La intervención de organizaciones partidarias y la politización de los dirigentes gremiales en Fiat Concord (1964-1970)

[The Intervention of Party Organizations and the Politicization of Union Leaders at Fiat Concord (1964-1970)]

José Barraza

(CIECS-CONICET)

kbzonbarraza@hotmail.com

Resumen

Nos proponemos comprender la intervención de organizaciones partidarias en el proceso de politización de los dirigentes gremiales en Fiat Concord durante el período 1964 y 1970. Recuperamos, en ese sentido, la trayectoria de activistas comparando su participación con la experiencia de otras unidades fabriles pertenecientes a la empresa italiana. Reconocemos en dicha participación dos orientaciones estratégicas que se pusieron de manifiesto durante la huelga de 1965: una, de carácter reformista y otra, radicalizada. Observamos, en esa línea, que la orientación reformista fue perdiendo preponderancia luego del Cordobazo (1969), conflicto que favoreció la radicalización de la militancia gremial en la fábrica, cuya máxima expresión se dio en la composición política de la nueva conducción sindical a partir de marzo de 1970. De este modo, la actividad de las organizaciones partidarias puede ser considerada uno de los factores que posibilitaron la politización del activismo sindical, observándose un desplazamiento hacia los partidos de izquierda que bregaron por el socialismo.

Palabras Claves:Clase Obrera; Partidos Políticos; Sindicato; Fábrica

Abstract
We intend to understand the intervention of party organizations in the process of politicization of union leaders in Fiat Concord during the period 1964 and 1970. In this sense, we recover the trajectory of activists comparing their participation with the experience of other manufacturing units belonging to the Italian company. We recognize in this participation two strategic orientations that were revealed during the 1965 strike: one, of a reformist nature and the other, radicalized. We observe, in this line, that the reformist orientation was losing preponderance after the Cordobazo (1969), a conflict that favored the radicalization of union militancy in the factory, whose maximum expression occurred in the political composition of the new union leadership from March 1970. In this way, the activity of party organizations can be considered one of the factors that made possible the politicization of union activism, observing a displacement towards the leftist parties that fought for socialism.

Keywords:Working Class; Political Parties; Trade Union; Factory

Recibido: 07/06/2023

Evaluación: 23/06/2023

Aceptado: 13/09/2023

La intervención de organizaciones partidarias y la politización de los dirigentes gremiales en Fiat Concord (1964-1970)

El proceso de recuperación de los gremios de Fiat Concord y Materfer a mediados de 1970 por parte de los trabajadores ocupa un lugar destacado en la historiografía sobre el movimiento obrero argentino. Esta relevancia responde tanto al tamaño de la fábrica (más de cinco mil operarios en esa década) en el polo industrial de la provincia de Córdoba, como al hecho de que Fiat impulsó la constitución de sindicatos por empresa con el fin de disminuir la conflictividad con sus obreros y preservar su esquema de producción y organización del trabajo. La politización y radicalización de los operarios de Concord ha sido estudiada desde diversas perspectivas (Gordillo, 1996; Mignon, 2014; Brennan, 2015; Ortiz, 2019; Laufer, 2020a; 2020b). No obstante, la cuestión referida a la intervención de los partidos políticos y su vinculación con los dirigentes gremiales es un tema que aún se encuentra en pleno desarrollo.

En este artículo, nos proponemos comprender la intervención de algunas organizaciones partidarias en el proceso de politización de los dirigentes del Sindicato de Trabajadores de Concord (SiTraC) durante el período 1964 y 1970. A través del método prosopográfico recuperamos la trayectoria política de activistas comparándola con la experiencia de otras unidades fabriles pertenecientes a la empresa italiana, centrándonos en la actividad desarrollada por peronistas, radicales, socialcristianos, comunistas y trotskistas. En este marco, nos preguntamos sobre los posicionamientos políticos de estas organizaciones en Concord y los objetivos que se trazaron para captar al activismo sindical, tratando de reconocer los niveles de influencia que alcanzaron en los dirigentes gremiales, especialmente durante la huelga de 1965. Nos preocupa, principalmente, establecer si la intervención de estas organizaciones partidarias puede ser considerada como un antecedente de la recuperación del SiTraC en 1970.

El recorte temporal responde a dos fechas significativas en relación con el proceso de politización y radicalización de los obreros Concord. En 1964, la fábrica, siguiendo una política institucional que ya aplicaba en Italia, promueve en Argentina la creación de sindicatos por empresas. [1] En 1965, la toma de la fábrica constituye un acontecimiento relevante en este proceso que culmina con la intervención de los sindicatos. Este conflicto es considerado por el historiador James Brennan (2015) como el comienzo de una brecha temporal en la actividad gremial opositora hasta la recuperación y el surgimiento de los sindicatos clasistas en Fiat durante 1970.

Recuperamos el concepto de “politización” trabajado por Pablo Pozzi (2021), quien lo define comoun proceso que se traduce en experiencias entendidas como prismas a través de los cuales un ser humano frente a su entorno toma la decisión de intervenir para transformarlo. Por lo tanto, la articulación entre la clase obrera y las ideas de las organizaciones partidarias supone la ponderación y enlazamiento con las tradiciones, aspiraciones y necesidades de los trabajadores, más allá de los conflictos sociales. En perspectiva con este enfoque, destacamos la investigación de Rodolfo Laufer (2020a), quien reconstruyó la intervención de las organizaciones de izquierda y las trayectorias políticas de sus principales referentes en Concord con posterioridad a la recuperación del SiTraC, a mediados de 1970. Por su parte, desde la historia oral, Camilo Robertini (2022), analiza el caso de los obreros de Fiat en Caseros (Buenos Aires) afiliados al SiTraFiC. Su investigación reconstruye la imagen de un sector del colectivo de trabajadores cuya principal característica es su alejamiento de la política en general. Esto se debería a los dispositivos laborales y sindicales operados desde la empresa que contribuyeron a que los operarios recreen una imagen positiva de las prácticas laborales impulsadas por Fiat, un consenso acerca de la dictadura y una visión negativa hacia las organizaciones de izquierda.

Entre las fuentes que analizamos, se encuentra la Revista Pasado y Presente (PyP), [2] en la que se aborda la situación de Fiat desde la perspectiva de los actores sociales involucrados: la empresa, el sindicato y los trabajadores en 1965, [3] sin hacer referencia a la intervención de las fuerzas políticas en el SiTraC. Al mismo tiempo, trabajamos con documentación sindical, prensa en general ( La Voz del Interior y Los Principios) y los órganos de prensa de las organizaciones partidarias. Por último, analizamos testimonios escritos de Gregorio Flores (1971; 2006) y Carlos Masera (2015), y orales de Domingo Bizzi, Alfio Taverna, Antonio Palada, Francisco Páez y Rafael Clavero, entre otros. Consideramos que los testimonios orales, más allá del alcance en torno a su fiabilidad, nos aportan una herramienta a la hora de reconstruir el contexto histórico y, principalmente, nos permite profundizar sobre aquellos “intereses y propósitos” que motivaron a los protagonistas a llevar a cabo sus acciones (Portelli, 2016, pp. 30-31).

