Melodrama y escándalo de madre. Relatos biográficos sobre celebridades en el periodismo de espectáculos y chimentos
Mother's Melodrama and Scandal. Biographical Stories about Celebrities in Entertainment Journalism
Marina Sanchez de Bustamante
https://orcid.org/0000-0001-8743-8918
Universidad de Buenos Aires,
Instituto de Investigaciones Gino Germani
marina.sdb@gmail.com
Fecha de envío: 10 de marzo de 2024. Fecha de dictamen: 18 de octubre de 2024. Fecha de aceptación: 4 de noviembre de 2024.
Resumen
Desde variadas historias sobre la vida íntima de mujeres famosas, el periodismo de espectáculos y chimentos compone valoraciones y juicios acerca de emociones y comportamientos que alimentan las atribuciones culturales sobre la maternidad.
Este artículo identifica dos matrices culturales implicadas en la narrativa periodística de espectáculos y chimentos —el melodrama y el escándalo—, y analiza su articulación en la producción biográfica sobre madres famosas que prolifera en revistas, programas televisivos y plataformas dedicadas a las noticias sobre celebridades. Enmarcado en la tradición crítica del discurso, el trabajo indaga la puesta en escena de melodramas y escándalos en la construcción periodística de seis historias vinculadas a la maternidad de famosas argentinas.
A partir del análisis de diferentes fuentes que enhebraron esas historias, se observa una retórica moral expresada por la alternancia complementaria entre relatos de infortunios y de transgresiones maternas.
Abstract
From multiple stories about the intimate lives of female celebrities, entertainment journalism constructs evaluations and judgments about emotions and behaviors that fuel cultural perceptions about motherhood.
This article identifies two cultural frameworks involved in the journalistic narrative of entertainment and celebrity coverage —melodrama and scandal—, and analyzes their articulation in the biographical production about famous mothers that proliferates in magazines, TV shows, and platforms dedicated to celebrity news. Embedded in the tradition of discourse criticism, the work investigates the staging of melodramas and scandals in the journalistic construction of six stories linked to motherhood involving different famous Argentine women.
From the analysis of different sources that threaded those stories, a moral rhetoric is observed, expressed by the complementary alternation between tales of misfortunes and maternal transgressions.
Palabras clave: espacio biográfico; madres célebres; melodrama; escándalo; periodismo.
Keywords: biographical space; celebrity mothers; melodrama; scandal; journalism.
Introducción
Entre los diferentes repertorios de las industrias culturales y creativas argentinas que forman parte del discurso social sobre la maternidad, las narrativas sobre madres famosas constituyen una retórica consolidada (Sanchez de Bustamante, 2022). Tales narrativas, que identifico como repertorio espectacular, son fruto del periodismo que ofrece noticias e imágenes sobre la maternidad de trabajadoras de la industria del entretenimiento y el espectáculo (actrices, conductoras, cantantes, modelos, bailarinas), y de otras madres que por variadas circunstancias cuentan con notoriedad mediática.
La producción de relatos que alimenta este repertorio se sitúa, principalmente, en productos informativos que divulgan aspectos íntimos de figuras públicas: las revistas, los programas televisivos y plataformas digitales de espectáculos, entretenimiento, actualidad y chimentos. La labor que desarrollan esos espacios especializados se centra en producir noticias sobre amistades, enemistades, romances, desengaños y dinámicas familiares de personas conocidas públicamente. De allí que los tópicos del periodismo de espectáculos y chimentos ofrecen anclajes de época y debates sobre modos de comprensión colectiva respecto de las relaciones afectivas y eróticas, los roles, las prácticas y las identidades de género, las formas de constitución familiar y de las parentalidades (Alvarado y Sanchez de Bustamante, 2016; Justo von Lurzer, 2017; Sanchez de Bustamante, 2019; Rubín y Aráoz, 2023).
La proliferación de historias sobre maternidades de figuras célebres convive con otras narrativas en las que se expresan tensiones, negociaciones y redefiniciones sobre el ideal de la maternidad, lo que en años recientes se ha vuelto un objeto problematizado en variopintas representaciones de las industrias culturales y creativas locales (Giallorenzi, 2016; Palomar Verea y Contreras Tinoco, 2021; Sanchez de Bustamante, 2023a). Esa discusión simbólica emergió en Argentina en una coyuntura de deliberaciones acerca de identidades consideradas inalterables en otras épocas (Semán, 2015), cuyo alcance implicó una nueva escena de derechos relativos a familia, reproducción, sexualidad y género, a partir de progresivos debates, promulgación de leyes e implementación de políticas públicas en esas materias (Jones y Hiller, 2015; Tabbush, Díaz, Trebisacce y Keller, 2016).
Al igual que los textos que ampliaron las representaciones de la maternidad en la producción comunicacional y cultural argentina desde finales de los años 2000, los relatos del repertorio espectacular se ubican en el flexible “espacio biográfico” postulado por Arfuch (2007), en tanto el rasgo común que los reúne es la remisión a lo testimonial. Sin embargo, las biografías periodísticas sobre madres famosas operan con modulaciones simbólicas más ambivalentes: en gran parte reproducen y profundizan normativas de un ideal materno idealizado y conservador, aunque también ofrecen modelos y experiencias que implican su erosión (Sanchez de Bustamante, 2017).
Este trabajo propone dar cuenta de la articulación de los relatos periodísticos sobre madres famosas con dos matrices culturales de largo alcance: el melodrama y el escándalo. A partir de esa identificación, se analizan las tematizaciones y líneas retóricas que —apelando a dimensiones y rasgos de aquellas dos matrices— constituyen un enfoque moralizante sobre la maternidad.
El artículo se organiza en las siguientes secciones: en la primera, se recuperan y relacionan propuestas conceptuales ligadas a lo célebre y lo biográfico; en la segunda, se especifican criterios metodológicos; luego, se avanza en la articulación entre melodrama y escándalo con los relatos biográficos de chimentos y espectáculos; y posteriormente se traza un recorrido analítico por las historias seleccionadas reunidas en dos tipologías propias: el melodrama chimentero de madre y el escándalo chimentero de madre. El apartado de cierre presenta algunas reflexiones sobre el enfoque construido en la biografización periodística de chimentos y espectáculos.
