Apuntes historiográficos sobre el exilio del expresidente argentino,

Juan Domingo Perón (1955-1973)

[Historiographical Notes on the Exile of the Argentinian Former President

Juan Domingo Perón ]

Yepsaly Hernández

(Universidad de San Andrés)

hernandeznunez@gmail.com

Resumen

El texto procura caracterizar las líneas historiográficas que han predominado en los estudios referidos al exilio del expresidente argentino, Juan Domingo Perón (1955-1973), con tres propósitos: subrayar la pertinencia de conectar los dos tramos de su trayectoria exiliar, a saber, el latinoamericano y el español; destacar la importancia de vincular los exilios presidenciales con los aportes del Derecho Internacional Americano a la institución del asilo; y, por último, resaltar las potencialidades del exilio del líder justicialista en la conformación de redes transnacionales destinadas a evitar el debilitamiento del peronismo a pesar de la proscripción de su figura principal.

Palabras claves: Exilios; Peronismo; Historiografía

Abstract

The text seeks to characterize the historiographic lines that have predominated in the studies referring to the exile of the former Argentine president, Juan Domingo Perón (1955-1973), with three purposes: to underline the relevance of connecting the two sections of his exile trajectory, namely, the Latin American and Spanish; to highlight the importance of linking presidential exiles with the contributions of American International Law to the institution of asylum; and, finally, to highlight the potential of the Justicialist leader's exile in the formation of transnational networks aimed at avoiding the weakening of Peronism despite the banning of its main figure.

Keywords: Exiles; Peronism; Historiography

Recibido: 05/10/2023

Evaluación: 12/12/2023

Aceptado: 22/04/2024

Apuntes historiográficos sobre el exilio del expresidente argentino,

Juan Domingo Perón (1955-1973)

El exilio del expresidente argentino Juan Domingo Perón está enmarcado en procesos históricos locales, hemisféricos, transnacionales y globales que remiten a diversos escenarios, entre ellos, la Guerra Fría, la reconfiguración del sistema interamericano y el convulso panorama argentino a raíz de los cambios en la dinámica política. La reconstrucción de este episodio de la historia argentina y latinoamericana exige prestar atención a la interacción entre el Estado expulsor, el Estado receptor, los exiliados, las comunidades de exiliados y la esfera pública internacional. Por lo tanto, la tendencia a considerar los acontecimientos, los sujetos y los procesos históricos enraizados en los estados nacionales se ve forzada a flexibilizarse para dar paso al análisis de dimensiones y escalas diferentes (Jensen, 2011, p. 1).

A diferencia de los exilios de personas comunes o exilios masivos, los presidenciales suelen tener una mayor exposición pública debido a sus vínculos directos con contextos políticos conflictivos y a su enorme potencialidad para conformar redes de apoyo destinadas a materializar los objetivos trazados por el expulsado a corto, mediano y largo plazo. Sin embargo, las diferencias entre el exilio individual y el exilio colectivo o masivo se minimizan al considerar la experimentación de emociones tales como el miedo, la nostalgia, la incertidumbre y la tristeza, entre otras.

El presente artículo procura caracterizar las líneas historiográficas que han predominado en los estudios referidos al exilio del expresidente argentino, Juan Domingo Perón (1955-1973), con tres propósitos: subrayar la pertinencia de conectar los dos tramos de su trayectoria exiliar, a saber, el latinoamericano y el español; destacar la importancia de vincular los exilios presidenciales con los aportes del Derecho Internacional Americano a la institución del asilo. Y, por último, resaltar las potencialidades del exilio del líder justicialista en la conformación de redes transnacionales destinadas a evitar el debilitamiento del peronismo a pesar de la proscripción de su figura principal.

El texto se divide en tres segmentos. El primero está dedicado a caracterizar algunas particularidades que definen el exilio presidencial como un objeto de estudio que admite la exploración de distintas miradas, perspectivas y metodologías. El segundo se enfoca en mostrar la dispersión y fragmentación de los estudios dedicados a la reconstrucción del periplo latinoamericano de Perón (1955-1960), a pesar de ser una pieza clave en la reconfiguración personal y política del líder argentino. Y el tercero se concentra en destacar que las reconstrucciones referidas a la etapa del exilio español (1960-1973), salvo algunas excepciones, están escasamente vinculadas con la trayectoria latinoamericana, situación que dificulta el establecimiento de continuidades y rupturas en toda la experiencia exiliar.

I.- El exilio presidencial: un episodio recurrente en la historia latinoamericana

El exilio constituye una experiencia humana compleja definida por la exclusión política del país de origen. La salida del país expulsor termina consumándose debido a la convergencia de varios factores, entre ellos, la voluntad y la posibilidad de huir, la adopción de una conducta defensiva y, finalmente, el trabajo conjunto de personas, estados e instituciones (Figallo, 2013, p. 45).

El exilio presidencial [1] constituye una variante del exilio político que incluye a presidentes en ejercicio y que suele tener implicaciones simbólicas y pragmáticas de gran trascendencia en los sistemas políticos. El protagonismo de los jefes de Estado descansa en la posibilidad de emplear el aparato estatal como herramienta de maniobra política y en las frecuentes intervenciones en escenarios conflictivos que incluyen la conformación de regímenes dictatoriales, el surgimiento de guerras civiles y la reiteración de crisis de gobernabilidad, entre otras. Por lo tanto, los exilios presidenciales tienden a mostrar los efectos del incumplimiento de las normas institucionales y evidencian la complejidad de los procesos políticos latinoamericanos (Sznajder y Roniger, 2009, pp. 32, 536, 539).

Desde la perspectiva de Sznajder y Roniger, las experiencias exiliares solo pueden ser comprendidas considerando aspectos tales como las posibilidades reales de retorno de los expulsados a la vida pública; las restricciones que los países receptores imponen; el perfil del exiliado y su relación con la tipificación de los delitos internacionales al momento de producirse la expulsión; [2] la evaluación de los factores que influyen en la selección del país anfitrión, especialmente la cercanía geográfica, la afinidad idiomática-cultural, y, por último, las posibilidades del exiliado de realizar activismo político y construir redes de apoyo en los países anfitriones que muestren cercanía ideológica (Sznajder y Roniger, 2009, p. 560).

El establecimiento de alianzas políticas regionales constituye una práctica recurrente de los presidentes exiliados. El peso de la derrota desplaza a los expulsados a las zonas vecinas con la expectativa de recuperar el control del escenario nacional. En paralelo, los gobernantes anfitriones de los países receptores terminan jugando el rol de aliados políticos que no solo apoyan el retorno del expulsado, sino que también influyen positivamente en otros países que eventualmente podrían otorgar refugio al perseguido. Esta diversidad de escenarios puede sintetizarse distinguiendo entre dos tipos de exilios, los prepresidenciales y los pospresidenciales (Sznajder y Roniger, 2009, pp. 33, 173, 546).

