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Estudiantes universitarios organizados contra políticas educativas del neoliberalismo en dos temporalidades (UNC/1991-1998)
Victoria Chabrando*
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Cuadernos de Historia. Serie economía y sociedad, N° 21, 2018, pp. 201 a 212.
RECIBIDO: 01/11/2018. EVALUADO: 01/12/2018. ACEPTADO: 01/12/2018.
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Resumen
Pese a la desilusión democrática de 1986-1989 y pese a la derrota de 1995 respecto a la propuesta de Ley de Educación Superior los estudiantes organizados orientaron sus esfuerzos para visibilizar reclamos en diferentes coyunturas respecto a políticas que afectaron a la comunidad educativa a nivel nacional. Particularmente en la Universidad Nacional de Córdoba, los jóvenes universitarios tuvieron un rol protagónico. Proponemos dos temporalidades para presentar demandas estudiantiles respecto a la coyuntura nacional y a los conflictos entre diversas fuerzas universitarias, teniendo en cuenta periodos eleccionarios.
Palabras clave: participación – políticas educativas – universidad
Summary
Despite the democratic disillusionment of 1986-1989 and despite the 1995 defeat of the proposed Ley de Educación Superior, organized students directed their efforts to make visible claims at different junctures regarding policies that affected the educational community at the national level. Particularly at the Universidad Nacional de Córdoba, university students played a leading role. We propose two temporary periods to present student demands regarding the national situation and the conflicts between different university forces, taking into account election periods.
Keywords: participation – education policies – University
A principios de la década de los ´90, las decisiones del ejecutivo nacional (cargo que Carlos S. Menem ocupó desde el 8 de julio de 1989 hasta el 10 de diciembre de 1999) fueron de ajuste a derechos sociales básicos como el derecho a la educación, la salud, la cultura, y de extranjerización de la economía, profundización de procesos de desindustrialización, crecimiento del desempleo y pobreza estructural y de privatización de servicios del Estado.
Desde ese momento, Argentina se acoplaba a gobiernos de la región y el mundo, que tenían como principal objetivo consolidar un nuevo modelo de desarrollo del capitalismo a nivel global.
A partir del año 1991, se profundizaron las políticas de ajuste estructural a nivel nacional que implicaron sobre todo la apertura comercial y financiera indiscriminada, la desestructuración de los aparatos reguladores del Estado, las privatizaciones de empresas estatales de servicios públicos y la concentración de la riqueza en manos extranjeras.[1]
En la Universidad Nacional de Córdoba, como en todo el sistema Universitario, se buscaron establecer determinadas medidas que reconfiguraron las identidades de las universidades y los saberes producidos y difundidos, a partir de una concepción de la educación y de la universidad vinculada a los estándares de organismos acreedores internacionales, estándares y dichos criterios empezaron a penetrar con desconocidos conceptos hasta el momento en las Universidades estatales: “evaluación”, “acreditación”, “categorización docente”, “calidad educativa” o “gestión”.
Los partidos políticos atravesaban una crisis de representación y a nivel social, se vislumbraba un momento generalizado de desmovilización y un repliegue en los modos de sociabilidad política.
En este marco, hubo un sector de la juventud que fue protagonista de la construcción de organizaciones como de la producción de protestas, movilizaciones y la generación de propuestas para sobrellevar la situación de crisis.
Ahora bien. ¿Quiénes eran estos estudiantes? ¿Qué buscaron generar a partir de la experiencia política? ¿Quiénes fueron sus adversarios? ¿Cuáles fueron las demandas que los hermanan en sus reivindicaciones? ¿Cuáles los diferenciaban? ¿Cuáles fueron las prácticas que instituyeron a los estudiantes universitarios como sujetos políticos?
Parto de ciertos supuestos generales para caracterizar a estos jóvenes. En primer lugar, los espacios estudiantiles tuvieron una persistente vocación para proponer alternativas al problema social de su época. En segundo lugar, sus organizaciones estuvieron atravesadas por una relación profundamente dialéctica con la sociedad en la que vivieron, lo cual otorgó un potencial político en tanto protagonistas de transformación al interior del régimen universitario, impactando en las dinámicas sociales extra universitarias teniendo en cuenta los espacios culturales y las redes de relaciones que sostuvieron los estudiantes confiriéndole de este modo a cada organización su peculiaridad teniendo en cuenta la coyuntura económica y política, centralmente.
