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El capítulo faltante. La Unión Latino Americana entre 1926 y1927

 

 

Alexandra Pita González*

 

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Cuadernos de Historia. Serie economía y sociedad, N° 21, 2018, pp. 77 a 107.

RECIBIDO: 02/11/2018. EVALUADO: 01/12/2018. ACEPTADO: 01/12/2018.

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Resumen

Durante la década de 1920 un grupo de estudiantes e intelectuales de América Latina se propuso la difícil tarea de crear una conciencia favorable a la integración de estos países con el fin de defenderse del avance del imperialismo estadounidense. Para ello primero se publicó Renovación, boletín de ideas que, después de dos años pasó a ser el órgano de la Unión Latino Americana al fundarse en 1925. Este trabajo se ofrece un breve análisis de los cambios y permanencias durante los años de 1926 y 1927, capítulo faltante en la serie de estudios realizados sobre el tema.

Palabras clave: Unión Latino Americana, antiimperialismo, Renovación

Summary

During the 1920s a group of students and intellectuals from Latin America set themselves the difficult task of creating a consciousness favorable to the integration of these countries in order to defend themselves against the advance of U.S. imperialism. To this end, Renovación was first published, a bulletin of ideas that, after two years, became the organ of the Latin American Union when it was founded in 1925. This work offers a brief analysis of the changes and permanences during the years 1926 and 1927, a chapter missing from the series of studies carried out on the subject.

Keywords: Latin American Union, anti imperialism, Renovación

 

 

 

 

Introducción

Hace varios años inicié el estudio sistemático de la Unión Latino Americana (en adelante ULA) a través del estudio de Renovación. Boletín de Ideas, Libros y Revistas de la América Latina. El emprendimiento periodístico logró sostenerse durante ocho años. Precedió a la fundación de la entidad unionista conformando un primer grupo Renovación en 1923 y se transformó en su medio de difusión cuando se fundó la institución en 1925. Desapareció en septiembre de 1930 tras el golpe de Estado en Argentina. Para construir esa historia fue indispensable encontrar la mayor cantidad de números del Boletín. La labor parecía imposible porque después del golpe militar de 1930 se quemaron o extraviaron documentos que podían parecer subversivos (por ese golpe o los otros que vinieron después). No existía ninguna colección completa en ningún archivo (ni siquiera en el CEDINCI, el cual recibió años después la donación de familiares de José Ingenieros). Así, tras seguir varias pistas y realizar numerosas consultas de archivos logré crear un corpus documental de 61 números (de los 83) del Boletín. Con este material y otros tantos artículos de numerosas revistas que por filiaciones intelectuales o políticas establecieron contacto con el Boletín, se realizó una tesis doctoral de historia que tras su defensa en El Colegio de México se convirtió en un libro.[1]

En él pude explicar cómo y por qué durante la década de 1920 un grupo de intelectuales y estudiantes latinoamericanos llevó a cabo una campaña de opinión pública para crear una conciencia latinoamericanista al denunciar el avance del imperialismo estadounidense en la región. Para entender el origen y desarrollo de esta organización fue de especial importancia el análisis de las publicaciones periódicas. A través de ellas, se observó la construcción del joven estudiante que buscaba legitimar el movimiento de reforma a través del cual se habían convertido en actores sociales y políticos. Así, juvenilismo, reformismo y latinoamericanismo se convirtieron en los ejes discursivos de la ULA. Posteriormente, seguí investigando caminos similares pero distintos, que me llevaron a cuestionarme sobre el antiimperialismo como discurso y como práctica de un sinnúmero de actores en la década de 1920 en América Latina y a profundizar en el estudio de las redes intelectuales y las publicaciones periódicas.

¿Por qué entonces revisitar el tema en este trabajo? Al cumplirse el aniversario de la reforma fue invitada a participar con una reflexión sobre la Unión Latinoamericana y su órgano de difusión. El desafío llamó mi atención por dos motivos. En aquel entonces opté por reconstruir la historia de la publicación y la organización a través de un análisis de la estructura. Años después, encontré tres números correspondientes a los años de 1926 y 1927. La nueva documentación abrió una posibilidad no sólo de incorporar el capítulo faltante de aquel trabajo, sino también porque como todo investigador sabe, la mirada que uno tiene y las posibles interpretaciones de un mismo tema, son siempre distintas. Centrarnos sólo en dos años (y a través de tres números enero-abril y julio-agosto 1926; enero-febrero 1927) implica explicar coyunturalmente la organización, dando sólo algunas explicaciones de su pasado inmediato. El análisis exhaustivo del material (artículos, notas, editoriales publicados) hace que, aunque sean pocos números, se pueda reconstruir esta breve parte de la historia. Para ello se toma como guía a los personajes claves (los nodos principales diríamos en terminología de redes): Ingenieros, Arturo Orzábal Quintana, Alfredo Palacios, Fernando Márquez Miranda y Carlos Sánchez Viamonte. A través de ellos pretendo mostrar los cambios y las continuidades que se produjeron en la organización. Parto de la idea inicial que, aunque la red de Renovación se modificó en 1925 al crearse la ULA, fue recién a inicios de 1926 cuando las modificaciones empezaron a impactar en la organización. La red no tendría nuevos miembros, pero si grandes diferencias en cuanto a la centralidad que ocupaban sus integrantes. Esto influiría también en los discursos que, si bien mantuvo un tono incendiario de denuncia, diluyó las referencias al reformismo y los reformistas.

Una última aclaración. No nos detendremos en información que ya se abordó en otras publicaciones de mi autoría o de otros autores, salvo en algunos aspectos que considere indispensable. Tampoco me dedicaré a hacer un estado del arte sobre los numerosos trabajos sobre la reforma y los reformistas. Sobre esta reflexión remitimos a los trabajos de Pablo Buchbinder.[2]

 

José Ingenieros

Para cuando Ingenieros murió repentinamente en octubre de 1925, gozaba de un reconocimiento nacional e internacional como filósofo, criminalista, psiquiatra, fundador y director de publicaciones (La Reforma [1892], La Montaña [1897], Revista de Criminología [1902-1903], Revista de Filosofía [1915-1925], La Cultura Argentina [1915-1925] y Renovación [1923-1925]). Estos atributos le ganaron la simpatía de los estudiantes reformistas que lo consideraron un “Maestro”.[3]

Tras su repentina muerte, se realizaron varias conmemoraciones a manera de ceremonias rituales que intentaban fundar una genealogía intelectual al asociar el presente con el pasado.[4] Varias revistas rindieron homenajes dedicando números completos o buena parte de ellos a recordarlo: Renovación, Nosotros, la Revista de Filosofía, Inicial, Sagitario y Claridad. En ellos se puede observar las distintas maneras en que se recordó al mismo personaje, pero haciendo referencia a características distintas. Salvo el consenso sobre el lugar de Maestro, existieron numerosos matices en la memoria colectiva relacionados con la búsqueda por apropiarse simbólicamente de un Ingenieros que podía ser científico, reformista, psiquiatra, criminalista, filósofo o antiimperialista. Ante esto la ULA lanzó una y otra vez el recordatorio de que ella era la (única) legítima heredera, poniendo especial atención a remarcar la faceta latinoamericanista de Ingenieros de sus últimos años de vida.[5] El recuerdo no quedó ahí puesto que, ante cada aniversario de su muerte durante los siguientes años de esa década, la ULA buscó intencionalmente reafirmar el perfil latinoamericanista de Ingenieros al tiempo que recordaba a todas las organizaciones y actores políticos antiimperialistas que esa organización (y ninguna otra) era la materialización viva de los ideales de Ingenieros.[6]

Sin embargo, la red que tejió Ingenieros antes de dar origen a Renovación en 1923 no fue de inicio latinoamericanista. Como bien señala Natalia Bustelo, entre 1919 y 1922 es mayor la presencia del internacionalismo sensibilizado por la Revolución Rusa y la Internacional del Pensamiento del grupo Clarté, que del latinoamericanismo en el discurso de los reformistas.[7] Sin embargo, el análisis de la correspondencia de Ingenieros muestra cómo se fueron tejiendo ambos hilos a medida que comenzó a mirar la realidad de la región en términos de una lucha contra el imperio. Así, junto a mensajes y menciones de Barbusse u otros del grupo Clarté aparecieron las críticas al imperialismo estadounidense y la idea de que era necesario crear una nueva revista que sirviera de soporte a una campaña publicitaria de gran alcance en este sentido. Sin esta laboriosa construcción de una red ocupada en estos temas, no se entiende la aparición del discurso que dio en octubre de 1922, titulado “Por la Unión Latino Americana”. En él se destacaba a la revolución mexicana, pero fundamentalmente se dedicaba a promover un movimiento favorable a la unidad de América Latina, ideal que debían realizar las juventudes de esta región. Tampoco se explicaría el por qué y cómo el discurso circuló con rapidez por América Latina (en un lapso de tres meses se reprodujo como artículo en una revista y como folleto en tres países Argentina, El Salvador y México). Además, numerosas publicaciones extranjeras difundieron parte del discurso compartiendo la sensibilidad antiimperialista por lo que no fue extraño que cuando apareció el primer número del boletín Renovación, en enero de 1923, muchos de los integrantes de esta red que tan cuidadosamente armó Ingenieros, se adhirieron públicamente apoyando la nueva publicación.[8]

A medida que Renovación publicaba números, la red se iba ampliando al sumar colaboradores, siendo notoria la centralidad de Ingenieros. Para marzo de 1925 era necesario que la red que giraba en torno al Boletín se organizara de otra manera, por lo que, tras la fundación de la ULA en 1925, Ingenieros tuvo menor presencia en la organización –la cual pasó a estar dirigida por Alfredo Palacios-, pero mantuvo centralidad en la red porque en el ideario del grupo era el líder con mayor reconocimiento internacional. Esta idea se consolidó cuando fue invitado a París y luego a México, participando en eventos públicos que lo refrendaban como líder del antiimperialismo.

