Aportes de la traducción de la Biblia de Martín Lutero a la hermenéutica de Paul Ricoeur

Contributions from Martin Luther’s Translation of the Bible to the Hermeneutics of Paul Ricoeur

 

Marlene Catalina Rivero - marlu_r62@hotmail.com

Universidad Nacional de Tucumán, Argentina

 

 

Resumen

En este trabajo, mi objetivo, es compartir reflexiones acerca de la naturaleza hermenéutica de la traducción que se desprenden del análisis del diálogo entre dos autores, cuyas obras han aclarado el acto de traducir. Ellos son: Paul Ricoeur (2009) en Sobre la traducción y Antoine Berman (2003) en La prueba de lo ajeno quien presenta los puntos axiales de la traducción de la Biblia de Martín Lutero (1483-1546). Mi hipótesis es que Paul Ricoeur (2009) la considera como un ejemplo clave de traducción. Me focalizo en la argumentación sostenida a lo largo de uno de los ensayos del libro de Ricoeur El paradigma de la traducción, ya que el filósofo francés postula, aquí, una de sus tesis principales: el lenguaje es una competencia universal; sin embargo, lo que tenemos en la práctica es la diversidad de lenguas (desempeños lingüísticos locales). En consecuencia, Ricoeur argumenta que en el trabajo de traducción debería contemplarse la lengua viva (2009, p. 51), ya que es por medio de esta que podríamos dar soluciones cuando existe falta de comprensión. Sabemos que lo primero que Martín Lutero debió hacer para traducir la Biblia fue renunciar a realizar una traducción que no contemplara en la lengua traductora el uso corriente de ciertos términos o palabras usadas por los alemanes en su vida cotidiana. Lutero tradujo la Biblia escuchando el hablar de todos los días, el alemán popular, para poder acoger la multiplicidad dialectal, sin negar ni eliminar a ninguna de ellos. Para aclarar esta idea (Berman, 2003, p. 50) retoma las palabras del propio Lutero (en Luter, Oeuvres, t. VI, Labor et Fides, Ginebra, 1964, pp.190-196) cuando postuló que, para hablar alemán, no son las letras latinas las que hay que escrutar, sino interrogar a la madre en su casa, a los niños en las calles, al hombre corriente en el mercado. En resumen, Lutero ya daba cuenta de «los procedimientos cotidianos de una lengua viva» (Ricoeur, 2009, p. 51). Tanto en Lutero como en Ricoeur ninguna lengua universal podría lograr la reconstrucción absoluta de una diversidad indefinida.

 

Palabras claves: Lutero, Ricoeur, Berman, traducción, habla

 

Abstract

In this paper, my objective is to share reflections about the hermeneutic nature of translation that emerges from the analysis of the dialogue between two authors who have clarified the act of translating: Paul Ricoeur (2009) in Sobre la traducción and Antoine Berman (2003) in La prueba de lo ajeno. Berman presents Martin Luther's translation of the Bible, my hypothesis is that Paul Ricoeur (2009) considers it as a key example of translation. I explain Ricoeur’s arguments in one of the essays of his book The Paradigm of Translation where the French philosopher stands in favor of one of his main thesis: language is a universal competence; however, what we have in practice is the diversity of languages. Consequently, when translating, it should be considered the local linguistic performances (the acts of speech in use), since it is by means of them we could give solutions to the lack of understanding (Ricoeur, 2009, p. 51). The first thing Martin Luther did was to renounce to make a translation, which did not contemplate the current use of certain terms or words used by the Germans in their daily life. Luther translated the Bible listening to the everyday talk, the popular German, so much as to welcome the dialectal multiplicity without denying or eliminating any of them. To clarify this idea (Berman, 2003, p. 50) takes up Luther’s words (in Luter, Oeuvres, VI, Labor et Fides, Geneva, 1964, pp. 190-196) saying that it is not the Latin letters that it is necessary to scrutinize, but to question the mother in her house, the children in the streets, the ordinary man in the market, in short, Luther gave an account of «the daily procedures of a living language» (Ricoeur, 2009, p. 51). In both Luther and Ricoeur, no universal language can achieve the absolute reconstruction of an indefinite diversity.

