Exportando imaginarios. Rituales políticos en las visitas de estado del presidente Perón vistos desde la óptica de los noticiarios cinematográficos (1952-1954)
Gustavo Insarrualde*
Resumen:
El objetivo de este trabajo es analizar los imaginarios políticos que aparecen en los noticiarios cinematográficos que tratan sobre las visitas oficiales al exterior realizadas en la segunda etapa del primer peronismo (1952-1954). Utilizando bibliografía especializada y variados recursos visuales (especialmente fotografías, filmes y afiches propagandísticos) se construyeron una serie de indicadores, para luego volcarlos en el análisis de noticiarios informativos. Éstos eran proyectados en momentos previos a las películas de la época, y tratan sobre las visitas internacionales del presidente. De esta manera, se ha constatado que una amplia gama de imaginarios descritos en esta obra se hicieron visibles en los noticieros.
Palabras clave: imaginarios politicos – peronismo - noticiarios informativos
Summary:
The aim of this work is to analyze the political imaginaries exported by the official visits developed in the second phase of first Peronism (1952-1954). Using specialized bibliography and a varied range of visual resources (especially photographies, films and propagandistic posters), a set of indicators was constructed to be applied into the analysis of news shows. Those were projected in previous stances of contemporary films’ projections and they are about the international visits of the president. In doing so, it has been confirmed that a broad range of imaginaries features has been presented in those news shows.
Key words: political imaginaries – Peronism - news shows.
Introducción
En el libro Por qué soy peronista y las fuerzas espirituales del justicialismo, Eva Perón (1996) define el movimiento político al que pertenece afirmando que es un movimiento de “conciencia dirigida por una masa rectora y firme, apoyada por la presión de una mayoría de voluntades que ha trazado su propio camino dentro del espíritu de su pueblo”.
El peronismo se vislumbra como un movimiento de masas, popular, que intenta solucionar los problemas a la colectividad; colectividad entendida como el supremo sujeto político del justicialismo.
Como todo poder, el justicialismo no reduce su actuación política a la posible utilización de la fuerza, sino que construye una estructura simbólica, basada en montajes, practicas extra-discursivas y soportes mitológicos, que apela a las pasiones del pueblo que se intenta gobernar.[1]
El justicialismo no escapa a este mecanismo. Gracias a los cambios tecnológicos y culturales de su época, el peronismo ha utilizado las producciones audiovisuales como mecanismo de implantación de imaginarios políticos, creando de esta manera el basamento simbólico de su propio poder. De esta manera, los noticiarios cinematográficos del período 1946-1955, previos a la reproducción de las películas populares de la época, cumplieron esta función: por un lado, espectacularizaban los rígidos contornos del orden social, reproduciendo imaginarios vigentes y, a la vez, demostraban el espectacular poder del renovado estado nacional.[2]
Teniendo en cuenta esto, en esta investigación se intentará analizar los imaginarios políticos del justicialismo, utilizando los noticiarios cinematográficos producidos por el Estado Nacional durante las primeras dos presidencias de Juan Domingo Perón (1946-1955). No obstante, para limitar el universo de obras audiovisuales, este trabajo no intenta realizar una descripción de imaginarios políticos basada en actuaciones de origen doméstico. En este caso se hará hincapié en los noticiarios cinematográficos abocados específicamente a los viajes oficiales del Presidente hacia otros países sudamericanos, visualizados por tanto espectadores argentinos como extranjeros.
Por ello, esta investigación estará guiada por una pregunta: ¿Qué tipo de imaginarios colectivos y rituales políticos el primer peronismo (1946-1955) ha intentado exportar en los viajes oficiales del Presidente a países sudamericanos?
Antes de detenerse en la formación de la estructura del trabajo, es menester preguntarse a qué se hace alusión cuando se habla de exportación de imaginarios. A pesar de que el término parezca referirse a una intencionalidad evidente, este concepto no hace referencia explícita a la utilización de la cinematografía argentina como un bien transable, especialmente teniendo en cuenta la relativa decadencia material del sector cinematográfico en los años posteriores a la edad de oro del cine argentino (1931-1943).[3]
Para este trabajo, el carácter exportado está relacionado a las condiciones materiales, coyunturales y simbólicas de producción de tales obras. Kriger en su estudio sobre la cinematografía de esos años demuestra cómo la creación de estos noticiarios cinematográficos comenzaron a adquirir mayor relevancia en el aparato de propaganda pública del peronismo, en especial para difundir los logros y las adhesiones del movimiento, como así también la de reproducir íconos y representaciones peronistas en eventos políticos y partidarios.[4] De esta manera, lo que se llama “exportación” no es otra cosa que la puesta en escena de rituales y representaciones domésticas en un territorio foráneo con la necesidad de difundir los éxitos de la política exterior peronista.[5] En otros términos, estos imaginarios “se exportan” en la medida que el proceso de enunciación remarca, con un lenguaje fílmico que intenta ser naturalista pero que oculta la selección arbitraria de las imágenes y temas que forman parte del noticiario, que esos rituales son exportados.[6] Esto es un dato a tener en cuenta ya que, debido a hecho que las condiciones materiales de producción cinematográfica limitaba las posibilidades de exportar tales productos, los principales consumidores eran los propios argentinos.
Teniendo en cuenta todo ello, el trabajo está subdividido en tres apartados. En primer lugar se definirán conceptualmente las nociones de imaginarios colectivos y rituales políticos utilizadas en la investigación. En segundo lugar determinaremos cuáles son los imaginarios colectivos peronistas y se intentará realizar una descripción minuciosa de cada una de ellos, teniendo en cuenta no sólo bibliografía especializada sino también fotografías, afiches e imágenes que amplían el universo de análisis. Posteriormente, en el tercer apartado se proveerá de un análisis específico de los noticiarios cinematográficos abocados a retratar las visitas de estado de Juan Domingo Perón, teniendo en consideración la proyección y exportación de imaginarios y rituales políticos. Por último, como conclusión, se realizará una descripción de los imaginarios y rituales más explotados por la cinematografía peronista presente en otros países, como así también nuevas líneas de análisis y prescripciones teóricas y metodológicas para futuros estudios.
Una aproximación conceptual
Uno de los elementos conformantes de cualquier sociedad es el poder. Es él quien impone las reglas del juego, quien estructura y ordena, jerarquiza y asigna roles. Según Mari, el poder se puede representar como un dispositivo formado por tres elementos esenciales. Por un lado, la fuerza, la violencia o la amenaza de su utilización. Por otro lado, el discurso del orden, que apela a la consciencia. Este discurso es el espacio de la ley, de lo racional y del conocimiento. De ella surge la emisión de enunciados normativos y de reglas de justificación de la legitimidad del mismo poder. No obstante, el poder requiere, como una condición indispensable, de algún elemento que dé soporte tanto a la fuerza como a la ordenación por ley. De hecho, necesita de su inserción en prácticas extra discursivas y montajes mitológicos que apelen a las pasiones. Aquí, el imaginario social adquiere una importancia primordial y se posiciona como el tercer elemento conformante del dispositivo de poder.
Desde el surgimiento del estado nación, el poder ha creado ciertas condiciones extradiscursivas que han coadyuvado a constituir un orden político basado en la creación de símbolos. Desde ese momento, todo poder busca monopolizar ciertos emblemas y controlar la costumbres de otros para fortalecer su dominio efectivo.[7] En otras palabras todo poder debe seleccionar los signos más eficaces y apropiados a las circunstancias de cada sociedad,[8] controlando la emisión de sentidos para la propia masa.
Entendemos al imaginario colectivo como las “referencias específicas en el vasto sistema simbólico que produce toda colectividad y a través de la cual ella se percibe, se divide y elabora sus finalidades”.[9] El imaginario colectivo o imaginario social es un mecanismo de mediación de la percepción, propia de una determinada sociedad. Es una representación de sí misma y, al mismo tiempo, una construcción. Con esta construcción se constriñe el territorio de actuación, se definen las relaciones con el otro y se define quien es ese otro.
