Los archivos feministas como una gestión pública del trauma
Noe Gall[1] | noeliaperrote@gmail.com | Universidad Nacional de Córdoba, Argentina
Recibido: 27/03/23
Aceptación final: 30/06/23
Resumen
Compartiré desde una experiencia personal, pero nunca individual, sino colectiva, algunas reflexiones en torno al ejercicio de armar archivos en/con diferentes colectivas feministas de Córdoba. Tomaré por caso el archivo de los feminismos cordobeses, la muestra que organizamos para el 6to Congreso Género y Sociedad: Archivos transfeministas: una genealogía común, y los 7 de marzo, día de la visibilidad lésbica; cuyo objetivo es seguir reflexionando en las estrategias que los colectivos nos hemos dado para construir memoria. Para ello tomaré tres categorías teóricas que a través de las cuales reflexionar sobre los archivos y sus posibilidades. Por un lado utilizaré la noción de gestión del trauma que trabaja Ann Cvetkovich en su libro: Archivo de sentimientos (2003), para pensar al colectivo que se congrega los 7M y sus actividades que funcionan como una cultura pública del trauma. Por otro lado, con la noción de vulnerabilidad trabajada por Judith Butler en Deshacer el género (2010), abordaré el armado de los archivos feministas cordobeses. Y por último, con la noción de precariedad, analizaré la conformación del archivo expuesto en el 6to Congreso Género y Sociedad. En el presente texto pretendo traer, a través de una voz singular y colectiva, reflexiones y preguntas que se me presentaron formando parte de estos procesos colectivos de armado del archivo, haciendo uso de una idea que el liberalismo nos ganó, pero que sin embargo sigue teniendo el encanto del involucramiento que implica pensar que lo personal es político.
Palabras clave: feminismos, archivo, trauma, vulnerabilidad
Summary
I will share from a personal experience, but never individual, but collective, some reflections on the exercise of putting together archives in/with different feminist collectives in Cordoba. I will take as a case the archive of Cordoba's feminisms, the exhibition we organized for the 6th Congress of Gender and Society: Transfeminist Archives: a common genealogy, and the 7th of March, day of lesbian visibility. With the aim of continuing to reflect on the strategies that we collectives have given ourselves to build memory. To do this I will take three theoretical categories to reflect on the archives and their possibilities, on the one hand I will use the notion of Trauma Management that works Ann Cvetkovich in her book: Archive of feelings (2003), to think about the collective that gathers on 7M and its activities that function as a public culture of trauma. On the other hand, with the notion of vulnerability worked by Judith Butler in Undoing Gender (2010), I will approach the assembly of the Cordovan feminist archives. And finally, with the notion of precariousness, I will analyze the conformation of the archive exposed in the 6th Congress of Gender and Society. In this text, I intend to bring, through a singular and collective voice, reflections and questions that were presented to me as part of these collective processes of archiving, making use of an idea that liberalism won us, but nevertheless still has the charm of involvement that implies thinking that the personal is political.
Keywords: feminisms, archive, trauma, vulnerability, vulnerability
La sucesión de décadas, las muertes tempranas, demasiado tempranas de nuestras compañeras, la vulnerabilidad a la que están arrojados algunos cuerpos por sus elecciones sexuales, o condiciones materiales para la vida, ha llevado a que muchas nos pongamos a hacer archivo, es decir, a juntar los papelitos, flyers, convocatorias, recordar los nombres de las amantes, las fiestas, los congresos, las discusiones, la coyuntura. Por suerte, todavía escapamos a los formalismos que dicha actividad debe tener, la manera correcta de guardar, recordar, citar, nombrar, archivar, catalogar. Lo vamos haciendo como podemos, eso no quiere decir que no seamos rigurosas, lo somos, pero sabemos que no es nuestro campo disciplinar, y que en esta misma casa de estudios hay personas que se dedican a estudiar cómo documentar, cómo hacer etnografía, historia o archivo, a ellas nuestro respeto.
