Política y economía en los nacionalistas de Patria Argentina: el economista Beveraggi-Allende en los años de Alfonsín (1986-1988)
Politics and economy in the nationalists of the Patria Argentina: the economist Beveraggi-Allende in the Alfonsin years (1986-1988)
Resumen
El pensamiento nacionalista argentino cuenta con profusos estudios provenientes de la historiografía, especialmente de la historia política. No obstante, la dimensión económica y de política económica en sus referentes intelectuales todavía constituye una dimensión escasamente explorada, aunque en los últimos años vienen desarrollándose varios estudios que apuntan a esas dimensiones. En este trabajo se aborda la publicación Patria Argentina (1986-1989), que puede entenderse como una importante proclama del nacionalismo local en los años del regreso a la democracia. Además, esta publicación cuenta con escasos abordajes directos, especialmente sobre las discusiones económicas que abriera en aquellos años de crisis que estuvo coordinada por el economista Walter Beveraggi-Allende. El análisis se realiza atendiendo a los aportes clásicos de la historia de las revistas, y los más actuales centrados en articular la discusión económica con herramientas de la historia política y cultural. En este sentido, se reconstruye el proyecto editorial de la publicación, sus antecedentes, trayectorias destacadas y otras variables que permiten encuadrar el abordaje histórico de la revista. Luego, se pasa al análisis específico del debate económico y de política económica coordinado Patria Argentina. Se concluyó en que, a pesar de la escasa variedad de economistas en la revista, esta fue una dimensión que ocupó un lugar significativo en la misma y que sintetizó una mirada integral sobre las relaciones económicas nacionales y mundiales que, motorizada por Beveraggi-Allende, explicaba los debates locales sobre la política económica con un sentido nacionalista.
Palabras clave: Nacionalismo; Derechas; Historia económica
Abstract
Argentine nationalist thought has profuse studies from historiography, especially political history. However, the economic and economic policy dimension in its intellectual references still constitutes a dimension that has been scarcely explored, although in recent years several studies have been developed that point to these dimensions. This paper deals with the publication Patria Argentina (1986-1989), which can be understood as an important proclamation of local nationalism in the years of the return to democracy. In addition, this publication has few direct approaches, especially on the economic discussions that it opened in those years of crisis that was coordinated by the economist Walter Beveraggi-Allende. The analysis is carried out taking into account the classic contributions of the history of magazines, and the most current ones focused on articulating the economic discussion with tools of political and cultural history. In this sense, the editorial project of the publication is reconstructed, its antecedents, outstanding trajectories and other variables that allow framing the historical approach of the magazine. Then, it goes on to the specific analysis of the economic debate and economic policy coordinated by Patria Argentina. It was concluded that, despite the scarce variety of economists in the magazine, this was a dimension that occupied a significant place in it and that synthesized a comprehensive look at national and world economic relations that, driven by Beveraggi-Allende, it explained local debates about economic policy in a nationalistic sense.
Keywords: Nationalism; Right; Economic history
Fecha de recepción: 23/9/2022
Fecha de aceptación: 1/11/2022
Política y economía en los nacionalistas de Patria Argentina: el economista Beveraggi-Allende en los años de Alfonsín (1986-1988)
Politics and economy in the nationalists of the Patria Argentina: the economist Beveraggi-Allende in the Alfonsin years (1986-1988)
Ignacio Rossi*
Introducción
Las revistas pueden ser entendidas como un producto cultural situado en medio de las discusiones públicas. Así lo ha propuesto Girbal-Blacha (2021) al entender a estas entre los extremos de la proximidad que invitan los diarios y la viscosidad intelectual de los libros considerando sus objetivos, esencias y propuestas ideológicas específicas. Así, las revistas forman parte de las agitaciones propias de sociedades atravesadas por la liquidez de las relaciones sociales y la consolidación de la política moderna, sobre todo en el siglo XX, manifestando proyectos específicos en sus propuestas editoriales. A su vez, las revistas, en tanto productos culturales históricamente situados, trascienden la dimensión archivística y documental que habitualmente tuvieron para los historiadores a la hora reconstruir los relatos y las investigaciones en torno al pasado. Por el contrario, se vuelven un material que, aunque reservorio del pasado, pasan a ser la manifestación material de un proyecto social más complejo que marginalmente un conglomerado de ideas vertidas en sus páginas. Son, en los términos de Rougier y Mason (2021), un objeto de estudio en sí mismo que revelan un proyecto cultural relativamente autónomo de otras esferas sociales. Este, estaría compuesto por intelectuales, militantes y otros actores que en alguna medida se sienten atraídos por su propuesta general y se suman a la fuerza de constituir una voz propia para disputar ideologías, valores, convicciones y otros elementos en el debate público. Dicho proceso colectivo es parte de una realidad intrínseca en las revistas, que puede revelarse mediante el análisis riguroso de sus elementos sin perder de vista la totalidad y la agencia que significan a la hora de reconstruir un universo naturalmente discursivo (Beigel, 2003).
La historiografía cultural centrada en las prácticas de la lectura ha dado cuenta de que los proyectos editoriales, cualesquiera sean, deben incluir en su estudio a una diversidad de actores involucrados tales como los editores, impresores, autores e incluso vendedores de libros y lectores. El estudio de las revistas puede enmarcarse dentro de esta tradición que en definitiva busca analizar varias dimensiones de su proyecto integral, sea en el plano discursivo, ideológico y político, pero también material y relacional (Darnton, 20011).
Con este énfasis, cabe destacar que han sido varios los estudios que se han preocupado por analizar las revistas y otras publicaciones periódicas en argentina (Delgado, Mailhe y Roger, 2014). Especialmente, deben destacarse aquellas que han procurado vincular el análisis varias tradiciones historiográficas habitualmente separadas como la historia económica, cultural y política (Haidar, 2007; Rougier y Odisio, 2018; Girbal-Blacha, 2018 y Borrelli y Porta, 2019) con el objetivo de generar una síntesis analítica aplicada a este tipo de materiales. A pesar de la proliferación de estos estudios en los últimos años, todavía queda bacante abordar publicaciones específicas que no necesariamente constituyen proyectos especializados dentro de la discusión en la historia económica. Por eso es importante incorporar el análisis de publicaciones políticas, sobre todo aquellas que no necesariamente formaron parte de la intelectualidad hegemónica de su época, pero que sin embargo y de acuerdo con nuestro principal interés en este trabajo, intervinieron activamente en el debate económico coyuntural.
Para abordar Patria Argentina, consideramos necesario entender el proyecto político editorial que esta aglutinó como una reacción situada a la derecha (Manheim, 2004) producto, a su vez, de la política moderna en un sentido ideológico. Pero para entender a nuestro objeto de análisis como un producto ideológico de la derecha es necesario situar a este fenómeno social, el de las derechas, como inestable en sus características, perfiles y tipologías. Como sostuvo (Revelli, 2015), las derechas serían más bien formaciones históricas difíciles de estandarizar, sobre todo en el periodo de caída de las afiliaciones tradicionales hacia finales del siglo XX donde se evidencia que encasillarlas dicotómicamente en la política pierde sentido. Sin embargo, sí podría destacarse un punto relativamente homogéneo, y es que éstas plantean intentos de hegemonía en el plano ideológico en el marco de disputas de sentido que se libran en medio de una lucha cultural para cambiar las percepciones del mundo (Cannon, 2016).
Así, entendemos a Patria Argentina como una publicación ligada a una larga tradición del pensamiento nacionalista en nuestro país (Toniolli, 2011). La historiografía ha investigado ampliamente el fenómeno nacionalista local situando en sus inicios en el Río de la Plata hacia el siglo XVIII y su profusa evolución durante los posteriores siglos XIX y XX. Especialmente fue durante este último cuando se volviera más problemático identificar un “común denominador” en el aspecto ideológico que aglutinara al nacionalismo (Lvovich, 2011). El mismo Lvovich (2009), por ejemplo, corroboró la inestabilidad identitaria del grupo de derecha Movimiento Nacionalista Tacuara frente a la versatilidad de un contexto político variable durante los años sesenta. Los límites del nacionalismo durante la segunda mitad del siglo XX trascendieron los estándares que tuvieron durante la primera década del siglo XX. Por eso, encontrar un conjunto de ideas básicas uniformes sobre el pensamiento nacionalista local se ha vuelto una tarea difícil para los historiadores recientes, más allá de aquellas características y posturas que en términos generales se les pueda endosar: desprecio por la modernidad, el liberalismo, las izquierdas o inclinaciones favorables al corporativismo, la defensa de lo nacional, la tradición, entre otras (Orbe, 2012). Esto es así porque, a pesar de la presencia más o menos clara de estas características, cada sector o actor específico que se observe puede presentar diferencias claras dentro de las tradiciones de pensamiento existentes en un momento histórico determinado.
