DOI: http://doi.org/10.31048/1852.4826.v15.n2.35953
ARQUEOLOGÍA
Conjuntos cerámicos contextualizados y espacios de descarte. Aportes a la memoria social en ámbitos domésticos en Punta de la Peña 3-C, Antofagasta de la Sierra
Contextualized ceramic assemblages and discard spaces. Contributions to Social memory in domestic settings in Punta de la Peña 3-C, Antofagasta de la Sierra
Verónica Puente*, Laura Quiroga** y María Soledad Martinez***
*Laboratorio de Arqueología Regional Bonaerense, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Mar del Plata. Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas - Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina. E-mail: vpuente@mdp.edu.ar
** Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”, Universidad de Buenos Aires - Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina. E-mail: cotagua@yahoo.com.ar
***Instituto de Arqueología y Museo - Universidad Nacional de Tucumán. Instituto Superior de Estudios Sociales - Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina. E-mail: solemartinez216@hotmail.com
Resumen
Como un aporte al estudio de la vida doméstica en la puna meridional argentina, se presenta la estrategia de abordaje y los resultados obtenidos en el análisis de la distribución de fragmentos cerámicos en el sitio arqueológico Punta de la Peña 3, sector C, microrregión de Antofagasta de la Sierra (Catamarca, Argentina). La excavación de cuatro basureros, su datación radiocarbónica y la recolección superficial intensiva en áreas de descarte permitió contextualizar la cerámica recuperada en los espacios productivos y en las estructuras residenciales, dentro de una secuencia que se inicia en el período Formativo y llega hasta momentos coloniales-republicanos. A partir de la caracterización estilística de estos conjuntos y su dispersión, se presenta la variabilidad de recipientes consumidos en el sitio y se propone que los fragmentos cerámicos operaron como recursos mnemónicos de la historia transgeneracional de la ocupación del sitio, que conmemora un pasado de vínculos de interacción social a distintas escalas.
Palabras clave: Prácticas de descarte; Cerámica; Recursos mnemónicos; Secuencia ocupacional; Ámbitos domésticos.
Abstract
As a contribution to the study of domestic life in the southern Argentine puna, the approach strategy and the results obtained in the analysis of the distribution of ceramic fragments in the archaeological site Punta de la Peña 3, sector C, micro-region of Antofagasta de la Sierra (Catamarca, Argentina) are presented. The excavation of four dumps, their radiocarbon dating and the intensive surface collection in discard areas allowed contextualizing the recovered ceramics in productive spaces and residential structures, within a sequence that begins in the Formative period and reaches colonial -republicans times. From the stylistic characterization of these assemblages and their dispersion, the variability of containers consumed in the site is presented and it is proposed that the ceramic fragments operated as mnemonic resources of the transgenerational history of the occupation of the site, which commemorates a past of links of social interaction at different scales.
Keywords: Disposal practices; Ceramics; Mnemonic resources; Occupational sequence; Domestic spaces.
Recibido 08-12-2021
Recibido con correcciones 07-04-2022
Aceptado 16-05-2022
Introducción
La puna antofagasteña posee una historia humana que se inició hace más de 10.000 años de antigüedad. Desde entonces al presente, ocurrieron numerosos cambios en los distintos aspectos que componen la vida social así como en el escenario ambiental y en los recursos disponibles. Más allá de estas transformaciones en la larga duración, las investigaciones dan cuenta que la lógica de habitar la puna involucró movilidad residencial, complementariedad en las formas de subsistencia y relaciones de interacción a distancia organizadas bajo estrategias diversas (Aschero et al., 2020; Escola et al., 2015; Olivera et al., 2008, entre otros). Esta lógica fue legitimada a través de numerosas prácticas que implicaron la construcción, reconfiguración y reproducción de memoria social y, con ello, de las identidades sociales de sus habitantes (Babot et al., 2009; Cohen, 2014; López Campeny et al., 2015; Martel et al., 2012; Martínez y Aschero, 2005; Martinez, 2020b; Martinez y Zamora, 2021; Quiroga, 2014, entre otros).
Punta de la Peña es una localidad arqueológica ubicada en el sector medio de la quebrada del río Las Pitas en la microrregión de Antofagasta de la Sierra (ANS), puna meridional argentina (Figura 1). Las ocupaciones humanas en esta localidad datan de hace al menos 9000 años y llegan hasta la actualidad; y se localizaron en la terraza alta del río, en reparos rocosos conformados en la pared del farallón de ignimbrita y en sectores adyacentes al mismo, donde se aprovecha el desprendimiento de grandes bloques como espacios de reparo. Los sitios arqueológicos muestran reocupaciones a lo largo de distintos momentos de la secuencia e implicaron remodelaciones y reorganización de los espacios. La vida doméstica documentada se manifiesta en la integración de escenarios residenciales de producción y consumo de objetos y recursos variados, entierros humanos y arte rupestre, que son el resultado de prácticas locales definidas por vínculos de interacción a escala micro y macrorregional (Aschero et al., 2002; Babot et al., 2006; Cohen, 2005; López Campeny, 2010; Lopéz Campeny et al., 2014; Martel, 2010; Martínez, 2020a; Puente et al., 2017; Quiroga, 2014, 2015; Somonte y Cohen, 2007; Urquiza y Aschero, 2014; entre otros).
Figura 1. Mapa con ubicación del sitio en la microrregión.
Figure 1. Map with location of the site in the microregion.
Particularmente, en el sitio Punta de la Peña 3 sector C (PP3-C), se registraron ocupaciones correspondientes a los períodos Formativo, Tardío y Colonial-Republicano, y más allá de los cambios en las características del sitio, las actividades se organizaron en la articulación de espacios residenciales y productivos (Quiroga, 2014, 2015; Martinez, 2020a). Los primeros, corresponden a las unidades A y B, vinculadas entre sí por un patio de planta rectangular; adyacente a ellos, pero en una terraza más baja, se delimitan dos recintos productivos, al menos uno funcionó como corral. Las modalidades constructivas y ciertos ítems materiales de origen vallisto o que fueron manufacturados localmente, pero combinando elecciones técnicas y estilísticas compartidas con los valles catamarqueños y salteños, evidencian vínculos de interacción de los habitantes de PP3-C con esas regiones (Martinez, 2020a; Puente et al., 2017; Quiroga, 2015).
