Salesian priests, and the Spanish colonial settlements, thus negating the agency of the indigenous peoples of Chubut.

Keywords: Chubut – Intellectuals – historiography

 

 

 

 

Introducción

La frase que inicia el título de este artículo fue proclamada en el acto inaugural del Primer Congreso de Historia de Chubut, en 1967, evento donde se consolidaron los lineamientos del pasado provincial que proponía el estado chubutense, por medio de la obra de los principales intelectuales regionales dedicados al estudio de su pasado.

La construcción de los pasados provinciales representó una práctica central para establecer una identidad propia y específica de dichas entidades políticas, sociales y culturales, señalando sus diferencias con la historiografía “nacional”, de corte porteñocéntrico, definiendo sus particularidades o incluso, presentándose como una representación más auténtica de la propia nación argentina.[2] Si bien las provincias más antiguas comenzaron a establecer una historiografía propia durante el proceso de consolidación del Estado argentino, el caso de los territorios nacionales de la Patagonia fue diferente. Incorporados por el Estado a partir de la segunda parte del siglo XIX, su pasado fue narrado desde Buenos Aires hasta bien entrado el siglo siguiente.

En el caso de Chubut, a partir del proceso de provincialización y el establecimiento de un gobierno propio, en la década de 1950, se consideró relevante comenzar a definir la identidad, la historia y los particularismos provinciales. Esto se logró de varias maneras, de las cuales nos interesan dos. Primero, mediante una recuperación estatal del pasado chubutense en clave de relato fundacional. Segundo, a partir de la emergencia de un grupo dedicado, bajo los auspicios del gobierno, a la producción y difusión de investigaciones sobre temáticas regionales. Conformada por escritores, periodistas, maestros y sacerdotes de Chubut y otras partes de la Patagonia, la Junta de Estudios Históricos fue el primer órgano destinado a la producción y la divulgación de la historia provincial. A pesar de haber tenido una vida corta, su producción escrituraria, en la que se proponían rescatar eventos y personajes históricos, fue significativa, y logró consolidarse como la lectura autorizada del pasado provincial.

En este trabajo nos proponemos mostrar cómo la formación del estado provincial en Chubut, a partir de 1957, significó la condición de posibilidad para la emergencia de un campo historiográfico específicamente dedicado a Chubut, constituido a partir de las propias acciones del gobierno, pero también mediante la formación de una intelectualidad provincial dedicada a abordar estos estudios. Planteamos, además, que la conformación de dicha narración del pasado provincial cumplió un rol fundamental en la institucionalización del propio estado provincial, en tanto se centró en la as acciones de grupos y actores específicos, como los colonos galeses, los salesianos, los educadores, la prensa y las ocupaciones españolas del periodo colonial, en tanto eran concebidos como “agentes civilizadores”. Esta lectura tiene por propósito, asimismo, negar la agencia o la historia de los pueblos indígenas de Chubut.

La tarea de la Junta de producir un pasado provincial tuvo su momento de mayor desarrollo y visibilidad en la realización del Congreso de Historia de Chubut, donde se consolidó esta historiografía. Para su estudio, planteamos un análisis exploratorio de esta entidad, partiendo de la trayectoria de sus miembros (explorando sus itinerarios sociales y ocupacionales) como de la producción escrita que llegaron a publicar, pensando a sus miembros como parte de lo que se ha llegado a denominar los “otros intelectuales”, que operaban en la periferia de la nación, y para los que su tarea intelectual no era su profesión central. Mediante su producción editorial, pretendemos definir qué historia del Chubut pretendían constituir.

 

 

Intelectuales, historiografía y usos del pasado en la periferia de la nación

Desde el siglo XIX, los círculos de intelectuales, eran aquellos hombres de letras que representaban las voces autorizadas para realizar lecturas sobre la el pasado, la política, la sociedad y la cultura nacional. Esta es una idea, como bien ha señalado Fiorucci, compatible con lo que Raymond Williams definió como “productores culturales”: “…figuras establecidas en instituciones políticas, económicas, sociales y religiosas, implicadas “en la producción y reproducción del orden social y cultural general”.[3] Centralmente, eran aquellos que definían lo que comprendía la “identidad nacional”. Lógicamente, Buenos Aires era el centro de la intelectualidad argentina.[4] Los grandes escritores y figuras públicas provenían de este ambiente y, para aquellos que pertenencia al interior del país, era su inclusión en las elites porteñas los que le otorgaban el grado de legitimidad para pertenecer a estos círculos.

Sin embargo, la situación en el interior del país era diferente. Laguarda & Fiorucci explican que los círculos de intelectuales en las provincias y los territorios nacionales estaban constituidos tanto por representantes de las elites letradas, pero también por “otros intelectuales”: maestros, sacerdotes, periodistas y escritores que se han dedicado a escribir sobre la geografía y la historia de las provincias y los territorios, incluso buscando definir las “identidades” regionales.[5] De todas formas, Fiorucci explica que “…a pesar de poseer algunas características comunes, ‘los otros’ no se recortan como un grupo distinguible. El mote no funciona como una categoría nueva para pensar a los intelectuales que no están en el ‘centro’…”.[6] Pero esta marginalidad se evidenciará solo en relación a los intelectuales de Buenos Aires; por el contrario, estas figuras resultan centrales en los círculos sociales y políticos de su ámbito regional.

Por otro lado, para pensar el vínculo entre los intelectuales y la construcción de un pasado provincial, partimos de algunas claves que nos provee Neiburg: a la hora de pensar la relación entre los intelectuales durante el peronismo y la creación de “mitologías nacionales”, el autor plantea la existencia un “esquema de eficacia permanente”, que considera una manera de pensar la historia orientada a dar un propósito “organizativo”.[7] Así, la recuperación del pasado como forma de entender el presente y realizar proyectos futuros es la responsable de la naturalización de la idea del país como una entidad a la vez nueva y ancestral.

Paralelamente, al respecto de la construcción de los relatos históricos, Neiburg afirma que “Al igual que en todo mito, estas narraciones se fundan también en una complicidad entre las percepciones del presente y las representaciones del pasado, en una lógica circular donde los diagnósticos sobre el presente están descritos en términos históricos, mientras que los relatos sobre el pasado en realidad niegan la historia mostrándola como una reproducción de lo mismo”.[8]

También nos interesa pensar en las claves que nos aportan los estudios en perspectiva sub-nacional, en tanto compartimos la afirmación de Eujanian:

 

…los estudios atentos a casos provinciales y regionales aspiran a algo más que ser parte de una sumatoria de experiencias peculiares o a introducir matices en una trama más o menos conocida. Ofrecen la oportunidad de volver a pensar esa trama atendiendo a la diversidad de procesos, escenarios y actores que la constituyen[9]

 

Desde principios de la década de 1930, comienzan a emerger en la Patagonia los primeros intelectuales territorianos, cuyo rol consiste en dar voz a la creciente demanda política de constituirse como provincia, exigiendo salir del periodo que el relato político del momento pensaba como “inmadurez”.[10] Su interés no estaba puesto en el pasado, sino justamente en el presente y el futuro de estos territorios. De hecho, la historia de la Patagonia era escrita por intelectuales de Buenos Aires.