No es extraño entonces que el editorial del primer número de 1926 se dedicó a celebrar que se cumplía un año desde que la ULA había sido fundada en la redacción de la revista Nosotros por un grupo de “hombres jóvenes e idealistas”.[9] De la larga lista de participantes de la fundación sólo se detienen en recordar a Ingenieros, el “más genial de los pensadores de Hispano América”, el hombre que llenó de humorismo y con un alma llena de “visiones redentoras” que se convirtió en el “venerado maestro” y en el creador de la organización. Su primer aniversario, refrenda entonces la adhesión al “credo político y social” de Ingenieros, el cual no era una religión ni menos aún, un partido político. Pese a esto, aclaran, así como toda religión gira en torno de una personalidad suprema, todo partido verdaderamente dinámico reconoce a un jefe, vivo o muerto, por lo que ellos se percibían como “la proyección viviente, en el espacio y en el tiempo, del espíritu excelso de José Ingenieros”. Continuando con la legitimación de una genealogía intelectual, el editorial mencionaba también ser heredera de los líderes independentistas Hidalgo y Bolívar, San Martín y Artigas. Con estos antecedentes no dudaron en proclamarse como líder del nacionalismo continental contra el imperialismo estadounidense en América Latina. Se les respetaba incluso en el vecino país del norte, donde llega información de sus declaraciones a través de los cables. Aunque no tienen recursos materiales, confían en que ejercen una “influencia espiritual sobre las jóvenes generaciones de Ibero América”.[10]

Para seguir reafirmándose como herederos de Ingenieros, la sección de libros y revistas –dedicada habitualmente a reseñar las publicaciones realizadas por los intelectuales de la región –, se dedicó exclusivamente a transcribir cartas o telegramas donde enviaban a la ULA el pésame por la muerte del “Maestro”. Desde distintos países (España, Bolivia, Francia, Uruguay) enviaban una variedad de actores sociales: autoridades (gobierno, universidad), asociaciones antiimperialistas e intelectuales.[11] Significativamente sólo el secretario de la AGELA (Asociación General de Estudiantes Latino Americanos), Carlos Quijano, lo percibió como un maestro de juventudes al recordar que fue en su último viaje a París cuando creó la Asociación, por lo que intentarían ser dignos herederos.[12]

Una página después, se anunciaba que la Revista de Filosofía (fundada y dirigida también por Ingenieros), publicaría desde el número de marzo de 1926 los escritos póstumos de José Ingenieros. En la misma hoja, se publicó una carta enviada por Quijano al presidente de Perú, Augusto Leguía, para protestar contra su “gobierno tiránico” por ser una “afrenta a América y a la civilización”. Expresaban su simpatía por los universitarios encarcelados o desterrados y a las juventudes del continente. Asimismo, publican la respuesta de Leguía en el cual lo acusa de calumnia, llamándolo a que dejen las ideas abstractas y estudien “el medio sudamericano” (problemas políticos) antes de juzgar, desde una realidad tan lejana como la ciudad de París.[13]

Otro artículo informaba sobre la proximidad entre Quijano e Ingenieros. Esta vez la autoría no era suya, sino del joven peruano Víctor Raúl Haya de la Torre quien publicó una larga nota contando anécdotas de ambos en París cuando reunidos para participar de la asamblea latino americana anti imperialista celebrada el 29 de junio de 1925, disfrutaron de una vida bohemia de paseos. Durante esos días Haya y el uruguayo Carlos Quijano disfrutaron del humor del “Doctor Ingenieros”, quien a través de algunas anécdotas era recordado como una persona singular no sólo por su humor y originalidad (para descifrar la hora sin reloj, u ocultarse de los hermanos García Calderón para no tener que hablar ese día de Filosofía). La más extensa anécdota, de cuando fueron a entrevistarlo a su hotel y Haya de la Torre se hizo pasar por Ingenieros, enfatizaba el desenfado del maestro por las reglas y la pompa de la vida académica.[14]

A medida que pasaba el tiempo, las referencias a Ingenieros disminuyeron drásticamente. El segundo número de 1926 (encontrado) publicó un texto corto – casi telegráfico – dentro del título “Documentos y declaraciones de la ULA” y pareciera que más que un deseo propio fue un acto forzado debido a que Juan Manuel Villareal organizaría un homenaje en la ciudad de La Plata. Ante esto, Palacios envió su adhesión pidiéndole a la juventud que recordaran al Maestro y que tomaran “los nuevos caminos que permitirán expansión y desarrollo”. En términos que poco y nada tenían que ver con las consignas de Ingenieros, Palacios hacía referencia a “nuestra raza” y la necesidad de fortalecer una misión destinada a crear una “nueva civilización” idealista, universal y justa. De hecho, él no asistió como orador al evento, enviando como representante de la ULA a Carlos Sánchez Viamonte.[15]

En el primer número de 1927, solo se publicó un artículo de Diego Ortiz Grogonet (colocado en la última página del número), en el cual se transcribió el discurso que pronunció en octubre de 1926 cuando un grupo de amigos de Ingenieros entregó a la municipalidad de Buenos Aires un “modesto” monumento para ser colocado en el cementerio del oeste (donde estaba enterrados sus restos). Ortiz explicó que, los íntimos allegados a Ingenieros, decidieron levantar ese monumento destinado a guardar las cenizas “del ilustre hombre de ciencias” con el fin de que el sitio se convierta en un lugar donde las juventudes “estudiosas” del país y de América puedan reunirse para recordar al “inolvidable maestro”. El orador no quiso hacer un análisis de su obra, pues desde la muerte de Ingenieros se habían realizado numerosos homenajes que recuperaban su faceta como psicólogo y filósofo. Nada menciona de la ULA ni del latinoamericanismo.[16] 

 

Arturo Orzábal Quintana

Proveniente de la elite argentina que se formó en Francia, este personaje no fue un reformista, aunque abrazó desde su conocimiento de derecho internacional los proyectos latinoamericanistas y antiimperialistas de José Ingenieros, con quien se vinculó desde su regreso al país en 1920. Aunque inicialmente trabajó en el Ministerio de Relaciones Exteriores comenzó a frecuentar espacios universitarios dictando conferencias que le permitieron incorporarse al círculo de izquierdas poblado de jóvenes estudiantes que habían participado de la Reforma Universitaria de 1918. Ingenieros se convirtió en su principal referente para posicionarse en el campo intelectual argentino, al tiempo que publicaba sistemáticamente sobre relaciones internacionales en las revistas Nosotros, Revista de Filosofía, poco después Renovación y Revista de Oriente.[17]

Aunque no fue miembro del comité editorial durante los primeros años del Boletín (a cargo de José Ingenieros bajo el seudónimo de Julio Barreda Lynch, Gabriel S. Moreau y Aníbal Ponce – con el seudónimo de Luis Campos Aguirre) era un colaborador permanente y fundamental para argumentar uno de los ejes temáticos del antiimperialismo que se dirigía a cuestionar la recién creada Sociedad (o Liga) de Naciones.[18] Entre 1923 y 1925 escribió 26 artículos, todos colocados en la primera página donde como un francotirador se posicionó para atacar furiosamente al imperialismo mundial, el cual como una fuerza oculta de los poderosos podía ser vista con claridad a través de ciertos organismos como el panamericanismo y la sociedad de naciones. Siguiendo la línea discursiva lanzada por Ingenieros en 1922, considera a los Estados Unidos como el principal peligro que debían enfrentar los países latinoamericanos, así que se dedicó a denunciar el avance del imperialismo a través de las conferencias panamericanas. Para ello desarrolló una interpretación de cómo había sido aplicada la Doctrina Monroe, así como sobre su contraparte, la Doctrina Drago y Calvo. Como la enfermedad imperialista no era exclusiva del país del norte, Orzábal explicaba a los lectores del Boletín el fenómeno mundial desde la Primera Guerra Mundial, en especial desde la creación de la Sociedad de Naciones, la cual estaba inoculada de enfermedad desde el Tratado de Versalles, entre otras cosas, por haber incorporado a su acta constitutiva el artículo 21 de la Doctrina Monroe. En cambio, saludaba el caso ruso, del cual se convirtió en un difusor de sus avances, y a los movimientos de China y Marruecos que demostraban que oriente había despertado a través de su lucha antiimperialista.[19] De hecho, en 1925 publicó la Revista de Oriente, órgano de la Asociación Amigos de Rusia.[20]

Además de las colaboraciones mencionadas en marzo de 1925 participó de la fundación de la Unión Latino Americana de la cual fue nombrado secretario general. Su elección tenía que ver con que Ingenieros no había querido ocupar ningún cargo, pero quiso mantener una vigilancia atenta de lo que acontecía. Así, cuando partió hacia un largo viaje por Francia y luego a México, le encargó a Orzábalmantener los ideales latino americanos” publicando el boletín Renovación y haciéndose cargo de la ULA. El primero le causó trabajo porque sólo recibió ayuda de Gabriel S. Moreau, mientras Palacios, por carecer “de empuje y de iniciativas propias”, envió escaso material a la publicación. Pese a la delicada situación financiera del Boletín, se publicó puntualmente cada mes, enviándole a París y a México varios ejemplares para que pudiera repartirlos.[21]

Durante la ausencia de Ingenieros, Orzábal se encargó de las actividades de la ULA, “en cuerpo y alma”, pese a la crisis financiera que lo afligía. Le comentaba que, en estos meses, se habían sumado nuevos adherentes (llegando a 100 en ese momento) y se efectuaron con regularidad las reuniones del Consejo Directivo (cada dos semanas), pero salvo tomar “prolijamente actas” no hacen nada. Por ello afirma “mantengo el fuego encendido, aunque aún no sea hoguera”. La actividad más importante fue sin duda, las conferencias radio telefónicas en Radio Cultura, las cuales empezaron en junio con los oradores: Márquez Miranda, Lastra, Sánchez Viamonte, Barcos, González, Alfonso Korn Villafañe, Palacios, Bianchi, Suarez Calimano y Orzábal, entre otros. Pese al éxito de la primera trasmisión el ciclo de conferencias fue cancelado por presiones políticas. Para Orzábal no había duda de “que aquí los yanquis mandan y que gustosos harían de las suyas con la libertad de prensa si tuvieran algún Leguía en Buenos Aires”.[22]