Con la constitución del imaginario colectivo se divide y se asignan roles. El imaginario colectivo nos dota de una representación totalizante de la sociedad, proveyéndola de un orden y de una cierta estabilidad. No sólo se asignan roles y se crean las identidades parciales a través de ella, sino que asegura esquemas colectivos de interpretación de experiencias individuales sumamente particulares.[10]
Estos imaginarios elaboran sus finalidades, es decir, proyectan hacia futuro los temores, esperanzas y las ideas en boga de una sociedad determinada, combinándolas con nuevas conceptualizaciones sobre los recuerdos y las representaciones de un pasado cercano. Unifica verdad con normatividad, información con valores y, sobre todo, interpretación de la realidad con valoración. Si el imaginario social logra unificar estas dos instancias en un tándem específico, el mismo intenta penetrar a los individuos moldeando sus conductas y dirigiendo sus acciones comunes.[11]
El imaginario social utiliza los rituales políticos para fortalecer sus funciones y tener más incidencia en la conducción de acciones de la masa. Como plantea Durkheim, el ritual es el medio a través del cual el grupo social se reafirma periódicamente y se constituye como una comunidad moral. Construirse como unidad moral es esencial, porque crea el basamento conceptual en donde se asentaran los elementos del imaginario. Para hacerlo, el ritual tiene que mezclar elementos conscientes e inconscientes para introducir los elementos doctrinarios. Cuando realiza ello, el ritual transforma lo obligatorio en deseable.[12]
Si el imaginario colectivo utiliza a los rituales como medio para realizar esa transmutación de lo consciente a lo inconsciente, debe existir algún tipo específico de ritual que lleve este acometido de la mejor forma posible. Sin dudas, el ritual cívico es el tipo de ritual que conforma con las necesidades propias del imaginario social y de la política. En este tipo de rituales se despersonaliza al individuo, se borran las distinciones sociales y se promueve la cooperación. Este proceso requiere de una multiplicidad de factores para que el individuo pueda apropiarse de los elementos simbólicos como la congregación de cierta densidad de gente, la proximidad física y el influjo de la multitud.[13]
Los rituales políticos pueden adquirir diversas características teniendo en cuenta que tipo de funcionalidad intentan promover. En este escrito se hará hincapié en dos tipos de rituales: de rebelión y de institucionalización.
Los rituales de rebelión son un mecanismo de inversión de papeles y de estatus, por el cual los que ocupan posiciones inferiores pasan en el sistema de las representaciones colectivas tradicionales al lugar de los superiores.[14] No obstante, este tipo de ritual no cuestiona el statu quo. Representa la situación de conflicto imperante en la sociedad, constriñéndolo de manera espacial y temporal, funcionando como una catarsis de las clases subyugadas frente al poder dominante.
En nuestro análisis, la conceptualización de este tipo de rito es sumamente importante para la comprensión ritual del peronismo. Plotkin considera al 17 de octubre como un ritual de rebelión, debido a la apropiación de la Plaza de Mayo por parte de las clases trabajadoras.[15] Aunque el 17 de octubre, como ritual político, no sea un tema de análisis estudiado en este trabajo, se tomarán muchas consideraciones de él, por formar parte indiscutible del universo simbólico del peronismo.
Por otra parte, los rituales de institucionalización sancionan y santifican un determinado estado de cosas.[16] Para Bourdieu, la eficacia simbólica de los ritos de institucionalización reside sobre lo real, incidiendo sobre la representación de lo real.[17] El peronismo, como movimiento político inédito en la historia argentina, tuvo que santificar un determinado estado de cosas mediante prácticas rituales. La inclusión política y socio-económica de las masas trabajadoras industriales no sólo fue un logro real, sino un logro simbólico. Se redefinieron relaciones y se crearon categorías conceptuales propias. Por ello, en ciertas medidas y rituales peronistas, se puede vislumbrar la necesidad de instaurar rituales de institucionalización.
Los imaginarios peronistas
En la sección anterior se hizo hincapié en conocer el universo teórico referido a los imaginarios colectivos y a los rituales asociados a las expresiones políticas. Esta aproximación sumamente conceptual se realizó con el objetivo de proyectar su aplicación en las unidades de análisis de esta investigación, los noticiarios cinematográficos que muestran las visitas de estado de Perón, para evaluar qué tipo de imaginarios políticos están presentados y que tipo de rituales se reproducen en ellos.
En esta pequeña búsqueda no sólo se ha recurrido a libros que explicaran la simbología del peronismo, especificaciones descriptivas de ciertos rituales característicos, como así también elementos imaginarios y conscientes, sino que también se ha recurrido a imágenes fotográficas,[18] estudios sobre los posters y los afiches,[19] especialmente del Manual Argentina Libre y Soberana, con la finalidad de ampliar las fuentes presentes en el análisis de los imaginarios.
Para hacer más legible nuestro análisis, se han hecho una subdivisión de categorías que nos servirán como guías para organizar el trabajo. Como consecuencia, en este escrito se reconocen seis ejes para la observación de los objetivos de estudio ulteriores o unidades de análisis del mismo, los noticiarios: 1) Percepción del espacio, 2) Elementos del liderazgo, 3) Percepción de la masa, 4) Adaptación y creación de símbolos, 5) Visión del otro, y 6) Hermandad latinoamericana. Esta lista no pretende ser exhaustiva ni tampoco presenta un ordenamiento jerárquico. Intenta hacer inteligible las representaciones de los imaginarios peronistas, junto con sus rituales asociados, entendidos éstos como el proceso material en donde esas representaciones catalizan el proceso de conformación grupal, para operacionalizarlos y aplicarlos al análisis de las obras fílmicas.
Percepción del espacio
La fecha del inicio del peronismo como movimiento político puede fácilmente ubicarse en el 17 de octubre de 1945. Esta fecha fija la transformación de Perón como figura política, pasando de ser un miembro sobresaliente del gabinete militar del gobierno del Presidente Farrell a convertirse en un incipiente líder de masas. El 17 de octubre, como hecho histórico esencial para comprender al peronismo, transforma el panorama espacial de la ciudad y con él, sus significados.
El 17 de octubre de 1945 encontró a la Plaza de Mayo, centro indiscutido de la ciudad, recibiendo una multitud de personas que, bajo otras circunstancias, no hubieran transitado por allí. Este fenómeno ineludible transformó la significación urbana e histórica de la plaza. Desde el 17 de octubre, la Plaza de Mayo representaría la relación directa entre el líder y su pueblo, una relación que recayó en el terreno de la plaza, resignificada frente a esta nueva realidad. Plotkin explica esta relación afirmando que “Perón se vio forzado a apropiarse de una versión mítica del pasado en la que la Plaza de Mayo siempre había ocupado un lugar central en los eventos de la historia nacional”.[20] El autor categoriza a la plaza como un lieu de mémoire, citando el concepto pergeñado por el historiador francés Pierre Nora. La Plaza de Mayo es un lieu de mémoire en la medida que se constituye como un espacio construido históricamente en el que se cristaliza la memoria colectiva.[21]
La Plaza de Mayo se presenta como un lieu de mémoire sumamente importante de la historia argentina desde la Revolución de Mayo. No obstante, el peronismo se apropia de aquella y la resignifica fortaleciendo el elemento continuador que este espacio simbólico contenía previamente. Para el peronismo, la Plaza de Mayo es el soporte físico de las masas movilizadas por la independencia política: en el caso de la Revolución de Mayo, la masa lucha contra la dominación española, tomando una versión sumamente simplificada de la historia, mientras que en su caso, la masa se hace presente y vívida en la plaza por la liberación del “líder popular”.
El elemento de continuidad que el peronismo intenta proyectar en la Plaza de Mayo se denota no sólo en los objetivos de la movilización, sino también en la composición social de los integrantes de las movilizaciones. Ciria realiza un original análisis de este nuevo grupo de signos:
La Plaza de Mayo... se convierte en el centro simbólico del movimiento peronista... Es la representación gráfica de la ciudad invadida por las multitudes adictas... Es la repetición de la revancha del Interior sobre la Capital: la imagen escolar de los caudillos provincianos atando sus caballos a la vieja pirámide[22]
La Plaza de Mayo, tomada por obreros urbanos apoyando a Perón, representa una continuidad expresa con la relación directa entre el tradicional líder popular y el pueblo, es el avance, la victoria, la “verdadera” movilización.
La Plaza de Mayo, como espacio simbólico cristalizado del imaginario colectivo, también distribuye las jerarquías y, en cierta medida, asigna roles. De Ipola señala que en el primer 17 de octubre, Perón distribuye los espacios en la Plaza de Mayo: el lugar que él mismo debe ocupar es el de la terraza de la Casa Rosada para poder retener en su retina “el espectáculo grandioso que ofrece el pueblo”.[23] Perón entronizó el 17 de octubre como un espectáculo y asignó simbólicamente los roles que ocuparían él mismo y la masa en los rituales peronistas: una relación vertical, paternalista, vehiculizada por los lazos afectivos con el líder.
La Plaza de Mayo es testigo de estas manifestaciones y por lo tanto forma parte del ritual cívico que encarna Perón y las manifestaciones populares a su favor. Entonces, la Plaza de Mayo es el soporte físico de este ritual de inversión. Entendemos a los rituales de inversión como los rituales en donde la clase subyugada revierte su situación de dependencia e inferioridad simbólica. Es una manera de desencarnar el conflicto imperante en la sociedad, expresándolo de la manera más explícita posible, para luego apaciguarlo y reasignar los roles desiguales tradicionales. Para Plotkin el 17 de octubre es un ritual de refuerzo, en la medida que se tiende a “reforzar la validez de los mecanismos sociales de clasificación existentes, dejando claro el lugar de cada uno en el espacio social”.[24] En este caso, Plotkin refuerza el origen catártico del 17 de octubre pero nos anuncia algo más. Este tipo de ritual requiere y reproduce un orden basado en posiciones espaciales, simbólicas y reales que tiene una relación directa con el poder que se tiene. En este caso, la Plaza de Mayo es un ejemplo paradigmático de asignación de roles y espacios simbólicos: la masa en la Plaza, el líder en la terraza. Como consecuencia, la Plaza de Mayo se constituye en el soporte físico de un ritual cívico que, a su vez, encarna representaciones como la asignaciones de roles espaciales y la apropiación de las masas de los espacios públicos.
