El malestar de una cultura política. La “izquierda nacional” de Jorge Abelardo Ramos ante el frondicismo

Martín Ribadero*

 

 

Resumen:

La campaña presidencial y el posterior gobierno de Arturo Frondizi fueron un polo de adhesión y reclutamiento de varias figuras y grupos de las culturas de izquierdas en Argentina, pero también motivo de enfrentamiento y disputa, como revela el caso de la “Izquierda Nacional” liderada por Jorge Abelardo Ramos. El triunfo de lo que fue conocido como el frondicismo generó una toma de partido en la vida ideológica y política por parte de Ramos y su grupo, en un contexto en que la figura y el proyecto de Frondizi concitaban un creciente interés y apoyo por parte de un sector de la izquierda intelectual y juvenil pero también del peronismo. El análisis de la intervención del grupo de Ramos en torno al frondicismo no sólo permite reconstruir un momento significativo pero poco conocido de la historia de la “Izquierda Nacional” en el país, sino también trazar el estado de sensibilidad que atravesó a la izquierda argentina a fines de la década de 1950.

Palabras clave: Cultura de izquierdas – Frondicismo - Izquierda Nacional

Summary:

Arturo Frondizi´s presidential campaign and, later, his government, brought together several figures from the left culture in Argentina but was also a cause of dispute, as the case of the National Left led by Jorge Abelardo Ramos exposes. The frondicismo´s victory forced Ramos and his group to take sides in a context in which the project and the figure of Frondizi incited increasing interest and support from part of the young and intellectual left but also of peronism. The analysis of the interventions of Ramos group regarding frondicismo not only allows to shed some light on a significant but little known moment of the National Left history, but also implies an insight of the state of sensibility the argentinian left was going through towards the ending of the 1950 decade.

Keywords: Left culture - Frondicismo´s - National Left

 

 

Introducción

 

La creciente represión ejercida sobre el peronismo y el sindicalismo por parte del gobierno cívico-militar del general Pedro Eugenio Aramburu, evidenció el triunfo del antiperonismo más extremo en la Argentina. La hegemonía ejercida por el sector de las Fuerzas Armadas reacio a todo contacto con hombres e instituciones reconocidamente peronistas, se tradujo en una serie de medidas que contemplaban la proscripción del partido liderado por Perón, la intervención de la CGT, la cesantía de empleados públicos y profesionales y la prohibición de toda manifestación y simbología. Según ha analizado César Tcach, estas políticas represivas estaban en línea con la búsqueda por disolver la identidad política de las masas peronistas y alentar un proceso de reabsorción gradual de las mismas hacia las fuerzas democráticas (Tcach, 2001: 24 y siguientes). Y aunque los partidos políticos mayoritarios apoyaban e impulsaban el fin de tales disposiciones, la cuestión más compleja a resolver para el gobierno de Aramburu tuvo que ver, tal como advierte María Estela Spinelli, con la búsqueda de una salida electoral y el llamado a la Asamblea Constituyente (Spinelli, 2013: 39). Los efectos provocados tanto por la convocatoria constituyente como el inicio de la campaña presidencial entre partidos y grupos político-ideológicos, decantaron hacia un nuevo momento de disputa y debate en el país. Un caso representativo al tiempo que significativo de ese contexto, sobre todo por su futura repercusión, es el que pudo observarse en el partido de mayor peso electoral después del peronismo, la Unión Cívica Radical. Después de la batalla que enfrentó a los seguidores de la Unión Cívica Radical del Pueblo (URCP) y la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI) en torno al apoyo prestado a Aramburu y la creación de un “Frente Nacional”, el clima interno del radicalismo se hizo irrespirable. De dicho enfrentamiento, surgió fortalecido el líder intransigente Arturo Frondizi, entre otras razones, gracias a su propuesta de pacificación, unidad nacional y desarrollo económico. De esta manera, Frondizi logró convertirse en una figura destacada y uno de los pocos candidatos con serias chances de triunfo en las próximas elecciones. Su figura pasó a ocupar en poco tiempo el centro de atención de la vida política nacional.

El triunfo de electoral de la UCRI en febrero de 1958, finalmente, encontró sus motivos concretos en el apoyo prestado por Perón y otras tendencias políticas e ideológicas, que abarcaban a la izquierda, el nacionalismo popular y la derecha. Si bien esta alianza parecía consumar una unidad entre diferentes espacios, amparados en las ideas de soberanía económica e integración, a poco de consustanciarse su fragilidad de origen se hizo evidente. Los proyectos de ley relacionados con el petróleo y la enseñanza privada revelaron muy prontamente los límites de esos acuerdos políticos y sustentos prestados, dando lugar a un fuerte proceso de reconfiguración del tablero político e intelectual.[1]

La literatura dedicada a analizar ese clima de ideas durante los primeros meses de Frondizi en el gobierno, ha indicado en varias oportunidades las posiciones asumidas por distintos partidos, grupos intelectuales y figuras. Sin embargo, poco se ha dicho sobre las lecturas, posicionamientos y debates generados por el grupo de intelectuales políticos de la “Izquierda Nacional” liderados por Jorge Abelardo Ramos.[2] El perfil intelectual cultivado por Frondizi, su claridad expositiva, su retórica antiimperialista y el sustento recibido representaba todo lo que aspiraba el grupo de Ramos desde hacia un tiempo: liderazgo político-intelectual, apoyo de las izquierdas y el favor del peronismo.[3]

En las páginas que siguen se analizará la posición asumida por el grupo Ramos ante el gobierno de Arturo Frondizi y la llamada “traición”, en un momento de fuerte cuestionamiento hacia su figura, ideas y fórmula política asociada a formación de un “Frente Nacional”. Asimismo, el trabajo aspira no sólo ponderar la visión que esta constelación ideológica enunció sobre Frondizi y sus acciones gubernamentales, sino también a recrear el contexto particular, propiamente intelectual, en el cual participó y a su vez ayudó a configurar la “Izquierda Nacional”, reconstruyendo debates sostenidos con otras franjas de la izquierda argentina. Para dilucidar esas enunciaciones, es vital examinar las publicaciones del grupo, centrales para el despliegue de una vida intelectual. De esta manera, será posible apreciar mejor de qué forma la Izquierda Nacional de Ramos asumió una posición en el escenario político e intelectual argentino a fines de los años cincuenta, y así visualizar zonas menos transitadas por parte de una literatura interesada en trazar discursos, sensibilidades y visiones políticas y culturales que configuraron a las izquierdas durante el período.

