USOS E IMAGINARIOS EN EL PROCESO DE RESIGNIFICACIÓN SOCIAL DE LOS TELÉFONOS PÚBLICOS (ROSARIO, ARGENTINA)
USES AND IMAGINARIES IN THE PROCESS OF SOCIAL REDEFINITION OF PUBLIC TELEPHONES (ROSARIO, ARGENTINA)
Paula Vera
CONICET- Instituto de Investigaciones Facultad de Cs. Política y RRII Universidad Nacional de Rosario
https://orcid.org/0000-0002-1557-4168
Resumen
En un contexto de creciente plataformización de la ciudad donde los teléfonos móviles configuran una especie de prótesis-cuerpo-territorio, buscamos recuperar rastros de la historia cultural de los teléfonos públicos y recomponer elementos del proceso de resignificación social de estos artefactos. A partir de esa indagación, reflexionaremos sobre los vínculos afectivos que una sociedad establece con sus espacios y sus tecnologías como claves identitarias. Empleamos una estrategia metodológica cualitativa de análisis crítico-interpretativo de un corpus heterogéneo compuesto por material hemerográfico y documental, archivo fotográfico, registro fotográfico actual y observación sostenida en distintos emplazamientos donde fueron identificados teléfonos. Estas tareas fueron realizadas principalmente durante 2022-2023. Por último, en mayo de 2024 implementamos una encuesta cualitativa para relevar usos, sentidos y emociones en torno a estos artefactos. En el caso de los teléfonos públicos de la ciudad de Rosario advertimos un imaginario social compuesto por tres significaciones: teléfonos públicos como lugar, como ruina y como patrimonio.
Palabras clave: teléfonos públicos, imaginarios, usos, cultura urbana, patrimonio
Abstract
In a context of increasing platformization of the city where mobile phones configure a kind of prosthesis-body-territory, we seek to recover traces of the cultural history of public telephones and recompose elements of the process of social resignification of these artifacts. From this investigation, we will reflect on the emotional links that a society establishes with its spaces and its technologies as identity keys. We employ a qualitative methodological strategy of critical-interpretive analysis of a heterogeneous corpus composed of newspaper and documentary material, photographic archive, current photographic record and sustained observation in different locations where telephones were identified. These tasks were carried out mainly during 2022-2023. Finally, in May 2024 we implemented a qualitative survey to survey uses, meanings and emotions around these artifacts. In the case of the public telephones in the city of Rosario we notice a social imaginary composed of three meanings: public telephones as a place, as a ruin and as heritage.
Key Words: public telephones, imaginary, uses, urban culture, heritage
Fecha de recepción: 15 de julio de 2024
Fecha de aceptación: 13 de diciembre de 2024
…aquella marcha forzada me condujo a la costa de Otsuchi, a una cabina blanca y a un teléfono que eran mi única esperanza para vencer el olvido.
El teléfono del viento
Hiram Ruvalcaba
Presentación
Teléfono público, señala un pequeño cartel en el ingreso de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Rosario por bv. Oroño. Lo veo por primera vez después de pasar por ese lugar desde hace muchos años. Sigo caminando. A tres cuadras, formando una “L”, llego a destino y me encuentro con una cabina de teléfono público doble. Nunca la había visto a pesar de lo familiar de ese sitio. Voy a la librería de mi barrio y advierto, en la vereda, otro teléfono público. Entro a una panadería y ahí también, escondido como en penitencia, otro teléfono público…
En 2022, los teléfonos públicos empiezan a llamarme, se (me) hacen visibles, empiezo a distinguirlos en medio de la densidad de la trama urbana compuesta de objetos, infraestructuras, escombros, novedades, movimiento, mensajes, gente… En un proceso de extrañamiento y desnaturalización estos artefactos emergen como algo exótico, arcaico y sobresaliente en el paisaje urbano.
Comparto esta curiosidad con amigos y conocidos. Cuento que estoy a la “caza” de teléfonos públicos e inmediatamente percibo cierto brillo en la mirada de quienes escuchan. Empiezan a sucederse anécdotas y recuerdos. Al pasar de los días recibo fotos y localizaciones de teléfonos públicos. “No puedo dejar de ver teléfonos!... y yo que pensé que ya no existían!”. De repente ya no estaba sola en la búsqueda y los teléfonos empezaban a recibir la atención que parecían haber demandado en silencio.
¿Cómo se hicieron invisibles durante tanto tiempo? ¿Cómo sobreviven? ¿A dónde están los que aún perviven en el espacio público? ¿Qué tipos de espacios ocupan? Ahora que no funcionan, ¿qué usos y prácticas se advierten en torno a ellos? ¿Qué historias guardan? ¿Qué sentimientos despiertan? ¿Cómo resignifican el espacio en que se emplazan?
Introducción: Transformaciones y resignificaciones tecnológicas en torno a las comunicaciones urbanas
Los procesos de transformación urbana implican diversas dimensiones entre las que se destaca la tecnológica. Asumimos que los cambios tecnológicos intervienen en los procesos urbanos modificando no sólo su materialidad sino también las formas y estilos de vida, las costumbres, los usos y apropiaciones, imaginarios y representaciones que median entre los habitantes, las cosas y las ciudades. En esta dirección, para comprender los vínculos entre una sociedad y sus espacios, buscaremos en los teléfonos públicos en tanto tecnologías de comunicación, un puente material y simbólico que opere como clave interpretativa de cambios recientes en el modo de comunicarnos y habitar las ciudades. Si bien existen numerosos antecedentes en los estudios sobre tecnologías e infraestructuras de comunicación, ciudades y cultura urbana (locutorios, cyber y telefonía móvil), no hallamos hasta el momento estudios relacionados a los teléfonos públicos en clave de artefacto cultural. En este registro vale mencionar el trabajo ensayístico de Martín Kohan “¿Hola? Un réquiem para el teléfono” (2022) donde dedica varias páginas a mantener la memoria de los teléfonos públicos.
