Cine documental, espacio biográfico y discurso político: Una lectura de ¿Qué queremos hacer? de Les Jóvenes

Nerina Filippelli

Universidad Nacional de Córdoba

Centro de Investigaciones en Periodismo y Comunicación “Héctor Toto Schmucler”

Secretaría de Ciencia y Tecnología, Facultad de Ciencias de la Comunicación

Córdoba, Argentina

nerifillip@gmail.com 

https://orcid.org/0000-0002-5101-0992 

Pablo Daniel Sánchez Ceci

Universidad Nacional de Córdoba

Instituto de Estudios en Comunicación, Expresión y Tecnologías

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas 

Córdoba, Argentina

sanchezcecipablodaniel@gmail.com

https://orcid.org/0000-0001-7440-1307 

ARK: http://id.caicyt.gov.ar/ark:/s27186555/d84nv3dtc 

Resumen

El objetivo de este trabajo es presentar un análisis de la película documental ¿Qué queremos hacer? producida por la agrupación política Les Jóvenes en el año 2021. Desde una perspectiva que articula elementos de la socio-semiótica y el análisis del discurso político elaboramos una descripción de aquellas estrategias enunciativas orientadas a la configuración de un espacio biográfico y componentes descriptivos, prescriptivos y programáticos que se presentan en el texto fílmico. Nuestra hipótesis de lectura sostiene que la identidad —entendida como un resultado de operaciones narrativas y simbólicas— de la juventud se construye en oposición a un adversario identificado con el adultocentrismo; a la vez que el daño que implica la configuración subordinada de la juventud está tematizado en torno al trauma de la pandemia y de ciertos actores económicos concentrados que se presentan como causantes de un estado de desigualdad social.

Palabras clave: cine documental, espacio biográfico, discurso político, entrevista

Documentary film, biographical space and political discourse: A reading of ¿Qué queremos hacer? by Les Jóvenes

Abstract

The objective of this work is to present an analysis of the documentary film ¿Que queremos hacer? produced by the political group Les Jovenes in 2021. From a perspective that articulates elements of socio-semiotics and the analysis of political discourse, we develop a description of those enunciative strategies aimed at the configuration of a biographical space and descriptive, prescriptive and programmatic elements that are presented in the film text. Our reading hypothesis maintains that the identity —understood as a result of narrative and symbolic operations— of youth is constructed in opposition to an adversary identified with adultcentrism. At the same time, the damage implied by the subordinate configuration of youth is thematized around the trauma of the pandemic and certain concentrated economic actors who are presented as causing a state of social inequality.

Keywords: Documentary film, Biographical Space, Political speech, Interview


AVANCES

Recibido: 25/09/23 - Aceptado: 14/02/24

Número 33, 2024 / ISSN 1667-927X / e-ISSN 2718-6555

https://revistas.unc.edu.ar/index.php/avances

Centro de Producción e Investigación en Artes,

Facultad de Artes, Universidad Nacional de Córdoba. Argentina.

Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional


Introducción

En el año 2019 surgió una agrupación política afín al kirchnerismo, Les Jóvenes, caracterizada por una militancia creativa en la utilización de modalidades discursivas digitales, particularmente aquellas de tipo audiovisual. En el año 2021, como respuesta a la pandemia, este colectivo produjo un documental. Como un signo de supervivencia (y convivencia), podemos pensar en cómo este discurso visual sostiene enunciados en los que “la repetición de las imágenes de trauma sugiere una necesidad de repetir lo que todavía tiene que ser asimilado por la psique individual o colectiva” (Ahmed, 2015, p. 153).

Seguimos aquí una hipótesis cultural de largo alcance acuñada por Leonor Arfuch (2002), la cual caracteriza parte de las producciones estéticas del presente como asediadas por el valor de lo biográfico, “una especie de obsesión generalizada en la escritura, las artes plásticas, el cine, el teatro y el audiovisual, hacia la expresión más inmediata de lo vivido, lo auténtico, lo testimonial” (p. 34). En esta clave de lectura nos interesa indagar en el funcionamiento del espacio biográfico a partir de un corpus compuesto por un documental reciente producido por actores militantes, explícitamente políticos, que utilizan estas retóricas culturales para disputar sentidos sobre un acontecimiento fundamental en la vida social como lo fue la pandemia.

El objetivo de este trabajo es elaborar una lectura socio-semiótica crítica del documental ¿Qué queremos hacer?, producido por la agrupación política Les Jóvenes (2021). Para esto recurrimos a la categoría espacio biográfico (Arfuch, 2002) entendida como aquellos motivos estereotípicos puestos en juego para la construcción de un relato sobre la vida y la imagen de un personaje, a los fines de rastrear un modo de operación semiótica expresada en el texto fílmico que da cuenta de un cierto tipo de experiencias afectivas y sensibilidades sobre las que discurre la narración. Por otra parte, y en articulación con la categoría espacio biográfico propuesta por Arfuch, entendemos que este corpus constituye un discurso político (Verón, 1987) caracterizado por una serie de componentes y modalidades enunciativas orientada a la formulación de una identidad común pero también de un adversario, a través de la postulación de constataciones, explicaciones y promesas.

