El lanzamiento del documental El Diálogo, en 2014, constituyó una instancia clave para la formación de la coalición de Cambiemos en el plano cultural. En él, la integrante de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) y madre de un desaparecido, Graciela Fernández Meijide, intercambia puntos de vista sobre los años setenta en Argentina con el filósofo y ex integrante de la organización armada Montoneros, Héctor Leis. A partir del documental, se desarrollaron “mesas de diálogo” entre personas que eran presentadas como opuestas y que, pese a ello -o en virtud de ello- podían conversar: desde funcionarios y gestores culturales, hasta intelectuales, académicos, familiares de desaparecidos y descendientes de militares condenados por su actuación en dictadura. En estos paneles y conversatorios los distintos participantes apuntaron a poner en práctica un valor que se enunciaba en los discursos públicos de la campaña electoral de Cambiemos para las elecciones presidenciales de 2015: dialogar. Mediante el análisis de fuentes secundarias y de una serie de entrevistas en profundidad a algunos de los actores que participaron de estos espacios, este artículo pretende analizar el diálogo como categoría política y como valor con efectos cohesivos dentro del entorno partidario de PRO-Cambiemos.
Palabras clave: Cambiemos, Centroderecha, Rituales políticos, Cultura política
Abstract
The launching of the documentary El Diálogo, in 2014, was a key instance for the formation of the Cambiemos coalition at the cultural level. In it, the member of the CONADEP and mother of a disappeared person, Graciela Fernández Meijide, exchanges views on the seventies in Argentina with the philosopher and former member of the armed organization Montoneros, Héctor Leis. Based on the documentary, "dialogue tables" were developed between people who were presented as opposites and who, in spite of this - or because of it - could talk: from officials and cultural managers, to intellectuals, academics, relatives of the disappeared and descendants of military officers condemned for their actions during the dictatorship. In these panels and conversations, the different participants aimed to put into practice a value that was enunciated in the public speeches of Cambiemos' electoral campaign for the 2015 presidential elections: dialogue. Through the analysis of secondary sources and a series of in-depth interviews with some of the actors who participated in these spaces, this article aims to analyze dialogue as a political category and as a value with cohesive effects within the partisan environment of PRO-Cambiemos.
Keywords: Cambiemos, Center-right, Political rituals, Political culture
Fecha de recepción: 29 de diciembre de 2023
Fecha de aceptación: 12 de abril de 2024
Introducción
La década del ochenta en América Latina estuvo signada por el restablecimiento de gobiernos democráticos y por la adhesión a los valores republicanos por parte de amplios sectores sociales y políticos, incluidas las vertientes más liberales de las derechas (Hinkelammert, 1998). El consensualismo y la valoración de una democracia dialogante por parte de actores que en las décadas del sesenta y setenta apoyaron el uso de la violencia durante las dictaduras institucionales de las Fuerzas Armadas (FFAA) redundó tempranamente dentro de las ciencias sociales en lecturas que proponían el concepto de «nuevas derechas» para dar cuenta de una transformación de los principios políticos al interior de estos sectores (Giordano, 2014). Desde entonces, también asistimos a la proliferación de debates sobre la “autenticidad” o el sentido estratégico de esta metamorfosis, considerando las actitudes antidemocráticas de estos núcleos durante buena parte del siglo XX (Ansaldi, 2017).
En la segunda década del siglo XXI, en un contexto de deterioro en los precios de los commodities durante el ciclo de gobiernos progresistas (Lander, 2020), estos debates remergieron a partir del ostensible crecimiento de partidos de derecha con perfiles “modernos” y post-ideológicos, que buscaron diferenciarse de los valores asociados a las derechas tradicionales. Este fue el caso de Horacio Cartes en Paraguay (Nikolajczuk, 2023), de Juan Manuel Santos en Colombia (Rodríguez, 2014) y de Sebastián Piñera en Chile (Avendano Paez, 2023).
En Argentina, el ascenso de Propuesta Republicana (PRO) tuvo una primera expresión en 2007, cuando el principal líder del partido, Mauricio Macri, fue elegido jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Luego, en 2015, con una campaña electoral centrada en “unir a los argentinos” y en el valor del “diálogo” para zanjar diferencias políticas, Macri ganó las elecciones nacionales en un reñido ballotage con el candidato del Frente para la Victoria, Daniel Scioli. Esta victoria fue en alianza con otros sectores de la política tradicional, como la Unión Cívica Radical, la Coalición Cívica ARI y otros partidos provinciales que, en conjunto, dieron forma a la alianza Cambiemos. Además del emprendedorismo, el pragmatismo, la estética festiva y el valor puesto en la gestión, distintos autores entronizaron el “diálogo” y el “consenso” como parte de la composición ideológica de PRO-Cambiemos (Giordano, 2014; Vommaro, 2014; Vommaro y Morresi, 2014; Morresi, 2015; Bohoslavsky y Morresi, 2016; Vommaro, 2017).
En aras de superar el binomio estrategia/convicción como categorías desde las cuales comprender los repertorios de las derechas en democracia, y considerando que el estudio de las culturas políticas implica atender las ideas y las representaciones pero también “las prácticas llevadas a cabo por los individuos que expresan esas culturas” (Besoky, 2016: 96), este artículo se propone indagar cómo se construyó y qué efectos tuvo la invocación del “diálogo” en espacios y redes de sociabilidad que fueron parte del “entorno partidario” del PRO (Sawicky, 2011), en un contexto de formación de la alianza Cambiemos. Con ese horizonte, se analiza el circuito de promoción y recepción de El Diálogo: un documental lanzado en 2014 donde Graciela Fernández Meijide -integrante de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) y madre de un desaparecido- conversa con Héctor Leis –filósofo, ensayista y ex integrante de Montoneros–.
Financiado y promocionado por el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, en el documental los protagonistas intercambian miradas sobre la ausencia de “cultura del diálogo” en los años setenta, cuando en Argentina imperó un clima de violencia seguido por el terrorismo de Estado (1976-1983). También deslizan valoraciones sobre la coyuntura política que acompañó el lanzamiento del documental, signada por una álgida confrontación política y social entre el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner (2011-2015) y numerosos sectores de la política partidaria y la sociedad civil que se oponían al oficialismo (Schuttenberg, 2019). En este marco, el pasado reciente adquirió un lugar clave en la confrontación política, en tanto se cuestionaron las políticas en la materia implementadas por el kirchnerismo entre 2003 y 2015, así como las miradas heroicas sobre la militancia armada que, según distintos intelectuales, académicos y actores políticos de PRO-Cambiemos, estas políticas habilitaban.
En este artículo en particular interesa el modo en que el documental El Diálogo, en tanto producto material que reflejó y sintetizó una mirada de Cambiemos sobre el pasado reciente, dio cauce a encuentros y paneles que se dieron a conocer como “mesas de diálogo”. En estas instancias convergieron funcionarios del PRO, familiares de desaparecidos y familiares de militares condenados por crímenes de lesa humanidad cometidos en la última dictadura argentina. A partir de estas iniciativas, que se desarrollaron mayormente entre 2014 y 2017, los actores involucrados buscaron materializar y dar existencia a aquello que se promovía desde el documental: dialogar.