En las últimas décadas la expansión de la denominada sociedad de la información y el conocimiento (Castells, 1998), la incorporación acelerada de TIC a la vida cotidiana y la progresiva omnipresencia de los teléfonos celulares o móviles (Morley, 2008) reconfiguraron el paisaje comunicacional urbano de manera rotunda. La creciente digitalización y virtualización de distintas facetas de la vida social están dando paso a lo que diversos autores denominan sociedad de las plataformas o plataformización que refiere a un proceso dominante en el capitalismo actual. Éste no se limita al intercambio de bienes virtuales, sino que impacta en los modos de organización laboral, hábitos cotidianos, recreativos y en las configuraciones y usos del espacio público y privado (Baurdiel, Struver; [2022] 2024; Carrión, Cepeda, 2022; Finquelievich, Cortéz-Oviedo, 2023; Sequera, 2024). Las plataformas son un fenómeno urbano que tiende a agudizar las problemáticas de desigualdad en el acceso a la vida urbana (Elwod, 2021 en Baurdiel, Struver; [2022] 2024). Históricamente las tecnologías funcionan como un medio para visibilizar, reproducir o agudizar las desigualdades socioespaciales. Esto se puede analizar en la distribución y emplazamiento de los teléfonos públicos donde, por ejemplo, la densidad poblacional operaba como una variable de instalación[1] y la insuficiencia de estos artefactos en los barrios más alejados del centro de Rosario fue un problema recurrente durante décadas.
Dentro de los abordajes posibles de la tríada espacios-objetos-sociedades, las Ciencias Sociales y los Estudios Urbanos atraviesan un viraje hacia lo que se denomina “giro material” con el que se busca caracterizar el foco de interés reciente en el estudio de los objetos como actantes no humanos (Latour, 2008) que operan en las relaciones sociales y los modos de vida urbano. Podemos pensar como antecedentes de este “giro material” aquellos estudios sobre los procesos de transformación urbana que estuvieron ligados a problematizar la relación que las ciudades iban estableciendo con las tecnologías de cada época. La preponderancia simbólica que adquirió la técnica en la Modernidad impactó fuertemente no sólo en los modos de construcción de las ciudades sino también en la concepción de la ciudad como artefacto (Vera, 2014). Entre estos antecedentes se destacan la obra de Lewis Mumford, Richard Sennett, Walter Benjamin y George Simmel, entre otros.
En el giro material se articulan tres influencias. En primer lugar, el campo teórico que habilita otra forma de comprender cómo lo tecnológico está socialmente construido y viceversa. Nos referimos a la teoría del actor-red (Latour, 2008; Callon, Latour, 1981), el enfoque de la construcción social de la tecnología (Bijker, Hughes, Pinch, 1987) y los avances en el campo de la sociología de la tecnología (Thomas, Buch, 2008). De éstos se desprenden al menos dos objetos de estudio que dan cuerpo al giro mencionado: aquellas investigaciones que se enfocan en una perspectiva más compleja sobre las infraestructuras y los estudios sobre las movilidades.
En el caso de las infraestructuras, ya sea de transporte, comunicaciones, sanitarias, energéticas o productivas, pueden abordarse como soporte material y productor de la vida urbana, mediador entre las sociedades, la naturaleza y sus espacios. También ofrecen una clave interpretativa de las relaciones sociales, de las tensiones y procesos de negociación y gestión entre políticas, saberes expertos, Estado y empresas (Zunino Singh, Grutchesky, Piglia; 2021). La relevancia del estudio de las infraestructuras que componen nuestra vida cotidiana radica en que “se encuentran en el epicentro de las desigualdades propias de las urbes contemporáneas y su estudio constituye una oportunidad para revisar dicotomías que, aunque matizables, siempre interpelan a la investigación social: público-privado, Estado-mercado, formal-informal, legal-ilegal, ciudadano-consumidor, por nombrar algunas (…) tales investigaciones han renovado y profundizado preocupaciones preexistentes” (Girola, Garibotti, 2022: 232).
En esta renovación material de los estudios sociales y urbanos también se encuentran los estudios sobre movilidades como objetos y como enfoque teórico y metodológico (Zunino Singh, Giucci, Jirón, 2017, 2023) en los que se enlazan artefactos (objetos tecnológicos, infraestructuras, redes) con prácticas sociales que, de algún modo, implican movimiento. Como sostienen los autores, los fenómenos de la movilidad no se limitan al transporte, sino que implican el movimiento real o imaginario de objetos, personas o comunicaciones. En definitiva, al tiempo que se otorga relevancia al aspecto material de las interacciones, se considera al movimiento como expresión de lo social, como “prácticas sociales con sentido, por lo tanto, experiencias que son representadas y producen cultura” (Zunino Singh, Giucci, Jirón, 2017: 13). En este punto, podemos advertir un pliegue en el estudio de los teléfonos públicos como infraestructuras fijas de comunicación, pero que en tanto puntos fijos implicaban una dinámica de movilidad y apropiación espacial específica en las ciudades.
El fenómeno de la comunicación telefónica en la vía pública compone un fragmento de la historia cultural y comunicacional urbana que en la actualidad sigue resonando tanto en la materialidad de la ciudad como en la emocionalidad social. Por esta razón, nos concentraremos en indagar cuáles son las significaciones sociales que componen el imaginario social actual sobre los teléfonos públicos a partir de los usos, representaciones y emosignificaciones que implican. Estos imaginarios permiten comprender los sentidos que componen el lazo entre el pasado reciente ligado a la funcionalidad y uso cotidiano de los teléfonos públicos y un presente de obsolescencia tecnológica, pero con significancia social a la vista de los usos no convencionales y resignificaciones que invisten a estos artefactos.
Para indagar el proceso de resignificación social de los teléfonos públicos empleamos una estrategia metodológica cualitativa de análisis crítico-interpretativo de un corpus heterogéneo compuesto por material hemerográfico[2] y documental, archivo fotográfico y audiovisual, registro fotográfico actual y observación sostenida en distintos emplazamientos donde fueron identificados teléfonos. Estas tareas fueron realizadas principalmente durante 2022-2023. Por último, en mayo de 2024 implementamos una encuesta cualitativa para relevar usos, sentidos y emociones en torno a estos artefactos. Siguiendo a Jansen (2013), el tipo de encuesta cualitativa no tiene como objetivo establecer frecuencias ni promedios, sino determinar la diversidad de algún tema de interés dentro de una población dada. No tiene en cuenta el número de personas con las mismas características (el valor de la variable) sino que establece la variación significativa (las dimensiones y valores relevantes) dentro de esa población. La encuesta cualitativa se diseñó en un formulario electrónico y se difundió a través de Whatsapp y Facebook. Se analizan 65 respuestas obtenidas en el transcurso de los 7 días que estuvo abierto el formulario.