A partir del testimonio de adolescentes de trece localidades de Argentina, el documental presenta un tejido, un montaje para hacer foco en el caos y el ruido de la pandemia. La construcción de un diagnóstico, la posibilidad de imaginar el futuro, soportar la inmensidad de un acontecimiento que fragmenta y arrasa con todos los sentidos disponibles son operaciones estéticas y políticas en las que el cine documental funciona como un género discursivo propicio para que este grupo de jóvenes militantes sostenga un discurso en tiempos insostenibles.

Una serie de intertextualidades atraviesan el texto fílmico. Fragmentos de ensayos de Horacio González, escenas mediáticas de la comunicación política que circularon al comienzo de la pandemia y testimonios de jóvenes con trayectorias diversas tejen este documental que avanza a través de una división interna por capítulos.

En la película los entrevistados empiezan hablando sobre cómo era su mundo antes de la pandemia. Esta configuración previa al trauma consiste en la descripción de lo cotidiano desde las voces de jóvenes de diferentes provincias, geografías, espacialidades y fondos (algunos urbanos, otros rurales). Desde el comienzo del relato, diversas biografías evidencian ciertas juventudes signadas por el disfrute, el movimiento y la socialización que se contraponen a otras vinculadas al trabajo y las tareas de cuidado.

Sin embargo, dos experiencias parecen comunes: la interrupción y la pérdida. Quizás estas sean las dos figuras afectivas sobre las que se elabora una política de la temporalidad. La película funciona como un discurso público sobre el duelo, una manera en la que un tipo particular de subjetividad —los jóvenes argentinos ante la pandemia— encuentra un lugar de enunciación para constatar una mutilación sobre la sensibilidad: los futuros perdidos o amputados ante lo inesperado de la propagación del virus.

Los efectos sobre la forma de experimentar la temporalidad durante la pandemia que son expresados por los entrevistados dan cuenta del peso central de las coordenadas temporales en la constitución de la subjetividad, entendida como un modo de vida y una percepción social. En palabras de Arfuch (2002), “el relato de una vida compromete siempre la temporalidad” (p. 24). La pandemia encarnada, por medio de metonimias visuales, en la forma de una tormenta devela la forma de producir un relato sobre la propia vida y la importancia de estos sentidos.

Otra cuestión indisociable de la pandemia es la virtualización del lazo social. Para la juventud, en particular los espacios de educación y entretenimiento fueron sostenidos a través de “encuentros remotos”. La conectividad fue uno de los modos de dar continuidad a la educación, al trabajo, a la vida. La virtualización de diversos espacios de lo social provocó una mutación profunda en las formas de estar con otros que, en el caso de algunas juventudes, aparece vinculada a la precarización, la marginalidad y las posibilidades de recognoscibilidad social. El modo en que este fenómeno se pone en palabras e imágenes en el cine documental abre un campo de reflexión sobre su politicidad y su capacidad de problematizar aspectos de la realidad social.

Si bien no es raro que los discursos sociales de nuestra época que buscan procesar un trauma colectivo consistan en el “despliegue del espacio biográfico” (Arfuch, 2002), es interesante reflexionar sobre las disputas por la construcción de un locus de enunciación disponible para un colectivo que se autodenomina “les jóvenes”. Si este documental nos dice algo de la textura sensible que hace a la experiencia social de una generación en un contexto particularmente adverso, es por que se trata de un discurso sobre la fuerza de organizarse y la sobrevida que expresa esa pregunta que indica un deseo de transformación: “¿Qué queremos hacer?”.

El discurso social argentino reciente expresa una serie de tensiones centrales en torno al sentido y el relato de la identidad joven. Por ejemplo, algunas investigaciones han relevado la importancia que tuvo la configuración de la juventud como una causa pública durante el kirchnerismo, lo que promovió adhesiones, movilización y reacciones diversas (Vázquez, 2014). Más recientemente, otras indagaciones sobre las juventudes en relación con la discursividad de las derechas emergentes en Argentina (Buonfiglio, 2018; Goldentul y Saferstein, 2020) son testimonio de la pregnancia que tiene una formación ideológica conservadora en parte de ese colectivo amplio, heteróclito y multiforme que llamamos juventud.