La metodología de trabajo comprende la lectura de bibliografía específica y el análisis de fuentes escritas como diarios y revistas de la época, folletos estudiantiles, actas del Consejo Superior de la UNC y apuntes de trabajo.
El sistema universitario y el conflicto social en los `90
Desde sus comienzos, el menemismo configuró un paquete de medidas estructurales para las dependencias del Estado, como el sistema de Salud y las empresas nacionales. En este mismo sentido, se articularon modificaciones sustanciales en el sistema educativo, siendo ahora la principal función de la universidad la de formar “recursos humanos” para el mercado y “clientes-usuarios”, argumentado desde un discurso productivista y mercantil, donde la Universidad necesitaba generar recursos sin inversión directa del Estado nacional.
Marcela Mollis, sostiene la diversidad de fuentes de financiamiento para cubrir los saberes impartidos desde de la Educación Superior (por ejemplo, sistema de posgrados pagos) no resuelve la reproducción social universitaria. Los cambios al sistema de financiamiento alternativo al estatal, no resuelve el problema de los beneficiarios de las universidades, la mayor responsabilidad en la selección social al interior del sistema educativo le corresponde al plan económico que deja fuera del circuito formal a los argentinos más pobres. En segundo lugar, la tesis modernizadora contiene la idea de que el futuro sólo es viable para las "sociedades del conocimiento", abalando el abandono del Estado de las áreas vinculadas a la investigación básica y aplicada. Según la autora, este discurso se hizo hegemónico desde 1995 para abrir paso a un sistema universitario desfinanciado desde el Estado Nacional:
La des-inversión universitaria forma parte del mandato globalizador por el cual se deja la producción del conocimiento innovador en manos de los países altamente industrializados, es decir el desarrollo de la investigación a las universidades y empresas del norte. En el reparto de las funciones mundiales del conocimiento, a nuestras universidades les toca el papel de entrenadoras de recursos humanos, que seguirán siendo humanos en tanto sean ‘recursos’ y no por los planes de estudio humanistas[2]
Desde esta nueva perspectiva, con la implementación de la LES, se modificó la intervención del Estado en la Universidad. El Estado se limitó a una función regulatoria que emanó de la Ley de Educación Superior promulgada en 1995. En sintonía con el proceso privatizador de la economía, se abandona la función interventora del Estado en las empresas, porque todas se privatizan.
Para los estudiantes elegidos como consejeros estudiantiles, 1998, fue un año de intensidad en las acciones de cada Facultad para el rechazo constante a su aplicación, sobre todo desde consejeros estudiantiles. El argumento central por el cual los estudiantes rechazaron la LES, fue por el atropello al principio de Autonomía: siendo la discusión sobre cómo debía intervenir el Estado nacional en las políticas de Educación Superior.
Mientras tanto, en Córdoba los conflictos centrales se dieron por los convenios colectivos de trabajos y el rechazo a la reforma laboral. Los sindicatos de metalmecánicos (Smata) y de Alimentación fueron los más movilizados. Respecto a conflictos salariales, el sector de la educación (UEPC), trabajadores estatales (SEP) y aguas (SIPOS), fueron quienes encabezaron las demandas.
La militancia estudiantil en dos temporalidades
La militancia estudiantil durante la década de los `90, fue reconfigurando sus demandas dependiendo las medidas propuestas desde el ejecutivo. En este sentido, presentamos una configuración de temporalidades que se distancia del tiempo calendario y se relaciona con las políticas públicas respecto a la educación y las respuestas de los jóvenes universitarios organizados.
Una primera temporalidad, la presentamos entre 1991 y 1995, ligada al período de desilusión democrática (1986-1989) y caracterizada por la crisis económica. Los sucesos de Semana Santa, le valieron al partido radical una importante pérdida de legitimidad. Lo cual impactó en la relación entre el alfonsinismo y la Franja Morada, agrupación que en ese momento tenía gran cantidad de militantes y adeptos. De este modo, comenzó un nuevo proceso organizativo del estudiantado caracterizándose ante todo por la crisis al interior de una de las fuerzas universitarias más convocantes.
