Nueva ReCIT, 7 (2023) Facultad de Lenguas, Universidad Nacional de Córdoba, Argentina
ISSN 2618-1940
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La noción de equivalencia: consideraciones teóricas que enriquecen la
formación de un alumnado de Español Lengua Materna y Extranjera
The Notion of Equivalence: Theoretical Considerations that Enrich the Training of
Students doing a Degree Course on Spanish as a First Language and as a Foreign
Language
Ma. Natalia Gómez Calvillo
Facultad de Lenguas, Universidad Nacional de Córdoba
Resumen
En el presente trabajo, se pone el foco en material traductológico que versa, directa o indirectamente, sobre
la noción de equivalencia. Encuentra su motivación específica en una función docente particular,
desempeñada en la asignatura Lingüística Contrastiva y Teoría de la Traducción (LCyTT), de las carreras
Profesorado y Licenciatura en Español Lengua Materna y Lengua Extranjera, de la Facultad de Lenguas,
UNC. El objeto último de LCyTT es la profundización de los conocimientos acerca del español con los que
ya cuenta el estudiantado por medio del realce de algunos modos en los que esta lengua contrasta con otras.
De esta manera, la traducción emerge como terreno fértil para hacer centro en divergencias no solo
lingüísticas, sino, sobre todo, culturales, y la categoría equivalencia se manifiesta en diferentes ocasiones
para dar pie a una reflexión cuidadosa en cuanto a su definición. En este texto, entonces, se realiza un repaso
sucinto de modelos traductológicos que permiten abordar dicha noción en las clases en las que, como en
LCyTT, la traductología se entrama con la lingüística, y, al mismo tiempo, la lingüística contrastiva. Por
último, se dejan delineados algunos recorridos futuros en los que, a la presente reflexión, se le agreguen
fructíferas consideraciones cognitivistas.
Palabras clave: equivalencia, traductología, lingüística, lingüística contrastiva, consideraciones
cognitivistas
Abstract
This article focuses on translatological material that deals, directly or indirectly, with the notion of
equivalence. It finds its specific motivation in a particular teaching function, carried out in the subject
Lingüística Contrastiva y Teoría de la Traducción (LCyTT), of the university degrees Profesorado y
Licenciatura en Español Lengua Materna y Lengua Extranjera, at the Facultad de Lenguas, UNC. The
ultimate goal of LCyTT is to deepen students' existing knowledge of Spanish by highlighting some of the
ways in which this language contrasts with other languages. In this way, translation emerges as a fertile
ground to focus on divergences not only linguistic but, above all, cultural, and the category of equivalence
appears on different occasions to give rise to a careful reflection on its definition. In this text, then, a succinct
review of translatological models is made that allow us to approach this notion in classes in which, as in
LCyTT, translatology is intertwined with linguistics and, at the same time, contrastive linguistics. Finally,
some future paths are outlined in which, to the present reflection, fruitful cognitivist considerations may be
added.
Key words: equivalence, translatology, linguistics, contrastive linguistics, cognitivist consideration
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1. Introducción
En el presente trabajo, realizo una exposición sucinta sobre material traductológico que
versa sobre, directa o indirectamente, la noción de equivalencia. El motivo que subyace a la
elección de este tema específico está vinculado con mi función docente en una materia,
denominada Lingüística Contrastiva y Teoría de la Traducción (LCyTT), de las carreras
Profesorado y Licenciatura en Español Lengua Materna y Lengua Extranjera, de la Facultad de
Lenguas, Universidad Nacional de Córdoba (UNC).