Es durante la Segunda Posguerra que la volátil y versátil circulación de ideas provenientes de lo intelectual, el universo militante y otros canales de circulación generaron disrupciones en las identidades políticas. Por eso se hace imprescindible estudiar los diferentes grupos deteniéndose en sus formas de acción concretas e históricas más que en sus convicciones políticas e ideológicas que, necesariamente y con el devenir social, pueden tornarse inestables. No obstante, una base de análisis para Patria Argentina puede constituirla el ideario de la lucha nacionalista católica contra una estructura de tipio corporativa contraria que, con carácter nacional e internacional, operaba aglutinando a enemigos ideológicos liberales, marxistas, socialdemócratas, judíos e incluso degenerados de las tradiciones culturales. Particularmente, es importante destacar que el abordaje de Patria Argentina, sobre todo desde el enfoque de la discusión económica y política, se torna importante en los años de postdictadura.
Como sostuvo Beltrán (2006), los años ochenta han resultado un periodo esquivo para los estudios socioeconómicos, aunque pueden considerarse un indispensable punto de partida para comprender las transformaciones políticas y culturales que se inician con la democracia. En aquel entonces, los agudos problemas económicos de la deuda externa, la crisis fiscal, la caída del salario real y la inflación luego de la dictadura de 1976 imponían una dinámica política altamente conflictiva para el gobierno de Alfonsín (Pesce, 2006) y las aspiraciones de bienestar y democracia con las que el gobierno había despertado el entusiasmo de vastos sectores de la ciudadanía (Velázquez Ramírez, 2019). Como lo ha destacado en sus memorias Torre (2021), desde el ministerio de economía las pujas por lograr la renegociación de la deuda externa y encarar un primer plan económico de reactivación productiva y progresiva distribución de los ingresos con Bernardo Grinspun (1983-1985), en un contexto de alta incertidumbre, desembocaron en la remoción del primer ministro de Economía y la llegada de un equipo extrapartidario liderado por Juan Sourrouille (1985-1989). Mientras tanto, en el campo intelectual se desarrollaba un contexto propicio para la emergencia hegemónica de un nuevo discurso de los sectores liberal-conservadores o de derechas. La banca acreedora internacional, que se fortalecía luego del proceso de endeudamiento local durante la dictadura (1976-1983), las diatribas al interior del radicalismo desde quienes cuestionaron al ministro radical por su irracionalidad y desconocimiento de las nuevas condiciones económicas y políticas (por ejemplo, el Canciller Dante Caputo o el presidente del Banco Central Alfredo Concepción) y los enfrentamientos fallidos del gobierno democrático con el sindicalismo (vrg. Intento de reforma sindical con el ministro Antonio Mucci) y los empresarios concentrados (Aruguete, 2006), fueron las manifestaciones de las limitaciones de la democracia y los grandes cambios de la época.
En este marco, el nuevo equipo económico de Sourrouille en 1985 debió implementar un plan de estabilización antiinflacionario ante una escalada de precios que en el verano de 1985 superó el 300% (el Plan Austral). A pesar de su éxito, el segundo equipo económico también debió enfrentar las hostilidades de los sindicatos, las asonadas militares, las duras negociaciones con la banca acreedora y el FMI, como también del mismo radicalismo que desconfiaban de los “técnicos” económicos (Torre, 2021). En este marco político y económico, se completaba una metamorfosis en la intelectualidad liberal, importante para enmarcar los debates en Patria Argentina, que marcaron los inicios del neoliberalismo en el nuevo contexto de transición (Vicente, 2015). Aunque parte de una corriente variopinta y poco homogénea, se presentaba como la alternativa más sólida a la crisis socioeconómica de aquel entonces, dejando atrás valores como la identidad occidental cristiana, el orden jerárquico de la sociedad y la libertad restrictiva por el impulso de proyectos técnico políticos, con base científica e intelectualidad académica de ámbito internacional y privado que servían para presentar sus argumentos como una necesidad inapelable. Este proceso, fue especialmente fuerte en el área de la ciencia económica moderna sobre la base de la necesidad, por ejemplo, de reforma de un Estado en crisis, pero también de un futuro idílico (Beltrán, 2005). Como sostuvo Morresi (2008), durante el gobierno de Alfonsín la compleja teoría neoliberal fue propagandizada en dicotomías apremiantes como ineficiencia vs eficiencia, pobreza vs abundancia, populismo viejo vs modernidad nueva, sector público vs sector privado, entre otras, que permitieron solventar la idea de una crisis de inminente resolución. Así, es importante situar el abordaje de Patria Argentina en el periodo de postdictadura y transición, dado las importantes transformaciones que operasen en el campo intelectual y político-económico de aquellos años. Por otro lado, si bien no existen estudios que aborden puntualmente a esta revista, sobre todo las discusiones en torno a la dimensión económica y de política económica, existen varias investigaciones que han analizado algunas publicaciones y grupos análogos transversalmente involucrados en la misma tradición ideológica. Por ejemplo, al analizar la corriente denominada como “nacionalismo restaurador” u otras tradiciones dentro del nacionalismo de la primera mitad del siglo XX, se sitúan algunas de las trayectorias más significativas de Patria Argentina como los antecedentes previos de Federico Ibarguren (McGee Deutsch, 2005; Toniolli, 2011 y Sverdlof, 2017), quien dirigiera Patria Argentina. De una manera similar, otros estudios han indagado en otras trayectorias puntuales, como las de Walter Beveraggi-Allende, quien fuera muy importante en las columnas económicas de Patria Argentina, partiendo de diferentes intereses (Leiva, 2009 y San Martín, 2018). Otros abordajes, que han analizado puntualmente el nacionalismo católico argentino a través de la prensa calificada como “fascista”, han considerado en un plano general la similitud de publicaciones como Cabildo, Panorama Católico Internacional y Patria Argentina como parte de una misma familia (Racosta, 2021). Los principales puntos de contactos en estas publicaciones, se encontrarían por la reivindicación de las raíces fundaciones de la Argentina como la hispanidad y el catolicismo, aunque también el antimarxismo subversivo con cierta propaganda nacionalista. Dentro de este arco, también caben mencionar los estudios dedicados a las extremas derechas que han analizado la recepción de diferentes problemáticas y momentos históricos en el pensamiento de estos sectores, sobre todo aquellos recientes que han estudiado las publicaciones como Cabildo, Patria Argentina y El Fortín (Grinchpun, 2017) en los años que nos ocupan este trabajo. En estos casos, también han sido señalados las articulaciones en temas referentes a la nacionalidad, hispanidad y reivindicación en torno a la Guerra por las Malvinas de 1982 (Grinchpun, 2019), la hostilidad frente al islamismo (Grinchpun, 2021), entre otras. En el caso de la discusión económica y de la política económica, las articulaciones se encuentran menos exploradas, pero una primera aproximación puede destacarse en las críticas a la irresponsabilidad fiscal, a la competencia de los funcionarios económicos, a la defensa de un modelo industrial nacionalista, pero de corto ortodoxo en otras cuestiones como la política monetaria (Rossi, 2022).
Teniendo en cuenta esto, el foco de observación se centra en el cómo, y a partir de qué consignas, la derecha de Patria Argentina promovió la discusión económica y de la política económica en los años fundacionales de la transición a la democracia. Para ello, realizamos el abordaje examinando las características de la publicación, sus trayectorias y otros indicadores que nos permitieron reconstruirla en tanto proyecto editorial. En una segunda instancia nos volcamos a la observación del objetivo planteado, deteniéndonos en las características de la forma de abordar la problemática económica en el periodo analizado.