Ante las declaraciones de Mr. Kellogg contra México, Orzábal propuso realizar un acto público de solidaridad con México, pero Palacios no le prestó el local del Centro de Estudiantes de Medicina, opinando que era mejor una declaración y si los acontecimientos se agravaban, entonces sí se realizaría algo al respecto. Redactó la declaración que apareció en el número de junio de Renovación, la cual fue reproducida también en varios medios locales (Critica, La Razón, La Prensa, y La Nación) y al día siguiente el diario Critica les hizo una entrevista (a él y Palacios, quien dijo algunas barbaridades -envía recortes para que él juzgue). Por esto está seguro de que cuando Palacios reciba su telegrama anunciando el acto antiimperialista en el que habló en París junto a Unamuno, se va a dar cuenta de que él tenía razón, por lo que espera que la próxima vez que le proponga algo, acepte, pues caso contrario, lo realizará igual sin su aprobación, de hecho, le comenta otras actividades que realizó. Entre ellas, menciona una conferencia que dictó a los estudiantes de Derecho (organizadas por el Partido Unión Reformista centro Izquierda) que fueron un éxito. Ante un público de 100 personas habló sobre América Latina y la actualidad mundial, “los estudiantes deliraron de entusiasmo” cuando tras explicar la lucha contra el imperialismo yanqui de México, pero también la de Abd el Krim y la de los chinos contra el imperialismo de otras potencias capitalistas, termine expresando que “nuestro movimiento es una consecuencia directa de la reforma universitaria”, de lo cual se sentía profundamente orgulloso. Sus palabras tenían un tono rojo porque pudo hablar libremente dado que la conferencia no estaba patrocinada por la ULA.[23] Antes de despedirse, le deseaba a Ingenieros que su estancia en México sirviera para organizar la sección nacional de la ULA, pues ya existe una Liga Anti Imperialista Panamericana que tiene una revista (El libertador). Le insiste que vuelva pronto “lleno de ideas y de fuerzas nuevas para impulsar nuestra obra hacia sus destinos grandiosos”. Mientras tanto, él se consideraba su “ejecutor más fiel y más activo de sus magníficos planes”.[24]

A la muerte de Ingenieros, participó de los homenajes para recatar el latinoamericanismo del “Maestro”, del cual debían ser dignos herederos al participar en su obra más acabada, la ULA. Poco después, comenzó un proceso de reacomodo en la red, separando a Orzábal de sus cargos y funciones dentro de la ULA. A fines de 1925, al reorganizarse el Consejo Directivo, Orzábal fue removido de su puesto como secretario (el cual pasó a manos de Fernando Márquez Miranda) al tiempo que quedaba como miembro titular del consejo directivo junto a Carlos Américo Amaya, J.A. Chanetón, Andrés D’Onofrio, Julio V. González, Gabriel S. Moreau, Florentino Sanguinetti y Agustín Dillón, Antonio Herrero, Alejandro Lastra, G. Paulsen, A. Riobó Meabe (como suplentes). Pese a esto, mantuvo su presencia en el Boletín al integrar la comisión de prensa que lo dirigía junto a Fernando Márquez Miranda y Gabriel S. Moreau (quien había sido miembro del comité desde 1923 y director desde mayo de 1925).[25]

El primer número de 1926 publicó aún su artículo titulado “El caos de Ginebra”, en el cual continuó con su crítica a la Sociedad de Naciones, iniciada según recuerda en un artículo publicado años antes en la Revista de Filosofía; en ese trabajo pronosticaba su fracaso por ser una “alianza de gobiernos capitalistas, incapaces de servir lealmente” al ideal de solidaridad que supuestamente la guiaba.[26] Desde una mirada organicista no exenta de moralidad, afirmaba que sus vicios de origen marcados en la firma del tratado de Versalles la hacían “indigna” de los pueblos. Seis años después y ante el “triste espectáculo” que han dado en sus deliberaciones por el consejo y el ingreso de Alemania a la misma, es evidente para él que la organización ya no podía fingir que no era más que un cúmulo de deseos imperialistas de los más poderosos. Si antes los intereses de Francia y Gran Bretaña habían logrado un acuerdo, ahora el ingreso de Alemania y la amenaza de Italia de retirarse tornaron imposible que dentro de poco no estén disputando nuevamente por territorio. Por ello, de manera categórica y fatalista asume que “se asemeja a un organismo en estado de putrefacción” por lo que no basta que Argentina se quede al margen de la Liga, sino que debe romper todo vínculo para mantener su honra porque “la mera vecindad de sus miasmas es nociva en alto grado”. Se debe seguir el ejemplo de Estados Unidos, México o Rusia, quienes se mantuvieron siempre alejados “de aquel foco infeccioso”, revelando así “lo que debe ser la profilaxis en materia de política internacional”.[27]

Después de este artículo desaparecería como autor y como miembro de la ULA porque entablaría una crítica a la dirección de Palacios, acusándolo de haber convertido a la organización en una farsa porque ante los hechos (invasión de Nicaragua) habían guardado silencio. Renunció junto con otros jóvenes adherentes que lo acompañaron a fundar la Alianza Continental en busca de continuar los ideales de Ingenieros.[28]

 

Alfredo Palacios

Palacios era un líder carismático entre los jóvenes reformistas no sólo de Argentina sino de otros países de América Latina. A su reputación como político representante del Partido Socialista, se sumaba la trayectoria en las universidades de Buenos Aires y La Plata, donde había ocupado cargos como profesor, consejero y decano, gracias al apoyo de los estudiantes, quienes lo consideraban también un maestro de la juventud.[29] Recordemos que realizó una gira por varios países de América Latina en 1923, por lo que no es extraño que en 1925 lo declaren Maestro de América en el primer Congreso de Estudiantes Latinoamericanos. Entre los atributos que le adjudicaban se encontraba su experiencia en la Universidad Nacional de La Plata, donde fue decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales (1922-1925). Ahí es donde se destacaba al haber proclamado la reforma, defendiendo sus conquistas, siguiendo los pasos de Joaquín V. González al hacer de esta universidad a través de su juventud la “expresión de la nueva conciencia de Iberoamérica”. Al ser llamado a ocupar su cargo por los estudiantes reformistas luchó contra los abogados que defienden las leyes sin pensar en lo social, “los sostenedores de la mala política” preocupados en combatir el efecto y no la causa. En cambio, Palacios transformó la fisionomía de los estudios jurídicos al focalizar en la investigación, donde los estudiantes a modo de taller de trabajo, practiquen en el laboratorio social.[30]

Con estos antecedentes, no era de extrañar que este personaje se convirtiera durante sus años fuera del Partido en un colaborador especial de Renovación donde publicó algunos artículos que reafirmaban las ideas principales del Boletín al declararse contra el imperialismo de los Estados Unidos, aunque agregaba ideas espiritualistas y decadentistas que no coincidían con lo expresado con el grupo editor. Fue este bagaje cultural y capital político el que lo convirtió en un candidato idóneo para ocupar la presidencia de la ULA cuando se fundó en marzo de 1925. Pese a esto, Palacios no tomaría realmente el liderazgo hasta la muerte de Ingenieros, lo cual es evidente no solo por las decisiones tomadas (como ya mencionamos el retiro de Orzábal) sino también por la cantidad de veces que aparece como autor o como referente citado por otros en los números del boletín correspondientes a 1926 y 1927.

El evento que dio pie a que Palacios mostrara su capacidad política que lo legitimaba como Maestro de las juventudes latinoamericanas giró en torno a un evento en Panamá de 1926, para celebrar un congreso en homenaje de los cien años de haberse realizado el congreso anfitriónico de Simón Bolívar. El evento generó una polémica entre Palacios y el presidente de aquel país – a la cual se fueron sumando otros que apoyaban al argentino –, que fue aprovechada para legitimar a la organización tanto como a su presidente. Casi todo el primer número de 1926 se dedicó a transcribir una serie de cartas entre Palacios y el presidente de Panamá, y entre aquel y líderes estudiantiles de ese país. Es interesante señalar que ésta no era la primera ocasión que se mencionaba algo relativo a Panamá en el Boletín. Sin embargo, en las notas anteriores, el tono era más tenue, apoyando a los estudiantes en su movimiento, pero sin rechazar públicamente a las autoridades ni acusarlas de complicidad con el imperialismo de Estados Unidos.[31] En cambio, en 1926, el Boletín se dedicó a pintar un panorama desolador de las condiciones del país. Fue escasa la información sobre el congreso convirtiéndose más en un pretexto para legitimar la argumentación de Palacios en torno al imperialismo en América Latina. De inicio debemos mencionar en noviembre de 1925 Palacios recibió una invitación oficial, la cual fue declinada por el argentino al argumentar que ese gobierno había solicitado la intervención de las fuerzas armadas de los Estados Unidos para sofocar “un movimiento popular justificado”. No dudó en calificar esa ayuda como una muestra de que el país era una colonia yanqui. Además, rechazó la invitación porque se trataba de un congreso panamericano controlado por Estados Unidos y no una verdadera reunión como la que Bolívar había realizado.

Para generar más polémica con el presidente, Palacios felicitó la iniciativa de un grupo de jóvenes panameños que quieren realizar un congreso de estudiantes iberoamericanos para homenajear a Bolívar, invitando a otros jóvenes americanos a lo que sí sería un legítimo congreso. En efecto, para ese entonces Palacios había recibido también la carta de Alberto L. Rodríguez, Secretario General de la Comisión Organizadora del Congreso Estudiantil de Panamá, quien escribió desde la cárcel a donde el gobierno lo había confinado. En nombre del proletariado y la juventud de su país lo felicita por rechazar la invitación del gobierno pues éste no representa al pueblo.

Ante esta respuesta, el presidente de Panamá respondió a las acusaciones de Palacios, afirmando que el movimiento al que se refiere es subversivo, anarquista y no popular. Esto genera de nuevo indignación entre los unionistas, quienes para contrarrestar las breves palabras del presidente hacen una explicación del movimiento popular de inquilinos que se levantaron hartos de los agravios de la miseria ante la suba desmedida de las rentas. Legitima la protesta y denuncia la masacre que se siguió para reprimirla.