En dicha asignatura, se provee a un estudiantado, interesado en profundizar sus
conocimientos acerca del español, de contenido teórico que concierne a los modos en los que su
lengua primera contrasta con otras. El contraste se entiende, entonces, como propiciador de una
comprensión más acabada de características específicas de la lengua española, desde una lente que
la pone en relación con lenguas tales como el inglés. El contraste también se concibe clave para
incorporar la traducción, de manera introductoria, como problema lingüístico y para considerar el
empleo de esta, en tanto actividad entre lenguas, actividad textual y acto de comunicación (Hurtado
Albir, 2011[2001]), en la enseñanza de ELE, Español como Lengua Extranjera (cfr. Ramón García,
2001; García Muruais y Senovilla Arias, 1998; Pérez Tuda, 1999; Tricás Preckler, 2010).
2. Vinay y Darbelnet (1958) y Catford (1965)
Al momento de introducir algunas perspectivas desde las cuales analizar la traducción,
solemos sacar provecho de dos enfoques traductológicos que poseen una base lingüística: el de
Vinay y Darbelnet (1958) y el de Catford (1965). Tales textos se erigen como poseedores de una
vinculación explícita con el ámbito, que es la raison d'être de la asignatura, a saber, la lingüística,
y, al mismo tiempo, la lingüística contrastiva.
De este modo, seguimos a fuentes como Álvarez (1994), cuando señala que las escuelas de
teoría de la traducción que se orientan hacia la lingüística consideran la traducción como una
subdisciplina de la lingüística aplicada. En consecuencia, apunta que hay acercamientos
procedentes de la lingüística que han sido adaptados con éxito a la traducción e indica que, durante
la década de 1960, con el desarrollo de las teorías estrictamente científicas de la lingüística, varios
lingüistas de habla inglesa desarrollan acercamientos a la traducción:
En EE. UU., el que ha tenido más influencia es sin duda Nida (1964, Nida y Taber 1969), quien, en
base a su gran experiencia en la traducción de la Biblia, desarrolló una teoría de la traducción que
incluía conceptos de la gramática transformacional, continuando en la actualidad como una figura
influyente. En Inglaterra, J.C. Catford (1965) basó su teoría de la traducción en la gramática sistémica
de M.A.K. Halliday, y hoy es una obra clásica de consulta. (p. 207)
Álvarez arguye que la enseñanza de una primera fase en el proceso de traducción, la del
desciframiento por parte del traductor del mensaje original del autor, resulta más efectiva dentro
de la gramática sistémico-funcional, porque, piensa, esta se decanta por la comprensión global del
texto, dado que es una gramática del discurso.
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Por su parte, el mismo Catford (1965), en la introducción a su obra, establece que, dado
que la traducción tiene que ver con el lenguaje, el análisis y la descripción de procesos de
traducción deben emplear, de manera frecuente, aquellas categorías que se utilizan en la
descripción de lenguas. Subraya que cualquier teoría de la traducción ha de servirse de una teoría
del lenguaje, es decir, una teoría lingüística general
1
. De inmediato, expone que su obra saca
provecho de las clases dadas en la Facultad de Lingüística Aplicada de Edinburgh University. Unas
líneas más abajo, señala lo siguiente:
Cuánta traducción puede usarse en la enseñanza de lenguas es un tema de interés entre docentes, y
es uno que no puede abordarse en profundidad sin apoyarse en una teoría acerca de lo que es la
traducción, la equivalencia traductora, la diferencia entre equivalencia y correspondencia formal, los
niveles de la lengua en los que pueden realizarse traducciones, entre otros aspectos. El defecto
principal del ahora universalmente repudiado ‘Método de traducción gramatical’ fue su empleo de
una mala gramática y una mala traducción la traducción no es una técnica peligrosa en misma,
siempre y cuando se entienda su naturaleza y su uso se realice de manera controlada: y la traducción
es una habilidad muy valiosa para impartir a nuestros estudiantes. […] De modo particular, sin
embargo, quisiera agradecer al Dr. M.A.K. Halliday, con quien mantuve conversaciones sobre
diversas secciones de este trabajo mientras lo preparaba. (p. viii)
Esta cita hace evidente la incorporación, por parte de Catford, de la equivalencia en tanto hecho
presente y para el cual se ha de trabajar, desde una fundamentación lingüística particular, en el
trabajo traductor.
