Parejas checo-mexicanas: ¿las ventajas de la interculturalidad?
Czech-mexican couples: the advantages of interculturality?
Zuzana Erdösová
https://orcid.org/0000-0001-7924-7599
Centro de Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades,
Universidad Autónoma del Estado de México
Rafael Juárez Toledo
https://orcid.org/0000-0002-2017-7984
Facultad de Economía,
Universidad Autónoma del Estado de México
Fecha de envío: 18 de marzo de 2020. Fecha de dictamen: 9 de febrero de 2021. Fecha de aceptación: 28 de mayo de 2021.
Resumen
Con el objetivo de identificar la percepción de la ventaja intercultural evidenciada en la narración de hechos, este estudio busca contribuir en el entendimiento de las relaciones interculturales en ámbitos familiares mixtos entre individuos de diferente nacionalidad. A través de un estudio que ha recuperado el discurso de los miembros de ocho parejas checo-mexicanas, se muestra que la ventaja percibida se desprende de la adquisición de competencias interculturales. La información recabada se ha organizado mediante la evaluación de cuatro elementos que definen la interculturalidad: relaciones de poder, comunicación intercultural, integración y alteridad cultural. El principal hallazgo indica que el contexto en el cual se han conformado las parejas mixtas checo-mexicanas se caracteriza por un equilibrio en la negociación de interés para formar metas vitales conjuntas. Dicha ventaja se materializa en la ampliación de la oportunidad para moverse entre dos países, sea para establecerse en el país de encuentro, sea para migrar al país del otro. La tendencia mostrada se ha sesgado hacia el país de la mujer.
Abstract
In order to identify the perception of the intercultural advantage evidenced in the narration of facts, this study seeks to contribute in the understanding of the intercultural relationships in mixed family environments between individuals of different nationality. Through a study that has recovered the discourse of the members of eight Czech-Mexican couples, it is shown that the advantage perceived by them is stems from the acquisition of intercultural skills. The information collected has been organized through the evaluation of four elements that define the interculturality: power relations, intercultural communication, integration and cultural alterity. The main finding indicates that the context in which mixed Czech-Mexican couples have been made up is characterized by a balance in the negotiation of interest to form joint life goals. This advantage is materializes in the expansion of the opportunity to move between two countries, either to settle in the country of encounter, or to migrate to the country of the other. The trend shown has been biased towards the country of women.
Palabras clave: Pareja; interculturalidad; competencia; México; República Checa.
Keywords: Couple; interculturality; ability; Mexico; Czech Republic.
Introducción
En el entorno mundial se ha observado el crecimiento de los vínculos interculturales a través de las relaciones de pareja (Alemán Falcón y Lana Biurrun, 2013; Alaminos Chica, 2009; Míguez Martín, 2009; Santacreu Fernández y Francés García, 2008; Albert Guardiola y Masanet Ripoll, 2008; Donovan, 2004). La formación de una pareja intercultural no es un asunto exclusivo de personas con diferentes nacionalidades, estas pueden constituirse en cualquier ámbito: local, regional, nacional, internacional. En todo caso, atiende al reconocimiento de las diferencias valorativas que provienen de las distinciones culturales entre sus participantes. Sin embargo, es posible afirmar que, en las actuales condiciones del mundo, caracterizadas por el mayor empleo de la comunicación virtual, la fuerte movilización de personas entre las fronteras, la facilidad de movimiento en actividades relacionadas por los negocios o el turismo, entre otras, han provocado el aceleramiento de la intercomunicación y de la experimentación para crear enlaces entre individuos con diferencias culturales transfronterizas. De manera que el tema principal de este artículo hace referencia a la negociación intercultural que sucede entre individuos con diferentes nacionalidades y el traslado voluntario hacia el establecimiento de las competencias interculturales.
Así, las parejas mixtas se manifiestan como enlaces estratégicos ante la dinámica mundial. Pueden surgir de un modo más bien espontáneo o como una manera de responder conscientemente a la existencia de una nueva área de oportunidad de vida de pareja en el mundo actual. Para referirnos a este fenómeno, en adelante usaremos el término “pareja intercultural”, en el sentido de una unión romántica heterosexual donde ambos miembros proceden de áreas culturales distintas (Cools, 2011).
Los estudios existentes sobre las parejas mixtas se han interesado particularmente por dos problemáticas. En primer lugar, por los motivos de elección de pareja fuera del endogrupo (o sea, el grupo propio); y en segundo lugar, por los efectos que este tipo de parejas generan en términos de la atenuación de estereotipos y prejuicios hacia los exogrupos (o sea, grupos ajenos) y la disminución de las diferencias culturales a futuro a través de los hijos y su identificación con más de un grupo cultural (Albert Guardiola y Masanet Ripoll, 2008).
Ahora bien, respecto del ámbito concreto checo-mexicano podemos distinguir dos eventos históricos importantes que intervienen en el fenómeno estudiado: la transformación del régimen socialista, que conllevó a la apertura política de Checoslovaquia hacia Occidente en 1989, y de la República Checa independiente a partir de 1993; y la intensificación del proceso de internacionalización de los países de América Latina observada en la década de 1990, con la activa participación de México. Ambos procesos acrecentaron los intercambios de toda índole, lo cual ha conducido a la necesidad de un entendimiento de las relaciones interculturales entre los residentes de estos dos países, y el paso a la formación de diferentes tipos de parejas interculturales.
Una primera observación respecto del caso de estudio que corresponde a la formación de las parejas checo-mexicanas es que estas suelen surgir de manera espontánea, producto de la creciente interrelación de las dos comunidades nacionales. En la siguiente instancia, es posible proyectar las futuras relaciones checo-mexicanas de segunda y tercera generación, ya sea mediante los nuevos enlaces familiares y de amistad o a través de los hijos procedentes de estas uniones. Las ciencias sociales aún no han respondido plenamente a la necesidad de documentar este fenómeno novedoso, en cuanto a la dimensión intercultural de las dinámicas de pareja mixta (Alemán Falcón y Lana Biurrun, 2013; Albert Guardiola y Masanet Ripoll, 2008). Por tanto, una aportación será interpretar la formación de las competencias interculturales entre este tipo de parejas en el ámbito específico checo-mexicano.
La presente propuesta recupera las experiencias y hallazgos de investigación que se han obtenido desde 2018 para explicar cómo se han estado formando las relaciones de pareja entre la población checa y la población mexicana. Algunas de las preguntas filtro que se han formulado para guiar el proceso metodológico son las siguientes: ¿Cuáles son las razones, percibidas y comentadas, para la formación de parejas interculturales? ¿Cuáles son las características socioeconómicas observadas en las personas involucradas? ¿Qué ventajas o desventajas perciben los involucrados en una relación intercultural? ¿Cuáles son las nuevas competencias que se desarrollan en una pareja intercultural? ¿Cuáles son las condiciones reales para la permanencia de las parejas interculturales, dados aspectos como acceso al trabajo para mexicanos en Chequia, para checos en México, el estatus migratorio y otros de carácter legal?
El planteamiento inicial de investigación es el siguiente: las relaciones de pareja checo-mexicanas se forman y perduran más allá de los aspectos relacionados con la empatía y el afecto. Dadas las características de los involucrados y el contexto donde se realiza el enamoramiento, este tipo de relaciones se establecen para el surgimiento o fortalecimiento de las competencias y talentos que facilitan el desarrollo personal. Las competencias interculturales son resultado de las diferentes fases de involucramiento entre los individuos; con ello, al mirarse cada uno en la otra persona, sucede el reconocimiento de las capacidades y habilidades propias. No obstante, se reconoce que los problemas para desarrollar dichas competencias son de tipo cultural, aunque esto quede superado cuando las parejas llegan a las fases del acomodo o adaptación personal y reconocimiento del otro.
Construcción de la interculturalidad en el contexto de la pareja mixta
En la bibliografía especializada, abundan los términos que de una u otra manera refieren al fenómeno de la pareja intercultural. Entre los factores más frecuentes para definirla, aparecen los diferentes contextos culturales de desarrollo y socialización, distintos idiomas maternos, nacionalidades, historias nacionales, religiones, roles de género o procedencia étnica y racial. En el ámbito anglosajón y europeo, prolifera el término “matrimonio mixto” (Santacreu Fernández y Francés García, 2008) como referencia a una pareja casada con características binacionales (inter-country marriage), interétnicas y posiblemente interraciales (Albert Guardiola y Masanet Ripoll, 2008). Para algunos autores, el marco legal de la relación romántica ligado a la nacionalidad es el rasgo constitutivo del fenómeno.