En defensa de Palacios se publicó un artículo de Euclides E. Jaime para responder a los “comentarios equivocados y tendenciosos” realizados por el gobernante panameño. En él, y tras hacer una profesión de fe de los valores antiimperialistas de la ULA se dedicó a atacar a los artículos que habían sido publicados en la prensa “yanqui editada en Panamá”. Dejó en claro que no suelen responder a la “bazofia arrojada por mercaderes, descubiertos en pleno reparto del botín” por considerarlo un insulto personal a Palacios no pueden mantener silencio. Menciona un editorial titulado “revisión de valores” en el cual acusan al presidente de la ULA de haber atacado al pueblo panameño con sus afirmaciones. Al buen estilo de Don Quijote que afirmó a Sancho Panza que el ladrido era una buena señal de su paso, asegura que van a dejar “que el ladrido continúe” porque el “oro del capitalismo extranjero hace tiempo que está manchado de sangre y sólo nos merece un profundo desprecio y un olvido piadoso”.[32]

La disputa se mantuvo por un tiempo pese a que el congreso ya había acabado con el fin de remarcar el rechazo de Palacios y con ello de toda la ULA, no sólo al evento, sino al imperialismo en general. En los siguientes números se volvió sobre el tema con el mismo tono de denuncia contra el gobierno de Panamá, el de Estados Unidos y toda la “plutocracia imperialista”. La conferencia fracasó porque fue inútil crear a un Bolívar panamericano. Para los colaboradores del Boletín resultaba evidente que el panamericanismo era un sainete y que el dictado congreso era un fracaso aleccionador, que se volvía imposible transformar de tal manera las intenciones de Bolívar. Además, fuera de lo conmemorativo, el congreso no adoptó ninguna consideración de importancia. Esto reafirma la convicción de los jóvenes latinoamericanos de la nueva generación, quienes deben realizar la “patria grande”, sin esperar nada de los gobiernos que reparten sus países como botines de guerra. Para eso, los trabajadores manuales e intelectuales, es decir, los estudiantes y obreros, deberían retomar la idea del congreso de Bolívar planeada por el Comité Organizador de Panamá (que no se realizó porque el gobierno lo impidió), posiblemente en el siguiente Congreso Universitario de Montevideo.[33]

Una de las consecuencias positivas del fallido encuentro fue que la campaña desplegada por la ULA hizo que se reconociera a Palacios como un líder de la defensa de los pueblos latinoamericanos, que como Panamá se encontraban a merced del imperialismo. Para el director del diario El pueblo de aquel país, su voz es la única que se difunde en estos países para contrarrestar las declaraciones que hace el gobierno panameño en nombre del país. Por ello le pide que si la Asamblea nacional aprueba el tratado con Estados Unidos “el mundo entero sepa que lo hace violando el mandato de la nación que lo rechaza”. Con gusto, publicaron en ese mismo número una nota con la información que había enviado por telegrama Alberto L. Rodríguez, del Sindicato de Trabajadores de Panamá, en la cual se anunciaba que la cámara – según su versión acatando la protesta de los jóvenes y el proletariado –, se había negado a ratificar el tratado que “pretendía imponerle la diplomacia del dólar”. Aplaudían la medida como un primer paso hacia una nueva política digna y no servil.[34]

La cobertura que se le dio al tema del Congreso de Panamá fue superior incluso que el otorgado a otros temas políticos candentes en ese momento: la guerra civil en Nicaragua desencadenada por un golpe de estado que derrocó al presidente Solórzano (en enero de 1926) y el conflicto entre el Estado y la Iglesia en México que provocaría que al finalizar el año se iniciara la guerra cristera. Sobre el primero trataremos en el siguiente apartado por lo que ahora solo mencionaremos lo referente a México. El editorial de julio se dedicó a este país, pero a diferencia de todos los editoriales anteriores, éste no sólo declaró que estaban con el gobierno de Calles por ser renovador y contra las fracciones reaccionarias del catolicismo de ese país, sino que transcribió la resolución de la ULA al respecto. Desde una interpretación laica, pero conservadora que honraba a la “raza” llamaba a los “defensores varoniles y decididos” a levantarse no contra la religión, sino contra una Iglesia retrógrada y oscurantista, plagada de dogmas “enmohecidos”.[35]

Como declaraba Palacios en respuesta a un costarricense, ningún país que tuviera riquezas estaba exento de la expansión imperialista, pero países como México había recibido tanta injerencia y amenazas porque dado que el imperialismo es un fenómeno económico, las intervenciones de Estados Unidos se guiaban por los intereses de los empresarios, en este caso petroleros, quienes veían peligrar sus privilegios. El cambio de gobiernos era para los capitalistas “una cuestión secundaria”.[36] Aunque no aparecieron más menciones sobre el conflicto en México, era evidente que la ULA mantuvo su posición al respecto pues aclaró que había publicado (en el último número de 1926) un artículo del peruano Pedro Ugarteche, pero al enterarse poco después de que es un líder de la juventud reaccionaria y clerical de Lima que profesa públicamente en contra del gobierno liberal de México por la legislación de cultos, declaran que ignoraban las ideas políticas del autor, pues de saberlo no hubieran publicado su artículo.[37]

A esto, el Boletín sumó declaraciones de Palacios para mostrar el latinoamericanismo de su presidente. Para ello se transcribió la solicitud enviada varios años antes (1913) por Palacios al primer magistrado de Argentina, en la cual solicitaba se iniciaran las gestiones necesarias para condonar la deuda de Paraguay, la cual procedía de la Guerra de la Triple Alianza (siglo XIX). Dado que en aquella ocasión no había tenido éxito, volvió a insistir, ahora como como presidente de la ULA, escribiendo nuevamente a Alvear con la misma solicitud. Renovación reproducía también, la respuesta del presidente de Argentina, Marcelo T de Alvear, quien políticamente le respondió sobre la importancia de tener en cuenta las discusiones previas como antecedentes para encontrar una solución.[38]

 

Fernando Márquez Miranda y Carlos Sánchez Viamonte

Como mencionamos anteriormente, Arturo Orzábal Quintana fue perdiendo cargos en la publicación y en la organización a medida que la red de Ingenieros fue desestructurándose. Por distintos motivos su reemplazo estaría dado por dos integrantes y no uno: Fernando Márquez Miranda y Carlos Sánchez Viamonte. Del primero se sabe poco, pues no ha merecido estudios suficientes.[39] En cuanto a su papel en la ULA es evidente que durante estos dos años Márquez Miranda cambió de estatus dentro de la organización. Durante el período anterior del Boletín 1923-1925 estuvo ausente, salvo por una aparición (la primera) al escribir en junio de 1925 un artículo sobre la post guerra, la cual interpretaba como un reflejo de la decadencia de occidente. Esta aparición se dio después de que participó en el acta fundacional de la ULA en marzo de 1925 cuando fue nombrado consejero titular.

En cambio, en el primer número de 1926 aparece como integrante de la comisión de prensa que se hacía cargo de Renovación junto a Gabriel S. Moreau y Orzábal Quintana. Este cambio es extraño puesto que desde 1923 a 1925 había existido un consejo editorial (liderado por Ingenieros, pero con la ayuda de Ponce y Moreau), tras la fundación de la ULA quedó como único director Moreau y ahora nuevamente se vuelve a una comisión de tres personas. Esto no se relaciona con un aumento del Boletín, pues, al contrario, su periodicidad se reduce considerablemente pasando de ser mensual (o bimensual en momentos difíciles) a cuatrimestral en este número (en los siguientes regresaría a ser bimensual), reduciéndose también la cantidad de páginas (de 8 a 6 y en ocasiones 4).[40]

Para el número de julio agosto de ese año, Márquez Miranda era el único director, situación que continúa durante 1927. Esto se debe a la expulsión de Orzábal, como ya mencionamos, y a la muerte de Gabriel S. Moreau, quien a los casi 26 años murió repentinamente víctima “de una enfermedad traidora”. Renovación anunció lo ocurrido sólo con una breve nota, calificándolo como un joven de la nueva generación que tenía una “inquietud espiritual” que supo poner al servicio “del ideal”, un “luchador noble” que legó trabajos de valor “ideológico e histórico” (los cuales son dignos de ser publicados, pero nunca se realizó ni se publicó en las páginas de este boletín).[41]

El ascenso fue notorio también al ser nombrado secretario general de la ULA (reemplazando a Orzábal) al tiempo que Palacios y Sánchez Viamonte se mantenían como presidente y vicepresidente, respectivamente, a los que se sumaban el resto del Consejo Directivo: J.A. Chanetón, Julio V. González, Carlos Américo Amaya, Alfredo Bianchi, Andrés D’Onofrio, Arturo Orzábal Quintana, Gabriel S. Moreau, Florentino Sanguinetti (titulares), Carlos Américo Amaya, Julio R Barcos, Roberto Hinojosa, Pedro Alcántara Toci, Agustín Dillón, Antonio Herrero, Alejandro Lastra, G. Paulsen, A. Riobó Meabe y J.H.Brandán. Los cambios iban acompañados de un endurecimiento en la organización, el cual buscaba controlar mejor a los adherentes a través de una nueva reglamentación dedicada a aclarar las atribuciones de los tres cargos más altos, así como de los miembros del Consejo Directivo. En el transcurso de 1926 Arturo Orzábal Quintana presentaría su renuncia al igual que Julio V. González, sólo aceptándose la del primero.[42]

Esta presencia en la organización y el Boletín no se tradujo en una mayor cantidad de artículos de su autoría, los cuales fueron escasos (sólo dos en tres números). Temáticamente tampoco tenía una línea definida. El primero se dedicó a exponer la prosa del sindicalista francés Sorel que era difundida por sus discípulos (declarados o de quienes sin ser conscientes “sufren su influjo”). Sin embargo, el que su obra se convierta en un clásico no quiere decir que no puedan encontrarse contradicciones puesto que citando a Barthelémy, “el hombre absurdo es aquel que no cambia jamás”. Hay autores como René Johannet que define la obra de Sorel como “el proceso de Sócrates” por tener una unidad escondida por las múltiples contradicciones. Una de ellas es en relación al concepto de lo religioso, el cual es inicialmente cercano al luteranismo al acercar al pueblo a los textos evangélicos, pero más tarde el resto de su obra exalta el proletariado laico. Su idea sobre el corporativismo también sufrió cambios radicales de un inicio cuando los aplaudía y pocos años después los negaba. Pero la peor de sus contradicciones es la incoherencia de su prédica con su vida de burgués. Sin embargo, a diferencia de sus detractores, Márquez Miranda considera estas contradicciones parte de la valiosa vida de Sorel, de sus enseñanzas sobre las contradicciones e incoherencias.[43]

Como era de esperar por el cargo ocupado, Márquez Miranda apareció también en el Boletín firmando declaraciones junto a Palacios, así como siendo conferencista de los actos públicos de la ULA. Por ejemplo, a lo mencionado sobre México, firma en su calidad de presidente un telegrama enviado al presidente Calles, con motivo de la intromisión de los Estados Unidos en los sucesos que estaban ocurriendo en su país, para expresar la solidaridad de la ULA con el mandatario de la siguiente forma: “México está forjando el alma de nuestra raza. Su gesto varonil y su decisión para rechazar las pretensiones del imperialismo señalan el camino en Ibero-América. Saludamos en Ud. al noble pueblo mexicano”.[44]