Por su parte, como explican Gil-Bardají y Presas (2008), Vinay y Darbelnet (1958)
elaboran «su catálogo de ‘procedimientos técnicos’ [con el objeto de] explicar los mecanismos que
entran en juego al pasar de una lengua a otra» (p. 117). Agregan que tales «mecanismos se obtienen
en general a través del análisis contrastivo de dos sistemas lingüísticos distintos, exceptuando tal
vez el caso de la adaptación, donde el criterio de equivalencia ya no es lingüístico sino situacional»
(p. 117).
En la Introducción a su obra, los mismos Vinay y Darbelnet (1995)
2
argumentan que la
traducción es una disciplina que posee sus propios métodos y sus problemas específicos, por lo
que conlleva una ciencia exacta. Consideran que sería un despropósito el incluir la traducción en
el ámbito de las artes, porque, al hacerlo, se le estaría impidiendo su pertenencia al marco de la
lingüística, razón por la cual se le negarían los avances metodológicos existentes en áreas tales
como la fonología y la morfología (p. 7). Indican que los métodos que proponen en su libro pueden
ser aplicados tanto en el terreno de la traducción profesional como en otros espacios en los que
esta se emplea, por ejemplo, la educación. Apuntan lo siguiente:
Una comparación atenta de dos lenguas permite una identificación de las características y el
comportamiento de cada una. De este modo, no es el sentido de una expresión lo que importa, sino
la manera en que una lengua elige presentarlo. (p. 8)
1
Traducción propia del material que extraigo de su libro.
2
Me baso en la traducción al inglés de su obra, del año 1995. He realizado la traducción al castellano de las secciones
que cito aquí.
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El foco está, parece, en el nivel lingüístico de manifestación de los sentidos y, por ello, mencionan,
la traducción es una disciplina auxiliar a la lingüística, dado que nos permite investigar los
mecanismos que se manifiestan en una lengua en relación con otra y clarifica fenómenos
lingüísticos que, de otro modo, permanecerían sin descubrir (p. 9). Antes de «identificar los
procesos que permiten el movimiento de una lengua a otra» (p. 12), incluyen un listado de
conceptos básicos que toman de la teoría de F. de Saussure sobre el signo lingüístico, la dicotomía
significado-sentido y lengua-habla, entre otros. Al mismo tiempo, se remiten a otra distinción
dicotómica entre transformaciones obligatorias y facultativas en determinados tipos de sus
procedimientos (p. 15).
3. Equivalencia como paradigma
Entonces, en el repaso sucinto que hacemos de la traducción y de los modelos
traductológicos mencionados, la noción de equivalencia emerge en diferentes ocasiones y conlleva
una reflexión cuidadosa en cuanto a su definición.
En consonancia con las teorías traductológicas abordadas, nos resulta fructífero plantear la
existencia de un terreno compartido entre las lenguas, ese tertium comparationis del que hablan
distintos autores (cfr. Ramón García, 2001; Jaszczolt, 2003; Tricás Preckler, 2010), para luego
atender a las maneras en que cada sistema lingüístico lo manifiesta, sin dejar de prestar atención a
matices de significado que exceden lo meramente lingüístico (cfr. Nord, 2003). Por este motivo,
preguntas tales como ¿qué es la equivalencia? y ¿qué entidad equivale a qué otra? nos dan pie a
enriquecer nuestro estudio de la traducción en relación con la lingüística contrastiva. Aquí,
material como el de Pym (2016 [2012]) nos permite desarrollar, con mayor nivel de detalle, la
noción de equivalencia a partir del recorrido histórico-teórico que realiza al respecto el autor.