Los espacios residenciales excavados muestran una buena conservación tanto de restos materiales de origen orgánico, como de las estructuras de combustión y de la arquitectura en piedra (Martínez, 2020a; Quiroga, 2015). Sin embargo, la cerámica recuperada en esos contextos está muy fragmentada y es escasa. En contraste, en el área extramuros, principalmente en el espacio productivo adyacente a la unidad residencial B, abunda este material en superficie, el cual formó parte de recipientes de distintos estilos y cronologías. Consideramos que esta distribución se debe a la elección de ese lugar para el descarte de residuos o desechos producto de las prácticas cotidianas de limpieza de los recintos, como del acondicionamiento y modificación de los espacios a lo largo de la secuencia ocupacional del sitio. A su vez, también en el exterior de los recintos residenciales se reconocen lugares específicos delimitados por grandes rocas, que fueron usados para el vertedero de limpiezas de fogones y áreas de actividad.
En este trabajo analizamos la distribución de los fragmentos cerámicos en el sitio con el propósito de determinar la variabilidad cerámica descartada en espacios extramuros, asociar dichos materiales a las ocupaciones detectadas en el interior de las estructuras residenciales y del patio y, definir la cronología de las prácticas de limpieza y depositación de estos desechos. Esto permite, por un lado, conformar una muestra cerámica contextualizada y, además, analizar estos espacios de descarte dentro de la dinámica habitacional de PP3-C. Para ello, presentamos la estrategia de abordaje de distribución de los fragmentos, que incluye: A) los resultados de las excavaciones de cuatro sectores específicos de vertedero y los fechados radiocarbónicos obtenidos en tres de ellos; B) los resultados de la recolección superficial intensiva de la cerámica hallada en los espacios productivos; C) los remontajes y asociaciones con fragmentos recuperados en el resto de los recintos; D) las características estilísticas de los conjuntos cerámicos. La articulación de estos datos con los generados previamente permite contribuir al estudio de las prácticas de reproducción social que formaron parte de la vida doméstica en PP3-C en distintos momentos durante el primer y segundo milenio de esta era.
Prácticas de limpieza en el mundo andino: vida cotidiana y memoria
Las prácticas de limpieza en el mundo andino no han sido un tema de relevancia en los estudios etnográficos y etnohistóricos. Por ello, los datos disponibles son escasos. Sin embargo, dado que la limpieza y la gestión de los residuos son una parte constitutiva de la vida cotidiana, consideramos que su abordaje puede ser pensado desde la información antropológica disponible sobre la casa como un escenario articulador de numerosas prácticas.
La casa es un espacio de identidad, de historia y de vínculos afectivos. Los aromas, la distribución de los objetos, la estructuración de los espacios, conforman elementos característicos de sus habitantes (Muñoz Ovalle, 2014). En distintas comunidades andinas, en la construcción y el mantenimiento de la casa intervienen un conjunto de rituales que funcionan como un instrumento de memoria, a través de los cuales se reconstruyen y fortalecen los lazos sociales colectivos existentes (Arnold, 1998; Muñoz Ovalle, 2014; Tomasi, 2012). Acorde con esto, la casa andina es un artificio mnemotécnico que mantiene el recuerdo de ciertos acontecimientos históricos y, a su vez, es una síntesis de la vida “...representa un microuniverso que alberga todas las manifestaciones que la familia y el individuo desarrolla en su diario vivir. Es también un espacio donde se conjugan equilibradamente el universo interior y exterior.” (Muñoz Ovalle, 2014:26). En este sentido, nos parece interesante destacar el planteo de Sillar (2009) quien señala que hay un involucramiento social en el mundo andino que se vincula con la creatividad de moverse entre, o combinar, la cultura material y la relación social con ella. Esto nos permite pensar a la casa como un referente material de ver el mundo, en diferentes emplazamientos y combinando lo sagrado, lo doméstico y lo productivo (Martinez, 2020a; Martinez y Zamora, 2021). Esta cosmovisión atraviesa las formas de residir: en las prácticas, en los espacios, con los animales, en el entorno natural, en los viajes, en la veneración a deidades andinas y en diferentes temporalidades (Martinez, 2020a). De este modo, en la casa andina, el pasado y el presente están articulados como parte de una misma entidad.
Las prácticas de limpieza forman parte de la cotidianidad de habitar la casa. Lo que se hace con la cultura material en desuso o con los desechos diarios, es decir, dónde se los deposita, si se los reutiliza o se los guarda para futuras actividades, opera en el marco de disposiciones culturales, es resultado y a la vez reproduce una cosmovisión en la que se manipula la historia vivida (González Ruibal, 2003). Desde esta perspectiva, los desechos son considerados como marcadores mnemónicos, constitutivos y a la vez representantes de prácticas de reproducción social. Un ejemplo de ello lo encontramos en los estudios de etnografía arqueológica realizados recientemente por Roddick (2019) en la cuenca del lago Titicaca. Allí, alfareros actuales eligen cocer sus piezas sobre los montículos de ceniza de antiguas cocciones cerámicas. Ellos consideran esos residuos como un objeto de memoria, el nexo del pasado con el presente y por eso seleccionan esos espacios, y no otros, para la quema.
En lengua aymara, el término nayra significa que el pasado y el presente están unidos, uno frente a otro (Roddick, 2019). Un aforismo sobre la concepción del tiempo dice Qhipnayra uñtasis sarnaqapxañani, lo cual se traduce como “mirando atrás y adelante (al futuro-pasado) podemos caminar en el presente-futuro” (Rivera Cusicanqui, 2015:11). Distintos hallazgos arqueológicos sobre los lugares de depositación de desechos pueden ser analizados bajo esta concepción del tiempo. Por ejemplo, en algunos sitios del Valle Calchaquí medio correspondientes a ocupaciones cercanas al 1000 AP, los residuos fueron depositados entre los muros de recintos contiguos, junto con sepulturas humanas (Baldini, 2010). Asociaciones similares entre áreas de descarte de productos domésticos y contextos de inhumación se registraron en la localidad de Punta de la Peña para ocupaciones del primer milenio de nuestra era (Cohen, 2005; López Campeny et al., 2015). Esta coexistencia de restos humanos y materiales en desuso integrados en los espacios domésticos pueden ser entendidos como un instrumento de memoria, del mismo modo que fueron interpretados los montículos basureros del valle de Ambato, donde la acumulación intencional de residuos resultó en estructuras que incidieron fuertemente en la articulación del espacio doméstico y en la definición de quienes lo habitaron durante el primer milenio DC (Gastaldi, 2017).
