Sociología, intelectuales y peronismo en los años sesenta y setenta: la trayectoria de Roberto Carri (1966-1973)

 

Sociology, intellectuals and Peronismin the sixties and seventies: the trajectory of Roberto Carri (1966-1973)

 

Resumen

El presente trabajo analiza la trayectoria política y producción intelectual de Roberto Carri. Escritor, sociólogo, docente y periodista. Fue una figura intelectual destacada de las Cátedras Nacionales y un actor central de la Sociología Argentina en los años sesenta y setenta. Se desempeñó como colaborador en las revistas Primera Plana y en el diario La Opinión y dio clases en la Universidad de Buenos Aires, en la Universidad del Salvador y en la Universidad de Mar del Plata. Como militante político del peronismo revolucionario se vinculó al Peronismo de Base y luego a Montoneros. Entre sus principales publicaciones se destacan: Sindicatos y Poder en la Argentina. Del Peronismo a la crisis (1967), Isidro Velázquez. Formas Pre revolucionarias de la violencia (1968), Poder Imperialista y liberación nacional. Las luchas del peronismo contra la dependencia (1973). El objetivo de este trabajo consiste en comprender a partir de la trayectoria de Roberto Carri procesos más amplios que tienen que ver con la historia de la sociología argentina y su interrelación con procesos políticos, culturales y sociales. En particular, se refiere a los procesos de radicalización política y las transformaciones del peronismo en aquellos años.

Palabras clave: Sociología; Intelectuales; Peronismo; Roberto Carri

 

Abstact

This paper analyzes the political trajectory and intellectual production of Roberto Carri. Writer, sociologist, teacher and journalist. He was a leading intellectual figure of the National Chairs and a central actor in Argentine Sociology in the sixties and seventies. He worked as a contributor to Primera Plana magazine and La Opinion newspaper and taught at the University of Buenos Aires, the University of Salvador and the University of Mar del Plata. As a political militant of revolutionary Peronism, he was involved in Base Peronism and later in Montoneros. His main publications include: Sindicatos y Poder en la Argentina. Del Peronismo a la crisis (1967), Isidro Velázquez. Formas Pre revolucionarias de la violencia (1968), Poder Imperialista y liberación nacional. Las luchas del peronismo contra la dependencia (1973). The main of this paper is to understand, from the trajectory of Roberto Carri, broader processes that have to do with the history of Argentine sociology and its connection with political, cultural and social processes. In particular, it refers to the processes of political radicalization and the transformations of Peronism during those years.

Keywords: Sociology; Intellectuals; Peronismo; Roberto Carri

 

Fecha de recepción: 7 de enero de 2022

Fecha de aceptación:11 de julio de 2022

 

 

 

 

 

 

Sociología, intelectuales y peronismo en los años sesenta y setenta: la trayectoria de Roberto Carri (1966-1973)

 

Anabela Ghilini*

Introducción

 

El presente trabajo analiza la trayectoria política y producción intelectual de Roberto Carri. Escritor, sociólogo, docente y periodista. Roberto Eugenio Luis Carri nació el 8 de julio de 1940 en la Ciudad de Buenos Aires y fue una figura intelectual destacada de las Cátedras Nacionales y un actor central de la Sociología Argentina en los años sesenta. Se desempeñó como colaborador en las revistas Primera Plana y en el diario La Opinión y dio clases en la Universidad de Buenos Aires, en la Universidad del Salvador y en la Universidad de Mar del Plata. Como militante político del peronismo revolucionario se vinculó al Peronismo de Base y luego a Montoneros. Entre sus principales publicaciones se destacan: Sindicatos y Poder en la Argentina. Del Peronismo a la crisis (1967), Isidro Velázquez. Formas Pre revolucionarias de la violencia (1968), Poder Imperialista y liberación nacional. Las luchas del peronismo contra la dependencia (1973).

 

El objetivo de este trabajo consiste en comprender a partir de esta trayectoria procesos más amplios que tienen que ver con la historia de la sociología argentina y su interrelación con procesos políticos, culturales y sociales. En particular, consideramos que su itinerario ilumina aquellos referidos a la radicalización política de una parte significativa del campo cultural e intelectual. En tal sentido, nuestra investigación intenta aportar al conocimiento de la historia de la sociología y de los intelectuales en Argentina, así como también contribuir al desarrollo de la historia cultural e intelectual del período.