Otras autoras han trabajado diferentes matrices simbólicas de producción narrativa de identidades, identificando la presencia hegemónica de una “juventología neoliberal” (Bolis, 2015), entendida como una estetización de la juventud que despolitiza y mercantiliza estos sujetos sociales. La autora, desde una perspectiva postestructuralista de análisis político del discurso propone diferenciar dos momentos de constitución de la identidad para la investigación de juventudes. En primer lugar, un momento negativo a fin de identificar “qué opresiones denuncian, qué derechos exigen, en fin, qué demandas establecen”, y en segundo lugar, del lado positivo, la pregunta en torno a “cuáles son sus propuestas organizativas, cómo imaginan la reconstrucción y la unidad social, esto es: qué proyectos comunes formulan” (p. 14). En torno a estas dos caras complementarias de la constitución de la identidad de los jóvenes, nos interesa plantear cuál es la configuración de la demanda y el proyecto en el discurso fílmico de la agrupación Les Jóvenes.

Otra dimensión más o menos privilegiada de los estudios sobre juventud recientes que serán retomados en este artículo es el vínculo entre daño y jóvenes. En este sentido, una de las referentes del campo en argentina, Florencia Saintout (2014), se ha dedicado a explorar la representación de los jóvenes como sujetos peligrosos, por sus prácticas riesgosas, y dañados por acontecimientos traumáticos. Nuestra investigación se inscribe parcialmente en esta dimensión de la constitución de las identidades juveniles. La pandemia como tragedia colectiva afectó la constitución misma de lo social, pero en el documental que constituye nuestro corpus de análisis se tematiza particularmente la configuración del daño ocasionado y experimentado en la juventud.

Entendemos por juventud un signo político, es decir, un enunciado vivo y en disputa entre distintas fuerzas sociales que pugnan por su articulación y sentido legítimo (Voloshinov, 1976). Como tal, la juventud es una identidad histórica, contingente, situada y abierta que se constituye a partir de operaciones discursivas. 

Estrategia teórico-metodológica

La crítica cultural argentina Leonor Arfuch elabora, desde una articulación teórica de perspectivas semióticas y filosóficas, una hipótesis de largo alcance sobre la producción de subjetividades contemporáneas a partir de los cambios profundos introducidos por la postmodernidad y la globalización en la discursividad social. La reconfiguración identificada por Arfuch se presenta sintomáticamente como la “proliferación de narrativas vivenciales” y una transformación de los espacios público y privado en la que ya no son reconocibles géneros “canónicos” de las narrativas que sirvieron tradicionalmente en la construcción de un relato sobre la vida. En esta trama de desplazamientos la autora propone, a partir de una revisión crítica de autores que se encargaron de las relaciones entre discurso y vida como Lejeune, Bajtín y Ricoeur, pensar la categoría espacio biográfico para dar cuenta de una noción capaz de auscultar las diseminaciones de ciertos tipos de regularidades narrativas que en esta época permiten incluir lo que otrora fuera reconocido como (auto)biografías. El concepto espacio biográfico entonces remite tanto al modo en que “las formas discursivo-genéricas clásicas comienzan a entrecruzarse e hibridizarse” (2002, p. 12) como también a un “horizonte de inteligibilidad” central para el discurso social del presente y no solo “como una mera sumatoria de géneros ya conformados en otro lugar” (p. 18).

Por otro lado, en trabajos más recientes, Arfuch (2014) ha profundizado sus análisis sobre el espacio biográfico a partir de otros corpus visuales como la obra de Boltanski y la producción literaria de Sebald. Estas lecturas de Arfuch expandieron los objetos de estudio a ser investigados en el horizonte del espacio biográfico. Mientras que en un momento inicial (Arfuch, 2002) se preguntó por las entrevistas, los relatos de vida, el discurso científico y el literario, a partir de indagar sobre los modos de elaboración de memorias políticas y los usos del pasado reciente en discursos estéticos, la trayectoria investigativa alumbró nuevas vertientes de indagación en los registros visuales y cinematográficos (Arfuch, 2014). Además de este desplazamiento metodológico en términos de los objetos, puede leerse un desarrollo conceptual sobre el espacio biográfico que si bien estaba en las primeras investigaciones, en las más recientes es central; nos referimos aquí al rol del trauma en los relatos sobre la propia vida. En este sentido, la autora destaca que el espacio biográfico tiene “un valor memorial que trae al presente narrativo la rememoración de un pasado, con su carga simbólica y a menudo traumática para la experiencia individual y/o colectiva” (Arfuch, 2014, p. 24). Esta noción será central en nuestro análisis para abordar la dimensión traumática de la pandemia en los relatos de los jóvenes entrevistados en el documental ¿Qué queremos hacer?.

En este sentido es que Arfuch rastrea cómo en géneros discursivos en los que el valor testimonial o íntimo era marginal o periférico, como la entrevista de circulación mediática o informativa y el discurso científico, el espacio biográfico empieza a ocupar un lugar central en la elaboración de vidas públicas o íntimas. La metodología de lectura de Arfuch (2002) no explora reglas universales, sino la identificación de “tendencias y regularidades, cuya primacía las hace susceptibles de caracterizar un cierto escenario cultural” (p. 50).