En esta investigación, entendemos la “pareja intercultural” como la unión romántica heterosexual donde ambos miembros fueron socializados en ámbitos culturales distintos, en el caso nuestro el checo y el mexicano, con todas las trascendencias hacia otros ámbitos que las biografías de las personas puedan contener, es decir, la experiencia con la “alteridad” cultural, étnica, etc., en el sentido más amplio. El área de diferencia por medio de la cual se identifica a la pareja es la cultura de procedencia, con todas las complejidades posibles que le sean propias, lo cual convierte este tipo de pareja en un microsistema identitario. Aunado a esto, es importante que la pareja tenga carácter voluntario y electivo, esto es, que no sea impuesta por circunstancias externas, y que ambos individuos compartan un proyecto de vida común.
Partiendo de los conceptos de “cultura” e “interculturalidad” (el primero entendido como el sustento del otro), hay que anclarnos en una noción amplia y dinámica que nos permita pensar en interacciones interpersonales y entreculturales de las parejas en términos de modos de vida y mentalidades, más que en un mero intercambio de hábitos y costumbres aislados y descontextualizados.
Desde las primeras aproximaciones antropológicas en el marco del evolucionismo, que define la cultura como “un complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, la costumbre y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridos por el hombre como miembro de la sociedad” (Tylor, 1871: 1), hasta su proyección posmodernista surgida más de un siglo después, según la cual la cultura es todo abarcadora, ni alta ni baja, y encierra “lo cotidiano y lo esotérico, lo mundano y lo elevado, lo ridículo y lo sublime” (Rosaldo, 1991: 35), la comprensión de lo que es la cultura ha dado una serie de pasos importantes. De la noción de una serie de culturas mecánicamente heredadas, estáticas, fragmentadas y jerarquizadas, se ha llegado a considerarla como dinámica, amplia e interactiva, como un sistema de cognición derivado de lo que se aprende, a veces no explícitamente, como miembro de la sociedad (Monaghan y Just, 2006).
Desde la noción amplia de cultura, hay que contemplar las parejas mixtas fuera del paradigma “integracionista”, el cual presupone la necesaria adaptación e integración cultural del miembro “fuereño” dentro del endogrupo al que pertenece su pareja, o “de endogamia”, donde las uniones mixtas son vistas como la señal de desintegración comunitaria. En cambio, hay que visualizarlas como espacios de hibridización cultural donde se intercambian y negocian las diferencias de manera bidireccional (Alaminos Chica, 2009).
Conviene señalar que una parte relevante dentro del análisis de las relaciones interculturales, en la escala internacional, está relacionada con la migración. No obstante, el fenómeno migratorio atiende una vasta diversidad de posibilidades para su interpretación relacionada con factores económicos, legales, afectivos, reunificación de lazos familiares, entre otros. Para el caso checo-mexicano, vale distinguir que el tipo de migración al que se atiende proviene, en su inicio, de razones culturales. Por tanto, es de carácter voluntario, con apego a la pretensión de aprender y conocer sobre el otro. En todo caso, Torres Falcón (2012) comenta que ser migrante significa ser otro como la inevitable alteridad.
El enfoque transnacional, desde los 90, cada vez más utilizado como marco teórico para el análisis del fenómeno migratorio internacional, representa precisamente el giro con que se abandona la interpretación asimilacionista, que ignoraba los lazos que los migrantes, radicados en una sociedad receptora, seguían manteniendo con sus países de origen (Solé, Parella y Cavalcanti, 2008). De acuerdo con este enfoque, habría que entender la actividad migratoria no como un simple y mecánico traslado de un lugar a otro sino como “una idea de movimiento de ida y vuelta, que permite sostener una presencia en dos sociedades y más, y en varias culturas, capitalizando las oportunidades económicas y políticas creadas por tener vidas duales” (Valdéz-Gardea y Balslev Clausen, 2007: 201). Los migrantes no dejan de estar enlazados cultural y socialmente con sus países de origen para concentrar su esfuerzo en la adaptación en el país receptor, sino que sus modelos de vida, actividades y redes abarcan ambos ámbitos (Ciurlo, 2014).
Dicho enfoque se complementa oportunamente con las implicaciones del concepto de capital social, que se refiere a todos los recursos reales o virtuales que un individuo o un grupo posee gracias a estar conectado a una red durable de relaciones más o menos institucionalizadas de conocimiento y reconocimiento mutuo; capital social que se convierte en capital simbólico cuando se le aplican categorías de percepción que reconocen su lógica específica (Bourdieu y Wacquant, 1992). Para este estudio es relevante que entre las parejas checo-mexicanas se observen estas mismas tendencias: los migrantes mantienen y van recreando los referentes de su experiencia personal y subjetiva de socialización, que tiene que ver con el ámbito sociocultural de procedencia; además, simbolizan el capital social a través de una reflexión activa sobre los modos de vida en los ámbitos nacionales a los cuales tienen acceso, realizando una combinatoria de las posibilidades que se les ofrecen en ellos.
Respecto de las oportunidades, en las parejas mixtas podemos observar tendencias (a veces variadas en el tiempo) hacia el equilibrio, por un lado, y la preponderancia de una de las partes, por otro. Dentro del contexto particular de cada pareja, necesariamente existe desequilibrio entre las oportunidades y riesgos con las que cuenta cada uno de los dos miembros (Alemán Falcón y Lana Biurrun, 2013), pero también pueden presentarse circunstancias aglutinadoras que atenuarán estas diferencias, ante todo si ambos integrantes tienen estilo de vida urbano, educación elevada y experiencia profesional parecida (Alaminos Chica, 2009).
Desde un panorama general, hablar de las relaciones de parejas interculturales es hablar de la inserción a una nueva cultura, a un estilo de vida ajeno, en el cual lo que permitirá el sostén será la adaptación y aceptación de los ideales inherentes de dicho contexto. La psicología posibilita abordar los fenómenos que dan cabida a problemáticas por las que atraviesan quienes deciden aventurarse en este cambio de escenario, que habrá de impactar fuertemente en los ideales arraigados, el desenvolvimiento del sujeto con su entorno y los factores que en su mayoría pasan desapercibidos debido a la “fase de enamoramiento”, como el dinero, la actividades de la casa, las relaciones con los parientes, las diferencias de valores, las expectativas sobre la relación, las filosofías de vida, las diferencias religiosas, el uso del tiempo libre, la falta de atención, la sexualidad, la planificación del nacimiento de los hijos y la crianza, las relaciones con las amistades y la carencia de conocimientos o destrezas de comunicación constructiva-efectiva.
Para atender lo anterior, consideramos que el concepto de interculturalidad tiene que dejar de lado el aspecto idealizado (diálogo que lleva a una convivencia armónica entre grupos e individuos portadores de características culturales distintas) para convertirse en una herramienta eficaz en el contexto marcado por conflictos inevitables. Para lograr esto, es oportuno dotar el concepto de dos facetas: (1) la descriptiva, para identificar adecuadamente a los actores involucrados en la situación entrecultural, en este caso los dos individuos que forman una pareja romántica; (2) la metodológica y crítica, para atender la problemática estudiada como un proceso dinámico donde las jerarquías, poderes, diferencias y áreas potenciales de conflicto interactúan con las estrategias comunicativas, de negociación, empatía y tolerancia.
Dentro de una pareja mixta, la existencia de asimetrías es un hecho inevitable que depende de las complejas circunstancias culturales, sociales, económicas y psicológicas. Si bien es cierto que son los individuos quienes entablan la comunicación, su capacidad de comunicarse siempre está representada por un rol social o un determinado contexto (Cools, 2011). En este sentido, la interculturalidad sería la posibilidad de superación de las asimetrías mediante la negociación (Alaminos Chica, 2009).