Nosotras hemos ido armando esto de manera casi innata, atravesadas por el impulso al que te expone la pérdida, el olvido, o el sacudón que fue la masividad de los feminismos pos Ni Una Menos en el año 2015. Pasar de una cuadra de personas en las movilizaciones a colmar las calles del país y de gran parte del mundo con consignas que le daban risa o indiferencia al 95% de la población, comenzar a ser protagonistas de la escena política y mediática por unos meses, fue mucho. Y algunas necesitamos replegar, pensar, analizar colectivamente, mirar con desconfianza y desencanto todo lo que sucedía, haciendo honor al título de feministas aguafiestas que bien nos hemos sabido ganar. Para cada una la necesidad de hacer archivo radica en lugares distintos. Para las más grandes es una manera de compartir la temporalidad de las discusiones: quiénes, dónde, cuándo y cómo. Para otras ha sido, como en mi caso, una gestión del trauma.
Me parece importante explicitar mi lugar de habla, he participado de cada colectivo que nombro como activista feminista, por lo que me refiero a esos procesos en primera persona, pero siendo parte de un colectivo. En paralelo me he dedicado a la investigación académica en estos temas desde hace muchos años, integrando equipos de investigación y siendo parte de un programa del Área de Feminismo, Género y Sexualidades, de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba (FemGeS). Proponiendo los cruces desde una mirada crítica, borrando las barreras epistémicas que se presentan entre objeto y sujeto de estudio. Entiendo el trabajo extensionista como una manera de democratizar los conocimientos adquiridos en ambos campos de estudio; en el fulgor de las luchas, los encuentros para pensarse con otras; y los espacios donde se institucionalizan saberes y experiencias en pos de generar herramientas sociales, culturales, conceptuales y jurídicas que hagan del mundo un lugar más habitable para todxs.
La calle como cultura pública del trauma
Luego del paso innegable de la marea verde, que expuso a la sociedad a sus privilegios, miedos y contradicciones, quedó una estela de heroínas sobre nosotras, las feministas, que en su cruzada anti princesa, van tapando todo lugar donde anidar la vulnerabilidad. Las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan. Exitosas, felices, libres, lindas, locas. ¿Qué lugar queda para el trauma? ¿Qué hicimos con la herida? ¿Por qué cuesta tanto hacer pública la vulnerabilidad ? Nuestra vulnerabilidad es política e irrepresentable:
Me atrae la categoría trauma porque abre un espacio para exponer el dolor como algo psíquico, no solo físico. Como nombre para las experiencias de una violencia política socialmente situada, el trauma forja las conexiones manifiestas entre la política y la emoción. (Cvetkovich. 2003, p17).
A través de esta categoría, la autora se dedica a pensar las culturas públicas del trauma, trazando cartografías afectivas y políticas entre: “Actos sexuales, el discurso butch-femme, públicos transnacionales queer, incesto, sida y activismo antisida, archivos de grupos base” (Cvetkovich. 2003, p 17) y yo le agregaría, grupos de feministas aborteras:
Son algunos de los espacios donde no solo he encontrado las huellas del trauma, sino formas de pensar sobre el trauma que no lo patologizan, que arrebatan el control a los expertos médicos, y que crean respuestas creativas al trauma que superan con mucho incluso a la más utópicas soluciones terapéuticas y políticas. (Cvetkovich. 2003, p.17).
¿Qué acciones públicas feministas irrumpían en la visual cotidiana hace 10 o 15 años atrás? ¿Cómo se encontraban las feministas entre sí? ¿Qué lugar público las albergaba? ¿Qué convocaba a un grupo de mujeres extrañas? ¿Qué buscaban en el encuentro?
Cuando me acerqué a parte de la comunidad lésbica cordobesa, habían asesinado a una lesbiana[2] en una zona y contexto que sentí cercanos. Enamorada por primera vez de una mujer, el miedo a su muerte, a la mía, tocó una fibra que me arrojó a involucrarme en un mundo que me era ajeno, donde por primera vez había lugar público para la herida, esa que de tan profunda si desaparece, desaparecemos en ella. “No estoy interesada solo en quienes sobreviven el trauma, sino en aquellas personas cuyas experiencias circulan cerca del trauma y están marcadas por él” (Cvetkovich. 2003, p.18).
Figura n°1: actividad por la visibilidad lésbica, 7 de marzo de 2017. Plaza del fundador, Córdoba
¿Cómo reconocemos el trauma por fuera del sistema médico psicológico que lo individualiza? ¿Cómo se tornan públicas las formas de resistencia que tejen el trauma colectivo? Les invito a que pensemos algunas acciones feministas como experiencias de culturas públicas del trauma.