 

Key words: Luther, Ricoeur, Berman, translation, speech

 


Aportes de la traducción de la Biblia de Martín Lutero a la hermenéutica de Paul Ricoeur

 

 

1. Introducción

 

Mi objetivo en este trabajo es poner en consideración algunas características de la naturaleza hermenéutica de la traducción a partir del diálogo entre dos autores cuyas obras han ampliado y aclarado el acto de comprender y traducir. Ellos son: Paul Ricoeur (2009) en Sobre la traducción y Antoine Berman (2003) en La Prueba de lo Ajeno. En este trabajo focalizo las reflexiones de ambos pensadores a partir del primer apartado del libro de Berman donde encontramos los puntos axiales de la traducción de la Biblia de Martín Lutero (1483-1546). «Lutero, o la traducción fundadora de cultura» es el enunciado que Berman (2003) elije como título del primer capítulo de su libro, resaltando, de este modo, la importancia de la Biblia luterana para la cultura y la formación de la lengua alemana, y no solo para dicha lengua, ya que a partir de este ejemplo podemos concluir que toda traducción tiene un doble resultado: por un lado, la persistencia y resguardo de la lengua del original; por otro lado, la ampliación o extensión de la lengua traductora. Una lectura y traducción es hermenéutica cuando implica una experiencia en la que al intérprete le interesa descubrir la verdad a través de la manera como el texto se refiere, expresa y relaciona con el mundo: «Su referencia es su valor de verdad, su pretensión de alcanzar la realidad» (Ricoeur, 2006, p. 106). Además, esta experiencia es hermenéutica porque implica una transformación interpersonal e intercultural. La lectura hermenéutica se realiza por medio de dos procesos simultáneos: la descripción y explicación del texto. Por un lado, la comprensión e interpretación; por otro, lo cual pone en relación el pasado con el presente. Experiencia, entonces, de un pasado que viene a cobrar vida (se vuelve sentido) en el presente. Gracias al mundo del texto, la conciencia experimenta una forma de existir la verdad de otro a la que pone en relación con la suya propia por medio de la identificación y la comparación. Este proceso culmina con la auto-comprensión.

 

2. El deseo de traducir

 

No es casual que en Sobre la traducción, junto con la referencia a las múltiples razones por las cuales se traduce viajar, negociar, leer los clásicos, espiar, investigar, conocer (Ricoeur, 2009, p. 46) se menciona una razón más fuerte aún, ya que estaría presente en todas las otras, el deseo de ampliar, extender y, hasta modificar la propia lengua a partir del original escrito en una lengua extranjera. A continuación transcribo el párrafo donde el filósofo francés plantea a la Biblia de Lutero dentro de lo que él llama el deseo de traducir[1]:

 

Ese es el deseo que ha animado a los pensadores alemanes desde Goethe, el gran clásico, y Von Humboldt, ya mencionado, pasando por los románticos Novalis, los hermanos Schlegel, Schleirmacher (traductor de Paltón, no hay que olvidarlo), hasta Höldelin, el traductor trágico de Sófocles, y finalmente, Walter Benjamin, el heredero de Hölderlin. Y en la retaguardia de todos ellos, Lutero, traductor de la Biblia -Lutero y su voluntad de «germanizar» la Biblia, cautiva del latín de San Jerónimo. (Ricoeur, 2009, p.46).

 

Para el filósofo francés, se trata de un proyecto a largo plazo que nos expulsa de lo ya logrado y que se origina en el deseo de salirnos de la inmediatez que nos rodea con el fin de continuar en el logro de otros conocimientos a los ya aprendidos, de alcanzar la renovación por el arte, de adquirir y enriquecer nuevas experiencias.

Cada ser humano busca salirse de lo que le es propio e ir hacia el encuentro con lo extranjero para encontrar cierta innovación a partir de los conceptos y modos de vivir ajenos. De esta manera, lo extranjero, en este caso, la comprensión del texto por traducir, se convierte en el objetivo principal de este proyecto. «¿Qué es lo que esos apasionados por la traducción esperaron de su deseo?» (Ricoeur, 2009, p. 46). La respuesta nos dirige hacia el siguiente enunciado: «Lo que uno de ellos llamó la ampliación del horizonte de su propia lengua –e incluso lo que todos llamaron formación, Bildung[2], es decir, a la vez configuración y educación [….]» (pp. 46-47).