Para el análisis que nos proponemos elaborar, resulta fundamental ponderar un presupuesto central de la categoría espacio biográfico: “todo relato de la experiencia es, en un punto, colectiva/o, expresión de una época, de un grupo, de una generación, de una clase, de una narrativa común de identidad” (p. 79). Dado que el corpus fílmico de nuestro trabajo tiene una gravedad central en torno al tópico de la “juventud” como identidad colectiva, cultural y narrativa, nos interesa partir del presupuesto del dialogismo bajtiniano que evoca el trabajo de Arfuch. Con esto queremos decir que partimos de la noción de que todo discurso a la vez que emerge como respuesta a un enunciado previo, se dirige a otro futuro. Ningún enunciador habla en el vacío o por primera vez, sino que distintas voces dialogan —de manera amena o conflictiva— en la trama del discurso social. Aunque el documental de Les Jóvenes enfatice en la experiencia individual de algunos personajes que hablan en primera persona sobre relatos particulares que les son propios, estos tienen que tomarse en diálogo con los otros enunciados y voces que forman parte de una urdimbre interdiscursiva en virtud del dialogismo que es estructural de la vida social del lenguaje. No es que la voz de un solo joven represente a toda una generación, pero sí colabora en la disputa por la narrativa común de esa identidad.

Por otro lado, es central para nuestro análisis aclarar algunos puntos sobre las particularidades narrativas de ¿Qué queremos hacer?. Si bien el documental incluye diferentes elementos como el material de archivo que elabora una cierta imagen del presente y cómo sucedió el pasado para llegar al tiempo de las entrevistas, el registro de rituales o prácticas artísticas por parte de la juventud, o la intervención de discursos intelectuales como voces autorizadas para elaborar un diagnóstico del presente, el recurso de las entrevistas a jóvenes de distintos contextos geográficos, culturales y de clase se impone como nodal entre las estrategias narrativas de este texto fílmico. Es por esto que cabe remitirse a la conceptualización de Arfuch (2002) sobre la entrevista mediática como espacio biográfico, es decir, como un tipo discursivo caracterizado por la ubicuidad, la cualidad veridictiva, la escenificación del dialogismo y la subjetividad. Para la autora, el género de la entrevista, entre los diversos registros de la experiencia vivencial tiene un lugar primordial en la comunicación mediática del presente. Quizás su lugar central en el sistema de la discursividad informativa y mediática se deba a que “condensa admirablemente los ‘tonos’ de la época: la compulsión de realidad, la autenticidad, lo “directo”, la presencia” (p. 23). En la entrevista hay una voz que despliega aquello que constituye el devenir de su vida cotidiana y las misceláneas superficiales de los acontecimientos más intrascendentes, a la vez que también puede revelar la interioridad emocional profunda que se asocia a su experiencia biográfica; si bien no puede decirse que ofrezca la verdad, la vida narrada en primera persona en este género acerca su verdad. Los relatos de vida que emergen de las entrevistas incrustadas en la narrativa de ¿Qué queremos hacer? pueden ser analizados en función de espacios, temporalidades o experiencias evocados lingüística o icónicamente, es decir, tanto por lo que los entrevistados dicen como por la puesta en escena y el montaje de las imágenes.

No es menor destacar que pensamos a este documental, por su autoría colectiva, como un discurso sobre los jóvenes, desde los jóvenes mismos. Es decir nuestro análisis es sobre una discursividad que se reconoce con el objeto del cual habla. Esto difiere de otras investigaciones que indagan la forma en que la juventud o una parte específica de ella aparece representada por el discurso informativo-mediático hegemónico (Boito y Espoz Dalmasso, 2018), es decir un análisis de relatos sobre la juventud desde una posición de enunciación que no se reconoce como parte ella. Esto reviste una importancia metodológica fundamental para situar las características del corpus y el tipo de relaciones interdiscursivas que presupone a nivel enunciativo.

En el documental que analizamos, la experiencia vivida de los jóvenes, que en el capitalismo tardío se ha instituido de una densidad simbólica y política preponderante, aparece atravesada por “valores biográficos” (la experiencia de la pandemia, el cambio climático y la mediatización de la vida cotidiana) que conmueven los afectos de los personajes entrevistados a la vez que los enfrentan a ciertos paradigmas ideológicos y culturales: el adultocentrismo y otros adversarios o sujetos que encarnan las causas profundas de su malestar o asedio constante de exigencias del mundo social presente y porvenir. A pesar de las fisuras y los hiatos inconmensurables entre los distintos jóvenes que toman la voz en el documental, podemos encontrar una serie de tendencias y regularidades que buscamos rastrear y describir. Esto sucede en parte porque el marco general que tiene el texto fílmico pertenece a un tipo de enunciación particular: el discurso político.