Patria Argentina: trayectorias, tradición política y proyecto editorial
Patria Argentina fue una revista definida como “periódico nacionalista” que comenzó su aparición durante la democracia argentina en noviembre de 1986 y se mantuvo activa hasta 2019. Nacida como parte del núcleo que aglutinaba a sus impulsores en el Movimiento Nacionalista de Restauración (MNR), Patria Argentina comenzó una tirada mensual en 1986. Su director en jefe se mantuvo firmemente en los tres años de tirada, donde se lanzaron un total de 30 números que se imprimieron en la Agencia Periodística CID, una imprenta que nacida en democracia editaba periódicos de la más diversa naturaleza y se encontraba pivoteada por el periodista Carlos Besanson, a la sazón creador del periódico semanal Diario del Viajero de distribución gratuita en los mismos años. Por ejemplo, esta agencia, así como editó Patria Argentina, también tuvo a cargo el Periódico lésbico, gay, travesti, transexual, bisexual a cargo de Roberto González y Norberto D’Amico. La edición se realizaba en Av. de Mayo al 666, Buenos Aires (hoy Capital Federal). Posteriormente se detalló que la distribuidora era la llamada Vaccaro Sánchez y Cía., que operaba en la calle Moreno 1270 en Buenos Aires, también hoy Ciudad. En este sentido, también se incluyó intermitentemente la distribuidora MARTINO, que operaba en la zona aldeana de la calle Juan de Garay al 358. Luego del número 15 se adquirió el registro de propiedad intelectual con los dígitos 60.113 y la correspondencia y giros estuvieron siempre a cargo de Elías Rafiaa y Miguel Berduc. La revista parece haber tenido una circulación amplia en el país ya que contaba con corresponsalías en las provincias del Chaco, Córdoba, Chubut, Salta, Jujuy y Santiago del Estero, a pesar de que su núcleo periodístico se encontraba en Buenos Aires.
El staff estuvo compuesto por Federico Ibarguren (1907-1999) como director, los mencionados Rafiaa y Berduc como receptor de correspondencia y secretario de redacción de forma alternada, aunque también apareció en estas secciones Adolfo Gato. En mayo del 1987 se suma la colaboración especial de Beveraggi-Allende (1920-1993). Posteriormente, a partir del mismo año se suplanta el nombre de Miguel Berduc y aparece en una secretaria de coordinación el de Vicente Puig Moreno, quien se mantuvo constante hasta el final. Ibarguren, por su parte, fue un abogado y político argentino, hijo del promotor del movimiento nacionalista del revisionismo histórico Carlos Ibarguren, quien además había sido ministro de Justicia e Instrucción Pública en el gobierno de Roque Sáenz Peña (1910-1914). Su padre, también fue uno de los fundadores del Partido Demócrata Progresista dentro del riñón conservador de este. Durante el golpe de 1930, asumió el cargo de interventor de la provincia de Córdoba, solventado por su primo el General José. F. Uriburu, golpista en los años ‘30, desde donde luchó contra la partidocracia para pronunciarse en favor de un modelo corporativista de sociedad frente a la crisis del liberalismo y el comunismo que buscaba combatir (Ibarguren, 1934).
Partidario del corporativismo a la Mussolini y Hitler, colaborador de las sociedades Amigos de Italia y de Alemania y entusiasta partidario posteriormente de la Revolución del Grupo de Oficiales Unidos (GOU) en 1943, sin embargo, se pronunció en los años de la Segunda Guerra por la neutralidad. Entusiasta con el peronismo (1945-1955), especialmente adepto a sus medidas económicas de corte nacionalista, fue incorporado durante este movimiento a la Junta Nacional de Intelectuales. No obstante, terminaría alejado del movimiento a partir de los episodios turbulentos que, como respuesta al bombardeo de Plaza de Mayo en 1953, terminarían con el incendio de sedes partidarias opositoras y del Jockey Club. También contribuyó a su alejamiento el posterior conflicto entre el gobierno y la Iglesia Católica. Como intelectual, estuvo vinculado a la Cátedra de Derecho Romano de la Universidad de Buenos Aires (UBA), desde donde surgieron algunas de sus primeras publicaciones preocupadas por los males del liberalismo y en defensa del corporativismo.
Con una importante trayectoria familiar, Ibarguren hijo estudió abogacía en la UBA, se formó en el pensamiento católico y militó en el movimiento ultranacionalista de la Liga Republicana, fuerte opositora al yrigoyenismo en los veinte y treinta, con Roberto Laferriere y Rodolfo Irazusta. Esta, participó activamente en la Revolución de 1930 que derrocó al presidente constitucional Hipólito Irigoyen (1928-1930). También acompañó a su padre en la intervención de Córdoba, militó contra el ex presidente Yrigoyen y el movimiento radical desde sus inicios (McGee Deutsch, 2005) y junto a su padre formaron parte del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas fundado en 1938 por nacionalistas del revisionismo histórico como Rodolfo y Julio Irazusta, Clemente Ricci, Alfredo Bello, entre otros (Marzoratti, 1995). Siguiendo la misma trayectoria de su padre durante el peronismo, y con varias experiencias laborales en escuelas secundarias, Ibarguren fue convocado por el golpe de 1955 para desempeñarse en la cátedra de Historia Argentina de la Universidad Nacional de la Plata (UNLP). Aunque posteriormente fue desplazado de aquel cargo, publicó varias obras de corte revisionista sobre la Revolución de Mayo (1810), Juan Manuel de Rosas, entre otros temas de la historia argentina (Ibarguren, 1942 y 1956). Ibarguren también tuvo una larga trayectoria periodística y de experiencia editorial en las revistas Azul y Blanco, Verbo, La Hostería volante, Jauja, Tiempo Político y Junta Grande durante los ‘60. Revistas asociadas al pensamiento nacionalista católico y donde tuvo participaciones estelares (Toniolli, 2011). En los años 1970 colaboró con la más célebre y longeva Cabildo por invitación de Ricardo Curutchet. Luego de un paso fugaz por la UBA mediante una intervención del Sacerdote Raúl Sánchez Abelenda en 1975, las universidades privadas del Salvador y de Belgrano le ofrecieron espacios para el dictado de cursos sobre historia argentina (Sverdloff, 2017).
Elias Rafiaa, por su parte, también pertenecía al pensamiento nacionalista católico y había frecuentado los mismos o análogos círculos que Ibarguren. Aunque es un poco más dificultoso rastrear su trayectoria político intelectual, este participó de la Confederación Nacionalista Argentina, agrupación política fundada en 1912 por Beveraggi-Allende ligada el partido político vinculado a las derechas de los años ‘30 Acción Nacionalista Argentina, que operara en varias provincias del país. También contó con vasta experiencia en el periodismo, participó de las columnas de Cabildo y Panorama Católico Internacional (Leiva, 2009). Beveraggi-Allende, por su parte, era egresado de la UBA en abogacía y con estudios económicos en la Universidad de Harvard una vez que se exiliara de la Argentina durante el primer gobierno peronista (1945-1952) dado las persecuciones sufridas desde el Partido Laborista -creado para sostener la candidatura de Perón en 1946- (Besoky, 2016). Ferviente antiperonista (Grinchpun, 2021) desde el Partido Laborista, a su regreso logró insertarse en la política universitaria de Buenos Aires y ser conocido por sus publicaciones en historia económica. Pero también fue conocido por impulsar el llamado Plan Andina, una teoría conspirativa a comienzos de 1970 con algún antecedente (Bohoslavsky, 2008), donde se retomaban consignas de Los protocolos de los sabios de Sion para advertir y oponerse a la creación de un Estado judío en la Patagonia argentina. Por su parte, Vicente Puig Moreno y Pío Martínez Nieto formaron parte de la derecha justicialista durante los años 1970 y otros como Adolfo Gato y Miguel Berduc, dado las dificultades para rastrear sus antecedentes e inmestable participación en Patria Argentina, pudieron haber sido seudónimos. Cabe mencionar que, dado las trayectorias y periodos de fulgor política de los principales participantes de Patria Argentina, puede sugerirse que formaron parte de una generación que tuvo su más intensa militancia en la argentina de la segunda mitad del siglo XX y que se encontraba en su trayectoria final en los años de la recuperación democrática.
Como podemos ver en el grafico 1, entre los columnistas más frecuentes de esta publicación, se encontraban los principales editores y jefes de redacción como Puig Moreno, Ibarguren y Beveraggi-Allende. No menos importante eran otros que firmaban con posibles seudónimos como Pablo y Saile. No obstante, en la categoría otros, donde incluimos a firmantes como Pedro Galiondo Sanz, Antonio Caponetto, Elias Rafiaa, General Ramon Camps, Martínez Nieto y Adolfo Gatto, destacamos a quienes a lo largo de los números tuvieron una participación menor. Entre estos, pueden destacarse a las emblemáticas figuras de Ramon Camps (1927-1994) y Curutchet (1917-1996). Ambos formaban parte de la generación que pivoteaba Patria Argentina, y que tuviera su cierre en los años noventa precedidos por un auge en los ‘60, ‘70 y los ‘80.