En esta ocasión presentamos los primeros avances de una investigación en curso[3]. En el caso de los teléfonos públicos de la ciudad de Rosario advertimos un imaginario social en torno a ellos compuesto por tres significaciones: como lugar, como ruina y como patrimonio.
Las ciudades y sus teléfonos: de sistemas tecnológicos a sistemas culturales
Las ciudades y las tecnologías están constituidas y articuladas por lazos simbólicos, materiales y funcionales que se retroalimentan, se modifican, se potencian o se debilitan a partir del vínculo que las sociedades traman entre ellas. Baudillard (2012), en el libro El sistema de los objetos, se pregunta cómo son vividos los objetos, a qué necesidades dan respuesta además de las funcionales, en qué sistema cultural se funda su cotidianeidad vivida. Para abordar estos interrogantes distingue el plano estructural, tecnológico que se acota a las descripciones funcionales de lo real y objetivo, del plano o sistema cultural que refiere al sistema de significados más o menos coherentes que instauran y que acompañan las prácticas y necesidades. Es este conjunto de significados vinculados a lo psicológico y sociológico lo que configura el pasaje de un sistema tecnológico (elementos estructurales de los objetos) al sistema cultural colmado de sentidos, connotaciones y contradicciones que es el que nos interesa indagar.
Cabrera afirma que “la presencia del aparato en la sociedad dirá algo sobre lo que la técnica es y significa para esa sociedad” (Cabrera, 2006, p. 94), a lo que podemos agregar que el significado que adquieren ciertos artefactos se vincula con diversos aspectos de la identidad urbana y, a su vez, son parte de su capital cultural (Vera, 2014). Ahora bien, ¿qué ocurre en el caso de los objetos que perdieron su funcionalidad, pero están presentes materialmente en la ciudad? Cabinas expendedoras de tarjetas de colectivos, buzones de correo, teléfonos públicos, son sólo algunos ejemplos. Un modo posible de abordar estas relaciones es enriqueciendo el análisis de los procesos culturales dominantes que entraman lo urbano y lo tecnológico, con aquellos rasgos o elementos arcaicos, residuales y emergentes que proponen Williams (2009) y Mumford (1945b) y que resultan valiosos para el estudio de los imaginarios sociales implicados en las relaciones entre una sociedad y las transformaciones que experimentan sus ciudades y sus tecnologías (Vera, 2014).
En el caso de las tecnologías de comunicación, siguiendo a Williams (2009) podríamos definir a los teléfonos celulares/móviles o smarthphones como los artefactos dominantes en términos materiales, funcionales y simbólicos como medios de comunicación personal en el contexto de la ciudad contemporánea. Estos artefactos sumados al desarrollo tecnológico y las prácticas sociales que promueven el proceso de plataformización referido, producen un des-anclaje cada vez mayor en la relación con los espacios en la ciudad. “El ciudadano urbanita está constantemente a merced de los dispositivos digitales que permiten transitar la ciudad sin realmente comprenderla” (Sequera, 2024: 17). No obstante, a esta tecnología se acopla la historia reciente de los teléfonos móviles que no eran smarthphones y permitieron el paso de la telefonía fija, anclada espacial y materialmente, a una movediza que posibilitó comunicarnos telefónicamente mientras nos desplazábamos espacialmente. Estas transformaciones tecnológicas que tornaron móvil lo que hasta entonces estaba fijado en el espacio, articularon la relación espacial y cinética de las comunicaciones personales en el contexto urbano.
Otro de los ejes que se vio transfigurado fue el de la relación de lo público y lo privado en términos comunicacionales. Si antes del celular, el teléfono fijo implicaba un espacio íntimo, interior, privado para sostener las comunicaciones, a partir de estos nuevos artefactos y el estar hablando mientras se produce un traslado corporal, las comunicaciones privadas se empezaron a desplazar también a un espacio público. A diferencia de las comunicaciones privadas en entornos públicos que era lo que caracterizaba a los teléfonos públicos, los modos contemporáneos de comunicación privada en estos espacios son fluidos y móviles, no estáticos ni fijos en un lugar.
Entre lo fijo y lo móvil, lo público y lo privado, encontramos justamente a los teléfonos públicos como artefacto que condensaron estas dicotomías y operaron en el proceso de preparación cultural[4] (Mumford, 1945a) de la vertiginosa apropiación y expansión del teléfono móvil.
Ahora bien, ¿qué lugar ocupan actualmente los teléfonos públicos en las ciudades contemporáneas? Si bien este trabajo hará foco en la ciudad de Rosario, nos interesa reponer algunas experiencias identificadas en otras ciudades porque permiten visualizar a la telefonía pública como expresión cultural residual (Williams, 2009) que da cuenta de algo que forma parte del pasado, pero sigue operando en el presente.
La primera experiencia aconteció en Bogotá, en 2016. Allí existe una hibridación muy particular que resignifica lo público en las comunicaciones mediadas por celulares y, al mismo tiempo, pone en tensión lo fijo y lo móvil de los artefactos y las personas. Hacemos referencia a la imagen 1 donde se aprecia que, a falta de teléfonos en la vía pública, un hombre oficia de central telefónica en la calle. Situándose en un lugar específico todos los días, dispone de un carrito donde vende golosinas y tiene encadenados varios celulares. Para hacer una llamada la persona se acerca, elige uno de los teléfonos y paga por el gasto de la llamada. Este caso combina la funcionalidad de los teléfonos públicos (su disponibilidad y acceso en el espacio público) y la de locutorios (comercio que pone a disposición el acceso telefónico y cobra por la llamada) a cielo abierto fijando espacialmente un artefacto, el celular, que está diseñado para acompañar el movimiento corporal.
Imagen 1: Telefonía en la vía pública de Bogotá, 2016+
Fuente: Captura propia, Bogotá 2016
La segunda experiencia refiere a lugares donde los teléfonos públicos siguen en funcionamiento. Encontramos algunos casos en América Latina[5]. El primero es en Perú donde la empresa Claro a través de la instalación de estos dispositivos en la vía pública y en espacios interiores (farmacias, hospitales, clínicas, centros comerciales, etc.) “permite hacer llamadas a teléfonos fijos y a celulares con destino local, nacional e internacional desde equipos telefónicos accionados por monedas y/o tarjetas telefónicas prepago”[6]. El segundo caso es Brasil donde, si bien por ley las empresas telefónicas ya no están obligadas a mantener un número mínimo de teléfonos públicos, en la ciudad de Londrina aún funcionan unos 700 teléfonos de la empresa Sercomtel[7]. También funcionan en Ecuador, puntualmente en instalaciones municipales o terminales terrestres y en el aeropuerto el Dorado de Bogotá, Colombia. Es interesante lo que ocurre en México, donde la Comisión Federal de Electricidad (CFE) anunció un programa de restablecimiento de cabinas telefónicas en diversas localidades del país para poder garantizar el acceso a la comunicación pudiendo realizar llamadas a localidades mexicanas y a Estados Unidos de manera gratuita[8].