Asimismo, la conservación y ofrenda de objetos desgastados o fragmentados fue parte de una práctica de memoria, junto a la valoración social de tales elementos, que se ha registrado en otros sitios de esta localidad arqueológica (Cohen, 2005; Juarez, 2017; López Campeny, 2010). Consideramos que prácticas semejantes se han reproducido en PP3-C a lo largo del tiempo. Específicamente, en la superficie del recinto productivo adyacente a la unidad residencial B, coexisten fragmentos cerámicos que estilísticamente representan distintas cronologías y, que a su vez, remiten a vínculos con los valles catamarqueños y salteños (Puente, 2012; Puente et al., 2017). Proponemos que la caracterización de estos enseres y la determinación cronológica de los “basureros” permitirá generar información sobre ciertas prácticas domésticas desarrolladas en el sitio y aportar datos para profundizar el estudio de los vínculos de interacción a distancia desde una perspectiva diacrónica.
El sitio arqueológico Punta de la Peña 3, sector C
El sitio PP3 se compone de una serie de conjuntos arquitectónicos discontinuos emplazados al pie de la formación rocosa a los que se identificaron como sectores (A, B y C). Cada sector está formado por un número variable de recintos contiguos -residenciales y de producción- vinculados entre sí por rasgos constructivos como vanos, pasillos y escalonamientos que orientan la circulación en su interior (Quiroga, 2016). Punta de la Peña 3- C, sector que interesa a nuestra investigación, se emplaza a 300 metros sobre la margen Sur del curso medio del río Las Pitas, a 6,5 km al Noreste de la localidad actual de Antofagasta de la Sierra y se extiende a lo largo del farallón de ignimbrita (Figura 2). Presenta una arquitectura en pie única en la puna meridional, que combina unidades residenciales (A y B) conectadas por un patio rectangular -que a su vez tuvo un sector semicubierto-, con espacios productivos, uno de ellos corresponde a un corral de planta circular. Dichos espacios también contienen lugares de vertedero. Se observa una disposición lineal de los recintos construidos acompañando la forma natural de la peña que actúa como soporte de las estructuras (Quiroga, 2015).
En cuanto a las unidades residenciales, el complejo habitacional A se ubica en el extremo Este del sitio, sobre la terraza más alta. Se conforma por un conjunto de tres recintos próximos entre sí, dos de ellos contiguos (uno y tres) y de planta rectangular separados por un muro. Ambos recintos comparten hacia el Sur, el farallón de la peña de ignimbrita. El muro que los divide forma una ele (L) -de Sur a Norte y de Este a Oeste- que define un pasillo entre éstos y el recinto dos, orientando la circulación hacia el interior del área residencial. El recinto dos se construyó aprovechando dos grandes bloques ignimbríticos que forman una estructura de reparo dejando una abertura que fue delimitada con un muro (Martinez, 2020a). La historia estratigráfica, ocupacional y contextual de este complejo habitacional muestra una secuencia definida por cuatro niveles de ocupación, desde el Período prehispánico Tardío (ca. 900 DC- 1450 DC) hasta Periodo Histórico (ca. 1500 DC- 1900 DC) (Martinez, 2020a).
A partir de los análisis realizados proponemos que en la unidad residencial A se llevaron adelante prácticas vinculadas a la vida doméstica, como espacios de actividades múltiples, cuyas estructuras de combustión fueron reutilizadas en tiempos posteriores al que fueron construidas. Dichas actividades se relacionan con el consumo y preparación de alimentos, a diferentes etapas de manufactura de instrumental lítico, a la producción y consumo de hilados y tejidos locales, a la circulación de textiles de algodón procedentes de los valles y a prácticas que involucraron la depositación intencional de un atado ritual histórico en residencias ya habitadas en tiempos prehispánicos (Martinez, 2020a).
En el extremo Oeste de PP3-C se emplaza la unidad residencial B, la que se compone de dos recintos contiguos de planta ortogonal vinculados entre sí por un muro compartido. Se excavó la superficie total de ambas estructuras (Quiroga, 2016). Los resultados de las excavaciones sistemáticas, análisis estratigráfico, cronológico y contextual están en proceso de análisis por parte de una de las autoras.
Con relación al patio, corresponde a un espacio central de planta rectangular donde confluye la circulación de las unidades A y B. Su extensión, sumada a la presencia de un muro que encierra un sector amplio, sugiere que se trata de un recinto utilizado como patio y corral (Quiroga, 2014). Una parte del mismo se encontraba semicubierta por una estructura de techumbre sin muro de cierre, a modo de galería. Los fechados obtenidos muestran una secuencia de ocupación prehispánica que se inicia en el Formativo y alcanza períodos de ocupación temprano-colonial y actual. Por sobre la roca de base, el sedimento carbonoso correspondiente a la capa 4 de la secuencia estratigráfica arroja un fechado 1580 ±50 años AP (Quiroga, 2014). Las capas 2 y 3 contienen un conjunto faunístico en el que se registra la presencia de especies introducidas por la conquista española (Navarrete et al. 2022). A esto se suma en la capa 2 el hallazgo de endocarpos de durazno (Prunus pérsica), uno de ellos fechado en 440±60 años AP, lo que corrobora una ocupación colonial temprana. La secuencia finaliza en una capa de guano que acompaña la transformación del sector semicubierto en un espacio abierto destinado a corral (Quiroga, 2014, 2015).
Respecto a los espacios productivos, se realizó un sondeo de 50 cm de lado en un recinto de planta circular, contiguo al patio pero en un nivel aterrazado más bajo, que se utilizó como corral. Los resultados obtenidos muestran una capa muy compacta de guano que alcanza los 60 cm de profundidad, superando inclusive el nivel del cimiento del muro. De este contexto se obtuvo una muestra de guano fechada en 860 ±50 años AP (Quiroga, 2014).
Abordaje metodológico
En la superficie del sitio abundan los fragmentos cerámicos. Si bien estos se distribuyen tanto en las residencias A y B, y en el patio, predominan de manera significativa en el recinto productivo adyacente a la unidad residencial B. Particularmente, allí se recuperó el 68% de la cerámica hallada en superficie. A su vez, los grandes bloques de ignimbrita dispersos tanto en esta área como en otros sectores externos al patio y a las residencias, generaron pequeños espacios de reparo donde se observaron concentraciones de cerámica fragmentada, carbones, restos óseos de fauna y material lítico. Con el propósito de detectar asociaciones materiales en estratigrafía que pudieran ser datadas y que permitieran vincular la cerámica dispersa en superficie, se seleccionaron cuatro de las concentraciones mencionadas para ser excavadas.
