Habitar lo común. Formas en que la extensión universitaria toma presencia desde haceres entramados

Coordinación del dossier

Ana Britos Castro | CIFFyH-FFYH-UNC / CONICET | ana.britos.castro@unc.edu.ar 

 

Santiago Llorens  | CIFFyH-FFYH-UNC / ICA | sllorens@unc.edu.ar 

 

Carla Eleonora Pedrazzani | CIFFyH-FFYH-UNC | carla.pedrazzani@unc.edu.ar 

 

 

Este dossier tuvo como objetivo convocar contribuciones que pudieran dar cuenta desde variadas narrativas y perspectivas lo que se concibe y practica como extensión en diversos contextos, con especial atención a las líneas de pensamiento-acción desde las que tejemos nuestra posicionalidad junto con otrxs, en pos de la construcción de un hacer en común -en-, -desde- y -de- la extensión universitaria.

Al hacer foco en la conjunción del habitar y lo común, apelamos a dos aglutinadores de sentido que atraviesan y se sedimentan en reflexiones académicas y prácticas de diversos colectivos sociales y políticos, vinculado a sus búsquedas por construir entramados de inteligibilidad y posibilitar respuestas creativas al complejo contexto que atraviesan las distintas realidades de nuestra américa. De esta manera, combinar a ambos en un habitar lo común invitaba a generar procesos de reflexividad -situados- haciendo foco en la manera en que estos dos términos se encuentran o desencuentran, viajan y transforman por las diversas geografías y, se redefinen mutuamente, desde espacios más o menos institucionalizados como son los proyectos y prácticas de extensión. En esta línea, el dossier contiene contribuciones en diversas secciones de la revista (aquí presentadas como parte de un todo), que desde variadas narrativas apuntan a la manera en que el habitar y lo común son definidos, co-definidos y redefinidos por colectivos diversos -ambientalistas, socioterritoriales, indígenas, feministas, campesinos, barriales, vecinales, entre otros- en el hacer cotidiano y en sus encuentros e interpelaciones con actores variados.

En el momento de convocar al dossier, reconocíamos diversas tradiciones críticas que contribuyeron a la interpretación y la producción de lo común en nuestros contextos (Fanon, Freyre, Arguedas, Fals Borda, Zibechi, Esteva, Gutierrez Aguilar, Navarro, Linsalata, Tzul Tzul, entre muchxs otrxs). También la presencia de pensadorxs (Lefebvre, Latour, Hobsbawm, Massey, Ingold, Holloway, Fisher, Colquhoun, Fernández-Savater, entre otrxs) que iluminaron diálogos y articulaciones entre pensamientos, prácticas e imaginaciones en torno a lo común y comunitario, y que son referencias en las argumentaciones de diversos proyectos y prácticas de extensión.  Afirmábamos que lo común no es una cosa o un bien, sino que es un hacer, una actividad, una acción política y, a la vez, pedagógica en la que se generan (des)aprendizajes, vínculos, lazos solidarios, cooperación, surgen metodologías, métodos, herramientas y un hacer-acción colectiva que permite enfrentar las (in)justicias territoriales y afrontar las necesidades, las dificultades, las tensiones y las contradicciones que toman presencia en cada proceso. Ese hacer común posibilita maneras otras de habitar, de organizar-se, de autodeterminar-se, de ser y estar en el mundo, enlazando pluriversas espacialidades, temporalidades y personas-colectivos que apuestan a un hacer conjunto y, que como tal, se vuelve una práctica transformadora del presente y provocadora de otros futuros en construcción y que tienen como horizonte ampliar los imaginarios con los que contamos, y crear otros modos de habitar los mundos de los que somos parte.