Elementos del liderazgo
En su análisis sobre los manuales utilizados en la escuela primaria durante el primer peronismo, Emilio Corbiére afirma que uno de los elementos más importantes en la pedagogía peronista es la notable presencia de las figuras de Eva Perón y Juan Domingo Perón. El peronismo ha construido un imaginario político basado en la glorificación de la personalidad, basada principalmente en el culto a las figuras de sus líderes más carismáticos. Para que se pueda pergeñar la construcción de este tipo de liderazgo, esta representación requiere que la relación entre el líder y la masa sea en base a conexiones directas e interpersonales.[25] De esta manera, la fuerza de esta interconexión reside principalmente en el contacto directo del propio líder con la masa.
El peronismo nació con la necesidad de cambiar los criterios de representatividad para los sectores obreros. Ningún tipo de partido político podría tener el alcance de representar los intereses obreros como lo haría el justicialismo, debido a que este movimiento tenía las bases de su legitimidad en el contacto directo entre el líder y la masa obrera. De esta manera, cada encuentro político se convirtió en una necesidad plebiscitaria de reafirmar una devoción por el propio líder y por lo tanto, fortalecer el lazo directo entre los dos. El caso de los sucesivos festejos posteriores al 17 de octubre de 1945 es sumamente paradigmático en la medida que logra converger un gran cúmulo de voluntades individuales hacia una misma dirección, la defendida por el propio líder.[26] Este hecho demuestra que las representaciones generadas por el imaginario colectivo necesitan de un ritual que sirva de mediación para que tales representaciones constituyan a las individualidades en una sola unidad moral.
Sigal y Verón en su tradicional estudio sobre las condiciones de producción de sentido del peronismo, plantean un elemento interesante sobre el imaginario peronista y su noción de liderazgo. En sus discursos, Perón se propone como un articulador de realidades esencialmente diferentes y, a la vez, se auto percibe en un papel indeterminado y externo a la situación que el mismo enunciador define. En sus discursos, Perón anuncia una serie de dicotomías que definen la realidad contextual del país: ejercito/soldados, pueblo/trabajadores, patria/argentinos, Perón/peronista. Al realizar este juego de dicotomías, iguala a los términos que ocupan posiciones similares como si fueran sinónimos. De esta manera, “Perón se sitúa en el mismo lugar que los colectivos irregulares y tiene para si su propio colectivo plural: los peronistas”.[27] Perón no duda en posicionarse en el mismo lugar que el ejército, el pueblo o la patria. En la construcción del sentido peronista, Perón son todas las categorías singulares pero a la vez no es ninguna específica. Perón, al formar parte de un colectivo singular, se posiciona jerárquicamente sobre todos los otros colectivos plurales.
Perón utiliza otro recurso simbólico: el modelo general de llegada[28] para poder definir su liderazgo. Modelo de llegada porque geográficamente Perón está fuera de situación, es un espectador de la misma. No es casual entonces que este modelo sea utilizado por Perón en dos ocasiones: en 1945, el 17 de octubre, y en 1973, después del exilio europeo, situaciones en las que Perón ni siquiera pisaba el continente. Perón, externo y espectador, está por fuera de la política pasada (ver visión del otro). Dadas estas condiciones, Perón se diferencia de los otros líderes y justifica en su pureza de valores su intervención política.
Sigal y Verón agregan otro elemento más a este análisis: Perón es diferente a los otros colectivos, es externo y superior a ellos porque “tiene la característica de poder hablar y ser el único que lo hace”. Como consecuencia, Perón justifica su liderazgo no sólo desde su posición externa y articuladora y como representante de la síntesis que coexiste en su persona, agrega su capacidad de hablar, su transformación simbólica en la “voz del pueblo”.
El modelo general de llegada es un ritual que unifica los sentidos y las representaciones de la representación del liderazgo que Perón busca encarnar.
En las fotografías recopiladas en el libro de Amaral y Botalla[29] se hacen visibles las expresiones del imaginario peronista mediante los medios visuales. En la página 77 del libro, se vislumbra un monumento en donde sobresale una imagen. Por debajo de esta imagen se presenta un conjunto de personas movilizadas, una multitud pequeña que al acercarse se vislumbran obreros ovacionando a una figura en el cielo. En este cielo, el rostro de Perón sonríe, rodeado de todo el crepúsculo en el que está escrita la palabra Perón.
La imagen es un ejemplo excelente para explicar la visión del liderazgo. Perón figura central. Ovación y felicidad en los obreros por su posición engrandecida en el cielo, representándolo como un dios. La imagen demuestra cómo los mismos afiches oficiales denotan el culto a la persona. Perón está a la vez cerca, por su grandilocuencia y presencia engrandecida. Pero está en el cielo, alejado de toda la multitud.
En otro orden, Perón no reniega de su condición militar. De hecho, utiliza su rol como militar para justificar su posición. La casta militar representa valores inmutables como la búsqueda del orden y el amor por la disciplina. Por ello es superior, moralmente hablando, que la sociedad civil. Perón es una figura que encarna la moral militar y que llega al gobierno para combatir una sociedad civil moralmente vacía y degradada. En el trabajo recopilatorio fotográfico de López y Kogan,[30] unos de los afiches de la campaña de las elecciones de 1946, aparece un militar en primer plano. Al parecer el militar, con mirada ausente hacia el este y solemne, observa la bandera detrás suyo y a un votante, quien coloca un sobre en una urna de votación. En un costado izquierdo, por debajo de la figura del votante, reza:
El 24-11-1946 por primera vez en nuestra historia se llevaron a cabo las elecciones municipales que fueron calificadas unánimemente como las de más absoluta pureza. Ello fue logrado porque los comicios fueron puestos al amparo del honor y la responsabilidad de las fuerzas armadas
Este afiche, con un mensaje condescendiente, reafirma el sentido de pureza relacionada al sector militar, presente en el imaginario peronista.
Percepción de la masa
¿Cómo se conforma el grupo humano en el imaginario peronista? Perón, después de la primera experiencia peronista, comienza a reflexionar sobre los impulsos sociales del ser humano. En la Comunidad Organizada,[31] Perón llega a la conclusión que el individuo se hace pleno en función a su participación en el movimiento social. El yo, al pasarse a un nosotros, se reafirma. De esta manera el nosotros se transforma en una ordenación suprema, la comunidad organizada. Para Perón, la superación individual reside en la superación colectiva y, al mismo tiempo, la superación individual es una premisa de la superación colectiva. La armonía “social” no puede provenir entonces de otra cosa que la plenitud de la existencia y de un perfeccionamiento del nosotros a través del yo.
Esta interconexión entre la sociedad o la comunidad organizada – como tipo ideal de sociedad peronista – y el individuo, es una constante en la construcción de los imaginarios sociales del régimen. Como todo imaginario social, éste expresa las necesidades simbólicas de cierta coyuntura histórica. Teniendo en cuenta ello, el planteamiento de esta interconexión surge a partir de la expresa necesidad de conjugar a la sociedad en un movimiento nuevo, con ansias de convertirse en una doctrina nacional (ver construcción del otro) y con él establecer las bases de un gran consenso social.
Cuando Perón intenta definir las condiciones esenciales de la armonía social, está planteando una necesidad coyuntural: la necesidad de consenso en un contexto de posible conflicto. En el discurso pronunciado por Perón el 1º de mayo de 1944, en la etapa de incipiente y lenta construcción de la coalición que lo llevó al gobierno, plantea la idea de reemplazar la lucha de clases por la colaboración entre ellas.[32] En este discurso Perón intenta afirmar que las acciones que favorecen a los sectores obreros urbanos y a las clases populares, no repercuten en el orden social establecido. De hecho, en muchas ocasiones, como en el discurso de Perón en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires del año 1944, se pide ampliar la incipiente coalición a sectores que posteriormente resultarían fervientes opositores al peronismo.
Más allá de establecer las bases doctrinarias para incentivar la construcción de consensos, el peronismo también ha intentado promover la colaboración de clases en el ámbito económico. La dicotomía campo/industria fue explotada por la propaganda oficial como la madre de todas las batallas para impulsar el desarrollo económico. En las imágenes del libro Quiera el Pueblo Votar de Marcela López y Gabriela Kohan, en la fotografía 77-1947 sacada de un poster que festejaba el primer aniversario de la elección del presidente Perón, se vislumbra un obrero en movimiento, trabajando con un engranaje enorme que sirve de fondo. Al mismo tiempo que el obrero está realizando esta acción una gran cantidad de trigo atada con la bandera argentina parece hacer fuerza a un rastrillo que está sembrando la tierra. En la misma línea, una fotografía de un poster promocionando el 2º Plan Quinquenal (111-1952) expresa este intento de colaboración. La palabra Plan Quinquenal está escrita sobre una piedra y se encuentra apoyada sobre un brazo humano. Este brazo surge, a su vez, de una fábrica siderúrgica y de un campo sembrado y provisto de mucho ganado.