En esta línea, la actividad de las organizaciones partidarias puede ser considerada como uno de los factores que posibilitaron la politización del activismo sindical, observándose un desplazamiento hacia los partidos de izquierda que bregaron por el socialismo. Reconocemos en dicha participación dos orientaciones estratégicas que se pusieron de manifiesto durante la huelga de 1965: una, de carácter reformista, que defendía el logro de una serie de conquistas sociales a favor de los trabajadores, pero sin subvertir la relación entre capital y trabajo; y otra radicalizada que adquirió preponderancia a partir del Cordobazo (1969), que, apoyándose en las demandas laborales, denunciaba el orden vigente y promovía una transformación revolucionaria del modo de producción capitalista. De esta manera, entendemos que para abordar el proceso de radicalización de la clase trabajadora y el desarrollo del clasismo como una corriente heterogénea en las fábricas y sindicatos de la década posterior se requiere del análisis de las formas de intervención de estos partidos en Concord.

Las organizaciones partidarias en Concord

Con el peronismo proscripto y la tutela de las Fuerzas Armadas, la Presidencia de Arturo Humberto Illia (1963-1966) se propuso, mediante un programa nacionalista y reformista, debilitar el poderío del sindicalismo peronista que, bajo la figura del dirigente metalúrgico Augusto T. Vandor, se había convertido en un factor de presión sobre el gobierno nacional. Como parte de este proyecto, se autorizó la inscripción de sindicatos por empresa, influyendo en la actividad de los obreros y las fuerzas políticas que actuaron en Concord.

De acuerdo con los testimonios y la documentación relevada, podemos decir que en Concord –durante el período estudiado– había presencia de organizaciones peronistas, radicales, socialcristianas, comunistas y trotskistas. La organización peronista en Fiat no estuvo ajena al proceso de fragmentación que sufrió este movimiento a partir de 1955, identificando en la fábrica dos corrientes: una favorable a la negociación con las fuerzas armadas en el marco del nuevo régimen político, y otra que tendía a otorgar un mayor contenido revolucionario al movimiento (Schneider, 2005, pp. 91 y 136; James, 2006, pp. 220 y 262). El movimiento sindical cordobés también se dividió entre “ortodoxos” y “legalistas”. Los primeros, defensores del verticalismo tradicional de las organizaciones sindicales peronistas, eran marcadamente nacionalistas y de derecha. Los principales referentes de este sector fueron Jerónimo Carrasco (UOM) y Mauricio Labat (Taxistas). Los legalistas, a su vez, apoyados en la izquierda peronista, plantearon la necesidad de legalizar la Confederación General del Trabajo (CGT) y los sindicatos, estableciendo alianzas con sectores no peronistas. Entre los principales referentes de este sector, se encontraban Atilio López (UTA) y Elpidio Torres (SMATA).

Entre las agrupaciones sindicales peronistas, cabe destacar que fueron parte de la primera comisión interna de Concord junto a un grupo de comunistas entre 1957 y 1958, coincidiendo con el proceso de renovación de las organizaciones gremiales que se plasmó en el surgimiento de agrupamientos donde se entremezclaron elementos peronistas con marxistas dentro de los resquicios legales que dejaba el régimen militar (Vianoli, 1972, p. 5; Schneider, 2005, p. 104; James, 2006, p. 117; Laufer, 2020b, p. 52). A su vez, esta comisión interna, junto con activistas de la fábrica, tuvo una importante participación en la huelga nacional metalúrgica decretada en agosto de 1959. [4] Entre estos activistas se encontraba Francisco Páez, quien había ingresado al área de Mantenimiento de Fiat en 1956 de la mano de su tío que ya trabajaba allí, y que, como parte de la resistencia peronista, habían creado juntos un comando clandestino. A comienzos de los sesenta constituyeron una agrupación metalúrgica que a nivel nacional apoyaba a Vandor como secretario general de la UOM, [5] pero en Córdoba, desde una postura más conservadora, se alineaba con el oficialismo de Jerónimo Carrasco, delegado de la planta de tractores en Concord. Otro de los activistas que simpatizó con el peronismo fue Carlos Masera, quien luego de un breve paso por IKA-Renault, se incorporó a la sección de Mantenimiento de la fábrica en 1964. [6] Durante su primer año en la planta pudo visualizar algunos agrupamientos peronistas con una postura radicalizada que comenzaban a enfrentarse a la patronal con un planteo “incendiario”. En este caso, su adhesión al peronismo se debía a una tradición familiar. Sus padres habían organizado una unidad básica en su pueblo natal, Calchín, ubicado en el departamento de Río Segundo (Córdoba). [7] Por último, tenemos a Rafael Clavero, que ingresó a la sección de Rectificado de Concord en setiembre de 1965, luego de trabajar en la empresa metalúrgica Aerometal, donde fue despedido por su postura combativa. Comentó que sus ideas peronistas y su “rebeldía” lo condujeron a participar de los reclamos de los operarios y a enfrentarse a los representantes de UOM en la planta, alineados al peronismo ortodoxo. En semejanza con el caso de Masera, su simpatía hacia el peronismo se debió a la influencia de su padre que fue funcionario de la Dirección Nacional de Arquitectura en Córdoba. [8]

Luego se encontraban los trabajadores de filiación radical en Concord como parte del Movimiento Obrero Radical (MOR). Esta agrupación conquistó, a partir de una lista unitaria, la comisión directiva del SiTraC en 1964. Pancracio Jacinto Villarreal, militante de la Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP), asumió como secretario general. El MOR contó con miembros en el cuerpo de delegados y en la comisión paritaria como el caso de Francisco Amuchástegui, un operario proveniente del área de Montaje que había ingresado en 1956. [9] En cuanto al alcance de esta organización en Concord, de acuerdo con el testimonio de Carlos Festenache, operario del área de tractores, los plenarios congregaban regularmente a unos cien miembros. Al interior de esta organización convergían las dos tendencias del radicalismo: la UCRP y la UCRI, siendo la primera mayoritaria en Fiat. Festenache expresa que existieron “acuerdos tácticos” con los sectores peronistas en pos de “mejorar las condiciones de los trabajadores”, aunque a nivel nacional la postura de la UCRP fuese a favor de la proscripción del peronismo. [10]

La nueva directiva del sindicato de Concord tenía un asiduo intercambio con dirigentes sindicales del MOR como Juan Malvar (gráficos) y Roberto Campbell (viajantes), de gremios considerados independientes, que junto a Agustín Tosco (Luz y Fuerza), constituían una corriente opositora al sindicalismo peronista. Con Illia en el gobierno nacional y Justo Páez Molina en el provincial, los miembros de la UCRP se propusieron disputarle al peronismo proscripto la identidad política de los trabajadores. Presentaron una plataforma con demandas a favor de la defensa del salario real, la justa distribución de la riqueza y el acceso a la vivienda, bajo un manto reformista y nacionalista (Tcach y Rodríguez, 2006, p. 80). En esa línea, los miembros del MOR en Concord defendieron la idea que los canales de negociación con la empresa eran el medio más eficaz para concretar las demandas favorables a los operarios. [11]

Los trabajadores socialcristianos, por su parte, integrantes de la Asociación Sindical Argentina (ASA), ocuparon junto al MOR la dirección del SiTraC en 1964. La ASA se fundó en 1954 como resultado de la fusión de la Juventud Obrera Católica y la Acción Católica en el marco del surgimiento del movimiento de los sacerdotes tercermundistas a nivel mundial. [12] En concordancia con la doctrina social cristiana de la Iglesia, los miembros de la ASA abogaban por ingresar a las fábricas con el propósito de promover una línea política y sindical destinada a concientizar a los trabajadores, con el objetivo de fomentar la armonía entre los intereses patronales y obreros, superando así las injusticias del sistema capitalista y rechazando el ateísmo presente en las corrientes marxistas. [13] De este modo, en su estatuto fundacional velaban por destacar la necesidad de “una constante acción de formación social, económica, cultural y política entre los trabajadores” (ASA, 1956, p. 30).