Hubo un repliegue hacia el espacio exclusivamente institucional y académico de la participación estudiantil durante los primeros años de los `90 a diferencia de la década del 80, donde fueron momentos de intensa participación estudiantil y visibilización en el espacio público de una juventud esperanzada por renovar el sistema político y la vida universitaria.
Desde 1983, la relación con la política entre los estudiantes estuvo dada por la tensión entre los legados de los años setenta –demonizada por la violencia política y el terrorismo de estado– y la construcción de una república democrática que pretendía liderar el partido radical (en adelante UCR). Esta tensión se constituyó en una conflictiva díada a partir de la cual una no pudo definirse sin la otra y a partir de las cuales se definieron las formas de participación estudiantil. En la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) la reactivación de la participación estudiantil estuvo marcada por dos procesos paralelos e interrelacionados: por un lado, por las heridas que había sufrido la Universidad durante los años del terrorismo de estado y, por otra parte, por la influencia gravitante de las organizaciones partidarias que estaban en juego en la escena extra universitaria. Tanto los programas de trabajo de las agrupaciones estudiantiles, como las definiciones en las pugnas por detentar espacios de poder dentro de la Universidad estuvieron influenciados por las discusiones en el espacio extra universitario. Por cierto, es esta etapa la hegemonía estuvo determinada por el poder de la Franja Morada, brazo estudiantil de la Unión Cívica Radical (UCR), la Juventud Universitaria Intransigente (JUI) del Partido Intransigente (PI), la Juventud Universitaria Peronista (JUP) del Partido Peronista y la Unión para la Apertura Universitaria (UPAU). Se trataba de hecho de una situación paradojal, en donde la historia reciente vinculada a los efectos directos de la dictadura militar, invadía y penetraba la discusión de la reorganización de la vida estudiantil.
Esta iniciativa estuvo dirigida por técnicos del Ministerio de Cultura y Educación y el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN). Para 1993, con la creación de la Secretaría de Políticas Universitarias en el Ministerio de Educación de la Nación, se concentraron en esta dependencia la coordinación de estos proyectos.
La militancia estaba dirigida a concluir el proceso de normalización universitario pos dictadura, como concursos, problemas relacionados a los cursos de nivelación, discutir problemas disciplinares y las dinámicas en la participación se dieron en cada facultad. La caracterización de los planes de estudios, la planta docente, la crítica a la bibliografía estudiada, el perfil de los egresados fueron los ejes privilegiados para la intervención estudiantil. Durante estos primeros años de la década, se desarrollaron espacios de intercambio académico, con discusiones sobre todo en las Facultades orientadas a las carreras de las Ciencias Sociales y Humanas, como fue el caso de Trabajo Social, Historia, Filosofía, Comunicación Social, Educación y Artes, adquiriendo un protagonismo peculiar estos espacios de movilización a partir, principalmente, de demandas puntuales en relación a la cotidianeidad estudiantil.
En 1991 con la presentación del denominado "Sub Proyecto 06" el cual preveía artículos para la restricción al ingreso universitario, el arancelamiento de las universidades y la creación de sistemas de evaluación más estrictos en todas las dependencias nacionales, el estudiantado congregado en comisiones de trabajo, talleres, conferencias y seminarios, sumado a los delegados por curso y los representantes en los consejos de Escuelas y Facultad, discutieron el proyecto en diversos espacios, aunque ese proyecto no avanzó en su implementación, hasta la propuesta la nueva Ley de Educación Superior, anunciada en el año 1994.
Ya entrado 1995, el conflicto social respecto a determinadas decisiones del ejecutivo delimitó la configuración de las fuerzas universitarias en esta primera temporalidad. El modelo económico comenzaba a visibilizar sus primeras consecuencias a nivel social. Los efectos de las medidas del ministro de economía Domingo Cavallo, quien anunciaba públicamente la “postergación de los sueldos nacionales para el pago de deuda externa”, como así también, el “adelanto del vencimiento del impuesto a los agentes del estado a los bienes personales del personal nacional activo”, generó un gran descontento entre afectados directos, sobre todo empleados públicos y en los docentes.
Los estudiantes conglomerados en espacios independientes, a medida que iban ganando terreno en el plano político, ganaban en confianza para instalar sus demandas por fuera de los canales universitarios y comenzaban a construir novedosos lazos de solidaridad con organizaciones sociales, alejándose de las lógicas partidarias.
