Revista de Culturas y Literaturas Comparadas, volumen 14 - diciembre 2023 

ISSN: 2591-3883

Presentación

Adriana Massa

Silvia Cattoni

 

adriana.massa@unc.edu.ar silvia.cattoni@unc.edu.ar

 

Facultad de Lenguas

Universidad Nacional de Córdoba, Argentina

 

La preocupación por la relación entre literatura y vida es, desde hace ya varios años, uno de los vectores que articulan los estudios literarios. Esta relación enmarca, a su vez, las representaciones y las figuraciones de lo privado y lo íntimo y, particularmente, la relación entre intimidad y enfermedad.

La pandemia que vivimos desde principios de 2020 no ha hecho más que intensificar la reflexión en torno a los espacios íntimos y la actividad escritural que, ante el peligro de la disolución, se vuelve el máximo órgano de resistencia.

Si en el poema “Recogimiento” Baudelaire planteaba una oposición entre la soledad doliente y gozosa del yo y el placer del mundo exterior que se mira desde la ventana, los nuevos aislamientos instituyen soledades múltiples y forzosas que se espejan unas en otras y conforman un colectivo silencioso. En cualquier caso, como dice Prete en Il cielo nascosto, el recogimiento supone un “encantamiento del dolor”, un regocijarse aun ante el abismo que se abre al encontrarnos solos. La intimidad aparece, entonces, tensionada entre la familiaridad de nuestro mundo y el “desconocimiento que el sujeto tiene de sí mismo en el momento en que se decide a asumir y actuar como su yo”, según sostiene Barthes en Sade, Fourier, Loyola. En las pertenencias que articulan una “trama” familiar –inventada o no– en Nabokov o Natalia Ginzburg o en los pocos objetos impersonales de Beckett que demarcan al individuo a la vez que lo atomizan de camino hacia la nada, el mundo interior se torna siempre intersticial. Es este un horizonte de posibilidades textuales que recupera aspectos marginales provenientes del ámbito compositivo, vivencial y sentimental del sujeto, y define un especial discurso de la intimidad en el que adquiere profunda relevancia la memoria individual como impulso evocador de la experiencia. Al ser partícipe de ese dinámico pasaje de vida, la enfermedad hace su entrada como marca disolutiva que horada los tejidos íntimos del lenguaje.

Desde la Antigüedad clásica hasta nuestros días son incontables las reflexiones sobre los padecimientos físicos y espirituales que forman parte de la subjetividad humana. Ya sea el furor platónico que aqueja a los héroes trágicos o la acedia monástica junto a la melancolía burtoniana con sus incontables seguidores, pasando por epidemias que condujeron al repliegue emocional hasta llegar al tedio incorpóreo de la época moderna, estos trastornos, en tanto desequilibrios de la naturaleza, siempre estuvieron ligados a la emergencia de la creatividad literaria. Pensada por los románticos como negación de lo ordinario y por Thomas Mann como instancia que posibilita la dignificación humana – porque de su destructividad aflora el “espíritu combativo” para resistirla– la enfermedad es parte constitutiva de nuestras conciencias.

 

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Adriana Massa y Silvia Cattoni: “Presentación”

Cuando la intimidad deviene única realidad posible, es el propio Yo quien reclama la fundación de un nuevo espacio donde resguardarse. Es en la escritura, entendida desde su aspecto intransitivo e incesante, donde la persona mutilada busca crear una nueva lengua, una lengua extranjera, que oscile entre su pertenencia a la obra y su pertenencia al individuo.

Esta tensión es constitutiva de la literatura moderna y se reorienta en favor de la obra: ya lo comprendía Proust, desde su crítica a Sainte-Beuve, cuando afirmaba que “un libro es el producto de un yo diferente al que manifestamos en nuestras costumbres”. A partir de allí, entonces, la escritura define una gramática de la interioridad. La perspectiva comparatística permite abordar esta problemática a partir de distintas manifestaciones literarias y, de ese modo, establecer contrastes o similitudes entre autores, épocas, movimientos, etc.