Cultura de la celebridad, espacio biográfico y maternidad
Al identificar los relatos periodísticos sobre las madres famosas como un repertorio anclado en lo espectacular, se considera la caracterización de Debord (2007) sobre la ubicuidad de la industria del entretenimiento como instituyente de una “sociedad del espectáculo” en la que las imágenes adquieren la función de relación social. Ello implica la persistencia de un régimen de imágenes y relatos que compone una manera de presentar la realidad en el espacio público. En la sociedad de masas, lo público —ámbito de luchas por la hegemonía político-cultural— es modalizado desde los códigos y las gramáticas de la comunicación audiovisual (Caletti, 2007). Allí el espectáculo opera, en palabras de Martín Barbero (1995: 185), como “una forma de devolverle la magia a la experiencia cotidiana de la gente”.
Una de las poéticas de la sociedad del espectáculo es un relato integrador, en base a la condición de la notoriedad pública, que constituye el universo de las celebridades. El fenómeno, producido con la expansión de la prensa dirigida a los públicos masivos, con la industria cinematográfica y ampliamente extendido con la televisión, se ha identificado con diferentes nominaciones: star system o stardom (Alberoni, 2006; deCordova, 2007), celebrity system (Marshall, 1997) o sistema de famosos (Mazzaferro, 2018).
Este tipo de relato privilegiado en la cultura mediática, que construye historias sobre aspectos de la vida profesional e íntima de figuras que alcanzan la fama por su ingreso en los textos que esa cultura produce, fue migrando a otras dimensiones del orden sociocultural. Tal avance de la fama como elemento clave de prestigio social ha sido leído como un proceso de deterioro y degradación de la política y lo social. Se señala que los géneros, formatos y lenguajes de la producción del espectáculo —promovidos por la hegemonía televisiva— alientan la relación con lo afectivo y someten a las audiencias a una trivialización y banalización de la vida pública y política al trasladar al sistema de jerarquías políticas regulaciones que son propias del star system audiovisual (Sarlo, 1997).
A la luz de otras miradas, el alcance de la cultura de la celebridad puede enmarcarse como un devenir del largo itinerario de construcción narrativa de la intimidad, en tanto dimensión subjetiva albergada en el afianzamiento del capitalismo y el mundo burgués, vuelta una retórica dominante. En palabras de Arfuch (2007: 17): “la notable expansión de lo biográfico y su deslizamiento creciente hacia los ámbitos de la intimidad hacen pensar en un fenómeno que excede la simple proliferación de formas disímiles, los usos funcionales o la búsqueda de estrategias de mercado, para expresar una tonalidad particular de la subjetividad contemporánea”.
La observación de Arfuch, que llevó a su teorización sobre el espacio biográfico, habilita a ubicar las narrativas del espectáculo en una articulación de la cultura que excede la idea de una lineal voracidad mediática. Como herencia del extenso proceso de constitución de las formas con que se desplegaron relatos acerca del mundo común, las narrativas de vidas vinculadas a la fama se sitúan en una trama más amplia de configuración simbólica del orden social. Tal trama, en la que el valor de lo biográfico cobró un vasto protagonismo como carácter del discurso social, derivó en una permanente ampliación de sus registros, delineándose como una de las maneras de circulación dialógica e intertextual con que se modelizan roles, relaciones, cuerpos, emociones y prácticas legitimadas y/o invalidadas. Por ello, el espacio biográfico es entendido como “confluencia de múltiples formas, géneros y horizontes de expectativa” (Arfuch, 2007: 49), pero referido no en tanto un macro-género “que albergaría simplemente una colección de formas más o menos reguladas y establecidas, sino más bien, como un escenario móvil de manifestación —y de irrupción— de motivos, quizá inesperados” (Arfuch, 2007: 60).
Desde estos aportes, puede interpretarse que el espectáculo de la sociedad de masas se integró a los procesos de contienda simbólica del espacio público con la recuperación de formas culturales como la fama, el entretenimiento y lo biográfico. Indagar la producción de noticias y el tejido de historias sobre las experiencias de figuras célebres es una puerta de entrada al análisis de los imaginarios, valores morales, discusiones, demandas y transformaciones sociales que se procesan en esos relatos atractivos para las audiencias (Justo von Lurzer, 2017).
Justamente, la abundancia de relatos periodísticos sobre madres célebres ha sido observada con gran interés por investigadoras anglosajonas que ponen en diálogo los estudios sobre medios masivos, género y cuerpo. Allí se ha afirmado que estos materiales promocionan estándares y exigencias inalcanzables para las madres comunes (Douglas y Michaels, 2004), que construyen nuevas normativas sobre el cuerpo materno (Tyler, 2011; Littler, 2013; O'Brien Hallstein, 2015), que inciden en una profundización de la cultura del consumo (McRobbie, 2006) y que las audiencias buscan adecuarse a pero también debaten los modelos de feminidad que propagan, poniendo en valor sus propias prácticas (Podniek, 2009; Nash, 2015). Abonando este campo de estudios sociales, aquí se busca situar las biografías periodísticas de madres famosas en el marco de matrices nodales en la composición de relatos de alcance popular, y observar a través de ellas cómo la fama, constituida en la imbricación entre lo íntimo y lo público, se vuelve una dimensión productiva de definiciones sobre la maternidad.
Metodología
Para este artículo se seleccionaron materiales que componen narrativas biográficas de seis madres famosas. El recorte partió de un corpus más amplio, construido para el estudio de distintos repertorios sobre la maternidad en la cultura de masas argentina durante el período 2007-2018 (Sanchez de Bustamante, 2023b).
El estudio buscó comprender la convivencia y la disputa entre distintos regímenes de representación de la maternidad, entre ellos los relatos periodísticos sobre las madres famosas que fueron categorizados como repertorio espectacular. Se determinó el inicio de la periodización en 2007 al identificarse allí la emergencia en las industrias culturales y creativas de un enfoque que tensionaba y se distanciaba del modelo materno idealizado difundido históricamente en los productos culturales. El criterio de cierre en 2018 consideró que la discusión parlamentaria sobre la legalización del aborto, lograda por primera vez ese año en Argentina, conllevó una bisagra para la problematización pública de la maternidad que requería un análisis de sus implicancias en mediatizaciones posteriores a ese momento.