Algunas de las respuestas respecto a estas nuevas experiencias juveniles las encontramos en la deslegitimación de los partidos políticos respecto a problemas de coyuntura.
Con la experiencia de las leyes de Obediencia Debida (1986) y Punto Final (1987), muchos de los jóvenes que ingresaron a la Universidad a finales de la década de los `80 y principios de los `90, produjeron un alejamiento de la militancia de los ’80, muy vinculada a la relación con la UCR y otros partidos políticos. Sumado a esto, el contexto de crisis de representación de esos espacios, facilitó el acercamiento de estudiantes a experiencias de auto gestión y cierto alejamiento a las dinámicas institucionales que impregnaron la vida estudiantil durante la década anterior. Particularmente en Córdoba, la propuesta de elevar a la Cámara de Diputados de la Nación el proyecto de ley para sancionar una nueva Ley de Educación Superior (1994), marcó un antes y un después porque significó sobre todo la irrupción de diversas fuerzas estudiantiles (principalmente en las Facultades de Derecho, especialmente los estudiantes de la carrera de Comunicación social, Facultad de Astronomía Matemática y Física, Filosofía y Humanidades, Agronomía y Arquitectura) en espacios de discusión política más amplios, como asambleas inter facultades, movilizaciones callejeras y la articulación con sujetos políticos por fuera del sistema universitario. Una dinámica de participación novedosa en un escenario en donde convivían heterogéneas organizaciones estudiantiles, junto con estudiantes sin participación política previa al conflicto. Ahora bien, esta irrupción en el espacio público, fue la acumulación de años anteriores.
Los estudiantes fueron redoblando la apuesta para oponerse al proyecto y propusieron el no tratamiento de la ley. Fernando Moroni, representante de la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA), proponía, en aquella ocasión, que: “La ley no debe tratarse en el Congreso y en esta parada nos jugamos nuestro futuro y el de nuestras generaciones que quieren entrar a la Universidad”.[3]
En junio de 1995, el Encuentro Nacional de Estudiantes convocó a los estudiantes de todo el país para concentrarse frente el Congreso Nacional para exigir que el Poder Ejecutivo retirase el proyecto.[4]
Las agrupaciones independientes de Córdoba extendieron su reclamo y en ese mismo mes, comenzaron a coordinarse algunas actividades conjuntas entre sectores del sindicalismo provincial y los estudiantes. Al principio, las movilizaciones de cada sector fueron en paralelo – SEP, UEPC, Luz y Fuerza, SIPOS–, pero cuando los niveles de enfrentamiento con la policía recrudecieron, los universitarios, buscaron diálogo y la coordinación en las movilizaciones y las demandas se hicieron más estrechas.
Pese al esfuerzo de los estudiantes, la LES fue aprobada en julio de 1995. Si bien, esta derrota impactó en la convocatoria estudiantil –sobre todo en los espacios asamblearios– dejó un saldo organizativo que se reflejó en las elecciones de años posteriores. Durante los años siguientes a la sanción de la LES, una nueva generación de estudiantes se acercó a la militancia, estableciendo vínculos de trabajo y compañerismo con quienes resistieron el embate neoliberal en la educación. Esta nueva camada, propuso (desde los abordajes académicos de sus especialidades) discutir el perfil de los egresados, el compromiso social de los estudiantes frente a las demandas sociales y la articulación con organizaciones de base. Los encuentros de formación y actividades organizadas por agrupaciones independientes de las Facultades anteriormente mencionadas, comenzaron a referenciar principalmente a los referentes de organismos de Derechos Humanos y organizaciones sociales latinoamericanas como Vicente Zito Lema, Hebe de Bonafini, el Movimiento de los Sin Tierra de Brasil, Horacio González, la agrupación H.I.J.O.S, recientemente creada, entre otros.
En 1996, pocos meses después de que asumiera Carlos Menem su segundo período como presidente de la Nación (1995-1999), se conformó en Córdoba el Frente Estudiantil de Unidad (FEU) integrado por una alianza entre diferentes agrupaciones independientes y los brazos estudiantiles de partidos de izquierda. El Frente estaba compuesto por Participación y Resistencia Estudiantil (PYRE) de la Facultad de Filosofía y Humanidades, el GURI, de la Facultad de Astronomía, Matemática y Física (FAMAF) y el Movimiento de Base de Agronomía (MBA), fuerza independiente de la Facultad de Agronomía, la Nac&Pop de Comunicación Social junto a Venceremos (Patria Libre) y la FEDE (Partido Comunista).