En lo que sigue, damos cuenta de una serie de categorías intermedias deudoras del marco teórico presentado que nos permiten un abordaje empírico sobre la significación. En el marco de las indagaciones que habilita la noción espacio biográfico (Arfuch, 2002, 2014) y situándonos en el campo del análisis del discurso político, en el plano de la enunciación, son los desarrollos de Eliseo Verón (1987) y de este autor en conjunto con Silvia Sigal (2014) los que brindan una serie de categorías que nos permitirá establecer el abordaje de las operaciones significantes que se ponen en juego en el documental. Es preciso aclarar que en esta mirada discursiva hablar de enunciadores no designa a sujetos concretos, sino a las operaciones discursivas a partir de las cuales “se construye la imagen de quien habla (p. 23) en el discurso y en este caso la configuración de un colectivo de identificación, un “nosotros” identificable a partir de diversos actos de enunciación.

Tal como sostiene Verón (1987), el campo discursivo de lo político implica una lucha entre enunciadores que activa la dimensión polémica de la discursividad y en este marco se modeliza la figura de un adversario, la cual supone “que existen otros actos de enunciación, reales o posibles, opuestos al propio” (p. 16). Siguiendo al autor, todo acto de enunciación define un “sí mismo” y está habitado por la figura del “otro”. En este sentido, es que se puede hablar de operaciones discursivas de destinación que implican un desdoblamiento ya que el acto de enunciación configura un “otro negativo”, el adversario en el que opera la inversión de la creencia (todo lo que sea positivo para el enunciador será negativo para el adversario y viceversa).

En el devenir enunciativo, también se configura el otro positivo, el prodestinatario, aquel que participa de las mismas creencias y valores que el enunciador y se configura en un “colectivo de identificación” a partir del “nosotros inclusivo”. Desde esta posición se va a construir el colectivo de identificación de los jóvenes.

El enunciador entra en relación con sus destinatarios a través de una serie de entidades y componentes. A la relación entre enunciador y prodestinatario corresponde, como dijimos, el colectivo de identificación que toma la forma de un “nosotros” que configura una identidad, en este caso “Les Jóvenes”, y una función de refuerzo de ese lazo en la apelación a valores compartidos y creencias comunes; y tendrá un sentido de frontera, excluyente cuando se trate del adversario configurado en un “ellos”.

La discursividad siempre está habitada por un “sí mismo” y un “otro” (los destinatarios) que entran en relación a través de entidades discursivas. Cuando se instauran figuras como “trabajadores” o “argentinos” hablaremos de entidades enumerables. El mayor nivel de abstracción a la hora de establecer un vínculo y una posición de enunciación se modeliza en entidades como los metacolectivos singulares que son centrales en el discurso político. Así, en nominaciones como “el país”, “el Estado”, “el pueblo”, “el mundo” encontraremos modalidades a partir de las cuales se asume una posición de enunciación en el campo político. Por último, existen ciertas zonas discursivas donde estas figuras se traman con lo que Verón (1987) llama componentes que articulan el enunciado con la enunciación. Tomaremos algunos de ellos para establecer una lectura del dispositivo de enunciación en el documental. El componente descriptivo es aquella zona discursiva en la que se ejerce la constatación, un balance de situación que implica una lectura del pasado y del presente en el que el enunciador aparece como intérprete privilegiado de la realidad en el orden del saber. Aquí “Les jóvenes” establecen la configuración del daño y la explicitación del trauma estableciendo inéditas fronteras entre pasado/presente en contextos de crisis sanitaria, social y subjetiva. Un segundo componente que interesa analizar es el programático, aquel que toma a su cargo “los pesos del fantasma de futuro” (p. 22); allí se proyecta la promesa y el futuro como potencia y posibilidad donde el enunciador promete, se compromete. Este componente es singular en esta discursividad en la que la dimensión del futuro aparece como lugar privilegiado de deseo de cambio y transformación a partir de la juventud como potencia protagónica.

Así, en diversos actos de enunciación se despliega la figura de un “nosotros”, “les jóvenes”, la construcción de una identidad, a la vez que se configuran diversos destinatarios que establecen relaciones por medio de entidades y se traman en diversos componentes “a través de constataciones, explicaciones, prescripciones y promesas” (p. 23) a la hora de plantear lecturas sobre el presente, el pasado y proyectar la posibilidad de agencia en tiempo futuro.

Por último, en este trabajo, el foco no estará dada por cómo ciertos actores políticos definen la juventud, ya que en esta producción se caracterizan por ser “Les jóvenes” el sujeto privilegiado de enunciación que se configura como identidad a la vez que entra en disputa por los sentidos posibles de “ser joven” en la Argentina en contexto de pandemia.