Para empezar, consideramos importante puntualizar que Pym habla de un «paradigma» de
la equivalencia. Es decir, equivalencia no como una noción aislada, sino como categoría que
incluye un compendio de visiones teóricas. Tales teorías, aunque con orígenes autoriales distintos,
con sus consecuentes posicionamientos específicos, son factibles de reunir, dado que lo que
postulan, por separado, comparte la comprensión de la equivalencia como concepto central
subyacente. La equivalencia se convierte, así, en rótulo-categoría que indica la existencia de un
mismo marco pluralista, como expresa Pym.
Además, es necesario aclarar que, junto a la equivalencia en tanto concepto paradigmático,
el autor incluye, también, otros, como «la finalidad (Skopos), la descripción, el indeterminismo, la
localización y la traducción cultural», los cuales establece en asociación con paradigmas
respectivos, todos relacionados con el estudio de la traducción (p. 7).
Nos resulta conveniente resaltar que conocer que el paradigma de la equivalencia entra en
relación con otros paradigmas permite fortalecer la formación de nuestro alumnado. Sin embargo,
los reconocemos, aunque en nuestra asignatura no los desarrollamos, dado que nuestro centro de
atención no es la traductología ni la traducción en mismas, sino, más bien, la traducción como
herramienta didáctico-pedagógica, en tanto proceso que brinda la oportunidad para reflexionar
contrastivamente, es decir, en tanto proceso de «reexpresión del sentido» (Hurtado Albir, 1988,
como se citó en García Muruais y Senovilla Arias, 1998, p. 306).
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4. Equivalencia como valor
Creemos nuclear incluir, con Pym (2016 [2012]), una relación que nos resulta
particularmente provechosa desde nuestro lugar de enunciación. Como señalamos arriba, las
teorías de la traducción, sobre todo aquellas que introducimos en LCyTT, se entretejen con teorías
lingüísticas. Sin embargo, con el autor entendemos que, en el ámbito traductológico, el apogeo del
término equivalencia en distintas teorías de la traducción puede concebirse como reacción al
trasfondo otorgado por la lingüística estructuralista. Desde la perspectiva lingüística asociada con
Ferdinand de Saussure, arguye Pym, se puede llegar a un posicionamiento extremo en contra de la
traducción: «nunca estaremos seguros de entender nada que esté fuera de nuestros propios sistemas
lingüísticos y culturales, y mucho menos traducir lo poco que entendemos» (p. 26). Es aquí, agrega
el autor, que, en la segunda mitad del siglo pasado, las principales teorías de la equivalencia
parecen intentar dar explicación a la traducción, puesto que la lingüística del momento «no podía
o no quería» hacerlo (p. 26).
La idea alrededor de la equivalencia, sostiene el autor, es la concepción de que un texto en
una lengua A (de partida) y otro en una lengua B (de llegada) tienen posibilidad de compartir el
mismo «valor», el cual es expresable de más de una manera (p. 21), caracterización que se hace
evidente en los textos de Catford (1965) y de Vinay y Darbelnet (1958) con los que trabajamos en
nuestra asignatura. Con Pym entendemos que ese «valor», que puede remitir a diferentes niveles
(formal, referencial, funcional), no viene especificado de antemano en cada caso traductor, sino
que la teoría de la equivalencia postula que se habrá de conseguir la manifestación de un mismo
valor a algún nivel (pp. 23-24).
