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Mujeres insurgentes en la antesala del Cordobazo[1]
Paula Andrea Lenguita*
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Cuadernos de Historia. Serie economía y sociedad, N° 23, 2019, pp. 43 a 62.
RECIBIDO: 26/11/2019. EVALUADO: 06/12/2019. ACEPTADO: 20/11/2019.
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Resumen
Las memorias de dos insurgentes argentinas nos permiten una reescritura de la historia femenina en los años sesenta, poco antes del Cordobazo. En ese sentido, damos lugar a una participación femenina en aquellos convulsionados de la Resistencia Peronistas, entrecruzando las biografías de dos militantes que tanta influencia alcanzaron en ese movimiento político, antes y después de la pueblada provincial de mayo de 1969. En fin, según pensamos las voces femeninas que resistieron a las dictaduras latinoamericanas son un capítulo fundamental de la historia de las mujeres en los años sesenta, aun cuando poco interés han despertado todavía en los estudios del período.
Palabras claves: memorias – mujeres – combatientes – peronistas.
Summary
The memories of two Argentine insurgents allow us to rewrite women's history in the 1960s, shortly before the Cordobazo. In that sense, we give place to a feminine participation in those convulsed of the Peronist Resistance, interweaving the biographies of two militants that so much influence reached in that political movement, before and after the provincial town of May 1969. In short, as we think the female voices that resisted the Latin American dictatorships are a fundamental chapter of the history of women in the sixties, even though they have not yet awakened much interest in the studies of the period.
Keywords: memories – women – women combatants – Peronists.
Introducción al militarismo desde las mujeres
En plena guerra civil española, la obra literaria de Virginia Woolf titulada Tres Guineas inaugura una mirada reveladora de la narrativa femenina contra el autoritarismo belicista y la posición de las mujeres frente a él. En sentido estricto, la autora comenzó dicho ensayo político intentando responder a la pregunta masculina de cómo las mujeres pueden detener la guerra. En cada tramo de ese viaje literario, desde una mirada femenina sagaz y aleccionadora, la metáfora de la donación le permite cuestionar el edificio patriarcal al denunciar un clima sexista en ese ambiente inglés de entreguerras, instando a un cambio en la segregación educativa, laboral y política, al que son forzadas las mujeres. Según una reflexión sucinta de Marta Lamas, la atención de la autora inglesa ubica claramente la bisagra histórica del belicismo masculino, su radicalización como una ofensiva contra las mujeres y esta cultura militarista contraria al interés libertario de las mujeres según Woolf.
Ella vincula el pacifismo a la batalla contra el sexismo y la discriminación que implican los roles sexuales rígidos, pues ve la guerra como un mal masculino. La primera guerra mundial la radicaliza. Lo dice en Una habitación propia la guerra endureció las ideas de las mujeres sobre sus hombres gobernantes. La guerra le parece una ficción descabellada, absolutamente masculina. Y aunque ella misma reconoce que se va volviendo más consistentemente femenina, el movimiento sufragista queda relegado por la guerra, y se debilita al conseguir el voto[2]
Como pensamiento pionero contra ese autoritarismo belicista, Virginia Woolf reconstruye la realidad a la que están sometidas las mujeres en su tiempo y sociedad, con el objetivo de comprenderla, para evitarla sin negarla. En esa inmersión literaria de 1938, paralela a un tiempo de rebeldía para las republicanas, está la clave de una tensión que volvería a provocarse una y otra vez. Entre la mística revolucionaria y la violencia armada, en medio de un horizonte femenino que intenta reponer su situación al tiempo que pretende superarla. En ese contexto, y desde una retórica epistolar en este caso, Virginia Woolf redacta un inigualable manifiesto pacifista contra el autoritarismo masculino.[3] Desde esa concepción feminista y antifascista, la autora introduce la relación inobjetable entre la cultura patriarcal y la tendencia belicista como esquema dominante. Al hacerlo, inspira la escritura femenina proveyéndole el sentido de incomodar a ese orden imperante como expresión de la segregación padecida por las mujeres.
Evidentemente, es necesario poner en tensión este alegato de la autora inglesa en relación a la lucha libertaria emprendida por las mujeres republicanas primero y las latinoamericanas que posteriormente se lanzaron a la lucha armada en los años sesenta. En esa clave interpretativa, es posible comprender las representaciones femeninas en los distintos tramos de la historia política del siglo pasado, y el rol desempeñado por los enfrentamientos armados en distintas latitudes para darle sentido a la participación de las mujeres en las insurgencias políticas y su posterior represión autoritaria.
Enfoques de género para estudios de las insurrectas
Existe una obra preliminar donde esta historiografía femenina sienta las bases para la comprensión de la función interpretativa del género en la historia, permitiéndonos preguntar sobre los contextos históricos del sexismo y las definiciones que en cada etapa se establecen. Por esa razón, compartimos la mirada propuesta por Joan Scott para darle sentido a ese recurso historiográfico imprescindible del reconocimiento de las relaciones de poder entre los géneros, en distintos tramos de la historia reciente.[4] Por consiguiente, este enfoque del pasado es necesario para considerar la temática de las milicianas y las mujeres insurrectas entre la primera y la segunda mitad del siglo pasado. Porque no sólo nos permiten un diálogo con la historia contemporánea de esa sujeción y las manifestaciones libertarias que la enfrentan, sino porque es un recurso para considerar los tramos específicamente insurreccionales y revolucionarios en el occidente contemporáneo, a partir de la historia de las mujeres.
