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Tramar desde la “voz media”: perspectivas para abordar el pasado reciente argentino

 

 

Camila Sapp*

 

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Cuadernos de Historia. Serie economía y sociedad, N° 22, 2019, pp. 35 a 52.

RECIBIDO: 11/04/2018. EVALUADO: 30/05/2018. ACEPTADO: 30/05/2019.

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Resumen

El siguiente trabajo se propone repensar, a partir de los postulados del narrativismo, la manera más propicia y pertinente de abordar epistemológica y metodológicamente ciertos sucesos denominados “modernistas”. Éstos se caracterizan por ser hechos traumáticos y problemáticos para la sociedad. En este sentido, se intentará analizar la memoria histórica propia de la dictadura cívico-militar argentina a través de un soporte audiovisual, para poder dilucidar la importancia de una escritura de tipo intransitiva a la hora de plantear este tipo de acontecimientos.

Palabras clave: Voz media – escritura intransitiva – dictadura cívico-militar

Summary

This work proposes to rethink, from the postulates of narrativism, the most appropriate way of approaching epistemology and the successive classics called "modernists". These are characterized by being traumatic and problematic for society. In this sense, one can analyze the historical memory of the Argentine military dictatorship through an audiovisual support, in order to elucidate the importance of an intransitive type of writing when proposing this type of event.

Keywords: Average voice – Intransitive writing - Military dictatorship

 

 

 

 

Introducción

El presente trabajo se propone, como objetivo fundamental, replantearse cómo representar –a través de distintos soportes- ciertos acontecimientos traumáticos propios del siglo XX. En este sentido, en las siguientes líneas se propondrá analizar la memoria histórica de la última dictadura cívico-militar argentina, y, como contrapartida, las propuestas planteadas por el narrativismo para dar cuenta, de manera reflexiva, sobre este tipo de proceso político y social problemático y doloroso para la comunidad.

El fin de abordar esta problemática deviene del interés de poder dialogar, así como de cuestionarse acerca de cuál debe ser el abordaje propicio para investigar y estudiar temáticas delicadas y sensibles para nuestra sociedad. En este sentido, el propósito de dicho trabajo pretende plantear interrogantes sobre cómo trabajar epistemológica y metodológicamente estos hechos traumáticos que caracterizan a la historia reciente argentina.

La selección de la problemática optada para dicho trabajo parte de núcleos temáticos, a saber: narrativismo y “realismo figural” y “memoria social, archivo y derechos humanos”.

Para abordar el siguiente contenido considero propicio hacer alusión a algunas nociones fundamentales. En un primer lugar, se apelará a la categoría analítica esbozada por Hayden White[1] de acontecimientos modernistas bajo los fines de caracterizar ciertos hechos traumáticos propios del siglo XX. Además, se acudirán a las nociones de voz media, esgrimida por el mismo referente, así como de escritura intransitiva, empleada por Roland Barthes. Estas concepciones, así como las argumentaciones y planteamientos desarrollados por ambos autores en sus obras, serán sumamente enriquecedores e imprescindibles para explicar y comprender la realidad histórica de nuestro pasado reciente. Asimismo, se incorporarán aportes planteados por Arfuch y Feierstein alusivos a las problemáticas propias de las representaciones narrativas a la hora de transmitir sucesos traumáticos como los genocidios. También se tendrán en cuenta premisas y argumentos planteados por Dominick LaCapra sobre la memoria después de Auschwitz, como manera de establecer nexos, puentes y analogías en relación a hechos complejos y angustiantes que atravesaron distintos pueblos alrededor del mundo y su manera de abordarlos en artefactos tanto literarios como investigativos. Se hará alusión, además, a la obra de Enzo Traverso para profundizar, a través de sus argumentaciones y postulados, el fenómeno del terrorismo de Estado en Argentina.