Para la construcción del corpus del repertorio espectacular de aquel estudio se revisaron los ejemplares de revistas de actualidad espectáculos y chimentos disponibles en hemerotecas públicas (Caras, Gente, Hola, Paparazzi, Pronto y Semanario) y se analizaron 55 notas periodísticas sobre madres famosas; además se incluyeron en ese análisis 46 notas y 32 entrevistas audiovisuales de plataformas digitales.
En este artículo, el análisis remite a una porción de esos materiales acotada a seis casos, selección basada en que su desarrollo intertextual es suficiente para evidenciar las modalidades temáticas y retóricas con las que estos relatos constituyen operaciones de sentidos moralizantes sobre la maternidad.
El arribo a esas operaciones de sentido implicó identificar regularidades del repertorio espectacular, al reconstruir la correlación entre los objetos, los tipos de enunciación, las temáticas y los conceptos entramados en esa formación discursiva (Foucault, 1979). Entre esas regularidades se registraron, como adelanté, dos matrices narrativas incorporadas al periodismo de masas desde su origen, pero con antecedentes históricos previos —el melodrama y el escándalo—, en las que se hallaron y abordaron dos tematizaciones recurrentes: las adversidades en la salud y la indecencia sexual.
El análisis, de carácter cualitativo, se realizó con la perspectiva del análisis cultural desde la tradición crítica del discurso (Hall, 1981; Thompson, 1991), tomando a la vez los aportes de la crítica cultural feminista que asume tanto la necesidad de desarmar los entramados discursivos que anudan signos, representaciones e intereses en torno al género, como así también interrogar sus diferencias analizando cómo se alternan y solapan subjetividades de género, siempre variadas, variables y contradictorias (Richard, 2009). Asimismo, la elaboración se enmarcó en el paradigma abductivo (Ginzburg, 1989; Ford, 1994), un andamiaje productivo para la formulación de hipótesis y la lectura conjetural. Desde este encuadre, la articulación interpretativa plasmada en este artículo conllevó un acercamiento a los materiales cuyo procedimiento analítico de zigzagueo entre elementos temáticos, retóricos y enunciativos permitió observar las modalidades de composición de líneas retóricas complementarias entre sí y argumentar sobre encadenamientos semánticos contemporáneos de la figuración de buenas y malas subjetividades maternas a través de narrativas biográficas de espectáculos y chimentos.
Matrices narrativas de chimentos y espectáculos
Como convención estilística de la cultura de masas, desde fines del siglo XIX el melodrama es considerado una matriz narrativa (Cruces, 2008) en cuyas historias —difundidas primero en el teatro y el folletín, y luego en el cine, el radioteatro, la música y la telenovela— circula una retórica asentada en varias dimensiones: sufrimiento, sacrificio, fatalismo, traición, maniqueísmo, exacerbamiento de las emociones, virtud y debilidad moral. En el enfoque de la vida íntima y profesional de las figuras famosas, el periodismo de espectáculos y chimentos reactualiza las lógicas vinculadas a la matriz melodramática pivoteando en algunas de esas dimensiones que conforman una estética del asombro ordenada por el homenaje de la virtud (Brooks, 1976).
Para Martín Barbero (1987: 135), la persistencia del melodrama —institucionalizado como espectáculo popular en la escena teatral europea del siglo XVIII— se asentó al operar como mediación entre la memoria narrativa popular y las industrias culturales: “lo masivo se ha gestado lentamente desde lo popular”. La modalidad latinoamericana del melodrama en las industrias culturales se alimentó de una narrativa ligada históricamente a los grupos subalternos en sus prácticas y estéticas de enunciación, puestas en escena en las ferias, los relatos orales y la literatura popular (Martín Barbero, 2002).
El formato más representativo del melodrama en América Latina, con un alcance no solo regional sino mundial, sedimentó en la telenovela. Este producto, centrado en las pasiones y los afectos, “se ha hecho cargo de los sueños, las fantasías, las emociones de grandes sectores de la población” (Mazziotti, 2006: 21), a través de historias repletas de desgracias y obstáculos cuyos protagonistas deben vencer para alcanzar la felicidad. Su gran antecedente en Latinoamérica fue el melodrama cinematográfico, pensado por la industria para públicos femeninos, eficaz en sus funciones pedagógico-morales de clase y género (Monsiváis, 2006).
Un motivo reiterado de la cobertura periodística y la producción informativa sobre madres de la farándula es el de las adversidades de la salud, sucesos a partir de los cuales las madres famosas son postuladas como heroínas que —pese a profundos padecimientos— exhiben la capacidad de superar o sobreponerse a lo acontecido al apoyarse en creencias religiosas. En la figuración de historias sobre dificultades en la salud, las famosas serán exhibidas derrotadas ante los infortunios, tenaces —y creyentes— para atravesar las desdichas, felices al alcanzar sus anhelos o resilientes al elaborar situaciones irremediables.
En muchas de estas biografías cinceladas por la producción periodística de chimentos, se cuela un valor informativo insoslayable: el escándalo. En sus antecedentes, la matriz narrativa del escándalo se ubica en un esquema de noticiabilidad organizado según la fórmula de la prensa sensacionalista anglosajona del siglo XIX —sex, scandal, sport— (Díaz Nosty, 2016), adoptada paulatinamente por medios gráficos de tradición ilustrada que incorporaron sus enfoques para captar la atención de los públicos (Aráoz Ortiz, 2016). Otras reconstrucciones señalan que el propio surgimiento del periodismo político moderno se fundó tanto en la apelación al escándalo y el cotilleo como en la pretensión de sujetarse a la verdad (Hartley, 2008), o ubican la circulación del libelo como un recurso anterior al periodismo de masas, usado para desacreditar a representantes de la monarquía, la nobleza, la aristocracia y la iglesia (Sarlo, 2018). Pero aun considerando que han existido formas sociales históricas de castigo a través de la divulgación de datos, el escándalo maduró como concepto social y género discursivo a partir del desarrollo de la industria periodística y de la alfabetización, y una vez institucionalizado fue expandiéndose según las tecnologías de la comunicación existentes (Lull y Hinerman, 2000).
