La relación de India con América Latina en la era de la pospandemia
India’s relations with Latin America in the post-pandemic era
Paola Andrea Baroni
https://orcid.org/0000-0003-4553-4893
Universidad Empresarial Siglo 21
Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales
Recibido: 18 de abril de 2022. Fecha de dictamen: 9 de setiembre de 2022. Fecha de aceptación: 17 de setiembre de 2022.
Resumen
La pandemia ha provocado una crisis global de salud, un estancamiento en el comercio internacional y un quiebre en la cooperación internacional. Se convirtió en el escenario en donde se hicieron evidentes la desigualdad y la vulnerabilidad de muchos estados, como India. Se plantea que eventos como el Covid-19 se constituyen en catalizadores de cambios y transformaciones; es la ocasión para capitalizar los beneficios de la cooperación bilateral y multilateral, y así promover un mayor desarrollo. La pregunta que surge es cuál puede ser el rol de América Latina en la política de desarrollo de India en la pospandemia. Ambos necesitan una estrategia multidimensional para potenciar el comercio bilateral y activar convenios de cooperación en diferentes áreas que no han sido puestos en marcha o han tenido una aplicación limitada. El objetivo es explorar la profundización de la asociación de India con América Latina para colaborar en el desarrollo mutuo en la era de la pospandemia, tomando como eje su política exterior en las dimensiones comercial, diplomática y de la cooperación. La investigación se basó en un estudio de carácter exploratorio y descriptivo, con la utilización de una metodología cualitativa y con énfasis en las fuentes secundarias. La presencia del otro gigante asiático en la región latinoamericana ha generado muchas especulaciones y pocas acciones concretas, más allá del incremento en el comercio y las inversiones. Entonces, explorar las oportunidades y desafíos que el mundo pospandemia presenta a las vinculaciones entre ambos se vuelve prioritario.
Abstract
The pandemic has provoked a global health crisis, a stagnation in international trade, and the breakdown of international cooperation. It became the stage where states inequalities and vulnerabilities became evident, like in the case of India. It is set out that events like Covid-19 are agents of change and transformations; it is the time to capitalize on the benefits of bilateral and multilateral cooperation to promote more significant development. The question is what the role of Latin America could be in India’s development policy in the post-pandemic era. Both need a multidimensional strategy to strengthen bilateral trade and to activate agreements of cooperation in different areas that have not been implemented yet or have had limited implementation. The objective is to explore the deepening of India’s association with Latin America to collaborate with mutual development in the post-pandemic era, focusing on its foreign policy, in the commercial, diplomatic, and cooperation dimensions. The research was based on an exploratory and descriptive study, with a qualitative methodology, and an emphasis on secondary sources. The presence of the other Asian giant in the Latin American region has generated many speculations and few concrete actions, beyond the increase in trade and investments. So, exploring the opportunities and challenges that the post-pandemic world presents to the links between them, becomes critical.
Palabras clave: India; América Latina; comercio; cooperación; poder blando.
Keywords: India; Latin America; trade; cooperation; soft power.
Introducción
La pandemia de Covid-19 ha provocado una crisis global de salud, un estancamiento en el comercio internacional con la disrupción de las cadenas de suministro y un quiebre en la cooperación internacional (Irwin, 2021). Estos eventos promovieron cambios estructurales en el sistema internacional y han alterado la forma en la que se trabaja, vive y se organizan los negocios y el gobierno. Además, han tenido lugar en un momento en donde se advierte una reconfiguración del poder hacia Asia y una prolongada crisis económica mundial. En este sentido, se observa un desbalance en las distintas dimensiones del sistema internacional: política, económica, de seguridad y de salud, entre otras (Ordóñez y Gadgil, 2021).
En este contexto, la pandemia se convirtió en el escenario en donde se hicieron evidentes la desigualdad —dentro y entre países—, y la vulnerabilidad de muchos estados, como India. En dicho país se observa en la brecha existente en la equidad de ingresos y en el área de investigación y desarrollo (I+D). Yadav y Yadav (2021) plantean que el camino de India hacia su pleno desarrollo y a convertirse en una potencia global no es posible sin una recuperación económica con un fuerte énfasis en ciencia y tecnología, especialmente como base para sus industrias. Indudable es el prestigio que tiene en programas nucleares y espaciales, por lo tanto necesita trasladar la cultura científica al ámbito político. Con la excepción de la tecnología de la información y de las industrias farmacéutica y automotriz, India no ha logrado una base manufacturera competitiva o ser parte significativa en las cadenas globales de suministros (Kripalani, 2020).
Asimismo, se observa la proyección de su poder blando, el poder que surge de influencias indirectas e intangibles tales como la cultura, el pensamiento y la ideología, y que permite atraer a otros actores internacionales (Nye, 2004). Este se expresa en la diplomacia pública, la cual incluye diversas dimensiones, como la del desarrollo, la comercial o la cultural. El rol del poder blando ha sido clave debido a la pandemia ya que el mundo enfrentaba los límites a las actividades de la política internacional y la diplomacia. La utilización de este poder no es nuevo para India, aunque sí ha tomado un importante ímpetu a partir del gobierno de Narendra Modi. India enfrenta importantes desafíos en el sector de la salud que excluye a millones de personas de tratamientos médicos modernos, por lo que el yoga, la medicina ayurveda y la industria farmacéutica india han tomado una nueva dimensión a partir de la pandemia. El fallido intento de la diplomacia de las vacunas ha puesto de manifiesto la necesidad de reinventar su diplomacia pública y adaptarla a las necesidades del siglo XXI (Ramabadran, 2021).
La pregunta que surge es cuál puede ser el rol de América Latina en la política de desarrollo de India en la pospandemia, teniendo en cuenta que el país surasiático es considerado una potencia emergente. Lo primero que sobresale es que ambos cuentan con abundantes recursos humanos y naturales, además de tener un creciente desarrollo de innovadores y emprendedores. Ambos necesitan una estrategia multidimensional para potenciar el comercio bilateral, el cual ha alcanzado unos 28.513 millones de dólares en 2020/2021 —aún por debajo de su potencial—, pero India ha sido reticente a firmar acuerdos de libre comercio. Aun cuando hay convenios de cooperación en diferentes áreas (tecnología de la información, servicios, medicina, agricultura, energía, entre otros), se observa que muchos de ellos no han sido puestos en marcha o han tenido una aplicación limitada (Departamento de Comercio, 2022).
Se parte de la idea que el Covid-19 se convirtió en un evento catalizador, es decir, en un acontecimiento permisivo que posibilita la introducción de cambios importantes en la política exterior (Parmar, 2005 en Russell y Tokatlián, 2015). En el caso de India, implica revisar sus vínculos con la región con la que menos desarrollo tiene: América Latina. Para Kripalani (2020), es la ocasión para capitalizar los beneficios de la cooperación bilateral y multilateral para así promover un mayor desarrollo. El objetivo es explorar la profundización de la asociación de India con América Latina para colaborar en el desarrollo mutuo en la era de la post pandemia. Se toma como eje su política exterior en las dimensiones comercial, diplomática y de la cooperación (en áreas como la agricultura, energía, medicina, entre otras).