Según pensamos, ese campo problemático de la historiografía reciente, es iniciado por la obra de Mary Nash.[5] Según la autora es preciso distinguir las etapas de esta incorporación femenina a los frentes armados, su significado y forma de operar sobre el conjunto de la lucha insurgente y el enfrentamiento con la dictadura posterior. Tal como señaló tempranamente Mary Nash para el caso de las republicanas, las versiones románticas, heroístas y viriles se impusieron sobre las mujeres que se sumaron a los frentes armados. Además, la autora insiste en señalar cómo esas incorporaciones fueron introduciéndose como forma de privilegiar el objetivo libertario, en un tiempo, como dice Woolf, en el que la guerra provocó el repliegue de las corrientes sufragistas. Más aún, dicho estudio admite que, en la antesala de la Segunda Guerra Mundial, la incorporación de milicianas españolas fue empleada para provocar a los varones en función de aumentar su reclutamiento. Cuando al tiempo, esa propaganda militarista, llevó más, en los hechos, a que las mujeres fueran relegadas a la retaguardia de los enfrentamientos, con discursos sexistas que el franquismo se encargó de profundizar posteriormente.
En ese sentido, es interesante rescatar la interpretación de las republicanas desde la posición woolfiana de Rosario Mesta Rodríguez, en su comprensión de las manifestaciones del belicismo masculino en un contexto de combate armado.[6] Interpretación que ayuda a comprender otros análisis de las republicanas en los frentes bélicos, como es el caso de un reciente estudio de Ana Martínez Ruiz. La autora avanza sobre los itinerarios y las representaciones de ese repliegue femenino de los años treinta[7]. A partir del cual, queda claro cómo la represión franquista repercutió más profundamente sobre las mujeres, replegando los logros de las republicanas. Más aún, logrando silenciar incluso la participación de estas mujeres en los frentes armados.
Sobre estos antecedentes interpretativos, es interesante hacernos la pregunta sobre el rol de las pioneras insurgentes en los movimientos armados de los años sesenta en Argentina.
Memorias femeninas sobre las guerrilleras de los sesenta
Para comprender la orientación insurgente de las mujeres argentinas en los años sesenta, seguimos a Elizabeth Jelin cuando señala que las voces femeninas no sólo enriquecen o completan narrativas dominantes, sino que, más precisamente, las subvierten. Parafraseándola, sabemos que estas voces femeninas desafían el marco de escritura histórico y la interpretación de ese pasado.[8] En su escrito Los Trabajos de la Memoria, Jelin admitió la diferencia en el reconocimiento del papel de las mujeres en la reconstrucción del proceso insurgente y su represión con el Terrorismo de Estado. Según la autora, los olvidos tienen que evidenciarse, para comprender el objetivo represivo al silenciarse ciertos acontecimientos y protagonismos. Es evidente, la profundidad que esta represión adquiere en el caso de las mujeres que participaron de estas luchas, incluso más claves fueron para sus recorridos y circunstancias aún cuando fueron ocultadas o desvalorizadas por la historia hasta aquí contada.
Este doble movimiento represivo sobre las mujeres, el que se realiza por parte de la dictadura o el franquismo y el dispuesto luego por la historiografía que aborda dicha etapa, ha sido puesto en evidencia hacia mediados de la década del noventa cuando una obra incorpora la voz de las mujeres insurgentes. Hacemos referencia al libro de María Diana[9] sobre las mujeres guerrilleras, quién desde una perspectiva de género reconstruye una etapa, entrecruzando los tramos personales y políticos de estas combatientes.
En nuestro caso,[10] si bien contenemos algunos sentidos que se consideran en ese trabajo preliminar, esperamos hacer notar de otras represiones dadas en los momentos fundacionales de las guerrillas contemporáneas en la Argentina. En ese sentido para realizar un estudio sobre las pioneras en dicha insurgencia, es necesario comenzar con las biografías de algunas mujeres que fueron forjándose en la lucha revolucionaria durante los años sesenta. Ahora bien, es todavía escaso el tratamiento sobre el rol de las pioneras argentinas en los frentes armados de los años sesenta. Si bien es escaso el material sobre este tiempo desde un enfoque de género, existe un reciente estudio que considera el papel de las mujeres en gran parte de la década, comprendiendo lo que se da en llamar la Resistencia Peronista. En línea con este reconocimiento de los obstáculos todavía existentes para reconstruir la memoria de las mujeres pioneras de la lucha insurreccional en Argentina, encontramos ciertos marcos interpretativos sugerentes para las preguntas que emergen de nuestro estudio en particular. En la obra de Anabella Gorza también se establece la posibilidad de subvertir los tratamientos historiográficos sobre esa etapa política del país, generalmente sostenidos por fuentes masculinas sobre esa etapa de radicalización política creciente. De tal manera, nos dice la autora,
Se han inclinado por el uso del sujeto universal masculino o han hecho referencia circunstancial a los hombres y las mujeres que participaron, pero sus análisis se basan en actividades realizadas por varones y en fuentes producidas por ellos o donde sólo se vislumbran sus voces e interpretaciones, mientras que el accionar de las mujeres aparece colateralmente, siempre en tercera persona, generalmente bajo la forma de anécdotas y carente de un análisis sistemático[11]
En ese sentido, adoptamos una historiografía de género para un estudio sobre las pioneras argentinas en la lucha insurreccional en nuestro país durante los años sesenta.[12] Mediante el cual se recuperan algunos tramos de la Resistencia Peronista,[13] hasta la llegada del régimen dictatorial autodenominado Revolución Argentina (1966-1973), que cambió las condiciones de esa insurrección popular, dando sentido a una configuración política que llevó el nombre de Peronismo Revolucionario, desde donde emergió una formación armada hacia finales de 1968,[14] como antesala del Cordobazo un año más tarde.