En Córdoba, esta corriente fue proclive a estrechar vínculos con peronistas, radicales y sectores independientes en aquellos sindicatos donde tuvieron un grado de inserción. En las fábricas automotrices sus miembros constituyeron la Agrupación Gremial Automotor, espacio donde debatieron acerca de la disyuntiva entre la constitución de un sindicato por rama industrial o por empresa. En el caso de las unidades de Fiat, los militantes que actuaban en el SMATA fueron partidarios de la primera opción. Mientras que, en Concord, los miembros socialcristianos decidieron incorporarse al SiTraC, porque consideraban que debían adaptarse a la situación de cada gremio, y esto incluía establecer alianzas tácticas con los agrupamientos peronistas y los radicales del MOR. [14] En el SiTraFiC, también siguió esta orientación, y por medio de un acuerdo con obreros peronistas ortodoxos conquistaron la comisión directiva a comienzos de 1965. La práctica sindical de los socialcristianos, basada en la justicia social y la dignidad del trabajo, coincidía con la política de Fiat de fomentar los conceptos de “comunidad” y “familia” entre los operarios y reducir la conflictividad social en la fábrica (Robertini, 2022, p. 110).

Entre los principales dirigentes de la ASA en el SiTraC se encontraron Francisco Cornejo, secretario adjunto, y Guillermo García, secretario gremial. Ambos tuvieron llegada a un sector de delegados y operarios, entre ellos Gregorio Flores y Carlos Masera. En el caso de Flores, el acercamiento a la ASA fue a través de Cornejo, con quien había cursado estudios en el Instituto religioso León XIII. El mutualismo y la formación sindical fueron el eje de este vínculo. [15] Con Carlos Masera, la relación fue de carácter político, con quien Cornejo debatía sobre “todas las cosas que pasaban en la iglesia como la encíclica de Juan XXIII”. [16]

El Partido Comunista (PC) tuvo una inserción significativa en el movimiento obrero durante la década de 1960, desde las agrupaciones que a nivel nacional formaban el Movimiento de Unidad y Coordinación Nacional (MUCS) compuesto por diecinueve gremios y surgido en 1958, en el marco de la ruptura nacional de la CGT. Además, en un informe sindical publicado en octubre de 1965, se destacó que se distribuían cien periódicos gremiales en empresas industriales, lo cual denotaba una importante inserción en los centros fabriles. [17]

En territorio cordobés, los miembros del PC coincidieron con los radicales a la hora de suscribir a la línea de los gremios independientes. En el caso de Concord, los comunistas ya contaban con una importante inserción en la fábrica en el período previo a la constitución del SiTraC, cuando formaron parte de la primera comisión interna en el establecimiento. Si bien el PC no participó de la nueva directiva del SiTraC en 1964, sí lo hizo en la primera comisión paritaria electa a través de José Alberto Nicoloff, dando cuenta de la influencia que poseía entre los operarios. También fue significativa su presencia en el cuerpo de delegados en 1965. En la sección de Inspección y Calidad, Flores comentó que fue electo delegado junto a Carlos Germán, militante del PC (Flores, 2006, p. 29). En relación con el SiTraC, los comunistas lo caracterizaban como parte de un proceso de avance de las “posiciones unitarias y clasistas” en algunas seccionales sindicales y fábricas en Argentina. No obstante, consideraban que los sindicatos por empresa fueron estimulados, de manera negativa, por “el imperialismo” para alentar la división entre los obreros. [18]

Finalmente, actuaron en Concord dos agrupaciones trotskistas que buscaron insertarse a través de la penetración de sus militantes, provenientes principalmente de ámbitos universitarios, con el objetivo de establecer contacto con los operarios a partir de la difusión de sus materiales. En primer lugar, se encontraba el Partido Obrero (Trotskista) (en adelante PO (T)), [19] cuya acción sindical giró en torno a la consigna del “gobierno obrero y popular basado en los sindicatos”, [20] haciendo un llamado a constituir agrupaciones gremiales junto a sectores del peronismo y del PC, considerando que estas corrientes “cumplirían una función progresiva dentro de la tendencia objetiva hacia el socialismo” (Mignon, 2020, p. 803). Esta táctica fue reforzada a mediados de 1965 cuando el PO (T) llamó a los obreros de Fiat a constituir un Frente Único Antiimperialista.

Para este sector del trotskismo, el SiTraC era un recurso de la “patronal imperialista” para dividir al movimiento obrero industrial, sosteniendo que en la provincia de Córdoba existía una contradicción: por un lado, un “proletariado combativo y politizado” fortalecido “por el triunfo del peronismo” en las elecciones de 1965, y los “sindicatos amarillos y antiperonistas” como “una expresión deformada de la voluntad de lucha antiimperialista y anticapitalista de los trabajadores”, por el otro. [21] Oriundo de Santiago del Estero, Alfio Taverna, integrante de esta agrupación, era estudiante universitario cuando ingresó a la fábrica en 1963 y, dos años después, fue electo como delegado en la sección de Tratamientos Térmicos. [22]

Al segundo agrupamiento trotskista, lo constituían militantes del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) que, a diferencia del PO (T), tuvo una participación externa en Concord durante todo el período estudiado. [23] La actividad del PRT sobre las fábricas se desplegó bajo el planteo que la CGT y, particularmente, las 62 Organizaciones, como brazo político del sindicalismo peronista, debía actuar como un “Partido Político de los Trabajadores”. [24] En relación con las fábricas de Fiat, la organización destacó al SiTraGMD como una directiva más combativa en comparación con las del SiTraC y SiTraM, a raíz de que en mayo de 1965 decidió por asamblea su afiliación al SMATA. [25] En el caso del gremio de Concord, consideraron que el sector compuesto por los miembros de la ASA era “honesto” y podía plantearse un acuerdo de frente único como en otras experiencias sindicales. [26]

Un aspecto relevante de la militancia de izquierda fue el esfuerzo tanto de trotskistas como comunistas por relacionar la situación de los operarios de Concord con la situación internacional, con el objetivo de fomentar su politización. En las páginas de Nuestra Palabra, periódico del PC, Voz Proletariay La Verdad, órganos de prensa del PO (T) y PRT respectivamente, se define a Fiat como un agente imperialista en suelo argentino. También podemos notar la necesidad de integrar las acciones de los trabajadores cordobeses con los levantamientos populares en América Latina o Asia. [27] A modo de ejemplo, en las memorias escritas por Flores, aparecen anécdotas como una asamblea gremial donde un militante del PC solicitó como moción el rechazo a la ocupación militar de Estados Unidos en Santo Domingo a fines de mayo de 1965, o las intervenciones de los miembros del PO (T) vinculando la lucha de los obreros de Fiat con la resistencia del pueblo vietnamita frente al ejército norteamericano (Flores, 2006, p. 26).