En el libro Lo que el viento (no) se llevó (2013), Roberto Baschetti recopila una serie de imágenes que hacen expresa referencias a posters políticos, volantes y panfletos peronistas. En las páginas de este libro, surgen dos ejemplos que expresan esta idea del imaginario en estudio. En una de los afiches promocionales, se hace una expresa alusión al Segundo Plan Quinquenal. En el mismo, un obrero en primer plano trabaja rodeado de dos fondos: por debajo del obrero, oleaginosas, ganado y establos; por la posición central en el fondo, una industria en funcionamiento enviando humo hacia el ambiente. Mucho más lejano, un conjunto de rascacielos. En el mismo libro, el sentido de cooperación entre el campo y la ciudad se hace más evidente. En un fondo negro y con un título resaltado en blanco que reza “Plan Económico”, aparecen dos elementos centrales: un conjunto de trigo y por otro lado, montañas y hornos de siderurgia. Estos dos elementos están unidos por una bandera argentina. Por debajo de este dibujo se encuentra el epígrafe “Puente de soberanía”.
Teniendo en cuenta estas imágenes se denota el incesante sentimiento de unidad y colaboración que el peronismo intenta proponer desde su propaganda. La unidad, la cooperación entre clases sociales y entre actividades económicas es esencial para poder conllevar los objetivos planteados en materia doméstica y en materia internacional. En los diversos ejemplos se hace explícita la necesidad de promover la cooperación y la colaboración entre el sector industrial y el agrícola y demostrar su esencial interdependencia e importancia para el régimen. De hecho, la última imagen descrita, tomada del libro de Baschetti, es la imagen más gráfica y con el sentido más directo de esta idea.
Este requerimiento del peronismo es un ejemplo mínimo de lo esencial que significó, en el imaginario colectivo, construir su gobierno en base de la cooperación de clases y no en la lucha entre ellas.
Adaptación de símbolos pre-existentes
En Mamá me mima, Evita me ama (1999), Emilio Corbiere analiza la simbología peronista dividiéndola en tres elementos conformantes: símbolos de identidad, categorías conceptuales y actos de masa. Dejando de lado los dos últimos elementos, para el autor los símbolos de identidad están conformados por escudos, marchas, monumentos, afiches y medallas. El peronismo, como todo movimiento político, ha intentado monopolizar ciertos emblemas y símbolos para poder constituir un determinado orden político. Con el símbolo intenta simplificar sentidos, pero también aunar y coaligar a los sectores afines a su doctrina.
No obstante, en lo que a peronismo refiere la “creación” de símbolos no fue tal. En realidad, el peronismo adaptó símbolos y signos preexistentes llevando a cabo una verdadera resignificación de sus sentidos. Para Ciria, la resignificación de símbolos preexistentes surge de un intento premeditado de vincular patriotismo con lealtad partidaria, dado el hecho que generó la promovida confusión entre movimiento político y nación (ver Percepción del otro).[33]
Al mismo tiempo, se dotaron otros sentidos a los signos debido al requerimiento coyuntural de presentarse como un liderazgo político continuador de los procesos emancipatorios llevados a cabo por los próceres históricos nacionales como San Martín. Teniendo en cuenta esto, el primer peronismo tiende a presentarse como un exponente privilegiado de la historia liberal tradicional antes que revisionista. El ejemplo que utiliza el autor para demostrar esta resignificación es la creación del escudo peronista. Este distintivo, que define la lealtad de los militantes del movimiento, poseía una expresa inspiración en el escudo nacional. De él tomaba muchos elementos como los laureles, símbolos de la gloria, el gorro frigio, significante para la libertad, el sol naciente, “el comienzo de una Patria Nueva”[34] y las polémicas manos estrechadas. Con este símbolo, el peronismo transforma la significación de un elemento del símbolo nacional realizando una pequeña modificación al original. En el Escudo Nacional las manos entrelazadas se encuentran en igualdad de condiciones. En contraste, en el escudo peronista, las manos se encuentran de forma diagonal, sugiriendo una subordinación. En palabras de Ciria: “[Las manos estrechadas] podrían sugerir la relación de subordinación entre el pueblo unido y organizado y su máximo Conductor”.
La adaptación simbólica pergeñada por el peronismo no sólo modificó los elementos visuales del imaginario social, sino también sus acontecimientos. El acontecimiento estelar dentro de esta modificación estuvo representado por la celebración del Primero de Mayo. El Primero de Mayo había surgido como una también apropiación del Partido Socialista de los festejos realizados en honor al día del trabajo. Posteriormente, esta celebración incluyó a los obreros adscriptos al anarquismo, dotando a este acontecimiento de un matiz más violento y contestatario. Sin embargo, cuando el movimiento anarquista perdió incidencia en los sindicatos argentinos, las conmemoraciones del 1 de mayo se tornaron pacíficas y perdieron el carácter internacional que intentaban pregonar sus correligionarios, cantando La Internacional y flameando banderas rojas. Con el ocaso del anarquismo, el socialismo argentino nacionalizó el 1 de mayo y lo transformó en una conmemoración nacional.[35]
El peronismo intentó transformarlo en un ritual político central que funcionaba como plebiscito popular para fortalecer los elementos de legitimidad del régimen y el contacto directo con el líder (Ver Elementos del Liderazgo) Para lograr ese acometido, el peronismo resignificó el pasado y recogió los elementos más convenientes a este fin. Tomando como referencia la tradición anarquista, en la conmemoración Perón anunciaba una dicotomía esencial: mientras que en el pasado los 1 de mayo eran contestatarios y violentos, plagados de ideologías foráneas debido a las malas condiciones laborales, los actuales constituían una oportunidad para festejar los logros sociales recibidos del mismo líder. De esta manera, el peronismo desestima el hecho de que desde el ocaso anarquista los 1 de mayo se tornaron pacíficos y nacionales. De forma gráfica esto se puede observar en una imagen tomada de Baschetti donde se muestra esta resignificación.[36] De imagen central se presenta un obrero joven con una media sonrisa en el rostro. De fondo, la silueta de una fábrica y la imagen de Lenin gritando en color celeste, como un aura. Las palabras encierran el sentido, proclamando: “Obrero, ayer oprimido. Hoy dignificado. 1º de Mayo”. En esta imagen se ve claramente el contraste, hay una simple dicotomía y un mensaje libre de contaminación: con Perón hay un quiebre en el 1 de mayo, un quiebre entre el pasado violento y desigual y el presente equitativo y feliz.
Visión del otro
En el discurso pronunciado el primero de mayo de 1944, el presidente Perón afirmaba lo siguiente:
Deseamos también desterrar de los organismos gremiales a los extremistas, para nosotros ideologías tan exóticas, ya representan un extremo como el otro, porque es lo foráneo, a los que nosotros los argentinos no hemos jamás sentido inclinación ni apego y porque ellos con un sedimento de odios ancestrales nos traen sus problemas que no nos interesan ni atañen[37]
En la construcción simbólica del peronismo el otro ocupa un lugar preponderante. Este discurso, en particular, hace referencia al elemento foráneo que existía en el sindicalismo previo a la llegada de Perón. La tradición peronista tomó los elementos más convenientes del sindicalismo previo a 1943 para fortalecer el sentido del peronismo. El mensaje era claro: con el nuevo sindicalismo, el adscripto a Perón, el trabajador no necesitaba movilizarse debido a todos los beneficios sociales que estaba comenzando adquirir.
En otro pasaje del mismo discurso, Perón proclama: “…Queremos desterrar los fatídicos gérmenes que los malos políticos inculcaron en los organismos gremiales para debilitarlos, fraccionarlos y explorarlos en beneficio propio”. En este extracto el otro es el mal político, la politiquería anterior a Perón, la corrupción y la manipulación por interés propio. Tomando esta construcción discursiva, Perón se mostraba como un hombre externo a la situación y, a la vez, participante y miembro de cada uno de los colectivos que apoyaban su figura. Al no formar parte de esa clase política corrupta, fortaleció ese sentido discursivo desde su posición militar y externa,[38] denostando a la política anterior y al concepto del otro.
El otro, entonces, es el origen de todos los males. Como la anterior política era una política basada en el interés particular, la nueva política impulsada por un sujeto externo como Perón requeriría de una doctrina basada en la solidaridad y la erradicación del egoísmo. De esta manera, la tarea del peronismo es crear una “doctrina nacional” basada en estos valores. El problema aquí radica en que la doctrina nacional deriva de la doctrina justicialista, ambas posicionadas por encima de las ideologías particulares.[39] Si una doctrina se torna nacional, entonces los que propugnen por otro tipo de ideologías particulares serán descalificados por socialmente inmorales. Paralelamente, si la doctrina nacional o justicialista está basada en la solidaridad, las ideologías diferentes o particulares estarán relacionadas al egoísmo y, por lo tanto, condenadas a la extinción.
Como la doctrina nacional es pública, oficial y transparente, las ideologías particulares deben actuar en las sombras. Así, Perón logra relacionar a la oposición, o al otro, con lo oculto, lo latente, lo que no está manifiesto. La querella, entre Perón y el embajador norteamericano Spruille Braden, generada por su expreso apoyo a la Unión Democrática, explica mucho de esta concepción discursiva.