Respecto de sus funciones sociales, Hammarlin (2019) considera que el escándalo mediático es, ante todo, un fenómeno cultural que el público utiliza para debatir y negociar actos transgresores, normas y valores sociales en una forma simbólica y ritual. Es decir, las narrativas del escándalo operan como recurso para la discusión pública de reglas vigentes, en la que además de delimitarse lo bueno y lo malo emergen tensiones y flexibilidades, juicios absolutos y relativizaciones, en función de las transgresiones sociales que se presentan y el contexto en el que se enuncian. Y si bien la producción periodística de escándalos mediáticos no se limita al mundo de las celebridades, Lull y Hinerman (2000) identifican el “escándalo de estrella”, producido cuando el comportamiento privado de una personalidad del espectáculo es revelado por los medios de comunicación a partir del traspaso de alguna norma social.
En torno a la producción informativa de chimentos, Sarlo (2018) diferencia las noticias escandalosas y las referidas a madres famosas, aunque asegura que ambas se sostienen en torno a la exageración como figura retórica principal de los relatos. Hipérbole del conflicto moral, el primero, y del amor y la felicidad el segundo. Por un lado, sitúa el escándalo de chimentos como una invectiva, es decir como una estrategia de producción informativa de un periodismo “fácil de hacer” en tanto las propias figuras famosas —para alcanzar notoriedad pública— se prestan deliberadamente al enfoque escandaloso al develar actos que las involucran. El dramatismo trivial, el voyeurismo y la duración fugaz son las condiciones formales que identifica para un género que, entiende, provee magia a la cotidianidad mediante la serialización narrativa de la vulgaridad. Por otro lado, Sarlo vislumbra una oda cursi cuya retórica, en contraposición al escándalo que se mide por las normativas que transgrede, se valora por las leyes naturales que confirma. La representación chimentera de la maternidad mediática, señala, “evita las transgresiones precisamente porque es una canción a la alegría, a la plenitud y a la norma” (Sarlo, 2018: 135).
Aunque las matrices narrativas del melodrama y el escándalo provienen de tradiciones diferentes, la elaboración de relatos periodísticos de chimentos y espectáculos incluye, de acuerdo al caso, lógicas de ambas herencias. Por eso, los escándalos chimenteros se desarrollan con elementos del melodrama; y los melodramas chimenteros, cuando los hechos exhiben desvíos morales, incorporan un encuadre condenatorio sobre las conductas consideradas objetables.
Melodramas chimenteros de madre
Al igual que el cine, los relatos periodísticos presentan habitualmente melodramas de madre. Este subgénero melodramático constituyó una línea canónica centrada en la construcción de la identidad de las mujeres en torno a la maternidad, anclando el vínculo en los padecimientos y el sacrificio (Mazziotti, 2002). El núcleo del melodrama chimentero de madre es un inconveniente relacionado con la salud, un motivo habitual de las historias melodramáticas en tanto su incorporación es altamente funcional para cultivar la exageración y despertar piedad (Mazziotti, 2006).
Los melodramas chimenteros que cruzan maternidad e infortunios de la salud se producen a partir de diferentes tipos de eventos, como pérdidas de embarazos y/o problemas de fertilidad. En estos casos, el relato se va conformando en torno a aquellas figuras que desean ser madres, pero atraviesan situaciones personales que dilatan la consecución del anhelo. Las historias van hilándose según los vericuetos de cada caso, en un seguimiento que generalmente se inicia con la producción informativa de una o varias desdichas y que luego incorpora itinerarios biográficos centrados en vivencias, emociones y modos con que las famosas llegan a ser madres. Otros hechos que producen historias en este cruce son situaciones de enfermedad de gravedad y/o muerte infantil. Ante ello, los relatos se concentran en el padecimiento, orientándose a estimular la identificación y la compasión de los públicos.
Pérdidas de gestación y anhelos de maternidad. En los relatos sobre infortunios y/o dificultades de las famosas para llegar a ser madres, el periodismo de chimentos apela en muchas ocasiones a un universo de sentidos específico: el religioso. La fuerza emotiva de las tramas narrativas emerge en la fe y en lo milagroso, en las referencias de entrega devota y de esperanzas en lo divino, un conjunto de recursos destacados para explicar parte de los modos con que las famosas se recuperan de la tristeza ante las interrupciones de sus embarazos, y para advertir cómo tuercen el destino incierto hasta confirmar un nuevo embarazo y el nacimiento de un/a hijo/a. Este marco discursivo puede convivir con la producción periodística de otros datos, vinculados a la utilización de la medicina reproductiva. No obstante, el énfasis de la retórica en lo emocional y la propensión a soslayar lo causal a favor de la intercesión de lo divino, a modo de deus ex machina, posibilita situar los melodramas chimenteros de infortunios y enfermedad como retóricas de predicación y devoción de la maternidad en clave religiosa.
Así ocurrió con el caso de María Fernanda Callejón. En 2011, la revista Gente la entrevistó dos semanas después de que perdiera un embarazo. “La actriz se recupera de la pérdida de su embarazo y cuenta en detalle su sufrimiento y su dura lucha por reponerse de semejante dolor”, destacó el artículo titulado con la declaración textual “No voy a parar hasta ser mamá” (Gente, 2011a). El acontecimiento fue configurado como un hecho devastador, a través de expresiones que se orientaban hacia esa significación: “afronta el duro momento que le toca vivir con entereza de mujer”, “confiesa con el corazón en la mano y las heridas abiertas que anhela recomenzar”.
En 2014, Callejón volvió a ser tema de anuncios y entrevistas cuando, en ciclos televisivos de entretenimiento y chimentos, contó que tenía un diagnóstico de trombofilia adquirida —lo que requería medicación para no perder embarazos— y que, con 47 años, realizaba un tratamiento de fertilización asistida (Primicias Ya, 2014; AM Antes del Mediodía, 2014). Desde ese momento de búsqueda de embarazo hasta el nacimiento de la hija que finalmente tuvo la actriz, la revista Caras narró la historia materna de Callejón en clave religiosa. La trama se desarrolló con tres producciones periodísticas que incluyeron, en dos ocasiones, el traslado de la actriz y su pareja a lugares turísticos internacionales: la luna de miel de Callejón y su marido en Brasil, el anuncio de embarazo en Aruba y el nacimiento de la hija en Buenos Aires.