La politización y radicalización de la dirigencia del SiTraC están relacionadas, sin duda, con la acción de estas agrupaciones políticas. Sus militantes fueron elegidos primero como delegados y luego se incorporaron a la Comisión Directiva. Esto refleja la complejidad de la participación política partidaria en la militancia sindical. La influencia de estas agrupaciones se manifiesta en los debates, alianzas y rupturas que sus dirigentes emprendieron en busca de objetivos partidarios, algunos de naturaleza reformista y otros con aspiraciones revolucionarias. Esto ilustra el fenómeno que constituye la militancia sindical de índole partidaria en el SiTraC. En este proceso, es importante remarcar las razones individuales y colectivas que condujeron a los activistas sindicales a identificarse con los programas, las creencias o aspiraciones de una u otra organización a lo largo del tiempo.

La huelga de 1965

La huelga de Concord en 1965 fue el resultado del proceso de politización que se desarrollaba en la fábrica a partir de la conflictividad socioeconómica y de las diversas estrategias gremiales implementadas por los partidos políticos dentro de la misma. Luego de la elección de una nueva comisión directiva y cuerpo de delegados en Concord, se procedió a renovar el convenio de trabajo que incluía un incremento en los salarios. A partir de esa fecha, los obreros resolvieron un plan de acción que comenzaba con el quite de colaboración y paros rotativos. La empresa italiana respondió con tres mil despidos y el cierre de sus instalaciones, lo que dio a lugar al estallido de la huelga en la fábrica.

La comisión directiva del SiTraC, constituida por radicales y socialcristianos, denunció a Fiat por su postura intransigente hacia los trabajadores, pero además sostuvo que “a la par de la lucha gremial debían promoverse reformas” que permitiesen “superar las actuales estructuras causantes de tanto daño social”. El MOR exigió la intervención del gobierno provincial para resolver el conflicto, mientras que la ASA sugirió la mediación gubernamental junto al Arzobispado provincial como una medida para “reanudar las tratativas de conciliación en el conflicto actual, en salvaguarda de las armónicas y cordiales relaciones”. [28]

Los activistas y agrupaciones peronistas apoyaron el conflicto, pero actuaron de manera diferente. Coincidieron con la directiva del SiTraC en pedir la intervención del poder ejecutivo provincial para presionar a Fiat, reincorporar a los despedidos y renovar el convenio colectivo de trabajo. Sin embargo, constituyeron una mesa en la CGT Córdoba, que contó con la participación de los diputados justicialistas, sectores del PC, ASA, PO (T), UCRP, los gremios enrolados en la CGT y la comisión directiva del SiTraC, entre otros. Esta mesa tuvo como objetivo apoyar los proyectos de ley elaborados por los bloques justicialista y de la UCRP, tanto en la Legislatura como en el Concejo Deliberante, que denunciaban el accionar de la empresa y exigían el arbitraje gubernamental. [29] Al mismo tiempo, el grupo de Páez, que era vandorista, apoyó la incorporación de veinte operarios por parte de Fiat, que en realidad fueron agentes enviados por el sindicato metalúrgico nacional, con la intención de obstaculizar las negociaciones colectivas llevadas a cabo por el SiTraC para favorecer los intereses de la UOM dentro del establecimiento.

Entre las organizaciones de izquierda, el PC caracterizó la huelga de los obreros de Fiat como “una brega antiimperialista” por su enfrentamiento a una empresa multinacional y su desarrollo en el marco de la invasión norteamericana a Santo Domingo y Vietnam. Los comunistas centraron su crítica hacia Fiat y la directiva del SiTraC, pero al igual que las fuerzas políticas dirigentes del gremio, solicitó la intervención gubernamental para resolver el conflicto. En este sentido, decidieron participar de la comisión de solidaridad para demostrar la unidad de diversas organizaciones gremiales y políticas “frente a su único enemigo: el imperialismo, sus personeros locales, la oligarquía y los explotadores nacionales”. [30]

Los miembros del PO (T) plantearon que había que preparar la ocupación de la fábrica para “sacar el conflicto de su faz parlamentaria” y obtener la solidaridad del conjunto de los trabajadores. [31] En sintonía con el PC, caracterizaron que la lucha de los operarios logró la intervención de las instituciones gubernamentales y las fuerzas políticas como el peronismo y la UCRP. De esta forma sostuvieron que estaban dadas las condiciones “para un frente único antiimperialista dirigido por el movimiento obrero”. [32] Es importante señalar que la consigna de la toma de fábrica fue la expresión del grado de radicalización de un sector de los obreros de Concord que se opuso a la propuesta de la directiva del SiTraC de mantener las negociaciones por los caminos institucionales. Por último, el PRT consideró que la responsabilidad recaía principalmente en el sector radical de la directiva que pretendía delegar el conflicto laboral a un “gobierno patronal”. [33] Sostuvieron que la ASA debía “limpiar de elementos patronales sus filas” por ser “cómplices silenciosos” de Fiat, para luego proceder a una tarea en común en la fábrica y el sindicato. [34]

El 22 de julio de 1965, alrededor de mil quinientos obreros ocuparon la fábrica y fueron reprimidos por la policía. Dos días después, por intermedio de Illia, se levantó la toma del establecimiento. Luego de este frustrado intento, la lucha ingresó en una fase de retroceso. Los dirigentes del SiTraC firmaron un acta acuerdo que daría por finalizado el conflicto: la empresa otorgaba un 35% de aumento y un plus del 10% a fin de año, pero en contrapartida despidió a un total de 125 trabajadores, entre ellos a los miembros de la comisión directiva. Para profundizar la presión, el SiTraM aceptó la oferta salarial de la empresa lo cual incrementó el aislamiento de los trabajadores de Concord.

El acta de Fiat Concord fue firmada por la directiva del SiTraC y los delegados paritarios que respondían al sector radical y al socialcristianismo, entre ellos Amuchástegui. [35] El 27 de julio, el SiTraC realizó una asamblea en el Córdoba Sport donde se visualizó la fisura al interior de la dirección del conflicto entre los radicales y socialcristianos, por un lado, y los peronistas de izquierda, comunistas y trotskistas por el otro. Este enfrentamiento alcanzó su punto más álgido con la expulsión de Nicoloff, miembro de la comisión paritaria y dirigente del PC, que se opuso a la firma del acta.

Las intervenciones de los referentes del SiTraC, Villarreal y García, se orientaron a favor de la aceptación del acta, reconociendo el despido de un importante sector de la dirigencia gremial. En referencia al dirigente del PC, Villarreal expresó que no temía “las calumnias de los mismos que ayer traicionaron a sus compañeros”. [36] Para la organización comunista, la expulsión de Nicoloff de la asamblea fue producto de una “maniobra divisionista” de “los grupos interesados en la creación de una central paralela que divida al movimiento obrero y concilie las clases antagónicas” como la ASA. [37] El PC, PO (T) y PRT defendieron la continuación de las medidas de fuerza hasta concretar la reincorporación de los despedidos. Las organizaciones trotskistas fueron más allá al manifestar la necesidad de extender el conflicto a otras fábricas y elevarlo políticamente bajo la consigna de la estatización de la empresa italiana bajo control obrero. [38]

Finalmente ganó la moción de la ASA y el MOR y se votó por la aceptación del acuerdo con la empresa. No obstante, el conflicto en Concord marcó un contraste con otras unidades del grupo Fiat. Por una parte, luego de una ardua lucha en la planta de Grandes Motores Diesel, el SiTraGMD fue disuelto y los operarios decidieron afiliarse al SMATA, pasando a formar parte de un sindicato por rama. Desde Materfer no hubo un apoyo manifiesto hacia la lucha de los operarios de Concord, incluso, la firma de renovación del convenio colectivo por parte de la comisión directiva puede ser leída como una estrategia de aislamiento hacia el SiTraC.

