Alejandro Dujovne, Una historia del libro judío. La cultura judía argentina a través de sus editores, libreros, traductores, imprentas y bibliotecas, Siglo XXI, Buenos Aires, 2014.
El libro de Alejandro Dujovne debe ubicarse con toda claridad en el campo de los estudios sobre la lectura y el libro. Se enlaza inmediatamente con las principales obras de Roger Chartier, Robert Darnton, Itamar Even Zohar y Gisèle Sapiro entre otros estudiosos de la materia, y es también un estudio sociológico deudor de la toda la obra de Pierre Bourdieu. El título de este extenso ensayo no debería apartar a aquellos lectores cuyo interés se orienta antes a las historias del libro y la lectura (pensemos por caso en la recordada obra de R. Chartier y G. Cavallo)[1] que a la especificidad de la cultura judía. De la misma forma, debería constituirse como un texto obligado para aquellos lectores – académicos o no –, preocupados por la cultura judía les interesen o no los estudios del libro en particular. Un ensayo sociológico ligado a la perspectiva de la New Cultural History, que propone un recorrido cronológico, nada anecdótico, en busca de la significancia material e históricamente situada del libro, los editores y gestores culturales – en menor medida de los lectores –, en la cultura judía argentina. El ensayo de Dujovne aporta además a los estudios de la traducción, no en lo estilístico o hermenéutico sino a ese conjunto emergente de estudios ocupados sobre el rol de las traducciones en los sistemas literarios productores en lugar de las literaturas centrales a las que refieren;[2] es decir la traducción y sus recepciones como parte de los sistemas literarios nacionales y en este caso su relación con la edición y la cultura impresa. El título del ensayo de Dujovne no revela la atención ofrecida al problema de la traducción, aspecto clave del análisis que desarrolla y aunque la preminencia está dada a la historia del libro, el texto es un aporte significativo a los estudios de traducción desde una mirada material, en relación con la edición y sus intermediarios culturales.
Aun cuando el tema general del texto pareciera llevarnos a un estudio de caso con mirada local, la perspectiva con la que Dujovne aborda la historia de la cultura impresa en Argentina es aquella que da en llamar la inscripción transnacional de la historia de la edición judía, abordaje sin el cual se obtendría una mirada sesgada e incompleta del fenómeno que estudia. Así el investigador reconoce y restituye en sus análisis el juego de fuerzas entre centros y periferias que explica los movimientos editoriales tanto como las lógicas locales de la cultura escrita judía. Así lo transnacional permite abordar el problema del libro a partir del concepto de circulación, central en los estudios de historia cultural: el estudio del libro y la lectura en el contexto de la circulación de ideas, que no se limita a los perímetros locales o nacionales. El caso que Dujovne analiza explica y requiere a un mismo tiempo un enfoque semejante, al tratar el desarrollo histórico complejo de la cultura impresa judía lo transnacional emerge necesariamente como parte del objeto de estudio y, simultáneamente, exige una investigación dispuesta metodológicamente a considerar los vínculos transnacionales para comprender las decisiones editoriales, los textos y géneros traducidos y editados, los vaivenes en el volumen de impresiones. La atención a la geografía transnacional del libro es uno de los aportes significativos del texto y contribuye al estudio de las condiciones de producción y circulación del libro judío en Argentina explicando que las condiciones de producción de los textos no siempre se ubican exclusivamente en el contexto inmediato o en los acontecimientos históricos, sociales, culturales que le son contemporáneos. La emergente cultura judía argentina guardaba vínculos especiales tanto con Estados Unidos como con el posterior estado de Israel, espacios con los cuales la producción escrita e impresa, y a esto se dispone Dujovne, dialoga más que con el sistema literario nacional argentino. Así, el autor muestra esa doble vinculación del texto judío con un orden internacional y una micro cartografía, sirva de ejemplo en este caso el creciente barrio de Once en Buenos Aires.
Finalmente ese orden transnacional requiere un análisis no sólo de las condiciones materiales e históricas vinculadas con la cultura impresa sino también la reconstrucción de trayectorias y el análisis del rol activo de instituciones y asociaciones. Hablar entonces de una historia del libro judío, alcanza – y no – para nominar la temática de un texto exhaustivo, producto de un complejo trabajo de archivo con el cual se documentan los procesos históricos y materiales vinculados con la edición y a vida del libro en las comunidades judías porteñas.
Esta historia del libro judío, se ofrece como una base sólida de la cual podrán servirse estudios de crítica e historia literaria interesados en el rol de este mundo impreso judío en la formación de una literatura nacional y la constitución de sus cánones literarios. Pocas veces las historias literarias orientan la mirada a las que consideran literaturas menores y menos se detienen en las consideraciones referidas a la materialidad de la cultura impresa y los contactos intelectuales que explican la dinámica de la literatura. La historia cultural ha dado cuenta de estos procesos que la crítica literaria ha ocluido para centrarse en el autor, confiriéndole a veces todo éxito o fracaso de una obra literaria. Ensayos como el de Dujovne, que no avanza sobre el contenido de las obras, y en cambio, ordena y clasifica al libro, interpretando la producción editorial en relación con la cultura transnacional, debieran promover una nueva dimensión de los estudios literarios que relacione la materialidad con la actividad artística. Los estudios materiales sobre el libro y los lectores como de la edición podrían recogerse en esas historias de la literatura centradas tan sólo en los movimientos estéticos o las figuras del canon. Por ello mismo este texto será de interés a los estudiosos de las literaturas regionales, la constitución de los cánones literarios, como las tensiones entre centros y periferias en los sistemas literarios.