En el momento de la escritura de la Editorial nos encontramos compartiendo diversas experiencias que ponen como centro la práctica misma de la extensión. Práctica que se liga a encuentros, diálogos, colaboraciones, haceres colectivos y comunitarios. Que permiten trascender la idea de puente entre universidad y sociedad, para convertirla en universidad en sociedad, desde y con la gente que construye cada territorio de encuentro; una extensión universitaria que camina y es parte de los territorios, que escucha, que se abre al juego, que reconoce la influencia de relaciones de poder, de escalas, de actores, de políticas y de lo político, que comparte miradas y que en su momento de acción co-habita en la horizontalidad de las prácticas y de las voces partícipes y, en ocasiones, conforma un nosotrxs pluriverso.

También nos invita, en algunos de los escritos, a vislumbrar vínculos entre una constelación conceptual y categorial que acompaña a los desafíos que se vivencian en la práctica y en la que suceden múltiples revisiones. Consideramos que este vínculo entre las reflexiones teóricas sobre el habitar y lo común con las diferentes experiencias extensionistas revitaliza aquello que definimos como pensamiento situado en y desde América latina; pero, a su vez, nos deja con el reto en latencia de ahondar aún más en las reflexiones teóricas y precisiones del habitar lo común en extensión universitaria. Queda como pendiente, encontrar formas, modos, movimientos que nos permitan poner de relieve, traer hacia la superficie los trasfondos de todo aquello que queda en los márgenes de lo supuesto y que es necesario mover y recuperar para continuar con el camino de las reflexiones colectivas.

El dossier está conformado por un conjunto de contribuciones en las que se comparten dichas reflexiones y experiencias en torno al habitar y el hacer en común, que nos invitan a un viaje en donde la mirada y la lectura se sumerge en los modos en que cada propuesta convoca al encuentro en extensión universitaria, en las formas de diálogo que se generan, en las relaciones que se reconocen, en lo que se visibiliza e invisibiliza y en las tramas-redes que se forman en el vínculo con otrxs en los territorios y en la conformación de nosotrxs, desdibujando diferenciaciones o jerarquizaciones de saberes. Así, el artículo de Maximiliano Chirino hace foco en la universidad como un bien público y en los aportes que devienen de la práctica extensionista y de los procesos de revisión-reflexión en torno a ella. En la urdimbre de su escrito se manifiesta la importancia de generar y sostener articulaciones entre enseñanza, investigación y extensión, haciendo énfasis en las convergencias y fricciones que se generan. Destaca la horizontalidad como forma de hacer en extensión y como manera que permite una pluralidad de experiencias, conocimientos, sentires y tradiciones. Como llamamiento nos convoca a prestar mayor atención en la política académica y en lo que habilita o deshabilita para generar prácticas de integralidad de funciones (extensión - docencia - investigación) y procesos de curricularización de la extensión universitaria. En sus reflexiones afirma que la práctica extensionista tiene mucho para aportar en la medida en que se constituye en la capacidad de escucha de la comunidad. Allí queda manifiesta la necesidad del sostén de perspectivas de diálogo de saberes y de políticas de conocimiento situadas, en donde la reciprocidad sea un componente del hacer extensión y una práctica decolonial.

María Belén Arbelo Almada y Lucía Ceballos Gómez comparten la experiencia del Colectivo Cultural Catalina Clandestina, de Laguna Larga (Córdoba-Argentina), en donde el encuentro de la acción política y los procesos de enseñanza, comprendido en su multiplicidad, le otorgan sentidos al ser comunidad y a lo que se comprende por habitar en común. En este artículo, la extensión universitaria tiene presencia desde y en las prácticas de participación, en donde la autoorganización de jóvenes en torno a la cultura posibilita la construcción de posicionamientos ético/políticos y genera procesos identitarios en los que circulan y se entretejen saberes populares y académicos. La co-creación y los intercambios son reconocidos como motores del hacer en común y de la extensión como un territorio de formación y aprendizajes. Otorgan un espacio a la reflexión sobre el diálogo entre lo académico y los saberes construidos desde la militancia territorial. La comunidad y el hacer en comunidad, en palabras de dicha autoría, permitió un proceso de desaprender para volver a aprender desde otros lugares, posiciones y posibilidades. A su vez, se hace referencia a la importancia de no generar prácticas extractivistas de conocimiento y al poder generar un pensar en conjunto con quienes participan de la experiencia recuperando saberes y experiencias previas que forman parte de un historizar el contexto y los territorios.