Los artículos reunidos en este N.º 14 exponen, así, diversas miradas de lo que hemos denominado “poéticas de la intimidad y de la enfermedad” en textos de la literatura contemporánea. Por un lado, el estudio del espacio biográfico representa un horizonte de posibilidades textuales que recupera aspectos marginales provenientes del ámbito compositivo, vivencial y sentimental del sujeto y define un especial discurso de la intimidad en el que adquiere profunda relevancia la memoria individual como impulso evocador de la experiencia. El núcleo central que atraviesa las producciones de las llamadas “escrituras del yo” —relatos autobiográficos, diarios, cartas, ensayos, textos narrativos donde se percibe una marcada funcionalización de la experiencia— es la relación memoria/intimidad; esta relación permite pensar las escrituras del yo como un espacio textual que pone en relación el “espacio de experiencia” y el “horizonte de espera”, una polaridad básica que funda la conciencia histórica personal y que permite, a partir de la experiencia íntima, nuevas formas de legibilidad de lo colectivo. Por otro lado, el padecimiento del sujeto cobra a menudo la forma de una enfermedad —Werther habla de “enfermedad mortal”, Hiperión de “enfermedad incomprensible”— que se somatiza mediante un profundo dolor innominado y un poderoso sentimiento de insatisfacción que tiene su origen en la lacerante fragmentación del mundo moderno. En muchos casos, además, este sufrimiento desemboca en el suicidio o en enfermedades mentales más fuertes como la locura o la esquizofrenia. Estos trastornos se sitúan en el centro de creaciones poéticas y producen un corrimiento que desarticula la concepción tradicional de la belleza. De allí que la representación de trastornos mentales en sus diferentes formas propone, muchas veces, una posibilidad provocativa de visualizar esas experiencias.

El artículo que abre este número, “Cenas do nosso ´teatro humano´: Maria Grazia Calandrone e Ieda Magri”, pone en diálogo dos obras que, escritas en espacios diferentes, Italia y Brasil, tienen en común el tiempo y el momento vivencial de la escritura: la pandemia. Patricia Peterle reflexiona críticamente sobre las particulares condiciones de intimidad que ofrecen las obras. En la especial e inusitada condición de producción que favoreció un contexto de enfermedad y muerte, la escritura como recuperación de la propia vida es asumida en ambas autoras como un gesto de resistencia. Aunque diferentes por sus particulares contextos de producción, ambas obras persiguen un propósito autobiográfico que evidencia, en cada momento y ante la precariedad del relato retrospectivo, un gesto experimental.  En una forma incompleta que interrumpe el orden cronológico de lo temporal y la precisión del dato objetivo estos textos ponen en cuestión la posibilidad de escribir una vida. En ambas obras las tramas ambientadas en el espacio doméstico y familiar ponen en relieve las relaciones amorosas, las tensiones propias de esos vínculos. La incorporación de voces ajenas, de memorias fragmentarias e

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incompletas y de un material extralingüístico exhiben las nuevas formas que asume el lenguaje en el “teatro humano” para trazar la débil línea de una vida pasada.

También Erica Salatini pone en contacto las voces de dos grandes poetas del siglo XX de Italia y Brasil en Da poesia e do mal de viver: Amelia Rosselli e Hilda Hilst, um diálogo”. El objetivo principal que orienta este artículo es mostrar cómo los recursos poéticos de cada una de ellas vehiculizan estéticamente el amor como deseo y su derivación en la pulsión de vida y de muerte. Así, Eros y Tánatos recorren un corpus que encuentra su principal fuerza lírica en la experiencia intima del sentimiento amoroso. La poeta brasileña, a través de una clara tensión con la tradición, asocia la pulsión de muerte a temas como la soledad, la muerte, la locura, el erotismo en una poesía transgresora y vigorosa. La poeta italiana, a su vez, establece una especial relación entre poesía y vida. El trauma que ocasionó el asesinato del padre y dio origen a sufrimientos psíquicos irreparables, a manías de persecución y delirios obsesivos que la atormentaron y la llevaron finalmente al suicidio, determina en la poeta un permanente diálogo con los muertos. La evocación de los mitos clásicos, envueltos en una atmósfera erótica y mística, onírica y mnemónica, ofrece una poesía materializada en una escritura vacilante, fragmentada, obsesiva y profundamente vigorosa.

Tal como lo indica el título, “Tiny Tim sul grande schermo. La rappresentazione della disabilità in tre adattamenti di A Christmas Carol del secondo dopoguerra”, Eleonora Gallitelli analiza la representación de Tiny Tim —el personaje del niño discapacitado en el cuento de Dickens A Christmas Carol— en tres películas de la posguerra. Desde una doble perspectiva que atiende a los “disability studies” (con respecto a la representación de la enfermedad) y de “affect studies” (en referencia a la interacción entre los sujetos o “in-between-ness”), el análisis de las representaciones fílmicas intenta mostrar la perspectiva estereotipada de la discapacidad que las transposiciones fílmicas —la película británica Scrooge (1951), de la española Leyenda de Navidad (1947) y de la italiana Nunca es demasiado tarde (1953)— realizan.  El análisis muestra que, mientras la discapacidad de Tiny Tim en el texto de Dickens es una oportunidad para la transformación existencial del frío hombre de negocios, en las tres adaptaciones el mismo personaje crea la particular atmósfera emocional que sirve solo de fondo a las tres recodificaciones de la obra dickensiana. 