Resultados

        En términos generales los resultados del análisis de la enunciación política de este documental social-militante nos permiten identificar al menos tres motivos que aparecen como recurrentes en las entrevistas a jóvenes que traman la narrativa general del producto. En primer lugar se evidencia una gran oposición isotópica entre un conjunto de significantes asociados a la tecnología, la virtualización, los algoritmos y las grandes empresas internacionales vinculadas a las redes sociales enfrentado a otro campo semántico asociado a la naturaleza, el clima, la tierra, el ambiente. Un segundo motivo se encuentra en las formas abstractas de configuración de la contradestinación, es decir, la presentación y caracterización de un enemigo al que se responsabiliza por el daño que sufre la juventud. Por último, a partir del componente descriptivo que caracteriza la situación postpandemia de los entrevistados se encuentra, en la “desigualdad” y la crisis económica, el suelo de la identidad de los jóvenes, como aquellos sujetos que padecen un daño cometido por generaciones pasadas que imposibilita que la juventud actual tenga un programa o visión de futuro.

El espacio en el que se inscriben estas vidas jóvenes, el lugar de enunciación, la escenografía de estas entrevistas es muchas veces presentada en un plano general que deja ver la profundidad de campo y una diversidad de elementos paisajísticos de la vida narrada por el entrevistado. Los jóvenes hablan en espacios civiles y públicos como una plaza, pero también en los alrededores de sus casas, en un patio y espacios de producción y de trabajo vinculados a la agroecología. El espacio biográfico de las entrevistas aparece en el discurso fílmico en el recurso de los exteriores, sea en un contexto rural o urbano, público o privado, la intimidad y el relato de la propia vida ocurre fuera del hogar, permitiendo ver la distancia, el clima, “la naturaleza”. La estética agorafílica de la recurrencia de los exteriores para mostrar las entrevistas, nos presenta un espacio biográfico que no es del todo íntimo. Pero tampoco es completamente público, impersonalizado o artificializado. Estos son jóvenes que viven y relatan su cotidianidad fuera del hogar y de las instituciones. No están encarcelados o aislados. Al margen de nuestra interpretación en torno al espacio biográfico, es importante destacar que este documental se rodó durante las restricciones de distanciamiento social aplicadas durante la pandemia. Es posible que los efectos de estas condiciones de producción hayan afectado a la realización y los usos del espacio. Sin embargo, eso no desautoriza nuestra interpretación acerca de que las entrevistas en exteriores colaboran en la figuración de un espacio biográfico que une tiempo, espacio y afecto en torno a la valoración positiva de la naturaleza y la libertad como objetos de deseo a la vez que destaca el carácter público y político de la identidad joven.

Uno de los componentes que se modelizan en esta discursividad es el diagnóstico. Como zona discursiva articula el nivel del enunciado con el de la enunciación. Aquí, en particular, se ejerce una constatación, una suerte de balance que plantea un estado de situación. En los siguientes fragmentos se evalúa el presente, el pasado y el enunciador se modeliza como fuente privilegiada de inteligibilidad. El componente descriptivo, al que también llamaremos diagnóstico, se modeliza en esta discursividad vinculado a una serie de temáticas (la instantaneidad, la falta de tiempo para el encuentro, la tecnología, la naturaleza, la desigualdad, la proyección futura). La actualidad se vivencia como una época de velocidad voraz que modifica, al ritmo obligado de la virtualización, los modos de relacionarnos:

...parece que no hay tiempo para nada ahora es como ¡pa!, ¡pa!, ¡pa! si, si, ¡¡dale!! El tiempo es oro.

uno cuando no tiene tiempo produce, pero cuando tiene tiempo acompaña, ¿no? Busca estar acompañado también.

esta post-postmodernidad en la que vivimos, que todo es instantáneo, que todo es en un click, es la ley y la trampa… hace falta… encontrarte conmigo, encontrate con lo que me pasa a mí, me encuentro con lo que te pasa a vos a ver qué hacemos (Les Jóvenes, 2021).

Hay un diagnóstico que escenifica una pérdida en esta modalidad de las relaciones sociales. En contexto de Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) las redes son condición para el encuentro y a la vez otro registro de existencia que se impone y profundiza. En el espacio biográfico se materializa la idea de que hay algo de lo humano que se pierde en estas otras posibilidades de encuentro, y con ello también la capacidad de sorpresa:

con todo esto de las pantallas y justamente encontrarnos solamente por el celular o por una compu, se perdió.

me aburre un poco que todo el tiempo vemos lo que hacen las personas, viste, todo el tiempo estamos viendo qué hace la persona, con quién está, dónde está. Y porque es algo medio impuesto que veamos las cosas que hacen las demás personas, no es que realmente querramos ver qué hacen los demás pero es como que está medio impuesto que si no te quedas medio afuera o no existís (Les Jóvenes, 2021).