 

 

El grupo Ramos a fines de la década de 1950: entre la acción política y la labor cultural

 

Durante buena parte de 1956 y los primeros meses del año siguiente, Jorge Abelardo Ramos, una vez resuelta la extinción del Partido Socialista de la Revolución Nacional (PSRN), estuvo abocado a la escritura y a la preparación del tercer número de la revista Izquierda, una publicación político-ideológica que había aparecido a medidos de 1955 y que contaba entre otros con la participación de Jorge Enea Spilimbergo, Alberto Converti y Fernando y Hugo Kiernan, estos últimos estudiantes de la Universidad de Buenos Aires. Sin embargo, la revista nunca apareció. Los motivos fueron varios. Algunos se relacionaron con cuestiones personales. Otros con el contexto represivo vivido bajo el gobierno cívico-militar imperante en el país. Varias de estas cuestiones se perciben en una carta que Ramos le enviara a su amigo, el historiador uruguayo Alberto Methol Ferré en enero de 1956:

 

Mi silencio estaba justificado por la situación argentina. Vivimos una desembozada dictadura oligárquica. Hay 6000 presos políticos. Se ha habilitado lugares de confinamiento en el lejano Sur: sus inquilinos predilectos son los dirigentes obreros del ‘régimen depuesto’. Está en marcha, con la tradicional eficiencia británica, el desmantelamiento económico del país. Vamos a la vieja factoría de peso fuerte, altos ingresos y pueblo de pata al suelo (…) Vivimos en plena reacción, sin atenuantes, ni suavizaciones. En cualquier momento esperamos detenidos y confinamientos en el Sur. Perón, el dictador depuesto, había suprimido el penal de Ushuaia. Estos restablecen la tierra maldita.[4]

 

Esta descripción sobre el contexto político e intelectual argentino que Ramos le acercara a Methol Ferré en respuesta a una carta anterior, es la que también le comunica a otro de sus interlocutores de esos años como era Edgar Tríveri, en donde además comentaba su disposición a encarar una próxima tarea vinculada a la escritura y la búsqueda de impulsar una “profundización teórica”:

 

Ya es un poco tarde para decirle que su pedido de suscripción a [la revista] Izquierda y [al semanario] Lucha Obrera no podrá ser satisfecho por que su publicación ha sido prohibida. Mi demora en contestar su carta se explica fácilmente por los dramáticos acontecimientos que vive el país. Pero ya se ha dicho que las épocas de reacción son épocas de profundización teórica. La tarea teórica es hoy la principal tarea práctica. Los cimientos del futuro gran partido obrero popular de nuestro país serán echados precisamente en la fragua de un gran debate. ¿Algún hombre de la nueva generación querrá permanecer ajeno a él?[5]

 

Hacia junio de 1957 Ramos estuvo abocado a la escritura de un nuevo libro, finalmente, el más vendido y leído de todos los que escribió a lo largo de su dilatada carrera como intelectual político: Revolución y Contrarrevolución en la Argentina. Las masas en nuestra historia. Por su parte, su compañero Jorge Enea Spilimbergo daba a conocer ese mismo año Nacionalismo oligárquico y nacionalismo revolucionario también a través de la editorial Amerindia, un pequeño sello que tuvieron con Ramos, el cual además publicó el muy difundido por ese entonces, Imperialismo y Cultura del intelectual peronista Juan José Hernández Arregui. Las actividades del grupo y de Ramos parecían limitarse al trabajo editorial, la escritura de borradores y al envió de cartas. Sin embargo, el triunfo en febrero de 1958 de Arturo Frondizi y su posterior gobierno generaron un nuevo cambió en el contexto político-ideológico argentino que, de allí en adelante, guió las intervenciones y los debates de ideas sostenidos por Ramos y compañía.

Durante la campaña para las elecciones presidenciales, el grupo no había enunciado o tomado posición alguna por los candidatos con serias razones de triunfo. Tampoco respecto a la posterior victoria de Arturo Frondizi y su ascenso al poder. Este silencio tanto frente a la campaña presidencial como al gobierno recién constituido quizás se explique en razón de la política integracionista que Frondizi proclamaba ante la “cuestión peronista” y el apoyo recibido por distintas fuerzas políticas e ideológicas, aún por parte de ciertos sectores de izquierda. Sin embargo, esta expectativa inicial pronto viró, gracias a las polémicas acciones que el gobierno llevó adelante en torno al petróleo y la ley de enseñanza religiosa. Hacia fines de 1958, el favor y fervor inicial del gobierno fue mermando notablemente, en especial entre aquellos que habían impulsado su candidatura. El cambio generado en el clima político-ideológico y en especial entre las izquierdas fueron las razones que inspiraron, finalmente, la intervención de la “Izquierda Nacional” de Ramos en el debate público.

Ahora bien, éste no fue el único motivo que llevó a que el grupo lanzara su propia tribuna de ideas, como fue la revista Política. Si se atiende a quienes participaron en esta publicación, es posible observar un reacomodamiento de sus integrantes respecto a años anteriores. Nuevos y algunos viejos amigos y compañeros, muchas veces procedentes de otras experiencias culturales y políticas, se sumaban a la empresa. Dos antiguos compañeros de la militancia trotskista como fueron Enrique Rivera y Mauricio Moisés Prelooker comenzaron a colaborar con la revista —desde una posición periférica—, junto con un viejo amigo de Ramos, el intelectual cordobés Alfredo Terzaga. Pero también nuevas caras se sumaron. Tal es el caso de los jóvenes artistas agrupados bajo el nombre de Espartaco, entre quienes estaban Ricardo Carpani, Esperilio Bute, Mario Mollari y Juan Manuel Sánchez. Este colectivo de pintores muralistas se presentó en sociedad a través de la revista al tiempo que colaboraban con dibujos en diferentes números.[6] Por su parte, Rodolfo Gabriel Rago, quién hasta hacía poco tiempo escribía para la revista comunista Cuadernos de Cultura, se sumaba a través de reseñas sobre cine argentino.[7] De esta manera, Política puede ser entendida como una forma de reclutamiento bajo una común sensibilidad asociada a un marxismo antistalinista y el deseo de intervención por parte de distintas generaciones artistas, militantes e intelectuales de izquierda.