Para Sigal y Verón, existe una construcción identitaria de un nosotros basado en una fuerte distinción con un ellos. El nosotros, los peronistas, está presente en el plano existencial porque es la única entidad con legitimidad para actuar. La frase “Para un peronista no hay nada mejor que otro peronista” denota esta idea de conformación de la entidad y la legitimidad de grupo como así también la elección de propios interlocutores. En última instancia, el nosotros es la esencia de la verdadera argentinidad, los únicos con habilidad para actuar. Por consiguiente, el ellos está expulsado del campo político, por poner obstáculos al proyecto basado en una doctrina que se piensa como eminentemente nacional.
Hermandad latinoamericana
La frase “América. Un continente unido en un mismo anhelo de paz, trabajo y libertad” reza como epígrafe de un afiche presente en el libro Nación Libre y Soberana. El epígrafe intenta reducir la multiplicidad de sentidos contenidos en la imagen. Esta imagen tiene una mujer, probablemente miembro de una etnia aborigen, con un peinado formado por dos trenzas y una especie de pañoleta de tela conformada por la bandera de todos los países latinoamericanos. Los ojos color miel de la mujer miran al horizonte, con una mirada adusta y penetrante. En otro poster tomado de Baschetti,[40] se presentan dos arquetipos folclóricos sudamericanos: un gaucho y un huaso en comunión, agarrados de la mano, cada uno en su territorio. El epígrafe dice: “Ferrocarril Salta-Antofagasta. 20 de febrero de 1948”.
Estos dos afiches demuestran una idea sumamente importante para el imaginario peronista: la hermandad latinoamericana. En la primera imagen podemos observar que la mujer está ataviada con todas las banderas latinoamericanas en su cabeza. La mujer sintetiza la idea de hermandad: toma las banderas y las sintetiza en su atavío para el cabello. Además, indica que la cultura latinoamericana es una sola, o que debería funcionar como una sola, porque sólo reconociéndose como hijos de una misma cultura, léase hermanos, la paz, el trabajo y la prosperidad es posible. Por lo tanto, los líderes políticos, representantes natos de estos pueblos hijos de esta cultura única, deben tratarse fraternalmente y basar su relación en el respeto y el aprecio mutuo. Aunque en este afiche no haya ninguna referencia explícita al peronismo, lo cierto es que el peronismo ha tomado esta idea y la ha exportado como una idea esencial para las relaciones con los países limítrofes.
En la segunda imagen, la hermandad es más evidente. La felicidad del huaso es palpable y el abrazo indica familiaridad y contención. A su vez, el huaso está sumamente enfocado. Este enfoque resulta relevante porque expresa el imaginario que el peronismo intenta exportar. Es interesante recordar que una gran parte de la opinión pública chilena veía en Perón la encarnación de una figura hegemónica en el imperialismo argentino.[41] Por ello, a diferencia de lo que percibían sus opositores chilenos y también brasileros, la igualdad simbólica que poseen el gaucho y el huaso denota igualdad y el respeto por las tradiciones nacionales.
Los noticiarios peronistas
Dos Pueblos: La Visita del Presidente Perón a Chile
En el documental/noticiario Dos Pueblos, producido por la Subsecretaría de Informaciones, observamos varios elementos del imaginario colectivo peronista. Estos se manifiestan a partir de la utilización de elementos rituales anteriormente descriptos.
La música que acompaña a los títulos está conformada por un conjunto de trompetas anunciando, al parecer, una marcha militar. El elemento militar y toda la simbología asociada a él, es un factor que está presente en los tres videos analizados. Después de la presentación de los títulos, se focaliza en los retratos de San Martín y O’Higgins, ambos próceres, considerados padres de la patria en sus respectivos países.
La focalización en estas figuras históricas introduce la idea de que los dos países tienen relaciones amigables y cooperativas. Asimismo, el enfoque inicial hacia estos líderes políticos promueve la idea de una relación de continuidad entre éstas dos figuras políticas y la relación amistosa entre Perón y el entonces presidente de Chile, Carlos Ibáñez del Campo. Esta legitimación simbólica es crucial porque demuestra que la relación de hermandad chileno-argentina se ve refrendada por una tradición emancipadora histórica, encarnada en los próceres de los dos países y en sus actuales presidentes.
Posterior a este enfoque especial, Perón se vislumbra vestido en su traje militar de gala, sobre un auto saludando a la gente que lo recibe. De color blanco, la vestimenta militar nos indica que, aunque Perón esté realizando una visita oficial como Presidente de la Nación, no desestima su posición como militar. El blanco tampoco es casual. Más allá de lo tradicional del color para un militar, el color blanco representa la pureza de los valores que su porte militar representa. Una pureza que intenta derramar a su propia experiencia como político.
En la misma escena, el itinerario del presidente en el auto muestra la llegada a la ciudad. La llegada es un elemento esencial en el imaginario peronista. La llegada impone la posición externa de Perón a la situación y lo diferencia de la antigua clase política. Con la llegada al nuevo contexto, Perón se atribuye la figura de espectador. Teniendo en cuenta la llegada y su porte militar, Perón se impone una multiplicidad de roles (militar, presidente, espectador) que sólo tienen sentido en su persona. La figura de Perón, en última instancia, es síntesis de roles porque está afuera; su llegada refuerza su posición como líder.
Esta llegada no está exenta de afecto. De hecho, las personas presentes en la recorrida del presidente por la ciudad se acercan al auto para tocarlo y estar más cerca del líder. Esta imagen refuerza la idea de que el liderazgo político de Perón, estando en Argentina o en Chile, se basa y se justifica a partir del contacto directo con la masa.
Al realizar el itinerario en auto saludando a los visitantes, se realiza un paneo general de la Plaza Bulnes desde arriba. La similitud con los paneos generales realizadas en Plaza de Mayo son evidentes. De esta similitud surgen la reproducción de rituales eminentemente peronistas: la transformación de la Plaza Bulnes en un lugar histórico, en el soporte físico de transformaciones trascendentales. Paralelamente, este paneo general de la plaza representa la apropiación de este espacio físico por los sectores populares que aclaman por los dos líderes sudamericanos. Para el imaginario peronista la plaza es un lieu de memoire, en la medida que expresa una continuidad en las razones para la movilización popular: la emancipación, tanto sea ésta política, económica o social, además de la protección de los líderes políticos que estén llevando a cabo este proceso.
En la misma escena, Perón observa desde el balcón del Palacio de la Moneda la masa popular que lo aclama. Luego de esta observación, Perón realiza el tradicional saludo militar, haciendo referencia otra vez al elemento militar que influye longitudinalmente todo el imaginario peronista. En la observación desde arriba, Perón asigna la distribución de jerarquías espaciales como ocurrió el primer 17 de octubre, en el cual Perón asigna los lugares en esta relación política: el líder en el balcón, observando y "grabando en la retina" la situación. La masa popular, por su parte, lo aclama observando desde abajo, dirigiendo su mirada hacia arriba. Por ello, no es casual la toma posterior desde atrás, por dentro del Palacio de Moneda, que se realiza a los dos líderes sudamericanos. La función de este enfoque es resaltar los contornos de las figuras emblemáticas y hacer presente al pueblo en la misma escena, generando una imaginaria relación de subordinación y dominación.
Pasado esta distribución de roles, la cámara enfoca las banderas chilena y argentina. Con ello se intenta sellar esta relación entre el pueblo y los líderes, promoviendo el respeto hacia la simbología patriótica, haciendo una fina y sutil apropiación de la misma. La vinculación entre patriotismo y lealtad partidaria es un elemento del imaginario peronista que forma parte de la adaptación de los símbolos pre-existentes y que, en este caso, intenta reproducir en otro contexto.
Luego de la focalización entre la relación de los líderes y la masa, se realiza un desfile militar en donde se exacerba el elemento de la disciplina, indicada en la coordinación de los movimientos de los militares. Paralelamente la gente reunida a visitar al líder latinoamericano saluda fervientemente, empoderando su lazo afectivo con los líderes y su contacto directo con ellos. En el desfile se vislumbra que Ibáñez está vistiendo el uniforme militar mientras que Perón se encuentra vestido de civil. Esto responde a la necesidad simbólica de mostrar a los líderes en plena sintonía y a la vez en cierta diversidad. En esta imagen se denota la idea de relación con los países vecinos, una relación amigable y cooperativa que se basa en la diversidad y en el respeto por las diferencias. El abrazo posterior intenta reforzar el elemento de fraternidad en la relación entre los líderes.
El imaginario de hermandad latinoamericana está muy presente también en la escena posterior. En una reunión de deportistas chilenos y argentinos con el presidente Perón, el locutor declama que los deportistas están unidos en la diversidad porque los deportistas argentinos “son confundidos con los chilenos”. Esta confusión está generada por la similitud de caracteres en el ámbito cultural, reconociendo una cultura única, pero también en la propia fisonomía. Ambos países son diversos y esa diversidad los enriquece en muchos sentidos, principalmente en la construcción de la relación con los vecinos sudamericanos.