En avances previos se abordaron las representaciones y los usos del pasado reciente por parte de los protagonistas del documental (Saferstein y Goldentul, 2019a), la confluencia de distintos actores que abrazaron la idea de “diálogo” (Saferstein y Goldentul, 2019b), así como el circuito de promoción y recepción de El Diálogo desde el punto de vista de la circulación de ideas (Goldentul y Saferstein, 2020). En esta oportunidad, el énfasis estará puesto en los aspectos simbólicos implicados en el acto de “dialogar”, bajo la idea vectora de que la apelación a este valor demandó una serie de esfuerzos intelectuales y emocionales que contrasta con la radicalización y virulencia verbal de La Libertad Avanza, el frente de partidos que gobierna la Argentina desde diciembre de 2023 (Semán et al., 2023).
En cuanto a la metodología, el artículo se nutre de un conjunto variado de fuentes primarias, entre las que se incluyen prácticas de observación participante y no participante en eventos y presentaciones de El Diálogo, así como entrevistas en profundidad a los realizadores del documental, a una de sus protagonistas (Graciela Fernández Meijide), a funcionarios del gobierno de Cambiemos, y a distintos activistas del mundo militar que se interesaron en el producto cultural y participaron de las mesas de diálogo. Estos materiales fueron recolectados entre 2015 y 2019. Si bien para la escritura de este artículo solamente se reponen tres entrevistas en profundidad, el material recabado en su totalidad permitió una mirada integral de estas fuentes. Estos materiales se complementaron con el análisis de algunos libros y diarios de circulación nacional, que permiten dar cuenta de la diseminación del “diálogo” en diversas redes y espacios de sociabilidad ligados a Cambiemos.
En las páginas que siguen se reconstruye, en primer lugar, el lanzamiento de El Diálogo y la apuesta de sus realizadores y promotores por “regenerar” la cultura política argentina. Luego, se analizan las apuestas y convergencias entre distintos actores que, entusiasmados por el documental, buscaron recrear la “cultura del diálogo” en paneles y conversatorios.
Pablo Avelluto, el secretario de Cultura de la Nación entre 2015 y 2019, nació en 1966 en la ciudad de Buenos Aires. Hizo la secundaria en la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini[1] e ingresó en 1986 a la carrera de Comunicación social de la Universidad de Buenos Aires, siendo parte de la primera cohorte de estudiantes. En 2005 Avelluto fue convocado para dirigir la editorial Random House Mondadori/Sudamericana, cargo que ocupó hasta 2012, y desde el cual relanzó la temática de los setenta desde la empresa editorial más grande del país. Luego de su salida de Sudamericana formalizó su pertenencia al Club Político Argentino (CPA),[2] y su carrera se reorientó hacia la militancia política y, con ella, hacia la función pública. Integrado a las filas del PRO, entre 2013 y 2015 fue asesor de programas culturales y luego Coordinador General del Sistema de Medios Públicos de la Ciudad de Buenos Aires.
En 2013 produjo El Diálogo, un documental en el que conversan Graciela Fernández Meijide (GFM en adelante) y Héctor Leis. La película consagró su pasaje de editor a productor con una posición autoral propia (Saferstein, 2017). La idea germinó a principios de ese año, cuando Leis publicó Un testamento de los ’70. Terrorismo, política y verdad en Argentina por Editorial Katz. El libro generó controversias públicas ya que en sus páginas el filósofo pedía “perdón” por la violencia política de los setenta y por las muertes que había causado como integrante de la organización político-revolucionaria Montoneros.[3] También abogó por un memorial que incluyera los nombres de “todas las víctimas de los setenta”: las del Estado y las de las organizaciones armadas.
Cercana a la fecha de publicación del libro de Leis, Sudamericana lanzó al mercado editorial Eran humanos, no héroes: Crítica de la violencia política de los ’70 (2013), de GFM, madre de un desaparecido, integrante de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) y de la CONADEP. Por aquel entonces, ambos autores mantenían un fluido intercambio epistolar y compartían la pertenencia al CPA. A GFM, leer a Leis la sacudió emocionalmente. Así lo plasmó hacia el final de su libro.
No pasaron muchos meses después de que Vicente Palermo me hizo llegar el borrador de un libro: Un testamento de los setenta. Terrorismo, política y verdad en Argentina. El autor es Héctor Leis, que escribe sobre su pasado montonero. Estuvo preso y posteriormente exiliado a mediados de los años setenta en Brasil […]. Este libro me emocionó y me provocó respeto y admiración por la valentía del autor. […] Despojado de todo narcisismo, apoyado en anécdotas propias, Leis nos ofrece su mea culpa. Preocupado por el futuro del país, su convicción lo lleva al punto de estar dispuesto a perdonar y a promover la reconciliación de los sectores en pugna. Aquí voy a plantear una de mis disidencias con aquellos […] que están dispuestos a perdonar en aras de un futuro para la Argentina en el que se abandone el paradigma amigo/enemigo […]. Conocer las diferentes elecciones de vida que hicieron quienes fueron compañeros de Pablo [el hijo de GFM], observar las opciones políticas, profesionales o de negocios por las que optaron, me permitió reasegurarme de que soy incapaz de imaginar siquiera qué pensaría mi hijo, víctima primaria en nuestra familia. Porque ignoro qué querría hacer él con respecto al castigo de sus victimarios, soy incapaz de perdonar en su nombre (Graciela Fernández Meijide, 2013: 204. El énfasis es original).
Junto con la discrepancia de GFM respecto de la posibilidad futura de una “reconciliación” y del “perdón” como políticas de Estado, el libro concluía con su predisposición a “participar de todos los debates que se enciendan cada vez que aparezca el tema de las responsabilidades por los hechos” (2013:205). El hecho de que Leis transitara una enfermedad terminal fue decisivo para que GFM tomara la decisión de visitarlo en Florianópolis. En ese momento, Avelluto, que estaba al tanto de los intercambios entre ambos y tenía un trato de confianza con GFM, vislumbró la posibilidad de grabar el encuentro y materializarlo en un producto para su circulación. Con fondos provistos por el ministerio de Cultura de CABA, y con la colaboración de los cineastas Pablo Racioppi y Carolina Azzi, viajó a Florianópolis junto a GFM.[4]
El Diálogo es el resultado de 36 horas de grabación de las conversaciones entre Leis y GFM. El documental se estrenó el 28 de abril de 2014, en el Centro Cultural San Martín, en el marco del BAFICI (Imagen 1). La presencia de múltiples actores y funcionarios políticos ligados al PRO y a la Unión Cívica Radical (UCR), por entonces opositores a la gestión de Cristina Fernández, “le dio al evento una impronta política definida” (Saferstein y Goldentul, 2019). Un año después, cuando se avecinaban las elecciones presidenciales, Sudamericana publicó las conversaciones completas en formato libro. La presentación tuvo lugar en la mítica librería El Ateneo, ubicada en el barrio porteño de Recoleta (Imagen 2).