Para trabajar puntualmente sobre la dictadura cívico-militar Argentina, se ha seleccionado una serie de micro-films documentales denominados “Juguetes y Exilio” realizados por el Centro de Producción Audiovisual del Departamento de Cine y Televisión de la Facultad de Artes y el Centro de Producción y Promoción Audiovisual de la Universidad Nacional de Córdoba, y publicados por el Centro de Documentación Audiovisual (CDA), en junio de 2016. Es a través de dicha herramienta que nos valemos para establecer nexos entre la evidencia empírica y la teoría social seleccionada.

Sobre lo anteriormente expuesto intentaremos desarrollar el siguiente trabajo, en el que se intentará dar respuesta sobre cuál es la dinámica más propicia y pertinente para abordar un hecho traumático particular acaecido en la Argentina de 1976 -y con anterioridad a dicho año también- dentro de un contexto de terrorismo de Estado. Buscaremos desandar si la categoría analítica de voz media planteada por White y escritura intransitiva de Barthes son las adecuadas para el tipo de explicación y comprensión de dichos hechos y por qué motivos podríamos considerarlas pertinentes para este tipo de estudios históricos.

 

La Shoá: un punto de inflexión

Considero fundamental partir de un interrogante planteado por Hayden White: “¿Cómo se puede hablar de lo inefable? Por cierto, tenemos que hablar de eso, ¿pero cómo podremos hacerlo?”.[2] Dicho autor parte del hecho traumático de la Shoá en la Alemania Nazi para poder buscar las herramientas y la modalidad más pertinente para abordar este tipo de sucesos “modernistas”, donde no es propicio narrarlos descriptivamente bajo la frialdad del investigador que observa externamente aquella realidad.

Algunos autores[3] consideran que Auschwitz y la “solución final” son sucesos que escapan a cualquier lenguaje para describirlos o a cualquier soporte para representarlos, por lo que dichos hechos estarían fuera del discurso, así como exentos de cualquier razón humana. Otros, como Lang, sostienen que sólo la crónica literal de los hechos pasados resulta la representación apropiada para explicar estos sucesos. A su vez, esta temática acarrea cierta controversia acerca de la relación que se establece entre historia y memoria: algunos referentes valorizan más la primera, mientras que otros le otorgan mayor importancia a la segunda.[4] Claramente, resulta sugerente extender estos marcos de análisis a otros casos históricos donde se gestaron acontecimientos modernistas,[5] y así ahondar en este debate.

En los diversos estudios desarrollados sobre genocidios a nivel mundial, se destaca un gran cúmulo de intelectuales que se valieron de la experiencia nazi como punto de partida para analizar aquella realidad, como así también para pensar otro tipo de genocidios ocurridos en el globo, aunque siempre estableciendo un nexo comparativo con la experiencia mencionada precedentemente. Asimismo, los autores de tales trabajos priorizaron en sus argumentos distintos tipos de elementos para abordar la temática del genocidio, tales como la cuestión política[6], étnica y/o religiosa[7]. Claramente, existen diversos modos de ‘tramar’ los discursos sobre las prácticas sociales genocidas, a partir de la elección de los hechos históricos que serán sometidos al análisis”.[8] Ante esto, los interrogantes de White cobran una especial relevancia: “¿Esos hechos se prestan a un número fijo de entramados, o acaso su sentido propio es infinitamente interpretable y a fin de cuentas abierto, como el de los demás acontecimientos históricos?”.[9]

Reiteradas veces este tipo de estudios anteriormente explicitados, bajo el afán de plantear un eje problemático puntualizando en una variable determinada, han terminado por opacar y obviar ciertos elementos explicativos de aquella realidad social de su interés.

Parafraseando a Traverso, podríamos decir que Auschwitz deviene en el zócalo de la memoria colectiva,[10] y es a partir de allí que emerge con ahínco la figura del testigo, aquél que sobrevivió a la experiencia de los campos de concentración durante el nazismo. Este sujeto, devenido en víctima, se convierte en la encarnación o el ícono viviente de ese pasado que se torna necesario recordar. A partir de allí han surgido relatos en primera persona, tales como memorias, relatos y caricaturas que intentan representar esa realidad.