En Argentina, los teléfonos públicos ya no cumplen su función operativa más allá de sobrevivir, algunos, en los espacios originales de emplazamiento (vía pública, instituciones educativas y de salud, terminales de transporte, etc.). De todos modos, su condición tecnológica obsoleta no impide que revista formas de apropiación específica que lo “revivan” de diferentes maneras. Sobre este aspecto profundizaremos en el siguiente apartado, atendiendo a que son los significados, las representaciones y las emociones experimentadas en el pasado y en el presente que se enlazan en los teléfonos lo que le otorgan aún existencia y entidad como exponentes de una cultura urbana en transformación. Se trata de artefactos apropiados y resignificados socialmente, razón por la cual se los pueden considerar como artefactos culturales. Con ello nos referimos a los objetos producidos por el hombre que no se reducen a su utilidad (utensilio) y por lo tanto su materialidad “se vuelve subsidiaria (…) debe pensarse a partir de lo que en él se pone en obra: la cultura” (Isava, 2009: 444).
Indagar los teléfonos públicos como artefacto cultural permite abordar qué es lo que se activa de “las redes de significación que lo hacen posible y lo justifican, pero al mismo tiempo las patentiza al escenificarlas en una suerte de inscripción significante susceptible de ser leída, analizada, interpretada, (re)pensada” (Isava, 2009: 445). Los teléfonos públicos se vuelven artefactos culturales en la medida en que son reapropiados y utilizados con fines que no se corresponden con su utilidad tecnológica. Consideramos que tienen espesor significante tanto en las emociones que enlazan con el pasado como con los nuevos usos y prácticas sociales que suscitan y las proposiciones urbano-tecnológicas comunicacionales que proyectan.
Resignificación social de los teléfonos públicos en Rosario: usos, sentidos y emociones
Para comprender el entramado sensible que contribuye a la existencia de estos artefactos en las calles de la ciudad, necesitamos primero reponer brevemente cómo fue su trayectoria en tanto infraestructura de comunicaciones ya que en esa historia germinaron parte de los sentidos y emociones que hoy están inmersos en el proceso de su resignificación. Cuando hablamos de resignificación aludimos al proceso cultural en el que una sociedad, en este caso urbana, otorga nuevos sentidos, construye representaciones y pone en acción otras prácticas en torno a un fenómeno, lugar u objeto. El punto de inflexión en el caso analizado es que se trata de artefactos que ya no cumplen su función de establecer comunicaciones telefónicas, no obstante, operan en el espacio urbano desde el punto de vista simbólico.
De la utilidad a la obsolescencia: breve historización
Tal como menciona Fontanals (2015), la historia de las telecomunicaciones y los teléfonos en Argentina ha sido poco registrada y analizada. El autor lo atribuye a la falta de fuentes y quizás, también, de interés en el tema. Lo cierto es que esta afirmación se constata al momento de buscar información sobre los teléfonos públicos de Rosario, contando únicamente con un trabajo historiográfico de Amanda Bergnina de Córdoba Lutges de 1972. Por esta razón no presentaremos una historia de los teléfonos públicos, sino una reconstrucción incompleta de algunos hitos, problemáticas y sentidos identificados a través de trabajo hemerográfico y algunas fuentes documentales.
Esa historia incompleta de la telefonía identifica claramente dos grandes etapas. La primera entre 1878 y 1946 donde el servicio era provisto por numerosas operadoras independientes de gestión privada y en su mayoría extranjeras (Fontanals, 2015). En 1882 en Rosario comenzó a funcionar la primera línea telefónica (Tietjen y Cía.) a la que se suman varias de la Compañía Telefónica Siemens en 1883 y, ese mismo año, una empresa exclusivamente rosarina desarrollada por Julio Marquat, que llenaba de orgullo a la sociedad local y alimentaba el imaginario de progreso de la época[9] (Bergnina de Córdoba Lutges, 1972).
En ese período, lo que puede considerarse como telefonía pública eran teléfonos ubicados en dependencias públicas o en sitios privados de alta concurrencia como bares o almacenes. Por ejemplo, se encontró una solicitud de 1935 al respecto:
El barrio la Cerámica está aislado del centro comercial de Alberdi y carece por completo de comunicación alámbrica para casos de urgencia (…) solicito por cuenta de la comuna la instalación de un teléfono el cual podría ser colocado en la calle Baigorria y Boedo el que aportaría grandes y apreciados beneficios a este vecindario ya que se trata de beneficiar a numerosas familias pobres y humildes. Hasta hace pocos meses se disponía de un teléfono instalado en un almacén cuyo propietario, por causas que se ignoran lo ha suprimido este era el único medio con que contaba el barrio para esos casos. (Expedientes Concejo Deliberante, 16/4/1935, f. 886)
La segunda etapa está definida por la nacionalización y estatización de las empresas telefónicas entre 1946-1955. Fontanals (2016) detalla un proceso que se inicia con fuerte inversión estatal para la expansión e integración del servició que significó, en 1956, la creación de la Empresa Nacional de Teléfonos (ENTel). La expansión de la operadora estatal implicó la multiplicación de los teléfonos públicos y una duplicación de los abonados en su primera década ubicándose “entre las diez primeras administraciones telefónicas del mundo en líneas instaladas y séptima en cantidad de llamadas cursadas” (Fontanals, 2016 s/p). Sin embargo, no llegaban a satisfacer las demandas de servicio.
Este aspecto es recurrente en las notas periodísticas relevadas desde 1957 hasta su privatización. El rol del Estado en la vida y ocaso de la infraestructura de telefonía pública es un tema central al momento de analizar la distribución, emplazamiento y acceso a las comunicaciones por las poblaciones urbanas, considerando la reproducción de la estructura centralizada que caracteriza a la Argentina y que no fue revertido en las décadas de gestión estatal del servicio. “La infraestructura es símbolo de modernidad, pero también testigo de las limitaciones y tensiones de la gestión del Estado” (Zunino Singh, Gruschetsky, Piglia, 2021: 16). Si bien el análisis de la dimensión política de los artefactos culturales no es objetivo de este trabajo, es importante señalar su relevancia porque también fueron parte de una disputa política y económica que contribuyó a consolidar, a lo largo del tiempo, el imaginario del Estado ineficiente en la gestión y administración de servicios[10] que facilitó la posterior privatización en 1990 mediante el decreto 731/89 que dispone el traspaso de ENTel a las operadoras privadas de capitales extranjeros Telecom y Telefónica.