Metodología
La investigación se ha llevado a cabo a través de un estudio de carácter exploratorio y descriptivo, ya que el objetivo ha sido analizar las potencialidades del comercio y la cooperación en un mundo pospandemia para profundizar la asociación entre India y América Latina y, a su vez, identificar algunas dificultades en el desarrollo de estos vínculos. Además, se recurrió a una estrategia metodológica cualitativa donde se buscó identificar, comprender y analizar los eventos bajo estudio, explorándolos desde la perspectiva de los participantes y en relación al contexto en el que se desarrollan (Valles, 1999).
La recopilación y el análisis de datos —esencialmente secundarios— fue documental, explorando la información disponible y las relaciones no observables entre los datos (Vieytes, 2004). Se emplearon las técnicas de observación documental y la de análisis de documentos de material escrito y oral. Asimismo, se utilizó la triangulación de datos para contrastar tanto los cuantitativos como los cualitativos, evaluando la convergencia o divergencia de la información recogida (Valles, 1999).
La información se obtuvo de diversas fuentes. Los datos estadísticos surgieron del Departamento de Comercio del gobierno de India. Para los datos sobre diferentes acciones llevadas a cabo entre ambos, se utilizaron fuentes documentales obtenidas de los sitios web oficiales del Ministerio de Relaciones Exteriores de India, de las embajadas de países latinoamericanos en el país surasiático, como también de las embajadas de este país ante los estados de la región. Conjuntamente, se recurrió a trabajos académicos publicados sobre el tema y a fuentes periodísticas de los países involucrados en el presente análisis.
Abordaje conceptual
El sistema internacional del siglo XXI ha permitido el ascenso de potencias emergentes como China e India, las cuales tienen el capital, la tecnología y las empresas necesarias para generar una posición internacional más activa. Aunque la posición de India está menos definida, su crecimiento económico muestra que está en la estructura de la jerarquía internacional. Entonces, el siglo XXI parece ser el siglo de Asia, con un liderazgo compartido y competitivo entre estados como China, India y Japón (Gratius, 2008).
Uno de los cuestionamientos sobre India es si es o no una potencia emergente. Para Efstathopoulos (2011) y Giaccaglia (2017), un Estado es considerado como potencia emergente por sus capacidades materiales e inmateriales como también por su habilidad para trascender su propia geografía, y proyectar su influencia en la región y a nivel global. En este sentido, una de las mayores críticas hacia India ha sido su actitud vacilante en el escenario internacional, teniendo en cuenta la gran cantidad de factores que requieren de un liderazgo más fuerte, como son la seguridad alimentaria, la seguridad energética, la lucha contra el terrorismo y un desarrollo sustentable (Mohan, 2006).
Para Ariel González Levaggi (2016), existe una conexión entre el ascenso de potencias emergentes y el desarrollo de su activismo en regiones periféricas, es decir, poder proyectar su influencia más allá de la región: las potencias emergentes han cambiado las dinámicas de la política internacional porque buscan una mayor participación en las diferentes instituciones internacionales y grupos informales —por ejemplo, BRICS[1] o IBSA[2]—, con el objetivo de lograr la construcción de una interrelación política más intensa; además, estas potencias buscan un estatus que equilibre las capacidades desarrolladas con el prestigio buscado, el uso de instrumentos de poder blando y un empoderamiento en la escena internacional.
Sin embargo, la mayor crítica hacia algunos de estos países es que, en su rol dentro de la gobernanza global, se enfocan más en sus ambiciones que en las responsabilidades que ser potencia emergente implica (Patrick, 2010).
Giaccaglia (2017: 433) indica que:
“[…] un poder medio emergente puede definirse como aquel Estado que sobre la base de significativas capacidades materiales desarrolla un creciente activismo internacional en ámbitos multilaterales, tanto en su entorno regional más próximo como en sucesivas y simultáneas negociaciones globales. Asimismo, se autopercibe y es percibido por otros agentes como diferente tanto de las restantes unidades estatales (pequeñas o iguales) como de las grandes potencias tradicionales”.
India ha mostrado desde el fin de la Guerra Fría su poder a través de su crecimiento económico, su creciente capacidad militar y la producción y exportación de tecnología. A esto se suma la utilización de su poder blando basado en los ideales vinculados a ser una de las democracias más grandes del mundo, al principio del no alineamiento y al uso de la cooperación internacional como medio para alcanzar beneficios mutuos (Baroni y Dussort, 2017). Sin embargo, Efstathopoulos (2011), Sahni (2013) y Pardesi (2015) plantean que India parece estar constantemente emergiendo y nunca llegar a dicha posición porque, además de las condiciones materiales, es necesaria la voluntad de jugar dicho rol y ser reconocido como tal por otros actores. En el caso de Latinoamérica, se observa que no ha tenido un rol central dentro de su acción como potencia emergente y que, por lo tanto, los países de la región no la perciben como tal.
Otros elementos que explican el rol de India en el sistema internacional y la proyección de su influencia son el multilateralismo, la buena ciudadanía internacional y la construcción de coaliciones. Respecto del multilateralismo, India ha buscado dar soluciones a problemas globales a través de su participación en instituciones internacionales. Además, usa la buena ciudadanía internacional como eje de su diplomacia para así actuar como un Estado mediador o facilitador a nivel mundial. La idea es la utilización limitada de la fuerza militar, el uso de la negociación y de los instrumentos para el manejo de crisis y el compromiso para sostener el orden y la paz internacionales. Como ejemplo de su activismo, puede mencionarse su participación en diferentes misiones de paz de Naciones Unidas (Efstathopoulos, 2011).
Por lo expuesto, y aunque aún no juega un rol central en la periferia latinoamericana, ha buscado desplegar un rol de constructor de coaliciones —por ejemplo, IBSA, BRICS, G4[3] y G20[4]— para poder llevar a cabo algunos objetivos y, a su vez, promover ciertas reformas en las instituciones y regímenes internacionales a través de posiciones conjuntas en diferentes negociaciones (Efstathopoulos, 2011).
Teniendo en cuenta lo expuesto, es necesario recordar que la política exterior de un Estado es el resultado, en términos de Lafer (2002), de la compatibilización y coordinación de las necesidades domésticas con las posibilidades externas, al mismo tiempo que se evalúan los recursos de poder. Además, y de acuerdo con Russell (1990), se pueden identificar tres dimensiones de la política exterior: la militar-estratégica, la económico-comercial y la político-diplomática, las cuales se aplican tanto en el ámbito bilateral como multilateral. Dentro de estas dimensiones, se destaca la diplomacia económica, entendida como el conjunto de acciones, procesos, prácticas e instrumentos de naturaleza económica —facilitación de comercio, cooperación técnica, estrategias de internacionalización de empresas— utilizados por el Estado hacia el exterior y a través de los cuales se crean y distribuyen los beneficios de las relaciones económicas internacionales (Bayne y Woolcock, 2017). En el caso de América Latina, ha sido el principal instrumento en el acercamiento hacia la región.