Camps era un militar de rango del Ejército Argentino, a cargo de la policía de la provincia de Buenos Aires durante los años de la dictadura militar, tuvo una participación significativa en el manejo de varios centros de detención clandestinos. Ya en democracia, en 1984, se ordenó su detención preventiva y su posterior proceso que lo acusó definitivamente en 1986 de múltiples crímenes de lesa humanidad, lo que a su vez explica su desaparición de las páginas de Patria Argentina solo visibles al comienzo de la publicación. Curutchet, por el contrario, contaba con una significativa trayectoria política y periodística. Con gran participación en las publicaciones Azul y Blanco y Cabildo, contribuyó a la difusión de las ideas del nacionalismo católico del cual era un exponente principal. De profesión abogado, adhirió a las filas intelectuales del revisionismo histórico y participó de la confrontación contra Perón frente al conflicto con la Iglesia Católica desatado en los cincuenta. En los ochenta, contribuyó con la formación del Movimiento Nacionalista de Restauración que buscó aglutinar mediante contactos y redes a varios agentes del nacionalismo local junto con Antonio Caponetto. Este último, fue por su parte un intelectual de similar trayectoria, aunque destacara por su peculiar labor como investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) en el área de la Filosofía. Volviendo al gráfico 1, cabe adelantar que dado la altísima participación de Beveraggi-Allende -especialmente en la sección de economía-, la sección económica estuvo coordinada hegemónicamente por este.
Gráfico I
Participación en las columnas de Patria Argentina según cantidad de notas publicadas (1986-1989) |
Fuente: elaboración propia en base a Patria Argentina números de 1986 a 1989.
La publicación mantuvo un promedio de nueve páginas, se caracterizó por presentar grandes anuncios que sintetizaban el tema de los números en sus portadas acompañados de figuras reivindicadas por el revisionismo histórico argentino o en ocasiones de funcionarios nacionales. Esto, junto con una estética austera en blanco y negro, sin imágenes a color y escasa publicidad, que a su vez eran acompañadas de notas y artículos de los más variados temas de política y economía. Así, la heterogeneidad de temas iba desde el sindicalismo y los trabajares, reportajes políticos a funcionarios de gobierno, preocupaciones que reflejaban el antisemitismo, la Guerra de las Malvinas, la filosofía religiosa e incluso la política internacional. No menos frecuentes eran las caricaturas que ridiculizaban al gobierno de Alfonsín y algunos funcionarios del mismo tildándolos de comunistas, socialistas e incluso fascistas. A continuación, la portada de su primer número muestra algunos de los elementos mencionados como la figura de Juan Manuel de Rosas, el titular sobre la soberanía nacional y la nota sobre el Plan Austral.
Imagen 1
Portada de la revista Patria Argentina Año I, noviembre de 1996
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Fuente: Patria Argentina Año I, noviembre de 1996.
La imagen 2, por su parte, deja ver la combinación entre crítica política y humor que mantuvo Patria Argentina en sus caricaturas principalmente sobre el gobierno. El espíritu de la nota que acompaña a la imagen ridiculizadora de Alfonsín como un descarado frente a los militares deja entrever una matriz de sátira intelectual contra el radicalismo que da cuenta del público específico al que se dirigían estos contenidos.
Imagen 2
Crítica escrita y gráfica a Raúl Alfonsín en Patria Argentina |
Fuente: Patria Argentina, Año II, N. 13, noviembre de 1987, pág. 6.
Cabe una mención a las publicidades que, aunque no proliferaban tuvieron alguna presencia. Una de las presentes en todos sus números fueron las de la Librería Huemul, situada en aquel entonces en Santa Fe al 2.237 en pleno centro del barrio la Recolecta de Buenos Aires. Esta librería, fundada en 1946 y dirigida por décadas por Antonio Rego, fue características por distribuir libros vinculados al nazismo, nacionalismo y revisionismo histórico (Blanco, 2010). Incluso, esta fue allanada en 1996 y enfrentó intimaciones judiciales posteriores por la distribución de literatura antisemita.[1] De hecho, el trabajo de Padrón (2017) sugiere la participación de Huemul en diversos episodios vinculados al nacionalismo en las décadas previas de los ‘60 y ‘70, desde pronunciamientos de apoyo, conferencias y otro tipo de eventos promotores. Fuera de esta, ocupaban un espacio reducido otras publicidades de índole comercial como la del abogado Alfredo Couso, la Hostería Posta de San Jorge, la Pizzería y Restaurant San Huberto, el salón de fiestas El Colonial, entre otros, situados en zonas aldeanas de Buenos Aires.
También fueron frecuentes la publicidad sobre las reuniones del Movimiento Nacionalista de Restauración, los pequeños agregados entre notas con proclamas reivindicativas de militares caídos a manos de las fuerzas armadas de izquierda en las décadas anteriores y la reproducción de cartas de los lectores que, con un sentido religioso, agradecían la labor de los editores y manifestaban y materializaban el apoyo político, sentimental y económico a la causa editorial. La publicación apuntaba claramente a un público específico de ideología nacionalista o afines dentro del arco político de las derechas de aquel entonces, considerando que no se incluían otros consumos nomas amplios de los sectores populares dentro de la publicación como podrían ser los deportes y el juego. Tampoco parecen observarse reflexiones más amplias dentro del espectro ideológico nacionalista, que pudieran indicar la apertura de la publicación a cuadros más complejos dentro de la publicidad política. Esto puede verse en la organización de la publicación, que se mantuvo férrea durante toda su tirada. Todos los números iniciaban con una nota de su director, Ibarguren, donde se desarrollaba uno de los temas trascendentales que ocuparan a la política sean los juicios a los militares, la cuestión Malvinas, fechas patrias consagradas para el revisionismo histórico y otras cuestiones coyunturales del momento. Posteriormente, seguían una serie de notas vinculadas a la temática con las que se iniciaba la tapa y sin secciones diferenciadas se seguía con el desarrollo de tópicos políticos que se desprendían de lo propuesto donde se podían encontrar desde discusiones en torno al sindicalismo, los militares, la democracia, el antiimperialismo norteamericano (identificado como judeo-sionista), la corrupción e incluso la filosofía política. En medio de esta heterogeneidad de inquietudes políticas de corte críticas hacia los partidos tradicionales y con una postura nacionalista, se encontraban también las discusiones económicas. Antes de avanzar en este último punto, cabe realizar una mención al precio de la publicación que, en términos relativos, nos indica varias cosas al respecto.
Patria Argentina inició hacia noviembre de 1986 en 0,8 australes, aumentó en septiembre de 1987 a 1,20 australes y para enero de 1988, el último año antes de la hiperinflación, valía 2 australes. Otras revistas políticas del momento presentan significativas diferencias al respecto. Entre sus análogas ideológicas situadas a la derecha como la que dirigía Curutchet Cabildo, por ejemplo, comenzó valiendo unos 1, 50 australes y cerró en 8, 50 australes en la misma etapa. Por su parte, Alerta Nacional comenzó en 0,90 australes y terminó en 2,20. Las revistas más filiadas a la izquierda como la del Movimiento Todos por la Patria dirigida por militantes peronistas de la izquierda, Entre Todos, comenzó en los mismos periodos en alrededor de 1 austral y terminó en 4 australes en enero de 1988. Por último, el diario de alcance nacional Clarín valía en noviembre de 1986 a 0,45 australes y en enero de 1988 cerraba en 2,80 australes. Aunque estas revistas y diarios eran cualitativa e ideológicamente diferentes en sus tamaños, formatos y estilos, cabe detenerse en el gráfico 2 que nos muestra cómo evolucionaron sus precios, sobre todo en función de la inflación creciente entre 1986-1988.
Gráfico II
Evolución del precio de las revistas Patria Argentina, Cabildo, Alerta Nacional, Entre Todos, Confrontación y el diario Clarín en porcentajes interanuales (1986-1988) |
Fuente: elaboración propia en base a la consulta de las revistas Patria Argentina, Cabildo, Alerta Nacional, Entre Todos y el diario Clarín contra la serie de la variación inflacionaria en Rapoport (2020).