En una de las últimas escenas del noticiario/documental, se vuelve hacer hincapié en la Plaza Bulnes en donde se graba al Ministro de Relaciones Exteriores chileno brindando un discurso agraciando a Perón. Esta escena, protocolar y fría, contrasta fuertemente con la que sigue a continuación. En un tributo popular, se realizan actos folclóricos para agasajar al presidente argentino. El folclore, como expresión cultural popular, expresa de forma simbólica a qué tipo de clase social están dirigidas las políticas justicialistas y, por consiguiente, ibañistas. De esta manera, el noticiario hace explícito que el estado, dirigido por estos presidentes, se apropia de los elementos culturales del pueblo para legitimar su poder. Al mismo tiempo, denotan la idea de una cultura latinoamericana única, con matices. A pesar de estos matices, la escena intenta ejemplificar la idea de una cultura autóctona y propia, que estos líderes tienen el deber de defender.[42]
Perón Visita a Paraguay: El primer noticiario que trata la segunda visita[43] de Perón al Paraguay (1953)
A diferencia de Dos Pueblos Unidos, el noticiario manifiesta que la visita del Presidente Perón a Paraguay es mucho más acotada en tiempo. De hecho, forma parte de un noticiero más amplio que aborda otros temas como los deportes y el IX aniversario del 17 de octubre.
La primera imagen que se avecina es el abrazo realizado entre los dos líderes latinoamericanos, Perón y Stroessner, poniendo de relieve la importancia de esta relación para el continente como así también los lazos afectivos a los cuales hacen referencia. Este símbolo se refuerza con las palabras del locutor del noticiario, catalogando la relación entre Argentina y Paraguay de “Pueblo Hermano”.
Como fue manifestado en Dos Pueblos Unidos, el modelo de llegada también es aplicado en el caso paraguayo pues el presidente argentino se muestra sobre un auto llegando a la ciudad, rodeado de personas que lo aclaman, evocando varios elementos del imaginario peronista. La llegada, como se ha explicado previamente, dota a Perón de un rol político ambiguo porque, por un lado, intenta reforzar la idea de su posición externa a la situación concreta (su condición de extranjero coadyuva en tal posicionamiento) pero paralelamente demuestra la diversidad de roles (primer trabajador, presidente, militar, espectador de la situación) que se sintetizan en él. Por otro lado, las personas rodeando a Perón en el auto, aclamando por su figura, es una expresa característica de las masas tomando la ciudad en pos de su líder. Estas masas exacerban el contacto afectivo con el presidente argentino, intentando tocar el auto que lo transporta por las calles de Asunción y legitimando, según el locutor de la producción, “la efectiva política de superación nacional y justicia social”.
Paraguay está de fiesta: La segunda visita de Perón al Paraguay
El segundo noticiario que retrata la visita de febrero de 1953 de Perón a Paraguay, comienza con una toma aérea de la ciudad de Asunción. El locutor describe a la ciudad para luego resaltar la figura del Presidente paraguayo Alfredo Stroessner, elegido democráticamente por el pueblo de su país. La labor del presidente Stroessner es la de una “progresiva empresa dedicada a la paz y al trabajo”, resaltada por la voz engolada del locutor del noticiario. En una protocolar ceremonia se lleva a cabo el Tedeum, en donde están presentes todos los dirigentes, líderes políticos y diplomáticos para felicitar al nuevo presidente. Posterior a esta escena, se muestra el encuentro popular, la masa reunida para aclamar al nuevo líder. Aunque aquí podría insertarse el elemento simbólico conformado por la relación entre la masa y el líder, la verdad es que a diferencia con lo sucedido con los rituales peronistas, este ritual es mucho más acotado en espacio y en la cantidad de personas presentes. Sin embargo, sigue existiendo en este ritual una representación de la distribución del espacio simbólico: los líderes sentados saludando a la masa, siempre desde arriba. En cambio la masa, aclamando a los líderes políticos, se encuentra en la parte de abajo, dirigiendo hacia arriba sus miradas como mirando al cielo. Perón observa esta escena y la define: determina espacialmente los roles de la masa y la suya propia y les asigna roles de conducción y seguimiento, respectivamente.
En este noticiario se vuelve a utilizar el recurso simbólico de la llegada, planteado por Verón y Sigal estudiando las condiciones de enunciación del 17 de octubre de 1945. La llegada, en este caso, proviene desde el Barco Murature. La distribución simbólica de los espacios generada por la llegada simbólica de Perón al Paraguay, demuestran el tipo de liderazgo que los rituales políticos intentan reforzar. La figura de Perón, en parte también la figura de Stroessner, representa un liderazgo vertical, legitimada por la multiplicidad de roles (militar, presidente) que se asigna el presidente argentino para sí y su posición externa al contexto al que llega (otros roles: espectador, extranjero), en este caso a la tierra paraguaya. Este liderazgo vertical no se presente de igual manera en Paraguay como en el ámbito doméstico argentino. Este tipo de conducción política es apoyado por una distribución del espacio simbólico mucho más acotada y disciplinada. Esto es notable en el hecho que la gente presente en la llegada de Perón a Asunción no es numerosa y muy especialmente, “no toman la ciudad”, ni siquiera sus calles porque están presentes en las veredas de las calles, cercados por los militares.
La riqueza simbólica exportada no termina en este cameo. Perón llega al Paraguay para anunciar la entrega los trofeos de la Guerra del Paraguay, lo que intenta cerrar la historia de desidia con respecto al Paraguay, estableciendo las bases de una relación mucho más orgánica, cooperativa y amigable. La entrega de trofeos es una prueba de los esfuerzos simbólicos por parte de Perón de establecer relaciones basadas en la confraternidad con los líderes vecinos. Confraternidad base para la construcción de una integración igualitaria entre los países sudamericanos.
El pueblo, como agradeciendo esta ofrenda y aceptando los trofeos devueltos, comienza a saludar al presidente argentino y se observa cierto clamor popular. El locutor refrenda este sentido afirmando: “Todo el pueblo ha salido a las calles expresando la voluntad de los pueblos libres”. La entrega de los trofeos de guerra fue el puntapié para que los rituales peronistas exportados por fin pudieran expresarse con mucho más sosiego. Si se compara el clamor y la presencia popular en los actos anteriores, como el contacto del líder con la masa en la finalización del Tedeum, se denota un grado mayor de cercanía y fraternidad entre los líderes y la masa posterior a la entrega. Este hecho puede resultar convalidado con la voz del locutor que resalta la presencia popular, a diferencia del movimiento visual que este genera, parcialmente nulo.
Posteriormente a este ritual y junto a la imagen de un nuevo amanecer en la ciudad de Asunción, imagen que anuncia los cambios trascendentales a punto de suceder, Perón junto con la comitiva argentina deja una ofrenda floral en el Panteón de los Héroes, donde descansan los grandes emancipadores del Paraguay, entre ellos Francisco Solano López, presidente paraguayo en la Guerra de la Triple Alianza. Con la ofrenda floral en el Panteón de los Héroes, Perón cierra el ciclo de la discordia y abre el camino a la amistad, el entendimiento y la cooperación con el país vecino. El protocolo, en este caso, es estricto y solemne, rodeados de elementos militares, eje crucial del imaginario colectivo peronista.
Luego de esta escena, se lleva a cabo la esperada entrega de los trofeos de guerra en la Plaza Juan de Salazar y Espinosa. En primer lugar se exponen los trofeos al pueblo. Después, se realiza un cambio de guardia para la entrega de los trofeos. El locutor del noticiario refuerza el sentido de lo que está pasando, afirmando que con la entrega de trofeos se “fortalece el porvenir” de las relaciones paraguayo-argentinas, vehiculizadas por los líderes Perón y Stroessner, quienes después del proceso de traspaso pasan a abrazarse. Como se hace evidente, la devolución de los trofeos es un nexo simbólico entre las relaciones de distanciamiento entre estos dos países y las nuevas relaciones cooperativas y amistosas, reforzando los lazos de fraternidad mutua. A su vez Perón se distancia de los anteriores líderes argentinos, quienes no realizaron este gesto de gran envergadura simbólica con el pueblo paraguayo, estableciendo un parteaguas entre el distanciamiento decoroso generado por los otros líderes argentinos y las relaciones de cooperación establecidas después de su figura propia. Con este recurso, Perón hace gala otra vez, como en el caso del 1º de mayo explicado por Plotkin, de su capacidad de simplificar la historia y tomar las tradiciones más convenientes a su discurso.
El espacio donde se realiza el traspaso no es casual. La elección de la Plaza Juan de Salazar y Espinosa tiene una carga simbólica importante que conlleva una reproducción de los rituales políticos peronistas. En primer lugar, Juan de Salazar y Espinosa fue el fundador de la Ciudad de Asunción. Por ello la producción sitúa allí la entrega de trofeos porque intenta crear algo nuevo, una relación nueva entre el Paraguay y Argentina. A su vez, la Plaza Salazar funciona como la Plaza de Mayo o la Plaza Bulnes en sus respectivos países, es un lieu de mémoire, es el soporte físico de las transformaciones políticas más importantes de un determinado país.