Claramente, se torna fundamental tomar los interrogantes anteriormente mencionados por White, a los fines de reflexionar sobre cuál es la modalidad más comprometida, responsable y adecuada para tramar dichas tragedias históricas. 

 

Escribir: ¿Un verbo intransitivo?

Es lo que hay de violencia en la

escritura misma, que la separa de la

palabra, lo que revela en ella la fuerza

de inscripción, la pesadez de una traza

irreversible

Roland Barthes

 

En contraposición al relato tradicional positivista y totalizante, los representantes del giro narrativista se cuestionarán cómo abordar una serie de acontecimientos del siglo XX que destacan por su dificultad para representarlos. Estos fenómenos del siglo XX, que adquirirán la denominación de acontecimientos modernistas, se caracterizan por referir a distintos episodios que fueron traumáticos para la sociedad y cuya implicancia es tan extensiva que se hace imposible tramarlos de manera tradicional: La noción de ‘acontecimiento modernista’ destaca la dificultad para representarlos debido a su carácter traumático…”.[11] Algunos ejemplos de ellos son, entre otros, las dos guerras mundiales, el Holocausto y el hambre y la pobreza a grandes escalas. Además de la dificultad de representar a estos hechos, White destacará la “imposibilidad percibida por los grupos más inmediatamente afectados u obsesionados por ellos para llegar a algún acuerdo respecto a su significado”.[12]

La problemática central sobre la escritura modernista reside en la representación misma. En los relatos tradicionales se establece una relación entre sujeto y objeto mediante un lenguaje. En este tipo de acontecimientos a abordar, el lenguaje mismo se torna un elemento susceptible a reflexión.

Para Hayden White, “…las ciencias sociales –al igual que la literatura- se ven obligados a utilizar recursos narrativos calificados como una ‘poética de la historia’, y que conforman modos de tramar… de argumentar… y de implicación ideológica”.[13] En efecto, para dicho autor, las obras históricas poseen “…una estructura verbal en forma de discurso de prosa narrativa…”.[14] Es por ello que la forma en la que es expresada semiótica y gramaticalmente el contenido es central en los relatos históricos, y, por tanto, en este tipo de escrituras modernistas.

En relación a lo anteriormente expuesto, podemos afirmar la importancia de la categoría de la voz media bosquejada por White:

 

el monólogo interior y afín a la voz media del griego clásico, proporciona (…) el estilo adecuado para representar ciertas experiencias modernas particulares de vida, por ser una forma de escritura en la que se conjugan el abandono de un punto de vista autoritario y la predominancia de un tono de duda y cuestionamiento. Este recurso no responde a la búsqueda de una forma de expresión realista ingenua, sino a la adopción de una actitud en la que el sujeto aquí es también el objeto de la acción, logrando una trascendencia de la dicotomía, irresoluble por medio de las narrativas tradicionales, entre sujeto y objeto. Un acontecimiento modernista, como el Holocausto, si fuera narrativizado a través de un relato centrado en el orden cronológico de los acontecimientos y sus relaciones causales, sólo sobreviviría en su dimensión externa, mientras que la interna se perdería. La narrativa tradicional, en su esfuerzo por domesticar la realidad histórica y encajarla en los límites discursivos (…) resulta distorsionadora y encubridora…[15]

 

Dicha expresión es ilustrativa sobre los motivos por los cuales es necesario proponerse el desafío de pensar en otras lógicas narrativas para abordar estos hechos “modernistas”. Las representaciones analíticas tradicionales tienden a disipar el carácter reflexivo de la escritura, y, por tanto, opacan y distorsionan aquella realidad, neutralizando el trauma que conllevan. En consecuencia, indagar en la teoría literaria bajo los fines de evitar pecar de establecer historizaciones autoritarias que terminen por opacar el proceso histórico mismo y experiencial transitado por el sujeto que es víctima y testigo de ese terror, puede ayudarnos a pensar relatos superadores para tramar este tipo de acontecimientos.