En consecuencia, Pym se remite a teóricos como Coseriu (1978), a quien asocia con la
postura de que, aunque las estructuras de dos idiomas distintos sean diferentes, aun así, es posible
establecer cierta equivalencia entre ellos: «En español, por ejemplo, no hay palabra equivalente al
vocablo inglés shallow tal como aparece en la expresión shallow water. No obstante, su
significación se puede transmitir empleando dos palabras: poco profundo (cf. Coseriu 1978)»
(Pym, 2016 [2012], p. 27). Asimismo, Pym se refiere a Koller (1979) y lo describe como un teórico
que desola advertencia de Saussure en cuanto a que el habla no es pasible de un estudio
sistemático. Koller, nos indica Pym, presenta una distinción explícita entre la lingüística
contrastiva, capaz de analizar las diferencias entre los sistemas, y la traductología, responsable del
análisis de «las equivalencias entre las expresiones, en el uso real de los idiomas» (Koller (1979),
en Pym, 2016 [2012], p. 27). Entonces, esta diferenciación subraya el hecho de que cada ciencia
se centra en objetos de estudio específicos, algo que realza la posibilidad de traducción entre
sistemas lingüísticos dispares. También, Pym retoma el posicionamiento de Catford (1965), quien,
dice Pym, hizo “hincapié en que los traductores no trabajan con palabras aisladas sino con textos,
que tienen muchos niveles lingüísticos”, por lo que «la equivalencia no tiene por qué darse en
todos estos niveles al mismo tiempo» (…) «fonético, léxico, fraseológico, oracional, semántico»,
lo que manifiesta, agrega Pym, que la equivalencia para Catford es «integral y dinámica» (…) «que
no tiene por qué contradecir las asimetrías estructurales entre las lenguas» (Catford, 1965, en Pym,
2016 [2012], pp. 26-27).
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Igualmente, la consideración de la existencia de un tertium comparationis, en los diferentes
textos que estudiamos en LCyTT, evidencia lo que Pym explica como una presuposición asumida,
por parte de diferentes teorías del paradigma de la equivalencia, de
una realidad o pensamiento (un referente, una función, un mensaje) que se sitúa fuera de todas las
lenguas y a la que éstas se refieren. Esa realidad sería, por lo tanto, un tercer elemento en la
comparación, un tertium comparationis, disponible para ambas partes. El traductor iría desde el texto
de partida hasta este elemento, y después del elemento al correspondiente texto de llegada. Las
traducciones no naturales serían por tanto el resultado de un movimiento directo desde el texto de
partida al texto de llegada, sin pasar por la realidad a la que se refieren. (pp. 38-39)
La concepción en juego aquí, nos expone Pym, es la de «equivalencia natural», ligada,
añade, también, a «una ideología de ‘uso natural’» (p. 43) de las formas lingüísticas en el texto de
llegada respecto de las formas naturales que se emplean en el texto de partida.
5. Equivalencia natural y equivalencia direccional
Pym es rápido en indicar que, aunque puede pensarse que el paradigma de la equivalencia
es ingenuo o limitado, para él este paradigma es, si se superan «rechazos simplistas» (cfr. Snell-
Hornby, 1988, p. 22, en Pym, 2016 [2012], p. 21), muy rico y poseedor de un metalenguaje que
«merece un lugar digno en cualquier estudio de las teorías contemporáneas, al lado de los
paradigmas más recientes e incluso dentro de ellos» (p. 21). El autor entiende que las críticas son
pertinentes cuando la equivalencia se concibe como equivalencia «natural», sobre todo, señala, «si
dicha equivalencia va ligada a una ideología del ‘uso natural’, pero apenas tiene sentido cuando
hablamos de las teorías de la equivalencia direccional» (p. 43).
Es necesario, en este momento, remitirnos junto con Pym a una diferenciación entre dos
tipos de equivalencia, a saber, «direccional» y «natural», que nos habilita una comprensión más
precisa de nuestra noción en foco. Estos términos, aclara el autor, no se emplean en las teorías en
mismas, pero permiten arrojar luz y categorizar, de algún modo, el supuesto nuclear sobre el que
se erigen distintas teorías.