De acuerdo con las especificidades de sus trayectorias políticas y personales, los presidentes exiliados obtienen distintos resultados. En ocasiones, la condición de exiliado funciona como un trampolín que facilita el ascenso al poder al concederle a su retorno un halo de legitimidad que favorece la reinserción en la dinámica política (Sznajder y Roniger, 2009, p. 540). En otros casos, el sujeto expulsado se convierte en una figura de talla nacional debido a la popularidad que logra alcanzar en la opinión pública, la cual imprime un carácter mesiánico a su regreso. Sin embargo, en ciertas oportunidades, la vuelta del expulsado no es más que la aceptación del final de la vida pública o simplemente una consecuencia de reformas políticas. Estas últimas suelen propiciar la construcción de narrativas que terminarán delineando las memorias históricas. Finalmente, la muerte del exiliado fuera de su país puede ser un desencadenante en la discusión de temáticas políticas vinculadas con su expulsión e imposibilidad de retornar [3] (Sznajder y Roniger, 2009, pp. 541-542).

La trayectoria exiliar del líder justicialista Juan Domingo Perón se ajusta en gran medida a la caracterización de los exilios presidenciales presentada por Sznajder y Roniger. Sin embargo, numerosos aspectos de esta experiencia permanecen inexplorados y escasamente profundizados. Tal situación puede comenzar a revertirse a partir de la revisión crítica de los aportes historiográficos que desde diversas perspectivas, problemáticas, enfoques, temporalidades y metodologías han ahondado en esta temática. Luego de una primera aproximación a numerosos textos de distintas características se puede afirmar que la expulsión de Perón se inscribe en una tendencia de los exilios de la segunda mitad del siglo XX que gravita en torno a un espacio público supranacional en el cual convergen solidaridades colectivas, redes intelectuales, culturas políticas y discusiones sobre la protección universal de los derechos (Jensen, 2011, p. 2).

En el decenio anterior, algunos especialistas afirmaron que el binomio asilo-exilio no tenía el protagonismo que merecía en los estudios dedicados a la historia política latinoamericana (Roniger y Yankelevich, 2009, p. 8). Después, otros insistieron en la importancia de considerar la trascendencia de las migraciones políticas tanto en las fronteras terrestres como marítimas entre otras razones por sus vínculos con actividades subversivas organizadas en distintos países (Figallo, 2013, pp. 46-47). Y más recientemente, académicos de larga trayectoria en el campo de las expulsiones políticas advirtieron la necesidad de desarrollar investigaciones sistemáticas a fin de robustecer tanto la teoría como la metodología (Jensen, 2016, p. 98; Jensen, 2011, pp. 3, 5).

En la actualidad, existe cierto consenso entre numerosos estudiosos sostenido desde varias premisas entre las que figuran la pertinencia de superar los relatos anecdóticos sin desestimar la riqueza de las fuentes orales; la necesidad de trascender la trilogía conformada por el estado expulsor, los exiliados y los países de acogida a fin de incluir las repercusiones internacionales que se desprenden de los desplazamientos de personas en el contexto latinoamericano. [4] Y la interpelación constante de conceptos y perspectivas tradicionales vinculadas a la historia diplomática y el derecho internacional, entre otras (Sznajder y Roniger, 2009, pp. 29-30).

El exilio presidencial ha sido un episodio reiterado en la historia política latinoamericana y Argentina no ha sido la excepción. El control y la eliminación del enemigo político constituyen una práctica sistemática en la trayectoria histórica del país suramericano. En este sentido, pueden mencionarse como casos emblemáticos los siguientes: Mariano Moreno, San Martín, Artigas, Sarmiento, Echeverría, Alberdi, Juan Manuel de Rosas, Alfredo Palacios, Nicolás Repetto o Juan D. Perón, entre otros (Jensen, 2011, p. 3).

Un intento de reconstrucción de la experiencia exiliar de Juan Domingo Perón amerita prestar atención a tres escenarios reflexivos: los aportes del Derecho Internacional Americano a la institución del asilo, la convivencia entre expulsiones individuales y colectivas y el enorme impacto que tuvo el establecimiento de redes transnacionales en Latinoamérica en la totalidad de la trayectoria exiliar (1955-1973).

La utilización del recurso del asilo tras producirse la expulsión del país de origen es un derecho que se iría consolidando paulatinamente en Latinoamérica a lo largo de varias décadas. Por lo tanto, los márgenes de libertad de movimiento de los líderes políticos o demás exiliados no siempre pueden analizarse desde los mismos parámetros y condiciones. Previo a la expulsión de Perón, se produjeron algunas experiencias de líderes políticos latinoamericanos que propiciaron discusiones en torno a aspectos insuficientemente contemplados en la legislación. A mediados del siglo XIX, el caso del expresidente de Venezuela, José Tadeo Monagas, mostró el trascendental papel que desempeñaban las intervenciones europeas en la resolución de los casos de asilo. Este protagonismo europeo robusteció la aspiración latinoamericana de legislar en torno a esta materia (Blumenthal, 2021, pp. 6-7). Una centuria más tarde, la experiencia exiliar del líder peruano Víctor Haya de la Torre mostró las imprecisiones jurídicas de la figura del asilo diplomático e impulsó el desarrollo del derecho latinoamericano con el firme propósito de dar respuesta a diversas lagunas existentes (Pastorino e Ippoliti, 2019, p. 16; Ayala y Ferreira, 2021, pp. 134-135).

La reconstrucción de trayectorias exiliares no pueden llevarse a cabo a espaldas del Derecho Internacional. En sintonía con este planteamiento, Figallo, Trucco y Blumenthal ofrecen un panorama extenso en torno a los principales hitos que propiciaron la consolidación de la institución del asilo en Latinoamérica. La primera pone de relieve, los aportes de Argentina y los países del Cono Sur en el fortalecimiento del derecho de asilo a finales del siglo XIX debido a sus complejas realidades políticas y a las recurrentes persecuciones. También subraya la necesidad de reconstruir los asilos transitando tanto el ámbito jurídico como el humanitario (Figallo, 2009, p. 3). El segundo analiza la evolución de nociones clave –inmunidad diplomática de las legaciones, extraterritorialidad, derechos humanos, etc.– que contribuirán con el robustecimiento de los principios de protección y libertad de las personas (Trucco, 2013, pp. 3-13, 19-27). El tercero examina la práctica de los exilios latinoamericanos durante el siglo XIX y principios del siglo XX destacando el legado latinoamericano en la incorporación de normas o reglas destinadas a brindar protección a los exiliados (Blumenthal, 2018, pp. 43-44, 49-51). Y, más recientemente, al igual que Figallo, Blumenthal muestra los esfuerzos suramericanos por codificar el derecho de asilo sin desestimar los conflictos extra-jurídicos que afrontaron los estados involucrados. [5] Blumenthal incluye el significativo papel que jugaron los países europeos en la configuración de este panorama (Blumenthal, 2021, pp. 3, 10-13).