En Concord, a pesar de que se impuso la línea a favor de un acuerdo con la empresa italiana, la participación de las organizaciones de izquierda puede ser considerada como un factor de radicalización del conflicto, que quedó expresado en la ocupación de la fábrica. En cambio, en Materfer y Caseros la intervención de aquellas corrientes fue tardía, favoreciendo las prácticas patronales que fueron eficaces a la hora de “obstaculizar la protesta social” (Robertini, 2022, p. 15). Recién en 1968 se desarrollará en la planta de Caseros un conflicto de la envergadura de la huelga de 1965 en Concord.

De la fallida huelga a la recuperación del SiTraC

El desenlace de la huelga de 1965 tuvo un balance negativo para los obreros de Concord con relación a la pérdida de puestos de trabajo y el retroceso de la actividad gremial. Para Brennan, el fracaso de la huelga “desalentó la participación sindical y minó la militancia obrera” durante cinco años (2015, p. 122). Esta tesis fue elaborada en función de los recuerdos de los principales dirigentes del SiTraC como Flores y Masera (Flores, 1994, p. 29; Masera, 2015, p. 3). Sin embargo, a diferencia de la opinión del historiador norteamericano, tanto la documentación escrita como los testimonios recabados nos sugieren afirmar que entre 1965 y 1970 hubo una reorganización de las fuerzas políticas actuantes en el establecimiento a partir de dos factores. El primero se refiere a los realineamientos de las organizaciones al interior de la fábrica para desarrollar su actividad y contrarrestar la acción patronal. El segundo, de carácter coyuntural, empalmó el proceso de politización con el crecimiento de la combatividad obrera a partir del Cordobazo en 1969. Este hecho propició un mayor desenvolvimiento de las corrientes políticas con una estrategia y programa revolucionario en detrimento de aquellas que defendían una postura conciliadora con la empresa y el sindicato.

En este sentido, las organizaciones partidarias, luego de la huelga de 1965, experimentaron un reordenamiento en Concord. Los activistas identificados con el peronismo dieron cuenta de una plena inserción en esta luego de la huelga, reagrupándose en tres sectores. En primer lugar, la agrupación vandorista –de la que formaba parte Páez– que obtuvo el triunfo en las elecciones del 20 de diciembre de 1965 con el 90% de los votos frente a la lista del MOR y la ASA. [39] Nos referimos a la Lista encabezada por Jorge Lozano, proveniente de la sección de Forja y uno de los operarios reincorporados en el marco del acuerdo entre Sallustro y Vandor. A partir de la victoria de la lista peronista, el SiTraC adhirió al sector de las 62 Organizaciones. Existió un paralelismo, en este aspecto, con las fábricas de Materfer y Caseros, que eligieron direcciones gremiales pertenecientes al sector ortodoxo del peronismo constituyendo lo que se conoció como sindicalismo “amarillo”, aislado del conjunto del movimiento obrero (Laufer, 2020b, p. 192; Robertini, 2022, p. 114).

En segundo lugar, es importante mencionar que la destitución de la conducción lozanista en 1970 no necesariamente propició la eliminación del peronismo ortodoxo. De hecho, en algunas secciones de las fábricas llegaron a contar con una importante influencia entre los operarios y lograron ingresar en el nuevo cuerpo de delegados. Nos referimos a los casos de Juan Melgarejo y Miguel Sigampa, delegados de la sección de forja y fabricación de tractores respectivamente. [40] Ambos se opusieron a la idea de asociar al SiTraC con el clasismo y el socialismo en la reunión de delegados de octubre de 1970 (Flores, 1994, pp. 74-76; Masera, 2015, p. 12). Pero a diferencia del período previo a la recuperación del SiTraC, este sector ortodoxo ocupó una posición subordinada en relación a otras tendencias políticas más radicalizadas.

Por último, en el caso del peronismo combativo, una serie de operarios, entre ellos Antonio Palada, futuro delegado del área de Mecanizado, constituyeron una agrupación de base bajo la influencia del Tendencia Revolucionaria Peronista (TRP). Su principal propósito fue construir una “alternativa independiente de la clase obrera” y se opusieron a las 62 Organizaciones (Pérez, 2003, p. 63; Raimundo, 2004, p. 108). A partir de 1968, este agrupamiento confluyó en la fundación del Peronismo de Base (PB). [41] Carlos Masera estuvo próximo a esta organización cuya actividad sindical se desarrolló entre la adhesión hacia el peronismo y las organizaciones guerrilleras (Laufer, 2020a, p. 753). Masera ocupó un lugar importante en el proceso de recuperación del SiTraC cuando encabezó la comisión provisoria que desplazó a la conducción oficial de Lozano en la asamblea del 23 de marzo de 1970. Del mismo proceso participó Rafael Clavero, aunque decidió mantenerse al margen de las organizaciones partidarias, incluso de la tendencia peronista de la cual era simpatizante. Mientras que Francisco Páez se distanció del peronismo a raíz del apoyo político del dirigente nacional metalúrgico y la dirección de la CGT nacional al golpe de estado contra Illia en 1966, lo que en el plano sindical lo orilla a otras organizaciones políticas, como Vanguardia Comunista (VC).

El PC, por su parte, recibió un fuerte golpe con los despidos de sus principales dirigentes (Nicoloff y Germán); no obstante, contó con algunos delegados que actuaron de manera clandestina. Participaron en la constitución de la lista celeste, cuya intervención electoral fue proscripta por la conducción lozanista en los comicios de febrero de 1968. Como un antecedente a lo ocurrido en marzo de 1970, los miembros de la lista plantearon la elección de una comisión provisoria a través de una asamblea general para convocar, nuevamente, a elecciones en un breve lapso. [42] Pero, a partir del año 1969, la actividad del partido disminuyó y comenzaron a tener peso otras organizaciones de izquierda como VC o el Partido Comunista Revolucionario (PCR), con una clara postura de delimitación hacia el PC. El PCR denunció las alianzas del PC en el pasado como su integración a la Unión Democrática en las elecciones nacionales de febrero de 1946 definiéndolas como “la desviación oportunista del partido”. [43] En el mismo sentido, VC criticó aquella política de alianzas con sectores de la burguesía nacional en pos de alcanzar el socialismo a través de una vía pacífica. [44] Tiempo después, incorporó en sus filas a Francisco Páez y Carlos Monjes, quienes participaron como vocales en la nueva comisión directiva electa a mediados de 1970.

El PC mantuvo un grado de organicidad en la fábrica a través de la publicación del boletín sindical “La Mulita”, en el que se marcaba una línea crítica a la conducción sindical caracterizándola como “ultraizquierdista” y “aventurera”. [45] Algunos testimonios nos ofrecen un dato relevante que deberá ser constatado en investigaciones futuras: la línea sindical del PC en Concord derivó en la pérdida de importantes “dirigentes gremiales” como Raúl Carpio y Julio Pizarro, futuros delegados y vocales del SiTraC en 1970. [46] A su vez, esta información ofrece un aspecto relevante: el retroceso organizativo del PC no se manifestó en el abandono de sus miembros de la actividad gremial sino en un desplazamiento de sus vínculos con otros sectores políticos y sindicales con una postura más radicalizada.

