Córdoba, julio de 2024

Editorial. Presentación del dossier Nº 33:

Hacia el fin de la excepcionalidad humana: miradas multidisciplinarias sobre la cuestión animal

El pensamiento occidental moderno se construyó sobre el presupuesto de la excepcionalidad humana. De acuerdo con las diversas narrativas fundantes de nuestra cultura, los humanos gozaríamos de características únicas que nos diferenciarían de los demás animales. Estas diferencias, además, nos colocarían en la cima de una jerarquía con consecuencias éticas y legales que legitimarían las más diversas formas de violencia y explotación de los animales no humanos. Sin embargo, estas ideas de excepcionalidad y superioridad humana han sido fuertemente cuestionadas durante los últimos 40 años.

Las críticas se iniciaron en el campo de la ética, a partir de la identificación del especismo como forma de discriminación injustificada e injusta, y se extendieron hacia otras áreas de estudio; entre ellas se destacan los avances de la etología, poniéndose así en cuestión lo que creíamos saber sobre las capacidades, necesidades e intereses de otras especies sintientes. Pero no solo la ética y la etología abordaron el problema del especismo. También otras disciplinas empezaron a cuestionar críticamente el lugar históricamente asignado a los no humanos dentro de sus postulados teóricos y sus prácticas. Esto ha redundado, por ejemplo, en teorías éticas que rechazan al especismo desde todo el espectro de las escuelas filosóficas, aportes del campo jurídico para la consideración de los animales como sujetos de derecho e investigaciones que dan cuenta de la posibilidad y beneficios para la salud humana y el ambiente de las dietas sin productos de origen animal.

Es esta línea de cuestionamientos al especismo la que guía este dossier constituido como un espacio multidisciplinario que reúne trabajos de investigadores e investigadoras que analizan la situación de los animales no humanos y las relaciones que mantenemos con ellos. Así, desde el campo de la ética y la filosofía, Sherry F. Colb y Michael C. Dorf abordan el problema de la no identidad en el contexto de la cría de animales para consumo humano por medio de la respuesta al argumento “si no los comiéramos, no existiríamos”.  

Micaela Anzoátegui busca esclarecer cómo la denominada “segunda herida narcisista” infringida por Darwin a la humanidad opera en el intento de hacer coincidir biología y antropocentrismo en el siglo XX, aun a costa del posicionamiento antiespecista expresado por el padre de la biología en diversos escritos.

El artículo de Gonzalo Perez Pejcic plantea la necesidad de un urbanismo crítico, interseccional y no antropocéntrico, partiendo de los cuestionamientos que recibe el modelo tradicional de habitante urbano por parte de las teorías de la discapacidad.

Desde una perspectiva antiespecista y poshumana, Anahí Gabriela González y María Belén Ballardo argumentan que el transfeminismo no puede consistir en una ampliación del proyecto humanista que conserve intactas sus estructuras de exclusión y privilegios. En cambio, proponen un transfeminismo antiespecista latinoamericano a través del cual establecer alianzas políticas que habiliten proyectar otras formas de vida, deseos y modos de habitar el mundo.

A partir de una metodología filosófica naturalista, Gabriel Corda y Fernando Marte exploran la evidencia sobre la capacidad de algunas especies de animales de sufrir estrés postraumático y de poseer memoria episódica. El objetivo de su trabajo es argumentar que dichas capacidades se han usado tradicionalmente en filosofía para atribuir personalidad a los humanos y que, por tanto, correspondería lo mismo en el caso animal.

En la misma línea de trabajos que buscan evaluar evidencia sobre capacidades de los animales y sus implicancias en el campo de la moral, se encuentra el de María Ayelén Sanchez y Juana Regues. Las autoras reconstruyen el concepto de “práctica” desarrollado por Rawls, para mostrar que ciertas características normativas del juego social habilitan a extender la noción de práctica más allá de nuestra propia especie.

Este dossier también incluye trabajos de campo. Así, en un estudio de corte empírico, Mariana Moll, Rocío Fernández, María Isabel Morales y Patricia Mariel Sorribas analizan si los niveles de empatía, la disposición a comportarse de manera abusiva contra otros animales y la conducta efectiva de abuso animal se relacionan con el contexto de formación preprofesional, el género autopercibido y la tenencia actual y/o previa de animales de compañía en estudiantes avanzados de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina.

Desde un enfoque sociológico fenomenológico-interpretativo, Víctor M. Rodríguez Cáceres profundiza en los discursos y significados que emanan de la experiencia cotidiana de los activistas veganos chilenos y en sus experiencias como activistas por la liberación animal.

Y con un trabajo de campo realizado en Argentina, Anahí Méndez indaga las percepciones e imaginarios de activistas de tres organizaciones animalistas antiespecistas con relación a su interpretación de la relación entre ambiente y sociedad, el concepto de especismo y el animalismo.

Finalmente, también se incluye un trabajo que relaciona el arte con la explotación animal. Se trata de la contribución de Denisse Alexandra Zamorano Enríquez que aborda el potencial político de las fotografías y los audiovisuales del “horror”, o con un fuerte contenido de dolor y sufrimiento animal, difundidas en internet por organizaciones e individuos interesados/as en promover los veganismos. Su trabajo utiliza los conceptos y reflexiones de Didi-Huberman, Rancière y Sontag para brindarnos una herramienta de comprensión teórica-estética sobre estas prácticas activistas.

A modo de cierre, queremos destacar el esfuerzo que representa para investigadores e investigadoras, así como para el equipo editorial, llevar adelante un trabajo como este. En primer lugar, porque la cuestión animal es de reciente surgimiento y muchos de los temas presentados supusieron un gran desafío para encontrar evaluadores capacitados. En segundo lugar, coordinar y publicar un dossier en materia animal implica trabajar en un área que aún no se ha ganado legitimidad. Quienes hacemos investigación sobre la violencia humana contra los animales lo hacemos bajo miradas prejuiciosas. Muchos colegas han asumido hace tiempo como inaceptables otras formas de violencia —incluyendo la violencia contra el ambiente—, pero no logran aceptar que los animales no humanos también necesitan nuestra atención. Por último, y no menos importante, este dossier se publica durante un cambio de era en el país que nos retrotrae a otros momentos oscuros en que la investigación científica fue atacada y desfinanciada. No podemos dejar de mencionar, con gran pesar y tristeza, que algunos trabajos fueron realizados por brillantes jóvenes investigadoras e investigadores que ven limitados, injusta e innecesariamente, sus posibilidades académicas.

Agradecemos a todas las autoras y autores por sus valiosas contribuciones y al equipo editorial de Astrolabio – Nueva Época por su apoyo a lo largo de todo el proceso de edición. Invitamos a las lectoras y los lectores a recorrer sus páginas, esperando que el análisis y las reflexiones aquí volcadas enriquezcan sus saberes en torno a la temática de la cuestión animal.

Silvina Pezzetta y María Marta Andreatta