En un momento de mi vida la comunidad lésbica fue la posibilidad de reconocer y transitar las vulnerabilidades y, con ella pensar la violencia en todas sus dimensiones. Al mismo tiempo, nos encontrábamos estudiando la obra de Butler en los grupos de lecturas que teníamos en el Asentamiento Fernseh[3]: “El cuerpo que existe en su exposición y proximidad respecto a los demás, a la fuerza externa, a todo lo que podría sojuzgarlo y someterlo, es vulnerable a los daños; los daños son la explotación de esa vulnerabilidad” (Butler 2010, p.93). Entender la violencia como la explotación de la vulnerabilidad me ayudó a reconocer las vulnerabilidades colectivas y a formar comunidad desde allí, para armar trinchera y luego, por qué no, imaginar vidas posibles.
Los 7 de marzo en la plaza donde nos encuentre[4], siguen siendo ese espacio de duelo colectivo que ha podido constituirse como lugar de encuentro, tejiendo comunidad de vulnerabilidades, generando conciencia de la violencia, imaginando estrategias, inventando mundos. ¿Qué nos convoca cada 7 de marzo desde el 2010, sino el trauma de que hayan asesinado a alguien como nosotras? Y a la vez la rabia que nos generó, que el discurso público construido por los medios masivos de comunicación y el abogado del asesino, fuera el de una lesbiana atemorizante, que llevo a Daniel Torres a tomar una escopeta y fusilarla.
¿Cómo archivamos ese trauma colectivo, cómo construimos memoria, cómo torcimos el relato público sobre nosotras? Pareciera que todo está en la acción de guardar: flyers, comunicados, páginas de Facebook, fotos, más fotos, carteles y banderas que van peregrinando de casa en casa y hacen al acervo material del día de la visibilidad lésbica, convocando cada año a un ejercicio de memoria. Cada marzo, una comunidad se toma el trabajo de recordar y con ellas recordarnos, nos convoca, nos convida palabras, imágenes, música, nos abraza en un espacio público y nos vamos.
Figura n°2: volante que realizamos con un fragmento escrito por Marta Dillon, que se repartió en cada actividad que hicimos pidiendo justicia por la Pepa
Me gusta pensar los 7 de marzo como una gestión cultural feminista y lésbica del trauma. Muy lejos de la retórica heróica, con conciencia y desconfianza, se abre el micrófono a nuevas posibilidades, canciones, poemas, teatro, sentires, lecturas, interpelaciones de otras comunidades culturales del trauma. Y se escucha, en un lugar amplio y abierto, se convoca a quedarse, comer, beber, bailar y velar:
Los traumas desafían la concepción habitual de lo que constituye un archivo. Dado que el trauma puede ser inenarrable e irrepresentable, está marcado por el olvido y la disociación, a menudo parece que no deja registro alguno […] exige un archivo inusual, cuyos materiales, al señalar lo efímero del trauma, son en sí mismos a menudo efímeros. El archivo del trauma incorpora recuerdos personales, que pueden registrarse como testimonios orales o en video, en autobiografías, cartas o diarios. (Cvetkovich. 2003, p23).
Ninguna de nosotras tiene todo, no hay institución que resguarde nuestra memoria, cada una guarda algo en una compu, en un disco duro, y en un grupo de WhatsApp que no muere, se sostiene hace años en esa memoria.
La cuestión es, ¿qué hacemos con esa herida? Se ha declarado el 7M como “día de la visibilidad lésbica”, institucionalmente, por decreto, como el 8 de marzo el día de la mujer trabajadora. El archivo cercano tensa la posibilidad de que el 7M se convierta en el día de las lesbianas, lejos de eso, el archivo permite recordar porqué ese día, porqué la palabra visibilidad al lado, y porqué nos juntamos. Entonces el archivo, aparte de ser parte del material con el que se produce la cultura del trauma, termina siendo su gestión. El archivo tiene aquí un poder productivo, lejos de ser algo monolítico, o museístico, es algo vivo, performático, un hiato en el tiempo que nos encuentra y contiene a quienes compartimos ese dolor, esa experiencia, esa existencia y, a la vez, nos permite compartir con otras generaciones lo que vivimos.