Para su abordaje, estas concentraciones de desechos se denominaron “basureros” y se enumeraron secuencialmente según el orden de excavación. Cada uno de ellos fue georreferenciado con GPS. Las excavaciones se realizaron siguiendo la técnica de decapado por capas naturales con la intención de reconocer estratos correspondientes a distintas cronologías de arrojo de residuos y a la reutilización de esos espacios. El tamaño del área a excavar se definió por la concentración de los restos en superficie, generalmente delimitados por bloques de ignimbrita que, además, actuaron como resguardo frente a la erosión eólica y al pisoteo por la circulación en el sitio. Los hallazgos fueron mapeados considerando su ubicación, posición y asociación.
Por otra parte, para obtener un registro detallado de la distribución de la cerámica dispersa en la superficie de toda el área externa a las residencias, se realizó una recolección sistemática por sectores que fueron diferenciados por colores. Cada color abarcaba áreas que, dada la pendiente del terreno, podían contener fragmentos cerámicos asociados. Esto permitió evaluar si su dispersión era consecuencia efectos generados por acción del viento, la lluvia o el pisoteo, entre otros, que habrían provocado la migración del material desde los espacios de habitación o bien, si se debía principalmente a elecciones de arrojar desechos en determinados espacios. Asimismo, esto facilitaría las tareas de remontaje y agrupamiento de posibles fragmentos pertenecientes a un mismo recipiente. Luego se buscó asociaciones con la cerámica recuperada a lo largo de distintas instancias de campo (entre 2006 y 2014), en el interior de las estructuras, tanto en superficie como en estratigrafía.
Respecto a la caracterización de la alfarería, los fragmentos fueron agrupados en distintas familias, considerando sus tratamientos de superficie, colores, diseños plásticos y aspecto macroscópico general de la pasta. Luego, dentro de cada familia se diferenciaron fragmentos diagnósticos de la forma de las piezas. Este proceso permitió definir un número mínimo de vasijas y observar su dispersión a lo largo del sitio. Los tratamientos de superficie se clasificaron según las categorías establecidas por la 1° Convención Nacional de Antropología, en tanto la caracterización morfológica siguió criterios establecidos por Shepard (1956).
Siguiendo la metodología de trabajo implementada, en las siguientes secciones se presentan en primer lugar, las áreas identificadas como sectores de vertedero, su excavación, contextos y fechados radiocarbónicos. Posteriormente, se analiza la dispersión de fragmentos cerámicos en superficie y en estratigrafía y, por último, se caracteriza su variabilidad.
Acumulaciones de residuos: las áreas de vertedero y su cronología
Basurero 1 (B1)
Se encuentra dentro del recinto productivo adyacente al residencial B y consiste en un pequeño reparo generado por un bloque de ignimbrita de gran tamaño (Figura 2). Su altura máxima es de 30 cm y su superficie es aproximadamente de 2 m2. Se excavó un área de 1,5m2 que cubre gran parte del espacio posible de ser intervenido en el sector de reparo. En superficie se registraron concentraciones de pequeños huesos de fauna quemados, algo de material lítico, cerámica y gramilla seca dispersa sobre una superficie arenosa fina y con pedregullo que se interrumpe por rocas de ignimbrita, en su mayoría menores a 15 cm de largo. En la excavación se definieron dos capas. La primera posee las mismas características que el sedimento superficial y su potencia varía entre 2,2 cm a 10 cm, según el sector de la cuadrícula, dado que el terreno es irregular y en algunos sectores aflora la roca base. En este estrato se concentra la mayoría del material recuperado: dispersión de restos faunísticos -muchos de ellos son astillas quemadas-, lascas y nódulos de basalto, lascas de obsidiana, carbones y fragmentos cerámicos. Se realizó un fechado radiocarbónico sobre el carbón vegetal y brindó una fecha de 950 +-50 AP (LP 3552), calibrada a 1 sigma: 1045-1189 cal D.C. La capa 2 se definió por la presencia de rocas de ignimbrita que cubren gran parte de la superficie excavada. En algunos sectores entre ellas, y por una profundidad máxima de 5 cm, continúa la arena fina que caracteriza la capa anterior y allí, se recuperaron escasos carbones y restos líticos.
Figura 2. Planta del sitio con ubicación de los espacios residenciales, productivos y espacios de vertedero excavados
Figure 2. Planimetric floor plan of PP3-C with location of residential and productive spaces and excavated dumps in the site.
En síntesis, a partir del análisis estratigráfico y contextual consideramos que el basurero se formó por el vertedero de restos de limpieza de un área donde había un fogón, restos faunísticos, lítico y cerámica.
Basurero 2 (B2)
Se encuentra en un sector aterrazado ubicado en una posición superior al B1 y a la misma altura que los recintos de la unidad residencial B (Figura 2). Se planteó una cuadrícula de 1 m2, que abarca el área de dispersión del material entre los bloques de ignimbrita. En superficie se recuperaron desechos líticos, parte de una conana fracturada, un fragmento cerámico y un resto óseo de fauna. La excavación no superó los 10 cm de profundidad, dado que se llegó rápidamente al nivel estéril. Se definieron dos capas, la primera caracterizada por sedimento de arena gruesa y guano disperso, donde se recuperaron restos líticos y cerámicos, junto a la conana que apoyaba en este estrato. La capa 2 se definió por un cambio en la granulometría del sedimento, se registran a su vez, fragmentos de cerámica y desechos de talla de basalto. Consideramos que esta acumulación de restos materiales es producto de la limpieza de uno de los recintos cercanos. No contamos con datos cronológicos absolutos, dada la ausencia de restos posibles de ser fechados.
Basurero 3 (B3)
Se encuentra en otro sector de reparo generado por el mismo bloque rocoso que el basurero 1 (Figura 2). Se decidió excavar este sector para determinar si el material fue producto de la migración desde el basurero 2. Se excavó un área de 0,75 x 0,60 m que representaba la superficie total de la acumulación de residuos. Desechos líticos, restos faunísticos y carbones afloraban en superficie. La profundidad de excavación fue mayor que en los casos anteriores, alcanzando un total de 20 cm. En el sedimento arenoso y con pedregullo de ignimbrita no se reconocieron hiatos ni cambios sustanciales en sus propiedades físicas, sumado a esto, remontaron fragmentos cerámicos recuperados a distintas profundidades. Por todo ello, consideramos que la acumulación del material se debió al mismo o a varios eventos de limpieza correspondientes a un componente ocupacional. Los hallazgos consisten en abundantes carbones y restos óseos faunísticos de tamaño pequeño; en menor medida se recuperó material lítico, fragmentos cerámicos, restos vegetales sin calcinar, guano (en algunos casos quemado) y se registró sedimento con signos de alteración térmica. Entre los hallazgos bien conservados se encuentra una punta de proyectil de obsidiana con una confección defectuosa, valoración que quizás llevó a su descarte. Se realizó un fechado radiocarbónico sobre carbón vegetal que arrojó una fecha de 1080 ± 50 AP (LP- 3557), calibrada 1 sigma en 901-1126 cal D.C.