De la dictadura a la revolución: los orígenes políticos de las pioneras
A partir de un entrecruzamiento de las biografías militantes de dos de estas pioneras insurgentes en Argentina, establecemos algunos tramos políticos que derivaron en el compromiso insurreccional de estas mujeres, los derroteros represivos que les impusieron la cárcel en varios momentos de sus vidas y las tareas de responsabilidad política y militar que adoptaron para dar sentido a una organización, Acción Revolucionaria Peronista, desde donde emergieron las primeras experiencias armadas del peronismo para esa década.
Por consiguiente, dos décadas después de la obra antibelicista de Woolf, otra escritora, esta vez, argentina alzo su pluma y su arma contra el autoritarismo militar que decidió confrontarla. Y sin saberlo quizás su propia rebeldía se convirtió en un emblema para otras mujeres que despertaron a la lucha revolucionaria en América Latina, desde finales de los años cincuenta y mediados de los años ochenta en distintos países de la región. En ese sentido, avanzaremos sobre algunos rasgos biográficos de Alicia Eguren, una dirigente política argentina que supo formar cuadros revolucionarios en el país, formada en el escenario militar que le proveyó la defensa de la Revolución Cubana a comienzos de los años sesenta. La reconstrucción de esta biografía militante es producto de algunas notas dispersas sobre su figura emblemática, que ha inspirado un documental[15] y un libro,[16] mientras todavía resta mucho por descubrir, en el acervo de la documentación personal, política y organizativa de la Biblioteca Nacional de la Argentina.
Si bien su leyenda como miliciana cubana inspiró a otras combatientes, quién concretamente ha sido en el país considerada la primera guerrillera argentina es Amanda Peralta. A quién también rememoraremos en estas líneas para considerar su paralelismo como pionera en la insurgencia armada, sus derroteros y compromisos ante una represión dictatorial que no doblegó su fuerza frente a las mujeres, todo lo contrario.
En el caso de Amanda, la reconstrucción de su trayectoria militante es posible gracias a algunas pocas entrevistas donde ella toma la palabra en el marco de su segunda detención, luego de un levantamiento armado en el monte tucumano. Abordaremos algunos tramos de su compromiso político, iniciado a raíz de la violencia represiva desatada por el golpe y la proscripción del peronismo, tras la masacre de civiles,[17] a mediados de los años cincuenta, sus años de formación militante en la gestas universitarias de la ciudad de La Plata, y su compromiso insurgente, avivado en tiempos de la Revolución Cubana.
En fin, ambas pioneras tienen en común el inicio de su militancia insurreccional tras el efecto que les causó la ofensiva represiva de los golpistas contra la población civil antes del golpe, los fusilamientos de militares disidentes y la violenta represión desatada contra los peronistas, primero por parte de la dictadura militar y luego por parte del régimen frondizista.
Alicia: el retrato de una dirigente revolucionaria
En el caso de Alicia Eguren, su pluma se avivó luego paralelamente como combate, dándose un nombre propio no sólo en la literatura emergente, sino en las crónicas políticas de varias revistas que fueron retratando el acontecer político, sus marchas y contramarchas. Su comportamiento se asocia definitivamente al de John William Cooke, como depositario de la organización del movimiento peronista en la clandestinidad, tras su líder en el exilio. Recordemos en este sentido que ella ocupó tareas de dirección en el peronismo insurreccional luego del golpe cuando Cooke sufrió una reclusión que le impedía actuar políticamente.
En términos personales, queda claro que su papel como dirigente llegó a partir de la fortaleza que le prodigó su madre universitaria, en un tiempo donde ese recurso estaba negado para las mujeres argentinas. Alicia Eguren nace en Buenos Aires el 11 de octubre de 1925, hija de un yrigoyenista que quedó fascinado con Perón, al igual que ella, y de una farmacéutica. Continuando con esa impronta, se graduó en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, desempeñándose inicialmente como docente de literatura en Buenos Aires y Rosario. En estas condiciones se casó con un diplomático, y fueron a vivir a las tierras woolfianas, separándose de él tras el nacimiento de su hijo Pedro.