Tanto la ASA como el MOR sufrieron un retroceso cuantitativo en Concord luego del despido de la comisión directiva y la derrota en manos de la lista azul en las elecciones sindicales en 1965. Por una parte, un sector de la Agrupación Gremial Automotor se retiró de la ASA. Los miembros que participaron en el SMATA decidieron alejarse en oposición a la postura del sindicalismo paralelo para luego constituir la lista violeta cercana al ala izquierda del peronismo. [47] Incluso, esta ruptura coincidió con el distanciamiento de Flores de la corriente socialcristiana por cuestionamientos ideológicos en relación con la Iglesia Católica y sobre táctica sindical en torno a impulsar alianzas en Concord con los comunistas (Barraza, 2022, p. 178).

Por otro lado, del MOR solo algunos miembros, posiblemente por su ascendencia entre un sector de los operarios –como el caso de Amuchástegui– permanecieron en su lugar de trabajo, mientras que otros militantes de la organización arreglaron su retiro con la empresa luego del conflicto. Este fue el caso de Carlos Festenache, que luego de acordar su indemnización se retiró hacia la localidad cordobesa de Bialet Massé con su pareja e instaló un pequeño taller mecánico. [48] Pero otros activistas como Domingo Bizzi, delegado por la sección de Mecanizado, cuya militancia en el radicalismo se debía a una tradición familiar, fue electo delegado en 1967 y se convirtió en un opositor a la conducción lozanista. [49] Junto con Amuchástegui formó parte de la constitución de la comisión provisoria de 1970. En el marco de la radicalización de la directiva del SiTraC y su adhesión al clasismo, Bizzi se alejó del radicalismo y se incorporó al Frente de los Trabajadores en 1972 y luego del Frente Antiimperialista por el Socialismo en 1973.

Para los militantes trotskistas del PO (T), las elecciones en el SiTraC, junto a otros episodios como el triunfo del peronismo en las elecciones de marzo de 1965, constituían uno de los “cientos de caminos” para plantear la conformación de un “Partido Obrero Basado en los Sindicatos”. [50] El PO (T) logró constituir una célula en la fábrica alrededor de la figura de Taverna, que fue relecto como delegado en 1967, y fue parte de la minoría antilozanista junto a Bizzi y a otros dos delegados. [51] Además, se incorporaron otros operarios como Miguel Paz y Manuel Pérez, futuros delegados entre 1970 y 1971. La organización trotskista participó del proceso de destitución de la conducción del SiTraC en 1970 y Taverna fue candidato a vocal por la Lista Celeste y Blanca. [52] Sin embargo, la influencia política del PO (T) entre los operarios mermó durante este período, debido, por un lado, a la divulgación de una publicación controvertida de J. Posadas, su dirigente, sobre la existencia de vida extraterrestre, organizada en sociedades basadas en el modo de producción comunista (Flores, 2006, p. 28). [53] Por el otro, el posicionamiento en defensa de la incorporación de los gremios de Fiat en un “sindicato único de la industria metalúrgica” que estaría encabezado por los sectores vandoristas que actuaban en la UOM y dirigieron el SiTraC en el pasado. [54]

Por último, a pesar de la difusión del conflicto en su periódico, el PRT no logró estructurar una presencia militante en Concord hasta comienzos de la década del setenta. A diferencia de las otras organizaciones de izquierda, manifestó que los próximos reagrupamientos de los obreros activistas debía ser sobre la base de un programa que contraste con la alianza “Fiat-Gobierno-SiTraC”, [55] consigna que será parte del programa del SiTraC-SiTraM en 1971. [56] Pero, a fines de 1965, el partido apoyó a la Lista Azul del SiTraC, bajo la caracterización de que estaba compuesta por obreros “honestos”. [57] Tres años después, el PRT sufrió una escisión en torno a la estrategia de la lucha armada y la intervención en el movimiento obrero, surgiendo el PRT-El Combatiente y el PRT-La Verdad(PRT-LV).

A partir de 1970, el PRT-El Combatiente constituyó el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), el brazo armado de la organización. A través de la incorporación de Alfredo Curutchet, el abogado asesor del SiTraC desde 1970, y tras una serie de operaciones militares en Concord, la organización perretista sumó a un grupo de dirigentes y activistas como Gregorio Flores, Juan Eliseo Ledesma y Julio Oropel. Es importante mencionar que las organizaciones guerrilleras comenzaron a ejercer una mayor influencia sobre la dirección del sindicato de Fiat hasta su disolución por orden del gobierno militar en 1971. Mientras que en el caso del PRT-LV, recién en 1972 pudo estructurar un trabajo interno con el ingreso de Páez al partido, luego de su paso por VC, y la constitución de una célula en la fábrica. [58] En este aspecto, su itinerario coincide con los de Bizzi y Flores, quienes se fueron alejando del radicalismo y de los socialcristianos para sumarse a las organizaciones de izquierda como indicio de la radicalización del proceso de politización del que fueron parte desde mediados de la década de 1960.

La insurrección obrera y estudiantil del Cordobazo no solo hirió de muerte a la dictadura de Onganía, sino que dio lugar un proceso de radicalización obrera en el conjunto de las fábricas cordobesas. Concord no fue la excepción. La trayectoria de sus principales dirigentes da cuenta de los movimientos que las organizaciones partidarias realizaron en función del contexto histórico y cómo este impactó y reorientó sus actividades. La efervescencia política de fines de los años sesenta fue un factor de presión sobre el activismo fabril conduciéndolo a la toma de posturas más radicalizadas en cuanto a lo gremial y reivindicativo.

La recuperación del SiTraC y el SiTraM –luego de una asamblea general y toma de fábrica– en 1970, fue el reflejo no solo de la primacía de una estrategia radical sobre una conciliadora en materia gremial. Esta situación contrastó, por ejemplo, con el SiTraFiC, donde las intervenciones de las corrientes de izquierda habrían sido repelidas y, por ende, la dirección del sindicato mantuvo su postura conservadora. Este hecho sería la principal razón por la cual se manifestó una falta de reconocimiento de las bases obreras de una “práctica revolucionaria”, similar a la línea defendida por los sindicatos cordobeses (Robertini, 2022, p. 117). En el caso de Concord, además de contar con el apoyo de un sector mayoritario de los operarios, la decisión de un grupo de dirigentes con itinerarios políticos disímiles de confluir en un espacio común para defender los intereses de los obreros fue otro factor distintivo, aunque las organizaciones provenientes del campo de la izquierda tuvieron un mayor peso en la directiva. Este aspecto no solo explica la heterogeneidad de la electa comisión directiva del sindicato, sino el acercamiento de algunos de sus principales dirigentes hacia aquellas fuerzas políticas que bregaban por el socialismo.

Conclusiones

A pesar de no contar con cifras cuantitativas para precisar el grado de inserción de las organizaciones en Fiat Concord o su influencia sobre el conjunto de los operarios, el presente trabajo permite una mayor aproximación al estudio de la clase obrera y sus vínculos con las organizaciones políticas. A lo largo del periodo estudiado, las intervenciones de los partidos en la fábrica fueron un factor de organización de las acciones colectivas de los trabajadores. La trayectoria político-sindical de algunos operarios revelan las relaciones e intercambios con miembros orgánicos de las corrientes partidarias, constituyendo un importante elemento de politización del activismo en la fábrica. Por su parte, en Concord, estos vínculos con los partidos políticos y su participación en los conflictos durante la década del sesenta, les imprimen singularidad frente a las experiencias en otras fábricas del Grupo Fiat.