Archivo de los feminismos cordobeses
En el 2014 un grupo de feministas cordobesas, empezaron a pensar la necesidad de armar un archivo de nuestros feminismos. Dicha tarea implicó desafíos enormes, entre ellos, ¿cómo dar cuenta de la multiplicidad de voces que hacen a nuestra historia? ¿Cómo conformar un archivo que albergue las tensiones dentro del movimiento? ¿Cómo seguir posibilitando la circulación de la palabra? La apuesta fue convocar a las protagonistas, es decir a quienes estuvieron ahí dando y sosteniendo las discusiones.
Figura n°3: almuerzo a la canasta en una jornada de trabajo del archivo en Mendiolaza
Ciclo Anual de Reconstrucción de la Memoria Histórica y Colectiva de Feminismos Cordobeses, es el nombre del titánico proyecto. Nos dividimos el trabajo por áreas y por décadas para generar el archivo. Se abordó desde los años 60 hasta el 2015, en 7 encuentros que empezaron en mayo de 2015 cuando inició este archivo. El lugar que nos albergó un sábado al mes fue el Talar de Mendiolaza, donde funcionaba la radio Red nosotras el mundo[5]. A través de la narración oral fuimos recuperando historias, nombres, lugares y, con ello, armando el archivo, que hoy se puede visitar de manera online en: http://feminismoscordobeses.net/
Una comunidad de recordantes, y nosotras las jóvenes ante la historia. De todo lo que podría rescatar de la conformación del archivo, voy a hacer foco en los vínculos humanos y la afectividad que allí circulaba. Como se imaginarán no fue una tarea sencilla para nadie, pero sobre todo, creo yo, fue más compleja para quienes se pusieron en el trabajo de recordar. Porque cuando miramos para atrás, nunca volvemos del mismo modo al presente, para ello se conformó un grupo de acompañamiento cuidadoso, afectivo, contenedor, desde la comida, los traslados, la escucha, la comodidad. Fueron 7 talleres donde se grabó, filmó, y luego se transcribió lo sucedido:
La decisión de transcribir lo acontecido en cada encuentro fue a partir de considerar estos documentos que se iban configurando, como documentos políticos, asociados a un compromiso de resguardo, cuidado de la “intimidad” de lo que sucedió en cada uno de los talleres. Si bien las transcripciones no serán publicadas en el archivo digital, ese es un tema sobre el que se sigue pensando, sobre todo por el pedido explícito de algunas participantxs. Las transcripciones se han convertido en una “hoja de ruta”, “mapa” que nos posibilitaron revisar ejes, criterios, tanto en la construcción misma de los talleres que se fueron sucediendo, como así también poder esbozar algunas primeras conclusiones y reflexiones sobre el proceso de trabajo: analizar líneas temáticas que estuvieron muy presentes, o los silencios sobre otras, las tensiones, las emociones, la forma en que se asumieron en el espacio-taller la conflictividad sobre temas, la manera de resolución.[6]
Al archivo le tomó siete años ver la luz, ese trabajo de cuidado y acompañamiento a quienes participaron con su historia, hizo que sea muy delicado el proceso de pensar cómo y qué se tornaría público. ¿Por qué? Hablar, compartir y narrarnos nos expone, y ello nos vuelve vulnerables. Judith Butler ha reflexionado sobre la noción de vulnerabilidad para pensar que constituye a una comunidad que está atravesada por la violencia y la pérdida: “En parte estamos constituidos políticamente en virtud de la vulnerabilidad social de nuestros cuerpos; estamos constituidos por los campos del deseo y de la vulnerabilidad física, somos a la vez asertivos y vulnerables” (Butler, 2010 p.36). La premisa de que porque somos feministas y politizamos nuestra vida “privada” podemos o debemos tornarla pública sin costo alguno, es una forma de violencia.