Ya para las elecciones de 1998, los estudiantes tenían propuestas y agrupaciones con frentes de unidad, dándose por primera vez, la posibilidad real de concretar su visibilidad en espacios regionales de representación al interior de la UNC.
Eduardo Staricco, en ese momento Rector de la Universidad, Hugo Juri, el Vicerrector y Luis Di Marco, docente en la Facultad de Ciencias Económicas, se presentaron como los principales postulantes a ocupar el máximo cargo de representación en la Universidad Nacional de Córdoba, siendo el movimiento estudiantil organizado, uno de los protagonistas en esta contienda. Las agrupaciones estudiantiles, con sus delegados ocuparon un tercio de las bancas de la Asamblea Universitaria (nueve docentes, seis estudiantes, dos graduados y un no docente). La hegemonía en ese momento la seguía teniendo Franja Morada, (FM) el brazo estudiantil del partido radical y el Movimiento Nacional Reformista (MNR).
Los estudiantes organizados en la Facultad de Filosofía y Humanidades (PYRE), FAMAF (GURI), Arquitectura (GEADI) y Ciencias Químicas, acompañaron la postulación de Staricco, acompañando la propuesta del Grupo Universidad. Este espacio propuso como plataforma el mejoramiento de la eficiencia académica a través de evaluaciones y concursos docentes transparentes, la jerarquización del Consejo Superior y el mejoramiento de los recursos presupuestarios. Di Marco, fue apoyado por el Grupo de Trabajo para el proyecto Universitario. (GTPU), pero la gran disputa se dio entre Staricco y Juri.
Por otra parte, Transformación Universitaria acompaño la candidatura de Hugo Juri. Este candidato, tenía sobre todo el apoyo del claustro docente en Ciencias Médicas, Odontología, Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Derecho y Ciencias Agropecuarias.
…las propuestas de este espacio, suponen la restructuración modernizadora del sistema universitario con un acortamiento de las carreras de grado, un impulso al sistema de posgrado pagos, en consonancia con el sistema educativo europeo. Es necesario hacer eficiente el gasto universitario, a través de la relación entre la Universidad y la Sociedad[5]
La intromisión de organismos extra universitarios en las acreditaciones de carreras de grado y posgrado, entre otras cuestiones, uno de los puntos centrales en la plataforma de lanzamiento del Rectorado de Juri
Los estudiantes nucleados en las agrupaciones estudiantiles hicieron escuchar su reclamo, quedando plasmado en el documento del Congreso Nacional de Estudiantes organizados por la Federación Universitaria Argentina: “exigimos el restablecimiento de una relación respetuosa entre el aparato estatal central y las instituciones universitarias”.[6]
Por 32 votos de diferencia, Hugo Juri llegó al rectorado (aunque no llego a cumplir su mandato por el llamado del Presidente De La Rúa para el cargo de ministro de educación en el año 2000). El nuevo rector, accedió al poder con un discurso de “renovación” y “Superación de ineficiencias”, de la gestión de la que el mismo había formado parte. Si bien Juri contaba con el apoyo de la mayoría del claustro docente, la hegemonía de Franja Morada, al interior del Movimiento Estudiantil en este tiempo, produjo la diferencia. En esta oportunidad, la Franja Morada, dirimió sus internas apoyando a quien sería rector. Un sector apoyo a Staricco (FM Regional) y el sector mayoritario, con consejeros en Derecho y Ciencias Médicas (FM) apoyó a Juri.
Juri, ganó con votos de las Facultades de Derecho, Ingeniería, Medicina, Ciencias Agropecuarias, Odontología y FAMAF, sumando 106 sufragios. Staricco se impuso en Ciencias Químicas, Ciencias Económicas, Arquitectura y Filosofía y Humanidades.
Ya para fines de 1998, Franja Morada perdió legitimidad ante el estudiantado y parte de su representatividad en algunos espacios y el crecimiento de las agrupaciones independientes se reflejó en la conquista de lugares de representación en el ámbito electoral. Ejemplo de ello fue la perdida de dos bancas en el Consejo Superior. Por su parte, el Frente Estudiantil de Unidad (FEU), la coalición construida con el acuerdo de agrupaciones independientes de las Facultades de Filosofía y Humanidades, Arquitectura, Famaf, Derecho (Comunicación Social y Trabajo Social) y Agronomía, consolidó su representación con una banca.