 

Como veremos a continuación, su obra puede leerse a partir de una serie de “combates”: contra el debilitamiento de la fuerza sindical, contra la represión popular, contra la sociología académica, contra el desarrollismo como forma de imperialismo.

 

Los comienzos: La visión sindical y los nexos con el movimiento obrero

 

La primera militancia político-intelectual de Carri comenzó en la segunda mitad de los cincuenta en la Federación Juvenil Comunista y posteriormente en un grupo de izquierda llamado “Círculo de Estudios Sociales Luis Recabarren”, participando además en la revista El Obrero que editaba este grupo. Tras esa experiencia promediando los años sesenta sobrevino su primer acercamiento al peronismo junto con Eduardo Luis Duhalde y Rodolfo Ortega Peña en aquella época jóvenes abogados laboralistas y asesores legales de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM).[1]A partir de esta nueva amistad, Carri publicaría su primer libro Sindicatos y poder en la Argentina. Del peronismo a la crisis(1967) abocado a la preocupación por la clase obrera sindicalizada y una pequeña revista Estudios Sindicales publicada entre octubre de 1966 y febrero de 1967.[2]Ambas publicaciones ligadas al proyecto editorial Sudestada.[3]

 

En ese momento, Carri trabajaba en el Ministerio de Trabajo y desde allí pudo obtener información para dichas publicaciones. La pequeña revista proporcionaba información sobre distintas actividades de la Confederación General del Trabajo (CGT): congresos, discursos de sindicalistas, documentos como las actas de las reuniones de la CGT, entrevistas de los dirigentes con los funcionarios del Gobierno. También se publicaban resoluciones y comunicados de diferentes nucleamientos del movimiento obrero. Si bien no se menciona quiénes conformaban el equipo de redacción ni los autores de las notas, en todos los ejemplares aparece el estudio jurídico especializado en cuestiones laborales y sindicales, integrado por los jóvenes abogados laboralistas Peña y Duhalde junto con Laura B. de Duhalde y Ángel Areu Crespo (Nassif y Dawyd, 2014).

 

Cabe destacar que ellos establecían un vínculo directo con gremios y sindicatos peronistas –especialmente con la UOM– en un contexto de fuerte represión sobre el movimiento obrero. En tal sentido, este libro permite vislumbrar el acercamiento de Carri con el sector de las 62 Organizaciones liderado por Augusto Timoteo Vandor en tiempos de dictadura de Juan Carlos Onganía.

 

Sindicatos y poder en la Argentina está dedicado a militantes del sindicalismo peronista asesinados (Mendoza, Vallese, Mussy, Retamar, Méndez, García) y abre con una frase que anticipa los tiempos que vendrán: “Un gran silencio que pronto será sonido y furia” (Gago, 2015).

 

 

 

 

 

 

 

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Portada del libro Sindicatos y poder en la Argentina. Del peronismo a la crisis, Editorial Sudestada, 1967

 

 

De acuerdo con el semanario Primera Plana, el primer libro de Carri ocupó la lista de los más vendidos en el país desde su edición en 1967 hasta comienzos de 1968, e incluso alcanzó el tercer puesto (Dawyd, 2019). En este libro, Carri elabora un relato histórico que va desde los orígenes del peronismo a la crisis del golpe militar de 1966, conceptualizando tres etapas (peronista, “Revolución Libertadora” y sindical), marcadas cada una de ellas por los vaivenes políticos y la relación entre Estado y sindicatos en cada uno de estos momentos. Un punto de inflexión estará dado por la sanción de la Ley de Asociaciones Profesionales, que marcaría el comienzo de la etapa peronista con la formación de organizaciones de masas, constituyendo a partir de entonces a la clase trabajadora como un factor de poder. La etapa siguiente comenzaría con el golpe de estado de 1955 en la que surgen nuevos dirigentes sindicales al calor de la resistencia peronista y finalmente la tercera etapa cuyo comienzo estaría dado por la restauración de la ley de Asociaciones profesionales en 1958 marcando una nueva etapa “sindical” en la que se destaca la aspiración a actuar como fuerza política. Al concluir el trabajo Carri afirmaba:

 

Estudiar los sindicatos en su relación particular con el Estado es un buen método porque acostumbra a observar el problema fundamental de la política que es el problema del poder. Hoy los sindicatos están en crisis, pero el problema del poder sigue más presente que nunca, y centrado en él debe continuar la elaboración teórica, y si deja de ser teórica mucho mejor (Carri, 1967:171-187).       