Tales prácticas se visualizan como casi inevitables también en sintonía con el enfoque transnacional, según el cual el elemento migratorio que define las parejas mixtas genera la percepción de los lugares de origen y de destino como un lugar único e híbrido, no como dos lugares distintos (Valdéz-Gardea y Balslev Clausen, 2007). Es decir, los migrantes actúan desde un lugar común creando un espacio de negociación de significados, tanto con ellos mismos como con los demás. Dependiendo de lo expuesto, en la pareja se desarrollará (o no) la negociación en términos interculturales, cuya finalidad será resolver —valiéndose de la comunicación como la herramienta más eficaz— los conflictos generados por el ejercicio del poder (Alemán Falcón y Lana Biurrun, 2013). Por lo tanto, en el contexto de cada unión mixta conviene identificar la presencia/ausencia de tal proceso de negociación.
La negociación exige de ambos integrantes de la pareja el desarrollo de competencias interculturales, en cuyo marco les sería posible llevar a cabo el intercambio sano y justo en términos de ambas culturas involucradas; notemos que es igualmente importante el reconocimiento, afecto y respeto hacia la identidad cultural propia como hacia la del segundo integrante de la pareja (Alemán Falcón y Lana Biurrun, 2013). Así, la competencia intercultural se puede definir, de acuerdo con Alaminos Chica (2009) como el establecimiento de una interacción plena con alguien procedente de otra cultura a través de los siguientes componentes: afecto (actitud); saber (cognición: comportamientos y códigos sociales, lengua); habilidades (usos, costumbres, normas); y reconocimiento (de la identidad propia y del otro).
Por ejemplo, un estudio estadounidense (Donovan, 2004) demostró que entre las circunstancias que causan el estrés en las parejas interculturales se encuentran la desaprobación de la familia y la sociedad, la barrera lingüística y cultural, la logística y los hijos. Para lidiar con estos factores, las parejas utilizan como estrategias el humor, el aprendizaje sobre la cultura del otro, el apoyo y la comunicación, la preparación personal, el trabajo en metas comunes y la religión. Cabe recalcar que la competencia lingüística es crucial dentro de la competencia intercultural porque posibilita la comunicación, que es usada por las parejas románticas para crear y mantener la intimidad y la satisfacción durante el desarrollo y mantenimiento de las relaciones interpersonales (Cools, 2011).
Marco contextual de las relaciones checo-mexicanas
México y la República Checa se sitúan en dos regiones alejadas. Sin embargo, sus trayectorias históricas recientes mantienen cierta similitud. Son dos países cuyos entornos económicos los sitúan en la clasificación de emergentes (Ludueña Saldaña, 2014) y ambos han transitado regímenes sociopolíticos ligados a la participación del Estado en materia del desarrollo. En ambos casos, durante los 80 y 90, se suscitaron fuertes transformaciones sociales, políticas y económicas que los llevaron hacia una mayor participación y protagonismo de índole mundial. Este hecho es relevante porque el grado de crecimiento y desarrollo de ambas naciones ha dependido, desde entonces, de los vínculos que sostienen con el resto del mundo, de su capacidad para establecer alianzas dentro de la red mundial, y sobre todo de su capacidad para reinterpretar sus políticas internas para asimilar las ventajas de la mundialización.
Este rasgo los pone en la vista internacional porque se ha reconocido la relevancia de los sólidos vínculos que experimentan cada día a través del comercio, las finanzas, la economía, la geopolítica y las conexiones personales (Lagarde, 2016). Existe, por tanto, una coincidencia histórica entre ambos que se observa en el acelerado movimiento de personas en el mundo ante la ampliación de las oportunidades que se logran en los mercados laborales (Rentería Pedraza, 2015). Dichas oportunidades se localizan, en buena medida, en las naciones emergentes. De acuerdo con Lagarde (2016), esta situación de protagonismo se ha intensificado a raíz de la crisis mundial de 2008.
Por tanto, no es de extrañar que algunos sectores sociales en ambos países se hayan internacionalizado de manera acelerada en las últimas tres décadas. Esto ha desencadenado una creciente movilidad en los ámbitos académicos, empresariales, de representación pública y de índole cultural (esta última agrega la actividad turística). Las relaciones entre ambos países, si bien han sido escasas, han estado enmarcadas en la buena relación y el buen entendimiento.
A pesar de que la población checa en México —y la población mexicana en Chequia— no representan niveles significativos de presencia respecto de otras nacionalidades, la estadística denota una creciente interrelación entre ambas poblaciones.
Para el caso de México, la tasa de inmigración aumentó de 0.62 por ciento entre 1990 y 2000 a un ritmo de crecimiento promedio anual del 0.83 por ciento entre 2005 y 2019, y la tendencia creciente aplica también específicamente en el caso de la población checa en México, la que para 2019 representó el 0.03 por ciento respecto del total de inmigrantes, con un registro de 259 checos durante 2019 (Expansión, 2019b). En cuanto a los datos disponibles acerca del estatus migratorio, entre 2016 y 2017 se registraron 75 y 77 checos en calidad de residentes temporales y 36 y 24 en calidad de residentes permanentes (véase el cuadro 1):
Cuadro 1. Registro de migrantes con estatus de residencia temporal en México 2016-2018
Tarjetas de residente temporal expedidas a nacionales de la República Checa | ||
2016 | 2017 | Jul-2018 |
75 | 77 | 27 |
Tarjetas de residente permanente expedidas a nacionales de la República Checa | ||
36 | 24 | 15 |
Fuente: Secretaría de Gobernación de México (2020)
Por su parte, una estimación desde la Embajada de la República Checa en México indica que alrededor de 1.500 checos cuentan con algún tipo de residencia en este país, cifra que se dificulta establecer fehacientemente ante la falta de contacto oficial entre los residentes checos y el personal de la Embajada. De estos, la Embajada registra la existencia de 506 ciudadanos checos en México con estatus permanente, quienes, aunado a los hijos, suman cerca de 600 personas, aunque la cifra debe depurarse debido a que algunos hijos de los ciudadanos checos, de familias mixtas, no cuentan con la nacionalidad checa y carecen del dominio de la lengua checa. Lo más común son los checos que perduran por lapsos de meses en México, principalmente por razones laborales (Nedorostková, 2018[1]).
Por su parte, una mirada a los indicadores de la inmigración de la República Checa da muestra clara de ser un país protagónico en su región y en el mundo. Con cifras obtenidas en Expansión (2019a), se observa que la tasa de población procedente del resto de mundo ha estado en ascenso, pasando de niveles de inmigración de 1.6 por ciento promedio anual entre 1990 y 2000, a niveles del 4 por ciento de crecimiento anual entre 2005 y 2019.
Respecto de la presencia mexicana en la República Checa, el Instituto Nacional de Estadística (Český Statistický Úřad, ČSÚ) llega a mencionar solo en algunos casos las actividades de las personas con nacionalidad mexicana, siendo más habitual “disolverlas” dentro del grupo de las demás nacionalidades minoritarias. No obstante, los datos disponibles informan principalmente sobre la presencia migratoria creciente de los mexicanos en la República Checa. Según los datos disponibles más recientes, en 2014 había 137 mexicanos residentes permanentes en el país (ČSÚ, 2015a). En 2015, se registró la llegada de 479 personas de esta nacionalidad, en contraste con las 28 personas registradas en 1994 (ČSÚ, 2016). Algo parecido está pasando con las personas de nacionalidad mexicana con residencia mayor a 90 días, las cuales subieron de 66 en 2006 a 331 en 2015 (ČSÚ, 2016); y con estancia de más de 12 meses, aumentaron de 178 en 2008 a 411 en 2015 (ČSÚ, 2015b).
En resumen, la cantidad de mexicanos hacia Chequia ha incrementado y la representación de esta nacionalidad en el total de población en condición de inmigrante fue de 0.12 por ciento respecto del total en 2019, con un registro de 627 mexicanos.