Orientando nuestra mirada a Chubut, podemos afirmar que, previo al proceso de provincialización, no podemos hablar de una historiografía específicamente chubutense, en tanto los estudios de este territorio en particular se circunscriben dentro de una historiografía de la Patagonia.

Pero entre las décadas de 1950 y 1960, en consonancia con los procesos de provincialización, comienza a manifestarse la necesidad política de construir narraciones autorizadas del pasado de estos territorios, justamente como un relato fundacional de los mismos. Esto se llevará a cabo, en varias provincias patagónicas, a través de las conformaciones de juntas de estudios históricos, organismos que emergen como iniciativas estatales, destinados a nuclear a los intelectuales provinciales estudiosos del pasado, efectivamente atribuyéndole a sus producciones un alto grado de “oficialidad”. En el caso de Neuquén, una Comisión de estudios históricos es creada por decreto del gobierno territoriano en 1953. En Rio Negro, es creada en la década de 1960. Su primer presidente es Raúl Entraigas. Como veremos, muchos de los personajes que emergen en esta junta aparecerán en la junta chubutense.

 

 

Un pasado para una nueva provincia

El periodo 1955-58 trae profundos cambios para Chubut. Su población finalmente adquiere una ciudadanía plena, a través de la provincialización del territorio nacional.[11] La adquisición de derechos políticos genera también algo novedoso, la política, que hasta el momento había sido un derecho negado a los habitantes de los territorios, a excepción de las elecciones municipales. En ese sentido, el peronismo inició el avance hacia la consecución de una ciudadanía plena de los habitantes; en el caso de Chubut, eso fue logrado poco tiempo después del derrocamiento de Perón. También representó la posibilidad de pensar el perfil productivo que tendría la provincia. Pero también implicó una trasformación territorial, en tanto la nueva provincia significó la disolución de la gobernación militar de Comodoro Rivadavia (1944-55), y la restitución de los límites a los previos a 1944.

En 1957 se designó una convención provincial constituyente, con el objetivo de redactar la carta magna. Las tres comarcas que históricamente comenzaron a definirse a principios de siglo: el valle inferior del rio Chubut, Comodoro Rivadavia y Esquel, fueron las zonas designadas para enviar representantes a la convención. Como bien señalan Gatica & Pérez Álvarez la población rural chubutense fue claramente excluido de esta representatividad, en tanto sus pobladores no eran precisamente lo que “la modernidad” pretendía representar.[12] El campo fue representado por hacendados, y por la injerencia de actores como las sociedades rurales regionales.

Desde su primera sesión, la convención se convierte como una arena política donde emerge una narración del pasado chubutense, y donde se manifiesta un uso claramente político del mismo. El evento inicia con una seguidilla de homenajes solicitados en la primea sesión de la convención.[13] El primero fue dedicado a los convencionales constituyentes de 1853, “por el claro sentido del porvenir de la Patria que tuvieron” y porque “bajo su advocación los Convencionales de Chubut, piensan cumplir su mandato”. Posteriormente, se pidió que el homenaje se haga “extensivo a los que murieron en la Revolución Libertadora, ya que ellos hicieron posible la restauración de la Carta Magna del 53”. Por último, se propuso que el homenaje se extienda “a los primeros colonos galeses que arribaron a Puerto Madryn en 1865, como así también a las restantes corrientes inmigratorias que realizaron la conquista de Chubut y crearon el adelanto con el trabajo, la fe y el patriotismo”.[14]

Superando la lectura inicial, que aparenta enmarcar la convención en el “espíritu constitucionalista” de 1853, podemos ver como los tres homenajes están interconectados bajo una lógica muy clara; aquella que piensa la constitución de 1853, a la revolución libertadora y a los galeses como la civilización, y al mundo indígena y al peronismo como la barbarie.[15] Posteriormente, la segunda sesión de ese mismo día se inicia con un mensaje del presidente, Jorge Galina, enunciando que “Chubut nace a la vida civilizada en el año 1865, con el aporte de la colonización galesa…” (pág. 21, tomo 1). Pero los usos del pasado en la convención constituyente no terminan ahí.

Una de las discusiones centrales de la convención consistía en decidir qué ciudad se constituiría como capital provincial. Los candidatos eran Rawson, primera ciudad de Chubut, fundada por los galeses en 1865, y Comodoro Rivadavia, la ciudad más grande y la más pujante desde el aspecto económico. Comodoro había sido capital de la gobernación militar hasta el inicio del periodo de provincialización, lo cual, sumado a su desarrollo económico, representaban las razones para sostener sus pretensiones capitalinas. Sin embargo, el pasado fue el argumento esgrimido en favor de Rawson. Los constituyentes abogaban que Rawson era el lugar de la tradición, de la cultura y de la historia. Y por ende, el lugar de la política. Comodoro, por su parte, era considerada el lugar del trabajo. Pero no cualquier trabajo, sino un trabajo extractivista.[16] Eso era contrastado con la cultura rural del valle, fundada – nuevamente – por los galeses, donde la tierra era trabajada, y producía frutos. Finalmente, Rawson fue elegida capital.

La convención constituyente señala ya tempranamente un relato hegemónico del pasado, donde la colonización galesa opera como un factor central bajo el que se piensa Chubut, como un espacio civilizado y construido por esta comunidad, y cuyos logros han permitido que la provincia sea capaz de explotar todo su potencial económico. Esto último es constantemente enfatizado, en consonancia con el discurso desarrollista que atravesaba las políticas estatales a nivel nacional a partir de ese periodo.

En 1958, con un peronismo proscripto, se realizaron las primeras elecciones provinciales, en las cuales resultó victorioso Joge Galina (UCRI). En un mensaje del 1 de mayo de 1960, el gobernador reconoce como dos factores que guían el porvenir de la provincia a la colonización galesa y a la obra salesiana, estos últimos, “…que asistieron, con amor, la agonía de una raza que se sumergía en los misterios del pasado”.[17]

Una de las tareas iniciales del gobierno de Galina consistió en conformar los distintos ministerios y oficinas públicas.[18] Entre ellas se encontraba a Dirección de Cultura y Turismo, presidida en esta primera instancia por el docente y escritor Virgilio Zampini. Desde sus comienzos, la Dirección tuvo por objetivo la producción y difusión de obras referidas al pasado provincial. Esta iniciativa vio una luz inicial con la producción de una revista, surgida en 1958, denominada Primeras páginas de historia del Chubut, mecanografiada y copiada por mimeógrafo. Su primer número constaba de 14 hojas, contando con un prólogo y el artículo “Un capítulo de la historia del Chubut”, escrito por el profesor Orestes Trespailhie y dedicado enteramente a la historia de la colonización galesa. En su último apartado, se trata la relación entre galeses y tehuelches.

Esta temática fue reforzada en 1961, con la publicación del cuadernillo Semblanza de la epopeya galesa en Chubut, escrito por Frances Evelyn Roberts y publicado en 1961.