 

Se destaca el apéndice que Carri escribe para la reedición de este libro en 1969 (Sindicalismo de participación, sindicalismo de liberación), aunque el libro no se reeditó. En este texto que formó parte de una ficha de la materia que Carri dictaba como Sociología especial “Poder, estratificación y alienación”, es posible advertir su desplazamiento político a favor del compromiso con los sectores más combativos del peronismo, ligados a la CGT de los Argentinos liderada por Raimundo Ongaro junto con la denuncia de la burocracia sindical (Gago, 2015:70).

 

Si bien reivindicaba el papel de las 62 Organizaciones hacia atrás, influido tanto por Miguel Gazzera como por Amado Olmos a quien él conocía del sindicato de Sanidad, no deja de ser condenatorio de los nexos entre cierta dirigencia sindical y la cúpula militar. Dice Carri:

 

Incapaz de estructurar un partido político coherente, organizado y con claridad en los objetivos, el movimiento nacional peronista derivó en las organizaciones gremiales el cumplimiento de ese papel. De allí nuestra definición del movimiento sindical como una de las principales fuerzas políticas del país, e indudablemente la única que mereció tal nombre en el seno de las clases populares. En la etapa política inaugurada por la Revolución Argentina las cosas así planteadas cambiaron fundamentalmente, y ni siquiera se mantiene un movimiento sindical con capacidad de lucha e influencia como para dirigir la resistencia popular contra la entrega descarada y absoluta del patrimonio nacional a los capitales monopolistas. 

 

Dejando atrás la impronta vandorista de sus primeros trabajos, Carridiferencia el “sindicalismo de liberación” del “sindicalismo de participación”. Así rectificaba su posición acerca del sindicalismo, que en esos años precisamente se debatía entre posiciones participacionistas y combativas. “El drama del sindicalismo argentino sigue siendo este, o define claramente los fines políticos de apoyo al sistema como hacen los participacionistas, o lo repudia como hizo la CGT de los Argentinos” (Carri, 1971: 148).

 

La CGTA pareció encarnar la opción que Carri buscaba para que desde el sindicalismo se fortaleciera el movimiento nacional para oponerse al gobierno militar. Ello quedó explicitado en el “Programa del 1° de Mayo”, base programática de la CGTA desde el cual se convocó a un gran frente político-gremial para confrontar con la dictadura.

 

Por ese entonces, profundizando su compromiso político, Carri también se ligaría al Peronismo de Base (PB) y las FAP, al igual que Ortega Peña y Duhalde. Las FAP fue una de las primeras organizaciones políticas armadas del peronismo, conocida como “la P” que surgió en 1968 en torno a una serie de acuerdos mínimos: el peronismo como Movimiento de Liberación Nacional; el regreso de Perón; la identificación el imperialismo y la oligarquía como principales enemigos; y la lucha armada como estrategia. Las FAP fueron conocidas por la operación de Taco Ralo en la que intentaron establecer un foco guerrillero y rural. Si bien Taco Ralo fue una experiencia poco prolongada en el tiempo –además de que la mayor parte de quienes participaron en ella cayeron presos– puede pensarse como una experiencia “puente” en tanto dio lugar a nuevas formas de lucha y se convirtió en el primer símbolo del accionar de las organizaciones político-militares de los setenta (Raimundo, 2004; Stavale, 2012). Tras la caída en Taco Ralo y el apresamiento de sus máximos dirigentes, se suscitan varios debates internos y se vuelcan a otro tipo de actividades ligadas a experiencias sindicales. Estos posicionamientos políticos guardan relación con la segunda publicación deCarri: Isidro Velázquez. Formas prerrevolucionarias de la violencia.