La actividad de los partidos políticos, en este sentido, se basó en dos modelos políticos y estratégicos que aunaron objetivos partidarios con conflictos gremiales. El primero, basado en la posibilidad de concretar una serie de reformas a favor de los trabajadores, pero sin alterar el orden de las relaciones capitalistas de producción, llevada adelante por socialcristianos y radicales cuando ganaron la conducción del SiTraC en 1964, y por el peronismo de derecha que se opuso al sindicato por empresa. Esta postura viró luego de la derrota de la huelga de 1965 cuando ingresó a la comisión directiva del gremio como parte del acuerdo entre Vandor y Fiat. El segundo modelo, partía del convencimiento sobre la relación antagónica entre burguesía y proletariado e impulsaba una acción revolucionaria de carácter socialista como lo era la expropiación de los medios de producción. Con diversos matices, en esta tendencia podemos incluir a los comunistas, trotskistas y el peronismo de izquierda. Hasta finales de los sesenta, la primera orientación sindical y política fue la que primó en la fábrica.

En este trabajo, disentimos con la tesis que plantea que entre la derrota de la huelga de 1965 y la recuperación del SiTraC de 1970 hubo un hiato que desalentó la participación gremial y disminuyó la intervención de las corrientes partidarias en Concord. Esta tesis fue elaborada en función de las posturas de algunos de los dirigentes gremiales, como Flores y Masera, cuyos testimonios escritos u orales tendieron a reflejar que la ausencia de la intervención sindical y colectiva fue directamente proporcional a su intención, por resaltar el proceso de expulsión de la conducción lozanista que comenzó el 23 de marzo de 1970 y que los tuvo como protagonistas. Por el contrario, la derrota de la huelga dio lugar a un proceso subterráneo y clandestino donde las organizaciones políticas y un sector de los trabajadores tuvieron que readecuar sus estrategias y acciones en función de un contexto social adverso. Esta situación se modificó cualitativamente con la irrupción de los trabajadores a partir de las jornadas de mayo de 1969 en Córdoba, comenzando a prevalecer la orientación radicalizada sobre la reformista tanto en la fábrica como en el sindicato.

Por último, creemos que es imposible abordar el clasismo como corriente sindical y política en el movimiento obrero sin analizar los vínculos entre los activistas sindicales y la actividad de los partidos políticos. El relevamiento de la documentación nos permite concluir que, a pesar de la derrota de la huelga de 1965, el despido de activistas y las prácticas intimidatorias de la empresa, las organizaciones de izquierda lograron consolidar su posición dentro de la comisión directiva del sindicato y atraer a un número significativo de operarios, algunos de ellos sin antecedentes políticos. De este modo, podemos afirmar que la experiencia de Concord difiere del caso de Fiat Caseros, donde el activismo y los partidos políticos de izquierda no lograron hacer pie en la fábrica y favorecer la recuperación del gremio.

La conquista de la directiva gremial en 1970 se caracterizó, no por ser un grupo monolítico sino, más bien, por la heterogeneidad de las trayectorias políticas de sus miembros. La defensa de las condiciones de trabajo, la autonomía frente a los intereses de la empresa y las nuevas circunstancias históricas fueron los puntos que primaron a la hora de establecer un consenso que logró ganarse el apoyo de la mayoría de los operarios de Concord y así recuperar su gremio. Por eso, consideramos que este factor debe ser ponderado como un antecedente a la hora de debatir la adscripción del SiTraC como sindicato clasista. Queda pendiente, también, una investigación que ahonde sobre los factores relacionados a la estrategia empresarial frente a la huelga de 1965, así como la intervención de actores sindicales y políticos y el alcance en la adhesión efectiva de los trabajadores.

Referencias bibliográficas

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Periódicos y Revistas consultadas

Acción Sindical(1963)

La Voz del Interior(1965 y 1968)

La Verdad(1965 y 1966)

Los Principios(1965)

Nuestra Palabra(1965 y 1968)

Nueva Era(1965)

Voz Proletaria(1965, 1966, 1968, 1971 y 1972)

Repositorios Consultados

Archivo del Centro de Documentación e Investigación de las Culturas de las Izquierdas (CeDinCi), Capital Federal, Argentina.

Archivo del Sindicato de Trabajadores Fiat Concord (SiTraC), Córdoba Capital, Argentina.

Fundación Pluma, Capital Federal, Argentina.

Entrevistas utilizadas

Entrevista de Diego Salerno a Francisco Páez, 1993.

Entrevista de Diego Salerno a Rafael Clavero, 1993.

Entrevista de Jessica Blanco a Efraín Guzmán, miembro de ASA, 19 de diciembre de 2006.

Entrevista de Damiana Mecca a Gregorio “Goyo” Flores, exmiembro del SiTraC, 20 de mayo de 2008.

Entrevista del autor a Carlos Masera, secretario general del SiTraC, 30 de noviembre de 2018.

Entrevista del autor a Domingo Bizzi, secretario adjunto del SiTraC, 26 de marzo de 2018.

Entrevista del autor a Antonio Palada, delegado del SiTraC y miembro de Peronismo de Base, 12 de marzo de 2020.

Entrevista del autor a Alfio Taverna, ex delegado y vocal del SiTraC y exmiembro del PO (T), 17 de mayo de 2020.

Entrevista del autor a Carlos Festenache, miembro del MOR y obrero de Fiat Concord, 22 de marzo de 2023.



[1] Hasta 1964, los operarios de las plantas de Fiat, en su mayoría, se encontraban afiliados a la Unión Obrera Metalúrgica (UOM). Luego, el Ministerio de Trabajo de la Nación autorizó a Fiat la conformación de los sindicatos por fábrica. De esta forma surgieron el Sindicato de Trabajadores de Concord (SiTraC), el Sindicato de Trabajadores de Materfer (SiTraM), el Sindicato de Trabajadores de Grandes Motores Diesel (SiTraGMD) y el Sindicato de Trabajadores de Fiat Caseros (SiTraFiC).

[2] PyPsurgió como parte de un proyecto editorial encabezado por un grupo de intelectuales marxistas, entre ellos José Arico. A partir de los aportes de Antonio Gramsci y el operaísmo italiano, PyPcentró su análisis en el establecimiento fabril como el lugar donde se expresa el antagonismo entre las clases sociales con el fin de generar un instrumento donde el cuestionamiento del régimen capitalista fuese el paso necesario hacia la construcción de un poder autónomo por parte de la clase obrera.

[3] Archivo CeDinCi (En adelante AC), “Informe preliminar sobre el conflicto FIAT”, Revista Pasado y Presente, n°9, Buenos Aires, abril-setiembre de 1965.

[4] La Voz del Interior (En adelante LVI), 9 de agosto de 1959, p. 12.

[5] Entrevista de Diego Salerno a Francisco Páez, 1993.

[6] Archivo SiTraC (En adelante AS), “Planilla de liquidación de Carlos Masera”, noviembre de 1971, Subarchivo n° 8, Ficha n° 9.

[7] Entrevista del autor a Carlos Masera, secretario general del SiTraC, 30 de noviembre de 2018.

[8] Entrevista de Diego Salerno a Rafael Clavero, 1993.

[9] AS, “Planilla de liquidación de Francisco Amuchástegui”, noviembre de 1971, Subarchivo n° 8, Ficha n° 9.