El centenario de la colonización galesa en 1965 representó un evento central en el desarrollo de eventos y producciones culturales en la provincia. Las festividades ocuparon varias jornadas, e incluyó un contingente de representantes del gobierno británico y de la sociedad galesa, así como del presidente Arturo Illia. El Eistedfodd, tradicional evento anual de competencias artísticas de Gales, establecido en la colonia desde sus inicios pero que lentamente fue desapareciendo, fue revitalizado y mantenido ininterrumpidamente hasta la actualidad desde 1965. En esta ocasión, la dirección de Cultura inició además un proceso de publicación y reedición de obras clásicas referidas a la temática, escritas por algunos de los “padres fundadores” de la colonia galesa. Efectivamente, la colonia galesa fue coronada como el mito fundacional de Chubut.

Sin embargo, una de las iniciativas culturales más significativas del periodo fue la de conformar una Junta de estudios históricos de Chubut. La ley provincial 187 de 1960 sanciona la creación de la “Junta de Estudios Históricos y Geográficos de la provincia del Chubut”. El proyecto fue presentado por el diputado provincial Antonio Gargaglione (partido Demócrata Cristiano). En los debates, se fundamenta la creación de la junta en base a antecedentes de fundación de instituciones de investigación por parte de diversos gobiernos provinciales y universidades, con los ejemplos del Museo de La Plata, constituido a partir de la colección donada por Francisco Moreno y Florentino Ameghino, así como la Junta Histórica y Numismática[19]. Sin embargo, Gargaglione aclara que, a pesar de haber logrado obtener apoyo estatal, estas instituciones surgieron de iniciativas privadas. Por el contrario, esta ley promueve la creación de esta entidad como una iniciativa puramente estatal. Enfatiza además que, junto con Rio Negro (1953), Chubut es la primera provincia en promover una iniciativa de este tipo, tomando como un antecedente directo en el territorio la Junta de Estudios Patagónicos, radicada en Comodoro Rivadavia durante el periodo de la Gobernación Militar de Comodoro Rivadavia. La urgencia de formar una institución con este propósito responde, según Gargaglione a que:

 

… mucha gente cree que Chubut es una provincia sin historia, y tiene sin embargo pasajes que merecen ser conocidos y venerados por todos los hijos de este Estado. Desde la gesta galesa, a la incursión del Coronel Palacios, la acción del comandante Roca, la expedición del Coronel Fontana, hasta el descubrimiento del petróleo en 1907 y la radicación de lanares, indican pasos que merecen ser estudiados a fondo[20]

 

La ley fue sancionada, aunque se produjo un conflicto en la sesión legislativa, ya que un diputado señalaba las alarmantes similitudes de dicho proyecto con uno presentado con anterioridad, en el que se proponía la creación de un museo histórico provincial, proyecto que fue sancionado con fuerza de ley, pero nunca llegó a concretarse.[21]

De todas formas, la intervención de Gargaglione manifiesta claramente que aspectos del pasado serán abordados por esta junta: la actuación de los galeses, la incorporación del territorio al Estado Nacional, y su desarrollo económico.[22]

 

 

El pasado provincial en escena: el Primer Congreso de Historia del Chubut

Más allá de su temprana creación, la Junta de Estudios Históricos no fue constituida hasta noviembre de 1967, en el marco del Primer Congreso de Historia del Chubut. Este congreso transcurre en el marco del gobierno dictatorial de Onganía, encuadrado, como bien muestra Binder, en el proyecto desarrollista que el estado nacional pretendía llevar adelante en todo el territorio argentino.[23] El congreso tendría un doble objetivo: consolidar la narración oficial del pasado provincial, destinada tanto para la provincia como para la nación, y poner en un mismo escenario a los intelectuales que estudiaron la Patagonia desde Buenos Aires, y a los nuevos intelectuales provinciales.

El Congreso consistió en distintas sesiones realizadas en Puerto Madryn, Trelew, Rawson y Comodoro Rivadavia,[24] donde fueron presentados múltiples trabajos, tanto de historiadores de la provincia como del resto de la región patagónica y de Buenos Aires, que operaron como “padres de la historiografía de la Patagonia”.

Durante las jornadas, diversos representantes de las “fuerzas vivas” de la sociedad fueron agasajadas, tanto políticas (militares e interventores, en el periodo de dictadura en que se llevó a cabo) como del ámbito docente, en particular de los colegios nacionales, las escuelas privadas (centralmente, las religiosas) y del Instituto Universitario formado en Trelew, que en la década de 1980 conformaría la sede local de la Universidad Nacional de la Patagonia.

Los discursos inaugurales del congreso estuvieron a cargo de Luis Feldman Josin, quien se desempeñaría como presidente de la Junta de Estudios Históricos, y de Lorenzo Amaya, su presidente honorario, en ese momento considerado una figura fundacional de la historiografía chubutense

En su discurso, Feldman Josin explicó que “la historia del Chubut es anterior a la misma fundación de Buenos Aires y, por ende, la primera en el país”,[25] e hizo énfasis en la urgencia con la que debe ser escrita y divulgada la historia provincial, con el propósito que “…los hermanos argentinos que no la conocen dejen de creer que carecemos de historia y que no tenemos tradiciones, como frecuentemente se escribe y se oye decir”.[26] En una breve síntesis histórica, hace énfasis en los viajes exploratorios españoles y en la colonización galesa, en la expedición de Fontana y en el descubrimiento del petróleo en 1907. Además, indica que “tres son los fastos más grandes del Chubut: 28 de julio de 1865, cuando arribaron los galeses; el 25 de noviembre de 1885 cuando se descubrió el valle ‘16 de octubre’ y el 13 de diciembre de 1907, cuando se logró el petróleo”.[27].

El discurso de Lorenzo Amaya enfatizó que, en el Chubut “…existe una continuidad de hombres representativos que en sus épocas respectivas dieron el todo de su empeño y capacidad en favor de la región”.[28] Fiel representante de una concepción positivista de la historia, toma a las figuras de Lewis Jones (fundador de la colonia galesa) y de Fontana como aquellos sujetos que construyeron al territorio del Chubut. El último hombre al que elogia es a su amigo, Feldman Josin. Pero el discurso de Amaya, como muestra Binder, también tenía otra intencionalidad: la de denunciar al peronismo como un factor obstaculizador del desarrollo de las elites terratenientes en Patagonia, en tanto en 1943 el gobierno nacional le quitó tierras obtenidas por el propio Amaya mediante el desalojo de comunidades indígenas en la zona de Nahuelpan, en las proximidades de Esquel, en 1937. El gobierno de facto (visto en este periodo como “proto-peronista”) restituyó estas tierras a las comunidades indígenas.[29]

El discurso de clausura, pronunciado por Armando Braun Menéndez, constituye el momento de legitimación de la Junta, por cuanto describe este congreso como el surgimiento de un sector de historiadores e intelectuales locales, capaz de narrar la historia de su propio territorio. Braun Menéndez explico que “vivimos ahora… una nueva etapa en el desarrollo histórico de la Provincia del Chubut: la del desenvolvimiento cultural”.[30] Y en este sentido, agrega:

 

es un hecho cierto e indiscutido que en la Patagonia, de pocos años a esta parte, no se leía. Las radios y las revistas llenaban un interés intelectual de fácil sustentación… Advertimos ahora con sincero e íntimo regocijo esta especie de ansiedad intelectual que es tan propicia para el logro del conocimiento y por su camino, el de la verdad[31]

 

En la última parte de su discurso reconoce que la investigación histórica sobre Chubut siempre ha sido realizada, “salvo honrosas excepciones”, por cuenta de historiadores nacionales, y celebrando este congreso como la instancia de surgimiento de los intelectuales e historiadores locales.