India también ha buscado fortalecer los vínculos con países en desarrollo a través de la cooperación Sur-Sur (CSS), concepto desarrollado por los países del Sur Global o por instituciones multilaterales globales o regionales formadas por estos países, que implica la transferencia de recursos financieros y/o intercambios de tecnología y conocimientos desde un país del sur hacia otro con el fin de promover el desarrollo económico y social (Lengyel y Malacalza, 2011). A este respecto, India ha desarrollado una amplia política de asistencia, principalmente bilateral, a distintos países —sobre todo de su región— a través de diversos mecanismos de cooperación (Efstathopoulos, 2011).
En el caso de India, las decisiones de política exterior están enmarcadas dentro de los ideales y principios mencionados y tienen la finalidad de eliminar la pobreza y asegurar el desarrollo y crecimiento económico de la población. Según Tharoor (2012), esto explica por qué se aproxima a estados y regiones que facilitan el alcance de estos objetivos, aunque el acercamiento a regiones periféricas ha sido tardío y sin lineamientos claramente definidos, como en el caso de América Latina.
Se observa, hacia mediados de los 2000 y bajo el gobierno de Manmohan Singh, un cambio en la estrategia india para alcanzar sus intereses nacionales en política exterior, orientándose hacia un multialineamiento. Los elementos de esta estrategia son el compromiso con las instituciones multilaterales, la utilización de asociaciones estratégicas bilaterales y el hedging normativo[5]. La profundización de esta estrategia, sin embargo, tiene lugar durante el gobierno de Modi, quien le inyecta mayor energía y promete actuar hacia su vecindario natural y extendido, construyendo vínculos políticos, estratégicos y económicos con los países de estas regiones (Hall, 2016). Entonces, al dar prioridad a la región inmediata, América Latina queda relegada a través de la negligencia benigna.
India ha desarrollado su política exterior en base a su historia, su cultura y su tradición, apoyándose en los principios de Gandhi y en la filosofía de Panchsheel[6]. Pero el progreso alcanzado en la ciencia, la tecnología y la cultura se ha constituido en una nueva dimensión de su política exterior (Viquaruddin, 2018). El desarrollo del poder blando apareció de manera espontánea, sin ninguna dirección específica por parte de los gobiernos en un comienzo. A partir de la administración de Modi, se observa un diseño más claro, con aplicación de políticas estatales que buscan lograr una proyección y una imagen cuidada en el contexto internacional, como Make in India o Incredible India[7].
Ante todo, es necesario aclarar que el poder blando necesita de una base de poder duro para poder realizarse y, en este caso, es el crecimiento económico (Barroso, 2014). Los activos del poder blando indio son varios: la industria audiovisual (con una producción anual estimada de más de 1.000 películas y las telenovelas); la cultura tradicional (cocina, medicina ayurveda, religión, moda, música, danza, yoga); la capacidad de innovación y modernización; la expansión de las empresas transnacionales; y los valores democráticos y los derechos humanos, entre otros[8] (Razzetti, 2019). En el caso de América Latina, la difusión del yoga, la comida india y la medicina ayurveda, entre otros, son un ejemplo de ello.
Situaciones extremas y de crisis producen un ajuste en la política exterior, lo que suele provocar un cambio en el accionar externo del Estado. Las crisis, como la de la pandemia, se convierten en eventos catalizadores, es decir, en eventos permisivos que posibilitan la introducción de cambios importantes (Parmar, en Russell y Tokatlián, 2015). En términos de Hermann (1990), se puede producir un cambio de ajuste que significa una modificación en el nivel de acciones y alcances de la política exterior, un cambio de temáticas o metas a seguir o una modificación en la orientación de la política exterior.
Una potencia emergente como India ha sufrido el impacto del Covid-19 y ha elaborado un ajuste de su política exterior para, sobre todo, prestar mayor atención a regiones que se consideran periféricas.
¿El momento de India?
Al principio de la pandemia, India tuvo un bajo número de casos y muertes, y esto se debió a un estricto confinamiento y a factores sociales y demográficos. La cuarentena proveyó del tiempo necesario para mejorar la infraestructura médica crítica, pero, al mismo tiempo, golpeó la economía provocando un alto desempleo y una disminución en el crecimiento. Estos efectos también estuvieron impulsados por la disrupción de las cadenas globales y domésticas de suministros y de los canales comerciales (Goel, Sharma y Kashiramka, 2021; Kumar, 2021).
Estos hechos forzaron, eventualmente, una estrategia de salida de la cuarentena, lo cual provocó un rápido incremento en los casos de Covid-19 por la debilidad del sector de la salud pública. No obstante, se observó un avance tecnológico que ayudó a contener algunos de los daños provocados por la pandemia —en los sectores de salud y economía— gracias a una robusta base en investigación (Goel et al., 2021).
Para Kripalani (2020), la pandemia ha propulsado el Momento de India, aunque dentro de sus propias limitaciones. El gobierno de Modi tomó varias medidas para enfrentar la crítica situación: el Banco de Reserva de India mantuvo una política monetaria flexible y la administración incrementó los gastos en infraestructura, privatizó algunas empresas estatales, introdujo reformas en los impuestos para impulsar el crecimiento económico y proveyó de alimentos a los sectores más pobres de la sociedad. Los resultados se observaron en la recuperación de algunos sectores, como las ventas al por menor, la venta de autos, la producción agrícola, la construcción y las exportaciones. Empero, no sucedió lo mismo con el sector transporte, el turismo y el nivel de gastos en el consumo, entre otros (Kumar, 2021).
Según Roche (2020), la recuperación económica de India debe estar sujeta al comercio y a las inversiones —como una estrategia a mediano plazo—, y tener base en reformas financieras estructurales. Estas políticas serán los motores para revivir el crecimiento. Por otro lado, debe usar su mercado estratégico para ser un socio confiable en las cadenas globales de suministros, pero el problema es que se resiste a asociarse con otros estados en acuerdos comerciales profundos (Irwin, 2021). Es en este contexto que India debe profundizar los vínculos con sus socios actuales. Además, debe evitar el uso de restricciones a las exportaciones de bienes y servicios vinculados a la salud (como bienes intermedios), y a las importaciones sobre productos agrícolas (commodities y manufacturas de origen agropecuario [MOA]). Su apertura comercial es aún baja con importantes barreras tanto arancelarias como para-arancelarias (Estevadeordal, Mesquita y Kahan, 2017; Shingal, 2020).
Asimismo, un crecimiento inclusivo requiere de la cooperación y participación de todas las partes interesadas. India puede capitalizar los beneficios de la cooperación internacional con el fin de estimular el desarrollo, sobre todo en los casos de las seguridades energética y alimentaria, el sistema de salud y para alcanzar Atmanirbhar Bharat (la autosuficiencia/autonomía) en tecnologías críticas. Durante la pandemia, hubo una explosión en tecnologías vinculadas a la agricultura, la telemedicina, la educación y el entretenimiento, sobre todo de startups. La digitalización de los procesos administrativos y de gobierno ha sido importante en los últimos años, y se ha basado en el comercio digital, el empoderamiento de las mujeres y la tecnología para promover la educación, entre otros elementos (Yadav y Yadav, 2021).