Dujovne nos muestra el desarrollo y preeminencia de los distintos géneros literarios, su incidencia en la edición de libros judíos, y muestra la necesidad de considerar la larga duración para abordar ese proceso: es a un mismo tiempo un estudio histórico y sociológico. Por ello Dujovne, en consonancia con Braudel, justifica el estudio de períodos históricos extensos, condición necesaria para analizar la emergencia de las transformaciones históricas de la cultura impresa judía en el país.[3] Este también es un aporte significativo, pues se reconoce la necesidad de devolver la dimensión histórica a los estudios sobre el libro, los lectores y las representaciones. Todos los aspectos estudiados por Dujovne resultan de una consideración puntillosa del objeto de estudio; no se contenta con hacer un recorte sincrónico, como usualmente se reclama a los cientistas sociales, y reconoce la necesidad de reconstruir históricamente el campo mayor que el del estrecho objeto de la investigación, pues sin ello sería imposible comprender correctamente el desarrollo de las ideas locales.
Aun así no hay mayor valoración de los contenidos de las obras, lo que en cambio propone a sus posibles lectores, investigadores interesados en construir corpus analíticos a partir del archivo montado en su ensayo. Las experiencias lectoras, por otra parte, son muy difíciles de reconstruir y por ello el texto no llega a revelar esa escena disparadora del ensayo: las bibliotecas de los hogares judíos donde los libros se escondían casi como tesoros. Es muy difícil estudiar la impronta que antologías y colecciones hayan tenido en esas familias judías a las que refiere este ensayo, pero el catálogo reconstruido puede constituirse en el punto de partida de estudios de recepción más interesados en las prácticas lectoras. El ensayo es un aporte significativo a este universo de textos académicos preocupados no tan solo por la interpretación del libro en relación con la cultura sino por la interpretación de un orden de la cultura a partir del libro, la lectura y los lectores. El problema de la distribución lingüística de los textos editados, atraviesa todo el ensayo y en la tensión entre lenguas toma forma la dimensión transnacional del libro, pues el origen extranjero de la comunidad considerada determina a cada paso las elecciones de autores, traductores, editores e imprenteros. Dujovne historiza, interpreta y cuantifica el lugar desigual del hebreo y el ídish, así como la importancia del inglés y el alemán en las producciones catalogadas. De la misma forma expone cómo los acontecimientos políticos y culturales intervinieron en la consideración positiva o negativa de las lenguas de una comunidad claramente atravesaba por la dispersión internacional, aunque con un proyecto unificador en el cual el libro jugó un rol central. Así, la clasificación de las publicaciones judías en Buenos Aires que emprende Dujovne no es sólo un ejercicio estadístico: hay una interpretación, mediante al recurso de la geografía transnacional del libro, de esas preferencias o tendencias constatadas en el estudio material.
Dujovne atiende especialmente al universo de la lengua ídish mostrando la presencia e influencia del libro en lengua ídish hacia fin del siglo XIX y las primeras décadas del XX en la cultura impresa judía en Buenos Aires. En ese contexto, reconstruye trayectorias significativas aunque no aborda los vínculos entre ellas y otras de la literatura y edición no judías. Esto ocurre igualmente con las relaciones entre las editoriales judías y el campo de la edición porteña en general. Por contraposición, el texto deja en claro que para estas comunidades, las trayectorias se relacionaban más a menudo con otras redes de contacto, involucrando otros continentes y lenguas: de allí la importancia de considerar la geografía transnacional del libro.
Dujovne analiza también la función del asociacionismo y en especial de las bibliotecas en la difusión y afirmación de la cultura impresa en lengua ídish, organismos que en general guardaban vínculos con instituciones extranjeras; explica el rol de estos agentes en el crecimiento del campo literario y lingüístico judío sea en ídish, hebreo o alemán y relaciona este proceso con la emergencia de un sistema literario nacional en lengua castellana. Si bien no ahonda en las obras, el ensayo de Dujovne sí profundiza en el cruce entre edición, lengua y cultura política, cartografiando no sólo las publicaciones de asociaciones e instituciones ligadas a la comunidad judía, sino también a partidos y movimientos políticos como el socialismo o el anarquismo.