Su crítica se volvió más comprometida al año siguiente, cuando los sucesos en Nicaragua tomaban nuevamente fuerza. En primera página saltaba a la vista en el editorial que se dedicó a transcribir la resolución que tomó la ULA sobre el tema. En ella se consideraban cinco puntos: que la intervención de los Estados Unidos afecta a toda América Latina por ser una “cínica violación de las prescripciones del derecho internacional” y claramente una “actividad imperialista por el interés de construir un canal transoceánico en ese país, el cual es parte de la doctrina Monroe a través de la cual han adquirido derechos en estos países (de fiscalización de rentas, bases navales, intervención en política interna)”. Ante la crisis actual resuelven declarar un repudio contra la política que estaba ejerciendo los Estados Unidos, desconocer a Díaz por haber solicitado el apoyo estadounidense, promoviendo que los países latinoamericanos reconozcan como presidente al Dr. Scasa “que reúne el doble valor de su significado moral y su legitimidad constitucional”. Al editorial, firmado por Palacios y Márquez Miranda, le seguía un artículo del secretario, dedicado a ahondar en el tema. Para ello comenzó contextualizando el nacimiento de la Doctrina Monroe en 1823 cuando su autor no sospechaba las deformaciones futuras que harían para legitimar “todas las codicias e inmoralidades que bajo su gastado pabellón se cubrirían”. Fue torcida en cada nueva interpretación según la conveniencia de la “plutocracia” ante cada invasión (México, Colombia, Costa Rica, Haití, Cuba, Panamá) o ante la justificación de una “penetración pacífica” que progresivamente procede a una invasión general a través de las finanzas. Pero con la actual invasión en Nicaragua se puede vislumbrar la forma más peligrosa de estas interpretaciones porque la tutela de Nicaragua al reconocer a una de sus facciones en lucha y establecer “zonas neutrales” dentro del país en las cuales el gobierno estaba al mando de los marines estadounidenses.[45]

Pese a esto, Márquez no participó como orador en el mitin que llevó a cabo la ULA y la Federación Universitaria de Buenos Aires el 15 de enero en la esquina de la calle Florida y diagonal Pdte. Roque Sáenz Peña (frente al Banco de Boston) en la ciudad de Buenos Aires. En ella ocupó un lugar privilegiado Alfredo Palacios, quien fue ovacionado por el público. Sus palabras reflexionaron sobre la burguesía estadounidense, la cual tiene una “vida espiritual rudimentaria” y una “fuerza material que desconcierta” (basada en su riqueza de hierro y carbón, lo cual lo lleva a una rápida industrialización). Esta crisis se plasma en varios aspectos de su actualidad: el odio a los negros, el rechazo a los diputados socialistas electos, el rechazo a profesores liberales de la Universidad de Columbia. Tras esto, puntualizó en el tipo de expansión que ha realizado en América Latina, como una mancha imperialista que maniobra a través de las grandes compañías como la Standart Oil.[46] En el evento también dieron discursos similares (o al menos igualmente incendiarios) algunos estudiantes peruanos recientemente exiliados en Argentina: Manuel Seoane (el cual ya había publicado un artículo en julio-agosto de 1926 para cuestionar el régimen dictatorial de Leguía en Perú), Oscar Herrera, Luis E. Heysen y Enrique Cornejo Koster, a los que se puede considerar “intelectuales menores” del aprismo.[47] Allegados a Haya de la Torre, quien desde hacía tiempo aparecía como representante de Renovación en Europa, este grupo de apristas comenzó a jugar un papel fundamental en la red de Palacios, cambio que repercutió en la estructura de la organización a partir de 1928.[48]

Tampoco fue un orador el vicepresidente, Carlos Sánchez Viamonte, hecho significativo no sólo por el cargo que ocupaba en la ULA, sino también porque era un reconocido líder del movimiento reformista en la ciudad de La Plata al haber publicado una serie de obras y ocupado cargos docentes en el ámbito universitario de la Plata y Buenos Aires. Era una figura conocida para los jóvenes universitarios reformistas del país y del extranjero a raíz de su militancia como representante estudiantil en el Consejo Directivo de la Facultad de derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (en dos períodos 1923-1925 y posteriormente entre 1929 y 1930).[49]

Durante los primeros años del Boletín tuvo algunas colaboraciones que estuvieron dirigidas a defender el reformismo universitario contra el proceso de contrarreforma que se estaba iniciando dentro de sus propias filas.[50] Aún en el período estudiado su participación fue poco significativa y su presentación ya no era como un reformista sino como un profesor universitario. A raíz de la no designación del doctor Carlos Sánchez Viamonte como profesor titular de Derecho éste presentó su renuncia ante el consejo académico de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad Nacional de La Plata. Sánchez Viamonte representa a los “estudiantes con diligencia y eficacia” al tiempo que dirige la revista Sagitario[51]. Transcriben algunas de sus palabras de renuncia, en las cuales él tampoco se presenta como un reformista, sino como un profesor local que ha sabido defender el espíritu “laico y moderno” de esa casa de estudio frente a los titulares que vienen de Buenos Aires, pero no tienen arraigo ni responsabilidad. La única alusión directa es al quejarse porque “pese a la reforma, la Universidad de La Plata sigue siendo gobernada por metropolitanos pendientes del reloj y del ferrocarril, sin arraigo en la ciudad y sin responsabilidad cotidiana”.[52]

Posteriormente, apareció otro artículo titulado “La Cultura frente a la universidad”, la cual fue una conferencia dictada en la Universidad de Montevideo el 22 de junio de 1926 con motivo de celebrarse el centenario del congreso bolivariano (se publica como libro en 1926). En el texto transcrito se hace referencia a la reforma como el movimiento que ha estrechado vínculos entre jóvenes que querían concertar un “programa de acción, que la perplejidad de la hora relegaba a un futuro impreciso y lejano”. En estos años se ha realizado esta aproximación entre pueblos que hasta hace poco eran hostiles entre sí, al tiempo que esos adolescentes se convirtieron en hombres. Sin embargo, esos programas de acción siguen siendo vagos aún. Como protagonista de ese movimiento de 1918, asume que no tenían que dar respuestas en esos momentos pues habría sido prematuro, pero que, ahora acercándose casi el primer lustro, se acerca ese momento. No bastan los vínculos, ni la protesta contra tiranos e imperio, es necesario orientar “positivamente” sus esfuerzos para actuar y no sólo para responder a las agresiones. Si se resuelven los problemas fundamentales sobre la riqueza, los otros problemas decantarán solos. Juzga la tendencia de denuncia como lírica y romántica y busca un nuevo idealismo que no esté en los gestos ni en las palabras, sino en “la labor abnegada y paciente de todos los días”. Dado que el estallido de la reforma fue en la universidad considera lógico que sea en ella donde se dé este primer paso para orientar la cultura a través de la enseñanza de las ciencias jurídicas, sociales y económicas. Los resultados hasta ahora en las universidades siguen siendo precarios por lo que se pregunta si debe seguir esforzándose en renovar esas “instituciones caducas” o crear una universidad libre “orientada y dirigida por verdaderos maestros” (y no profesores). Sería una organización “espontánea y desinteresada” dejando a la anterior universidad la extensión de los títulos. Por eso termina afirmando que deben levantar la bandera de “la cultura frente a la universidad y contra la universidad”.[53] Su mención también siguió indirectamente a través de la publicidad que se le da a la revista Sagitario, la cual dirigía desde La Plata miembros de la ULA (Carlos Américo Amaya, Julio V. González y Carlos Sánchez Viamonte).[54]

 

Conclusión

Este trabajo aportó el análisis de solo dos años de una organización a través de su publicación oficial. Pese a que esto significa un período corto de su tiempo vital, el recorte fue significativo. Por una parte, porque se observa a través de ellos, los cambios en la composición de la red: viejos colaboradores como Ingenieros, Moreau y Orzábal que salen de la escena por distintos motivos y no tan nuevos que se posicionan desde el centro abandonando la periferia como Palacios y Márquez Miranda. El caso de Sánchez Viamonte en cambio no coincide con ninguno de los dos mencionados, pues su posición y función no cambio demasiado entre un período y otro. Sin embargo, decidimos incluirlo en el análisis porque sus escasas intervenciones permiten entender el cambio que se dio en torno al reformismo como eje discursivo de la ULA. Es evidente que el tiempo había pasado y los jóvenes de ayer eran para 1926 profesores. Pero es significativo el que nada se mencione en estos años sobre el proceso de contrarreforma ni sobre los intentos del reformismo por mantener una posición así sea convirtiéndose en un partido como lo propondría Julio V. González. Los jóvenes seguían siendo el actor/lector al cual Renovación dedicaba sus números, pero su representación no estaba asociada indiscutiblemente al movimiento de reforma. Otro cambio señalado giró en torno a la práctica de la denuncia. La red de Palacios defendía igualmente el antiimperialismo, pero las formas en que esto se declaraba en el Boletín distaban mucho del complejo discurso idealista de Ingenieros. Los editoriales transcribían los acuerdos del consejo de la ULA siguiendo un orden protocolar de visto, considerando, resuelve. La palabra incendiaria se estructuró al tiempo que lo hacía la propia organización en busca de liderar el movimiento en la región.

No me resta más que incentivar a otros a que sigan estudiando estos grupos aparentemente insignificantes en el ámbito político, pero de gran importancia para entender la circulación de ideas a nivel regional a través de las publicaciones periódicas. Estas son una fuente casi inagotable de preguntas de investigación, pues nos permiten ver la geografía humana que transita por sus páginas a través de las relaciones que se establecen entre ellos al interior y de estos con otras publicaciones. Permite detectar las ideas, representaciones y conceptos al ser enunciados y reapropiados una y otra vez. Este conjunto inmaterial pero significativo pueden ser considerados como capitales simbólicos que adquieren valor a medida que circulan.

