La Escuela de Frankfurt en clave descolonial
The Frankfurt School from a Decolonial Perspective
Francisco Manuel Abril
https://orcid.org/0000-0001-7780-0899
Universidad Provincial de Córdoba
[Omar García Corona. Una crítica descolonial de la Escuela de Frankfurt. Buenos Aires, Poliedro – Editorial de la Universidad de San Isidro, 2021.]
Fecha de envío: 16 de abril de 2023. Fecha de dictamen: 23 de junio de 2023. Fecha de aceptación: 13 de julio de 2023.
Hay textos de la Escuela de Frankfurt que parecen cifrar una crítica sin concesiones a la modernidad. En Dialéctica de la Ilustración, por mencionar uno de ellos, Theodor Adorno y Max Horkheimer afirmaban que la Ilustración era totalitaria como ningún otro sistema. Y que, asimismo, constituyó la plataforma para el desarrollo del capitalismo monopolista y de una racionalidad instrumental cuya finalidad era dominar, reduciéndolas a meros recursos manipulables, a la naturaleza y a las personas. Se trata, por cierto, de una reflexión no carente de matices, pero la radicalidad de algunas de sus tesis difícilmente pueda ponerse en entredicho.
El libro de Omar García Corona, Una crítica descolonial de la Escuela de Frankfurt, se propone la difícil tarea de poner esa radicalidad en entredicho. El problema, según el autor, es el lugar de enunciación del cuestionamiento a la modernidad realizado por Adorno y Horkheimer. Ese lugar de enunciación, no tematizado por los teóricos críticos, fue Europa y, ya en el exilio, Norteamérica. Su no tematización tuvo consecuencias nada desdeñables: los frankfurtianos no lograron conectar a la modernidad con el colonialismo español y, al pretender ilustrar a la Ilustración sobre su momento regresivo, terminaron reproduciendo aspectos negativos de esa tradición de pensamiento.
Este problema no solo estaría presente en la primera Teoría Crítica —que, con el paso del tiempo, fue renovándose en las obras de Jürgen Habermas, Albrecht Wellmer y Axel Honneth, entre otros—, sino también en la lectura y apropiación de sus ideas que se ha hecho, sobre todo, en Latinoamérica. Una lectura que, muchas veces, no pasa de una exégesis más o menos ortodoxa de sus trabajos; y una apropiación que, con menos frecuencia, emplea sus conceptos para investigaciones particulares, pero sin advertir el trasfondo eurocéntrico que comportan. Este es el déficit que García Corona busca contrarrestar: no deja de preguntarse por el cómo, desde dónde y para qué leer a los teóricos críticos. Es decir, no pierde de vista qué tienen para decirnos a nosotros y cómo relacionarlos con las problemáticas que nos atraviesan.
El protocolo de no desatender el lugar de enunciación y el lugar de recepción recorre, como uno de sus motivos recurrentes, todo el libro. Ya desde el título, el posicionamiento del autor es explícito: la lectura que propone de la Escuela de Frankfurt está inscripta en el llamado “giro descolonial” (20) y, específicamente, en los aportes teórico-prácticos de Enrique Dussel y Aníbal Quijano (19). No es casual que Una crítica descolonial… esté prologado por Dussel y que muchas de sus reflexiones se recuperen a lo largo de los tres capítulos del libro. Es a partir de estas reflexiones que los límites de la primera Teoría Crítica se tornan claros. De manera que ya no es admisible analizar a la modernidad y al capitalismo como procesos escindidos de la conquista de América —que está en la génesis de aquellos procesos— y de la consolidación de un sistema de dominación centro-periferia.
En lo que sigue, buscaré (1) reseñar el recorrido que propone García Corona por la historia del Instituto de Investigaciones Sociales —que, desde 1923, es la sede de lo que se conoce como la Escuela de Frankfurt— y sumariar algunas de sus principales tesis de lectura; y (2) hacer un balance de sus limitaciones —en lo que se refiere, sobre todo, a la interpretación de algunos textos centrales de la Teoría Crítica— y de sus virtudes —concernientes al modo de exposición y a la relevancia que detenta el posicionamiento del autor.