Los aportes que nos hacen llegar Laura Andrea Kostlin, Laura Andrea Kostlin, Nicolás Adrián Pintos, reflexionan sobre las formas de producción de conocimiento situado y dialógico a partir de la integralidad de las funciones universitarias y desde una experiencia colectiva donde se entraman relaciones y prácticas en conjunto con organizaciones de agricultura familiar y de la economía social en Misiones (Argentina), por la soberanía alimentaria y la agroecología. En el trabajo se comparte lo colectivo del Relevamiento Socio Productivo de Poseedores de Florentino Ameghino y Mojón Grande Dpto. San Javier Misiones 2014-2015, experiencia que se llevó a cabo entre los años 2014-2018 de manera colaborativa y planificada en conjunto entre familias rurales poseedoras de tierras privadas, conjuntamente con el equipo de investigación-extensión universitario. El escrito pone en relieve la centralidad que tiene trabajar a partir del enfoque de extensión crítica vinculado a las concepciones de educación popular e Investigación-Acción Participativa. Desde este posicionamiento, la producción de conocimiento relacional, en contexto, dialógica y participativa promueve otras formas de hacer a distancia de las dinámicas propias de las prácticas institucionalizadas e institucionalizantes de la cultura universitaria hegemónica, sostienen lxs autorxs. En esta línea refuerzan también la importancia y el compromiso de años de una construcción reflexiva, crítica y situada desde el equipo interdisciplinario, integrado por estudiantes, docentes y egresadxs, formadxs y en formación, en diferentes carreras de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la UNaM y de la carrera de Psicología de la Universidad Cuenca del Plata y Nutrición de la Universidad Gastón Dachary.  Desde allí afirman que es posible problematizar epistémica y políticamente las praxis generadoras de conocimiento, desde el lugar del diálogo comunitario, social, colectivo y transformador.

El artículo de Karla Maythé Pérez Domínguez y Silvina Belmonte comparte una síntesis de una experiencia de seis años de trabajo colaborativo y co-construcción del conocimiento que hizo parte de un proceso de investigación doctoral. El trabajo comenta cómo en ese proceso participaron autoridades y familias de la Comunidad Originaria Kolla Kondorwaira de Potrero de Castilla, provincia de Salta, e integrantes del grupo de investigación Planificación Energética y Gestión Territorial, del Instituto de Investigaciones en Energía No Convencional, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Universidad Nacional de Salta (PEyGeT/INENCO/CONICET/UNSA). En esta clave, en el marco del desarrollo de una tesis doctoral, lo que nos comparten hace anclaje en una perspectiva transdisciplinaria, con acento en el conocimiento producido desde diversos espacios, sean académicos o no. Hay una promoción de la comprensión y el análisis de la realidad de una forma integral, donde se considera necesario incorporar a diversos actores como parte del propio proceso de producción del conocimiento. Asimismo muestran cómo, desde la investigación doctoral, se encaró un proceso desde el paradigma de la Investigación-Acción Participativa (IAP) en un diálogo de saberes y en una línea de etnografía colaborativa. Desde aquí comentan que además de la producción de la tesis doctoral, obtuvieron otros resultados (tangibles e intangibles) que forman parte de lo que denominan una plataforma espiralada para la acción y el trabajo colaborativo. En este sentido, es que consideran a la experiencia vivida como otra forma del quehacer científico, entretejiendo conocimientos desde la comunidad indígena y desde la academia. En esa co-construcción encuentran un valor significativo para la resolución de problemáticas específicas y la construcción de futuros comunes posibles hacia la justicia y la dignidad.