A modo de cierre
Pese a la desilusión democrática de 1986-1989 y a la derrota de 1995, los estudiantes organizados supieron reorientar sus esfuerzos para visibilizar reclamos en diferentes coyunturas respecto a políticas que afectaron a la comunidad educativa a nivel nacional.
En una primera temporalidad de la militancia estudiantil (1991-1995) en la Universidad Nacional de Córdoba, las dinámicas en la acumulación política tuvieron relación con el perfil académico de cada Facultad, explorando modos de la participación y la identificación respecto a determinadas demandas a partir de trabajos concretos respecto a la formación académica: talleres de discusión, intervenciones artísticas, jornadas de estudio.
Estas intervenciones y diversos modos de participación, construyeron un perfil del estudiantado activo que se reflejó en el crecimiento de agrupaciones independientes, con gran capacidad de convocatoria a estudiantes sin vinculación con las estructuras de agremiación estudiantil a movilizaciones, asambleas, protestas, este camino dio inicio a lo que caracterizamos como la segunda temporalidad de la militancia estudiantil (1995-1998), donde si bien la oposición respecto a la aprobación de la LES se tradujo en una derrota, el saldo organizativo dio inicio a un nuevo modo de intervenir en la UNC por parte del estudiantado.
De este modo, estas fuerzas estudiantiles fueron adquiriendo mayor peso político en los Consejos Directivos de sus Facultades y en el Consejo Superior, y lograron disputar espacios de representación en los canales institucionales, construyendo un camino de acumulación intergeneracional que se reflejará en el armado regional integrado por diferentes agrupaciones independientes de toda la Universidad a partir del año 1999.
Fuentes
Revistas
De mano en mano, 1, 3, septiembre de 1997.
Afiches y folletos
Carta para el debate entre compañeros. Archivo personal MB (militante del PyRE, FEU entre 1995 y 1999).
Pronunciamiento FUA. Marzo 1998. Archivo personal MB.
Bibliografía
Acha, O. 2008. La nueva generación intelectual. Incitaciones y ensayos, Herramienta Buenos Aires.
Basualdo, E. 2003, “Las reformas estructurales y el plan de convertibilidad durante la década de los noventa. El auge y la crisis de la valorización financiera”. Disponible en http://legacy.flacso.org.ar/uploaded_files/Publicaciones/27_AEYT_Las.reformas.estructurales.y.el.Plan.de.Convertibilidad.pdf
[Consultado 1 de diciembre de 2018]
Bonvillani, A. Palermo, A. I. Vázquez, M. & Vommaro, P. A. 2008, “Juventud y política en la Argentina (1968-2008). Hacia la construcción de un estado del arte” en Revista Argentina de Sociología, 6, 11, pp. 44-73.
Buchbinder, P. 2005, Historia de las Universidades Argentinas, Sudamericana, Buenos Aires.
Bruno, D. Barreiro, A. & Kriger, M. 2011, “Representaciones sociales de la política en los jóvenes: corrupción institucional y mentira” en Kairos. Revista de Temas Sociales, 15, 28, pp. 1-16.
Mollis, M. 2008, “Las reformas de la educación superior en Argentina para el nuevo milenio” en Pucciarelli, A. (comp.) 2011, Los años de Menem. La construcción del orden neoliberal, Siglo XXI, Buenos Aires.
Vommaro, P. 2015, Juventudes y políticas en la Argentina y en América Latina: tendencias, conflictos y desafíos, CLACSO, Buenos Aires.
* Becaria doctoral de la Secretaría de Ciencia y Técnica, Universidad Nacional de Córdoba. E mail: victoriachabrando@gmail.com
[1] Basualdo: 2003, 50.
[2] Mollis: 2008.
[3] Comunicado FUBA. Archivo Personal MB.
[4] La Voz del Interior, 7/07/1995, pp. 13A y 8/06/1995, pp. 11A.
[5] La Voz del Interior, 8/03/1998, pp. 15C.
[6] Archivo personal MB, marzo de 1998.