(1) En el primer capítulo, García Corona repasa —siguiendo, entre otros, a Rolf Wiggershaus (2010)— la historia del Instituto de Investigaciones Sociales. El Instituto tuvo como propósito, en un comienzo, investigar la historia del socialismo y de los movimientos obreros y, a partir del 24 de enero de 1931, bajo la dirección de Max Horkheimer, abordar, desde un materialismo interdisciplinar, la dominación socio-cultural, psicológica y económica. Este abordaje se plasmó en trabajos de corte teórico y/o empírico y, desde 1932 hasta 1941, en la publicación de la Zeitschrift für Sozialforschung (Revista de Investigaciones Sociales). De esta publicación y, en general, de los trabajos del Instituto, participaron autores tan diversos como Theodor Adorno, Herbert Marcuse, Erich Fromm, Franz Neumann y Walter Benjamin, entre otros.
Además de hacer un repaso histórico, Una crítica descolonial… busca recupera el enfoque negativo y materialista de los textos tempranos de Horkheimer. Dicho enfoque tiene tres determinaciones orgánicas que remiten a: (1) lo material como corporalidad viviente y sufriente (41-52); (2) lo material como dimensión histórica del desarrollo social y económico (52-58); y (3) lo material como producción contextual de teoría (58-70). El capítulo cierra —dando pie al punto nodal del libro— con el análisis que Adorno y Horkheimer hicieron de la modernidad (70-87).
En el capítulo segundo, el autor defiende su tesis de lectura: el carácter eurocéntrico de muchas de las argumentaciones de los primeros teóricos críticos. Allí refiere pasajes de escritos de Horkheimer en los que, haciéndose eco de una larga lista de autores ilustrados, reproduce un “prejuicio racista y clasista de linaje burgués” (90), al considerar al indígena como perezoso, mentiroso y atrasado (89). Comenta, también, los análisis musicales de Theodor Adorno en los que sostiene que el jazz es “música de esclavos” (102). Y concluye que estos análisis “son un particular ejemplo del modo en que se impone el colonialismo epistemológico, así como la forma en que opera el eurocentrismo a partir de un marco categorial hegemónico y su correspondiente efecto de anular todo aquello que subvierta su aparato normativo” (118). El escenario se agrava, según García Corona, porque Adorno y Horkheimer abandonaron, gradualmente, el esfuerzo de mediación entre teoría y praxis (125-138); abandono que ya había sido señalado por Georg Lukács (138-147).
Todo ello sirve de contrapunto para destacar, en el capítulo tercero, el origen americano —Buenos Aires, 1898— y la filiación marxista del fundador del Instituto: Félix José Weil (148-172). Según García Corona —y aquí toma como referencia la biografía escrita por Mario Rapoport (2014)—, la relevancia de Félix Weil va mucho más allá de ser un “mecenas burgués” o un “bolchevique de salón” (151). Por el contrario, estamos ante un marxista heterodoxo que hizo investigaciones sobre el proceso de socialización “socialista”, que contribuyó a la publicación de las obras completas de Marx y Engels, y que mantuvo un duradero activismo político. Por diferentes motivos, poco de todo esto hizo mella en las investigaciones que el Instituto llevó adelante bajo la dirección de Horkheimer.
En el mismo capítulo, García Corona esboza una teoría y una praxis inscripta en una política latinoamericana, democrática, biófila y de liberación (173-213). Hay aquí un diagnóstico de la situación de las izquierdas en Latinoamérica y cómo se pueden precisar estrategias y tácticas de acción para llegar por vía democrática —el autor subraya la importancia del sufragio (204) y de tener como objetivo el cuidado de la vida (189)— al poder estatal. Este es, sumariamente, el complejo y ambicioso recorrido que propone García Corona.
(2) Una crítica descolonial… tiene puntos que pueden problematizarse. En particular, algunas lecturas llevadas a cabo por su autor. Los pasajes que evidencian los prejuicios de Horkheimer y Adorno, así como también ciertas omisiones, existen y son por demás elocuentes. No obstante, García Corona corre el riesgo de tomar la parte por el todo y clausurar, de este modo, otras interpretaciones posibles de los textos de la primera Teoría Crítica. En una operación de sinécdoque, toma estos pasajes puntuales y los proyecta sobre el todo. Con lo cual, no solo los extrae de la lógica argumentativa de los textos, sino también de un registro más amplio del pensamiento de Adorno y Horkheimer.