Además, el recurso de la voz media se caracteriza por expresar un tipo de escritura donde se hace explícita la intención humana por parte de quien escribe, estableciéndose un nexo fundamental entre la acción de escribir y la transformación del escritor en esa agencia. Por lo tanto, existe una conciencia por parte del sujeto que narra, existiendo así un compromiso a través de dicha práctica. De esta manera, para Barthes, “…escribir en la voz media resulta creativo y liberador en la medida en que se ubica al escritor-agente dentro del proceso de la escritura y revela la constitución del sujeto-de-la-escritura…”.[16] De este modo, el lenguaje no expresa las cosas “como fueron”, sino que a través del relato se constituye al objeto, no significando esto, por cierto, que la narración contenga un carácter ficcional. El sujeto que escribe no inventa el mundo, sino que lo hace inteligible a través de una representación discursiva. 

En relación a lo anteriormente mencionado, intentaremos establecer una conjunción entre la teoría social y la evidencia empírica basada en el pasado reciente argentino, para demostrar si este tipo de escritura intransitiva es la propicia para tramar acontecimientos “modernistas”.

 

Memoria histórica y pasado reciente argentino: la narración de lo inenarrable

Sólo contaré un relato más (…) el más secreto, y lo he de contar con la humildad y el recato propio de quien sabe desde el inicio que su tema es desesperado, sus medios, frágiles, y el oficio de arropar hechos con palabras está esencialmente condenado a fracasar

Primo Levi

 

Bajo el punto de partida que han significado aquellos estudios sobre el genocidio centrados fundamentalmente en la experiencia de la Alemania nazi, se torna necesario pensar en aquello que Barbara Harff ha denominado “genocidios poscoloniales”,[17] con el objetivo de reflexionar sobre las prácticas de aniquilamiento desarrolladas bajo la Doctrina de Seguridad Nacional en América Latina en general, y en Argentina, durante la experiencia de la última dictadura cívico-militar de 1976, en particular. En esta oportunidad, nos hemos planteado el mismo dilema acerca de cómo es necesario abordar episodios dolorosos, traumáticos y angustiantes para gran parte de la comunidad Argentina.

El recurso de la voz media puede ser identificado en distintos soportes y productos culturales, tales como en libros de ficción o no ficcionales, films, docudramas, y caricaturas, entre otros. En este caso, dedicaremos una especial atención a un producto audiovisual producido en Córdoba, Argentina.

En los micros-documentales seleccionados, denominados “Juguetes y Exilio”, podemos contar con el testimonio en primera persona de hijos de padres militantes que fueron torturados, secuestrados y desaparecidos por la dictadura cívico-militar argentina de 1976. Para encaminar este proyecto, Parisí, la Coordinadora del proyecto documental, buscó contactarse con algunos de estos hijos que sufrieron en carne propia hechos angustiantes y problemáticos, intentando visualizar cómo se relacionó la trayectoria de vida de sus familias en sus infancias. De allí el nombre de los videos (Juguetes y Exilio) y la forma particular de representación que eligió la coordinadora para mostrar un rasgo distintivo de la niñez de éstos que, si no traumáticas, fueron, por lo menos, diferentes a las de un infante que no vivenció la experiencia del exilio de su tierra natal.