Entonces, la noción de naturalidad se relaciona, detalla, con «las preguntas que plantea la
lingüística estructuralista» (p. 32), con su interés por analizar idiomas, lenguas, más que hechos
de habla (p. 43) y, siguiendo a Pym, equivalencia aquí remite «a lo que existe en una lengua antes
de la intervención del traductor (de aquí la ilusión de la naturalidad)» (p. 32). Por ello, nos hace
notar que una de las teorías que consideramos en nuestra asignatura, la de Vinay y Darbelnet
(1958), con sus siete estrategias generales para hallar equivalentes al traducir lenguas, apunta al
modo en que se puede alcanzar dicha equivalencia natural «en las situaciones donde no existían
equivalentes naturales obvios» (p. 35):
Los equivalentes naturales existen, pero rara vez se encuentran en estado natural. En la mayoría de
los casos se trata de ejemplos de terminología, palabras que se han estandarizado de forma artificial,
que se han hecho corresponder exactamente con otras. […] según Vinay y Darbelnet, los glosarios
impuestos de forma artificial deben evitarse dentro de lo posible. Por el contrario, se han de buscar
equivalentes caracterizados como “naturales”, precisamente porque supuestamente se han
desarrollado sin sufrir las interferencias de lingüistas, de traductores o de otros idiomas. Según este
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naturalismo, las mejores traducciones se logran cuando no se traduce, idea que se pone en práctica
cuando se consultan textos paralelos. (Pym, 2016 [2012], pp. 34-35)
Por otro lado, la equivalencia «direccional», que se manifiesta en lo que Pym denomina
«teorías direccionales» (p. 43), apunta a un trabajo creativo, expone, por parte de quienes traducen,
por lo que se analiza más el habla que el sistema lingüístico (p. 43). En este «subparadigma», aclara
Pym, las teorías comprendidas en él no suelen enumerar estrategias, sino clases de equivalencia y
clases de traducción (p. 40). Aquí, el autor procede a señalar cómo los planteos de distintos
teóricos se corresponden con una concepción de equivalencia direccional (que podrá ser en
distintos sentidos si se trata del nivel de palabras o frases: «de uno a uno», «de uno a varios» o «de
uno a ninguno», Kade (1968), citado en Pym, 2016, p. 31).
Por ejemplo, Nida, según Pym, distingue entre «equivalencia formal» (que se ajusta a las
palabras y a los patrones textuales) y «equivalencia dinámica» (que intenta recrear, en el texto de
llegada, la misma función que las palabras podrían haber tenido en la situación original) (p. 40):
«el cordero de Dios que conocemos en la tradición cristiana en lengua española podría convertirse
en la foca de Dios para una cultura inuit que sabe mucho de focas y muy poco de corderos» (p.
40). Por otro lado, agrega Pym, Newmark (1981, 1988) separa la «traducción semántica» (la cual
busca los valores formales del texto de partida y trata de mantener el máximo número posible de
ellos en el texto meta) de la «traducción comunicativa» (que atiende las necesidades de aquel a
quien va dirigida la traducción y se adapta a estas lo mejor posible) (p. 41). Por último, otro caso
de teórico que adscribe a una noción direccional de la equivalencia es Koller quien, según Pym,
apunta que «los equivalentes son lo que los traductores producen» y que «no existen antes del acto
de traducción» (p. 41). Nuestro autor recalca que Koller propone «cinco marcos para las relaciones
de equivalencia», a saber, el denotativo (relacionado con factores extralingüísticos), el connotativo
(que se basa en el estilo del texto de partida), el normativo (que tiene que ver con respetar o con
cambiar normas textuales o lingüísticas), el pragmático (que tiene en cuenta quien recibirá el texto
de llegada) y el formal (que apunta más a las cualidades formales y estéticas del texto de partida)
(p. 42). Aunque no ahondemos en cada uno de los trabajos de los teóricos mencionados, este
pantallazo nos sirve como planteo global del modo en que se manifiesta una concepción
direccional de la equivalencia, la cual, en todas sus manifestaciones, implica que son los
traductores los que eligen qué aspecto del texto de partida desean conservar (Pym, 2016 [2012], p.
41).