En relación a los teléfonos públicos (Imagen 2), la mala distribución espacial y la insuficiencia de estos artefactos en los barrios más alejados del centro de Rosario fue un problema recurrente[11] al que se suman la dificultad para encontrar monedas o cospeles para realizar las llamadas[12], la falta de mantenimiento de los mismos[13] y la reiteración de actos vandálicos que hacían que “los teléfonos tornan a ser mutilados en perjuicio de la sociedad” (Diario La Capital, 16/7/1977).
Imagen 2: Teléfonos públicos ENTel.1. Plaza 25 de Mayo | 2. Peatonal Córdoba
Fuente: Colección del diario La Tribuna c. 1978. Archivo fotográfico Museo de la Ciudad
Con la privatización del servicio, en Rosario comenzó a operar la empresa Telecom y persistieron las notas en el diario solicitando el mantenimiento y la instalación de más teléfonos públicos, reclamando por aparatos rotos, fallas de funcionamiento, falta de tono, mala distribución y la escases de estos artefactos en lugares estratégicos como hospitales y centros[14].
En Rosario el problema es grave. Una urbe extendida como la nuestra, carente de suficiente número de teléfonos particulares, a punto de que en determinados barrios son pocas las empresas, organismos y personas que lo poseen, tampoco cuenta con suficientes aparatos en lugares públicos (…) Junto a los pocos que funcionan se forman largas colas de usuarios, que esperan, con razón, que se solucione tan serio problema (Diario La Capital, 9/11/1991)
A esto se sumaba que una cantidad significativa de teléfonos públicos se localizaban en comercios, con lo cual sólo estaban disponibles en el horario que estos locales estaban abiertos al público[15]. En 1992, el cambio del sistema coaxil por la telefonía digital con fibra óptica impacto en los teléfonos públicos previendo extender la red, que en ese momento contaba con 11.000 en funcionamiento, con teléfonos que funcionaran con el nuevo sistema de tarjetas magnéticas[16]. A esta nueva etapa se sumaban proyectos en el Concejo Deliberante para realizar acuerdos con la empresa Telecom para reforzar la instalación de teléfonos públicos en los barrios alejados del centro[17]. Los nuevos teléfonos con tarjeta magnética duraron muy poco. En 1993 comenzaron a reemplazarlos por aparatos que funcionaban con tarjetas con chip. Responsables del área de relaciones externas de la empresa comentaban que: “Los teléfonos con tarjeta magnética no servían para Rosario, además es un método que angustia al usuario que no ve la tarjeta una vez que ingresa al teléfono, cosa que no ocurre con la tarjeta chip que está todo el tiempo a la vista y puede retirarse cuando se desea”. De los 500 nuevos teléfonos, se comprometían a instalar sólo 50 en el centro y el resto en los barrios[18]. En 1995 aparecieron los primeros aparatos que aceptaban monedas de uso corriente. Si bien no estaba previsto instalarlos en la vía pública por los destrozos que la gente podría realizar para extraer las monedas[19], finalmente se fueron instalando en la ciudad y desde 1996 se contaba con la posibilidad de realizar llamadas internacionales desde teléfonos públicos[20]. Este sistema de cobro generaba ganancias extraordinarias a las empresas de telefonía por no dar el vuelto exacto, situación denunciada no sólo por perjudicar a los usuarios sino también por significar una presunta evasión fiscal[21].
En 1997, a través del Decreto del Concejo Municipal N° 13.578/97 se exige la instalación de teléfonos públicos para personas discapacitadas y menores de edad. Éstos se ubicaban a menor altura que el resto, como puede observarse en la imagen 3.
Pese al aumento de teléfonos y la actualización tecnológica, en 2002 el 60% de los teléfonos públicos del centro no funcionaban por falta de mantenimiento, lo que significó una denuncia de Defensa del Consumidor ante la Comisión Nacional de Comunicaciones. Caracterizaron a los teléfonos como verdaderos tragamonedas, mientras que desde la empresa afirmaban no dar a vasto por el nivel de vandalismo efectuado sobre los teléfonos para extraer las monedas[22].
“Sucedía frecuentemente: tragaba las monedas o los cospeles sin haber podido comunicarse” (Mujer, mayor de 60 años. Testimonio compartido en la encuesta mayo, 2024)
“Siempre costaba poner las monedas porque las devolvía”. (Mujer, 40-50 años, 2024)
El vandalismo aparece como una práctica habitual. Gran parte de los encuestados recuerda haber presenciado o cometido actos de vandalismo contra los teléfonos y aluden con tristeza a los destrozos que se cometen contra los que aún están en la vía pública:
“Robamos un plástico de una cabina en desuso para hacer culipatín en las barrancas de circunvalación y 27 de febrero”. (Mujer, 40-50 años, 2024)
“En una oportunidad vi un par de adolecentes tratando de destrozarlo y les dije que el teléfono podía salvarles la vida. Me miraron y se fueron riéndose”. (Mujer, mayor de 60 años, 2024)
“Cuando mi hermana cumplió 15 años, año 1997, las amigas compraron aerosoles y le dejaron un mensaje en la calle. Además, algunas pintaron con sus respectivos nombres, bien grande y visible, el teléfono que estaba justo en la puerta del edificio donde vivíamos. Era de esos color gris, tipo tótem rectangular. Ellas se quedaron de pijamada esa noche. A la mañana temprano mi papá las despertó con una botella de tiner y las mandó a limpiar el teléfono.” (Mujer, 40-50 años, 2024)
“Me da mucha tristeza ver cómo se han vandalizado los pocos que quedan” (Mujer, mayor de 60 años, 2024)
En relación al emplazamiento y cantidad de los teléfonos, en lugares de mucha concurrencia se instalaron cabinas dobles o directamente dos teléfonos contiguos (imagen 3). Éstos aún se observan en la entrada de sanatorios, la escuela de policía y varios ubicados en los interiores de los shoppings.