Imagen 1 Imagen 2
De manera complementaria al estudio de Gabriel Vommaro (2017) sobre la movilización de managers como uno de los hitos claves en la construcción de la alianza Cambiemos, el documental, el libro y sus eventos de promoción bien pueden pensarse como instancias de formación de la coalición en el plano cultural, en las que Avelluto y otros actores se desplegaron como “articuladores” entre el PRO y el mundo intelectual (Saferstein, 2017). Pese a que los protagonistas del documental coincidían en diversos temas referidos al pasado y al presente. El Diálogo fue presentado como un encuentro de voces “muy distintas entre sí”:
El Diálogo es un libro de un diálogo entre dos personas políticamente muy diferentes, pero que la política del kirchnerismo los unió. No hay pretensión de construir otra catedral de la verdad sobre esos años. Otra versión, una versión que no sea maniquea que es necesario hacer y se está haciendo mucho (María Matilde Ollier, politóloga, Librería Ateneo, 11 de marzo de 2015).[5]
En un clima en que la contienda política presentada en los medios como “la grieta” (Schuttenberg, 2019) se encontraba en su punto de mayor algidez,[6] los conflictos de memoria tendieron a ser vistos como indicios de un problema mayor. Considerada agonal, nacionalista y horadada por la lógica de la confrontación del peronismo (Mouffe, 2011), la cultura política argentina fue interpretada por estos núcleos como el principal obstáculo que impedía “superar” los conflictos derivados de los setenta, pues su propia dinámica llevaba a mantener vivos los conflictos del pasado como espejo para evaluar y significar los acontecimientos del presente. Y a su vez, en un juego de retroalimentaciones simbólicas, los años setenta fueron pensados en línea con la cultura política del kirchnerismo que se quería dejar atrás. Jelin (2017) justamente postula una temporalidad compleja para las memorias. En su visión, son los sucesos presentes los que constituyen y modifican las memorias, y trazan un horizonte de expectativas a futuro sobre la materialidad de las experiencias vividas. En ese sentido, si bien los disertantes tendieron a invalidar los “usos” del pasado por parte del gobierno nacional, sus discursos refrendaron el valor de la memoria para “generar imaginarios, representaciones y símbolos que movilizan políticamente a los actores sociales” (Feld, 2016: 10). Como sostuvo en aquel momento el ministro de Cultura porteño, Hernán Lombardi, durante la presentación del libro:
se trata de una contribución a mirar todos los hechos desde una valentía que pocas personas tienen para desafiar a su tiempo con coraje, con dignidad y pensando siempre en cómo proyectar un futuro mejor para todos (Librería Ateneo, 11 de marzo de 2015).[7]
Específicamente sobre la apelación al “diálogo”, si bien pueden trazarse conectores con los lenguajes de raigambre religiosa que circularon en las décadas del setenta y el ochenta en Argentina para exculpar a los responsables por el terrorismo de Estado (Salvi, 2012; Bonnin, 2015), en el marco de estos eventos la apelación al “diálogo” debe ser leída a la luz de la tradición liberal en que se inscribió el grueso de las fracciones que conformaron la coalición de gobierno liderada por Mauricio Macri, en ese entonces en vías de gestación. Como sostiene Gastón Souroujon (2018) sobre el “carácter dialógico” de PRO–Cambiemos, este evoca la lógica del consenso por sobre la confrontación y constituye uno de los componentes más relevantes y significativos de una parte del liberalismo político. Cabe señalar que en el marco de la tradición liberal la noción de “diálogo” equivale a diálogo racional: se asume que no existen conflictos que sean completamente irresolubles, y que los argumentos en pugna son negociables, siempre y cuando sean encarnados por individuos racionales alejados de extremismos (Giordano y Rodríguez, 2019). Esto significa, en los términos de Souroujon, que la “cicatriz antagonista de lo político pervive aún en su promesa consensualista” (2018: 62), pues se excluye y confronta con aquellos sectores percibidos como “irracionales” y “cerrados, siendo en este caso el kirchnerismo el principal adversario. Así lo resumía Pablo Avelluto en una entrevista que concedió al canal Todo Noticias, en abril de 2018, en la que señaló que:
Lo contrario del kirchnerismo no es el antikirchnerismo; lo contrario del kirchnerismo es la democracia, la pluralidad, que todos puedan expresarse y que todos podamos conversar (Pablo Avelluto, TN, 2018).
Una vez que Cambiemos ganó las elecciones, las apelaciones al diálogo no necesariamente sedimentaron en la definición precisa de un modelo para gestionar los conflictos derivados del pasado reciente. Antes bien, el diálogo tendió a ser evocado por distintos actores como un valor habilitante de la “pluralidad” de visiones que existen sobre el pasado reciente, como un principio que debía cimentar una nueva cultura política en general, y una nueva forma de habitar el campo de los derechos humanos en particular. En palabras del secretario de Derechos Humanos de la Ciudad de Buenos Aires, Claudio Avruj:
los derechos humanos requieren de deliberación, de comprensión mutua y de consenso, no se pueden suponer los derechos humanos como confrontación permanente (Claudio Avruj, Clarín, 10/12/2014).
Bajo la dirección de Avelluto, la cartera de Cultura –reducida al rango de secretaría en 2018– promovió distintos eventos en los que se discutieron enfoques alternativos para tramitar el pasado reciente. En octubre de 2016 se desarrolló en Casa Rosada el evento “Diálogos Globales”.[8] Y un año después, en septiembre de 2017, tuvo lugar el seminario “IDEAS. Pensemos juntos el futuro” en el Centro Cultural de la Ciencia.[9] Ambos eventos consistieron en una serie de paneles de discusión en los que disertaron expertos y referentes internacionales que fueron “protagonistas” de distintos procesos de diálogo intercultural y reconciliación. Como hemos expresado en otro lugar (Saferstein y Goldentul, 2019a), los formatos de ambos eventos merecen ser destacados, en tanto se enfocaron en discutir la “resolución de conflictos violentos” de otros países, como Sudáfrica o Colombia, evitándose hablar de manera directa sobre el caso local, aunque deslizando la comparación de manera potencial. Estas perspectivas fueron presentadas como “nuevas” más allá de que en Argentina tuvieran una circulación y una historicidad previa (Bonnin, 2015). Las siguientes son algunas de las frases que el ministerio de Cultura enfatizó posteriormente en el resumen institucional de la jornada:
Los Estados tienen una responsabilidad primordial, junto a las instituciones de la sociedad civil […] de avanzar en la resolución de conflictos. Si no hay trabajo en conjunto, no se va a poder avanzar en esa vía (Belén Alfaro Hernández, Embajadora española ante la Alianza de las Civilizaciones. El subrayado es propio, Diálogos Globales).