 

Los años sesenta: radicalización política y cultural

 

         Ya en su segundo libro Isidro Velázquez. Formas prerrevolucionarias de la violencia, publicado en 1968, Carri expresa una sociología tercermundista y fanoniana y reivindica la violencia política. Este ensayo aborda la historia de un peón de origen rural que sufrió una serie de hostigamientos por parte de la policía de Colonia Elisa, Chaco como símbolo de rebeldía popular, espontánea y violenta. Su publicación tenía el propósito de que estuviera en la calle al cumplirse el primer aniversario del asesinato de Isidro Velázquez y de su lugarteniente Gauna (Duhalde, 2001:133).

 

En este libro Carri reconoce la influencia de Los condenados de la Tierra (1963) de Franz Fanon que fue la guía teórico-política de su trabajo. Al respecto sostiene Carri: “Deseo señalar que es en la obra de Frantz Fanon donde se replantea radicalmente el problema de la violencia y de la espontaneidad, obra que fue la ‘guía’ teórico-política de este trabajo” (Carri, 1968b).

 

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Portada del libro Isidro Velázquez, formas prerevolucionarias de la violencia, Editorial Sudestada, 1968

 

 

También establece un diálogo crítico con el historiador Eric J. Hobsbawm quien había publicado el libro Rebeldes Primitivos. Estudio sobre las formas arcaicas de los movimientos sociales en los siglos XIX y XX (1968) en el cual hace un recorrido por las formas en el que campesino reacciona ante la exclusión, las relaciones y condiciones que propician el levantamiento de estos grupos sociales frente a la injusticia.[4] Carri plantea que no resulta adecuado el término de “bandolerismo” –en tanto hace aparecer a estas clases como “primitivas o prepolíticas”– y prefiere utilizar el término de “rebelde” para dar cuenta de la resistencia de la comunidad rural, reconociendo su potencialidad revolucionaria.[5] Sostendrá: “Definir a un hombre como bandolero social no es la consecuencia del estudio sino el preconcepto del cual se parte” (Carri, 1968b:104) cuestionando a los sociólogos que utilizaban como modelo o preconcepto para luego adecuarlo a la realidad.

 

Carri va a retomar la noción de “proletariado total” para dar cuenta de un proletariado rural que caracteriza en contrapunto con la clase obrera industrial: “desposeídos totales” y sometidos, por estar en áreas coloniales, a la “violencia absoluta”. Al ser las clases más explotadas por el “neoimperialismo” serían las únicas capaces de subvertir el sistema capitalista. Escribirá Carri que “el sistema produce a Velázquez de la misma forma que produce a las clases oprimidas y por ello, Velázquez expresa el rechazo del orden vigente” (Carri, 1968:34). El enfoque propuesto en este ensayo reivindica a estas luchas como una anticipación de las luchas de liberación de los pueblos contra el imperialismo.[6]

 

También puede encontrarse en este ensayo una crítica al profesionalismo sociológico y al método propio de la sociología. En aquel momento, este debate se ligaba directamente con la discusión más general sobre el compromiso político de los intelectuales. Carri da cuenta de ello en Isidro Velázquez cuando se refiere a los “bandoleros científicos” pues él se resiste a pensar el conocimiento social fuera del contexto político que atraviesa el país y escindido de la lucha política por la transformación social (Nahmías, 2015).

 

Esta será una reflexión recurrente en los diferentes trabajos de Carri. No es casual que ese mismo año debatiera con Francisco Delich –en ese momento integrante del Centro de Investigaciones en Ciencias Sociales (CICSO)– en una conocida polémica acerca de la recepción del libro de Arturo Jauretche, El medio pelo en la sociedad argentina, apuntes para una sociología nacional (1966) (Delich, 1967; Carri, 1968).En la presentación de este libro, Jauretche consideró que su trabajo constituía un aporte para la sociología nacional y propuso el “método del estaño” para señalar el saber espontáneo que surge de la sociabilidad, de las sabidurías populares. Carri entró en polémica con Delich al repudiar su actitud de calificar como “no científicas” las contribuciones que no se adaptan al “riguroso” método científico.  “Jauretche tiene una posición política muy conocida (radical, forjista, peronista)” y sus conclusiones expresarían su particular opinión sobre la independencia nacional. Para Carri la actitud de Delich pasa por alto la tradición política del autor y la época en la que se inscribe la obra, dimensiones claves para comprender que la misma constituye un aporte para la comprensión de la realidad argentina. Y aludiendo a sus competidores en el campo sociológico afirma: “Y no interesa si el sociólogo científico se proclama marxista, funcionalista o estructuralista; cualquiera de esas formulaciones separada de la experiencia histórica y un determinado medio social, es igualmente perniciosa”. 