En fin, el movimiento de reforma seguirá abierto a futuras interpretaciones. Esperemos que ellas superen los límites de lo pensado hasta ahora para imaginar comparaciones (unas tradicionales y otras más arriesgadas). Una de éstas podría ser con otros movimientos no solo de izquierda o estudiantiles, sino incluso con otros, de derecha, donde las diferencias serán posiblemente grandes pero las pocas coincidencias pueden plantearnos desafíos para la interpretación de las ideas y representaciones. Para ello, sería conveniente descentrar de un país -o mejor dicho un par de ciudades-, el movimiento de reforma para devolverle su carácter de protesta estudiantil, universitario, como acción política. Como tal, es comparable con otros que, desde geografías lejanas no tuvieron puntos de contacto directos sino solo a través de vasos comunicantes al compartir un contexto mundial que, a manera de caja de resonancias, permite múltiples versiones de una misma fuente.


 

 


Fuentes

Inéditas

Arturo Orzábal Quintana a José Ingenieros, 1 de julio de 1925, Fondo José Ingenieros, CEDINCI.

 

Éditas

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Bibliografía

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* Centro Universitario de Investigaciones Sociales, Universidad de Colima. E mail: alepitag@gmail.com

[1] Pita, 2009a.

[2] Buchbinder, 2018a y 2018b.

[3] Nació el 24 de abril de 1877 en Palermo, Italia. sus padres emigraron por razones políticas a causa de su militancia socialista, primero a Montevideo y después a Buenos Aires. en esta ciudad, José ingenieros realizó sus estudios primarios y secundarios, hasta ingresar a la universidad para estudiar la carrera de medicina. durante su época de estudiante en la secundaria, encabezó una huelga estudiantil. Poco después se adhirió al Partido Socialista Argentino a través del Centro Socialista Universitario, creado en diciembre de 1894 por un grupo de estudiantes de medicina. Hacia mediados de la década de 1890, al constituirse formalmente el Partido Socialista Obrero Internacional, ocupó el cargo de primer secretario al lado de Juan B. Justo como presidente, partido en el cual militó activamente hasta 1902 cuando por desavenencias con el presidente del mismo se retiró. En la primera década del siglo xx fue secretario del ex presidente argentino Julio A. Roca, mientras se dedicaba a la práctica de la medicina, participando en congresos científicos (el Quinto Congreso de Psicología en Roma, en marzo de 1905; el Congreso Científico Panamericano en Washington, 1915).Ocupó varios puestos relevantes en relación con la psiquiatría y asumió como docente en la Universidad de Buenos Aires, cargo al cual renunciaría en 1911 por desacuerdos con una medida tomada por el Poder ejecutivo nacional. Partió a Europa, donde realizó estudios y escribió algunas de sus obras más importantes. tras su regreso en 1914, fue reincorporado a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, donde dictó cursos y conferencias sobre filosofía, ética y metafísica. en el primer gobierno reformista en 1918 fue nombrado vicedecano de dicha facultad, mientras proseguía con el dictado de la cátedra y publicaba Hacia una moral sin dogmas (1917), La evolución de las ideas argentinas (1918), Proposiciones relativas al porvenir de la filosofía (1918) y Las doctrinas de Ameghino (1919). En octubre de 1919, presentó su renuncia a todos los cargos, dedicándose como “maestro de juventudes” a publicar libros y revistas para expresar las ideas que consideraba importantes, Bagú, 1936; Tarcus, 2007.

[4] Pita, 2012.

[5] Pita, 2009a.

[6] Pese a que el argentino no ocupó ningún cargo al fundarse la organización en 1925, Renovación reiteraba después de 1928, que él había sido su fundador y al reproducirse las bases programáticas de la misma, se agregaba como subtítulo, “homenaje a nuestro fundador” (a veces acompañado de una fotografía del susodicho). También participó en los aniversarios que congregaban a un público numeroso alrededor de la tumba, dando sendos discursos, pese a que otros jóvenes que se veían como sus herederos también, realizaron por su cuenta otros homenajes. Pita, 2009b.

[7] Bustelo, 2014.

[8] Pita, 2016a.

[9] En marzo de 1925 se reunieron para fundar la Unión Latino Americana: Alfredo Bianchi (por la revista Nosotros), Aníbal Ponce y José Ingenieros (Revista de Filosofía), Gabriel S. Moreau (Renovación), Carlos Américo Amaya (Valoraciones), Alfredo Brandan Caraffa (Inicial), Alfredo Palacios (Decano Universidad de la Plata), Carlos Sánchez Viamonte, Florentino Sanguinetti y Julio V. González (consejeros de la Fac. de Derecho y C. Sociales de la Universidad de Bs.As.), desconocemos quién era el representante de la revista el Universitario. Ahora bien, al reproducir posteriormente en el número de mayo de 1925 las actividades de la organización, al acta de fundación firmada el 21 de marzo de 1925 se agregaban los nombres de Enrique M. Alonso, Julio R Barcos, Julio H. Brandán, Emilio Cipoletti, Andrés D’Onofrio, A. Dillón, Adolfo Korn Villafañe, Alejandro Lastra, Fernando Márquez Miranda, Ramón Melgar (h), Enrique Méndez Calzada, Arturo Orzábal Quintana, G. Paulsen, E. Suárez Calimano.

[10] “Editorial: un año” en Renovación, IV, núm. 1-4, enero-abril de 1926, p. 1. Durante los primeros años de Renovación las referencias a “los Maestros de las juventudes” incluían citadas a José Enrique Rodó, autor venerado por su obra Ariel, a José Martí, por su llamado a defender “nuestra América”, a Manuel Ugarte por su prédica por la Patria Grande o a José Vasconcelos como el “intelectual comprometido” con el cambio de México. Todos ellos jugaban el papel de guiadores de las juventudes de América Latina al otorgarles ideales espirituales (anti materialistas); una serie de enemigos externos (el imperialismo y el panamericanismo estadounidense a través de sus grandes trust y la “diplomacia del dólar”) e internos (los gobiernos vendidos y corruptos, la plutocracia); y un ideario complejo y a veces contradictorio de lo que era la identidad de América Latina. José Ingenieros, había ganado ese venerado lugar desde la aparición de su libro El hombre Mediocre (1913), donde enaltecía a una juventud culta merecedora por sus ideales para que ocuparan un lugar privilegiado como generadores de los cambios sociales.

[11] De España escribió Andrés Martínez Varjas, rector de la Universidad de Barcelona, quien envió a través del cónsul general de Argentina en esa ciudad, Alberto Gache, el pésame por la pérdida del científico y psiquiatra Ingenieros. De Bolivia escribió el Ministro de Instrucción y Agricultura, Anzo Soria, por la muerte del “Maestro y publicista”, (mensaje que envió a su par en Argentina, el ministro Sagarna) y del mismo país, la Federación Obrera del Trabajo envía un homenaje al “eminente sociólogo”. De Francia, Quijano en representación de la AGELA envió una larga nota de pésame dirigida a la esposa de Ingenieros, Eva, para recordarle la noble labor que había realizado el maestro entre los jóvenes latinoamericanos, en especial, los que residían en París, “La muerte de Ingenieros” en Renovación, IV, núm. 1-4, enero-abril de 1926, p. 3.

[12] Ingenieros encabezó con su firma una invitación que circuló en París para manifestarse en contra del imperialismo yanqui, a la cual suscribieron también otros intelectuales. Posteriormente se desarrolló “la Gran Manifestación antiimperialista de la América Latina” en la Salle des Societés Savants el 29 de junio de 1925, donde Ingenieros fue orador. A los pocos meses, en octubre de ese año se fundó la Asociación General de Estudiantes Latinoamericanos (AGELA) con la finalidad de crear una corporación donde estuvieran representados los países para realizar una “propaganda a favor de América Latina”. Para el 15 de noviembre se había reunido la junta directiva, eligiendo autoridades (Quijano quedó como secretario general), para pocos días después inscribir en la policía de París la asociación, registrando sus autoridades, dirección de la sede y estatutos, Taracena, 1989.

[13] “Los estudiantes y Leguía” en Renovación, IV, núm. 1-4, enero-abril de 1926, p. 4.

[14] Haya de la Torre, V. R. “Ingenieros en París” en Renovación, IV, núm. 1-4, enero-abril de 1926, p. 4. En ese número se publica un artículo de Ventura García Calderón en el cual se dedica a alabar a los poetas, en especial, al mexicano Enrique González Martínez.

[15] “Homenaje a Ingenieros” en Renovación, IV, núm. 7-8, julio-agosto 1926, p. 3.

[16] Ortiz Grogonet, D. “En homenaje a Ingenieros” en Renovación, V, núm. 1-2, enero-febrero 1927, p. 6.

[17] Nació en Buenos Aires el 22 de marzo de 1892, hijo de Arturo Orzábal (militar de alcurnia) y Benjamina Quintana Alcorta (emparentada con el presidente Figueroa Alcorta). Se casó con Elena de Carvalho y tuvo tres hijos: Óscar, Marta y Nora. A comienzos del siglo xx, se trasladó a vivir a París cuando su padre fue destinado por el Estado a realizar una estadía para negociar la compra del armamento. Estudió en la Sorbona, en la Escuela de Ciencias Políticas, de 1912 a 1917, y a su regreso al país en 1920 trabajó en el Ministerio de Relaciones Exteriores. Durante estos años y hasta la muerte de Ingenieros, fue un colaborador cercano, publicó varios artículos sobre política internacional. En 1925 participó activamente en la creación de la Revista de oriente, órgano de la Asociación de Amigos de Rusia, y fue nombrado secretario de la Unión Latino Americana, cargo que ocupó sólo durante un año. En 1927 fundó la Alianza Continental y realizó un viaje a Rusia, invitado por el gobierno para asistir al décimo aniversario de la Revolución Rusa. Pese a ser un gran difusor de este movimiento y a insistir permanentemente para que el gobierno argentino reconociera a la Rusia soviética, Orzábal no se alió al Partido Comunista y mantuvo su lucha desde una postura antiimperialista. Tras el golpe de Estado de 1930, fue encarcelado y posteriormente decidió exiliarse en Brasil y después en Uruguay; regresó al país en 1933, pero fue encarcelado nuevamente poco después. Los años siguientes de esa década y hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial, se dedicó a impartir conferencias sobre política mundial y participó en varias organizaciones: Defensa Popular por las Víctimas de la Reacción, Agrupación de Intelectuales, Artistas, Periodistas y Escritores (AIAPE) y la Unión Popular Argentina por la Alianza de las Américas. Durante la década siguiente fue perseguido por su militancia antiperonista, hasta que por mediación del presidente ecuatoriano Velasco Ibarra, casado con una prima de su esposa, logró salir rumbo a ese país primero y poco después a Puerto Rico, al ser contratado como consultor técnico por el Ministerio de Instrucción Pública. Allí vivió hasta su muerte. Dada su gran capacidad para las lenguas extranjeras —llegó a dominar siete lenguas—, Orzábal se convirtió en traductor del Congreso Internacional del Pen Club de Buenos Aires en 1936 y de las Naciones Unidas en 1949, Bergel, 2007, Ávila, 2015.