En una triada de contribuciones en diálogo, con presencia en diversas secciones de la revista, se comparten el trabajo de Jorge Daniel Acevedo, casqui curaca y miembro de la Comunidad Comechingón del Pueblo de La Toma de la Ciudad de Córdoba, Argentina, que nos invita a analizar y recorrer la geografía y el paisaje propio del Valle de Quisquisacate, territorio ancestral de su comunidad, desde la perspectiva histórica de su gente. La narrativa se centra en los ríos y arroyos -permanentes o estacionarios- que atraviesan y dan forma a este territorio. Expresa que muchos de estos cauces de agua se fueron perdiendo o quedando invisibilizados -bajo avenidas o calles, entubados, convertidos en desagües o bocas de tormenta, etc.- a raíz del avance de la mancha urbana de la ciudad de Córdoba. Las transformaciones en el paisaje son narradas desde las voces y experiencias de los abuelos y abuelas de la comunidad, de sus diversos habitantes, y la experiencia paciente de recorrer el territorio con la mirada sentipensante y orientada por aquella polifonía de voces. Recorrer los arroyos en comunidad, con vecinos, estudiantes y amigos se ha convertido en una manera de reconocerse en común, de reconocer las fuerzas -la mayoría de las veces con intereses externos- que transforman el paisaje, y de aproximarse a la propia identidad para poder preservarla y fortalecerla.

En relación a dicha contribución, el escrito de Ana Busch, Gabriela Jaquenod y Santiago Llorens, se detiene en la co-construcción de una propuesta pedagógica en articulación entre cátedras de primer año de un instituto superior de formación docente, no universitario, de la Provincia de Córdoba (Argentina) -el Instituto de Culturas Aborígenes (ICA)-, y la Comunidad Comechingón del Pueblo de La Toma de la Ciudad de Córdoba, a partir del vínculo con Jorge Daniel Acevedo (antes nombrado) y recorrer junto a él el arroyo El Infiernillo. El trabajo hace explícito un modo de comprender la enseñanza entramada en los territorios, en donde desde el primer momento en que lxs estudiantes ingresan a su formación académica y docente se proponen aproximaciones a experiencias de diálogo o “multiálogo” con actores sociales y el territorio. Dichos encuentros buscan habilitar miradas y posicionamientos críticos sobre los procesos sociales que lxs involucran -o interpelan- considerando lo anterior como una dimensión fundamental en la formación de formadorxs. La experiencia se centra en uno de los arroyos en el extenso territorio que, hasta fines del siglo XIX, pertenecía comunalmente al Pueblo de La Toma y que hoy es parte del oeste de la ciudad de Córdoba. Desde el caminar un cauce invisibilizado de la ciudad se propone habitar la amenaza del desarrollismo, el descarte del progreso y las memorias de sus habitantes originarios. Así, la experiencia pretende ser parte de un encuentro con la memoria, la resistencia y la esperanza, el rescate de lo común y la rebelión frente a la domesticación de la mirada que nos enseña a resignar paisajes como reflejos de desamparo, aportando a una pedagogía de la tierra.

En esta línea, Yanina Perez y Fernando Blanes forman parte de las producciones y reflexiones referidas a la experiencia pedagógica y territorial nombrada previamente, en la que sucede la articulación de cátedras de primer año del Insituto Superior de Profesorado no universitario, Instituto de Culturas Aborígenes (ICA), y la Comunidad Comechingón del Pueblo de La Toma. Como ejercicio de escritura parten objetivando su lugar de enunciación como estudiantes y actores sociales y políticos. En el caso de Yanina como estudiante y miembro de la Comunidad Comechingona Canchira de Salsipuedes, que se encuentra en proceso de resistencia y lucha para evitar el despojo, reducción y olvido del territorio originario y, Fernando como estudiante y vecino, habiendo recuperado memorias y relatos de habitantes del territorio. De esta manera, pliegan en conjunto imagen y poesía para narrar desde su experiencia pedagógica las transformaciones y despojos del territorio. En esta misma producción Luna Galetto Lascano y Claudia Tarantino articulan sus imágenes y relato a través de dos ejes de problematización en el que la invitación de la Comunidad del Pueblo de La Toma a aproximarse a sus saberes y memorias de su territorio a través de los arroyos y cursos de agua de la ciudad, es contrapuesta, a “los escombros del progreso” y al olvido del agua.