Como podemos leer, el deseo de traducir está reflejado en una voluntad de ampliar y fortalecer la propia lengua. En el caso de la traducción de la Biblia de Lutero, se trató de la germanización de la lengua alemana. Ahora bien, nos preguntamos en este punto: ¿Es posible que, por medio de la traducción, la lengua del original transforme a la lengua receptora, en el sentido de volverla más amplia, más clara, más precisa? En el párrafo a continuación, la reflexión de Berman nos acerca ciertas respuestas en relación con el gran objetivo lingüístico y cultural que motivó a Lutero a enfrentar todas las dificultades al realizar el pasaje de la Biblia del griego al alemán:

 

Este es el doble objetivo de Lutero: traducir a un alemán que a priori solo puede ser local, el suyo, el Hochdutsch para elevarlo mediante el proceso de la traducción al alemán común, a lengua franca. Para que este alemán no se convierta en una lengua desgajada del pueblo, debe conservar algo de los Mundarten y de las formas de expresión de las hablas populares en general. (Berman, 2003, p. 50).

 

3. La Biblia de Martín Lutero

 

La Biblia de Martín Lutero (1483-1546) habría sido influenciada por el gran traductor de la Vulgata del latín al griego, Erasmo de Rotterdam (1469-1536). Hubo quienes consideraron que su traducción contenía el germen de la reforma protestante ya que Erasmo fue muy crítico de ciertas prácticas de la antigua iglesia romana, como lo fueron la venta de indulgencias y el celibato obligatorio. Erasmo solía oponerse también a los excesos y estilos de vida lujosos, como así también a la intervención de los Papas en las guerras. En sus traducciones hizo cambios y adaptaciones; así, logró sacar algunas palabras que aparecían en la Vulgata, pero fue obligado, más adelante, a reintroducirlas en su tercera edición del Nuevo Testamento. Para los historiadores Erasmo adoptó una postura neutral en los grandes debates teológicos que surgieron, así que se focalizaron en Lutero como el verdadero líder reformista en el proceso de maduración del humanismo de esa época.

Lutero trabajó por más de diez años con un grupo de personas dedicadas a traducir las versiones bíblicas latinas y griegas, y, en ocasiones, el original en hebreo, este período abarcó desde 1521 hasta 1532. Sin duda, la Biblia de Lutero logró alcanzar la germanización de los textos sagrados por volverse accesible al pueblo alemán. Esto lo llevó a correr ciertos riesgos frente a las autoridades eclesiásticas y a realizar un gran esfuerzo intelectual, ya que Lutero debió sostener su propia concepción de la traducción frente a fuertes críticas de quienes creían que él había modificado el texto bíblico apartándose de lo correcto. Berman cita algunas de estas opiniones: «el texto [de la Biblia], en muchos lugares, ha sido modificado e incluso alterado» y provocó «indignación y horror en muchos cristianos e incluso en los eruditos desconocedores de las lenguas hebraica y griega» (2003, p. 49). Sin embargo, a pesar de las argumentaciones en contra, el pueblo leía y aprendía casi de memoria los versículos. De este modo, se logró una integración de los contenidos bíblicos a su patrimonio cultural. Para Berman (2003) este movimiento es sumamente importante, a tal punto que se convierte en la piedra angular de la Reforma en Alemania (p. 51). No había en Alemania otra obra que pudiera desempeñar el papel de fundadora de una lengua escrita y literaria como lo hizo la Biblia de Lutero. Los que ya sabían leer accedieron a ella inmediatamente, y los que no, tuvieron que vencer esa dificultad y aprender las letras del alemán, ya que la lectura de la Biblia se implementó en todas las escuelas. La traducción de la Biblia de Martín Lutero y, como consecuencia, la posibilidad de su lectura, significó manifestaciones lingüísticas indispensables para la construcción de la lengua alemana, ya que crecía un proceso discursivo renovado, impregnado por la fe religiosa, dando paso a la ampliación del vocabulario y estructuras de la lengua usadas cotidianamente. La gente explicaba los versículos abriendo así la posibilidad de repetir y recordar, dos procesos constitutivos, a la vez, de la identidad. En vez de los giros y expresiones típicas de los originales, Lutero le daba las correspondencias semánticas con las expresiones y giros propios del alemán. Su preocupación fue la germanización. Berman lo concibe del siguiente modo:

 

[….] unida históricamente a un amplio movimiento de reformulación de la fe, de renovación de la relación con los Libros Sagrados, de reinterpretación de la fe, de reinterpretación absoluta de los Testamentos y de afirmación religiosa nacional, frente al «imperialismo» de Roma (2003, p. 53).