A mediados del siglo XX, la institución del asilo había consolidado en gran medida la protección de las personas expulsadas de sus respectivos países de origen. Por lo tanto, el exilio de Juan Domingo Perón y el desplazamiento forzado de numerosas personas vinculadas directa o indirectamente con él coincidieron con el robustecimiento del Derecho Internacional Americano que por un largo período había intentado minimizar los conflictos entre los estados expulsores y los estados receptores.

De este modo, bajo el amparo de un Derecho Internacional que priorizaba la protección del expulsado, Perón logró articular acciones subversivas destinadas a disminuir su distanciamiento geográfico con respecto a Argentina. Dichas acciones serían encabezadas por otros expulsados que solían escapar de los controles estatales generando gran impacto en el país expulsor, en los países de tránsito y en los países receptores. La configuración de esta dinámica permite subrayar la importancia de la transición conceptual del fenómeno exiliar, es decir, el viejo exilio político concebido como la separación del espacio común y público, la pérdida de lazos sociales y el aislamiento daría paso al nuevo exilio político que enfatizaría factores como la internacionalización de las corrientes ideológicas y políticas. Asimismo, prestaría especial atención a los modos y medios de comunicación y a la circulación de personas e ideas cuyas acciones podrían quedar fuera del alcance de los gobiernos de turno. Desde esta última perspectiva, las fronteras marítimas y terrestres comenzaron a mostrar distintos grados de porosidad que imprimirían nuevos sentidos tanto a la política exterior como a la política interior, propiciando así el surgimiento de nuevos espacios de mediación (Melgar Bao, 2005, p. 66). Dichos aportes favorecieron la reconstrucción de trayectorias exiliares con énfasis en las relaciones internacionales y en la conformación de espacios de política continental (Sessa, 2014, p. 2). También, abrieron las puertas para el establecimiento de un diálogo con la historia intelectual. Desde este campo se desarrollarían investigaciones centradas en la figura de Víctor Raúl Haya de la Torre que mostraron la capacidad de los exiliados para crear redes políticas e intelectuales que terminarían incidiendo en la realidad de los países involucrados. [6] A este respecto, Ricardo Melgar Bao subrayó la capacidad de los exilios para mostrar la permeabilidad de los espacios públicos nacionales frente a la afluencia de actores políticos y al flujo de ideas, especialmente durante el período 1926-1956 (Melgar Bao, 2003, p. 159). Más recientemente, Sessa ha explorado el fenómeno exiliar con énfasis en la circulación de ideas, mostrando así las repercusiones del exilio aprista desde el lente de la historia intelectual (Sessa, 2014, p. 2). Mientras, Coraza de los Santos y Gatica han enfatizado la relevancia de definir los exilios políticos como desplazamientos forzados que se desarrollan en múltiples localizaciones geográficas, a saber, centrales, periféricas o regionales donde se resguardan los capitales políticos e históricos de las personas expulsadas que logran conformar redes (Coraza de los Santos y Gatica, 2018, pp. 4, 7).

En contraste con estas miradas, otros investigadores han puesto de relieve que las trayectorias exiliares deben reconstruirse sin desvincular a los expulsados de la dinámica política de los países involucrados (Sznajder y Roniger, 2009, pp. 30, 551-552). Tal como lo señalan Luis Roniger y Pablo Yankelevich, los exilios constituyen realidades insertas en procesos históricos vinculados con variables específicas, a saber, las acciones políticas, los contextos de socialización, las crisis y las reformulaciones tanto en gobiernos autoritarios como democráticos (Roniger y Yankelevich, 2009, p. 7). Más tarde, la perspectiva transnacional iría ganando espacio en las investigaciones dedicadas a las expulsiones en sus distintas manifestaciones, el exilio forzado, la expatriación y el destierro en las sociedades latinoamericanas (Roniger, 2014, p. 7).

Retomando el caso de los líderes políticos o expresidentes, la expectativa de retorno o la determinación de mantenerse en permanente contacto con el país de origen obliga a profundizar en las dimensiones internacionales y trasnacionales. Estas suelen potenciarse en la trayectoria exiliar cuando el expulsado comienza a asimilar el impacto psicológico del desarraigo (Sznajder y Roniger, 2009, p. 29). La importancia de este proceso ha sido considerada por algunos investigadores enfocados en establecer un diálogo entre los exilios y las emociones que les permita enriquecer la comprensión de las experiencias de vida de los sujetos que sufren la exclusión política. A este respecto, Rodríguez-López y Ventura Herranz (2014, p. 113) han propuesto reponer los recorridos exiliares caracterizando las diversas etapas que atraviesan sus protagonistas, es decir, sufrimiento, esfuerzo emocional, descanso y refugio hasta llegar al establecimiento de comunidades emocionales. Estas últimas están conformadas por los miembros de la familia, el círculo profesional y las personas que se encuentran viviendo la misma experiencia. Las comunidades emocionales funcionan como pilares que sostienen al expulsado mientras asimila los cambios inherentes a su exclusión. En definitiva, los autores muestran cómo el proceso del exilio está repleto de idas y vueltas que demanda del exiliado una permanente reconstrucción emocional sin olvidar la vida antigua (Rodríguez-López y Ventura Herranz, 2014, p. 137). En sintonía con la apertura de nuevos senderos interpretativos, Soledad Lastra estudia las complejas dinámicas surgidas a propósito del retorno de numerosos exiliados a los países del cono sur después de ser expulsados por gobiernos dictatoriales en Argentina y Uruguay (Lastra, 2016, pp. 14-16).Dicha perspectiva se distancia de las figuras presidenciales, pero pone énfasis en numerosas personas que podrían verse afectadas en un contexto de expulsión de un jefe de Estado.

II.- El Exilio Latinoamericano de Juan Domingo Perón (1955-1960)

Losestudios en torno al exilio latinoamericano del expresidente argentino Juan Domingo Perón se han desarrollado de forma dispersa, fragmentaria y sujeta a simpatías ideológicas que contrastan con esfuerzos por comprender las dinámicas que traen consigo las expulsiones políticas de los líderes latinoamericanos durante el siglo XX.

