Reseña bibliográfica de: Carlson B. y Frazer R. (2021).Indigenous Digital Life, The Practice and Politics of Being Indigenous on Social Media.London: Palgrave Macmillan, 268 pp.

Palabras clave: Estudios Indígenas; Redes Sociales; Anticolonial; Resistencias; LGBTIQ+

Keywords: Indigenous Studies; Social Media; Anticolonial; Resistance; LGBTIQ+

El libro aquí reseñado tiene como eje central abordar las diferentes formas en que las comunidades indígenas, pertenecientes al continente conocido como Australia, hacen uso de las redes sociales y cómo expresan su indigeneidad en los media. Este trabajose encuentra conformado por 268 páginas, dividido en una introducción “Openings: The Social Life of Indigenous Social Media”, seguido por diez capítulos de análisis y, a modode conclusión, “Futures”. La Profesora Bronwyn Carlson es Decana del Departamento de Estudios Indígenas en la Universidad Macquarie y Directora del Center for Global Indigenous Futures, además de autora de numerosas publicaciones sobre las relaciones entre las comunidades indígenas y los medios digitales. Por su parte, Ryan Frazer es investigador asociado en el Departamento de Estudios Indígenas de la Universidad Macquarie, donde se especializa en las redes digitales de ayuda de las comunidades.

El primer capítulo, titulado “Identity”, problematiza las construcciones identitarias que están implicadas en la pertenencia a las comunidades y las formas que estas discusiones se plasman en las plataformas. En este sentido, realizan un recorrido histórico sobre las categorizaciones de las identidades desde los inicios de la colonización británica en 1788 hasta la actualidad. En respuesta a formulaciones racistas y evolucionistas, las comunidades se apropian de las redes sociales como espacio para proyectar y reafirmar sus identidades. En consecuencia, el uso de memes, las banderas indígenas, emoticones y hashtags en sus perfiles funcionan para esclarecer su adscripción comunitaria y son utilizados estratégicamente como acciones anticoloniales. Sin embargo, los medios digitales también pueden ser espacios hostiles para las First Nations –forma en que las comunidades se nombran a sí mismas en un sentido continental para incorporar a las diferentes poblaciones–, sobre todo para aquellas personas que no adhieren a concepciones coloniales sobre quién pertenece legítimamente a las poblaciones indígenas, por ejemplo, aquellos marcados colonialmente como light skin, quienes presentan fenotípicamente evidencias de relaciones entre las comunidades y las poblaciones europeas, o que habitan en las ciudades.

La sección “Community” desarrolla su análisis sobre las diferentes conformaciones comunitarias, exponiendo cómo las mismas se extienden al ámbito digital. A través de la exploración de los discursos que circulan, los autores confirman la construcción de diferentes estilos de comunidades basados en kinship o identity. El estudio revela que no todos reconocen los espacios digitales como legítimos para desarrollar la vida comunal. Por el contrario, algunos miembros de los grupos afirman que las redes sociales debilitan esos vínculos o, incluso, los quiebran por completo. Es decir, que las relaciones comunitarias reales son aquellas que se ejercen fuera de lo digital. No obstante esto último, el análisis resalta la importancia que tienen las comunidades digitales para el colectivo LGBTIQ+, ya que las construyen como ámbitos seguros, donde entablar relaciones con otras personas del colectivo para compartir vivencias y reproducir representaciones queer positivas.

En la sección “Hate”, los autores examinan la compleja relación entra los social media y la racialización de los pueblos y demuestran, particularmente, cómo aquel ámbito es una continuación del proyecto colonial settler. De esta forma, ponen en tela de juicio la pretensión de neutralidad de las redes sociales. Si bien los medios digitales funcionan para responder y crear acciones anti raciales, también tienen el efecto contrario. En algunas ocasiones, los usuarios indígenas optan por no visibilizar su indigeneidad como mecanismo de defensa frente a estos ataques. En consecuencia, los autores afirman cómo la presunta libertad de discurso de los social mediacoarta la libertad de las First Nations mediante la habilitación de acciones y opiniones racistas.

El estudio del uso de las apps de citas para concretar relaciones estables o encuentros sexuales es explorado en el capítulo “Desire”. Allí, discuten las formas en que la colonialidad impacta sobre las posibilidades de cumplir sus deseos en el ámbito amoroso y de la sexualidad. En consecuencia, demuestran cómo el racismo también extiende su control en estos aspectos de la vida. A pesar de ello, develan los recursos con los que las personas llevan a cabo acciones de resistencia concretas estableciendo qué relaciones desean y tomando un control soberano de su cuerpo. También, señalan cómo resisten desde la política de desarmar los ideales heteronormativos patriarcales, en especial el colectivo LGBTIQ+.