 

Al hablar de la traducción de la Biblia de Lutero, no se debe dejar de mencionar la existencia de la carta acerca del traductor enviada por Lutero desde la fortaleza de Koburg en 1530 a su amigo Wenceslao Link, quien fuera predicador de Nürnberg. Link mandó a imprimir el escrito con un prólogo suyo, fechado precisamente en Nürnberg el 15 de septiembre de 1530. Mi interés en esta carta se debe a que se trataría de una de las fuentes de los datos que encontramos en Antoine Berman (2003) en La prueba de lo ajeno. La primera enseñanza de esta carta es que, para traducir, no basta saber bien ambas lenguas implicadas en el proceso, hay que conocer el tema o asunto que trata el texto. Esta es una novedad en el contexto de la teoría de la traducción de esa época. Como bien se sabe, la tradición conocida sobre el arte de traducir enfatizaba la atención a criterios formales. Las palabras de Lutero, citadas por Martínez Pérez, H (2014), exponen, a continuación, la segunda enseñanza acerca de la traducción:

Al traducir, me propuse hacerlo en un alemán puro y claro [...] Es cierto, no están físicamente esas cuatro letras, sola [...] No ven que a pesar de todo el sentido del texto va hacia allá. Hay que ponerlas si se quiere traducir a un alemán pleno y vigoroso. [...] En mi traducción me propuse hablar alemán y no latín o griego. [...] Pues bien, es propio del genio de nuestra lengua [alemana] emplear, al lado de las palabras nicht [no] o kein [nada de, ningún], la palabra allein[3] cuando se está hablando de dos cosas de las cuales una es afirmativa y la otra negativa. [...] Si bien, en ese tipo de expresiones, no sucede lo mismo en las lenguas latina y griega, sí es característico del alemán insertar la palabra allein para que las palabras nicht o kein sean más plenas y claras. [Por tanto, quien quiera traducir bien debe preguntar a la lengua a la que traduce cómo se dicen las cosas. Quien quiera traducir bien al alemán, dice Lutero, debe dirigirse al ama de casa, a los niños de la calle, al hombre común, [...] (Martínez, Pérez H, 2014, p. 159)

 

4. La lengua viva

 

El pasaje entre lenguas diferentes se trata de una realización en el lenguaje donde siempre es posible decir lo mismo de otra manera (Ricoeur, 2009, p. 52) Lutero tomó decisiones acerca de esa otra manera de decir y realizó agregados en su traducción, como lo fue el adverbio solo[4] que no aparecía en el texto original. Berman (2003, p. 49) considera el ejemplo a continuación y cita la explicación que dio Lutero:

 

He querido hablar alemán y no latín o griego, ya que en mi traducción me propuse hablar alemán y el uso de nuestra lengua alemana requiere emplear la palabra «solum», junto a «no» o a «ninguno», cuando se habla de dos cosas, una de las cuales se afirma y se niega la otra. [….] Siempre ocurre así en el lenguaje cotidiano. Lutero prefirió un hablar popular generalizado, ahora bien, esta operación es, como Lutero mismo lo explicó, difícil y arriesgada: «Pues las letras latinas, en gran medida, impiden hablar un buen alemán». (Berman, 2003, 51).

 

La lengua viva o lengua cotidiana a la que Lutero recurre para traducir la Biblia se caracteriza por estar cargada de imágenes, de expresiones que comunican los simbolismos propios de la comunidad. Berman da cuenta de las decisiones de Martin Lutero en su traducción al referirse a sus dichos de manera indirecta en el siguiente párrafo:

 

A tal fin, recurre a la vez al empleo constante y deliberado de una lengua muy oral, cargada de imágenes, locuciones y giros y a un sutil trabajo de depuración, de dialectalización de dicha lengua. Así, Lutero no traduce, por ejemplo, las palabras de Cristo ex abundantiacordis os loquitur (Mateo, 12:34) por «de la abundancia del corazón habla la boca», pues «ningún alemán diría eso», sino por «cuando alguien tiene el corazón lleno le desborda por la boca» y añade: «La madre en su casa y el hombre corriente es así como lo dicen» (Berman, 2003, p. 50).

 

En otra ocasión, a propósito de su traducción de los Salmos, Lutero, citado por Berman (2003, p. 60), escribió: «De vez en cuando, seguimos traduciendo las palabras directamente, aunque se hubieran podido restituir de manera diferente y de forma más clara [….] Por esta razón, debemos […] guardar tales palabras, aclimatarlas y dejar espacio a la lengua hebraica, allí donde ella es mejor que el alemán».