Como puede observarse, las publicaciones que partían de un precio más alto fueron Cabildo y Entre Todos, y durante la mayor parte de estos años se mantuvieron por encima de la inflación al menos nominalmente en esta etapa. El resto de las publicaciones como Patria Argentina, Alerta Nacional y el mismo diario Clarín quedaban por debajo de la inflación y partieron de precios menores (no obstante, habría que ver una serie de largo plazo para sacar conclusiones más generales). Por supuesto que esto depende de muchos factores, pero evidentemente la inflación se presentó como un problema de primer orden y marcó la marcha de sus precios en una tendencia alcista. Creo que, si consideramos que Patria Argentina mantenía un volumen reducido de páginas, un diseño austero, una periodicidad mensual y un precio relativamente bajo, puede caracterizarse en gran medida la aspiración general del proyecto editorial. Especialmente en comparación a Cabildo e incluso Entre Todos, donde su precio era significativamente más alto, editaban una cantidad de páginas casi tres veces mayor e incluían portadas a color. Esto nos indica que su destino tenía un carácter más asociado al de un periódico de circulación nacionalista, en gran medida católico, menos ambicioso que las mencionadas, pero con alguna proyección nacional, como hemos visto. De hecho, esto no es poco significativo, pues su precio era uno de los más bajos en términos comparativos, y casi en toda la serie se mantuvo en niveles menores a la inflación que presentaba variaciones de entre 70 y 80 % anual. Posiblemente la inflación la sentenció en 1989, donde hubo interrupciones, como sucedió con Cabildo, que sin embargo reapareciera posteriormente. Pero dado el fenómeno hiperinflacionario constituye una situación extrema de vulnerabilidad económica, puede pensarse que la residencia anterior demuestra que la rentabilidad no era la principal consigna de esta.
Debate económico en una publicación nacionalista: Patria Argentina y su mentor Beveraggi-Allende
Durante la etapa en que tuvo tirada Patria Argentina, la economía nacional se encontraba atravesada por la política económica del Plan Austral. Lanzado desde junio de 1985, este fue efectivo en imponer, aunque por un tiempo breve, una mínima estabilidad económica que evitara la hiperinflación. Este programa económico, elaborado por Juan Sourrouille y su círculo de confianza en el ministerio de Economía, propuso un shock antiinflacionario mediante un congelamiento de los principales precios (tarifas, salarios, tipo de cambio, etc.) combinado con medidas drásticas de reducción del déficit público, el cambio de signo monetario, interrupción del financiamiento monetario del Banco Central al Tesoro, entre otras medidas que se articularon con una renegociación de la deuda externa de más de 45.000 millones de dólares que había fracasado en la gestión inmediatamente anterior de Bernardo Grinspun (1983-1985). Luego de haber reducido los niveles inflacionarios del orden de más del 500% hacia cifras entre 2 y 3 % mensuales, particularmente entre 1986 y 1988, el austral comenzó a sufrir el regreso de la inercia inflacionaria. Esta, estuvo reactivada por la presión que significaban el congelamiento indeterminado en las pujas salariales y los empresarios concentrados como la ausencia de medidas de reforma estructural que redimensionaran las cargas del Estado redefiniendo el modelo de acumulación, aunque también contribuía la injerencia estricta del FMI y las presiones de los acreedores de la deuda. En suma, fue una etapa donde se comenzó a visualizar un progresivo y decidido aumento de la inflación, acompañado de intentos de privatización parciales de empresas públicas, y de las pujas constantes por administrar la dinámica inflacionaria y la frágil posición económica y financiera del país.
Desde el primer número de Patria Argentina, Ibarguren llamaba a la juventud católica aglutinada en el Movimiento Nacionalista de Restauración a defender “el honor de Cristo en la patria [contra] el prójimo equivocado [y a acabar con] sexualismos freudianos fomentados artificialmente mediante las drogas y el alcohol”.[2] Junto con esta proclama inicial, desde su primer número se sentaba la preocupación económica al incluir en la primera plana un recuento de la devaluación del Austral, que se contabilizada en un 40% desde junio de 1985 hasta octubre de 1986, acompañado de un dólar “negro” de alrededor de 1,40 australes. La política de minidevaluaciones practicadas desde el Banco Central era acusada como “el certificado de defunción” del mismo.
Inmediatamente, Beveraggi-Allende denunciaba de estafadores a los bancos Alas, Popular de Rosario, del Iguazú, del Buen Ayre, entre otros, por maniobrar contra el Banco Central en unos 2 o 3 mil millones de dólares. En realidad, el episodio escasamente confirmado era entendido por el autor como “el destrozo intencionado y desde luego perverso de la economía argentina”.[3] Pues estas actividades financieras de operaciones con divisas tendrían como fin “aniquilar la actividad productiva [en desmedro de] los empresarios y productores, grandes, medianos y pequeños”.[4] También se denunciaba a la cúpula de la Confederación General del Trabajo (CGT) por perseguir “la permanencia de la democracia de los banqueros y de una estabilidad constitucional que solo a los delincuentes, a los corruptos y los asesinos les depara satisfacciones”[5], mientras que las organizaciones gremiales y obreras luchan “desesperadamente por alcanzar salarios mínimos que no alcanzan a representar una cuarta parte del costo mínimo estimado de la canasta familiar”.[6] Así, la CGT era fruto de acusaciones que entendían que en la cúpula había una actitud de pasividad sindical que se encontraba resignada a negociar salarios mínimos que apenas sobrepasaban una cuarta parte de los 500 australes que se estimaba el costo de vida, mientras “un trabajador cobra 120, un jubilado 90”.[7] También se acusaba a la cúpula de no impugnar los “cómputos de la inflación practicados por el gobierno (INDEC), pese a que tales cómputos disimulan fraudulenta y escandalosamente el verdadero timo inflacionario”.[8] También se acusaba a la central sindical del silencio frente a la desocupación que Patria Argentina calculaba en 2 millones de personas, junto con otros 6 millones de subocupados, la falta de vivienda, el pago de la deuda externa, la subordinación al FMI y la falta de un programa económico destinado a terminar con el “descalabro social y los padecimientos del movimiento obrero y el pueblo argentino”.[9] Cabe destacar, en este sentido, que la inflación era atribuida a la responsabilidad del gobierno nacional, en tanto este empleara instrumentos no necesariamente monetarios que provocaran la inflación como la subida de tarifas , las altísimas tasas de interés y el exceso de impuestos y el descontrolado gasto público.[10]
Con el mismo tono crítico se desarrollaban las notas anónimas en torno a la denuncia a la Sinagoga económica del Banco Central.[11] Las acusaciones en este plano iban dirigidas a los funcionarios de la planta mayor, Grinspun, Leopoldo Portnoy, Alfredo Concepción, Guillermo Feldberg, Ernesto Feldman, Mario Brodersohn, Marcelo Kiguel, Eilbaum, Daniel Marx y José Luis Machinea acusados de pertenecer a una Sinagoga. Así, se conectaba la procedencia judía con “el manejo turno del B.C.R.A. respecto del Bco. Alias y los bancos Pringles, Popular de Rosario, Unicor, Buen Ayre y otros”.[12] Las acusaciones eran contra los funcionarios de los que se aseguraba que eludían a la justicia con el apoyo de la Junta Coordinadora, grupo interno de la Unión Cívica Radical (UCR) ligada a Alfonsín, en el manejo irregular las quiebras bancarias. Puntualmente se mencionaba que mientras más de 100 entidades financieras presentaban la quiebra, “el recupero de cuyas carteras no superara el 10% de la deuda que han contraído con el BCRA”.[13] Así, Patria Argentina calculada que estas maniobras irregulares consumían al pueblo argentino unos 20.000 millones de dólares y que estos episodios no hacían más que mostrar la continuidad de “la destrucción de la institución iniciada hace diez años por las autoridades monetarias nombradas por el Proceso”.[14]
El arremetimiento contra los funcionarios económicos no terminaba allí, pues se acusaba al secretario de Hacienda Brodersohn de haber representado a la empresa sionista holandesa Cogasco antes de ser funcionario, desde donde habría contribuido a estafar al estado argentino con una deuda de 1.000 millones de dólares.[15] En esta línea denuncialista, Beveraggi-Allende anunciaba que se encontraba “en pleno enfrentamiento con la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas a la cual he querellado por calumnias económico-financieras internacionales [y] de ser el gran responsable de nuestra tragedia nacional actual”.[16]Beveraggi-Allende aseguraba haber fundamentado sus aseveraciones en libros científicos, como su teoría cualitativa de la moneda,[17] donde ”desmenuzo y pulverizo la propuesta monetarista del profesor sionista Milton Friedman”.[18] Esta última era considerada falsa, puntualmente el economista debatía que el exceso de medios de pagos no necesariamente resultaba inflacionario y que la crisis económica materializada en desbordes inflacionarios, declinación productiva e incremento del desempleo han demostrado que es falsa.[19]