India ha usado en este período su poder blando llamado diplomacia de las vacunas (donaciones y comercialización), la cual incluyó otros productos farmacéuticos, como drogas genéricas e ingredientes activos. No obstante, la tuvo que suspender debido al colapso del sistema de salud doméstico[9] (Carrasco Hernández, 2021). Lo expuesto muestra que para contener y contrarrestar los efectos de una pandemia tiene que haber una respuesta global basada en la cooperación, la transparencia y la coordinación de acciones, pero se observó la debilidad de las instituciones regionales y globales en este esfuerzo, y una acentuada prioridad dada a los intereses nacionales (Roche, 2020).
India ha redescubierto en el siglo XXI el valor de la CSS y está promocionando y participando de diferentes acciones, como el fondo India-UN Development Partnership Fund —para promover proyectos contra el Covid-19 en los países del Sur global— y el Facility for Poverty and Hunger Alleviation —que apoya proyectos de educación on line— en el contexto de IBSA. El rol diplomático y económico de India al apuntalar a este tipo de países es importante, a pesar de los diversos desafíos que enfrenta internamente (Adil, 2021).
¿Cuál puede ser el rol de América Latina?
Históricamente, los vínculos entre India y América Latina han sido débiles. Entre las causas de esta situación se pueden mencionar la distancia geográfica; la escasez de vínculos históricos; la brecha lingüística; tendencias políticas diversas —los estados tienden a dar prioridad a los temas domésticos y regionales—; y el hecho que ninguno de los dos afectaba la seguridad del otro. Entonces, ni Asia fue el centro de la política exterior de los países de América Latina ni esta la de India hasta principios del siglo XXI (Ross, 2010).
La política de India hacia la región latinoamericana no ha mostrado grandes cambios en las últimas décadas, y esto se debe a una percepción casi homogénea respecto de Latinoamérica en la que no se distinguen las diversas complejidades políticas, económicas y sociales que tiene (Gangopadhyay, 2014; Sahni, 2015).
Uno de los principales objetivos de la administración de Modi ha sido modificar la política exterior del país y convertirla en una herramienta que ayude a transformar a India en una potencia global. Cuando asumió, India necesitaba fortalecer sus vínculos regionales (Sur de Asia, Sudeste de Asia, y Asia Central), como también las relaciones con los Estados Unidos, China y los países de Medio Oriente (Rao, 2016). En cuanto a América Latina, ha habido una negligencia benigna[10] a pesar del incremento en el intercambio comercial y de las inversiones (Desai, 2015; Gangopadhyay, 2014). Esto implica que aún no se ha desarrollado una política específica para la región tomando en cuenta sus diferencias políticas, económicas, comerciales y culturales, entre otras. De lo expuesto, se observa que esta negligencia responde a una falta de centralidad de la región en la política exterior india.
Los vínculos con Latinoamérica están basados en la dimensión económica. En cuanto a la complementariedad comercial, es inter-industrial en el caso de América del Sur, ya que el intercambio es de commodities y MOA por manufacturas con valor agregado medio/alto. En los casos de México, América Central y el Caribe es un comercio intra-industrial, basado en textiles, autopartes y aparatos electrónicos —lo que representa una competencia—, aunque también se incluyen algunas materias primas y petróleo (Baroni, 2021).
Los principales productos que importa India desde la región son aceites vegetales, granos (maíz, trigo), azúcar, minerales —oro, cobre, carbón, coque y briquetas— y petróleo crudo, es decir, materias primas para la seguridad alimentaria y suministros para la industria. Por otro lado, exporta productos industriales y manufacturados (derivados del petróleo, agroquímicos, agentes farmacéuticos activos, vehículos, textiles, autopartes, tinturas, productos de acero y hierro, entre otros). En este caso, las importaciones son superiores a las exportaciones, lo que pone de manifiesto un sostenido déficit comercial. A su vez, el intercambio está concentrado en pocos países, a saber: Brasil, México, Argentina, Perú, Chile, Colombia, Venezuela, Bolivia, Ecuador, República Dominicana y Guatemala, lo que indica que existe una posibilidad de diversificar los vínculos con otros países de la región (Departamento de Comercio, 2022).
Entonces, la continuidad de este patrón en la composición del intercambio comercial pone a los países latinoamericanos —sobre todo los sudamericanos— ante una situación de mayor vulnerabilidad al generar un nuevo tipo de dependencia afín a los precios internacionales de las commodities y a las condiciones externas de demanda y de producción de los países socios (Baroni, 2021). De esta forma, India contribuye a una nueva subalterización y a la desindustrialización de la región.
India ha sido reticente a acuerdos de libre comercio abarcadores y la región no escapa a esta estrategia. Los acuerdos comerciales firmados son de alcance parcial, pero han puesto de manifiesto que existen intereses políticos comunes. Se firmaron dos acuerdos: uno con el Mercosur —en vigencia desde 2009 y bajo negociación su expansión— y otro con Chile —en vigencia desde 2007, ampliado en 2016, y bajo negociación una nueva ampliación. En el primer caso, las preferencias comerciales se concedieron a 900 productos, lo cual es limitado, y se otorgaron a líneas arancelarias en donde el arancel vigente era muy reducido o nulo, por lo que el acuerdo tiene un impacto mínimo en el comercio bilateral (INTAL, 2016). En 2010 comenzaron las negociaciones para incluir más productos; sin embargo, sigue sin resolución, sobre todo debido a la resistencia del sector agrícola indio y de los sectores industriales brasilero y argentino.
En el caso de Chile, la expansión del acuerdo elevó de 474 productos a 2.800 en 2016 y desde 2019 se está negociando una nueva ampliación. Asimismo, se encuentra negociando un acuerdo con Perú que no solo incluirá la dimensión comercial sino también inversiones, servicios y relaciones culturales (Departamento de Comercio, 2022).
En cuanto a las inversiones indias en la región, están estimadas en unos 14.000 millones de dólares. Entre los principales sectores donde invierten, se encuentran: agricultura y minería; construcción; finanzas; seguros y servicios de negocios; manufacturas; electricidad; gas y agua; transporte; almacenamiento; y servicios de comunicación, entre otros (Departamento de Comercio, 2022). Al igual que lo que pasa con el comercio, y aunque las inversiones se han incrementado, están por debajo de su potencial.
A nivel regional, India tiene el estatus de Estado Observador en la Alianza del Pacífico desde 2014 y participa en foros regionales como el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) —a través de un mecanismo institucional de diálogo— y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), con el objetivo de trabajar en forma conjunta temáticas como la energía, la agricultura, el comercio y el ámbito espacial, entre otros (Departamento de Comercio, 2022; Siddiqui, 2015).
India identificó a los dos países más grandes de la región como sus principales objetivos de política exterior: Brasil y, recientemente, México. Brasil es considerado una potencia emergente y, por lo tanto, ha identificado intereses en común con India respecto de la agenda internacional. Esta situación llevó a una diversificación e intensificación de los vínculos bilaterales —con la firma de la Alianza Estratégica en 2006— y a la coordinación de posiciones en foros/organismos internacionales —por ejemplo, el G20— donde han buscado sumar poder, resolver problemas comunes y construir comunidad. De esta forma, India sigue dependiendo y confiando en Brasil como portavoz de la región (Gangopadhyay, 2014; Sahni, 2015).