A seis meses de la asunción de Arturo Frondizi a la presidencia la revista, finalmente, apareció. En total aparecieron siete números durante el año 1958. Dirigida por Jorge Enea Spilimbergo —desde su nueva posición como co-líder del grupo—, Política estuvo compuesta por artículos y notas escritos mayormente por Jorge Abelardo Ramos y Spilimbergo, con la participación secundaria de Terzaga, Rivera, Prelooker, Carpani y Rago. Los temas abordados fueron varios: el peronismo y el surgimiento de las “62 Organizaciones”, las divisiones internas en el Partido Socialista, el denominado “Tercer Mundo” y las conocidas críticas al Parido Comunista, en especial a raíz de la mesa redonda organizada en la Facultad de Derecho por Carlos Strasser (Strasser, 1959). Entre todos estos temas, el posicionamiento ante el frondicismo fue un punto sobresaliente. El grupo creyó necesario enunciar una mirada sobre Frondizi, de la misma manera que lo hacían otros sectores de la izquierda argentina. Así, el frondicismo —lo mismo que el peronismo antes y la Revolución cubana después— y la dilucidación de sus alcances y límites se convirtió en un nuevo motivo de intervención político-intelectual por parte del grupo Ramos a fines de la década de 1950.

 

 

¿Es Frondizi un nuevo Perón?

 

Una caracterización inicial del gobierno de Arturo Frondizi por parte del grupo Ramos apareció en el articulo del primer número de Política, bajo la pluma de Jorge Enea Spilimbergo y llevó por título “Frondizi: el pequeño burgués en la política burguesa”. Allí Spilimbergo, no solo exponía sus dudas respecto a la capacidad del ejecutivo electo por reimpulsar el cambio social que el peronismo había iniciado, sino también entendía que sus razones provenían del carácter “pequeño burgués” del movimiento liderado por Frondizi:

 

La historia argentina ha concentrado, en estos últimos años, un cúmulo de experiencias. Treinta y un meses de gobierno provisional ponen al desnudo el carácter oligárquico y entreguista de la alardeada ‘democracia’ que el liberalismo burgués ofrecía como receta y universal panacea de la crisis argentina (…) Ningún grado de esperanza podía merecer el gobierno del doctor Frondizi, como solución de fondo de la crisis argentina. ¿El héroe de la pequeña burguesía nacional, puede acaso medirse en lo que a posibilidad de realizaciones respecta, con el jefe del ejército y caudillo de los trabajadores, el general [Juan Domingo] Perón? ¿Puede [Arturo] Frondizi, en la estrechez económica actual, ir más allá de lo que fue Perón, contando, además, con la situación favorable de la posguerra? Esta operación ‘desinfle’ obligará a los pequeños burgueses frondizistas no propensos a canjear destinos por un puesto burocrático, a replantear una vez más su actitud frente a la clase obrera y ver en ella (y por lo tanto, no solo en su ideología, sino en sus tradiciones) el motor fundamental del proceso histórico argentino. El papel de Frondizi no es otro que legalizar la contrarrevolución de septiembre [de 1955] con mínimas concesiones a las masas, Spilimbergo, 1958: 4

 

La utilización del tópico “pequeño burgués” para caracterizar al gobierno de Frondizi, como analizó Carlos Altamirano, asignaba de forma directa una serie de representaciones y valores que tipifican un comportamiento político y cultural determinado de las clases medias.[8] Desde el punto de vista de Spilimbergo, el acceso al poder por parte de Frondizi se debió al apoyo recibido por parte de dicho sector social. Sin embargo, para el autor constatar esta situación no era otra cosa que señalar la “carencia habitual” que demostraban las clases medias en sus elecciones políticas, producto del lugar intermedio que ocupaba en la estructura de clases —retomando las consideraciones de Marx— y del apego que demostraban a una “ideología frentepopulista” que el presidente electo había sabido interpretar. Allí radicaba, desde esta lectura, entender el llamado realizado por parte del frondicismo hacia el peronismo para constituir un “Frente Nacional”, refrendado por el conocido pacto entre Perón y Rogelio Frigerio en Caracas. Sin embargo, el texto no tenía como único objetivo enunciar un juicio sobre el gobierno. Este contemplaba alcanzar a otros actores partícipes de la alianza impulsada por Frondizi, a los cuales Spilimbergo denominó como los “pequeños burgueses frondizistas”: aquellos jóvenes intelectuales de izquierda que ocuparon puestos gubernamentales en calidad de funcionarios.[9] En parte, esa debilidad de origen del gobierno era visible en el ejercicio de tutela atribuida a las Fuerzas Armadas y su insuficiente voluntad para movilizar a las masas, lo cual lo convertía en aquel que “prefiere responder a la guerra fría de las presiones castrenses y a las proclamas abiertamente sediciosas de los Zavala Ortiz, Sanmartino y demás resentidos del sufragio adverso, con la maniobra de gabinete, con la toma y daca de la negociación —con el imperialismo, la Iglesia y los medios de comunicación— a espaldas al pueblo” (Spilimbergo, 1958: 4). Por lo demás, este tópico del hombre de ideas de “espaldas al pueblo” era una de las tantas asociaciones que la “Izquierda Nacional” de Ramos había tomado prestado del vocabulario político del nacionalismo popular. El bagaje propio del marxismo y su análisis de las clases medias se entroncaba aquí con las tradiciones ideológicas tributarías del nacionalismo, que brindaban una lectura del pasado a partir de la distancia entre intelectuales/políticos y pueblo.[10]

            Casi un mes después de la aparición del artículo de Spilimbergo, Jorge Abelardo Ramos se sumaba al cuadro que enunciaba su compañero, asociando la política del presidente con los poderes fácticos mencionados, pero al mismo tiempo marcaba una distancia respecto a la interpretación que brindaba el director de Política al considerar que “los enemigos de Frondizi son más sospechosos que Frondizi mismo”:

 