En la primera nota (Caras, 2014), la revista relató que la actriz era devota de la diosa orishá Yemanyá y fotografió a Callejón y su marido realizando un ritual de ofrendas en una playa. El artículo detalló que, durante el tributo, Callejón suplicaba “Traeme a mi bebé, traeme a mi bebé” a una estatuilla que dejó a la deriva en el mar. La crónica del hecho fue ilustrada con imágenes tomadas desde el agua, frente a la orilla, en una composición en que se ve a la actriz y su esposo sumergidos en el mar frente a una estatuilla que flota rodeada de flores. En una de las fotografías, Callejón junta las manos en posición de rezo y mira fijamente la figura yoruba:
Caras, Nº 1.688 (13 de mayo de 2014)
Los artículos posteriores —asignados como nota de tapa— volvieron sobre la mediación divina para torcer el infortunio. En la entrevista que anunció la gestación (Caras, 2015a), Callejón recordó:
“Le habíamos formulado un pedido casi desesperado a la virgen de Yemanyá, no soy bahiana pero era un ritual que me impactó mucho la primera vez que fui a Brasil. Es como la Pachamama nuestra, la Virgen de la Abundancia y la Fertilidad, y si bien soy muy creyente y católica, cuando uno pasa por todas estas situaciones que transité, adversidades relacionadas con el deseo de ser madre, pone la fe en Dios por sobre todas las cosas pero también acude a todo lo que sea bendición para lo que uno desea y añora. El año pasado le hice un pedido especial a las mamás, porque le pedí a todas las Vírgenes, era el Año de las Madres, por eso a raíz de esa ofrenda que realicé en la isla de CARAS, después me acerqué a través de una amiga a la Virgen de Guadalupe. Con otra amiga fuimos a hacer un retiro espiritual a la Virgen del Milagro, en Salta, y con Ricky escribimos las intenciones. También soy devota de San Ramón Nonato. Básicamente me acerqué a las mamás, porque me parece que ser madre es un acto de amor impresionante”.
El plano visual alimentó la línea retórica sobre el estrecho vínculo entre el homenaje a las deidades y su retribución a la fe ofrendada. Además de la imagen del pedido a Yemanyá, el anuncio de embarazo incluyó fotografías de Callejón ya gestante en una capilla, llorando y rezando ante una virgen.
Caras Nº 1.735 (8 de abril de 2015)
Finalmente, el tributo a Yemanyá también se incorporó en la nota dedicada al nacimiento, entrevista presentada como “un inspirador testimonio de fe, lucha y agradecimiento” en la que el relato periodístico sobre el itinerario reproductivo se identificó como “la crónica del milagro” (Caras, 2015b). Al igual que en los artículos anteriores, se compuso el desarrollo narrativo de la historia aludiendo a pérdidas gestacionales, al diagnóstico de salud adverso, se mencionó el tratamiento médico y se destacó la recurrencia a la fe y los ruegos a las deidades para lograr lo añorado:
“A fines de abril de 2014, en la Isla de CARAS, Angra dos Reis, Brasil, Callejón suplicó: «¡Traeme a mi bebé, traeme a mi bebé!». Se lo imploraba a la imagen de Yemanyá, Diosa de la Fertilidad. Mientras la estatuilla sagrada se adentraba en el mar en una pequeña barcaza junto a las ofrendas, Fer decía: «Después de la luna de miel en este paraíso, volvemos a Buenos Aires con un hermoso sueño cumplido y con la certeza de que nuestro deseo de tener un hijo pronto se realizará»”.
En la nota sobre el nacimiento, el plano visual también articuló la composición temática con la mediación religiosa. En la misma página con una fotografía del tributo a Yemanyá, se integró otra imagen de mayor tamaño que reforzó el valor de la intervención de las deidades: apoyados sobre la cajonera de una cuna, dos objetos acompañan a Callejón, quien sostiene en brazos a su hija. Son las estatuillas de Yemanyá y de la virgen de Luján. Sobre esa fotografía de gran dimensión, un destacado alude nuevamente al rito de 2014: “En 2014, en la Isla de CARAS, Callejón le suplicó un bebé a Yemanyá, la Diosa de la Fertilidad, tras perder tres embarazos. Un año y cuatro meses después, agradece su maternidad además a la Virgen de Luján”.
Caras Nº 1.755 (25 de agosto de 2015)
De esta forma, con la continuidad temporal del motivo religioso, se configuró una cadena semántica con distintos significantes que reforzaron la articulación entre las referencias escritas y las icónicas: fe, vírgenes, ofrendas, concesión. Es decir, el trayecto reproductivo de la actriz fue relatado por Caras como un acontecimiento de orden milagroso, otorgando validez y valor a creencias y acciones de tributo a deidades para encauzar y alcanzar el anhelo de ser madre. Así, en la historia materna de Callejón, se ofreció un discurso en el que la maternidad fue configurada como un evento de alcance místico en el que la adversidad se resolvió por la voluntad divina.
Otro melodrama chimentero de madre sobre pérdida gestacional e intervención divina fue el de la actriz Eugenia Tobal. En este caso, la historia construida por diferentes espacios especializados se conformó con dos capítulos diferentes: una primera parte se inició con un romance en ascenso que devino en escándalo cuando Tobal perdió un embarazo y se separó envuelta en rumores de un engaño marital; y una segunda parte sobre su añoranza de ser madre en el que el co-protagonista fue el papa Francisco.
El primer capítulo de la historia se constituyó por un conjunto de hechos sucedidos en 2011: tras un breve noviazgo con el actor Nicolás Cabré en el verano, los medios informaron casamiento en otoño, embarazo en invierno, pérdida gestacional en primavera y divorcio el siguiente en verano. En ese trayecto, las portadas de revistas afirmaron que la pareja vivía “un romance único” (Paparazzi, 2011a), publicaron imágenes no autorizadas de la boda (Paparazzi, 2011b), anunciaron el embarazo de seis semanas (Pronto, 2011a), informaron sobre la separación conyugal tras la pérdida de gestación (Pronto, 2011b), ofrecieron fotografías furtivas de la actriz “demacrada”, “con seis kilos menos”, “en una gran depresión”, revelando rumores de infidelidad de su esposo con la actriz Eugenia China Suárez (Gente, 2012a), y coronaron la historia como “la guerra Cabré-Tobal”, develando detalles de un “divorcio millonario” e imágenes de Cabré y Suárez besándose de “festejo en México” (Paparazzi, 2012). De esta forma, “el drama de Eugenia Tobal” fue un relato enrevesado que incluyó amor romántico, aborto involuntario, adulterio, separación y divorcio. Con la lógica maniquea melodramática, de diferenciación entre el bien y el mal, Tobal fue la heroína malherida en su ilusión, Cabré un Don Juan incurable y la China Suárez una desalmada villana rompe-hogares.