Consideramos a los videos trabajados como productos culturales resultado de un acontecimiento modernista, como fue la dictadura militar de 1976 en la Argentina. En los documentos, el aspecto traumático de este episodio atroz de la historia del país queda cristalizado con el discurso y las representaciones que aquellos niños –ahora adultos- enuncian respecto a la experiencia que tuvieron que atravesar. En este sentido, junto con las desapariciones, torturas y fusilamientos, el exilio fue otra de las tantas consecuencias que produjo la dictadura y que generó la migración forzada, debido a la persecución política e ideológica por parte del Terrorismo de Estado. De este modo, el destierro es un fenómeno que produce un fuerte trauma en la vida del individuo y de su familia, un suceso desgarrador que altera la integridad del sujeto, tanto física como psíquicamente. En su investigación la Coordinadora Parisí dirá que, para el caso particular argentino, donde la represión y violencia estatal tuvo una incuestionable incidencia en la salida de los ciudadanos del país, los hijos de los perseguidos políticos vivieron un doble exilio o desexilio: irse de muy pequeños sin haberlo decidido, y retornar al país, en plena adolescencia, sin quererlo o desearlo. Esta experiencia de doble desarraigo que debieron atravesar los entrevistados queda manifiesta en el testimonio de Tomás Alzogaray Vanella quien expresa: “Mis recuerdos en México son muy divertidos, muy alegres […] en familia. El periodo duro no fue el de México, sino el de la llegada [de nuevo a la Argentina], ese fue el difícil(Centro de Producción Cine y TV – UNC, 20/06/2016: https://goo.gl/2Ygr91)

Aquella literatura testimonial, tal como la denomina Hayden White, o narrativas del yo[18] ha cobrado ímpetu y fuerza durante las últimas décadas en Argentina y resultó esencial para la elaboración de la experiencia de la dictadura militar de 1976. Luego del retorno de la democracia en 1983, estas narrativas testimoniales y autobiográficas han dado lugar a “la emergencia del horror en las voces de víctimas, sobrevivientes, familiares, testigos y hasta represores”.[19]

Podría decirse que estos relatos parten de una doble temporalidad: por un lado, el periodo transitado durante las infancias de aquellos sujetos hoy adultos y, por otro lado, las memorias que ellos mismos reconstruyen de ese periodo luego, años después de ese pasado. Cabe aclarar, entonces, que la memoria es cualitativa, singular, selectiva y se encuentra en permanente transformación, no sólo porque el olvido amenaza ciertos recuerdos, sino porque ésta como tal es una construcción producto de una reflexión que sigue a los hechos mismos.[20] Este ejercicio de recordar significa claramente un

 

desafío que supone volver a decir, donde el lenguaje, con su capacidad performativa, hace volver a vivir, se juega no solamente la puesta en forma (…) de la historia personal, sino también su dimensión terapéutica –la necesidad de decir, la narración como trabajo de duelo-[21]

 

Algunos ejemplos de lo anteriormente mencionado lo podemos encontrar en el testimonio de Carolina Vaca Narvaja:

 

esos juguetes siempre me llevan directo a mi padre (…) es como un cordón, un lazo que sostiene ese dialogo, esa relación. Si bien son símbolo de una historia dura, de mucho dolor y mucha angustia, creo que han acompañado muy bien la infancia y siguen acompañando ese dolor que no se va a ir nunca (Centro de Producción Cine y TV – UNC, 21/06/2016: https://goo.gl/vhrGH1)

 

Aquí podemos hallar, manifiestamente, la doble función de la narrativa en voz media, tanto como conformación del sujeto afectado y como trabajo de duelo. En este sentido, podemos apreciar “…la posición del enunciador, su papel en la trama, su (auto)valoración [y] la posibilidad de elaboración…”[22] de ese pasado. En relación a lo estrictamente mencionado adherimos con que

 

…escribir [o hablar] es constituirse en el centro del proceso de la palabra (parole), es efectuar la escritura afectándote a sí mismo, es dejar al que escribe (scripteur) dentro de la escritura, no a título de sujeto psicológico (…) sino a título de agente de la acción [23]

 

Claramente, la importancia de este tipo de escritura no reside en reflejar o describir una realidad concreta, sino que es una construcción que coadyuva a identificarse con esa trama, a su vez que se convierte en una tarea terapéutica para quien narra. Por esto mismo, “el lenguaje no puede ser considerado un simple instrumento, utilitario o decorativo del pensamiento” sino un componente fundamental para la representación de estos hechos traumáticos.[24]