…es conveniente no olvidarlo: el principal enemigo del país no es [Arturo] Frondizi. Este presidente es una síntesis de nuestras debilidades: las de la clase media, que recién se interroga sobre los problemas nacionales y las del proletariado (…) La inmadurez histórica del país en su conjunto debe medirse por la inmadurez de las clases y de sus tendencias representativas. Por esa razón Frondizi es presidente, Ramos, 1958a: 4

 

Acto seguido, y apelando a la autoridad teórica de Lenin, Ramos afirmaba que:

 

Si el proletariado no asume la dirección de la revolución democrática e interpelaba los intereses de todas las masas populares en su lucha, y no sólo los suyos propios, la burguesía lo haría en su lugar, reservándose el control de la situación y pactando en las peores condiciones con el absolutismo (imperialista). Por otra parte, [Lenin] señaló que cuando la burguesía de un país atrasado encabeza de un modo u otro la lucha nacional, la misión del proletariado, conservando su plena independencia política, consiste en profundizar el curso de esa lucha, en no romper el frente nacional y en ganarse la confianza de las clases medias para conducir el conjunto de las fuerzas comprometidas a corolario victorioso, Ramos, 1958a: 4

 

Si en un primer momento Ramos evaluaba de manera positiva el protagonismo alcanzado por el peronismo y en particular Perón en el apoyo prestado al “Frente Nacional” liderado por Frondizi, sin embargo posteriormente evaluaba que de cara al futuro éste atravesaría sumas dificultadas en cuanto a su estabilidad, dado que “algunos dirigentes gremiales peronistas han rechazado recientemente esta alianza [con las clases medias], no solamente por razones de indudable atraso político, sino también por la influencia del nacionalismo clerical que intenta asimilar lo laico con lo antinacional” (Ramos, 1958a: 6). Todo lo cual, finalmente, llevaba a Ramos a replantear el sentido de la acción desplegado por Perón en su alianza con Frondizi y rol de la clase obrera frente al frondicismo:

 

Ahora bien, ¿posee Perón una estrategia? ¿o es que abrumado por los acontecimientos sobrevivientes a su derrota su rol histórico tiende a desaparecer? Durante un largo período la historia se complacía en mostrar a éste hombre notable como un patriota que gobernaba los acontecimientos pero la historia es mujer, y a veces cruel, pues también presenta a los humanos como dirigidos por acontecimientos que ya no pueden gobernar ¿Será éste el destino de Perón? Una incógnita se cierne sobre su figura que encarnó en grandes momentos la causa nacional, pero en modo alguno es un misterio inescrutable que la clase trabajadora que bajara a la calle en 1945 en un día no muy lejano la autoconciencia de su interés histórico y se dará su partido, Ramos, 1958a: 6

 

En el artículo de Ramos se observan varios de los elementos característicos del discurso de la “Izquierda Nacional” sobre el peronismo por entonces: la distinción entre Perón y los trabajadores y sus organizaciones, y la necesidad de un partido independiente en consonancia con los “verdaderos” intereses históricos de la clase obrera. La novedad a nivel discursivo estribaba, frente a lo que el mismo Spilimbergo enunciaba antes, en el rol positivo que le asignaba a las “vanguardias antiimperialistas de clase media” y su protagonismo en la conformación de un “Frente Nacional”. Para Ramos, una superación del carácter ambiguo y antipopular que expresara en varias oportunidades la clase media y sus sectores ilustrados de izquierda, sólo podía efectivizarse si esas vanguardias confluían junto a los trabajadores y, finalmente, colaboraban en la conformación de un partido político rector de la lucha social. Esta condena a los sectores medios y su redención confluían al mismo tiempo en el discurso de la “Izquierda Nacional”. No obstante, por más que Ramos reivindicara y exaltara la movilización experimentada por parte de las clases medias y su apoyo a Frondizi, ello no lo libraba de entablar diversas batallas contra revistas como Contorno y otros grupos que habían cifrado sus esperanzas de cambio social en el presidente electo, en un intento por lograr un reconocimiento de un deseado liderazgo en el interior de la cultura de izquierdas.

La oportunidad para llevar adelante tal objetivo la brindó la publicación del libro que escribiera el contornista Osiris Troiani en 1957. Bajo el seudónimo Daniel Cruz Machado, Troiani había dado a conocer con el título de Frondizi. Una conducta, un pensamiento, una biografía laudatoria del itinerario del presidente desde sus orígenes familiares y políticos hasta el presente (Cruz Machado, 1957). Como parte de una operación de distanciamiento pero también de evidente interés por este sector de la izquierda juvenil, Ramos escribió una larga reseña para Política. Allí contraponía, a modo de réplica, el libro de Troiani con los publicados por dos viejos compañeros como fueron Esteban Rey y su panfleto ¿Es Frondizi un nuevo Perón? y Enrique Rivera con Peronismo y frondizismo.

En su invectiva contra el libro de Troiani Ramos señalaba desde un principio la intensión de separar al dirigente radical de su “diligente y desdichado biógrafo”. Su objetivo no era criticar al presidente de manera directa. Era, mejor, entablar una batalla contra aquellos representantes de lo que consideraba como los “izquierdistas” que, siendo los “cortesanos” de Frondizi, “escribieron su biografía imaginaria”. Según Ramos, el “libro nos presenta un Frondizi como lo quisieron los jóvenes de la FUBA que lo votaron aconsejados por Troiani, pero que se distingue netamente del Frondizi que es” (Ramos, 1958b:16.). Dado que el género elegido por Troiani era el biográfico, Ramos recorría el mismo trazado, centrándose en especial en el papel ocupado por el presidente electo durante la década de 1930. Con ello, además, intentaba contraponer y postular la importancia de los hombres de FORJA como los “verdaderos continuadores del nacionalismo burgués democrático de Yrigoyen”, responsables de afrontar la bancarrota en la cual el radicalismo había caído durante los años treinta. En razón de esta afirmación, enunciaba que:

 