 

A tono con el clima contestatario de esos años, la articulación entre ciencia y compromiso político lo llevará a asumir un posicionamiento radical que –sin salirse de la disputa académica implicó redefinir a la sociología como disciplina científica. Como veremos a continuación, el rechazo y cuestionamiento hacia la sociología científica se articuló con la denuncia de la dependencia en el ámbito académico-científico y en términos más generales, con la denuncia por la dependencia del país y el orden social opresor e imperialista que intentaban revocar.

 

Las Cátedras Nacionales: Una apuesta por repensar la Sociología desde el peronismo

 

Roberto Carri fue uno de los principales impulsores de la experiencia universitaria de las Cátedras Nacionales de la Carrera de Sociología de la UBA donde se desempeñaba como docente. Estas cátedras son frecuentemente recordadas porque estimularon la reorientación de intelectuales y militantes universitarios hacia el peronismo. Además, renovaron el ámbito de las Ciencias Sociales al articular el conocimiento acerca de la realidad social nacional y latinoamericana con la lucha por la liberación y la revolución (Rubinich, 1999, 2003; Moscona, 2010). Asimismo, es preciso soslayar que estas cátedras fueron minoritarias y su importancia derivó no del peso numérico sino de la tarea política y crítica desarrollada a través de ellas. Si pudieron mantenerse durante casi tres años de permanente contradicción con las autoridades universitarias se debió fundamentalmente a la participación activa de los estudiantes (Ghilini, 2020).

 

Desde allí Carri reivindicó una ciencia social comprometida frente a la “sociología científica” dominante, identificada con la sociología de Gino Germani y sus discípulos.[7]Respaldó una concepción del saber científico que enfatizó su carácter político. Al respecto, Carri hizo referencia a las características de una “sociología nacional” que ellos pretendían fundar:       

 

Una ciencia al servicio de la Liberación Nacional se construye como respuesta militante a la ofensiva cultural del imperialismo; resolviendo dentro de sus posibilidades los problemas que la práctica de las masas populares hacen surgir de la compleja realidad de nuestra patria; historiando nuestra dependencia y extrayendo enseñanzas de las luchas que nuestro pueblo ha realizado; señalando la continuidad histórica que estas luchas tienen y muestran el camino de la liberación definitiva de nuestra patria: San Martín, Rosas, Yrigoyen, Perón; elaborando los procedimientos conceptuales en nuestra propia realidad social y aprendiendo críticamente de las experiencias históricas de otros pueblos; rechazando como forma de dominación cultural y política las modas científicas que los defensores de la “verdadera ciencia” intentan vender como la última palabra […] (Carri, 1969: 65).

 

La ciencia es entendida por este autor como una respuesta militante a la ofensiva cultural del imperialismo en clara oposición con las categorías de “objetividad” y “neutralidad valorativa” elementos centrales de quienes defendían a la sociología como profesión. El presupuesto de la “objetividad científica” funcionaría como un mecanismo que ocultaba las relaciones de poder y la dependencia en el campo del conocimiento. Estas críticas a la “sociología científica” y la sociología como profesión se nutrieron también de las perspectivas radicalizadas norteamericanas y europeas.[8]

 

Asimismo, el término cientificista expresaba el rechazo de los sociólogos nacionales a la corriente sociológica identificada con el estructural-funcionalismo y sus seguidores. Al respecto, Eliseo Verón coincide con Carri y crítica al cientificismo en tanto este contendría una “concepción ingenua de la ciencia y del conocimiento” al suponer la neutralidad completa en el trabajo científico. Verón consideraba que “la ideología es una dimensión estructural de toda comunicación, inclusive de la ciencia” (Verón, 1970). Pese a ello, este autor acusará a la sociología nacional de asumir una posición extrema, a la que denomina como anticientificista y a la cual define como una “contra ideología”, en tanto “ignora y oculta la práctica científica, negando además la propia identidad profesional”. En palabras de Verón: “Al renunciar a las exigencias del método científico, nos abandonamos en los brazos del discurso ideológico y por añadidura nos podemos dejar invadir por el agradable sentimiento de ser escritores revolucionarios”.[9]