El humor compone unos de los mecanismos fundamentales que los indígenas utilizan para resistir al proyecto colonizador. En el capítulo “Fun”, examinan cómo las First Nations accionan desde la diversión, ironía e incluso desde la sátira en respuesta a las prácticas racistas-colonialistas. De esta manera, resaltan y dignifican, a través de hashtags y memes, su ascendencia cultural, creando una voz colectiva indígena digital y profundizando su sentido de pertenencia.

Las prácticas en torno a la muerte, el duelo y la conmemoración o Sorry Business es tratado en el apartado “Death”. Sus autores revisan en qué maneras se expresan y rememoran a sus seres queridos en los media. Con relación a ello, argumentan que sus actividades online –como compartir fotos y recordar aniversarios, entre otras– son expresiones poderosas de la cultura First Nation que considera la muerte como práctica de la vida.

Las acciones políticas concretas son tratadas en “Activism”, donde exploran cómo las diferentes comunidades se agrupan en los social medialuchando contra el proyecto settler de eliminación. Allí, establecen su agenda política bajo los diferentes reclamos que realizan al Estado Nacional. En este sentido, presentan el ejemplo del movimiento Indigenous Live Matter, así como también la difusión de videos sobre brutalidad policial o los debates sobre demandas territoriales.

La creación de las narrativas sobre la construcción de la nación australiana es el foco de “Histories”. Aquí examinan el uso de las redes por parte de las First Nations formulando unos contramedia propia, difundiendo un discurso decolonial que relata el proceso de conquista y colonización de sus territorios. También, derriban la idea de una nación blanca, diversa, armoniosa y exitosa económicamente. Otro de los relatos que enfrentan se relaciona con la promoción de la “Historia de la guerra”, la cual confronta al discurso colonial que proyecta un proceso pacífico. La contra narrativa visibiliza la violencia de los asentamientos y de la propia conquista, siendo un punto álgido de esta oposición los debates en torno a la primera llegada de los invasores británicos a la llamada Bahía de Sídney el 26 de enero de 1788. Este último involucra, por un lado, a la nación blanca que celebra dicha fecha como el “día de Australia”, mientras que las First Nations confrontan dicho imaginario, resaltando la invasión, violencia y genocidio perpetrado desde dicho momento.

Por su parte, las relaciones entre las posibles alianzas settler con las First Nations es tratada en el capítulo “Allies”, donde interpelan a dicha figura. Estos debates se agrupan en las críticas que las comunidades comparten sobre las solidaridades settler, la cuestión del complejo de salvador blanco y la comercialización de su apoyo. Por esta razón, las comunidades afirman que primero las personas no-indígenas deben aprender y escuchar a los grupos. A la vez, deben comprender cómo funciona el proyecto de eliminación settler y el significado de soberanía para las First Nations. Por último, demuestran que las comunidades establecen que, aquellos comprometidos con su causa, deben utilizar las redes para amplificar las voces indígenas –compartiendo artículos, retuiteando– sin agregar comentarios propios, para no quitar agencia a las voces de las comunidades.

Finalmente, el último capítulo, “Futures”,se centra en la existencia de un futuro indígena y la construcción de otro mundo para las comunidades. Sus autores afirman que su propia existencia es un futuro en sí mismo, ya que es testimonio de la supervivencia al proyecto de eliminación. Esta sección explora las implicaciones que los social media tienen para ese futuro. Por esta razón, afirman que sus prácticas son parte de sus vidas cotidianas del deseo, el amor y la esperanza. Muestra de ello es el caso del colectivo LGBTIQ+, que crea activa y colectivamente espacios de conexión, inclusión y nuevas arenas digitales como expresión comunal. Esto último supera y rompe las reducciones y conceptualizaciones coloniales, a las cuales se han visto circunscriptos, rompiendo el canon de cómo deberían “verse” las First Nations .

El foco central del presente libro logra un entendimiento del alcance de los procesos de conquista y colonización en la historia de los pueblos originarios en el continente conocido como Australia, que impacta en la vida social digital de esta población. Así, este trabajo se coloca no solo como una contra-narrativa al relato de un asentamiento pacífico por parte del imperio británico, sino que también al supuesto éxito de un multiculturalismo inclusivo y post-racista. Por ello mismo, consideramos sumamente importante su lectura e incorporación a los debates sobre las teorizaciones y acciones anti-coloniales, ya que permite ampliar nuestros conocimientos de las resistencias desarrolladas en otros sures.

Magali B. Segovia

Investigadora Independiente

magalibsegovia@gmail.com