Para Berman fue una decisión muy acertada de Lutero el recurrir al original en hebreo para dar mayor fidelidad a la traducción, aunque, a veces, implique cierto extrañamiento a la lengua alemana. Berman (2003, p. 59) observa la importancia de resguardar la palabra propia de la Biblia, es decir, la palabra hebrea en el proceso de germanización ya que refuerza la eficacia del movimiento de reforma a partir de la traducción; Lutero hace llegar la palabra hebrea en el modo del habla del ama de casa, de los niños en la calle y del hombre corriente en el mercado Berman (2003, p. 59): sin embargo, Lutero logra también conservar algunas expresiones bíblicas hebreas en el seno de la lengua alemana. Estas decisiones, las de resguardar los brotes de sentido del original y la de engrandecer su propia lengua convierten a la traducción de la Biblia de Lutero en una obra clásica y magistral.

     Los límites de una lengua y otra quedan desmarcados, ampliándose; como consecuencia, el horizonte entre las lenguas, la comprensión de lo propio, de lo que nos identifica se enriquecen por el desvío de la comprensión de lo ajeno, y lo que es extranjero puede ser explicado y comprendido para ser compartido una y otra vez. Esta dimensión hermenéutica de la traducción de la Biblia de Lutero es revalorizada por Paul Ricoeur (2009) en Sobre la traducción. Para este filósofo, el lenguaje es una competencia universal (p. 33); sin embargo, lo que tenemos en la práctica son desempeños lingüísticos locales (la diversidad de lenguas) que nos llevan a marcar distancia entre una lengua universal (o paradisíaca) y la lengua viva (el discurso real aquí y ahora). La lengua viva sería la lengua en la práctica, en la acción cotidiana, los actos de habla. Lo que Ricoeur sostiene es que en el trabajo de traducción deberían contemplarse los procedimientos de la lengua viva ya que es por medio de esta que podríamos dar soluciones cuando existe el mal entendido o la falta de comprensión (p. 51). A continuación, cito las palabras del filósofo francés:

 

[….] Se trata de una exploración original que pone al desnudo los procedimientos cotidianos de una lengua viva: éstos hacen que ninguna lengua universal pueda lograr la reconstrucción de la diversidad indefinida. Se trata de aproximar los arcanos de la lengua viva y, al mismo tiempo, del fenómeno del malentendido, de la incomprensión, que, según Schleiermacher, suscita la interpretación, de cuya teoría se encarga la hermenéutica (Ricoeur, 2009, p. 51).

 

La lengua viva a la que Ricoeur hace referencia es la lengua en uso, son los enunciados de las ideas o conceptos en determinado contexto, se ubica en una dimensión discursiva que contiene, además, a los mensajes arbitrarios y contingentes (2006, p. 17). Esto implica que podemos equivocarnos, no ser claros o precisos. El código (sistemático y obligatorio) funciona bajo la condición del aquí y ahora del habla y esto requiere de la comprensión y la interpretación. La lengua viva es lingüística y no lingüística ya que la entonación, los gestos faciales y los movimientos del cuerpo también comunican sentidos. Los modismos, exageraciones, tonos, onomatopeyas, metáforas y otros tropos dan cuenta de los sentimientos, preferencias y estados de ánimo cuando hablamos o escribimos en una lengua en particular, a la hora de traducirlos se requiere un conocimiento por parte del traductor no solo de las estructuras gramaticalmente correctas, sino de todos aquellos aspectos que nos hacen pertenecer a la vida cultural y espiritual que la lengua del original representa.     

Sabemos que lo primero que Martín Lutero debió hacer fue renunciar a realizar una traducción que no contemplara en la lengua traductora el uso corriente de ciertos términos o palabras usadas por los alemanes en su vida cotidiana. Lutero tradujo la Biblia escuchando el hablar de todos los días, el alemán popular. Como había varios dialectos alemanes simultáneamente funcionando, Lutero escogió traducir según los Mundarten[5], es decir, un conjunto de lenguas y variedades lingüísticas emparentadas con el alemán estándar. De esta manera, teniendo en cuenta el decir de todas las lenguas, se da una cuestión sumamente importante entre ellas: acoger la multiplicidad dialectal, sin negar ni eliminar a ninguno de ellos. Para aclarar esta idea, las palabras del propio Lutero aparecen en esta cita de Berman:

 

Pues para hablar alemán, no son las letras latinas las que hay que escrutar, [...] sino interrogar a la madre en su casa, a los niños en las calles, al hombre corriente en el mercado, oír sus bocas para saber cómo hablan y traducir según eso; de esta manera, todos comprenden y se dan cuenta de que se les habla en alemán (Berman, 2003, p. 50).