Los verdaderos continuadores del nacionalismo burgués democrático de [Hipólito] Yrigoyen, al que habían modernizado con análisis económicos precisos y postulaciones contra el imperialismo, fueron los hombres de FORJA, que [Osiris] Troiani evoca en su libro palaciego con la desconfianza y sospecha propias del antiguo cipayo que acaba de descubrir la industria nacional. De este modo, [Arturo] Jauretche, [Raúl] Scalabrini Ortiz, Manuel Ortiz Pereira, [Jorge] Farías Gómez, nada habrían significado en la tentativa de reconducción política del radicalismo en bancarrota. Así querrían escribir la historia los personeros de la Unión Democrática recientemente ‘nacionalizada’ (…) Y en los héroes de esa época, Troiani descubre a esforzados antiimperialistas. Al mismo tiempo, insinúa tendencias totalitarias en FORJA. Una última perla. Se refiere a Frondizi como a un combatiente de los ‘ideales de la Reforma’. Elogio inactual, Ramos, 1958b: 16

 

Como fue advertido, para Ramos la “contramedalla” exacta del libro de Troiani era ¿Es Frondizi un Nuevo Perón? de Esteban Rey, un antiguo militante trotskista que, después de una estadía breve en el Partido Socialista, había recaído en el peronismo.[11] Según el autor, Rey, a diferencia de Troiani, “no es un cortesano, sino un militante, y nada mas alejado de su pluma que el interesado ditirambo” (Ramos, 1958b: 17):

 

El autor se ha propuesto descifrar el origen social y político del frondizismo: y al mismo tiempo estudia el proceso de formación del peronismo. El libro, que es el mejor trabajo salido de la pluma de [Esteban] Rey, dibuja la personalidad de Frondizi y lo designa como al representante más caracterizado de la pequeña burguesía porteña (…) Estos profesionales, intelectuales, pequeños industriales, técnicos, que de una manera u otra han suscitado, por la marcha impetuosa de la elevación económica nacional, su antigua base de sustentación, aún no han encontrado un programa y un eje político para reagruparse. El frondizismo es (…) el cauce que reemplaza al partido nacional inexistente, y de ahí que su jefe refracte en su persona esa conciliación, ese colaboracionismo, ese oportunismo y esa ambigüedad que yace en la naturaleza social de las clases que en él se sienten transitoriamente representadas, Ramos, 1958b: 17

 

El trabajo de Rey permitía, desde la interpretación de Ramos, no sólo asociar la trayectoria de Frondizi a hombres como el radical opositor a Perón José Pascual Tamborín, o procesos como la “Revolución Libertadora”, sino también afrontar una crítica a aquellos —en una clara referencia a la izquierda sumada al gobierno de Frondizi— “vendepatrias que se han vuelto nacionalistas populares” como los “stalinistas y con ellos, los cipayos de toda especie, con el fin de traicionar mejor los intereses de la clase obrera y del país” (Ramos, 1958b: 17).

Para la “Izquierda Nacional” liderada por Ramos y hombres cercanos como Esteban Rey, la cuestión del frondicismo activaba un doble juicio: por un lado, a las clases medias que acompañaron al líder intransigente y, por el otro, a cierta franja de jóvenes intelectuales de izquierda que, al haber prestado apoyo a esta experiencia política, asumían posiciones muy cercanas. La competencia en un espacio cada vez más concurrido que auspiciaba el encuentro entre el socialismo y el nacionalismo, cuyo telón de fondo era el discurso antiimperialista del frondicismo, comenzaba, desde un posible análisis, a ser cada vez más intensa entre distintos agrupamientos o tendencias de izquierda.

Las críticas al libro publicado por un integrante de Contorno y que Ramos enuncia en el artículo de la revista Política en razón de su vínculo con el frondicismo, en efecto, habían sido anticipadas por Rey. El libro intentaba constatar y al mismo tiempo establecer juicios sobre el efecto alcanzado por la movilización y politización de las clases medias en el reciente proceso político e ideológico argentino. De igual manera, el esfuerzo de ¿Frondizi es un Nuevo Perón? contemplaba otorgar una serie de explicaciones sobre el origen y triunfo de la Intransigencia radical y de Arturo Frondizi. Especie de respuesta crítica al libro de Osiris Troiani, el gesto que condensa finalmente sus páginas afincaba en la crítica de la idea dominante del momento, que mostraba a Frondizi como parte de la solución nacional a la crisis política argentina.

Se advierte que algunas de sus claves de lectura y tópicos sobre el país y sus aspectos político, culturales y económicos eran similares a los que Ramos y su grupo habían enunciado desde fines de la década de 1940: el problema de la “balcanización” de América Latina, una mirada anticosmopolita y antiintelectual de la cultura nacional, la existencia de las “dos Argentinas” y la “ambigüedad de las clases medias”.[12] En realidad, lo que hacía singular al texto de Rey respecto a los de Ramos, estribaba en el predominio del romanticismo como clave interpretativa del pasado y del presente. Para el autor de ¿Frondizi en un nuevo Perón? lo sustancial de la Historia radicaba en la vida y obra de los grandes hombres que, como Frondizi y Perón, sintetizaban determinadas épocas. Son éstos quienes condensaban y daban expresión a las fuerzas sociales históricas figuradas en las clases medias y el proletariado urbano respectivamente. Pero si los trabajadores eran representados por el “caudillo”, a partir del cual “el hombre de la calle se encontraba reflejado en el lenguaje presidencial y escuchaba en su propio idioma, el planteo de los problemas de estado”, el liderazgo de Frondizi estaba en estricta oposición: un “intelectual cuyo mundo es el mundo de la ideas de la abstracción. Un mundo sin hombres y sin pasiones”. Para Rey, Frondizi:

 

No posee nada en común con los grandes caudillos y con los políticos de masas de nuestra historia. Es inasequible para el pueblo. Su frialdad es una especie de muralla que lo separa del sentimiento popular. Venimos sosteniendo que si bien excita entusiasmos intelectuales, no moviliza emociones. Sus ideas y sus discursos provocan adhesiones y aplausos pero nada más, Rey, 1957: 19

 

A estas razones, Rey agregaba otras que contemplaban este cuadro de diferencias entre Perón y Frondizi:

 