México, por su parte, ha sido redescubierto por India y la atención surge cuando el país latinoamericano, con una similar posición respecto de diversos temas globales como el desarrollo, adoptó un rol más activo en el sistema internacional y participa en la creación del foro informal MIKTA[11], en 2013. Se ha convertido en uno de los principales socios comerciales de India en la región, en virtud de su proximidad al mercado estadounidense y su integración industrial con él, y porque se constituye en una plataforma para las drogas genéricas indias. Este acercamiento es clave ya que permite a las empresas indias invertir en México y acceder al mercado de Estados Unidos con mayor facilidad (Seshasayee, 2020 y 2021).
Bajo el paraguas de la CSS, se han firmado muchos acuerdos entre India y los países latinoamericanos, los cuales abarcan diferentes temáticas como agricultura; tecnología de la información; educación; desarrollo; servicios; industria farmacéutica; medicina; energía; y cooperación espacial, entre otras. No obstante, la mayoría de estos convenios no se han implementado, o lo han hecho tarde o parcialmente. Además, y a pesar que India tiene mecanismos de ayuda bilateral, la región latinoamericana ha recibido menos del uno por ciento de su ayuda oficial para el desarrollo (CEPAL, 2016).
Los diferentes niveles de interacción que existen entre los países de América Latina e India indican que hay una cierta urgencia de mayor conocimiento mutuo y de la expansión del conocimiento de la cultura de las sociedades, ya que impactan en diversos ámbitos de las vinculaciones (Gangopadhyay, 2019). En este sentido, tanto las becas como los programas del Indian Council for Cultural Relations (ICCR) y del Indian Technical and Economic Cooperation Programme (ITEC)[12] son limitados para una región con más de 40 países. Los Festivales de India, famosos en el período 1980-1990 en Europa y Estados Unidos, no se han llevado a cabo en la región, aunque algo similar se realizó en Perú y Cuba en 2013, en un esfuerzo de diseminación de la cultura india (Olivera, 2021).
Con excepción de Brasil, es escasa la difusión del cine y la televisión india en la región y los acuerdos académicos a nivel de universidades. Muchas de las acciones propuestas quedan a instancias de las misiones diplomáticas, sus recursos financieros y humanos, y su voluntad política de llevar a cabo la promoción y organización de este tipo de acciones. No obstante, varias de las actividades actuales provienen de actores privados, muchas veces, con el auspicio de la embajada india. Esta situación no debe dejar de lado el hecho de que el marco gubernamental es importante para este tipo de diplomacia, ya que es facilitador de la relación bilateral (Bhojwani, 2017; Olivera, 2021).
Se observa, entonces, que ambas regiones han demostrado interés mutuo en diferentes áreas; no obstante, la dimensión comercial sigue siendo el eje central en la política exterior.
Oportunidades en las vinculaciones pospandemia
América Latina continúa siendo una de las regiones con menos compromiso por parte de la política exterior de India. El ministro de Asuntos Externos de India, S. Jaishankar (2022), reconoció que India ha omitido a América Latina en su política exterior, y observó que aún existe una brecha de desconocimiento mutuo que afecta el desarrollo de los vínculos. Además, indicó que la bandera de las vinculaciones la lleva el comercio a través del sector privado y, por lo tanto, hay mucho por hacer. La pandemia puso en evidencia las diferentes oportunidades y desafíos que presentan los vínculos.
Si se toma en consideración el intercambio comercial, eje de la vinculación, existen oportunidades en diversos bienes vinculados a la alimentación. Dentro de estas posibilidades, se encuentran los aceites comestibles (girasol y oliva) y los productos avícolas y lácteos (leche en polvo), pero sobre todo los alimentos procesados, debido a los problemas de almacenamiento que tiene India. Diversificar la canasta del intercambio comercial significa contribuir al desarrollo industrial y económico mutuo. Asimismo, otros commodities tienen un gran potencial, como las semillas y legumbres (lentejas y porotos mung), las frutas, los vegetales y minerales como el litio[13]. La importancia de este mineral radica en su aplicación al desarrollo de vehículos eléctricos. En este sentido, el gobierno indio busca disminuir la dependencia de los combustibles fósiles y la contaminación ambiental (Baroni y Seshasayee, 2020; Martínez, 2020).
La pandemia afectó las cadenas globales de suministros, especialmente de los alimentos. Esto ha llevado a un cambio en la estrategia de las empresas respecto de las cadenas de valor concentradas en Asia. Se plantea una relocalización (near sourcing) de las cadenas y, por lo tanto, esto puede incentivar el desarrollo de cadenas globales de valor en las regiones que, a su vez, puedan conectarse. En un estudio llevado a cabo entre la CEPAL y la Economic and Social Commission for Asia and the Pacific (ESCAP)[14] se lograron identificar y analizar cadenas de valor entre los países asiáticos y entre los países latinoamericanos, y se realizaron estudios sobre posibles cadenas birregionales que potencien las complementariedades existentes dentro y a través de ambas regiones (Lamas y Baroni, 2020). El primer resultado es un informe sobre los servicios digitalmente disponibles en las cadenas de valor de manufacturas, agricultura y servicios de América Latina y Asia, donde se identificaron algunas complementariedades ocultas que pueden generar oportunidades para expandir el comercio bilateral de estos servicios (Suominen, 2021). Este tipo de proyectos también pueden realizarse entre India y América Latina. Sin embargo, para potenciar las complementariedades, debe mejorarse la logística (transporte directo entre India y la región), la infraestructura (puertos de gran calado, vías de comunicación intra-regionales) y la facilitación del comercio (ventanillas únicas, estructura impositiva flexible y transmisiones electrónicas libres de impuestos) (Baroni, 2021).
Existe una evidente complementariedad en el área de servicios y en el sector automotor. En el primer caso, la región latinoamericana —de la mano de Argentina, Brasil, México y Chile— ofrece oportunidades y recursos humanos calificados. La región es una plataforma estratégica para la exportación de los productos de servicios por su proximidad a Estados Unidos, por las diferentes zonas horarias que tiene y por ser un mercado en crecimiento para este sector (Estevadeordal et al., 2017). Un ejemplo de la colaboración entre India y la región es la que lleva a cabo el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) con la empresa india Tata Services. Se está trabajando para desarrollar ecosistemas regionales de blockchain aplicados a la salud, la energía, la educación y los servicios financieros, entre otros (Itnews.lat, 2021).
En el último quinquenio se ha observado en América Latina una explosión de startups: hacia 2021 se identificaron 34 con un valor superior a los mil millones de dólares. Este incremento en los unicornios está vinculado al crecimiento del capital externo que fluye hacia la región latinoamericana (Pompeo, 2021). Por ejemplo, se observa un aumento de este tipo de emprendimientos indios en Chile debido a que ofrece un ambiente favorable para los negocios, estabilidad en las reglas de juego, tiene pericia tecnológica e importantes incentivos gubernamentales. Además, ven al país sudamericano como una plataforma para insertarse en el mercado estadounidense (debido a los acuerdos que tienen) o para expandirse a lo largo de la región latinoamericana. Empresas indias como Evalueserve (servicios de data) y Toolyt (asistencia personal basada en inteligencia artificial) han seguido esta estrategia (Bartlett, 2022). Otro caso, pero en sentido inverso, es el de la startup argentina Kilimo, la cual, en asociación con Satellogic, entró al mercado indio con una app (agritech) que ayuda a optimizar el uso y manejo del agua en materia de agricultura (Comercio y Justicia, 2019).