Es plausible que esta operación cierre el paso para ensayar una lectura diferente de Dialéctica de la Ilustración. De hecho, no resultaría forzoso sostener que, en este libro, hay una crítica radical a la racionalidad destructiva que orientó la conquista de América —aun cuando esta última no esté mencionada. La sinécdoque, a su vez, termina desactivando el carácter dialéctico de la reflexión de los autores. Solo a partir de esta desactivación, pueden sostenerse ciertas dicotomías que Adorno y Horkheimer hubiesen rechazado, como ser, la de civilizado / bárbaro, militante / burgués conservador, y eurocéntrico / descolonial.
Otro punto problemático remite a cómo integrar los diferentes capítulos entre sí. Recordemos que, en el primero, García Corona recupera el enfoque negativo y materialista de los textos tempranos de Horkheimer. En el segundo, no obstante, hace una diatriba tan fuerte que el lector no puede dejar de sospechar que nada de las reflexiones de los frankfurtianos quedará en pie para una filosofía y una política de liberación. De hecho, los principales recursos para pensar esta filosofía y esta política no provienen de la Teoría Crítica, sino de autores que, aun siendo cercanos, no se inscriben en dicho legado —además de Dussel y Quijano, puede mencionarse, entre otros, a Achille Mbembe. En otros términos, lo que se echa en falta en Una crítica descolonial… es una articulación más explícita entre aquello que puede recuperarse de la Teoría Crítica y aquello que define al proyecto filosófico-político propuesto en el capítulo tercero.
Sin embargo, estos problemas no deben hacernos perder de vista la relevancia del estudio de García Corona. Uno de sus puntos fuertes es el modo de exposición. Al igual que los autores del llamado “círculo exterior” (Honneth, 1990: 463) de la Teoría Crítica —especialmente, Erich Fromm—, García Corona comunica con claridad. Y, remitiéndose a un amplio corpus bibliográfico, hace un importante balance de las diferentes aristas y problemas específicos de la Escuela de Frankfurt. Incluso da un paso más, al no quedar atrapado en la exégesis y disputa por las lecturas legítimas del legado frankfurtiano. Por el contrario, el esfuerzo por ponerlo en diálogo con nuestro presente histórico lo recorre transversalmente. Este modo de exposición convierte a Una crítica descolonial… en un buen punto de ingreso para los y las investigadoras que quieran aproximarse a la Teoría Crítica, conocer su historia, algunos de sus conceptos y textos más referenciados, sus límites y alcances. Y también para quienes, desde Latinoamérica, buscan repensar y apropiarse de esta teoría en función de nuestro contexto geopolítico.
De aquí se desprende lo que, según entendemos, es una de las virtudes más destacables del libro: el llamarnos la atención sobre la centralidad que tiene el lugar de enunciación de los autores que estudiamos y nuestro propio lugar de enunciación y recepción. Esto puede parecer una obviedad, pero no es excepcional que se lo omita en muchas publicaciones referidas a la Teoría Crítica. Significa, como dijimos al comienzo, que no debemos perder de vista desde dónde, cómo y para qué investigamos lo que investigamos. García Corona, posicionándose en el giro descolonial, no lo pierde de vista. El resultado tiene una potencia análoga al texto de Nancy Fraser (2020), “¿Qué tiene de crítico la Teoría Crítica?”, en el que filtra por la criba del feminismo las consideraciones habermasianas sobre la acción comunicativa. Es decir que, lejos de hacer una exégesis en exceso apegada a los trabajos clásicos de la Escuela de Frankfurt, hay aquí un claro posicionamiento ético-político que orienta la lectura, la crítica y que da lugar, a su vez, a nuevos conceptos. Fraser, desde el feminismo, y García Corona, desde los estudios descoloniales, buscan actualizar la Teoría Crítica y vincularla con las luchas que es necesario dar aquí y ahora.
Referencias bibliográficas
FRASER, Nancy. (2020). Prácticas rebeldes: poder, discurso y género en la teoría social contemporánea. Buenos Aires: Prometeo.
HONNETH, Axel. (1990). Teoría Crítica. En Anthony Giddens y Jonathan Turner (comps.), La teoría social, hoy, pp. 445-488. Madrid: Alianza.
RAPOPORT, Mario. (2014). Bolchevique de salón. Vida de Félix J. Weil, el fundador argentino de la Escuela de Frankfurt. Buenos Aires: Debate.
WIGGERSHAUS, Rolf. (2010). La Escuela de Frankfurt. Buenos Aires: FCE.