Basurero 4 (B4)
Se trata de un sector delimitado por grandes bloques de ignimbrita. Su emplazamiento queda a modo de balcón, ubicado a una altura intermedia entre el patio y el corral (Figura 2). El área excavada fue de 1 m2 y la profundidad alcanzada fue de 20 cm. En superficie se recuperaron restos de carbón y guano. Luego, se detectaron tres estratos. En el primero de ellos, conformado por arena, se hallaron fragmentos de cerámica, pequeñas astillas de huesos faunísticos calcinados, un endocarpo de durazno, un cordel de fibra animal monócromo de hilado simple torsión final S, un vellón, carbones, abundante guano y ramitas, algunas de ellas quemadas. Se realizó un fechado radiocarbónico sobre el endocarpo de durazno que dio una fecha de 470 ± 60 AP (LP- 3563), calibrada a 1 sigma en 1420-1612 cal D.C.
La capa 2 correspondió a un sedimento limoso que contenía muy poco material, entre ellos algunos carbones pequeños y astillas óseas, que posiblemente migraron de la capa anterior. La capa finalizó cuando comenzaron a aparecer sectores de la roca de base y el sedimento cambió a más arenoso. Por último, en la capa 3 solo se recuperaron algunos carbones, guano y un desecho lítico.
En síntesis, consideramos que, por los materiales hallados, su estado de fragmentación y las características de la forma en la que se presentaron tanto en planta como en estratigrafía, las acumulaciones excavadas correspondieron a sectores de vertedero en donde se arrojó el producto de la limpieza de pisos de habitación o de áreas de actividad asociadas a fogones. La asociación entre carbones, restos óseos quemados, desechos líticos y fragmentos cerámicos de tamaño pequeño y en general poco diagnósticos, se replica en los depósitos excavados. Los fechados radiocarbónicos obtenidos muestran que la selección de espacios acotados entre grandes bloques por fuera de los recintos como área de arrojo de desechos, persistió a lo largo de distintos momentos de la secuencia de ocupación del sitio.
El conjunto cerámico y su distribución espacial
Dispersión de fragmentos, familias de fragmentos y remontajes
La presencia cerámica en el sitio corresponde a un total de 530 fragmentos. La mayoría de ellos se hallaron en superficie, dentro del recinto productivo adyacente a la unidad residencial B, donde a su vez se encuentran los basureros 1 y 3. Le siguen, con una diferencia importante, los tiestos recuperados en la unidad residencial A, en el patio y en los sectores más bajos contiguos a esos espacios. Por último, el corral, el basurero 4, el basurero 2 y la unidad residencial B son los que contenían menor proporción de material cerámico (Tabla 1).
Tabla 1. Distribución de fragmentos cerámicos en el sitio.
Table 1. Distribution of ceramic fragments at the site.
El 81,32% de la muestra fue agrupada en 36 familias. El análisis de su distribución espacial evidencia que tiestos de 26 familias se recuperaron en el recinto productivo adyacente a la unidad residencial B. Los fragmentos de trece de ellas se encontraron únicamente en este sector del sitio, mientras que el resto mostró asociación con la unidad residencial A, el patio, el sector externo a estos dos espacios, y/o al residencial B. Los grupos restantes se distribuyeron principalmente en la unidad residencial A, en el patio y en el área externa a los mismos. De este modo, la definición de familias de fragmentos permitió observar la existencia de asociaciones entre la cerámica recuperada en los distintos sectores del sitio.
A su vez, ciertos remontajes revelan relaciones espaciales significativas que no pueden explicarse como resultado del desplazamiento de los fragmentos dado por efectos de la pendiente, factores naturales y/o consecuencia del pisoteo en la dinámica de circulación en el sitio a lo largo del tiempo. Específicamente nos referimos a remontajes entre tiestos recuperados en: a) la superficie de la unidad residencial A, el recinto productivo y el basurero 1; b) en la superficie y en el nivel 3 del área techada del patio, y en el recinto productivo; c) en la capa 1 del basurero 4 y en el nivel 2 del patio.
Particularmente, el remontaje de dos pequeños fragmentos que no superan los 2 cm, permitió asociar espacios diferenciados, como son el basurero 4 y el patio. Ambos se encuentran en estratigrafía y asociados a pequeños carbones, restos óseos faunísticos fragmentados, desechos líticos y endocarpos de durazno. Si bien la presencia de estos últimos y los fechados radiocarbónicos obtenidos en ambos espacios corresponden a inicios de la colonia, los pequeños fragmentos que remontan formaron parte de un recipiente de estilo Molinos, vinculado cronológicamente a inicios del período Tardío (Baldini, 1992, 2010). De este modo, la asociación de ambos contextos y las características particulares de los hallazgos permiten plantear que fragmentos cerámicos de ocupaciones previas integraron los espacios cotidianos de quienes habitaron posteriormente el sitio. Lo mismo ocurre con fragmentos de cerámica de estilo Ciénaga -asignada al período Formativo- recuperada en contextos coloniales-republicanos en el espacio residencial A.
Por otra parte, el remontaje de fragmentos hallados en la unidad residencial A y en el patio, con otros recuperados en la superficie del recinto productivo y en el basurero 1, nos permite pensar la relación entre ambos sectores del sitio. En este sentido se propone que fragmentos desechados en el recinto productivo fueron recolectados y llevados a los otros sectores del sitio, o bien, que parte de los restos de recipientes que se rompieron en el patio y en las residencias A, fueron desechados en ese recinto productivo.
Más allá de las razones particulares de la dispersión de fragmentos pertenecientes a una misma familia (que pueden corresponder o no al mismo recipiente), o de los remontajes establecidos, la distribución señalada muestra la articulación entre los distintos sectores del sitio con el recinto productivo contiguo al sector residencial B, área que consideramos fue elegida para desechar gran parte de los fragmentos cerámicos. Asimismo, la recuperación de cerámica de estilos de los períodos Formativo y Tardío, en contextos coloniales y republicanos muestra la articulación pasado-presente en espacios de uso cotidiano.