La importancia del psicoanálisis freudiano en tres novelas del escritor austríaco Stefan Zweig es el tema que aborda Gustavo Giovannini en “Stefan Zweig: psicoanálisis y narración literaria”. A partir del análisis de las novelas Der Amokläufer de 1922, Verwirrung der Gefühle de 1927 y Schachnovelle de 1942, observa que la correlación entre el discurso psicoanalítico y la obra de Zweig no se verifica meramente como fenómeno de “reflejo” debido a una influencia unidireccional del psicoanálisis sobre la concepción de la obra literaria, sino que, más bien, se corrobora no solo una apropiación crítica de la teoría freudiana del psiquismo humano, sino también el carácter esencialmente estético del interés de Zweig por la teoría de Freud. Esta actitud se sustenta en un conocimiento minucioso de los textos teóricos de Freud y en el hecho de haber compartido un mismo ambiente intelectual y académico. Por otra parte, tanto el contacto personal como la correspondencia con Freud le permitieron acceder a informaciones de primera mano e intercambiar sus ideas y percepciones con el propio Freud.

En “Suicidio y padecimiento en Los adioses de Juan Carlos Onetti y Los suicidas de Antonio Di Benedetto”, Mateo Green aborda dos autores relevantes de la literatura latinoamericana. A partir de los conceptos de polifonía y dialogismo de Bajtin y del existencialismo de Camus, analiza de qué manera se reflexiona en ambas obras sobre el Adriana Massa y Silvia Cattoni: “Presentación”

suicidio en cuanto acto de extrema intimidad y busca diferenciar si esta idea, encarnada en sus héroes, se trata de una disposición al suicidio o es un sufrimiento particular, un padecimiento en sí mismo. Desde el nexo que la posibilidad de la autodestrucción establece con la intimidad de los héroes, el autor procura establecer la relación del suicidio con el padecimiento y la enfermedad y, asimismo, de qué manera esta relación íntima define la espacialidad y la temporalidad en estas dos nouvelles.

Sobre la base de enfoques críticos provenientes tanto del campo de la literatura como de la psicología y de la psiquiatría (Todorov, Freud, Bleuler, Deleuze, Jameson, Cyrulnik, entre otros), Zaida Daruich aborda la enfermedad mental en el artículo “Psiquiatría y esquizofrenia en Büchner, Nerval y Goetz”. La obra de G. Büchner — Lenz— relata, con base en el diario de Oberlin, las experiencias esquizoides del escritor Jakob M. R. Lenz (1751-1792). Aurelia de G. de Nerval se inspira en la propia vida del autor (particularmente en sus dos estancias en la clínica del doctor Blanche) desde una perspectiva fantástica y Loco del psiquiatra y escritor R. Goetz se configura como un verdadero inventario de padecimientos mentales representativos de una sociedad alienante y perturbadora. El análisis comparativo de los síntomas de los protagonistas en los que se evidencia la enfermedad psíquica expone las distintas representaciones literarias de la esquizofrenia. Lenz puede leerse, así, como un caso clínico. En Aurelia, ciertos rasgos propios de la enfermedad —la fragmentación, el desdoblamiento, la pérdida de noción del tiempo y del espacio, sensaciones de irrealidad, confusión, tendencia al suicidio— se acercan a las características de los relatos fantásticos. En la novela de Goetz, la locura se vuelve un verdadero análisis de la realidad de su tiempo.

“Una literatura como arte de las citas. El síndrome de Bartleby en Enrique Vila Matas” se titula el artículo en el que Francisco B. Martínez y María Victoria Martínez analizan el llamado “síndrome de Bartleby” tal como se presenta en la novela Bartleby y compañía de E. Vila Matas, un escritor fundamental para entender el estado actual de la literatura española. Esta enfermedad tiene un origen y síntomas poco precisos, pero siempre remite al silencio y a la desaparición del escritor, ya sea física o autorial.  El núcleo temático de la novela lo constituye, así, el rastreo y la notación por parte del narrador de una serie heterogénea de escritores que, afectados por el síndrome de Bartleby, han abandonado la escritura. En el artículo se analiza también la construcción del yo narrador quien, al escribir su diario, tiende a asimilarse a esos escritores que admira.

Por último, en “Escrituras del yo y autofiguración. Molloy y Bianciotti dibujan su yo público”. Ariel Ingas explora el mecanismo de autofiguración realizado por Sylvia Molloy en El común olvido (2002) y Héctor Bianciotti en La busca del jardín (1978). El autor ahonda en las poéticas de la autofiguración y las estrategias discursivas del yo para construir un aparato teórico que permite indagar los procedimientos estéticos utilizados por ambos autores para poder así escribir la propia intimidad. El desplazamiento de identidades, la relación de verosimilitud entre vida y relato autobiográfico y la conformación de autobiografemas conforman los procedimientos sobresalientes mediante los cuales Molloy y Bianciotti crean, mediante la autofiguración, el nuevo yo que exhibe la precariedad y artificiosidad que supone este procedimiento estético.  

 

 

 

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