6. A modo de conclusión
Para concluir este repaso breve acerca de contenido traductológico que aborda la noción de
equivalencia, nos resulta valioso que nuestro estudiantado tome conciencia, en manos de Pym
(2016 [2012]), respecto de qué categorizaciones de uso recurrente en el material que empleamos
en LCyTT, como «lengua de partida», «lengua de llegada», «lengua origen» o «lengua meta»,
provienen de teorías que concuerdan en cuanto a que la equivalencia
se refiere a una relación sustancial entre “partida” y “llegada”; su punto de partida común es la
comparación de los textos de partida con los textos de llegada. Las personas que emplean las
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diferentes teorías de la equivalencia pueden entenderse bastante fácilmente, ya que comparten las
mismas ideas generales sobre la finalidad y naturaleza de la traducción. (p. 16)
Estos términos podrán comprenderse de un modo más acabado al desnaturalizarlos
3
y
considerarlos dentro del marco paradigmático en el que adquieren significación. Asimismo, esta
desnaturalización incipiente puede dar pie a que nuestro estudiantado, si así lo desea, reflexione
sobre la situación actual en la que, siguiendo lo planteado por el mismo Pym, el uso de las nuevas
tecnologías conlleva que los textos contemporáneos estén en una evolución constante (p. 23), algo
que impide la presencia de un texto de partida fijo, por lo que concebir la equivalencia traductora
de manera monolítica (en una relación simple y puramente lingüística entre dos lenguas) no puede
llevar a buen puerto (para continuar en sintonía con la metáfora conceptual LA TRADUCCIÓN ES UN
VIAJE).
Ahora bien, en nuestro afán de vincular el presente trabajo con nuestro accionar en
investigación, ponemos sobre la mesa, nuevamente, la consideración de la audiencia que le brinda
sentido global a este texto: estudiantes de español que se plantean reparar en la traducción como
una oportunidad para hacer palpables los contrastes entre su lengua primera y alguna otra, que
hable su posible alumnado futuro, o respecto de la cual mejor entender el funcionamiento de la
lengua propia. Por ello, nos sentimos interpeladas a subrayar, con Tricás Preckler (2010), que el
concepto traductológico de tertium comparationis posee todavía vigencia, porque, renovado,
permite superar el plano lingüístico solamente, para incorporar elementos socioculturales que están
ineludiblemente relacionados con las construcciones lingüísticas empleadas en distintas lenguas
(p. 17):
En un interesante trabajo titulado “Applying Frame Semantics to Translation: A Practical Example”
(2002), […] su autora A.M. Rojo amplía y perfila la noción de tertium comparationis relacionándolo
con el concepto socio-lingüístico de marco o “frame” […] La idea básica de Fillmore es que no es
posible entender el sentido de las palabras si no es asociándolo al conocimiento esencial que éstas
llevan incorporado. […] Desde el ámbito de la Sociología, Erving Goffman (1974) […] reutiliza el
concepto de frame para definir “los esquemas de interpretación básicos que utilizamos para
comprender nuestro mundo e interactuar con él”. […] Rojo afirma que el tertium comparationis, es
decir, el “constructo intermediario” entre el texto de origen y el texto traducido, corresponde a esta
noción de frame. De este modo puede integrar en el espacio del tertium comparationis elementos
socioculturales tales como las creencias, valores y emociones de una sociedad específica. (Tricás
Preckler, 2010, p. 18)
En consonancia con este posicionamiento, Cienki (2007) se remite al concepto de «marco»
(frame) respectivo que se evoca con la palabra write del inglés y kaku del japonés, las cuales, desde
una traducción lingüística uno a uno, podrían considerarse equivalentes. Sin embargo, explica el
autor, puesto que son diferentes las escenas que se asocian con tales palabras en sus culturas
3
Aquí se emplea el término desnaturalizar, como proceso opuesto al de naturalización de determinadas prácticas
lingüísticas, a la manera en que lo explica Fairclough (1992, inspirándose en Foucault, 1981). Naturalización en
relación con prácticas culturales, con sus correspondientes manifestaciones lingüísticas, que, debido a los grupos de
poder que las impulsan y llevan a cabo, son relacionadas con atributos tales como portadoras de sentido común y con
propiedades naturales.