El diálogo es una herramienta fundamental para la construcción de sociedades abiertas, vitales y pluralistas (Iván Petrella, Secretario de Integración Federal y Cooperación Internacional, Diálogos Globales).
Los colombianos hoy están comprometidos con romper ciclos de violencia y volverse agentes de cambio (Joshua Mitrotti Ventura, Director de la Agencia Colombiana para la Reintegración, a cargo de la reincorporación de los ex combatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Diálogos Globales).
Por lo pronto, se puede advertir que los expertos deslizaron las ideas de “diálogo” y “reconciliación”, en algunos casos como parte de una responsabilidad civil compartida con el Estado y en otros casos como prácticas que debían circunscribirse al dominio de lo público-civil, antes que ser impulsadas desde la esfera estatal. Como se analizará a continuación, el lanzamiento del documental y del libro no solo aportaron a la conformación de la alianza Cambiemos en el plano cultural. También fomentaron el despliegue de redes interpersonales entre actores políticos y de la sociedad civil que, aun proviniendo de distintos espacios, comenzaron a confluir en su interés por disputar, y al mismo tiempo “solucionar” los conflictos derivados del pasado reciente desde los valores y prescripciones que se alentaban desde el documental y sus circuitos de promoción.
Las “mesas de diálogo”: rituales de integración entre personas “muy distintas”
Sin desestimar la densidad filosófica y política que entraña la categoría de “diálogo” –repuesta hasta aquí muy sucintamente– en este apartado propongo pensar dicha noción como un símbolo cohesivo construido en la interacción (Kertzer, 1988) que, al enunciarse, permitió que distintos actores se implicaran entre sí, reinventaran nomenclaturas y conceptos para evocar el pasado reciente, y al mismo tiempo, desarrollaran aptitudes y disposiciones para dar existencia a aquello que designaban: dialogar.[10] Desde 2014, GFM participó de la promoción de El Diálogo en varias ciudades del país. Estos eventos acercaron los contenidos “dialógicos” a distintas audiencias, y fueron organizados desde clubes políticos, fundaciones de corte liberal y liberal–conservador, agrupaciones católicas militantes y organizaciones de civiles y militares retirados. Esto alimentó la autogestión de una multiplicidad de paneles y conversatorios en los que convergían ex militantes de organizaciones armadas “arrepentidos” de su participación y militares retirados, víctimas del terrorismo de Estado, familiares de personas juzgadas por crímenes de lesa humanidad y víctimas del accionar armado, entre otros. Revitalizados en buena medida por el clima político–cultural que instaló el documental, estos eventos se dieron a conocer como “mesas de diálogo” o “mesas de encuentro”. Y al igual que el documental, se promocionaron como encuentros entre “personas muy distintas” pese a que las posiciones de rivalidad en el pasado no tuvieron continuidad en el presente. En el cuadro que sigue se resumen las “mesas de diálogo” más destacadas:
Fecha |
Actividad |
Lugar |
Participantes |
Organizadores |
08-05-2014 |
Mesa de Diálogo Testimonial 1: Proyección documental Los Valientes de Formosa |
CABA |
Guillermo Viola (militar retirado – integrante de Unión de Promociones), Ceferino Reato (periodista) |
Unión de Promociones |
29-06-2014 |
Proyección de El Diálogo |
Rosario |
------ |
Hijos y Nietos de Presos Políticos de Rosario |
14-08-2014 |
Bicentenario de la Independencia y la Cultura del Encuentro: “¿Es posible un Nuevo Inicio tras la violencia?” |
Centro Cultural Estación Belgrano, Santa Fe |
Graciela Fernández de Meijide (madre de desaparecidos, militante de DDHH), Arturo Larrabure (hijo de militar) |
Comunión y Liberación |
15-08-2014 |
Bicentenario de la Independencia y la Cultura del Encuentro: Proyección de El Diálogo |
Centro Cultural Estación Belgrano, Santa Fe |
Pablo Racioppi (director de cine) |
Comunión y Liberación |
22-08-2014 |
Panel Dar la cara: Testimonios sobre heridas que necesitan sanar |
Colegio Marín, Béccar, Provincia de Buenos Aires |
Enrique Alsina (militar retirado), Rogelio Mazzacote (ex conscripto), Luis Labraña (ex montonero), Julio Ojea Quintana (familiar de desaparecidos), José Sacheri (abogado de militare), José D’Angelo (militar y periodista) |
Enrique Alsina |
13-10-2014 |
Proyección de El Diálogo |
Universidad Tecnológica Nacional, San Miguel de Tucumán |
Graciela Fernández Meijide, Pablo Avelluto (editor y funcionario público), Carolina Azzi (cineasta y productora) |
Federalismo y Libertad |
1/06/2015 |
Proyección de El Diálogo |
Club del Progreso, CABA |
Graciela Fernández de Meijide, Hugo Vezzetti (investigador y docente), José Sacheri |
Club del Progreso |
10-04-2015 |
Los 70: todas las voces |
Instituto Hannah Arendt, CABA |
Elisa Carrió (política), Victoria Villarruel (presidente del CELTYV), Arturo Larrabure, Graciela Fernández de Meijide |
Coalición Cívica |
05-06-2015 |
Mesas de Dialogo para el Encuentro: Testimonios del presente y proyección de El Diálogo |
Museo Altos de Elorriaga, CABA |
Pablo Racioppi, Graciela Fernández de Meijide, Aníbal Guevara (integrante de HNPP) |
Comunión y Liberación |
07-06-2015 |
Mesas de Dialogo para el Encuentro: Construir desde el diálogo, el otro como bien |
Museo Altos de Elorriaga, CABA |
Julio Bárbaro (ex funcionario) y Henoch Aguiar (abogado) |
Comunión y Liberación |
05-08-2015 |
Mesa de Diálogo |
Universidad Católica Argentina, CABA |
Norma Morandini (familiar de desaparecidos, periodista y funcionaria pública), Arturo Larrabure, Monseñor Casaretto |
Universidad Católica Argentina |
26-04-2016 |
Mesa de Diálogo |
Congreso de la Nación, CABA |
Norma Morandini, Graciela Fernández Meijide, Daniel Sabsay (abogado), Leandro Despuy (secretario de DDHH de Alemania), Hermes Binner (gobernador de Santa Fe) |
Observatorio de DDHH del Senado de la Nación |
28-05-2016 |
Mesa de Diálogo Testimonial 2: Proyección documental La Escuelita de Manchalá |
Teatro Fundación Salta, Salta |
Silvia Ibarzabal (hija de militar y presidente de AFAVITA), Guillermo Viola |
Unión de Promociones |
25-06-2016 |
Mesa de Diálogo Testimonial 2: Proyección documental La Escuelita de Manchalá |
Club del Orden, Santa Fe |
------ |
Hijos y Nietos de Presos Políticos Santa Fé |
19-06-2016 |
Congreso Eucarístico del Bicentenario |
San Miguel de Tucuman |
María Luján Bertella (sobreviviente de la ESMA) y Aníbal Guevara |
Conferencia Episcopal |
Las mesas de “diálogo” o de “encuentro” desencadenadas a partir del documental y del libro buscaron funcionar a modo de ritos de integración cultural que escenificaban la recomposición de una “comunidad rota” (Salvi, 2012). En estos emprendimientos el “diálogo” asomó como un valor deseable para regenerar la “cultura política” pero también como una categoría operativa y pragmática para “solucionar” los conflictos derivados del pasado (Goldentul y Saferstein, 2019b). Como sostiene Salvi (2023), en la mayoría de los eventos, las “mesas de diálogo” buscaron validarse a partir de presentar este ritual como “inédito”:
En efecto, todos los “diálogos” tienen un elemento en común: se espera que la palabra sea al mismo tiempo reveladora de verdades no dichas y propiciadora del reconocimiento mutuo entre los interlocutores (Salvi, 2023: 16).