Tiempo después, en 2015, el caso Tobal volvió a escena, pero el enfoque reposó en el deseo de ser madre de la actriz cuando, a los 39 años, declaró en un programa de entretenimiento que consideraba la opción de ser madre soltera electivamente (El Trece, 2014). Los dichos fueron replicados en revistas y sitios de internet de chimentos que aseguraron que Tobal había realizado un resguardo de ovocitos mediante la técnica de vitrificación (Primicias Ya, 2015). El momento cúlmine de hipérbole emotiva llegó con la difusión de un encuentro de Tobal con el papa Francisco en la plaza de San Pedro. El ciclo televisivo AM exhibió un registro audiovisual en el que, según los subtítulos agregados, la actriz le expresó llorando al pontífice que lo único que le faltaba para ser feliz era ser madre, y este apoyó su frente en la de ella (Telefé, 2015). Años más tarde, el melodrama de Tobal volvió al periodismo de chimentos: el nacimiento de su hija Ema permitió rememorar la pérdida gestacional de 2011, que se caracterizó como un “duelo en medio de una dolorosa separación”. Pero, además, el cierre de la historia compuso un enlace causal entre el encuentro de Tobal con el papa y su maternidad: “A cuatro años de su conmovedor pedido al papa Francisco, nació Ema”, se afirmó en una portada (Pronto, 2018), enfoque que, como en el caso Callejón, deslizó que la maternidad de Tobal fue una concesión o un milagro divino, fruto de la mediación papal.
En la construcción de estas y otras biografías maternas chimenteras[1], en las que la superación del infortunio y las dificultades concomitantes se resuelven con mediaciones beatíficas, resuena una de las herencias retóricas del melodrama. Según lo reconstruido por Monsiváis (2006), desde el siglo XIX el catolicismo renovó sus técnicas de predicación a través de obras de teatro, novelas y poemas con relatos espirituales y de redención. Desde entonces, lo religioso como elemento estable del melodrama ha ido desplazándose e integrándose en los dispositivos y productos de la cultura de masas, e impregna las texturas narrativas emparentadas al melodrama desde la recreación de historias, sujetos, creencias y prácticas del universo heterogéneo y fragmentado de las religiones oficiales y populares. Esa clave, que reinscribe al mundo como el lugar de lo sobrehumano, se expresa en una región en la que, aun atravesada por la secularización, una mayoría profesa algún tipo de creencia ligada a lo religioso, aunque carezca de afiliación institucional (Malimacci, Giménez Béliveau, Esquivel e Irrazábal, 2019). Es comprensible que lo religioso tiña los tejidos narrativos del periodismo que usualmente oferta contenidos de corte sentimental, orientados a generar respuestas emocionales y no meramente a informar sobre lo acontecido. Así, la apelación a lo religioso no solo pervivió en los relatos del melodrama latinoamericano del siglo XX, sino que opera como elemento activo en la producción audiovisual y periodística que actualiza el vigor de la flexible matriz melodramática.
Muerte infantil. En torno a las enfermedades o situaciones que afectan la salud de las y los hijos nacidos, el melodrama chimentero de madre de máxima desgracia y estupefacción es el de “muerte infantil”. El enfoque periodístico es un relato de conmiseración, sin desmedro de la búsqueda por develar detalles de la fatalidad y enunciar las reacciones de las madres ante el infortunio, en lo posible mediante la caza furtiva de imágenes con escenas que captan el dolor.
La situación fue, por ejemplo, transcurrida por la cocinera y conductora televisiva Maru Botana en 2008: su sexto hijo —de seis meses de vida— falleció por muerte súbita al cuidado de su abuela, mientras Botana vacacionaba junto al resto de la familia en un destino invernal. También fue la experiencia de la modelo Pampita Ardohaín, en 2012, cuando su hija Blanca de seis años contrajo un virus que le provocó una neumonía hemorrágica y culminó en la muerte de la niña.
Ante la máxima desdicha materna las fuentes periodísticas manifiestan su apoyo a las famosas: “¡Fuerza Maru!”, fue el título con que la revista Paparazzi (2008a) se implicó en el acompañamiento a Botana. La tapa, con una foto en el que el rostro de la cocinera evidencia conmoción, dotó a la noticia el carácter de interés nacional: “La solidaridad del pueblo. Todo el país está con vos. Desde que se conoció la noticia miles de argentinos le brindaron su incondicional apoyo por internet”. La revista Pronto caratuló el evento con otra de las fórmulas chimenteras para clasificar fatalidades personales de las estrellas: “La tragedia de Maru Botana”, fue el título de su tapa (Pronto, 2008). Las coberturas se ocuparon de salvaguardar la imagen materna de Botana, ausente en el momento del fallecimiento, nombrándola desde entonces como “madre coraje” y aludiendo que, “aun destrozada, no descuida al resto de sus hijos, por quienes se esfuerza cada día” (Paparazzi, 2008b).
En el caso de Pampita, las revistas de celebridades cubrieron el sepelio apelando a frases con epítetos que remarcaban la desdicha: “doloroso adiós”, “desgarrador adiós”, “infinito dolor” (Caras, 2012; Gente, 2012b; Hola, 2012). Los relatos de las notas sobre el velorio y el funeral de Blanca Vicuña aportaron la descripción de escenas no solo emotivas sino excéntricas: amigos con remeras con el dibujo de un osito de la niña al que “Pampita se había aferrado durante los días difíciles en la clínica” y canciones que se escucharon en la ceremonia (Ciudad Magazine, 2012).