Wasinton Carabalí Torres, Mónica Alvarado Rodríguez, Joanna Delgadillo Méndez y Natalia Mosquera García, realizan un racconto de la trayectoria de proyectos extensionistas, con enfoque inter / trans / supra disciplinario, iniciados en el marco de un programa de sociología de la Universidad Externado de Colombia y lxs jóvenes de AMUCIB (Asociación de Mujeres Campesinas Negras e Indígenas de Buenaventura) en la costa pacífica del país. Desde el comienzo enuncian que el territorio en el que se desarrolla el proyecto se encuentra atravesado por complejas dinámicas de conflicto armado, tanto en la zona rural, como ejercicios de violencia intraurbana y graves situaciones de pobreza que afectan a la población y a sus prácticas ancestrales. Así, desde una perspectiva dialógica, se rescata la importancia de la extensión universitaria en la construcción de paz y la generación de conocimiento y de reconocimiento del conocimiento -de las comunidades- para la transformación desde el qué hacer, pensar y sentir con otrxs. Para lxs autorxs, entonces, habitar lo común llama no únicamente a resistir o confrontar las injusticias, sino también a imaginar y construir otros mundos posibles en donde sea viable el bienestar colectivo. Es aquí sugieren, que la extensión universitaria desde el diálogo de saberes y la cocreación, manifiesta toda su potencialidad al colocar una manera particular y sensible de darle forma al vínculo que conecta.  A su vez, desde el comienzo, hacen explícito un tipo de escritura que entrama a miembros de la universidad (docentes y jóvenes investigadorxs) con líderes comunitarios, en donde sus voces se van entretejiendo a través de la escritura conjunta. En esta contribución aparece también de manera explícita el sentido de lo público en las prácticas de extensión-investigación-docencia y la importancia de permitir-se ser interpeladxs por los territorios, la gente y los saberes presentes. Se posicionan desde un hacer que se aparta de la extensión como transferencia para asumirse en una construcción colectiva de saberes, desde un diálogo horizontal y cuidado mutuo.

Maria Paz Hermosilla y Zoe Yael Jusid nos relatan su experiencia como estudiantes de la Práctica Sociocomunitaria (PSC) Hacer Escuela: niñeces y derechos en la trama de desigualdad, en el año 2023. Esta propuesta se configura como un espacio de seminario/taller electivo para los últimos años de los Profesorados de la Facultades de Artes (FA) y los primeros años de la carrera de Ciencias de la Educación de la Facultad de Filosofía y Humanidades (FFyH), de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). A su vez, la propuesta se articula con el Proyecto de Extensión Niñez y derechos en territorio: espacio sociopedagógico de acompañamiento a las trayectorias educativas (FFyH, FA, UNC) que se lleva a cabo en el barrio Villa Cornú de Córdoba capital (Argentina), junto al Centro de Salud y otras instituciones y organizaciones de la zona. La contribución comparte lo que ha significado esta experiencia; por un lado, desaprender estructuras que hacen a la vida académica, y por el otro, ingresar en un universo de aprendizajes y prácticas vinculadas con la noción de territorio. Mencionan cómo el camino comenzó con un viaje de autodescubrimiento en el seno del taller y motivó a que como estudiantes asuman un lugar protagónico desde la coorganización de talleres, hasta la producción de propuestas socioeducativas (artísticas y culturales) para/con lxs niñxs y actores comunitarios. El relato pone el centro en cómo el cursado del seminario/taller estuvo estructurado por movimientos, una invitación al movimiento, al estar en constante transformación, el adaptarse a los tiempos, necesidades y urgencias del barrio-territorio. Así es cómo siendo estudiantes “emprenden/transitan” una relación singular con el territorio, relación que se entrelaza con las aspiraciones, sentidos, percepciones fusionadas con el marco teórico que contiene la práctica. Dicha relación, en palabras de la autoría del trabajo, da forma a su hacer.