En el encierro impuesto por la represión dictatorial, entre 1955 y 1957, logra salir para ir en busca de Cooke, que había escapado de la cárcel de Ushuaia de un modo cinematográfico, reencontrándolo en Chile y casándose con él en Uruguay. Viajando finalmente a Caracas en Venezuela, para encontrarse con Perón y sellar un pacto con Frondizi en 1958. La documentación propia muestra cómo Alicia fue testigo del derrocamiento de Pérez Jiménez, el 23 de enero de 1958. Una tensión que pudo evitar el encarcelamiento del líder peronista.
En ese sentido, existe un elemento definitorio de su papel en este tramo de la historia política nacional, cuando fue testigo privilegiada del pacto Perón- Frondizi, que hizo posible la salida del gobierno de facto, sin que con ello el radicalismo en el poder cumpliera con su compromiso frente a la proscripción del peronismo. Recordemos que ese acuerdo entre ambos líderes del peronismo y el radicalismo, comprometía a los primeros a apoyar la candidatura presidencial del candidato a la Unión Cívica Radical Intransigente, mientras que esperaba una legalización del peronismo que no sucedió. Tras la evidencia de la falta de cumplimiento del gobierno radical, no sólo mantuvo al peronismo en la clandestinidad sino que además encarceló a miles de dirigentes, entre los que estuvo Cooke entre noviembre y diciembre de 1958, tiempo en el cual Alicia se ocupó de sus tareas de responsabilidad.
La crudeza de la represión frondizista con el Plan Conintes y su negativa a cumplir con un sistema electoral democrático, generó una respuesta insurreccional que combinó no sólo a sectores del peronismo, sino también comunistas, socialistas, nacionalistas y cristianos comenzando un ciclo de combatividad insurreccional creciente.[18] En esa dirección se produce el desencuentro con Perón, quién es partidario de una salida legalista. Meses después de la asunción de Frondizi, el 1 de mayo de 1958, se produce la Revolución Cubana, dándose por parte de Cooke y Eguren una interpretación antiimperialista y socialista del Peronismo Revolucionario. En fin, frente a esa manifestación insurgente, el gobierno de Frondizi respondió con el Plan Conintes y el establecimiento de los Consejos de Guerra para juzgar a la militancia política y social. Sin el respaldo de Perón, la salida de Alicia, junto a su compañero, fue el exilio cubano.
Documento
personal
de la Colección en la Biblioteca Nacional Argentina
Evidentemente,
la Revolución
Cubana fue un contexto político fundamental para Alicia, fue el
terreno en el
que se desempeñó como miliciana. Queda claro que este levantamiento
cambió el
curso de los acontecimientos políticos regionales, incluso más que la
influencia ejercida en el pasado por la Revolución Mexicana. Cuando
además
dicha influencia no es el telón de fondo de una realidad cada vez más
inflexible para el activismo, sino que fue la cuna de la confección
teórico y
militar de otras insurgencias ensayadas en América Latina entre los
años
sesenta y setenta. De tal manera, el régimen castrista proyectó una
revolución
continental a partir de focos guerrilleros dispuestos en zonas
rurales, y para
el Che Guevara esta estrategia significaría que los Andes serían la
Sierra
Maestra sudamericana.
Retrato
de Alicia
Eguren en las milicias de la Fuerza Armada de la Revolución en Cuba
Desde esa concepción, Alicia se formó como miliciana en las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba, dando lugar a un retrato donde está la síntesis de su trayectoria política y derrotero personal en el exilio forzado en Cuba. Porque fue una experiencia de la que se nutrió incluso en la batalla como miliciana y de la cual salió comprometiendo, junto a otros sectores de la izquierda insurreccional no peronistas, un plan continental de focos armados que se dispuso en varias experiencias fallidas, hasta el salto cualitativo que significó la emergencia de una guerrilla peronista en setiembre de 1968, como antesala a la pueblada desatada en la provincia de Córdoba al año siguiente.
Si bien Alicia nació en tiempos de la escritura contestataria de Virginia Woolf,[19] su derrotero fue abandonando el lugar de una mujer de familia acomodada para, sin vacilar, desplegarse en los terrenos de la clandestinidad insurreccional, y para hacer alzar una voz revolucionaria desde Cuba hacia Sudamérica. Tal como señala María Seoane,[20] tempranamente abandonó sus privilegios para verse envuelta en el blanco de una represión dictatorial, que la encarceló por dos años desde 1955 a 1957.[21] Los entretelones para las mujeres pioneras no fueron fáciles en ese tiempo represivo, tal como lo señala Mabel Di Leo, quien apunta a que en dicha reclusión, en la cárcel de Olmos, se cruzó con exfuncionarias peronistas manteniendo con ellas una relación de cierta tirantez y desconfianza mutua.
Los documentos personales y políticos del Archivo Nacional permiten considerar un derrotero que combinó ese abandono de las directrices impuestas a una mujer de clase media acomodada. Encaminándose hacia una aventura insurgente luego del encarcelamiento, llevándola finalmente al destierro cubano. Una experiencia en el exilio que la convirtió en leyenda, y sobre la cual se montaría la apuesta política de Acción Revolucionaria Peronista en 1963, donde se encontró con Amanda.