Allende acusaba a una “tramoya” que dio por tierra a la prospera economía argentina en referencia no solo a las teorías económicas internacionales, sino también a la banca internacional, a los medios masivos de comunicación, el gobierno y las dirigencias sindicales, empresarios e incluso algunas militares manejadas por el sionismo. En la visión histórico-económica de Beveraggi-Allende, la economía argentina había funcionado bien hasta la Segunda Guerra Mundial, “a pesar de la dependencia colonial británica”.[20] Para Beveraggi-Allende, la estabilidad de precios, la plena ocupación y el crecimiento sostenido del producto eran algunos de los indicios favorables, donde fue central una política monetaria de crédito barato. Este punto resultaba central en su reflexión, ya que habría sido en 1945 cuando un brote inflacionario interrumpiera ese ciclo y “se alterara bruscamente la política monetaria, restringiendo el crédito destinado a la producción”.[21] La era de la restricción crediticia y la elevación de las tasas de interés habrían incentivado la inflación y empujado el manejo de la economía al FMI “al cual nos asociara el gobierno de la Revolución Libertadora y su asesor económico Raúl Previsch, conspicuo agente de los banqueros internacionales sionistas”.[22]A partir de entonces, se aseguraba, “los conductores de nuestra economía son agentes sionistas o títeres manejados por estos, llámese Alsogaray, Gelbard, Cafiero, Martínez de Hoz, Grinspun o Brodersohn”.[23]
Así, se compartía el manuscrito contra la “DAIA [Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas] demandada por el profesor Walter-Beveraggi”[24] contra David Goldberg [entonces presidente de la DAIA] donde el economista y abogado exponía su defensa contra la acusación de racista y antisemita argumentando que su postura anti-sionista no lo hacía anti-judaísta o racista, y como punto vertebral decía:
yo no ando con tapujos ni con vacilaciones: yo acuso frontalmente al sionismo -como organización económico financiera internacional- de ser el gran responsable de nuestra tragedia nacional actual […] la inflación, el peso de la patria financiera, el destrozo de nuestro aparato productivo, el auge especulativo, la desocupación, el empobrecimiento.[25]
Así, se entendía que económicamente el gobierno militar y el radical constituían una correcta continuidad, con el “sionismo como el poder detrás del trono”[26]al servicio de la Comisión Trilateral.[27]
Eran nuevamente los instrumentos de la política monetaria, precisamente las altas tasas de interés y la restricción crediticia, los que incentivaban la inflación, motorizada según su diagnóstico por los precios de los combustibles y las tarifas públicas. Respecto de la deuda externa el economista cuestionaba al radicalismo por su promesa de investigar aquella que podía considerarse ilícita, anuncio dado al comienzo de la gestión, para finalmente aumentarla “a favor de los banqueros gánsteres”.[28] También se cuestionaba al gobierno por emprender una restructuración del Estado disfrazada de reconstrucción que “apunta a achicar la burocracia, a redimensionar las empresas estatales, a disminuir, en suma, los gastos del sector público, que es el único que […] sigue con vida”.[29] Para Bevbaraggi-Allende era necesaria una reactivación del sector privado,[30] que sin embargo veía imposible dado que la corriente intelectual monetarista que se volvía predominante era la inspiración del sionismo que movía las redes argentinas. La conspiración sionista internacional que argumentaba todo el relato de Beveraggi-Allende, y que, dado su persistencia en todos los números de Patria Argentina, articulaba el relato económico no estaría completa si una referencia a la cúpula militar local. Como entendía el economista, habría sido culpa del sionismo dominante el desprestigio de las Fuerzas Armadas ya que cuando asumió el golpe de estado en 1976 se alentó a:
la cúpula militar a reprimir a los delincuentes subversivos mediante la guerra sucia, lo que dio lugar a infinidad de excesos, casos de corrupción e injusticias, que nada tenían que ver con el aniquilamiento de la guerrilla y que degeneraron en la desvergonzada institución de numerosos desaparecidos inocentes.[31]
Cuando el radicalismo perdiera elecciones hacia septiembre de 1987 Patria Argentina consideró que la conducción económica era la gran responsable, ya que “solo se concibe que un Ministro de Economía al servicio de lo antinacional y antipopular pudiera cometer toda la gama de felonías que cometió Juan Vital Sourrouille”.[32] Estas, eran contadas en la reducción forzada de los salarios, la promoción de los tarifazos y el pago de la deuda externa “hasta el mantenimiento y elevación de las tasas de interés para seguir favoreciendo la especulación y el auge de la patria financiera”.[33] Nuevamente en los argumentos de Patria Argentina la política económica local se articulaba con el orden internacional, dado que ante la pregunta de por qué Alfonsín no aceptaba la renuncia de su ministro de economía, se afirmara que “así se lo ordenan sus mandantes, ello es, el equipo bien conocido de los banqueros internacionales, encabezado por David Rockefeller” [en referencia a la Comisión Trilateral].[34]
Beveraggi-Allende era un estratega central de estos argumentos, que exponía contemporáneamente en su libro Jesucristo Nazi fascista (1986) donde conectaba la complementación entre la democracia liberal con la estrategia Sionista internacional que incluye también al marxismo, aunque este último es mencionado en menor medida.[35] La cruzada contra la compleja articulación mundial sionista que emprendía Patria Argentina desde la sección económica alcanzaría incluso la disputa internacional cuando se denunciara que “se prohibió el ingreso del Dr. Walter Beveraggi-Allende a los EE. UU”. El episodio se habría producido como fruto de la intervención de la embajada de EE. UU en Argentina al prohibir la visa del pasaporte al economista egresado de Harvard en el marco de un viaje destinado a visitar el Instituto para el Revisionismo Histórico (Institute for Historical Review) de los Estados Unidos de Norteamérica. La institución estadounidense, con sede central en California, fue fundada en 1978 y caracterizada por promover la negación del Holocausto desde posturas fuertemente antisemitas.
Patria Argentina exponía la ponencia que Beveraggi-Allende presentara en Norteamérica en tanto “exponente del revisionismo histórico-económico”, y donde puede apreciarse una visión histórica etapista en tres fases. Estas eran la etapa de la independencia (1810-1852), la dominación británica-liberal (1852-1946) y el yugo Sionista (1946-1987). La visión histórica que sintetizaba Beveraggi-Allende para Patria Argentina era el derrotero de una derrota inicial de la nación argentina que habría empezado con la imposición de los liberales antirreligiosos y probritánicos con las invasiones inglesas y luego en la revolución de 1810 por sobre los tradicionalistas que eran hispanistas y federalistas, opuestos a la centralización del poder, e inclinado al proteccionismo económico y la industria nacional. El triunfo del enemigo se habría completado con el vencimiento de “el gran caudillo federal, don Juan Manuel de Rosas, quien habría gobernado como un verdadero nacionalista”.[36] A pesar de reconocer que en el marco del molde británico la argentina alcanzara un gran desarrollo, aunque al margen de vastos sectores sociales, el país mantuvo el estatuto de “colonia prospera· solventada en sus dotes ambientales",[37] más que en la firme decisión de los gobiernos. Seria con el impulso a la industria nacional que significaran las guerras mundiales que el desarrollo argentino se completara, aunque el:
demagogo inescrupuloso- el general Juan Perón- […] se convirtió en un dictador ineficiente que rápidamente introdujo cambios en materia de política monetaria, los cuales pusieron en marcha el acentuado desastre económico que Argentina ha venido sufriendo estos últimos cuarenta años.[38]
De esta manera, y de acuerdo con esta preocupación central, ya se anunciaba en 1988 que:
estamos en la HIPERINFLACION ¡El gobierno central paga el 25% de interés mensual para poder colocar sus múltiples bonos […] el Austral se ha devaluado 434% desde su lanzamiento, el dólar pasó de 0.80 australes a 6.40 [y no menos importante era la deuda externa de la que] hoy debemos 60.000 millones de dólares.[39]
Así, este contexto explosivo en lo económico se conectaba, en las reflexiones vertidas por Beveraggi-Allende y algunas notas anónimas, con el plan de traslado de capital federal a Viedma ventilado por aquel entonces como iniciativa de Alfonsín. De acuerdo con el juicio de Patria Argentina, esta iniciativa que fue presentada por el gobierno radical como una forma de impulsar el desarrollo en el Sur y federalizar el poder político y económico concentrado en Buenos Aires, entre otras cosas, tendría como fines favorecer el Plan Andina orquestado por judíos locales: “las condiciones para la consumación están dadas; la nación se debate en la crisis más profunda de su historia y se interroga si la Argentina perdería la totalidad de su territorio ante la iniciativa de la instalación de un Estado judío”.[40]
Luego, el Plan Primavera, la última estrategia económica del gobierno por contener la inflación mediante un acuerdo de precios y un desdoblamiento del tipo de cambio en sintonía con el avance más firme de reformas estructurales acordadas con el Banco Mundial (BM), fue denunciado como una radicalización del gobierno de tinte “vende patria” y al servicio del sionismo internacional. Naturalmente, esto respondía al análisis que modelaba a la publicación y que de acuerdo con lo observado estilizaba Beveraggi-Allende. Este, consideraba en sintonía a sus investigaciones previas, que el alfonsinismo trataba de incorporar capitales que solo en volúmenes insuficientes buscaba en el exterior. El problema es que de acuerdo con su tesis estos se encontraban alimentados por la idea de que constituían la única verdad para impulsar el desarrollo en pases periféricos en desmedro de la emisión monetaria y el crédito interno,[41] que por el contrario constituían opciones de política económica enteramente válidas según la teoría de Beveraggi-Allende. Finalmente, conforme avanzaba el año 1989, la discusión económica mermó ante la grave coyuntura de crisis que vivía el país, y los últimos números fueron imbuidos por la grave crisis económica, social y política arrimaría la hiperinflación en críticas de corto plazo.