Aunque no es posible establecer con antelación el tipo de circunstancias y condiciones en las que se han desarrollado las relaciones interpersonales entre checos y mexicanos, en específico las relaciones de pareja, creemos que es posible identificar algunos rasgos comunes en el desenvolvimiento de las naciones centroeuropeas y las latinoamericanas que han marcado una coincidencia histórica reciente y que han permitido que el contacto entre los residentes de una nación y otra se sostenga en ciertos ámbitos concretos. Lo relevante de esta situación es que las personas de cierta nacionalidad entran en contacto con personas de otra nacionalidad, dentro de un ambiente que identifica rasgos comunes en intereses y estilos de vida. Estamos ante individuos que han traspasado de manera voluntaria el umbral de los estereotipos para crear pequeñas comunidades, o redes de contacto, desde las cuales se formalizan las parejas. Individuos que o bien se han preparado para poder transitar hacia otras sociedades, o bien desde su lugar de origen asimilan al “otro” en la disposición de romper paradigmas.
Una fase reciente de las relaciones económicas y sociales entre mexicanos y checos se interpreta dentro de cierto tipo de contacto condicionado por las actividades que competen a los países en franco crecimiento y desarrollo, cuya característica es su conexión al proceso de internacionalización. Así, por ejemplo, se observa la creciente relación empresarial mediante la instalación de las empresas mexicanas en la República Checa y las empresas checas en México (Embajada de la República Checa en México, 2020). La Secretaría de Relaciones Exteriores (SER), a través de la Embajada de México en la República Checa (2016), reconoce el intercambio de especialistas en proyectos en informática, biotecnología, medicina veterinaria, zootecnia, patología acuática, química inorgánica, neurología, neurocirugía, tecnología para la producción de calzado, tecnología del agua, ingeniería química, termomecánica, criptografía cuántica, astrofísica y telecomunicaciones.
Otro campo que ejemplifica el tipo de relación existente entre los residentes mexicanos y los residentes de países europeos, en específico con la República Checa, es el educativo. Al respecto se reconoce que la movilidad estudiantil ha sido la mayor forma de internacionalización para las universidades mexicanas (Camacho, 2017). Contemplando un marco más amplio, Europa constituye la principal región del mundo para la movilidad estudiantil con el 50 por ciento del total (Bustos Aguirre, 2017). Desde las embajadas correspondientes se puede tener acceso al número de instituciones de educación superior que contienen programas académicos a disposición de una gran escala de países, México incluido, para la República Checa y viceversa.
Un dato relevante es que las relaciones migratorias entre México y la República Checa han atendido desde siempre a una versión amistosa, o al menos sin conflicto. Las personas que atienden a esta migración, ya sea de México a Chequia o de Chequia a México, se caracterizan por provenir de contextos urbanos y específicamente de condición socioeconómica media, media alta y alta. Por tanto, a diferencia de la migración supeditada a localizar trabajo en condiciones paupérrimas (como lo sería en buena medida entre México y los Estados Unidos de Norteamérica, o la migración de población ucraniana hacia la República Checa), la experiencia denota que entre México y los países europeos las condiciones son diferentes, y con la República Checa más enfáticas. El vínculo se establece con personas que ya poseen un empleo, son parte de un intercambio académico de orden superior u ocupan puestos gerenciales en empresas de orden mundial con operaciones en México o en la República Checa.
Estos antecedentes permiten ubicar el tipo de personas que entran en contacto directo, más allá de la simple práctica del turismo, para la naciente comunidad checo-mexicana. Es posible suponer que el mayor número de las relaciones interpersonales entre checos y mexicanos se establece en ambientes ligados al mercado laboral calificado, entre estudiantes y pares académicos de orden terciario. Son relaciones que se forman entre personas cuyos estilos de vida coinciden con la idea de Franco, Hopenhayn y León (2010), quienes habían advertido que la migración de los sectores medios se considera un movimiento internacional de sectores calificados que afecta, aunque tal vez temporalmente, la estructura de oportunidades. Estos autores están a favor de suponer que, ante el fenómeno de la globalización y la interconexión mundial, se ha desbaratado la supuesta homogeneidad con la que se percibía la clase media de antaño. Este rompimiento se debe a separar, de manera no aleatoria, a los individuos acorde con la tenencia de ciertas habilidades o competencias necesarias para desempeñarse en nuevas ocupaciones. Por tanto, estamos frente a personas distinguidas por ser competitivas o no competitivas según cumplen o no con el requisito de tener el espíritu vencedor y la capacidad para asumir riesgos: mientras que los primeros se encuentran más adaptados a la sociedad globalizada y les cuesta menos desenvolverse en ella, los segundos no están lo suficiente preparados para actuar en el mercado laboral cambiante debido a su nivel educacional y tecnológico obsoleto (Franco et al., 2010).
De tal modo que, aunque actualmente no existe consenso acerca de la definición de la clase media, el factor comúnmente mencionado es el de los valores enfocados en “aspirar a una vida mejor para el futuro y tratar de distinguirse por vía de una modalidad de consumo que procura garantizar su posición en un estatus de clase media” (de Oliveira, 2010, 168). Es posible enfatizar lo mismo también para el caso de las personas en el marco del contacto checo-mexicano, el que se caracteriza por la similitud en las aspiraciones personales.
Por último, se consideró oportuno introducir el componente de género dentro del estudio de las relaciones afectivas entre checos y mexicanos, puesto que permite entender de mejor manera el acontecer de las parejas y la formación de las ventajas interculturales.
El contexto socioeconómico de México y la República Checa, si bien lleva una directriz parecida en relación con la propuesta para alcanzar el desarrollo, está aún marcado por diferencias sustantivas. Ante estas, las parejas de orden intercultural trasladan las decisiones sobre el tipo de formalización, la tenencia de los hijos y el lugar de residencia futura hacia la forma, o lugar, donde se identifican las mayores ventajas que la interculturalidad permite. El movimiento de una sociedad tradicional hacia una sociedad secular y moderna sucede en ambos países, pero, sin lugar a dudas, con un adelanto por parte del República Checa.
Dentro de la República Checa, con la Revolución de Terciopelo y la transición democrática en 1989, se modificaron las estructuras y principios sociales para favorecer la revaloración del individuo. Acorde con Katrňák, Lechnerová, Pakosta y Fučík (2010), la selección de la pareja quedó en manos propias y el matrimonio no constituye más la única base familiar. Las personas checas hoy experimentan dentro de un amplio espectro de posibilidades (unión libre, relaciones sexuales longitudinales, diversos arreglos y convivencias después del divorcio). En contraste, para el caso de México, la visión tradicional sobre la familia que tiene su fundamento en el matrimonio, permea y se destaca como un derecho y una vía a la dignidad (Magallón Gómez, 2013). Sin embargo, los números denotan una tendencia a la disminución de los matrimonios y a la reconfiguración del estatus para hombres y mujeres. El porcentaje de mujeres casadas disminuyó, pero se elevó la cantidad de mujeres en unión libre, al igual que aquellas en situación de maternidad en soltería (INEGI, 2019).
Otro fenómeno propio de las primeras décadas del siglo XXI es la hipogamia, entendida como el nivel de instrucción desigual dentro de la pareja. En la República Checa, el acceso cada vez mayor a los niveles de instrucción de orden superior se ha considerado un fuerte avance hacia la libertad y la autorrealización femenina, pero el costo asociado ha sido la dificultad para encontrar una pareja con el mismo nivel educativo (Katrňák et al., 2010). Para el caso de México, el fenómeno apenas comienza a cobrar importancia. Se puede observar, desde hace varios años, que la matrícula de educación superior atiende una ligera mayoría para las mujeres, y lo mismo sucede con los nuevos ingresos, el egreso y la titulación (ANUIES, 2019).
Quizás el aspecto donde la brecha es altamente notoria entre México y la República Checa es en el aspecto laboral. En relación con la contratación por género, en ambos países se puede observar que el trabajo masculino es más amplio. Pero, para el caso de la República Checa, el empleo femenino se ha elevado y ha rebasado el promedio de la Unión Europea; asimismo, la diferencia porcentual entre los salarios masculinos y femeninos registró una nivelación del 3,4 por ciento entre 2009 y 2015 (European Comission, 2016). En cambio, en México, la contratación masculina supera con mucho la parte femenina: en más del 50 por ciento, el trabajo femenino se basa en la informalidad; y respecto del nivel salarial, la brecha ronda en el 25 por ciento (Inmujeres, 2016).