 

El uso del término “cientificista” o “anticientificista” en tanto categorías nativas aparece en aquel entonces como una forma de ofender a los adversarios. Resulta interesante el análisis de Gastón J. Gil (2011) cuando da cuenta de la connotación de “estigma” con la que muchas veces fueron utilizados estos términos, ya que comúnmente operaban como una marca de “desacreditación” de los involucrados (con un fuerte contenido moral).

 

Estos interrogantes tuvieron una conocida formulación por parte del destacado investigador proveniente de las ciencias exactas Oscar Varsavsky[10] quien contribuyó a cuestionar algunas de las reglas del campo científico, definiendo como cientificista a aquel que “renuncia a preocuparse por el significado social de su actividad, desvinculándola de los problemas políticos” (Varsavsky, 1969:125).  Según Varsavsky, la actitud del cientificista es la de quien privilegia su carrera y relega sus deberes sociales. Asimismo, parte de sus contribuciones fueron considerar que el desarrollo científico debía estar vinculado estrechamente con los intereses nacionales y cuestionar la idea de una “ciencia universal” entendida como una adaptación a un sistema de dependencia cultural.

 

Más allá de los múltiples significados y usos del concepto cientificismo este término se asoció tempranamente con aquellas posiciones que cortaban los nexos entre políticas científicas y política.  No obstante, un rasgo típico de los años sesenta fue el creciente compromiso de los intelectuales. Carri respaldó una concepción del saber científico que enfatizó su carácter político y articuló el objeto de la Sociología con los intereses nacional-populares y una exigencia apremiante como la lucha por la “liberación nacional” y la revolución.

           

Los años setenta: Poder imperialista y liberación nacional

 

El tiempo en que vivió y escribió Roberto Carri fue de acelerados cambios sociales y políticos. Carri piensa y escribe como docente, ensayista, periodista, investigador y militante. En 1973, publicó Poder imperialista y liberación nacional. Las luchas del peronismo contra la dependencia, un libro en el que compiló artículos anteriormente publicados en la revista Antropología 3er Mundo y Envido.

 

La pregunta de este libro es cómo enfrentar a los desarrollistas y burócratas que vuelven a funcionar como la punta de lanza del enemigo imperialista (Gago, 2015). Los países del Tercer Mundo y de América Latina en particular, son estructuralmente imperialistas, significando así el modo de vida de las sociedades dependientes.

 

El Imperialismo es el modo de vida de la sociedad capitalista contemporánea, su estructura determinante […] concentra el poder económico, político, militar y cultural; en él la historia tiene un sentido claro y definido que es otorgado a los imperialistas por la concentración de las decisiones en un grupo específicamente delimitado (Carri, 1973).

 

Su punto de vista crítico del comportamiento de los países centrales en el Tercer Mundo lo llevó a discutir el rol del capital extranjero en el país y a partir de aquí, elaboró un fuerte cuestionamiento del programa del desarrollismo, tanto en el plano teórico, como en su versión política concreta con Arturo Frondizi y Juan Carlos Onganía.

 

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Portada del libroPoder Imperialista y liberación nacional. Las luchas del peronismo contra la dependencia, Editorial Efecé, 1973

 

 

Pero el mismo sistema imperialista produce la oposición a su dominio. El imperialismo provoca una respuesta cultural, política y revolucionaria que se expresará en los movimientos de liberación nacional. Carri planteaba que “las revoluciones china, coreana, vietnamita, cubana, argelina, ponen nuevos límites a la dominación imperialista y al mismo tiempo expresan un proceso nuevo: las luchas nacionales de tres Continentes que rompen de raíz los marcos en que se desenvolvía el sistema mundial” (Carri, 1973).

 

El peronismo es expresión de las luchas contra la dependencia. Ahora bien, en esta etapa Carri advierte que el frente antiimperialista no suprimía las contradicciones en el peronismo.