Luego del evento, el seguimiento informativo se ocupa de narrar las estrategias de las madres para sobrellevar el duelo, en lo que se caracteriza como “la lucha”: “por regresar a la vida” (Paparazzi, 2008b), “por recuperar la felicidad de su familia” (Paparazzi, 2008c), por “volver a vivir” (Paparazzi, 2013). El melodrama de madre sobre la muerte infantil se vuelve un hito biográfico recurrente en la cobertura de la vida de estas famosas a lo largo de los años subsiguientes. Los productos de espectáculos y chimentos retomarán una y otra vez en sus notas y en las entrevistas la desgracia, con especial atención a las conductas y alusiones públicas de las madres sobre sus hijos e hijas muertas en fechas significativas como el día de nacimiento, de fallecimiento o el día de la madre: “Conmovedor mensaje de Maru Botana en el día en que su hijo Facundo cumpliría 12 años” (Ciudad Magazine, 2020), “A cuatro años de su muerte, Maru recordó a Facundo” (Primicias Ya, 2012), “En una fecha especial, Pampita recordó a Blanca y les dedicó unas sentidas líneas a sus hijos” (Pronto, 2016). Las propias madres famosas que padecieron la muerte infantil o pérdidas gestacionales producirán contenidos sobre la experiencia que atravesaron, no solo en sus redes sociales sino también en espacios televisivos de entretenimiento y chimentos. Sucedió en el programa de Pampita —Pampita Online— con las visitas de la animadora infantil Panam, quien perdió un embarazo a término, y de Maru Botana. En esas emisiones, invitadas y conductora se reconocieron como referentes maternas de coraje y fortaleza (Canal KZO, 2017; Archivos de la Tele, 2019).
En cierto modo, los melodramas chimenteros de muerte infantil y de pérdidas gestacionales no ofrecen nunca un punto final. Sin menospreciar el impacto emocional de la muerte infantil, la ausencia de cierre puede entenderse en el marco de los códigos morales que la misma matriz melodramática ha establecido y divulgado. Códigos que, incorporados a la vida social, no pueden abandonarse sin el costo de la condena colectiva: una buena madre jamás se desentiende de la pérdida de un hijo y debe expresar públicamente su recuerdo permanente, con gestos y emociones de dolor.
Escándalos chimenteros de madre
Dos historias escandalosas sancionaron a madres que cruzaron los límites de tolerancia concedidos a las estrellas ante los comportamientos desmesurados: la conductora y actriz Juana Viale y la bailarina Gisela Bernal. El particular escarmiento discursivo se apoyó en el cruce entre maternidad y desvío moral sexual. Es corriente que, en los escándalos de estrella, el adulterio o la acumulación de parejas sexuales aseguren el deslumbramiento de las audiencias y la conversación pública. También que los juicios se profundicen cuando tales acciones son realizadas por mujeres. Pero la indignación que provoca el involucramiento de madres en estos eventos es superlativa y da cuenta de que, aun en un período de sexualización cultural exacerbada (Atwood, 2006) y de paulatinas transformaciones en roles, prácticas y subjetividades de género, las ideas en torno a la buena maternidad encuentran un modo simbólico de disciplinamiento a través de la exigencia de recato y monogamia sexual.
El primero de estos escándalos chimenteros de madre tuvo lugar en 2011 cuando Juana Viale —nieta de la estrella cinematográfica y televisiva Mirtha Legrand— fue fotografiada por la revista Paparazzi besándose en su automóvil con el exministro de Economía Martín Lousteau. La motivación del alboroto fue que cursaba un embarazo avanzado, fruto de su relación estable con el actor chileno Gonzalo Valenzuela. El affaire, denunciado en la portada de la revista con los títulos “¡El escándalo del año!” y “¡Besos embarazosos!” (Paparazzi, 2011c), fue retomado y difundido en una gran cantidad de espacios digitales, gráficos y televisivos.
El regodeo chimentero por una falta a la moral social como la infidelidad conyugal —de personas famosas y en la vía pública— se potenció ante el condimento del embarazo como aspecto crucial: “LOUSTEAU – JUANITA - MANGUERA: SEXO TRAICIÓN Y EMBARAZO”, tituló en mayúsculas la revista Caras (2011). Las voces de periodistas especializados en chimentos asignaron posiciones maniqueas a las figuras protagonistas: Valenzuela fue presentado como víctima de reiterados engaños amorosos por parte de Viale (La Segunda, 2011), aunque también se apuntó que el de Viale fue un comportamiento despechado por las continuas infidelidades de Valenzuela (La Voz, 2011). Entre los detalles del escándalo, se aseguró que Valenzuela estaba decidido a pedir un ADN para comprobar si lo unía un vínculo genético con el feto en gestación (Ciudad Magazine, 2011). En cuanto a Lousteau, repudiado moderadamente por carecer de códigos masculinos al vincularse eróticamente con la mujer de otro varón, fue parodiado en un ciclo humorístico (Primicias Ya, 2011), e incluso, por la exposición en la que se vio envuelto, se lo consultó sobre el tema en un programa de análisis político (Ámbito, 2011). Tras los primeros datos de los besos en la vía pública, hubo una segunda instancia de cobertura periodística basada en el suspenso —a partir de rumores e inferencias que abrían distintos desenlaces posibles— y con la promesa de develar “la trama secreta de un triángulo inimaginable” (Gente, 2011b):
“El fin de semana, después de las escandalosas fotos con Martín Losteau, la actriz y Manguera se reunieron en un country. Qué se dijeron. Cómo acordaron continuar”. (Paparazzi, 2011d)
“Sigue la pasión, sigue el escándalo. En la medianoche del lunes 9, la nieta de Mirtha Legrand visitó el departamento del exministro de Economía. Permaneció en el lugar más de una hora y se fue escondida en un taxi. Todas las respuestas a una historia de película”. (Paparazzi, 2011e)
Finalmente, en un giro inesperado sobrevino una nueva conmoción periodística y pública con la muerte intrauterina del feto que gestaba Viale durante el parto. Si el drama del adulterio es un tópico clásico de la matriz melodramática, que reconforta a los públicos al otorgarles “la posesión de un juicio moral irrebatible” (Monsiváis, 2006: 30), su articulación con la maternidad, considerada socialmente asexuada, conllevó un tejido narrativo moralizante radical. La desmesura del final de este escándalo se alineó en su devenir con una modalidad propia del melodrama clásico en la cultura de masas latinoamericana: la admonición. A modo de moraleja de carácter trágico, dirigida centralmente a las mujeres en las primeras décadas del siglo XX, los melodramas incluían advertencias respecto de los desvíos femeninos a la moral sexual, deshonra que culminaba en algún gran castigo (Monsiváis, 2006).