En resumen, en la historia reciente tanto de México como de la República Checa se han registrado cambios relevantes respecto de la noción de la familia y el matrimonio, lo mismo que en el papel de la mujer dentro de las sociedades, y esto ha favorecido el surgimiento de nuevas alternativas en los modelos de vida.
Metodología
La metodología lleva la pretensión de identificar cuáles son las ventajas competitivas e interculturales en la formación de parejas checo-mexicanas. El tipo de investigación que se desarrolló fue de carácter mixto, que aterrizó en un muestreo de carácter no probabilístico —o muestreo cualitativo— debido a que no se buscó la representatividad estadística, sino la determinación de datos para establecer un estudio contextual o situacional.
A través de las embajadas de ambos países se procedió a elaborar un listado de personas registradas (mexicanos en República Checa y checos en México); acto seguido se procedió a generar un filtro para detectar a aquellos que habían declarado haber formado una pareja de tipo mixto. Finalmente, por medio de las redes sociales se logró tener contacto con una serie de parejas.
El universo definido para este proyecto consistió en parejas en diferentes grados de relación detectadas en los dos países, México y la República Checa. Los tipos y circunstancias que fueron considerados en la investigación fueron parejas en matrimonio, unión libre y noviazgo. La condición de la pareja al momento de la entrevista (vigente o separada) no se consideró un factor determinante para la selección de los informantes, puesto que la intención fue identificar la percepción de la ventaja intercultural, evidenciada en la narración subjetiva de hechos durante la trayectoria de la pareja, concluida o no. Tampoco se optó por delimitar la selección de las parejas mediante la tenencia de hijos, ya que de antaño se observó que esta no representa un factor condicionante para la formación de las uniones. En todo caso, la decisión de tenerlos o no es un acto posterior que identifica la asimilación de las ventajas de la pareja mixta.
La voluntad de ambos miembros de cada pareja para colaborar con los investigadores fue decisiva, y ante la ausencia de al menos uno de ellos se descartó un número considerable de informantes potenciales. De manera que la muestra final se conformó con cuatro parejas con residencia en México y cuatro parejas con residencia en la República Checa. La manera de equilibrar las respuestas y otorgar respeto a la intimidad se realizó separando a los informantes, a quienes se entrevistó sin la presencia de la pareja y mediante un registro anónimo de su información.
La distribución de las parejas y la situación general de cada integrante se puede observar en el cuadro 2.
Cuadro 2. Características generales de las parejas entrevistadas
PAREJAS CON RESIDENCIA EN MÉXICO | ||||||
No. | Tipo de pareja | Nivel de estudios | Situación laboral | Estatus civil | Tiempo de la relación | Hijos |
1 | Mujer mexicana | Licenciatura | Ama de casa | Matrimonio | 10 años (vigente) | Sí |
Varón checo | Licenciatura | Gerente de empresa | ||||
2 | Mujer checa | Bachillerato | Profesora de idiomas | Noviazgo | 5 años (no vigente) | No |
Varón mexicano | Bachillerato | Profesor de idiomas | ||||
3 | Mujer Checa | Maestría | Asistente consular | Unión libre | 4 años (vigente) | No |
Varón mexicano | Maestría | Proveedor del gobierno | ||||
4 | Mujer checa | Maestría | Asistente consular | Unión libre | 3 años (vigente) | No |
Varón mexicano | Maestría | Dueño de empresa | ||||
PAREJAS CON RESIDENCIA EN REPÚBLICA CHECA | ||||||
No. | Tipo de pareja | Nivel de estudios | Laboral | Estatus civil | Tiempo de la relación | Hijos |
5 | Mujer checa | Licenciatura | Asistente consular | Unión libre | 10 años (no vigente) | No |
Varón mexicano | Licenciatura | Gerente de marketing | ||||
6 | Mujer checa | Maestría | Gestora de proyectos sociales | Matrimonio | 6 años (vigente) | No |
Varón mexicano | Maestría | Profesor de idiomas | ||||
7 | Mujer checa | Maestría (en proceso) | Estudiante, trabajadora administrativa | Noviazgo | 1 año (vigente) | No |
Varón mexicano | Doctorado (en proceso) | Estudiante | ||||
8 | Mujer checa | Doctorado | n/d | Matrimonio | 10 años (vigente) | Sí |
Varón mexicano | Ingeniería y maestría | Ingeniero biomédico |
Fuente: elaboración propia
La guía de entrevista se organizó por dos tipos de variables de análisis. Primero, las variables generales (o filtro), que hacen referencia a los aspectos relacionados con el país de residencia (México o República Checa), tiempo de duración de la relación, tiempo de vida en el país receptor, cuestiones de género relacionadas con el ámbito cultural de procedencia, la formación profesional, estatus migratorio, estatus civil, condición lingüística, actividad laboral y nivel de ingreso.
Segundo, se trabajó con las variables específicas de la interculturalidad: empatía y tolerancia, grado de apertura a la alteridad cultural, integración y adaptación, relaciones de poder, solución de conflictos, estrategias de negociación, dominio lingüístico y comunicación. Estas fueron incorporadas en cuatro categorías: relaciones de poder, comunicación intercultural, integración y alteridad cultural.
1. Relaciones de poder y negociación. Esta categoría se refleja en la capacidad de los individuos en la toma de decisiones dentro de la pareja, de manera que es posible localizar dos aspectos: el equilibrio o la preponderancia de una de las partes (Rodríguez, citado en Alemán Falcón y Lana Biurrun, 2013). Reiteremos que la negociación intercultural es la capacidad de resolver los conflictos que surgen a raíz del ejercicio del poder entre dos personas socializadas en ámbitos culturales distintos (Alemán Falcón y Lana Biurrun, 2013).
2. Comunicación intercultural. Se entiende como la capacidad de acercarse al otro mediante su propia lengua, o una lengua franca compartida.
3. Integración. Medina Audelo (2016) afirma que está vinculada con dos aspectos: (a) cultura, identidad, diferencia, obligaciones y oportunidades de los inmigrantes; (b) relaciones e interacciones etnoculturales (convivencia y cohesión social), estructuras económicas, políticas, educativas y jurídicas de la sociedad receptora. En este estudio, la integración implica la capacidad del migrante de reconocerse a sí mismo dentro de un contexto percibido y asumirlo. Los aspectos a considerar dentro de este rubro son el autorreconocimiento (es decir, la identidad positiva ligada a la cultura de origen), en el marco de la cultura meta, el mantenimiento de las raíces propias y también el grado de desapego hacia la cultura propia. Obviamente, entra también la integración del miembro de la pareja que no es migrante, sino que radica en su propio país; esta tiene que ver con los vínculos que dicha persona puede percibir en el país de origen de la pareja (familia política, amistades, entre otros).
4. Apertura a la alteridad cultural. Esta se mide en términos de la distancia entre tres situaciones graduadas: la empatía (identificación emocional con la “otredadˮ), tolerancia (respeto sin identificación) y rechazo.
La información resultante fue integrada en dos tipos de matrices, una general y otra específica. La primera fue construida con las respuestas de la base total de parejas identificadas y permitió su pronta ubicación, así como la extracción de aspectos generales sobre las condiciones que marcaron su desenvolvimiento.
La segunda matriz complementa a la primera mediante la identificación de los factores interculturales comunes que los involucrados hicieron notar con mayor precisión. Esta matriz permitió crear una adaptación de las variables de la interculturalidad en factores de estudio: laboral, profesional, territorial, lingüístico, de género, religioso o emocional (el tipo de relación en términos de dominación y no reconocimiento, ambientes de diálogo y respeto, interacción positiva y desarrollo de competencias).
Acto seguido, como parte de la estrategia metodológica se buscó emplear un ordenamiento basado en la ponderación de los componentes de la interculturalidad. Sin embargo, la falta de consenso teórico que se observa en la actualidad sobre el proceso intercultural, aunado al hecho de que en los comentarios de los entrevistados no fue posible percibir algún tipo de sesgo hacia un factor específico que declare ser el constructor más relevante para una relación intercultural, se tomó la decisión de otorgar el mismo valor para cada uno de estos.