Imagen 3: Cabinas en sitios de alta demanda
Fuente: elaboración propia a partir de fotografías tomadas durante septiembre de 2022
En 2005 se comenzaron a instalar teléfonos semipúblicos en locales comerciales[23]. Con la remodelación de la peatonal Córdoba en 2008 se retiraron todas las cabinas[24], sin embargo, sobreviven algunos en las columnas y dentro de las galerías comerciales de la peatonal (imagen 4). Desde entonces, y ante el incremento del uso de los teléfonos celulares, los teléfonos públicos fueron usándose cada vez menos hasta perder el tono completamente.
Imagen 4: Teléfonos públicos en peatonal Córdoba
Fuente: Elaboración propia, septiembre 2022
En este breve recorrido por la trayectoria de los teléfonos públicos en la ciudad, se advierten tensiones que ponen en evidencia las dificultades comunicacionales en la vida cotidiana de las ciudades; principalmente, la desigualdad espacial y social en el acceso a los teléfonos tanto particulares como públicos. Éstos últimos de mayor relevancia ya que operarían, en cierto modo, como garantía al derecho de la comunicación. Como se vio, debido a las dificultades en la instalación, distribución y mantenimiento no se satisfacían las demandas sociales de conectividad.
Teléfonos públicos usos y sentidos de lugar(es)
Los usos y modos de apropiación de las tecnologías nos brindan insumos relevantes para comprenderlas como artefactos culturales ya que las prácticas ofician de mediadoras entre las personas y las cosas, y los modos de relacionarnos con ellas poseen una carga significativa que es posible identificar y analizar. Para ello recuperamos los usos sociales de los teléfonos públicos en el pasado, cuando aún cumplían su función operativa; en el presente, cuando sobreviven como estructuras materiales fuera de funcionamiento en diversos espacios públicos, y también indagamos en relación a los posibles usos a futuro. La estrategia metodológica combina el trabajo de observación de los teléfonos y las acciones que se despliegan en torno a ellos con la realización de una encuesta cualitativa para identificar sentidos vinculados a usos habituales y no convencionales.
En relación a los usos pasados es interesante puntualizar que la habitualidad con que se utilizaba el teléfono en la década del 90 y principios de los 2000 restaba sentido emotivo en ese momento. Éste cobra relevancia ahora cuando esa práctica comunicacional urbana forma parte de un pasado resignificado desde el presente. Es posible advertir también, que, aun cumpliendo una función operativa, los teléfonos públicos, en su calidad de artefactos culturales, siempre fueron apropiados para otros fines.
Las motivaciones de usos habituales respondían a la necesidad de dar aviso por cambios de planes cuando se encontraban en la vía pública y no había otra manera de comunicarse, comunicarse con alguien en el exterior u otra ciudad. Al tratarse de un estudio sobre Rosario, el uso que de ellos hacían los estudiantes universitarios provenientes de otras ciudades era significativo. También eran empleados por comodidad, por quienes no tenían teléfono fijo, o éste se cortaba por lagos períodos. A pesar de contar cada vez con mayor presencia de aparatos en la vía pública, el hecho de que muchos estuviesen averiados hacía que se generaran situaciones sociales de espera para poder hablar. Se recuperaron numerosos recuerdos sobre la práctica de hacer llamadas con cobro revertido, solicitar la hora al 113, buscar monedas que habían quedado de otras llamadas, hacer bromas e incluso amenazas de bombas en instituciones educativas.
“Cuando se llenaba de monedas y no lo vaciaban, lo golpeábamos y caían monedas cuál olla de duende. Le decíamos "ir a llamar a Gustavo"”. (Hombre, 40-50 años, 2024)
“En la escuela secundaria descubrieron que las amenazas de bomba las hacían desde el teléfono público que estaba en el hall de entrada, entonces había un portero que lo vigilaba.” (Mujer, 40-50 años, 2024)
También se lograron recuperar algunos mitos como efectos transformadores producidos por el teléfono o ser depositario de enfermedades infecciosas:
“A los diez años, 1990, con una amiga, llamamos a una compañera de vóley para hacerle una broma horrible. Suponíamos que el teléfono transformaba la voz o algo así. Me dio tanta vergüenza cuando se dio cuenta de que éramos nosotras que casi me muero.” (Mujer, 40-50 años, 2024)
“Tenerle miedo y no revisar más en busca de monedas por el mito de que dejaban jeringas infectadas con VIH” (Hombre, 20-30 años, 2024)
Ya en los recuerdos sobre los usos no convencionales de los teléfonos en el pasado comienza a emerger una de las significaciones imaginarias que identificamos: los teléfonos públicos como lugar. En sentido estricto, un lugar es una categoría que refiere a una porción del espacio, sin embargo, advertimos que los usos de estos artefactos trazan una analogía con los usos de ciertos espacios como lugares en el sentido que le otorga Cresswell (2008) y que trataría de espacios (y artefactos, agregamos) a los cuales la gente les ha dado significado y, por ende, están ligados con ellos en diferentes maneras y tienen una “localización significativa” por lo que pueden significar sentido del lugar (Cresswell 2008: 7 en Ramírez Velázquez, López Levi, 2015).
Los teléfonos públicos significados y apropiados como lugares se transformaban en refugios de la lluvia, punto de encuentro, lugar para hacer sesiones de fotos y sitios reservados para la intimidad[25]:
“Las cúpulas donde estaban los teléfonos públicos las usábamos de refugios cuando llovía” (Mujer, +60 años, 2024)
“Los de cabina usados como baño...” (Hombre, +60 años, 2024)
“…la cabina de vibras londinenses de la galería por peatonal Córdoba era un lugar canchero para sacar fotos de adolescentes” (Mujer, 30-40 años, 2024)
“Como lugar para besarnos a escondidas!” (Mujer, 40-50 años, 2024)
Entre los usos actuales, observamos que algunos son apropiados como baños públicos[26] y como lugares de juego. Además, cumplen una función como lugares de expresión artística, política y publicitaria o de difusión lo que le otorga una potencia significativa muy presente en la cultura urbana que se manifiesta tanto en los testimonios como en las observaciones realizadas (Imagen 5).