Como sostiene Besoky, la reproducción de las culturas políticas requiere no solo textos canónicos y bases ideológicas, sino también la “realización de prácticas reiterativas, la repetición de rituales y ceremonias y la participación en eventos y manifestaciones que sirvan para sellar compromisos de los adherentes y confirmar el sentido de pertenencia a un grupo” (2018: 96). La puesta en representación en estos encuentros no fue un componente secundario sino una condición fundamental (Guglielmucci, 2011). En la mayoría de las mesas de diálogo se procuró que “cada lado” estuviera representado, y así poder dar lugar a una revisión lo más “balanceada” posible de los setenta.
En octubre de 2019 tuvo lugar una mesa de diálogo en el Club del Progreso, un espacio tradicional de la Ciudad de Buenos Aires. Según constaba en la invitación, la mesa reunía las voces de cuatro “hijos afectados”: Aníbal Guevara, hijo de un militar condenado por crímenes de lesa humanidad, Silvia Ibarzabal y Victoria Paz, dos hijas cuyos padres fueron asesinados por organizaciones armadas; y Ram Krishan Singh, hijo de un desaparecido. Cuando faltaban pocos minutos para el inicio del panel, los organizadores del evento anunciaron que Ram Krishan no iba a poder asistir. Consiguientemente, la actividad inició con los primeros tres oradores. A los quince minutos, mientras una de las disertantes relataba su historia, María Luján Bertella ingresó al salón y se sentó entre el público. Bertella es una ex militante de Montoneros que estuvo secuestrada en dictadura. En abril de 2014 fue convocada a testificar en el juicio de la megacausa Escuela Mecánica de la Armada (ESMA) y en ese marco realizó una autocrítica sobre su actuación en los setenta como integrante de una organización armada. Si bien en el Club del Progreso Bertella asistió como parte del público, a los pocos minutos fue invitada a sumarse al panel como exponente del “otro lado”. Al término de la charla, Aníbal Guevara comentó que hubiera sido bueno contar con la presencia de Ram Krishán Singh (el hijo de desaparecido) porque “la mesa empezó muy dispar…Por eso cuando la vi a María Luján la invité a que se sumara” (Actividad Club del Progreso, octubre de 2019). Así, el disertante puso de manifiesto la necesidad de que “todos los lados” estuvieran representados, y así pudiera materializarse el ritual de integración entre personas que “piensan distinto”.
Las mesas de diálogo, como puede verse, no supusieron necesariamente un careo entre los “protagonistas”. El “otro” podía ser el miembro de una organización armada, el familiar de un desaparecido o de un militar, o bien todo aquel que pensara “distinto”. Esta flexibilidad se aprecia en la anécdota del Club del Progreso, donde el lugar reservado para un hijo de un desaparecido terminó siendo ocupado por una ex militante y sobreviviente.
El valor del diálogo, traducido en pautas que debían reglar y estimular la interacción, en algunas ocasiones trascendió las mesas y conversatorios organizados en aquel entonces. En su trabajo sobre las redes de denuncia de los “presos políticos”, Sabina Frederic (2017) cuenta que en 2016 entrevistó al presidente de una asociación de militares retirados y que este interpretó que el encuentro con ella –que había sido funcionaria en el Ministerio de Defensa durante la gestión de Nilda Garré– podía sembrar una “semilla” en el camino hacia la “concordia”. Particularmente, para los actores provenientes del mundo militar, la voluntad de “dialogar” partía a veces de una fuerte estereotipación cultural del “otro” con el que se quería interactuar (Badaró, 2009), que incrementaba el valor simbólico asignado a estos acercamientos.
En conversación con GFM, la integrante de la CONADEP se mostró consciente de que El Diálogo, sobre todo en su formato libro, había tenido como lectores predilectos a personas vinculadas al mundo militar, interesados en opciones alternativas a la vía judicial para tramitar los crímenes cometidos por las FFAA en la última dictadura argentina:
Yo misma, a ver, El Diálogo es el libro mío que más se vendió. Yo estoy segura de que lo compró toda la familia militar, que antes no compraban los otros libros sobre derechos humanos (GFM, marzo de 2019. Entrevista realizada junto a Ezequiel Saferstein).
En la visión de la protagonista del documental, este consumo masivo dentro del obedecía al “perdón” que Leis formuló en la conversación que mantuvieron en Florianópolis y en su libro previo, Un testamento de los 70. Esta posición, con la cual ella disentía, la llevó en ciertas ocasiones a rivalizar con otros “protagonistas” de los setenta y con personas del público que asistían a las mesas de diálogo, e intervenían con preguntas y comentarios que dejaban traslucir una reinterpretación de su palabra poco ajustada a sus intenciones.[11] Algunas veces, de hecho, se retiró de los eventos un tanto ofuscada, lo cual pone de manifiesto que los múltiples significados que circulaban alrededor de la categoría de “diálogo” no siempre eran compatibles entre sí.[12]
Con el objetivo de atender los componentes del ritual de diálogo, es necesario abordar las disposiciones actitudinales y emocionales que se entrecruzaron en las escenas de integración entre “los dos lados”. GFM explicó que en verdad el diálogo consistiría en un saber práctico “muy básico”. Se trataba de reponer el componente mínimo y a la vez elemental que hace a la cohesión social, diluido tras años –décadas– de confrontación social:
para que haya un diálogo tiene que haber un reconocimiento de que hay otro que tiene razones válidas y que merecen mi respeto, aunque no las comparta (Graciela Fernández Meijide, marzo de 2019. Entrevista realizada junto a Ezequiel Saferstein).
Es sugerente notar que el documental y el libro tendieron a ser valorados por el público y sus realizadores, no tanto por las ideas allí condensadas, sino por su formato “civilizado”: un diálogo plural, con silencios y ocurrencias de los protagonistas, que desenfundaron sus argumentos y posiciones críticas del pasado y del presente en un tono calmo que se mantiene de principio a fin.
