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Abal Medina, Paula; Natalucci, Ana y Rosso, Fernando, ¿Existe la clase obrera?, Le Monde diplomatique y Capital Intelectual, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2017

 

 

Julieta Almada*

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Cuadernos de Historia. Serie economía y sociedad, N° 20, 2018, pp. 215 a 219.

RECIBIDO: 03/02/2019. EVALUADO: 03/02/2019. ACEPTADO: 10/02/2019.

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El libro que se incluye en la serie “La media distancia”, dirigida por José Natanson y Martín Rodríguez, tiene como potencialidad no sólo reabrir una discusión que ha signado las producciones de las ciencias sociales en general, como es la caracterización de la clase obrera por lo menos hasta la llegada de las discusiones en torno al “fin del trabajo”, sino que además presenta un mapeo y caracterización de las organizaciones del trabajo formal e informal, en un momento crucial de nuestro país.

En cierto modo es a la vez, un balance crítico de los efectos sociales en el mundo del trabajo de la década kirchnerista y de los primeros años del gobierno macrista. En este punto, a diferencia de otras producciones que intentan caracterizar y periodizar los cambios y continuidades de los gobiernos kirchneristas, centradas en aspectos macroeconómicos o bien meramente políticos, esta producción se centra en un análisis social, que combina en las explicaciones variables económicas, políticas y culturales.

Tanto en el prólogo como en la introducción, se da cuenta de la heterogeneidad del mundo del trabajo y de los agrupamientos sindicales que representan a los trabajadores. Heterogeneidad creciente que se agudiza durante los gobiernos neoliberales, y que no se revierte durante los gobiernos kirchneristas, sino que, pese al crecimiento económico y la creciente sindicalización de los trabajadores, perpetuó una fragmentación de la clase obrera que se distingue no sólo por los salarios percibidos, o las modalidades laborales, sino también por el acceso a derechos como ser el cobro de las asignaciones familiares, el sueldo anual complementario, el acceso a salud diferenciado, etc.  

La obra se compone de tres artículos que son los resultados de investigaciones sobre fuentes primarias escritas, oficiales, públicas, privadas y también orales. 

El texto de Paula Abal Medina que inicia el libro historiza no sólo el devenir del movimiento obrero organizado nucleado en la Confederación General del Trabajo (CGT), sino también lo que denomina como “el otro movimiento obrero”, el de los trabajadores informales; ese más de treinta y cuatro por ciento de la Población Económicamente Activa a la que se dirigieron políticas específicas por parte del gobierno nacional en las primeras décadas del nuevo milenio, pero que aún así no lograron perforar su piso.

Son los trabajadores informales, los cartoneros, los trabajadores de las cooperativas y fábricas recuperadas, hombres, mujeres, miles que no ingresan en el listado del Ministerio de Trabajo sino a través de un deshumanizado número estadístico. Trabajadorxs que no tienen el mismo acceso a los derechos, y por ello se organizan, para resistir, para avanzar, para vivir bien. La autora relata que, a partir de su constitución en 2010, la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CETEP) intentó integrarse a la CGT, y ante su negativa, se constituyó como Confederación. En los primeros años del gobierno macrista encabezó, junto con otras organizaciones, una de las principales manifestaciones de resistencia a las políticas de ajuste. Su importancia, según la autora no se limita a eso, es mucho más profunda, esta organización y las formas de producción que genera y promueve, centrada en la perspectiva de buen vivir, puede erosionar el capitalismo, y “crear instituciones anticipadoras como experimentos viables que podrían eventualmente reemplazar la estructura dominante de la sociedad” (Andrej Gurbacic, citado en p. 55). A partir de la recuperación de testimonios y discursos, lo que se nos presentaba como un obstáculo a superar (perforar ese piso del 34% del trabajo informal), se transforma, a través de organización y lucha en potencia transformadora.

Por su parte, Ana Natalucci se centra en los sinuosos vínculos que tuvo el kirchnerismo con el movimiento obrero organizado peronista nucleado en la CGT que, tal como historiza en el apartado “Poder corporativo y poder político”, también sufrió los reveses de la fragmentación. Desarrolla además la experiencia poco analizada de la Juventud Sindical, como parte de este proceso. La autora reconoce el incremento de la participación sindical, desde un indicador fundamental como es la evolución en la tasa de afiliación, y vincula su crecimiento a la estrategia “neodesarrollista” impulsada por los gobiernos kirchneristas.