 

 

Los integrantes de Junta de estudios históricos de Chubut

La Junta se conformó con los participantes del congreso de historia. De cierta forma, ambos elementos son indisociables. Si bien llegaron a ser 20, sólo ocuparemos de algunos de ellos. Efectivamente, su conformación reflejaba el interés de juntar lo que en el periodo se denominaban las “fuerzas vivas” de la sociedad: el ejército, la marina, la policía, la educación, la prensa, y el ámbito cultural. Podemos pensar dos grupos: los intelectuales chubutenses y  los miembros honorarios.

Su director fue Luis Feldman Josin.[32] Nacido en Buenos Aires en 1910, se formó como maestro en Córdoba, y desde los 20 años comenzó a ejercer la profesión en escuelas del interior del país. Militante en el Partido Socialista, inició su carrera como periodista escribiendo en diarios como El Comercio, que posteriormente adquirió.[33] Debido a su militancia fue removido de su cargo, por lo que, junto con su mujer, se trasladaron a Patagonia, instalándose en Esquel. Como explica Lionetti,

 

En las primeras décadas del siglo XX, el Estado se hacía presente en la Patagonia con el arribo de esos agentes estatales que, junto a la figura de policías, enfermeras, jueces de paz y médicos, se enfrentaron a una realidad social que siempre parecía estar en camino de alcanzar la plena condición de civilizada. Los educadores, referentes de ese proceso de estatalización y portadores de la tradición pedagógica de la transformación del otro, se convirtieron en referentes de la comunidad[34]

 

Allí continúo su labor educativa y periodística. En 1936 publicó un artículo en El monitor de la Educación Común, titulado “Ambiente histórico y geográfico de una escuela del Chubut”, dedicado a describir su experiencia como educador y, a la vez, realizando una descripción histórica, natural, geológica y social del territorio. Finaliza el artículo afirmando:

 

El maestro de la Patagonia es digno de la alta misión reservada a la escuela de la Patagonia, esa tierra que alberga un mundo cosmopolita, llegado de allende los mares o nacido a la sombra de sus riscos y peñascos, y que debe ser convertida en una Sociedad Argentina, respetuosa de sus leyes y compenetrada  de los altos y sagrados propósitos se animan a las naciones cultas en marcha ascendiente hacia el perfeccionamiento institucional, económico y social[35]

 

En la década del 30 incursiona en el periodismo, estableciendo el diario “Esquel”, donde operaba a favor de los intereses de la elite terrateniente de la zona, estableciendo una campaña de desprestigio a los indígenas, apoyando su desalojo. En 1958, protagonizó una fuerte disputa con Osvaldo Bayer, joven periodista del diario Esquel, que es despedido por sus posturas ideológicas antagónicas.

Opositor ferviente al peronismo, sus opiniones contrarias el gobierno llevaron a la clausura del diario en 1950. Celebró la Revolución Libertadora y se convirtió en un referente local del antiperonismo. En 1954 fundó en Trelew el diario Jornada, que hasta el día de hoy representa uno de los medios hegemónicos de prensa del valle de río Chubut. Desde fines de la década de 1950 comienza a participar activamente en diversas asociaciones de periodísticas nacionales y latinoamericanas, e incluso participando en comisiones de las Naciones Unidas, pero también en otras organizaciones locales, como la Corporación de Fomento del río Chubut (CORFO).[36] En 1965, se desempeñó como secretario general de la Comisión de festejos del centenario de la colonización galesa.

En 1964 publica Rio Encuentro, donde analiza la historia y la resolución de un conflicto limítrofe con Chile por un pequeña área cordillerana, mostrando, con una fuerte lógica nacionalista, cómo los habitantes chilenos no reconocían los límites y se internaban en territorio argentino, desconociendo la autoridad de los gendarmes, y La obra civilizadora del maestro del Chubut de 1966, centrado en experiencia propias así como de otros educadores de la provincia, tanto argentinos como de la colonia galesa.

Fallecido en 1971, Feldman Josin representó un claro ejemplo de lo que interpretamos como intelectuales locales: proveniente de un entorno no académico, dedicado a la educación y al periodismo, pero también, una figura pública de gran relevancia en la provincia, una clara voz de los intereses de las elites locales.

Otro actor central en la Junta fue Virgilio Zampini. Profesor de letras, él representaba la faceta académica de este grupo de intelectuales provinciales. Además de desempeñarse como primer director de cultura de la provincia, fue Director de cultura de la Municipalidad de Gaiman, y promotor de las numerosas iniciativas culturales mencionadas previamente.

Se dedicó a estudiar la historia de la colonización galesa, especialmente en relación al posterior desarrollo del espacio chubutense.[37] En la década de 1970, Zampini publicó Chubut, breve historia de una provincia argentina (1975) donde realizaba un recuento histórico de la provincia, pensándola desde una óptica de pertenencia institucional del territorio chubutense a los diversos soberanos y gobiernos (la corona española, las provincias unidas del Rio de la Plata, la Confederación y posteriormente la República Argentina), su organización institucional (sus adscripciones territoriales hasta su conformación como provincia), y la presencia europea en el territorio de Chubut, desde el desembarco de Simón de Alcazaba y Sotomayor en el siglo XVI.[38] La colonización galesa ocupaba un rol central en esta obra.[39]

Zampini se vinculó al ámbito educativo universitario, siendo profesor en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales en Trelew. Además, participó en la elaboración de los contenidos mínimos para la educación primaria y secundaria, particularmente en el área de estudios regionales. En 1978, el Ministerio de Educación de la Nación delegó a las provincias esta tarea, por lo que Zampini, junto con otros colaboradores, elaboraron una carpeta de materiales informativos y didácticos, llamada Chubut mi provincia. En esta carpeta no se mencionaba ningún aspecto del pasado indígena de Chubut.

Otro miembro era Virgilio González, también vinculado a la educación en la provincia, formando parte del grupo que compiló la carpeta Chubut mi provincia, así como otros materiales educativos, como libros de texto e incluso historietas sobre la expedición de Alcazaba y sobre los rifleros del Chubut. Estuvo fuertemente vinculado a la comunidad galesa a través de su esposa, Luned Roberts, una de las principales referentes de la comunidad y la cultura de la colonia galesa.

También referente de la comunidad galesa, Frances Evelyn Roberts tuvo una participación muy activa en la investigación sobre la historia de la colonia galesa, escribiendo y ayudando en la traducción al castellano y publicación de algunas obras clásicas, como del libro de Lewis Jones La Colonia Galesa.[40] Se desempeñaba como  directora del Museo Regional de Gaiman, Además, era la única mujer participante del congreso y de la Junta.