 

5. Fidelidad y traición

 

Debo decir que el trabajo que realizó entre las lenguas (el hebreo y el alemán, el griego y el alemán) Martín Lutero coincide con una de las tesis de Paul Ricoeur cuando piensa en la alternativa práctica de la traducción como fidelidad versus traición (Ricoeur, 2009, p. 36). El traductor corre el riesgo de alejarse demasiado de su propia lengua o de la lengua de llegada, y, en ese caso, estaría siendo infiel a ella, o de lo contrario, podría traicionar a la lengua original para compensar semánticamente a la lengua traductora. En la tarea de traducir, se presentan las pérdidas y las ganancias lingüísticas que el traductor debe enfrentar constantemente ya que el paso de los contenidos de un texto al otro no son nunca exactamente equivalentes, la correspondencia es siempre con cierta adecuación. El problema de la traducción para la hermenéutica consiste en decir lo mismo o en pretender decir lo mismo de dos maneras diferentes donde no existe el sentido idéntico (Ricoeur, 2009. p. 23); por lo tanto, el único recurso para lograr la traducción sería una lectura crítica que, para Ricoeur equivale a una retraducción privada (p. 23). Ricoeur piensa en el traductor como un lector competente, especialista, que rehace, por su cuenta, el trabajo de traducción. Sin duda, la obra de Martín Lutero refleja este modelo de traductor. Lutero resultó ser un lector crítico de los originales bíblicos, tenía amplios conocimientos teológicos y un gran espíritu revolucionario para su época; por todo esto, decidió emprender la tarea de una traducción propia en búsqueda de la verdad del texto original. Su trabajo de traducción está considerado como una gran influencia al desarrollo del humanismo que florece en este período histórico.

Acerca del equilibrio entre la fidelidad y la traición, Berman (2003) considera adecuado tener en cuenta otras de las razones dadas por Lutero y algunos ejemplos de su traducción donde se nota cierta tendencia a tratar de buscar un equilibrio entre las lenguas del original y la receptora:

 

Sin embargo [….] no me he tomado demasiadas libertades en el alejamiento de las letras, sino que, al trabajar cualquier fragmento, me he esforzado en permanecer lo más cerca posible de esas letras, sin alejarme con excesiva libertad. Así, en Juan VI (6:27), cuando Cristo dice: Dios Padre ha marcado a este con su sello, sería mejor alemán decir: Dios Padre ha señalado a este, o Dios Padre ha designado a este. He preferido, sin embargo, perjudicar a la lengua alemana que alejarme de la palabra. ¡Bueno! Traducir no es un arte al alcance de cualquiera, como creen algunos santos insensatos; hace falta un corazón verdaderamente piadoso, fiel, celoso, prudente, cristiano, sabio, experimentado, ejercitado. Por todo esto, sostengo que ningún falso cristiano ni ningún sectario puede traducir fielmente (p. 59).

 

6. Traducción interlingüística y traducción intralingüística

 

Es posible justificar a partir de la traducción de la Biblia de Lutero las dos vías de acceso a la traducción propuestas por Paul Ricoeur en Sobre la traducción. Por un lado, el sentido estricto de transferencia de un mensaje verbal de una lengua a otra –traducción interlingüística–; por otro lado, la traducción intralingüística, es decir, cuando la traducción es sinónimo de interpretación dentro de la misma comunidad (Ricoeur, 2009, p. 31). En esta última definición debemos notar también la traducción dentro de la misma lengua. Una vez lograda la traducción de la Biblia del griego al alemán, se precipita la mediación intercultural, que, en mi opinión, funcionaría como traducción intralingüística, o sea, la comprensión, comunicación y circulación de los conceptos bíblicos dentro de la misma comunidad. Para ejemplificar esta realidad, Berman (2003) pone énfasis en el significado histórico de la traducción luterana que va constituyéndose en la medida en que se vuelve accesible al pueblo alemán y nutre al nuevo sentimiento religioso de la reforma. La traducción aparece como una fuerza generadora y fundadora de la lengua alemana (p. 48), lo que explica que en Alemania exista una tradición de la traducción que ve a esta no solo como transmisión de los mensajes, sino también como ampliación y creación de las lenguas; así, por ejemplo, la fundación y formación de la literatura alemana se debe a la traducción (Berman, Op. cit.).