Para cada pareja se construyó una matriz específica mediante la cual se realizó el análisis de la información. La estrategia en este caso consistió en otorgar una calificación en atención al discurso recuperado en las entrevistas. El sistema de calificación de las matrices específicas pretendió visualizar el grado de acercamiento de cada pareja hacia la formación de competencias interculturales; es decir, si la percepción desde la pareja misma atiende el matiz de la ventaja intercultural. Al respecto, se consideró emplear una escala de respuestas tipo Likert en cuatro niveles (Lévy Mangin y Varela Mallou, 2003), cuyo significado es el siguiente: 4 o muy bien (adecuado), 3 o bien (suficiente), 2 o escaso (regular), 1 o mal (muy mal). La integración de la segunda matriz se puede observar en el cuadro 3.
Cuadro 3. Ponderaciones sobre los componentes de la interculturalidad
Factor intercultural | Ponderación | Calificación | |||
MB (4) | B (3) | R (2) | M (1) | ||
Relaciones de poder y negociación | .25 | ||||
Comunicación intercultural | .25 | ||||
Integración | .25 | ||||
Alteridad cultural | .25 | ||||
1.0 |
Fuente: elaboración propia
Entre más se acerque la calificación al número 4, significa que la persona (o la pareja) manifiesta sentir o percibir un ambiente equilibrado dentro de los cuatro componentes de la interculturalidad. En la medida que el valor se aproxime al número 1, significará que se ha identificado algún aspecto no favorable dentro de la relación respecto de los categóricos de la interculturalidad.
Finalmente, para efectuar la redacción de los hallazgos se identificó la existencia de un ciclo en la relación intercultural en cuatro fases: primer contacto (enamoramiento y establecimiento de una relación formal), acomodo (fase en que, cerrada la etapa de enamoramiento, surgen los primeros cuestionamientos e interpretaciones mutuas), aprendizaje (adaptación y comprensión) y readaptación (decisión final en términos de sinergia, tolerancia o abandono de la relación).
Resultados
Acercarse a las personas para preguntar sobre los detalles de sus relaciones de pareja puede parecer, en principio, un atrevimiento que causa desconfianza al suponer que su intimidad será trastocada y exhibida. Sin embargo, conforme se avanza en el interrogatorio, el sentido analítico y organizado de la entrevista abre la confianza y las respuestas dan muestra palpable de lo que ha acontecido al interior de su relación. De hecho, en algunos casos, esta práctica ha servido de terapia y reflexión cuando la persona interrogada otorgaba sus respuestas desde la prudente distancia de la pareja.
Bauman (2003: 2) había advertido que, en el mundo contemporáneo, los seres humanos denotan avidez por sostener relaciones y la seguridad dentro de estas: “en un mundo de rampante individualización las relaciones son una bendición a medias […] son ahora el tema del momento y, ostensiblemente, el único juego que vale la pena jugar, a pesar de sus notorios riesgos”. Por eso, también las parejas checo-mexicanas asumen el riesgo de aventurarse en una relación que, como bien saben, les costará tiempo y adaptación, así como la supeditación cultural y el desvío de sus pretensiones originales en su plan de vida.
Si ya de por sí, entablar una relación con una persona que identifica un patrón cultural afín resulta complicado, realizar esta acción con alguien que no habla la lengua propia, que no comparte símbolos y referentes comunes, cuyos intereses y hábitos distan de los propios, pudiera parecer una pérdida de tiempo intencionada. Sin embargo, la mezcla de características afines entre dos extranjeros parece también ubicar una posibilidad percibida para apoyarse dentro de un ambiente diferente al propio; por ejemplo, pertenecer a una pareja es un medio que facilita la integración en el país extranjero, ya que abre las redes sociales y oportunidades diversas. Cabe resaltar que los miembros de las parejas aceptan la relación principalmente cuando encuentran características comunes.
Dentro del panorama de las ocho parejas entrevistadas, de las cuales, al momento de la entrevista, cuatro residían en la República Checa y las otras cuatro en México, tres se identificaron en una especie de “fase de prueba”, mientras que las otras cinco consideraron haber transitado por todas las fases (primer contacto, acomodo, aprendizaje y readaptación), fuera el resultado la cohesión o la separación. Sin embargo, todos los participantes manifestaron estar conscientes de haber establecido una relación formal.
Ante la enorme cantidad de información que se desprendió desde los discursos de los integrantes de las parejas, se realizó un acercamiento a los factores empleados para definir la relación intercultural. En el cuadro 4, se detallan las calificaciones alcanzadas por cada miembro y la obtenida de manera conjunta como pareja. Cabe mencionar que, ante la imposibilidad de objetivar este tipo de información, los números fueron utilizados para crear un acercamiento a la percepción subjetiva de los informantes acerca de la conformación de las competencias interculturales.
Cuadro 4. Resultados de las calificaciones por pareja y sus miembros*
PAREJAS CON RESIDENCIA EN MÉXICO | |||
No. | Tipo de pareja | Calificación individual | Calificación por pareja** |
1 | Mujer mexicana | 2.8 | 3.0 |
Varón checo | 3.75 | ||
2 | Mujer checa | 2.75 | 2.5 |
Varón mexicano | 2.5 | ||
3 | Mujer Checa | 3.0 | 2.75 |
Varón mexicano | 2.25 | ||
4 | Mujer checa | 3.5 | 3.5 |
Varón mexicano | 3.2 | ||
PAREJAS CON RESIDENCIA EN REPÚBLICA CHECA | |||
No. | Tipo de pareja | Calificación individual | Calificación por pareja |
5 | Mujer checa | 3.0 | 2.5 |
Varón mexicano | 2.0 | ||
6 | Mujer checa | 2.75 | 2.25 |
Varón mexicano | 2.0 | ||
7 | Mujer checa | 3.0 | 3.5 |
Varón mexicano | 3.5 | ||
8 | Mujer checa | 2.75 | 2.75 |
Varón mexicano | 3.0 |
Fuente: elaboración propia
* La calificación por pareja no corresponde a un promedio, sino a una evaluación conjunta.
** La calificación máxima posible es 4.
La calificación promedio entre las parejas consultadas se ubicó en un puntaje de 2.95 para aquellas que tienen su residencia en México y de 2.75 para aquellas con residencia en Chequia, lo cual se traduce como una situación cercana a la categoría “bien” o suficiente”. Estos puntajes indican que, al interior de las parejas, se percibe una situación equilibrada y el reconocimiento de estar dentro de una relación que distingue el desarrollo de nuevas competencias, que pueden ser consideradas como ventajosas. En todos los casos se manifestó la formación de la pareja por intereses personales, en el ánimo de experimentar dentro de una versión intercultural de las relaciones interpersonales.
Competencias culturales de las parejas checo-mexicanas
Al descomponer las calificaciones respecto de la formación de la competencia intercultural, se demuestra que, para el caso de las parejas con residencia en México, las calificaciones individuales parecen favorecer el lado checo. Al revisar los elementos de la interculturalidad, sucede que son las personas de nacionalidad checa quienes más aportes realizan a la solidez de la pareja. Dentro de la competencia intercultural de los checos, sobresale el aspecto de la comunicación por su destreza mostrada en el aprendizaje del castellano, además de poseer, en todos los casos, el dominio del idioma inglés.
Adicionalmente, los checos en México muestran gran interés por conocer los detalles de la cultura mexicana; sin embargo, contrario a lo anterior, tal interés no significa que buscarán atender a la plena integración. Esta última situación se puede observar en los componentes que evalúan a la integración y la apertura a la alteridad, donde los checos sostienen calificaciones regulares o bajas. Más específicamente, muestran dificultades para crear una integración y, aunque señalan respetar los pormenores culturales de su pareja, que se extiende a la familia y amistades, no sienten la necesidad de involucrarse plenamente y buscarán siempre crear una burbuja: “un espacio checo”. Pero esta situación también se observó por el lado de los mexicanos, quienes se situaron en calificaciones que rondan el nivel regular en dichos componentes. Ellos argumentan estar dispuestos a asimilar al extranjero, pero no al nivel de respetar la totalidad de sus características culturales, por lo cual buscarán que sea la parte checa la que se adapte a la cultura local de quien los recibe.