Antes con Perón, el proceso resultaba empujado, representado como avanzada, por las clases trabajadoras que tendían a expresarse y a expresarlo a través de él. Ahora, con Frondizi, el proceso tendría que ser presentado fundamentalmente, por las clases medias urbanas, por sectores de la burguesía industrial y por los intelectuales y técnicos de estas clases medias ciudadanas. Habría así una sustitución del papel protagónico: mientras en un caso la avanzada del proceso de liberación lo constituían los trabajadores; en este otro caso habrían de constituirlo los hombres de la clase media (…) Su método es legalista. Llega, cuando más, a desear un golpe de estado que cambie las cosas en el plano político para mejorar sus posibilidades. Ya en el gobierno todo ésto, todas estas características, no cambiarían sino para empeorar y evidenciarse en toda su dramática impotencia, Rey, 1957: 21

 

De igual manera que en el caso de Ramos, a pesar de esta crítica a las clases medias representadas por Frondizi, ello no implicaba una condenaba definitiva sobre el papel que podían eventualmente desempeñar en un futuro proceso de “liberación nacional y popular”. Para Rey, en todo caso, el liderazgo del dirigente radical expresaba una etapa del proceso de nacionalización de las clases medias en el cual, sin embargo, consideraba que éste “no marcha a su vanguardia, sino remolcado por ellas”. La obtención de una toma de conciencia a raíz de “los doce años de lucha antiimperialista y antioligárquica” durante el peronismo, fue lo que permitió que los sectores medios hayan podido aspirar a participar en un proyecto nacional y antiimperialista. Pero además, esta mayor conciencia social y política había alcanzado a los jóvenes intelectuales de izquierda que, hijos de familias antiperonistas y antipopulares, recién ahora asumían sus culpas por haber apoyado al golpe de Estado de 1955, como lo revelaba la clara referencia a Contorno:

           

…fue un mea culpa que logró las páginas de una revista y que simbolizó la crisis de conciencia de un sector del estudiantado, tal vez el más comprometido y el más sacrificado en el combate por la ‘democracia’ (…) Así se alumbró su nueva concepción y así llegaron a comprender, obscuramente todavía, lo que no habían entendido hasta entonces y lo que habían —por error—, combatido de una manera implacable, Rey, 1957: 69

 

Si bien Rey consideraba que los contornistas eran parte de una nueva conciencia nacional surgida entre las clases medias aliadas a Frondizi, ésta no era insuficiente para llevar hasta sus últimas consecuencias la transformación que el peronismo había comenzado años atrás. A esta altura de su argumentación, la respuesta a la pregunta que daba titulaba a su libro caía por su propio peso: Frondizi no era un nuevo Perón. Era, en todo caso, un represente de una burguesía pequeña y alta que, antes o después, profetizaba Rey, revelará su “ambigüedad” e “impotencia” en la consecución de una lucha antiimperialista en la cual “el proletariado industrial, sindicalmente organizado, es la llave maestra del necesario reagrupamiento que evitará la dispersión y que preparará las condiciones en las que la victoria popular y nacional ha de resultar inevitable” (Rey, 1957: 177). La conclusión de Rey era previsible, aunque lo distanciará de los planteos de Ramos respecto a la “cuestión peronista”. Sólo la incorporación de los sectores medios al peronismo completará de manera definitiva la toma de conciencia que evidenciaba de un tiempo a esta parte las franjas medias ilustradas.

            En julio de 1958 el que tomó la palabra para hablar sobre el frondicismo utilizando un lenguaje marxista y posición similar a Ramos y Rey fue Enrique Rivera, en un pequeño panfleto llamado Peronismo y Frondizismo. El motivo que lo llevó a publicar ese breve texto fue la necesidad de sentar posición frente a Rey pero también ante Ramos, con quién tiempo atrás habían encarado diversos emprendimientos políticos y culturales.[13] Para Rivera, el papel preponderante cumplido por las clases medias, evidente en el apoyo otorgado a Frondizi, era un dato indiscutible, lo mismo que el carácter progresivo cumplido por el peronismo en el desarrollo de una conciencia nacional para el proletariado. Como en parte pudo observarse, estos dos temas también se encontraban en Ramos y Rey, y sin embargo, Rivera ofrecía una interpretación alternativa.

La primera línea de ataque del texto de Rivera pasaba por cuestionar el planteo enunciado por Rey respecto al supuesto apoyo únicamente obrero del gobierno de Perón y las razones de su caída. Para Rivera, no era del todo exacto que Perón hubiera contado solamente con el favor las clases trabajadoras. En sus propias palabras:

 

Rey omite considerar aquí el apoyo de la burocracia militar, civil y del clero, como de ciertos sectores de la burguesía industrial; cuando este apoyo faltó, cuando se pasaron a la oposición, el régimen peronista se vino al suelo, no obstante subsistir el apoyo obrero (…) A Perón le bastaba esta reproducción simbólica —del apoyo y la movilización obrera— para seguir haciendo su juego bonapartista en las circunstancias en que los sectores burgueses le hacían alguna resistencia. Y las veces que tuvo que tomar medidas revolucionarias, cuidó de rodearlas de todas las formas y garantías para que las masas no intervinieran, procurando que el proceso tuviese lugar por ‘arriba’, burocráticamente, y conteniéndolo después, Rivera, 1958: 61-62

 

Para esta interpretación, el peronismo había contado con elementos sociales ajenos a la clase trabajadora, como los militares, la Iglesia Católica y la burocracia civil, que habían influido, finalmente, en la imposición de una ideología de tipo “fascista”. Al igual que lo había señalado antes Ramos, para Rivera el límite del peronismo había pasado por el creciente “burocratismo” en el cual había incurrido el proceso de cambio político, social y económico comenzado 1945 y la instalación de una correlativa casta de ideólogos y burócratas que detuvieron el proceso.