El otro gran escándalo chimentero de madre fue, en 2015, el de Gisela Bernal. Su expareja —el productor teatral Ariel Diwan— la acusó de haberlo engañado en su buena fe al atribuirle la paternidad de un hijo que no era suyo. La noticia se inició en el programa Intrusos del Espectáculo cuando, según se aseguró, Diwan se presentó espontáneamente mientras el ciclo se desarrollaba en vivo (América TV, 2015). Notablemente alterado, el productor teatral denunció el embuste malicioso al que dijo haber sido sometido con la falsa paternidad que afirmó comprobada con un estudio genético. En su relato presentó un cúmulo de claves temáticas del mundo melodramático: diferencias de clase (Diwan era rico, Bernal pobre), adulterio (Diwan estaba casado y concretó su separación cuando Bernal le anunció su embarazo), violencia (Diwan dijo ser víctima de maltratos físicos), peleas familiares (a Bernal no la aceptaba la familia de Diwan), disputas patrimoniales (Diwan reclamaba la devolución de un inmueble cedido a Bernal) y abandono materno (Diwan afirmaba que al niño lo cuidaba él). Y, para subrayar la inmoralidad de la acusada, el productor teatral declaró que podía ofrecer información de una considerable cantidad de personas con las que Bernal había mantenido relaciones sexuales “antes, durante y después” de que fuera su pareja, y que tenía pruebas de que realizaba tríos sexuales (Ejes, 2015).
Inmediatamente categorizado como “El escándalo del año” (Paparazzi, 2015), el caso fue debatido y comentado en espacios de chimentos y espectáculos que revisaron el archivo fotográfico y audiovisual sobre Bernal, sugiriendo vínculos eróticos de la bailarina con diferentes personas del ambiente teatral y televisivo. El escarnio público sobre la reputación de Bernal reposó en presentarla como una promiscua sexual que perseguía la obtención de réditos patrimoniales descuidando a su pequeño hijo, del que no sabía quién era el padre como resultado de su alocado comportamiento: “dicen que su madre le inculcó un mandato: triunfar a cualquier precio para salvar a la familia”, afirmó Pronto (2015).
El escándalo chimentero de madre actualizó con Bernal la historia de la milonguita, una figura del tango de inicios del siglo XX que, en contraposición a la buena madre como la suma de las virtudes femeninas, escenificaba el personaje clasista de la chica humilde que, obnubilada por las luces de la ciudad, atraviesa su periplo de ascenso y descenso, sacrificando su decencia al caer en la noche y la perdición (Campodónico y Gil Lozano, 2000). A través de trascendidos, se aludió a la existencia de un video sexual grupal (Ciudad Magazine, 2015) y se ofrecieron testimonios que afirmaban haber sospechado sobre el lazo genético en cuestión (La Nación Espectáculos, 2015). La unánime condena pública a Bernal la señaló no solo como estafadora moral y patrimonial de su expareja sino también como una mala madre, tanto por adulterar la identidad de su hijo como por la activa vida sexual que se le atribuyó.
Comentarios finales
El recorrido de este artículo propuso indagar la composición de biografías maternas producidas por el periodismo de espectáculos y chimentos, ligándola a dos tradiciones narrativas: el melodrama y el escándalo. De la observación de las historias maternas construidas en torno a seis famosas, se delimitó como tema relativo al melodrama el de adversidades de salud, y la desvergüenza sexual como tema que organiza la narración de escándalos. El análisis de las biografías de esas dos líneas temáticas permite interpretar que en ellas se ponen en juego construcciones narrativas moralizantes contrapuestas que funcionan relacionalmente, en tanto relatan acciones y/o emociones que se significan convenientes o inconvenientes en torno a la maternidad.
Esa retórica moralizante se constituye en la acumulación y el solapamiento de historias tejidas desde una perspectiva similar que, apoyada en las lógicas de las matrices culturales, reproduce y anuda significaciones históricas sobre la subjetividad materna, traccionándola a un modelo conservador en el que ser madre es una añoranza acompañada colectivamente y un rol obligado al decoro para amparar el rótulo de la virtud materna. Así, el enfoque sobre adversidades e infortunios —en lo que llamo melodrama chimentero de madre— se alimenta del fervor a la maternidad, suturando su alcance al designio de lo divino. El deslizamiento de los sentidos religiosos otorga la encarnación de la virtud a quien sobrelleva con sosiego lo imprevisible, se consagra a la fe, e implora y rinde tributo a la ayuda sobrehumana. Ante la muerte infantil, los relatos revisitan frecuentemente el dolor materno subrayando la ausencia irreparable. En las referencias continuas a la pérdida de los hijos y las hijas, las biografías chimenteras ofrecen nuevas versiones de madres piadosas que, pese a lo que hagan y vivan, figuran una tragedia melodramática popular: seguir siendo buenas madres para sus hijos/as muertos/as. En contraposición, los escándalos chimenteros de madre se conforman con el descubrimiento de engaños en los que las madres corrompen los límites concedidos a la sexualidad femenina y, más aún, a la materna, lo que da lugar a un enjuiciamiento radical sobre las protagonistas de los relatos. Los melodramas y escándalos chimenteros de madre ofrecen heroínas que nutren la asociación de la buena maternidad con el sacrificio y el sufrimiento, y villanas que, contraria y complementariamente, indican un vínculo entre hedonismo y mala maternidad.
En suma, en la articulación de lo biográfico y lo célebre, el montaje sobre matrices narrativas que han ido mutando, pero conservan lógicas arraigadas como insumo para la producción comunicacional y cultural, emergen ideas y valores sobre la maternidad acumulados en el tiempo que continúan vigentes. Esos significados se reactualizan a través del relato de experiencias acontecidas, configurando la modelización de subjetividades con juicios sobre emociones y conductas que enuncian los bordes de la buena y la mala maternidad.
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[1]Notas
Otros melodramas chimenteros de madre modulados por elementos religiosos fueron los de Victoria Vanucci, Laura Panam Franco (ambos sobre pérdidas gestacionales) y Luisana Lopilato (sobre enfermedad infantil de gravedad).