La ciudad global: habilitando la intermediación económica y soportando sus costos

Resumen

El debate con la extendida noción de los años ‘80 que sostenía que el lugar ya no importaba en sectores económicos altamente digitalizados, resultó ser el primer paso hacia conceptualizar la función de la Ciudad Global. Luego vinieron ocho años de interminable análisis de datos y excitante trabajo de campo. Mi modalidad básica era el descubrimiento, no la replicación. ¿Cuál era la combinación de elementos que producía este irónico desenlace, el hecho de que los actores económicos más poderosos, ricos y digitalizados necesitaban “lugares centrales”, incluso tal vez más que nunca antes? Las grandes corporaciones avanzaron en una producción rutinizada que podía estar localizada en cualquier lado. Sin embargo, si se globalizaban necesitaban acceder a una nueva combinación de servicios complejos y especializados, que eran casi imposibles de producir puertas adentro, como había sido la práctica hasta entonces. Otra hipótesis, más fuerte de lo que esperaba, era que esta nueva lógica económica -parcial como era- generaría empleo de alta categoría y empleo de bajos salarios. Necesitaría, en ese sentido, menos trabajos de rango medio que las corporaciones tradicionales. Sin embargo, esos empleos de salarios bajos -ya fueran desempeñados en las oficinas o en las casas- importaban más de lo que hubiéramos imaginado. Los describo como el trabajo de mantener la infraestructura estratégica.