 

7. La identificación comunitaria

No debemos perder de vista la relación intrínseca entre el pensamiento de Lutero y las decisiones que toma al realizar la traducción. Él pensó que algunas partes de la Biblia necesitaban ser aclaradas, ampliadas y reinterpretadas. El interés de Lutero se basaba en que el pueblo alemán tuviera acceso a la verdadera palabra de Dios. Esta actitud o modo de concebir la traducción de la Biblia se volvió un movimiento lingüístico que reflejó el pensamiento de Lutero frente a ciertas creencias u ordenanzas, por ejemplo, fue crítico acerca del pago que debían realizar los fieles a la iglesia de Roma; por lo tanto, Lutero puso en consideración del pueblo el tema de las indulgencias y de los castigos que debían devolverse con obras de caridad. Como hemos leído, la palabra solo que introduce hace que el texto en alemán quiera decir que «El hombre solo necesita de la Fe»[6], poniendo en duda, por ende, otras cuestiones, como era la cuestión de las indulgencias. De este modo, el protestantismo se va desarraigando del latín como la lengua de la cultura e impidiendo la colonización de la Antigua Iglesia Romana en Alemania para asumir una identidad propia. Lo más significativo es que lo hace a través de una traducción, la de la Biblia, llegando así a la raíz del pensamiento religioso, clave en la época de la reforma. Sin embargo, esta transición no es solamente religiosa, sino que se convierte en un movimiento político y cultural de extremas controversias y alteraciones. Es en este sentido que Ricoeur considera a la competencia del lenguaje, como universal y a la vez fragmentada, cuyo rol principal, no obstante, sería la configuración de la identificación común de los significados y de los sentidos, camino que lleva directo a la diversidad y, a la vez, a la posibilidad de la identidad entre las personas de una misma comunidad:

 

Por lenguaje entendemos el uso de signos que no son cosas, sino que valen por cosas –el intercambio de los signos en la interlocución-, el rol central de una lengua común en el plano de la identificación comunitaria; se trata de una competencia universal desmentida por sus desempeños locales, una capacidad universal desmentida por su realización fragmentada, diseminada, dispersa. (Ricoeur, 2009, p. 33).

 

     Como es sabido, Roma, máximo poder religioso y político de la época, consideraba al latín como la lengua universal de la época. La lengua alemana, en cambio, estaba representada por la gente común del pueblo alemán, es decir, aquellos que no tenían ningún tipo de privilegio político, religioso o económico; por lo tanto, la traducción de la Biblia a esta lengua local produjo no poca cosa: una fragmentación con la lengua universal del momento, un movimiento hacia la defensa de la diversidad, una protección de las tradiciones o culturas locales; en consecuencia, un acrecentamiento de la identidad.

 

8. La función de las retraducciones

 

Ricoeur continúa su escrito dando cuenta de las razones por las cuales se dan las retraducciones de las grandes obras de manera incesante; se trataría de cierta insatisfacción frente a las traducciones ya realizadas, se busca siempre volver a traducir, un volver a decir de manera diferente, sobre todo las grandes obras universales como una necesidad de recrear sus sentidos a partir de nuevos o renovados contextos lingüísticos y sociales. Leemos lo siguiente en Sobre la traducción:

 

Abro aquí un paréntesis: al hablar de retraducción por el lector, rozo el problema más general de la retraducción incesante de las grandes obras, de los grandes clásicos de la cultura universal, la Biblia, Shakespeare, Dante, Cervantes, Moliere. Quizá sea preciso decir que es en la retraducción alimentada por la insatisfacción frente a las retraducciones existentes. (Ricoeur, 2009, p. 23).

 

     En Ricoeur el tema de la retraducción parte de su concepción acerca del idéntico semántico. Para él resulta imposible lograr una equivalencia total o absoluta entre el texto de partida y el de llegada, preferiría hablar de una equivalencia sin identidad lograda a partir de lecturas críticas y retraducciones necesarias, alimentadas por la pulsión de traducir (Ricoeur, 2009, p. 18). Estas retraducciones sobrepasan el poder mediador de la comunicación intercultural ya que su objetivo principal es intensificar las relaciones ya existentes y ponen de manifiesto el poder histórico de la traducción como tal «que no debe confundirse con el poder histórico de las traducciones en general» (Berman, 2003, p. 58). Berman, del mismo modo que lo hace Ricoeur, subraya la traducción como un hecho lingüístico, como actos de habla que vuelven a actuar en la comunidad, un decir lo mismo, pero de manera renovada, y que, por lo tanto, tienen un poder transformador en el medio social y cultural donde se produce esta tarea. La acción liberadora de la traducción puede extenderse a otras provincias o países que salen al encuentro del texto extranjero representado por la traducción.