Figura n°4: altar realizado en la presentación a público del archivo en el año 2021
Los altares se instalaron en nuestras manifestaciones públicas como una manera de que estén presentes nuestras compañeras fallecidas. Marta Sagadín, quien fue entre muchas otras cosas, la fundadora de la Biblioteca Juana Manuela Gorriti y pilar fundamental en la construcción del archivo, falleció en el 2021; Maite Amaya, feminista piquetera trans, quien falleció en el 2017 y Marcela Expósito, quien falleció de covid durante la pandemia en el 2021, referente del feminismo popular de Córdoba. La presencia de sus imágenes a través de estas fotografías no solo nos recordó su ausencia, sino toda su vida. “Si hemos perdido es que hemos tenido, que hemos deseado y amado, y luchado para encontrar las condiciones de nuestro deseo” (Butler 2010, p. 36). ¿Por qué traigo este aspecto del archivo y no la sucesión de logros y conquistas, el relato heróico de marchas y espacios que transformamos colectivamente? Claudia Huergo le puso palabras a un malestar que venía sintiendo hace rato, como una piedra en el zapato:
Atender con hospitalidad a nuestros dolores, asumir los encuentros como fuentes de potencia y también de incomodidad, de exposición y de vulnerabilidad. Chequear si las imágenes victoriosas de brazos alzados y puños en alto, nos impiden alojar todo lo que en nuestra vida no funciona así (…) Antes que una declaración de sexo, creo que nos convendría una declaración de vulnerabilidad. (Huergo 2022).[7]
¿Cuáles son nuestros dolores colectivos? ¿Cuáles nuestras heridas? ¿Cómo duelanos pública y colectivamente a las que ya no están? ¿Cómo recordamos? ¿Cuáles son las nuevas políticas afectivas que nos atraviesan para conformar una comunidad luego de una pandemia? Y de nuevo, ¿cómo tornamos pública la herida? Haciendo archivos creo yo, al menos esa ha sido mi manera de estar, como dice Butler 2010, “al lado de uno mismo con rabia o en duelo”, (p. 38).
Archivos itinerantes transfeministas: una muestra cordobesa
El año pasado logramos realizar el VI Congreso Género y Sociedad, que se había visto interrumpido por la pandemia, cuyo lema fue: Desplazar los centros: cuerpos, territorios y saberes de Nuestramérica. La relación entre los feminismos y la institución universitaria es muy nutrida y lleva largo tiempo en la UNC, tanto de manera institucional como de manera vincular. Muchas de las personas que conforman el archivo son parte de esta institución y han podido volcar sus experiencias políticas en la academia, llevar sus preguntas a sus investigaciones. Otras, que no están en un vínculo formal con la misma, han podido participar de muchas actividades como invitadas, poniendo sus voces y saberes a la altura de cualquier teórica, porque justamente la relación entre la universidad y los feminismos está muy ligada a los procesos de luchas por derechos[8].
El Congreso es organizado por el Área Feminismos, Género y Sexualidades (FemGeS), el Centro de Estudios Avanzados, junto al Programa Interdisciplinario de Género, el Doctorado en Estudios de Género y el Programa de Extensión “Feminismos, Sexualidades y Derechos” de la Facultad de Ciencias Sociales, pertenecientes a la UNC. Su organización está conformada por comisiones, la encargada de gestionar las actividades culturales es la Comisión Cultura, de la que fui parte junto con Natalia Martínez Prado, Verónica Ferrucci, María Gabriela Morales y Luisina Alfonzo. Escribimos un artículo colectivo sobre la experiencia de organización de esta actividad en la revista Etcétera del Área de Ciencias Sociales del Centro de Investigaciones de la FFyH:
De las colectivas que invitamos, acudieron siete a la convocatoria: Potencia Tortillera, Feminismos Cordobeses, Socorristas en Red, Festival el Deleite de los Cuerpos, Archivo de Activismos Gordos Cordobeses, Tarde Marika, y Juan Coronel, Mati Farfán y Colectivo Vihrósica. Todas comparten el trabajo en la ciudad y, de alguna manera, tenían vinculaciones con integrantes y organizadorxs del Congreso, ya sea por ser investigadorxs o por acercarse en alguna jornada de cultura, por haber formado parte de estudios o investigaciones, pero sobre todo, por ser motor de pensamiento y de lucha. Apostamos por un entrecruzamiento intergeneracional, poniendo en diálogo a colectivas con más de diez años de trayectoria con otras más incipientes. Algunos de los grupos ya tenían armados sus archivos y otros los armaron para la ocasión. En todos los casos, había una decisión por revisitar las historias de sus prácticas y las formas de la memoria, que es como un músculo, un organismo vivo que está atravesado por la vida de las personas y sus vicisitudes, los encuentros, las despedidas, los amores y desamores[9].