El periplo latinoamericano tuvo una duración de cinco años (1955-1960) y abarcó distintos puntos geográficos, Paraguay, Panamá, Venezuela y República Dominicana. El 3 de octubre de 1955, Perón llegó a Paraguay con el apoyo de Alfredo Stroessner, pero su permanencia en ese destino sería breve debido a las presiones ejercidas por el gobierno argentino y a los rumores de un posible atentado (Pavón, 1993, p. 287). La segunda estación de su recorrido correspondía a Nicaragua, pero poco antes de partir, Anastasio Somoza informó a Perón la imposibilidad de recibirlo debido a las tensiones políticas que se vivían en el país (Pavón, 1993, p. 291). En este escenario de incertidumbre, el presidente depuesto se trasladó azarosamente a varios destinos, a saber, Brasil, Guayana Holandesa y Venezuela a fin de evaluar cual podría ser su próxima morada. [7] En esa oportunidad, consideró a Panamá como un destino idóneo entre otras razones por la buena disposición mostrada por las autoridades gubernamentales de recibirlo. En la nación centroamericana, el líder argentino tuvo la oportunidad de estructurar su vida cotidiana sin demasiados sobresaltos. Sin embargo, el peso de la influencia norteamericana en las decisiones del gobierno panameño y los constantes reclamos de la Cancillería argentina comenzaron a limitar sus pasos al poco tiempo de su llegada a ese país. Antes de abandonar definitivamente Panamá, Perón se trasladó a Nicaragua el 20 de julio de 1956 para evitar coincidir con el general Pedro Aramburu que asistiría a una cumbre de jefes de Estado que se celebraría justamente en Panamá. [8] Al retornar a Panamá, el líder justicialista comenzó a gestionar la instalación en su próximo destino: Venezuela. A este país arribaría en agosto de 1956. Dos años más tarde, se vería obligado a salir de la nación caribeña a raíz del golpe de Estado que sufrió el presidente Marcos Pérez Jiménez (1958). En estas circunstancias, Perón solicitó asilo a la Embajada de República Dominicana en Venezuela.

La permanencia de Perón en distintos puntos de la geografía americana fue un período significativo de su trayectoria no solo porque le permitió evaluar su propio liderazgo, sino también asumir su condición de expulsado en un plano más íntimo. En el primer caso, los desplazamientos iniciales fuera de Argentina se convirtieron en un impulso para pensar la reorganización del movimiento peronista con su principal líder operando desde la distancia. Y en el segundo caso, cada tramo del periplo latinoamericano sumó elementos para asimilar la experiencia de la expulsión como un hecho difícil de revertir que terminaría incidiendo en su decisión de trasladarse a España después de permanecer dos años en República Dominicana (1958-1960).

Los textos biográficospodrían ser considerados como uno de los primeros esfuerzos por recomponer episodios de la cotidianidad del líder argentino antes y después de su separación del cargo de presidente. La abundancia de anécdotas, descripciones y filiaciones ideológicas no impide trazar una ruta provisional en torno a los pasos seguidos por Perón durante su estancia en Latinoamérica. Algunas de las obras más destacadas en este sentido corresponden a Enrique Pavón Pereyra –primer biógrafo en vida del expresidente argentino– no solo por sus numerosas publicaciones, [9] sino también por su cercanía ideológica y afectiva con el líder justicialista. [10] Dos de los textos más emblemáticos de este autor son Yo Perón (1993) y Vida Íntima de Perón. La vida privada… (2011), etc. [11] Félix Luna también aportaría elementos para el análisis del exilio latinoamericano con el texto Grandes protagonistas de la historia argentina. Juan Domingo Perón (1999), a pesar de su carácter divulgativo. Mientras que Norberto Galasso cuya obra Perón: exilio, resistencia, retorno y muerte: 1955-1974”, Tomos I y II (2005), [12] se diferencia de los autores antes mencionados porque ofrece una visión de conjunto del exilio combinando la esfera pública y la esfera privada, sin desestimar la incidencia de las dinámicas que tuvieron lugar en Argentina a raíz de su expulsión.

En contraste con estas publicaciones, el exilio de Perón ha sido considerado por otros estudios como una puerta de entrada para analizar conflictos nacionales e internacionales propiciados por el otorgamiento del asilo o la permanencia del expresidente argentino en determinado territorio. Desde esta perspectiva pueden mencionarse cuatro artículos, dos de la historiadora argentina Beatriz Figallo, uno de la investigadora Delia del Pilar Oteroy otro de lahistoriadora venezolana Yoleida Arias. En el texto “Entre Asunción y Madrid: crisis y consecuencias internacionales del destierro de Juan Domingo Perón, 1955-1960” (2003),Figallo analiza las reacciones de la comunidad internacional a propósito de la salida de Perón de Argentina, el estallido de la Revolución Libertadora y las dificultades del expresidente para moverse con libertad a lo largo del territorio latinoamericano hasta que finalmente logra llegar a España. En un trabajo posterior intitulado “Las migraciones políticas en la Argentina del siglo XX. Núcleos de confrontación y exclusiones” (2013), Figallo pone de relieve el dinamismo de las migraciones políticas en el siglo XX en Argentina. [13] En este contexto reflexivo destaca que la neutralización del oponente se convirtió en un rasgo distintivo de este largo proceso. De hecho, entre 1943-1963 se conformó el núcleo antiperonista-peronista que produjo una gran movilización de personas incluyendo al presidente argentino. El seguimiento del núcleo antiperonista-peronista reveló la complejidad de las exclusiones políticas y las altas posibilidades de conformar redes de apoyo cuyo funcionamiento trastocaría realidades locales, regionales e internacionales. Finalmente, el exilio de Perón es analizado como una fuente de conflictos en distintos puntos geográficos: Paraguay, Ecuador, Venezuela, Uruguay, Chile, México, Haití, Colombia, Brasil y Líbano, etc. Los enfrentamientos entre Venezuela y Argentina se produjeron a raíz de la difusión de planes de insurrección orquestados por el expresidente argentino desde esa nación caribeña con amplia colaboración de núcleos de exiliados ubicados en Brasil y Uruguay. Sin embargo, el convulso panorama político venezolano precipitaría el traslado de Perón a República Dominicanay posteriormente a España,donde también tendrían lugar fuertes tensiones con Argentina. En paralelo, Figallo considera la situación político-social argentina, especialmente la expectativa de retorno del líder justicialista, la resistencia mostrada por sus adeptos y las constantes amenazas emitidas por los comandos de exiliados instalados en las cercanías de Santiago de Chile y del territorio boliviano. Por su parte, Delia del Pilar Otero en su publicación “El exilio peronista en América Latina y su proyección en el Cono Sur (1955-1960)” pone énfasis en el impacto de los exiliados en la reconfiguración política de varios países. En definitiva, Perón se convirtió en el eje de múltiples perturbaciones que incidieron en la historia política argentina y latinoamericana (Otero, 2010). Y, por último, la investigadora venezolana Yoleida Arias publicó el artículo “Antagonismos y discrepancias en las relaciones diplomáticas de Venezuela y Argentina (1955-1957)” (2009). En él, reconstruye el progresivo deterioro de las relaciones diplomáticas entre ambos países, a propósito de la permanencia de Perón en la nación caribeña. Este es, sin duda, el único trabajo que hasta el momento se dedica íntegramente a la permanencia de Perón en este país a partir de la consulta del archivo de la Cancillería venezolana. [14]