Aurelio Saleski Ulibarri, reconocido escritor, poeta y ensayista de Gaiman, publicó varios volúmenes de poesía patagónica y, desde la Junta de Estudios Históricos, presentó un análisis sobre el poblamiento inicial de Sarmiento.

El periodismo también representaba una de las ocupaciones centrales de estos intelectuales provinciales. Junto a Feldman, encontramos a Roberto Ezpeleta y Diego Zamit, importantes referentes del mundo periodístico provincial, y ambos a cargo de los medios de comunicación hegemónicos de Comodoro Rivadavia.

Ezpeleta poseía para ese periodo una extensa trayectoria periodística: para 1950 era editor del diario El Rivadavia, de mayor circulación en la provincia, y desde 1967, editor de El Patagónico, fundado por Roque González, quien fue gobernador de Chubut entre 1963 y 1965. Bajo la dirección de Ezpeleta, estos diarios publicaron tomos dedicados al 50° y al 70° aniversario de la fundación de Comodoro Rivadavia.[41]

Diego Zamit fundó el diario Crónica de Comodoro Rivadavia en 1962, en un periodo donde comenzaba a finalizar el llamado “boom petrolero”, resultado de las políticas petroleras iniciadas por el gobierno de Frondizi de apertura de contratos a empresas extranjeras. Al igual que Feldman Josin, participó en numerosas entidades periodísticas a nivel nacional. Abogado de profesión, Zamit también se dedicó a la docencia, y llegó a ser secretario del primer consejo superior de la Universidad Nacional de la Patagonia.[42] Tuvo una destacada actuación política, desempeñándose como representante de Comodoro Rivadavia en la convención constituyente de 1957 y posteriormente como diputado provincial.

Significativamente, Zamit y Ezpeleta eran los únicos referentes de dicha ciudad, evidenciando su falta de representación en la junta, así como una clara hegemonía del “valle” como espacio de concentración de los intelectuales chubutenses, y como “lugar” de la historia provincial.

Respecto a los miembros honorarios de la junta, un elemento que los vincula es su pertenencia a la Academia Nacional de la Historia, así como su papel en la construcción de la historiografía patagónica desde el periodo territoriano. Principalmente son militares, sacerdotes, terratenientes y escritores, con una fuerte tradición conservadora y nacionalista.

El presidente honorario fue el Dr. Lorenzo Amaya. Nacido en Tucumán en 1896, Amaya se radicó en Esquel en 1918, y se convirtió en una de las figuras centrales en la elite local, cercana al director de Territorios Nacionales, y representante de Esquel en los congresos de territorios nacionales durante la década de 1930. Jorge Oriola presenta algunos datos biográficos, caracterizándolo como el ideólogo del violento desalojo de Nahuelpan de 1937, debido a sus pretensiones de expandir su propiedad territorial (a compartir con sus hermanos) en las cercanías de Esquel, expropiando territorios pertenecientes a la comunidad indígena que los ocupaba. Posteriormente, una porción de estas tierras fueron restituidas, hecho duramente criticado por la prensa local, especialmente en el diario Esquel, dirigido por Feldman Josin. Como explica Oriola, “Se omitía la causa inicial, el despojo, pero se criticaba duramente la restitución, parcial, según el medio, producto de la envidia. Curiosa manera de presentar al victimario como víctima”.[43] En su discurso de inauguración del Primer Congreso de Historia del Chubut, hace mención al “vil despojo” a la que se vio sometido. Además, se desempeñó como interventor federal en Neuquén.

Amaya representaba para esta generación de intelectuales uno de los principales historiadores sobre Chubut, a partir de su libro Fontana, el Territoriano, una biografía de Luis Jorge Fontana, primer gobernador del territorio nacional de Chubut publicada en Buenos Aires en 1935. Esta obra circuló entre los sectores nacionalistas de las Fuerzas Armadas y de la política nacional.[44] Su obra resulta clave en cuanto corporiza la presencia estatal en una figura que representa los valores de la idea de nación que operaba a la hora de construir los territorios nacionales.

Los principales historiadores invitados eran Ricardo Caillet-Bois, en ese periodo director del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani, y el chileno Armando Braun Menéndez, que, en ese periodo, era considerado uno de los principales historiadores de la Patagonia. Miembro una de las familias terratenientes más poderosas de la Patagonia argentina y chilena, para la década del 60 había publicado numerosos libros referidos a la historia patagónica y magallánica.

Otra de las figuras centrales de la historiografía de Patagonia era el ensayista Aquiles Ygobone. Su literatura, de fuerte corte nacionalista, se centraba en los actores que operaron en la incorporación de la Patagonia al Estado nacional, como Francisco Moreno, los misioneros católicos y los colonos galeses. Su lectura negativa del mundo indígena queda claramente reflejada en el título de una de sus obras, Ceferino Namuncurá. Redentor de su raza de bronce. Su rol como intelectual quizás es más significativo en su obra La Patagonia en la realidad argentina, donde realizaba un análisis de la situación de los territorios nacionales hacia 1945. Esta última obra pensaba en términos de inclusión nacional y soberanía, como una actualización de la obra de José Sarobe, dedicada a la misma temática.

Entre los miembros honorarios patagónicos se encuentran dos sacerdotes salesianos, dedicados a escribir sobre la historia de la evangelización en la Patagonia desde la década de 1930: Raúl Entraigas, oriundo de Carmen de Patagones y Pascual Paesa. Ambos jugaron un rol significativo en poner en valor la presencia española en la Patagonia durante el periodo colonial.[45]

También se encontraba Juan Hilarión Lenzi, reconocido intelectual santacruceño de periodo territoriano. Lenzi fue uno de los principales ideólogos de la conformación institucional de la provincia de Santa Cruz, así como escritor de su historia oficial.

Finalmente, encontramos dos historiadores del norte del país: el padre Ramón Rosa Olmos, historiador y periodista catamarqueño, y el teniente coronel Arnoldo Oscar Phister, quien fue designado como gobernador de facto de Salta tras el derrocamiento de Perón en 1955.

 

 

Temáticas y publicaciones del Congreso y la Junta

A lo largo del congreso, se presentaron dieciséis trabajos, muchos de los cuales fueron publicados en los Cuadernos de historia del Chubut, una serie de siete números editados por la Junta entre 1968 y 1970. Junto a estos trabajos, en los Cuadernos se reeditaron dos obras previamente publicadas y que, por diversas razones, no habían llegado a tener una amplia difusión. El propósito de esta iniciativa era darles una mayor divulgación, especialmente en instituciones educativas, bibliotecas populares, etc.

Cada cuaderno contenía entre tres y cinco artículos, no siempre organizados a partir de temáticas específicas. De todas formas, ciertas temáticas predominan a lo largo de las publicaciones.