Amanda: la primera guerrillera argentina
Como
se señaló inicialmente, la
mujer que se ha consagrado como emblema de la guerrilla argentina fue
sin dudas
Amanda Peralta, quién militó bajo la dirección política de Alicia en
Acción
Revolucionaria Peronista y a su vez formó a otras dirigentes. Su
actividad
insurgente comenzó con un levantamiento fallido en 1964, hecho que la
llevó a
un encarcelamiento desde el cual amplió el rango de influencia para
finalmente
establecerse en el monte tucumano y dar sentido político a esa leyenda
en las
Fuerzas Armadas Peronistas, en la antesala del Cordobazo en 1968, que
es de
donde se registra la fotografía siguiente.
Amanda Peralta nació en Bolívar provincia de Buenos Aires, el 22 de noviembre de 1939. Abandonó su casa a los designios antiperonistas de su padre. Y fue la universidad platense la que le brindó las primeras herramientas para su participación política. Este desplazamiento iniciático fue traumático para ella, porque pasó primero por un internado religioso con el que no compartía ni la disciplina del encierro ni la doctrina religiosa.
[Amanda] creo que participó en el incipiente y fragmentario trabajo en la base que ejercían esos grupos anarquistas. Lo que sí tengo claro, porque así me lo dijo ella, es que su vinculación con la resistencia peronista (hablamos de los años 50) fue a partir de reconocerla como la gran representante, sin dirección, espontánea, compuesta por grupos de 4 o 5 personas que fabricaban “un caño”, lo ponían y a otra cosa. Le pareció que esa era la verdadera esencia del anarquismo. A través de la práctica con esos grupos descubrió el peronismo. Y no sé si fue en la Plata o ya en Buenos Aires que se vinculó orgánicamente a los grupos peronistas[22]
También como Alicia, para Amanda ese compromiso insurreccional llegó después del estupor causado por la masacre de civiles antes del golpe que derrocó a Perón en 1955, y más aún los fusilamientos de militares opositores en 1956. Varios testimonios señalan que fue testigo de la ejecución del Teniente Coronel del Ejército, primo del actual Papa Francisco, Oscar Cogorno, el 9 de junio de 1956 -quien junto al General Valle se planteó un levantamiento del Regimiento Séptimo (la misión queda sin efecto por falta de acompañamiento de otras líneas insurgentes), según Néstor Verdinelli, militante y compañero sentimental de Amanda.[23] Ambas mujeres abandonaron sus orígenes acomodados de los sectores medios de la Provincia de Buenos Aires, por la conmoción que les causó la represión dictatorial. Pero mientras que Alicia participó del plan continental castrista para irradiar alzamientos guerrilleros en América Latina, Amanda fue testigo de los desaciertos de esa iniciativa en el país. De tal manera lo recuerda Néstor Verdinelli, ex compañero de Amanda.
Ya cuando Ilia asumió aparecieron grupos que se plantearon la lucha armada, a lo que Amanda quería acercarse. Básicamente fueron EGP y ARN. EGR tenía base en Buenos Aries y Córdoba. El FARN (del Vasco Bengochea) en Buenos aires y La Plata. Alguna gente de La Plata estaba ligada al FARN y Amanda tenía contactos con ellos. Tanto los fundadores del EGP como FARN venían de la experiencia cubana, habiendo estado en Cuba entrenándose cuando la crisis de los cohetes en el 62. ´ Una parte de ellos movilizaron cuando la amenaza de la invasión, otros pidieron volver urgentemente a la Argentina. abriéndose una brecha: entre los que estaban en serio y los charlatanes. En el grupo que se movilizó en defensa de Cuba estaban también el gordo Cooke. A la vuelta, el Vasco se abre de Palabra Obrera, justamente por la orientación hacia abrir un frente de lucha armada. Allí se da la entrada de FARN de Amanda. En esa época hace una relación con otro de los cumpas del grupo de Vasco, Carlos Banegas (que también había estado en Cuba cuando la crisis del 62´). Luego viene la explosión de la calle Posadas. Algunos documentos estaban bien guardados en la caja fuerte que tenían en el departamento, que se conservaron y serían encontrados por la policía. Entre otros estaba el pasaporte de Amanda, por lo que quedó prófuga, siendo apresada un tiempo después (pasaría algunos meses en la cárcel)[24]
Como bien retrata este testimonio, Amanda Peralta fue pionera en la incorporación a las expresiones armadas locales que, aunque fallidas, fueron dándole un lugar en ese clima insurreccional de la primera mitad de los años sesenta. Y su bautismo definitivo lo vivió en su primer encarcelamiento tras la caída del grupo de FARN,[25] y a partir de allí con su salida de prisión fue incorporada al grupo que lideraba Alicia Eguren. En ese momento, aproximadamente en 1965, se da el encuentro de ambas combatientes y hasta ahora no contamos con información que muestre antecedentes del vínculo. Desde allí, avanzamos en las características centrales de esta organización que las agrupa y el tiempo preciso en que ambas estuvieron militando en ella.