Más recientemente, Juan Pablo Kryskowskipublicó un texto intitulado “La etapa nómade del exilio de Perón 1955-1956” (2018), donde realizó una revisión panorámica del exilio latinoamericano con énfasis en el primer año de su azaroso trayecto. En el desarrollo del trabajo se enfocó en temáticas puntuales, entre ellas, las particularidades del proceso histórico argentino; las tensiones diplomáticas entre Paraguay y Argentina; el contexto político venezolano y la desestructuración personal que experimentó Perón durante los primeros meses posteriores a su salida del poder. Desde esta visión de conjunto, identificó algunas de las razones que incidieron en la decisión del expresidente argentino de trasladarse a España a principios de la década de 1960 (Kryskowski, 2018, p. 1).

La expulsión política de Perón también fue objeto de interés para grupos de investigadores. A este respecto destaca la publicación coordinada por José Carlos Chiaramonte y Herbert S. Klein, El exilio de Perón. Los papeles del Archivo Hoover (2018). En esta obra colectiva, se vincularon diversos profesionales interesados en estudiar el peronismo, específicamente, el período correspondiente al exilio del líder justicialista (1955-1973) a través de la documentación resguardada en los archivos de la Hoover Institution ubicados en la Universidad de Stanford. Esta publicación estaría conformada por una serie de ensayos y por un anexo documental que serviría de base a los escritos precedentes. Dos de los artículos más directamente enfocados con la reconstrucción de la trayectoria exiliar de Perón y con la pretensión de reorganizar el movimiento peronista corresponden a Christine Mathias que se refirió a la relación que el expresidente argentino logró mantener con sus seguidores durante su exilio. Y en paralelo, podemos mencionar a Julio Melón que puso de relieve los vínculos que el líder justicialista sostuvo con las organizaciones peronistas que asumieron el desafiante panorama político argentino después de su salida del país.

En contraste con las investigaciones antes referidas, algunos estudiosos se han decantado por el desarrollo de propuestas concentradas en un destino particular o en una problemática específica. En el primer caso, podemos mencionar la publicación del diplomático paraguayo Augusto Ocampos Caballero La Cañonera. Símbolo del Derecho de Asilo(1995), que desde la mirada del ejercicio diplomático recorre las instancias oficiales que transitó Perón, a propósito de su convulsionado trayecto por la nación guaraní.

Ocampos Caballero se concentró en reponer algunas de las tensiones experimentadas por el líder argentino al hacerse evidente que su presencia generaba roces entre los países involucrados. Asimismo, mostró el rol que la prensa jugaría en la difusión de la imagen de un líder derrocado y a diferencia de otras investigaciones, utilizó el recurso de las fuentes orales –entrevistas a protagonistas de primera mano–, en el que sin duda jugaría un papel relevante su doble condición de diplomático-periodista.

En el segundo caso, la investigadora mexicana Guadalupe Rodríguez de Itapublicó en la revista electrónica Pacarina del Sur el artículo “El exilio de dictadores latinoamericanos en la República Dominicana trujillista (1957-1960)” (2019). Dicho estudio se enfocó en caracterizar la relación del presidente Rafael Leónidas Trujillo con varios expresidentes latinoamericanos exiliados –Gustavo Rojas Pinilla (Colombia), Marcos Pérez Jiménez (Venezuela) y Fulgencio Bautista (Cuba)– en República Dominicana que coincidieron con la estancia de Perón en ese país.

En el 2023, el historiador mexicano José Mejía Flores sumó nuevos elementos a la reconstrucción del exilio latinoamericano del líder justicialista. En una investigación que forma parte de una publicación colectiva, Miradas sobre asilos y exilios de América del Sur en México durante la Guerra Fría ,auspiciada por la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, Mejía Flores escribió “Una visión mexicana sobre el asilo y el exilio de Perón en 1955”. En este estudio, analizó el derrocamiento y la posterior salida del presidente depuesto desde la visión de la diplomacia y la prensa mexicana en los últimos meses del año 1955 (Mejía, 2023, p. 145). Desde el punto de vista metodológico, Mejías Flores sugirió utilizar la noción de interacción definida como “necesidad de una persona de trasladarse de un escenario geográfico a otro por cuestiones políticas que le demanden la defensa de su integridad física ante la amenaza de ser reprimida por el gobierno que lo expulsó” (Mejía, 2023, p. 136). De este modo, se abrirían múltiples posibilidades para la reconstrucción de los exilios desde una perspectiva trasnacional con énfasis en la reposición de redes políticas, académicas y científicas sin excluir el trasfondo político (Mejía, 2023).

Como bien puede observarse, el recorrido latinoamericano emprendido por Perón entre 1955-1960 ha sido objeto de estudio en diversas oportunidades. Sin embargo, los resultados de los esfuerzos realizados no corresponden a una visión de conjunto que permita establecer conexiones fluidas con el exilio español, a pesar de formar parte del mismo proceso exiliar.

III.- El exilio español de Juan Domingo Perón (1960-1973)

El exilio español de Juan Domingo Perón, salvo contadas excepciones, ha sido reconstruido con referencias muy generales a su permanencia en el territorio latinoamericano. Las numerosas investigaciones que existen se han limitado a identificar los puntos geográficos donde se refugió y a resaltar las dificultades que afrontó para establecerse en un lugar u otro. En consecuencia, la reposición del período de proscripción del líder argentino aguarda por el establecimiento de continuidades y rupturas en toda su experiencia exiliar.