[18] Orzábal Quintana escribió: “Rumbos de nidos” en Renovación, III, núm. 3, marzo de 1925, p. 1; “Codificación del monroísmo” en Renovación, III, núm. 4, abril de 1925, p. 1; “Ante el caos mundial” en Renovación, III, núm. 5, mayo de 1925, p. 1; “El despertar de oriente” en Renovación, III, núm. 6, junio de 1925, p. 1; “Actualidad internacional” en Renovación, III, núm. 7, julio de 1925, p. 1; “El libro de la revolución, de Upton Sinclaire”, en Renovación, III, núm. 8, agosto de 1925, p. 2; y “Ginebra, Locarno, Damasco” en Renovación, III, núm. 9/10, septiembre-octubre de 1925, p. 1.

[19] Pita, 2009a.

[20] Publicada entre junio de 1925 y septiembre de 1926 tenía un gran tiraje (20 mil ejemplares) a bajo costo (20 centavos). Apelaba a la solidaridad de obreros, estudiantes e intelectuales a comprometerse a través de la Asociación Amigos de Rusia para convencer a la opinión pública y al gobierno argentino de la necesidad de reconocer al gobierno de los Soviets. Pese a esta campaña y al viaje que realizó Orzábal en 1927 a Rusia, éste nunca se afilió al Partido Comunista, aunque mantuvo contacto con algunos de sus dirigentes, como Víctor Codovila. Las imágenes y fotografías eran muy frecuentes en la publicación porque se dirigía tanto a intelectuales como a trabajadores. Sobre la revista remitimos a Tarcus, 2004, Bergel, 2006 y Ávila, 2015.

[21] Le comenta que se imprimieron 1500 ejemplares de 4 páginas que según el presupuesto de Rosso (imprenta que publicaba también la Revista de Filosofía y la Colección La Cultura Argentina) equivalía a 160 pesos. “Con la cuota mensual de algunos compañeros (Sanguinetti y González $15, Lastra, Moreau, Chaneton y Orzábal $10, otros $5. Sánchez Viamonte $40, Palacios $20) se suman 175, por lo que los 15 pesos restantes alcanzaron sólo para estampillas de correo para enviar en la capital a bibliotecas, diarios, (no a particulares), al exterior se enviar alrededor de 450 ejemplares (a las principales direcciones) y a la venta sólo quedan 250 ejemplares”, Arturo Orzábal Quintana a José Ingenieros, 1 de julio de 1925, pp. 1-4, Fondo José Ingenieros, CEDINCI.

[22] El sábado 6 de junio era la primera trasmisión en la cual Márquez Miranda habló una hora sobre “la situación mundial en la post guerra” y sobre la “organización de la defensa continental” (la cual fue publicada en Verdad y le envió un recorte a México. Al parecer, fue todo un éxito pues los de la radio quedaron muy entusiasmados y él recibió varias cartas de felicitación, pero el lunes siguiente (8 de junio) le hablaron de la radio para decirle que su conferencia había “escandalizado a las esferas oficiales” por lo que tras una serie de conversaciones privadas se envió una nota a la radio (la cual le mostraron) en la que el jefe de trasmisiones inalámbricas decía que su conferencia había causado un profundo desagrado para el presidente de Argentina por lo que si la radio no realizaba una censura más severa, el ministro de marina clausuraría la estación. Él habló con otras estaciones, pero nadie quiso enfrentarse a la presidencia y ellos no querían trasmitir conferencias “estúpidas” pues “para eso no hubiera valido la pena crear la ULA” así que hasta nuevo aviso quedarían suprimidas las conferencias radiofónicas. Arturo Orzábal Quintana a José Ingenieros, 1 de julio de 1925, pp. 1-4, Fondo José Ingenieros, CEDINCI.

[23] El mismo mes de junio escribió el editorial del mes titulada Imperialismo, la cual fue objetada por el Consejo Directivo, el cual nombró a Palacios, Márquez Miranda y Dillón para redactarlo nuevamente. Tras la Conferencia, Orzábal se reunió con un grupo de estudiantes que asistieron a aquella conferencia con el fin de conformar la filial porteña de la Unión Latino Americana, labor que generó malestar en el Consejo Directivo por no haber sido informado debidamente, por lo que no se aceptaron oficialmente a los nuevos miembros. Tras la descalificación, Orzábal presentó su renuncia como secretario general, pero no fue aceptada, Pita, 2009a y Arturo Orzábal Quintana a José Ingenieros, 1 de julio de 1925, pp. 1-4, Fondo José Ingenieros, CEDINCI.

[24] Arturo Orzábal Quintana a José Ingenieros, 1 de julio de 1925, pp. 1-4, Fondo José Ingenieros, CEDINCI.

[25] “Crónicas” en Renovación, IV, núm. 1-4, enero-abril de 1926, p. 7.

[26] El artículo publicado en enero de 1921 aprobaba la actitud del gobierno argentino de ordenar el retiro de la delegación que concurrió a la primera asamblea de la Liga reunida en Ginebra. Como mencionó en otro artículo publicado en la Revista de oriente, los hechos posteriores demostraron que la desconfianza era justificada porque no logró mantener la paz, acusándolo de ser cómplice de las potencias como lo demostraba el caso del norte de África. Orzábal Quintana, A. “¿La Argentina debe formar parte de la Liga?” en Revista de Oriente, noviembre de 1925, pp. 14 y 15.

[27] Arturo Orzábal Quintana a José Ingenieros, 1 de julio de 1925, pp. 1-4, Fondo José Ingenieros, CEDINCI.

[28] La Alianza Continental se proponía metas muy similares a la ULA para la defensa ante las agresiones externas que invadieran bajo cualquier justificación: la solidaridad entre las naciones latinoamericanas a través de tratados y arbitrajes para resolver conflictos; y como medida defensiva, propiciar la unidad entre estos países. Un tercer eje fue más novedoso: defender que no existía un sujeto social específico para llevar adelante estas metas. Esto significa que no sólo se llamaba a los intelectuales, maestros y escritores a adherirse, sino también a los trabajadores manuales e intelectuales. En la práctica se distinguió por aliarse al círculo de los generales Mosconi y Baldrich en defensa de un nacionalismo petrolero contra “los grandes trust”. Sobre esta organización ver Pita, 2009a y Ávila, 2015.

[29] Nació el 10 de agosto de 1878 en Buenos Aires (hijo natural de Aurelio Palacios, abogado uruguayo y de Ana Ramón). En esta ciudad realizó sus estudios primarios, secundarios y universitarios, y se graduó como abogado en 1900. Frecuentó el círculo de estudiantes fundado por el sacerdote alemán Federico Grote, quien dirigía los círculos de obreros católicos. Se acercó a la masonería, pero terminó por alejarse a medida que se inmiscuía en el Partido Socialista dirigido por Juan B. Justo. En 1904 sería nombrado diputado nacional por la circunscripción del barrio de la Boca, cargo que ocuparía hasta 1907, y posteriormente en representación de la Capital Federal desde 1912 hasta julio de 1915, cuando renunció al mismo tras haber sido expulsado del Partido como castigo por su participación en duelos. Fundó junto a otros socialistas el Partido Socialista argentino, por el cual participó como candidato en tres momentos electorales (1916, 1919 y 1920) pero no tuvo éxito. Mientras tanto, Palacios se dedicó a la vida universitaria: había sido designado profesor de Legislación Industrial en la Facultad de Ciencias Económicas en 1915, cargo al cual llegó por su reconocida actividad en pro de leyes laborales que defendieran los intereses de los trabajadores, y en octubre de 1918 fue elegido consejero de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales; al año siguiente fue designado profesor de legislación del trabajo en la misma facultad. En 1922 fue elegido por profesores y estudiantes decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de La Plata, el mismo cargo que quiso ocupar en 1923 en la Universidad de Buenos aires, pero no ganó la elección. Tras el golpe militar de 1930, Palacios desconoció al gobierno del general Uriburu y fue encarcelado. A su salida se reintegró al Partido Socialista, por el cual es elegido senador nacional por la Capital Federal, cargo que ocupó hasta 1935. Posteriormente fue elegido nuevamente y continuó su mandato hasta el golpe militar de 1943, fecha en que fue nombrado embajador argentino en Uruguay. A su regreso al país se reintegró a la Universidad de Buenos aires y fue elegido convencional constituyente en representación del Partido Socialista en 1957. En 1961 ganó como senador por la Capital, y nuevamente en 1965. Falleció el 20 de abril de 1965 en Buenos Aires. Escribió para diarios y revistas, entre los que se encuentran La vanguardia, Tribuna, Nosotros, Renovación, y edita el periódico La Acción (1915-1916). Sus obras, en cambio, son numerosas, entre las cuales se cuentan: El nuevo derecho, La fatiga y sus proyecciones sociales, Nuestra América Latina y el imperialismo yanqui, Las islas Malvinas, Esteban Echeverría, albacea del pensamiento de mayo, La justicia social y la miseria, situación de la clase trabajadora, García Costa, 1998 y Tarcus, 2007.

[30] Villavicencio, M. “Alfredo L. Palacios y la nueva Universidad” en Renovación, IV, núm. 7 y 8, julio-agosto de 1926, p. 2.

[31] Pita, 2016b.

[32] “Panamá”, “La Dictadura en Panamá” y “La Unión Latino Americana y Panamá” en Renovación, IV, núm. 1-4, enero-abril de 1926, p 2. Otros colaboradores de Renovación se solidarizaron con la solicitud de los estudiantes panameños y publicaron en el Boletín sus palabras de aliento. El profesor peruano de derecho internacional público Alberto Ulloa de camino a Europa y al atravesar el canal le envió un mensaje a Alberto L. Rodríguez, el líder estudiantil que intentó organizar el otro congreso (el estudiantil). Para él, el canal de Panamá era un “corredor extranjero”, un protectorado de los Estados Unidos, y el congreso oficial que realizó el gobierno, un evento de una cancillería servil del panamericanismo. Por ello, como parte del movimiento de la ULA contra el nuevo colonialismo declara que este país debe ser liberado y para ello el canal debe dejar de estar bajo la tutela de Estados Unidos, debe ser internacionalizado (como el canal de Suez y otros), neutralizando el poder político para que los extranjeros que la manejen reciban sólo la retribución económica, “Un mensaje de Alberto Ulloa” en Renovación, IV, núm. 5 y 6, julio agosto de 1926, p. 1.