El rubro vinculado con las relaciones de poder parece ser el de mayor calificación y el más equilibrado, donde la situación del género no parece ser un componente determinante para el dominio de la relación; en todos los casos se indica poseer la capacidad para escuchar y para estar dispuesto a negociar las decisiones de la pareja.
La situación de las parejas residentes en la República Checa se muestra más balanceada en cuanto a la evaluación individual de ambos miembros. Este hecho resulta lógico porque los checos que se trasladan a México facilitan el establecimiento de la relación, inicialmente, asimilando el idioma local y la idiosincrasia, sin que la persona mexicana se obligue a moverse fuera de su idioma; en todo caso, basta una habilidad básica del idioma inglés para poder avanzar. En tanto que los mexicanos que acuden a la República Checa sostienen otra actitud, requieren forzosamente poseer una habilidad avanzada de la lengua franca: el inglés, así como tener que incorporarse dentro del ámbito de la cultura checa en el uso de los términos y referentes checos, no obstante, básicos. Esto hace que su evaluación en el aspecto de la comunicación intercultural sea más elevada que la de los mexicanos que asumen la relación mixta en México.
También en las parejas residentes en Chequia, las relaciones de poder son equitativas y el género no es un factor determinante en el dominio de la relación. Las personas checas señalan estar en la disposición de otorgar respeto a las decisiones de sus parejas y tratarán de apoyarlos, supeditando, aunque de manera ligera, sus relaciones propias entre sus connacionales. Por el lado de los mexicanos, se indica que al estar participando en distintos ámbitos de actuación dentro de la República Checa (laboral, emocional, jurídico y social), se reconoce la necesidad por tener que avanzar para hacerse del reconocimiento de la sociedad checa, la cual tiende a ser más bien cerrada y poco comunicativa, y para ello el trabajo en pareja es fundamental.
Por último, en los rubros de la integración y la alteridad cultural, las parejas que se han desarrollado dentro de la República Checa también se encuentran niveladas, aunque con calificaciones regulares o bajas; la explicación proviene precisamente de la igualdad con que los checos tratarán al lado mexicano, a quienes brindarán apoyo, pero no condicionarán sus decisiones. Es decir, los mexicanos deberán buscar su desenvolvimiento por cuenta propia, pero contarán con la tutela de su pareja. En este sentido, el respeto a las pertenencias y al patrimonio personal es total, se comparte, pero no se mezcla.
De esta manera, los mexicanos manifiestan dos situaciones. La primera corresponde a una sensación de abandono o desconsideración de su pareja por no estar dispuesta a esperar el acomodo del mexicano en Chequia; la persona checa, de todas formas, avanzará en su desarrollo personal. La segunda fórmula es la integración, no obstante, esto costará a los mexicanos desprenderse de su origen cultural y deberá agilizar su entendimiento cultural para crear su autodesarrollo; solo la mitad de la muestra indicó estar en un entorno parecido.
Desarrollo cronológico de las parejas checo-mexicanas
Otra versión de los hechos se puede tener en relación con las fases de la relación. De esta manera, el factor “tiempo” es importante porque mostrará la fuerza con la cual las parejas han logrado entender las ventajas de la interculturalidad para llegar al desenlace, ya sea para avanzar o para alejarse. Acorde con dichas fases, cinco parejas han declarado haber atravesado por el ciclo completo; su calificación promedio fue de 2.95. Por su parte, las tres parejas restantes, que se ubican en las fases intermedias, fueron calificadas con 2.66. Las calificaciones relativamente bajas de las parejas en fases intermedias se deben a que las respuestas aún se perciben en el marco del interés y hasta la ilusión, puesto que todavía no han entrado en la fase de aprendizaje que permita sostener una relación duradera.
Respecto de la fase de “primer contacto” o establecimiento de las parejas, lo primero que salta a la vista es que, en todos los casos, hubo coincidencia respecto a las condiciones de inicio, o características individuales, de los involucrados en la relación intercultural. Las personas que migran temporalmente al otro país, en su primera ocasión, lo hacen por motivos de movilidad académica, por traslado desde las empresas donde prestan servicios, o por favorecer un tipo de turismo de tipo cultural. De manera que las parejas checo-mexicanas se conforman, principalmente, por personas con una preparación profesional de orden superior o con estudios de posgrado.
Este hallazgo incide de manera curiosa en el factor constitutivo de las parejas: el afecto y el atractivo físico entre las personas. En las parejas analizadas se observa que el atractivo inicial va acompañado con otras consideraciones más bien pragmáticas. Es decir, la reflexión sobre la compatibilidad y funcionalidad futura forma parte del proceso de establecimiento de la pareja.
Otro aspecto relevante en el primer contacto es el referido al idioma de enlace. En este sentido, en su mayoría se identifican personas que tienen la capacidad de comunicarse en un segundo idioma, que para todas las parejas entrevistadas ha sido el inglés. Este aspecto deja en claro que, para un gran número de habitantes en ambos países, la posibilidad de involucrarse con un extranjero resultaría complicada. Por tanto, la formación de las parejas checo-mexicanas en un primer filtro atiende a personas con ciertas semejanzas de dominio lingüístico y cierta formación profesional, de manera que ubican la coincidencia respecto del estilo de vida y las metas de la autorrealización, generalmente identificadas con un tipo de vida hacia el desarrollo profesional.
En cuanto a las diferencias culturales, en el primer momento, este factor no se considera relevante para truncar una relación. Esto es entendible porque las personas que migran al otro país llevan una imagen estereotipada sobre las personas con quienes convivirán o aún no identifican ciertas áreas de diferencia cultural que solo es posible percibir tras una larga vivencia en el país del “otro”. Sin embargo, con el tiempo, la reflexión sobre las diferencias culturales llega a profundizarse y adquirir mayor importancia.
El segundo momento de la relación o “fase de acomodo” se refiere al periodo en que, concluido en gran medida el cortejo y enamoramiento inicial, surgen los primeros cuestionamientos acerca de la viabilidad de la pareja. Esta fase se caracteriza por la observación de dos aspectos, principalmente.
Primero, parece existir un consenso al momento de asumir la decisión acerca del lugar donde se establecerá la pareja de manera definitiva, la que en todos los casos correspondió al lugar de origen de la mujer. Quizás sea coincidencia, pero siete parejas de ocho se componen por la combinación “mujer de origen checo y varón mexicano”. En este caso, los entrevistados visualizan a la República Checa como la mejor opción para desarrollarse como pareja, sin importar que la relación tenga su residencia temporal en México. Respecto de los checos, la intensidad por buscar el retorno a su país es casi total y, análogamente, el rechazo para quedarse en México es fuerte. Cuando la pareja se ubica en la República Checa, la persona checa no visualiza la necesidad para moverse a México, dadas las altas condiciones de vida que ya dispone en su país; la aventura no suele ser una posibilidad de toda la vida para los checos.
Por su parte, los varones mexicanos entrevistados perciben el estilo de vida emancipado de la mujer checa como una ventaja. Por eso suelen asumir el compromiso de trasladarse al país de origen de sus parejas o, en su defecto, mudarse a algún otro lugar, siempre dentro de la Unión Europea. Se observa una ventaja por el lado checo, dado que la República Checa integra la Unión Europea y esto permite disponer de amplias oportunidades de traslado para lograr un mejor nivel de vida, ante lo cual México es un país limitado a sus fronteras.
En el caso de la única pareja compuesta por mujer mexicana y varón checo, la decisión por establecerse en México también estuvo basada en el lugar de origen de la parte femenina. Esto se puede explicar con la interpretación que surge desde los informantes y que coincide con algunos argumentos teóricos que abordan temas relacionados con la negociación intrafamiliar: la migración como asunto de género. En el contexto socioeconómico actual, la relación tenderá a ubicarse en el lugar donde existan mayores ventajas para la mujer.
Sin embargo, en el marco de las parejas checo-mexicanas, dichas ventajas no se relacionan directamente con los beneficios para asumir las labores tradicionales que a ella corresponderían: la reproducción y la crianza de los hijos. Las ventajas se observan en el ambiente que permite el desarrollo personal y profesional de la mujer, el que se extiende como una ventaja para la relación de pareja dentro de un planteamiento de igualdad, incluso en la parte que toca a la educación de los hijos.