El escrito de Jimena Inés Garrido, Mariela Chervin, María Lucía Tamagnini, Lorena Ruth Stricker y Ana Cristina Smargiassi, nos invita a involucrarnos en una conferencia performática surgida en el marco de un proyecto de extensión en torno a las vidas y memorias de un Hotel Viña de Italia, en las proximidades de la que en alguna vez fue una movida estación de ferrocarril de la ciudad de Córdoba (Argentina). Las voces y memorias de sus propietarios y habitantes son presentados en apartados-escenas, en los que toman presencia personas y personajes, canciones y objetos que tejen una historia en común. En el avance de los apartados-escenas se reflexiona sobre la genealogía de las performances, la interdependencia entre performance y memoria, la etnografía artística, el giro afectivo, las tecnologías de la amistad, y la escucha. Como souvenir o como modo de recordar o volver a pasar por el corazón, según expresan desde la autoría del trabajo. A su vez, expresan que quien quiera aproximarse a los materiales labrados en este proyecto puede encontrarlos en libre acceso, en el Programa de Historia Oral Barrial del Archivo Histórico Municipal de Córdoba, al cual fueron donados. En esta contribución también se remite a las políticas académicas, particularmente al escaso financiamiento que se le otorga a los proyectos, prácticas y actividades de extensión, provocando que se necesiten buscar otros financiamientos para cubrir presupuestos o que se terminen realizando acciones con lo que se puede conseguir.

Operación Karambé narrada por Ana Cuenya, M. Fernanda Alvarez, Mariana Rimoldi y Javier Garcia de Souza, comparte y entrama los saberes ambientales y culturales locales del territorio de la “Islita” (La Plata, Argentina). Dan cuenta de cómo se ponen en juego diversas estrategias y dispositivos -expresiones prácticas y corporales, radioteatro, juegos, voces entre otros-, como forma de habilitar y fortalecer desde la propia comunidad aproximaciones y apropiaciones al territorio local. Así, identidades de personas, identidades territoriales y tortugas, son puestas en diálogo, entramadas y transformadas en la construcción de lo común y de historias de co-habitación. Hacen explícito que se trata de un proyecto con anclaje territorial, enfoque plural, trabajo transdisciplinar y posicionamiento desde perspectivas críticas con mirada integral, en donde a través de la construcción de contenidos educativos ambientales dialogan saberes culturales y ambientales en vinculación a las tortugas de agua dulce y su reconocimiento como símbolo identitario.

Las postales de Cerro Azul, en el marco de una autoría colectiva (Melina Bustos Mantovani, Sara Letzen, Joaquín Rebuffo, Gina Lucía Aichino, Carolina Álvarez Ávila, Sergio Chiavassa, Joaquín Deón y Carla Pedrazzani), nos invita a concebir la extensión universitaria desde otros lenguajes: los que suceden al caminar y los de las miradas que se ponen en juego al fotografiar aquello que se reconocen paisajes. En esta contribución, a modo de ensayo fotográfico, se recuperan algunas de las formas de trabajo a partir de un proyecto de extensión universitaria. La experiencia de lxs caminantes y lo que se constituye como un andar colectivo pone énfasis en la construcción de senderos comunicativos desde los cuales se afianzan lazos y vínculos que forman parte del hacer en común en defensa de los territorios de vida. Lo común y comunitario y la propia práctica extensionista tiene como corazón el enredo de voces, memorias, huellas, prácticas y saberes que son propios de los territorios y que son re-inventados en colectivo.