La falta de tiempo en una época signada por la velocidad, la no-posibilidad de encuentro en una época de bombardeo a las generaciones jóvenes a través de las redes. La nueva ecología mediática habilitó intensas interpelaciones en clave publicitaria sobre la subjetividad. El acelerado ritmo del capital también signa una relación con el entorno y con el planeta, en este caso el balance de situación se configura a través de la postulación de un modo de vincularse con la naturaleza. El colectivo de identificación anuda en un nosotros inclusivo a enunciador y prodestinatario (les jóvenes) para luego dar paso a la modelización del adversario como configurador de un daño:

Nosotros entendemos la tierra, los que queremos y que venimos arrastrando generaciones y generaciones, la vemos como vida como algo que tiene que regenerarse, que tiene que cumplir ciclos… No la vemos justamente como la ven las multinacionales que la ven solo como mercancía para hacer negocios para explotarla, para contaminarla, llevándose toda la plata porque ni siquiera la dejan acá en el país… Y nos dejan desastres, nos dejan los suelos degradados, nos dejan enfermedades, nuestros jóvenes se van a otros lados[1] (Les Jóvenes, 2021).

En el componente diagnóstico, en la lectura del presente y del pasado, aparece la figura de la juventud como, de algún modo, dañada. Si bien se valora la diversidad de género, la pérdida de fuerza de ciertos mandatos y cierta idea de libertad, la juventud se configura como un espacio de la vida donde existe una falta de oportunidad:

Somos las generaciones más educadas, más preparadas y a la vez más precarizadas y vulneradas, ¿no? Hay como muchas tensiones ahí, y como controversia donde de repente tuviste todas las herramientas pero estás re limitado (Les Jóvenes, 2021).

En relación con aquellas cosas que se añora y se desea recuperar, “la capacidad de soñar”, de “sorprenderse” y de proyectarse aparecen como centrales. En este sentido el diagnóstico en torno a la situación actual de “les jóvenes” se configura como falta de oportunidad y en contraposición a un pasado (el de sus padres) en el que la idea de proyectarse hacia el futuro fue posible:

...hoy como jóvenes no sabemos qué va a pasar de acá a diez años, no sabemos si vamos a tener un laburo, no sabemos si vamos a tener una casa donde vivir.

ellos —sus padres— tenían posibilidad de ascenso social, nosotros hoy en día no lo tenemos tanto. El capital cada vez se concentra más y nosotros somos conscientes de que nuestras aspiraciones no son las mismas (Les Jóvenes, 2021).

La configuración de un daño hacia la juventud implicará, a su vez, la definición de un destinatario negativo que aparecerá como responsable y depositario de aquello que se impugna, se rechaza y se debe dejar atrás. La contradestinación refiere a la forma de construir y figurar una alteridad negativa con respecto a la propia posición de enunciación.

En este sentido, es relevante indagar en la forma en que este “otro negativo” es nominado o tematizado, en vinculación a qué entidades o colectivos se lo hace presente en el discurso, cuáles son sus programas y responsabilidades, cuáles son sus elementos amenazantes o riesgosos, qué tipo de daño ha hecho o es capaz de producir en el futuro. Esta dimensión polémica es central en el discurso político, no solo porque marca su especificidad, sino también porque es desde donde se construye una identidad positiva, una primera persona que se opone al enemigo.

En nuestro caso, la contradestinación en los testimonios enhebrados por el documental se encuentra en distintas figuras; entre ellas, y con un rol central, la tecnología y todo un campo semántico que se refiere a ella. Así las tecnologías vinculadas a la comunicación y la información aparecen como causa de un profundo malestar en la juventud con efectos psíquicos o mentales, pero también sociales:

un poco te hace olvidar, un poco te hace borrar cosas. Es muy lógico que los algoritmos quieran hacer eso porque si olvidamos de dónde venimos no necesitamos saber hacia dónde vamos. No necesitamos disputar nada porque no hay raíz (Les Jóvenes, 2021).

Los “algoritmos” son presentados como aquella entidad del imaginario político que tiene una intención clara de despolitizar o fragmentar lo social. Por otro lado, cuando se habla específicamente de la dinámica social de internet, un joven dice: “Las redes son una mentira. Capaz subís una historia sonriendo y la gente piensa que estás feliz”. Estas tecnologías, aparecen así como única posibilidad de encuentro en contexto de ASPO a la vez que como promotoras del olvido y la falsedad. No es menor destacar que en estos fragmentos las figuras de las “redes” o los “algoritmos” son personificadas, es decir se les atribuye volición, agencia, deseos o características propias de seres animados. La prosopopeya como figura retórica, que presenta a las tecnologías como productoras de falsedades y enemigas de la juventud y la sociedad, es una estrategia discursiva que tiende a la abstracción de la contradestinación, es decir no es un discurso que suponga un enemigo individual y concreto.

Por otro lado, esta tendencia a la abstracción aparece frente a otras figuras adversarias que no refieren a la tecnología, pero sí están opuestas a la “naturaleza”. Por ejemplo, cuando un joven dice: “a la minería en Chubut le pone freno la comunidad, a la minería en Mendoza le pone freno la comunidad no el Estado”. Este fragmento además de presentar cierta tendencia a la contradestinación abstracta es particularmente elocuente para ver cómo al adversario se le opone un tipo de agente político: “la comunidad”. “Les Jóvenes”, como agrupación política, se va a presentar más cercana a colectivos de identificación como “la comunidad” que a otros marcados políticamente como partidos o el Estado. Encontramos una reiteración del motivo de la abstracción y la promoción del olvido llevado a un grado máximo en una entrevista en la que se declara que: “el capitalismo hace esto, nos quiere hacer olvidar de nuestros orígenes, de nuestro trabajo, de nuestra cultura, de nuestros saberes. Nos quiere borrar la memoria”.