La poca vinculación historiográfica que existe entre el exilio latinoamericano y el exilio español es un panorama que podría justificarse teniendo en cuenta los siguientes factores: el largo tiempo de permanencia en España en contraste con la brevedad de su paso por varios países americanos; la contundencia de las acciones que logró ejecutar en la nación ibérica que resultaban impensables en Latinoamérica. Y, finalmente, el poco protagonismo historiográfico que Paraguay y Venezuela han tenido como países refugio si se les compara con México, Chile y Argentina. [15]

En la última década del siglo XX, García e Iturrieta publicaron un artículo referido al exilio de Perón en España con el propósito de identificar las razones de su traslado a ese país y las circunstancias que rodearon su permanencia en Europa por más de un decenio. En este sentido, se trataron con especial atención temáticas tales como la gratitud de España a Argentina por su respaldo en la década de 1940; la presencia de algunos militares peronistas exiliados en ese país, como José León Suárez, y la posibilidad del expresidente de gestionar directamente su petición de asilo ante Franco, etc. (García e Iturrieta, 1993, p. 11). Otro de los temas desarrollados en el artículo corresponde al estado de las relaciones diplomáticas entre España y Argentina antes y después de la instalación de Perón en ese país. A este respecto, se subraya el tradicional pragmatismo de la política exterior española al enfatizar que Franco evitó mantener una relación cercana con el expresidente y así prevenir daños a los vínculos diplomáticos con el gobierno argentino. De hecho, la única ocasión en la que Franco y Perón coincidieron fue cuando el expresidente argentino se disponía a abandonar definitivamente España en 1973 (García e Iturrieta, 1993, p. 14). Asimismo, en la investigación se muestran las favorables condiciones que permitieron a Perón mantener una comunicación fluida con Argentina a diferencia de lo ocurrido en Latinoamérica. Durante su permanencia en España, Perón logró el reconocimiento de la vigencia de su liderazgo, la consolidación de relaciones con líderes políticos y con múltiples personas que contribuyeron a la recuperación de su imagen en el territorio argentino, el mantenimiento de una red de apoyo conformada por “viajantes, personeros, intermediarios y delegados” que colaboraban con la circulación de correspondencia y cintas grabadas personalmente. Finalmente, el texto se refiere a la supuesta simpatía ideológica de Perón con Charles De Gaulle y a los fallidos intentos de retorno a Argentina (García e Iturrieta, 1993, pp. 18-20).

Un decenio después, Luis Alberto Cárdenas publicó un texto sobre el exilio de Perón entre 1955-1972, enfatizando en el intento del expresidente de establecer alianzas con el propósito de retornar al país en 1964 sin éxito. Este episodio de la trayectoria exiliar fue reconstruido en base a los testimonios emanados de actores vinculados con el peronismo [16] y con publicaciones de la prensa española (Cárdenas, 2007). Poco tiempo después, la historiadora argentina Beatriz Figallo publicó cuatro artículos. El primero, El exilio de Perón en la España del tardo franquismo, 1967-1973 (2005a), puso de relieve el impacto internacional, especialmente la preocupación que gobiernos y líderes políticos experimentaron frente a la disyuntiva de conceder o no asilo al expresidente. En aras de desarrollar esta línea reflexiva, Figallo recorrió varios escenarios, entre ellos, las negociaciones de Perón para ser admitido en la nación ibérica; las afinidades del justicialismo con el franquismo; la preocupación y el desencanto que provocó en los seguidores del líder argentino su traslado a España; el esfuerzo sistemático por impedir la formación de un peronismo sin Perón; y por último, la identificación de varias estrategias destinadas a evitar el debilitamiento de su liderazgo en su país natal (Figallo, 2005). Ese mismo año, Figallo escribió “El destierro de Perón en la España franquista”. Este estudio fundamentado en una minuciosa lectura de las fuentes diplomáticas argentinas y españolas resaltó varios temas, a saber, la preocupación que generaba en Perón las “opciones caribeñas de asilo”; las motivaciones que lo impulsaron a trasladarse a España; las tensiones experimentadas por los colaboradores del líder argentino que también aspiraban a refugiarse en Europa, entre otros (Figallo, 2005b, p. 76).

Este artículo es uno de los pocos que se detiene brevemente en el periplo latinoamericano particularmente en Venezuela y en República Dominicana. En el primer caso, se refiere a la ruptura de relaciones diplomáticas que protagonizaron ambos países en 1957 y, en el segundo caso, a la protección que brindó el gobierno dominicano a Perón a propósito de su abrupta salida de Venezuela después de perpetrarse el golpe de Estado en contra de Marcos Pérez Jiménez (1958). Estas breves referencias anteceden a un pormenorizado relato en torno al exilio de Perón en España que incluye el proceso de concesión del asilo, el arribo a Sevilla y su posterior traslado a Málaga. Así como también, la instalación en Madrid y su constante preocupación por reivindicarse como católico (Figallo, 2005b, p. 76). En la reconstrucción del periplo español también habrá lugar para los intentos de retorno frustrados (1962); las medidas tomadas por el gobierno argentino con la finalidad de lograr la extradición; las conexiones políticas y financieras que alimentaron las expectativas de Perón de recuperar el poder; la dinámica política argentina con énfasis en las supuestas vinculaciones entre algunos sectores peronistas y el gobierno de Fidel Castro; la popularidad del peronismo en el interior del país. Y, por último, la desconfianza que provocó en el escenario internacional la capacidad del expresidente para establecer redes de apoyo que le resultaran favorables al logro de sus objetivos (Figallo, 2005b, pp. 79-83, 92). En el tercer estudio, “Perón en Madrid. Entre el escándalo y la convivencia” (2009b), Figallo se concentró en la descripción de las circunstancias previas al arribo a España, especialmente el temor de Perón por la posible concreción de un atentado en su contra y la preparación de la logística para abandonar República Dominicana. Luego, se referió a la instalación en suelo español, a las dificultades que surgieron en el proceso de inserción en su nuevo destino, a la vida cotidiana de algunos de los personajes que acompañaron al expulsado, entre ellos, Américo Barrios e Isabelita Martínez. En definitiva, Figallo sintetizó el proceso de “reinvención” de un líder sometido a experiencias personales y políticas desafiantes fuera del continente americano. A pesar de la brevedad del texto, la autora no desestimó el panorama político-social argentino (Figallo, 2009b, pp. 1-2). En el cuarto texto, Sociabilidad y exilio. Perón entre los españoles del franquismo, 1960-1973 (2017), Figallo analizó algunos de los factores que incidieron en la conformación de redes de apoyo local de la dictadura franquista. Desde la perspectiva de la autora, el robustecimiento de estas redes resultó fundamental en el afianzamiento del líder proscripto (Figallo, 2017, p. 2).