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particulares en inglés write se vincula con alguna forma lingüística que es escrita, mientras que,
en japonés, la escena invocada por la palabra kaku es menos específica y puede incluir distintos
tipos de dibujos, al momento de responder una pregunta como «¿Qué escribiste?», los marcos
activados en las dos culturas difieren notablemente (p. 172), algo que impacta, necesariamente, en
el accionar de quienes han de traducir dicha pregunta del inglés al japonés y del japonés al inglés.
Es decir, creemos que la noción de equivalencia, que es foco de la presente reflexión,
también puede reunirse con consideraciones cognitivistas que invitan a concebir el conocimiento
lingüístico que poseemos como un apareamiento entre forma y significado; significado que se
asume como enciclopédico y que, por ende, entiende como un continuum la relación que se da
entre la semántica y la pragmática (Langacker, 1987 y 1991). Langacker (2007) reconoce la
posibilidad de que la Gramática Cognitiva se presente como un compendio teórico con
herramientas conceptuales que pueden resultar útiles para los estudios de traducción (pp. 449-450).
En esta misma línea, Freeman (2007) se remite al trabajo de Tabakowska (1993) en el que aplica
los principios de la Gramática Cognitiva de Langacker, como las nociones de imaginería y
estructuración de la escena, en la traducción literaria (p. 1191).
Como explican Evans y Green (2006), desde una visión cognitivista, el lenguaje se entiende
como medio para codificar y transmitir ideas, por lo que cumple una función simbólica, además
de siempre remitir a un objetivo comunicativo, con lo que se realza su función interactiva. Por una
parte, indican que cualquier lengua o variedad codifica y exterioriza nuestros pensamientos
mediante símbolos, y, desde esta perspectiva, el significado asociado a un símbolo lingüístico se
relaciona con una representación mental denominada concepto. Los conceptos se derivan de las
percepciones y el conjunto de información perceptiva procedente del mundo se integra en una
imagen mental. De este modo, agregan, los significados codificados por los símbolos lingüísticos
se refieren a nuestra realidad proyectada: una representación mental de la realidad tal y como la
interpreta la mente humana. La lengua, o variedad de lengua, que hablamos proporciona
indicaciones para la construcción de conceptualizaciones, las cuales tienen un alcance ilimitado.
La lengua, o variedad de lengua, que hablamos nos brinda el medio para la interacción, por lo que
nos permite realizar actos de habla o mostrar expresividad y afecto, a la vez que la utilizamos para
crear escenas o contextos, por lo tanto, tiene la capacidad de invocar marcos experienciales (Evans
y Green, 2006, pp. 21-22). No hay posibilidad de hablar de neutralidad (cfr. Petrella, 1998), sino
de diferentes maneras de entender las situaciones a las que nos referimos lingüísticamente.
Para un futuro profesorado de Español Lengua Materna o Lengua Extranjera, una
concepción de lenguaje de este tipo puede servir como invitación a que la traducción ingrese en
sus aulas, e investigaciones, como transportadora de evidencia(s) dada la primacía que adquiere,
en Lingüística Cognitiva, el uso concreto de la lengua por parte de sus hablantes de los modos en
los que variopintos significados y divergentes conceptualizaciones se lexicalizan en formas
lingüísticas españolas específicas contra, o, mejor, a la par de, otras formas en lenguas distintas.
Las variedades que entran al aula, tanto estándares como no estándares, se aprovecharán desde una
visión lingüística basada en el uso, a partir de lo que con ella hacen quienes las hablan, siempre
con remisión a un momento histórico concreto, para centrarnos en las distintas manifestaciones de
la variabilidad, no solo lingüística, sino social y conceptual (Kristiansen y Dirven, 2008, p. 3). De
este modo, la noción de equivalencia no pierde actualidad a la vez que se imbuye de matices
teóricos lingüísticos que superan el estructuralismo de sus orígenes y la imbrican en un
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posicionamiento que combina los estudios de traducción con una postura cognitivo-
sociolingüística.
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