Segundo, las parejas analizadas llegan a identificarse más cuando se visualizan oportunidades laborales de manera mutua. En este caso, se había comentado que las parejas se forman, principalmente, entre profesionales. En la etapa de acomodo, las ventajas por formalizar una relación sentimental son claramente identificadas con aquellas personas que tienen un nivel parecido en su condición socioeconómica y en sus pretensiones de desarrollo personal.
En la tercera fase de la relación o el “aprendizaje”, los elementos que conforman la relación ya han sido percibidos por ambos y difícilmente podría sugerirse el engaño. Llegado ese momento, los miembros de las parejas han detectado las ventajas, pero también las desventajas, que una relación intercultural trae consigo. Los comentarios vertidos por los entrevistados indican que ninguno está dispuesto a romper la relación sin una causa altamente justificada, o sea que las parejas buscan ubicar todas las posibilidades para permanecer juntos.
En esta fase, la comunicación de las parejas checo-mexicanas se estabiliza en cierto acuerdo lingüístico que se soporta en dos ambientes. El primero es que los mexicanos no aprenden el idioma checo, aunque se muden a la República Checa. Por ende, son los miembros checos de las parejas quienes asumen el esfuerzo por aprender el castellano (el dominio es diverso y se mueve entre un nivel intermedio y avanzado). Esto sucede tanto en México como en la República Checa; por lo tanto, la integración en términos lingüísticos es mayoritariamente del lado checo.
El segundo escenario es que las parejas emplean una lengua franca (o vehicular), que en todos los casos es el inglés. En esta competencia, ambos miembros de la pareja demuestran niveles avanzados de conocimiento de esa lengua alternativa. Este modelo puede ser transitorio; es decir, una especie de solución inicial que más adelante desemboca en que el checo aprende la lengua materna de su pareja mexicana.
Por último, durante la “readaptación”, la fase final de desarrollo de competencias interculturales, se refleja el producto salido del aprendizaje previo. Los desenlaces son básicamente dos: o la pareja encuentra cierto consenso plasmado en la competencia intercultural que había logrado desarrollar, u opta por la separación. De las ocho parejas entrevistadas, cinco habían llegado al punto en que pudieron tomar la decisión informada de permanecer o separarse.
En este momento, conviene preguntarse qué papel juega la tenencia de hijos (planeada o real) en las trayectorias de las parejas estudiadas. En el cuadro 5, se colocó una interpretación del discurso respectivo. Al momento de las entrevistas, dos parejas habían experimentado el nacimiento de hijos y dos más mostraron claro entendimiento para tenerlos, pero en un plazo futuro. Para las cuatro parejas restantes, se mostró la falta de intención por tenerlos, aunque en algunos casos este desinterés se manifestó solo por el lado de una de las partes.
Cuadro 5. Condición entre las parejas respecto a la tenencia de los hijos
Parejas con residencia en México | ||||
No. | Pretensión de hijos | País seleccionado para la crianza | Justificación | Nivel de determinación en la evolución de la pareja |
1 | Sí | México | No privar a los hijos de las raíces ya adquiridas | Alto |
2 | No | No previsto | Pretensión de vida conjunta sin hijos | Nulo |
3 | Sí | República Checa | Mejor ambiente: buen sistema de salud y educación, carencia de delincuencia | Bajo |
4 | Sí | República Checa | Mejor ambiente: buen sistema de salud y educación, carencia de delincuencia | Bajo |
Parejas con residencia en la República Checa | ||||
5 | No | No previsto | Pretensión de vida conjunta sin hijos | Bajo |
6 | No | No previsto | Pretensión de vida conjunta sin hijos | Bajo |
7 | No | No previsto | Pretensión de vida conjunta sin hijos | Nulo |
8 | Sí | República Checa y Alemania | Mejor ambiente: buen sistema de salud y educación, carencia de delincuencia | Alto |
Fuente: elaboración propia
La primera interpretación desde los datos del cuadro sugiere que la tenencia de los hijos no constituye, en principio, un elemento para tomar decisiones sobre el lugar donde se pretende establecer y evolucionar cada pareja. En todo caso, los hijos son un elemento planeado para consolidar la relación cuando ya han atravesado por la mayoría de las facetas de la relación. Para ese momento, y para las parejas que tienen hijos o planean tenerlos, la crianza se ubica por consenso en el lugar donde se logran los mayores beneficios laborales y de seguridad social para la parte femenina. Pero debe advertirse que el hecho de haber tenido una muestra con una amplia participación de mujeres de nacionalidad checa generó un sesgo hacia su país como el mejor lugar para consolidar las relaciones. La principal justificación atendió al ambiente de mayor seguridad y las buenas condiciones que ofrece el sistema educativo y de salud checo.
Ahora bien, en los casos de rompimiento entran los siguientes factores: desacuerdos respecto del país de residencia; inestabilidad económica en alguno de los miembros o en la pareja entera; pleitos que se desprenden de los escollos del proceso de integración y adaptación en el país receptor; y diferencias culturales no resueltas, entre otros. En cambio, en los casos de permanencia se aprecian estos factores: reflexión y debate desarrollado entre ambos en torno a las problemáticas que se desprenden del contexto de migración, integración en otro país y atención a diferencias culturales; estabilidad económica; empatía; o tolerancia, entre otros.
Conclusiones
Las parejas checo-mexicanas entrevistadas han logrado acercarse en medida parecida al ideal de la competencia intercultural. Parecen estar logrando situaciones equilibradas, aunque con puntajes más bien regulares en cuanto al grado de apertura a la alteridad y la integración en la cultura receptora.
En cuanto a las habilidades comunicativas enraizadas en dominio lingüístico, el balance se inclina hacia el lado checo, donde se llega a desarrollar el bilingüismo checo-castellano o el multilingüismo checo-castellano-inglés. En cambio, del lado mexicano se observa una actitud tibia hacia el aprendizaje del checo, la lengua materna de la pareja, combinado con la exigencia de que el otro miembro aprenda el castellano o que se utilice el inglés como la lengua franca.
El mayor balance se observa en las relaciones de poder al interior de las parejas, con énfasis especial en la igualdad de género. Sin importar el país de residencia, el miembro no migrante de la pareja se empeña en integrar al migrante dentro de la cultura local, facilitándole numerosos aspectos de la vida cotidiana.
Todas las parejas fueron motivadas a formarse tanto por el afecto hacia la otra persona como gracias a intereses personales, ante todo con el ánimo de experimentar una relación con alguien de una cultura distinta. Al inicio, la reflexión sobre las diferencias culturales es más bien marginal, pero conforme avanza la convivencia adquiere mayor peso.
A mediano plazo, entre las tendencias observables dentro de la muestra se destaca el claro sesgo hacia establecerse de manera definitiva en el país de la mujer. A diferencia de las relaciones checo-mexicanas que iniciaron en Chequia y permanecieron allí, las parejas que transitaron por la mudanza de México a Chequia parecen tener una ventaja en el consenso del cambio, aunque también en estas se nota cierto sesgo de la parte femenina checa, la que impulsó y sostuvo la decisión del traslado al país de origen. En general, la problemática del género (en este caso, ante todo, la emancipación de la mujer checa) parece favorecer la cohesión interna de las parejas, es percibida como ventaja por los varones y ayuda a construir ámbitos con relaciones de poder equilibrados. De acuerdo con el alejamiento relativo de las mujeres checas de los quehaceres tradicionalmente relacionados con el género femenino, también la tenencia de hijos es un factor no determinante, sino añadido, al establecimiento de las parejas checo-mexicanas.
Destaca que, en todos los casos, se llegó a respetar el patrón de elección de la pareja de acuerdo con el nivel educativo, profesional y económico idéntico o muy parecido. De tal modo que es posible clasificar la conformación de este tipo de parejas como el resultado de una migración cualificada, motivada por el autodesarrollo y el interés por conocer el mundo. Se trata de personas que poseen (o están dispuestas a obtener) competencias interculturales, conocimientos e interés para comunicarse en otros idiomas, y cuyos estilos de vida corresponden a la clase media de tipo occidental.
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[1]Notas
Informe del consulado checo en México en respuesta a nuestra petición. Testimonio personal de la cónsul Tereza Nedorostková, fechado el 15 de setiembre de 2018.