Conclusiones
La coyuntura económica que observaba Patria Argentina estuvo atravesada por el riesgo latente de desestabilización económica y política que amenazó al alfonsinismo. Si bien el Plan Austral dio un respiro a lo que se convirtió el principal problema del gobierno, el riesgo de una hiperinflación, la coyuntura que observó la revista estuvo enmarcada en un progresivo deterioro de las principales variables: deuda externa, crisis fiscal del estado, regreso de la inflación inercial, inestabilidad política y presiones de actores poderosos como los acreedores y el FMI en el exterior y los sindicatos, la oposición e incluso los militares a nivel local. La economía, en este contexto, estuvo entre las principales preocupaciones de Patria Argentina, formó parte de las tapas y siempre estuvo presente en sus páginas de la mano de Beveraggi-Allende y posiblemente de algún colaborador que en menor medida participaba anónimamente de las notas. Si bien el tipo de cambio y la progresiva devaluación de un débil Austral estaban siempre presentes, hubo análisis y posturas más complejas sobre el asunto de la política económica y la economía, de las cuales sus características fueron las siguientes.
La corrupción y la malversación de fondos en el ámbito financiero, sobre todo reflejada en el sistema bancario frágil que había dejado la última dictadura, siempre fueron una dádiva sobre la base de una crítica más amplia. Esta última, entendía que los sectores políticos existentes, específicamente los sindicatos, los responsables de la política monetaria y financiera del BCRA que respondían al gobierno y la patria financiera, en alusión a empresarios concentrados locales inclinados a la preferencia por las ganancias en ese ámbito, no cumplían sus funciones al servicio de la nación: el no producir, defender el trabajo, expandir la base monetaria al servicio de la actividad económica, entre otras cosas, eran algunas de las cosas que se les cuestionaba. Así se comprendía que este entramado de poder político era tal que se ponía al servicio de la deuda externa, causando inflación y provocando el decline económico nacional que se venía perpetuando desde varias décadas atrás. Estas aseveraciones se encontraban articuladas por el entramado ideológico de poder mundial: el sionismo al servicio del capital internacional. Esto, en la ideología y la práctica, se revelaba en el enfrentamiento discursivo que abría Patria Argentina pero también práctico al reproducir las disputas con la DAIA en Argentina y la embajada norteamericana en que se embarcara Beveraggi-Allende.
La cuestión del sionismo atravesaba a toda la publicación, el terror a la posibilidad de la instalación de un Estado judío, con antecedentes en el plan Andina, podía constituir el principio del fin de la sociedad que defendía Patria Argentina. Esto tenía, a su vez, un argumento histórico concreto que podía entenderse a partir de un hilo revisionista económico que situaba sus orígenes en los inicios del estado nacional. En las explicaciones que formulara Beveraggi-Allende podía verse claramente que, los inicios de la vida política independiente para el Río de la Plata podían verse con cierto resguardo al reivindicar la hispanidad. Pero también al reconocer en sus orígenes la existencia de una confrontación polar original entre determinados personajes antinacionales que estuvieron presentes desde la masonería hasta el sionismo y que podían explicar, con sus inclinaciones al servicio de los poderes internacionales de turno, el decline económico nacional. Este último era situado en los años peronistas, donde hasta los cuarenta había existido una económica relativamente próspera, aunque al servicio de Gran Bretaña, y la industrialización había favorecido el desarrollo nacional. Sin embargo, después de la aparición del demagogo la Argentina terminaría inclinándose por el mal económico principal: una política monetaria y financiera de restricciones, altas tasas de interés y ganancias para el bancario especulativo. Esta, a su vez, era un síntoma de la base ideológica del capitalismo mundial solventada por los monetaristas, entre los principales Milton Friedman y los Chicago Boys promotores de las teorías neoclásicas, que formaban el basamento ideológico del capital internacional: los gobiernos poderosos, las principales corporaciones multinacionales y los referentes del sionismo mundial.
En este marco es que se puede entender al Estado argentino en Patria Argentina: este se habría inclinado al poder internacional, reflejando en su política económica sus directrices. Estas fracasaron, afirmaban, por dejar al margen la producción económica, el fomento del trabajo y de la industria. En la contraargumentación que hacia Beveraggi-Allende, producto de varias obras contemporáneas, la política monetaria expansiva no era inflacionaria ni negativa para el conjunto de la economía a priori como sostenían los monetaristas en sus explicaciones sobre la inflación: por el contrario, había que diferenciar en aquella que se destina a expandir el producto y la que se encuentra al servicio de la renta financiera. Esto, entre otros puntos que hacían integralmente más complejo sus argumentos, buscaban demostrar que el monetarismo estaba equivocado en sus ideas económicas, pero también que se trataba de una ideología perversa al servicio de los poderes internacionales afanosos de controlar a los actores políticos tradicionales de la argentina. En este último punto, el traslado de la capital federal y el peligro de ver en esta iniciativa del alfonsinismo la tentativa por favorecer la instalación de un Estado judío podía coronar, en la visión de Patria Argentina, el principio del fin.
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Fuentes
Patria Argentina (Buenos Aires, 1986-1988).
* Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS) y Comisión de Investigaciones Científicas y Técnicas (CIC). E-mail: ignacio.a.rossi@outlook.com
[1] Laura Vales y Raúl Kollmann (agosto de 1998): “Qué piensan los neonazis en el Congreso de La Salle”, Pagina 12. Disponible en línea en https://www.pagina12.com.ar/1998/98-08/98-08-20/index.htm
[2] Federico Ibarguren (noviembre de 1986): “Convocatoria a los jóvenes de mi patria”, Patria Argentina, Año I, N. 1, p. 2.
[3] Walter Beveraggi Allende (noviembre de 1986): “Corrupción económica y política económica”, Patria Argentina, Año I, N. 1, p. 2.
[4] Walter Beveraggi Allende (noviembre de 1986): “Corrupción económica y política económica”, Patria Argentina, Año I, N. 1, p. 2.
[5] Walter Beveraggi Allende (noviembre de 1986): “Corrupción económica y política económica”, Patria Argentina, Año I, N. 1, p. 2.
[6] Walter Beveraggi Allende (noviembre de 1986): “Corrupción económica y política económica”, Patria Argentina, Año I, N. 1, p. 6.
[7] Patria Argentina (marzo de 1987): “Los astronautas”, Año I, N. 5, p. 7.
[8] Walter Beveraggi-Allende (febrero de 1987): “Tramoya económica anti-argentina: operatoria judío-sionista”, Patria Argentina, Año I, N. 4, p. 4.
[9] Walter Beveraggi-Allende (febrero de 1987): “Tramoya económica anti-argentina: operatoria judío-sionista”, Patria Argentina, Año I, N. 4, p. 4.
[10] Walter Beveraggi-Allende (agosto de 1988), “El presupuesto para 1988 y el plan económico primavera”, Patria Argentina, Año II, N. 21, p. 3.
[11] Una postura análoga puede verse en la revista nacionalista Cabildo, dirigida por Curutchet, donde se desplegaban fuertes argumentos antisemitas contra los funcionarios del gobierno radical como Raúl Prebisch, Grinspun y otros, de la pluma de Álvaro Riva, Rómulo Lucena, Juan Olmedo y Víctor Eduardo Ordóñez (Rossi, 2022).
[12] Patria Argentina (septiembre de 1987) “El fiscal nacional Don Ricardo Molinas no pudo con la Sinagoga del B.C.R.A”, Año I, N. 1, p. 8.
[13] Patria Argentina (septiembre de 1987) “El fiscal nacional Don Ricardo Molinas no pudo con la Sinagoga del B.C.R.A”, Año I, N. 1, p. 8.
[14] Patria Argentina (septiembre de 1987) “El fiscal nacional Don Ricardo Molinas no pudo con la Sinagoga del B.C.R.A”, Año I, N. 1, p. 9.