El siguiente punto de desacuerdo con Esteban Rey, radicaba en explicar cuáles fueron las causas que habían impulsado a las clases medias a adherir al “Frente Nacional” liderado por Frondizi. Según el autor, Rey “se deja impresionar un poco demasiado por el acelerado proceso registrado después de la Revolución Libertadora” que había decretado el triunfo del antiperonismo, contando para ello con un fuerte apoyo de las clases medias. Rivera consideraba, por el contrario, que el cambio que se registraba en el comportamiento de dichos sectores había sido causado por el lento pero irreversible proceso de industrialización ocurrido en el país desde los años treinta, que había contribuido al surgimiento de una nueva clase media industrial ligada a la economía local y por lo tanto conectada a los “verdaderos” intereses nacionales:

 

Esta nueva clase media industrial, gran parte de estos pequeños y medianos comerciantes y los numerosos profesionales surgidos de ese medio y a él ligados, buscaron su expresión política. Pero no la pudieron encontrar en el peronismo, porque éste se había constituido ya desde 1946, rematando en un régimen burocrático cerrado y con rasgos ideológicos incapaces de atraer a esa clase media, Rivera, 1958: 73

 

Por lo tanto, el apoyo de las clases medias a Frondizi se explicaba, antes que por su supuesto compartimiento errático o “debilidad”, por la “incapacidad” demostrada por parte del peronismo para atraerse el favor de las nuevas fracciones medias, en razón de su “burocratismo cerrado”. Estas, concluía el autor, eran las razones que permitían entender no sólo por qué había caído Perón sino también las esperanzas depositadas de los sectores medios en la figura de Arturo Frondizi:

 

El frondizismo reflejó la incapacidad de planteamiento ideológicos del peronismo, que correspondieran a los cambios económicos y sociales; su impotencia en el plano de la cultura; su incapacidad de vencer en la lucha teórica y conquistar a la intelectualidad y al estudiantado; reflejó tanto esas debilidades, que se encarnaron en el culto al jefe y a la jefa, como la incapacidad de la oligarquía y del imperialismo de vencer al justicialismo bajo sus propias banderas, Rivera, 1958: 75-76

 

Sin embargo, en este cuadro las clases medias, en especial sus intelectuales y estudiantes, no estaban capacitados para llevar por si solos a buen puerto la “revolución nacional” que había iniciado el peronismo, como tampoco lo podía hacer, tal como sí creía Rey, el sindicalismo peronista. Decía al respecto:

 

Es innegable que la clase media no puede dirigir, en efecto, la revolución nacional sin conducirla al fracaso. Mas no es censurable su creencia contraria y que intente hacerlo. Pero el proletariado sindicalmente (destacado del autor) organizado tampoco puede dirigirla; puede eso sí, servir de columna vertebral para que otro la dirija. Eso ha sucedido ya en la época peronista. ¿Hay que repetir la experiencia? No coincidimos con [Esteban] Rey. A nosotros nos parece que, para garantizar el triunfo y desarrollo de la revolución nacional, es necesario que la clase obrera sea no sólo la columna vertebral, sino también el cerebro de la revolución. Para eso, hace falta que se organice un partido político independiente, cobrando conciencia de su posición y misión peculiares en el proceso nacional-revolucionario de nuestro tiempo, Rivera, 1958: 82

 

Y si bien coincidía con Ramos en la necesidad de contar con un partido político independiente del peronismo pero capacitado para llevar hacia el socialismo el proceso desencadeno a partir de 1945, esto no impedía tomar distancia de Rey y su propuesta de alentar una incorporación por parte de la izquierda al movimiento encabezado por Perón, en especial a través de sus sindicatos. Consideraba, por el contrario, que el “movimiento obrero debe encontrar su ideología propia, y eso no se lo va a dar el sindicato, cuya función es otra u otras sus características” (Rivera, 1958: 83). De esta manera, y como lo había planteado Ramos, emergía la preponderancia hallar una forma organizativa partidaria de extracción exclusivamente de izquierda, vital para el despliegue de todos los aspectos progresivos que el peronismo había esbozado desde su nacimiento y, así, llevar al país hacia el socialismo. Y aunque la estrategia de incorporarse al peronismo por parte de la “Izquierda Nacional” de Ramos no estaba entre sus prioridades debido a las razones antes aludidas, era innegable que su presencia, tal como lo demostraba el caso de Rey, ya estaba disponible en el interior de la cultura política de las izquierdas argentinas de fines de la década del cincuenta.

 

 

Consideraciones finales

 

Los discursos y tomas de posición de la “Izquierda Nacional” liderada por Jorge Abelardo Ramos respecto al frondicismo, revelan lo extendido que estaba entre los intelectuales de izquierda la necesidad de expresar un punto de vista y definirse en el debate público de fines de la década de 1950. El gobierno de Arturo Frondizi y los apoyos logrados en distintos sectores de esta cultura política, generaron un nuevo momento de tensión pero también de renovada oportunidad para saldar cuentas y redefinir lugares por parte de esta constelación político-ideológica.

El grupo liderado por Ramos fue una de las tantas formaciones político-intelectuales de izquierda que prontamente intervinieron en los debates suscitados por el triunfo del movimiento liderado por Arturo Frondizi y las razones de su éxito. La imagen de un hombre que condensaba la figura del intelectual devenido en político, su discurso antiimperialista y el consenso conseguido por parte de diversos actores político-culturales —nacionalistas, izquierdas, radicales, peronistas—, colocaron al radicalismo intransigente en el centro de la escena política e ideológica nacional. Sin embargo, los problemas que rápidamente encontró pusieron en evidencia los límites de tal experiencia. Las críticas recibidas hacia el proyecto petrolero y de educación privada, entre los hechos más significativos, estuvieron en el origen de lo que la literatura ha denominado como la “traición Frondizi”.   

Los debates en la cultura de izquierdas sobre los límites y alcances del frondicismo prontamente comenzaron a suceder. A fines de 1958, un vez consumada la “traición”, revistas, semanarios, libros y folletos abordaban con ahínco el tema e intentaban trazar una posición. La aparición de la revista Política dirigida por Jorge Enea Spilimbergo tuvo, en su origen, esa intención, aunque también otras, acaso vinculadas con la necesidad de dar una entidad material a un grupo político-intelectual que atravesaba un momento de reorganización. En una sintonía similar, en cuanto a la tradición marxista de origen y búsqueda por disputar la legitimación con otras fuerzas de izquierda, puede entenderse las intervenciones tanto de Esteban Rey como de Enrique Rivera.