Imagen 5: Teléfonos como lugares de expresión
Fuente: elaboración propia, capturas septiembre-noviembre 2022
En el caso de la imagen 6, el autor se propuso recuperar el lugar a través del embellecimiento estético del teléfono. Sin embargo, el teléfono no sólo es utilizado como soporte sino como parte de la obra artística, del concepto en el que se plantea resignificar la relación de la ciudad con el río “como si los teléfonos pudieran conectarnos con el río ya que esos teléfonos no nos conectan con nada en este momento, más que con el pasado” (Pablo Borsani Savoni, conversación personal 28/6/2023)
Imagen 6: Teléfono público-río Paraná. Pablo Borsani Savoni
Fuente: Captura propia. Maipú 2250. Junio 2023
En el seguimiento realizado sobre algunos teléfonos, pudimos observar cómo son intervenidos a lo largo del tiempo y van adquiriendo nuevas capas de sentidos, incluso dialogando con otros objetos que brindan una atmósfera de “lugar”, en este caso apropiado por personas en situación de calle (imagen 7).
Imagen 7: Teléfono público intervenido entre 2022 y 2024
Fuente: Captura propia. 27 de febrero 1310. Septiembre 2022/enero 2024
Adscribimos a la corriente de la geografía humana que indaga los lugares desde su producción de significados sociales y es en ese sentido que los teléfonos públicos se invisten como lugares desde el imaginario social porque en él enlazan experiencias, percepciones, interpretaciones, sentimientos, emociones y cierta memoria común, compartida, elementos constitutivos del lugar (Gregory, 2009) que en el caso de estos artefactos estarían distribuidos espacialmente en la ciudad, pero serían en sí mismos lugares por su capacidad de organizar el espacio y constituir centros de significación (Tuan, 1977) que perduran y se fortalecen con el paso del tiempo en la memoria colectiva.
Estas afirmaciones también se refuerzan con los hallazgos del trabajo de campo ya que casi la totalidad de los encuestados manifestaron su deseo de que estos artefactos se preserven, ya sea para cumplir con su funcionalidad original o para otros usos, pero se resalta la importancia que tienen porque forman parte de su historia e identidad.
Teléfonos públicos y emosignificaciones: nostalgia y alegría
Analizar los procesos de significación y/o resignificación social de las tecnologías urbanas, nos conduce a incorporar el plano significacional y afectivo a través del cual también se expresa lo imaginario. Si bien no todas las tecnologías tienen la misma potencia para activar sentimientos y emociones, consideramos que es posible analizar ciertas tecnologías obsoletas no sólo como artefactos históricos y culturales sino también como artefactos emosignificacionales (Vergara Figueroa, 2019, 2024). Es decir que hay ciertos objetos que al caer en desuso pueden sostener vinculaciones emocionales con esa sociedad y esto se puede analizar en los procesos de resignificación social de los mismos. Por ello sostenemos que, una vez identificados, es factible abordarlos como clave interpretativa de la cultura urbana, portadores de emosignificaciones y encarnadura de imaginarios sociales.
Acudimos a las emosignificaciones como categoría de análisis formulada por Vergara Figueroa (2019) como unidad vital entre significaciones, emociones y sentimientos que interactúan en las relaciones sociales, permite dar cuenta de este estrato de sentido no racionalizado. La emoción y los sentimientos son sociales y pueden estar mediados por objetos, su diferencia radica en una cualidad temporal ya que mientras la emoción es irruptiva y sincrónica, el sentimiento es diacrónico, perdura en el tiempo (Vergara Figueroa, 2019). En nuestro análisis pudimos comprobar que los teléfonos públicos encarnan emosignificaciones que fueron cambiando a lo largo del tiempo (enojo, ansiedad, alegría, nostalgia) y en ese transcurrir fueron reelaborando el lazo significativo con las sociedades urbanas, la rosarina en este caso.
"Gracias por el recuerdo" fue una respuesta reiterada en la encuesta, actitud que nos condujo a pensar que existe un movimiento emotivo, una conmoción de lo que genera una relación que se establece con los artefactos y las memorias en el contexto de la vida cotidiana urbana. “La ruina abre la posibilidad de recordar” (Márquez, et.al.,2019:113). En este punto, la temporalidad deviene un factor clave. Benjamin (2005) sostiene que los objetos modernos nacen como ruinas en un proceso de aceleración entre novedad y obsolescencia que conlleva a una permanente sustitución, reemplazo u olvido de esos objetos que fueron novedad. En la etapa actual, la aceleración del recambio tecnológico es tal que las cosas no tienen tiempo de envejecer (Huyssen, 2007). En el caso de los teléfonos públicos se advierte que la aceleración de este proceso de emergencia hacia los ´60, su expansión y apogeo entre fines de los ´90 y principios de los 2000 y su ocaso pasada la primera década del nuevo milenio, representa un período acotado en la historia de las tecnologías de comunicación.
Cuando consultamos acerca de las asociaciones emotivas con los teléfonos públicos, predomina la nostalgia ligada a su valoración como artefacto significativo de la historia (individual y colectiva) y a la alegría que emerge en ese momento evocativo. A diferencia de la melancolía que es un sentimiento enlazado a la tristeza, la nostalgia rememora al pasado actualizándolo a través de un recuerdo agradable. Por ello también se prioriza la opción de preservar los teléfonos y en su mayoría se refieren con tristeza a su actual estado de abandono o la desaparición de los teléfonos. La ruina, sostiene Huyssen (2007), es un objeto de nostalgia. Si bien se trata de artefactos obsoletos, no son experimentados como chatarras aunque algo de esta significación también está presente. Son muy pocos los relatos que sostienen que deben ser removidas del espacio público porque entorpecen la circulación o porque no tienen sentido funcional. También se registraron quejas aludiendo al peligro que representan estas estructuras sin mantenimiento que “pueden caerse en cualquier momento”[27], y numerosos casos de remoción de teléfonos frente a obras en construcción o en otros sitios de la ciudad porque representan una molestia. Pero los teléfonos públicos siguen habitando la ciudad material y simbólicamente.