De Acción Revolucionaria Peronista al levantamiento rural en Tucumán
Acción Revolucionaria Peronista (ARP) fue una organización política argentina que conformó el Peronismo Revolucionario. Su fundación es en 1963, tras la vuelta de Alicia y Cooke de su exilio cubano, luego de haberse comprometido a desarrollar un plan continental para la irradiación de la Revolución Cubana. Esta organización no fue de masas, ni tuvo una presencia destacada de sus militantes en las estructuras oficiales del peronismo, su influencia se desarrolló en las bases radicalizadas porque representó a la tendencia del Peronismo Revolucionario. La situación de las bases radicalizadas era la siguiente por aquellos días:
Otros grupos que quedaron prófugos fueron Carlos Banegas y Bardoneschi, que fueron acogidos por el grupo de Cooke (ARP). Fueron “guardados” en una casa que ARP alquiló en Santa Fe, donde se les daría la responsabilidad de entrenar lo que sería el grupo de autodefensa de ARP. Allí tenía yo la responsabilidad de los cumpas de ARP que serían entrenados. Cuando Amanda sale de la cárcel se organiza para que pueda venir a Santa fe a encontrarse con ARP y allí se define la incorporación de Amanda a ARP. Pero ella estaba ahora legal y se establece en Buenos Aires. Que yo sepa tenía partición total en el FARN y estaría entre los que subirían al monte. En aquellos momentos, como ves, todo estaba más ligado a la lucha guerrillera, que era lo que definía las políticas de los grupos. La solidaridad entre los grupos guerrilleros supera las diferencias políticas. El FARN acelera los planes de subir al monte cuando el EGP es descubierto (la intensión era aliviar la presión del ejercito sobre el EGP abriendo otro frente. Probablemente este apresuramiento contribuyó a que ocurriera el accidente de la calle Posadas. Y a su vez los restos del FARN son blindados por ARP, la diferencia era más entre los grupos que planteaban la lucha armada y los que no. Y el balance político fue: hay que armar otro grupo. Así sería luego el paso por ARP, integrada a ese grupo de autodefensa de ARP, que se consolidaría con el viaje de entrenamiento a Cuba, donde Amanda no fue autorizada a participar. Según Amanda misma, la que vetó fue Alicia. La cuestión de las acciones armadas definía también su exclusión de ARP[26]
El testimonio del compañero de Amanda Peralta es central para comprender los entrecruzamientos entre las estructuras, sus lógicas locales de actuación y el puente que significaron los acuerdos del castrismo sobre la situación en Argentina. En ese sentido, el encierro de Amanda es el síntoma de un momento de crisis para estas expresiones armadas, que venían de una conjunción ideológica en la cual estuvo el Peronismo Revolucionario. Es también la muestra cabal de las pocas estructuras de cuadros armados que existían en el momento, y es por esa razón que su salida de la cárcel la pone en contacto con el grupo de autodefensa de ARP, que dirigía Alicia. Ahora bien, aquí existe un punto de inflexión en la relación entre ambas, y en la política que desplegarían si bien están dentro de la misma orientación. Puntualmente, Verdinelli señala que Amanda no pudo viajar a Cuba; y el segundo elemento es la resistencia de Eguren en el desarrollo de un destacamento sin la autorización cubana. Una cuestión nodal que provoca el desprendimiento del sector de Amanda de ARP y la fundación de las Fuerzas Armadas Peronistas, que actuaron fallidamente en la localidad de Taco Ralo en Tucumán en setiembre de 1968. Se adjunta una imagen de la presencia de Amanda en la filmación de la detención de los combatientes.
Resta todavía comprender por qué este destacamento rural se desprendió de la línea oficial de ARP, que llevaron adelante Cooke y Eguren. De tal manera, comprender en qué medida ese desprendimiento es producto de los acuerdos y disidentes que se expusieron en la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS) en 1967, tiempo después del golpe destituyente del radicalismo en 1966.[27] Con voz propia, Amanda Peralta señala cuál fue su participación en ese tiempo de fundación de la guerrilla peronista.
Por mi parte ya hacía tiempo que andaba con la idea de organizar un foco rural. Lo había intentado anteriormente con el grupo del Vasco Bengoechea en el cual participamos algunos de JP La Plata y también de JP Córdoba. Eso fracasó con la explosión de calle Posadas y después caí presa. Al salir entré en contacto con ARP siempre con la idea de armar un foco rural en Tucumán. En el ‘67 salimos Néstor Verdinelli y yo de ARP, justamente porque no concretaban el foco rural. Lo hacían en teoría pero no tenían una práctica real para prepararlo. Ahí tomamos contacto con otros que pensaban como nosotros... Nuestra “teoría” era que el único modo de iniciar un foco es iniciándolo. Es decir, dando los pasos concretos necesarios para subir al monte: conseguir dinero, armas, equipos y combatientes a través de empezar a operar aunque fuésemos dos o tres locos sueltos. Resulta que de golpe descubrimos que éramos unos cuantos los que pensábamos lo mismo[28]
En resumen, el encarcelamiento de Amanda fue central para despertar una iniciativa armada y la posibilidad de intercambiar con otros disidentes fuera de la órbita de los compromisos que la dirigencia de ARP tenía con el castrismo.[29] De tal manera, cabe interpretar el papel sexista de la falta de autorización para la formación de Amanda en Cuba. Si bien suponemos que su condición femenina fue un limitante para acceder a dicha formación combatiente, a pesar de los galardones que sus acciones le brindaron entre sus propios compañeros del Peronismo Revolucionario, queda claro también que su aspiración para la iniciativa del foco rural supuso un limitante para tener acceso a la formación militar en la isla.