Como sostiene White, la voz media se convierte en un artefacto más pertinente, sensible y comprometido en relación a estas experiencias límites. Esta escritura modernista no solo trasmite un acontecimiento, sino que además, con el uso de esta estrategia discursiva, hace reconstituir al sujeto como alguien que pasó por esos eventos y así, de este modo, puede decirse que el escritor existe a través de su narración. Este tipo de escritura “…niega la distancia entre el escritor, el texto, aquello sobre lo que se escribe y en última instancia, el lector. En la lectura intransitiva, el autor no escribe para dar acceso a algo que es independiente (…) sino que ‘se escribe a sí mismo’…”,[25] estableciéndose una imbricación entre pasado y presente, así como también entre sujeto (escritor, agente) y objeto (efecto). A diferencia de la “voz activa” y “voz pasiva”, que, según Barthes[26] expresan una exterioridad con respecto a la acción, en un relato diseñado desde la voz media las acciones y sus efectos son simultáneos para quien lo escribe. En consecuencia, quienes narran las consecuencias del exilio y la persecución a sus familiares están dando cuenta, en primera persona, sobre aquellas experiencias límites y traumáticas que tuvieron que atravesar, en este caso, en sus infancias, pero que los surcarán para el resto de sus vidas, por lo que, en efecto, los transforman.

En el caso del micro-documental “Juguetes y Exilio” podemos encontrar la intención por parte de la coordinadora del proyecto audiovisual de intentar plantear, a través del eje problemático de la infancia y lo lúdico, una reconstrucción de vida de aquellos sujetos que en los setenta atravesaron su niñez de una particular manera. En efecto, a través de aquél punto significativo, Parisí desplaza su protagonismo y emerge en primera escena la voz de la “víctima” de ese hecho “modernista”. Por ello, son aquellos niños hoy adultos los que expresan sus experiencias, y no quien dirige tal proyecto documental. Es en este sentido que contamos con dos imaginarios de verdad y realidad: por un lado, los hechos que tuvieron lugar en ese pasado, así como la experiencia que suscitan, por el otro.[27] Es por esta razón que se puede apreciar aquello que “aparece sin ser llamado, en la lógica propia del lenguaje, como emergente del inconsciente o porque todavía no tenía una precisa formulación”.[28]

El testimonio de Alejandra Damonte es ilustrativo de lo anteriormente mencionado. Ésta relata que en un viaje a Amsterdam su padre le había comprado una muñeca, y por ello aquél día se quedaron sin dinero. Ante esto, ella reconstruye y relata de aquellas memorias:

 

…a pesar de las distancias, y de las idas y de las vueltas, estuvo el amor y esta cosa de mi papá de verme como una niña y comprarme juguetes. No podría perderla porque es una parte mía, sería perderme yo también, y en esta busca de idas y vueltas, siempre ha permanecido ella [la muñeca], y también he permanecido yo (Centro de Producción Cine y TV – UNC, 20/06/2016: https://goo.gl/rw7XJk).

 

Además de apreciar el modo particular en el que emergen esas memorias al momento de reconstruirlas, podemos decir que se establece una cierta relación de empatía con lo que ella ha vivenciado, generando una particular sensibilidad a los ojos del lector-observador.

Otro testimonio que cobra relevancia en este micro-documental es el de Tomás Alzogaray Vanella. Aquí encontramos, nuevamente, el valor de sus memorias y la necesidad de colocarlas en un primer plano por parte de Parisí:

 

…cuando yo llego de México, a los siete años, me brotan quistes en las manos y en las rodillas, y me los tratan y me los tratan y no se me van esos quistes, tenía muchos… Y yo a los once años vuelvo a México, a festejar mi cumpleaños número once, en el periodo, en el transcurso del avión, cuando llego a México, ya no tenía los quistes (Centro de Producción Cine y TV – UNC, 20/06/2016: https://goo.gl/2Ygr91).