[33] “El Congreso Panamericano de Panamá. Contra réplica del presidente de la ULA” en Renovación, IV, núm. 5 y 6, julio agosto de 1926, p. 5 y De la Rosa, D. “El sainete panamericanista de Panamá” en Renovación, V, núm. 1-2, enero-febrero de 1927, p. 8.

[34] Herrera, J. “Carta abierta de un panameño representativo” en Renovación, V, núm. 1-2, enero-febrero de 1927, p. 3 y “¡Al fin!” en Renovación, V, núm. 1-2, enero-febrero 1927, p.5.

[35] Cuatro eran las resoluciones al respecto. “1.- Expresar públicamente al gobierno de Méjico la simpatía con que acompaña su enérgica y honrada gestión constitucional. 2.- Denunciar ante el pueblo la propaganda subversiva y calumniosa iniciada por el clero argentino –mantenido por el pueblo de la Nación- encaminada a desacreditar al gobierno mejicano sin poder imputarle un solo acto arbitrario o ilegal. 3.- Exhortar a todos los hombres libres de América a exteriorizar públicamente su solidaridad con el gobierno mejicano. 4.- Recordar a la juventud argentina que Méjico representa en estos momentos la más legítima y pura aspiración idealista americana y que su obra cultural orienta y estimula a la nueva generación”. Además, Palacios participó como orador en varios actos sobre el problema religioso en México (La Federación de Sociedades Gallegas, el Ateneo Estudiantil de La Plata), “México” en Renovación, IV, núm. 7 y 8, julio-agosto de 1926, p. 1 y “Documentos y declaraciones de la ULA” en Renovación, IV, núm. 7 y 8, julio-agosto de 1926, p. 3.

[36] Palacios, A. “El imperialismo yanqui y las repúblicas de Centro América” en Renovación, IV, núm. 7 y 8, julio-agosto de 1926, p. 4.

[37] “Aclaración” en Renovación, V, núm. 1 y 2, enero-febrero de 1927, p. 1.

[38] En esa misma página se transcribe la nota que publicó al respecto el diario El Comercio, en el cual asume que la guerra de la Triple Alianza es una página dolorosa de la historia porque desvanece el sueño de la unión continental. Transcribe palabras de Palacios de 1913 cuando en el parlamento argentino sostuvo que era injustificado que en nombre de la libertad de Paraguay se continúe imponiendo una servidumbre a su pueblo para pagar la deuda de la guerra. Palacios, A. “El Nuevo Espíritu de América” y Palacios, A. “Una opinión significativa” en Renovación, IV, núm. 7 y 8, julio-agosto de 1926, pp. 1 y 2.

[39] Nació en Buenos Aires el 25 de enero de 1897, ciudad en la que falleció el 12 de diciembre de 1961. Estudió Derecho en la Universidad Nacional de La Plata (titulándose en 1918) e Historia en dicha universidad (obteniendo el grado de profesor en 1923). Durante la década de 1920 fue profesor de historia en el Colegio Nacional de La Plata y la Universidad de dicha ciudad. Fue recién en las décadas posteriores cuando se dedicó de lleno a la prehistoria argentina y americana, ocupando cargos como profesor y jefe de Departamento de Arqueología y Etnografía del Museo de La Plata, al tiempo que participó en la Sociedad Argentina de Antropología y de numerosos Congresos Internacionales de Americanistas. En España le realizaron un homenaje organizado por el Seminario de Estudios Americanistas y el de Antropología Americana de la Universidad de Madrid y Sevilla, del cual se publicó un libro en 1964, Garcés, 1961.

[40] El costo sigue igual, 10 centavos, aunque el número de julio agosto de 1926 notifica que se reparte gratis (anuncio que no se repitió en el número de 1927). La dirección para recibir correspondencia y canjes se mantiene en 1926 (casilla correo 1625 de Buenos Aires) y cambia en 1927 a Perú 71, Buenos Aires.

[41] “Gabriel S. Moreau” en Renovación, IV, núm. 7 y 8, julio y agosto de 1926, p 1.

[42] También se contemplaba el tema de las faltas a las reuniones (posiblemente porque ya era frecuente): si se faltaba sin previo aviso a tres reuniones consecutivas sería considerado “dimitente”, y de igual manera si debiera más de cuatro cuotas (aclarando que en ese momento ningún miembro se encontraba en esa situación). El control abarcaba también el que el consejo directivo podría conformar comisiones especiales en las que podrían participar los adherentes, pero que siempre estarían presididas por miembros titulares del Consejo, quien podría a su vez nombrar sub secretarios entre los adherentes. “Crónicas” en Renovación, IV, núm. 1-4, enero-abril de 1926, p. 7.

[43] Márquez Miranda, F. “Las contradicciones de Sorel” en Renovación, IV, núm. 1-4, enero-abril de 1926, p.1.

[44] “De la Unión Latino Americana al presidente Calles” en Renovación, V, núm. 1-2, enero-febrero de 1926, p, 2.

[45] “Editorial: Nicaragua” en Renovación, V, núm. 1-2, enero-febrero de 1927, p 1 y Márquez Miranda, F. “Estados Unidos en Nicaragua” en Renovación, V, núm. 1-2, enero-febrero de 1927, p 1.

[46] Además, Palacios fue ovacionado por su actitud ante un hombre que en pleno mitin se subió a un árbol para ser encadenado por sus amigos y desde ahí arengar a la concurrencia sobre el conocido caso de los anarquistas Sacco y Vanzetti que se estaba tratando en Estados Unidos, el cual no era el tema del mitin. Dado que sus gritos interrumpían a los oradores del mitin, se hizo imposible a los oradores continuar. La señorita Mendoza debió dejar la tribuna, la cual fue ocupada por otros oradores espontáneos (fuera del programa) que llamaban a la calma y el orden. El público comenzó a tirarle fósforos y papeles encendidos al sujeto encadenado, seguidos por piedras. La policía no hizo nada. Ante esto, Palacios bajó del balcón donde estaba sentado junto a los otros oradores y subió las primeras ramas del árbol para hablarle al hombre, asegurándole que garantizaría su vida si descendía, tras lo cual fue aplaudido por el público que lo acompañó dando vivas a Nicaragua y a México. Después acompañó al hombre con la policía. “¡Basta ya de palabras solas, paso a los hechos!” en Renovación, V, núm. 1-2, enero-febrero de 1927, p. 4.

[47] Bergel, 2013.

[48] Pita, 2009a.

[49] Nació en La Plata, provincia de Buenos Aires, el 16 de junio de 1892. Hijo de Julio Sánchez Viamonte y de Bernabela Molina Salas, se casó con Sara Haedo, con quien tuvo una hija, Adela. Estudió en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de La Plata entre 1910 y 1914, donde se recibió de abogado, y posteriormente se graduó de doctor en 1923. Ocupó otros cargos académicos como docente de Derecho en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires y en la de La Plata. Después del golpe de 1930, Sánchez Viamonte ingresó al Partido Socialista y fue miembro de la convención constituyente de la provincia de Buenos Aires (1934), diputado por la Capital Federal (1940- 1943) y candidato a vicepresidente con la fórmula que encabezó Alfredo Palacios por el Partido Socialista en febrero de 1958. Posteriormente, entre febrero y julio de 1966, fue delegado argentino —con rango de embajador exterior— ante la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. a partir de 1955 fue restablecido en su cargo de profesor de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Nacional de La Plata, y entre 1958 y 1962 ocupó el cargo de profesor de dedicación exclusiva en la cátedra de Derecho Constitucional en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Dirigió y participó en varias publicaciones periódicas: La Cruz del Sur (teosófica), Revista de Filosofía, Renovación y Sagitario. En Revista de Humanidades participó en tres etapas: la primera de 1925 a 1928; la segunda, como revista socialista, de 1955 a 1956, y la tercera, como periódico, pero con la misma línea socialista, de 1958 a 1961. Para 1930 había publicado varios artículos en publicaciones periódicas y dos libros de gran difusión: Del taller universitario (1926) y La cultura frente a la universidad (1928). Posteriormente Sánchez Viamonte publicó gran cantidad de obras, las cuales se dedicaron en su mayor parte al estudio del derecho y la política. obras: Democracia y socialismo (1933), Revolución y doctrina de facto (1946), Historia institucional de Argentina (1948), Los derechos del hombre en la Revolución Francesa (1956), El poder constituyente: origen y formación del constitucionalismo universal y especialmente argentino (1957), Manual de derecho político: los problemas de la democracia (1959) y Juicio de amparo (1966); Tarcus, 2007.

[50] Sánchez Viamonte, C. “Razón de estado y principio de autoridad” en Renovación, II, núm. 1, enero de 1924, p. 2; “Depuremos la Reforma Universitaria (discurso pronunciado en Córdoba el 4 de agosto de 1924)” en Renovación, II, núm. 9, septiembre de 1924, pp. 1 y 4; y “La derecha vía universitaria” en Renovación, II, núm. 11, noviembre de 1924, p. 3.

[51] La revista Sagitario fue parte de la red de publicaciones reformistas que convivieron e interactuaron a través de sus colaboradores con Renovación. Para un análisis de la misma remitimos a Bustelo, 2014.

[52] “La cátedra del Dr. Sánchez Viamonte” en Renovación, IV, núm. 1-4, enero-abril 1926, p. 4.

[53] Sánchez Viamonte, C. “La cultura frente a la Universidad” en Renovación, IV, núm. 7 y 8, julio-agosto de 1926, p. 2.

[54] Junto a Sagitario siguen apareciendo las publicidades de la Revista de Filosofía, Nosotros, Inicial, Valoraciones, Revista Jurídica, Diógenes y Revista de Oriente. Con ellas Renovación compartían no sólo canje de publicidades, sino también determinadas líneas temáticas porque compartían varios de sus colaboradores.