En diversas mesas de diálogo que se sucedieron posteriormente al documental se escenificaron rituales de integración donde se instó al público a “ser abierto”, a “no cerrarse”, a “ser hospitalario en la escucha”, a “ceder”, a estar dispuesto a “cambiar de ideas”, y, como sostuvo antes GFM, a “considerar al otro tan valioso como uno”. Esto puede ser leído desde el punto de vista de Elías (2016), en su obra El proceso de la civilización, cuando coaliga la complejización de las sociedades con la gestión de las emociones y las conductas, arribando a una hipótesis que vertebra su trabajo: a medida que las cadenas de interdependencia que unen a unos y otros se amplían y densifican, los cambios en la estructura de la personalidad tienden, de manera concomitante, hacia un mayor autocontrol de los comportamientos y los afectos para garantizar “la vida social normal”, y de ese modo estar en correspondencia con las necesidades del entramado que va creciendo, el cual exige una mayor concientización de uno con respecto a los demás.
Pensando a El Diálogo y a las diversas instancias de sociabilidad que se generaron a partir de su lanzamiento a partir de Elias, en estos espacios se reiteraba un conjunto sintético de reglas y prescripciones consideradas “básicas”, relativas a cómo interactuar y relacionarse con quienes “piensan distinto”. En cierto modo, disponerse al encuentro con los “otros” exigía un mayor autocontrol de sí para garantizar el ritual de acercamiento, y así poder amplificar los vínculos y relaciones sociales. En junio de 2015, un año después del estreno del documental, se desarrolló una mesa de diálogo en el marco de la muestra “Bicentenario y cultura del encuentro”, organizada por el movimiento católico Comunión y Liberación.[13] De la mesa participaron GFM y Aníbal Guevara (35 años en aquel entonces),[14] vocero de Puentes para la Legalidad, una agrupación de hijos y nietos de militares juzgados por crímenes de lesa humanidad. Cada uno contó su experiencia, en un caso, como madre de un desaparecido e integrante de la CONADEP y la APDH; y en el otro, como hijo de una persona detenida por crímenes de lesa humanidad. Durante su alocución, el vocero de Puentes para la Legalidad rememoró con palabras afectivas el momento en que conoció a su compañera de panel:
en la presentación del documental El Diálogo, Pablo Racioppi nos presentó a Graciela, que inmediatamente nos invitó a su casa…y nos alojó en algún punto. Para nosotros que estamos acostumbrados a tanto prejuicio, el hecho de que ella, con toda su historia, nos estuviera escuchando, tuvo un significado impresionante (Aníbal Guevara, Conferencia en el Museo de la Ciudad, 5/06/2015. El énfasis es propio).
Luego, ambos invocaron el diálogo que Aníbal Guevara tuvo con el historiador e investigador del CONICET, Hugo Vezzeti:
GFM: ¡Se puede hablar! Esta es la historia. Hugo [Vezzetti], que consideró a los militares como sus enemigos porque pertenecía a la generación que quería la revolución, ¡ahora puede hablar con él [señala a Aníbal] y discutirlo!, y no descalificarlo de entrada y decir ´con ustedes no hablo´.
Aníbal: Y enseñarnos, porque a partir de esas charlas nos interpeló con respecto a los derechos humanos.
(Conferencia en el Museo de la Ciudad, 5/06/2015. El subrayado es propio).
El ingreso a estas redes de sociabilidad obligaba a negociar formas culturales de aprehensión del mundo en una red de relaciones atravesada por la diseminación del “diálogo” como valor que instaba a desarrollar –y a dar cuenta de– competencias sociales específicas tales como “escuchar”, “no descalificar” y “aprender del otro”. Estas recomendaciones prefiguraban un contraste –a veces tácito y otras veces expreso– con el estilo político del kirchnerismo y de los organismos de derechos humanos, a quienes se les asignaba la pretensión de imponer una memoria “cerrada”, “sesgada” y “simplificada”. En contrapartida, el diálogo, como valor deseado en las redes que fueron recorriendo, y como deber impuesto en estas redes, se convirtió en el marco desde el cual algunos familiares de militares comenzaron a evocar sus biografías. En Hijos de los 70. Historias de la generación que heredó la tragedia argentina (Sudamericana, 2016),[15] las periodistas Carolina Arenes y Astrid Pikielny describen que el intercambio entre Leis y GFM, donde se promueve el “escuchar y asomarse a las razones del otro”, son los cruces que le interesan a Aníbal Guevara. Y que se trata, según él, “de una marca de identidad que no nació con la situación actual de su padre sino mucho antes, durante los años del secundario”:
Hice trabajos prácticos para el colegio, incluso le pedí a mi viejo y a mi tío [el hermano de su padre] que había sido de las Fuerzas Armadas Peronistas, que me escribieran ambos una carta para ese trabajo (Arenes y Pikielny, 2016: 87).
Como se aprecia en la cita, Aníbal le asignó una cronología previa a su propensión para dialogar entre actores “muy distintos”, lo que nos remite a la “ilusión biográfica” de la que habla Bourdieu (1989) para dar cuenta del modo en que los actores dotan de coherencia a sus trayectorias, en función de las aspiraciones y posiciones que ocupan en el presente. Curiosamente, otra integrante de la misma agrupación que Aníba Guevara, Romina (29 años),[16] nieta de un oficial procesado por su actuación en dictadura, también dio cuenta de vínculos que la ligaban por consanguinidad a los “dos lados”. Además de la amplia tradición naval que existe en su familia, su abuela paterna es prima hermana de Ernesto “Che” Guevara:
es buenísimo como carta de presentación para decir ´me pasa esto, esto y esto, escuchame sin prejuicios´. Porque yo, teniendo todas esas aristas puedo ser o pro-Che Guevara o pro-milico (Romina, marzo de 2017).
Romina entendía que el vínculo familiar con el “Che” Guevara la podría reposicionar ante sus interlocutores. De diversas formas, tanto ella como Aníbal evocaron su pasado y sus vínculos personales para legitimarse como agentes capaces de encauzar un diálogo, sustentados en la objetividad que les proveería tener lazos de sangre con “ambos lados”. Esto también da cuenta del empeño por adecuar los comportamientos individuales a las exigencias, los códigos, valores y emociones que cimentaban las redes que comenzaban a explorar, en un clima de entusiasmo por el lanzamiento del documental y el libro.