 

Las luchas sociales en el peronismo son objetivas pero hay una que es fundamental, la que enfrenta a los trabajadores con los representantes directos del gran capital en el movimiento de masas: la burocracia sindical y sus aliados de la burocracia política. La resolución de esta contradicción es tan importante para garantizar el desarrollo del proceso revolucionario como el enfrentamiento con los monopolistas y su aparato político-militar de ocupación (Carri, 1973).

 

En relación con ello, se publicará en Antropología 3er Mundo el documento autocrítico “De base y con Perón. Un documento autocrítico de las ex cátedras nacionales” (1972) firmado por Carri y que puede leerse a modo de cierre de un ciclo. Los que firmaron ese documento adherían a la conformación de una Alternativa Independiente (AI) del peronismo, a partir de la construcción organizativa de sus bases.

 

El lanzamiento de la AI guarda relación con un debate que se suscitó al interior de las FAP alrededor de 1971 entre los denominados “clasistas” y los movimientistas u oscuros. Los primeros definieron su postura en base a los siguientes postulados: 1. El rol central de la clase obrera como sujeto revolucionario, 2. La existencia de contradicciones al interior del movimiento peronista y la imposibilidad de establecer una alianza con la burguesía nacional, 3. La relativización del rol atribuido a Perón en la conducción del proceso revolucionario, aunque este aspecto no fue expresado públicamente, provocó tensiones constantes hacia dentro y hacia afuera de la organización(Raimundo, 2004:467). Tal como se expresa en el documento autocrítico:

 

La alternativa independiente que asumimos con el peronismo de bases, es el peronismo mismo y se corresponde con la necesidad de ser fieles a Perón, que desde la proscripción y el exilio golpea con lo que tiene al régimen entreguista, para que la clase obrera continúe desde abajo organizándose para la reconquista del poder, para construir una patria libre, justa y soberana, una patria socialista. Rechazamos todo vanguardismo pequeño burgués o intelectual y nos sumamos a la construcción de la organización desde las bases que permitirá al pueblo peronista vencer en esta larga guerra de liberación. Con la clase obrera y con Perón continuaremos luchando hasta la victoria definitiva (“De base y con Perón. Un documento autocrítico de las ex cátedras nacionales”, 1972).

 

En aquel entonces, “socialismo” y “liberación nacional” serán dos grandes tópicos político-ideológicos que–en sus múltiples interpretaciones– constituirán los pilares sobre los que se consolidará el proyecto político de gran parte de los sectores juveniles. Siguiendo el itinerario político de Carri, en 1973 ingresa a Montoneros, organización en la que se desempeñó como responsable de la “Columna Sur”. Pero la política represiva canceló esta etapa drásticamente y el 24 de febrero de 1977 fue secuestrado de su hogar en Hurlingham junto a su esposa, Ana María Caruso.

 

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Fuentes

 

 “De base y con Perón. Un documento autocrítico de las ex cátedras nacionales” (1972): Antropología 3er Mundo, N° 10.

 



* Universidad Nacional Arturo Jauretche, Argentina. E-mail: anabelaghilini@gmail.com. Una versión preliminar de este trabajo fue presentada en las XIV Jornadas de Sociología “Sur, pandemia y después” de la UBA, del 1 al 5 de noviembre de 2021.

[1] Mauricio Chama sostiene que tanto Ortega como Duhalde durante sus años de militancia universitaria en la Facultad de Derecho de la UBA recorrerán un itinerario afín hacia el peronismo. Ortega Peña se afilia al Partido Comunista y milita en la Federación Juvenil Comunista y en el Frente Cultural del P.C. hasta el año 1960 al mismo tiempo mantiene un intercambio fluido con Juan José Hernández Arregui, intelectual destacado de la “izquierda nacional” y Cesar Marcos, uno de los principales dirigentes de la “resistencia peronista” que motivarían su ingreso al peronismo. Por su parte, Duhalde tras un breve paso por el Humanismo, se incorpora al reformismo de Derecho (MUR) en el ´57 y en este último tramo de su carrera universitaria mantiene contactos con dos minoritarios núcleos trotskistas: Palabra Obrera y Praxis. Recién hacia fines del ´61 se asumirá como peronista por influencia de Hernández Arregui y el propio Ortega Peña. (Chama, 2006).