A través del análisis de esta publicación, ha sido posible apreciar de qué forma una fracción de la izquierda argentina asumió una posición político-intelectual ante el exitoso movimiento político e ideológico liderado por Arturo Frondizi a fines de la década de 1950. Ello sin embargo no implicó la emergencia de significativas diferencias, incluso entre quienes compartían un mismo espacio. Los acuerdos entre Ramos, Rivera y Rey eran explícitos. Los tres reconocían el fenómeno y el peso de la movilización protagonizada por las clases medias entre mediados y fines de los cincuentas. Su peso en la configuración del nuevo escenario surgido después del gobierno cívico-militar de Aramburu era claro, como también la necesidad de explicar razones y caminos posibles para el proyecto de “liberación nacional” que había iniciado Perón. Sin embargo, las diferencias entre estos intelectuales eran múltiples en el plano interpretativo —y aún político—, como lo reveló la cuestión del vínculo entre clases medias y el peronismo, la creación un partido revolucionario y el rol de la juventud de izquierda, representada en parte por los integrantes de la revista Contorno. A pesar de lo disímil de los pareceres analizados, lo significativo del estudio de esta fracción intelectual radica en la posibilidad que brinda reconstruir un capítulo vital en el devenir de la historia de las izquierdas argentinas, en un contexto atravesado por una crisis cuyas repercusiones hallaran eco todavía en las próximas décadas.

 

 

Fuentes

 

Éditas

Cruz Machado, Daniel (seud. Osiris Troiani), 1957, Frondizi. Una conducta, un pensamiento, Editorial Soluciones, Buenos Aires.

Ramos, Jorge Abelardo, 1949, América Latina; un país. Su historia, su economía y su revolución, Ediciones Octubre, Buenos Aires.

Ramos, Jorge Abelardo, 1958a, “¿Es Perón un táctico o un estratega? ¿Inicia una nueva etapa o un eclipse?” en Política, I, 3.

Ramos, Jorge Abelardo, 1958b, “Dos biografías, dos hombres” en Política, I, 2.

Rey, Esteban, 1957, ¿Es Frondizi un nuevo Perón?, Editorial Lucha Obrera, Buenos Aires.

Rivera, Enrique, 1958, Peronismo y Frondizismo, Editorial Patria Grande, Buenos Aires.

Spilimbergo, Jorge Enea, 1958, “Frondizi: el pequeño burgués en la política burguesa” en Política, I, 1.

Strasser, Carlos, 1959, Tres Revoluciones (los últimos veintiocho años), Editor Emilio Perrot, Buenos Aires.

“Manifiesto por un Arte Revolucionario en América Latina” en Política, I, 2, 1958.

 

Periódicas

Política, primera época, 1958

 

Inéditas

Correspondencia personal de Jorge Abelardo Ramos, archivo del autor.

 

Bibliografía

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Altamirano, Carlos, 2005, “Intelectuales y pueblo” en Para un programa de historia intelectual y otros ensayos, Siglo XXI, Buenos Aires.

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Ribadero, Martín, 2012, “Política editorial, proyecto intelectual y literatura de izquierda: notas sobre el caso de la editorial Indoamérica (1949-1955)” en Políticas de la Memoria, 13.

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Spinelli, María Estela, 2013, De antiperonistas a peronistas revolucionarios. Las clases medias en el centro de la crisis política argentina (1955-1973), Sudamericana, Buenos Aires.

Summo, Marcelo, 2012, “Cuestión nacional y problemática cultural en el pensamiento de Jorge Abelardo Ramos. Un análisis de sus artículos periodísticos del período 1951-1955” en E-Latina. Revista electrónica de estudios latinoamericanos, 11, 41. Disponible en: http://iealc.sociales.uba.ar/publicaciones/e-latina (consultado el 15 de Agosto de 2014).

Tcach, César, 2003, “Golpes, proscripciones y partidos políticos”, en James, Daniel (dir.), Violencia, proscripción y autoritarismo (1955-1976), Sudamericana, Buenos Aires.

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Tortti, María Cristina, 2009, El “viejo” partido socialista y los orígenes de la «nueva» izquierda, Editorial Prometeo, Buenos Aires.

 

 

 



* Universidad de Buenos Aires, CONICET.

[1] Para un estudio general de esta coyuntura política y cultural del gobierno de Frondizi y su impacto en la cultura de izquierdas, ver el trabajo clásico de Terán, 1993, Altamirano, 2001, Sigal, 2002 y Tortti, 2009.

[2] La posición del grupo de Jorge Abelardo Ramos durante el peronismo puede consultarse en el trabajo de Ribadero, 2013.

[3] Los trabajos académicos más significativos que abordaron diversos aspectos de la “Izquierda Nacional” liderada por Ramos son los de Terán 1993, Tarcus 1996, Sigal 2002, Devoto 2006, Acha 2009, Altamirano 2011a, Summo, 2012, Ribadero, 2014. Por su parte, desde la perspectiva de la historiografía militante se destaca todavía los de Galasso, 1983 y, recientemente, Regali, 2010.

[4] Carta de Jorge Abelardo Ramos a Alberto Methol Ferré, Buenos Aires, 7 de enero de 1956.

[5] Carta de Jorge Abelardo Ramos a Edgar Triveri, Buenos Aires, 22 de mayo de 1956.

[6] Política, 1958: 10-11.

[7] Sobre Rodolfo Gabriel Rago consultar el artículo de Petra, 2010.

[8] Altamirano, 2011b, entiende que la utilización de este tópico por parte de la cultura de las izquierdas argentinas implicó una forma de señalamiento de las actitudes de los sectores medios, de sus intelectuales y políticos, fuertemente movilizados en lo últimos meses del gobierno de Perón. Desde la crítica irónica sobre su papel en el derrocamiento del peronismo hasta la generación de una sensibilidad autoculpabilizada, este recurso atravesó a distintas formaciones y grupos, funcionando al mismo tiempo como forma de salvación y conversión.

[9] En particular, Spilimbergo se refería a los intelectuales agrupados en la revista Contorno quienes asumieron distintos puestos antes y durante el gobierno de Frondizi, como fueron los casos de Ramón Alcalde e Ismael Viñas.

[10] Para una genealogía de los debates y posturas entre los intelectuales argentinos ver el iluminador estudio de Altamirano, 2005: 70-75.

[11] La trayectoria de Rey puede consultarse en Tarcus, 2007: 568-569.

[12] Varios de estos tópicos fueron tratados en el libro de Ramos, 1949.

[13] Sobre la labor editorial de Ramos y compañía entre 1949 y 1955, ver el trabajo de Ribadero, 2012.