 

Se podría decir que la expresión testimonial a través de un soporte audiovisual para transmitir las memorias de víctimas del terrorismo en Argentina permite pensar en la herramienta analítica de la voz media para trasmitir y representar este pasado traumático. A través del énfasis realizado en las historias de vida de quienes fueron niños en aquél contexto dictatorial y represivo, se puede observar cómo éstos, a través de gestos, enunciaciones y recuerdos, transmiten sus vivencias, mostrando a su vez los diversos modos de dotar de sentido a la experiencia traumática entre ellos mismos.[29] A pesar del intento por parte del poder de facto por acabar con el sentido a través del terror, emergen este tipo de palabras reparadoras y constructivas.

 

(In)conclusión

A modo de cierre, se podría decir que es necesario pensar en andamiajes teóricos, epistemológicos y literarios que sean pertinentes a la hora de expresarnos sobre ciertas temáticas desgarradoras, traumáticas y difíciles de representar que atravesaron el siglo XX. La experiencia de la última dictadura cívico-militar Argentina ha calado hondo y ha dejado huellas imborrables en el conjunto de la sociedad, y se torna indispensable volver a ese pasado con el fin de proponer un aporte teórico y crítico, desde una perspectiva distanciada y a la vez reparadora de esta herida colectiva. Las consecuencias que provocaron estos hechos en la comunidad de nuestro país nos obligan a pensar, parafraseando a Barthes,[30] en la lengua y en el discurso, ya no en términos instrumentalistas, sino como ejercicio de la palabra.

Claramente, los relatos testimoniales deben ser tenidos en cuenta para explicar y comprender la realidad social aludida. En efecto, suscribo con las palabras de Enzo Traverso en relación a que el historiador no debe ignorar los recuerdos de los familiares, víctimas y sobrevivientes de estos hechos traumáticos, así como tampoco debe tener el derecho de transformar aquellas singulares memorias en un prisma normativo de escritura de la historia.[31] La fuente testimonial representa un desafío frente a los ojos del historiador, de la que se torna necesario tomar recaudos, pero que es menester tener en cuenta a la hora de pensar en la reconstrucción del pasado reciente argentino, en este caso. La historia así, en contacto con la memoria, tiende a tratar temas que son de interés para la comunidad, y transmite estos episodios a través de una examinación crítica.[32]

Si bien la escritura testimonial remite a un tipo de trama y representación narrativa sensible, comprometida y pertinente, ya que relata en primera persona aquellos hechos traumáticos desde la perspectiva de la víctima misma, se torna necesario pensar este tipo de escritura intransitiva en los relatos e investigaciones históricas. En este sentido, consideramos que la teoría literaria, y particularmente las nociones de escritura intransitiva y voz media, proponen un reto a la tarea misma del historiador, y se torna fundamental tener en cuenta estos aportes a la hora de historizar acontecimientos “modernistas”, tomando los recaudos necesarios, bajo los fines de no caer en reducciones y generalizaciones lingüísticas.

Es menester aclarar que este tipo de hechos y acontecimientos traumáticos también son identificables en el siglo XXI. Algunos ejemplos de ellos serían, a saber, la Guerra en Siria y los países del Oriente Medio, la pobreza en la que se ven subsumidos los países sub-desarrollados a costa de los países centrales, las condiciones infrahumanas a las que se someten los refugiados migrantes en el mundo, el conflicto Palestino-Israelí (acarreado desde el siglo XX), entre otros. Con esta ejemplificación no quisiéramos pecar de hacer una simple enumeración desinteresada. Por el contrario, creemos pertinente, al igual que al hablar de los hechos traumáticos del siglo XX, que se contemplen artefactos literarios particulares para hablar sobre estos hechos contemporáneos ocurridos en el nuevo siglo. La continuación de hechos traumáticos en la actualidad hace que se torne indispensable pensar cuál es la manera más adecuada para hablar sobre ellos. Por ello, valoramos la “intensa búsqueda, en la literatura, de una aproximación adecuada para escribir historia”.[33]