Esto, sumado a los procesos de nuevos usos que pudimos identificar, permiten hablar de una significación de los teléfonos públicos como ruinas tecnológicas y no como escombros. No sólo dan cuenta del modo en que se desarrollaban las telecomunicaciones previo a la digitalización, sino que es su pregnancia emotiva y simbólica lo que traza esa distinción. Tienen materialidad y encarnan emociones, recuerdos, sentidos y disputas… expresan imaginarios. Los teléfonos públicos devienen artefactos emosignificacionales donde el sentimiento que opera de sustrato es la nostalgia, por esta razón consideramos que en torno a ellos se configura un imaginario patrimonialista, entendido como aquel que “tiende a plantear que las manifestaciones materiales de las culturas urbanas del pasado deben ser rescatadas, preservadas y enarboladas por las sociedades actuales (Hiernaux, 2006: 33). Son emosignificados como artefactos valiosos a recuperar porque hacen lazo con la alegría que despierta el recuerdo y la tristeza de su presente. Al mismo tiempo que configuran un marco de esperanza y abren una imaginería en torno a lo que se podría hacer con ellos por estética, funcionalidad o impronta patrimonial: teléfonos para emergencias y para garantizar el acceso a la comunicación, objetos de decoración en instituciones, objetos de museo, piezas para intervenir artísticamente, como espacios de WiFi públicos, puntos para cargar celulares, espacios seguros donde activar alarmas ciudadanas o bibliotecas comunitarias. Pero, en cualquier caso, la preservación de este artefacto implica el resguardo de una parte emotiva de la historia urbana y comunicacional.
Reflexiones finales: Imaginarios sociales entre la utilidad y la nostalgia
En este trabajo buscamos comprender el lazo entre la espacialidad urbana y las infraestructuras de comunicaciones que constituyeron los teléfonos públicos para indagar los sentidos sociales que se les atribuyeron y el proceso de resignificación social que se desplegó por su pérdida de funcionalidad original. Para ello articulamos los enfoques teóricos provenientes del giro material y cultural (usos, prácticas y sentidos) con la perspectiva simbólica (significaciones e ensoñaciones) y emocional (sentimientos y emociones) y acudimos a un abordaje cualitativo que nos permitió identificar qué imaginarios sociales invisten a los teléfonos públicos tomando como caso la ciudad de Rosario.
El análisis incluyó la variable de la temporalidad a partir del análisis de los usos del pasado, el presente y las posibilidades a futuro. Allí se expuso la tensión en torno a la utilidad de los teléfonos ya no en su condición exclusiva de tecnología, sino en su condición de artefactos culturales y emosignificacionales, como encarnación de dos potentes imaginarios sociales: de lugar y de patrimonio.
En el proceso de resignificación de los teléfonos pueden leerse huellas de sentido que imprimieron en las historias personales y colectivas configurando mojones en las subjetividades que hoy emergen con sentimientos de nostalgia y alegría. A su vez, también se analizaron huellas que la sociedad va dejando sobre los restos tecnológicos que hoy se transforman en medios de expresión artística, refugios, ornamentos, fetiches. La existencia de los teléfonos en la vía pública no resulta indiferente para esa comunidad que estableció lazos emosignificativos con ellos.
Tanto los recuerdos como los usos, apropiaciones y proyecciones creativas que suscitan dan cuenta de un deseo de activación patrimonial (Parts, 2005) de los teléfonos públicos desde abajo, desde la experiencia cotidiana ciudadana; lo que implicaría el pasaje de ser ruinas tecnológicas a constituirse en patrimonio social urbano. Un patrimonio vivo, activo que, como pudimos ver, se manifiesta en una imaginería creativa y propositiva en clave de reutilización y resignificación práctica de los teléfonos.
Frente a la virtualización que implican hoy las comunicaciones en una relación urbano-comunicacional altamente individual y desanclada espacialmente como experiencia colectiva, los teléfonos públicos ofician de portal al pasado, pero también de llave hacia un futuro en el cual las ciudades, en su función de palimpsesto, logren contener no los escombros, sino también las ruinas valiosas que cargan con sentidos sociales profundos y memorias compartidas.
Referencias bibliográficas
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[1] Esta afirmación se sostiene en el análisis de material hemerográfico y de los teléfonos relevados, no se cuenta aún con información oficial para constatarla.
[2] Agradecimiento: al archivo del Diario La Capital y especialmente a Marcela Yuvone por haberme facilitado el acceso al material hemerográfico y al archivo del Museo de la Ciudad por brindarme las fotografías del Diario La Tribuna 1978.
[3] Falta incluir en los análisis entrevistas a trabajadores telefónicos y representantes locales de la empresa de teléfonos para profundizar en aspectos puntuales como la cantidad y localización de los teléfonos, cuándo dejaron de funcionar y por qué, qué se hace con ellos cuando se retiran del espacio público y si tienen prevista alguna política de preservación y o reutilización, entre otras dimensiones de interés.
[4] Con esta noción el autor alude al proceso simbólico, material y cultural a partir del cual una tecnología encuentra terreno fecundo para instalarse y desarrollarse en determinado momento histórico, como así también porqué hay tecnologías que al estar a destiempo con su época, terminan fracasando.
[5] Agradezco a las y los colegas de la Red Iberoamericana de Investigación en Imaginarios y Representaciones (RIIR) por sus contribuciones
[6] /www2.claro.com.pe/portal/pe-2020/recursos_contenido/claro-home/64efe418-74bf-4a87-9c0f-a66012d83341-telefonia_publica.pdf
[8]https://mvsnoticias.com/economia/2024/1/31/cfe-regresa-las-cabinas-telefonicas-la-calle-aqui-te-decimos-como-funcionan-624609.html
[9] En su artículo, la autora detalla la historia de las empresas, sus fusiones y cambios de nombre, elementos que no son objeto de este trabajo
[10] Son numerosas las notas que abonan esta idea. Diario La Capital 11/3/1957, 31/5/1966, 10/2/1970, 26/10/1977, 12/12/1986
[11] Diario La Capital 8/11/1969, 6/5/1977, 16/7/1977, 11/1/1978, 23/10/1978, 23/5/1980, 31/8/1992)
[12] Diario La Capital 26/6/1977, 24/7/1980
[14] Diario La Capital 30/12/1990, 24/1/1991
[15] Diario La Capital 28/3/1992
[16] Diario La Capital 19/5/1992
[17] Diario La Capital 31/8/1992, 4/6/1992
[18] Diario La Capital, 18/8/1993
[19] Diario La Capital, 1/3/1995
[20] Diario La Capital 20/6/1996
[21] Denuncia presentada por el entonces Diputado Mario Das Neves. Diario La Capital 16/3/2001
[22] Diario La Capital 27/4/2002
[23] Diario La Capital 26/8/2005
[24] Diario La Capital 18/9/2008
[25] Clasificación realizada en base a las respuestas recibidas en la encuesta.
[26] Práctica observada en el teléfono público frente al Anfiteatro municipal en el Parque Urquiza el 1/10/2022
[27] Nota de campo sobre conversación con comerciante con un teléfono público en el ingreso de su local.