Entre los factores que permiten esta vinculación, están la existencia de estructuras, desafíos técnicos e ineficiencias similares, por lo que las soluciones que se presentan en una región pueden fácilmente adaptarse a la otra, si bien los mercados difieren profundamente (Bartlett, 2022). Aunque este es el sector en el que se observa un mayor número de empresas indias, se hace necesario notar la posibilidad de expandir la oferta de productos tecnológicos exportables y la necesidad de subscribir acuerdos que faciliten las vinculaciones e inversiones desde ambos lados.
Afín a esta temática, se encuentran la industria audiovisual —TV, series, películas— y las industrias basadas en la creatividad (como gaming y animación), las cuales tienen mucho potencial. Argentina, Brasil, Colombia y México son reconocidos en estos ámbitos, por lo tanto, se pueden dar oportunidades basadas en coproducciones o en exportaciones de productos de estas industrias. Un hecho que resalta es que India no ha logrado comercializar en forma masiva y en los tiempos actuales los productos de estas industrias en la región, con excepción de Brasil (Bhojwani, 2017).
No obstante, se observa un cambio en esta tendencia. La empresa india de televisión Zee Mundo emite, para la población hispana de Estados Unidos, contenidos en español e incluyó películas indias traducidas a dicho idioma. De esta forma, busca no solo incrementar la audiencia sino también proyectarse a América Latina (El Comercio, 2016). Por otro lado, se firmó en 2022 un convenio entre la empresa Pacific Investment Panama Corporation —con sedes en Panamá, Costa Rica e India— y las empresas productoras indias Eros International y Eros STX Global Corporation Limited. La propuesta es realizar cinco producciones cinematográficas en Panamá, con la idea de incentivar la industria panameña del cine (El Capital Financiero, 2022). Finalmente, el ingreso de América Latina al mercado indio es a través de festivales de cine y de la comercialización de productos audiovisuales por medio de compañías internacionales (Baroni, 2021).
En el segundo caso, se presenta la posibilidad de que India se integre a las cadenas de valor automotriz formadas por Brasil, Argentina y México a través de acuerdos con el Mercosur. Se han observado intenciones de invertir en el sector a través de adquisiciones, alianzas estratégicas y joint ventures, pero hasta ahora no se han materializado y el comercio se ha desarrollado a través de las exportaciones intra-firma que realizan multinacionales como Toyota. Sí se observa una mayor presencia en el caso de las motocicletas, a través de compañías indias que han invertido en Argentina (joint ventures) y Colombia (inversión directa), y en el caso de otros vehículos, como camiones, Tata Motors tiene una planta en Brasil (Seshasayee, 2020).
Otra oportunidad es la de los vehículos eléctricos de pasajeros, cuyas ventas se han duplicado desde 2016 en América Latina y en India. El gobierno indio planteó como objetivo eliminar los vehículos a combustibles para 2030, lo que aceleró las acciones de varias empresas locales como Mahindra & Mahindra y Tata, las cuales han desarrollado automóviles e incluso camiones eléctricos. Sin embargo, el mayor desarrollo se ha dado en vehículos de dos ruedas de alta velocidad (scooters y motos). Hay varias empresas indias líderes mundiales en este sector —Hero Electric, Okinawa Autotech Pvt. Ltd, Ather Energy, y Ampere—, por lo que existe la posibilidad de asociación o de inversión en la región latinoamericana, en especial si se tiene en cuenta las reservas de litio (Expansión, 2018). Por último, hay oportunidades de colaboración tecnológica en la mecanización agrícola, sobre todo por parte de países como Argentina y Brasil.
De lo expuesto se observan dos cuestiones: primero, que tanto India como los países de América Latina deben promover acuerdos comerciales y de inversiones, y profundizar los existentes para generar nuevas oportunidades y las condiciones necesarias para impulsarlos; segundo, que la cooperación y las acciones en conjunto en los espacios regionales —como el Mercosur, la Alianza del Pacífico o SICA— deben incrementarse para que las oportunidades mencionadas puedan concretarse.
En el área de la CSS, existen numerosos acuerdos sobre diversas temáticas, los cuales necesitan ser reactivados, especialmente en las áreas en las que América Latina muestra su pericia, como ser la energía renovable; la biotecnología; la medicina (nuclear, aparatos médicos, industria farmacéutica); la agricultura (irrigación, semillas, almacenaje, maquinaria); y los programas espaciales (satélites), entre otros (Baroni, 2021).
Un aspecto que sobresale respecto de ambos actores es que apuestan e impulsan estrategias de sustentabilidad en diversas áreas como salud, energías limpias, cambio climático, agricultura, ecoturismo, transporte público y manejo de los residuos, entre otros. Estos desafíos requieren de la articulación de estrategias y de una mayor cooperación a nivel multilateral. Entonces, estos desafíos se constituyen en posibilidades concretas de acciones conjuntas para el beneficio mutuo (CEPAL, 2018).
Respecto de la cooperación en energías renovables, la región latinoamericana tiene experiencia en energías solar y eólica, lo cual es importante para India debido a su dependencia energética. El país surasiático fue promotor, junto a Francia, de la creación de la Alianza Solar Internacional en 2015 con el fin de acelerar y promover la inversión y el desarrollo de la energía solar a gran escala. Se busca compartir experiencias y costos para lograr una energía segura, sostenible, accesible y asequible para todos. Como participan varios países de la región, es el foro ideal para la cooperación en este tipo de energías. Además, India y América Latina también pueden participar en la explotación y fabricación de baterías de litio (Seshasayee, 2020).
En las áreas de biotecnología, medicina nuclear, implementos médicos, farmacología o producción agrícola, también hay grandes oportunidades. Existen acuerdos que pueden promover investigaciones en conjunto o inversiones con beneficios para ambas regiones. Ejemplo de esto ha sido el trabajo en conjunto entre la empresa india Bharat Biotech y los estados de Costa Rica y Panamá para el desarrollo de una vacuna contra la chikungunya (Estevadeordal et al., 2017; Seshasayee, 2020). La pandemia puso de manifiesto la necesidad de mayor colaboración en diferentes áreas como en el suministro de drogas genéricas, kits de testeos, vacunas, oxígeno, respiradores, e investigaciones y ensayos clínicos en conjunto. A pesar de que falló la diplomacia de las vacunas, India donó y exportó 7 millones de dosis a la región, sobre todo al Caribe y Centro América; además exportó diferentes tipos de productos farmacológicos a países como Argentina, Ecuador y Paraguay. En la región latinoamericana, están presente 25 empresas farmacéuticas indias que han establecido 14 plantas (en Brasil, México y Argentina), por lo tanto, existen oportunidades para la comercialización y cooperación en este sector (Seshasayee, 2021).