Los aportes historiográficos de Figallo son complementados por investigaciones dedicadas a enfatizar el significativo papel que desempeñaron las redes políticas-ideológicas que Perón logró conformar durante su exilio en España. Este es el caso de la publicación Visitantes de Juan Perón. Década 1963-1973 (2010) de Chávez y Puente que reúne los testimonios de numerosos personajes con los que se entrevistó Perón, entre ellos, Fray Elías Gómez Domínguez, José Luis Gómez Tello, Manuel Aznar Zubigaray, José Oneto, Padre Luís Moré Serra, Vicente Sola Lima y Sebastián A. Borro. [17]

En paralelo con estas investigaciones focalizadas en temáticas puntuales, algunos investigadores se han inclinado por estudiar el exilio español a partir de la realización de biografías acompañadas de recopilaciones documentales. A este respecto, puede mencionarse a Tomás Eloy Martínez quienconoció a Perón en la noche del derrocamiento de Arturo Illía en 1966 y que publicó dos textos, el primero, Las vidas del General y, el segundo –una versión actualizada del primero–, Las memorias del General (1996). [18] Este último retrataba la vida cotidiana del expresidente argentino en Madrid basándose en conversaciones sostenidas en marzo de 1970. [19] Un “dato curioso” señalado por el autor es que el contenido de la obra fue aprobado por Perón para formar parte de sus memorias canónicas. En un claro intento por evitar cualquier crítica que desestimara la labor realizada, Martínez acotó en el prólogo de la publicación que se había encargado de mostrar las “desmemorias del personaje”, pero también el resultado de una investigación propia destinada a actualizar los datos. Y, finalmente, agregó que la intervención de Perón en el texto Las vidas del General solo refleja el modo cómo el expresidente quiso insertarse en la historia, pero que estos relatos pueden contrastarse con otros que completen o contradigan dicha imagen (Martínez, 2015). Ese mismo año, Juan Yofre publicó Puerta de Hierro. Los documentos inéditos y los encuentros secretos de Perón en el exilio (2015).La obra se circunscribe a la permanencia de Perón en la nación ibérica, pero sin dejar de prestarle atención al contenido de la documentación del archivo personal del expresidente referida a la correspondencia escrita por él desdeParaguay, Panamá, Venezuela, República Dominicana y España. Así como también la documentación proveniente de Argentina dirigida al líder justicialista. Uno de los señalamientos más significativos realizados por el autor es que el tiempo que Perón estuvo fuera de Argentina le permitió “macerar su pensamiento, revisar su trayectoria y volver con la ayuda de muchos que lo voltearon y el anhelo de su pueblo” (Yofre, 2015, contratapa).

En fechas más recientes, podríamos mencionar a Juan Manuel Abal Medina –testigo y contemporáneo del líder justicialista–, quién publicó la obra Conocer a Perón. destierro y regreso(2022), centrada en el retorno del presidente a Argentina en 1972. En esta obra, el autor se pasea brevemente por la trayectoria latinoamericana, pero el énfasis de la investigación se encuentra en el diseño y en la implementación de distintas estrategias que le permitieron retornar al poder. El resultado de esta publicación ha sido valorado por Hernán Brienza como una “interpretación racional, posible, verídica, verosímil, creíble. No objetiva, no (…) neutral, pero (…) honesta en términos intelectuales espirituales” (Abal, 2022, p. 12). Mientras que Elena Castiñeira de Dios, señaló que “el valor de la obra radica, fundamentalmente, en que está escrita por un protagonista, un testigo que tenía la obligación de plasmar su memoria en blanco y negro, no guardarla, sino contarla, compartirla” (Abal, 2022, p. 14).

Consideraciones Finales

El recorrido historiográfico que precede estas líneas es provisional, pero permite identificar varios aspectos en torno a la trayectoria exiliar de Juan Domingo Perón que ameritan ser profundizados a mediano y largo plazo. El primero, el proceso de asimilación de la condición de expulsado por parte del expresidente argentino durante su permanencia en el territorio latinoamericano. El segundo, la integración de la experiencia exiliar latinoamericana y española en un solo relato historiográfico. De este modo, se abriría la posibilidad de establecer continuidades y rupturas a lo largo del período de proscripción (1955-1973). Y el tercero, la incorporación de las experiencias exiliares de las numerosas personas que acompañaron a Perón durante el período que duró su expulsión. Así, quedaría en evidencia que los exilios presidenciales arrastran a un sinnúmero de individuos que en muchas ocasiones protagonizan la conformación de redes políticas-económicas-ideológicas-intelectuales de carácter local, regional, internacional y trasnacional.

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Páginas consultadas

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[1] El exilio presidencial puede referirse a los primeros mandatarios derrocados que no aceptan las condiciones de la vida pospresidencial y a los integrantes de la oposición que en algún momento detentaron el poder político (Sznajder y Roniger, 2009, pp. 33, 572).

[2] Algunos de los delitos que suelen generar mayores resistencias en los hipotéticos estados receptores corresponden a violaciones de derechos humanos y blanqueo de capitales. En ocasiones, la capacidad de maniobra política de algunos líderes políticos exiliados también puede ser generador de rechazo hacia el expulsado (Sznajder y Roniger, 2009, p. 552).

[3] La devolución de los restos de los exiliados puede convertirse en un acto de reparación que orienta la reconstrucción del personaje o en la aparición de un discurso de reconciliación y unidad nacional. Casos emblemáticos son José de San Martín (Argentina), José Antonio Páez (Venezuela), Bernardo O’Higgins (Chile), Porfirio Díaz (México), José Artigas (Uruguay) y Don Pedro II y la Infanta Isabel (Brasil) y Cipriano Castro (Venezuela, 2003), entre otros (Sznajder y Roniger, 2009, pp. 543-545).

[4] Desde la óptica de las migraciones políticas, Figallo propone analizar los desplazamientos humanos no solo desde la distinción jurídica entre asilo y exilio, sino también desde la detección de regularidades, el establecimiento de periodizaciones y la construcción de formulaciones teóricas que trasciendan la recopilación de anécdotas (Figallo, 2014, pp. 249-282; Figallo, 2013, pp. 45-100).

[5] El 01/09/2022, E. Blumenthal presentó la conferencia “El derecho de asilo latinoamericano entre exilios masivos y el destierro de élites”. Universidad del Norte, Barranquilla, Colombia como parte del proyecto: Connected Worlds, el Caribe, origen del mundo moderno . En: https://www.uninorte.edu.co/web/departamento-de-historia-y-ciencias-sociales/el-derecho-de-asilo-latinoamericano-entre-exilios-masivos-y-el-destierro-de-elite y https://soundcloud.com/uninortefm/el-derecho-de-asilo-latinoamericano-entre-exilios-masivos-y-el-destierro-de-elite

[6] Un trabajo pionero en este sentido es “Redes y espacio público transfronterizo: Haya de la Torre en México (1923-1924)” de Ricardo Melgar Bao (2005).