Después de la entrega de trofeos, el presidente Stroessner nombra a Perón como ciudadano honorario de Paraguay, en un gesto que intenta reforzar, en este caso del lado paraguayo, los lazos de fraternidad entre los líderes sudamericanos.
En la siguiente escena se vislumbra un desfile de “la juventud estudiosa y las Fuerzas Armadas”, mostrando con displicencia la construcción simbólica de disciplina y orden de la idea militar que influye en el imaginario peronista. A continuación, se focaliza en un estrecho abrazo entre los dos líderes sudamericanos, siempre reforzando la idea de la hermandad y la “voluntad de paz interamericana”. Para terminar, el noticiario finaliza en una transición hacia una placa donde reza la placa de la Secretaría de Prensa y Difusión de la Presidencia con el escudo nacional y el escudo peronista en la parte superior, intentando promover una fuerte vinculación entre los símbolos nacionales y los símbolos partidarios del justicialismo.
Conclusión
A lo largo de esta investigación se ha tratado de responder a la pregunta de qué tipo de imaginarios y rituales políticos el peronismo del período 1946-1955 se han exportado, haciendo hincapié en los países que el Presidente Perón visitaba oficialmente.
Primeramente, se realizó una definición conceptual de lo que se buscaba en esta investigación, conceptos referidos a imaginarios y rituales políticos. De esta manera, se ha apropiado el concepto de Mauss de imaginarios políticos, entendidos como “referencias específicas en el vasto sistema simbólico que produce toda colectividad y a través de la cual ella se percibe, se divide y elabora sus finalidades”.[44] También se ha definido ritual político tomando el concepto de la pluma de Durkheim; para el autor el ritual político es “el medio a través del cual el grupo social se reafirma periódicamente y se constituye como una comunidad moral”. Por consiguiente, entendimos que imaginarios y rituales políticos, aunque no sinónimos, tienen una profusa relación interdependiente. A su vez, delimitamos la noción de exportación de imaginarios como un proceso de exposición que representa la agenda internacional del presidente bajo un proceso que oculta la instancia enunciativa.[45]
Después se ha abocado a definir los elementos del imaginario peronista que han resultado de la observación de los archivos audiovisuales referidos al peronismo, como así también bibliografía específica y fotografías. Fruto de esta definición, han surgido seis elementos del imaginario peronista que han servido como ejes para la categorización del material audiovisual.
En la cuarta parte de la investigación se han analizado las obras fílmicas, considerando estos ejes en cuestión mientras se abordaba una serie de indicadores en cada uno. Gracias a ello, hemos logrado conocer los imaginarios exportados por los propios peronistas.
De los seis ejes del imaginario descriptos en el apartado anterior, en los noticiarios cinematográficos aparecen cuatro. En ninguno de los tres noticiarios analizados se hace una expresa referencia a la percepción “peronista” de la masa. No hay un ningún elemento explícito que mencione la colaboración de clases, a la idea de que el individuo se hace más pleno en la masa, como plantea la doctrina pregonada por Perón, ni la cooperación entre sectores económicos, elemento de fuerte impronta doméstica y coyuntural. Al mismo tiempo, tampoco se manifiesta ningún elemento visible que se relacione con el elemento “visión del otro”, pues no hay una querella histórica entre la actual clase política y la anterior[46] un intento de subsumir la construcción histórica en una doctrina nacional o un cuestionamiento de la legitimidad de otros, como pueden ser las ideologías extranjerizantes, la burguesía cipaya o las elucubraciones de poderes externos. Una aproximación explicativa de estas omisiones puede estar generada por la búsqueda de ensalzar las relaciones cooperativas entre los vecinos sudamericanos, evadiendo la violencia del imaginario “visión del otro”. Paralelamente la omisión del imaginario “percepción de la masa” fue realizada por un intento manifiesto por parte de los noticiarios en captar el accionar de los líderes, poniendo en segundo plano el accionar de la masa, quien cumplía una función estrictamente de soporte a este accionar.
No obstante, en los noticiarios se han explotado el imaginario colectivo y, con ese proceso, se han exportado sus valores y simbolismos. En nuestra consideración, los noticiarios referentes a los viajes oficiales al extranjero del presidente han explotado cuatro elementos: la percepción del espacio, el liderazgo, la hermandad latinoamericana y la adaptación de símbolos pre-existentes.
La percepción del espacio estuvo presente en los tres noticiarios. La presencia de las plazas centrales de las capitales sudamericanas como soporte físico de las transformaciones trascendentales vehiculizadas por el líder estaba presente a partir de la Plaza Bulnes y la Plaza Juan de Salazar, en el caso chileno y paraguayo, respectivamente. En la misma línea, el imaginario de las masas tomando la ciudad fue explotado de forma exponencial en el caso chileno, con los grandes paneos de la plaza, y de una forma mucho más acotada en el caso paraguayo. Por su parte la distribución de las jerarquías espaciales realizada por los líderes estuvo presente en ambos casos.
Con respecto a los elementos del liderazgo, los recursos simbólicos tuvieron un lugar especial. En ambos noticiarios, el contacto directo de la masa con el líder es exacerbado visualmente para justificar la legitimidad política de los líderes. Una situación similar se genera con el estado particular de síntesis/ambigüedad provista por la calidad de espectador del líder, presente en los tres “modelos de llegada” espectacularizados en los noticiarios analizados. Por último, el elemento militar y los valores asociados a él como la disciplina, el orden y la pureza, corroen todos los noticiarios y todos los rituales pergeñados en ellos.
Los noticiarios han echado mano de la adaptación de símbolos pre-existentes para fortalecer el elemento inconsciente de sí mismos. En ambos casos, la vinculación de símbolos nacionales para fomentar adhesiones partidarias es un recurso fuertemente utilizado. Las placas al finalizar el primer noticiario sobre Paraguay son un ejemplo máxime. No sólo tradiciones nacionales se mezclan con adhesiones partidarias, sino se intenta fomentar una continuidad transhistórica en las figuras de estos presidentes y los líderes emancipadores. Por ejemplo, al principio del noticiario abocado a tratar la visita de Perón a Chile, se presenta a San Martín y O'Higgins, promoviendo una trayectoria ascendente hacia sus figuras y las figuras de Perón e Ibáñez. De hecho, cerca de la finalización del video se sugiere una situación similar pero con las imágenes de los lideres actuales. Por otro lado, las elecciones de tradiciones convenientes, como en el discurso de la entrega de trofeos de guerra, en donde se simplifican las particularidades de la historia y se posicionan los actores actuales como centrales, resulta mediatizada por la figura de Perón.
El objetivo ulterior de la implantación -o la manifestación doméstica- de estos imaginarios reside en la construcción de la hermandad latinoamericana pero, por si misma, ella también se dota de un carácter primordial en su construcción enunciada, constituyéndose como elemento del imaginario. En el caso paraguayo solamente se fomenta una cierta integración igualitaria simbólica. Se hace evidente en la entrega de trofeos de guerra, como reconocimiento de una verdadera “igualdad” con el Paraguay y como condición indispensable para la integración. En el caso chileno, la escena de Perón con los deportistas es ejemplo paradigmático de un intento simbólico de establecer la unicidad de cultura entre los vecinos. Por último, los grandes gestos de familiaridad parecen anunciar una política exterior basada en la fraternidad entre colindantes.
En nuestro caso, cada paso dado en la investigación ha significado un sinfín de preguntas latentes, sin ninguna respuesta pronta. Una de estas preguntas fueron las condiciones de producción de estos noticiarios, como así también la elección y edición de esas imágenes. De esta manera sería interesante responder a preguntas como las condiciones de producción de esos noticiarios y la elección de tales imágenes en la edición, como así también las consecuencias simbólicas en los países vecinos o la ampliación y/o la limitación del concepto de propaganda con este tipo de casos, entre otras preguntas que pueden surgir desde esta investigación.
El objetivo de este escrito ha sido rastrear que tipos de imaginarios el peronismo ha exportado. De antemano se consideró que este movimiento político ha exportado imaginarios. No sólo bastaba con la proyección de poder y la construcción normativa, también se debía construir las bases simbólicas e inconscientes de su poder en todo el continente. Los noticiarios cinematográficos fueron protagonistas eméritos de esta estrategia y fue nuestra faena haberlos analizado.
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Ortega, Martín, 2007, “Un mundo de cine: Relaciones internacionales y séptimo arte” en Política Exterior, vol. 21, núm. 118, pp. 39-44.
Paradiso, José, 1993, Debates y trayectoria de la política exterior argentina, Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires.
Paradiso, José, 2002, “Vicisitudes de una política exterior independiente” en Torre, Juan Carlos (dir.), Nueva Historia Argentina. Tomo VIII: Los años peronistas (1943-1955), Sudamericana, Buenos Aires, pp.525-572.
Perón, Eva, 1996, Por qué soy Peronista y las fuerzas espirituales del peronismo, CS Editores, Buenos Aires.