Variabilidad cerámica: caracterización estilística y asociación cronológica
Luego del análisis distribucional de los fragmentos, definimos las características de los recipientes a los que éstos habrían pertenecido. El número mínimo de piezas identificadas es de 45. A partir de las características de tratamiento de superficie, color, aplicación de representaciones plásticas y las técnicas utilizadas para ello, la muestra se dividió en los siguientes conjuntos: 1) ordinario; 2) pintado; 3) rojo pulido; 4) gris pulido/alisado; 5) ante fino; 6) castaño pulido; 7) castaño inciso.
En algunos casos fue posible reconstruir parcialmente la morfología de la pieza y reconocer estilos cerámicos particulares. A partir de esto último se establecieron asociaciones cronológicas relativas.
A continuación se detallan las características de cada conjunto:
Ordinario: Se recuperaron fragmentos pertenecientes al menos a 19 recipientes. Estos se caracterizan por tener superficies alisadas rugosas, dos de ellos conservan sectores con salpicaduras o baños de color crema y otros dos poseen una cobertura de engobe morado. Las formas y tamaños pudieron estimarse sólo en algunas muestras. Se reconocen contenedores de borde evertido y contorno inflexionado y otros, de contorno simple y borde invertido. La mayoría correspondió a ollas y/o tinajas de tamaño grande y mediano. Sus bases, si bien no son numerosas, muestran diversidad: plana, cónica y cóncava. Parte de estos recipientes fueron utilizados sobre el fuego y algunos contienen, además, su superficie interna gastada y con efecto pedestal, como indicio de que su contenido fue mezclado con algún instrumento que desgastó su interior. Tres ejemplares se identifican como cuencos (Figura 3).
En algunos casos, las muestras recuperadas en estratigrafía pudieron ser asociadas a fechados radiocarbónicos y niveles de ocupación. Particularmente, tiestos de una olla tiznada, de borde ondulado y paredes finas hallados en el basurero 4, se asocian con el fechado de 1420-1612 cal D.C (calibrado 1 sigma) (figura 3.j). En el residencial A, fragmentos de dos ollas se encontraron en el nivel de ocupación IV, que corresponde al Período Histórico (Martinez, 2020a). Una de ellas, es de contorno inflexionado, base plana y tiene un asa adherida al labio del recipiente; la mayoría de sus fragmentos se recuperaron en el contexto fechado, mientras que solo uno se halló en la superficie del sector techado del patio (Figura 3.f). De la otra olla, se conservan partes del cuerpo y borde, la mayoría de ellos distribuidos en la superficie de los distintos sectores del sitio; particularmente, remontan dos fragmentos de borde, uno de ellos recolectado en el exterior de la estructura 1 del residencial A y el otro, en el recinto productivo adyacente al residencial B (figura 3.i).
Figura 3. Variabilidad morfológica del conjunto ordinario.
Figure 3. Morphological variability of the ordinary set.
En el sector del patio, la mayoría de los fragmentos que proceden de excavación se hallaron mezclados con el guano correspondiente al último evento de ocupación del sitio, ubicado sobre el nivel fechado para inicios de la colonia: 440+-60 años AP (Quiroga, 2015). De este modo, este espacio utilizado como corral al final de la secuencia habitacional del sitio, dificulta la asignación cronológica de los tiestos, dado que el pisoteo del sedimento arenoso generó la migración estratigráfica de parte de los materiales.
Por otra parte, en el basurero 1, fechado entre 901-1126 cal. D.C, se recuperaron fragmentos de dos ollas, una de ellas de cuerpo globular, base plana y asa en arco doble remachada. La presencia de hollín en la superficie externa evidencia que el recipiente se utilizó sobre el fuego (Figura 3.b). En tanto, de la otra pieza se conserva parte del borde y cuello evertidos, y fragmentos de cuerpo que poseen por sectores, una cobertura de color crema (Figura 3.c). Tiestos del cuerpo asignados a la misma familia se encontraron en estratigrafía en los basureros 1, 2 y 3, y en la superficie del recinto productivo.
Debido al alto grado de fragmentación de las muestras, al bajo porcentaje de representación de las formas completas y dado que en el sitio hay evidencias de que fragmentos de piezas más antiguas participaron de contextos más modernos, -como parte de prácticas conmemorativas-, no podemos asegurar que estos recipientes fueron elaborados en el momento de ocupación que indica en fechado.
Pintado: este conjunto lo integran fragmentos pertenecientes al menos a 15 recipientes. Seis de ellos se reconocen como de estilo Molinos, el cual fue definido por Baldini para el Valle Calchaquí medio (Salta) y fechado para el rango comprendido entre ca. 900-1200 D.C (Baldini, 1992, 2010). Las muestras aparecen dispersas en la superficie de los distintos sectores del sitio, en estratigrafía en los basureros 1, 3 y 4, y en el sector techado del patio. Los fechados de los basureros 1 y 3 coinciden con la cronología propuesta para este estilo en los sitios Molinos I y II, en Salta. En tanto, el fragmento del basurero 4 que remonta con otro recuperado en la excavación de patio, se vincula a la ocupación colonial del sitio. Como lo mencionamos anteriormente, creemos que su presencia en esa ocupación fue como material fragmentario y no como recipiente entero.
Las formas identificadas son cuatro cuencos y dos cántaros u ollas (Figuras 4. d, e, f, g, h, k). Las representaciones plásticas son geométricas y corresponden a líneas rectas y sinuosas dispuestas de forma paralela o entrecruzada. Excepto en un ejemplar, los diseños se pintan en color negro sobre un fondo rojo, morado o crema, el cual puede haber sido pintado o ser el color original de la pasta. El caso que se diferencia se trata de un fragmento de cuenco con líneas gruesas pintadas en color gris sobre un engobe castaño claro; tonalidades que pueden ser el resultado de alteraciones de los colores originales (Figura 4.k).
Figura 4. Variabilidad del conjunto pintado.
Figure 4. Variability of painted ceramic
Por otra parte, fragmentos pertenecientes al menos a 5 recipientes, si bien no pueden asignarse bajo un estilo cerámico particular, por el tipo de diseño, su trazo y las formas que pudieron reconstruirse poseen importantes semejanzas con piezas de los valles catamarqueños que en la bibliografía aparecen mencionadas como de tipo Villavil y de estilos Hualfín, San José y Shiquimil (González, 1977; Palamarczuk et al., 2014; Palamarczuk y Ratto, 2015; Serrano, 1966); cuya cronología es contemporánea al rango fechado para la cerámica Molinos en Salta. En tres casos los diseños se pintan en negro, sobre un fondo rojizo -natural de la pasta o pintado-, y corresponden a franjas anchas dispuestas sobre el cuello de “urnas” o tinajas, y líneas sinuosas o rectas entrecruzadas aplicadas sobre el cuerpo (Figura 4.a, b, c). Asimismo, se recuperó un fragmento de cuerpo de una pieza de forma abierta, posiblemente un cuenco, que conserva pintura negra en ambas superficies y, particularmente en su cara interna posee el diseño de línea sinuosa (Figura 4.m). A partir de estudios químicos y petrográficos realizados sobre parte de este conjunto, se propuso la procedencia local del cuenco y de las tinajas “b” y “c”, en tanto la pieza “a” sería alóctona (Puente et al., 2017). Además, se recuperaron fragmentos pertenecientes a un cuenco de superficie interna engobada y pulida, que conserva una pincelada de pintura negra muy desgastada.