[7] “Somoza recibirá a Perón en calidad de “Invitado Personal”. Tamarindo (Nicaragua)”, La Vanguardia, sábado, 5 de noviembre de 1955, p. 26.

[8] La Cumbre de jefes de Estado se celebró entre el 20 y el 23 de julio de 1956. A esta reunión asistieron los siguientes presidentes: General Pedro E. Aramburu, Presidente provisional de la República Argentina; Dr. Hernán Siles Suazo (Bolivia); Dr. Juscelino Kubitschek (Brasil); Dr. José Figueres Ferrer (Costa Rica); General Fulgencio Batista Zaldívar (Cuba); General Carlos Ibáñez del Campo (Chile); General Héctor B. Trujillo Molina (República Dominicana); Dr. José María Velasco Ibarra (Ecuador); Coronel José María Lemus (El Salvador); General Dwigth Eisenhower (Estados Unidos); Coronel Carlos Castillo Armas (Guatemala); General Paul E. Magloire (Haití); Lic. Adolfo Ruiz Cortines (México); General Anastasio Somoza (Nicaragua); Dr. Ricardo Arias Espinosa (Panamá); General Alfredo Stroessner (Paraguay); Dr. Manuel Prado (Perú); Dr. Alberto F. Zubiría, Presidente del Consejo Nacional de Gobierno de Uruguay, y Coronel Marcos Pérez Jiménez (Venezuela). A la Cumbre no asistieron Julio Lozano Díaz (Honduras) debido a la conflictividad interna que reinaba en el país y el General Gustavo Rojas Pinilla (Colombia) probablemente por las diferencias con el país anfitrión. Ver De Arandía (1956).

[9] Pavón Pereyra (1953; 1965; 1973a; 1973b; 1981; 1985).

[10] Desde 1973, cuando Perón retornó a Argentina, Enrique Pavón Pereyra comenzaría a ocupar varias funciones públicas entre las que destacan la Secretaría de la Cultura de la ciudad de Buenos Aires, la Dirección de la Biblioteca Nacional y la fundación de la Casa-Museo de Juan Domingo Perón, ubicada en la localidad bonaerense de Lobos, entre otras. “Falleció ayer Enrique Pavón, el biógrafo de Perón”, La Nación, Buenos Aires, 10.01.2004.

[11] Este texto a diferencia de otros pone énfasis en los vínculos con distintas figuras femeninas como su primera esposa, María Aurelia Tizón, Mercedes Perón, Eva Duarte, Mary Terán, Nelly Rivas entre otras.

[12] El Tomo II inicia con el exilio paraguayo hasta su retorno a Argentina en 1973.

[13] La autora establece tres núcleos conceptuales con sus respectivas periodizaciones: el núcleo radical conservador (1916-1937), el núcleo antiperonista-peronista (1943-1963) y el núcleo contestatario/revolucionario-represión (1964-1974).

[14] En 1999, Leónidas Lamborghini publicó el texto de una obra teatral intitulada “Perón en Caracas” (1999) que se pasea por la dinámica emocional que el líder justicialista transitó en la nación caribeña. Varios aspectos pueden rescatarse de este relato: el paso por Venezuela es definido como la “segunda etapa de su exilio forzoso”; la recuperación del poder constituye una prioridad para el ex presidente argentino; el exilio es definido como un “pan duro… amasado con el deseo incierto del que quiere volver pero no sabe si alguna vez podrá hacerlo […] o querrá hacerlo”; el apoyo popular unido al respaldo personal de William Cooke; la angustia personal ocasionada por el miedo, la desesperación, la violencia desatada en Argentina y finalmente, la escritura del libro Los vendepatrias (Lamborghini, 1999, pp. 11-12, 16-18, 27).

[15] Ayala (2017, p. 12). Mario Ayala señala que la tendencia más común es que los estudios dedicados a los exiliados argentinos privilegien países de acogida como España, México, Francia, Brasil y Bélgica y no a Venezuela que aún aguarda por estudios sistemáticos por parte de los historiadores (Ayala, 2017).

[16] Andrés Framini, Saúl Ubaldini, Roberto García, Hugo Santos, Floreal Fomi, Jorge Rulli, entre otros.

[17] En la lista de visitantes también figuran los siguientes: Fernando Vizcaíno Casas, Rubén A. Sosa, Padre Hilario Fernández, Adolfo Cavalli, Carlos Loholaberry, Ceferino L. Maestú, Ernesto Guevara de la Serna, Hernán D. Dobal, Norberto Chindemi, Carlos S. Menem, Andrés Framini, Reinaldo A. Frigerio, Carlos Gallo, Luis Hermosilla Civico, Bernbé Castellano, Oscar S. Martini, Jorge Taiana, Lorenzo A. Pepe, Florencia de Mahieu, Carlos O. Suárez, Facundo Suárez, Emma Nicolini, Manuel Urriza, Augusto T. Vandor, Adolfo Cándido López (Gral.), Pablo Vicente, Félix Luna, Avelino Fernández, Raúl Puigbó, Raúl F. Matera, José María Areilza, Leopoldo Frenkel, Eleuterio Cardoso, Hipólito Barreiro, Rodolfo Puiggrós, Dardo M. Cabo, Fernando E. Solanas, Jacobo Timermann, Roberto Grabois, Antonio Valenti y otros, Guillermo Sassen, Noé Davidovich, Jesús E. Porto, José Rosas Velázquez, Susana Bellorio Clabot, Duilio A. R. Brunello, Ricardo F. Anzorena, Guido di Tella, Juan F. Guevara, Arturo Frondizi, Elías Sapag, Enrique Oliva, Mario Hernández, Héctor Tristán, Jorge Antonio, Rolando García, José Antonio Allende, Alejandro Álvarez, Antonio Cafiero, Juan José Taccone, Antonio Cortina, Manuel Leguimeché, Francisco J. Flórez Tascón, Miguel Sanz, Gonzalo de Bethencourt, Nicolae Ceasucescu, Miguel Ángel Asturias, Pedro E. Michelini, José L. Rubio Cordón, Saad Chedid, Rodolfo Galimberti y Juan M. Abal Medina, María E. Rojas de Moreno, Norberto Ceresole, Joao Goulart, Héctor J. Cámpora, Benito Llambí, Martín Apicella, Antonio Puigvert y Jesús Suevos.

[18] Dichas memorias aparecieron el diario español Panorama el 14 de abril de 1970.

[19] También se refirió a otros temas como la situación política argentina después de la muerte de Perón en 1974, las hazañas de su secretario y astrólogo José López Rega, los nexos del general con los nazis, entre otros.