Como pilar fundamental de la temprana alianza política que inaugura Néstor Kirchner, el movimiento obrero peronista desempeñará un rol fundamental durante el lock out patronal de 2008. La autora sostiene que la reversión internacional de la dinámica que venían adoptando los términos de intercambio para la economía nacional, con la crisis de 2008-2009, fue un momento bisagra en el vínculo sindical-gobierno nacional, en tanto la estrategia distribucionista se vio tensionada. Así, señala Natalucci que el proyecto para repartir las utilidades de las empresas (2009)

 

fue el último intento de por lo menos un sector del sindicalismo por discutir la distribución de la riqueza de los empresarios. Ante la evidente imposibilidad de avanzar en este sentido, la estrategia se volvió más defensiva; [y] se consolidó la demanda de la reducción de la carga impositiva en relación al pago del impuesto a las ganancias (85)

 

Ahora bien, estos elementos no fueron los únicos que influyeron. De acuerdo a su perspectiva, luego de la muerte de Néstor Kirchner, hay un intento de avance en los puestos decisionales de la política pública por parte del sector moyanista lo que la autora denomina como el salto a la política y esta estrategia será deslegitimada por parte de la administración de Fernández de Kirchner y contribuirá a la ruptura en 2012. Y es que no podía ser de otro modo, a menos que se modificara la estrategia económica sostenida por el gobierno, en la medida en que “el neodesarrollismo necesitaba de una alianza recreada a partir de un consenso intersectorial sobre algunos lineamientos básicos económicos por parte de un grupo relativamente amplio que incluyera sectores productivos, de las clases medias y populares” (74). Esta estrategia estaba balanceada por el contrapeso del sector sindical, pero cuyo equilibrio no debía modificarse para sostenerse en el tiempo, y más en el “momento del agotamiento de la estrategia desarrollista”. Analiza la autora que la decisión del gobierno fue intentar restablecer el equilibrio en la puja distributiva a partir de la intervención estatal, direccionando el gasto público a favor del consumo masivo. Pero la ruptura estaba en puertas. Un sector de la CGT se distanció del gobierno nacional y otro continuó a su lado. Nuevamente la fragmentación de la representación corporativa y política de los trabajadores formales se hizo presente en nuestra historia reciente.

Por último, Fernando Rosso aborda experiencias de radicalización en el ámbito del trabajo. Bajo el diagnóstico de la crisis del sistema sindical argentino, va a sostener que

 

cuando los trabajadores recompusieron su fuerza y recuperaron grados de subjetividad, re-emergió la izquierda sindical, acompañando un fenómeno que fue calificado alternativamente como sindicalismo de base, sindicalismo combativo, sindicalismo clasista o, simplemente sindicalismo de izquierda (130)

 

Retoma en su presentación tres casos que considera paradigmáticos en su argumento: el conflicto de metrodelegados de 2004, el conflicto del gremio de telefónicos también en Buenos Aires de 2004 y la huelga del Hospital Garraham de 2005. Tres casos que visibilizan la “recuperación de cuerpos de delegados y comisiones internas y hasta de seccionales sindicales en algunas organizaciones por parte de nuevos referentes, íntimamente ligados a la izquierda clasista” (136), que tendrán su expresión política según el autor, en el Frente de Izquierda y de los Trabajadores.

Rosso realiza una pormenorizada descripción de fábricas en las que la izquierda trotskista ha avanzado en representación de las comisiones internas de fábricas, y que ha tenido como epicentro dentro de su repertorio de protesta, la presencia y cortes en la Avenida Panamericana (Buenos Aires). Realiza algunas referencias a experiencias significativas como la de la fábrica recuperada bajo control obrero Zanón en Neuquén, como ejemplo de la acción directa frente a los posibles cierres de fábricas, aunque la mayor extensión de su texto se centra en Buenos Aires.

De acuerdo a la perspectiva del autor, “Ocupar, producir y Resistir” se presenta en la memoria colectiva de los trabajadores, como una experiencia posible.

Una veintena de experiencias en los más de 3400 gremios reconocidos a nivel nacional, son presentadas por el autor como ejemplificadoras del grado de recomposición de la fuerza de la clase obrera y su retorno como sujeto social y político en la realidad nacional (centrada en Buenos Aires). El autor vaticina, por último, en sus conclusiones esta radicalidad latente, y la compara con la de los años sesenta del siglo pasado, que fueron “años de preparación, se cocinó a fuego lento el movimiento obrero que irrumpió con toda su potencialidad una década después” (156). Estas experiencias que recupera entonces son las que se podrán poner a prueba en los años venideros como experiencias de resistencia y contraofensiva al capitalismo neoliberal.

Por último, quisiéramos destacar que el libro presenta y analiza un movimiento obrero fragmentado, en el que se realizan escasísimas referencias a las mujeres o a las múltiples diversidades que componen esa clase obrera a la que se referencia y caracteriza. Una clase obrera en el que se distinguen trabajadores formales e informales, en donde es posible advertir a trabajadores que no se reconocen como tales, a pesar de que viven-del-trabajo. Se analiza un conjunto heterogéneo que, sin embargo, empieza lentamente a unirse en acontecimientos políticos, en donde se conjugan demandas transversales de una inmensa mayoría nacional que empieza a resistir y a plantearse alternativas a la embestida neoliberal. Una clase obrera que se convierte en tal en la propia experiencia de lucha.

El libro que reseñamos aporta una minuciosa caracterización de la realidad política de la clase obrera existente que, si bien sería importante complementarlo con miradas regionales y provinciales descentradas de Buenos Aires, permite imaginar líneas de acción conjunta y proyectos políticos alternativos.

 

 



* Universidad Nacional de Córdoba. CONICET. E mail: julialmada@gmail.com