Palabras finales
Según consideramos, el antecedente de las milicianas republicanas es un parámetro desde el cual observar los límites represivos de los regímenes dictatoriales y fascistas para con las mujeres que se levantan en armas. En el caso latinoamericano, se reconstruyen experiencias de mujeres pioneras en la lucha insurreccional que, como Alicia Eguren o Amanda Peralta, fueron íconos complejos de ese reflejo rebelde en un mar de cuestionamientos sexistas y límites misóginos en los cuales debieron navegar.
En términos del entrecruzamiento de sus biografías militantes, es llamativo el abandono de un rumbo acomodado de mujeres de sectores medios universitarios, por una lucha insurgente, el encarcelamiento y la clandestinidad, al adoptar un compromiso con el Peronismo Revolucionario, que tuvo su expresión regional en la Acción Revolucionaria Peronista, dirigida por Alicia. Por consiguiente, existen ciertos tramos históricos que las interpelan como mujeres en ese campo insurreccional: el golpe de Estado a Perón, su posterior represión dictatorial, la “traición” del frondizismo respecto a la proscripción peronista, los levantamientos insurgentes de finales de los años cincuenta, el plan continental del castrismo y las experiencias fallidas de las Fuerzas Armadas para la Revolución Nacional, en donde militó Amanda. Finalmente, la segregación de esta combatiente para su formación en Cuba y la salida de un sector de ARP para el alzamiento en el monte tucumano de finales de 1968.
Son muchos los tramos de encuentros y desencuentros entre estas dos pioneras de la insurgencia armada en la Argentina. Y sobre algunos de ellos se refuerzan los ecos de la postulación de Woolf según la cual se advierte de la masculinización de la violencia política en pleno desarrollo de las milicias republicanas. Y para hacer un alto en esta rememoración sobre ambas mujeres, su tiempo político y embates sexistas, nos quedamos con esos rechazos, olvidos o silenciamientos de los que han sido objeto en el transcurrir de ese pasado y en los recuerdos presentes por parte de una historiografía marcadamente androcéntrica. Es por esa razón que, en los años sesenta, vuelven a recrearse los sucesos de las republicanas de los treinta, y comienzan a expresarse los que vivirán otras combatientes latinoamericanas en la década del setenta, la dificultad de integrar la femineidad a esos alegatos libertarios de los frentes armados. La complicidad de una narrativa que duda de la participación femenina en esos acontecimientos o, más aún, cuando logra aceptarla lo hace imponiéndole una idoneidad para estar presente en una reconstrucción de ellas desde un comportamiento “seudo-masculino”.[30] En fin, en el presente artículo realizamos un reconocimiento de la voz propia de dos insurgentes, en un entrecruzamiento de sus biografías, para valorar sus aportes y participación en las salidas armadas poco antes del Cordobazo.
FUENTES
Documental “Alicia y John, el Peronismo Olvidado”, de Carlos Castro.
Fondo John Cooke- Alicia Eguren, Archivo y Colecciones particulares de la Biblioteca Nacional.
Entrevista a Amanda Peralta por Facundo Cersósimo, publicada en Envar El Kadri. Historias del Peronismo Revolucionario, Buenos Aires: Colihue, 2007.
Entrevistas a Néstor Verdinelli, compañero de Amanda Peralta
Entrevista propia a Consuelo Orellano, compañera de Amanda Peralta
Entrevista propia a Anna Papiol, compañera de Amanda Peralta.
BIBLIOGRAFÍA
Castronuovo, S. 2016, “El rol de la Revolución Libertadora en el encarcelamiento de la militancia femenina peronista (1955-1958)” en Historia del Derecho, 51.
Cersósimo, F. 2007, Envar El Kadri. Historias del Peronismo Revolucionario, Colihue, Buenos Aires.
Diana, M. 1996, Mujeres Guerrilleras. La militancia de los setenta en el testimonio de sus protagonistas femeninas, Planeta, Buenos Aires.
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[1] El artículo presenta los resultados parciales de un proyecto financiado PIP 2015-2017 de Grupo de Investigación que actualmente dirijo.
* Centro de Estudios e Investigaciones Laborales, CONICET. E mail: paulaandrealenguita@gmail.com
[2] Lamas, 2002: 396.
[3] En esta misma línea argumental, hallamos un reciente escrito, Mesta Rodríguez, 2014.
[4] Scott, 2008.
[5] Nash, 1999.
[6] Es posible rastrear este paralelismo entre la posición woolfiana frente a la masculinidad belicista y el contexto combatiente de la republica española, véase Mesta Rodríguez, 2014.
[7] Martínez Ruiz, 2018.
[8] Jelin, 2008.
[9] Diana, 1996.
[10] Existe un escrito antecedente en relación con un estudio preliminar sobre el surgimiento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias desde el enfoque de las mujeres combatientes en los años de fundación, véase Lenguita, 2018: 131-147.