En el área espacial, se observa una destacada cooperación en el campo satelital vinculada con el clima, el territorio y los estudios medioambientales (desastres naturales, mapeo del clima con fines agrícolas). Argentina, Colombia, Brasil y Chile ya han utilizado las bases indias para lanzar satélites y han firmado convenios que ofrecen un marco para un mayor desarrollo de la cooperación en este campo (Seshasayee, 2020).
En una visión general, India y América Latina tienen una tasa de pobreza comparable, un alto porcentaje de trabajo informal e inadecuados sistemas de salud. La secretaria ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena (2021), indicó que la pandemia promovió los esfuerzos de la CSS, al mismo tiempo que expuso las debilidades de la cooperación triangular. Agregó que en la región latinoamericana se está viviendo una década perdida en términos de desarrollo económico y social y, por lo tanto, se está viviendo un incremento de la pobreza y la desigualdad, lo que lleva a un crecimiento del descontento en la sociedad. Entonces, se han identificado áreas donde la cooperación ha sido escasa y donde el intercambio de experiencias puede ser enriquecedor: experiencias en la lucha contra la pobreza; la mejora en la gobernanza; la inclusión financiera; y la igualdad de género, entre otras (CEPAL, 2018).
Por último, debe promoverse el desarrollo de interacciones académicas (escasas), y mejorar la eficiencia de programas y/o becas técnicas y culturales de India, las cuales se encuentran subutilizadas (Bhojwani, 2017). La diplomacia cultural debe funcionar como puente para mejorar el entendimiento mutuo y para profundizar la cooperación, por ejemplo, aprovechando el interés de varios países de la región por el yoga y la medicina ayurveda (Gangopadhyay, 2019). Entonces, se necesita una mayor voluntad política por parte de ambos actores para que los vínculos se desarrollen con una mayor profundidad.
Reflexiones finales
La pandemia se ha constituido en un evento catalizador que ha expuesto las debilidades y fortalezas del sistema internacional —dentro de los países o entre ellos—, y sobre todo en el ámbito de la cooperación internacional. También ha puesto de manifiesto los desafíos y posibilidades en las relaciones entre India y América Latina. Esta crisis lleva a un ajuste de la política exterior, la que debe revisarse para poder enfrentar el mundo pospandemia.
En primer lugar, se puede señalar que tanto el país surasiático como los países latinoamericanos deben trabajar en una política robusta y a largo plazo para mejorar y profundizar los vínculos en todas sus dimensiones, y de esta forma desarrollar su asociación bilateral a niveles más estratégicos. Esta política debe incluir la identificación de los temas prioritarios comunes y de los desafíos que enfrentan. India, como potencia emergente que trasciende sus fronteras, debe tomar en cuenta las diferentes características de las subregiones americanas y poner en juego tanto sus capacidades materiales como inmateriales. En este sentido, debe identificar otros actores claves —más allá de Brasil y México— para poder adoptar políticas más eficientes respecto de su rol en la región, y que de esta forma sea percibida como potencia por los actores latinoamericanos.
El comercio es el eje principal de la vinculación y está concentrado en pocos países y en productos con escaso valor agregado —en el caso sudamericano—, como commodities y MOA. En los casos de México, América Central y el Caribe, el intercambio tiene un bajo impacto y es, a su vez, competitivo. Entonces, se debe trabajar para expandir los productos del intercambio comercial e incrementar el comercio, que está por debajo de su potencial.
El desafío para los países de América Latina es diversificar sus exportaciones a través del análisis de los productos con potencial para ingresar al mercado indio o para incrementar la participación de los productos ya exportados, siempre teniendo en cuenta que contengan un mayor valor agregado. En el apartado de oportunidades se identificaron las áreas de alimentos, biotecnología, implementos médicos y productos vinculados a los servicios como base para este cambio. El desafío para India es no contribuir a la desindustrialización de la región latinoamericana y abrir su economía a los productos de la región, utilizando acuerdos comerciales integrales y beneficiosos para ambas partes. A su vez, estos acuerdos le permitirán competir en igualdad de condiciones con los productos de terceros estados en la región.
Las inversiones indias han crecido en América Latina y han ayudado a desarrollar mano de obra calificada y a la transferencia de conocimiento y tecnología. India debe promover las inversiones y exportaciones de las empresas indias a través de acuerdos comerciales bilaterales o con los bloques de integración regionales, y los países de América Latina deben facilitar el ingreso de las inversiones indias a través de políticas confiables y a largo plazo. Se expuso que uno de los efectos de la pandemia ha sido repensar la localización de las cadenas globales de suministros para no depender tanto de China. Esto abre las puertas para que la región latinoamericana cree sus propias cadenas, y para que India sea parte clave de las asiáticas, lo cual puede promover la creación de cadenas de valor birregionales.
Entonces, la diplomacia económica se ha vuelto la herramienta prioritaria en las vinculaciones y se debe tomar en cuenta estas variables al momento de su diseño e implementación. Ambos deben incrementar los estudios de mercado para identificar las ventajas mutuas y el conocimiento mutuo, sobre todo en la forma de llevar a cabo los negocios. A su vez, deben trabajar en los distintos aspectos que ayudan a facilitar el comercio, como son el desarrollo de infraestructura clave, una logística eficiente y la disminución de los costos y la burocracia comerciales.
Sumado a esto, la pandemia puso de manifiesto la necesidad de generar y activar marcos de cooperación a nivel científico, tecnológico y energético, para continuar y avanzar en el intercambio de conocimiento y tecnología, muy necesario durante este período. Como se indicó, existen importantes oportunidades respecto de la CSS en los niveles mencionados ya que algunos intereses y desafíos en común han sido identificados. Sin embargo, es necesario activar los acuerdos firmados o renovarlos para así poder desarrollar diferentes proyectos en conjunto, complementar potencialidades y compartir experiencias.
La relación entre India y América Latina necesita de una base realista, fundada en hechos concretos que sirvan de plataforma para su desarrollo y que permita a ambas partes forjar una estrategia común. Para que esto suceda, debe expandirse la diplomacia cultural como herramienta para lograr una profundización en el acercamiento. Se enfatiza, entonces, la necesidad de extender las becas y los programas de intercambio cultural ya que varios aspectos de la cultura india, como la comida, la medicina ayurveda y el yoga, son populares en la región y, por consiguiente, son un foco para aumentar la presencia india y su prestigio.
Lo planteado en este artículo ha sido expuesto desde hace varios años por diversos académicos y especialistas, lo que demuestra que poco se ha avanzado en el tema[15]. Aquí la voluntad política es clave, y se observa que India parece no estar dispuesta aún a jugar el rol de potencia emergente en la región —lo que supone compromisos y responsabilidades— y América Latina, entonces, no llega a reconocerla como tal y darle ese lugar, como sí lo hace con China. Aunque India no tiene las mismas capacidades de China, es imposible no comparar el accionar de ambas en la región, ya que el avance chino ha sido planificado, constante y asertivo, mientras que el de India ha estado marcado más por la retórica, con acciones esporádicas y dubitativas.