Figura n°5: archivos itinerantes Transfeministas. Una muestra cordobesa. Casa del Estudiante, UNC
A diferencia de las otras experiencias que compartí anteriormente, en esta hicimos un montaje de los archivos, es decir, invitamos a las colectivas a hacer público su trabajo de años, lo que llevó a que no solo ellxs tuvieran que pensar qué mostrar, sino nosotras tuvimos que trabajar en cómo montarlo. Mi disciplina formal es la teatral, poner en escena algo no me es ajeno, sin embargo hay una gran diferencia entre poner en escena un archivo y realizar un montaje. En la escena siempre hay cuerpos, se trabaja con su materialidad, aquí los cuerpos estaban mediados por todas las materialidades que los narraban, sostenidos con tanzas, cubiertos en friselinas, enmarcados por las banderas, videos, fotos, flores, y el altar que acompañó a los feminismos aquí volvió a aparecer y tomó más presencia, intuyo que será un altar que nos acompañará en muchas de nuestras actividades públicas de ahora en más.
Figura n°6: archivos itinerantes Transfeministas. Una muestra cordobesa. Casa del Estudiante UNC
Me gusta pensar en este archivo como un archivo precario, Beto Canseco (2019) trabajó el concepto de precariedad de Judith Butler para pensar nuestra condición ante el tiempo, y le agregaría, ante la historia también. “La precariedad apunta específicamente a la imposibilidad de garantizar la permanencia corporal en el tiempo” (Canseco, 2019, p.29). Ahora bien, esa permanencia está mediada por condiciones específicas que la hacen posible, no se trata meramente de permanecer, sino del cómo y, a la vez del qué permanece de nosotrxs: “Lo interesante de la idea me parece, está en que se trata de una relación que es profundamente corporal, afectiva con el tiempo, que ciertamente contiene la emisión de juicios y la interpretación de dicha relación, pero que apunta también a relaciones corporales” (Canseco, 2019, p.30). Butler ya nos señalaba la condición de desposesión en la que nos encontramos ante el otro: “Ni mi sexualidad ni mi género son precisamente una posesión, sino que ambos deben ser entendidos como maneras de ser desposeído, maneras de ser para otros o, de hecho, en virtud de otro” (Butler 2010, p.38). Convocar a armar una genealogía trans feminista cordobesa en formato de archivo, es una manera de montar esa desposesión, estamos arrojadas a las maneras de recordarnos de las otras, a la manera de narrar la historia compartida, a la vez que “estoy hablando a aquellos de nosotros que viven en cierta forma al lado de nosotros mismos, tanto si es la pasión sexual como en el luto emocional o en el furor político” (Butler 2010, p.38).
Contemplar el archivo, convivir tres días conversando sobre la historia con todas las personas que se acercaron, no hizo más que poner una y otra vez sobre la mesa la condición de precariedad de ese nosotrxs que se tejió en una comunidad feminista, de disidencias sexuales. Un nostrxs que compartió una temporalidad específica de movilizaciones, luchas por derechos, plazas, marchas, encuentros, duelos, jornadas, pero que a la vez puede abrirse e invitar a otrxs a inscribirse en una genealogía de prácticas políticas y afectivas, con aciertos y con equívocos, pero ante todo con una pedagogía crítica, con una mirada desconfiada de la realidad y el deseo revolucionario latiendo desde lo más profundo.
A modo de conclusión
Pensar en culturas públicas del trauma, vulnerabilidad y precariedad, en torno a nuestra historia y nuestra praxis política, es una invitación para poder mirarnos desde otros lugares que no suelen ser los predilectos en la narración de nuestras culturas políticas. En lo personal, poder observar dichas formas me ayudó a transitar los duelos de muchas compañeras que se fueron y se están yendo, la exposición a la enfermedad de seres amados, y la posibilidad de pensar nuestras prácticas de cuidado entre nosotras como una manera de estar ante el tiempo y de seguir caminando al lado de una misma.