Cabe destacar que dos fragmentos del recipiente correspondiente a la Figura 4.c, poseen agujeros de reparación. Por otra parte, un tiesto de la pieza de la Figura 4.a, tiene una de sus aristas intencionalmente erosionada, motivo por el cual consideramos que puede haberse utilizado como alisador. Este, se asocia a la ocupación del período Tardío en el espacio residencial A. El resto de las muestras de este conjunto se encuentran dispersas principalmente en la superficie del sitio y no se relacionan a fechados absolutos. Una excepción es un fragmento de la pieza de la Figura 4.b, que se recuperó en el patio, asociado a la ocupación colonial. Sin embargo, dadas las características estilísticas creemos que el recipiente completo no puede vincularse a esa cronología.
Un caso atípico en el conjunto pintado lo conforma el fragmento de un recipiente que tiene pintura post-cocción (Figura 4.l). Apenas se conservan restos de pinceladas de color negro sobre un fondo ante, cuyo diseño puede reconstruirse parcialmente a partir del análisis de su fotografía con d-strech. Esta particularidad, junto a la superficie interna totalmente negra, como consecuencia del proceso de cocción mixta, y a su pasta muy fina, nos remite a piezas similares del período Formativo presentes en distintas ecozonas del oeste tinogasteño (Feely, 2013). No fue posible estimar la forma del recipiente. El fragmento se recuperó en la superficie del recinto productivo, razón por la cual no hay fechados asociados.
En síntesis, excepto el caso recién mencionado, el resto de la cerámica pintada remite a ocupaciones de inicios del período Tardío (ca. 900-1200 AD), tanto por los fechados realizados en la unidad residencial A y en los basureros 1 y 3, como por las asociaciones estilísticas y cronológicas con recipientes de los valles catamarqueños y salteños.
Rojo pulido: fragmentos correspondientes a un recipiente, posiblemente, un vaso, con ambas superficies con engobe rojo y pulidas. Se reconocen manchas de cocción en ambas caras. Estos tiestos se recuperaron en el espacio residencial A y se asocian a la primera ocupación de ese sector del sitio, fechada para inicios del período Tardío (Figura 5.D).
Figura 5. Variabilidad morfológica y estilística de los conjuntos gris pulido/alisado (A); ante fino (B); castaño pulido (C), rojo pulido (D), castaño inciso (E).
Figure 5. Morphological and stylistic variability of the polished / smoothed gray ceramic (A); fine cream ceramic (B); polished light brown ceramic (C), polished red ceramic (D), incised light brown ceramic (E)
Gris pulido/alisado: fragmentos pertenecientes al menos a cinco recipientes asignables al período Formativo. Algunos de ellos poseen diseños incisos en la superficie externa -pulida o alisada- que remiten a los estilos cerámicos Saujil y Ciénaga definidos en los valles mesotermales (González, 1977; Sempé, 1977). Las formas reconocidas corresponden a pucos (Figura 5.A). Entre los fragmentos sin asignación estilística específica, se recuperó parte de una base de color gris y pasta fina, que en su superficie interna posee la impronta de cestería espiralada (Figura 5.A.5).
Respecto al sector de hallazgo de los fragmentos en el sitio, ninguno de ellos se asocia al fechado del periodo Formativo obtenido en el patio, sino que se hallan dispersos en la superficie del recinto productivo, o bien en el patio mezclados con guano y pedregullo, en el nivel situado sobre la ocupación colonial.
Ante Fino: fragmentos de dos recipientes de paredes finas y superficies alisadas. Uno de ellos perteneció a una pieza de borde evertido y cuello recto, que conserva marcas estampadas muy tenues (Figura 5.B.2). Dado que éstos se recuperaron en el patio, en la interfacie correspondiente a la capa de guano, no es posible establecer una asociación cronológica certera.
La otra pieza se trató de un cuenco con el borde modelado que representa la figura de un quirquincho (Figura 5.B.1). Esto fue inferido a partir de la comparación con piezas semejantes reconocidas como de estilo Ciénaga, depositadas en el IAM-UNT. Si bien la asociación cronológica relativa ubica a este recipiente en el período Formativo, los fragmentos se hallaron en la unidad residencial A, integrados al nivel de ocupación IV (republicano).
Castaño pulido: fragmentos de dos recipientes. Uno de ellos se trató de un cuenco de contorno simple invertido, cuya superficie interna tiene una capa de engobe pulido y la externa es alisada; posee un agujero de reparación (Figura 5.C.2). Del otro recipiente se conservan los fragmentos de cuerpo y de un punto de inflexión cuello-cuerpo, de superficie externa pulida e interna alisada (Figura 5.C.1). Los tiestos de ambas piezas se recuperaron en estratigrafía en el basurero 3 y se asocian al fechado de inicios del período Tardío.
Castaño inciso: fragmento de un recipiente de superficies alisadas; sobre la cara externa se realizaron incisiones de líneas paralelas. Posee un agujero de reparación. No es posible estimar la forma de la pieza a la que perteneció y tampoco su cronología, dado que se recuperó en superficie en el espacio residencial A (Figura 5.E).
Discusión y conclusiones: fragmentos cerámicos como recursos mnemónicos
Las investigaciones sobre la vida doméstica en la puna meridional han sido abordadas desde distintas materialidades y líneas de evidencia que consideran, desde los espacios donde transcurre, sus modificaciones en el tiempo, los recursos producidos y consumidos, el abandono temporario y la previsión para el regreso, entre otros (Aschero, 2007; Babot et al., 2006; Cohen, 2005; Escola et al. 2013; López Campeny, 2010; Martinez, 2020b; Martinez y Zamora, 2021; Olivera, 1992; Quiroga, 2014, 2016; Somonte y Cohen, 2007; Urquiza y Aschero, 2014; entre otros). El estudio de los basureros o espacios de depositación de residuos también permite contribuir significativamente al conocimiento de la vida doméstica y, por lo tanto, a las prácticas allí desarrolladas (Gastaldi, 2017; González Ruibal, 2003). Algunos interrogantes que surgen desde esta perspectiva son: ¿existen lugares específicos para el arrojo de desechos?, ¿todos ellos se descartan en los mismos espacios?, ¿dichos espacios, están integrados al escenario donde transcurre la vida cotidiana?