[15] Patria Argentina (diciembre de 1986): “Martínez de Hoz-Brodersohn La Ítalo …Cogasco”, Año I, N. 2, p. 1.
[16] Walter Beveraggi-Allende (diciembre de 1986): “Tramoya económica anti-argentina: operatoria judeo sionista”, Patria Argentina, Año I, N. 2, p. 2.
[17] Beveraggi-Allende daba especial importancia a esta discusión. Cuestionaba a la teoría cuantitativa promovida por Friedman, de vital importancia en sus argumentos que la entendían como la base ideológica del imperialismo judeosionista internacional en varios puntos que sintetizo a continuación. La confrontación entre el sector monetario y productivo no sería valedera en tanto la heterogeneidad del producto no permite presentar a todos los precios a la suba como habitualmente hace el monetarismo. Tampoco el caudal monetario puede ser entendido como uniforme debiendo discriminarse las creaciones monetarias del sector público (destinadas a los servicios) y del sector privado (destinadas a la producción de bienes), esta última favorable al crecimiento y la actividad sin inflación. El valor de las monedas fiduciarias de nuestras sociedades, por su parte, al contrario de los anteriores regímenes de patrón oro no dependen de su cantidad por lo tanto no pueden contraponerse sus niveles con la cantidad de bienes y servicios de una economía. Así, sería falso que un país necesita contar con activos o reservas monetarias para impulsar su desarrollo porque solo se necesita crear dinero destinado a impulsar el proceso productivo (y no meramente al consumo). De la misma manera sería falso que se tengan que restringir los medios de pagos y la base monetaria para contener la inflación, solo bastara con supervisar que estos sean destinados al aparato productivo nacional desde el sector privado. Véase Walter Beveraggi-Allende (agosto de 1988): “Mi teoría cualitativa de la moneda como antídoto del pérfido monetarismo”, Patria Argentina, Año II, N. 21, p. 6.
[18] Walter Beveraggi-Allende (agosto de 1988) “La esencia del monetarismo de Friedman y sus resultados en el mundo”, Patria Argentina, Año II, N. 21, p. 5. El pensamiento económico neoclásico identificado por Patria Argentina genéricamente como liberal, también fue discutido en sus argumentos económicos a partir de conceptos básicos como los de bienes, empresas, países subdesarrollados, entre otros, incluyendo exabruptos y calificativos negativos como “chantada”, “sanata liberal”, “idea inútil”, “absurdo”, entre otroas, que consideraba ineficientes para analizar la realidad desde la pura teoría que proponían. Véase Pablo (junio-julio de 1988) “Algo (¿nuevo?) sobre la empresa”, Patria Argentina, Año II, N. 20, p. 3.
[19] Walter Beveraggi-Allende (agosto de 1988) “El presupuesto para 1988 y el plan económico primavera”, Patria Argentina, Año II, N. 21, p. 3. En todo caso, en algunos parajes Beveraggi-Allende parece reconocer que la restricción de medios de pagos surtiría algún efecto desinflacionario al destacar que su consecuente ajuste se ha desarrollado en el caso de la economía argentina perjudicando al sector privado. Esto, en tanto el Estado siempre siguió y sigue gastando cuanto se le antoja”, diría. El punto del economista era que se perjudicaba más al sector privado en tanto productor de bienes, mientras que el sector público solo producía servicios mediante la emisión. Por lo tanto, no tendría sentido restringirle o encarecerle los recursos monetarios al sector privado por culpa del Estado, se concluiría. Ibídem.
[20] Walter Beveraggi-Allende (agosto de 1988) “El presupuesto para 1988 y el plan económico primavera”, Patria Argentina, Año II, N. 21, p. 3.
[21] Walter Beveraggi-Allende (agosto de 1988) “El presupuesto para 1988 y el plan económico primavera”, Patria Argentina, Año II, N. 21, p. 3.
[22] Walter Beveraggi-Allende (agosto de 1988) “El presupuesto para 1988 y el plan económico primavera”, Patria Argentina, Año II, N. 21, p. 4.
[23] Walter Beveraggi-Allende (agosto de 1988) “El presupuesto para 1988 y el plan económico primavera”, Patria Argentina, Año II, N. 21, p. 4.
[24] Walter Beveraggi-Allende (agosto de 1988) “El presupuesto para 1988 y el plan económico primavera”, Patria Argentina, Año II, N. 21, p. 5.
[25] Walter Beveraggi-Allende (agosto de 1988) “El presupuesto para 1988 y el plan económico primavera”, Patria Argentina, Año II, N. 21, p. 9.
[26] Walter Beveraggi-Allende (enero de 1987) “Tramoya económica anti-argentina: operatoria judío-soniosta”, Patria Argentina, Año I, N. 3, p. 4.
[27] Organización motorizada por David Rockefeller en 1973 que aglutinó a personalidades como las del politólogo Zbigniew Brzezinski con empresas trasnacionales de América, Europa y Asia (principalmente Japón), organizaciones privadas de diversa índole. Se encontraba destinada impulsar un conjunto de potencias económicas, financieras e intelectuales donde participaban para promover el desarrollo mundial y los valores del capitalismo. Entre sus filas hubo varios sujetos acusados de sionistas y projudíos.
[28] A su vez, la deuda era entendida como la continuación de un plan originario para mantener al país en una posición subordinada que habría durado siglos de la mano del sionismo y la masonería. Esta conspiración habría sido iniciada con los liberales masones Rivadavia, Moreno, Sarmiento, Mitre, Martínez de Hoz, Frigerio, Alsogaray y que era continuado por los funcionarios económicos de Alfonsín. Véase Patria Argentina (abril de 1988) “Liberales y deuda externa”, Año II, N. 18, p. 3.
[29] Patria Argentina (abril de 1988) “Liberales y deuda externa”, Año II, N. 18, p. 3. Otra de las recurrentes críticas, más centradas en el gobierno de Alfonsín, eran los viajes realizados entre el presidente y su canciller Dante Caputo, por los que se entendía que se generaban gastos superfluos, de los que sin embargo no se presentaban datos concretos. Si más específicas eran las acusaciones a “los sueldos de los legisladores [y que] pasan los 3000 australes” manifestando las enromes contradicciones con las necesidades del país. La misma crítica a los excesivos gastos públicos era señalada en Cabildo como una muestra de indisciplina social más grande e incapacidad de los funcionarios económicos para readecuar el gasto del gobierno. Por ejemplo, fue muy cubierta esta cuestión en torno a la propagandística oficial sobre la cuestión del Beagle por el diferendo limítrofe con Chile (Rossi, 2022).
[30] El sector privado era considerado un actor fundamental de la economía, sin por eso discutir la centralidad del Estado. Esto puede verse en las denuncias que se hicieran contra al Estado argentino contra la restitución de las empresas del Grupo Greco y Hermanos, bodegueros y viñateros cuyanos que enfrentaban un proceso por fraude orquestado por el congreso nacional. Véase Patria Argentina (mayo de 1987), “Negociados de Economía”, Año I, N. 5, p. 6.
[31] Walter Beveraggi-Allende (febrero de 1987) “Tramoya económica antiargentina: operatoria judío-sionista”, Patria Argentina, Año I, N. 4, p. 5.
[32] Patria Argentina (septiembre de 1987), “Juan ‘Mortal’ Sourrouille”, Año I, N. 11, p. 2.
[33] Patria Argentina (septiembre de 1987), “Juan ‘Mortal’ Sourrouille”, Año I, N. 11, p. 2.
[34] Patria Argentina (septiembre de 1987), “Juan ‘Mortal’ Sourrouille”, Año I, N. 11, p. 2.
[35] Patria Argentina (mayo de 1988), Año II, N. 19, p. 1.
[36] Patria Argentina (octubre de 1987), “Argentina: su derrumbe de Colonia prospera a Factoría decadente”, p. 3.
[37] Patria Argentina (octubre de 1987), “Argentina: su derrumbe de Colonia prospera a Factoría decadente”, p. 3.
[38] Patria Argentina (octubre de 1987), “Argentina: su derrumbe de Colonia prospera a Factoría decadente”, p. 3.
[39] Patria Argentina (marzo de 1988), “Gobernadores judíos”, Año I, N. 17, p. 5.
[40] Patria Argentina (marzo de 1988), “Gobernadores judíos”, Año I, N. 17, p. 5.
[41] Walter Beveraggi-Allende (abril de 1987), “Consideraciones éticas y técnicas sobre la deuda externa”, Patria Argentina, Año II, N. 28, p. 3.