En la mirada de quienes participaron o se sintieron atraídos por estos espacios, el hecho de establecer lazos con quienes “piensan distinto” suponía un nivel de exigencia emocional elevado. Para que el diálogo tuviera lugar y prospere, se entendía que algunas emociones limitaban y otras, en cambio, habilitaban. El “resentimiento” y el “enojo” fueron vistos como sentimientos que no ayudaban a “construir”. En el Nº 104 de Te Cuento La Semana (TCLS), el diario que elaboró un grupo de detenidos en el penal de Marcos Paz,[17] se informó de la “mesa de diálogo” que organizó el 26 de abril de 2016 el Observatorio de DDHH del Senado de la Nación, dirigido por la senadora, periodista y hermana de dos desaparecidos, Norma Morandini.[18] Sugestivamente, al lado de la nota podía leerse una serie de recomendaciones para “manejar el enojo” y que este “no nos enferme”:
1. Tomar contacto con los propios pensamientos. En el momento mismo del enojo recuerde que no tiene que enfurecerse simplemente porque siempre lo hizo
2. Postergue la ira. Antes de explotar, respire 15 segundos. La próxima vez que sean treinta y así hasta alcanzar intervalos más prolongados. Postergarla significa controlarla. Piense en los demás. Permítale a los diferentes ejercer su derecho de libre elección
3. Lleve un diario íntimo. En el cuaderno anote cuáles son las cosas que desatan su enojo. Pronto descubrirá que el mero hecho de tener que escribir el incidente lo persuadirá a elegir la ira con menos frecuencia.
(Te cuento la semana, Nº104, abril de 2016. El énfasis es propio).
Estas pautas se aproximan al género de “literatura de autoayuda”, que elabora programas de actuación social y emocional orientadas a promover un ejercicio reflexivo de la persona sobre sí. Ampuria (2006) analiza este género de obras como un fenómeno vinculado a la racionalización del proceso civilizatorio, siendo este un proceso esencialmente reflexivo. La persona debe ser consciente de sí y de los otros, y autogestionar sus emociones para alcanzar un “equilibrio”. A diferencia del odio y el resentimiento, el dolor tendió a ser evocado como un activador de posibilidades y valores positivos (Pita, 2010). En efecto, algunas mesas de diálogos tuvieron una alta densidad emotiva, con abrazos y llanto, y fueron recordadas por los protagonistas como instancias claves donde pudieron conectar con la otra parte (Lutz, 1986). Según Ram Krishan Singh, un referente del sikhismo en Argentina e hijo de un militante peronista desaparecido (mencionado más arriba),[19] cuando conoció a Aníbal Guevara en 2016, en el evento Diálogos Globales, lo abrazó y sintió “automáticamente” su dolor:
él siempre tiene una postura muy armada, muy rugbier. Pero lo abracé y lo sentí. Sentí su dolor subyacente. Por experiencia propia. Los hijos varones tenemos un código especial, alguna situación con nuestros padres. Un código inconsciente (Ram Krishan Singh, marzo de 2019).
Esto pone de manifiesto, en términos generales, que las culturas políticas se enlazan a una específica economía de las emociones que es siempre histórica y contingente. Y que en el caso específico de la centro-derecha de Cambiemos y de las redes y vínculos que conformaron el entorno partidario, la apelación a los valores del diálogo y el consenso fue enunciativa pero también performativa. La invocación de estos valores sedimentó en iniciativas, emprendimientos y espacios de sociabilidad que son irreductibles al debate sobre el carácter genuino o impostado de las derechas y su relación con la democracia dialogante.
Conclusiones
Entre 2014 y 2017, la centro-derecha de Cambiemos se consolidó apelando a distintos valores ineludiblemente asociados a la democracia, como la libertad, el diálogo y el consenso. En un contexto de polarización social y política, el lanzamiento de El Diálogo en 2014 y sus eventos de promoción funcionaron como instancias de formación de la coalición gobernante en el plano cultural, refrendando el valor de la memoria para generar imaginarios y movilizar a los actores en el tiempo presente. Frente al estilo político “conflictivo” de los gobiernos kirchneristas, el documental se orientó a visibilizar otro tipo de cultura política basada en el “diálogo” y la “escucha”.
La apelación al diálogo no fue meramente discursiva. El diálogo también debe ser pensado como una categoría con efectos cohesivos, en tanto generó marcos de oportunidad para que distintos actores del entorno partidario de PRO-Cambiemos interactuara entre sí: desde funcionarios políticos, gestores culturales y familiares de desaparecidos hasta familiares de militares condenados por crímenes de lesa humanidad. En un contexto de formación de la alianza electoral de Cambiemos que se presentaba propicia, la entronización del “diálogo” actuó como valor para que estos actores, opositores al gobierno nacional de Cristina Fernández de Kirchner, se implicaran y reconocieran entre sí.
El entusiasmo que generó el documental se pudo percibir en la multiplicación de eventos y “mesas de diálogo”, que se desarrollaron mayormente entre 2014 y 2017. Los lazos construidos en estas instancias no pueden ser leídos solamente a partir de una lógica instrumental. Ciertas sensibilidades, preocupaciones políticas y visiones compartidas habilitaron tales convergencias. Si bien es probable que la evocación del “diálogo” fuera para algunos actores simplemente un modo de confrontación política con el kirchnerismo, para otros condensó una forma alternativa de hacer política. Para los familiares de militares en particular, las mesas de diálogo configuraron una oportunidad para construir lazo social, ya que fue en estas instancias que pudieron ampliar sus ámbitos de interlocución y “ser escuchados” por agentes con autoridad para acreditar sus demandas. A su vez, en estas redes de sociabilidad político-cultural el “diálogo”, como cultura encarnada y recreada en la interacción, abrevó en una serie de disposiciones actitudinales para que tuviera lugar el ritual de acercamiento con los “otros”: ser abierto, receptivo y considerar la opinión del otro tan válida como la de uno, entre otras recomendaciones.
Hacia fines de 2017, las mesas de diálogo comenzaron a espaciarse hasta perder frecuencia, en el marco de una coyuntura signada por el deterioro de las variables económicas y por un aumento de la conflictividad social. En adelante, la emergencia de referentes, ideas y expresiones derecha radical que se proponían librar una “batalla cultural” contra toda forma de colectivismo coadyuvaron en un “giro a la derecha” del mapa político en general y al interior de las derechas vernáculas en particular. Durante la campaña electoral y los primeros años de Cambiemos en el poder, el “diálogo”, la “escucha” y la “cultura del encuentro” devinieron en principios medulares y convocantes, más allá de que quienes participaron de las “mesas de diálogo” en general compartían sentidos y marcos de interpretación similares sobre el pasado reciente y sobre el proceso político que había inaugurado el kirchnerismo en el gobierno. Hoy, en cambio, estos valores parecieran un lugar marginal en las geografías ideológicas y emocionales de las derechas en Argentina, siendo la “batalla cultural” contra las izquierdas, el progresismo y la “ideología de género” consignas preponderantes que generan adherencia y entusiasmo entre jóvenes seguidores identificados políticamente con la derecha.
Bibliografía
Fuentes
Diarios
Clarín, 10/12/2014.
Te Cuento la Semana, Nº104, abril de 2016.
Entrevistas
Entrevista realizada por Analía Goldentul a Romina (pseudónimo), marzo de 2017.
