Zaida Leila Daruich: “Psiquiatría y esquizofrenia en Büchner, Nerval y Goetz”
Sin embargo, los dos autores dejan bien en claro que estos enfermos, por más que tengan
pensamientos indescifrables, son distintos al otro (al sujeto racional) y son capaces de
reflexionar y discurrir de modo consciente y organizado.
La esquizofrenia a fines del siglo XX: Loco
Casualmente un año antes de la publicación de Loco (1983), se estrena la
adaptación de Lenz en el cine, dirigida por Alexandre Rockwell (Estados Unidos). Lenz
es representado como un joven introvertido en la ciudad de New York, cobijado por un
amigo (el personaje homólogo de Oberlin), escuchando discursos incomprensibles, y
sosteniendo conversaciones musicales y filosóficas. La novela de Goetz comienza con
una cita de una canción de la banda dadaísta Palais Schaumburg (Grünes Winkelkanu/ Ich
dreh Dir den Hals herum) que remite a la oralidad y señala un rasgo esquizoide (el cambio
de las dimensiones de los objetos —canoíta— y la personificación de los objetos —la
canoa tiene cuello—). Además, cada capítulo (Alejarse, Adentro, El orden) posee una
ilustración y un nuevo epígrafe: “Podemos ver lo que sabemos ver. El secreto está a la
vista”; “Todo se aclarará en el curso de los acontecimientos”; “Don´t cry: work”. Las
menciones a determinados medicamentos (Haldol, Neuroactil, Texilán, Saroten,
fenotiazinas), a términos vinculados a la psiquiatría (epicrisis, psicopatología, estatus
somático y neurológico, observaciones ambulatorias, cefalorraquídeo) y a los trastornos
mentales (personalidad querulante, urolagnia, síndrome maniforme, acatisia, discinesia,
hebefrénico, hematoma epidural y subdural, epilepsia postraumática, agnosia, alexia,
acalculia, anosognosia, demencia desapacible depresiva, enfermedad de atrofia, síndrome
de Pick, personalidad anancástica, Spectrum disorder), pueden derivar en verdaderos
glosarios. La primera parte de la novela, titulada “Alejarse", comienza en primera
persona, en la salida de la clínica: aparece el metro, la primavera, la búsqueda constante,
el desorden en el cuarto, la desorientación, las preguntas retóricas, los zumbidos en los
oídos. También se presentan problemas de identidad, un sueño, y el despertar en la
oscuridad. La desorientación temporal y espacial se traduce en desorden mental. Luego
se habla en tercera persona: “El sr. S [...] vuelve a su mundo sin tiempo ni nombre”
(Goetz, 2015, 19). En relación con el desdoblamiento, el narrador manifiesta síntomas
esquizoides. La perspectiva narrativa aparece como un abanico de relatividades, filtrada
por la voz protagonista, la despersonalización (el no-yo), el punto de vista del testigo, el
diagnóstico, el discurso directo e indirecto, el monólogo interior, la identificación, la
tercera persona y la ejemplificación de diferentes tipos de médicos, pacientes y casos
clínicos. Además, los ámbitos público y privado se muestran entrelazados a causa de la
importancia que adquieren los medios de comunicación (48-53). La ciudad tiene una
presencia avasallante: se remarca la alienación. Hay una referencia a la locura en general
en “el loco ha elegido la demencia [...] para poder someterse a los mandamientos del
capital y el Estado, en tanto se exime de las exigencias del mundo burgués” (19), que
imposibilita la salvación. Las voces que escucha el enfermo Lenz en Büchner se vuelven
verdadero mandato político en Goetz: el Estado manda. Se utilizan determinadas
personificaciones e imágenes desde la visión esquizoide: se dice que la sangre “busca un
camino y se encuentra con ríos” (23), “las ideas se persiguen” (31), “la mañana me
estrangula” (89), o la cosificación en “me siento como un molinillo de oración que
siempre dice lo mismo” (25) o “la sabiduría inmóvil de la desesperación” (196). Hay una
discusión sobre el arte y el lenguaje en primera persona del singular, pero también se hace