José María Bompadre realiza una reseña del libro Tejiendo diálogos y tramas desde el Sur-Sur. Territorio, participación e interculturalidad, coordinado por Stefano Claudio Sartorello, Ana Carolina Hecht, José Luis García y Erik Said Lara Corro, con primera edición en el año 2022. Allí comparte parte del contexto del libro, cómo nace, cómo es ese tejer experiencias, cómo se entraman organizaciones sociales con espacios académicos, cómo se generan encuentros que convocan a institucionalizar otros modos de hacer, de aprender, de practicar y circular saberes. En la reseña nos convoca también a prestar atención a los locus de enunciación, a las maneras de crear-sostener perspectivas decoloniales que se abren al intercambio y a la comunicación desde variadas narrativas. Uno de los términos que florece en el texto es Abya-Yala y lo recupera para dar cuenta de cómo se funda un espacio vivo que habilita, visibiliza y enreda epistemologías y ontologías otras. A partir de ello, nos sumerge en los diálogos y contenidos de cada capítulo, dando cuenta del devenir entre focos y tramas que nos permiten comprender cómo lo etnolingüístico y lo comunitario posibilita problematizar la(s) noción(es) de interculturalidad. El recorrido que nos propone es en clave analítica, encontrando enfoques y discusiones en triangulación y desde una mirada transversal.

 

A modo de cierre del dossier y número, Nahuel Blázquez y Agustín Villareal dialogan con el escritor y cineasta César González. En su conversación provocan a lxs lectorxs a situarse a partir de una breve historización de las actividades de extensión, docencia e investigación en los contextos carcelarios y las formas de gestionar la diferencia. Reconocen al encuentro de la universidad pública con los contextos carcelarios como una territorialidad conjugada, atravesada tanto por asimetrías variadas del propio contexto e intelectualidades extractivistas como por compromisos y aprendizajes que hacen a la generación de otros cursos de acción (im)pensados. La conversación invita a dejar-se permear por la realidad, estar en los territorios, aprender con la gente que vive en los barrios populares y que construye estos territorios, junto a la importancia de no reprimir la potencia y la fuerza vital de lxs pibes de los barrios populares y de las cárceles. No bloquear la presencia de la otredad, sino poder reconocerla y dialogar desde las formas que tiene.

Desde la coordinación de este dossier queremos dejar una invitación, una insistencia a continuar y profundizar las reflexiones en torno al habitar en común en extensión universitaria. Como podemos observar, en las contribuciones que componen el número hay un reconocimiento de que en extensión tanto el habitar como lo común está imbricado con el diálogo y el encuentro que en cada territorio y con cada grupo-comunidad se genera a partir de sus propias singularidades, con las formas de hacer en común, de reconocer necesidades, de buscar soluciones en conjunto. Hay un cúmulo de experiencias que asumen como motor lo comunitario, lo colaborativo, los modos, enfoques y metodologías desde donde sostener prácticas y acciones de extensión universitaria a partir de perspectivas teórico-prácticas de pensamiento crítico. A su vez, se da cuenta de variadas maneras y dispositivos, en donde los territorios de la extensión son plurales, reconociéndose como semilleros de aprendizajes y espacios de formación, en donde los saberes, voces y seres (humanos y no humanos) que ingresan son múltiples y forman parte de variadas naturaleza(s).

Finalmente entendemos al hacer en común en extensión universitaria como un posicionamiento crítico cuyos sentidos políticos y pedagógicos se enfocan en el co-construir y potenciar los modos en que suceden los encuentros, principalmente entre la academia y las múltiples formas del activismo. Sostenemos que el hacer en común se constituye como una práctica subversiva, transformadora de lo enquistado y de lo hegemonizado, práctica que acuerpa a las diversas formas que hoy adquieren las resistencias en los variados territorios, incluyendo en éstos a la propia universidad.