En PP3-C, los residuos -o al menos parte de ellos- generados por la limpieza de espacios de habitación y/o cocinas se arrojaron entre bloques rocosos ubicados en el exterior de esos recintos, pero directamente adyacentes a ellos o, incluso, dentro de las estructuras productivas, es decir, en áreas donde se realizaban otras actividades. Asimismo, las remodelaciones del sitio y su acondicionamiento a lo largo de la secuencia de ocupación también implicaron prácticas de limpieza y reubicación de restos materiales. Particularmente, en este trabajo nos centramos en el análisis de la distribución y asociación contextual de fragmentos cerámicos, dando cuenta que la mayoría de ellos -pertenecientes a distintas cronologías- se desecharon en uno de los recintos productivos, en tanto otros, formaron parte de los contextos en el interior de las residencias. Incluso, su dispersión muestra la articulación de los distintos espacios que conforman el sitio. A partir de esto, nos preguntamos ¿cómo entender esta distribución?
Tomando como referencia los datos etnográficos disponibles sobre la casa andina y la concepción del tiempo, consideramos que convivir con los lugares de depositación de residuos, así como con restos de materialidades generadas y consumidas en el pasado -que incluso pueden ser elegidas como materias primas para la elaboración de nuevos objetos-, es una forma de escenificar el pasado-presente. Siguiendo a Leoni (2008), se trata de prácticas conmemorativas que marcan la continuidad del habitar esos espacios y, a través de ellas, las nuevas generaciones legitiman su presente. De este modo, por un lado, la variabilidad cerámica recuperada en PP3-C representa los conjuntos que participaron de los ámbitos domésticos a lo largo de su secuencia habitacional, seguramente para prácticas de consumo, producción y almacenaje de alimentos y otros recursos. Además, dado que los fragmentos descartados y pertenecientes a ocupaciones previas, siguieron formando parte del escenario cotidiano de los nuevos habitantes -como también se observa en otros asentamientos de la localidad (Cohen, 2005; Juarez, 2017; López Campeny, 2010)-, planteamos que el pasado y el presente se articularon, es decir, coexistieron, en distintos sectores del sitio. En otras palabras, la presencia de numerosos fragmentos cerámicos de distintas temporalidades recuperados principalmente en el recinto productivo, es el resultado de prácticas cuya intención fue generar esa coexistencia en el diario vivir.
Esta relación pasado-presente se observa en ANS en distintas prácticas y materialidades y está directamente vinculada con las formas de reproducción social, la concepción del territorio, las identidades sociales y la legitimidad ancestral. Son numerosos los ejemplos que se pueden mencionar al respecto y que corresponden a distintos momentos de la larga historia social de la microrregión. Uno de ellos son las prácticas funerarias que implicaron inhumar a los difuntos en estrecha relación con las áreas de residencia y/o producción, es decir, directamente vinculados con los lugares donde transcurren las actividades domésticas; en distintos sitios y cronologías (Babot et al., 2009; Cohen, 2005; González Baroni, 2014; López Campeny et al., 2015; Martínez y Aschero, 2005). Otra forma de representar a los ancestros, de legitimar la territorialidad ancestral y, por lo tanto, de reproducir y generar memorias sobre las relaciones intergeneracionales son las inhumaciones de solo ciertas partes anatómicas, documentadas desde ca. 8300 años (Martínez y Aschero, 2005); las tumbas vacías del período Tardío o el entierro de atados rituales -q´epi- de épocas republicanas dentro de ellas (Aschero, 2007; Cohen, 2014; Cohen y Martinez, 2022; López Campeny et al., 2015). En la misma línea de interpretación se encuentran los estudios de paneles rupestres conformados por la superposición o coexistencia de representaciones de distinta cronología, entendidos como resultado de prácticas de construcción y transmisión de memoria social (Martel et al., 2012). Asimismo, la persistencia cotidiana de materialidades y prácticas originarias de distintas épocas y lugares, como se observa por ejemplo en la coexistencia de textiles y técnicas de hilado prehispánicas con otras de origen industrial, también representa la relación pasado-presente como parte de la dinámica local de conformación identitaria del grupo (Martinez, 2020a, 2020b).
Finalmente, considerando estas propuestas, planteamos que la presencia cotidiana en ámbitos domésticos de fragmentos cerámicos que formaron parte de recipientes de antiguos habitantes del sitio, juega un rol semejante. Pero, ¿qué se conmemora con su presencia? Por un lado, la variabilidad cerámica y su distribución en los distintos sectores de PP3-C, permite trazar continuidad en la ocupación del sitio y, además, en las redes de interacción que mantuvieron a escalas micro y macrorregionales, como parte de los mecanismos de reproducción social que se observan en ANS desde sus primeros habitantes. Si bien, queda pendiente un análisis comparativo exhaustivo de la variedad alfarera recuperada, con la de otros sitios de la microrregión y de los valles emplazados al Sur y al Este, la diversidad registrada materializa vínculos, desde el período Formativo hasta la Colonia, que han sido documentados en otros trabajos (Casanova et al., 2020; Cohen et al., 2021; Gasparotti y Escola, 2020; López Campeny, 2012; Olivera, 1992; Puente, 2012; Puente et al., 2017; entre otros).
De este modo, concluimos que los fragmentos desechados en los espacios productivos, en los sectores de vertedero o integrados en el interior de los recintos, operaron como recursos mnemónicos de la historia transgeneracional de la ocupación del sitio, que conmemora un pasado de vínculos de interacción social a distintas escalas. En estas prácticas cotidianas se legitimó la presencia de sus habitantes y se materializó la continuidad de ese pasado en otros tiempos … mirando atrás y adelante.
Mar del Plata, 25 de noviembre de 2021
Agradecimientos
Nuestro profundo agradecimiento a Julio y Alejandra Morales por su generosidad y hospitalidad en Punta de la Peña. También agradecemos a Agustina Ponce por brindarnos datos sobre piezas cerámicas de la base de datos de las colecciones del IAM-UNT. Este trabajo fue financiado por la ANCyT, proyecto 2015-PICT 2595.
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