 

9. Conclusiones

 

Berman considera que hay un movimiento muy productivo en el contexto del romanticismo alemán que quedaría representado por la paradoja que sostiene que, cuanto más se abre una comunidad a lo que no es ella misma, más accede a sí misma (2003, p. 62). Esto es lo que parece haber ocurrido a la cultura alemana al entrar en contacto, por medio de las traducciones, con las lenguas extranjeras (griego, latín y hebreo). En la relación con los otros, se da una comprensión mayor de sí misma e inicia una apertura y ampliación lingüística que significó el crecimiento de su lengua en diferentes áreas, sobre todo, en la literatura, campo productivo para expresar los sentimientos y reflexiones de lo que es propio. En este contexto, la traducción de la Biblia tiene un papel fundamental que consiste en reforzar las lenguas vernáculas por su propio desarrollo intelectual y aportar pensamientos distintos mediante lenguas lejanas. Si observamos detenidamente la historia de la traducción, podremos comprender el hecho de que las ciencias y las letras propias han podido destacarse ampliamente gracias a la información producida por otras culturas, y de cómo civilizaciones enteras han ido cambiando, creando, poco a poco, una cultura universal. Por todo ello, traducir no es solo el hecho de pasar de una lengua a otra, sino de actuar sobre la cultura de un país, de una nación o región, aportando nuevas experiencias a nuestras rutinas, rompiendo fronteras en el mundo del saber, preludio a la extensión de regiones o territorios cada vez más interrelacionados y libres en sus intercambios de todo tipo. La traducción de la Biblia de Lutero es un claro ejemplo de este proceso lingüístico y cultural, es una de las razones por las que podríamos afirmar que el aporte de esta traducción resulta muy significativo a la hora de analizar y describir el alcance de la hermenéutica de Paul Ricoeur (2009) en Sobre la traducción. Ricoeur logra aclarar su pensamiento a partir de la dimensión ontológica que encuentra en este trabajo. La búsqueda de la verdad del texto hace de esta traducción una obra clásica y merecedora de un gran elogio intelectual. La Biblia luterana marca un antes y un después en la historia de la lengua, de la cultura y de las letras alemanas, se instaura en el ámbito de la historia de la traducción, sugiriendo, además, que la formación y desarrollo de una cultura propia y nacional puede y debe pasar por la traducción, es decir, por una relación intensa y consciente con lo ajeno.

Referencias bibliográficas

Berman, A. (2003). La prueba de lo ajeno. Cultura y traducción en la Alemania romántica.. Las Palmas de Gran Canaria, España: Universidad de las Palmas de Gran Canaria.

Luter, Oeuvres, t. VI, Labor et Fides, Ginebra, (1964), pp.190-196

Martínez Pérez, Herón (2014). Misiva de Martín Lutero sobre el arte de traducir. Relaciones: Estudios de historia y sociedad, Vol.35. N° 138.  

Ricoeur, P. (2006). Teoría de la Interpretación. Discurso y excedente de sentido. Buenos Aires, Argentina: Siglo Veintiuno Editores.

____________(2009). Sobre la Traducción. Buenos Aires, Argentina: Paidós.

 

 

 

 

 



[1]La cursiva me pertenece.

[2]La cursiva pertenece al original.

[3] […] nicht [no] o kein [nada de, ningún], la palabra allein cuando se está hablando de dos cosas de las cuales una es afirmativa y la otra negativa: en lacarta acerca del traductor enviada por Lutero desde la fortaleza de Koburg en 1530 a su amigo Wenceslao Link, quien fuera predicador de Nürnberg.

[4] Carta acerca del traductor enviada por Lutero desde la fortaleza de Koburg en 1530 a su amigo Wenceslao Link, quien fuera predicador de Nürnberg.

 

[5]Mundarten: conjunto de lenguas y variedades lingüísticas emparentadas con el alemán estándar en el período del romanticismo, alto alemán.

[6]Traducción de la Biblia de Lutero (1522 – 1534).