Este ensayo da a conocer proyectos editoriales muy interesantes dedicados a mantener viva la cultura judía en Argentina, y que funcionaron en contextos como el de la segunda guerra mundial como la memoria de un pueblo devastado mientras aportaban ganancias materiales para los refugiados. De esta forma, el ensayo explica el lugar de la edición en el campo editorial, con respecto a la memoria y la cultura política y hasta con una suerte de economía gestada en la distancia. El texto ofrece argumentos a la publicación de determinados títulos y autores, y de esta forma explica la microeconomía local de los editores y libreros que debían garantizar ventas y mantener las empresas editoriales mediante la inclusión de nombres consagrados a sus catálogos. Igualmente, al tomar un periodo ampliado que abarca desde fines del siglo XIX hasta la década del setenta del siglo XX, el ensayo muestra cómo esas publicaciones fueron cambiando, orientadas a lo religioso, a lo literario o político; y la manera en que este tipo de publicaciones permiten sostener la edición, circulación y venta de otros títulos con menos impacto en ventas. El estudio material realizado muestra el poco valor otorgado a la cultura local y una cultura impresa judía centrada en la importación y exportación de libros, un mundo literario ligado al ídish que se desarrollaba en un circuito independiente.
Si bien buena parte de los textos impresos estaban en hebreo, ídish, inglés y alemán, el investigador se da a la tarea también de catalogar la edición en español y por ende analiza el lugar de la traducción al castellano en la cultura impresa judía. Esta actividad, estaba ligada a la integración local de la comunicación judía así como a interpelar a los jóvenes judíos nativos, cada vez más alejados de la tradición y las lenguas madres.
Para todos los casos estudiados, el autor trabaja sobre ediciones como sobre trayectorias específicas; Dujovne propone ese doble recorrido como una práctica analítica que atraviesa el ensayo completo; en cuanto a las ediciones, se detiene en diversos proyectos editoriales que presentan interés por su novedad temática, su interés literario o o su compromiso con una cultura de acceso masivo, mediante proyectos editoriales de bajo costo para el público. Fiel a la perspectiva de la nueva historia cultural, el autor se detiene también en los soportes de la cultura impresa, vinculando los objetivos editoriales, políticos o económicos con los diversos formatos impresos: el libro, la revista, los semanarios. Así vislumbra el mayor alcance de las revistas por su menor costo y la preferencia de este tipo de soportes por los proyectos políticos que buscaban circulación y alcance masivo: la preferencia de la revista ante el libro para eludir la competencia con los grandes novelistas europeos difundidos bajo formato libro o la preferencia de la importación por sobre la producción local, debido a los contactos con instituciones internacionales que sostenían las publicaciones y en ocasiones indicaban los cánones a publicar.
Si bien Dujovne también avanza en los vínculos entre la cultura impresa y los proyectos vinculados con instituciones escolares, no avanza sobre la cuestión de la currícula escolar y cómo estas fomentan la impresión y circulación de determinados volúmenes y antologías; este texto constituye el puntapié inicial para aquellos investigadores orientados a dichas temáticas.
De las primeras empresas editoriales judías a fines del siglo XIX, a la reafirmación sionista durante las décadas de 1930 y 1940, mediante la traducción de obras de la tradición religiosa a las complicaciones editoriales ante el avance de las ideas antisemitas: el ensayo no deja de catalogar ningún proyecto editorial por su inclinación política o religiosa, al contrario busca denotar estas tensiones. Se acerca a las prácticas lectoras, pues da noticia del acceso al libro mediante sistemas de suscripción que se asemejaban a clubes de lectura. A ese esfuerzo de catalogación le restaría establecer diálogos y tensiones con el sistema literario y el mundo editorial no judío, tratando de visualizar los diálogos e influencias mutuas. Retomando a Franco Moretti y su clásico Atlas de la novela, Dujovne se adentra también en el problema de la espacialidad, analizando la distribución de estas empresas editoriales. La ciudad y el espacio se tornan claves interpretativas del lugar diferencial de las emprendimientos editoriales estudiados, así como la mayor o menor actividad editorial a lo largo del tiempo.
Por último, el extenso ensayo cierra con una etnografía -a distancia- de la Feria del Libro Judío y la Semana del libro judío, los cuales reconstruye con ademán antropológico, mediante el análisis de comentarios sobre el evento. Así, Dujovne cierra el texto con una pregunta por el libro judío, la búsqueda de una definición. La tarea editorial se presenta como parte del proceso por el cual las ideas y una cultura, como sus representaciones, llegan a ser tales: “Los modos en que se producen y difunden formas de concebir el mundo, que luego son vividas como autoevidentes, como parte de la naturaleza de las cosas”.[4] Dujovne reconoce dos funciones contrarias pero no contradictorias en torno al libro judío que constituyen la dialéctica de su funcionamiento y pervivencia: reafirmar lo judío recreando la cultura judía, y evitar la completa asimilación por parte de la cultura de acogida.
Bibliografía
Cavallo, Guglielmo y Chartier, Roger (dirs), Historia de la lectura en el mundo occidental, Buenos Aires, Taurus, 2011.
Alejandro Dujovne, Una historia del libro judío. La cultura judía argentina a través de sus editores, libreros, traductores, imprentas y bibliotecas, Siglo XXI, 2014.
Wilson, Patricia, La constelación del sur. Traductores y traducciones en la literatura argentina del siglo XX, Buenos Aires, Siglo XXI, 2004.
Ana Laura Iglesias[5]