Si bien en mis temas de investigación no me dedico a los estudios de los archivos, sí lo hago en los estudios de los feminismos y los afectos, lo que se ha denominado como giro afectivo, cabe preguntarnos la relación que podemos trazar entre los derechos humanos y el estudio de las emociones, la relación entre el derecho y la emoción, entre lo humano y lo afectivo como condición de posibilidad para la existencia. El derecho a una cultura pública de los afectos es también un derecho humano. Por lo que agradezco la invitación a pensar y escribir en este dossier sobre estos temas, con la esperanza de seguir aportando en los cruces entre feminismos, universidad, y derechos humanos.
Bibliografía
Butler, J. (2010). Deshacer el género. Paidós. Barcelona
Butler, J. (2010). Marcos de guerra. Paidós. Buenos Aires
Canseco, A. (2019). Sobrevivientes de un tiempo precario. En: Moretti y Perrote (comp.), Sentirse precarixs (pp. 27-52). Editorial UNC
Cvetkovich, A. (2003). Archivo de Sentimientos. Ediciones Bellaterra. Barcelona.
Martínez Prado, N., Ferrucci, V., Morales, M. G., Perrote, N. y Alfonzo, L. N. (2022). Archivos transfeministas: una genealogía común. Etcétera. Revista Del Área De Ciencias Sociales Del CIFFyH, (11). Recuperado a partir de: https://revistas.unc.edu.ar/index.php/etcetera/article/view/39009
[1] También Noelia Perrote. CIFFyH, Facultad de Filosofía y Humanidades, Facultad de Artes. UNC noelia.perrote@mi.unc.edu.ar
[2] Me refiero aquí al fusilamiento de Pepa Gaitan por parte de Daniel Torres, quien era el padre de su novia, el 7 de marzo del 2010.
[3] El Asentamiento Fernseh es un colectivo que fue mutando en sus acciones, ubicado por 10 años en una casona de Alta Córdoba, propició grupos de discusión política, de estudio crítico sobre la representación, los géneros y la sexualidad. Se realizaron diversas actividades culturales, como la gestión y organización del festival El deleite de los cuerpos. Durante la pandemia cerramos la casa, pero seguimos pensando juntas.
[4] Los 7 M nos hemos congregado en lugares diferentes de la ciudad para realizar actividades de visibilidad. La Plaza de la Intendencia, entre las lesbianas nombrada como “El Tontódromo” es, históricamente, un lugar de sociabilización lésbica y donde más actividades hemos realizado. La cañada, en la zona del paseo de los artesanos, ha sido un lugar donde varios años nos hemos juntado debido a que varias de las personas que organizaban el 7 M también son artesanas y ofrecieron ese lugar. Por otra parte, en el barrio Liceo segunda sección, donde vivió y murió la Pepa, su madre, y hoy su hermana Yamila Gaitán, gestionan un merendero que se llama Pia, donde el 7 de marzo del 2022 nos juntamos a recordarla. Por último, en 2017 nos juntamos en la Plaza del Fundador, en pleno centro de Córdoba, donde fue tomada la fotografía n°1.
[5] La red nosotras en el mundo es una apuesta colectiva por la construcción de puentes de comunicación entre los movimientos de mujeres de América Latina y Europa; una herramienta para la articulación entre los medios de comunicación y las mujeres y personas LGTTBIQ. Hoy su página alberga un gran archivo sonoro de nuestros activismos. https://rednosotrasenelmundo.org
[6] Este fragmento pertenece al texto: Reconstrucción de la memoria histórica y colectiva de los feminismos cordobeses: nuestros desafíos en la organización y sistematización de los archivos, escrito por Luciana Almada, Eloísa Coronel, Daniela García, Mariana Gottero, Natalia Martínez Prado, quienes forman parte del equipo de trabajo del archivo.
[7] Consultado en marzo 2023: https://lobosuelto.com/si-duele-es-dolor-claudia-huergo/.
[8] Aquí quiero hacer una mención especial a Analía Barrionuevo quien se desempeñaba como coordinadora de la Unidad Central de Políticas de Género de la UNC, a través del ciclo: Mujeres que mueven al mundo. Creó un archivo de voces feministas en la provincia intergeneracional, en el 2017 el ciclo tuvo su temporada en Canal U de la televisión abierta, y luego siguió en un ciclo radial en la radio de la Universidad. El mismo se puede visitar aquí: https://www.unc.edu.ar/mujeres-que-mueven-el-mundo