La crisis de la pandemia, la crisis económica mundial (alta inflación y proteccionismo comercial) y la guerra en Ucrania se convirtieron en catalizadores de cambios, tanto a nivel interno como externo. El primer signo de impulso que se observa es que se han mantenido las reuniones a través de los mecanismos institucionales bilaterales de forma virtual, incluyéndose temáticas urgentes como la cooperación sanitaria. Por otro lado, el comercio mantuvo su dinámica a pesar de las restricciones. Hacia 2021, las exportaciones de India hacia la región crecieron un 0,45 por ciento mientras que las importaciones desde la región disminuyeron un 26,93 por ciento (Departamento de Comercio, Gobierno de India, 2022). En este contexto, India necesita revitalizar sus vinculaciones regionales a través de una política más proactiva en relación con SICA y CELAC. Respecto de esta última, recién en 2022 se retomaron las reuniones después de cinco años sin llevarse a cabo. Por último, la visita del ministro de Asuntos Externos de India a Paraguay, Brasil y Argentina, en agosto de 2022, indica la intención clara y explícita de mejorar las vinculaciones y la cooperación Sur-Sur. Las áreas exploradas han sido la seguridad alimentaria, la expansión en los servicios (TIC) y de la industria farmacéutica, las energías alternativas (solar, litio), la agricultura y avanzar en la expansión del acuerdo India-Mercosur (D&B Bureau, 2022).
Aunque quedan aún ajustes y acciones a llevar a cabo, los primeros pasos han sido dados para la profundización de una asociación entre ambos que contribuya al desarrollo mutuo.
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[1]Notas
BRICS: acrónimo acuñado por economistas de Goldman Sachs en 2003 que representa a las economías de Brasil, Rusia, India y China. La denominada tesis BRIC planteaba que las economías de Brasil, Rusia, India y China se convertirían en las dominantes para 2050. El grupo se formalizó en 2006, y en 2011 se sumó Sudáfrica. Los tres pilares sobre los cuales se deliberan los distintos temas son: política y seguridad; economía y finanzas, e intercambios culturales y entre pueblos. Para mayor información, https://brics2021.gov.in/index.
[2] IBSA: foro de discusión trilateral creado por India, Brasil y Sudáfrica en 2003. Se presentan como poderes emergentes, cada uno con influencia en su continente y capacidades, intereses y problemáticas afines. Es un foro para la cooperación en tres ámbitos: consultas y coordinación en temas globales y regionales políticos, económicos y comerciales, entre otros; colaboración en áreas específicas para el beneficio mutuo; y la asistencia a otros países en desarrollo. Para mayor información: https://www.ibsa-trilateral.org/.
[3] G4: alianza entre Alemania, Brasil, India y Japón, con el fin de reformar el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y así acceder a un asiento permanente en dicho órgano y mejorar su representatividad y distribución del poder.
[4] G20: foro internacional para la cooperación económica, financiera y política que busca generar políticas públicas que resuelvan diversos problemas globales. Sus miembros son Alemania, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Reino Unido, Rusia, Sudáfrica, Turquía y la Unión Europea. Para mayor información, https://www.g20.org/es/g20/que-es.
[5] Concepto vinculado con el llamado “poder normativo”, es decir, el poder de moldear lo que es considerado normal y aceptable en las relaciones internacionales. Esta postura le ha permitido a India promover sus propios valores sin tener que comprometerse con la agenda normativa de Occidente (Hall, 2016).
[6] Hace referencia a los cinco principios de coexistencia pacífica: el respeto mutuo sobre la integridad territorial y la soberanía; no agresión mutua; no injerencia mutua; igualdad y beneficio mutuo; y coexistencia pacífica.
[7] La primera es una iniciativa para aumentar y promover los productos hechos en India. La segunda es una estrategia para posicionar a India como destino turístico. Para mayor información: https://www.makeinindia.com/; https://www.incredibleindia.org/content/incredible-india-v2/en.html.
[8] Entre las acciones, se pueden mencionar la celebración a nivel mundial del Día Internacional de la No Violencia el 2 de octubre —día del nacimiento de Mahatma Gandhi— y el Día Internacional del Yoga el 21 de junio; y su suscripción, en 2005, al Fondo de las Naciones Unidas para la Democracia con una contribución de 25 millones de dólares (Razzetti, 2019).
[9] Ante el incremento de casos, India suspendió las exportaciones de oxígeno por su escasez. Además, las ventas y donaciones de vacunas fueron canceladas porque la estrategia de vacunación a nivel nacional no estaba avanzando y, a su vez, la producción nacional de vacunas —por Bharat Biotech— y la coproducción entre Serum Institute de India y Oxford - AstraZeneca (llamada Covishield) era insuficiente para cubrir a toda la población (Carrasco Hernández, 2021).
[10] Negligencia benigna hace referencia a una “no política” por parte de un gobierno, la cual pone de manifiesto que la atención está puesta en otras temáticas que son consideradas una prioridad estratégica para sus intereses nacionales. En términos de política exterior, hace referencia a que una temática, región o país tienen un rol marginal en sus prioridades, y por lo tanto no cuentan con políticas o lineamientos específicos. En algunos casos, esta no acción es deliberada; en otros, es un descuido debido a la falta de centralidad de la temática o región.
[11] MIKTA fue creado en 2013 por los gobiernos de México, Indonesia, la República de Corea, Turquía y Australia. Es un foro informal diseñado para intercambiar puntos de vista de manera regular, con el fin de hacer frente a los retos actuales de manera colectiva, teniendo en cuenta sus coincidencias y su participación en otros foros internacionales. Se plantean como intereses comunes fortalecer el multilateralismo, la estabilidad y la prosperidad global; generar soluciones para las problemáticas regionales y globales; y promover reformas en las estructuras de la gobernanza global. Para mayor información, https://www.gob.mx/sre/articulos/que-es-mikta-y-cual-es-el-papel-de-mexicoglobal.
[12] ICCR: tiene el objetivo de promover y fortalecer las relaciones culturales y el entendimiento mutuo entre India y otras naciones. Entre sus actividades se encuentran becas; promoción de conferencias sobre temas culturales; apoyo a investigadores para trabajar temas vinculados a India; y establecimiento de cátedras libres en universidades extranjeras, en colaboración con el estado anfitrión, entre otras. Tiene oficinas en Brasil, México, Guyana, Surinam y Trinidad y Tobago.
ITEC: iniciativa que provee cursos, capacitaciones y entrenamiento a académicos y funcionarios de otros países en desarrollo, otorgando también becas a estudiantes de otros países.
[13] Argentina, Chile y Bolivia tienen las mayores reservas mundiales de dicho mineral. Bolivia cuenta con 21 millones de toneladas; Argentina, 19 millones; y Chile, 9,8 millones. Esto representa el 56 por ciento de las reservas mundiales estimadas (U. S. Geological Survey, 2022).
[14] Proyecto realizado en el marco del Foro de Cooperación Asia Oriental-América Latina.
[15] Las diversas referencias bibliográficas incluidas en el artículo son una muestra del limitado avance en los vínculos entre India y América Latina.