[10] Entrevista del autor a Carlos Festenache, miembro del MOR y obrero de Fiat Concord, 22 de marzo de 2023.

[11] LVI, 23 de julio de 1965, p. 10.

[12] Para profundizar en el estudio de las corrientes sindicales socialcristianas durante la década del sesenta recomendamos la lectura de Matías Oberlín (2009), Gabriela Scodeller (2011).

[13] Acción Sindical, n° 1, abril de 1963, p. 3.

[14] Fundación Pluma (En adelante FP), “A los compañeros de Grandes Motores Diesel”, panfleto de la Agrupación Gremial Automotor, 17 de abril de 1965; Entrevista de Jesica Blanco a Efraín Guzmán, miembro de ASA, 19 de diciembre de 2006.

[15] Entrevista de Damiana Mecca a Gregorio “Goyo” Flores, exmiembro del SiTraC, 20 de mayo de 2008.

[16] Entrevista del autor a Carlos Masera, secretario general del SiTraC, 30 de noviembre de 2018.

[17] Nueva Era, n° 9, octubre de 1965, p. 22.

[18] Nueva Era, n° 9, octubre de 1965, pp. 22-24.

[19] Creado en 1958, el Partido Obrero (Trotskista) fue una corriente de izquierda argentina que adhirió al programa de la IV Internacional. Su principal dirigente fue Homero Rómulo Cristalli, también conocido por su seudónimo, J. Posadas.

[20] Voz Proletaria (En Adelante VP), n° 398, 14 de julio de 1965, p. 3.

[21] VP, n° 400, 28 de julio de 1965, p. 8; VP, n° 401, 4 de agosto de 1965, p. 3

[22] Entrevista del autor a Alfio Taverna, exdelegado y vocal del SiTraC y exmiembro del PO (T), 17 de mayo de 2020; AS, “Planilla de liquidación de Alfio Taverna”, noviembre de 1971, Subarchivo n° 8, Ficha n° 9.

[23] El Partido Revolucionario de los Trabajadores nació de la fusión de las organizaciones Palabra Obrera (Nahuel Moreno) y el FRIP (Mario Santucho) en el año 1964 aproximadamente. Adhería a la IV Internacional.

[24] La Verdad(En adelante LV), n° 4, 9 de agosto de 1965, p. 2.

[25] LVI, 13 de mayo de 1965, p. 13.

[26] FP, “Carta de Raúl a Mario”, PRT Regional Córdoba, 19 de abril de 1965, p. 2; FP, “Al Comité Ejecutivo de Asociación [sic] Sindical Argentina. Zona Córdoba”, 5 de agosto de 1965, PRT Córdoba, p. 1.

[27] Nuestra Palabra (En adelante NP), n° 787, 28 de julio de 1965, p. 8; VP, n° 400, 28 de julio de 1965, p. 8; LV, n° 4, 9 de agosto de 1965, p. 2

[28] Los Principios(En adelante LP), 28 de julio de 1965, pp. 9 y 15.

[29] LVI, 23 de julio de 1965, p. 10; LVI, 24 de julio de 1965, p.9.

[30] NP, n° 787, 28 de julio de 1965, p. 8; NP, n° 788, 4 de agosto de 1965, p. 8.

[31] VP, n° 400, 28 de julio de 1965, pp. 1 y 8.

[32] VP,n° 401, 4 de agosto de 1965, p. 6.

[33] LV, n° 3, 2 de agosto de 1965, p. 3.

[34] FP, “Al Comité Ejecutivo de Asociación Sindical Argentina. Zona Córdoba”, 5 de agosto de 1965, PRT Córdoba, p. 2.

[35] LVI, 29 de julio de 1965, p. 11.

[36] LVI, 29 de julio de 1965, p. 11.

[37] NP, n° 788, 4 de agosto de 1965, p. 8.

[38] LV,n° 3, 2 de agosto de 1965 p. 2:VP, n° 401, 4 de agosto de 1965, p. 6.

[39] LVI, 26 de diciembre de 1965, p. 16.

[40] AS, “Elecciones Comisión directiva y Cuerpo de delegados”, 24 al 31 de julio de 1970, Subarchivo n° 2 Ficha n° 2.

[41] Entrevista del autor a Antonio Palada, delegado del SiTraC y miembro de Peronismo de Base, 12 de marzo de 2020.

[42] LVI,15 de febrero de 1968, p. 13; NP, n° 944, 6 de agosto de 1968, p. 8.

[43] AS, “Informe del Comité Nacional”, documento elaborado por la dirección nacional del Partido Comunista-CNRR, noviembre de 1968, p. 13, Subarchivo n° 20, Ficha n° 1.

[44] AS, “Hacia el congreso de la reconstrucción del Partido Comunista”, dirección nacional de Vanguardia Comunista, 1 de mayo de 1966, pp. 7-9, Subarchivo n° 19, Ficha n° 2.

[45] AS, “¿Qué es el clasismo?”, boletín de La Mulita, periódico de los trabajadores comunistas de Fiat, n° 9, setiembre de 1971, pp. 6-7, Subarchivo n° 18, Ficha n° 9.

[46] Entrevista del autor a Domingo Bizzi, secretario adjunto del SiTraC, 26 de marzo de 2018; Entrevista del autor a Carlos Masera, secretario general del SiTraC, 30 de noviembre de 2018.

[47] LV, n° 27, 14 de febrero de 1966, p. 3.

[48] Entrevista del autor a Carlos Festenache, miembro del MOR y obrero de Fiat Concord, 22 de marzo de 2023.

[49] Entrevista del autor a Domingo Bizzi, secretario adjunto del SiTraC, 26 de marzo de 2018; AS, “Planilla de liquidación de Domingo Bizzi”, noviembre de 1971, Subarchivo n° 8, Ficha n° 9.

[50] VP,n° 428, 10 de febrero de 1966, p. 10.

[51] VP,n° 740, 1 de octubre de 1972, p. 9.

[52] AS, “Lista Celeste y Blanca, Sindicato de Trabajadores Concord”, junio de 1970, Subarchivo N° 2, Ficha N° 2.

[53] El escrito en cuestión fue publicado en VP el 19 de setiembre de 1968 y se titulaba: “Platillos voladores, el proceso de la materia y de la energía, la ciencia, la lucha revolucionaria de la clase obrera y el futuro socialista de la humanidad”.

[54] VP, n° 693, 6 de noviembre de 1971, p. 11; Entrevista del autor a Alfio Taverna, exdelegado y vocal del SiTraC y exmiembro del PO (T), 17 de mayo de 2020.

[55] LV, n° 4, 9 de agosto de 1965, p. 6.

[56] AS, “El Programa”, boletín del SiTraC, n° 1, 13 de enero de 1971, p. 4, Subarchivo n° 18, Ficha n° 9.

[57] FP, “SMATA Córdoba 1965-1966”, Informe del PRT Regional Córdoba, junio de 1966, p. 3. En un documento nacional, el PRT sostuvo que sus miembros debían bregar para que Vandor adquiera “una dinámica positiva”, Por lo tanto, debían “encarar una política clara de apoyo crítico y de frente único” con los sectores vandoristas. En FP, “Documento nacional: segundo congreso”, ediciones internas del PRT, abril de 1966, p. 15

[58] FP, “Carta de Cesar a Mario”, PRT-LV Córdoba, 18 de marzo de 1972, p. 2.