Consideramos que los modos de abordaje de dichas problemáticas tan significativas para las comunidades que las vivencian, y para la humanidad en general, se encontrarán en permanente tensión a la hora de representarlas, y es por esta razón que afirmamos que es propicio plantear este debate como inconcluso. Es tarea imprescindible seguir reflexionando, deconstruyendo y desandando caminos acerca de cuáles son las prácticas discursivas, narrativas y representativas más sensibles y comprometidas con este tipo de acontecimientos. Tanto el recurso de la escritura intransitiva como el de “voz media” pueden ser considerados aportes indiscutidos para tramar dichos episodios “modernistas” y ¿Posmodernistas? 

 

 


FUENTES

Documentales Juguetes y Exilio entrevistas a:

Carolina Vaca Narvaja (exiliada política en México, entre 1976-1983). Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=f1Dae1LOM5s

Tomás Alzogaray Vanella (exiliado político en México, entre 1976 - 1983). Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=m16RF4ls6F8

Alejandra Damonte (exiliada política en México, entre 1976 - 1983). Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=Ji_9TaoGxnA

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA

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* Escuela de Historia, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba. E mail: camisapp@hotmail.com

[1] White, 2003:36.

[2] White, 2007:78.

[3] Un referente que sostiene dicha postura acerca del genocidio nazi, y que es citado por White (2007:78) es George Steiner: citado por Lang, 1990: 151.

[4] La Capra, 2009:10.

[5] Feierstein, 2011: 578.

[6] Kiernan, 1996.

[7] Dadrian, 2001, 2004 y 2005.

[8] Feierstein, 2011: 22.

[9] White, 2007:70.

[10] Traverso, 2011: 70.

[11] White, 2003:36.

[12] White, 2003:36.

[13] Feierstein, 2016:16. Según White “Se llama explicación por la trama a la que da el “significado” de un relato mediante la identificación de un tipo de relato…” como puede ser el romance, la tragedia, comedia o sátira (White, 1992: 18). La explicación por argumentación, en cambio remite a caracteres formistas, organicistas, mecanicistas y contextualistas, asociados a una operación cognoscitiva (White, 1992: 23); por último, la explicación por implicación ideológica plantea la presencia de cierto componente ético en el relato, clasificados por el autor como anarquismo, conservadurismo, radicalismo y liberalismo (White, 1992: 32). Estos tres componentes combinados hacen a un estilo historiográfico propio de una obra (White, 1992: 38). Dicho despliegue teórico desarrollado por White es algo que excede a nuestro trabajo, pero que es importante tener presente a la hora de pensar y cuestionarse qué explicaciones calificarían como ‘científicamente’ históricas. Éste es un debate inconcluso en el campo de las ciencias sociales, así como una disputa entre distintas perspectivas a la hora de considerar lo que ‘debería ser’ considerado como tal. En este sentido, se cuenta con una multiplicidad de posiciones acerca de cuál es la tarea propia del historiador (White, 1992: 23).

[14] White, 1992: 14.

[15] White, 1992: 14.

[16] White, 2011: 449.

[17] Citado en Feierstein, 2016: 23.

[18] Arfuch, 2013: 76.

[19] Arfuch, 2013:77.

[20] Traverso, 2011:73.

[21] Traverso, 2011:73.

[22] Arfuch, 2013: 80.

[23] White, 2011: 443.

[24] Barthes, 1979 [1987]:25.

[25] White, 2007: 83.

[26] White, 2011: 448.

[27] Arfuch, 2013:85.

[28] Arfuch, 2013:85.

[29] Feierstein, 2011: 585.

[30] Barthes, 1979 [1987]:32.

[31] Traverso, 2011: 76.

[32] La Capra, 2009:13.

[33] White, 2003: 39.