[11] Gorza, 2017: 20.
[12] En línea con este recorte historiográfico, señalamos también la reconstrucción realizada sobre la emergencia de las Fuerzas Armadas Peronistas, incorporando otras miradas femeninas para darle sentido a la historio de una organización en particular, véase Lenguita, 2019.
[13] Gorza, 2017.
[14] Lenguita, 2018.
[15] Hacemos referencia al documental titulado “Alicia y John, el Peronismo Olvidado”, dirigido por Carlos Castro. En él se recuerda la vida de Alicia Eguren y John Williams Cooke, quienes han sido compañeros de vida y militancia, entrecruzándola con distintos momentos del Peronismo Revolucionario que llevaron adelante.
[16] Es importante destacar que esta obra fue escrita poniendo con relación a dos mujeres claves de los años sesenta y setenta, Alicia Eguren y Susana Pirí Lugones, véase Seoane, 2014.
[17] Recordemos que ese día una alianza civil militar intentó asesinar al presidente Juan Perón para llevar adelante un Golpe de Estado. Si bien fracasó la iniciativa golpista, los escuadrones de aviones de la Aviación Naval bombardearon y ametrallaron la Plaza de Mayo, la Casa Rosada, el edificio de la Confederación General del Trabajo y la residencia presidencial, dejando un dramático saldo de 300 asesinados y 700 heridos, según cálculos extraoficiales.
[18] Desplegadas en principio con el objetivo del retorno del líder, pudiéndose utilizar como esferas de actuación el alzamiento de un foco rural en Alto Verde en Tucumán en 1959, dirigido por el comando Uturunco. Un año en el cual también se gestó una huelga insurreccional en la localidad porteña lindante con el Frigorífico Lisando de la Torre, incorporando a un grupo de jóvenes que después serían dirigentes en las organizaciones armadas de la década siguiente.
[19] En el Diario de Virginia Woolf Vol. II (1920-1924), la autora describe con maestría literaria un pasaje central en su vida, cuando convenció a su marido para mudarse al centro de Londres. Este punto también la emparenta con Alicia, porque fue Londres el lugar que la acogió cuando se casó con un diplomático de carrera que conoció en la Cancillería, del que se separó luego de tener a su único hijo Pedro
[20] Seoane, 2014.
[21] Para una consideración del impacto represivo en los primeros años de proscripción peronista, véase Castronuovo, 2016.
[22] Recuerdos de Ana, una compañera del segundo encarcelamiento, entrevista propia en noviembre de 2018. Además, la serie de entrevistas realizadas a Consuelo, otra compañera de militancia, ratifican esta incorporación de Amanda en ese clima universitario platense del que se desprende para entrar en la organización armada Fuerzas Armadas de la Revolución Nacional, liderada por el trotskista Ángel Bengochea.
[23] Entrevista propia realizada a Néstor Verdinelli en noviembre de 2018.
[24] Entrevista de la autora a Néstor Verdinelli, setiembre de 2018.
[25] Según un testimonio de Amanda, transcripto en el libro de Jerónimo, al preguntársele las circunstancias en las que conoce a Envar, responde lo siguiente: “No recuerdo exactamente, pero fue alguna vez en el 65´o 66´que lo conocí. Antes, estando en La Plata, nunca lo había visto. Creo que lo presentó Dardo Cabo. Dardo y yo habíamos estado presos en Coordinación Federal al mismo tiempo en el 64´y nos habíamos hecho amigos. Fue en alguna reunión que conocí a Cacho y supongo que en relación con JP o los telefónicos. Yo en esa época militaba en ARP, el grupo de John W Cooke”, Entrevista a Amanda Peralta publicada por Cersósimo, 2007.
[26] Entrevista de la autora a Néstor Verdinelli en setiembre de 2018.
[27] “Amanda se integró a la lucha que llevaron adelante los portuarios en su lucha con Onganía, incluyendo la cuestión de las bombas incendiarias en las bodegas de los barcos. ARP se opuso a eso, en parte por la violencia, en parte porque se trataba de un gremio dirigido por un burócrata (Tolosa). Pero la separación se consolidaría cuando al volver (entre otros yo) de viaje a Cuba, presionamos a Cooke para iniciar las operaciones armadas. A eso se opuso Cooke, que estando dentro de la estrategia del Che planteaba que teníamos que esperar y recibir la ayuda económica y las armas vía los cubanos. Así que el grupo de autodefensa se divide, una parte nos vamos, otra se queda (aunque más adelante se reunificaría en las FAP)”, Entrevista de la autora a Néstor Verdinelli en setiembre de 2018.
[28] Entrevista a Amanda Peralta publicada por Cersósimo, 2007.
[29] En este punto es central mencionar el asesinato del Che Guevara en La Higuera, Bolivia, el 9 de octubre de 1967. Particularmente por el hecho que ese acontecimiento representó un repliegue de los esfuerzos continentales en la irradiación de la Revolución Cubana. Además, de establecer un llamado de atención respecto a la estrategia del foco rural como punta de lanza en el alzamiento armado en países como el nuestro.
[30] Jelin,2002: 104.