Perón, Juan Domingo, 2006, La comunidad organizada, Instituto Nacional Juan Domingo Perón, Buenos Aires.
Perón, Juan Domingo, SD, La hora de los pueblos. América Latina: ahora o nunca, Instituto Nacional Juan Domingo Perón, Buenos Aires.
Presidencia de la Nación, 1950, La Nación Argentina. Justa, Libre y Soberana, Peuser, Buenos Aires, pp.9-806.
Saavedra, Marisol, 1985, “Peronismo y antiperonismo en Chile y en Brasil” en Todo es Historia, núm. 369.
Schumann, Peter, 1985, “Argentina” en Historia del cine Latinoamericano, Legasa, Buenos Aires, pp. 15-55.
Sigal, Silvia y Verón, Eliseo, 2008, Perón o Muerte. Los fundamentos discursivos del fenómeno peronista, Eudeba, Buenos Aires.
Slipak, Daniela, “(Re)fundación, Estado y Nación: ecos del discurso peronista en el campo de la comunicación política post-crisis (2002-2004)”. Ponencia presentada en IV Jornadas de Jóvenes Investigadores, Instituto de Investigaciones Gino Germani, Buenos Aires, 19, 20 y 21 de septiembre de 2007. Disponible en: http://webiigg.sociales.uba.ar/iigg/jovenes_investigadores/4jornadasjovenes/EJES/Eje%205%20Politica%20Ideologia%20Discurso/Ponencias/SLIPAK%20Daniela.pdf
Tallo, Juan, Limone, Damián, Aldao, Joaquín y Damín, Nicolás, 2007, “Representaciones acerca del espacio público en el Noticiario Bonaerense” en Marrone, Irene y Moyano Walker, Mercedes (comp.), Imágenes y noticiario del noticiario bonaerense, (1948-1958), Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires/ Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires, La Plata.
Anexos
Cuadro 1: Indicadores “Imaginarios y rituales políticos peronistas”
Ejes del imaginario |
Indicadores |
Percepción del Espacio |
· Plaza mayor como lugar histórico · Masas tomando la ciudad · Distribución de jerarquías espaciales · Plaza como contenedor rituales de rebelión. |
Elementos del liderazgo |
· Contacto directo con la masa · Situación sintética y a la vez externa del líder · Líder orador · Pureza por su condición militar (Disciplina, orden) |
Percepción de la masa |
· Colaboración de clases · Individuo plenificado en la agrupación · Cooperación entre sectores económicos |
Adaptación de símbolos pre-existentes |
· Vinculación entre patriotismo y lealtad partidaria · Continuador de los próceres emancipadores · Tradiciones convenientes. |
Visión del otro |
· Vieja política · Peronismo como doctrina nacional · Poca legitimidad del otro (foráneo, interno) |
Hermandad Latinoamericana. |
· Cultura única · Integración igualitaria. · Lazos de fraternidad entre los líderes. |
Cuadro 2: Entrecruzamiento indicadores y noticiarios.
Ejes del Imaginario |
Indicadores |
Chile 1 |
Paraguay 1 |
Paraguay 2 |
Percepción del espacio |
Plaza mayor como lugar histórico |
X X |
X |
|
Masas tomando la ciudad |
X X |
X |
|
|
Distribución de jerarquías espaciales |
X X |
|
X |
|
Plaza como contenedor rituales de rebelión. |
|
|
|
|
Elementos del liderazgo |
Contacto directo con la masa |
X |
X |
X X |
Situación sintética y a la vez externa del líder |
X |
X |
X |
|
Líder orador |
|
|
|
|
Pureza por su condición militar (Disciplina, orden) |
X X X X |
|
X |
|
Percepción de la masa |
Colaboración de clases |
|
|
|
Individuo plenificado en la agrupación |
|
|
|
|
Cooperación entre sectores económicos |
|
|
|
|
Adaptación de símbolos pre-existentes |
Vinculación entre patriotismo y lealtad partidaria |
X X |
|
X |
Continuador de los próceres emancipadores |
X |
|
X |
|
Tradiciones convenientes. |
X X |
|
X |
|
Visión del otro |
Vieja política |
|
|
|
Peronismo como doctrina nacional |
|
|
|
|
Poca legitimidad del otro (foráneo, interno) |
|
|
|
|
Hermandad latinoamericana |
Cultura única |
X X |
|
|
Integración igualitaria. |
X |
|
X |
|
Lazos de fraternidad con los líderes. |
X |
X X |
X X X |
* Universidad Nacional de Rosario.
[1] Mari, 1984.
[2] Marrone y Moreno Walker, 2007.
[3] Schumman, 1985.
[4] Kriger, 2009:112.
[5] Véase Paradiso, 2002, Borelli, 2003, Perón, 1949, 2006, Cafiero, 1996, Paradiso, 1993, Hirst, 1985, Saavedra, 1984.
[6] Kriger, 2009:115.
[7] Baczko, 1991.
[8] Mari, 1988.
[9] Baczko, 1991.
[10] Baczko, 1991.
[11] Baczko, 1991.
[12] Turner, 1988.
[13] López Lara, 2005.
[14] López Lara, 2005.
[15] Plotkin, 2003.
[16] López Lara, 2005.
[17] Bourdieu, 1985.
[18] Amaral y Botalla, 2010.
[19] Baschetti, 2013, Corbiere, 1999, López y Kohan, 2007.
[20] Plotkin, 2007: 79.
[21] Nora, 1984 citado en Plotkin, 2007.
[22] Ciria, 1984.
[23] De Ipola, 1983, citado en Plotkin, 2007: 89.
[24] Plotkin, 2007.
[25] Gerth y Wright, 1958 citado en Ciria, 1984.
[26] Plotkin, 2007.
[27] Sigal y Verón, 2008: 81.
[28] Verón y Sigal, 2008.
[29] Amaral y Botalla, 2010:77.
[30] López y Kogan, 2007.
[31] Perón, 2006.
[32] “Buscamos suprimir la lucha de clases, suplantándola por un acuerdo justo entre obreros y patrones, al amparo de la justicia que emana del Estado”. Como lo prometimos al iniciar esta cruzada de Trabajo, hemos defendido “la unidad y compenetración de propósitos entre patrones, obreros y Estado, como el único medio para combatir a los verdaderos enemigos sociales, representados por la falsa política, las ideologías extrañas seas cuales fueren, los falsos apóstoles que se introducen en el gremialismo para medrar con el engaño y la traición de las masas y las fuerzas ocultas de perturbación del campo político-internacional”. Discurso pronunciado por Juan Domingo Perón el día 1 de mayo de 1944. Véase Plotkin, 2007.
[33] Ciria, 1984.
[34] Ciria, 1984: 285.
[35] Plotkin, 2007.
[36] Baschetti, 2013:49.
[37] Disponible en http://constitucionweb.blogspot.com.ar/2010/07/discurso-de-peron-en-el-dia-del.html
[38] Verón y Sigal (2008) definen esta situación discursiva como el Modelo General de Llegada. La posición de liderazgo se justifica por su condición de militar, externa a la clase dirigente anterior. Siendo militar, Perón conoce las condiciones de orden, disciplina, respeto y transparencia que todo miembro de las Fuerzas Armadas debe poseer, elementos que han faltado a la tradicional clase política argentina. Entonces, Perón se basa en el Modelo General de Llegada para legitimar su ingreso en política e intentar reproducir ese orden discursivo para mantenerse presente.
[39] Verón y Sigal, 2008.
[40] Baschetti, 2013.
[41] Para una explicación más amplia del tema, recurrir a Saavedra, 1998.
[42] En el documental Política Internacional realizado por el Instituto de Investigaciones Históricas, Políticas y Culturales Juan Domingo Perón, se retoman las imágenes tomadas en Dos Pueblos Unidos. No obstante estas imágenes sirven de soporte visual al discurso pronunciado en off por Perón, quien se encuentra recitando su libro La Hora de los Pueblos. Resaltamos esta información porque al finalizar el documental, las imágenes muestran un final diferente que al noticiario. En el documental se termina con la muestra de los retratos de Perón, Eva Perón y del Presidente Chileno, Carlos Ibáñez del Campo. Mediados entre ellos, un escudo y debajo del escudo, las banderas chilenas y argentinas. Es interesante tener en cuenta este elemento porque demuestra otro elemento del imaginario peronista: la utilización de símbolos nacionales para crear adhesiones partidarias, realizando una consciente tarea de confusión simbólica.
[43] La primera visita del Presidente Perón a Paraguay fue realizada entre el 3 al 5 de octubre bajo la administración de Federico Chaves (1953-1954).
[44] Baczko, 1991.
[45] Kriger, 2009.
[46] Es importante tener en cuenta que podría vislumbrarse ese elemento del imaginario en la devolución de los trofeos de la Guerra de la Triple Alianza por parte de Perón. No obstante, en nuestro parecer, la referencia a este tipo de elemento imaginario sirve de basamento simbólico a los otros discursos implantados en ese gesto. En lo tocante a la visión del otro, como una crítica advenediza, no tiene la fuerza que otros elementos del imaginario afirmativamente presenta.