La principal es la colonización galesa, sobre la cual se publicaron cinco artículos. Los primeros dos fueron publicados en el primer cuaderno, de febrero de 1968. El primero, escrito por Virgilio Zampini y titulado “Significación de la colonización galesa en el desarrollo del Chubut”, presenta la “epopeya galesa” como “el factor decisivo del poblamiento del Chubut y sienta las bases de su desarrollo político, económico y cultural”.[46] A lo largo del texto, el autor presenta una cronología de la colonización, y posteriormente explica estos tres desarrollos que mencionaba previamente; políticamente, explica que la constitución aprobada en 1955 mantiene “…un resabio del fervor municipal y voluntad de autonomía de los colonos primeros”.[47] Económicamente, explica el desarrollo de canales de riego y la producción agrícola, así como la pacifica relación de los galeses con los indígenas y el comercio establecido entre ellos, culminando este apartado con la creación de la Compañía Mercantil del Chubut y el desarrollo de la colonia 16 de octubre. Respecto al desarrollo cultural, señala cuatro factores centrales en la colonia: las capillas, las escuelas, el Eisteddfod y el periodismo. Este artículo reproduce el matiz de epopeya con el que la experiencia colonizadora galesa comenzaba a leerse y que, a través de los festejos de 1965, quedó definida en la historiografía oficial provincial y en la memoria colectiva de los chubutenses, especialmente en los habitantes del valle. Actualmente se continúa leyendo esta parte de la historia provincial bajo estos mismos términos.

El segundo artículo aparece en este mismo cuaderno. Escrito por Feldman Josin, su título es “Centenario del riego en Chubut” y presenta una reseña histórica leída en el acto conmemorativo de dicho evento, en noviembre de 1967. Presentada como una “aventura”, el texto reproduce los adjetivos laudatorios que aparecen en la mayoría de los escritos del periodo, al punto de afirmar que los colonos “…construyeron la mejor provincia argentina, por el espíritu de sus habitantes, por su perseverancia, por su espíritu de empresa y por su respeto a las leyes que emanan de un pueblo libre que ama la libertad y le rinde culto”.[48]

El tercer artículo aparece en el segundo cuaderno. Representa una crónica de la celebración del centenario del periódico Y Brut, primer periódico del territorio, aparecido en la colonia galesa (en idioma galés) en 1868. Dada la considerable participación de periodistas en la Junta, no sorprende la importancia dada al evento. Otro artículo de la misma temática lo sigue, titulado “Reseña histórica del periodismo en Chubut”, escrito por Feldman Josin, donde narra la historia de los periódicos galeses, centrándose especialmente en la obra de Richard Berwyn, quien fue el primer docente de la colonia, y fundó además el periódico Y Brut: su trayectoria es similar en ciertos puntos con la del propio autor, en cuanto la docencia y periodismo son profesiones que se entrecruzan en este personaje.

El cuarto artículo referido a la experiencia galesa aparece en el cuarto cuaderno, publicado en septiembre de 1968. Este presenta una serie de comunicaciones epistolares con diversas instituciones de administración educativa y la comisión nacional de museos, monumentos y lugares históricos, con el objetivo de solicitar que la Escuela Nacional 18 de la colonia 16 de octubre sea declarada monumento histórico. Debido al rechazo de la petición por esta institución, la Junta de Estudios Históricos publicó esta serie de cartas con el objetivo de reiterar el pedido.[49] El concepto de “justicia histórica” atraviesa los argumentos a favor de esta propuesta. Propuesta que surge de los directores de la escuela ya en 1963. Interesantemente, entre las fechas conmemorativas enumeradas por Feldman Josin y Lorenzo Amaya en sus discursos inaugurales del primer congreso de historia, este evento no es resaltado.

El último artículo destinado a los diversos aspectos de la colonización galesa aparece en el séptimo cuaderno. A diferencia de los anteriores, la totalidad de los artículos que lo conforman están atravesados por una temática común, y central en la formación y profesión de la mayoría de los miembros de la junta: la enseñanza. Prácticamente todos los artículos referidos a la colonia galesa están encuadrados en el festejo de centenarios de los diversos procesos y eventos narrados, como la enseñanza, el periodismo, y el riego.

La segunda temática, mencionada previamente, es la de la enseñanza en la provincia del Chubut. Además del artículo mencionado, la totalidad de los artículos del cuaderno siete abordan la educación en la provincia, desde distintas perspectivas, y centrándose en diversos actores. A diferencia de los presentados en los primeros cuadernos, estos trabajos no corresponden a ponencias presentadas en el primer congreso de historia del Chubut. De hecho, una de ellas, titulada “Aporte cultural de los docentes del Chubut”, de Francisco Arancibia, fue presentado en el Segundo congreso de historia del Chubut.[50] Los artículos del cuaderno comienzan por establecer una cronología de la institución escolar en el territorio del Chubut, partiendo de la colonia galesa como espacio inicial de su aparición, pero también tomando otros ejemplos. Un artículo escrito por Pascual Paesa retoma el rol de los educadores salesianos en el territorio de Chubut, partiendo desde el conflicto entre la iglesia y el estado en la segunda parte del siglo XIX, sobre el cual presenta similitudes con el avance del peronismo sobre la iglesia en 1955, particularmente refiriéndose a la quema de iglesias.

A lo largo del texto, Paesa presenta la obra educacional salesiana, desde los primeros colegios a fines del siglo XIX, culminando con la fundación de instituciones en Comodoro Rivadavia, espacio donde, según Paesa, “el aluvión internacional de razas amalgamadas por el señuelo de oro negro excitado por agitadores rojizos, no era ciertamente el ambiente más acogedor para un colegio religioso”.[51] Es en Comodoro Rivadavia donde el autor vincula la educación salesiana con el crecimiento de la nación, a partir, por un lado, de un colegio de artes y oficios para producir obreros y empleados para YPF, y por el otro, a partir de la creación del Instituto Universitario Patagónico, la primera institución académica del territorio y, en la década de 1960, la Universidad San Juan Bosco.

Otra temática relevante es la presencia colonial española en el espacio chubutense, entre el siglo XVI y el XIX, cubierta en dos trabajos, presentados en el Primer Congreso de Historia del Chubut. Ambos cubren los dos episodios más significativos de la experiencia colonial hispana. El primero, de Juan Carlos Alemán, fue publicado en el segundo Cuaderno, y describe la expedición de Simón de Alcazaba y Sotomayor a la costa del actual territorio chubutense. En el Cuaderno 4 es publicado el artículo “Sangre en la Península Valdés. El Martirio del Padre Pogio” de Raúl Entraigas, en el que narra la historia del fuerte San José, establecido en 1779, hasta su ataque y destrucción por grupos indígenas en 1810. Ambos eventos han sido retomados como un “rescate histórico” y su revalorización (especialmente en el contexto de los 500 años del descubrimiento de América) como un ejemplo de “justicia histórica”.[52]

Otros trabajos presentados en las jornadas, que no llegaron a ser publicados en los Cuadernos refieren al viajo de exploración por la Patagonia de George Musters, en la década de 1870, escrito  por Hipólito Solari Yrigoyen, y otro de Callet-Bois, historiador naval, donde analiza el comercio en la costa patagónico. Solo un trabajo analiza una temática sobre el siglo XX, el de Diego Zamit, sobre la Convención Provincial Constituyente de 1957.

De los siete cuadernos, el 5 y el 6 son libros, reeditados por la Junta, debido a la dificultad de conseguir las ediciones originales, y para lograr una mayor difusión en escuelas y en el público. El primero de ellos es Fontana, el Territoriano, publicado en 1935 por el previamente mencionado Amaya.