[2] La Revista Estudios Sindicales publicada durante los primeros meses de la dictadura de Onganía, era dirigida por Roberto Carri (firmaba con su apellido materno, Cappagli) con el apoyo de Ortega Peña y Duhalde. Se publicaron un total de 10 números. Esta revista tenía una periodicidad quincenal y fue publicada entre octubre de 1966 y febrero de 1967. La misma dio cuenta, entre otros acontecimientos, de la primera huelga general a la dictadura -el 14 de diciembre de 1966- y de las primeras discusiones acerca del posicionamiento frente al gobierno militar. Asimismo, brindó información de distintos conflictos obreros, especialmente de las primeras ramas industriales afectadas por la política de racionalización económica de la dictadura (Nassif y Dawyd, 2014).

[3]Esta editorial impulsada por Rodolfo David Ortega Peña y Eduardo Luis Duhalde desde fines de 1965 al igual que otras como Tiempo Contemporáneo, De la Flor y Centro Editor de América Latina atrajo a muchos jóvenes que se oponían a la dictadura de Onganía y contribuyeron a crear el clima político-intelectual de la nueva izquierda. En el marco de la prohibición política decretada por Onganía se propusieron revisar y reapropiarse de los aportes del pensamiento nacional y editaron las obras de diversos autores “que iban de Rodolfo Puiggrós a Leonardo Castellani, y de Jorge Abelardo Ramos a Leónidas Lamborghini, entre tantos otros” (Duhalde, 2001:130). Quienes conformaban el equipo estable de la editorial, además de Ortega Peña y Duhalde, se encontraban Marcelo y Carlos María Duhalde, Roberto Carri, Mario Hernández, Alfredo Andrés y Panceira. Esta incursión en el nacionalismo popular también se manifestó en la creación de Ortega Peña y Duhalde junto con el sociólogo Roberto Carri -con quien habrían entablado una sólida amistad- del “Centro de Cultura Carlos Guido y Spano” que funcionaba en la calle Lavalle 166 de la ciudad de Buenos Aires.

[4]Roberto Carri reconoce en el prólogo de su libro la seriedad intelectual de Eric Hobsbawn más allá de las diferencias que establece con su trabajo.

[5]En la lectura peculiar que Horacio González realiza de este texto, lo relaciona con el Facundo y el Martín Fierro debido a que se trata de un drama de justicia, similar al que plantean estas dos obras clásicas de la literatura argentina (González, 2015).

[6] Albertina Carri, hija de Roberto Carri, realizó una importante relectura de este libro a través del cine documental con su película “Cuatreros” que se estrenó en octubre de 2016. También es conocido su trabajo anterior “Los Rubios” en el que realiza un ensayo artístico sobre su propia historia familiar.

[7]La noción de “sociología científica” es una expresión propia de aquellos años que hace referencia a la orientación teórico-metodológica de la disciplina que fuera impulsada por Gino Germani basada en la investigación empírica de corte neutral valorativo y correspondiente a la sociología funcionalista que replicaba métodos de las ciencias naturales. Germani se opondría a la “sociología de cátedra” precedente asociada con la filosofía social y el ensayismo (Blanco, 2006).

[8]En el primer número de la revista ATM se publicará un artículo de Daniel Cohn Bendit (1968), figura del mayo francés, quien denunciaba a una sociología “perro guardián de todos los poderes del mundo burgués” que “alquilaban sus servicios” para asegurar la ganancia y el mantenimiento del orden capitalista.

[9]En efecto, para Verón la propuesta de las Cátedras Nacionales se sitúa en los “bordes” de la ciencia. Un trabajo reciente de Blois, ubica a Verón en una posición intermedia entre el “cientificismo” y la “negación de la ciencia”, ya que intentaba mantenerse en dos circuitos cada vez más diferenciados: el de los centros privados y las conexiones con fundaciones extranjeras y el de la FFYL con estudiantes y jóvenes graduados cada vez más radicalizados en sus posicionamientos respecto a la politización de la sociología (Blois, 2020: 139).

[10] Oscar Varsavsky (1920-1976) matemático argentino. Se destacan sus publicaciones: Ciencia, Política y Cientificismo (1969) y Hacia una política científica nacional (1972).