También en la lógica de la contradestinación abstracta o metafórica, además de las redes y el capitalismo, aparece una figura de adversario que encarna la completa inversión de la identidad de los jóvenes desde la que se habla en este texto fílmico: “el adultocentrismo siempre está ahí como ‘bueno, a los jóvenes no les importa nada’ y es mentira, yo creo que nos importa todo demasiado”. El adultocentrismo aparece, así como un enemigo omnipresente y capilar que coarta la agencia política de los jóvenes. Otras menciones a esta figura como adjetivo o carácter, y no como sustantivo o agente, aparecen para caracterizar grandes entidades del imaginario político como la sociedad (“tenemos una sociedad muy adultocéntrica”) o la Argentina (“lo que pasa en la actualidad en la Argentina es que estamos sesgados por una mirada adultocéntrica en función a cómo comprendemos los deseos de las juventudes”).

Discusión

        Nos propusimos en este trabajo exponer un análisis sobre las estrategias enunciativas a partir de las cuales se construye la identidad de “los jóvenes” en la película ¿Qué queremos hacer?, a la cual consideramos un documental socio-militante y por lo tanto un discurso político atravesado por una dimensión adversarial y componentes descriptivos y programáticos.

La categoría de espacio biográfico nos permitió observar cómo en un conjunto de enunciados autorreferenciales se configuró también una identidad colectiva. A pesar de la diversidad de trayectos vitales de los jóvenes entrevistados, el documental remite con coherencia e insistencia a los exteriores como escena de la enunciación biográfica. Ese decir sobre el yo en el espacio compartido con otros funciona como punto común para la elaboración de la identidad que el documental disputa en torno a lo que significa la juventud y los modelos afectivos o actitudinales que se pueden esperar de ella.

En los últimos años se habla sobre la resistencia de las juventudes a involucrarse en la política tradicional en paralelo al ascenso de las fuerzas políticas libertarias, conservadoras o derechas alternativas que aparecen como rebeldes, novedosas y seductoras. Descreemos de que la juventud se haya girado a la derecha. En todo caso, los giros de lo social son complejos y exponen una nervadura de relaciones simbólicas y políticas intrincadas. La juventud es un signo político particularmente valioso en el sistema democrático, ocupa un rol central en nuestros imaginarios sociales, encarna una promesa de futuro y una responsabilidad con respecto al presente. El documental de Les Jóvenes surge en los mismos años en los que en el espectro político contrario empieza a gestarse la identidad de los libertarios y la reorganización de la derecha argentina postmacrista, en la que aparece la figura de Javier Milei. No puede negarse que en ambos polos del nuevo clivaje político que parece emerger en el país, la juventud tiene un lugar de enunciación y destinación central. En una dimensión preponderante, los discursos políticos son producidos por y para los jóvenes o, al menos, por esa entidad del imaginario social que no existe hasta su constitución por operaciones de producción simbólica de las que forma parte un conjunto de textos como el documental del cual trata este artículo. Este panorama deja abierta a investigaciones posteriores la pregunta por los devenires en disputa que puede asumir el significante joven en los lenguajes políticos de nuestra cultura visual.

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Filmografía

Les Jóvenes (2021). ¿Qué queremos hacer? [documental]. Argentina: Les Jóvenes.

Biografías

Nerina Filippelli

Licenciada en Comunicación Social (FCC-UNC). Becaria doctoral (CONICET) en el Doctorado en Comunicación Social. Lugar de trabajo en el IECET (Instituto de Estudios en Comunicación, Expresión y Tecnología). integra el equipo de investigación "Discursividades políticas y mediáticas contemporáneas: dominancias y resistencias" (FCC-UNC).

Pablo Daniel Sánchez Ceci

Licenciado en Comunicación Social (FCC/UNC). Becario doctoral cofinanciado (UNC/CONICET), con lugar de trabajo en el IECET (Instituto de Estudios en Comunicación, Expresión y Tecnología). Actualmente cursa el Doctorado en Semiótica (CEA). Integrante del equipo de investigación “Discursividades políticas y mediáticas contemporáneas: dominancias y resistencias”.


Cómo citar este artículo:

Filippelli, N. y Sánchez Ceci, P. D. (2024). Cine documental, espacio biográfico y discurso político: Una lectura de ¿Qué queremos hacer? de Les Jóvenes. AVANCES, 33. https://revistas.unc.edu.ar/index.php/avances/article/view/45509 


[1] Las itálicas en la desgrabación del documental son de lxs autorxs de este artículo en todos los fragmentos del corpus analizados.