Entrevista realizada por Ezequiel Saferstei y Analía Goldentul a Graciela Fernández Meijide, marzo de 2019.
Entrevista realizada por Analía Goldentul a Ram Krishan Singh, marzo de 2019.
Eventos
Presentación del documental El Diálogo, Festival BAFICI, Centro Cultural San Martín, 28 de abril de 2014.
Conferencia en el Museo de la Ciudad, 5 de junio de 2015.
Presentación del libro El Diálogo, Librería Ateneo, 11 de marzo de 2015.
Evento Diálogos Globales, Casa Rosada, 3 y 4 de octubre de 2016.
Conversatorio entre “hijos afectados”, Club del Progreso, 10/10/2019.
* Instituto de Geografía, Historia y Ciencias Sociales (IGEHCS/CONICET), Argentina. Correo electrónico: agoldentul@gmail.com
[1] Se trata de un colegio nacional de prestigio dependiente de la Universidad de Buenos Aires.
[2] El Club Político Argentino es un colectivo de pensamiento formado en 2008 por intelectuales, académicos y periodistas que provienen de distintas tradiciones de pensamiento pero que mantienen en común una posición crítica al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Véase: Morán, Sabrina (2022). “República y democracia en el debate intelectual sobre la política argentina contemporánea: Las controversias entre el Club Político Argentino y Carta Abierta (2008-2015)”, Tesis de doctorado, Université Paris-Nord - Paris XIII.
[3] Montoneros fue una organización político-revolucionaria que surgió en Argentina a fines de los años 60, y se mantuvo activa hasta fines de la década del 70.
[4] Pablo Racioppi produjo en 2013 junto a Carolina Azzi la película “El Olimpo vacío. Un documental sobre Juan José Sebreli”. Este documental se reprodujo en círculos asociados al PRO y a las fundaciones que gravitan alrededor de este partido. Una de las proyecciones principales tuvo lugar el 12 de noviembre de 2013, en el Village Recoleta Mall, durante un evento coordinado por la Fundación 25 y la Fundación Pericles (Vommaro, 2017: 181).
[6] Entre 2012 y 2015 se produjeron numerosas marchas opositoras al gobierno nacional donde los protagonistas fueron sectores sociales medios y medios altos. Estuvieron articuladas en torno a reclamos diversos, como el rechazo a una reforma constitucional, los pedidos de “libertad de expresión” y de compra y venta de divisas, así como los reclamos por la suba de la inflación, la “inseguridad” y la corrupción. Estos reclamos diversos irían configurando un escenario de confrontación que fue presentado por distintos periodistas del mainstream como “la grieta”, categoría que terminó generalizándose a distintos ámbitos.
[7] El registro citado es resultado del trabajo de campo de Ezequiel Saferstein.
[8] Diálogos Globales se desarrolló los días 3 y 4 de octubre en la Casa Rosada. De acuerdo al propio registro elaborado por el Ministerio de Cultura, “el público estuvo conformado por funcionarios públicos, académicos, gestores culturales, líderes religiosos y alumnos de posgrados de universidades públicas y privadas, entre otros”.
[9] El seminario “IDEAS. Pensemos juntos el futuro”, se desarrolló entre el 22 y 24 de septiembre. Uno de los ejes estuvo enfocado en “Memoria y futuro”. Entre los invitados sobresalieron el intelectual francés Bernard–Henri Lévy, el ensayista norteamericano David Rieff y el representante de la Comisión de Verdad y Reconciliación de Sudáfrica Charles Villa–Vicencio, que también había dado su presente en Diálogos Globales (Goldentul y Saferstein, 2019a).
[10] Como recomienda el antropólogo David Kertzer: “una visión de la cultura que no tome en cuenta la interacción de nuestro sistema simbólico y el mundo físico en el que trascurre la actividad humana lleva inevitablemente a una antropología mística” (citado en Tarrow, 1988: 175), es decir, a una visión de la cultura “descorporeizada”.
[11] Si bien el diálogo fue entronizado como un valor deseable para la convivencia social, en principio de connotación liberal y secular, su enunciación pública generó ecos en otros espacios y actores que apelaban a dicha categoría con un sentido eminentemente religioso.
[12] El 10 de abril de 2015 se desarrolló un panel sobre “los setenta” en el Instituto Hannah Arendt, del que participaron la entonces diputada Elisa Carrió, que ofició de anfitriona; Victoria Villarruel y Arturo Larrabure en representación del CELTIV, y GFM. La integrante de la CONADEP se enojó con Carrió porque esta última se pronunció a favor de un “perdón” a los militares. Luego de un altercado de palabras se retiró del panel. Sobre Victoria Villarruel, a quien conoció en el evento mencionado, GFM destacó que era “muy difícil discutir con ella”.
[13] Comunión y Liberación es una organización político-religiosa creada en Italia por el sacerdote Luigi Giussani. Mariano Fabris (2014) indica que la llegada del movimiento a la Argentina durante la década del ochenta formó parte de su proceso de expansión geográfica y de ampliación de sus áreas de incidencia.
[14] Se invoca su nombre real por tratarse de una figura que, por la tarea que desempeñó como vocero de Puentes, tuvo visibilidad pública.
[15]Hijos de los 70. Historias de la generación que heredó la tragedia argentina, de las periodistas Carolina Arenes y Astrid Pikielny, fue lanzado al mercado editorial en 2016 por la editorial Sudamericana. Reúne las historias de veintitrés descendientes de personas que fueron “protagonistas” en la década del 70: hijos de desaparecidos, de militantes y de militares y policías condenados por crímenes de lesa humanidad. Véase Saferstein, Ezequiel y Goldentul, Analía (2022). “´Diálogos en papel´. Un análisis sobre las condiciones de producción y circulación del libro Hijos de los 70”, Clepsidra, n°18.
[16] Se utiliza un seudónimo a fin de preservar la identidad de la entrevistada.
[17] Te Cuento la Semana es una pequeña iniciativa editorial que surgió en 2014 al interior del pabellón V del penal de Servicio Penitenciario Federal II: Marcos Paz, por parte de un ex agente de inteligencia procesado por su actuación en la represión de Rosario. El 22 de agosto de 2016 el diario llegó a la tapa de Página 12, lo cual fue ponderado como un logro por sus hacedores. Dejó de existir a fines de 2016, cuando su editor principal terminó siendo absuelto por la justicia.
[18] En 2012, Sudamericana publicó el libro de Norma Morandini, De la culpa al perdón. Cómo construir una convivencia democrática sobre las intolerancias del pasado. Sus escritos y posicionamientos generalmente se encuentran tamizados por una impronta y fe religiosas. Hasta la fecha, Morandini continúa en su cargo en el Observatorio de DDHH del Senado de la Nación.
[19] El nombre de nacimiento de Ram es Juan Manuel D´Fabio. Luego de estudiar Bellas Artes, él y su esposa abrazaron el sikhismo. Se trata de una fe sincrética que mezcla elementos del hinduismo y del islamismo.