En este texto, el autor presenta una biografía del coronel Luis Jorge Fontana, glorificando las acciones de este sujeto tanto en Chaco como en Chubut, como un representante del avance del Estado Nacional por sobre los territorios nacionales, hasta ese momento ocupado por grupos indígenas y como civilizador de los mismos. Su obra tuvo un fuerte impacto a nivel nacional, en particular en los sectores más conservadores y las Fuerzas Armadas. Al respecto de este libro, Manuel Carles, fundador de la Liga Patriótica, comentó:

 

…que obra bella hizo usted exaltando la memora de un ilustre como Fontana! Cuando haya justicia histórica, después del nubarrón de insignificancia que obscurece el momento actual de la república, la figura del “Territoriano” aparecerá como prócer de la civilización argentina. Será modelo de patriotismo, es decir, de abnegación, de desinterés y hombría de aquella noble generación, que se internó en el desierto, para integrar la soberanía territorial de la Republica[53]

 

El segundo, de menor circulación y menor impacto a nivel nacional, fue “exploraciones y colonizaciones de la Patagonia central”, de Francisco Pietrobelli. Editado originalmente en italiano, el libro narra las experiencias de este inmigrante veronés en el territorio del Chubut, desde su aparición en la colonia galesa, y su viaje hacia el sur, que culminó en la fundación de la colonia sarmiento y, posteriormente, buscando una salida al mar para los productos agrícolas y ganaderos de la colonia, con la fundación de Comodoro Rivadavia en 1901.

Los Cuadernos de historia de Chubut dejan de publicarse en 1971, en coincidencia con el fallecimiento del Feldman Josin, su principal promotor. De allí en adelante resulta complejo rastrear el desarrollo posterior de la propia Junta. El sucesor natural fue Zampini, y las escasas publicaciones posteriores a esa fecha, bajo la promoción de la junta, son de su autoría. Entre ellas, se encuentra una Breve crónica del Chubut, de 1975, y Una breve descripción de la colonización galesa en Chubut, de 1977, exhibido en el museo regional de Gaiman.

En 1973 se celebra, en Comodoro Rivadavia, el Segundo congreso de historia argentina y regional, organizado por la Academia Nacional de la Historia. Si bien tiene una amplia convocatoria de numerosos historiadores de todo el país, el único participante chubutense perteneciente a la Junta es Zampini. De los miembros honorarios de la Junta, participan Callet Bois, Braun Menéndez y Entraigas, quien vuelve a presentar en este Congreso el mismo trabajo publicado en los Cuadernos de historia de Chubut.

Los grandes ausentes de esta historiografía son los pueblos originarios. Desde las intervenciones en la convención constituyente, hasta este último Congreso organizado por la Academia Nacional de la Historia, observamos como la colonización galesa, y la presencia del estado en el territorio chubutense han operado como una marca que evidencia los basamentos sobre los que se fundara la narrativa hegemónica del pasado provincial, al menos hasta la década de 1990, cuando una nueva generación de historiadores, egresados de universidades radicadas en la provincia, comienzan  reformar y a cuestionar los cañones historiográficos chubutenses.

 

 

Conclusiones

Desde sus propios inicios institucionales, el estado chubutense ha acudido al pasado como una herramienta para legitimar ciertas prácticas y beneficiar ciertos grupos, activamente excluyendo otros. A la cabeza de esta operación se encuentran actores del mundo político, aquellos que dieron forma a la provincia en su primera década de existencia, pero también actores de la sociedad civil, que operaron como intelectuales de provincia.

Mediante un marco institucional generado por el estado provincial, y tutelados por los intelectuales de Buenos Aires, estos grupos locales ocupar un espacio oficial, como los historiadores autorizados de Chubut, para producir y reproducir una lectura de la historia, la memoria, y de esta forma, la “identidad provincial”.

Apadrinados por los intelectuales del periodo territoriano, caracterizados por su defensa del nacionalismo, el catolicismo y de la oligarquía terrateniente, los nuevos intelectuales comenzaron a desarrollar una lectura del pasado provincial desde su propio lugar de enunciación. Sin embargo, como hemos visto, su forma de narrarlo apenas difería del de sus padrinos.

Claramente, el proyecto desarrollista –y, paralelamente elitista- que atravesaba las políticas nacionales, y las pretensiones provinciales, se reflejan en las producciones de estos intelectuales, así como en los usos políticos del pasado que emergen en los primeros años de formación de la vida política institucional de la provincia

La experiencia galesa, leída en clave de gesta y epopeya, representa el inicio y el eje por el cual la provincia fue habitada y pensada. El Estado se ve representado en la figura de Fontana, bajo una lectura de héroe civilizador, que incorporó el “desierto” patagónico a la Nación. Viajeros y exploradores son también presentados como aquellos que establecieron las condiciones para la ocupación; desde Alcazaba hasta Pietrobelli, sus viajes permitieron la ocupación territorial y el avance de la “civilización” en Chubut.

El gran ausente en esta producción historiográfica son los indígenas. El énfasis en el momento de descubrimiento y exploración, en el progreso y el desarrollo implica un esfuerzo de estos intelectuales invisibilizar aquello que consideraban  “incivilizado”. Si el indígena aparece, lo hace únicamente en clave antagónica.

De todas formas, si bien los textos de la Junta fueron centrales y definieron una forma de estructurar la historia provincial (e incluso, formaron a muchos futuros historiadores académicos), es interesante destacar que la producción de estos intelectuales locales ha sido prácticamente eliminada de los circuitos historiográficos académicos actuales. Curiosamente, ahora representan objetos de estudio para analizar como estos sujetos construían una lectura del pasado anclados en su propia contemporaneidad. Es precisamente por ello que hoy los pensamos como intelectuales. Sin embargo, por fuera del ámbito académico, sus interpretaciones del pasado provincial continúan operando en la sociedad chubutense.


FUENTES

 

AAVV. 1968, Cuadernos de Historia del Chubut, N° 1, Junta de Estudios Históricos del Chubut, Trelew.

AAVV. 1968, Cuadernos de Historia del Chubut, N° 2, Junta de Estudios Históricos del Chubut, Trelew.

AAVV. 1968, Cuadernos de Historia del Chubut, N° 3, Junta de Estudios Históricos del Chubut, Trelew.

AAVV. 1968, Cuadernos de Historia del Chubut, N° 4, Junta de Estudios Históricos del Chubut, Trelew.

AAVV. 1969, Cuadernos de Historia del Chubut, N° 5, Junta de Estudios Históricos del Chubut, Trelew.

AAVV. 1969, Cuadernos de Historia del Chubut, N° 6, Junta de Estudios Históricos del Chubut, Trelew.

AAVV. 1970, Cuadernos de Historia del Chubut, N° 7, Junta de Estudios Históricos del Chubut, Trelew.

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[1] Este artículo es una versión corregida y aumentada de la ponencia “Escribiendo la historia provincial: la Junta de estudios históricos de Chubut, 1968-1971”, presentada en las XV Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia, Comodoro Rivadavia, 2015.

* Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco. E mail: jgwilliams_85@yahoo.com.ar

[2] Martínez Zuccardi, 2012.

[3] Fiorucci, 2013: 165-6.

[4] Eujanian, 2013.

[5] Laguarda & Fiorucci, 2012: 9.

[6] Fiorucci, 2013: 167.

[7] Neiburg, 1998: 96.

[8] Neiburg, 1998: 112.

[9] Eujanian, 2013: 5.

[10] Barros, 2007.

[11] Raffaelle, 2012.

[12] Gatica & Pérez Álvarez, 2012: 4.

[13] Esto ha sido desarrollado por Barros & Williams, 2017.

[14] Barros & Williams, 2017: 3.

[15] Barros & Williams, 2017: 4.

[16] Recordemos que, desde 1907, Comodoro Rivadavia se constituyó como una ciudad productora de petróleo.

[17] Mensaje del Gobernador del Chubut, Provincia del Chubut, 1960, pág. 10.

[18] Ibarra, 2003.

[19] Diario de Sesiones de la Honorable Legislatura, Provincia del Chubut, 7 de Julio de 1960, 152° Reunión, pág. 297

[20] Ibid. pág. 299.

[21] Ibid.  pág. 301.

[22] Vale la pena reposar la mirada brevemente en la figura de Gargaglione: asentado como comerciante de lana en la zona de Esquel, durante la década del 30 recopiló material sobre indígenas en la meseta central de Chubut, que fue publicado en 2001 por Rodolfo Casamiquela, reconocido y controversial estudioso de los indígenas patagónicos, Maggiori, 2006: 185. Un “intelectual territoriano”, Gargalione compartía el circulo de estudiosos de las culturas indígenas del territorio nacional del Chubut junto con Harrington y Escalada, Domínguez & Vezub, 2018. Pero su interés radicaba en los indígenas como objeto de estudio, más que como ciudadanos de Chubut. En 1957 participo en la convención constituyente, como una voz contraria a la defensa de la posesión de tierras en manos de indígenas, en tanto “La posesión de la tierra en manos de esos aborígenes, muchas veces ha de conspirar contra la economía de la zona donde están radicados esos indígenas”, Pérez & Gatica, 2006: 14.

[23] Binder, 2015.

[24] Junto al Congreso de Historia de Chubut, entre 1967 y 1968 se llevaron a cabo unas Jornadas de Historia rionegrina, que conto entre sus participantes con numerosos autores que también asistieron al de Chubut.

[25] AAVV, “Crónica del Primer Congreso de Historia del Chubut” en Cuadernos de historia del Chubut, 1, febrero de 1968, Junta de Estudios Históricos del Chubut, Trelew, pág. 12.

[26] Ibíd, pág. 12.

[27] Ibíd., pág. 13. Resulta interesante pensar, retrospectivamente, como la fecha del 25 de noviembre no ha entrado en el calendario festivo conmemorativo provincial, y, mientras que el 28 de julio es la principal fecha conmemorativa provincial, el 13 de diciembre solo es un feriado en comodoro Rivadavia, sitio del descubrimiento del petróleo. El otro feriado provincial, 30 de abril, corresponde a un evento de 1902, donde, durante la misión de la comisión de límites con chile, los habitantes del área de Trevelin, en su mayoría galeses, decidieron mediante plebiscito pertenecer a la argentina. Esta fecha, sin embargo, ha sido recuperada y revalorizada a partir de la conmemoración de su centenario en 2002.

[28] Ibíd., pág. 13.

[29] Binder: 2015, pág. 162.

[30] AAVV, “Crónica del Primer Congreso de Historia del Chubut” en Cuadernos de historia del Chubut, 1, febrero de 1968, Junta de Estudios Históricos del Chubut, Trelew, pág. 16.

[31] Ibíd., pág. 16.

[32] Lucia Lonetti ha realizado un interesante trabajo de reconstrucción biográfica sobre este individuo, por lo que presentaremos solo algunos datos centrales.

[33] Lionetti, 2013: 208.

[34] Lionetti, 2013: 108.

[35] Feldman, 1936: 56.

[36] Lionetti, 2013: 209.

[37] Estaba casado con Albina Jones, de la comunidad galesa, quien también escribió sobre la colonia, publicando dos libros genealógicos sobre las familias galesas.

[38] Williams, 2014.

[39] Fue a partir de este libro que se articuló la historia del territorio chubutense por etapas, determinadas por su “pertenencia institucional”, articulación que se reprodujo en los libros de texto de producción provincial, así como en otras producciones historiográficas, como el libro de Clemente I. Dumrauf Historia de Chubut (Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, 1996).

[40] Lewis Jones, La Colonia Galesa. Una nueva Gales en Sudamérica. El Regional, Rawson, 1993.

[41] Hasta la actualidad, el “Cincuentenario de Comodoro Rivadavia”, editado en 1951 por El Rivadavia, representa una de las fuentes más valiosas para analizar la historia de la ciudad hasta ese periodo. Publicado en el periodo “dorado” de la ciudad, en la cual era capital de la Gobernación Militar de Comodoro Rivadavia, el volumen analiza la obra “modernizadora” del gobierno militar y del peronismo en la región. El libro Comodoro 70, publicado por El Patagónico, sigue estos pasos, centrándose fuertemente en los datos provistos por el texto anterior.

[42] La Nación, Lunes 14 de agosto de 2000 en http://www.lanacion.com.ar/28702-fallecio-el-periodista-diego-j-zamit

[43] Oriola, 2008: 3.

[44] Esto se evidencia en la contratapa de las ediciones de 1935 y de 1968 (publicada por la Junta de Estudios Históricos de Chubut), donde se reproducen comentarios respecto al libro por parte de los intelectuales referentes de estos círculos.

[45] Williams, 2016.

[46] Zampini, Virgilio, “Significación de la Colonización Galesa en el Desarrollo del Chubut” en Cuadernos de Historia del Chubut, 1, febrero de 1968, Junta de Estudios Históricos del Chubut, Trelew, pág. 21.

[47] Ibíd. pág. 24.

[48] Feldman Josin, Luis, “Centenario del Riego en el Chubut” en Cuadernos de Historia del Chubut, 1, febrero de 1968, Junta de Estudios Históricos del Chubut, Trelew, pág. 48.

[49] AAVV, “Pedido para que la Escuela N°18 de Trevelin, Chubut, sea declarada monumento histórico”, en Cuadernos de Historia del Chubut, 4, septiembre de 1968, Junta de Estudios Históricos del Chubut, Trelew, pág. 53.

[50] Lamentablemente todavía no hemos logrado contra datos referidos a este Congreso.

[51] Paesa, Pascual, “La Escuela Salesiana y su aporte a la cultura del Chubut” en Cuadernos de Historia del Chubut, 7, octubre de 1970, Junta de Estudios Históricos del Chubut Trelew, pág. 67.

[52] Williams, 2016.

[53] Amaya, Lorenzo, Fontana, el Territoriano (Cuadernos de historia del Chubut, 5, julio de 1969), Junta de Estudios Históricos del Chubut, Trelew.